NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG: Le he añadido algunos libros y artículos
que hace referencia Manuel Sutherland
27 de febrero de 1989
29-02-2012
Este
trabajo es un pequeño extracto de una investigación acerca del 27 F, que se
envió a modo de Ponencia al Congreso Internacional de Historia en la
Universidad de Buenos Aires, en noviembre de 2009.
El
internacionalmente conocido “Caracazo” es una de las insurrecciones populares
más fuertes acaecidas en América en los últimos 50 años. Sobre ese evento se
han construido y reforzado, teorías y políticas de largo aliento que
permitieron la muerte del histórico bipartidismo (socialdemócratas y
socialcristianos). Tal evento, abrió la brecha para golpes de Estado (febrero y
noviembre de 1992) y un clima de ingobernabilidad que allanó el camino para la
democracia popular chavista y una larga ristra de códigos de gobierno, que
venidos del 27-F, son pautas del “progresismo” del siglo XXI. Acá, expresaremos
algunos aspectos que tratan de romper con cierta mitología populista que
envuelve el evento, y el gorilismo que se empeña en no aprender
nada de lo allí sucedido.
El
contexto internacional y el ahogo de la dinámica de acumulación rentística
venezolana
Venezuela
dentro de poco será catalogada como la primera reserva mundial de petróleo, la
“fertilidad” de sus pozos y la facilidad de extracción permitieron que tras
algunas duras luchas, se nacionalizase (precariamente) la explotación de
hidrocarburos y el país viviera épocas donde la burguesía y las capas medias
pudieron hacer del derroche, la suntuosidad y la chocarrería su leit
motiv. Los años de recuperación del capitalismo 60-70 y hasta la
depresión mundial del 71-74, le dieron al país cierta estabilidad, bajo las
democracias asesinas devenidas del Pacto de Punto Fijo, firmado en octubre de
1958. Las crisis energéticas y la construcción de la OPEP le proveyeron a
Venezuela la posibilidad de captar rentas diferenciales de gran magnitud, que
se tradujeron en bonanza efímera y una especie de pacto social donde a pesar de
haber mucha pobreza, habían capas medias muy gastadoras que drenaban la renta
en importaciones pomposas. Todo ello se basó en una moneda sobrevaluada y un
ingente gasto público asistencialista y populachero.
Pero ese
“paraíso” sufrió un serio revés con la crisis de los 80. El endeudamiento y la
baja de los precios de los hidrocarburos (por la contracción de la demanda
mundial, bajaron de 30USD a 10USD el barril en el fatídico año 83) revirtieron
el “oasis” de la acumulación rentística y mostraron de “golpe” la incapacidad
de la Burguesía Nacional de llevar adelante las tareas de desarrollar las
fuerzas productivas y mantener los niveles de crecimiento.
La
extorsión de la deuda y el genocidio planificado
Así, los
huecos fiscales empujaron a que del año 75 al 80, la deuda externa creciera en
casi 600%, causando que Venezuela entrase en moratoria de pagos en los años 83
y 88. La tasa de interés estadounidense que en el año 77 se ubicó alrededor del
5%, subió para 1981 a un impagable 19%. No bastando con eso, las corredoras de
riesgo (ahora quebradas) consideraban muy “arriesgada” a la nación y le
aumentaron vertiginosamente el Riesgo País, lo que obligaba a pagar más aún por
préstamos cuyos intereses eran astronómicos.
El servicio
de la deuda en relación al PIB subió en América Latina del 14% al 34% en sólo
dos años (1982-1984). En 1973 la deuda total de A.L. era de 137 millardos de
USD$, en 1979 ascendió a 390 millardos de USD$ y ya para el año 1985 la deuda
llegó a 860 millardos de US$ [i] .
Así, las burguesías más fuertes, emprendieron un fantástico plan de
recuperación de la tasa de ganancia, que caía en picada. De esa forma,
eliminaron a buena parte de capital “sobrante”, arruinaron a los capitales menos
productivos y relanzaron la acumulación. Todo ello se realizó con mecanismos de
centralización y concentración de capital que proletarizaron a millones y se
empobreció a otros tantos.
El
estallido de la depresión mundial y la miseria atroz en el país.
La explosión
de la crisis se tradujo en un empobrecimiento brutal de la población. Según,
Sonia Barrios: “el 90% de los barrios que albergan al 40% de la población se
asientan en el 10% del territorio de la ciudad” [ii] y
González Silveiro añade: “en 1950, los barrios de Caracas albergaban a 117.000
habitantes, en 1981 dicha cifra se elevó a 1.440.000 personas “[iii] Por ello, ante la crisis, se experimentó
un terrible deterioro de las condiciones de vida del obrero. La pobreza
explotó.
El caos fue
colosal. Las reservas operativas disminuyeron a casi 1.000 millones de dólares.
La inflación llegó a 35%, en 1988. La tasa de interés real negativa y la fuga
de divisas para el periodo (1982-1988) de 25 millardos de dólares.
El gran
viraje, el ala de la burguesía comercial y financiera toman la batuta. Adiós a
la protección y bienvenidos al abaratamiento del trabajo
En enero de
1989 asume la Presidencia de la República el “señor” Carlos Andrés Pérez (CAP) quien había
tenido un gobierno de fuerte carácter populista que gozó de ingresos ingentes
que desarrollaron el clientelismo de manera exponencial. Pero, como decía Hegel
y luego completaba Marx en El 18 Brumario…: “todos los grandes
hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos
veces… una vez como tragedia y la otra como farsa” [iv] . Así, apareció este Mesías del populismo que
vino a enfriar la lucha de clases con un lanzallamas llamado:
Plan de Ajuste Estructural (PAE).
Así como
Constantino I “se le apareció” en el año 312 una cruz cristiana en los cielos
de un campo de batalla, una inscripción: “in hoc signo Vinces” [v] , CAP imaginó a una cohorte ideal de
planificadores del relanzamiento de la acumulación capitalista en base a
salarios de miseria, teniendo a la Devaluación de la moneda como buque insignia
de una “sinceración económica” que traería beneficios que jamás llegaron. De la
misma forma, se planteó la teoría del Shock (muy de
Milton Friedman) y
los aparatos ideológicos de la derecha (medios de comunicación) empezaron a
irrigar la “urgente” necesidad de
reajustar la economía, parar el derroche (gasto público para la educación, salud,
cultura etc.), reducir el estado y modernizar al país.
Como nos
cuenta el maravilloso trabajo de José Honorio Martínez el gobierno buscaba:
“obtener préstamos por 4.500 millones de dólares en los siguientes tres
años…intensificando los compromisos con el FMI, anunciando, el 16 de febrero,
la aplicación de un paquete macroeconómico” [vi] El
“paquetico Rodríguez” como se conoció dicho plan, fue diseñado
por el economista Miguel Rodríguez (ex”marxista” progresista) fue una
bendición para el ala más parasitaria de la burguesía, que de haber sido visto
por los más neoliberales y “dulces amigos del pueblo”: Carl Popper, Raymond Aaron y Von Hayek lo hubieran quizás considerado
demasiado drástico para el país. Pero como dice E Sartelli, los pequeños patrones o capataces de la
burguesía que vienen del proletariado, suelen ser peores y más reaccionarios
que a quienes defienden. [vii]
El
Paquete, la desgraciada Devaluación y el caldo de cultivo para la sublevación.
Siendo
sucintos podemos resumir el PAE:
•
Uniformidad en los tipos de cambio, es decir, devaluación de 150% (medida que
los “progresistas de nuevo cuño, tildan de revolcuionaria). Lo que resultó en
una modesta inflación de 80%.
• Reducción
del déficit fiscal eliminando gastos “innecesarios”, subsidios, gasto social,
protección a jubilados, etc. Privatización.
•
Liberalización de los precios y aumento de los mismos en los servicios
públicos. Aumentos de la gasolina, electricidad, teléfono, acero en: 110%,
150%, 40% y 100 % respectivamente.
• Entrada al
GATT, antigua OMC. Eliminación a las trabas a la entrada de mercancías y de
capitales al país. Reducción general de aranceles.
• Elevación
general de los tipos de interés (se vieron tasas de hasta 40%)
No hace
falta ser un súper comunista para entender que el resultado de estas políticas
iba a deparar en mayores miserias. José Honorio nos cuenta que: “mientras la
remuneración del trabajo (en salarios) era de 61,2% en 1960 [la participación
de la clase obrera en el Ingreso Nacional], de 50,4% en 1970, de 27% en 1980, a
finales de los ochenta disminuyó hasta 15% [viii] .
(Cifra a nuestro entender exagerada, pero quizás correcta con una medición más
exhaustiva, que la del FMI, que se utiliza)
La forma
como le imputaron la crisis a la clase fue obrera fue descarada y el ajuste iba
a arruinar directamente a la burguesía “productora”, los iba a poner a
disputarse mercados sin las “ayuditas” del estado. Por ello, el ala
socialdemócrata y de los pequeños capitales se opusieron al PAE y a soto
voce planearon un regreso por una vía Blanquista tropical.
La
terrible insurrección, saqueos, cortes de rutas e incendios.
El 27 de
febrero en Caracas los transportistas convocan a un paro general. La casi duplicación
del precio de la gasolina (medida que viene en 2011) los empujaba a
descargar el peso del aumento, con un “módico” incremento del pasaje. Como era
de esperarse, el epicentro de las iniciales protestas se dio en Guarenas y en
los municipios del estado Miranda, que colinda con la capital. Allí, la
protesta se tornó muy violenta y la quema de cauchos inicialmente, y luego de
autobuses para cerrar las rutas, fue el detonante principal de lo que se
vendría.
Ante todo
ello, las víctimas burguesas del Paquetico, azuzaron y atemorizaron a la
población, aumentando vertiginosamente los servicios, especulando y acaparando
alimentos para forzar a las masas a una insurrección. Las capas medias
aguantaron un poco de escasez, pero las zonas donde se concentra las barriadas
más pobres, reaccionaron abalanzadas a la calle a buscar lo que le habían
arrebatado. Por ello, en los barrios de Catia, 23 de Enero, El Valle, La Vega,
Caricuao, y en La Guaira; estallaron los saqueos. Buena parte de los
trabajadores en situación precaria salieron a buscar alimentos, enseres y
cualquier cosa que no pudieran comprar.
La
burguesía a la defensa de privilegios del capital “productor”
Los pequeños
y grandes locales empezaron a saquearse y el capital “víctima” del paquete
trató de montarse en la ola y construir de facto su propia “Sociedad del 10 de Diciembre”[ix] una
organización acéfala de lumpen dispuesto a morir en el vandalismo, para
apalancar su asalto al poder. De esa forma, se urdió un complot con
organismos policiales (quienes andaban en motos lanzando consignas contra el
gobierno e incitando al saqueo) y mercenarios para dotar de algunas armas de
fuego y herramientas (patas de cabra, para abrir locales) a quienes saqueaban,
estimular los enfrentamientos con el ejército e incitar a destruir tiendas y
calles. [x] El plan era desestabilizar
y regresar al poder por la vía del ahogo económico. La conspiración estaba en
el aire, sin embargo, las fuerzas eran poco maduras y las condiciones débiles
para el triunfo.
Otro factor
interesante fue el “poyo” mediático que en las primeras horas tuvo el estallido
social. Decenas de periodistas entrevistaban a saqueadores y a líderes
comunitarios quienes enarbolaban consignas relacionadas a la justicia social y
al hambre del pueblo. Cientos de imágenes que “invitaban” al saqueo,
disfrazadas de noticia, fueron permitidas por muchas horas en Televisión y
“publicitadas” por radio. Lo que indica eso no es la permisividad del gobierno,
sino la intención manifiesta de algunos poderes en desestabilizar al país. El
13 de abril de 2002, cuando el pueblo y sectores militares medios, fueron al
rescate del presidente, ningún mal llamado “medio de comunicación” (en realidad
aparatos de propaganda ideológica burguesa) mostró imagen o sonido alguno, se
limitaron a pasar comiquitas y series cómicas de EEU (en serio). Y lo hicieron
debido a la necesidad de ocultar la realidad y dejar al pueblo encerrado en
casa. El 27 F hicieron lo contrario, con fines (a nuestro criterio)
abiertamente golpistas [xi] .
Siendo
justos, hay que reconocer que luchadores sociales anticapitalistas y populares
se lanzaron a las calles a tratar de enrumbar el alzamiento, hacia una
insurrección de carácter político que cuestionará la base del poder
capitalista, e incluso lo suplantase. Fueron ellos perseguidos y torturados con
un encono escalofriante por los aparatos de represión del Estado. Es vergonzoso que muchos de esos
torturadores, continúen en sus labores burocráticas como sino hubieran cometido
esa andanada de crímenes.
La
represión sangrienta, el desorden, el espontaneísmo.
El aciago 28
de febrero el Ministro del Interior declaró la suspensión de las garantías
constitucionales y en las siguientes 36 horas las Fuerzas Armada tomaron la
ciudad, sembrando el pánico entre los manifestantes. La represión tuvo ribetes
de insólita crueldad, las órdenes fueron exterminar todo brote de protesta de
raíz. No hubo gases lacrimógenos, ni ballenas, ni advertencias; policías y
ejércitos usaron ametralladoras y todo tipo de arsenal bélico para asesinar a
todos cuanto pudieron. El “toque de queda” fue la Noche de las Narices
Frías en Venezuela.
La
disolución del conflicto se hizo muy rápidamente. Las ejecuciones y martirios
que cobardemente infligieron los organismos represivos del Estado se hicieron
extensivas. De hecho soldados comentaban: “Aquí han matado soldados y cuando
eso pasa arreciamos nuestro trabajo (matar) no es fuerte, porque ya uno está
adoctrinado, acostumbrado y psicológicamente preparado” [xii] . Las cifras indican que hubo cerca de 3 mil asesinatos, que para lo poco que
duró el estallido, lo focalizado y estrictamente orientado a protestas de
hambre, fue una cruenta demostración de que cuando la burguesía pone orden, los
crímenes más abominables le quedan cortos.
El
movimientismo, autonomismo y su evidente fracaso. Lecciones básicas.
La masacre
acaecida en los espacios de resistencia fue terrorífica y no condujo a ningún
logro político para quienes trataron de organizar una insurrección o incluso
saquear. Para el ala promotora de la burguesía que se beneficiaba de las
medidas económicas, fue un tremendo éxito. Una demostración de opresión y
terror que permitiría darle una derrota tremenda al pueblo pobre en Venezuela,
y que no impidió el desarrollo de medidas económicas hambreadoras y genocidas.
Los caídos y
luchadores sobrevivientes que honestamente intentaron radicalizar u orientar
políticamente los saqueos y las protestas hacia algo orgánico, chocaron desde
el inicio y desarrollo del estallido, con un andar anárquico que bajo
peticiones abstractas y sin un partido político que pudiese direccionar la
protesta de hambre, hacia la conformación de una organización que se hiciese
del poder político. Todo ello conllevó a la muerte de miles. De hecho, meses
después CAP y sus bandidos recibirían más créditos del FMI y profundizarían sus
políticas.
Contrabandistas
ideológicos, anticomunistas de “izquierda” y tránsfugas como Antonio Negri, Hardt, Holloway y los postmodernos “filósofos” se aprovecharon de estos
hechos para fundamentar fruslerías como: cambiar el mundo sin tomar
el poder, la
inutilidad o caducidad del sindicato y del Partido. El 27 de febrero es una
prueba de lo contario. Es un acta que revela lo erróneo del camino.
El 27 F, fue
una catástrofe, un episodio de arrojo popular que terminó en tragedia.
Beatificar el espontaneísmo, como sustitución de la organización y dirección
política ha sido un burdo resultado de una derrota histórica que aún nos pesa.
Claro, lejos de criticar la chispa de ilusión revolucionaria del acto
insurreccional que las bases desarrollaron en varios espacios, se reflexiona
acerca de lo importante que la dirección consciente, que pueda
impulsar y aprovechar al máximo hasta la última gota de energía revolucionaria
e insurreccional del pueblo. Ya lo decía Lenin
en el ¿Qué Hacer? en su crítica al espontaneísmo,
las bases politizadas ameritan de organización y teoría revolucionaria
(formarse en el socialismo científico) que permita orientar sus fuerzas en el
camino más expedito al triunfo sobre sus opresores.
Publicitar
este episodio, como modelo de insurrección popular hacia el triunfo sobre el
capital, es un acto es una irresponsabilidad histórica y se
constituye como factor de dispersión y confusión. El 27 F condujo a un reflujo
conservadurista en la lucha de clases. Si bien fue una chispa de
ilusión revolucionaria, la inexistencia de dirección organizada, muestra
que el arte de la insurrección, las mezclas de la lucha legal e ilegal, la
construcción del partido y la organización leninista rigurosa, es aún, la única
estrategia (comprobada) de transformación política profunda, que puede llevar a
los oprimidos a la victoria definitiva sobre el capital.
El
movimientismo, el autonomismo y esa ristra de aventuras pequeñoburguesas, son
vías expeditas al fracaso. La tarea en la actualidad es ardua, el reto que tenemos
es aún mayor, trabajemos por el triunfo de la clase trabajadora, antes que el
capital destruya y envilezca aún más el planeta.
* Manuel
Sutherland - Asociación Latinoamericana de Economía Política Marxista (ALEM)
manuel1871@gmail.com
Este trabajo
es un pequeño extracto de una investigación acerca del 27 F, que se envió a
modo de Ponencia al Congreso Internacional de Historia en la Universidad de
Buenos Aires, en noviembre de 2009. Quien desee el trabajo completo se lo
podemos hacer llegar por correo: manuel1871@gmail.com
Referencias:
[i] Cifras
y datos extraídos del sistema de cuentas nacional del BCV y del Comité para
anulación de la Deuda del tercer Mundo (CADTM).
[ii] Barrios
Sonia, “ Problemas urbanas y políticas urbanas en países exportadores de
petróleo: el caso del área metropolitana de Caracas”, Caracas, Cendes, 1998
[iii] González,
Silverio, “La ciudad venezolana, una interpretación de su espacio y sentido
en la convivencia nacional”. Fundación para la cultura urbana, Caracas,
2005
[iv] Carlos Marx, El 18 Brumario de Luís Bonaparte, Edición
digital, capítulo 1, disponible en www.Marxist.org
[v] “en
este signo vencerás”, historia contada por el historiador Eusebio de Cesarea.
[vi] José Honorio Martínez Causas
E Interpretaciones Del Caracazo, Universidad Nacional Autónoma de México, México Publicación 15 Junio
2008.
[vii] Eduardo
Sartelli, La cajita infeliz. Ediciones RyR, Argentina 2004. Un
libro maravilloso, sobre el cuál hacemos trabajos de formación.
La Cajita
Infeliz. Un viaje a través de la sociedad capitalista
Parte I. Hacia abajo: la economía
Venezuela 2010
Eduardo Sartelli
[viii] Ibíd.
Nota viii.
[ix] Detalles
de esto son relatados por Haleis Dávila, testigo de excepción y analista del
27F.
[x] Ver
más detalles en: Provea, Informe de
Situación de Derechos Humanos en Venezuela octubre de 1988-septiembre de 1989.
[xi] Hay
pocos ensayos sobre esta tesis, igualmente, alguna tesis de grado de comunicación
social sobre el tema (la de Sonia Vergel) refleja en buena medida esta audaz teoría.
[xii] Ibíd. Cit. X
27 de
febrero de 1989: ¿Anarquía o insurrección obrera contra el capital?
27 de
febrero de 1989: ¿Anarquía o insurrección obrera contra el capital?
¿Espontaneísmo o Dirección Revolucionaria?
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