Por Marat
1.-Algunas
pinceladas respecto al bazar político español:
"Toda la vida en las sociedades donde rigen las
condiciones modernas de producción se manifiesta como una inmensa acumulación
de espectáculos. Todo lo que antes se vivía directamente, se aleja ahora en una
representación." (Guy Debord. “La sociedad del
espectáculo”)
Una sociedad en la que el tiempo y la distancia respecto a los
acontecimientos, como medios necesarios para la reflexión, ha sido sustituida
por la inmediatez, el titular y el tuit es ya una sociedad posthistórica, una
sociedad que ha perdido la capacidad de producir sentido/significado, y la
conciencia de necesidad del mismo, para ser sustituida por una emisión
constante de estímulos en forma de significantes performativos. El signo
político como unión entre significado y significante hace mucho que ha dejado
de operar porque los significados ya no existen y no hay referentes anclados en
la realidad a los que remitirse.
La muerte de la política se manifiesta en la constante reproducción de la
realidad social como mera representación teatralizada de sí misma. El show
político es un constante realitiy al que cada vez más se le ve más la
maquinaria infernal de la tramoya. Sin embargo, y a pesar de la creciente
conciencia de pura simulación de la realidad en el escenario político, el
sistema aún funciona porque ya no existe un enemigo real que le sustituya. La
carcasa vacía que constituye hoy el parlamentarismo y la representación
política se parece mucho a esa sensación de verdad-mentira que se expresa en la
idea de guerra permanente entre los tres superestados -Eurasia, Oceanía y
Estasia- de la novela de Orwell "1984". Sea o no cierta,
en la medida en que una novela de ficción pueda contener "verdad", la
existencia de esa guerra mundializada, uno no deja de tener la sensación de que
es todo un inmenso espejismo, una telerrealidad representada ante un público/población
para justificar la dictadura del Gran Hermano. Esta tendencia hacia el
simulacro y la sociedad del espectáculo es una realidad innegable en el mundo
actual en el que vivimos.
La banalización de la realidad social, el entrelazado de la exhibición de
la desigualdad con el entretenimiento más alienante, la morbosa presentación de
dolor ajeno, producto de esa desigualdad, junto con la presentación de recetas
a cuál más falsa, inútil y tramposa para “mitigarlo”, que no erradicarlo, es
parte del simulacro político. Todas las facciones que admiten la mentira del
circo parlamentario como espacio de la acción participan de esa gran patraña,
con la necesaria diferencia, para que parezca que hay disputa, de que unas
bendicen el mecanismo económico del sistema y otras pretenden hacer creer a las
víctimas del capitalismo que les mueve un espíritu humanista, una empatía con
su aflicción y hasta, algunos, en el colmo de un fingido candor, un deseo de
emancipación.
El capitalismo en su etapa senil se niega a erradicar la injusticia
social, la pobreza y la explotación del ser humano. En su loca carrera hacia la
supervivencia del más fuerte, sólo la concentración de la riqueza, nacida de la
actividad económica y especulativa, es su horizonte. Una perspectiva que ya no
planifica en el tiempo el crecimiento ni el desarrollo de las sociedades
humanas como base de su expansión sino que se limita a intentar la conservación
el mayor tiempo posible del actual “status quo”.
Puesto que no puede ni pretende resolver sus contradicciones
fundamentales, el capitalismo necesita del espectáculo, la representación
teatralizada de nuevos jalones de la mentira que oculte que la pobreza de
amplias capas de la clase trabajadora y la ausencia vital de posibilidades para
sus vidas es la única realidad tangible.
En ese proceso hacia la falaz construcción de un trampantojo que esconda
nuestra existencia nacional y colectiva real, los señuelos que el capitalismo
patrio envía a los golpeados por la crisis para mandarlos a combatir contra molinos
de viento han jugado un papel fundamental: lograr que la rabia colectiva
quedase atrapada en el Mar de los Sargazos de un supuesto reformismo
regenerador de la nada, de un bucle permanente hacia el descubrimiento de
sucesivas “alternativas” políticas que son un camino tan cegado como la vagina
de una sirena. Es el mismo que desde que la clase trabajadora existe ha sido
puesto en marcha por el poder del capital en cada momento en el que su crisis
le ha azotado de un modo especialmente virulento.
La trampa más perfecta que ha construido el capitalismo a lo largo de su
historia ha sido el parlamentarismo. El “civilizado” ring de un combate
inexistente en el que las reglas del juego parlamentario exigen la aceptación
de condiciones que niegan la posibilidad de derribar el sistema económico en el
que se asienta, si no es mediante una mayoría parlamentaria que no puede
obtenerse porque el chantaje y la violencia latente o manifiesta del poder
económico sobre la representación del “poder popular” lo impide. Y si esa
mayoría parlamentaria llegase a producirse, el sistema tiene ya establecidas
sus fórmulas para que nada cambie.
Marx, Lenin, Rosa Luxemburgo y otros revolucionarios admitieron que los
parlamentos burgueses debían ser empleados como trincheras desde las que hacer
resonar la denuncia tanto frente a la hipocresía burguesa como a la reformista
de una “democracia” formal opuesta a las necesidades reales de la clase
trabajadora. Ello no les impidió denunciar el “cretinismo
parlamentario” que tendía a olvidarse de que la razón de ser
primordial de una organización revolucionaria estaba en la lucha
extraparlamentaria y, en muchos casos, ilegal y clandestina. Algo que los
reformistas de toda condición han “olvidado” para lograr la respetabilidad de
los detentadores del poder capitalista.
En cualquier caso, no estaría de más recordar que han existido otros
comunistas, algunos ignorados y despreciados por la propia historiografía
oficial comunista, como es el caso de Amadeo Bordiga que planteó desde el II Congreso de la III Internacional una posición abstencionista respecto al parlamentarismo burgués, no exenta de argumentos sólidos que merecen ser
discutidos. Para Bordiga, la labor parlamentaria tendía a absorber las energías
y recursos del partido, conduciendo al abandono del trabajo de masas,
convirtiendo a este en un engranaje de comités electorales centrados en la
conexión con los “electores”. Por otro lado, Bordiga evidenciaba el modo en el
que en la prensa burguesa sería desbaratado el intento del partido
revolucionario de proyectar al exterior su actividad parlamentaria, al deformar
aquella intencionadamente su mensaje. ¿Les suena?
Una visión mecanicista opondría ambas tesis, la leninista del “parlamentarismo
revolucionario” y la abstencionista de Bordiga de un modo maniqueo y
absoluto.
Creo que ese tipo de reduccionismos son simplistas y absurdos si olvidan
los marcos históricos y las características de las sociedades en las que se
producen.
Lenin tuvo razón al evocar su experiencia del “parlamentarismo
revolucionario” en el contexto de la revolución rusa. La situación
histórica era lo bastante explosiva, la crisis del régimen zarista era lo
suficientemente madura y el partido bolchevique era sobradamente antagónico
como para ser un elemento fulminante del parlamentarismo burgués.
Pero en 1920, año del II Congreso de la Internacional Comunista, tras el
aplastamiento de las revoluciones húngara de Bela Kun y de la espartaquista
alemana, la ola revolucionaria estaba agotándose en Europa, como así lo reconoció
Lenin poco más tarde. Quizá en ese momento la crítica de Bordiga al “parlamentarismo
revolucionario”, que apuntaba a los inicios de la socialdemocratización de
los PPCC europeos, tuviera algún sentido, a pesar de que su llamada al
abstencionismo pudiera incluso ser percibida, en un primer momento, como un
salto en el vacío entre el bolchevismo y la nada.
Me pregunto si en un momento como el actual en el que el lamentable
espectáculo de la farsa política española ha llegado a tales niveles de degradación
y la evidencia de que no es posible reformar el capitalismo desde una
perspectiva socialdemócrata – lo que nos ofrecen todas las opciones con
posibilidades de gobierno es liberalismo o social-liberalismo descarnados y
cínicos- no será un momento válido para volver a recuperar las tesis
abstencionistas de Bordiga, mientras se intenta reflexionar sobre los
necesarios pasos a dar para la reconstrucción de un discurso y de un
instrumento emancipadores.
2.-Hablemos
de política electoral: el rifirrafe Podemos vs Ciudadanos resucitará el viejo
bipartidismo:
Si volvemos sobre nuestra realidad nacional, encontramos que un amplio
sector de nuestra sociedad está tan harto del gobierno antisocial del PP, de su
política de recortes, del empobrecimiento de extensas capas sociales -con
especial ruido entre las llamadas clases medias, mientras las trabajadoras
continúan sin voz social ni política- que está dispuesto a “comprar” el falso
relato “empoderado” de una salida de su situación ante la crisis
que no va a producirse.
No se producirá porque la supuesta recuperación tiene los mismos pies de
barro “burbujeante” que los años de esplendor -turismo, construcción y consumo-
No se producirá porque gran parte del paro es ya estructural e irreparable. No
se producirá porque los indicadores internacionales de la actividad económica
mundial son pesimistas.
Y, fundamentalmente, no se producirá porque frente a 5 millones de
parados, la transferencia más brutal que se recuerda de las rentas del trabajo
a las del capital y el empobrecimiento galopante de amplios sectores de la
sociedad española, el supuesto e indefinido discurso “constituyente” -que
ya no se escucha- y “empoderado”, las reformas compasivas a la situación
calamitosa de las familias, pomposamente llamadas “rescate ciudadano”,
son pellizcos de monja que ni siquiera pinchan en la capa más superficial de la
piel de un capitalismo absolutamente desigualitario y apenas aliviarán la
situación de aquellas.
Esto sin contar que el ejemplo Syriza, en la que un Tsipras y Varoufakis
“postureros”, improvisan dos discursos antagónicos que ponen de manifiesto el
embuste de su mensaje supuestamente radical. Mientras en sus vuelos de Atenas a
Bruselas redactan sus tácticas de negociadores comprensivos y sosegados con las
instituciones europeas y los poderes fácticos, en sus vuelos de regreso hacia
Grecia escriben los discursos de resistentes Leónidas a su ejército de
espartanos en el paso de las Termópilas de la Toika. La estrategia es
inconsistente porque deja ver con claridad que en la manga no llevan otra cosa
que tácticas dilatorias sin auténtica voluntad de lucha frente al capital
europeo. Sacar a relucir que una salida de Grecia del euro y su vuelta al
dracma es una amenaza para la UE, porque el efecto de ello sobre la economía
europea en forma de subida de los tipos de interés y de crisis financiera
abriría el paso a formaciones de ultraderecha en Europa, carece de capacidad de
presión real porque la realidad es que Bruselas y sus capitalistas hace tiempo
que no se creen la amenaza, la ultraderecha europea ya existe y es fuerte y, lo
más importante, ésta es el ejército de reserva político del capital.
Esa estrategia “antiausteridad” y de presión hacia un
cambio de modelo de “salida de la crisis” esgrimida por la
autodenominada “izquierda europea” (GÜE y PIE) y algún otro
advenedizo "ni de izquierdas ni de derechas” está
condenado al fracaso.
La derecha gobernante en las instituciones europeas concederá lo que ya
esté dispuesta a conceder previamente y mantendrá, quizá ligeramente rebajadas,
sus políticas de austeridad y desmonte del Estado del Bienestar. Su correlación
de fuerzas se lo permite y lo hace, no por una cuestión de mera aritmética
parlamentaria, sino precisamente porque el campo de batalla no excede ni un
ápice de la legalidad institucional, el nivel de enfrentamiento está
previamente restringido a una civilizada negociación por parte de esa llamada
izquierda.
En cuanto a sus desideologizados aliados, sus propuestas anticrisis o
contracíclicas experimentan una contínua rebaja: del impago de la deuda a
su "reestructuración" y de ésta a su "evaluación" y
de la "renta básica" a la nada, acompañada por la aceptación de la
enseñanza concertada, a la que han ido los recursos detraídos a la pública). La
lucha de clases, desde el lado de los trabajadores, ha sido previamente
desactivada por el reformismo sindical y político.
Lo que se opone desde esas “izquierdas” y los empoderados que renuncian a
ser izquierda es un supuesto antagonismo de intereses entre la llamada Troika y
los “ciudadanos” en genérico (independientemente de la clase social, los
intereses, el papel en la producción y la afectación o no de la crisis a cada
uno de esos “ciudadanos”). Afirmar que Troika y capital, por un lado, y
ciudadanos y clases populares y trabajadoras, por el otro, forman dúos
sinónimos es simplemente una mentira porque la Troika no es sino el consejo de
administración del capital pero no el capital mismo, que emplea de pantalla a
dichas instituciones, y los ciudadanos son tanto los opresores como los
oprimidos, los capitalistas como los trabajadores. El colmo de la
desideologización es ese término espurio de "la gente",
coleguismo expresivo carente de valor explicativo alguno y ajeno a cualquier
referencia a la estructura social. La última pirueta de estos ilusionistas de
saldo es la de haber pasado de la visión de lo colectivo a lo personal. Apelan
a "las personas", lo que conecta con el planteamiento
egoísta, insolidario e individual del "¿qué hay de lo mío?",
desplazando del relato político el "nosotros", en lo que podría ser
un guiño hacia un clientelismo político de nuevo tipo, el de los seguidores de
"lo nuevo".
El gran sarcasmo al que se enfrenta el reformismo ciudadanista es que ha
acabado por nacer de él una marca electoral de futuro, Ciudadanos, que se
apropia no sólo del concepto sino de la ideología subyacente a esta idea.
Rehuir la lucha de clases es poner biombos a la realidad y muros protectores de
los privilegios de los capitalistas, desviando las figuras reales en conflicto
de intereses hacia un destino distinto a aquél en el que se encuentra el poder
real: en el mundo de la producción y en las grandes corporaciones. Si se
pretende combatir la desigualdad, disparar contra el intermediario del capital
es poco menos que inútil porque a éste le basta con cambiar de recadero, como
ya está haciendo al promover nuevas figuras políticas con similar función pero
lenguaje aparentemente nuevo.
El papel de la llamada “izquierda europea” y de los partidos
“empoderados” no es otro que, como el visir Iznogud, ser el califa en lugar del
califa, recrear los nuevos Partidos Socialistas en lugar de los Partidos
Socialistas aún vigentes. Pero el recorrido de esa operación es corto porque,
en su versión más radical, acaba en la socialdemocracia -los partidos
socialistas actuales son social-liberales, no socialdemocrátas- y el
neokeynesianismo de la reformada socialdemocracia empoderada, en caso de
ponerse en práctica, en el mejor de los casos será meramente coyuntural y el
impacto de la inversión desde los Estados tendrá un efecto de creación de
nuevas burbujas, al estar la economía mundial fuertemente financiarizada y el
sector financiero desregulado. Las expectativas de crecimiento del 3% de la
economía USA son a corto plazo (2 años), deben mucho no sólo al pasado “quantitative
easing” sino a la anterior bajada del crudo, y al retorno a sus bajas
tasas de paro que se producen dentro de un mercado en el que éstas siempre han
sido bajas, incluso en períodos recesivos recientes en comparación con la UE y
específicamente con la Europa Mediterránea. Por otro lado, la recuperación del
consumo y del mercado minorista es en dicho país muy limitada.
Aunque la recuperación de la actividad económica, incluso en España,
fuera más sostenida en el tiempo, la pérdida de derechos sociales y de
protección a las clases trabajadoras sería ya irreversible dentro de los
límites de reforma del sistema. Se ha configurado un nuevo sistema de
recuperación de la tasa de beneficio del capital que implica un nuevo modelo de
crecimiento sin Estado del Bienestar, o completamente libanizada. La
recuperación para lo público de los sectores privatizados sería imposible por el
altísimo coste para los Estados que supondría la indemnización por expropiación
de los sectores privados que entraron a saco en los servicios. Aquellos, los
Estados, no podrían asumir el gasto público sin gravar de forma muy acusada a
las rentas del capital y a las grandes familias. Ningún partido de izquierda
reformista ni de formaciones ideológicamente amorfas estaría dispuesto a asumir
el coste desestabilizador para sus gobiernos que ello supondría, salvo en el
caso de que carezca de posibilidades reales de llegar al gobierno, en cuyo caso
podría permitirse algunos brindis electorales al sol, si bien de carácter
paulatinamente menguante ante la convicción de que para ganar votos hay que
moderar las propuestas. ¿Les suena?
Esto como respuesta a la primera parte del texto “La centralidad
no es el centro”, aparecida en el diario digital Público del
“asaltacielos”, ahora presto a asaltar el centro y mañana...quizá la derecha,
Pablo Iglesias. Se empieza de incendiario y se acaba de bombero...torero.
Respecto al resquemor reflejado en dicho texto, por las veloces y voraces
dentelladas de Ciudadanos al mercado electoral potencial podemita, volveremos
más tarde.
Sin embargo, el capitalismo está siendo capaz de continuar vendiendo el
mismo giro de la noria de la “ilusión” bajo formas que pueden parecer nuevas
pero son tan viejas como el achacoso esquema de partidos de su caduco, pero aún
con capacidad de generar espejismos, sistema burgués.
Al agotamiento del modelo modernizador felipista que acabó noqueado bajo
la crisis de los años 80, pero con la apariencia de que eran principalmente los
escándalos de sus 14 años de gobierno lo que le abatía, le sucedió el aznarato,
que creó parte de las causas de la siguiente crisis económica nacional -el
ladrillazo- y apareció desalojado del gobierno bajo el peso del Prestige, la
guerra de Irak y el 11M. Le sucedió un zapaterismo ridículo, montado en una
nueva cresta de la ola de falsa recuperación económica que abría de consumirse
en la jactancia patética (recuerden la analogía de la Champions
League de Zapatero) de un Presidente insignificante que acababa
con todas sus promesas. Ahora la pretendida recuperación, que sólo es una suma
de bajas tasas de intereses, débil recuperación del consumo y división de cada
puesto de trabajo en varios, es anulada como reclamo del voto por la
difusión “urbi et orbe” de la corrupción galopante del actual
gobierno. Su extenuación recuerda una más de tantas operaciones de recambio
político como ha organizado el capitalismo español desde que en 1973 decidió
elevar a los cielos la posibilidad de autoperpetuarse la dictadura con unos
toques de maquillaje democrático y occidental.
La estrategia actual del capitalismo europeo y específicamente español
respecto al supermercado de ofertas electorales varias no es otra que la de
ganar tiempo. La indefinición respecto a cuál será la evolución de la crisis
capitalista a medio plazo -si habrá o no recuperación real, con qué su alcance
y capacidad de absorción del desempleo por el mercado de trabajo-, así como los
efectos de dicha crisis a medio plazo sobre la estabilidad social y política en
los países de la UE y en concreto en España -el reflujo de la movilización
social puede ser coyuntural-, hace que el capital contemple la necesidad de
disponer de diferentes opciones políticas a las que pueda echar mano cuando las
actuales parecen quemadas (PP) o aún están en fase en restablecimiento (PSOE).
El capitalismo español estaría contemplando y actuando en base a la
eventualidad de diferentes escenarios políticos posibles. En el momento
político actual español estaríamos hablando de “disidencia política controlada”
o de “regeneración”. Si se prefiere, de “refrescamiento” de las élites
políticas nacionales.
En un primer escenario, al que llamaremos de cierta recuperación del
crecimiento y de una parte del empleo (de baja calidad), los nuevos partidos
-Podemos y Ciudadanos- han cumplido/están cumpliendo un papel de retención de
voto que antes iba al PSOE y al PP, mientras se prepara un plan de remozamiento
de los partidos antiguos mediante diversos toques cosméticos que consigan
hacerles un adecuado “lifting” y los devuelvan con nuevos bríos al circo
electoral. Nadie dé por acabados definitivamente a los viejos partidos porque
esto, de momento, no es Grecia, ni parece que vaya a serlo a corto plazo, salvo
nuevo cataclismo mundial.
La defenestración del mangante Rato y la renuncia de Griñan y Chaves a
repetir electoralmente iría en esa dirección, seguramente complementada con una
estrategia de “revelación” de todo o parte de los ya 715 nombres acogidos a la
amnistía fiscal del Gobierno del PP e investigados actualmente, tras las
municipales y autonómicas, si el resultado de éstas fuese demasiado negativo
para el partido de Gobierno. Si las expectativas electorales así lo exigieran,
se sacrificarían algunos peones políticos y de altos cargos de la
administración, encausándoles, pero “dentro de un orden”, para generar la
sensación de que el sistema político se "autodepura" para incrementar
la confianza y lograr una cierta homeostasis. Los empresarios que pudiera
haber en dicha lista podrán seguramente seguir durmiendo tranquilos porque esto
de la “regeneración” y la “transparencia” no
va con ellos, faltaría más.
De momento, dentro del escenario 1, la foto fija preelectoral obtenida es
la de un bipartidismo disminuido, con dos escuderos (Ciudadanos y Podemos) que
flanquean su paso y cargan con la reserva de unos votos que, de no existir como
sus depósitos temporales, hubieran podido acabar en la abstención o en otros partidos
con un retorno probablemente más imprevisible.
Se dirá que el voto no es de nadie, salvo del que lo emite y que ningún
partido puede arrogarse la propiedad del mismo de modo permanente. Muy cierto.
Pero no lo es menos que Podemos hoy busca el voto desencantado del PSOE, tras
haber estado a punto de acabar con el de IU, aunque antes pretendía recogerlo
de todos lados, hasta que apareció Ciudadanos, que le cortó la expansión de
"partido todoterreno". Mientras, su nuevo competidor naranja pretende,
en primer lugar, captar el voto errante del PP, aunque también lo hace del PSOE
y del propio Podemos.
Y habrá quien afirme que ello no enfeuda a las dos nuevas formaciones al
PP y al PSOE y que muy bien podrían acabar sustituyéndoles. Cierto que todo
fluye y nada permanece atado a un supuesto determinismo que dicte que las cosas
son perennes pero Podemos y Ciudadanos son mucho más producto de un marketing
comunicacional ajeno, el de los medios del capital, que de méritos propios y
que esos mismos medios del capital regulan la velocidad de subida de los
respectivos soufflés y también su bajada.
Ahora que se ha puesto de moda recurrir a la analogía bélica de la "guerra
ralámpago" (blitzkrieg) de la Wehrmacht para
hablar de los rápidos ascensos en la expectativa de voto de "lo
nuevo", suele "olvidarse" que este planteamiento tiene sus
inconvenientes, siendo el primero de ellos el de que para funcionar como
estrategia requiere de una debilidad absoluta del "enemigo", ese
término del ideólogo nacionalsocialista Carl Schmitt tan del gusto de los
señores Iglesias y Monedero, en una situación de crisis sistémica tal que lo
acerque a una situación de prederrumbe (la Rusia prerrevolucionaria de la
I G.M.). Esto representa mucho más que una crisis económica, política e incluso
cultural y moral. De no ser así, el llamado enemigo reacciona. Por otro lado,
la blitzkrieg no funciona bien en una situación de
parlamentarismo fuertemente asentado (incluso si existe un grado alto de
cuestionamiento de la representación que, al final, no es tanto de ella como de
las figuras que lo conforman) y con varias convocatorias electorales muy
cercanas entre sí (europeas, autonómicas y municipales y nacionales) porque
obliga a un constante reajuste de las tácticas que jalonan la estrategia
general. De ahí la constante rebaja programática de Podemos, en cuanto ha
encontrado resistencias mediáticas y políticas a sus propuestas iniciales. Al
final, la guerra relámpago de Podemos puede que se haya encontrado con el
"general invierno", aunque sea en primavera, y sus tropas se
encuentren atrapadas en el barro.
Hasta el propio Podemos admite el estancamiento de su ascenso electoral,
cuando en realidad se deshincha velozmente y no por su frenazo en las
elecciones andaluzas sino por efecto de sus propias contradicciones internas,
un rápido deterioro de la marca que lleva a su descrédito y, de modo
importante, una menor pleitesía comunicativa en medios que antes les eran muy
proclives y que pronto han encontrado un nuevo juguete en Ciudadanos.
El ascenso y descenso de Podemos como proceso artificialmente generado se
confirma retrospectivamente cuando se observa que el meteórico escalamiento de
Ciudadanos ha experimentado el mismo mecanismo de proyección mediática de un
holograma con escaso cuerpo real previo como partido. La duda estriba no en que
a Ciudadanos le suceda lo mismo sino en cuánto tiempo se producirá el desinfle
respecto al tiempo tardado por Podemos. En el caso de Ciudadanos, una marca de
derecha ultraliberal con algunas pinceladas "progresistas", su
desinfle podría venir de su oportunismo táctico que pudiera plasmarse en
alianzas de "geometría variable" (aquí con el PP,
allí con el PSOE). Es cierto que la consigna de todos contra el PP le favorece
pero la mayor parte de sus votos provienen de ese espectro ideológico. Veremos
qué sucede en Andalucía tras el 24- nacional.
De cualquier forma, el sistema de producción en serie de partidos
políticos está ya establecido. Se empieza inventando una marca y luego los
medios harán el resto. La necesidad social de gregarismo bajo el que ampararse
en tiempos de incertidumbre y la ambición de otros por hacer carrera política
acabarán por poner la base social de votantes y afiliados. Del mismo modo, los
que hoy llegan mañana se irán, buena parte de ellos a las organizaciones
previas de las que venían, incluida una IU cuya anunciada muerte creo demasiado
arriesgada. Es el camino de ida y vuelta de los arribistas y de quienes buscan
un cementerio de los elefantes en el que reposar. Hoy y ayer. He aquí un ejemplo.
La difusión amplificada comunicacionalmente de las encuestas
preelectorales dirigirán el voto de personalidades “oportunistas” que juegan a
caballo ganador, como sucede con los grandes equipos de fútbol, que logran una
prima de seguidores sólo por liderar la liga, de sujetos con limitado criterio
crítico y propio, de defraudados por otras opciones electorales y de quienes
ante una situación de cataclismo, como es el actual empobrecimiento de amplias
capas de la población española por las políticas del PSOE primero y del PP
después, creen que cualquier cosa nueva es infinitamente mejor que la vieja.
Olvidan que el auténtico poder, el económico no se presenta a las elecciones,
que no se le tuerce el brazo ni se le condiciona desde las administraciones y
que si se tiene alguna posibilidad de tocar gobierno es porque se ha pactado
previamente con aquél los límites de la política "alternativa". Mismos
o muy parecidos perros con collares menos diferentes de lo que a simple vista
parece.
En otro orden de cosas, es llamativo que el lenguaje “regeneracionista” o
de transparencia de Podemos (los elementos “progresivos” de su programa
político, que no debe confundirse con el de cada coyuntura electoral, son mero
excipiente para contentar a su supuesto sector izquierda), tan coincidente de
fondo con el de Ciudadanos, se haya ido quedando en una denuncia, sin más, de
la corrupción pepera y "socialista" (básicamente en el caso de los
ERES de Andalucía). Pareciera que la denuncia de la corrupción vaya liquidando
paulatinamente el eje central del relato político de ambas formaciones hasta el
punto de dar la impresión de que hay una huida hacia delante del tipo “echemos
a estos del PP -el discurso antiPPSOE va desapareciendo rápidamente
para quedar, en el caso de Podemos, en mera retórica antiPP- y luego ya
veremos qué hacemos”. La ambición de cargo devora toda pulsión mínimamente
reformista, por pequeña y sistémica que ésta sea.
Recuperemos el aludido artículo de Pablo Iglesias en el panfleto digital
Público. Sobre él cabe extraer dos conclusiones fundamentales:
- La primera, que Pablo
Iglesias pretende volver por dónde Zapatero pretendió hacerlo en su día:
la recuperación del relato “socialdemócrata” como antídoto contra las
consecuencias sociales de la austeridad.
PERO
Se olvida del “pequeño detalle” de explicar porqué su admirado Zapatero
(“referente mundial de la izquierda” en palabras suyas) pegó un
giro a la derecha social-liberal primero y abiertamente liberal
después. Cuando el capital dice “salta”, y en esta crisis lo ha dicho
alto, claro y muchas veces, los gobiernos y quienes aspiran a llegar a ellos se
tiran desde el trampolín más alto, ellos y a todo un país tras ellos. El
recurso a la acusación de traición es muy pobre, demasiado manido y denota gran
pereza intelectual. La realidad es que los gobiernos de las democracias
burguesas carecen de mecanismos para afrontar el chantaje del capital y su
atonomía frente al Estado. Esa y no otra ha sido la causa de que la
socialdemocracia haya dejado de serlo. En cada crisis capitalista se ha ido
dejando jirones de una identidad que, después de todo, se basaba en el pacto
social con el capital, pues la socialdemocracia es eso en esencia: pacto
social.
- La segunda, que la
desolación por el golpe tremendo que han sufrido las aspiraciones de
Podemos a alcanzar el gobierno a manos de la aparición de Ciudadanos pone
en evidencia que hay mucha más similitud ideológica entre ambos partidos
de lo que el señor Iglesias está dispuesto a admitir.
Por mucho que Pablo Iglesias se empeñe en que Ciudadanos es el
"recambio" o el plan renove del PP y que Podemos es “el cambio”
(expresión del PSOE en 1982), lo cierto es que cuando sabemos que Podemos se
plantea cómo meter la bandera rojigualda (la monárquica que Franco recuperó en
su dictadura) en sus actos, quedan ganas de cantarle aquello de “Banderita
tu eres roja, banderita tu eres gualda” (https://www.youtube.com/watch?
v=tGQ_FUyzctk), una
enseña con la que, por cierto, también se identifica mucho el PSOE, como con la
Monarquía, aunque éste tiene más dignidad que la de regalarle al joven monarca
una copia de "Juego de Tronos".
Por mucho que el hartazgo de amplios sectores de la sociedad española
hacia un partido, el PP, cuyos antecedentes más remotos están en Godsa -en la
que era una pieza muy importante el señor Verstrynge, mentor del señor
Iglesias-, una trama oscura de intereses de lavado de dinero negro, tráfico de
influencias y financiación opaca, y cuya evolución posterior como partido ha
sido el de una organización criminal, nacida para delinquir y transferir lo
público a lo privado, no es suficiente dicho empacho para apoyar a un partido
cuyas posiciones y propuestas políticas son tan cambiantes a “izquierda” y
derecha, como el circuito más zigzaguante que pueda existir de Fórmula 1. Al
final te das un leñazo importante, sobre todo si esperabas ser el primero en
entrar en la meta. Es lo que ocurre cuando sólo se mira por los tres
retrovisores de rédito electoral del vehículo-partido y no a la carretera de un
proyecto coherente.
El problema del regeneracionismo de Podemos es múltiple.
Por un lado, le ha salido un competidor que juega en su mismo campo, lo
hace con menos contradicciones discursivas (de momento) y con un relato que
gusta más a ese sector que ya existía representado en la hoy mortecina UPyD y
en el oscilante “centro” (derecha mal disfrazada) que bascula entre PP y PSOE.
Ciudadanos podría tener más éxito que Podemos porque retiene mejor que éste el
voto errante del PP y del PSOE, a Podemos se le están notando los costurones, y
parece internamente (de momento) un partido con menos contradicciones y más
cohesión internas. Si a ello unimos los escándalos podemitas, la jaula de
grillos que es, el lío de los mil nombres municipales y el estigma
“bolivariano” que tan bien ha manejado la Brunete mediática, entenderemos bien
tanto los miedos a Ciudadanos que expresa la encíclica última (“La
centralidad no es el centro”) del pontífice Iglesias como la pataleta de
una de las referencias pensantes de Podemos menos conocidas pero no por ello
poco influyente. Me refiero al señor Fernández-Liria, del círculo
Complutense: “La carta que nos queda:
republicanizar el populismo”. En ellas, ambos expresan su preocupación (más
veladamente en el caso del señor Iglesias, consternado por el guirigay
discursivo centralidad/centro en el que está atrapada la secta podemita) por el
modo y la velocidad en el que se está desinflando su partido-soufflé por el
efecto de la irrupción Ciudadanos.
Quizá sin saberlo, el hallazgo más novedoso se encuentre en el del señor Fernández-Liria en su texto-elegía de lo que “pudo” ser y “no será”.
Fernández-Liria hace hincapié en un aspecto que yo mismo vengo notando
después de escribir mi despedida del blog, que hoy reanudo, sin saber si habrá
o no posterior entrega.
Me refiero al hecho de que Podemos, como marca del supermercado de
ofertas electorales, está sometido a las leyes del marketing y de su
comunicación: todo producto, como los seres vivos, nace, se desarrolla y muere,
aunque sea pronto para anunciar la muerte de Podemos. Está por ver si también
se reproduce, pero en forma de mitosis.
A mí personalmente, parece que también al señor Fernández-Liria y, según
el mismo confiesa, a muchos espectadores (porque Podemos es parte de la
sociedad del espectáculo) nos aburre soberanamente (en mi caso y en el de
muchos otros hasta la irritación). Cada vez que uno enciende el televisor o lee
la prensa y ve a al sumo pontífice Iglesias, que acabará de cura de pueblo
cascarrabias, los obispos Errejón, Luis Alegre, Teresa Rodríguez y la del resto
de monaguillos podemitas de ocasión, pegamos un bostezo que nos desencaja las
mandíbulas y cambiamos a la Teletienda, mucho más entretenida.
“Antes, la presencia de un tertuliano de Podemos en la televisión
disparaba las audiencias; ahora, cada vez hay más gente que cambia de canal: se
les nota demasiado que no se atreven a decir nada definido, salvo el sempiterno
monotema de la lucha contra la corrupción” (Carlos
Fernández-Liria. “La carta que nos queda: republicanizar el populismo”)
Vamos, que Podemos aburre hasta a las ovejas y no sólo por el exceso de
sobreexposición, que hace unos meses detectaron ellos mismos y han tratado de
paliar, ellos o sus mecenas digitales, sino porque, además de su discurso
ambiguo, todoterreno, ni de izquierdas ni de derechas, no tienen nada que
decir.
Y de ello ya no les salvan ni las jaimitadas de la propuesta de dar a
cada niñ@ en las escuelas valencianas un vaso de zumo de naranja, ni las
chorradas del lama Monedero tocando los cuencos tibetanos en los primeros
cursillos espirituales de Podemos. Seguramente ha experimentado una epifanía.
“Au contraire”, el exceso de exposiciones grotescas a las que nos
tiene acostumbrados Podemos (http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2015/02/podemos-quiere-matarnosde-risa.html) está
provocando que decrezca raudamente la simpatía hacia la secta, incluso entre el
sector más friki de seguidores de la serie “The Big Bang Theory”, y el
personal pase a decir cansinamente cuando es sometido a algún tipo de
información podemita “¡vaya panda de gilipollas!”.
Volviendo por un momento al señor Monedero, y en beneficio de su propia
salud mental y de un mayor respeto por sí mismo, cabe decir que su
dimisión-defenestración le será, con el tiempo, provechosa. De momento, es
cínico que haya apelado en su crítica pre-"dimisionaria" a una vuelta
a los círculos a los que fustigó de modo absolutamente inmisericorde en Junio
del pasado año tras el primer conato de rebelión de las bases en su encuentro
con el sanedrín podemita en Lavapiés. Fue entonces cuando el “intelectual”
-últimamente esta palabra se ha degradado mucho a partir de a quienes se les
aplica- Monedero dijo aquello de “los círculos no son democráticos”,
lo que no era sino un modo de deslegitimar las asambleas del pseudomovimiento
devenido partido oligárquico. Paradojas del destino, que se burla del sainete
de Dúo Pimpinela representado por dos de las almas de Podemos, los
Anticapitalistas de Miguel Urbán y Monedero, unos y otro coinciden ahora en un
tramposo llamamiento a la voz de las bases, cuando las dos partes han manejado
en distintos momentos el argumento de la necesidad de la organización por
encima de un asambleismo estéril.
Monedero se despachaba hace unos días con aquello de “a veces nos
parecemos a los que queremos sustituir” en un calentón de boca
que, a pesar de
venir del cínico que venía, no dejaba de estar justificado en la
evolución de Podemos desde su prediseño, ajeno a un debate colectivo y público,
y pactado entre los trotskos de Izquierda Anticapitalista y los tuerkeros,
hasta su electoralismo absoluto, su desvergüenza ideológica y su capacidad para
admitir a todo sujeto trepa y carente de escrúpulos morales, pasando por sus juegos
de pactos oportunistas, sus variaciones programáticas al socaire de las
encuestas y su juego respecto a Ciudadanos, frente a los que ya
representan la farsa de enfrentamiento que antes hicieron PP y PSOE.
Del patético papel de enamorados representado por el hijo de un
“tarjetablack”, Ramón Espinar (Podemos) con Inés Arrimadas (Ciudadanos), donde
los periodistas hubieron de recordarles que tenían que marcar diferencias, a la
negativa del señor Iglesias a compartir Chester con el paladín “ciudadanista” señor
Rivera, vamos acercándonos a la vieja performance de enfrentamiento PSOE y PP.
Acabando con el asunto del señor Monedero sólo me cabe recordar aquella
estrofa del sabio Enrique Santos Discépolo cantada por el eterno Gardel
"Fiera venganza la del tiempo,
que le hace ver deshecho
lo que uno amó... "
Sólo me cabe una duda: ¿quien tiene más fuerza y razón para declamarlo, Juan Carlos Monedero respecto a Podemos o estos frente al primero?
No se fíen ustedes del "postureo" calculado del NO PACTO. Las
elecciones andaluzas y las municipales/autonómicas estaban demasiado cerca unas
de otras. Si el PP no sufre una debacle total, cosa improbable pero no
imposible, las elecciones no serán adelantadas respecto a noviembre en más de
dos meses. Con el verano de por medio, podría mantenerse la interinidad de
gobierno de los entes locales y autonómicos hasta septiembre. Entonces será
cuando los partidos habrán de retratarse. Iremos viendo, según se acerquen las
generales, de qué modo Podemos se reconvierte hacia el sentido de la
gobernabilidad, acercándose al PSOE, y los ultraliberales Ciudadanos con pintas
de modernillos, y mucho coqueteo con el fascismo patrio, harán lo mismo, hora
al PP, hora al PSOE. Será entonces cuando entendamos mejor que en España más de
100 años de alternancia liberales-conservadores no es gratuita. De
momento, "El Confidencial" ya anuncia el pacto de
los claudicantes de la progresía. El artículo se titula "Bases
de Podemos, IU y PSOE promueven un pacto de "frente amplio" contra el
PP". No se sorprendan cuando vean que el PSOE alterna
en una misma ciudad/pueblo o Comunidad Autónoma pactos con Podemos e IU por un
lado y con Ciudadanos por el otro. E incluso cuando los pstoree a todos ellos y
veamos que los cacareos de gallos de corral enfrentados por la tetosterona electoral
se quedan en amancebamiento múltiple. Les sugiero que si andan ustedes con
ganas de bloguear (¡viva la destrucción del idioma!) repasen dos artículos de
este desaprensivo que les deja sus dolorosos partos desde hace años:
- ¿Zapiglesias o
Igleszapa?: http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2015/01/zapiglesias-o-igleszapa.html
- Guárdame los votos,
Pablo, que en unos meses pasaré a recogerlos. Pedro Sánchez": http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2014/07/guardame-los-votos-pablo-que-en-unos.html
Si se los saltan, tampoco morirán entre terribles sufrimientos.
Simplemente adelanto en ellos lo que les he anunciado un poco más arriba y está
pasando. ¿Qué tal lo de tragarse lo de PPSOE se queda en PP? ¿Bicarbonato?
Lo contrario, prolongar una situación de desgobierno o provocar una nueva llamada a las urnas sería no tan suicida para el PP y el PSOE como para Podemos y Ciudadanos. Para Podemos porque el tiempo corre en su contra y daría fuerza a la acusación del partido del gobierno y su Brunete mediática de que son antisistema. Justo lo que el partido de los círculos quiere demostrar que no es cierto, con su esfuerzo centrista. Para Ciudadanos porque estaría negando esa pátina de sensatez, moderación y diálogo que pretende transmitir.
Lo contrario, prolongar una situación de desgobierno o provocar una nueva llamada a las urnas sería no tan suicida para el PP y el PSOE como para Podemos y Ciudadanos. Para Podemos porque el tiempo corre en su contra y daría fuerza a la acusación del partido del gobierno y su Brunete mediática de que son antisistema. Justo lo que el partido de los círculos quiere demostrar que no es cierto, con su esfuerzo centrista. Para Ciudadanos porque estaría negando esa pátina de sensatez, moderación y diálogo que pretende transmitir.
Si un aprendizaje cabe extraer de esta época de operaciones de
laboratorio político es que el concepto de soberanía popular y la autonomía de
la política frente a los poderes económicos es una ficción. El poder del
capital a través de los canales de formación de la opinión y troquelamiento
mental destruye organizaciones políticas, con la colaboración interna,
obviamente, y erige otras de la nada. Del fulgor y gloria de IU y UPyD hemos
pasado a su ruina política, también por disparates propios, y de la más
absoluta nada hemos pasado a formaciones con un 15% de expectativa de voto y
líderes de cartón piedra pero muy telegénicos. Aquella frase de Alfonso Guerra,
cuando sólo existía una televisión -«Prefiero un minuto de televisión que
100.000 militantes»- se ha vuelto profética, mucho más en una era de
decenas de canales televisivos, Internet, prensa digital a mansalva, foros y
redes sociales, con sus "community managers" profesionales
y sus gregarios con trabajo de balde, ilusión a raudales y algunas ambiciones
inconfesables.
En este escenario, el más inmediato, la persistente persecución de
Podemos a su propio trasero ideológico, que está en Ciudadanos, muy bien podría
acabar en una reedición del viejo bipartidismo PP-PSOE -coyunturalmente
debilitado-, esta vez con escuderos.
Pero volvamos a la idea de los escenarios de la que empecé a hablarles
hace muchos párrafos.
3.-Siempre
hay una bala en la recámara del capital:
Habría un segundo escenario, el de la extensión “sine die” de
la crisis capitalista, la cual incluso podría llegar a profundizarse en función
de la evolución de la situación económica en países centrales como USA,
Alemania y China, cuya desaceleración del crecimiento es ya más que palpable.
Tengamos en cuenta que hasta el pasado febrero China era la mayor poseedora de
bonos estadounidenses de deuda -acaba de ser superada ligeramente por Japón- y
de una cantidad no desdeñable de la deuda europea. El efecto de que China vaya
desprendiéndose de dicha deuda para contener el alza del yuan y las
dificultades de recolocación de una deuda con intereses a la baja está por
estudiar pero bien pudiera materializarse en una crisis de liquidez. A ello
debiera añadirse la posibilidad de que las descomunales cifras de inyecciones
de dólares en USA en el pasado y, menores pero que van a continuar manteniéndose
en el tiempo -de euros en la UE-, hayan generado burbujas financieras que
acaben por estallar más pronto que tarde.
Si este escenario de mantenimiento de la crisis mundial, tras un
paréntesis de débil recuperación, que puede estar llegando a su fin (la caída
de la confianza inversora en Alemania en Abril, la situación de la economía
rusa y la rápida profundización de la crisis en países como Brasil o Argentina
n o son datos positivos), se produce, estaremos ante un más que probable
aumento de la desestabilización social y política derivada de un incremento de
la depauperación de las condiciones de vida, el crecimiento del desempleo y la
reducción de los salarios para la clase trabajadora.
En ese eventual marco económico, social y político el maquillaje
“regeneracionista” y anticorrupción, destinado a aliviar tensiones sistémicas y
a desviar la rabia social contra los efectos de la crisis capitalista sobre las
clases trabajadoras, no funcionará porque enchironar a algunos políticos no da
de comer a los sectores empobrecidos ni paga las hipotecas. Calienta pero no
alimenta.
En esa circunstancia, la función de las nuevas ofertas políticas actuales
bien podría ser la de actuar, a su pesar pues buscan la máxima “respetabilidad”
institucional, como factores que incrementen la deslegitimación y
desestabilización del sistema político, al evidenciar que no son fuerzas que
vayan a mejorar la situación de las clases trabajadoras sino que pueden llegar
a ser sus nuevos verdugos.
En el escenario hipotético de profundización de la crisis,
Ciudadanos podría actuar a corto plazo como profiláctico para una clase media
que se conformaría, en un primer momento, con un cierto grado de “regeneración”
política, al obtener las cabezas de unos cuantos “funcionarios” políticos del
sistema.
Dado que hablamos de una crisis estructural del capitalismo, esas clases
medias, desprovistas de una dominancia de la clase trabajadora y de las
organizaciones de las que ésta carece hoy, se radicalizarán a medio plazo en
sus posiciones políticas. Éstas no se inclinarán hacia un proyecto socialista
puesto que intuyen que sólo en el capitalismo pueden subsistir, aunque no sea
ante cualquier capitalismo sino ante determinado modelo de capitalismo. Ignoran
que su evolución tiende a eliminarlas como superfluas y, cuando llegan a
detectar su fin como clase, añoran el pasado y sobre él edifican su modelo
social y político.
Puesto que la socialdemocracia ya no podrá ofrecérselo, porque el capital
hegemónico no avanzará en la dirección de la reconstrucción del Estado del
Bienestar sino de la selva, la clase media central (ejecutivos intermedios,
profesionales independientes bien remunerados, sectores de la pequeña y mediana
burguesía empresarial) podrían llegar a optar por un modelo político que defienda
cierto nivel de protección social -corporatismo- y una negación de la
democracia representativa como consecuencia de su hartazgo de lo que consideran
culpa de los políticos respecto a su situación de clase. Serán la base activa
de un proyecto ya abiertamente fascista, no simplemente populista en el que
Ciudadanos ya no jugaría un papel más que subalterno o incluso marginal, dado
que su perfil liberal le aleja de una oferta económica que proteja a las
baqueteadas clases medias.
Los sectores de las clases medias en riesgo de descenso social que
mantengan su apoyo a Podemos (parte de los profesionales y de la mal llamada
clase media-baja, representada por segmentos en decadencia) experimentarán una
contradicción entre cierta conciencia de depauperación social y de que la
evolución del capitalismo se convierte en el enemigo de su supervivencia y la
imposibilidad de asumir una conciencia de clase decisiva, capaz de trascender
sus propios intereses para representar los del conjunto de excluidos por el
capital. La naturaleza de unos estratos que perciben la precariedad pero no se
consideran explotados y el hecho de que la conciencia de clase es siempre
externa a la misma (a través de las organizaciones revolucionarias que hoy no
existen) se lo impiden. Las previsibles tensiones internas, que seguramente
irán en aumento en el proceso de derechización de Podemos entre los sectores
reaccionarios y de "izquierda" podemitas, provocarán un abandono de
parte de dichos estratos sociales, que pueden experimentar un nuevo sentimiento
de orfandad política a la búsqueda de representación.
Si se produjese un giro a la izquierda de Podemos, cosa harto improbable
porque su necesidad de crecer electoralmente les modera a gran velocidad, dicha
organización podría llegar a retener cierta base social y de voto entre la
clase trabajadora pero, dado la dirigencia de Podemos representa ante todo los
intereses de las clases medias que sienten su
supervivencia amenazada, y son las que tienen expresión política y voz
mediática, dicho sector popular quedará mudo, como hasta ahora lo ha estado
durante todo el período de la crisis capitalista.
Por lo demás, ni las clases medias en riesgo de laminación ni la clase
trabajadora aspiran a una sociedad que represente algo alternativo a un mejor
nivel de vida y de consumo para unas y otra. Ello les unce al carro
capitalista.
En cualquier caso, y ante la imposibilidad actual y a medio plazo de
construir un proyecto de partido, una propuesta política, una capacidad de
poner en crisis, no el sistema de partidos dentro de la estructura política de
la democracia burguesa, sino el sistema capitalista, lo que se abre en el caso
de profundización de la crisis económica y sistémica es una fosa entre la razón
(1789) y la locura (1922 y 1933). Y el camino abierto hacia un nuevo fascismo
que ya no vestirá los trajes SS de Hugo Boss sino los de un alternativismo que
no les pertenece pero bajo el que se camuflan crecientemente.
Lo que la izquierda deje vacío lo ocupará el fascismo. Un repaso a los
años 30 en Alemania sería ilustrativo.
La decepción que Ciudadanos y Podemos pudieran dejar en ese escenario de
corrupción galopante y crisis sistémica aún más profunda abonaría el perfecto
escenario social para un mayor cuestionamiento al sistema de partidos. De la “regeneración”
al rechazo, no a los partidos sino a la propia idea del sistema de
representación. Puede que entonces veamos qué otras caras tiene "lo
nuevo", se llame VOX o de otro modo.
4.-A
falta de propuestas alternativas, una inmediata y personal
Seguramente, en medio del momento preelectoral y tan falsamente
presentado como crítico, a muchos de ustedes les asalte la “urgencia”
del “sí, lo que usted quiera contarme pero ¿qué haría ante las próximas
elecciones municipales y autonómicas?”
ABSTENERME. Esa es mi respuesta. No el voto en blanco, ni nulo, que es la
eterna cantinela de los que sólo censuran el sistema electoral, a lo sumo el
régimen de partidos, pero balan como borregos ante el sistema económico que
sustenta el cretinismo parlamentario, la democracia burguesa y, como mínimo, el
circo electoral que nos ofrece como farsa el capital para entretenernos.
A lo largo de mi vida me he abstenido algunas veces más de las que he
votado. El derecho al voto no puede convertirse en una obligación que tape la
boca y la razón de protesta del abstencionista. Ese es el discurso de los
lacayos con alma de súbditos antes que de sujetos soberanos cuya decisión de
votar o no puede depender sólo del forceps prediseñado sino también del sujeto
y sus circunstancias. Someterse a ese tipo de chantajes es ruin. Nuestra
palabra, la de todos, es parte del carácter inteligente y autónomo del ser
humano y condicionarla a meter o no una papeleta en una urna es un discurso
propio del poder y de sus siervos.
Si la democracia se limita a votar cada cuatro años a unos partidos,
algún referéndum y a hacer uso de la participación digital, controlada por
quien determina cuál es la pregunta, y manipula incluso el resultado final, es
una vulgar patraña.
Ejercer la democracia es opinar todos los días, no ser multado ni
encarcelado por hacerlo, desafiar ese riesgo, decidir mucho más allá de lo
meramente institucional, plantearse no hacerlo, ser respetado sin críticas
absolutistas se vote o no, comprometerse o no en otros muchos ámbitos que el de
acudir a las urnas, opinar, y, sobre todo, ejercer la libertad de ser más allá
de votar o no en unas elecciones. El resto es plebiscitar un sistema
determinado de control social y político.
Y ahora voy a explicar porqué me voy a abstener en esta ocasión.
¿Recuerdan ustedes lo que decía la reforma del artículo 135 de la
Constitución, que nos endosó el ex Presidente Zapatero, ese que tanto le gusta
al señor Iglesias? Se lo voy a recordar yo
1. Todas las Administraciones Públicas adecuarán sus
actuaciones al principio de estabilidad presupuestaria.
2. El Estado y las Comunidades Autónomas no podrán incurrir en un déficit estructural que supere los márgenes establecidos, en su caso, por la Unión Europea para sus Estados Miembros.
Una Ley Orgánica fijará el déficit estructural máximo permitido al Estado y a las Comunidades Autónomas, en relación con su producto interior bruto. Las Entidades Locales deberán presentar equilibrio presupuestario.
2. El Estado y las Comunidades Autónomas no podrán incurrir en un déficit estructural que supere los márgenes establecidos, en su caso, por la Unión Europea para sus Estados Miembros.
Una Ley Orgánica fijará el déficit estructural máximo permitido al Estado y a las Comunidades Autónomas, en relación con su producto interior bruto. Las Entidades Locales deberán presentar equilibrio presupuestario.
La actual situación económica y financiera no ha hecho
sino reforzar la conveniencia de llevar el principio de referencia a nuestra
Constitución
3. El Estado y las Comunidades Autónomas habrán de
estar autorizados por Ley para emitir deuda pública o contraer crédito.
Los créditos para satisfacer los intereses y el
capital de la deuda pública de las Administraciones se entenderán siempre
incluidos en el estado de gastos de sus presupuestos y su pago gozará de
prioridad absoluta. Estos créditos no podrán ser objeto de enmienda o
modificación, mientras se ajusten a las condiciones de la Ley de emisión.
El volumen de deuda pública del conjunto de las
Administraciones Públicas en relación al producto interior bruto del Estado no
podrá superar el valor de referencia establecido en el Tratado de Funcionamiento
de la Unión Europea.
4. Los límites de déficit estructural y de volumen
de deuda pública sólo podrán superarse en caso de catástrofes naturales,
recesión económica o situaciones de emergencia extraordinaria que escapen al
control del Estado y perjudiquen considerablemente la situación financiera o la
sostenibilidad económica o social del Estado, apreciadas por la mayoría
absoluta de los miembros del Congreso de los Diputados.
5. Una Ley Orgánica desarrollará los principios a
que se refiere este artículo, así como la participación, en los procedimientos
respectivos, de los órganos de coordinación institucional entre las
Administraciones Públicas en materia de política fiscal y financiera. En todo
caso, regulará:
a) La distribución de los límites de déficit y de
deuda entre las distintas Administraciones Públicas, los supuestos
excepcionales de superación de los mismos y la forma y plazo de corrección de
las desviaciones que sobre uno y otro pudieran producirse.
b) La metodología y el procedimiento para el cálculo
del déficit estructural.
c) La responsabilidad de cada Administración Pública
en caso de incumplimiento de los objetivos de estabilidad presupuestaria.
6. Las Comunidades Autónomas, de acuerdo con sus
respectivos Estatutos y dentro de los límites a que se refiere este artículo,
adoptarán las disposiciones que procedan para la aplicación efectiva del
principio de estabilidad en sus normas y decisiones presupuestarias.
Esto para quienes intenten colar el camelo de alguna syrizada o “rescate
ciudadano”. Cuiden sus traseros, si su “ilusión” consigue sustituir la
sodomización que el PP ejerce por otra pseudoprogre.
Bueno, pero como vamos a ganar las elecciones en noviembre, derogaremos
ese artículo. La estupidez humana carece de límites, como el universo, como
bien dijo Einstein.
En primer lugar para reformar la Constitución, aunque sea en un solo
artículo, se requiere de 3/5 partes del Congreso o, lo que es lo mismo, de al
menos 210 diputados. En el caso del Senado, son necesarios al menos 159
senadores. ¿De verdad creen ustedes que la composición futura de las dos
cámaras facilitará la obtención de esas cifras? ¿En qué país creen que viven?
Pero incluso si existiera numéricamente esa cifra que lo hiciera posible, creen
ustedes que los partidos encargados de llevar a cabo tal derogación la
aplicarían? Saben ustedes que ni Podemos, ni el PSOE, ni tampoco IU se han
comprometido hasta hoy en abolir la LOEPFS (Ley
Orgánica de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad
Fiananciera)? Les
sugiero que lean el contenido de esta ley que les he puesto en el enlace y se
empapen en ella porque es la que desarrolla el reformado artículo 135 de la
Constitución -con el voto de PSOE y PP- del que antes les he hablado.
Por otro lado, si en alguna esfera es especialmente notoria la pérdida de
soberanía nacional de los países de la UE es en la económica. La Comisión
Europea y el BCE definen los marcos y límites del juego económico en cada país.
Ellos, junto con el FMI, determinan las políticas anticrisis y de austeridad
que los países aplican con un margen de maniobra prácticamente inexistente en
tanto que se pertenezca a la UE y el euro y se admitan las reglas del “juego
democrático-burgués”. Y si no que no se lo pregunten a Syriza, sus políticas de
privatizaciones, sus más que “pobres” medidas antiausteridad, su amnistía
fiscal a los grandes defraudores y la propuesta de Varoufakis de crear un
“banco malo” para absorber los activos tóxicos. ¿Les son familiares las dos
últimas medidas?
Cuando las soluciones, siquiera coyunturales, son aplicadas lo mismo
desde la derecha más reaccionaria que desde la pretendida izquierda, es que la
segunda no se comporta como tal. El sacrificio del hamletiano Varoufakis, que
dudaba entre aprovechar el momento para poner en jaque al capitalismo europeo o
ayudarle a salir de su crisis, destituido de su papel de interlocutor en las
reuniones con los acreedores del FMI y de la UE, rol que ahora asume el propio
Tsipras, deja claro cuáles son los límites de acción para las opciones
reformistas en los países mediterráneos; en realidad de cualquier país que no
sea la propia Alemania. Si alguien cree que cambiando de marca en los gobiernos
va a cambiar la orientación de sus políticas económicas demuestra palmariamente
que ilusión viene de iluso...o de cínico.
Participar hoy en el simulacro político que representa el juego electoral
es simple y llanamente complicidad. Me preocupa especialmente cuando ésta la ejercen
las víctimas de la crisis capitalista, aunque entiendo la necesidad psicológica
de creer en una salida al dolor de sus vidas cotidianas. Pero no deja de ser un
asunto de fe y una mentira, dos conceptos que con harta frecuencia suelen ir
juntos porque la fe no es otra cosa que una esperanza, sin datos objetivos
reales en que asentarse, en que las cosas serán diferentes a como son en
realidad. Si hay una salida a la opresión de clase, la explotación y la pobreza
hoy que los parlamentos han perdido cualquier posibilidad mínima de ser
mecanismos de transformación social, si es que alguna vez hubo una por pequeña
que ésta fuera, no pasa ya por la acción política legal y respetuosa de las
reglas del juego.
Una parte de ustedes dirán que mi comportamiento electoral no ofrece
alternativas. ¿Acaso esperan ustedes que las propuestas emerjan desde lo
individual cuando lo colectivo no las ofrece? ¿Niega eso la legitimidad de la
crítica o la posibilidad de que el diagnóstico sea certero? También me
reprocharán que con mi abstención favorezco la continuación del PP en el
Gobierno. ¿Prefieren ustedes una des-”ilusión”, mayor que la del segundo
gobierno Zapatero, con un gobierno “antiausteridad” que continúe con la misma,
por mor del poder del capital y de la UE, y que, tras su descrédito, abra el
camino a una opción abiertamente fascista como depositaria de una rabia
incrementada y, desde hace mucho tiempo, desviada hacia donde no se cuestione
el capitalismo? Yo por mi parte no voy a ser cómplice de esta pantomima electoral
y mucho menos del descrédito al que las opciones antiausteridad van a someter a
la idea de izquierda a partir de las banderillas, los rejonazos, el estoque y
el descabello a lo PP a la clase trabajadora. Lo mismo el "quedar para
septiembre" les ayuda a reflexionar sobre para qué sirve tanta moderación
y viaje al centro.
No, no soy ningún purista del todo o nada, cómodamente instalado en
ningún sillón, sino alguien hastiado de que cuando “la indignación” ha tomado
forma política haya acabado convertida en permanente carrousel de rebajas
oportunistas para alcanzar el gobierno. Para ese viaje no hacen falta tantos
disfraces. Algunos ya conocimos eso en la transición política. Sólo que entre
ese momento y el actual hay una enorme diferencia. La clase trabajadora no
había sufrido entonces tal nivel de agresión ni de lejos. Pues bien, cuando el
capitalismo ha vuelto a niveles de agresión contra los asalariados que
recuerdan los tiempos dickensianos, lo que nos ofrecen como alternativa los
llamados progresistas o antiausteridad es un eterno viaje al centro.
Pero hombre, ¿se va usted a abstener ahora cuando en las pasadas
elecciones europeas de hace un año pidió el voto para IU? SÍ y por muchas
razones.
No voy a dar mi voto a Podemos ni al PSOE a través de una IU que acepta
converger con una única condición: hacerlo con sus siglas.
La reacción de la dirección de IU frente a su intento de fagocitación por
Podemos se ha limitado al mencionado intento de salvar las siglas. El
Manifiesto “la
militancia con Cayo” (Lara) es una penosa muestra de
claudicación e indefinición ideológicas y cobardía políticas, bajo la aparente
contundencia de la nada: esconderse tras un coordinador general cuya reacción
antiPodemos ha sido tímida, sin duda por estar en minoría dentro del Comité
Federal de una IU saboteada, entre otros, por una dirección del PCE entregada a
la supervivencia profesional de su cúpula transmigrando a Podemos.
Si dicho Manifiesto hubiera querido ser realmente una oportunidad frente
al giro derechizado, ciudadanista y desnaturalizado que ha significado su
entrega a los Ganemos y Ahoras varios y a candidatos como Luis García Montero,
que propone pactos postelectorales con Podemos y el PSOE, habría planteado la
urgencia de una Conferencia extraordinaria de IU que diese lugar a una
reorientación política, un giro a la izquierda y hacia la clase trabajadora, la
necesidad de plantear una ruptura con sus sectores más entreguistas a esa
pandilla de aventureros y de sepultureros de las ideas de izquierda llamada
Podemos y otros ciudadanismos desclasados. Todo ello junto con una definición
clara de cuál es su política de alianzas, con quienes y en qué se basa.
No voy a votar a una IU que mantiene en su dirección a sujetos como Manuel
Monereo, un auténtico caballo de Troya al servicio de Podemos.
No voy a votar a una IU que va con Podemos en 4 capitales de provincia,
que se disuelve en confluencias ciudadanistas con podemitas o sin ellos y
que para el Ayuntamiento de Madrid desconozco si apoya una o dos candidaturas
(Raquel López-IUCM o Ahora Madrid,) según qué instancias y dirigentes de IU se
pronuncien al respecto.
No voy a votar a una IU que tiene por candidato a Presidente de Gobierno
a un pinchaúvas (Alberto Garzón), profesional de la política del estilo de los
fabricados en serie por el marketing político (joven, modernillo, neutro,
"prudente", como le gusta decir a las señoras de derechas,...) que
sigue empeñado en converger y entenderse con los podemitas a toda costa. No
intenten darme lecciones aclaratorias o se las devolveré yo ciento por uno.
IU es una opción socialdemócrata. No considero el término socialdemócrata
como un insulto que arrojar a nadie, aunque creo que ya no hay espacio para la
socialdemocracia porque el Estado capitalista carece de herramientas de
intervención económicas.
Dicho esto, siempre que he votado a IU ha sido contra el PSOE porque éste
último es la entrega más indecente de la clase trabajadora al capital. Cuando
no lo he hecho, me he abstenido o he votado una candidatura comunista.
Esta vez no votaré tampoco a una organización comunista. Serán pocas las
que se presenten a estas elecciones del 24-M y, por otro lado, creo que son muy
conscientes la mayoría de ellas de la camisa de fuerza que representa el
sistema electoral en el camino hacia una ruptura con el capitalismo.
Habría apoyado esta opción si los grupos comunistas hubiesen querido
avanzar hacia una unidad orgánica, a partir de un debate ideológico útil y
leal, sin trampas fundamentalistas que impidiesen el encuentro, y en base a una
voluntad de construcción.
No es cosa de un día lograr dicha unidad pero han dispuesto de 8 años
desde el inicio de la crisis capitalista para avanzar en esta dirección. El
resultado de no hacerlo ha sido el de que hoy la mayoría de esas organizaciones
son mucho más minúsculas, sufren una creciente perplejidad ante una realidad
que hace mucho no comprenden, más allá de un diagnóstico más o menos correcto
de la parte económica de la crisis capitalista, y un doctrinarismo y
dogmatismos de museo que no puedo compartir. El marxismo no es eso y el
horizonte comunista, si no reverdece, se irá alejando más y más, justo cuando
es más necesario.
Por eso y por mucho más, el 24-M me iré a hacer senderismo, si no me
rompo antes una pierna.
Lenin sobre
el Parlamentarismo y los izquierdistas
Los que
están haciendo campaña por la abstención y los ni-ni políticos, están haciendo
que el PP gane en las elecciones europea.
¿En qué piensan los políticos para mejorar tu vida? Te sorprenderás cuando lo leas…
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