martes, 28 de noviembre de 2017

Georges Haupt Los marxistas frente a la cuestión nacional: La historia del problema. Rosa Luxemburgo La cuestión nacional (tercera parte)



 Introducción desde la página 11 hasta la página 13
La elección de este título, o, más precisamente, la negativa a emplear el término englobador de «marxismo», traduce las premisas de nuestro procedimiento. Trata de expresar una puesta a punto fundamental: no puede hablarse de una teoría definida, de una doctrina ya fijada del m arxismo en el terreno nacional, pese a las múltiples tesis y a las numerosas tomas de posición que se reclaman, de él.

En la época de la Segunda Internacional, la ausencia de textos clásicos hace que para los marxistas la cuestión nacional sea un terreno virtualmente virgen. Algunos de los teóricos marxistas, confrontados con situaciones históricas inéditas, pusieron manos a la obra: emprendieron análisis de base, propusieron ampliaciones o innovaciones teóricas. Desembocaron en un conjunto de clarificaciones conceptuales, de tesis, de disposiciones tácticas, de principios programáticos y de soluciones a menudo contradictorias o complementarias. En contra de un tenaz prejuicio, los marxistas de la época de la Segunda Internacional no se propusieron construir ninguna teoría general ni dar soluciones globales al problema de la nación, aplicables en todas las circunstancias y en todo lugar, ni fijar en dogmas normativos sus respectivas tesis.

No carece de significación el que entre los estudios dedicados a la cuestión nacional antes de 1914 tan sólo uno utilizara el término «marxismo», atribuyéndose de este modo, por anticipado, una etiqueta de autenticidad. Se trata del texto de Stalin, que pasó a ser célebre un decenio después de su publicación. Su autor, una vez llegó al poder, no tardó en conferir a su obra el estatuto de la ortodoxia, de la infalibilidad.

Esta sacralización restringió especialmente el campo de las investigaciones. Todavía hoy se atribuye una primacía absoluta a las contribuciones de Stalin y de Lenin, que constituyen, desde luego, un punto de llegada, pero no un punto terminal. En este mismo sentido, se olvida o se pasa en silencio un hecho capital: su elaboración, en vísperas de la Primera Guerra Mundial, se llevó a cabo en la estela de una larga y difícil investigación y tras modificaciones del contexto histórico. Operó la traslación del tema, confinado en la marginalidad, hacia el centro de las reflexiones polí­ticas, hasta que adquirió un estatuto teórico autónomo en el cuerpo mismo del marxismo.


El desarrollo del pensamiento marxista en el terreno nacional no ha sido un movimiento ideológico lineal. ¡Al contrario! La trayectoria de esta elaboración, vinculada a menudo con las circunstancias, manchada por generalizaciones prematuras, m arcada por acerbas polémicas, ha sido la de una investigación en la que la clarificación, la progresión de la problemática, se han dado en medio de la divergencia, en medio de confrontaciones violentas entre los representantes de las distintas corrientes del pensamiento marxista.


La dialéctica de los debates no se sitúa, sin embargo, al solo nivel de la ideología. Está anclada en el terreno mismo de la praxis. Ha sido ante la necesidad de definir una actitud táctica, de elaborar un programa político, que se han llevado a cabo los intentos de conceptualización, que se han modificado o desarrollado, conservado o adaptado, soluciones apenas esbozadas por los fundadores.

El itinerario del desciframiento de una cuestión que permaneció durante mucho tiempo externa o conexa al pensamiento marxista (cuya realidad ha sido sufrida pero en absoluto dominada) no es conocido más que fragmentariamente, y aun bajo una luz particular y deformadora. Así, la aportación de Bauer no es conocida, muchas veces, más que por su crítica staliniana, y las posiciones de Rosa Luxemburg por el proceso que Lenin incoa contra ellas.


Nuestro trabajo trata de establecer las etapas teóricas de este movimiento, de reinsertarlas en su contexto. ¿Cuá­les fueron los puntos de apoyo de los pensadores marxistas en el terreno nacional alrededor del cambio de siglo; cuáles fueron los obstáculos a superar, la urgencia y la naturaleza de los problemas a resolver? El esfuerzo que emprendemos para restituir los datos históricos de los debates, fundamentales para la historia del marxismo, no es ningún ejercicio de erudición. Nuestro propósito es aportar elementos de clarificación en medio de las confusiones o los engaños que se producen bajo la cobertura del marxismo o de su autoridad.


Hay, en particular, «neomarxistas nacionalitarios», exé- getas o epígonos hábiles, que se proponen, en un discurso tergiversador en el que la retórica reemplaza el pensamiento teórico, con la ayuda de citas aisladas, de innovaciones semánticas, de juicios perentorios, adaptar a Marx a los designios nacionalistas. La empresa justificadora adquiere las proporciones de Amédée en la obra de Ionesco en la que el inquilino (el nacionalismo) acaba por invadir todo el espacio (el marxismo). La ausencia o la insuficiencia de investigaciones en profundidad facilitan estos procedimientos y contribuye a su perpetuación.


I. El proceder de los fundadores    13

II. Dificultades conceptuales y analíticas    25

III. Las etapas de la reflexión    50

1. La puesta en marcha. Karl Kautsky y Rosa. Luxemburg    51

2. El esfuerzo de complejización: el proceder teórico de Bauer.     59

3. El proceder estratégico de Lenin        70



Georges Haupt



Georges Haupt Rosa Luxemburgo y la cuestión nacional


Cuadernos Políticos, número 21, México, D.F., editorial Era, julio-septiembre de 1979, pp. 75-90.
Pero fue precisamente esta idea de nación como una de las categorías de la ideología burguesa, algo que la teoría marxista atacó más impetuosamente, señalando que bajo consignas como "autodeterminación nacional" -o "libertad del ciudadano", o "igualdad ante la ley"- asoma siempre un significado deforme y limitado. En una sociedad basada en clases, la nación sencillamente no existe en tanto que conjunto uniforme sociopolítico. En cambio dentro de cada nación hay clases con intereses y "derechos" antagónicos.

 -R. Luxemburgo


Rosa Luxemburgo y la cuestión nacional (primera parte)


Rosa Luxemburgo La cuestión nacional (1909) (segunda parte)




Georges Haupt: vigencia de la historia del movimiento obrero y el socialismo internacional
Hernán Camarero



El historiador y el movimiento social

El historiador y el movimiento social es el último libro preparado por Georges Haupt, director de la colección Bibliotheque Socialiste, muerto en 1978. Como escribe el propio autor en su introducción: «Los estudios reunidos en este volumen son el producto de un combate por la historia obrera, iniciado hace dos decenios.» Un comba- te que tuvo que librar permanentemente en dos frentes. En primer lugar, contra aquellos para los que el movimiento obrero ha estado excluido siempre de la historia oficial; y si en estos últimos años la historia obrera ha adquirido el derecho a entrar en la universidad, no ha encontrado en ella más que un lugar en la última fila. En segundo lugar; contra la historiografía oficial de las organizaciones obreras, dominadas durante decenios por la política y el pensamiento «estalinistas», que ha reescrito cien veces la historia en función de sus necesidades del momento y ha: transformado los archivos en prisión y a los historiadores en vigilantes jurados.

Para Georges Haupt, «no hay elección posible, ni compromiso alguno entre la exigencia del momento y la verdad histórica». No hay, pues, otra vía para el historiador que la de este doble combate. Su objetivo: restituir al movimiento obrero su historia y hacer que la asimilen las nuevas generaciones de militantes, pero no por ese «culto reaccionario al pasado» que denunciaba Marx, sino porque «el proletariado no tiene más maestro que la experiencia histórica».

Los estudios reunidos en este volumen proporcionan a la vez la ilustración de un método («Por qué la historia del movimiento obrero») y análisis detallados de ciertos fenómenos históricos (como por ejemplo «La Comuna como símbolo y como ejemplo» o «La irradiación de la socialdemocracia alemana en el sudeste europeo»). Este libro aporta un importante grano de arena aun combate que no hace más que comenzar y nos hace valorar la riqueza de la contribución de Georges Haupt.





[Libro] El historiador y el movimiento social
Georges Haupt
Índice
INTRODUCCION: HISTORIA E INTERNACIONAL    1
1. ¿POR QUE LA HISTORIA DEL MOVIMIENTO OBRERO?    9
2. LA COMUNA COMO SIMBOLO Y COMO EJEMPLO     35
I. La Comuna como símbolo       39
II. La Comuna como ejemplo     49
3. LENIN, LOS BOLCHEVIQUES Y LA II INTERNACIONAL    65
I. Los bolcheviques en la Internacional: ¿confianza u hostilidad declarada?  70
II. El viraje: el problema de la Unidad en el BSI  76
III La situación de los bolcheviques en la Internacional en víspera de la primera guerra mundial    85
4. EL PARTIDO- GUIA: LA IRRADIACION DE LA SOCIALDEMOCRACIA ALEMANA EN EL SUDESTE EUROPEO    103
5. ¿GUERRA O REVOLUCION? LA INTERNACIONAL Y LA <<UNION SAGRADA>> EN AGOSTO DE 1914                       146
6. GUERRA Y REVOLUCION EN LENIN    180
7. GRUPOS DIDIGENTES INTERNACIONALES DEL MOVIMIENTO OBRERO   207
I. El momento nacional    220
II.  La dinámica de alternancia de los tipos de dirigentes y grupos de dirigentes grupos de dirigentes internacionales  223
III.  El factor personal   226



Los marxistas y la cuestión nacional (Haupt, Löwy y Weill, 1982







J. Stalin  EL MARXISMO Y LA CUESTIÓN NACIONAL

Escrito: Viena, enero de 1913


Anton Pannekoek  Lucha de clase y nación  1912


James Connolly


James Connolly
1897





Historia-debate: “el bolchevismo” y la revolución rusa*
Mar, 25/07/2017 - 17:54 — Raúl Perea
Georges Haupt··
Con la revolución de febrero de 1917, que tomó por sorpresa a Lenin, llegó el momento de aplicar la teoría que, junto con la praxis, pasarían a ser la piedra angular del bolchevismo.

La revolución rusa

No es una visión doctrinaria, sino el análisis de las relaciones de fuerza y el afán de eficacia los que entonces guiaron a Lenin al escoger los modos concretos de llevar a cabo el proyecto revolucionario. Reingresando a toda prisa [desde Suiza] a Rusia en el famoso “vagón sellado” que rápidamente fue utilizado para acusarlo de complicidad con Alemania, encuentra que el estado mayor bolchevique se enfrenta con tal situación tal que es invadido por la incertidumbre.

Lenin se enfrenta entonces con sus propios camaradas para hacer adoptar el análisis de la situación y el programa de acción del bolchevismo que formula en la Tesis de abril:

Lo que hay de original en la actual situación de Rusia, es la transición de la primera etapa de la revolución, que ha dado el poder a la burguesía a causa del insuficiente grado de conciencia y de organización del proletariado, a su segunda etapa que debe dar el poder al proletariado y a las capas pobres del campesinado [...]. Esta situación original exige que sepamos adaptarnos a las especiales condiciones de trabajo del partido en el seno de la inmensa masa proletaria que acaba de despertar a la vida política.

En el torbellino revolucionario, el bolchevismo estuvo lejos de ser homogéneo. Las profundas divergencias surgidas en sus filas aislaron frecuentemente a Lenin, incluso en octubre de 1917, cuando juzga llegada la hora de la conquista del poder.

* En marzo de 1917, el partido bolchevique, desorganizado por la guerra, contaba solamente con 5000 militantes. Iako Sverdlov (1885-1919, de apellido Izrailevitch, había adherido al POSDR en 1903, fue arrestado en numerosas ocasiones y participa en la revolución de 1905) se revelará como el gran artesano de su reorganización, y sabrá convertirlo en un instrumento eficaz y disciplinado, según el modelo definido desde 1902. Al mismo tiempo, la adhesión de Trotsky y de sus amigos refuerza su Estado mayor.


De temible adversario, Trotsky pasa a ser el brillante segundo de Lenin y el organizador de las jornadas de Octubre. Aporta también al bolchevismo una ampliación doctrinaria. En efecto, la concepción a la cual Lenin había adherido hasta 1917 era la instauración de “la dictadura democrática revolucionaria de los obreros y los campesinos” en Rusia. Sin embargo, la guerra mundial marcará una nueva evolución; en efecto, el desarrollo de los acontecimientos, sobre todo después de la revolución de Octubre, tenderá, muy al contrario las previsiones y planes de Lenin, a la construcción de un “Estado socialista”. Y, debido a este hecho, la inicial concepción leninista se transformará y se aproximará a la visión estratégica general de Trotsky, formulada desde 1905, de “dictadura del proletariado” e inmediato pasaje a la revolución socialista, conocida como teoría de la “revolución permanente”.


Pero, en Rusia, pasar a la revolución socialista sólo podía concebirse en el marco de una revolución mundial. Y esta empresa, había pasado a colocarse estar el orden del día debido a la crisis revolucionaria abierta por la guerra y que, según el análisis leninista, era una crisis del conjunto del sistema imperialista. La revolución rusa se revela entonces como el punto de partida y base de la revolución mundial. Esta subordinación era el fundamento doctrinario de la estrategia interna y externa del bolchevismo en los primeros años de la conquista del poder.


Lenin establece entre ellas una relación dialéctica a lo largo de ásperas discusiones sobre estrategia del bolchevismo tras las negociaciones de Brest-Litovsk: es preciso salvar a toda costa el poder de los soviets para preservar la base de la revolución mundial, pero no debía subordinarse el desarrollo de la revolución a la consolidación de esta base. El rol de los bolcheviques consistía sobre todo en dar impulso y acelerar el proceso se la revolución en los países más avanzados en que el capitalismo había creado las bases económicas y las fuerzas sociales para el socialismo.

El bolchevismo en el poder

* La revolución de 1917 marca el gran viraje en la historia del bolchevismo. En primer lugar, lo hizo conocido, tanto en Rusia como en todo el mundo. Para las masas populares rusas sublevadas, la palabra  bolchevismo “toma el valor de una bandera, de un emblema [...]. A  la palabra “bolchevismo” se asocia la noción de fuerza, a la palabra “menchevismo” la de debilidad” (Berdiaev).


El partido fue consciente de esto: abandonando la denominación de social-demócrata, convertida en sinónimo de “no revolucionaria”, tomó el nombre de comunista, tal como Marx y Engels en 1848, pero se agregó la palabra bolchevique como denominación oficial. A nivel internacional, esta palabra desconocida asumió muy rápidamente el significado de un símbolo.


En una Europa que trataba de reencontrarse y que estaba, tras cuatro años de guerra, en plena fermentación, el bolchevismo aparece como fuerza capaz de regenerar la sociedad enferma: la dureza del lenguaje y el estilo de la acción revolucionaria de Lenin seducen. Según palabras de Rosa Luxemburgo, crítica sin embargo de Lenin y su práctica, en 1918, “el bolchevismo se ha convertido en sinónimo de socialismo revolucionario práctico”.


* Lenin no reivindicaba una vocación internacional especial para el bolchevismo, y tampoco el leninismo aparece como una doctrina acabada para la revolución mundial. Resueltamente internacionalista y profundamente revolucionario, Lenin se empeña en hacer triunfar lo más rápidamente posible la revolución proletaria, al menos en algunos de los principales países europeos. Esto les parece a los bolcheviques una necesidad vital, condición sine qua non del éxito de la empresa. La Internacional Comunista (la Tercera Internacional) fue creada en marzo de 1919 teniendo en vista la realización de ese objetivo. Intenta elaborar un concepto de la revolución con  modalidades concretas que unieses la revolución proletaria y la lucha de liberación de los pueblos coloniales en un único proyecto que desembocase en una estrategia común. Una estrategia que nunca dejó de ser ambigua, debido al hecho de ser el resultado de una teoría y de una praxis que no tenían muy en cuenta las realidades de Occidente y de Oriente.

* Pero es con la modificación de la función y la estructura del bolchevismo luego de la toma del poder que se produce el giro decisivo. No se trataba ya conquistar el poder, sino de hacer funcionar a la dictadura del proletariado como método de gobierno de la revolución victoriosa, en condiciones de aislamiento que sin embargo parecían temporarias.

En agosto de 1917, Lenin ataca en El Estado y la Revolución un problema al que concedía una gran importancia tanto “desde el punto de vista teórico como del punto de vista de la política práctica para la revolución proletaria”. En la senda de Marx, pone el acento en la necesidad de tirar abajo el aparato opresivo del Estado burgués. ¿Con que debería ser reemplazado tras la victoria de la revolución proletaria? Lenin se basa en la experiencia de la Comuna de París, que estudia con una óptica muy sistemática. En Rusia, esa función debería ser asumida por los soviets (consejos de diputados de los soldados, de los obreros y de los campesinos), creación espontánea de las masas, durante la revolución de 1905, que resurge en 1917 y posee una sólida implantación en el pueblo. Pero el problema del ejercicio del poder plantea, en vísperas de la victoria de los bolcheviques, una cuestión cuyas implicaciones a largo plazo revelaron ser de gran alcance: ¿gobierno de coalición formado por representantes de todos los partidos socialistas, o gobierno monolítico sólo de los victoriosos bolcheviques? Este conflicto de dimensión histórica provoca la renuncia de quienes habían sido los principales colaboradores de Lenin en el exilio, Kamenev y Zinoviev, y la publicación en el periódico de Gorky de una advertencia de un viejo bolchevique, Solomon Abramovitch Lozovski: “por fuera de un gobierno de coalición, no existe más que una sola vía para conservar un gobierno puramente bolchevique: el terror político”.  [Lozovski adopta después el curso político Stalin, pasa a ser el Secretario de la Internacional Sindical Roja desde 1921 hasta 1937; a fines de los años 1940 es atacado por la dirección estalinista en el marco de una campaña antisemita, arrestado, torturado, y liquidado en agosto de 1952, como muchos intelectuales judíos, durante la llamada “noche de los poetas asesinados”.]

* Este debate seguiría abierto incluso después que los representantes de los socialistas revolucionarios de izquierda hubieran sido asociados al gobierno. Esta experiencia pluralista fue por otra parte de corta duración; terminó en el verano de 1918, después de Brest-Litovsk [el acuerdo de paz]: habiendo denunciado la coalición, su partido, ahora hostil, fue prohibido, luego aplastado.

La asimilación de partido único al ejercicio de la dictadura del proletariado pasó a ser rápidamente un punto doctrinario. Originalmente, los problemas se plantearon debido a circunstancias excepcionales, pero estas ejercieron una influencia política y social determinante, al favorecer e incluso en definitiva, al condicionar la orientación de la praxis. Esta circunstancia fueron las de la Guerra civil, las severas exigencias del “comunismo de guerra” que acentuaron las tendencias centralizadoras y condujeron a poner un acento muy fuerte en la disciplina. La partida de los obreros revolucionarios hacia el frente priva a los hobbies de sus elementos más conscientes. El partido sustituye a los hobbies en el ejercicio del poder. Éste será uno de los grandes temas de las profundas divergencias que surgieron en el seno del bolchevismo en 1920, desde que la cuestión del restablecimiento de un funcionamiento “normal” pasará al orden del día.


* La “oposición obrera” en el interior del Partido Comunista ruso, constatando la degradación de la situación y el peligro de una dictadura burocrática, reclama la aplicación de los principios de la democracia obrera, tanto en el partido como la vida económica y social del país. Se trataba de un rechazo a la identificación partido-proletariado, que lleva a la dictadura de una minoría manejando los recursos del aparato. Al concepto de hegemonía del partido se oponía el concepto de hegemonía del proletariado, es decir la afirmación del rol dirigente de una clase, el proletariado, capaz de comprometer la sociedad sobre un nuevo camino, hacerla progresar y realizar la democracia integral. De hecho, lo que reclamaba la “oposición obrera” era la democracia interna en el marco del partido.

En el X Congreso del Partido Comunista, esas tesis fueron derrotadas. La plataforma de Lenin salió victoriosa. La misma preveía una estrecha subordinación de los sindicatos y del aparato del Estrado al partido. La oposición no fue solamente “desplazada”; el congreso marca también un viraje decisivo y un desenlace en la evolución del bolchevismo. Se prohibió la constitución de tendencias basadas en una determinada plataforma, reforzándose así el poder ya considerable de la jerarquía del partido. El alcance de esta resolución de Lenin despierta muchas interpretaciones.


Algunos analistas la consideran un desenlace lógico, para otros son medidas dictadas por una coyuntura de extrema gravedad, dado que Lenin, ya enfermo, seguía siendo realista, y estaba atormentado por los peligros de la burocracia. Pero su preocupación fundamental era mantener la unidad del partido. En sus preocupaciones, el reflujo de la revolución mundial y, en consecuencia, el aislamiento de la Rusia soviética pasan al primer plano. Para paliar los peligros de este aislamiento y salir del marasmo económico en el que se debatía el país, Lenin busca una vía de repliegue con la introducción en Rusia de un nuevo sistema económico conocido con el nombre de Nueva Política Económica (NEP) que constituía una concesión al campesinado. Pero lo que para Lenin no era más que un retroceso táctico, pasó a ser una realidad estratégica para sus sucesores. El “socialismo en un solo país”, proclamado por Stalin, constituye su más auténtica expresión.

* A partir de entonces, la palabra bolchevismo se carga entonces un nuevo sentido, convirtiéndose en la manera de designar la interpretación estalinista del leninismo. Stalin ya no busca conciliar la vocación nacional y el deber internacional del bolchevismo. Sistematiza al leninismo de tal manera que confiera a su interpretación un valor normativo internacional; elabora una doctrina que permite simultáneamente eliminar a sus adversarios y mantener firmemente en sus manos al omnipotente aparato del partido. Para él, el partido no es solamente la suma de las organizaciones de la clase obrera, sino “el sistema único dirigido por un organismo central”, encargado de mantener y de extender la dictadura del proletariado, cuyo instrumento constituye.


La existencia de fracciones evidentemente es incompatible con la disciplina de acero del partido. Pero, además, Stalin convierte en ley el axioma “el partido se fortalece depurándose de los elementos oportunistas”. Y en nombre de la bolchevización y del reforzamiento de la lucha de clases que acompaña la construcción del socialismo él emprende las purgas que primero golpearon a adversarios ya vencidos, la vieja guardia bolchevique, y luego desembocaron, en los años 30, en un terror ejercido indiscriminadamente.


* Fue con el eslogan de la bolchevización que la Internacional Comunista y sus secciones nacionales fueron depuradas de todas las fracciones que se oponían a la metamorfosis del Estado mayor de la revolución mundial y al cambio del principio leninista de “subordinación de la lucha proletaria nacional a los intereses de la lucha a escala internacional” en una subordinación del movimiento revolucionario a los intereses del “país de socialismo victorioso”.


Las preocupaciones nacidas de la lucha en el seno del partido ruso entre Stalin y la Oposición de Izquierda animada por Trotsky primero, y después entre Stalin y el “bloque de derechas” de Bujarin dominaron la política de la Internacional.


Si bien la revolución y la lucha contra el imperialismo continuaron alimentando el vocabulario, la revolución mundial fue relegada al rango de un mito, y la Internacional Comunista fue conducida al fracaso y a la desaparición. Su disolución en 1943 no hizo más que consagrar un estado de hecho.

* Las vicisitudes del término “bolchevismo” no están ligadas solamente a las vicisitudes de la revolución mundial frustrada y las mutaciones sufridas por la sociedad soviética. La palabra bolchevismo pasó a ser, después de 1920, la palabra clave de una mistificación; en las cruzadas anticomunistas, en el sistema doctrinario nazi, en el vocabulario de Hitler, el antibolchevismo ocupara un lugar central y servirá de pantalla para justificar al fascismo.






* Selección del artículo publicado en dos entregas por Alencontre los días 10 y 11 de mayo de 2017. Traducción del francés de Aldo Casas. 
·· Georges Haupt nació en una familia de la burguesía judía de Europa central, debido a lo cual participo desde niño en diversas culturas. Toda su familia desapareció en los campos hitlerianos. Pasó su adolescencia en Auschwitz. Tras la liberación, de regreso a su Transilvania que había pasado a ser rumana, comienza los estudios superiores y luego ingresa a la Universidad de Leningrado, donde defiende una tesis sobre las relaciones entre revolucionarios rusos y rumanos en la segunda mitad del siglo XIX. Entre 1953 y 1958, al mismo tiempo que daba clases en la Universidad de Bucarest y animaba la revista Studii, dirige la sección de Historia moderna y contemporánea en el Instituto de Historia de la Academia de Ciencias. Formado en el marxismo por algunos maestros soviéticos que admiraba, no dejó de ser muy sensible a las represiones estalinistas y la amenaza de encierro intelectual del estalinismo. En estas condiciones, en 1958 se muda de Bucarest a París, con el deseo también de clarificar el movimiento y las ideologías socialistas con minuciosa erudición y amplitud de criterios. La confianza de Camille Huysmans le abrió los archivos del Buró Socialista Internacional (Segunda Internacional), su conocimiento de los fondos de archivos de toda Europa le permitieron sostener, a partir de 1962, con la dirección de Ernest Labrousse, una tesis sobre la Segunda Internacional. Ese mismo año ingresa al comité de redacción de Mouvement Sociale, el año siguiente al de Cahiers du monde russe et sovietique. Director de estudios en la EHESS (París) y a partir de 1969, director del Centro de estudios sobre la URSS y Europa Oriental. A partir de 1976, enseña episódicamente en Vincennes y, durante varios años, en la Fundación Nacional de Ciencias Políticas. Había adquirido la nacionalidad francesa, pero sus investigaciones y la docencia lo llevaron frecuentemente a los Estados Unidos (especialmente a la Universidad de Madison), a Gran Bretaña, a Italia (donde condujo un ciclo de estudios en la fundación Lelio y Lisli Basso, a Austria y Alemania, a Canadá y a Suiza, a Hungría y Bulgaria. Lo golpeó la muerte en el aeropuerto de Roma, el 14 de marzo de 1978, cuando estaba volviendo a París. Tenía sólo 50 años. Debemos esta breve biografía a Madeleine Rébérioux (1920-2005).


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V. I. Lenin: Las tareas del proletariado en la presente revolución ("Tesis de abril")



Vladimir Ilich Lenin. Las tareas del proletariado en la revolución actual [También conocido como Las Tesis de Abril]


El último "Testamento" de Lenin o Carta al Congreso del Partido Comunista de Rusia bolchevique



Juan Andrade. El " concepto nacional" del [libro] La Revolución Española, día a día (1936-1937)



Rosa Luxemburgo Cuestiones organizativas de la socialdemocracia rusa [¿Leninismo o marxismo?] (1904)



Juan Andrade Nuestra bandera



El proletariado y el problema de Cataluña, "El Soviet" nº 4, 12 mayo 1934


















lunes, 27 de noviembre de 2017

Discurso de Dionisio Inca Yupanqui en las Cortes de Cádiz. 16 de diciembre 1810






Tras el traspaso de la corona de Fernando VII a José Bonaparte, hermano de Napoleón Bonaparte, se produjo el movimiento juntista en la metrópoli hispana. Finalmente se convocaron las Cortes en la ciudad de Cádiz. Por las dificultades de comunicación, debido a la guerra con los franceses y porque el proceso de Emancipación americana se había iniciado muy pocos delegados eran originarios de América.

Además, el único representante de los pueblos originarios fue Dionisio Inca Yupanqui, nacido en Cusco quien dio un discurso tan emotivo que provocó un cerrado aplauso de aceptación. Es interesante porque pocas veces se registran estas muestras en las actas de las Cortes de Cádiz que, finalmente en 1812 aprobaron una constitución liberal, que fue derogada por Fernando VII luego de su restauración.

Aquí transcribimos esa alocusión de Dionisio Inca Yupanqui:

El Sr. INCA pidió entonces la palabra, y leyó el papel siguiente:

“Señor, Diputado suplente por el vireinato del Perú, no he venido a ser uno de los individuos que componen este cuerpo moral de V.M. para lisonjearle, para consumar la ruina de la gloriosa y atribulada España, ni para sancionar la esclavitud de la virtuosa América, He venido sí, á decir á V.M. con el respeto que debo y con el decoro que profeso, verdades amarguísimas y terribles si V.M. las desestima; consoladoras y llenas de salud, si las aprecia y las ejercita en beneficio de su pueblo. No haré, Señor, alarde ni ostentación de mi conciencia; pero sí diré que reprobando esos principios arbitrarios de alta y baja política, empleados por el despotismo, solo sigo los recomendados por el Evangelio de V.M. y yo profesamos. Me prometo, fundado en los principios de equidad que V.M. tiene adoptados, que no querrá hacer propio suyo este pecado gravísimo de notoria y antigua injusticia en que han caido todos los Gobiernos anteriores: pecado que en mi juicio es la primera ó quizá la única causa por que la mano poderosa de un Dios irritado pesa tan gravemente sobre este pueblo nobilísimo, digno de mejor fortuna. Señor, la justicia divina protege á los humildes, y me atrevo á asegurar á V.M., sin hallarme ilustrado por el espíritu de Dios, que no acertará á dar un paso seguro en la libertad de la Pátria mientras no se ocupe con todo esmero y diligencia en llenar sus obligaciones con las Américas: V.M. no las conoce. La mayor parte de sus Diputados y de la Nación apenas tienen noticia de ese dilatado continente. Los Gobiernos anteriores le han considerado poco, y solo han procurado asegurar las remesas de este precioso metal, origen de tanta inhumanidad, del que no han sabido aprovecharse. Le han abandonado al cuidado de hombres codiciosos é inmorales; y la indiferencia absoluta con que han mirado sus más sagradas relaciones con este país de delicias, ha llenado la medida de la paciencia del Padre de las misericordias, y forzándole á que derrame parte de la amargura con que se alimentan aquellos naturales sobres nuestras provincias europeas. Apenas queda tiempo ya para despertar del letargo y para abandonar los errores y preocupaciones hijas del orgullo y vanidad. Sacuda V.M. apresuradamente las envejecidas y odiosas rutinas, y bien penetrado de nuestras presentes calamidades son el resultado de tan larga época de delitos y prostituciones, no arroje de su sena la antorcha luminosa de la sabiduría, ni se prive del ejercicio de las virtudes. Un pueblo que oprime a otro no puede ser libre. V.M. toca con las manos esta terrible verdad. Napoleón, tirano de Europa, su esclava, apetece marcar con este sello a la generosa España. Esta, que lo resiste valerosamente, no advierte el dedo del Altísimo, ni conoce que se le castiga con la misma pena que por tres siglos hace sufrir á sus inocentes hermanos. Como Inca, Indio y Americano, ofrezco á la consideración de V.M. un cuadro sumamente instructivo. Dígnese hacer de él una comparada aplicación, y sacará consecuencias muy sabias é importantes. Señor, ¿resistirá V.M. á tan imperiosas verdades? ¿Será insensible á las ansiedades des sus súbditos europeos y americanos? ¿Cerrará V. M. ojos para no ver con tan brillantes luces el camino que aún le manifiesta el cielo para su salvación? No, no sucederá así; yo lo espero lleno de consuelo en los principios religiosos de V.M. y en la ilustrada política con que procura señalar y asegurar sus soberanas deliberaciones.”

Leído este papel, presentó una fórmula de decreto reducido á mandar á los vireyes y presidentes de las Audiencias de América que con suma escrupulosidad protejan a los indios, y cuiden de que no sean molestados ni afligidos en sus personas y propiedades, ni se perjudique en manera alguna á su libertad personal, privilegios, etc.

Se oyó todo con aplauso, y al tiempo de votarse dijo

El Sr. ESPIGA: Me parece muy laudable la proposición del señor preopinante, pero la encuentro demasiado general. Debía individualizarse por  artículos, y acompañarle una instrucción que fuese materia de discusión.

Los Sres PRESIDENTE Y VICEPRESIDENTE dijeron que este sería el fruto de la discusión, á la cual fue admitida dicha proposición por unanimidad de votos.
El Sr. VILLANUEVA dijo: Creo que la proposición no debía discutirse, sino aprobarse por aclamación, no siendo más que un extracto de la legislación de Indias en esta parte.
El Sr ARGUELLES: Admiro, dijo, el celo filantrópico del Sr. Inca; pero soy de dictamen que conforme al Reglamento se deje para otro día la discusión, porque acaso el Sr. Inca convendrá conmigo en que pueda variarse o modificarse alguna expresión.
Con esto terminó la sesión.
16 de diciembre de 1810. Nro. 81.






domingo, 26 de noviembre de 2017

Rosa Luxemburgo La cuestión nacional (1909) (segunda parte)







Primera publicación: En una serie de artículos sobre la cuestión nacional y la autonomía que apareció en la revista luxemburguesa de Cracovia, Przeglad socialdemokratyczny , 1908-1909. 


Fuente: The National Question - Selected Writings de Rosa Luxemburg , editado e introducido por el difunto Horace B. Davis, Monthly Review Press, 1976. 


Traducido: (del polaco). 

Transcripción / Marcado: Ted Crawford / Brian Baggins. 




Seguimiento recomendado: tesis de los editores de Gazeta Robotnicza : imperialismo y opresión nacional ; II El llamado derecho a la autodeterminación de las naciones ; III. La cuestión polaca y la socialdemocracia.






3. Federación, centralización y particularismo (está el documento traducido al castellano “Rosa Luxemburgo Prólogo de la antología: La cuestión polaca y el movimiento socialista (1905)”





Notas del editor
Rosa Luxemburgo publicó una serie de artículos bajo el título general, El problema de la nacionalidad y la autonomía, en su revista teórica, Przeglad Sozialdemokratyczny (Cracovia), en los números 6-10, 12 y 14-15, 1908 y 1909. La búsqueda fue el siguiente: Artículo 1 pps.482-515; 2, 597 - 612; 3, 613 - 631; 4, 687-710; 5, 795-818; 6 (Problemas especiales de Polonia), pp.136-63, 351-76. Los primeros cinco artículos (pero no el sexto) están incluidos en la presente colección.

Las notas son algo confusas. Se han vuelto a numerar y los que fueron escritos por Rosa Luxemburg o su editor fueron atribuidos, mientras que los otros fueron publicados por el editor Horace B. Davis en la edición Monthly Review.

Nota del editor

[Por Horace B Davies]

Las tesis presentadas aquí son obra de Radek, Stein-Krajewski y M. Bronski, que se encontraban entonces en Suiza; antes de que se publicara el borrador, se presentó también a Hanecki en Copenhague. Esta fue la llamada fracción de Rostamowcy del viejo SDKPiL. El nacionalismo no era un problema entre este grupo y la facción Zarzadowcy a la que pertenecía Rosa Luxemburg, por lo que estas tesis tienen la intención de ser una expresión y continuación de la posición de Rosa Luxemburgo sobre la cuestión nacional. Por supuesto, la propia Rosa Luxemburgo ya había modificado ligeramente su posición, como será evidente por un estudio delfolleto "Junius", publicado al mismo tiempo que estas tesis; su posición dos años después, en el folleto, La revolución rusa (un capítulo del cual está incluido en la presente colección), nuevamente no es exactamente lo mismo. Sin embargo, las tesis expresan su punto de vista general.





V. I. Lenin  El derecho de las naciones a la autodeterminación

Escrito: Entre febrero y mayo de 1914.
El apartado 9 del programa de los marxistas de Rusia, que trata del derecho de las naciones a la autodeterminación, ha provocado estos últimos tiempos (como ya hemos indicado en Prosveschenie) toda una campaña de los oportunistas. Tanto el liquidacionista ruso Semkovski, en el periódico petersburgués de los liquidadores, como el bundista Libman y el socialnacionalista ucranio Yurkévich en sus órganos de prensa, han arremetido contra dicho apartado, tratándolo en un tono de máximo desprecio. No cabe duda de que esta "invasión de las doce tribus" del oportunismo, dirigida contra nuestro programa marxista, guarda estrecha relación con las actuales vacilaciones nacionalistas en general. Por ello nos parece oportuno examinar detenidamente esta cuestión. Observemos tan sólo que ninguno de los oportunistas arriba citados ha aducido ni un solo argumento propio: todos se han limitado a repetir lo dicho por Rosa Luxemburgo en su largo artículo polaco de 1908-1909: La cuestión nacional y la autonomía. Los "originales" argumentos de esta autora serán los que tendremos en presentes con más frecuencia en nuestra exposición.



El último "Testamento" de Lenin o Carta al Congreso del Partido Comunista de Rusia bolchevique



“Sólo he tenido tiempo para hablar con el camarada Dzerzhinski, que vino formar el Cáucaso y me dijo cómo este asunto se puso en Georgia. También he podido intercambiar algunas palabras con el camarada Zinoviev y expresar mis aprehensiones sobre este asunto. De lo que me dijeron por el camarada Dzerzhinski, que estaba a la cabeza de la comisión enviada por el CC para "investigar" el incidente de Georgia , sólo podía sacar las mayores aprehensiones. Si las cosas habían llegado a un extremo tal que Orjonikidze podría llegar al extremo de la aplicación de la violencia física, como el camarada Dzerzhinski me informó, podemos imaginar qué lío nos hemos metido. Obviamente, todo el asunto de "autonomización" era radicalmente errónea y mal sincronizado.”




Georgian Affair-1921
En febrero de 1921, con el estallido de los levantamientos populares contra el gobierno menchevique allí, el Ejército Rojo invadió para ayudar. Sin embargo, el alcance y la popularidad del levantamiento se habían exagerado y al Ejército Rojo le llevó diez días de intensos combates entrar en Tiflis, la capital georgiana.

Trotsky, jefe del Ejército Rojo, no había ordenado ni siquiera había sido informado sobre la invasión de Georgia, que fue instigada y llevada a cabo principalmente por Stalin (Secretario General) y Ordzhonikidze (comisario jefe del Consejo de Guerra Revolucionario del Cáucaso). Trotsky no estuvo de acuerdo con la invasión y explicó que la población podría llevar la revolución. Lenin, estuvo de acuerdo con la invasión, pero instó a una extrema precaución en su implementación para asegurar que el "matón ruso" ayudaría y no dominaría, la revolución georgiana.

Más tarde, Lenin escribió en una de sus últimas cartas al Congreso de los Soviets, que mantener el derecho a la autonomía y la igualdad de las minorías nacionales de Rusia era absolutamente esencial. En el incidente georgiano, recordó, el chauvinismo ruso y las prácticas de Stalin violaron la base más primaria de la solidaridad de clase proletaria, al ejercer los intereses de una gran nación sobre una pequeña. (Ver: Sobre la cuestión de las nacionalidades




La cuestión de las nacionalidades o "autonomización"




"Testamento" político de Lenin. I. Lenin Carta al Congreso (22 dic. 1922 - 4 enero 1923)



Rosa Luxemburgo Cuestiones organizativas de la socialdemocracia rusa [¿Leninismo o marxismo?] (1904)


F. Engels. El programa de los emigrados blanquistas de la Comuna



Juan Andrade. Democracia obrera












Rosa Luxemburgo. 5. La cuestión nacional y la autonomía (1908)




5. La cuestión nacional y la autonomía
El capitalismo transforma la vida social desde los cimientos materiales hasta la cima: los aspectos culturales. Ha producido toda una serie de fenómenos económicos completamente nuevos: gran industria, producción de maquinaria, proletarización, concentración de la propiedad, crisis industriales, monopolios capitalistas, industria moderna, trabajo de mujeres y niños, etc. El capitalismo ha producido un nuevo centro de vida social : la gran ciudad, así como una nueva clase social: la intelligentsia profesional. La economía capitalista con su división del trabajo altamente desarrollada y el progreso constante de la tecnología necesita un gran personal especializado de empleados con capacitación técnica: ingenieros, químicos, arquitectos, electricistas, etc. La industria capitalista y el comercio necesitan un ejército completo de abogados: abogados, notarios, jueces, etc. Gestión burguesa, especialmente en las grandes ciudades, ha hecho de la salud un asunto público y ha desarrollado para su servicio un gran número de médicos, farmacéuticos, parteras, dentistas, así como hospitales públicos con personal adecuado. La producción capitalista requiere no solo gerentes de producción especialmente entrenados, sino educación universal, elemental y popular, tanto para elevar el nivel cultural general de las personas que crea necesidades crecientes, y en consecuencia demandar artículos de masas, y para desarrollar un trabajador educado e inteligente capaz de operar la industria a gran escala. Por lo tanto, la sociedad burguesa en todas partes, la educación popular y la formación profesional son indispensables. En consecuencia, vemos escuelas públicas y numerosos maestros de primaria, secundaria y universidad, bibliotecas, salas de lectura, etc. así como hospitales públicos con personal apropiado. 
La producción capitalista y la participación en el mercado mundial son imposibles sin una comunicación adecuada extensiva, rápida y constante, tanto material como cultural. La sociedad burguesa ha creado, por un lado, ferrocarriles y modernos servicios postales y telegráficos, y por otro, basándose en estos fundamentos materiales: una prensa periódica, un fenómeno social que antes era completamente desconocido. Para trabajar para la prensa, ha surgido en la sociedad burguesa una categoría numerosa de periodistas y publicistas profesionales.  El capitalismo ha hecho cualquier manifestación de la energía humana, incluida la creatividad artística, un objeto de comercio, mientras que, por otro lado, al hacer que los objetos de arte sean accesibles a las masas a través de la producción en masa, ha hecho del arte una necesidad cotidiana de al menos sociedad urbana. Teatro, música, pintura, La escultura, que en el período de la economía natural había sido un monopolio y el lujo privado de patrocinadores individuales y poderosos, es en la sociedad burguesa una institución pública y parte integrante de la vida cotidiana normal de la población urbana. Las necesidades culturales del trabajador se satisfacen en las tabernas o jardines de cerveza y en ilustraciones de libros baratos y adornos de juncos; él adorna a su persona y su alojamiento con deslumbramiento artístico, mientras que la burguesía tiene a su disposición la filarmónica, teatros de primer orden, obras de genio y objetos de elegancia. Sin embargo, uno y otro tipo de consumo atraen a una gran cantidad de artistas y productores artísticos. 

De esta manera, el capitalismo crea una cultura completamente nueva: educación pública, desarrollo de la ciencia, el florecimiento del aprendizaje, el periodismo, un arte específicamente engranado. Sin embargo, estos no son solo apéndices mecánicos del proceso de producción en bruto o piezas sin vida separadas mecánicamente. La cultura de la sociedad burguesa en sí misma constituye una entidad viva y hasta cierto punto autónoma. Para existir o desarrollarse, esta sociedad no solo necesita ciertas relaciones de producción, intercambio y comunicación, sino que también crea un cierto conjunto de relaciones intelectuales en el marco de intereses de clase contradictorios. Si la lucha de clases es un producto natural de la economía capitalista, entonces sus necesidades naturales son las condiciones que hacen posible esta lucha de clases; de ahí que no solo las formas políticas modernas, la democracia, el parlamentarismo, pero también abre la vida pública, con un intercambio abierto de puntos de vista y convicciones contradictorias, una intensa vida intelectual, lo que hace posible la lucha de clases y partidos.  La educación popular, el periodismo, la ciencia y el arte, que crecen al principio en el marco de la producción capitalista, se convierten en sí mismos en una necesidad y una condición indispensables para la existencia de la sociedad moderna. Escuelas, bibliotecas, periódicos, teatros, conferencias públicas, debates públicos crecen en las condiciones normales de vida, en la atmósfera intelectual indispensable de cada miembro de la sociedad moderna, particularmente urbana, incluso fuera de la conexión de estos fenómenos con las condiciones económicas. En una palabra, el proceso material vulgar del capitalismo crea una "superestructura" ideológica completamente nueva con una existencia y un desarrollo que son en cierta medida autónomos.  


Sin embargo, el capitalismo no crea ese espíritu intelectual en el aire o en el vacío teórico de la abstracción, sino en un territorio definido, un entorno social definido, un lenguaje definido, en el marco de ciertas tradiciones, en una palabra, dentro de formas nacionales definidas. En consecuencia, por esa misma cultura separa un cierto territorio y una cierta población como una entidad nacional cultural en la que crea una cohesión y conexión especial y más estrecha de los intereses intelectuales.


Cualquier ideología es básicamente solo una superestructura de las condiciones materiales y de clase de una época determinada. Sin embargo, al mismo tiempo, la ideología de cada época se remonta a los resultados ideológicos de las épocas anteriores, mientras que, por otra parte, tiene su propio desarrollo lógico en un área determinada. Esto está ilustrado tanto por las ciencias como por la religión, la filosofía y el arte.

Los valores culturales y estéticos creados por el capitalismo en un ambiente determinado no solo asumen una cierta calidad nacional a través del órgano principal de producción cultural, es decir, el lenguaje, sino que se fusionan con la cultura tradicional de la sociedad, cuya historia se satura con sus características culturales distintivas; en una palabra, esta cultura se convierte en una cultura nacional con existencia y desarrollo propios.  Las características básicas y los fundamentos de la cultura moderna en todos los países burgueses son comunes, internacionales, y la tendencia del desarrollo contemporáneo es sin duda hacia una comunidad cada vez mayor de cultura internacional. Sin embargo, en el marco de esta cultura altamente cosmopolita y burguesa, el francés se distingue claramente de la cultura inglesa, el alemán del neerlandés, el polaco del ruso, como tantos tipos diferentes.

Los límites de las etapas históricas y las "costuras" históricas son menos detectables en el desarrollo de una ideología. [1]Debido a que la cultura capitalista moderna es heredera y continuadora de culturas anteriores, lo que se desarrolla es la continuidad y la calidad monolítica de una cultura nacional que, en la superficie, no muestra ninguna conexión con el período de la economía capitalista y el dominio burgués. Para el enunciador de la frase "Democracia nacional" o "sociólogo" descerebrado del patriotismo social, la cultura de la Polonia actual es, en esencia, la misma "cultura de la nación polaca" sin cambios, como en la época de Batory o Stanislas. Augusto, mientras que Straszewicz, Swiatochowski y Sienkiewicz son herederos espirituales directos de Rey de Nagtowice, Pasek y Mickiewicz. De hecho, sin embargo, la literatura y la prensa en la Polonia moderna y burguesa son terriblemente triviales; La ciencia polaca y toda la cultura polaca son terriblemente pobres: Pan Tadeusz. La cultura polaca actual, en toda su destitución, es un producto moderno del mismo desarrollo capitalista que encadenó Polonia a Rusia y se colocó a la cabeza de la sociedad, en el papel de clase dominante, una chusma de generadores heterogéneos sin un pasado , sin una tradición revolucionaria, y traidores profesionales a la causa nacional. El aprendizaje, el arte y el periodismo burgueses actuales de Polonia son jeroglíficos ideológicos espirituales y de contenido a partir de los cuales un historiador materialista lee la historia de la caída de la nobleza polaca, la historia del "trabajo orgánico", la conciliación, la democracia nacional, las diputaciones, memorandos, hasta las elecciones "nacionales" para la Duma zarista bajo un estado de emergencia, y adolescentes "nacionales" para asesinar a trabajadores socialistas polacos. El capitalismo creó la cultura nacional polaca moderna,

El capitalismo aniquiló la independencia nacional polaca, pero al mismo tiempo creó la cultura nacional polaca moderna. Esta cultura nacional es un producto indispensable dentro del marco de la Polonia burguesa; su existencia y desarrollo son una necesidad histórica, conectada con el desarrollo capitalista mismo. El desarrollo del capitalismo, que encadenó Polonia a Rusia por vínculos socioeconómicos, socavó el absolutismo ruso, unificó y revolucionó al proletariado ruso y polaco como una clase llamada a derrocar el absolutismo, y de esta manera creó, bajo los zares, las condiciones previas indispensables, para lograr la libertad política. Pero dentro del marco y en el contexto de esta tendencia general hacia la democratización del estado,

Como hemos visto, los requisitos del sistema capitalista conducen con una necesidad histórica en todos los estados modernos al desarrollo del autogobierno local a través de la participación del pueblo en la realización de funciones sociopolíticas en todos los niveles, desde la comuna hasta el distrito, y provincia Sin embargo, cuando dentro de un estado moderno existen distritos de nacionalidad distintos que constituyen al mismo tiempo territorios con ciertas distinciones económicas y sociales, los mismos requisitos de la economía burguesa hacen que el autogobierno en el más alto nivel nacional sea indispensable. En este nivel, el autogobierno local también se transforma, como resultado de un nuevo factor, la distinción nacional-cultural, en un tipo especial de institución democrática aplicable solo en condiciones bastante específicas.

El distrito industrial Moscú-Vladimir, con sus logros económicos, intereses locales específicos y concentración de población, difiere ciertamente tanto del vasto espacio ruso que lo rodea como lo hace el Reino de Polonia. Sin embargo, el factor que distingue a nuestro país del distrito central de Rusia de manera decisiva es la distinción de la existencia cultural nacional, que crea una esfera entera de intereses comunes separados además de los puramente económicos y sociales. Del mismo modo que una comuna urbana o aldeana, distrito, departamento o provincia, provincia o región debe poseer, de acuerdo con el espíritu del autogobierno moderno, una cierta gama de legislación local contenida en el marco de las leyes estatales, el autogobierno nacional, en el espíritu de la democracia,

Toda la cultura moderna es, ante todo, una clase, una cultura burguesa. El aprendizaje y el arte, la escuela y el teatro, la intelligentsia profesional, la prensa, todos sirven principalmente a la sociedad burguesa, están imbuidos de sus principios, su espíritu, su tendencia. Pero las instituciones del sistema burgués, como el desarrollo capitalista en sí mismo, son, en el espíritu de la dialéctica histórica, dos fenómenos de doble filo: los medios de desarrollo y gobierno de clase son, al mismo tiempo, tantos medios para el surgimiento del proletariado como clase a la lucha por la emancipación, por la abolición del gobierno burgués. La libertad política, el parlamentarismo son, en todos los estados actuales, herramientas para construir el capitalismo y los intereses de la burguesía como clase dominante. Sin embargo, las mismas instituciones democráticas y el parlamentarismo burgués son,


Lo mismo se aplica a la esfera del intelecto. La escuela básica, la educación primaria, es necesaria para la sociedad burguesa con el fin de crear el consumo masivo apropiado, así como un contingente apropiado de manos de trabajo capaces. Pero la misma escuela y educación se convierten en las herramientas básicas del proletariado como clase revolucionaria. Las ciencias sociales, históricas, filosóficas y naturales son hoy los productos ideológicos de la burguesía y las expresiones de sus necesidades y tendencias de clase. Pero en un cierto nivel de desarrollo, la clase obrera reconoce que para él también "el conocimiento es poder", no en el insípido sentido del individualismo burgués y sus predicaciones de "laboriosidad y diligencia" como un medio para lograr la "felicidad", sino en el sentido del conocimiento como palanca de la lucha de clases, como la conciencia revolucionaria de las masas trabajadoras. Finalmente, el socialismo, que vincula el interés de los trabajadores como clase con el desarrollo y futuro de la humanidad como una gran hermandad cultural, produce una afinidad particular de la lucha proletaria con los intereses de la cultura como un todo, y causa lo aparentemente contradictorio y fenómeno paradójico de que el proletariado consciente es hoy en todos los países el defensor más ardiente e idealista de los intereses del saber y el arte, la misma cultura burguesa de la que es hoy el hijastro desheredado.

La autonomía nacional del Reino de Polonia es principalmente necesaria para que la burguesía polaca fortalezca su dominio de clase y desarrolle sus instituciones con el fin de explotar y oprimir sin restricciones de ningún tipo. De la misma manera que las modernas instituciones parlamentarias estatales y políticas, y como corolario, las instituciones de autogobierno local son, en cierto modo, una herramienta indispensable del gobierno burgués y una estrecha armonización de todas las funciones estatales y sociales con los intereses de la burguesía, en un sentido más restringido, la autonomía nacional es una herramienta indispensable para la aplicación estricta de las funciones sociales en un territorio determinado a los intereses burgueses especiales de ese territorio. Absolutismo, que resguardaba el más crudo, aunque el más importante interés vital de las clases dominantes, a saber, la explotación ilimitada de los estratos de trabajo, naturalmente, al mismo tiempo, sacrificó a sus propios intereses y métodos de trabajo todos los intereses sutiles y las formas del gobierno burgués, es decir, los trató con crueldad asiática. La libertad política y el autogobierno eventualmente le darán a la burguesía polaca la posibilidad de utilizar una serie de funciones sociales actualmente descuidadas -las escuelas, el culto religioso y toda la vida cultural y espiritual del país- para sus propios intereses de clase. Al administrar todas las oficinas de la administración, la judicatura y la política, la burguesía podrá asimilar genuinamente estos órganos naturales del gobierno de clase con el espíritu y las necesidades hogareñas de la sociedad burguesa, y así convertirlos en herramientas flexibles, precisas y sutiles de las clases dominantes polacas. Autonomía nacional,


Sin embargo, precisamente por esta razón, la autonomía es una necesidad de clase indispensable del proletariado polaco. Cuanto más crecen las instituciones burguesas, más penetran en las funciones sociales, cuanto más terreno cubren dentro de la abigarrada esfera intelectual y estética, más amplio es el campo de batalla y mayor es el número de líneas de fuego desde donde el proletariado lleva a cabo la lucha de clases. Mientras más libre y eficientemente se desarrolle la sociedad burguesa, más valientemente y con seguridad avanza la conciencia, la madurez política y la unificación del proletariado como clase.

El proletariado polaco necesita para su lucha de clases todos los componentes de los que se compone una cultura espiritual; principalmente, sus intereses, esencialmente basados ​​en la solidaridad de las naciones y que luchan por lograrlo, requieren la eliminación de la opresión nacional y las garantías contra esa opresión elaboradas en el curso del desarrollo social. Además, una vida cultural normal, amplia e irrestricta del país es tan indispensable para el desarrollo de la lucha de clases del proletariado como para la existencia misma de la sociedad burguesa.

La autonomía nacional tiene los mismos objetivos que figuran en el programa político del proletariado polaco: el derrocamiento del absolutismo y el logro de la libertad política en el país en general; esto es solo una parte del programa resultante tanto de las tendencias progresivas del desarrollo capitalista como de los intereses de clase del proletariado.

                                             II

La separación nacional de un determinado territorio en un estado moderno no es en sí misma una base suficiente para la autonomía; la relación entre nacionalidad y vida política es precisamente lo que requiere un examen más detenido. Los teóricos del nacionalismo generalmente consideran la nacionalidad en general como un fenómeno natural e inmutable, fuera del desarrollo social, un fenómeno conservador que resiste todas las vicisitudes históricas. De acuerdo con este punto de vista, el nacionalismo burgués encuentra las fuentes principales de vitalidad y fuerza nacional no en la formación histórica moderna, es decir, cultura urbana, burguesa, pero, por el contrario, en las formas tradicionales de vida de la población rural. La masa campesina con su conservadurismo social aparece a los románticos del nacionalismo como el único pilar genuino de la cultura nacional, una fortaleza inquebrantable de distinción nacional, la fortaleza del verdadero genio y espíritu nacional. Cuando, a mediados del siglo pasado, comenzó a florecer, en relación con la tendencia nacionalista en la política de Europa Central, el llamado folclorismo, se volcó sobre todo a las formas tradicionales de cultura campesina en cuanto a la tesorería en la que cada nación deposita "los hilos de sus pensamientos y las flores de sus sentimientos".  De la misma manera en la actualidad, el nacionalismo lituano, bielorruso y ucraniano recientemente despertado se basa completamente en la población rural y sus formas conservadoras de existencia, comenzando significativamente el cultivo de este campo nacional antiguo y virgen con primers y las Sagradas Escrituras en el idioma nacional y la ortografía nacional. Ya en la década de 1880,Glos [ Voz ] se publicó en Varsovia, la Democracia Nacional Polaca también, siguiendo su infalible instinto reaccionario, convirtió sus peculiares sentimientos nacionales, felizmente casados ​​con el antisemitismo de la burguesía urbana, hacia la población rural. Finalmente, de la misma manera, la corriente "nacionalista" más reciente en Rusia, el partido del Sr. Korfanty and Company, se basa principalmente en el conservadurismo de la población rural de la Alta Silesia, explotada como una base para el desarrollo económico y político. éxito por la reaccionaria pequeña burguesía polaca.

Por otro lado, el problema de que los estratos sociales constituyen los guardianes adecuados de la cultura nacional ha provocado recientemente un interesante intercambio de opiniones en el campo socialdemócrata.

En el estudio de la "cuestión de la nacionalidad", citado por nosotros varias veces, Karl Kautsky, criticando el trabajo del publicista del partido austriaco Otto Bauer sobre el mismo tema, dice:
Las diferencias de clase llevan a Bauer a la opinión paradójica de que solo esas porciones de una nación constituyen una nación que participa en la cultura: en consecuencia, hasta ahora, solo las clases gobernantes y explotadoras.

"En el período de los Staufers" - escribe Bauer - "la nación existía solo en la comunidad cultural de la caballería... Un carácter nacional homogéneo producido por la homogeneidad de las influencias culturales, era solo el carácter de una clase de la nación.... El campesino no compartió nada que uniera a la nación. Por lo tanto, los campesinos alemanes no constituyen en absoluto la nación; ellos son los Hintersassende la NACION. En una sociedad basada en la propiedad privada de los medios de producción, las clases dominantes constituyen la nación - anteriormente la caballería, hoy la gente educada, como una comunidad de personas en quienes la educación uniforme se desarrolló por la historia de la nación, con la ayuda de un lenguaje común y educación nacional, desarrolla una afinidad de personajes. Por otro lado, las amplias masas populares no constituyen la nación”. [2]

Según Bauer, solo el sistema socialista, al hacer que las masas de los trabajadores participen en la totalidad de la cultura, convertirá a estas masas en una nación. Kautsky responde a estos argumentos de la siguiente manera:

Este es un pensamiento muy sutil con un núcleo muy correcto, pero en la cuestión de la nacionalidad conduce a un camino falso, ya que trata el concepto de nación de tal manera que hace simplemente imposible la comprensión de la fuerza del pensamiento nacional en todos clases en el presente, y las bases de las contradicciones nacionales actuales de naciones enteras. Bauer entra en conflicto aquí con la observación hecha por Renner [3]que es precisamente el campesino el que preserva la nacionalidad. Renner demuestra que en Austria (incluida Hungría), durante el siglo pasado, varias ciudades cambiaron su nacionalidad, convirtiéndose en húngaras o checas en lugar de alemanas. Por otro lado, las ciudades alemanas, específicamente Viena, absorbieron una inmensa afluencia de nacionalidades extranjeras y las asimilaron a la nación alemana. Sin embargo, en el campo los límites lingüísticos prácticamente no han cambiado. En realidad, en las principales ciudades de Austria, el proceso de germanización ha logrado su objetivo; a comienzos del siglo XIX todas habían sido ciudades alemanas, con la excepción en la mayor parte de Galicia, Croacia y las ciudades italianas. Por el contrario, la población campesina es la que permaneció nacional; las tendencias hacia convertir a Austria en un estado nacional destrozado contra el campesinado. El campesino se adhiere firmemente a su nacionalidad en cuanto a cualquier tradición, mientras que el habitante de la ciudad, especialmente el educado, se asimila mucho más fácilmente.[4]

En el curso de su estudio, Kautsky se ve obligado a revisar considerablemente su razonamiento. Al examinar más de cerca los fundamentos de los movimientos nacionales modernos, señala que precisamente el desarrollo burgués que llama a la existencia una nueva clase social, la intelectualidad profesional, crea de esta forma el hecho principal de la idea nacional contemporánea y un pilar de la vida nacional. Es cierto que el mismo desarrollo lleva simultáneamente la vida social y cultural de las nacionalidades actuales, y particularmente de la intelligentsia a caminos internacionales, y desde este punto de vista Kautsky invierte correctamente la perspectiva esbozada por Bauer, explicando que la tarea de los grandes la reforma socialista en el futuro no será la nacionalización, es decir, la separación nacional de las masas trabajadoras, sino, por el contrario, abriendo el camino para una cultura universal e internacional en la que desaparecerán distintas nacionalidades. Sin embargo, en las condiciones actuales, el papel del elemento urbano, o estrictamente hablando, burgués, es decisivo para el destino de las nacionalidades. Si Kautsky, de acuerdo con Renner, señala toda una serie de críticos eslavos germanizados a comienzos del siglo XIX en la monarquía de los Habsburgo como un ejemplo de la no resistencia nacional del elemento urbano, estos hechos pueden en realidad servir solo como una ilustración de las condiciones pequeño burguesas de la época precapitalista por las cuales, sin duda, la vida urbana en las tierras eslavas de Austria se caracterizó a comienzos del siglo XIX. El desarrollo posterior de eventos, un cambio definitivo del mismo tipo de críticos a su propia nacionalidad en las últimas décadas,

El énfasis en el elemento campesino en relación con el destino de la nacionalidad es correcto en lo que respecta a la preservación bastante pasiva de las peculiaridades nacionales en el grupo étnico: habla, costumbres, vestimenta, y también, por lo general en estrecha relación con esto, un cierto religión. El conservadurismo de la vida campesina hace posible la preservación de la nacionalidad dentro de estos estrechos límites y explica la resistencia durante siglos a cualquier política de desnacionalización, independientemente de la implacabilidad de los métodos o la superioridad cultural de la nacionalidad extranjera agresiva. Esto se demuestra por la preservación del habla y el tipo nacional entre las tribus eslavas del sur de Turquía y Hungría, la preservación de las peculiaridades de los bielorrusos, rutenos, lituanos en el imperio ruso, de los mauritanos y lituanos en Prusia oriental,

Sin embargo, una cultura nacional preservada de esta manera tradicionalmente campesina es incapaz de jugar el papel de un elemento activo en la vida político-social contemporánea, precisamente porque es enteramente un producto de la tradición, tiene sus raíces en las condiciones del pasado, porque - usar el palabras de Marx: la clase campesina se encuentra en la sociedad burguesa de hoy fuera de la cultura, constituyendo más bien una "pieza de barbarie" que sobrevive en esa cultura. El campesino, como "puesto de avanzada" nacional, es siempre y a priori una cultura de barbarie social, una base de reacción política, condenada por la evolución histórica. Ningún movimiento político-nacional serio en las condiciones actuales es posible únicamente en una fundación campesina nacional. Y solo cuando las actuales clases urbanas-burguesía, pequeña burguesía e intelectuales burgueses-se conviertan en promotores del movimiento nacional,

Así, la autonomía local en el sentido del autogobierno de un determinado territorio de nacionalidad solo es posible cuando la nacionalidad respectiva posee su propio desarrollo burgués, vida urbana, intelectualidad, su propia vida literaria y académica. El Reino del Congreso demuestra todas estas condiciones. Su población es nacionalmente homogénea porque el elemento polaco tiene una preponderancia decisiva sobre otras nacionalidades en toda el área del país, a excepción de la provincia de Suwalki en la que prevalecen los lituanos. De la población total de 9.402.253 los polacos constituyen 6.755.503, mientras que del resto de las nacionalidades los judíos y los alemanes se concentran principalmente en las ciudades donde, sin embargo, no representan una intelectualidad burguesa extranjera, sino que, por el contrario, son considerablemente asimiladas por los polacos. La vida cultural polaca, mientras que los rusos, excepto en las regiones de Lublin y Siedlce, representan principalmente la afluencia de elementos burocráticos ajenos a la sociedad polaca. El porcentaje de la población total de estas nacionalidades en las respectivas provincias, con la excepción de Suwalki, aparece, según el censo de 1897, como sigue:

Gubernia
Polos
    Judíos    
Alemanes
Rusos
Kalisz
   83.9%
  7.6
  7.3
  1.1
Kielce
87.6
10.9
-
  1.2
Lublin
61.3
12.7
  0.2
21.0
Lomza
77.4
15.8
  0.8
  5.5
Piotrokow
71.9
15.2
10.6
  1.6
Plock
80.4
  9.6
  6.7
  3.3
Radom
83.8
13.8
  1.1
  1.4
Siedlce
66.1
15.5
    1.4
16.5
Warsaw
73.6
16.4
  4.0
  5.4


Por lo tanto, en todas las gobernaciones excepto dos, y en el país en su conjunto, el elemento polaco constituye más del 70 por ciento de la población; es, además, el elemento decisivo en el desarrollo sociocultural del país.

Sin embargo, la situación parece diferente cuando volvemos a la nacionalidad judía.

Autonomía nacional judía, no en el sentido de libertad de escuela, religión, lugar de residencia e igualdad de derechos cívicos, sino en el sentido del autogobierno político de la población judía con su propia legislación y administración, como si fuera paralela a la autonomía del Reino del Congreso, es una idea completamente utópica. Curiosamente, esta convicción prevalece también en el campo de los nacionalistas polacos extremos, por ejemplo, en la llamada "Facción Revolucionaria" del PPS, donde se basa en la simple circunstancia de que la nacionalidad judía no posee un "territorio propio". "Dentro del imperio ruso. Pero la autonomía nacional concebida de acuerdo con el punto de vista de ese grupo, es decir, como la suma de las libertades y los derechos a la autodeterminación de un determinado grupo de personas vinculadas por el lenguaje, la tradición y la psicología, es en sí misma una construcción que se extiende más allá de las condiciones históricas, que revolotea en el aire y, por lo tanto, se puede concebir fácilmente, por así decirlo, "en el aire", es decir, sin ningún territorio definido. Por otro lado, una autonomía que crece históricamente junto con el autogobierno local, sobre la base del moderno desarrollo democrático-burgués, es en realidad tan inseparable de un territorio determinado como el propio Estado burgués, y no puede imaginarse sin él al mismo nivel. Medida como autogobierno comunal o urbano "no territorial". Es cierto que la población judía estaba completamente bajo la influencia del desarrollo capitalista moderno en el imperio ruso y comparte los intereses económicos, políticos y espirituales de grupos particulares en esa sociedad. Pero por un lado, estos intereses nunca fueron separados territorialmente para convertirse específicamente en intereses capitalistas judíos; más bien, son intereses comunes de los judíos y otras personas en el país en general. Por otro lado, este desarrollo capitalista no conduce a una separación de la cultura judía burguesa, sino que actúa en una dirección exactamente opuesta, lo que lleva a la asimilación de la burguesía judía, la intelligentsia urbana, para su absorción por el pueblo polaco o ruso. Si la distinción nacional de los lituanos o bielorrusos se basa en los pueblos atrasados, la distinción nacional judía en Rusia y Polonia se basa en la pequeña burguesía socialmente atrasada, en la pequeña producción, el pequeño comercio, la vida en la pequeña ciudad, y - déjenos agregar entre paréntesis - en la estrecha relación de la nacionalidad en cuestión con la religión. En vista de lo anterior, la distinción nacional de los judíos, que se supone que es la base de la autonomía judía no territorial, no se manifiesta en la forma de cultura metropolitana burguesa, sino en la forma de la falta de cultura de las ciudades pequeñas. Obviamente, cualquier esfuerzo para "desarrollar la cultura judía" por iniciativa de un puñado de publicistas y traductores en yiddish no puede tomarse en serio.

La única manifestación de genuina cultura moderna en el marco ruso es el movimiento socialdemócrata del proletariado ruso que, por su naturaleza, puede reemplazar mejor la falta histórica de cultura nacional burguesa de los judíos, ya que es en sí misma una fase de genuinamente internacional y cultura proletaria.

Diferente, aunque no menos complicado, es la cuestión de la autonomía en Lituania. Para los utopistas nacionalistas, obviamente la existencia de un determinado territorio habitado por una población de distinta nacionalidad es una razón suficiente para exigir la nacionalidad en cuestión, en nombre del derecho de todas las nacionalidades a la autodeterminación, ya sea una república independiente, o uno federado con Rusia, o la "autonomía más amplia". Cada uno de estos programas fue impulsado por la antigua "socialdemocracia lituana", luego por el PPS en su fase federativa, y finalmente por la recientemente organizada "comuna socialista de Bielorrusia" que , en su Segundo Congreso en 1906, adoptó un programa algo vago de una "república federal en Rusia con una dieta territorial autónoma en Vilna para el territorio del país occidental". [5] Si la "Comuna de Bielorrusia" exige la proclamación del "país occidental" como una de las repúblicas en las que se dividirá el Imperio ruso, o una "autonomía territorial" para ese "país occidental" es difícil de descubrir; ya que se exige una dieta "autónoma" para Vilna, parecería que esta última versión es intencionada, o bien, lo que está en completa armonía con el tratamiento utópico-abstracto completo de la pregunta, no se hacen distinciones básicas entre una república independiente, un sistema federal, y autonomía, pero solo distinciones cualitativas. Examinemos el asunto desde el punto de vista de la autonomía territorial. El "país occidental", según la terminología en la división administrativa rusa, es un distrito predominantemente agrario y de pequeña industria que comprende áreas con variaciones considerables en las condiciones. Además de los intereses locales de los gobiernos autónomos rurales, municipales y provinciales, este territorio es mucho menos un distrito de producción y comercio tan distinto, con un carácter menos distintivo y una agrupación de intereses menos diferenciada, que el Reino de Polonia o el distrito industrial de Moscú. Por otro lado, es un distrito de nacionalidad distinto. Pero es precisamente con respecto a esta cuestión de nacionalidad donde surgen las mayores dificultades desde el punto de vista de la autonomía potencial. El "país occidental", es decir, el territorio de la antigua Lituania, es un área ocupada por varias nacionalidades diferentes, y la primera pregunta que surge es: qué nacionalidad debe ser atendida por la autonomía territorial-nacional que está en juego, qué idioma, cuya nacionalidad debe ser decisiva en las escuelas, las instituciones culturales, el poder judicial, legislación, y en llenar oficinas locales? Los nacionalistas lituanos obviamente exigen autonomía para la nacionalidad lituana. Veamos las condiciones reales de esa nacionalidad.

Según el censo de 1897, el último que ha tenido lugar y cuyos resultados en el área de las relaciones de nacionalidad han estado disponibles para el público desde 1905, la verdadera nacionalidad lituana en el imperio ruso es de 1.210.510 personas. Esta población habita principalmente las gubernias de Vilna, Kovno, Grodno y Suwalki. Además, viven casi exclusivamente en la provincia de Kovno, 448,000 personas de nacionalidad Samogitian, que de ninguna manera se identifican con los lituanos. Si tuviéramos que esbozar el territorio que podría servir de base para una Lituania autónoma, tendríamos que eliminar parte del actual "país occidental" y, por otro lado, ir más allá de sus fronteras e incluir la provincia de Suwalki, que hoy pertenece al Reino del Congreso. Obtendríamos un territorio aproximadamente correspondiente a la travesía de Vilna y Troki que, en la prepartición de Polonia, constituía "Lituania propiamente dicha". La población lituana está distribuida en ese territorio de la siguiente manera: de la suma total de 1.200.000 lituanos casi la mitad, es decir, 574,853, se concentran en la provincia de Kovno. El segundo lugar con respecto a la concentración de lituanos está ocupado por la provincia de Suwalki, donde viven 305,548; algo menos se encuentran en la gubernia de Vilna, es decir, 297.720 personas; finalmente, un número insignificante de lituanos, unos 3.500, habitan en la parte norte de la gubernia de Grodno. En realidad, la población lituana es sin duda más numerosa, porque en el censo el idioma utilizado por las respectivas poblaciones fue el principal punto considerado, mientras que una proporción considerable de lituanos usa el idioma polaco en la vida cotidiana. Sin embargo, en el presente caso, desde el punto de vista de la nacionalidad como base de la autonomía nacional, obviamente solo se puede tener en cuenta la población en la que la distinción nacional se expresa en un idioma nativo distinto.

La distribución de la población lituana se hace evidente solo cuando determinamos su relación numérica con la población restante en el mismo territorio. La cifra total de la población en las gobernaciones mencionadas (siempre según el censo de 1897) es la siguiente:


 
Porcentaje de
lituanos
En la provincia de Kovno

1,544,569
37.0
En la gubernia de Vilna
1,591,207
17.0
En la provincia de Grodno
1,603,409
  0.2
En la provincia de Suwalki
   582,913
52.0


De una población total de 5.322.093 en ese territorio, los lituanos constituyen menos del 23 por ciento. Incluso si incluyéramos, como lo hacen los nacionalistas lituanos, toda la población de Samogitia con los lituanos, obtendríamos la proporción del 31 por ciento, es decir, menos de un tercio de la población total. Obviamente, establecer la antigua "Lituania propiamente dicha" como el área de la nacionalidad lituana es, en las condiciones actuales, una construcción totalmente arbitraria y artificial.

La población total de las cuatro provincias "noroccidentales" incluidas por la nacionalidad bielorrusa es la siguiente:

Gubernia de Minsk

2,147,621
Mogilev gubernia
1,686,764
Witebsk gubernia
1,489,246
La gubernia de Smolensk
1,525,279


Junto con la población de las cuatro gobernaciones habitadas por lituanos, esto se suma a la cifra considerable de 12.171.007. Sin embargo, entre esta población, los bielorrusos constituyen menos de la mitad, es decir, alrededor de 5,85 millones (5,855,547). Incluso considerando solo las cifras, la idea de ajustar la autonomía de Lituania a la nacionalidad bielorrusa parece cuestionable. Sin embargo, esta dificultad se vuelve mucho mayor si tomamos en cuenta las condiciones socioeconómicas de las respectivas nacionalidades.

En el territorio habitado por ellos, los bielorrusos constituyen un elemento agrario exclusivamente rural. Su nivel cultural es extremadamente bajo. El analfabetismo está tan extendido que la "Comuna de Bielorrusia" se vio obligada a establecer un "Departamento de Educación" para difundir la educación primaria entre los campesinos de Bielorrusia. La completa falta de una burguesía bielorrusa, una intelectualidad urbana, y una vida académica y literaria independiente en el idioma bielorruso, hace que la idea de una autonomía nacional bielorrusa simplemente no sea práctica.

Las condiciones sociales entre los ciudadanos lituanos son similares. Para un grado preponderante, la agricultura es la ocupación de los lituanos. En el corazón cultural de Lituania, la provincia de Vilna, los lituanos constituyen el 19.8 por ciento de la población total y el 3.1 por ciento de la población urbana. En la provincia de Suwalki, la siguiente con respecto a la concentración de Lituania, los lituanos constituyen tanto como el 52.2 por ciento de la población de la provincia de Gubernia, pero solo el 9.2 por ciento de la población urbana. Es cierto que las condiciones culturales entre los lituanos son bastante diferentes de las de Bielorrusia. La educación de la población lituana se encuentra en un nivel relativamente alto, y el porcentaje de analfabetos es casi el más bajo en el Imperio ruso. Pero la educación de los lituanos es preponderantemente una educación polaca, y el idioma polaco, no el lituano, es aquí el instrumento de la cultura, hecho que está estrechamente relacionado con el hecho de que las clases poseedoras, la aristocracia terrateniente rural y la intelectualidad urbana son genuinamente polacas o polonizadas en un alto grado.  La misma situación prevalece en un grado considerable en Ruthenia. De hecho, en Lituania y Ruthenia, la única nacionalidad culturalmente apta para gestionar la autonomía nacional es el polaco, con su población urbana y su intelligentsia. Por lo tanto, si se tuviera en cuenta la autonomía nacional del "país occidental", no debería ser ni una autonomía lituana ni una bielorrusa, sino una polaca: la lengua polaca, la escuela polaca, los polacos en las oficinas públicas serían la expresión natural de las instituciones autónomas del país. 


Dada esta situación, cultural y nacionalmente, Lituania y Ruthenia constituirían solo una extensión del Reino, no una región autónoma separada; formarían, con el Reino, una región natural e histórica, con la autonomía polaca sobre el Reino más Lituania.

Tal solución de la pregunta se opone por varias consideraciones decisivas. En primer lugar, desde el punto de vista puramente nacional, esta sería la regla de una pequeña minoría polaca sobre la mayoría de los lituanos, bielorrusos, judíos y otros. En Lituania y Ruthenia, los judíos y los polacos constituyen la mayor parte de la población urbana; juntos ocupan lo que serían los centros sociales naturales de las instituciones autónomas. Pero la población judía supera con creces al polaco, mientras que en el Reino del Congreso hay 6,880,000 polacos (según el censo de 1897) y solo 1,300,000 judíos. El porcentaje de cada uno en las cuatro gobernaciones de Lituania propiamente dicho en términos de la población total es el siguiente:

Gubernia  Polos     Judíos
Suwalki   22.99       10.14
Kovno       9.04        13.73
Vilna         8.17        12.72
Grodno  10.08        17.37


Solo en la gubernia de Suwalki la población judía es más pequeña que la polaca, pero incluso aquí esta relación es bastante diferente cuando consideramos las ciudades: luego los polacos constituyen el 27 por ciento, los judíos el 40 por ciento de la población urbana. También se debe tener en cuenta que los judíos en el Reino, si se asimilan -más aún en las áreas urbanas- refuerzan la nacionalidad polaca; mientras que en Lituania el proceso de asimilación, que de todos modos es mucho más lento, se produce -cuando lo hace- entre los judíos que pertenecen a la cultura rusa; en ambos casos crece la confusión entre las nacionalidades y la cuestión de la autonomía se enreda cada vez más. Baste decir que en el corazón de Lituania y en la sede de la dieta autónoma planificada, Vilna, de las 227 escuelas contadas en 1900, ¡182 son judías!


Otra consideración no menos importante es la circunstancia de que la nacionalidad polaca es en Lituania y Ruthenia, precisamente, la nacionalidad de los estratos gobernantes: los terratenientes y la burguesía; mientras que la nacionalidad lituana y particularmente la de Bielorrusia está representada principalmente por campesinos sin tierra. Por lo tanto, la relación de nacionalidad está aquí, en términos generales, una relación de clases sociales. La entrega de las instituciones autónomas del país a la nacionalidad polaca significaría aquí la creación de un nuevo y poderoso instrumento de dominación de clase sin un correspondiente fortalecimiento de la posición de las clases explotadas, y causaría las condiciones del tipo que produciría la propuesta autonomía de Galicia para los rutenos.

En consecuencia, tanto por nacionalidad como por razones sociales, la unión de Lituania al territorio autónomo del Reino o la separación de Lituania y Ruthenia en una región autónoma con una preponderancia inevitable del elemento polaco es un proyecto que la socialdemocracia debe combatir en principio. De esta forma, el proyecto de autonomía nacional de Lituania se presenta como utópico, en vista de las relaciones numéricas y sociales de las nacionalidades involucradas.


  
                                  III

Otro ejemplo sobresaliente de las dificultades encontradas por el problema de la autonomía de la nacionalidad en la práctica se encuentra en el Cáucaso. Ningún rincón de la tierra presenta semejante imagen de la mezcla de nacionalidades en un territorio como el Cáucaso, el antiguo rastro histórico de las grandes migraciones de pueblos entre Asia y Europa, sembrado de fragmentos y astillas de esos pueblos. La población de ese territorio de más de nueve millones está compuesta (según el censo de 1897) de los siguientes grupos raciales y de nacionalidad:


En miles
Rusos

2,192.3
Alemanes
     21.5
Griegos
     57.3
Armenios
   975.0
Osetios
   157.1
Kurdos
   100.0
Chechenos
   243.4
Circasianos
   111.5
Abjasio
     72.4
Lezgins
   613.8
Georgianos, Imeretins,
Mingrels, etc.
Kartvelian
1,201.2
Judíos
     43.4
Tártaros
1,139.6
Kumyks
   100.8
Turcos
Turco-tártaros
     70.2
Nogays
     55.4
Karaches
     22.0
Kalmuks
     11.8
Estonios
Mordvinians
       1.4


La distribución territorial de las nacionalidades más grandes involucradas es la siguiente: los rusos, que constituyen el grupo más numeroso de todo el Cáucaso, se concentran en el norte, en los distritos de Kuban y el Mar Negro y en la parte noroeste de Tersk. Moviéndose hacia el sur, en la parte occidental del Cáucaso se encuentran los Kartvelians; ocupan el Kutai y la parte suroriental de las gobernaciones de Tiflis. Todavía más al sur, el territorio central está ocupado por los armenios en la parte sur de los Tiflis, la parte oriental de los Kars y la parte norte de las gobernaciones de Erivan, exprimidos entre los georgianos en el norte, los turcos en el oeste y el Tártaros en el este y sur, en las gobernaciones de Baku, Elizabetpol y Erivan. En el este y en las montañas se encuentran las tribus de las montañas, mientras otros grupos menores como judíos y alemanes viven, entremezclándose con la población autóctona, principalmente en las ciudades. La complejidad del problema de la nacionalidad aparece particularmente en las condiciones lingüísticas porque en el Cáucaso existen, además de ruso, osetio y armenio, media docena de lenguas, cuatro dialectos de Lezgin, varios chechenos, varios circasianos, mingrel, georgiano, sudanés, y varios otros. Y estos no son, de ninguna manera, dialectos, sino que la mayoría son idiomas independientes incomprensibles para el resto de la población.

Desde el punto de vista del problema de la autonomía, obviamente solo entran en consideración tres nacionalidades: georgianos, armenios y tártaros, porque los rusos que habitan la parte norte del Cáucaso constituyen, en lo que respecta a la nacionalidad, una continuación del territorio estatal de los puramente Población rusa.

El grupo de nacionalidad relativamente más numeroso además de los rusos son los georgianos, si incluimos entre ellos todas las variedades de Kartvelians. El territorio histórico de los georgianos está representado por las gobernaciones de Tiflis y Kutai y los distritos de Sukhum y Sakatali, con una población de 2.110.490. Sin embargo, la nacionalidad georgiana constituye solo un poco más de la mitad de ese número, es decir, 1.200.000; el resto está compuesto por armenios con un número de alrededor de 220,000, concentrados principalmente en el condado Akhalkalats de la provincia de Tiflis, donde constituyen más del 70 por ciento de la población; Tártaros a la cantidad de 100,000; Osetios, más de 70,000; Lezgins representan la mitad de la población en el distrito de Sakatali; y Abkhazes son preponderantes en el distrito de Sukham;

En vista de estas cifras, el proyecto de autonomía de nacionalidad georgiana presenta múltiples dificultades. El territorio histórico de Georgia, tomado en su conjunto, representa una población numéricamente insignificante -casi 1.200.000- que parece insuficiente como base de una vida autónoma independiente en el sentido moderno, con sus necesidades culturales y funciones socioeconómicas. En una Georgia autónoma, con sus fronteras históricas, una nacionalidad que comprende solo un poco más de la mitad de toda la población estaría llamada a dominar en las instituciones públicas, las escuelas y la vida política. La imposibilidad de esta situación se siente tan bien por los nacionalistas georgianos de matiz revolucionario que, a priori,

Según ese plan, solo dieciséis de los condados de Georgia serían la base de la autonomía georgiana, mientras que el destino de los cuatro restantes con una preponderancia de otras nacionalidades se decidiría por un "plebiscito" de esas nacionalidades. Este plan se ve altamente democrático y revolucionario; pero como la mayoría de los planes de inspiración anarquista que buscan resolver todas las dificultades históricas por medio de la "voluntad de las naciones" tiene un defecto, que es que en la práctica el plan de plebiscito es aún más difícil de implementar que la autonomía de la Georgia histórica. El área especificada en el plan georgiano incluiría apenas 1.400.000 personas, es decir, una cifra correspondiente a la población de una gran ciudad moderna. Esta área, recortada bastante arbitrariamente del marco tradicional de Georgia y el estado socioeconómico actual,
Sin embargo, incluso en esta área, los reclamos de nacionalidad de los georgianos no pueden interpretarse como una expresión activa de la vida autónoma, en vista de la circunstancia de que su preponderancia numérica está vinculada con su carácter eminentemente agrario.

En el corazón de Georgia, la antigua capital, Tiflis, y varias ciudades más pequeñas tienen un carácter eminentemente internacional, y los armenios, que representan el estrato burgués, son el elemento preponderante. Fuera de la población de 160,000 de Tiflis, los armenios constituyen 55,000, los georgianos y los rusos 20,000 cada uno; el equilibrio está compuesto por tártaros, persas, judíos, griegos, etc. Los centros naturales de la vida política y administrativa, así como de la educación y la cultura espiritual, están aquí, como en Lituania, los asientos de las nacionalidades extranjeras. Esta circunstancia, que hace que la autonomía de nacionalidad de Georgia sea un problema insoluble, incide simultáneamente en otro problema caucásico: la cuestión de la autonomía de los armenios.

La exclusión de Tiflis y otras ciudades del territorio georgiano autónomo es tan imposible desde el punto de vista de las condiciones socioeconómicas de Georgia como su inclusión en ese territorio desde el punto de vista de la nacionalidad armenia. Si tomamos como base la preponderancia numérica de los armenios en la población, obtendríamos un territorio fragmentado artificialmente a partir de unos pocos fragmentos: dos condados meridionales de Tiflis gubernia, la parte norte de Erivan gubernia y la parte noreste de Kars gubernia, es decir, un territorio aislado de las principales ciudades habitadas por los armenios, lo cual es insensato tanto desde el punto de vista histórico como desde el punto de vista de las condiciones económicas actuales, mientras que el tamaño del área autónoma putativa estaría limitado a unos 800,000. Si vamos más allá de los condados que tienen una preponderancia numérica de armenios, encontraríamos a los armenios inextricablemente mezclados en el norte con los georgianos; en el sur - en las gobernaciones de Baku e Elizabetpol - con los tártaros; y en el oeste, en la provincia de Kars, con los turcos. Los armenios juegan, en relación con la población tártara en su mayoría agraria que vive en condiciones bastante atrasadas, en parte el papel de un elemento burgués.

Por lo tanto, el trazado de un límite entre las principales nacionalidades del Cáucaso es una tarea insoluble. Pero aún más difícil es el problema de la autonomía en relación con las restantes nacionalidades múltiples de los montañeses caucásicos. Tanto su interrelación territorial como el pequeño tamaño numérico de las respectivas nacionalidades, y finalmente las condiciones socioeconómicas que se mantienen principalmente en el nivel del pastoralismo nómada en gran parte, o la agricultura primitiva, sin una vida urbana propia y sin creatividad intelectual en su idioma nativo, hace que el funcionamiento de la autonomía moderna sea completamente inaplicable.

Al igual que en Lituania, el único método para resolver la cuestión de la nacionalidad en el Cáucaso, en el espíritu democrático, asegurando a todas las nacionalidades la libertad de existencia cultural sin que ninguna de ellas domine a las restantes, y al mismo tiempo satisfaga la necesidad reconocida de la modernidad el desarrollo, es ignorar los límites etnográficos e introducir un amplio autogobierno local -comunitario, urbano, distrital y provincial- sin un carácter de nacionalidad definido, es decir, sin otorgar privilegios a ninguna nacionalidad. Solo tal autogobierno permitirá unir varias nacionalidades para cuidar conjuntamente los intereses económicos y sociales locales, y por otro lado, tomar en consideración de manera natural las diferentes proporciones de las nacionalidades en cada condado y cada comuna.


El autogobierno comunal, distrital y provincial hará posible que cada nacionalidad, por medio de una decisión mayoritaria en los órganos de la administración local, establezca sus escuelas e instituciones culturales en aquellos distritos o comunas en que posee una preponderancia numérica. Al mismo tiempo, una ley lingüística independiente que abarca los intereses de la minoría puede establecer una norma en virtud de la cual las minorías nacionales, comenzando con un cierto mínimo numérico, pueden constituir una base para la fundación obligatoria de las escuelas en su país. Idiomas en la comuna, distrito o provincia; y su idioma puede establecerse en instituciones locales públicas y administrativas, tribunales, etc., al lado del idioma de la nacionalidad preponderante (el idioma oficial). Tal solución sería viable, si, de hecho, cualquier solución es posible dentro del marco del capitalismo, y dadas las condiciones históricas. Esta solución combinaría el principio general de autogobierno local con medidas legislativas especiales para garantizar el desarrollo cultural y la igualdad de derechos de las nacionalidades mediante su estrecha cooperación, y no su separación mutua por barreras de autonomía nacional.


                                           IV

Un ejemplo interesante de un arreglo puramente formalista de la cuestión de la nacionalidad para todo el imperio ruso lo proporciona el proyecto de un determinado K. Fortunatov publicado por el grupo "Trud i Borba" [Trabajo y lucha], un intento de una solución práctica del problema de acuerdo con los principios de los socialistas revolucionarios rusos. [6]Sobre la base del censo, el autor primero organiza un mapa del imperio según las nacionalidades, tomando como base la preponderancia numérica de cada nacionalidad en las respectivas provincias y condados.  La nacionalidad numéricamente más fuerte es los grandes rusos que son preponderantes en treinta gobernaciones de la Rusia europea. Les siguen los pequeños rusos que tienen una mayoría en Ucrania en las gobernaciones de Poltawa, Podolia, Kharkov, Kiev y Volinia, y están representados también en las gobernaciones de Ekaterinoslav, Chernigov, Kherson, Kuban y Taurida, mientras que en Besarabia, los moldavos y en Crimea, los tártaros son preponderantes. Además de los polacos, la tercera nacionalidad son los bielorrusos, que tienen una mayoría en cinco gubernias: Mogilev, Minsk, Vilna, Witebsk y Grodno, con la excepción de ocho condados (Bialystok, habitado principalmente por polacos; Bielsk, Brzesc y Kobryn, en que los pequeños rusos son preponderantes; los condados de Dzwinsk, Rezyca y Lucin, donde los letones son mayoría; y finalmente Troki, en el que prevalecen los lituanos). Por otro lado, el condado de Krasne de la provincia de Smolensk debe incluirse en Bielorrusia debido a la preponderancia de esa nacionalidad. Los lituanos y los samogitianos predominan en las gobernaciones de Kovno y Suwalki, con la excepción de los condados de Suwalki y Augustow en los que los polacos son mayoría. Los letones en Courland y los estonios en Estonia tienen una mayoría decisiva, y entre ellos dividen Livonia en prácticamente dos partes iguales, sur y norte. Incluyendo el Reino del Congreso, con la excepción de la provincia de Suwalki, obtenemos, en sesenta y dos gobernaciones de la Rusia europea,

Grandes rusos preponderantes en
30 gubernias
Pequeños rusos
10 gubernias
Bielorrusos
  5 gubernias
Polos
  9 gubernias
Lituanos
  2 gubernias
Letones
  2 gubernias
Estonios
  1 gubernia
Moldavos
  1 gubernia
Tártaros
  2 gubernias


Habiendo examinado la distribución territorial de las nacionalidades en el Cáucaso de acuerdo con las provincias y los condados, el autor a su vez se traslada a la Rusia asiática. En Siberia, el elemento ruso está en una mayoría decisiva, formando el 80.9 por ciento de la población además de los buriatos, el 5 por ciento; Yakuts, 4 por ciento; Tártaros, 3.6 por ciento; otras nacionalidades, 6.5 por ciento. Solo en la provincia de Yakut, los rusos constituyen una minoría del 11.5 por ciento, mientras que los yakuts forman el 82.2 por ciento del total. En Asia Central, las nacionalidades más numerosas son los Kirgis, que son mayoría en todas las gobernaciones, con la excepción de las tres meridionales: Trans-Caspia, en la que los turcomanos representan el 65%, Samarkana, habitada por los Uzbekh (58,8%). ) y Tadzikhs (26.9 por ciento), y el Valle de Fergan, en el que los Sart forman la mitad, los Uzbekhs el 9.7 por ciento,

Por lo tanto, tomando como base las provincias y los condados con una preponderancia de una u otra nacionalidad, el Sr. Fortunatov abarca el siguiente esquema de distritos de nacionalidad en todo el imperio, como se muestra en el apéndice siguiente.

En este esquema nos impresionan las grandes diferencias numéricas, por ejemplo, entre los tremendos distritos de Rusia y Rusia, y los pequeños como el lituano, el estonio o el caucásico individual, y mucho menos el Yakut. Esta circunstancia aparentemente ofende la sensación de simetría de los admiradores del principio de "Federación". También evoca en ellos algunas dudas sobre si las nacionalidades tan desiguales en fuerza y ​​tamaño podrían entrar en una coexistencia idílica como distritos autónomos que poseen los mismos derechos. Por lo tanto, nuestro estadístico, sin pensar mucho, obvia el mal con tijeras y pegamento al combinar varios distritos pequeños en uno y al mismo tiempo desmembrar dos grandes en otros más pequeños.

De esta forma obtenemos el plan de la división de toda Rusia en los siguientes dieciséis "estados" o distritos autónomos en función de las nacionalidades:

1 Polonia con una población de
  8,696,000
1 Bielorrusia con una población de
  7,328,000
1 Báltico con una población de
  5,046,000
3 Pequeña Rusia con una población de
27,228,000
a. Sudoeste (Podolia, Volhynia y Kiev, y 3 condados de Grodno) con una población de
10,133,000
segundo. Little Russia Proper (Poltawa, Kharkov, Chernigov sin los condados del norte y los condados de Little Kursk y Voronezh) con una población de
  8,451,000
do. Nueva Rusia (Bessarabia, Kherson, Taurida, Ekaternoslav y el condado de Taganrog) con una población de
  8,644,000
l Cáucaso (sin los condados rusos)
  6,157,000
1 Kirgis en Asia Central (sin 2 condados de la provincia de Akmolin) con una población de
  7,490,000
1 Siberia (con 2 condados de la provincia de Akmolin) con una población de
  6,015,000
7 Gran Rusia con una población de
57,680,000


Al establecer el esquema anterior, obviamente el autor no se vio restringido por consideraciones históricas o económicas, ni por las divisiones de producción o comunicación comercial creadas por el desarrollo moderno y las condiciones naturales. Es bien sabido que tales consideraciones peatonales solo pueden obstaculizar las creaciones políticas de las personas que profesan la doctrina "marxista" y una cosmovisión materialista. No existen para los teóricos y los políticos del "socialismo verdaderamente revolucionario", que solo tienen en cuenta los "derechos" de las naciones, la libertad, la igualdad y otros asuntos tan elevados. La separación de dos gubernias lituanas - Kovno y Suwalki - con la exclusión de los condados polacos - del corazón histórico-cultural de Lituania, la provincia de Vilna y otras regiones vecinas con las cuales las relaciones económicas fueron de larga data, y, por otro lado, la unión de estas dos circunscripciones limitadas con Livonia, Curlandia y Estonia, con las cuales los vínculos históricos, así como las económicas actuales, son bastante flexibles, demuestra claramente este punto. Aunque el desmembramiento de Ucrania en aras de la simetría en varias divisiones, a pesar de la continuidad de su carácter natural y económico, y por otro lado, la combinación en una sola región autónoma de Siberia un país que comprende 12,5 millones de kilómetros cuadrados, es decir, por un tercio más grande que toda Europa, un país que representa los mayores contrastes económicos y culturales naturales, es una demostración de que ese método está libre de cualquier "dogma". Al mismo tiempo, la autonomía de nacionalidad en este esquema se trata sin cualquier conexión con la estructura económica y social de la nacionalidad dada. Desde este punto de vista, otros pueblos están igualmente preparados para la autonomía regional, es decir, manifiestan un cierto territorio y administración permanente, legislación y vida cultural centralizada en ese territorio. Hay, por un lado, los polacos, y por el otro, los Kirgis, los Yakuts y los Buriats, que todavía son en parte nómadas y siguen viviendo según las tradiciones de la organización tribal, frustrando hasta el día de hoy los esfuerzos de la administración territorial del absolutismo ruso. La construcción regional autónoma, de acuerdo con los puntos de vista "socialistas revolucionarios", es por lo tanto completamente "libre", desconectada de cualquier base real en el tiempo y el espacio, y todas las condiciones históricas, económicas y culturales existentes desempeñan solo el papel de material de lo cual, por medio de tijeras "revolucionarias",

¿Cuál es el resultado de este método único y exclusivamente etnográfico del desmembramiento político de Rusia? El esquema del Sr. Fortunatov reduce el principio de nacionalidad a un absurdo. Aunque los lituanos están aislados de la nacionalidad polaca con la que se unen culturalmente, todavía están vinculados por su afinidad etnográfica en una sola nacionalidad "báltica" con los letones y los estonios con los que se identifican tan poco como con los polacos: ellos gravitan hacia los centros culturales completamente germanizados de Livonia y Estonia. La combinación de georgianos, armenios, tártaros y algunas docenas de otras tribus del Cáucaso en una sola nacionalidad "caucásica" huele a una sátira maliciosa contra las aspiraciones nacionales autónomas. La inclusión de los moldavos no muestra mayor respeto por estas aspiraciones. situado en Besarabia, en la Pequeña nacionalidad rusa, de los tártaros de Crimea en la misma nacionalidad, y finalmente mediante la combinación de samoyedos, ostiaks, tunguz, buriatos, yakuts, chuckchees, kamchadals y muchas otras tribus, cada uno viviendo por completo separado vida, difiriendo entre sí en el nivel de desarrollo cultural, idioma, religión, incluso en parte raza, con la población rusa de Siberia en una misteriosa nacionalidad "siberiana" con instituciones legislativas, administrativas y culturales comunes. El esquema de Fortunatov es básicamente una simple negación del principio de nacionalidad. También es interesante como un ejemplo del enfoque anarquista del nacionalismo, sin restricciones como lo es por cualquier consideración de desarrollo social objetivo. Habiendo arrojado su peso en ese valle de lágrimas, finalmente vuelve a los resultados, muy parecido a la misma fea historia de la realidad que se había comprometido a "corregir", es decir, las violaciones sistemáticas de los "derechos de nacionalidad" y su igualdad. Toda la diferencia consiste en el hecho de que el pisoteo de los "derechos" de las nacionalidades imaginadas por la ideología del liberalismo y el anarquismo es, en realidad, el resultado del proceso de desarrollo histórico que tiene su sentido interno y lo que es más importante: su dialéctica revolucionaria, mientras que la torpeza nacionalista revolucionaria tiende, en su entusiasta corte de lo que se había desarrollado socialmente, y en su pegado de lo que no se puede unir socialmente, a pisotear eventualmente los "derechos" de nacionalidad que celebra, simplemente por el bien de pedantería esquemática privada de todo sentido e inflada con bufonadas políticas.

Notas de Rosa Luxemburgo

[1] Dicho sea de paso, esta es la única razón por la que son posibles historias de filosofía como las de Zeller o Kuno Fischer, en las que el desarrollo de "ideas" tiene lugar en un vacío, sin relación con la historia prosaica de la sociedad. Nota original por RL

[2] Otto Bauer, Die Nationalitätenfrage und die Sozialdemokratie (Viena 1907), pp.49-50, 136. Nota original de RL


[3] Otro publicista socialdemócrata austríaco que, bajo el seudónimo de Springer, escribió una serie de trabajos sobre la cuestión de la nacionalidad en Austria: Der Kampf der österreichischen Nationen um den Staat (1902); Grundlagen und Entwicklungsziele der österreichisch-ungarischen Monarchie (1906). Nota original por RL

[4] Kautsky, Nationalität e Internationalität , pp.3, 4. Nota original de RL

[5] Actas de los partidos nacionalsocialistas rusos (San Petersburgo: 1908), p.92. Nota original por RL

[6] K. Fortunatov, Natsonalniia Oblasti Rossii (San Petersburgo: Knigoizdatelstvo Trud i Borba, 1906). El autor no es el conocido estadístico, el profesor A. Fortunatov, como erróneamente fue conjeturado por el crítico en Humanidad , nos.76 y 77, 1907. Nota original de RL

                                               Apéndice


Población de gubernia que
forma parte del distrito
con preponderancia de
nacionalidad dada
Población de todos los
condados con una
mayoría de una
nacionalidad dada
La cifra global de
personas en una
nacionalidad dada en el
imperio
En miles
1.
Gran ruso
  57,617

  57,250

  55,673
2.
Pequeño ruso
  25,347
  26,587
  22,415
3.
Bielorruso
    8,517
    7,328
    5,886
4.
polaco
    8,819
    8,696
    7,931
5.
Lituano-letón
    4,101
    4,088
    3,094
6.
Estonio
       413
       958
    1,003
7.
moldavo
    1,935
    1,352
    1,122
8.
Kartvelian
    1,503
    1,352
9.
armenio
       946
    1,173
10.
Montañeros caucásicos
    6,497
    1,109
    1,092
11.
Tártaros caucásicos
    1,982
    1,533
12.
Otros caucásicos
       527
13.
Chuvashes, Bashkirs,
Tatars, Mordvinians
  4,367
    3,673
14.
Kiris-Turkoman
    5.515
    5,642
    4,365
15.
Sarts, Uzbekhs y
Tatchiks (Tadzikhs)
    2,232
    2,232
    2,046
dieciséis.
Yakuts
       270
       234
       227
17.
Otros
    1,173
Total:
125,640
125,640





Rosa Luxemburgo  La cuestión nacional   (1909)



Primera publicación: En una serie de artículos sobre la cuestión nacional y la autonomía que apareció en la revista luxemburguesa de Cracovia, Przeglad socialdemokratyczny , 1908-1909. 


Fuente: The National Question - Selected Writings de Rosa Luxemburg , editado e introducido por el difunto Horace B. Davis, Monthly Review Press, 1976. 


Traducido: (del polaco). 

Transcripción / Marcado: Ted Crawford / Brian Baggins. 




Seguimiento recomendado: tesis de los editores de Gazeta Robotnicza : imperialismo y opresión nacional ; II El llamado derecho a la autodeterminación de las naciones ; III. La cuestión polaca y la socialdemocracia.






3. Federación, centralización y particularismo (está el documento traducido al castellano “Rosa Luxemburgo Prólogo de la antología: La cuestión polaca y el movimiento socialista (1905)”




5. La cuestión nacional y la autonomía


Notas del editor
Rosa Luxemburgo publicó una serie de artículos bajo el título general, El problema de la nacionalidad y la autonomía, en su revista teórica, Przeglad Sozialdemokratyczny (Cracovia), en los números 6-10, 12 y 14-15, 1908 y 1909. La búsqueda fue el siguiente: Artículo 1 pps.482-515; 2, 597 - 612; 3, 613 - 631; 4, 687-710; 5, 795-818; 6 (Problemas especiales de Polonia), pp.136-63, 351-76. Los primeros cinco artículos (pero no el sexto) están incluidos en la presente colección.

Las notas son algo confusas. Se han vuelto a numerar y los que fueron escritos por Rosa Luxemburg o su editor fueron atribuidos, mientras que los otros fueron publicados por el editor Horace B. Davis en la edición Monthly Review.

Nota del editor

[por Horace B Davies]

Las tesis presentadas aquí son obra de Radek, Stein-Krajewski y M. Bronski, que se encontraban entonces en Suiza; antes de que se publicara el borrador, se presentó también a Hanecki en Copenhague. Esta fue la llamada fracción de Rostamowcy del viejo SDKPiL. El nacionalismo no era un problema entre este grupo y la facción Zarzadowcy a la que pertenecía Rosa Luxemburg, por lo que estas tesis tienen la intención de ser una expresión y continuación de la posición de Rosa Luxemburgo sobre la cuestión nacional. Por supuesto, la propia Rosa Luxemburgo ya había modificado ligeramente su posición, como será evidente por un estudio delfolleto "Junius", publicado al mismo tiempo que estas tesis; su posición dos años después, en el folleto, La revolución rusa (un capítulo del cual está incluido en la presente colección), nuevamente no es exactamente lo mismo. Sin embargo, las tesis expresan su punto de vista general.





V. I. Lenin  El derecho de las naciones a la autodeterminación

Escrito: Entre febrero y mayo de 1914.
El apartado 9 del programa de los marxistas de Rusia, que trata del derecho de las naciones a la autodeterminación, ha provocado estos últimos tiempos (como ya hemos indicado en Prosveschenie) toda una campaña de los oportunistas. Tanto el liquidacionista ruso Semkovski, en el periódico petersburgués de los liquidadores, como el bundista Libman y el socialnacionalista ucranio Yurkévich en sus órganos de prensa, han arremetido contra dicho apartado, tratándolo en un tono de máximo desprecio. No cabe duda de que esta "invasión de las doce tribus" del oportunismo, dirigida contra nuestro programa marxista, guarda estrecha relación con las actuales vacilaciones nacionalistas en general. Por ello nos parece oportuno examinar detenidamente esta cuestión. Observemos tan sólo que ninguno de los oportunistas arriba citados ha aducido ni un solo argumento propio: todos se han limitado a repetir lo dicho por Rosa Luxemburgo en su largo artículo polaco de 1908-1909: La cuestión nacional y la autonomía. Los "originales" argumentos de esta autora serán los que tendremos en presentes con más frecuencia en nuestra exposición.


Rosa Luxemburgo  El desarrollo industrial de Polonia (1898)
Primera publicación: 1898, bajo el título Die Industrielle Entwicklung Polens en Leipzig.
Fuente: 1977 por Campaigner Publications, de Nueva York
Traducido: (del alemán) Tessa DeCarlo [ 
Nota del traductor ] Actualizado por Tessa DeCarlo en 2004 para el Marxists Internet Archive.
Transcripción / Marcado: Ted Crawford / Brian Baggins
Copyright: Campaigner Publishers 1977; publicado 
con permiso de Campaigner Publishers .





La cuestión nacional. Rosa [Luxemburgo] versus Lenin






El último "Testamento" de Lenin o Carta al Congreso del Partido Comunista de Rusia bolchevique



“Sólo he tenido tiempo para hablar con el camarada Dzerzhinski, que vino formar el Cáucaso y me dijo cómo este asunto se puso en Georgia. También he podido intercambiar algunas palabras con el camarada Zinoviev y expresar mis aprehensiones sobre este asunto. De lo que me dijeron por el camarada Dzerzhinski, que estaba a la cabeza de la comisión enviada por el CC para "investigar" el incidente de Georgia , sólo podía sacar las mayores aprehensiones. Si las cosas habían llegado a un extremo tal que Orjonikidze podría llegar al extremo de la aplicación de la violencia física, como el camarada Dzerzhinski me informó, podemos imaginar qué lío nos hemos metido. Obviamente, todo el asunto de "autonomización" era radicalmente errónea y mal sincronizado.”




Georgian Affair-1921

En febrero de 1921, con el estallido de los levantamientos populares contra el gobierno menchevique allí, el Ejército Rojo invadió para ayudar. Sin embargo, el alcance y la popularidad del levantamiento se habían exagerado y al Ejército Rojo le llevó diez días de intensos combates entrar en Tiflis, la capital georgiana.

Trotsky, jefe del Ejército Rojo, no había ordenado ni siquiera había sido informado sobre la invasión de Georgia, que fue instigada y llevada a cabo principalmente por Stalin (Secretario General) y Ordzhonikidze (comisario jefe del Consejo de Guerra Revolucionario del Cáucaso). Trotsky no estuvo de acuerdo con la invasión y explicó que la población podría llevar la revolución. Lenin, estuvo de acuerdo con la invasión, pero instó a una extrema precaución en su implementación para asegurar que el "matón ruso" ayudaría y no dominaría, la revolución georgiana.

Más tarde, Lenin escribió en una de sus últimas cartas al Congreso de los Soviets, que mantener el derecho a la autonomía y la igualdad de las minorías nacionales de Rusia era absolutamente esencial. En el incidente georgiano, recordó, el chauvinismo ruso y las prácticas de Stalin violaron la base más primaria de la solidaridad de clase proletaria, al ejercer los intereses de una gran nación sobre una pequeña. (Ver: Sobre la cuestión de las nacionalidades




La cuestión de las nacionalidades o "autonomización"




"Testamento" político de Lenin. I. Lenin Carta al Congreso (22 dic. 1922 - 4 enero 1923)