viernes, 26 de agosto de 2016

1919 fecha histórica de las conquistas de la lucha de la clase obrera en España. La jornada de 8 horas y el Retiro Obrero. Las contrarreformas laborales durante el gobierno de Adolfo Suárez González, los gobiernos de Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy Brey






Durante el Trienio Bolchevique, la lucha de clase del movimiento obrero, consiguieron más que en casi 100 años después.
Se puede apreciar la ley el reglamento del Retiro Obrero e igual el decreto ley de la jornada de ocho horas, son legislación simple de comprender por todos los obreros.


Reglamento General para el régimen obligatorio Retiro Obrero aprobado por S.M. e 21 de enero de 1921
EXPOSICIÓN
Señor: El Real decreto de 11 de marzo de 1919, refrendado por el Gobierno en pleno de V. M., estableció el régimen de intensificación de retiros obreros, como ampliación del seguro de vejez, autorizado y estimulado por la Ley de 27 de febrero de 1908, que dió vida al Instituto Nacional de Previsión.






Los convulsos días de huelga en la Barcelona de 1919, tras el despido de un centenar de trabajadores de la empresa La Canadiense y las protestas callejeras , desencadenaron la aprobación de una norma con un importante legado: el «decreto de la jornada de ocho horas», firmada por el conde de Romanones

«Las noticias de la situación en Barcelona eran ayer muy alarmantes. La huelga de La Canadiense se ha extendido a otras compañías de electricidad y a la general de aguas. La ciudad estuvo anoche a obscuras» (ABC, 27 de febrero de 1919 en la página 10). Así comenzaba la crónica de una de las jornadas más violentas del suceso que durante 44 días mantuvo en vilo a la Ciudad Condal y desencadenó la caída del Gobierno de una de las figuras ilustres de la época, el conde de Romanones, quien, en un gesto conciliador, firmó el 3 de abril de 1919 el «decreto de la jornada de ocho horas» (en vigor desde el 1 de octubre de dicho año).

Los hechos se remontan a principios de febrero de ese mismo año, cuando ocho trabajadores del personal de oficinas de La Canadiense, una eléctrica de Barcelona, son despedidos por reclamar las mismas condiciones salariales que sus colegas.

Solidarizados con la causa, 117 trabajadores de la sección de facturación acuden al gobernador para solicitarle su mediación. La respuesta fue, como se les prometió, inmediata: al regresar a la sede de la compañía se encontraron a un grupo de policías acordonando la entrada del edificio, prohibiéndoles el acceso. Todos los allí presentes estaban despedidos. La noticia corrió de boca en boca y las manifestaciones no tardaron en llegar.

La turbulenta huelga, dirigida por un comité de trabajadores y miembros de la CNT, se extendió rápidamente a otros colectivos y compañías energéticas. Después de intensas negociaciones, con la ciudad ocupada por las tropas, el Gobierno logró convencer a la directiva de La Canadiense para que readmitiera a los trabajadores despedidos y aceptara sus reivindicaciones salariales. Pocos días después se instauraba el decreto que regulaba la jornada laboral y el conde de Romanones abandonaba su cargo.

El primer avance laboral

Al «decreto de la jornada de ocho horas» se llegó a través de un largo camino de reivindicaciones (iniciado en 1890, con la huelga de los mineros vizcaínos) en el que cada pequeño paso era una conquista sin precedentes.

Otro de ellos fue la aprobación en 1904 de la ley del descanso dominical, para muchos detractores un pretexto del que los trabajadores, embriagados de un reposo y tiempo libre al que estaban poco acostumbrados, se servían para abarrotar en tropel las tabernas y dilapidar sus salarios. Por el contrario, Álvaro Calzado lo definía en las páginas de ABC meses antes de su aprobación como «un descanso indispensable al cuerpo», suministro de «tiempo necesario dar a su cerebro, embotado por una labor constante, el alimento intelectual necesario a su desarrollo» (1 de enero de 1904, página 5).

No fue hasta los años treinta cuando se vislumbró el siguiente avance laboral. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) pidió la aplicación de la jornada de 40 horas semanales, algo que en nuestro país no se pudo materializar. España se encontraba inmersa en la agitación previa al estallido de la Guerra Civil.

Desde 1º de octubre será obligatoria la jornada de ocho horas





Desde 1º de octubre será obligatoria la jornada de ocho horas
Madrid, 24 de Septiembre de 1919





Jornada de ocho horas
En 1919, en Barcelona, ​​después de una huelga general de 44 días, con más de 100.000 participantes que paralizó efectivamente la economía, el gobierno español aceptó las demandas de los trabajadores que incluían una jornada de ocho horas, el reconocimiento de los sindicatos y el reintegro de los trabajadores despedidos. El 3 de abril fue aprobado el decreto y a partir del 1 de octubre de 1919 la jornada máxima total de trabajo en España fue de 8 horas al día y de 48 a la semana.7 El Conde de Romanones fue relevado del gobierno en abril de 1919 después de firmar el 3 de abril de 1919 el llamado "Decreto de la jornada de ocho horas"
Actualmente la defensa de la jornada de ocho horas para los trabajadores, depende de la lucha contra las diferentes formas de disfrazar la relación laboral, mediante contratos de servicios, honorarios u obras, que con sistemas de pago a destajo, por tareas, piezas o peso y con la tercerización, eluden la aplicación de las normas laborales vigentes en casi todos los países y logran de hecho imponer jornadas de trabajo indefinidas. Además de recibir un mal trato por parte de los dueños y poseer una calidad de vida baja.


Huelga de La Canadiense


Pistolerismo


LA HUELGA DE LA CANADIENSE Y LA JORNADA LABORAL DE 8 HORAS


Para la burguesía, el anarcosindicalismo se estaba convirtiendo en una clara amenaza para el orden social que sustentaba su hegemonía social y económica. La prueba de fuego entre ambos se inició el 5 de febrero de 1919 con el conflicto de la Canadiense en Barcelona, una huelga mítica en la historia del sindicalismo libertario por su importancia, duración y dimensiones.


Mientras en Berlín habían asesinado a Rosa Luxemburgo el 15 de enero, en Barcelona, durante las semanas previas a la huelga, había incidentes entre libertarios y ugetistas, con algún asesinato durante la huelga de tipógrafos; acusaciones de Pestaña contra Cambó (Lliga Regionalista) sobre la intención de asesinarlos a él y a Seguí; suspensión de las garantías constitucionales; clausura de sindicatos; detenciones de dirigentes y activistas libertarios; buques de guerra en el puerto y censura de prensa. La cuestión de fondo que alimentó la huelga fue, además del derecho a la sindicación, el intento de forzar a la patronal al reconocimiento definitivo de la CNT como la interlocutora del mundo del trabajo en Cataluña.


La huelga de la Canadiense (llamada así porque el principal accionista de la Compañía era el Canadian Bank of Commerce of Toronto) se prolongó por 44 días convirtiéndose en huelga general paralizando el 70% de la industria catalana. El conflicto comenzó al organizarse entre el personal de oficinas, un Sindicato Independiente, que el gerente de La Canadiense, Fraser Lawton, nunca aceptó, por lo que éste empleó como estrategia hacer fijos ocho empleados eventuales y rebajarles el sueldo. Éstos protestaron con el argumento de que: «a mismo trabajo, mismo sueldo». Estas ocho personas, que eran precisamente las que habían organizado el Sindicato Independiente dentro de la empresa, inmediatamente fueron despedidos por Lawton. Cinco de los sancionados pertenecían a la sección de facturación y sus compañeros, en acto de solidaridad, el día 5 de febrero de 1919 se declararon en huelga hasta que se readmitiera a sus compañeros despedidos. Los 117 empleados de la sección de facturación se dirigieron hacia Gobernación para hablar con el gobernador, que les prometió que intercedería por ellos ante la empresa, si volvían al trabajo. Cuando éstos volvieron, se encontraron con fuerzas de la policía que les impedían el paso, no dejándoles entrar al interior del edificio, produciéndose diversos incidentes y quedando todos ellos despedidos. Al día siguiente la noticia corrió por Barcelona como un reguero de pólvora.


Los huelguistas buscaron la ayuda de la CNT, que se involucró en el conflicto. Se nombró un comité de huelga que lo formaron varios de los despedidos y miembros de la CNT y que estuvo liderado por Simó Piera. La huelga se extendió hacia los encargados de la lectura de contadores.


Contado la huelga con un amplio apoyo popular —se formaron cajas de resistencia que recaudaron 50.000 pesetas en una semana— el gerente de la empresa propuso una negociación cuya fecha fue fijada para el 17 de febrero en el edificio de la compañía y a la que acudieron cinco delegados en representación de los trabajadores. Cuando el gerente se enteró que entre los delegados había un afiliado a la CNT no quiso negociar.


Los huelguistas iniciaron cortes en el suministro eléctrico, quedando Barcelona prácticamente paralizada a las cuatro de la tarde del 21 de febrero, aunque había otra compañía —Energía Eléctrica de Cataluña— que seguía suministrando energía. El 4º Regimiento de zapadores y algunos marineros ocuparon la sede de la empresa y llegó a la ciudad un nuevo gobernador militar, Martínez Anido. Con el permiso de los inversores, Romanones confiscó la empresa y los ingenieros militares consiguieron iluminar la ciudad la noche del 22.

El día 23 se unieron a la huelga los trabajadores de la compañía Energía Eléctrica de Cataluña, lográndose el paro total de las compañías eléctricas. El 26 los trabajadores de las compañías de aguas y del gas se sumaron a la huelga, por lo que dichas empresas también fueron confiscadas.


El 3 de marzo los trabajadores de la central eléctrica de Sant Adrià del Besos secundan la huelga y el día 5 el general Milans del Bosch dicta un bando para llamar a la movilización a todos los hombres entre 21 y 38 años del ramo de la electricidad que tan solo sale publicado en el Diario de Barcelona. Los cenetistas convocados para la movilización decidieron el 7 de marzo no incorporarse a filas, lo que provocó que fueran encarcelados. En totol, unos tres mil trabajadores llenaron las prisiones, el castillo de Montjuïc y los buques de guerra del puerto, sometidos a la jurisdicción militar, puesta al servicio de la patronal catalana tras la declaración del estado de guerra el 12 de marzo. Barcelona fue ocupada por los militares y las cajas de resistencia podían llegar a recoger decenas de miles de pesetas semanales. Romanones se inclinó por algunos nombramientos políticos para propiciar el diálogo y el día 15 se abrieron las negociaciones.


El 17 se llegó a un acuerdo, se levantó la censura roja (que ejercía el Sindicato de Artes Gráficas) y el estado de guerra. Dos días después concluía la huelga con un balance bastante favorable para los trabajadores: jornada de ocho horas, mejoras salariales, readmisión de los despedidos y libertad para los detenidos. Unas 20.000 personas se congregaron ese día en la plaza de toros de las Arenas para ratificar el acuerdo, pero el propio Seguí fue recibido con un importante abucheo porque algunos trabajadores seguían detenidos por los militares. Para el «Noi del Sucre» se trataba de elegir entre la consolidación de las mejoras conseguidas o rescatar por la fuerza a los detenidos, con el consiguiente baño de sangre, que podía ser el inicio de la revolución social; pero, aunque dominaban las calles, ¿estaban en condiciones de vencer a los militares? Acordaron volver al trabajo y dar un plazo de tres días para la libertad de todos los detenidos.


Con el apoyo de Lliga, Milans del Bosch optó por no liberar a los detenidos. Burgueses y militares esperaban acabar con los anarcosindicalistas si éstos optaban por la huelga general revolucionaria. Los más radicales acabaron convocándola el 24 de marzo, y el 25 el capitán general declaró por su cuenta el estado de guerra. Al día siguiente, unos ocho mil paramilitares del Sometent salieron armados a las calles de Barcelona bajo la dirección del nacionalista Ventosa Calvell. El propio Cambó afirmó que se había paseado con un fusil por las calles de la ciudad. El día 30 el estado de guerra se extendió a toda España y el 1 de abril la huelga general abarcaba las ciudades más industrializadas de Cataluña. Al día siguiente todos los sindicatos fueron clausurados, aunque Romanotes decretó la jornada de ocho horas a partir de octubre para desbrozar el camino de la vuelta al trabajo, hecho que se empezó a producir a partir del día 5. Los partidarios de la huelga habían sido derrotados, y con ellos la sensación de imbatibilidad que acompañó a la CNT durante la huelga de la Canadiense. El grupo de presión formado por los militares y la Lliga, ésta a través de la patronal, se había impuesto a las decisiones del gobierno, que dimitió. La burguesía catalana, que propugnaba la reforma del estado para acomodarlo a sus intereses, se había aliado con los militares hasta el mismo límite del golpe de estado, también para defender sus intereses económicos. No era la primera vez. Ya habían llevado a término una campaña de delación tras la Semana Trágica; llevaban años oponiéndose a las reformas sociales de diferentes gobiernos en nombre de la no intervención, pero pidiendo la intervención del ejército contra los trabajadores, es decir, propiciando el militarismo. Tampoco sería la última, porque apoyarían el golpe de Primo de Rivera en 1923 y contribuirían a financiar el golpe de 1936.
La fuente es más completa




La huelga de ‘La Canadiense’


Real decreto de 3 de abril de 1919: Jornada máxima legal en todos los trabajos.


 Respondiendo el Instituto de Reformas Sociales a los requerimientos que el Gobierno le había dirigido, solicitando de su competencia las oportunas propuestas acerca de los problemas del trabajo que demandan solución más necesaria y urgente, viene realizando una labor tan intensa y meritísima, que es deber del Gobierno proclamarla, enaltecerla y señalarla a la pública consideración, singularmente de la clase trabajadora, para que de la obra legislativa, inspirada en los principios de justicia social, tenga exacto conocimiento y haga la debida estimación y aprecio.

Uno de los primeros frutos de aquella labor del Instituto de Reformas Sociales es su propuesta sobre la jornada del trabajo, cuyas bases fueron aprobadas por unanimidad en el Pleno de aquella Corporación, e íntegramente acepta el Gobierno, por considerarlas tan conformes con los principios de humanidad y de justicia como congruentes y ajustadas a la unánime aspiración de los trabajadores que de esta reforma hicieron siempre cuestión fundamental y esencialísima de sus reivindicaciones.

Se establece en este proyecto de Real decreto la jornada máxima de ocho horas diarias, o cuarenta y ocho horas semanales, con carácter general, pero, al propio tiempo, la representación patronal y obrera, en unánime expresión de la justicia y de la prudencia que inspira sus acuerdos, han considerado que, existiendo industrias cuya organización integral ha de hallarse coordinada con la de sus semejantes en el Extranjero, si no han de verse colocadas en condición de inferioridad y en trance de ruina y de muerte, deben constituirse aquellos organismos adecuados para el estudio de los casos de excepción, o sean los Comités paritarios profesionales que propongan al Instituto de Reformas Sociales las industrias o especialidades que, por notoria imposibilidad de aplicar la jornada de ocho horas, deben ser exceptuadas. Y para que dichos Comités puedan realizar ese estudio con las mayores garantías de acierto, y para que el Instituto de Reformas Sociales pueda examinar las propuestas y practicar las informaciones necesarias y dar facilidades a los legítimos intereses para que aduzcan y manifiesten sus razones e ilustren los problemas que dicho Instituto ha de resolver, se fijan los plazos necesarios, sin que su amplitud llegue a constituir dilación que la malicia pudiera señalar como expediente encaminado a retardar la plena eficacia de la reforma.

Tal es la obra del Instituto de Reformas Sociales, que el Gobierno de S. M. acepta en todos sus extremos, congratulándose de poder realizar reformas que a estas horas están aún en período de estudio y deliberación en pueblos tan adelantados como Francia e Inglaterra, cuyas resoluciones no podrán menos de ser tomadas en consideración para aquellas industrias que en tales centros de producción tienen sus competidores y necesitan hallarse en condiciones de igualdad para poder resistir la lucha que se avecina, si no se llega a realizar el ideal de concretar bases de carácter internacional que establezcan un régimen de coordinación entre las economías de los pueblos que hoy se disputan la mejor participación en los beneficios industriales.

ÁLVARO FIGUEROA

1. La jornada máxima legal será de ocho horas al día, o cuarenta y ocho horas semanales, en todos los trabajos a partir de Lo de octubre de 1919.

2. Los Comités paritarios profesionales se constituirán antes de 1.º de julio, y propondrán al Instituto de Reformas Sociales, antes de Lo de octubre, las industrias o especialidades que deban ser exceptuadas por imposibilidad de aplicar dicha jornada.

3. Dicho Instituto, después de realizar la información necesaria, resolverá, en definitiva, antes de 1.º de enero de 1920, la jornada que ha de establecerse en los trabajos exceptuados.

4. Los Comités paritarios que para el 1.º de octubre no hayan recurrido al Instituto se entenderá que acatan la jornada máxima legal establecida.



Fuente:
La consolidación del intervencionismo laboral (1900-1930).


En este Real Decreto no hace referencia al Real decreto de 3 de abril de 1919: Jornada máxima legal en todos los trabajos.

Real Decreto 2001/1983, de 28 de julio, sobre regulación de la jornada de trabajo, jornadas especiales y descansos.



Adolfo Suárez González



Ley 8/1980, de 10 de marzo, del Estatuto de los Trabajadores.


Estatuto de los trabajadores (España)



Desmontando la trampa del fin de las pensiones públicas






 Las contrarreformas laborales durante los gobiernos de Felipe González


Sábado 15 de junio de 2013. Nodo50 | Descargar artículo en PDF
Por Raúl Navas

Gobiernos de Felipe González (1982- 1996)


II legislatura de España



Nota del editor de este blog: le he añadido todos los enlaces del artículo

Por Raúl Navas
En los últimos años y décadas, la burguesía se ha esforzado para que su ideología se trasmita y se asuma entre la sociedad. Se han multiplicado numerosos centros de estudios, periódicos, fundaciones, canales de televisión, periodistas afines al neoliberalismo, etc., que actúan como una caja de resonancia a favor de la ideología neoliberal y de los intereses del capital (en especial la patronal bancaria). La derecha y el capital han impuesto su lenguaje y reivindicaciones en base a dogmas que son repetidos por ministros, empresarios y medios de comunicación constantemente. Se han centrado en insistir: que lo privado debe sustituir imperiosamente a lo público, que se debe abaratar el despido y precarizar derechos para crear empleo, o que la estabilidad laboral es una auténtica herejía.


Cuando en los actuales tiempos de crisis, los gobiernos recortan derechos laborales, llueve sobre mojado. Actualmente, se está profundizando bestialmente en las políticas seguidas en las últimas tres décadas que han desmantelado derechos históricos de la clase trabajadora. Unas políticas que han sido aplicadas en mayor o menor intensidad por todos los gobiernos desde la transición. A principios de los años 80 la patronal trabajó activamente por imponer un programa de ajuste, reconversión, aumento del poder empresarial y recorte de los derechos laborales. La CEOE no dudaba en hacer campaña (incluso electoral), pidiendo el voto a la derecha o prestando su apoyo a los sectores de la UCD más ligados al poder económico, como la denominada “plataforma moderada”. El líder empresarial, Carlos Ferrer Salta criticaba la falta de empresarios en el parlamento, aplaudía la política económica de Reagan y Thatcher, y exigía la aplicación de una política laboral cuyo objetivo principal era precarizar a la clase trabajadora.

El PSOE en el gobierno


(El primer paso lo dio en  mayo del 1979 en el XXVIII Congreso del PSOE)




Los débiles e inestables gobiernos de UCD no consiguieron aplicar los planes estratégicos de la burguesía. Su política acabo por no agradar a nadie, ni a los capitalistas que exigían medidas más duras y urgentes contra los trabajadores para recuperar su tasa de ganancia, ni a la clase obrera, que veía como el peso de la crisis caía sobre sus espaldas.


Finalmente, la UCD pasó de obtener siete millones de votos en 1979, a un millón y medio en las elecciones de 1982. En aquellos comicios, el PSOE liderado por Felipe González, obtuvo un triunfo histórico, consiguiendo más de diez millones de votos (48.1%). Esta contundente victoria generó enormes ilusiones entre los trabajadores y la juventud, que veían en el nuevo gobierno una eficaz herramienta para que hubiese un auténtico cambio. El PSOE había prometido reformas que de llevarse a cabo beneficiarían a la clase obrera: creación de 800.000 puestos de trabajo, mantenimiento del poder adquisitivo de los salarios, jubilación a los 64 años, etc.


Los primeros pasos del PSOE tras las elecciones fueron sintomáticos. No habían pasado ni quien días de la victoria electoral, cuando Alfonso Guerra y Felipe González mantuvieron una reunión con los representantes de la CEOE, Ferrer Salat, y José María Cuevas. Además Felipe González presidió su primer acto público en el desfile de la División Acorazada Brunete. Sus promesas electorales en el terreno social y laboral fueron abandonadas bajo la excusa de la “herencia recibida” de UCD. Disculpa comodín por parte de muchos gobiernos de todo el mundo a lo largo de la historia.
El presidente del Gobierno, fue aplaudido en su visita a la División Acorazada Brunete


"Es una verdad histórica y actual que el Ejército es la columna vertebral del Estado"
ENTREVISTA: ENTREVISTA CON EL PRESIDENTE DEL GOBIERNO





La política del PSOE desde el principio fue la de aceptar y gestionar el sistema capitalista y capitular ante los dictados de la banca y los empresarios. Esta política generó frustración y desengaño entre las masas, que pronto empezaron a preguntarse ¿Dónde está el cambio? Por otro lado, ni la Iglesia, ni el ejército, ni la banca y los empresarios tenían nada que temer. Todo lo contario, sabían que cuestiones como la reconversión industrial, privatizaciones, contrarreformas laborales, contención salarial, control del gasto público, etc., comprendían medidas de ajuste tan duro e impopular, que solo podían ser aplicadas por un partido como el PSOE. El capital, pronto comprobó que el PSOE en el gobierno no era ningún enemigo. Además nos encontramos en un contexto internacional en el que la socialdemocracia europea ya había empezado a olvidarse de prioridades como el pleno empleo, derechos laborales, ayudas sociales o los servicios públicos. Estos objetivos se habían subordinado a nivel internacional a otros como el control de la inflación, desregulación de las normativas laborales o programas de privatizaciones; siempre en beneficio del capital financiero. La socialdemocracia había abrazado completamente una ideología comprometida totalmente con el capitalismo.


Mientras la banca batía beneficios record en 1983, la CEOE exigía que para ese año la subida salarial fuese entre un 2 y un 6% inferior a la inflación prevista. Además se pretendía profundizar que el empleo temporal fuese la norma en detrimento del empleo estable. En febrero de 1983 se firmó el Acuerdo Interconfederal en febrero de 1983, por parte de UGT, CC.OO, CEOE y CEPYME.(  El Acuerdo Económico y Social - Dialnet)   Se establecía la jornada laboral de 40 horas semanales (que se aplicaría más tarde de lo prometido) y 30 días de vacaciones a cambio de moderación salarial. La patronal aseguraba que los topes salariales creaban empleo y continuó exigiendo rebajas en las cuotas empresariales a la seguridad social, despidos más baratos y fáciles, y legalizar los llamados contratos basura. El PSOE había prometido crear 800.000 puestos de trabajo, pero en dos años el país contaba con casi 500.000 parados más, gracias a una decidida política laboral que era ineficaz en la creación de empleo, pero que satisfacía las reivindicaciones de la patronal. En dos años de gobierno, según la EPA el paro había pasado de 2.235.000 a la cifra de 2.710.500 desempleados en septiembre de 1984. En toda Europa se tomaban medidas para desregular el mercado laboral con el argumento de combatir el desempleo en un contexto de paro creciente. Un ejemplo lo encontramos en la República Federal de Alemania, donde se superó los dos millones de parados en 1982, por primera vez desde 1954.


En 1983 encontramos algunas tímidas reformas en beneficio de la clase obrera. En mayo de ese año se aprueba que el personal laboral de la administración tuviera derecho a subsidio de desempleo. Además la Ley 4/1983 reducía la jornada laboral de 43 horas semanales en jornadas partidas o 42 en completos, a un máximo de 40 horas semanales. Después se aprobó un incremento del periodo mínimo de vacaciones anuales de 23 días a 30 días naturales. Desde entonces y al margen de las conquistas que propició la huelga general 14-D, cuesta encontrar más avances de este tipo. Aun así, la CEOE se revolvió por la aprobación de la jornada laboral de 40 horas, e incluso consideraban que podría ser inconstitucional. Una prueba más de que si por la patronal fuese seguiríamos en la edad de piedra.


Reforma laboral de 1984
Ante esta situación, desde el capital se repetía que para luchar contra el paro se debía precarizar el mercado laboral. En octubre de 1984 se firmó el Acuerdo Económico y Social, bajo la promesa de creación de Empleo. Almunia, como Ministro de Trabajo justificó el abandono de la promesa electoral de jubilación a los 64 años alegando que no era urgente ni prioritario.

En cambio se procedió a aprobar una nueva normativa que extendía la contratación temporal, que no aparecía en el programa electoral del PSOE. Concretamente fue la reforma laboral de noviembre de 1984 (Ley 32/1984) suscrita por el gobierno, la CEOE, CEPYME y con el apoyo inicial de UGT. Por su parte, CC.OO criticó el acuerdo, y en ese mismo año se llegó a hablar de Huelga General. La reforma permitía varias modalidades de contratación temporal con el objetivo de “incentivar la creación de empleo”. Desaparecía la necesidad de causalidad en los contratos temporales, y se utilizan para puestos que en realidad deberían ser estables. Se impulsaba el contrato a tiempo parcial y se establecía la posibilidad de despido colectivo en empresas de menos de 25 trabajadores. También se extendía la polivalencia en las funciones del trabajador y la productividad y los complementos en el salario. Una vez más, estos se ataques se justificaba con la excusa de la crisis económica y la promesa de crear empleo.

En esta reforma se encuentran los inicios de los contratos basura y la legalización del fraude en la contratación temporal. Se imponía la temporalidad como la norma general para contratar y se autorizaban hasta 14 formas de contratación temporal. La patronal por fin había conseguido el uso del contrato temporal de forma descausalizada. No hacía falta acreditar razón alguna por la cual el empresario establecía un contrato temporal y no uno indefinido. La nueva normativa autorizaba hasta 14 formas de contratación temporal, como “excepciones al principio general de la contratación indefinida”. Aparecían modalidades como: contrato de fin de otra, contrato por circunstancias de la producción, contrato de interinidad o contrato por lanzamiento de una nueva actividad. Además aumentaba la duración máxima de los contratos en prácticas y formación, se eliminaban los topes a la contratación temporal en función de la plantilla y se potenciaban los contratos a tiempo parcial. También se introducían numerosas bonificaciones fiscales para los empresarios, de hasta 400.000 pesetas por contratar a mayores de 45 años, e incluso deducciones de 500.000 pesetas en el impuesto de sociedades por contratar a jornada completa.

Una vez más, esta normativa basada en la precarización era justificada con la promesa de creación de empleo. En el pleno del congreso, el 1 de marzo de 1984, Almunia decía lo siguiente:


Es decir, desde el PSOE se asumía claramente la mentalidad empresarial y defendían que la precarización era la única manera de crear empleo y combatir el paro. Por tanto, no era de extrañar que representantes del capital alabaran la política económica del PSOE. A estas alturas los representantes del capital aplaudían la política económica de Felipe González. Desde la CEOE, José María Cuevas aplaudió públicamente al gobierno por haber aprobado la nueva normativa de contratación temporal, resaltando que no habían conseguido que otros gobiernos anteriores aceptaran aprobar una legislación laboral de este tipo. Cuevas llego a referirse a Felipe González en 1984 como un “gran converso” (y aquí). Otro ejemplo lo tenemos en Rodolfo Martin Villa, ex ministro de UCD y político del régimen durante de la dictadura de Franco, quien dijo en el periódico Cinco Días: “Suscribo la política económica del gobierno, porque no me parece, ni muchos menos de izquierdas2”.

La normativa laboral de 1984 tuvo un impacto muy negativo en el empleo estable. Un estudio realizado por CC.OO en 1989 señalaba que un 80% de los contratos eventuales de fomento del empleo eran irregulares, debido a la generalización del fraude en la contratación temporal. Se comenzaron a realizar contratos por obra y servicio sin detallar nada más que esas dos palabras. Se señalaba que solo en 1988 se habían firmado 1.9 millones de contratos eventuales, y además se denunciaba que la tasa de temporalidad había pasado de un 10% antes de la reforma de 1984 al 31.5% en 1990.









Agresión contra las pensiones públicas

El poder adquisitivo de los salarios reales se había deteriorado más de un 3% en 19843. Tras atacar los salarios e imponer la precarización en los contratos laborales, el siguiente paso del gobierno fue atacar las pensiones públicas. En 1985 se aprobó la Ley de Pensiones (Ley26/1985 de Medidas Urgentes por la Racionalización de la Estructura y Acción protectora de la Seguridad Social), que fue la actuación más impopular y contestada en la primera legislatura de Felipe González. La ley endurecía las condiciones para tener derecho al cobro de pensiones y reducían la cuantía económica de las mismas. Aumentaba de 8 a 10 años, el mínimo de tiempo cotizado para acceder a una jubilación. Además se modificaba el sistema de cálculo de prestación en perjuicio del pensionista, eliminando el derecho de escoger los dos años cotizados de los últimos 10 como base de cotización y se establecía que el cómputo se hiciera en base a 8 años. Así, el gobierno conseguía que muchas mujeres quedaran fuera o con pensiones muy bajas. Esta contrarreforma laboral fue respondida por una Huelga General el día 20 de junio de 1985, convocada por CCOO y CNT, pero sin el respaldo de UGT. Aunque Nicolás Redondo, entonces secretario general de la UGT y diputado del PSOE, rompió la disciplina de partido y voto en contra de la ley en el parlamento.


Posteriormente no se aposto por endurecer el conflicto y la reforma no pudo ser detenida. Incluso dos años después, tuvo lugar la aprobación de la Ley 8/87 de Fondos de Pensiones allanaba el camino a la privatización y su gestión por bancos y empresas.





Reconversión industrial y huelga general del 14-D

Los planes estratégicos de la burguesía española no estaban plenamente aprobados. Pretendían seguir recuperando los niveles de tasa de ganancia anteriores a la crisis de los 70 a base de aumentar el nivel de explotación de la clase obrera. La CEOE exigía controlar el gasto público, más incentivos fiscales para los empresarios, rebajas de los tipos de interés, reducción de las cotizaciones empresariales a la seguridad social, facilidad para despedir, y más contratos basura. Además de pretender la destrucción de derechos laborales, exigían aplicar cuanto antes una gran reconversión industrial. El capital sabía que lo que ellos y sus gobiernos no se habían atrevido a realizar lo estaba haciendo ahora un gobierno del PSOE, con influencia entre las masas. En las elecciones de 1986, la CEOE tuvo una postura completamente diferente a la defendida en 1982, y por tanto no hicieron ninguna campaña electoral contra el PSOE. En 1986, Cuevas llego a decir que González compartía las tesis económicas de la patronal.


En este contexto, la burguesía española apoyo de forma entusiasta la llamada Reconversión Solchaga, que suponía destrozar industrias como la siderúrgica o naval. Se impulsaron los despidos y cierres en las empresas industriales, que golpeaban a los batallones pesados del proletariado español. Los altos hornos de Sagunto, la industria naval y siderúrgica fue desmantelada. La Ley de Reconversión de julio de 1984, profundizaba en esa línea. Durante la aplicación de estos planes se destruyeron 2.700.000 millones de empleos, con un impacto tremendamente negativo en el empleo estable.

Junto a esta política, el gobierno intento hacer semiconcesiones incumplidas, como La Ley de Protección del desempleo, que prometía un aumento de las prestaciones del desempleo hasta alcanzar al 48% del total de los parados registrados en el INEM en 1986. Pero a finales de ese año la tasa de cobertura solo alcanzaba al 42%.
Tras la reforma laboral de 1984, la de pensiones de 1985 y con una reconversión industrial muy avanzada, el gobierno presento en 1988 la Ley de Empleo Juvenil. Ese año también se había presentado una reforma laboral parecida en Portugal que precarizaba las condiciones de trabajo de los jóvenes menores de 25 años, que fue contestada con una huelga general en marzo de 1988.
La reforma laboral presentada por el gobierno del PSOE fue la gota que colmo el vaso para la convocatoria de una Huelga General el 14 de diciembre de 1988. Se exigía la retirada del Plan de Empleo Juvenil, recuperación del poder adquisitivo perdido, derecho de negociación publica para funcionarios, equiparación de las pensiones mínimas al SMI, incremento de la cobertura de desempleo, establecer un plan de empleo, etc.

La huelga fue un rotundo éxito, que incluso fue reconocido por el propio gobierno, quien sufrió un doloroso golpe político. La CEOE exigió que no se retirase la reforma laboral y no se cediera al “chatanje sindical”, aunque ellos mismos tuvieron que admitir subidas salariales superiores al 5% para 1989. Por otra parte, Felipe González se vio obligado a retirar el contrato de inserción para jóvenes y su Plan de Empleo Juvenil, e incluso a asumir reivindicaciones ofensivas de los trabajadores. Se consiguió la implantación de las pensiones no contributivas, el derecho de los funcionarios a la negociación colectiva, ampliación de la cobertura del seguro de desempleo, cierto control sindical sobre contratos de trabajo, un incremento en el gasto social, etc.


En 1990 se consiguió el control sindical parcial sobre información de los contratos de trabajo, y la patronal exigió que se pusiera fin a la política de concesiones. Ese año se cerró un ciclo muy alto de conflictividad laboral, traducido en importantes conquistas laborales y salariales. Según un informe del Ministerio de Trabajo, en el periodo 1986-1990 España fue el segundo país de la CE con mayor índice de huelgas.


Este periodo de semiconcesiones se cerró tras la caída del Muro de Berlín con un profundo giro a la derecha que allanó el camino para la aprobación de posteriores contrarreformas laborales y de pensiones. La burguesía tuvo un poderoso regalo para profundizar en su ofensiva ideológica en un contexto en el que se multiplicaban los defensores de la economía de libre mercado, con toda su lógica (incluido el libre despido). La ideología burguesa se impuso en casi todas las esferas sociales y elites políticas y sindicales, de manera que comenzó a ser pecado defender una propuesta que fuera contra la libertad de empresa. Incluso la defensa de la estabilidad en el empleo pasó a ser considerado una herejía o algo “pasado de moda”.


Se inició un nuevo periodo, que también debe ser estudiado para comprender el proceso de precarización que hemos sufrido. La comprensión histórica de esto procesos debe un paso necesario para emprender activamente la tarea sindical de luchar por dar un vuelvo al panorama laboral actual y poner fin a esta correlación de fuerzas tan desfavorable entre capital y trabajo.


Las ultimas contrarreformas laborales de Felipe González: ataques al subsidio de desempleo


En el sistema capitalista ninguna victoria es eterna hasta el derrocamiento revolucionario del mismo. Por tanto siempre que un gobierno hace concesiones con una mano, intenta quitártelos con la otra en ese momento o más adelante, tal y como ocurrió en los años 90. En 1991 según la EPA había 2.463.700 parados, y desde el gobierno se aseguraba que era necesario recortar el subsidio de desempleo y precarizar los contratos para crear empleo.



En esta situación, en abril de 1992 el gobierno aprobó un Real Decreto con el apoyo de CiU y la abstención del PP, que recortaba las prestaciones del paro, tanto en su cuantía como en su duración, y que endurecía las condiciones para acceder a cobrar el paro, en un momento en el que había 1.3 millones de parados que no recibían ningún tipo de prestación. La nueva normativa establecía que el requisito para cobrar el subsidio consistía en que debías haber trabajado al menos 360 días para cobrar seis meses de prestación como tope. Hasta entonces seis meses cotizados concedían el derecho a tres meses de prestación, por tanto se endurecía su acceso. Además se reducía el cálculo de la prestación para disminuir su cuantía. Estas medidas contradecían al programa electoral del PSOE de 1989 que prometía un aumento en la protección a los desempleados. También entraba en contradicción el hecho de que el propio PSOE se había opuesto en su día a la ley de empleo de UCD de 1980, mientras que doce años más tarde aprobaban en el gobierno una reforma parecida y con el mismo objetivo.


El objetivo consistía en disminuir el número de parados con derecho a prestación y disminuir el gasto público en subsidios en desempleo. En 1993 las prestaciones por desempleo dejaron de estar financiadas en los presupuestos, mientras que la cobertura del subsidio disminuyó sustancialmente entre el conjunto de parados.


El decretazo del gobierno también aumentaba la duración de los contratos temporales. Concretamente, el contrato temporal de fomento del empleo pasa de tener un tope de seis meses, a un año. También se suprimían las becas para que los parados participaran en cursos de formación.


El gobierno justificó esta reforma laboral alegando que se debía cumplir con el Tratado de Maastricht. Un Acuerdo europeo que exigía una reducción del gasto público. También se justificaba con argumentos parecidos a los que se utilizan ahora: “son medidas que no nos hubiera gustado tomar”, “no hay alternativa”, etc. El entonces ministro de Trabajo, Luis Martínez Noval, decía lo siguiente en El País:




No fue una reforma pactada y CC.OO advirtió con una respuesta más contundente que en 1988, aunque finalmente solo fue contestada con una Huelga General de doce horas, para el 28 de mayo de 1992 (en Enseñanza fue de 24 horas por la reducción del gasto educativo), donde también se protestaba contra un proyecto de ley de huelga, exigiendo a su vez planes de reindustrialización. Los sindicatos mayoritarios tantearon con una huelga general en octubre de 24 horas si el gobierno no retrocedía, pero no cumplieron con las expectativas. Pese a la tibia respuesta sindical, la CEOE cargó contra la huelga, incluso exigiendo su ilegalización. La patronal mostró su apoyo al gobierno mientras que se intensificó una campaña contra los parados, con promesas de creación de empleo. El gobierno, con el apoyo de la CEOE no dio marcha atrás. Se seguía al dictado las recomendaciones del FMI de 1992 que recomendaban reducir las prestaciones por desempleo, pese a que una encuesta del CIS de mayo de 1992 señalaba que el 73% de la población rechazaba los recortes en el gasto público en desempleo.


El ministro Solchaga aseguró que la reforma estimulaba que la gente buscara empleo. Pero pese a la promesa de creación de empleo, durante el primer trimestre de 1993 el número de parados se incrementó en 169.286 personas. Además según datos del Instituto Nacional de Estadística la tasa de desempleo paso del 20.3% en 1992 al 24.1% en 1994. Año en el que Solbes apuntaba a la creación de 150.000 empleos, mientras España se situaba como país de la OCDE con la tasa de paro más alta.

La reforma laboral de 1994: vía libre a las ETTs y a los contratos basura

Un informe del FMI sobre España publicado en octubre de 1993 recomendaba facilitar el despido, el empleo temporal, la movilidad geográfica y el poder empresarial para modificar jornadas y funciones al trabajador. Mientras tanto, la patronal volvió a la carga insistiendo en las “rigideces del mercado laboral” y la “dificultad de despedir”. Aunque un informe de CC.OO de 1993 señalaba que en los últimos 10 años habían sido despedidos 2.3 millones de trabajadores.


El gobierno siguiendo los dictados del FMI y la CEOE volvió a la carga con más precarización y a finales de ese año presentó una nueva y profunda reforma laboral (Ley 11/94 y la Ley/1994 de Medidas urgentes de fomento de la ocupación) que ponía patas arriba el Estatuto de los Trabajadores y otras normativas laborales. Se incluía la puesta en vigor de una nueva modalidad de contratación más precaria para los jóvenes en paro. Esto significaba la generalización de “los contratos basura” y la legalización de la precarización gracias a la Ley 14/94 que legalizaba las Empresas de Trabajo Temporal. El gobierno quería justificar estas medidas alegando que la tasa de paro era muy alta (24%), mientras que la CEOE achacaba el alto índice de paro a la retirada del plan de empleo juvenil de 1988. José María Cuevas lo resumía así:
Por tanto, la excusa era la misma y una vez más se utilizaba en la exposición de motivos de las leyes, la crisis económica y la promesa de crear empleo para recortar derechos. En resumen, la reforma laboral consistía en aprobar la tabla reivindicativa de la CEOE:
  • Romper con el Monopolio del INEM para colocar a parados.
  • Aumento de las causas de despido objetivo, como las organizativas y de producción.
  • Se facilitaba la introducción en los convenios de normas basadas en la precarización y se allanaba el camino para aplicar movilidad geografía o funcional.
  • Se reducía la eficacia y generalización de los contenidos de los convenios colectivos, apuntando a una convergencia a la baja en derechos laborales.
  • Potenciación de las relaciones individuales en detrimento de la negociacion colectiva.
  • Legalización de las ETTs.
  • Creación de un contrato precario, llamado de aprendizaje.
El capital acusaba a quienes se oponían a estas medidas de despreocuparse de los parados. Esta es y ha sido la excusa preferida de los capitalistas para atacar la estabilidad en el empleo. Incluso el gobierno del PSOE decía que la reforma laboral era “progresista”. José Antonio Griñan, entonces el ministro de trabajo, decía que se pretendía “evitar despidos” y justificaba así la nueva agresión a los trabajadores: “Se trata de enriquecer la negociación colectiva; eliminar obstáculos al mantenimiento y creación de empleo”. 6


La nueva normativa contó con el apoyo de la CEOE y el Círculo de Empresarios. En diciembre de 1993 el real decreto-ley que modificaba la contratación fue aprobado en el parlamento con 317 votos a favor (PSOE-PP-CiU-PNV-PAR), 22 negativos (IU, ERC y CC), y dos abstenciones (EA-UV).

El ataque fue respondido con una huelga general convocada por UGT, CC.OO y CGT para el 27 de enero de 1994. Un grupo de 500 personas compuestas por catedráticos, inspectores de trabajo y abogados laboralistas elaboraron un manifiesto contra la reforma laboral y en favor de la huelga general. El documento alertaba de que la nueva normativa iba a generar indefensión entre los trabajadores.

La huelga tuvo una gran incidencia y seguimiento, aunque sin llegar a los niveles del 14-D. CiU amenazó con retirar el apoyo parlamentario al gobierno del PSOE en minoría si Felipe González daba marcha atrás. IU ofreció negociar su texto alternativo sin éxito. La huelga no consiguió sus objetivos de retirar la reforma laboral y los sindicatos mayoritarios UGT y CC.OO no sacaron la conclusión de que era necesario endurecer la movilización, sino todo lo contrario. Desde entonces las cúpulas sindicales profundizaron en una política sindical basada en los pactos, la desmovilización y en el “mal menor”. Mientras tanto el mercado laboral se precarizaba a pasos de gigante en un ambiente de retroceso en la conciencia social y de clase. Se abandonó cualquier planteamiento movilizador, lo que ocasionó el surgimiento del sector crítico en CC.OO y el enfrentamiento de la cúpula de este sindicato con el PCE y Julio Anguita. Tras la huelga general, se puede destacar la manifestación de enero de 1995 convocada por la Plataforma Cívica por los Derechos Sociales, aprovechando el primer aniversario de la Huelga General, con el lema: “Por los derechos sociales y contra la reforma laboral y el ataque a las pensiones”. El manifiesta estaba firmado entre otros por Julio Anguita, Marcelino Camacho, Luis Eduardo Aute, Rafael Alberti o Antonio Gala.


Durante la última etapa de Felipe González en el gobierno, tuvo lugar el inicio de la recuperación económica, con el efecto de detener el nivel destrucción de empleo. Según datos del Ministerio de Economía, en 1995 los empresarios despidieron a 322.314 trabajadores, un -11.8% que en 1994. La tendencia de aumento del paro fue sustituida por la creación de empleo precario en un contexto de crecimiento económico. Pese a la promesa de que esta reforma laboral iba a crear empleo indefinido, los datos del INEM y la EPA señalan que de los 8.60 millones de contratos realizados en 1996, solo hubo 204.235 contratos indefinidos, mientras que el 96% fueron temporales. Además, según los datos que suministró el Ministerio de Trabajo en el informe titulado “La contratación y paro registrado en 1996”, el 70% de los contratos de 1996 tuvieron una duración inferior a tres meses y el 50% no llegaron a un mes. Solo el 0.42% fue superior a doce meses. Las ETTs hicieron proliferan contratos que incluso solo tenían la duración de un día, produciéndose trabajadores con cerca de 15 contratos al mes.

Con estos datos no es de extrañar que una encuesta del CIS publicada en enero de 1996 señalara que siete de cada diez españoles consideraban que la reforma laboral contribuía poco o nada en la creación de empleo.


Pero pese a que el gobierno del PSOE continuaba tomando medidas que beneficiaban al capital, la patronal empezó a apostar por un gobierno del PP que abordara de lleno sus reivindicaciones pendientes, como un abaratamiento del despido o privatizaciones masivas. Ya en 1994, Cuevas dio su apoyo públicamente a Abel Matutes como candidato a las elecciones europeas por el PP. Además comenzó a pedir elecciones anticipadas.

Durante los años 80 y principios de los 90, el PSOE no solo se había derechizado a sí mismo, sino que había trabajado duro para derechizar a la sociedad. Las políticas procapitalistas aprobadas durante casi 14 años, allanaron el camino a la victoria de la derecha de Partido Popular en las elecciones de 1996, que una vez en el poder, procedió a aplicar su agenda neoliberal y de recorte de derechos laborales.
NOTAS:
1 El País, 02/03/1984. El ministro al que se hace referencia es Rafael Calvo Ortega.
2 Cinco Días, 02/01/1985
3 El País, 25/01/1985
4 El País, 22/04/1992
5 -José María Cuevas, “Derecho a la huelga, derecho al trabajo”. El País, 15/01/1994
6 -José Antonio Griñan, “Reforma laboral, un compromiso y una necesidad. El País, 26/01/1994
Raúl Navas es miembro del Comité de Empresa de Correos y secretario de acción sindical de la sección sindical de CGT de Correos en Madrid

Pactos de la Moncloa
25 de octubre de 1977


Los Pactos de la Moncloa


Los Pactos de la Moncloa



Ley 8/1980, de 10 de marzo, del Estatuto de los Trabajadores.


Estatuto de los trabajadores (España)



Boletín nº 2 / Junio de 1995
Pacto de Toledo
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Pacto de Toledo

Esta ley hace referencia al artículo 41 de la Constitución Española y no hace referencia al artículo 50
Artículo 41
Los poderes públicos mantendrán un régimen público de Seguridad Social para todos los ciudadanos, que garantice la asistencia y prestaciones sociales suficientes ante situaciones de necesidad, especialmente en caso de desempleo. La asistencia y prestaciones complementarias serán libres.
Artículo 50
Los poderes públicos garantizarán, mediante pensiones adecuadas y periódicamente actualizadas, la suficiencia económica a los ciudadanos durante la tercera edad. Asimismo, y con independencia de las obligaciones familiares, promoverán su bienestar mediante un sistema de servicios sociales que atenderán sus problemas específicos de salud, vivienda, cultura y ocio.
Pacto de Toledo
Ley 24/1997, de 15 de julio, de Consolidación y Racionalización del Sistema de Seguridad Social.



Ley 47/1998, de 23 de diciembre, por la que se dictan reglas para el reconocimiento de la jubilación anticipada del sistema de la Seguridad Social, en determinados casos especiales.



Miguel Boyer quiere endurecer el proyecto de reforma de las pensiones presentado por el Ministerio de Trabajo


UGT convoca manifestaciones contra la reforma de pensiones propuesta por el Gobierno

Documentos de la Huelga General del 20 de Junio de 1985

PSOE
Ley 27/2011, de 1 de agosto, sobre actualización, adecuación y modernización del sistema de Seguridad Social.


Ley 27/2011, de 1 de agosto, sobre actualización, adecuación y modernización del sistema de Seguridad Social.


Aznar afirma que la "hucha" de las pensiones evita que el PSOE pueda "meter la mano"

Rajoy, en TVE: "Si hay algo que no tocaré serán las pensiones"


Rajoy: "Mi intención es mantener la partida de pensiones en los próximos presupuestos"
10.09.2012 

PP
Real Decreto-ley 28/2012, de 30 de noviembre, de medidas de consolidación y garantía del sistema de la Seguridad Social


Real Decreto-ley 5/2013, de 15 de marzo, de medidas para favorecer la continuidad de la vida laboral de los trabajadores de mayor edad y promover el envejecimiento activo

Real Decreto Legislativo 8/2015, de 30 de octubre, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley General de la Seguridad Social.

Disposición derogatoria única. Derogación normativa.
Quedan derogadas cuantas disposiciones de igual o inferior rango se opongan a lo dispuesto en el texto refundido de la Ley General de la Seguridad Social, y en particular, las siguientes:
11. La Ley 28/2003, de 29 de septiembre, reguladora del Fondo de Reserva de la Seguridad Social.


Ley 28/2003, de 29 de septiembre, reguladora del Fondo de Reserva de la Seguridad Social.

Real Decreto 1561/1995, de 21 de septiembre, sobre jornadas especiales de trabajo.


Ley 26/1985, de 31 de julio, de medidas urgentes para la racionalización de la estructura y de la acción protectora de la Seguridad Social.


Real Decreto Legislativo 1/2002, de 29 de noviembre, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley de Regulación de los Planes y Fondos de Pensiones.


Así fueron las principales reformas laborales y acuerdos sociales de la democracia burguesa



Cronología de las reformas laborales en España


Auge y crisis de los grandes acuerdos sociales de los 80. De la clase obrera al mercado de trabajo


La ‘hucha de las pensiones’ ya solo invierte en deuda pública española
23 MAR 2015


90% de Fondo de Reservo empeñado en deuda española



El 90% de Fondo de Reserva estará invertido en deuda pública española a final de año
04-03-2010

Moncloa invierte el 88% del fondo de reserva en deuda española a costa de la alemana
30.03.2011 


La 'hucha' de las pensiones invierte ya el 90% en deuda española
 11/04/2012

La hucha de las pensiones invierte el 90% de sus recursos en deuda española
11 ABR 2012


El 90% de la hucha de las pensiones está empeñado en deuda española
04/01/2013

Pensión de Acompañamiento España Fondo Drenajes
Por DAVID ROMÁN 3 de enero, 2013
El 90% del fondo de las pensiones se ha invertido en deuda pública
08/01/2013

España saquea el 90% del fondo de la Seguridad Social para comprar su propia deuda
Jan 3, 2013



España usa fondos que respaldan el pago de pensiones para comprar deuda soberana
Por DAVID ROMÁN   viernes, 4 de enero de 2013 


Spain Drains Fund Backing Pensions

Jan. 3, 2013

'Der Spiegel' acusa a Rajoy de "saquear" el fondo de reserva de las pensiones para evitar el rescate
 08/01/2013

Spanien plündert Rentenreserve seiner Bürger

El 97% del Fondo de Reserva de las pensiones estaba invertido en deuda pública española al cierre de 2012.
04.04.2013

El 97% de la hucha de las pensiones está invertido en deuda española
04.04.2013


El fondo de reserva de las pensiones sube en 1.740 millones hasta los 62.500
De la Vega destaca que el 'colchón' demuestra la "buena salud" del sistema
El Gobierno ha aprobado hoy una dotación extraordinaria de 1.740 millones de euros para el Fondo de Reserva de la Seguridad Social, que supera ya los 62.500 millones de euros, según ha anunciado hoy la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, tras la reunión del consejo de ministros.
En plena polémica sobre la propuesta del Gobierno de elevar de 65 a 67 años la edad de jubilación para garantizar la viabilidad del sistema más allá de 2023, De la Vega ha destacado que es una decisión "importante" que "muestra la buena salud de la que goza la llamada hucha de las pensiones". Además, ha explicado que la nueva dotación será a cargo de los excedentes del 2008.
Por otra parte, el Consejo de Ministros también ha aprobado un acuerdo por el que autoriza al Ministerio de Industria, Turismo y Comercio a conceder primas al Fondo de Reestructuración y subvenciones de intereses de préstamos para los armadores por un importe total de 62,2 millones de euros. Asimismo, también han dado su visto bueno a operaciones de endeudamiento a las comunidades de Extremadura, La Rioja, Castilla y León y Murcia por un valor global superior a los 1.400 millones de euros.
Estas operaciones de endeudamiento se destinarán a cubrir las necesidades de financiación derivadas del ejercicio 2009 y previstas en el plan de reequilibrio remitido al Consejo de Política Fiscal y Financiera.



El fondo de reserva de las pensiones triplica su objetivo en 2004 al rozar los 20.000 millones
18 ENE 2005
Generó más de 1.100 en intereses e invirtió por primera vez 875 millones en deuda pública de Alemania, Francia y Países Bajos


El importe del Fondo invertido en activos financieros públicos asciende a 64.373,86 millones de euros y está compuesto por deuda en un 87,9% y en un 12,1% en deuda extranjera. www.rtve.es/noticias/20110329/fondo-reserva-seguridad-social-supera-ya "

El fondo solo invierte en deuda. Nada más. Aquí tienes un resumen de 2011: www.seg-social.es/prdi00/groups/public/documents/binario/166228.pdf

El BCE comprará deuda "sin límite" si los países piden el rescate y cumplen de forma "estricta"
06.09.2012

Moncloa invierte el 88% del fondo de reserva en deuda española a costa de la alemana
30.03.2011 


El Gobierno sacó 15.300 millones de la ‘hucha de las pensiones’ en 2014
23 ENE 2015

24 MAR 2015

Empleo saca otros 7.750 millones del Fondo de Reserva de las pensiones
3 DIC 2015

La Seguridad Social saca otros 8.700 millones del Fondo de Reserva
2 JUL 2016

La Seguridad Social saca 1.000 millones más del Fondo de Reserva
El Ministerio de Empleo ya dispuso de otros 8.700 millones a comienzos de mes
21 JUL 2016


La Seguridad Social saca otros 8.700 millones del Fondo de Reserva

Es la mayor cantidad de dinero utilizada hasta ahora por el Gobierno para pagar las pensiones y deja la 'hucha' con 25.176 millones
2 de julio 2016


El canalla de Felipe González considera que las dictaduras de su amigo y aliado Pinochet y Franco eran más respetuosas que la Venezuela de Maduro. Las miserias del PSOE


Pedro Sánchez trabajó en Bosnia en la década de los 90 al servicio del FMI y el BM



Podemos ficha como número 2 al Congreso por Zaragoza, al general Julio Rodríguez que dirigió el bombardeo contra Libia, fue Jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD) entre 2008 y 2011 con el Gobierno de Zapatero.




Informe confidencial en Wikileaks: el general de Podemos 'es pro EEUU', según la Embajada de EEUU


CIDOB la fundación de George Soros
Felipe González Márquez

Especial TVE Elecciones 1977 - Parte 4 - Felipe González (PSOE)


Sobre las consecuencias de la reforma  del artículo 135 de la Constitución Española
Informe de Red Roja sobre la Ley Orgánica 2/2012. El final de cualquier soberanía y el arma de destrucción masiva de los servicios públicos


Plan B contra la austeridad ¿o ilusionismo “democratizador”?



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