Publicado el 13
abril 2014 por Iñigo Sáenz de Ugarte
Foto: Le Pen, en la reunión con el presidente de la Duma, Sergei
Narishkin, en junio de 2013.
Marine Le Pen ha
viajado a Rusia para dejar claro lo mucho que apoya a Rusia en la
crisis ucraniana. “Estoy sorprendida de que la Unión Europa haya declarado una
guerra fría contra Rusia”, ha dicho la líder del ultraderechista Frente
Nacional. No es un viaje particular ni para hacer turismo. Le Pen ha sido
recibida por el presidente de la Duma, Sergei Narishkin. Ya estuvo en Moscú el
año pasado, donde se entrevistó con
el viceprimer ministro Rogozin y con Narishkin.
No hay que recurrir a la historia ni las relaciones estrechas que
mantuvieron Francia y Rusia en la primera mitad del siglo XX para entender este
gesto. La extrema derecha europea admira
a Putin. Habría que concretar: me refiero a la extrema derecha de Europa
Occidental. En Europa del Este, es otra cosa, sobre todo en países como Ucrania
y Polonia.
Los ejemplos son numerosos. Geert Wilders en Holanda, Matteo
Salvini, de la Liga Norte en Italia, Nigel Farage en el Reino
Unido, Gabor Vona, del partido Jobbik en Hungría, todos ellos han hablado
en favor de Rusia o de Putin o han tenido contactos directos con Rusia Unida,
el partido de Putin.
Sólo los que piensan que la Rusia actual es la heredera de la Unión
Soviética pueden sentirse confusos. Los líderes ultras europeos ven al Gobierno
ruso como lo que es: un régimen nacionalista y conservador, que respeta y
fomenta la tradición cristiana del país, ortodoxa en su caso, que tiene un
discurso duro contra la inmigración ilegal y los derechos de los homosexuales,
que respondió con una represión salvaje a la amenaza del fundamentalismo
islámico en Chechenia, y que se enfrenta a una Unión Europea que los ultras
desprecian.
Marine Le Pen siempre será bien recibida en Moscú.
Putin y
la extrema derecha
15-04-2014
Putin, un
modelo nacionalpopulista para Europa
El encanto
autoritario del putinismo
La extrema
derecha húngara ya se ve como segunda fuerza política
Putin critica a los
"fascistas", pero recibe con los brazos abiertos a la extrema derecha
europea
Organización
Editorial Mexicana
16 de abril
de 2014
PARÍS, Francia. (OEM-Informex).- Primero en la rebelión de Kiev contra el presidente ucraniano Viktor Yanukovich, luego durante la anexión de Crimea y ahora en la crisis del este de Ucrania, el presidente ruso Vladimir Putin definió a sus adversarios de "fascistas", "nazis" e incluso de "antisemitas". Pero, en forma paradójica, esas acusaciones contrastan con la actitud de Moscú, que en los últimos meses se convirtió en la Meca de la extrema derecha europea.
La última en recibir una acogida triunfal en Rusia fue la francesa Marine Le Pen, líder del Frente Nacional (FN) de extrema derecha. El sábado 12 fue acogida calurosamente por Serguei Naryshkin, presidente de la Duma (cámara baja del Parlamento), quien puso de relieve las "coincidencias" que existen entre Le Pen y el gobierno ruso sobre las formas de "resolver la crisis en Ucrania". Naryshkin, exdirigente del KGB y luego del FSB que fue propulsado a la presidencia de la Duma por su amistad con Putin, la felicitó por resultados obtenidos por el FN en las recientes elecciones en Francia y le deseó "buena suerte" en la próxima consulta para renovar el Parlamento Europeo, el 25 de mayo próximo.
Marine Le Pen, a su vez, definió la actual situación como una "guerra fría declarada contra Rusia".
La dirigente francesa terminó su visita con una gira de 15 días por el interior de Rusia y Crimea, para concluir con una reunión con el viceprimer ministro Dimitri Rogozin, otro personaje del círculo de viejos amigos de Putin.
El FN es uno de los partidos europeos de ultra derecha más cortejados por el Kremlin. La visita que inició el último fin de semana, es la segunda que realiza Marine Le Pen a Rusia en menos de un año. La anterior fue en junio de 2013. Su sobrina, Marion Marechal Le Pen, estuvo en Moscú en junio de 2012, muy pocos días después de ser elegida diputada. Por su parte, el consejero diplomático del partido, Aymeric Chauprade, viajó en marzo pasado para fiscalizar el referéndum sobre Crimea formando parte de una delegación del Observatorio Eurasiático por la Democracia y las Elecciones, organismo que dirige el militante belga de extrema derecha Luc Michel.
Esa delegación estaba integrada, entre otros, por el austriaco Ewald Stadler (exFPO, el partido neonazi de Jörg Haider); el húngaro Béla Kovács, del partido antisemita Jobbik; el nacionalista americano-serbio Srda Trifkovid y Pavel Chernev, exbrazo derecho del líder del partido de extrema derecha búlgaro Ataka. Otro frecuente huésped del Kremlin es el húngaro Gabor Vona, líder del Jobbik, que también fue recibido en la Duma y en la célebre universidad de Estado de Moscú.
Algunos de esos partidos, como el movimiento búlgaro Ataka y su líder carismático Volem Siderov, reciben financiación del Kremlin. Esa denuncia surge de los cables de la diplomacia norteamericana revelados por WikiLeaks y el sitio búlgaro de información Bivol.
En una de sus comunicaciones al Departamento de Estado, el exembajador en Sofía, John Beyrle, escribe que Ataka "recibe fondos considerables de los rusos". El diario del movimiento Ataka "se hace eco de la propaganda pro-Moscú" y "ataca regularmente a Estados Unidos".
Las relaciones del Kremlin con la extrema derecha europea coinciden con los ataques del establishment ruso contra los partidos y dirigentes de Ucrania que buscan promover una política pro-europea. En ese sentido, no hay diferencias en el lenguaje que utiliza el aparato de propaganda del régimen y las definiciones que destilan los líderes del Kremlin.
El canciller ruso Serguei Lavrov, habitualmente moderado, calificó la sublevación popular de la plaza Maidan de Kiev de "revolución parda". Esa definición constituye una alusión directa a los "camisas pardas" que caracterizaban el uniforme de las SA (Sturm Abteilung). En los primeros años de la década de 1930, ese cuerpo de élite tuvo una influencia determinante como fuerza de choque del partido nazi durante el ascenso al poder de Adolf Hitler hasta que fue desarticulado en 1934.
El ex presidente ucraniano Viktor Yanukovich se inscribió en la misma línea de acusaciones. En sus primeras declaraciones, después de haber renunciado al poder y refugiado en Moscú, se proclamó víctima de un "golpe de Estado similar al que perpetraron los nazis en los años 30". El fantasma de Hitler sigue presente en Rusia, invadida por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
En ese sentido, el lenguaje del régimen reproduce casi con exactitud el vocabulario utilizado por la propaganda comunista. Esa terminología, sin embargo, contraste con la actual actitud del Kremlin con la extrema derecha, que más bien se asemeja a otro episodio histórico: las misteriosas relaciones de amistad que mantuvo Stalin con la Alemania nazi después de la firma del pacto germano-soviético. Ese acuerdo, rubricado el 23 de agosto de 1939 por los ministros de Relaciones Exteriores de ambos países, Viacheslav Molotov y Joachim von Ribbentrop, quedó anulado en la práctica por la invasión de Rusia, lanzada el 22 de junio de 1942.
Putin fue aun más lejos que Lavrov y Yanukovich al denunciar el "buen trabajo" realizado por los "formadores occidentales". Con su ayuda, dijo, "los nacionalistas pudieron efectuar pogroms". Ese término de origen ruso designa las persecuciones masivas de judíos realizadas en toda Europa desde la Edad Media hasta el holocausto organizado por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
La duplicidad entre el lenguaje y el comportamiento de los dirigentes rusos comienza a suscitar interrogantes entre los líderes europeos, que tratan de adivinar cuál es la verdadera naturaleza del régimen que preside Vladimir Putin.
Meca de la extrema derecha, Moscú
revela su doble lenguaje
17 de abril de 2014
PARÍS.- Según
Vladimir Putin, Ucrania está poblada
por rusos y por fascistas. Ese maniqueísmo contrasta paradójicamente con la
actitud de Moscú, que en los últimos meses se convirtió en la meca de la
extrema derecha europea.
Desde que
los manifestantes proeuropeos de la plaza Maidan, en Kiev, derrocaron al amigo
del Kremlin, el ex presidente ucraniano Viktor Yanukovich, la aplanadora de la
propaganda oficial se puso en marcha. Todas las cadenas públicas o privadas se
pusieron al servicio del pensamiento único.
"Los
europeos son colaboradores de los nazis, Rusia se ha vuelto el nuevo escudo
contra el fascismo mundial", dijo hace poco Arkadi Mamotov, presentador
estrella de la cadena estatal Rossia 2.
Y, sin
embargo, la última en recibir una acogida triunfal en Rusia fue la francesa
Marine Le Pen, líder del Frente Nacional (FN), de extrema derecha. El sábado
pasado fue recibida con honores por Serguei Naryshkin, presidente de la Duma
(cámara baja del Parlamento), que puso de relieve las "coincidencias"
que existen entre Le Pen y el gobierno ruso sobre las formas de "resolver
la crisis en Ucrania".
Naryshkin
-ex dirigente de la KGB y luego del FSB, que fue propulsado a la presidencia de
la Duma por su amistad con Putin- la felicitó por resultados obtenidos por el
FN en las recientes elecciones en Francia y le deseó "buena suerte"
en la próxima consulta para renovar el Parlamento europeo, el 25 de mayo
próximo.
Le Pen, a su
vez, definió la actual situación como una "guerra fría declarada contra
Rusia". La presidenta del FN terminó su visita con una gira por el
interior de Rusia y Crimea, y con una reunión con el viceprimer ministro
Dimitri Rogozin, otro personaje del círculo de viejos amigos de Putin.
El FN es uno
de los partidos europeos de ultraderecha más cortejados por el Kremlin. Esta
visita es la segunda que realiza Le Pen a Rusia en menos de un año. La anterior
fue en junio pasado. Su sobrina, Marion Marechal Le Pen, estuvo en Moscú en
junio de 2012, muy pocos días después de ser elegida diputada. Por su parte, el
consejero diplomático del partido, Aymeric Chauprade, viajó en marzo pasado
para fiscalizar el referéndum sobre Crimea formando parte de una delegación del
Observatorio Eurasiático por la Democracia y las Elecciones, organismo que
dirige el militante belga de extrema derecha Luc Michel.
Esa
delegación estaba integrada -entre otros- por el austríaco Ewald Stadler (ex
FPO, el partido neonazi de Jörg Haider); el húngaro Béla Kovács, del partido antisemita
Jobbik; el nacionalista americano-serbio Srda Trifkovic, y Pavel Chernev, ex
brazo derecho del líder del partido de extrema derecha búlgaro Ataka.
Otro
frecuente huésped del Kremlin es el húngaro Gabor Vona, líder del Jobbik, que
también fue recibido en la Duma y en la célebre Universidad Estatal de Moscú.
Algunos de
esos partidos, como Ataka y su carismático líder, Volem Siderov, reciben
financiación del Kremlin. Esa denuncia surge de los cables de la diplomacia
norteamericana revelados por WikiLeaks y el sitio de información búlgaro Bivol.
En una de
sus comunicaciones al Departamento de Estado, el ex embajador en Sofía John
Beyrle escribió que Ataka "recibe fondos considerables de los rusos".
El diario del movimiento Ataka "se hace eco de la propaganda pro
Moscú" y "ataca regularmente a Estados Unidos".
El canciller
ruso, Serguei Lavrov, habitualmente moderado, calificó la sublevación popular
de la plaza Maidan de "revolución parda". Esa definición constituye
una alusión directa a los "camisas pardas" que caracterizaban el
uniforme de las SA (SturmAbteilung).
Pero ¿qué es
lo que une al actual gobierno ruso con la extrema derecha europea? ¿En qué
coinciden?
"En el
odio a Estados Unidos", responde sin hesitar el historiador y escritor
francés Benoit Rayski. "Un odio tan profundo que, para ellos, ese país
representa al demonio: el dinero, Wall Street, la potencia destructora de la
americanización de las conciencias, el éxito económico?", precisa.
En su
cruzada antioccidental, Putin fue incluso más lejos que Lavrov al denunciar el
"buen trabajo" realizado por los "formadores occidentales".
Con su ayuda, dijo, "los nacionalistas pudieron organizar pogroms".
Un desolador término de origen ruso, que designa las persecuciones masivas de
judíos realizadas en toda Europa desde la Edad Media hasta el Holocausto
organizado por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial
Frente Nacional denuncia las
agresiones de la Unión Europea contra Rusia
Marine Le Pen propicia alianza
geopolítica con Rusia
La
agencia Interfax informa de que, la candidata a presidenta de
Francia Marine Le Pen propicia la formación de una alianza franco-rusa. Francia
y Rusia deben crear una alianza sólida para desplegar acciones conjuntas
eficaces a nivel geopolítico, considera la candidata por el ultraderechista
Frente Nacional.
La
agencia Interfax informa de que, la candidata a presidenta de
Francia Marine Le Pen propicia la formación de una alianza franco-rusa. Francia
y Rusia deben crear una alianza sólida para desplegar acciones conjuntas
eficaces a nivel geopolítico, considera la candidata por el ultraderechista
Frente Nacional.
—Pienso
que, históricamente, Francia y Rusia han desempeñado siempre un papel de
complementación mutua, lo que ha influido de manera benéfica en el
mantenimiento del equilibrio de fuerzas en Europa. Estoy firmemente convencida
de la necesidad de una alianza ruso-francesa. En el mundo multipolar, en el que
los planes de EEUU de tener una posición dominante al precio que sea,
puede llevar a una guerra. París y Moscú deben aproximarse, a fin de lograr
juntos el mantenimiento de un equilibrio geopolítico, declaró la candidata, en una
entrevista para la agencia Interfax.
Marine Le
Pen añadió que la cooperación estrecha con Francia debe ser una piedra angular
de la política exterior francesa.
La
Agencia RIA Novosti informa de que el gobierno de
Bielorrusia estudia la posibilidad de organizar una visita del Papa
Benedicto XVI al país eslavo. El presidente bielorruso, Alexander Lukashenko
declaró que, en su país estarían felices de ver al sumo Pontífice. “Pienso que
no está lejos el día, cuando Su Santidad puede reunirse en Bielorrusia con sus
fieles. En este sentido debemos trabajar con el patriarca bielorruso.
Bielorrusia ha confiado siempre en el respaldo activo y en la ayuda de la
iglesia católica”, declaró el mandatario en una reunión en Minsk con el nuncio
apostólico en la república, Claudio Gudgirotti. Lukashenko indicó que estaba al
tanto de la reacción de “algunos, sobre todo de la vecina Polonia y de otros
países, a mi petición en el sentido de que la Iglesia Católica debe defender
enérgicamente los intereses de los cientos de miles de católicos que viven en
Bielorrusia”.
En Libia,
dos rusos, tres bielorrusos y veinte ciudadanos de Ucrania comparecieron
ante un tribunal militar, acusados de colaborar con el régimen de Muamar
Gadafi. Sobre ellos pende condenas severas que pueden llegar, incluso, a la
pena capital. Esta situación ha sido inesperado para las autoridades rusas.
Según las informaciones de Kommersant, los libios aseguraron
hasta un último momento que el asunto no llegaría a los tribunales. En la
Cancillería rusa aseveraron que harán todo lo posible para mejorar las
condiciones de reclusión de los arrestados y su pronta liberación. “Esta es una
presión sobre Rusia”, declaró a la publicación Evgueni Satanovski, presidente
del Instituto del Oriente Próximo, Evgueni Satanovski. Según sus informaciones,
actualmente está en marcha el “el movimiento masivo de mercenarios, entre
ellos, efectivos del Consejo Nacional de Transición de Libia, desde el
territorio de Turquía para combatir del lado de la oposición en Siria
Un
desempleado de veintitrés años de la ciudad de Ulan Udé, de Transbaikal, fue
condenado a pagar una multa de quinientos millones de rublos por haber botado
un pitillo junto a un bosque, que su vez ocasionó un incendio forestal que
calcinó dos mil hectáreas de pinos. El periódico Nezavisimaya Gazeta escribe
que esta es una multa récord para Rusia.
Aliados
occidentales de Putin
¿Por qué en
Europa extrema derecha está en el lado del Kremlin?
Gabor
Vona, presidente de la húngara radical partido de derecha "Jobbik",
pronuncia un discurso en un mitin en Budapest, 15 de marzo de 2014. (Bernadett Szabo / Cortesía Rueters)
Dado que una
de las razones que manifiesta el presidente ruso Vladimir Putin para invadir
Crimea fue impedir "nazis" desde su llegada al poder en Ucrania, es
quizás sorprendente que su régimen está cada vez más cerca por el mes a los
partidos de extrema derecha en toda Europa. Pero, en ambos casos, los
motivos de Putin no son fundamentalmente ideológica. En Ucrania,
simplemente quiere apoderarse de territorio que él cree que con razón le
pertenece a él. En la Unión Europea, que espera que su respaldo a partidos
marginales desestabilizará a sus enemigos e instalar en los políticos de
Bruselas, que se centrará en el desmantelamiento de la UE en lugar de
ampliarlo.
En Hungría,
por ejemplo, Putin ha tomado el partido Jobbik bajo su ala. El tercer
partido más grande en el país, Jobbik tiene seguidores que se visten con
uniformes de tipo nazi, declaman retórica antisemita, y expresan su
preocupación por la "colonización" israelí de Hungría. El
partido ha aprovechado el aumento de apoyo a las políticas económicas
nacionalistas, que son vistos como un antídoto para las políticas de austeridad
impopulares y la liberalización económica de Hungría en los últimos
años. Rusia está empeñada en aprovechar ese sentimiento. En mayo de
2013, de derecha nacionalistas rusos conectados por el Kremlin en la
prestigiosa Universidad Estatal de Moscú invitó a presidente del partido Jobbik
Gabor Vona hablar. Vona también se reunió con los líderes de Rusia a la
Duma incluyendo Ivan Grachev, presidente del Comité de la Duma de Estado de
Energía y Vasily Tarasyuk, vicepresidente del Comité de Recursos Naturales y la
utilización, entre otros. En el sitio web Jobbik, la visita se caracteriza
por ser "un gran avance", que hicieron "claro que los líderes
rusos consideran Jobbik como socio." De hecho, ha habido rumores
persistentes de que se paga el entusiasmo de Jobbik para con rublos
rusos. El partido también ha criticado reiteradamente la Hungría de
"conexiones euro-atlánticas" y la Unión Europea. Y, más
recientemente, se llama el referéndum en Crimea "ejemplar", una
palabra peligrosa en un país con poblaciones co-étnicas extensas en Rumanía y
Eslovaquia. Parece que el partido se enriquece con nuevas políticas
étnicas de Putin como estar alineados con su propio nacionalismo revisionista.
Lazos del
Kremlin a la extrema derecha Frente Nacional de Francia también han estado
creciendo más fuerte. Marine Le Pen, el líder del partido, visitó Moscú en
junio de 2013,
El líder
de Jobbik afirma que su formación es la más fuerte de la UE.
El poder de
la extrema derecha en Europa
Una breve
mirada a los Partidos europeos
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