NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG: Le he añadido las obras de los marxistas
que hacen referencia y textos complementarios
23
junio 2005
Publicamos
a continuación un extracto de la presentación y el primer artículo (La
naturaleza revolucionaria de la clase obrera) de una nueva serie de nuestra
REVISTA INTERNACIONAL dedicada, esta vez, a la Revolución de 1905 en Rusia.
Invitamos a nuestros simpatizantes y lectores a leer y estudiar el contenido de
esta serie y enviarnos los comentarios, notas o críticas que estimen oportunos.
Hace 100
años, el proletariado desarrolla en Rusia el primer movimiento revolucionario
del siglo XX, conocido con el nombre de Revolución Rusa de 1905. Por no haber
salido victorioso como sí ocurriría 12 años más tarde con la revolución de
Octubre, aquel movimiento ha caído prácticamente en el olvido. Por eso no ha
sido objeto de las campañas de denigración y de calumnias como sí lo fue la
Revolución Rusa de 1917, especialmente tras el hundimiento del muro de Berlín,
en el otoño de 1989. Sin embargo, la Revolución de 1905 aportó toda una serie
de lecciones, clarificó y dio respuesta a las cuestiones que se planteaban al
movimiento obrero en aquel entonces y sin las cuales la Revolución de 1917 no
hubiera podido, sin duda, salir triunfante. Y aunque esos acontecimientos hayan
ocurrido hace un siglo, 1905 está mucho más cerca de nosotros políticamente que
lo que podría pensarse. Es necesario, para las generaciones de revolucionarios
de hoy y de mañana volver a hacer suyas las enseñanzas fundamentales de aquella
primera revolución en Rusia (….) Muchos elementos de lo que iban a ser las
posiciones decisivas del movimiento obrero en la fase de decadencia del
capitalismo estaban ya presentes en 1905.
La
Revolución de 1905 fue objeto de numerosos escritos en el movimiento obrero de
entonces. Las cuestiones planteadas fueron debatidas a fondo. Nos vamos a
concentrar, en una corta serie de tres artículos, en algunas lecciones que nos
parecen hoy centrales para el movimiento obrero y que siguen siendo actuales:
la naturaleza revolucionaria de la clase obrera y su capacidad histórica
intrínseca para enfrentarse al capitalismo y dar una nueva perspectiva a la
sociedad; la naturaleza de los soviets, “la forma por fin encontrada de la
dictadura del proletariado” como los definió Lenin y, la capacidad de la clase
obrera para aprender de sus experiencias, para sacar lecciones de sus derrotas,
la continuidad de su combate histórico y la maduración de las condiciones de la
Revolución (…).
La
revolución rusa de 1905 fue una ilustración de lo más esclarecedora de lo que
el marxismo entiende por carácter fundamentalmente revolucionario de la clase obrera.
La capacidad del proletariado ruso para pasar de una situación en la que está
ideológicamente dominado por los valores de la sociedad a una posición en la
que, por medio de un movimiento masivo de luchas, va tomando confianza en sí
mismo, desarrolla su solidaridad, va descubriendo su fuerza histórica hasta
crear los órganos que le permitan apropiarse de su porvenir, es un ejemplo vivo
de la fuerza material que es la conciencia de clase del proletariado cuando se
pone en movimiento (...) No obstante, los acontecimientos de 1905 no surgen de
la nada, sino que son el producto de una acumulación de experiencias sucesivas
que agitaron a Rusia desde finales del siglo XIX. Como dice Rosa Luxemburg:
“… esta huelga de Enero en San Petersburgo fue la consecuencia
inmediata de la gigantesca huelga general que había estallado antes, en
Diciembre de 1904, en el Cáucaso, en Bakú y que mantuvo a toda Rusia pendiente
de ella. Y lo ocurrido en Diciembre en Bakú no fue sino el último y poderoso
eco de las grandes huelgas que, entre 1903 y 1904, como terremotos periódicos,
habían sacudido todo el sur de Rusia, y cuyo prólogo había sido la huelga de
Batúm en el Cáucaso en Marzo de 1902. En realidad, esta primera serie de
huelgas, inscrita en la cadena continua de erupciones revolucionarias actuales,
solo dista cinco o seis años de la huelga general de los obreros textiles de
San Petersburgo en 1896 y 1897”(1).
El 9 (22) de
Enero de 1905 conocido como el “domingo sangriento”, marcó el inicio de una
serie de acontecimientos en la vieja Rusia zarista que se desarrollaron durante
todo el año 1905 y que terminaron con la represión sangrienta de la
insurrección de Moscú en Diciembre. La actividad de la clase fue constante
durante todo un año, aunque las formas de lucha no fueran siempre las mismas y
no tuvieran todas la misma intensidad (….) Estos acontecimientos tuvieron un
protagonista fundamental, el proletariado ruso, y toda la dinámica de la revolución
sigue estrictamente la lógica de la clase proletaria. Aún cuando el movimiento
obrero internacional esperaba una revolución burguesa en Rusia, estimando que
la tarea central de la clase obrera –como así había ocurrido en las
revoluciones de 1789 y 1848– era participar en el derrocamiento del Estado
feudal y estimular a la instauración de las libertades burguesas, no sólo es la
huelga de masas de la clase obrera la que vivifica todo el año 1905, sino que
además es su dinámica la que lleva a la creación de los órganos del poder
obrero. Lenin mismo lo deja claro cuando recuerda que aparte de su carácter
“democrático burgués” debido a su “contenido social”: “...La revolución rusa
fue a la vez una revolución proletaria, no solo por ser el proletariado su
fuerza dirigente, la vanguardia del movimiento, sino también porque el medio
específicamente proletario de lucha, la huelga, fue el medio principal para
poner en movimiento a las masas y el fenómeno más característico del
desarrollo, en oleadas sucesivas, de los acontecimientos decisivos”(2).
Pero cuando
Lenin habla de huelga, no debemos imaginarnos acciones de 4, 8 o 24 horas como
las que hoy proponen los sindicatos en todos los países del mundo. En realidad,
en 1905, se desarrolla lo que luego habrá de llamarse huelga de masas, ese
“océano de fenómenos” –como la definió Rosa Luxemburg– o sea la extensión y la
autoorganización espontáneas de la lucha del proletariado que van a ser
características de los grandes momentos de lucha del siglo XX (....): “La
huelga de masas aparece no como un producto específicamente ruso del
absolutismo, sino como una forma universal de la lucha de la clase proletaria,
determinada por la fase actual del desarrollo capitalista y las relaciones de
clase (...) la revolución rusa actual ha estallado en un momento de la
evolución histórica que ya está en la otra vertiente de la montaña, más allá
del apogeo de la sociedad capitalista” (...) (3). La huelga de masas no es un simple
movimiento de las masas, una especie de revuelta popular que engloba a “todos
los oprimidos” y que sería, por esencia, algo positivo como las ideologías
izquierdistas y anarquistas de hoy quieren hacer creer. En 1905, Pannekoek
escribía: “...Si se considera la masa en su sentido general, el conjunto del pueblo, lo que aparece
es que, al neutralizarse mutuamente las ideas y las voluntades divergentes de
unos y de otros, no emerge aparentemente otra cosa sino una masa sin voluntad,
antojadiza, entregada al desorden, versátil, pasiva, oscilando de acá para allá
según los impulsos, entre movimientos incontrolados e indeferencia apática
–resumiendo, como ya sabemos, el retrato del pueblo que tanto gusta pintar a
los escritores liberales (...) Ellos no
conocen las clases. En el extremo opuesto, ha sido la fuerza de la doctrina
socialista la que ha dado un principio de orden y un sistema de interpretación
de la infinita variedad de individualidades humanas, al haber introducido el principio de la división de la sociedad en
clases (...) En cuanto se identifican las diferentes clases en los
movimientos de masas históricos, inmediatamente surge de la espesa niebla la
imagen clara del combate entre las clases, con sus fases sucesivas de ataque,
de retirada, de defensa, de victoria y de derrota”(....) (4). Como concluyó Rosa Luxemburgo: “...En
una palabra: la huelga de masas cuyo modelo nos ofrece la revolución rusa no es
un medio ingenioso, inventado para reforzar el efecto de la lucha proletaria
sino que es el movimiento mismo de las masas proletarias, la expresión de la
lucha proletaria en la revolución”, (.....) “los obreros bruscamente
electrizados por la acción política reaccionan inmediatamente en el dominio que
les es más próximo: se rebelan contra su condición de esclavitud económica. El
gesto de revuelta que la lucha política es les hace sentir con una intensidad
insospechada el peso de sus cadenas económicas”(5).
(.....) Un
aspecto muy importante en el proceso revolucionario en la Rusia de 1905, fue su
carácter marcadamente espontáneo. Las luchas surgen, se desarrollan y se
refuerzan, haciendo surgir nuevos instrumentos de lucha como la huelga de masas
y los soviets, sin que los partidos revolucionarios de entonces consigan
enterarse de cómo va la cosa, ni siquiera comprender enteramente, en aquel
momento, las implicaciones de lo que está sucediendo. La fuerza del
proletariado en el movimiento, en el terreno de sus propios intereses de clase,
es asombrosa y posee en sí misma una creatividad inimaginable. Lenin mismo lo
reconocería un año después al hacer balance de la Revolución de 1905: “.....De
la huelga y de las manifestaciones se pasa a la construcción de barricadas
aisladas. De las barricadas aisladas a la construcción de barricadas en masa y
a las batallas callejeras contra las tropas. Pasando por encima de la cabeza de
las organizaciones, la lucha proletaria de masas fue de la huelga a la
insurrección. Esa es la gran adquisición de la Revolución rusa, adquisición
debida a los acontecimientos de diciembre 1905 y realizada, como las
anteriores, a costa de sacrificios enormes. De la huelga política general, el
movimiento se alzó a un nivel superior. Forzó a la reacción a ir hasta el final
de su resistencia: y ha sido así como el movimiento ha acercado
extraordinariamente el momento en que la revolución, ella también, irá hasta el
final en el empleo de sus medios ofensivos. La reacción no puede ir más allá
del bombardeo de las barricadas, de las casas, de la muchedumbre. La
Revolución, en cambio, puede ir más allá de los grupos de combate de Moscú,
tiene campo abierto y ¡qué campo en extensión y profundidad! (…) El cambio de
las condiciones objetivas de la lucha que imponía la necesidad de pasar de la
huelga a la insurrección, fue percibido por el proletariado mucho antes que por
sus dirigentes. La práctica, como siempre, se adelantó a la teoría”(6).
Este pasaje
de Lenin es especialmente importante hoy, pues muchas dudas en los elementos
politizados y, hasta cierto punto, también en las organizaciones proletarias,
se arraigan en la idea de que al proletariado no logrará jamás salir de la
apatía en la que a veces parece haber caído. Lo ocurrido en 1905 es el desmentido
más patente de todo eso. La fuerte impresión que produce comprobar ese carácter
espontáneo de la lucha de la clase se debe, a veces, a la subestimación de los
procesos que se desarrollan en lo profundo de nuestra clase, de esa maduración
subterránea de la conciencia de la que ya hablaba Marx, cuando la comparaba al
“viejo topo”. La confianza en la clase obrera, en su capacidad para dar una
respuesta política a los problemas que afectan a la sociedad, es algo de
primera importancia hoy en día. Después del desmoronamiento del muro de Berlín
y la campaña de la burguesía que vino después sobre la quiebra del comunismo y
su falaz identificación con el infame régimen estalinista, la clase obrera ha
encontrado muchas dificultades para reconocerse como tal clase y, por
consiguiente, reconocerse en un proyecto, en una perspectiva, en un ideal por
el que combatir. La falta de perspectiva produce automáticamente una caída de
la combatividad, un debilitamiento de la convicción de que es necesario
batirse, porque no se lucha por algo sino cuando hay un objetivo que alcanzar.
Por eso es por lo que hoy, la ausencia de claridad sobre la perspectiva y la
falta de confianza en sí misma por parte de la clase obrera están fuertemente
relacionadas (.....), Pero sobre todo, es en la práctica donde puede superarse
una situación así, a través de la experiencia directa que la clase obrera
realizará de sus posibilidades y de la necesidad de luchar por una perspectiva.
Esto es lo que se produjo precisamente en Rusia en 1905 cuando: “en unos
cuantos meses cambiaron las cosas de arriba abajo. Las pocas centenas de
socialdemócratas revolucionarios fueron “de repente” miles y esos miles se
volvieron dirigentes de dos o tres millones de proletarios. La lucha proletaria
suscitó una gran efervescencia e incluso, en parte, un movimiento
revolucionario, en lo más profundo de la masa de los cincuenta a cien millones
de campesinos; el movimiento campesino tuvo repercusiones en los ejércitos, lo
cual llevó a revueltas militares y oposiciones armadas entre las tropas”(7).
(.....) Esta
confianza en la clase obrera que hoy expresamos no es un acto de fe, ni procede
de una especia de ceguera mística, sino que se basa precisamente en la historia
de nuestra clase y en su capacidad de reanudación, a veces sorprendente, en
medio de un aparente letargo. La dinámica con la que se produce la maduración
de la conciencia proletaria es a veces oscura y difícil de comprender. Pero
también es cierto que la clase obrera estará históricamente obligada, por el
lugar que ocupa en la sociedad de clase explotada y a la vez revolucionaria, a
levantarse contra la clase que la oprime, la burguesía, y en la experiencia de
ese combate volverá a encontrar esa confianza en sí misma que hoy le falta: “...Antes,
teníamos una masa impotente, dócil, inerte como un cadáver, frente a la fuerza
dominante, la cual sí está bien organizada sí sabe lo que quiere, y manipula a
la masa a su conveniencia; y resulta que esa masa se transforma en humanidad
organizada, capaz de decidir su propio destino ejerciendo su voluntad
consciente, capaz de hacer frente con empecinamiento al viejo poder dominante.
Era pasiva y se vuelve masa activa, organismo dotado de vida propia, cimentado
y estructurado Para sí mismo, dotado de su propia conciencia, de sus propios
órganos...”(8).
Paralelamente
a la confianza de la clase obrera en sí misma, aparece necesariamente otro
factor crucial de la lucha del proletariado: la solidaridad en sus filas
(.....). La solidaridad proletaria es un arma fundamental de la lucha del
proletariado; fue una de las bases del impresionante cambio que se produjo en
1905 en Rusia: “...la chispa que provocó el incendio fue un conflicto
corriente entre capital y trabajo: la huelga en una fábrica. Pero cabe señalar
que la huelga de los 12 000 obreros de Putilov, desencadenada el lunes 3 enero,
fue ante todo una huelga proclamada en nombre de la solidaridad proletaria. La
causa de ella fue el despido de 4 obreros. ‘Cuando fue rechazada la petición de
readmisión –escribe un camarada de Petersburgo el 7 enero– la factoría se paró
de inmediato, por unanimidad total....”(9).
(....) Si la
clase obrera en su conjunto no es hoy todavía consciente de la fuerza de la
solidaridad, la burguesía, en cambio, no ha olvidado las lecciones que el
proletariado le ha infligido en la historia, 1905 fue un magnífico
acontecimiento del movimiento obrero, surgido de las entrañas revolucionarias
del proletariado, que demostró la potencia creadora de la clase revolucionaria.
Hoy, a pesar de todos los golpes que la burguesía agonizante le ha asestado, el
proletariado sigue conservando, intactas, sus capacidades. Les incumbe a los
revolucionarios hacer que su clase pueda volver a apropiarse de las grandes
experiencias de su historia pasada y preparar sin descanso el terreno teórico y
político del desarrollo de la lucha y de la conciencia de clase hoy y mañana
(....).
Ezechiele/diciembre,
2004
1Rosa Luxemburg: Huelga de masas, Partido y Sindicatos,
1906.
2Lenin: Informe sobre la Revolución de 1905.
3Rosa Luxemburg: Huelga de masas, Partido y Sindicatos.
4“Marxismo y teleología”, publicado en Neue Zeit en
1905, citado en “Acción de masas y revolución”, 1912.
5Rosa Luxemburg: Huelga de masas, Partido y sindicatos.
6Lenin: Las enseñanzas de la insurrección de Moscú,
1906.
7Lenin, Informe sobre la Revolución de 1905.
8Rosa Luxemburg, Huelga de masad, partido y sindicatos.
9Lenin: Huelga económica y huelga política.
1,
3,5, 8
Rosa
Luxemburgo. La Huelga de masas, partido político y los sindicatos (1906)
2,
7
Vladímir
Ilich Uliánov Lenin. Informe sobre la revolución de 1905
4
Anton Pannekoek. Acciones de masas y revolución 1912
6
Las enseñanzas
de la insurrección de Moscú (29 de agosto 1909) (Desde la página 105 hasta 108)
Lenin. Las
enseñanzas de la insurrección de Moscú. Diciembre de 1905
9
Lenin. Huelgas
económicas y huelgas políticas
31 de mayo
de 1912
http://criticamarxista-leninista.blogspot.com.es/2012/11/huelgas-economicas-y-huelgas-politicas.html
Fuente:
Ver
también:
Anton
Pannekoek. Los Consejos Obreros
Escrito: Por Anton Pannekoek en 1941-42,
1944 y 1947.
Ver los
comentarios
V. I. Lenin:
Cinco años de la revolución rusa y perspectivas de la revolución mundial
(capitalismo de Estado)
Lenin y el
socialismo en un solo país. El término marxismo-leninismo fue creado por José
Stalin
Lenin y
Trotsky: la consigna los Estados Unidos de Europa, el socialismo en un solo país
y el capitalismo de Estado
La URSS: de
la revolución socialista al capitalismo de Estado
Juan Andrade
El marxismo y los problemas de la revolución española. Lenin y el Leninismo
V. I. LENIN.
EL ESTADO Y LA REVOLUCIÓN
Rosa
Luxemburgo. La Revolución en Alemania de noviembre de 1918 y la Revolución en
Rusia de octubre de 1917
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