sábado, 30 de junio de 2012

1º monográfico de Albert Masó (“Albert Vegá”), alias Julio Gil, militante del POUM

Albert Masó alias Julio Gil. Nuestro hombre en Socialismo o barbarie.

Albert Masó alias Julio Gil. Nuestro hombre en Socialismo o barbarie.
Dentro de lo que nosotros veíamos como la “vieja guardia”, el más juvenil en edad y actitud era Albert Masó, con una biografía rica e intensa.
Pepe Gutiérrez-Álvarez | Para Kaos en la Red | 1-10-2008 a las 17:30 | 1814 lecturas | 1 comentario

En aquellos finales de los años sesenta, Alberto Masó March (Barcelona, 1918- París, 2001) aparecía en la agrupación poumista parisina como alguien bastante más juvenil que los demás. Mi impresión era que no pertenecía al grupo de “los de la guerra” sino de una generación más intermedia. Supongo que a esta impresión contribuía por un igual que tuviera  unos años menos de la media, pero también era porque sus preocupaciones, que a diferencia de la de la mayoría –tan ligada a “lo que pasó entonces”-, se orientaban más hacia temas recientes y miraban más hacia la izquierda francesa más audaz, sin dejar por ello de tener un pie en la trama poumista, sobre todo pensando que todavía quedaban muchas cosas por hacer para derrocar a Franco.
        Sin embargo, el joven Masó también tenía detrás de sí un extenso “curriculum” militante. Criado en el efervescente barrio de Gracia, estudió en la elitista Escuela Blanquerna, pero esto no fue ningún obstáculo para su ingreso en el Bloc Obrer i Camperol y en la Juventudes Comunistas Ibéricas en octubre de 1934,  en un momento excepcional de la historia social y política. Nada más comenzar ya lo encontramos en primera línea. Cuando tuvo lugar la rendición del gobierno de la Generalitat. Fue de los jovenzuelos audaces que tomaron parte de la columna militar de la Alianza Obrera que en su afán de solidaridad con la “Comuna de Asturias”, se dirigió hacia Sabadell que estuvo en manos de la Alianza Obrera y llegó hasta Sant Cugat, donde se disolvió no sin antes tener un sangriento enfrentamiento con la guardia civil. Como  joven componente de los Gabocs, realizó acciones por encargo del sindicato mercantil y textil, y tuvo una acción destacada en la huelga del ramo textil en 1936. Estas “acciones ejemplares” incluían el sabotaje de alguna empresa en lucha o simplemente la paliza de un encargado que abusaba de las mujeres, y claro está para contrarrestar la violencia fascista. Por esta época, Masó colabora ya con cierta asiduidad en las páginas de La Batalla y de L´Hora.
            Durante las jornadas históricas de julio de 1936, siguió las órdenes de Rovira en las luchas callejeras contra los golpistas sublevados en Barcelona, y con 18 años se incorporó a las columnas del POUM que estaban comandada por Grossi y Arquer que salieron para el frente de Aragón, primero camino de Zaragoza y más tarde hacia Osca, donde fue herido en uno de los combates y fue atendido en el luego célebre sanatorio de Alp, organizado por médicos afines al POUM. No tardó en  volver al frente de Osca con el grado de teniente de la 29 División y después del nuevo ejército republicano. Intervino en las calles de Gracia junto con los Comités de Defensa de la CNT durante los acontecimientos de mayo del 37 en Barcelona, y en plena represión fue detenido mientras enganchaba carteles en lo que acusaba al gobierno Negrín de representar la contrarrevolución, por ello permaneció en la Modelo de julio a noviembre de 1937. En el Diccionari Pelai Pagés escribe un tanto misteriosamente que “tras llevar a término una importante acción destinada a contrarrestar la persecución estalinista contra el POUM, en febrero de 1938 entró en la Escuela Militar del Estado Mayor, desde la cual regresaría al frente”. Esta importante acción –propia de un militante que ha asumido responsabilidades al más alto nivel- no fue otra cosa que la ejecución del agente estalinista que se hacía llamar “capitán León Narwicz o Narvith” infiltrado (en el POUM y entre los bolcheviques-leninistas) y que tras suscitar sospechas por las caídas que facilitaba fue identificado por Juan Andrade (1) .
            El camino del exilio francés le llevó hasta el campo de Argelès sur Mer del que logró evadirse, para sobrevivir “sin papeles” en plena ocupación alemana Masó formó parte de un equipo especial de defensa del POUM aunque también mantuvo ciertas relaciones con un grupo de carácter bordiguista a través de Suzanne Vounte (“Frédéric”, que será también su compañera) que caracterizaba a la URSS como primordialmente como una potencia contrarrevolucionaria y la guerra mundial como una guerra interimperialista por encima de cualquier otra consideración, pero se negó a aceptar el criterio de este grupo que tendía equiparar el franquismo y la Republica de Negrín. Masó fue detenido y pasó dos años en la prisión de la Santè de París (1939-1941), pero a finales de 1941 fue internado en el cuartel de Les Tourelles, hasta que una enfermedad le llevó a un Hospital del que pudo escapar. Detenido de nuevo, acabó esta vez en Alemania, en un campo de trabajadores polacos que hacían de esclavos para la fábrica de I.G. Ferien Industrie. En la primavera de 1944  volvió a ser detenido por los alemanes mientras actuaba en la resistencia.
          Después de la Liberación de Francia, y tras pasar una temporada en un sanatorio suizo para recuperarse de su salud quebrantada, Albert comenzó a  ganarse la vida como traductor y se reincorporó al POUM reconstituido. Sin embargo, acabó apartándose para ingresar en el grupo francés “Socialisme ou Barbarie”, un pequeño grupo disidente de la Cuarta Internacional (a la que criticaba de “superficialidad”), que estaba liderado por teóricos tan brillantes como Cornelius Castoriadis que había vivido una experiencia muy similar a la del POUM en Grecia, y Claude Lefort, al que Sartre llamó descabelladamente  “el Trotsky de Trotsky” (2). Con ellos hizo una larga travesía por los oscuros años cincuenta y principios de los sesenta, durante los cuales no parecía posible ninguna alternativa al margen de los dos grandes bloques. Albert tomó parte  en toda clase de debates, crisis y escisiones mini-grupusculares manteniendo una constante fidelidad a la tradición marxista y al obrerismo militante representada por el POUM. En otoño de 1957 albergó en su domicilio a G. Munis, pero sus relaciones concluyeron poco después en un desacuerdo total.   
          Los socialbárbaros teorizaban que en la URSS se había instalado un “capitalismo de Estado”, y que se imponía una rectificación radical de las tradiciones marxistas en un sentido más libertario. Sin embargo, el grupo, que fue muy rico e imaginativo en su producción teórica “superadora”, dejó de existir precisamente poco antes de la eclosión del movimiento obrero-estudiantil de mayo de 1968 en cuyas consignas y formas de lucha se podían distinguir no poca de la influencia de este grupo. Aunque sucintamente, cabe decir que Castoriadis y Lefort, llevaron su análisis de “la naturaleza de la burocracia obrera y sobre todo de la burocracia estalinista” hacia el anticomunismo, y al final, hacia posiciones que se podían traducir sí se me permite la malevolencia, como Capitalisme ou barbarie).  En estos años izquierdistas, Albert escribió asiduamente con los seudónimos de Vega o Maille en revistas como L´Internationaliste, Pouvoir Ouvrier, y especialmente en Socialisme o Barbarie, de la que no tengo información que se hiciera ninguna traducción, aunque sí lo recuerdo de un formidable número de1967 de Internacional Situacionista, que fue a su vez un grupo desgajado de los socialbárbaros.
            Fue en esta época ulterior al mayo en la que Masó se incorporó de nuevo al POUM, en 1972 se integró en su Ejecutivo aunque la actividad partidaria era más la propia  de una asociación de antiguos combatientes. De esta época recuerdo algunas discusiones con él, tanto sobre la historia del POUM como sobre algunas de las consideraciones socialbárbaras que, a mi modesto entender, podían resultar muy brillante pero permanecían ajena a la actividad en sindicatos y movimientos, algo que ni el BOC ni el POUM habrían aceptado en sus tiempos. Por otro lado, mientras que el POUM trató de integrar matizaciones marxistas muy diversas, los socialbárbaro se situaban más allá  de los demás. En cuanto a sus registros sobre la URSS y el estalinismo, a mi entender, había cosas fundamentales que también compartía el POUM: el apoyo a la revolución de Octubre, la denuncia de la tiranía burocrática y gran rusa del PCUS, y la apuesta por una nueva revolución que congeniara socialismo y libertad. Pero Albert criticaba el tradicionalismo trotskista de una manera que a mí me parecía muy resabiada, y yo le contestaba que el POUM también permanecía atrincherado en sus propias tradiciones.  En septiembre de 1975 fue uno de los organizadores en Paris de la amplia movilización contra las sentencias de muerte dictadas por el Caudillo agonizante, con protestas que fueron noticias de portada y que ejemplificaron en la prensa internacional el rechazo radical contra la dictadura. 
            En la época de mayor dedicación a la situación española (Albert llevó su empeño en la reconstrucción del POUM hasta fijar su residencia en Barcelona entre 1976 y 1979),    cuando fue conocido como Julio Gil. Con él firmó sus artículos (en los números 2, 3 y 4) sobre sindicalismo y movimiento obrero en la interesante revista dirigida por Solano, Tribuna socialista de la que aparecieron cuatro números entre octubre y octubre (1975-1976). También formó parte del pequeño grupo de activistas que en medio del desaliento garantizó la salida de La Batalla y la pervivencia de las siglas. En sus artículos se puede percibir la influencia de algunos criterios socialbárbaros (la desconfianza hacia la burocracia sindical y los “aparatos”, el asambleísmo, delegados elegidos y revocables, autogestión, etc, que, la verdad sea dicha ya formaban parte del ABC de otros colectivos más o menos consecuentes). También preconiza una desconfianza feroz hacia el juego político del “cambio”. En este tiempo debatí muchas veces  con Gil, siempre con un tono polémico amistoso, aunque recuerdo una ocasión en que la discusión cobró un sesgo más áspero. El motivo fue la causa palestina. A mí entender Gil hacía malabares para exonerar el sionismo en un tono que me recordaba a algunos sionistas de izquierda que había conocido y leído. A mi parecer, enfatizaba las taras del pueblo palestino (islamismo integrista, culto a los líderes, burocracia, etc), pero esto no me  llevaba a cuestionarme sobre quienes eran los opresores y quienes las víctimas.
            La enfermedad le apartó de la vida militante, y además, llegaron malos tiempos para la lírica y  los que trataban de seguir alternativas críticas nos quedamos sin soportes. La biografía de Albert ocupa su merecido lugar en “el Maitron”, el Diccionario más completo sobre el movimiento obrero francés que al citar nombres como el suyo trata ante todo de honrar a los combatientes extranjeros de la resistencia francesa (Como no podía ser menos, Albert también figura en el Diccionari biogràfic del moviment obrer als Països Catalans, Edicions Universitat de Barcelona/Publcacions de l´abadia de Montserrat); igualmente se puede encontrar información sobre este destacado militante en la Web BALANCE .  
 
---1) Una buena información sobre su papel en dicho movimiento aparece Socialisme ou Barbarie, un engagement politique et intellectuel en la France de l’après guerre, de Philippe Gottraux (Ed. Payot Lausana, s.I, 1997). El lector interesado puede consultar los extras dedicadas a la figura de Cornelius Castoriadis por las revistas Anthropos nº 198 y Archipiélago nº 54...por más que, desde mi punto de vista, los autores abordan la dimensión práctica socialbárbara desde la más absoluta distanciación, su actuación aparece como virginal, y se justifica por su brillantez intelectual, sin necesidad del menor contraste con la realidad y con otras opiniones.  Éste es también el principal defecto del trabajo más detallado sobre Masó publicado entre nosotros en la prensa diario catalán (Avui, 9-9-04, reproducido en www.fudanin.org), el de Xevi Camprubi, Albert Masó: el llarg viatge cap al socialismo. Mucho más detallado es el trabajo de A. Guillamón aparecido en la Webb de BALANCE.
---2) León Narwicz, de nacionalidad polaca y miembro de la NKVD y del Servicio de Información Militar (SIM), creado por Prieto, figuraba como capitán de las Brigadas Internacionales. Había tenido un  papel destacado preparando la identificación de los dirigentes del POUM para su ulterior. Comenzó  ganándose la confianza de algunos líderes poumistas, ante los que se había identificado como simpatizante de la Oposición rusa,  y armado con un cámara fue fotografiando a militantes que una vez detenidos pudieron observar que la policía utilizaba sus fotos.  A principios de 1938,  Narwicz trataba de  infiltrarse entre los trotskista de la SBLE, pero ya entonces había sido identificado y se conocía  el papel que había jugado en la detención de Nin... El POUM decidió hacerle creer que les interesaba contactar con él, y le preparó la trampa en la que Masó fue el brazo ejecutor.


#1.- In memoriam
JM Delgado|03-10-2008 05:51
No olvidaré jamás a Julio Gil. A su paciencia infinita, a su rigor humanizado, a su tolerancia con la impertinencia. Que la tierra le sea leve. JM Delgado

Biografía de Albert Masó (“Albert Vegá”), alias Julio Gil, militante del POUM


Semblanza de Alberto Masó March
Albert Masó (“Albert Vegá”)
La batalla socialista (sobre todo en francés)
http://translate.google.es/translate?hl=es&sl=fr&u=http://bataillesocialiste.wordpress.com/maso-dit-vega-1918-2001/&prev=/search%3Fq%3Dalbert%2Bmas%25C3%25B3%26start%3D130%26hl%3Des%26sa%3DN%26biw%3D1161%26bih%3D652%26prmd%3Dimvnso&sa=X&ei=5jjvT4ufBaH80QW9k-GVDg&ved=0CFYQ7gEwAziCAQ

viernes, 29 de junio de 2012

Web para descargar los libros de Ediciones Espartaco Internacional

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Ediciones Espartaco Internacional | Kaos. Cultura | 10-5-2008 a las 23:33 | 1958 lecturas


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¿Qué fue el estalinismo?

¿Qué fue el estalinismo?
Terrorismo político incesante, omnipresente y casi omnipotente Imprescindible falsificación de su propia naturaleza Capitalismo de Estado dirigido por el Partido-Estado y militarización del trabajo
Agustín Guillamón | Balance. Cuadernos de historia | 30-11-2008 a las 5:09 | 8415 lecturas | 3 comentarios
El estalinismo fue una ideología totalitaria, fundamentada en el culto a Stalin, que utilizaba un lenguaje marxista, y se reclamaba (y legitimaba) como continuidad de las tesis de Marx, Engels y Lenin.
A la muerte de Stalin, los dirigentes del Estado soviético y del PCUS, criticaron las “desviaciones” provocadas por el culto a la personalidad de Stalin. El regreso a una dirección colectiva del PCUS y de la URSS era suficiente (en 1956) para resolver los errores más graves del despotismo de Stalin, denunciados por Kruschov en el XX Congreso del PCUS.
A los herederos de Stalin les bastaba, en 1956, con introducir los principios democráticos en la dirección colectiva del PCUS para declarar que todo estaba arreglado. Para ellos Stalin fue un fenómeno monstruoso, pero ACCIDENTAL, y en todo caso las manifestaciones perversas del sistema estalinista, debidas al culto a la personalidad, se difuminaban y empequeñecían frente a los “gloriosos logros” del sistema soviético. (Para una ampliación de todo esto es muy útil la consulta del tomo III de Kolakowski,  pp. 15-55).
Los errores y horrores de Stalin se limitaban, según los herederos y sucesores estalinistas, al período que iba desde principios de los años treinta hasta su muerte en 1953.  Esta fue la explicación de los estalinistas sin Stalin, que a nadie convenció, pero que sirvió a todos para echar las culpas a un sólo individuo y enterrar todo el período estalinista bajo el cerrojo del olvido, la amnesia y el palimpsesto.
Para un análisis marxista del estalinismo, tenemos a dos excelentes militantes y teóricos marxistas: Munis y Bordiga.
Bordiga (asesorado por Trotsky) se enfrentó a Stalin (asesorado por Togliatti) en el IV Congreso de la IC y tiene varios escritos de crítica del estalinismo: “Diálogo con Stalin” y “Diálogo con los muertos”. Pero la mejor crítica del estalinismo está en Munis (en su libro Partido-Estado-Revolución, reeditado por Muñoz Moya ediciones).
La mejor y más precisa definición del estalinismo es la que hace Munis, que intentaré resumir aquí brevemente. Según Munis, las características de la contrarrevolución estalinista fueron:
1.- Terrorismo político incesante, omnipresente y casi omnipotente.
2.- Imprescindible falsificación de su propia naturaleza contrarrevolucionaria, y de la naturaleza de sus enemigos, especialmente de los revolucionarios.
3.- Explotación de los trabajadores, mediante un capitalismo de Estado, dirigido por el Partido-Estado, que militarizó el trabajo.
Entre los intelectuales burgueses, puede establecerse una especie de escala cronológica en la denuncia del estalinismo, que se centra sobre todo en determinadas fechas conflictivas (insurrección húngara de 1956, o checa de 1968)…. Sartre, Camus,  Merleau-Ponty y un largo etcétera, ante el que cabe preguntarse por qué unos se “despiertan” en 1968 y no antes, en 1956, o por qué no con Orwell en 1937. La respuesta suele ser siempre la misma: oportunismo y ventajas que suponía la tolerancia respecto al estalinismo, con masivas militancias en los PC francés e italiano, y sus evidentes horrores.
Por otra parte, la denuncia del estalinismo suele detenerse en Lenin. Véase por ejemplo el propio Bordiga en su artículo “Lenin en el camino de la revolución” escrito a la muerte de Lenin en 1924, o el de los años sesenta sobre la respuesta a Lenin en su acusación de izquierdismo a las Izquierdas Comunistas alemana e italiana (que incluía al mismo Bordiga).
Fue la Izquierda germano-holandesa (Herman Gorter, Anton Pannekoek, Karl Korsh, Otto Rühle, Jan Appel, etcétera)  espléndidamente traducida al español en varios libros de Ediciones Espartaco Internacional, quien hizo la crítica marxista más temprana y radical al estalinismo y al leninismo.
Es indudable que las raíces del estalinismo se encuentran en la concepción leninista del partido, así como en el wilsoniano  “derecho de las naciones a la autodeterminación”,  propugnado también por Lenin, y por supuesto en el fracaso de la revolución internacional en Alemania, en 1919.
Sobre la crítica a la concepción del partido, y a la pretensión de extender las tácticas rusas a Europa occidental, véase la carta de Gorter a Lenin y sobre todo la crítica rigurosa y fundamental de Pannekoek en Lenin filósofo.
Par una crítica de la concepción leninista y estalinista del nacionalismo véase el texto de Pannekoek, titulado “Lucha de clase y nación” y el de Gorter “El imperialismo, la guerra y la socialdemocracia” (ambos en el libro Contra el nacionalismo de Espartaco).
El enfrentamiento de la Izquierda germano-holandesa con Lenin, en el seno de la III Internacional, era el encontronazo de los marxistas internacionalistas contra un Lenin, nacionalista ruso, imbuido en la tradición y terminología marxista, pero que había abandonado el pensamiento marxista en núcleos esenciales del pensamiento de Marx:
1.- La liberación de los trabajadores será obra de los propios trabajadores, que adquieren su conciencia en la propia experiencia histórica, sin necesidad de que unos intelectuales burgueses, desde el exterior de la clase obrera, y ajenos a ella, les enseñen la teoría marxista.
2.- El proletariado es internacional e internacionalista, y no tiene que reconocer ningún “derecho” burgués a la autodeterminación. La lucha de clases y la revolución proletaria serán de ámbito mundial, o no serán. 
3.- La revolución rusa de 1917 debía someterse a los intereses del proletariado internacional, y no como sucedió, bajo presión de Lenin y los bolcheviques, que consiguieron someter la Internacional a los designios e intereses de la revolución nacional rusa y de su capitalismo de Estado. Bordiga denunciaba esto como “inversión de la pirámide” (esto es la Internacional sometida a los intereses nacionales del PC de Rusia).
4.- El parlamentarismo y el sindicalismo en Europa occidental han sido absolutamente superados en 1917, donde sólo podían ser   ya instrumentos de sumisión del proletariado. La táctica que Rusia impuso a la Internacional Comunista, de usar parlamento y sindicatos. era absolutamente nefasta en Europa occidental. Esa imposición debió mucho a Lenin, y fue una de las características del leninismo.                                                                                                                                            *
La grandeza del Octubre Rojo radica en que es la primera revolución proletaria de la historia, la primera vez en la que el proletariado tomó el poder, derrocando el gobierno de la burguesía. La revolución comunista sólo podía ser mundial, y fracasó en Rusia cuando se produjo la derrota del proletariado revolucionario en Alemania y la revolución soviética quedó aislada.
Este aislamiento, unido a las catástrofes de la guerra civil, el caos económico, la miseria y el hambre, magnificaron los terribles errores de los bolcheviques, entre los que destacaba la identificación entre Partido y Estado, que condujeron al triunfo inevitable de la contrarrevolución estalinista, desde el seno del propio partido bolchevique que había impulsado la revolución soviética de Octubre de 1917. La contrarrevolución estalinista fue pues de carácter político, destruyó toda oposición política e ideológica, reprimió duramente movimientos y grupos proletarios, indudablemente revolucionarios, y persiguió hasta el exterminio físico a quienes manifestaron la menor disidencia, ya fuera dentro o fuera del partido único bolchevique. En Rusia, el proceso revolucionario iniciado en 1905, obtuvo su primer éxito con la revolución democrática de Febrero de 1917, que derrocó al zar e instauró una república democrática, pero no se quedó a medio camino y llegó hasta el final con la insurrección de Octubre de 1917 en Petrogrado, en la que los soviets tomaron el poder, desplazando a la burguesía del aparato estatal.
La contrarrevolución estalinista fue pues de carácter político, y se encarnó en el monopolio del poder por el propio partido bolchevique, en las medidas de nacionalización y concentración económica estatal (capitalismo de Estado) y en la transformación del Partido bolchevique en un Partido-Estado.
Lejos de ser un banal golpe de Estado, como miente la clase dominante, la revolución de Octubre es el punto más alto que ha alcanzado hasta ahora la humanidad en toda su historia. Por primera vez la clase obrera tuvo el valor y la capacidad de tomar el poder, arrebatándoselo a los explotadores, e iniciar la revolución proletaria mundial. 
Aunque la revolución pronto iba a ser derrotada en Berlín, Munich, Budapest y Turín, aunque el proletariado ruso y mundial tuvo que pagar un precio terrible por su derrota: el horror de la contrarrevolución, otra guerra mundial, y toda la barbarie sufrida bajo los  estados totalitarios estalinistas; la burguesía todavía no ha sido capaz de borrar la memoria y las lecciones de este formidable acontecimiento.
El peor legado del estalinismo ha sido su perversa utilización de la ideología marxista-leninista como desarrollo ortodoxo del “marxismo”, que quedaba así invalidado y desprestigiado como teoría de la revolución proletaria. El leninismo usó un lenguaje marxista para justificar unos regímenes totalitarios, que nada tienen que ver con los análisis de Marx, efectuados entre 1844 y 1883, sobre el capitalismo y la explotación del proletariado. El propio Lenin, en sus concepciones y análisis sobre el partido, los nacionalismos, la revolución rusa, etcétera, se enfrentó frontalmente a otros teóricos marxistas, como Luxemburg, Bordiga, Gorter, Pannekoek, que denunciaron muy tempranamente las peores aberraciones del leninismo.
La concepción leninista del partido considera que la clase obrera es incapaz de alcanzar una conciencia que vaya más allá de chatas concepciones sindicalistas y reformistas. El partido ha de inocular, desde fuera de la clase obrera, la conciencia socialista y revolucionaria. Tal concepción, como demuestra Pannekoek en “Lenin filósofo” (editado en Ediciones Espartaco), es ajena a Marx, que afirmó claramente que “la emancipación de los trabajadores será obra de los propios trabajadores”.
El derecho (burgués) de las naciones a la autodeterminación, propugnado por Lenin, introduce la ideología nacionalista como objetivo fundamental del proletariado en la lucha por su emancipación. Tal y como debatió Rosa Luxemburg con Lenin, la ideología de liberación nacional de los pueblos oprimidos es una ideología burguesa, absolutamente ajena a la lucha de clases y a la emancipación del proletariado (véase los libros de María José Aubet sobre Luxemburg, editados por Anagrama y El Viejo Topo).
Las tácticas utilizadas por los bolcheviques en Rusia no eran generalizables a la situación existente en Europa occidental, donde los partidos comunistas propugnaban tácticas antiparlamentarias y antisindicales, que fueron condenadas dogmáticamente por Lenin. Véase (en Ediciones Espartaco) la “Carta abierta al camarada Lenin”, que Gorter escribió como respuesta al folleto leninista “El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo”.
Existe, pues, todo un corpus marxista, que denunció no sólo la barbarie totalitaria de los regímenes estalinistas y fascistas, sino también algunas de las peores aberraciones teóricas del leninismo: ésa es la herencia irrenunciable que nos han entregado las distintas fracciones de la izquierda comunista.
Ni la ideología leninista, ni el totalitarismo estalinista, son marxistas. Por marxismo hay que entender la crítica de la economía política del capital, efectuada por Marx a mediados del siglo XIX, su método de investigación, y la teorización de las experiencias históricas del proletariado (Manifiesto comunista, El Capital, 18 Brumario, etcétera), proseguidas por Engels, Luxemburg, y la izquierda comunista (rusa, italiana y germano-holandesa). Esta izquierda comunista estaba formada por pequeñas fracciones que, en duras condiciones de aislamiento y persecución física y política, criticaron, usando el método marxista, y en la práctica de la lucha de clases, las tergiversaciones de la Tercera Internacional, y del totalitarismo estalinista y fascista.
La crítica marxista de los regímenes estalinistas, resultado del análisis teórico y de la lucha de estas fracciones de Izquierda Comunista en el seno de la propia Internacional Comunista, que definieron con mayor o menor claridad a esos regímenes como capitalismo de Estado, se encuentra en la bibliografía abajo indicada. 
Agustín Guillamón. 
Bibliografía 
Appel; Gorter; Laufenberg; Meyer; Pannekoek; Pfemfert; Rühle; Reichenbach; Schwab; Wolfheim y otros: Ni parlamento, ni sindicatos: ¡Los Consejos obreros! Los comunistas de izquierda en la Revolución alemana. Ediciones Espartaco Internacional, Barcelona, 2004.
Aubet, María José: Rosa Luxemburg y la cuestión nacional. Anagrama, Barcelona. 1977.
[Bordiga, Amadeo]: Las grandes cuestiones históricas de la revolución en Rusia. Partido comunista internacional, Madrid, 1997.
Gorter; Pannekoek: Contra el nacionalismo, contra el imperialismo y la guerra: ¡Revolución proletaria mundial! Ediciones Espartaco Internacional, Barcelona, 2005.
Gorter; Korsh; Pannekoek: La izquierda comunista germano-holandesa contra Lenin. Ediciones Espartaco Internacional, Barcelona, 2004. [Contiene la “Carta abierta al camarada Lenin”, de Gorter y “Lenin filósofo” de Pannekoek].
Luxemburg, Rosa: La revolución rusa. Anagrama, Barcelona, 1975.
Luxemburg, Rosa: La cuestión nacional. Traducción y prólogo de María José Aubet. El Viejo Topo, Barcelona, 1998.
Mett, Ida: La Comuna de Cronstadt. Crepúsculo sangriento de los Soviets. Ediciones Espartaco Internacional, Barcelona, 2006.
Munis, G.: Revolución y contrarrevolución en Rusia. Muñoz Moya, Llerena, 1999.



jueves, 28 de junio de 2012

Rosa Luxemburgo y la democracia Juan Manuel Vera

 Rosa Luxemburgo y la democracia

       Juan Manuel Vera

 
Texto publicado en Iniciativa Socialista nº 28, febrero 1994


 "La libertad sólo para los que apoyan al gobierno, sólo para los miembros de un partido (por numeroso que éste sea) no es libertad en absoluto. La libertad es siempre y exclusivamente libertad para el que piensa de manera diferente"      (Rosa Luxemburgo)
 
 

Cada 15 de enero se cumple el aniversario de los asesinatos de Rosa Luxemburgo y de Karl Liebknecht, los dirigentes históricos del ala izquierda de la socialdemocracia alemana. El 15 de enero de 1919, el culatazo del fusil de un soldado del viejo ejército del Káiser ponía fin a la apasionada y apasionante existencia de una de las figuras más destacadas del movimiento socialista europeo: Rosa Luxemburgo.
Son numerosas sus aportaciones polémicas al debate socialista: sus posiciones sobre la huelga de masas, su afirmación de la capacidad creativa y espontaneidad de la clase obrera, la crítica al leninismo organizativo, su polémica oposición al derecho de autodeterminación en el capitalismo, sus trabajos sobre la acumulación de capital, la defensa del internacionalismo obrero, etc.
La visión de Rosa Luxemburgo sobre la importancia de la autonomía de las masas para la construcción del socialismo y su concepción no instrumental de la democracia representan un recordatorio obligado para comprender la diversidad de orientaciones existentes entre los revolucionarios de las primeras décadas del siglo. Al mismo tiempo, obliga a reflexionar sobre la intensa marginación a la que fue sometido su pensamiento por parte de las izquierdas posteriores.
Para recordar la figura de Rosa Luxemburgo parece especialmente oportuno un breve análisis de sus opiniones sobre la cuestión democrática, planteadas en su célebre folleto La revolución rusa, demostrativas de la actualidad y vigencia de su compromiso político y moral. Escrito en 1918 en la carcel de Breslau e incompleto, Rosa envió un borrador de su trabajo en septiembre de 1918 a Paul Levi. Dicho texto expresa simultáneamente su solidaridad con la revolución rusa y una ardorosa defensa de la democracia que refleja fielmente la triple e inseparable dimensión del pensamiento y la obra de Rosa Luxemburgo: socialista, demócrata y revolucionaria.
 

Rosa y la revolución rusa
 

Rosa Luxemburgo entendió desde el inicio de la revolución en febrero de 1917 la continuidad entre dicho proceso y la anterior revolución de 1905. En su primera aproximación señalaba "...una vez en la brecha, la energía revolucionaria del proletariado ruso emprenderá, con la misma lógica ineluctable, la vía de una acción democrática y social radical y adoptará de nuevo el programa de 1905: república democrática, jornada de 8 horas, expropiación de los grandes terratenientes...".Al mismo tiempo, vincula expresamente la revolución con la lucha por la paz. "... Pero de ello emana en primer lugar para el proletariado socialista de Rusia la más urgente de las consignas, indisolublemente unida a todo lo demás: ¡Fin a la guerra imperialista!" (Cartas de Espartaco). Rosa Luxemburgo se sitúa en el campo de la solidaridad con la revolución de octubre: "El levantamiento de octubre no solamente ha servido para salvar efectivamente la revolución rusa, sino también para salvar el honor del socialismo internacional". Sin embargo, desde el principio Rosa Luxemburgo es consciente de la tragedia que supondría el aislamiento de la revolución (carta a Luise Kautsky del 24 de noviembre), del cual culpa a las direcciones chovinistas de la socialdemocracia. Asimismo, mantuvo diferencias y recelos con las orientaciones bolcheviques a la paz separada con Alemania, que condujeron a la paz de Brest-Litovsk.
A mediados del año 1918, Rosa Luxemburgo decide sistematizar sus posiciones críticas respecto a la política bolchevique. El aspecto fundamental que preocupaba a Rosa Luxemburgo eran las consecuencias que para el futuro de la lucha socialista podía tener la lectura apologética y unidireccional de la revolución rusa por la tendencia de sus dirigentes a formalizar y teorizar lo que sólo podían ser posturas contingentes. Realiza en su obra una severa advertencia contra la utilización de la experiencia bolchevique como un modelo para el socialismo. Su folleto La revolución rusa está, por consiguiente, orientado al futuro. "Bajo la teoría de la teoría de la dictadura de Lenin-Trotski subyace el presupuesto tácito de que para la transformación socialista hay una fórmula prefabricada, guardada ya completa en el bolsillo del partido revolucionario, que sólo requiere ser enérgicamente aplicada en la práctica. Por desgracia -o tal vez por suerte- no es ésta la situación. Lejos de ser una suma de recetas prefabricadas que sólo exigen ser aplicadas, la realización práctica del socialismo como sistema económico, social y jurídico yace totalmente oculta en las nieblas del futuro. En nuestro programa no tenemos más que unos cuantos mojones que señalan la dirección general en la que tenemos que buscar las medidas necesarias, y las señales son principalmente de carácter negativo..." (La revolución rusa, RR en adelante, p.210) .
 

Crítica del bolchevismo
 

Sus críticas a los bolcheviques se refieren a tres aspectos: la política agraria, el derecho de autodeterminación y la cuestión democrática. El tema de la democracia es el aspecto sustantivo de su contundente valoración crítica de la política de Lenin y Trotski y de los riesgos que conllevaba para el futuro.
Los bolcheviques habían defendido simultáneamente la consigna de ¡Todo el poder a los soviets! y la convocatoria de una Asamblea Constituyente. Rosa Luxemburgo no comprende el viraje adoptado por los bolcheviques al disolver el Parlamento como tampoco al restringir el derecho de voto. Admite que la Asamblea Constituyente podía no ser verdaderamente representativa, pero afirma que en ese caso la disolución debería haber ido acompañada de una convocatoria de nuevas elecciones, realizando una defensa expresa de la existencia de instituciones representativas bajo un gobierno que se proclama socialista.
Sin embargo, el punto de vista de Rosa Luxemburgo no se refiere fundamentalmente a un problema táctico sobre la Asamblea Constituyente. Su posición es de principio y se refiere a la necesidad absoluta de que el socialismo se desarrolle sobre la base de instituciones democráticas. Muchos comentaristas de esta obra han señalado acertadamente que su contenido planteaba la necesidad de la compatibización entre el Parlamento y los soviets. Creo, sin embargo, que el núcleo central de su argumentación va más allá, es la necesidad permanente de derechos democráticos incondicionados. Se irrita por la tendencia de los bolcheviques a hacer de la necesidad virtud y a acabar defendiendo un "socialismo" antidemocrático.
Frente a una frase de Trotski ("Como marxistas nunca fuimos adoradores fetichistas de la democracia formal") contesta: "Es cierto que nunca fuimos adoradores fetichistas de la democracia formal. Ni tampoco fuimos nunca adoradores fetichistas del socialismo ni tampoco del marxismo....Lo que realmente quiere decir (esa frase) es: siempre hemos diferenciado el contenido social de la forma política de la democracia burguesa, siempre hemos denunciado el duro contenido de desigualdad social y falta de libertad que se esconde bajo la dulce cobertura de la igualdad  y la libertad formales. Y no lo hicimos para repudiar a éstas sino para impulsar a la clase obrera a no contentarse con la cobertura sino a conquistar el poder político, para crear una democracia socialista en reemplazo de la democracia burguesa, no para eliminar la democracia" (RR, p.213-214)
 

Socialismo y democracia
 

En cuanto al contenido del socialismo Rosa Luxemburgo lo entiende como una ampliación de la democracia, no su limitación, extendiendo la intervención en la vida pública a masas de población que nunca habían sido partícipes de su destino.
Por otra parte, el socialismo no puede establecerse por decreto. Nadie posee ni las soluciones para todos los problemas, ni un método infalible. Para Rosa la solución de los problemas sólo puede proceder de la fecunda corrección de los errores cometidos, la cual sólo es posible sobre la base de la libertad de crítica y de la más amplia iniciativa popular. "El sistema social socialista sólo deberá ser, y sólo puede ser, un producto histórico, surgido de sus propias experiencias, en el curso de su concreción, como resultado del desarrollo de la historia viva, la que (al igual que la naturaleza orgánica, de la que, en última instancia, forma parte) tiene el saludable hábito de producir siempre junto con la necesidad social real los medios para satisfacerla, junto con el objetivo simultáneamente la solución. Sin embargo, si esto es así, resulta evidente que no se puede decretar el socialismo, por su propia naturaleza, ni introducirlo mediante un "ukase". Exige como requisito una cantidad de medidas de fuerza (contra la propiedad, etc.). Lo negativo, la destrucción, puede decretarse; lo constructivo, lo positivo, no. Territorio nuevo. Miles de problemas. Sólo la experiencia puede corregir y abrir nuevos caminos. Sólo la vida sin obstáculos, efervescente, lleva a miles de formas nuevas e improvisaciones, saca a la luz la fuerza creadora, corrige por su cuenta todos los intentos equivocados. La vida pública de los países con libertad limitada está tan gobernada por la pobreza, es tan miserable, tan rígida, tan estéril, precisamente porque, al excluirse la democracia, se cierran las fuentes vivas de toda riqueza y progreso espiritual. (...).Toda la masa del pueblo debe participar. De otra manera, el socialismo será decretado desde unos cuantos escritorios oficiales por una docena de intelectuales" (RR, p.210-211)
La democracia es el único medio  para poder limitar los errores inevitables en toda dirección política. "El control público es absolutamente necesario. De otra manera el intercambio de experiencias no sale del círculo cerrado de los burócratas del nuevo régimen. La corrupción se torna inevitable (palabras de Lenin...). La vida socialista exige una completa transformación espiritual de las masas degradadas por siglos de dominio de la clase burguesa. Los instintos sociales en lugar de los egoístas, la iniciativa de las masas en lugar de la inercia, el idealismo que supera todo sufrimiento, etc. Nadie lo sabe mejor, lo describe de manera más penetrante, lo repite más firmemente que Lenin. Pero está completamente equivocado en los medios que utiliza. Los decretos, la fuerza dictatorial del supervisor de fábrica, los castigos draconianos, el dominio por el terror, todas estas cosas son sólo paliativos. El único camino al renacimiento pasa por la escuela de la misma vida pública, por la democracia y opinión pública más ilimitadas y amplias. Es el terror lo que desmoraliza" (RR, p.211).
 

En defensa de la libertad
 

Las libertades públicas no son algo accesorio, sino el aire mismo imprescindible para poder hablar de algo parecido al socialismo. "Lenin dice que el Estado burgués es un instrumento de opresión de la clase trabajadora, el Estado socialista, en cambio, de opresión a la burguesía. En cierta medida, dice, es solamente el Estado capitalista puesto cabeza abajo. Esta concepción simplista deja de lado el punto esencial: el gobierno de la clase burguesa no necesita del entrenamiento y la educación política de toda la masa del pueblo, por lo menos no más allá de determinados límites estrechos. Pero para la dictadura proletaria ése es el elemento vital, el aire sin el cual no puede existir" (RR, p.209).
De forma consistente con las posiciones defendidas desde 1903, Rosa Luxemburgo rechaza el jacobinismo político y valora en el más alto grado la autodeterminación e iniciativa de las masas. Esa capacidad constructiva de la sociedad sólo puede desarrollarse con libertad política, cuyo fundamento es el derecho a oponerse. "La libertad sólo para los que apoyan al gobierno, sólo para los miembros de un partido (por numeroso que éste sea) no es libertad en absoluto. La libertad es siempre y exclusivamente libertad para el que piensa de manera diferente. No a causa de ningún concepto fanático de la "justicia", sino porque todo lo que es instructivo, totalizador y purificante en la libertad política depende de esta característica esencial, y su efectividad desaparece tan pronto como la "libertad" se convierte en un privilegio especial" (RR, p. 209-210) .
La ausencia de democracia conduce a la degeneración política. Es difícil, sabiendo todo lo que ocurrió después y los terribles efectos del estalinismo, no leer con un estremecimiento las proféticas palabras con que Rosa trazó el posible destino de la revolución y su rechazo de la política de terror. "Cuando se elimina todo esto, ¿qué queda realmente? En lugar de los organismos representativos surgidos de elecciones populares generales, Lenin y Trotski implantaron los soviets como única representación verdadera de las masas trabajadoras. Pero con la represión de la vida política en el conjunto del país, la vida de los soviets también se deteriorará cada vez más. Sin elecciones generales, sin una irrestricta libertad de prensa y reunión, sin una libre lucha de opiniones, la vida muere en toda institución pública, se torna una mera apariencia de vida, en la que sólo queda la burocracia como elemento activo. Gradualmente se adormece la vida pública, dirigen y gobiernan unas pocas docenas de dirigentes partidarios de energía inagotable y de experiencia ilimitada. Entre ellos, en realidad, dirigen sólo una docena de cabezas pensantes, y de vez en cuando se invita a una élite de la clase obrera a reuniones donde deben aplaudir los discursos de los dirigentes, y aprobar por unanimidad las mociones propuestas. En el fondo, entonces, una camarilla. Una dictadura, por cierto: no la dictadura del proletariado sino la de un grupo de políticos, es decir, una dictadura en el sentido burgués, en el sentido del gobierno de los jacobinos (¡la postergación del Congreso de los Soviets de periodos de tres meses a seis!). Sí, podemos ir aun más lejos,; esas condiciones pueden causar inevitablemente una brutalización de la vida pública..." (RR, p.211-212).
Durante muchos años se ha sostenido por diversos comentaristas de la obra de Rosa Luxemburgo que ésta se habría retractado con posterioridad de sus opiniones, basándose en afirmaciones de Adolf Warszawski y de Clara Zetkin, que han dado lugar a la leyenda de una autocrítica de Rosa y su acercamiento final al leninismo. Los historiadores comunistas han hablado frecuentemente de una retirada de sus críticas basándose en su rechazo de la convocatoria de Asamblea Constituyente en las agitadas jornadas de noviembre y diciembre de 1918. Esa versión fue sostenido por el propio Lenin en 1922 al afirmar que ella misma había corregido en gran medida sus errores. También Trotski, que calificó su trabajo sobre la revolución rusa de "teóricamente muy débil" (!), considera que su acercamiento a las concepciones bolcheviques explica que no llegara a publicar el manuscrito (en "Rosa Luxemburgo y la Internacional", 1935).
Parece poco creíble sostener que Rosa Luxemburgo había cambiado de opinión... sobre puntos de vistas mantenidos durante toda su vida. En realidad, desde el momento en que redacta el texto hasta su muerte transcurren pocos meses. Por otra parte, el contenido fundamental de su obra es principista y no táctico. Era un trabajo de alcance teórico en el cual "los detalles no eran importantes", como señala Peter Nettl, y sólo de los detalles se habría retractado según sostuvieron sus compañeros alemanes.
¡Rosa Luxemburgo tenía razón en tantas cosas! La revolución de Octubre alimentó la tentación jacobina de la izquierda y su tendencia a intentar sustituir los procesos sociales por las iniciativas de los agentes políticos y la auténtica dinámica de las transformaciones de la sociedad por un control administrativo. Sobre dicha base, la contrarrevolución estalinista estableció un régimen totalitario.
En todos los sentidos, las opiniones expresadas en La revolución rusa derivan de la lucha en favor del socialismo y de la democracia que había manifestado Rosa a lo largo de toda su trayectoria; por ello este escrito aparece como su auténtico "testamento" político. Un testamento que contiene una trágica advertencia sobre el triste destino del socialismo si olvida su intrínseca necesidad de democracia y libertad. Un estremecedor aviso que fue silenciado.
 
 
 
 

SELECCIÓN BIBLIOGRÁFICA SOBRE ROSA LUXEMBURGO, EN CASTELLANO
 A) Obras de Rosa Luxemburgo
 -Introducción a la economía política, Madrid, Siglo XXI, 1974
  -La acumulación de capital, Mexico, Grijalbo, 1967 (primera edición española: Madrid, Cénit, 1933)
 -Escritos políticos, Barcelona, Grijalbo, 1977 (antología de textos)
 -Textos sobre la cuestión nacional, Madrid, Ed. de la Torre, 1977
 -Debate sobre la huelga de masas, Buenos Aires, Cuadernos de pasado y presente, 1975
 -¿Reforma o revolución? y otros escritos, Fontamara, 1978
 -La revolución rusa, Madrid, Castellote, 1975
 -Obras escogidas (dos tomos), Bogotá, Ediciones Pluma, 1976
 -Cartas a Karl y Luisa Kautsky, Barcelona, Galba, 1975
 -Cartas de la prisión, Madrid, Cénit, 1931

 B) Obras sobre Rosa Luxemburgo
-Aubet, María José; Rosa Luxemburg y la cuestión nacional, Barcelona, Anagrama, 1977
-Basso, Lelio; El pensamiento político de Rosa Luxemburg, Barcelona, Península, 1976
-Bisceglie, Anna y Renzi, Dario; Rosa Luxemburgo, Madrid, Prospettiva, 2000
-Cliff, Tony;  Rosa Luxemburg (Introducción a su lectura), Buenos Aires, Editorial Galerna, 1971
-Dunayevskaya, Raya; Rosa Luxemburgo, la liberación femenina y la filosofía marxista de la revolución, México, FCE, 1985
-Frölich, Paul; Rosa Luxemburgo. Vida y obra,Barcelona, Fundamentos, 1976
-Geras, Norman; Actualidad del pensamiento de Rosa Luxemburgo, Mexico, Era, 1980
-Guérin, Daniel; Rosa Luxemburg y la espontaneidad revolucionaria, Buenos Aires, Proyección, 1973 (antología de textos breves)
-Lukács, Georg; Historia y consciencia de clase, Barcelona, Grijalbo, 1978 (incluye varios ensayos sobre Rosa Luxemburgo)
-Löwy, Michael; El marxismo olvidado, Barcelona, Fontamara, 1978
-Materiales, nº extraordinario 3, 1977 (Rosa Luxemburgo hoy, con artículos de Lelio Basso, Oskar Negt, Georges Haupt, Paul Mattick, Michael Löwy, Norman Geras, Dick Howard, Tadeusz Kowalik, Gilbert Badia, J.L. de la Mata, Annette Jost, Narihiko Ito, Joseph Schleifstein y María José Aubet -guía de lectura-)
-Nettl, J. P.; Rosa Luxemburgo, Mexico, Ediciones Era, 1974

-El desafío de Rosa Luxemburgo, Buenos Aires, Proceso, 1972 (con textos de Bertram D. Wolfe, Hannah Arendt, Gilbert Badia, León Trotski, V.I.Lenin, J.P. Nettl, John Knief, Daniel Bensaid, Alain Nair, Michale Löwy y Paul M. Sweezy
 

Obras escogidas de Rosa Luxemburgo
http://www.marxists.org/espanol/luxem/index.htm
Dos obras magníficas
http://eljanoandaluz.blogspot.com.es/2012/03/rosa-luxemburgo-problemas-de.html