domingo, 23 de abril de 2017

1º de Mayo. El repunte de nuevas luchas de los trabajadores desenmascara a quienes colaboran con la patronal.




Espacio de Encuentro Comunista

Estamos asistiendo a un repunte de la conflictividad laboral, derivado de la política de ajuste; es decir, de un aumento del grado de explotación del capital. Algunas de las luchas han tenido una dimensión estatal (teleoperadores, camareras de hotel, Ferrovial, estiba...) Junto a ellas, un interminable rosario de conflictos locales.


Muchos de los sectores implicados se caracterizan por la ausencia de regulación en sus condiciones laborales, lo que conlleva una sobre-explotación. Esto se conoce coloquialmente como precariedad, lo que desmiente, en la práctica, las teorías que contraponen una clase trabajadora fordista, es decir, sindicada y presente en grandes empresas, a un precariado totalmente indefenso, al que sólo cabía organizar en las plazas. Cuando los trabajadores y trabajadoras no tienen nada que perder y cuentan con el impulso de direcciones sindicales consecuentes, naturalmente que pueden luchar y vencer.


Es verdad que en estas luchas han participado afiliados, delegados y secciones sindicales de los principales centrales. Y ello a pesar de la línea que mantienen sus organizaciones. Sus aparatos dirigentes, anclados en un modelo de diálogo social y colaboración en la gestión del sistema, no cesan de buscar algún tipo de pacto social.


Dos ejemplos constatan esa apuesta por la colaboración de clases. Uno: La invitación que hace la burocracia sindical a los representantes del capital para que asistan a sus congresos (en el recientemente celebrado en Madrid de CCO.OO Cristina Cifuentes era una de las invitadas); y en el de CC.OO. de Cataluña el representante de la burguesía catalana invitado era Puigdemont. Otro: La firma del Convenio de Contact Center, que eterniza la precariedad del sector, es el último servicio de estos burócratas al capital.


El capitalismo no necesita del consenso social mientras no se vea ante una amenaza revolucionaria.


Gestos como el Acuerdo para la Mejora del Empleo Público apenas son un pequeño tributo al papel de control social y elemento de estabilización que cumplen esas cúpulas sindicales. Ese pequeño tributo consiste en rebajar a costas más soportables el grado de temporalidad de funcionarios, pero es significativo que en los únicos colectivos donde se crea empleo neto es en la policía y en la guardia civil.


Paralelamente asistimos a una creciente proliferación de plataformas de la llamada “economía colaborativa”, una especie de piratas desrreguladores de sectores como el del taxi, la paquetería, la mensajería y otros servicios. Es lo que se conoce como “uberización” (por la plataforma UBER) del mercado laboral, con retribuciones a la baja y en variable, y ruptura de las relaciones contractuales, mientras provoca el enfrentamiento de sus “colaboradores” (que no empleados), con los trabajadores de los sectores en los que penetran y que sí tienen reguladas sus relaciones laborales.


Llamativamente, ni al gobierno ni a sus “oposiciones” parece preocuparles lo más mínimo esta cuestión, quizá porque con ello se logra debilitar aún más al movimiento obrero.


Otro ejemplo de lucha de estos trabajadores sobreexplotados se está produciendo en los Ayuntamientos del cambio. Los empleados de empresas que realizan servicios externalizados están luchando contra la precariedad, por la municipalización de servicios y por la mejora de sus convenios. Los Ayuntamientos del cambio están mostrando, como no podía ser de otra manera, demasiados elementos de continuidad con la gestión del PP, no haciendo gesto alguno para defender los intereses de las clases trabajadoras e, incluso, careciendo de escrúpulos para eliminar empleos (Polideportivos de Usera o Getafe).


El dique de contención de la lucha de clases, que se intentó con la “Nueva Política” muestra signos de resquebrajamiento.


Para que estas luchas tengan impulso y puedan vencer, es esencial la solidaridad de nuestra clase. Todos los sectores hemos sufrido una disminución de los salarios reales y, por ello, las luchas de unos son las de todos. Hablemos de clase, no de ciudadanía ni solidaridad ciudadana. Como usuarios, tanto podemos quejarnos de una huelga porque no nos proporciona un servicio como mostrar simpatía hacia ella porque pueda mejorar el servicio. Reducirnos a la condición de usuarios es una premisa esencial para enfrentar a unos trabajadores contra otros, desarmarnos y sumirnos en la impotencia.


Nunca olvidemos que, en el sistema capitalista, podemos disputar el precio de la venta de nuestra fuerza de trabajo, pero vamos a seguir siendo una simple mercancía destinada a proporcionar beneficios a una minoría. Allá donde el movimiento obrero ha olvidado que su objetivo último es el logro de una sociedad socialista, no sólo ha sido derrotado, sino que ha devenido en un simple lobby (grupo de presión), a menudo instrumentalizado por intereses oscuros. Miremos, si no, qué ha ocurrido en lugares como Estados Unidos o Argentina, y el esfuerzo que cuesta recuperar el terreno perdido.


Queda mucho por hacer. Apostamos por conectar todas estas luchas laborales en un gran movimiento sociopolítico que, hoy por hoy, encuentra su mejor representación en las Marchas de la Dignidad, y pueden ayudar a recuperar conciencia de clase. Como comunistas, nos encargaremos de recordar que, en última instancia, una clase que se constituye como tal debe aspirar a ejercer el poder político si quiere materializar sus intereses





EL REPUNTE DE NUEVAS LUCHAS DE LOS TRABAJADORES DESENMASCARA A QUIENES COLABORAN CON LA PATRONAL



Estamos asistiendo a un repunte de la conflictividad laboral, derivado de la política de ajuste; es decir, de un aumento del grado de explotación del capital. Algunas de las luchas han tenido una dimensión estatal (teleoperadores, camareras de hotel, Ferrovial, estiba...) Junto a ellas, un interminable rosario de conflictos locales.


Muchos de los sectores implicados se caracterizan por la ausencia de regulación en sus condiciones laborales, lo que conlleva una sobre-explotación. Esto se conoce coloquialmente como precariedad, lo que desmiente, en la práctica, las teorías que contraponen una clase trabajadora fordista, es decir, sindicada y presente en grandes empresas, a un precariado totalmente indefenso, al que sólo cabía organizar en las plazas. Cuando los trabajadores y trabajadoras no tienen nada que perder y cuentan con el impulso de direcciones sindicales consecuentes, naturalmente que pueden luchar y vencer.


Es verdad que en estas luchas han participado afiliados, delegados y secciones sindicales de los principales centrales. Y ello a pesar de la línea que mantienen sus organizaciones. Sus aparatos dirigentes, anclados en un modelo de diálogo social y colaboración en la gestión del sistema, no cesan de buscar algún tipo de pacto social.


Dos ejemplos constatan esa apuesta por la colaboración de clases. Uno: La invitación que hace la burocracia sindical a los representantes del capital para que asistan a sus congresos (en el recientemente celebrado en Madrid de CCO.OO Cristina Cifuentes era una de las invitadas); y en el de CC.OO. de Cataluña el representante de la burguesía catalana invitado era Puigdemont. Otro: La firma del Convenio de Contact Center, que eterniza la precariedad del sector, es el último servicio de estos burócratas al capital.


El capitalismo no necesita del consenso social mientras no se vea ante una amenaza revolucionaria.


Gestos como el Acuerdo para la Mejora del Empleo Público apenas son un pequeño tributo al papel de control social y elemento de estabilización que cumplen esas cúpulas sindicales. Ese pequeño tributo consiste en rebajar a costas más soportables el grado de temporalidad de funcionarios, pero es significativo que en los únicos colectivos donde se crea empleo neto es en la policía y en la guardia civil.


Paralelamente asistimos a una creciente proliferación de plataformas de la llamada “economía colaborativa”, una especie de piratas desrreguladores de sectores como el del taxi, la paquetería, la mensajería y otros servicios. Es lo que se conoce como “uberización” (por la plataforma UBER) del mercado laboral, con retribuciones a la baja y en variable, y ruptura de las relaciones contractuales, mientras provoca el enfrentamiento de sus “colaboradores” (que no empleados), con los trabajadores de los sectores en los que penetran y que sí tienen reguladas sus relaciones laborales.


Llamativamente, ni al gobierno ni a sus “oposiciones” parece preocuparles lo más mínimo esta cuestión, quizá porque con ello se logra debilitar aún más al movimiento obrero.


Otro ejemplo de lucha de estos trabajadores sobreexplotados se está produciendo en los Ayuntamientos del cambio. Los empleados de empresas que realizan servicios externalizados están luchando contra la precariedad, por la municipalización de servicios y por la mejora de sus convenios. Los Ayuntamientos del cambio están mostrando, como no podía ser de otra manera, demasiados elementos de continuidad con la gestión del PP, no haciendo gesto alguno para defender los intereses de las clases trabajadoras e, incluso, careciendo de escrúpulos para eliminar empleos (Polideportivos de Usera o Getafe).


El dique de contención de la lucha de clases, que se intentó con la “Nueva Política” muestra signos de resquebrajamiento.


Para que estas luchas tengan impulso y puedan vencer, es esencial la solidaridad de nuestra clase. Todos los sectores hemos sufrido una disminución de los salarios reales y, por ello, las luchas de unos son las de todos. Hablemos de clase, no de ciudadanía ni solidaridad ciudadana. Como usuarios, tanto podemos quejarnos de una huelga porque no nos proporciona un servicio como mostrar simpatía hacia ella porque pueda mejorar el servicio. Reducirnos a la condición de usuarios es una premisa esencial para enfrentar a unos trabajadores contra otros, desarmarnos y sumirnos en la impotencia.


Nunca olvidemos que, en el sistema capitalista, podemos disputar el precio de la venta de nuestra fuerza de trabajo, pero vamos a seguir siendo una simple mercancía destinada a proporcionar beneficios a una minoría. Allá donde el movimiento obrero ha olvidado que su objetivo último es el logro de una sociedad socialista, no sólo ha sido derrotado, sino que ha devenido en un simple lobby (grupo de presión), a menudo instrumentalizado por intereses oscuros. Miremos, si no, qué ha ocurrido en lugares como Estados Unidos o Argentina, y el esfuerzo que cuesta recuperar el terreno perdido.


Queda mucho por hacer. Apostamos por conectar todas estas luchas laborales en un gran movimiento sociopolítico que, hoy por hoy, encuentra su mejor representación en las Marchas de la Dignidad, y pueden ayudar a recuperar conciencia de clase. Como comunistas, nos encargaremos de recordar que, en última instancia, una clase que se constituye como tal debe aspirar a ejercer el poder político si quiere materializar sus intereses.





jueves, 20 de abril de 2017

La Nueva Babilonia, película de Grigori Kozintsev y Leonid Trauberg 1929







La nueva Babilonia

(1929) Novyy Vavilon ~ The New Babylon [Grigori Kozintsev, Leonid Trauberg] [subs: de en fr]







Título original: Новый Вавилон/Novyy Vavilon; URSS, 1929; Productora: Sovkino; Director: Grigori Kozintsev y Leonid Trauberg. Fotografía: Andrei Moskvin (Blanco y negro); Guión: Grigori Kozintsev y Leonid Trauberg; Reparto: David Gutman, Yelena Kuzmina, Andrei Kostrichkin, Sofiya Magarill, A. Arnold, Sergei Gerasimov, Yevgeni Chervyakov, Pyotr Sobolevsky, Yanina Zhejmo, Oleg Zhakov, Vsevolod Pudovkin; Duración: 120′

“[…]¡La Comuna, exclaman, pretende abolir la propiedad, base de toda civilización! Sí, caballeros, la Comuna pretendía abolir esa propiedad de clase que convierte el trabajo de muchos en la riqueza de unos pocos. La Comuna aspiraba a la expropiación de los expropiadores.[…]” ¹ (Karl Marx)

Sinopsis:

Ambientada en el París de 1870-1871, ‘La nueva Babilonia’ nos cuenta la historia de la instauración de la Comuna de París por parte de un grupo de hombres y mujeres que no quieren aceptar la capitulación del Gobierno de París ante Prusia en el marco de la guerra franco-prusiana. Louise, dependienta de los almacenes “La nueva Babilonia”, va a ser una de las más apasionadas defensoras de la Comuna hasta su derrocamiento en mayo de 1871.

Comentario:

En 1929, Grigori Kozintsev y Leonid Trauberg, dos de los creadores y difusores de la Fábrica del Actor Excéntrico (FEKS), escribieron y dirigieron la que se considera su obra conjunta de madurez: ‘Novyy Vavilon (La nueva Babilonia)’.

Como muchas otras obras soviéticas se sirven de un hecho histórico real para exaltar la Revolución, pero la peculiaridad de la película de Trauberg y Kozintsev reside en que no sólo se remontan muchos años atrás en el tiempo, sino que además cambian de ubicación, situando la acción en la época de la guerra franco-prusiana de 1870 y la instauración de la Comuna de París al año siguiente.

Para ambientar la historia se inspiraron en obras de arte francesas de la época en que transcurren los hechos (c. 1870). Para intentar lograr una mayor verosimilitud, los autores viajaron a París para visitar los escenarios de los acontecimientos y ver las obras de arte que habían buscado inspiración en estos sucesos. La música corrió a cargo del compositor Dimitri Shostakovich.


¿Y qué mueve a Kozintsev y Trauberg a hacer una película centrada en la Comuna de París? Fácil: la Comuna de París era considerada como uno de los principales antecedentes de la Revolución de 1917. Es el primer ejemplo histórico en el que el Estado es abolido y el proletariado toma las riendas de todos los asuntos que le conciernen.


Es significativo que uno de los libros que Lenin tenía consigo durante su exilio en Finlandia tras el fracaso revolucionario de 1905 (después se instalaría en Suiza) era “La guerra civil en Francia”, de Karl Marx, donde el autor analizaba los hechos ocurridos en París y celebraba la implantación de la Comuna, que gobernó París del 18 de marzo al 28 de mayo de 1871.


Los revolucionarios rusos veían las barricadas proletarias de la Comuna de París como un ejemplo a seguir. Cuando el ejército prusiano rodeó París, el hambre hizo que en enero de 1871 la ciudad se rindiera. El pueblo de París se quejó de que el gobierno nacional hubiera concertado una paz humillante. La Guardia Nacional, con la ayuda de los civiles, se negó a entregar las armas y puso los cañones a salvo de los prusianos. El gobierno se trasladó a Versalles y preparó el ataque para someter a los rebeldes de París.



El 18 de marzo de 1871 se instauró en París la Comuna, un poder revolucionario con un sistema comunista de autogestión. Se estableció una serie de decretos revolucionarios, por ejemplo: autogestión de las fábricas abandonadas por sus dueños, creación de guarderías para los hijos de las obreras, laicidad del Estado (separación Iglesia-Estado), obligación de las iglesias de acoger las asambleas de vecinos y de sumarse a las labores sociales, revocabilidad de los cargos de gobierno, remisión de los alquileres impagados, abolición de los intereses de las deudas, igualación de los salarios de los parlamentarios con los de un trabajador e igualdad de derechos para las mujeres.


La Comuna fue atacada a partir el 2 de abril por las fuerzas del gobierno del ejército de Versalles, con el beneplácito de Prusia.

Los habitantes de París resistieron durante semanas. Del 21 al 28 de mayo tuvo lugar la semana sangrienta, durante la cual se fue a degüello contra los comuneros. El 28 de mayo cayó, a las cuatro de la tarde, la última barricada en la rue Ramponeau de Belleville.


Y el mariscal MacMahon sentenció: “A los habitantes de París. El ejército francés ha venido a salvaros. ¡París está liberada! A las cuatro en punto nuestros soldados tomaron la última posición insurgente. Hoy se ha acabado la lucha. El orden, el trabajo y la seguridad volverán a nacer”.


Pocos pudieron huir. Las represalias que se tomaron fueron extremas e indiscriminadas: fusilamientos, internamientos en prisiones y campos de concentración, algunos luego fueron juzgados y condenados a muerte, trabajos forzados o encarcelados en fortalezas penitenciarias, otros fueron deportados, etc.


Trauberg y Kozintsev ponen a las mujeres en primera línea de batalla, dan una importancia primordial al papel de la mujer en los acontecimientos. Esto realmente fue así en la Comuna de Francia, donde se han relatado hechos de mujeres que lucharon, empuñando las armas cuando fue necesario, para instaurar y defender la Comuna.  Como telegrafió el corresponsal en París del diario Times de EE.UU: “Si la nación francesa no se compusiera más que de mujeres, qué nación terrible sería”.


Se trataba de obreras, pequeñas comerciantes, maestras, prostitutas, “arrabaleras”, mujeres de barrios populares… Mujeres que habían creado clubes revolucionarios, como el Comité de Vigilancia de las Ciudadanas y la Unión de Mujeres para la Defensa de París. En la constitución de este último tuvo un papel fundamental Elizabeth Dimitrieff, una rusa amiga de Karl Marx que se convirtió en una de las más fervientes activistas de la Comuna.

En la película tenemos una heroína clara, Louise, empleada en unos grandes almacenes que pasa a ser una de las más aguerridas defensoras del proletariado. Puede ser que este personaje tome su nombre, a modo de homenaje, de otra de las heroínas reales de la Comuna de París: la anarquista Louise Michel. De hecho, algunos de los acontecimientos que protagoniza la heroína del filme estuvieron en la realidad encabezados por Louise Michel



Está en primera fila de los acontecimientos de los 17 y 18 de marzo de 1871,  encabeza la manifestación de mujeres que impide que los cañones de la Guarda Nacional emplazados en Montmartre pasen a manos de los “Versalleses”, y logra que los soldados confraternicen con los guardias nacionales y el pueblo parisino, anima el “Club de la Revolución” y sus milicias, consigue la creación de comedores para los niños, organiza un servicio de guarderías infantiles y apoya la creación de escuelas profesionales y de orfanatos laicos. Cuando las tropas del gobierno de Versalles asaltan París, combate en las barricadas de Clamart, Neuilly e Issy-les-Moulineaux. Participa como enfermera y recluta mujeres para llevar las ambulancias. Como guarda del 61º batallón de Montmartre, lidera un valeroso batallón femenino. Louise logra escapar, pero se entrega a las autoridades a los pocos días, para obtener la liberación de su madre que había sido arrestada en su lugar. En diciembre de 1871, es condenada a diez años de destierro después de haber declarado en el juicio: “No me quiero defender. Pertenezco por entero a la revolución social. Declaro aceptar la responsabilidad de mis actos.(…) Ya que, según parece, todo corazón que lucha por la libertad sólo tiene derecho a un poco de plomo, exijo mi parte. Si me dejáis vivir, no cesaré de clamar venganza y de denunciar, en venganza de mis hermanos, a los asesinos de esta Comisión”.


Está claro que la instauración de la Comuna se puede llegar a entender como un ideal para los revolucionarios rusos. Pero, esta importancia de la mujer en la Comuna que tan bien se refleja en la película, ¿se corresponde con los ideales de la revolución de 1917?


Desde luego, si pensamos en la época en que Stalin ya se había hecho con el poder tras la muerte de Lenin en 1924, no, ya que éste suprimió todos los logros obtenidos por las mujeres para volver a un sistema patriarcal tradicional.


Y no olvidemos que ‘La nueva Babilonia’ es una película de 1929, cuando Stalin está ya en lo más alto. Quizá este fue uno de los motivos de que Kozintsev y Trauberg hicieran una película sobre la Comuna de París. Otra época, otro lugar. Quizá así era más fácil saltarse en cierta medida la férrea censura stalinista. Aunque esto son suposiciones…


Pero si nos fijamos en los ideales de los revolucionarios que vencieron en 1917, consideraban la igualdad las mujeres como un pilar fundamental para lograr la verdadera revolución. La lucha revolucionaria en Rusia siempre estuvo unida a las mujeres.


Sin ir más lejos, la revolución de febrero de 1917 se inició el día 23 (8 de marzo en el calendario occidental), Día Internacional de la Mujer, cuando para celebrarlo las mujeres obreras de la industria textil hicieron una huelga.


Con la revolución de octubre de 1917, las mujeres soviéticas alcanzaron amplios derechos nunca antes vistos en ningún lugar: derecho al divorcio, al aborto, eliminación de la potestad marital, igualdad entre el matrimonio legal y el concubinato, etc. Se logró sentar las bases para un pleno acceso de la mujer a la cultura y los medios económicos. El IIIº Congreso de la Internacional Comunista estableció sobre la cuestión de la mujer:


“El derecho electoral no suprime la causa primordial de la servidumbre de la mujer en la familia y en la sociedad y no soluciona el problema de las relaciones entre ambos sexos. La igualdad no formal sino real de la mujer sólo es posible bajo un régimen donde la mujer de la clase obrera sea la poseedora de sus instrumentos de producción y distribución, participe en su administración y tenga la obligación de trabajar en las mismas condiciones que todos los miembros de la sociedad trabajadora.”


Las tareas domésticas se debían sustituir por un sistema de servicios sociales garantizados por el Estado: guarderías, jardines de infancia, lavanderías, comedores colectivos, hospitales, cines, teatros…. Como vemos, algo de esto había ya en la Comuna de París.


Según dice Trotsky en “La Revolución Traicionada”, las funciones económicas de la familia debían ser absorbidas por la sociedad socialista, permitiendo la unión de toda una generación por la solidaridad y la asistencia mutua, y proporcionando a la mujer una verdadera emancipación del yugo de las tareas domésticas.


Los directores juegan continuamente con la contraposición de imágenes entre los concienciados y sufridos obreros y la frivolidad de los burgueses. El paralelismo de las acciones de ambos “bandos”, junto con el uso de carteles que toman un doble sentido debido al montaje, hacen que el objetivo de Trauberg y Kozintsev de mostrarnos las diferencias existentes entre las diferentes clases se cumpla de forma extraordinaria. Es curioso el juego con los ejes de mirada, con el tipo de planos y con los carteles para que asociemos, incluso, acciones muy alejadas físicamente.


Hay que destacar el contraste entre los planos de la primera parte de los obreros oprimidos, despersonalizados, sometidos al patrón, trabajando para la burguesía, con los planos de la quinta parte. Una vez instaurada la Comuna, los obreros siguen trabajando pero de otro modo. Como se dice en la película, trabajan felices porque trabajan para ellos, ya no están sometidos al patrón, controlan sus horarios (ya no trabajan por la noche), controlan la situación de los niños (ya no son carne de cañón para el patrón).



‘La nueva Babilonia’ toma partido de forma clara a favor de los obreros y en contra de la burguesía, evitando cualquier especulación sobre el porqué del fracaso de la Comuna. Esto se debe probablemente al vivo debate al respecto entre los historiadores soviéticos de la época, que discutían si se centró demasiado en las reformas puramente democráticas, si prestó demasiado poca atención a la estrategia militar, o si fracasó por la carencia de una maquinaria de estado centralizada, versión favorita de los estalinistas.


Tan sólo en una breve escena podemos atisbar la existencia de los profundos debates que con seguridad se produjeron en la Comuna, cuando ante la carencia de medios un trabajador propone la incautación de las fábricas y los bancos, rechazándolo los líderes y optando por una solución pacífica. De esta forma se explicitan las críticas de Engels en 1891 y de Lenin en 1917 puestas en boca del proletariado, centrando la atención en el debate, que dura hasta nuestros días, entre la necesidad de una revolución armada o la resistencia y evolución pacífica.


Por otro lado tenemos el personaje de Jean, soldado proveniente del campo y enamorado de Louise. De forma lejana, podemos entender a Jean como un símbolo de la falta de entendimiento que hubo por parte de los Comuneros con los campesinos, muchos de los cuales se alinearon con la burguesía, lo que para algunos también contribuyó al fracaso de la Comuna.


No podemos acabar sin llamar la atención sobre todo un símbolo. En una emocionante secuencia vemos a los líderes de la Comuna abatidos tras 49 días de asedio. Se encuentran cercados y un obrero les anuncia que el enemigo ha penetrado en la ciudad. Ante su desolación un cartel se pregunta: “¿Se acabó?”. Entonces vemos un picado sobre una calle vacía y cómo un obrero llega al centro del cuadro y con una barra de hierro comienza a levantar adoquines, los adoquines que con todo tipo de muebles y enseres servirán para construir las famosas barricadas. Así adquiere protagonismo, creemos que por primera vez en el cine, un icono de las luchas urbanas en todo el mundo, un símbolo que nació en la Comuna y que llegó hasta el mayo francés de 1968 y después: el adoquín parisino.


En conclusión, ‘La nueva Babilonia’ hace un acercamiento realmente interesante a un acontecimiento histórico que marcó un antes y un después en el movimiento obrero en todo el mundo.
¹ “La guerra civil en Francia”; Karl Marx, 1871.


"La Nueva Babilonia", la ciudad de los hombres y mujeres libres




Karl Marx La guerra civil en Francia- La Comuna de París



Karl Marx.  Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850
INTRODUCCION DE F. ENGELS A LA EDICION DE 1895 [2]










miércoles, 19 de abril de 2017

Lo Viejo y lo Nuevo (La Línea General) es una película de Sergei M. Eisenstein de 1929



La Línea General sería su último film mudo, realizado por  Sergei M. Eisenstein después de la afamada trilogía compuesta por La Huelga (1925), El Acorazado Potemkin (1925) y Octubre (1927).


Lo Viejo y lo Nuevo (La línea general, 1929): Aproximación didáctica JOSE FLORIT






La línea general (con subtítulos en castellano)



Eisenstein - 'The General Line' (1929)



La línea general por Sergei Eisenstein









Título original: Старое и новое/Staroye i novoye; URSS, 1929; Productora: Sovkino; Directores: S.M. Eisenstein y Grigori Alexandrov. Fotografía: Eduard Tissé (Blanco y negro); Guión: Sergei M. Eisenstein, Grigori Aleksandrov; Reparto: Marfa Lapkina, M. Ivanin, Konstantin Vasilyev, Vasili Buzenkov, Nejnikov, Chukamaryev, Ivan Yudin, E. Suhareva, G. Matvei; Duración: 121′


“Tal como la concebimos, una obra de arte es ante todo un tractor que labra a fondo el psiquismo del espectador, en una determinada orientación de clase.” (S.M. Eisenstein)


Sinopsis:


En el marco de la colectivización agraria de la URSS, asistimos a la transformación de una comunidad campesina. Los avances técnicos son aprovechados en pro del bien común. Marfa Lapkina se erige como la propulsora del cambio de sistema, buscando el fomento del trabajo colectivo en detrimento del individual. Apoyada por el consultor agrícola de la zona y con la ayuda de los otros campesinos, menos concienciados y en principio reticentes, logran hacer realidad sus sueños.




Comentario:

En 1926, Eisenstein, Aleksandrov y Tissé se ponen manos a la obra con un proyecto personal: ‘La línea general’. Pretendían realizar una película didáctica de tono cercano al documental que mostrara la aplicación de la nueva política del Partido en el campo. Para escribir su historia se documentan exhaustivamente: realizan encuestas, visitan koljoces y sovjoces, asisten a debates sobre agricultura… Está considerada como una de las precursoras del realismo socialista.

El título ‘La línea general’ hace referencia al Plan Cooperativo para la agricultura que había establecido Lenin antes de morir: “las pequeñas explotaciones campesinas, aisladas, nada aventajadas y tan atrasadas, deberán crear, al unirse progresivamente, la gran explotación agrícola común.” Se pretendía fomentar la creación de cooperativas agrarias de una forma voluntaria, y la película ayudaría en este sentido.

El rodaje ya había comenzado cuando, en 1927, Eisenstein tuvo que interrumpir su trabajo para rodar ‘Octubre’, película de encargo a la que no podía decir que no (la voluntariedad ya brillaba por su ausencia).


Una vez finalizada ‘Octubre’, retoma su proyecto en 1928. Aunque en principio la película fue aprobada, en 1929, cuando Stalin ya tenía el control total del poder, exigió algunas modificaciones. Así, hizo añadir imágenes de una gran granja colectiva próxima a Rostov, cercana al río Don. Finalmente a la película se le cambió también el título, estrenándose como ‘Staroye i novoye (Lo viejo y lo nuevo)’.


Por primera vez en el cine de los maestros soviéticos la acción se traslada al campo, dejando de ser el campesinado una simple referencia en el discurso de los obreros en la fábrica.

Como ya hiciera Pudovkin con el protagonista de ‘El fin de San Petersburgo’, los campesinos son presentados como carentes de ideología. Pero Eisenstein va mucho más allá, y de forma explícita y durísima comienza la película con unos intertítulos que nos sitúan:


“100 millones de analfabetos, ignorantes, retrasados campesinos.”
“Campesinos retrasados que nos ha legado el antiguo régimen.”


De modo que desde el principio está claro, la película nos va a narrar la necesidad de trasladar la revolución al ámbito rural y cómo hacerlo.



Para espectadores del cine soviético anterior, resulta paradójico el estado ideológico en el que se nos dice que están los campesinos, ya que, salvo en la mencionada obra de Pudovkin, las referencias siempre han sido a “la lucha de las masas obreras y campesinas”, pero resulta que cuando llegamos al campo tales luchas parecen no haber existido. Más curioso, si cabe, cuando la película se desarrolla con la revolución ya triunfante, en el periodo de colectivización agrícola que se desarrolló entre 1927 y 1929, cuando la mayoría de los anteriores filmes, en los que parecía que la revuelta era simétrica en el campo y en la ciudad, se desarrollan antes de 1917.


Desde luego parece que lo que nos cuenta ‘Lo viejo y lo nuevo’ se ajusta más a la verdad, y que lo anterior era más “discurso”. Y es que por primera vez las condiciones de la vida y del trabajo son el centro de atención preferente, por encima del proceso puramente político.

Evidentemente Eisenstein no renuncia a la carga ideológica, ésta sigue siendo el fin último, pero llega a ella desde una lógica anterior y más básica: la rebeldía contra la precariedad y la injusticia.


Con un tratamiento cercano al documental, si bien con alto contenido expresivo, se nos muestran las consecuencias de la división de la tierra, la forma de vida de los campesinos, las costumbres heredadas que no hacen más que aumentar la precariedad, la dureza del trabajo, los avatares del clima… Todo esto, arrastrado durante siglos, hace que el campo esté maduro para desterrar lo viejo y abrazar lo nuevo.



La película está llena de novedades que son consecuencia de la evolución en las investigaciones de Eisenstein. Habiendo escrito en 1924 “¡Abajo las narraciones y los argumentos!”, aquí encontramos sin embargo un claro hilo argumental, que de algún modo anuncia lo que escribiría poco después: “Hoy el argumento, que casi parecía entonces un ‘ataque de individualismo’ a nuestro cine revolucionario, vuelve bajo una nueva forma al lugar que le corresponde.” El “montaje intelectual” que había llegado a su máximo desarrollo en ‘Octubre’, da paso aquí al “montaje armónico”. Eisenstein avanza continuamente en sus investigaciones sobre el montaje. Aparte de buscar el choque horizontal entre imágenes consecutivas, va perfeccionando el modo de lograr choques verticales entre varias líneas narrativas.

Pero quizá lo más llamativo es la recuperación del héroe individual en el lugar ocupado hasta entonces por las masas obreras o los protagonistas episódicos encarnados en la huelga o el acontecimiento del Potemkin. De alguna forma se trata de la traslación del pars por toto que había utilizado ampliamente en el montaje, sustituyendo el todo, el cirujano de Potemkin por utilizar un ejemplo usado por él mismo, por una parte, sus lentes, intensificando el efecto sobre el espectador. Del mismo modo la utilización de un protagonista para representar a la colectividad favorece la identificación y permite ahondar en los sentimientos.


Pero no elige un héroe, sino una verdadera heroína popular, María Lapkina. El tipismo al que nos tiene acostumbrados el director es más flexible y deja un mayor hueco a la interpretación. Marfa es la campesina rebelde que se levanta contra la injusticia, la que a pesar de las primeras mofas de sus vecinos, en las que no parece irrelevante su condición de mujer, consigue finalmente organizarlos. Eso sí, con la ayuda del consultor agrícola del partido.



Vista hoy, sorprende que sea una mujer la elegida para protagonizar el cambio en una obra de 1929. Sin embargo, conviene recordar que la presencia de la mujer en todos los niveles de la organización política y social que llevó a la Revolución de Octubre fue muy notable. Y no solo eso, sino que la política de género bolchevique desde la misma toma del poder se convirtió en la más avanzada que ha conocido la historia. Desde 1917 se aprobó su derecho a votar y a ser votadas, la libertad de elección del trabajo, la igualdad de salario con los hombres, el acceso a los empleos del estado, se prohibió el despido de las embarazadas, las casadas ya no estaban obligadas a seguir a su marido, la educación mixta, se aprobó el aborto y el divorcio gratuitos, se decretó que ante una calificación igualitaria para un determinado empleo, la preferencia debía concederse a las mujeres solas con hijos menores, se establecieron licencias de maternidad durante las cuales cobraban íntegramente su salario, durante el período de amamantamiento recibían suplementos dietarios, se eliminó la figura del “hijo ilegítimo”, dando las mismas responsabilidades a los padres y los mismos derechos a los niños hubieran nacido dentro o fuera del matrimonio… Sin embargo todo esto no era aún suficiente, ya que sabían que la igualdad legal no significaba necesariamente la igualdad real. Solo mediante su incorporación completa e igualitaria a la producción social podía conseguirse la completa emancipación de la mujer. Pero para eso había una traba, el trabajo doméstico, que no podía soslayarse con el reconocimiento económico o el reparto de tareas en el hogar, de modo que decidieron que directamente había que eliminarlo.


No nos extenderemos más, aunque conviene hacerlo, porque excedería de los objetivos de este análisis y porque para cuando se terminó esta película parte de esas conquistas ya habían sido eliminadas por Stalin, que en años sucesivos volvió a imponer a la mujer soviética la dominación patriarcal.



Pues bien, de la misma forma detallada en que se nos narraron las penurias de lo viejo, de la mano de esa mujer que representa el espíritu que nace se nos cuenta la construcción de lo nuevo en forma de cooperativa y sus logros: trabajo común, propiedad común, recursos comunes.


Pero el cambio de los campesinos de la individualidad a la cooperación no viene motivado por una conciencia de clase, o por ideales políticos, o por objetivos superiores como la formación del estado socialista de los trabajadores, simplemente les convencen los logros que obtienen en lo cotidiano y que hacen que mejoren sus condiciones de vida. Parece que tras el triunfo de la revolución el pragmatismo se impone.


Sin embargo, en esta dialéctica entre lo viejo-malo y lo nuevo-bueno, no todo lo viejo proviene del pasado. La película se muestra igualmente muy crítica con la extrema burocracia del sistema y la rigidez de sus estructuras, práctica vieja insertada en el nuevo orden y que desde luego se convierte en una premonición de lo que estaba por llegar.


Porque si la película en buena parte de su desarrollo nos muestra lo que había antes, miseria, y lo que empezaba a haber aunque tan solo fuese como una esperanza, colectividad y cooperación, en su fase final se convierte en un cuento de hadas en el que los campesinos consiguen el ansiado tractor, las granjas colectivas modélicas se extenderán por doquier y los campesinos serán felices, tendrán recursos y ya no serán más analfabetos, ignorantes y retrasados.

Muy alejado de la realidad. Al poco tiempo de estrenada la película Stalin declaró su particular cruzada contra los campesinos. Con él llegó la colectivización forzosa. Los campesinos fueron convertidos en simples instrumentos de financiación de la industria. Éstos vieron con impotencia cómo sus esfuerzos servían para enriquecer a las ciudades. La explotación del campesinado cobró unas dimensiones terribles. Se expropiaron tierras, exiliaron a miles de familias y encarcelaron o ejecutaron a aquellos que se resistieron. La política agraria de Stalin, y la hambruna que acarreó, causaron varios millones de muertos. Así, el sueño de muchos se convirtió en pesadilla.







El teatro de atracciones: Eisenstein, Arvatov, Tretiakov (1921-1924)




Película Octubre. Serguéi M. Eisenstein 1927




Serguéi Eisenstein


Octubre (película)





Con subtítulos en castellano

Oktyabr (1927) Sergei M. Eisenstein




Octubre, película de Serguéi Eisenstein [subt castellano)






Octubre (película)


Октябрь (Octubre)


OCTUBRE - Sergei Eisenstein (1928)


Octubre, de Serguei Eisenstein
Resumen de la trama:
Octubre (Okjabr) dirigida por Sergei Eisenstein en 1927 es una verdadera obra épica que reproduce los hechos acontecidos durante la revolución bolchevique de Octubre de 1917. Una película que, rodada con motivo del décimo aniversario de la revolución, a pesar de no esconder su apoyo a la revolución rusa trata de mantener una visión objetiva de los hechos.
En el momento en que se rodó la película se respiraban aires de una alta represión política que llevó a mutilar más de 500 metros de película para eliminar la figura de Trosky. Esta película trata de conjugar la narración de los hechos con las imágenes simbólicas para conducir psicológicamente al espectador hacia las ideas de Eisenstein.


La película está claramente estructurada en cinco partes que van siguiendo cronológicamete los acontecimientos. Comienza con una introducción escrita, de unos 3 minutos de duración, donde se describe clara y minuciosamente la situación previa al estallido de la revolución rusa.
A continuación se muestra la preocupación de la gente por la subida de Bolcheviques y el azote del hambre en la población, situación aprovechada por el gobierno provisional, para obtener sus votos tras la promesa de proveerles de pan y alimentos.


En la tercera parte se muestra el implacable avance del general Kornolov hacia Petrogrado. Los proletariados deben defender Petrogrado a toda costa, por ello, hombres, mujeres y niños se unen para liberar a sus camaradas capturados de la prisión, alcanzando el arsenal y aprovisionándose de armas. Los trabajadores ganan y arrestan a Kornolvov. Después, Lenin, Trotsky y otros líderes Bolcheviques deciden avanzar - la revolución estaba en marcha - era el 10 de octubre el 25 de 1917.


La cuarta parte empieza con el barco Aurora navegando hacia Neve, lleno de soldados listos para atacar. La Bolchevies crean sus propias fuerzas y forman un gobierno provisional. Los Mencheviques cuentan sólo con un reducido grupo de militantes de los partidos burgueses, unos cosacos que desertan y con las 140 mujeres del Batallón de la Muerte para defender el Palacio de Invierno El gobierno provisional Menchevique seguía unido pero el capital estaba controlado por los trabajadores y los soldados. Es por esto, que en una dramática votación y por voluntad popular los Bolcheviques obtiene el poder.


En la última parte de la película se narra la división de los Bolcheviques en dos facciones, una que desea esperar y apaciguar la situación y otra que desea atacar y imponer el nuevo estado socialista en Rusia que pronto se convertiría en la unión soviética. Finalmente gana la segunda facción y la batalla final es librada, llevando a los bolcheviques oficialmente al poder el 25 de octubre de 1917.











El Octubre (1927) de Eisenstein y el papel de Trotsky


http://banderaroja.blogspot.com.es/2013/11/el-octubre-1927-de-eisenstein-y-el.html

Película La Huelga. Serguéi M. Eisenstein de 1924



La huelga (película)



La huelga (en rusoСтачка) es una película muda de 1924 dirigida por el cineasta soviético Serguéi M. Eisenstein. La película describe una huelga ocurrida en 1903 por los trabajadores de una fábrica en la Rusia prerrevolucionaria.

 Fue el primer largometraje de Eisenstein, que un año después dirigiría la famosa película El acorazado Potemkin. La escena más famosa del film es la secuencia final donde, haciendo uso Eisenstein de sus innovadoras teorías de montaje, se alterna la masacre hacia los huelguistas e imágenes de bovinos sacrificados. Otro tema de la película, que es una de las mayores características del cine de Eisenstein, es el colectivismo frente al individualismo convencional en el cine occidental.
Resumen de la trama
La película se abre con una cita de Lenin:
La fuerza de la clase obrera es la organización. Sin organización de masas, el proletario es nada. Organizado lo es todo. Estar organizado significa unidad de acción, unidad de actividades prácticas.
Índice




Стачка / The Strike



El acorazado Potemkin: contexto histórico y vanguardia cinematográfica



Stachka La Huelga, Sergei M. Eisenstein, 1924





Título original: Стачка/Stachka; URSS, 1924; Productora: Proletkult Production; Director: S.M. Eisenstein; Fotografía: Eduard Tissé (Blanco y negro); Guión: Sergei M. Eisenstein, Valeri Pletniov, I. Kravchinovskii, Grigori Aleksandrov; Reparto: Maxim Strauch, Grigori Alexandrov, Mikahil Gomorov, I. Ivanov, Ivan Klukin, Aleksandr Antonov, Yudif Glizer, Anatoli Kuznetsov, Vera Yanukova, Vladimir Uralsky, M. Mamin; Duración: 95′

“No creo en el cine-ojo, creo en el cine-puño. Resquebrajar los cráneos con un cine puño.” ¹ (S.M. Eisenstein)

Sinopsis:

En la Rusia zarista, los obreros de una empresa están cada vez más descontentos con sus condiciones laborales y con el trato recibido por parte de sus superiores. La tensión es cada día más elevada. El director de la empresa comunica sus sospechas de un posible motín de los trabajadores a los altos funcionarios políticos y éstos envían a sus informadores. Aunque las nubes de tormenta ya estaban flotando en el ambiente es cuando un compañero, un obrero, se suicida al ser acusado injustamente de robo, cuando estalla todo y se produce la huelga. Las fuerzas policiales, apoyando a los dueños de las empresas y los accionistas, tomarán cartas en el asunto.

Comentario:

‘La Huelga’ surgió gracias a una idea del Teatro de la Cultura Proletaria (Proletkult), que encabezado por Valeri Pletniev encargó a Eisenstein una serie de películas que llevarían por título “Hacia la dictadura (del proletariado)”. Estos filmes debían contar la historia de la revolución rusa desde 1880 hasta 1917. Como no podía ser de otra manera, se centrarían en diversos aspectos de las luchas obreras. Se iban a rodar siete títulos, pero finalmente sólo se realizó ‘La Huelga’, que debía ser la quinta entrega del proyecto. En gran parte se rodó en exteriores de Moscú y alrededores, en 1924, año de la muerte de Lenin, hecho éste que marcó definitivamente el posterior desarrollo de la historia de Rusia y de su cinematografía. Se podría decir que esta película inauguró la edad de oro del cine soviético.


El argumento está basado en hechos reales. En concreto, según David Bordwell ², reflejaría las huelgas de 1903 en Rostov del Don, a las que se sumaron más de quinientas fábricas. El descontento se extendía y la represión era cada vez más violenta. Un dato significativo: en 1903, un tercio del ejército ruso en la parte occidental del país tenía asignadas tareas de «acción represora». Estos movimientos de protesta influyeron definitivamente en las protestas de 1905.

Aunque pueda sorprender, el tema principal de ‘La Huelga’ no es el trabajo. Sí, la historia que nos cuenta es la del conflicto entre la clase obrera y la clase dirigente, pero la reivindicación laboral está completamente superada por una lucha mucho más general y que pone en cuestión las estructuras mismas del sistema. Parece lógico, dado el momento y el lugar de realización de la película. La Rusia soviética de 1924 contaba con una estructuración social y una organización política que superaban la pura organización obrera, aunque esto puede suponer alguna contradicción en el desarrollo de la historia, ya que ésta se sitúa en la época pre-revolucionaria, donde las cosas no eran tan así.



Mucho se ha escrito sobre el impresionante avance que supuso éste y los siguientes trabajos de Eisenstein en el lenguaje cinematográfico, innumerables inventos y hallazgos, novedosos recursos de montaje, metáforas visuales, planificación expresiva, etc. Sin embargo no se suele incidir demasiado en algunos aspectos igualmente novedosos en su estructura narrativa, quizá no tan espectaculares e influyentes en el cine posterior, pero que desde luego no merecen ser despreciados, como se ha hecho en algunos casos.


Para empezar, el protagonista absoluto del film no es un sujeto, sino un acontecimiento: la huelga. En torno a ella se articula toda la narración, y sus fases componen la división en capítulos de la película, convirtiéndose en un manual sobre el principal instrumento de la lucha de clases. Pero en realidad la que se nos cuenta no es una huelga laboral, a pesar de que es evidente el descontento de los trabajadores con su situación en la fábrica. Como decíamos, lo que en realidad está en juego es el derrocamiento del poder establecido. Los obreros ya no piensan sólo, ni principalmente, en mejoras laborales y así se manifiesta una y otra vez en los intertítulos. Tan solo una vez declarada la huelga se ponen a escribir su tabla reivindicativa. Probablemente en su época fuera de la Unión Soviética, o en la actualidad en sociedades desarticuladas como las nuestras, pueda ser difícil identificarse con obreros tan ambiciosos, o lo que es lo mismo, con fuerzas sociales tan potentes como para pensar en derribar un régimen.
Por otra parte, y siguiendo las consignas de Kulechov, el actor protagonista no es un individuo, sino un colectivo. Eisenstein ilustra perfectamente la teoría soviética de la clasificación por tipos y del héroe colectivo. Pone mucho cuidado en evitar que sobresalga un obrero sobre otro, en crear héroes o protagonistas al uso. No se nos oculta que hay cabecillas, dirigentes y acciones individuales, pero todas ellas, y sin darle más valor a unas que a otras, conforman una acción colectiva. No es en absoluto casual, el planteamiento obedece a la ideología soviética imperante en ese momento, como tampoco parece casual que este tipo de personaje colectivo carezca casi absolutamente de desarrollo posterior en la cinematografía mundial, producida en sistemas que abominan todo lo que no sea el individualismo.

Para Maxime Strauch ³: “Cada rostro vislumbrado debía aparecer como un componente característico del acontecimiento, dado que al hombre sólo se le veía unos instantes, tenía que tener un aspecto sumamente excesivo: su rostro debía ser, en cierto modo, una filosofía, un concepto del mundo”.



Al contrario que los trabajadores, y como no podía ser de otra forma, los malos se nos muestran absolutamente individualizados. Aquí sí se construyen personajes típicos: el dueño de la fábrica, el capataz, los rompehuelgas, el jefe de policía… Cada uno con sus características, muy identificables y muy muy aborrecibles. Es verdad, son caricaturas, pero es que Eisenstein en ningún momento oculta que se trata de una película de propaganda. Lo que quiere es convencer y para ello no renuncia a nada, desde deshumanizar a los rompehuelgas mediante la identificación con animales, hasta mostrar a los dirigentes siempre como tipos repulsivos. El maniqueísmo es tan evidente y tan explícito que no resulta peligroso.

Por eso también entre los obreros no hay prácticamente disensiones, todos participan de la huelga, todos están concienciados, no hay esquiroles, los rompehuelgas son tipos del hampa contratados expresamente para ello. Esta es una de las cosas peor resueltas porque, como decíamos al principio, la ausencia de conflicto en el interior de las fábricas quizás fuese lógica en las estructuras obreras de 1924, pero no tanto en ese periodo pre-revolucionario anterior a 1917. Igualmente, resulta chocante que en un grado tan avanzado de organización política se carezca por completo de sistemas de apoyo cuando la huelga avanza y en las familias empieza a escasear lo básico. Es más que probable que en el tiempo en el que se desarrolla la película las cosas fuesen realmente así, pero eso se conjuga mal con lo que nos cuenta. En esa situación de hambre lamentablemente se recupera la individualidad, cada uno se apaña como puede.


Resulta también interesante la contraposición evidente que hace entre el trabajo y su ausencia. Durante toda la primera parte la vida de los obreros se limita casi exclusivamente al trabajo, siempre les vemos entre máquinas, grasientos, hablando a escondidas… Tan solo en sus cortos momentos de ocio aprovechan para ir al campo o darse un baño, donde siguen hablando de política, claro.


Pero en una escena magistral, cuando ya han decidido ir a la huelga, tres imponentes obreros mirando fijamente a la cámara con aire desafiante, y en un fundido con una enorme rueda, escenifican el paro cruzando sus brazos mientras la rueda se detiene lentamente. Han parado la producción, han abandonado el trabajo y a partir de ese momento y por primera vez asistimos a escenas familiares: los animales de la granja con sus crías, los niños con sus juegos, las mujeres con sus labores… La contraposición entre el trabajo y la vida es evidente, convirtiéndose en una reivindicación de lo cotidiano y, por qué no, también de la pereza cuando ese trabajador continúa en la cama avanzada la mañana. Hasta las reuniones políticas las tienen en plena naturaleza, justo el mismo espacio donde antes los hemos visto pasar sus momentos de ocio. Porque la política sí forma parte de la vida, pero el trabajo…


Si por algo es recordada ‘La Huelga’ es por la magnífica secuencia de la brutal represión de los obreros por parte de las fuerzas del Estado, donde Eisenstein hace gala de su maestría montando en paralelo la carga contra los huelguistas con imágenes de matanza de animales, logrando aumentar de una forma espectacular el efecto de esas imágenes en el espectador.




Como se señaló arriba, la película se divide en seis partes que se corresponden con las que podrían ser las fases de una huelga cualquiera:


1. Todo está tranquilo en la fábrica.
2. El pretexto de la huelga.
3. La fábrica se congela.
4. La huelga se prolonga.
5. Una provocación para poner fin a la huelga por la fuerza.
6. La liquidación de la huelga.


Así, la película serviría como modo de adoctrinar a los proletarios e influir en su conciencia de clase. Aunque, como ya hemos señalado, hay quien ubica los hechos en 1903, lo cierto es que la acción puede reflejar muchas otras huelgas que se produjeron sobre todo entre 1905 y 1917 y que acabaron de forma violenta. Así, en los últimos carteles de la película se recuerdan diversos lugares donde, en diferentes momentos, hubo represión con derramamiento de sangre de los huelguistas y se exhorta a los espectadores a que no olviden.

Según su colaborador Grigori Aleksandrov ³: “Consiguió una película revolucionaria, sin historia de amor, sin suspense policíaco, sin otro héroe que la propia masa, presentada como un personaje colectivo”.

¹ “El problema de un enfoque materialista de la forma”;  S.M. Eisenstein, 1925.
² “El cine de Eisenstein: Teoría y práctica”; Bordwell, David; Ed. Paidós Ibérica; Colección: Paidós Comunicación; Barcelona; 1999.
³ Citas extraidas de los extras del DVD “Octubre / La Huelga”, de Producciones JRB; 2004.


Historia del cine