Pronunciado: En
Moscú el 25 de febrero de 1956, en sesión cerrada del XX Congreso del Partido
Comunista de la Unión Soviética..
Primera vez publicado: No consta.
Fuente de la versión digital: MARXISMO.ORG.
Ajuste del HTML para el MIA: Juan R. Fajardo, julio de 2006.
Primera vez publicado: No consta.
Fuente de la versión digital: MARXISMO.ORG.
Ajuste del HTML para el MIA: Juan R. Fajardo, julio de 2006.
NOTA DEL
EDITOR DE ESTE BLOG: Le he añadido todos enlaces que tiene este documento y
otros documentos complementarios
Los crímenes de Stalin - Nikita Krutchev Según la
publicación efectuada por el POUM, Ediciones de La Batalla, París, 1957
INDICE
Los crímenes de Stalin
Los crímenes de Stalin
Lenin contra Stalin
Stalin creó la noción de «enemigo del pueblo»
Kamenev, Zinoviev y los trotskistas
Stalin violó brutalmente los principios leninistas
Las terribles «depuraciones» de 1937-1938
Una provocación de la G.P.U.: el asesinato de Kirov
La G.P.U. fabrica “centros antisoviéticos”
Stalin ordena que se apliquen torturas físicas
El “genio militar” de Stalin
Deportación de naciones enteras
Los crímenes de la postguerra
Stalin y Beria
Ejemplos de la vanidad de Stalin
El autoritarismo del “jefe genial”
¿Por qué no se rebelaron los miembros del Politburó?
Stalin quería liquidar a Molotov y Mikoyan
Conclusiones y perspectivas
El discurso de Khruschev fue "secreto" en tanto que fue pronunciado en sesión cerrada del Congreso y no formó parte de los informes y resoluciones oficiales emitidas por él. Sin embargo, sí se distribuyeron copias a las diversas dirigencias regionales del PCUS y a algunos gobiernos extranjeros. El texto completo del discurso se hizo publicó recién el 18 de marzo de 1956 y entonces sólo en Belgrado y Washington. Las revelaciones hechas por Khrushchev y la esperanza de "des-estalinización" crearon grán expectativa en Europa oriental pero provocaron rechazo y revueltas callejeras en Georgia, tierra natal de Stalin. El texto completo del discurso no se publicó en la URSS sino hasta 1988.
Camaradas:
En el informe que presentó el Comité Central del Partido al XX Congreso, en numerosos discursos pronunciados por delegados a ese Congreso, y también durante la reciente sesión plenaria del C.C., se dijo mucho acerca de los efectos perjudiciales del culto a la personalidad.
Después de la muerte de Stalin el Comité Central del Partido
comenzó a estudiar la forma de explicar, de modo conciso y consistente, el
hecho de que no es permitido y de que es ajeno al espíritu del marxismo-leninismo elevar a una persona
hasta transformarla en superhombre, dotado de características sobrenaturales
semejantes a las de un dios. A un hombre de esta naturaleza se le supone dotado
de un conocimiento inagotable, de una visión extraordinaria, de un poder de pensamiento
que le permite prever todo, y, también, de un comportamiento infalible.
Entre nosotros se asumió una actitud de ese
tipo hacia un hombre, especialmente hacia Stalin, durante muchos años. El
objeto del presente informe no es valorar la vida y las actividades de Stalin.
Los méritos de Stalin son bien conocidos a través de un sinnúmero de libros,
folletos y estudios que se redactaron durante su vida. El papel de Stalin en la
preparación y ejecución de la revolución socialista, en la guerra civil, en la
lucha por la construcción del socialismo en nuestro país, es conocido
universalmente. Nadie lo ignora. En este momento nos interesa analizar un
asunto de inmensa importancia para el partido, tanto ahora como en el futuro...
Nos incumbe considerar cómo el culto a la persona de Stalin creció
gradualmente, culto que en momento dado se transformó en la fuente de una serie
de perversiones excesivamente serias de los principios del Partido, de la
democracia del Partido y de la legalidad revolucionaria.
Debido a que todos no se han dado cuenta cabal
de las consecuencias prácticas derivadas del culto al individuo, del gran daño
causado por el hecho de que se haya violado el principio de la dirección
colegial en el Partido, concentrando un poder limitado en las manos de una
persona, el C.C. del Partido absolutamente necesario exponer los detalles de
este asunto al XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética.
Durante la vida de Lenin, el C.C. del Partido
fue la expresión real de un tipo de gobierno colegial, tanto para el Partido
como para la nación. Debido a que fue un revolucionario marxista militante que
jamás dejó de acatar los principios esenciales del Partido, Lenin nunca impuso
por la fuerza sus puntos de vista a sus colaboradores.
El último "Testamento" de Lenin o
Carta al Congreso del Partido Comunista de Rusia bolchevique
LENIN CONTRA STALIN
Vladimir Ilich Lenin, fuera de las importantes
contribuciones que hizo a la victoria de la clase trabajadora, en bien de la
victoria de nuestro Partido y de las ideas implícitas en el comunismo
científico respecto a la vida, tuvo la visión, debido a su clara inteligencia,
de percibir a tiempo en Stalin esas características negativas que
posteriormente tuvieron consecuencias tan nefastas.
Temiendo por el futuro del Partido y de la
nación soviética, Lenin diagnosticó por escrito el carácter de Stalin y en
forma absolutamente concreta, señalando que era necesario examinar la necesidad
de desplazar a Stalin de su puesto de Secretario General, puesto que era un ser
insolente en exceso hacia sus camaradas y también, porque, siendo caprichoso,
podría abusar del poder.
En diciembre de 1922, en una carta al Congreso
del Partido, Lenin dijo: «Después de tomar posesión del cargo de Secretario
General, el camarada Stalin ha acumulado en sus manos un poder desmedido y no
estoy seguro de que sea siempre capaz de usar este poder con el debido
cuidado».
Esta carta, que es un documento político de
inmensa importancia, conocida en la historia del Partido como testamento de Lenin, ha sido distribuida a
los delegados del XX Congreso del Partido. Uds, la habían leído ya y sin duda
la leerán nuevamente. Convendría que Uds. meditaran las francas palabras de
Lenin, puesto que ellas expresan la ansiedad que sentía Vladimir Ilich respecto
al Partido, al pueblo, al Estado y a la futura dirección de la política del
Partido. Dijo Lenin
«Stalin es excesivamente insolente y este
defecto, que puede ser tolerado en un militante cualquiera del Partido, se
transforma en un defecto inaceptable en una persona que ocupa el cargo de
Secretario General. Es por esto que propongo que los camaradas vean la manera
de alejar a Stalin de este cargo y de colocar allí a otro hombre, uno que,
sobre todas las cosas, difiera de Stalin en lo siguiente: mayor tolerancia, más
lealtad, más bondad y una actitud más considerada y un temperamento menos
caprichoso, etc., etc...»
Este documento de Lenin se dió a conocer a los
delegados al XIII Congreso del Partido, quienes discutieron la conveniencia de
transferir a Stalin a otro cargo que no fuera el de Secretario General. Los
delegados se declararon en favor de mantener a Stalin en su puesto, expresando
su esperanza de que él tomaría en cuenta las críticas de Lenin y izaría lo
posible por sobreponerse a los defectos que causaban tanta inquietud a este
último.
Camaradas: el Congreso del Partido debe familiarizarse con dos nuevos documentos que confirman que el carácter de Stalin era tal cual lo había revelado Lenin en su testamento. Estos documentos son cartas de Nadejda Constantinovna Krupskaya [esposa de Lenin], a Kamenev, que en ese tiempo encabezaba el Buró político, y una carta personal de Lenin a Stalin.
Leeré ahora estos documentos:
«Lev Vórisovich! Debido a una breve carta que
escribí con palabras que me dictara Vladimir Ilich, con permiso de sus médicos,
Stalin se permitió ayer dirigirse a mí con una violencia inusitada. Durante mis
treinta años de militante, nunca había oído a un camarada dirigir palabras tan
insolentes a otro. Los asuntos del Partido y de Ilich no son de menos
significación para mí que para Stalin. En este momento necesito el máximum de
dominio sobre mí misma. Lo que uno puede y lo que uno no puede discutir con
Ilich lo sé yo mejor que cualquier médico, puesto que yo sé lo que le pone
nervioso y lo que no le perturba; de cualquier modo sé estas cosas mejor que
Stalin. Recurro a Ud. y a Grigory, por ser los camaradas que se hallan más
cerca de V. I., y les ruego que me protejan de insolentes intromisiones en mi
vida privada y de viles invectivas y amenazas. No tengo la menor duda respecto
a cuál será la unánime decisión de la Comisión de Control, con la cual Stalin
me amenaza; no obstante, tampoco tengo la fuerza ni el tiempo disponible para
malgastarlo en querellas insensatas. Además, soy un ser humano que soporta en
estos momentos una tensión nerviosa excesiva.»
Nadejda Constantinovna escribió esta carta el
23 de diciembre de 1922. Dos meses y medio después, en marzo de 1923, Lenin
envió a Stalin la siguiente carta
Al camarada Stalin. Copias para Kamenev y
Zinoviev.
«Estimado camarada Stalin:
Ud. se permitió la insolencia de llamar a mi esposa por teléfono para reprenderla duramente. A pesar del hecho de que ella prometió olvidarse de lo dicho, tanto Zinoviev como Kamenev supieron del incidente, porque ella los informó al respecto. No tengo intención alguna de olvidarme fácilmente de lo que se hace en contra de mí y no necesito insistir aquí de que considero que lo que se hace en contra de mi esposa, se hace contra mí también. Le pido entonces que Ud. medite con cuidado acerca de la conveniencia de retirar sus palabras y dar las debidas explicaciones, a menos que prefiera que se corten nuestras relaciones completamente.
Le saluda, Lenin.
5 de marzo de 1923».
Camaradas: No discutiré estos documentos,
puesto que ellos hablan por sí solos. Observaré sólo que si Stalin pudo
comportarse de esta manera durante la vida de Lenin y hacia Nadejda
Constantinovna Krupskaya, a quien el Partido bien conoce y valora altamente
debido a su leal amistad con Lenin y al hecho de que fuera una activa
batalladora por la causa del Partido desde su creación, entonces nos es
permitido imaginarnos fácilmente cómo Stalin trataría a otra gente.
Como los hechos posteriores lo han probado, la
inquietud de Lenin fue justificada inmediatamente después de la muerte de
Lenin, Stalin respetó en cierto modo los consejos de Lenin, pero más tarde
comenzó a ignorar estas serias advertencias.
Cuando analizamos la forma en que Stalin
dirigió al Partido y al país, cuando nos detenemos a considerar todo lo que
hizo Stalin, llegamos al convencimiento de que los temores de Lenin eran bien
fundados. Las características negativas de Stalin, incipientes durante la vida
de Lenin, lo llevaron, durante los últimos años de su vida a abusar del poder,
lo que ha causado al Partido un daño ilimitado. Debemos meditar detenidamente y
analizar en forma correcta este asunto con el objeto de desterrar para siempre
la posibilidad de que se repita, en cualquier forma, en el futuro todo aquello
que aconteció durante la vida de Stalin, un ser que rehusó absolutamente
tolerar una dirección colegial del gobierno y del trabajo y que procedió con
una violencia salvaje, no solamente contra quienes se le oponían, sino también
contra todo lo que pareciese, a su carácter despótico y caprichoso, contrario a
sus conceptos. Stalin actuaba no a través de explicaciones [una palabra
ilegible], y de cooperación paciente con la gente, sino imponiendo sus
concepciones y exigiendo una sumisión absoluta a su opinión. El que osara
oponerse a algún concepto o intentara probar la corrección de su punto de vista
y de su actitud, estaba condenado a que se le relegara del grupo dirigente
colectivo y que se le sometiera posteriormente a la aniquilación física y
moral. Esto es especialmente cierto en lo que se refiere al período posterior
al XVII Congreso del Partido, cuando muchos
dirigentes del Partido y simples trabajadores honrados y afanosos del Partido,
todos dedicados a la causa del comunismo, cayeron víctimas del despotismo de
Stalin.
Debemos atestiguar que el Partido ha tenido
que reñir serias luchas contra los trotskistas, derechistas y nacionalistas
burgueses, y que desarmó ideológicamente a los enemigos de Lenin. Esta guerra
ideológica se llevó a cabo con éxito y, como resultado de ello, el Partido se
templó y se fortaleció. En todo esto Stalin desempeñó un papel positivo. El
Partido libró una gran lucha política y espiritual contra miembros de él que
propusieron tesis antileninistas, que presentaron una línea política hostil al
Partido y a la causa del socialismo. Esta fue una lucha enconada y difícil,
pero necesaria, porque la línea política tanto del bloque
trotskista-zinovievista, como del bujarinista conducía a la restauración del
capitalismo y a la capitulación ante el mismo. Consideremos por un instante lo
que hubiese sucedido si la línea política de desviación hacia la derecha, o sea
la orientación hacia una industrialización de «percal» o hacia el Kulak, etc.,
hubiese prevalecido. Entonces no tendríamos nuestra poderosa industria pesada,
no tendríamos los koljoses y nos encontraríamos débiles y desarmados.
STALIN CREO LA NOCION DE «ENEMIGO DEL PUEBLO»
Vale la pena destacar que aún durante el
proceso de la furiosa lucha ideológica contra los trotskistas, los
zinovievistas, los bujarinistas y otros, no se usaron extremas medidas
represivas contra ellos; la lucha se realizó en un terreno ideológico. Pero
algunos años después, cuando el Socialismo en nuestro país estaba
fundamentalmente estructurado, cuando las clases explotadoras estaban
liquidadas, cuando la estructura social del Soviet había cambiado radicalmente,
cuando la base social no permitía movimiento político o grupos hostiles al
Partido, cuando los oposicionistas ideológicos del Partido se encontraban
vencidos políticamente desde hacía tiempo, entonces comenzó una política de
represión contra ellos.
Fue precisamente durante este período
[935-1937-1938] que se inició la práctica de llevar a cabo persecuciones en
masa a través de los mecanismos del Gobierno, primero contra los enemigos del
leninismo, o sea trotskistas, zinovievistas, bujarinistas, derrotados desde
hacía tiempo por el Partido, y posteriormente, también contra comunistas
honrados y contra esos dirigentes del Partido que habían soportado la pesada
carga de la guerra civil y los primeros y más difíciles años de la
industrialización y la colectivización y que habían luchado activamente contra
los trotskistas y derechistas para mantener la línea leninista del Partido.
Stalin inventó el concepto de «enemigo del pueblo». Este término hizo
automáticamente innecesario que los errores ideológicos de los hombres
expresados en una controversia se comprobasen; este término hizo posible que se
usaran los más crueles métodos de represión, violándose así todas las normas de
la legalidad revolucionaria, cada vez que alguien estaba en desacuerdo con
Stalin o que se sospechara en él una intención hostil o debido simplemente a
que tenía una mala reputación. Este concepto de «enemigo del pueblo»,
finalmente, eliminó todas las posibilidades de que se desarrollaran luchas
ideológicas o de que alguien pudiese dar a conocer su punto de vista respecto a
cualquier problema, aunque ellos fuesen meramente de carácter práctico. En
general y en realidad, la única prueba de culpabilidad valedera era la
confesión y ella se usaba contra todas las normas de la legalidad, por cuanto
se ha podido demostrar posteriormente que esas confesiones se obtenían
presionando por medios físicos al acusado. Esto condujo a abiertas violaciones
de la legalidad revolucionaria, y al hecho de que muchas personas enteramente
inocentes, que antes habían defendido la línea del Partido, se transformaran en
víctimas.
Debemos establecer, respecto a esas personas
que en cierta época se opusieron a la línea del Partido, que frecuentemente los
cargos no eran tan serios como para justificar que se les aniquilara
físicamente. La fórmula «enemigo del pueblo» se creó con el objeto específico
de aniquilar físicamente a tales individuos. Es un hecho que muchas personas
que fueron aniquiladas posteriormente como enemigos del pueblo, habían
trabajado con Lenin durante su vida. Algunas de estas personas habían cometido
errores en tiempos de Lenin; no obstante esto, Lenin sacó beneficio de su
trabajo, los corrigió e hizo todo lo posible para retenerlos en las filas del
Partido, induciéndolos a que le siguieran. La sabiduría de Lenin como conductor
de hombres se manifestó siempre en la forma en que trabajó con los miembros del
Partido.
Una relación enteramente diferente con el
pueblo caracterizó a Stalin. Las virtudes de Lenin, paciencia para trabajar con
la gente, persistencia para educarla, habilidad para inducirlos a seguirle sin
utilizar métodos represivos sino más bien recurriendo a influencias
ideológicas, le eran enteramente ajenas a Stalin. Stalin descartó el método de
lucha ideológica, reemplazándolo por el sistema de violencia administrativa,
persecuciones en masa y terror. Procedió a un ritmo siempre creciente a imponerse
a través de los organismos punitivos, violando así con frecuencia todas las
normas de la moral y las leyes soviéticas.
El comportamiento arbitrario de una persona
estimuló la arbitrariedad en otras. Las detenciones y las deportaciones en masa
de muchos miles de personas, las ejecuciones sin previo juicio y sin una
investigación normal del comportamiento de los acusados, engendraron
condiciones de inseguridad, temor y aun de desesperación. Esto, es claro, no
contribuyó a reforzar la unidad del Partido, sino, por el contrario, produjo la
aniquilación y la expulsión del Partido de muchos trabajadores leales, pero
molestos para Stalin.
Nuestro Partido luchó por consolidar los
planes de Lenin para la construcción del Socialismo. Se trataba de una lucha
ideológica. Si hubiesen seguido prevaleciendo los principios de Lenin durante
el desarrollo de la lucha, si hubiese imperado siempre la devoción del Partido
a estos principios en combinación con una aguda preocupación por el bienestar
del pueblo, si todo esto no se hubiese aplicado mal y rechazado sino más bien
utilizado en beneficio de nuestros ideales, no se hubiesen producido tan
brutales violaciones del régimen legal revolucionario y miles de personas no
habrían caído víctimas del sistema de terror. Medidas extremas se habrían
aplicado sólo en contra de aquellas personas que efectivamente habían cometido
actos criminales contra el sistema soviético.
KAMENEV, ZINOVIEV Y LOS TROTSKISTAS
Recordemos algunos hechos históricos.
En vísperas de la Revolución de octubre, dos
miembros del Comité Central del Partido bolchevique -Kamenev y Zinoviev- se
declararon contra el plan de Lenin que auspiciaba un levantamiento armado...
Sin embargo, después de la gran revolución de
octubre, Zinoviev y Kamenev, como es sabido de todos, fueron colocados en
posiciones de importancia. Lenin los situó en puestos de gran responsabilidad,
desde los cuales influyeron en las altas tareas del Partido, participando
activamente en la labor de los principales organismos del Partido. Es sabido
que Zinoviev y Kamenev cometieron otra serie de errores durante la vida de
Lenin, quien en su testamento establece que la actuación de Zinoviev y Kamenev
durante la Revolución de octubre no era, por supuesto, un accidente, Sin
embargo, Lenin no sugirió que se les apresara o fusilara.
Tomemos ahora como ejemplo a los trotskistas. En este momento, después de un período histórico bastante amplio, podemos hablar de la lucha contra los trotskistas con calma y podemos analizar este asunto con suficiente objetividad. Al fin y al cabo en torno a Trotski había gente cuyo origen no puede llamarse burgués. Un grupo de ellos pertenecía a la intelectualidad del Partido y otros formaban parte de la clase trabajadora. Podemos identificar individualmente y nombrar a muchos que en su tiempo se unieron a los trotskistas, pero esto no quita que ellos participaron activamente en los movimientos obreros anteriores a la Revolución, durante la misma Revolución socialista de octubre y también en la consolidación de la victoria de la más grande de las revoluciones. Muchos de ellos rompieron con los trotskistas y volvieron a la posición leninista. ¿Era, necesario aniquilar a esa gente? Estamos profundamente convencidos de que si hubiese vivido Lenin no se habrían utilizado contra ellos métodos tan extremos.
Tomemos ahora como ejemplo a los trotskistas. En este momento, después de un período histórico bastante amplio, podemos hablar de la lucha contra los trotskistas con calma y podemos analizar este asunto con suficiente objetividad. Al fin y al cabo en torno a Trotski había gente cuyo origen no puede llamarse burgués. Un grupo de ellos pertenecía a la intelectualidad del Partido y otros formaban parte de la clase trabajadora. Podemos identificar individualmente y nombrar a muchos que en su tiempo se unieron a los trotskistas, pero esto no quita que ellos participaron activamente en los movimientos obreros anteriores a la Revolución, durante la misma Revolución socialista de octubre y también en la consolidación de la victoria de la más grande de las revoluciones. Muchos de ellos rompieron con los trotskistas y volvieron a la posición leninista. ¿Era, necesario aniquilar a esa gente? Estamos profundamente convencidos de que si hubiese vivido Lenin no se habrían utilizado contra ellos métodos tan extremos.
He ahí unos cuantos hechos históricos. ¿Pero,
podríamos decir que Lenin no se decidió a emplear incluso las medidas más
severas contra los enemigos de la Revolución cuando fue imperativo hacerlo? No,
nadie podría decir tal cosa. Vladimir Ilich exigió siempre un trato sin
consideraciones para los enemigos de la Revolución y de la clase trabajadora y,
cuando lo estimaba necesario, aplicaba los métodos más severos.
La severidad de Lenin era extrema sólo cuando
lo consideraba indispensable, cuando las clases explotadoras existían todavía,
y se oponían vigorosamente a la revolución, cuando la lucha por la
supervivencia adquiría agudos contornos, mientras se proseguía la guerra civil.
Stalin, por otra parte, utilizó métodos extremos en una época en que la
revolución ya había vencido, Parece claro que Stalin demostró en un sinnúmero
de oportunidades su intolerancia, su bestialidad y su abuso del poder. En vez
de probar su corrección política y de movilizar a las masas, con frecuencia
escogió el camino de la persecución y de la aniquilación física, no sólo contra
enemigos verdaderos, sino también contra individuos que no habían cometido
crimen alguno contra el gobierno o contra el Partido. Aquí no vemos signo
alguno de sabiduría, sino más bien de esa fuerza bruta que tanto alarmó a
Lenin.
Últimamente, en especial después que se
desenmascarara a la camarilla de Beria, el C.C. examinó una serie de asuntos
fabricados por esta camarilla. Ello reveló un cuadro horroroso de brutalidad
obcecada como consecuencia del comportamiento incorrecto de Stalin. Los hechos
demuestran que Stalin, utilizando su poder ilimitado, cometió muchos abusos en
nombre del C.C. y sin consultar la opinión de los miembros del Comité o
siquiera de los miembros del Buró Político del C.C.; con frecuencia no
informaba acerca de sus decisiones personales respecto a asuntos muy
importantes del Partido y del gobierno. Lenin, por el contrario, jamás creyó
inoportuno consultar cualquier asunto con el C.C. para que él lo aprobara, o al
menos, con los miembros del Buró Político.
En el período más difícil de la vida de
nuestro Partido y de nuestro país, Lenin creyó indispensable convocar
regularmente congresos, conferencias del Partido y sesiones plenarias del C.C.,
en los cuales los más importantes asuntos se discutían y en que se tomaban
resoluciones cuidadosamente estudiadas en conjunto por los dirigentes.
STALIN VIOLÓ BRUTALMENTE LOS PRINCIPIOS LENINISTAS
Así se procedía durante la vida de Lenin. ¿Se
observaron los sagrados principios leninistas del Partido después de la muerte
de Vladimir Ilich? Durante los primeros años, los congresos del Partido y los
planes del C.C. se realizaron en forma más o menos regular; posteriormente,
cuando Stalin comenzó a abusar de su poder en forma creciente, estos principios
se violaron totalmente. En los últimos quince años de su vida esta situación
empeoró. ¿Podría considerarse normal que transcurriesen trece años entre el XVIII y el XIX Congreso del Partido, años
durante los cuales nuestro Partido y nuestro país vivió tantos acontecimientos
importantes? Estos acontecimientos exigían categóricamente que el Partido
resolviera acerca de ellos por cuanto afectaban, primero, la defensa del país
durante la guerra patriótica, y, luego, en la época en que se construía para la
paz, graves asuntos internos. Aun después de la guerra no se reunió un Congreso
durante más de siete años.
Los plenos del C.C. no se celebraron casi nunca. Debiera bastar que se mencione que durante todos los años de la guerra patriótica no se verificó un solo pleno del C.C.
Es cierto que se intentó celebrar un pleno del
C.C. en octubre de 1941, cuando se llamó a todos sus miembros de los diversos
puntos del país, reuniéndoseles en Moscú. Esperaron dos días la inauguración de
ese pleno, pero en vano; Stalin no quería ni siquiera reunirse y conversar con
los miembros del C.C. Este hecho demuestra lo desmoralizado que se encontraba
Stalin en los primeros meses de la guerra, y con cuanta altivez y desdén
trataba a los miembros del C.C.
En la práctica, Stalin ignoraba las normas de
la vida del Partido y pisoteaba los principios leninistas de gobierno colegial.
La tendenciosa actitud de Stalin hacia el Partido y el C.C. se puso plenamente
en evidencia después del XVII Congreso del Partido, que se realizó en
1934.
Disponiendo ahora de numerosos datos que
comprueban su incalificable actitud hacia los líderes del Partido, el C.C. ha
creado una Comisión del Partido bajo el control del Presidium del C.C. A esta
Comisión se le encargó de investigar todo aquella que hizo posible las
represiones en masa contra la mayoría de los miembros del C.C. y los candidatos
elegidos para que actuaran en el XVII Congreso del Partido Comunista de toda la
Unión.
LAS TERRIBLES «DEPURACIONES» DE 1937-1938
La Comisión se ha familiarizado con una gran
cantidad de material existente en los archivos de la N.K.V.D.
y con otros documentos, y ha establecido muchos hechos que conciernen la
fabricación de cargos contra comunistas, las falsas acusaciones y los
descarados abusos de la legalidad socialista que tuvieron como consecuencia la
muerte de gente inocente. Es obvio que muchas de las actividades del Partido,
del Soviet y de la economía se tildaron en 1937-1938 de «enemigas», cuando en
realidad no las realizaban ni enemigos ni espías ni saboteadores, etc., sino
comunistas honrados. Se trataba de gente acusada injustamente, que - no
pudiendo soportar tanta bárbara tortura - se autoacusaban, por orden de los
jueces investigadores y de los falsificadores, de toda clase de crímenes graves
e increíbles. La Comisión ha presentado al Presidium del C.C. un material
extenso y bien documentado referente a las represiones en masa llevadas a cabo
contra los delegados del XVII Congreso del Partido y contra miembros
del C.C. elegidos en ese Congreso. Este material ha sido estudiado por el
Presidium del C.C. y éste ha comprobada que de los 139 miembros y candidatos
del C.C. del Partido que se eligieron en el XVII Congreso, 98 de ellos, es
decir el 70 %, fueron detenidos y fusilados [la mayor parte entre 1937 y 1938].
(Indignación en la sala). ¿Cuál era la composición de los delegados que
participaron en el XVII Congreso? Se sabe que el 80 % de, los participantes con
voto del XVII Congreso ingresó en el Partido en la época de la conspiración
anterior a la revolución y durante la guerra civil; esto significa antes de
1921. El origen social de la masa de los delegados era la clase trabajadora (60
% de los miembros con voto). Por esta razón es inconcebible que un Congreso así
constituido eligiese al C.C. una mayoría compuesta por enemigos del Partido. La
única razón por la cual se tildó al 70 %c de los miembros del C.C,, y de los
miembros elegidos al XVIII Congreso de «enemigos del pueblo y del Partido», es
porque se difamó a comunistas honrados por medio de acusaciones fabricadas,
minando así gravemente la legalidad revolucionaria.
El mismo destino hallaron no sólo los miembros
del C.C., sino también la mayoría de los delegados al XVII Congreso del
Partido. De los 1.906 delegados que fueron allí ya sea para votar o para aconsejar,
1.108 fueron apresados y acusados de crímenes contra la revolución, es decir un
número superior a la mayoría. Este mero hecho demuestra cuán absurdos, cuán
contrarios al sentido común fueron los cargos de crímenes
«contra-revolucionarios» esgrimidos en contra de ellos, ya que no nos es
posible entender cómo la mayoría de los componentes del XVII Congreso pudiesen
haber merecido tales acusaciones. (Indígnación en la sala).
Recordaremos que el XVII Congreso, del Partido
se conoce históricamente como el Congreso de los Victoriosos. Los delegados a
ese Congreso habían participado activamente en la construcción del Estado
Socialista; muchos de ellos habían sufrido y soportado lo indecible por el
Partido durante los años pre-revolucionarios. Ellos lucharon contra el enemigo
valientemente y enfrentaron la muerte cara a cara, sin temor. Cómo nos va a ser
posible creer que esa gente se demostrase posteriormente traidora y que hubiese
ingresado en las filas de los enemigos del socialismo durante el período posterior
a la liquidación política de los zinovievistas, trotskistas y derechistas y
después de las grandes conquistas de la construcción socialista? Lo cierto es
que todo esto fue el resultado de la forma en que Stalin abusó del poder y
comenzó a utilizar el terror contra los jefes del Partido.
¿Cuál es la razón por la cual las
persecuciones en masa contra los activistas se incrementaron más y más después
del XVII Congreso? Es porque en este tiempo Stalin se había colocada por encima
del Partido, por encima del país, de tal modo que había dejado de tomar en
cuenta tanto al C.C. como al Partido. Stalin siguió considerando en cierto modo
la opinión colectiva hasta el XVIII Congreso, pero después de la liquidación
política de los trotskistas, zinovievistas y bujarinistas, cuando -como
resultado de la lucha y de las victorias socialistas- el Partido había logrado
la unidad, Stalin dejó de valorar aún en grado mínimo a los miembros del C.C.
del Partido y aun a los del Buró Político; Stalin pensó que ahora podía
decidirlo todo por su cuenta, y que necesitaba sólo la ayuda, de datos,
estadísticos, y lo cierto es que trataba a todos los que no estudiaban las
estadísticas, de un modo tal que sólo les era posible escucharle y alabarle.
Después del asesinato criminal de S. M. Kirov, el amigo más íntimo de
Stalin, miembro del Politburó y jefe del Partido en Leningrado [su asesinato en
1934 fue el pretexto para iniciar una gran
purga], comenzaron las persecuciones en masa y las
violaciones brutales de la legalidad soviética. En la tarde del 10 de diciembre
de 1934, por iniciativa de Stalin (sin la aprobación del Politburó), el
Secretario del Comité Central Ejecutivo, Yenukidze, firmó la siguiente
directiva:
«1. - Se ordena a los servicios de
investigación que aceleren los casos de las personas a quienes se acusa de la
preparación y ejecución de actos de terror.
2. - Se ordena a los organismos judiciales que
no aplacen las ejecuciones de las penas de muerte dictadas por crímenes de esta
categoría para examinar las posibilidades de indulto, porque el Presidium del
Comité Central Ejecutivo de la URSS no considera posible aceptar peticiones de
esta índole.
3. - Los organismos del Comisariado de Asuntos
Interiores deben ejecutar las penas de muerte contra los criminales de la
categoría arriba mencionada inmediatamente que se dicten las sentencias. »
[Yenukidze, uno de los más antiguos amigos de Stalin, ejecutado en 1937].
Esta directiva fue la base de una serie de
acusaciones en masa y de abusos contra la legalidad socialista. Durante muchos
de los juicios fabricados se acusó a los reos de preparar actos de terrorismo;
esto les privaba de la posibilidad de que sus casos fuesen reabiertos aun
cuando ellos declararan ante el Tribunal que se les había hecho confesar a la
fuerza o cuando, de un modo convincente, rechazaban las acusaciones esgrimidas
contra ellos.
UNA PROVOCACIÓN DE LA G.P.U.: EL ASESINATO DE KIROV
Debe afirmarse que hasta el momento las
circunstancias que rodean el asesinato de Serguéi Kírov encubren muchos asuntos inexplicables y
misteriosos que exigen un examen más cuidadoso. Hay razones que permiten
suponer que el asesino de Kirov, Nikolayev, fue ayudado por uno de los hombres
asignados para proteger la persona de Kirov. Mes y medio antes del asesinato,
Nikolayev fue apresado por suponérsele un comportamiento sospechoso, pero se le
dejó en libertad y ni siquiera se le registró. Es causa de sospecha el hecho de
que cuando el miembro de la Cheka designado para proteger a Kirov fue conducido
para ser interrogada el 2 de diciembre de 1934, murió en un accidente
automovilístico, del cual salieron ilesos todos los otros ocupantes del
vehículo. Después del asesinato de Kirov, altos funcionarios del N.K.V.D. en
Leningrado fueron condenados sin severidad, pero en 1937 se les fusiló. Podemos
presumir que se les fusiló con el objeto de cubrir los rastros de los
organizadores del asesinato de Kirov (agitación en la, sala).
Las persecuciones en masa aumentaron
inmensamente de 1936 en adelante y después de un telegrama de Stalin y Jdanov
[antes de su muerte repentina en 1948, se consideraba a Jdanov como el posible
sucesor de Stalin] fechado en Sochi el 25 de septiembre de 1936 y, dirigido a
Kaganovich, Molotov y otros miembros de Politburó. Decía este telegrama lo
siguiente
«Consideramos absolutamente indispensable que el camarada Yejov sea nombrado Comisario del Pueblo para los asuntos interiores. Yagoda ha demostrado ser incapaz de desenmascarar al bloque trotskista-zinovievista. La O.G.P.U. lleva un atraso de cuatro años en este asunto. Ello lo han notado todos los militantes del Partido y la mayoría de los representantes de la N.K.V.D.»
Yagoda y Yejov fueron jefes de la Policía
Secreta en períodos sucesivos. Yagoda, después de iniciar la gran purga cayó
preso en ella y fue liquidado en 1938, Yejov asumió la dirección de las purgas
y las prolongó enormemente, hasta que fue reemplazado por Beria en 1938, quien
-aparentemente- lo hizo ejecutar.
Esta formulación stalinista de que la N.K.V.D.
[término intercambiable con O.G.P.U.] llevaba cuatro años de atraso en sus
investigaciones represivas y de que era necesario recuperar el tiempo perdido,
indujo a los miembros de la N.K.V.D. a realizar ejecuciones y detenciones en
masa.
Debemos recalcar que se impuso esta
formulación a la Sesión Plenaria del Comité Central del Partido Comunista,
celebrada entre febrero y marzo de 1937. La Sesión Plenaria aprobó la resolución
basándose en el informe Yejov intitulado «Lecciones que surgen de las
actividades nefastas de espionaje y diversión organizadas por agentes
japoneses, alemanes y trotskistas». Por lo cual se acordó lo siguiente:
«El Pleno del Comité Central del Partido
Comunista Bolchevique considera que todos los hechos revelados durante la
investigación de una actividad anti-soviética de origen trotskista, apoyada por
sus secuaces en las provincias, demuestran que el Comisariado del Pueblo de
Asuntos Interiores se ha atrasado por lo menos cuatro años en el trabajo
destinado a desenmascarar a los inexorables enemigos del pueblo.»
Es así que las persecuciones en masa se
estimulaban en este tiempo en nombre de la lucha contra el trotskismo. ¿Es
cierto que los trotskistas en ese tiempo constituían un peligro para el Partido
y el Estado Soviético? Debemos recordar que en 1927, en vísperas del XV
Congreso del Partido, el movimiento trotskista-zinovievista de oposición sólo
obtuvo 4.000 de los 724.000; votos emitidos. Durante los diez años que
transcurrieron entre el XV Congreso del Partido y el Pleno de febrero y marzo
del C.C. del Partido, el trotskismo se había debilitado del todo, muchos
trotskistas de antes habían variado de opinión y trabajaban en diversos
sectores por la construcción del socialismo. Queda en claro que la marcha de la
construcción socialista era tal que no justificaba el terror y las represiones
en masa por todo el país.
Lo cierto es que Lenin enseñó que sólo era
necesario recurrir a la violencia revolucionaria cuando existía resistencia de
parte de las clases explotadoras y tenían poder. Tan pronto como la situación
política de la nación hubo mejorado, cuando en enero de 1920 el Ejército Rojo
se apoderó de Rostov, logrando su más importante victoria sobre Denikin, Lenin
dió órdenes a Deherjinsky [primer jefe de la Policía Secreta Bolchevique] de
cesar el terror y de abolir la pena de muerte. Lenin justificó esta importante
medida política del Estado Soviético del siguiente modo en su informe a la Sesión
del Comité Central Ejecutivo del 2 de febrero de 1920:
«Nos vimos obligados a recurrir al terror
debido a que el terror lo practicó la Entente cuando poderosas potencias del
mundo lanzaron sus hordas contra nosotros. No hubiésemos durado dos días si no
hubiésemos respondido a estos atentados de la oficialidad y de la Guardia
Blanca sin dar cuartel. Tuvimos que recurrir al terror, pero fue la Entente,
debido a sus métodos terroristas, la que nos obligó a hacerlo. Pero tan pronto
como logramos una victoria decisiva y aún antes de que terminase la guerra,
inmediatamente después de la toma de Rostov, renunciamos a la pena de muerte,
probando así nuestra decisión de llevar a cabo nuestro programa en la forma en
que lo habíamos prometido.
Decimos ahora que nuestra decisión de recurrir
a la violencia es consecuencia de nuestra determinación de neutralizar a los
explotadores, los grandes terratenientes y los capitalistas. Tan pronto como se
logró esto, abandonamos el uso, de métodos despiadados. Lo hemos probado en la
práctica.»
Stalin renegó de estos claros preceptos de
Lenin. Stalin lanzó al Partido y la N.K.V.D. a una política de terror cuando
las clases explotadoras de nuestro país habían sido liquidadas, por lo cual no
había razón que la justificara.
Este terror tenía como objeto no eliminar los
restos de las clases explotadoras, sino perseguir a trabajadores honrados del
Partido y del Estado Soviético; contra ellos se esgrimieron acusaciones
difamantes, falsas y absurdas, atribuyéndoseles intenciones ocultas de
espionaje, sabotaje y la preparación de complots ficticios, etc.
En el Pleno del Comité Central celebrado entre
febrero y marzo de 1937, muchos de sus miembros pusieron en duda la justeza del
curso que se había impuesto a los acontecimientos al mantener las represiones
en masa bajo el pretexto de que se combatía intenciones ocultas.
El camarada Postyshev, jefe del Partido en Ucrania, quien desapareció en 1937, expresó con mucha habilidad sus dudas al respecto, observando:
«Mi pensamiento me induce a considerar que los
severos años de lucha han terminado; los miembros del Partido que han perdido
su vigor, se han desmoralizado y unido al campo del enemigo; elementos
saludables siguen luchando por el Partido. Estos han sido los años de la
industrialización y la colectivización. No me es posible pensar que después del
período de severidad, Karpov y gente como él se encuentren junto al enemigo.
(Karpov fue un miembro del Comité Central Ucraniano que Postyshev conocía
bien). Y ahora, según lo que aquí se muestra, resulta que Karpov fue reclutado
en 1934 por los trotskistas. Personalmente no creo que en 1934 un miembro
honrado del Partido, que durante largo tiempo marchó sin cejar por el duro
camino que imponía la lucha contra los enemigos del Socialismo y del Partido,
podría traicionar en esa forma. Yo no lo creo... No me puedo imaginar que sea
posible estar con el Partido durante los años difíciles y luego, en 1934,
pasarse a los trotskistas. Esto es algo muy raro...» (Agitación en la sala).
Utilizando la formulación de Stalin que
establece que mientras más cerca nos hallamos del socialismo, más enemigos le
surgen, y basándose en la resolución aprobada por el Plena del C.C. celebrado
entre febrero y marzo y que es consecuencia del informe de Yejov, provocadores
que se habían infiltrado en los organismos de seguridad del Estado comenzaron a
proteger -en nombre del Partido- la persecución en masa que se realizaba contra
los miembros del Partido, los líderes del Estado Soviético y los simples
ciudadanos soviéticos. Basta anotar que el número de personas apresadas por
crímenes «contrarrevolucionarios» aumentó diez veces entre 1936 y 1937.
La mayoría de los miembros y candidatos del
Comité Central elegidos durante el XVII Congreso y apresados entre 1937 y 1938,
fueron expulsados ilegalmente, lo que constituye un abuso brutal de los
Estatutos del Partido, por cuanto el C.C. reunido en Pleno jamás estudió sus
casos.
Ahora bien, cuando se examinaron las
acusaciones contra estos presuntos espías y saboteadores se encontró que se
habían inventado sus crímenes. Las confesiones de culpabilidad de muchos de
esos presuntos enemigos del pueblo se obtuvieron sometiéndolos a torturas
inhumanas y crueles.
Al mismo tiempo Stalin, según nos han
informado los miembros del Politburó de ese tiempo, jamás mostró a ese
organismo las declaraciones hechas por los acusados ante el Tribunal Militar,
en las cuales, negaban sus confesiones y solicitaban que se reabriera su
proceso. Declaraciones de ese tipo había muchas y Stalin las conocía.
El C.C. considera indispensable informar al
Congreso acerca de muchos de estos casos fabricados contra los miembros del
Comité Central del Partido elegidos en el XVII Congreso.
Un ejemplo de provocación vil, de falsificación detestable y de violación criminal de la legalidad revolucionaria es el caso del que fuera candidato al Politburó del Comité Central, un eminente trabajador del Partido y del gobierno soviético, el camarada Robert Eikhe , que había ingresado en el Partido en 1905. Se detuvo al camarada Eikhe el 29 de abril de 1938 a raíz de un informe difamante, sin la sanción del fiscal de la URSS, que se recibió finalmente quince meses después de que se le detuviera. La investigación del caso Eikhe se verificó de un modo que violó la legalidad soviética en forma absoluta y sobre las bases de una falsificación consciente de los hechos.
Un ejemplo de provocación vil, de falsificación detestable y de violación criminal de la legalidad revolucionaria es el caso del que fuera candidato al Politburó del Comité Central, un eminente trabajador del Partido y del gobierno soviético, el camarada Robert Eikhe , que había ingresado en el Partido en 1905. Se detuvo al camarada Eikhe el 29 de abril de 1938 a raíz de un informe difamante, sin la sanción del fiscal de la URSS, que se recibió finalmente quince meses después de que se le detuviera. La investigación del caso Eikhe se verificó de un modo que violó la legalidad soviética en forma absoluta y sobre las bases de una falsificación consciente de los hechos.
Se le obligó a Eikhe, bajo tortura, a firmar
antes de tiempo un protocolo de sus confesiones preparado por los jueces a
cargo de la investigación, que lo acusaban de actividades antisoviéticas.
El 1° de octubre de 1939 Eikhe envió una
declaración a Stalin, en la cual negó categóricamente su culpabilidad y
solicitó que se revísara su caso. En esa declaración decía: « No hay miseria
más grande que estar sentado tras las rejas de una cárcel del gobierno por el
cual uno ha luchado con todas sus fuerzas». Una segunda declaración de Eikhe,
que él envió a Stalin el 27 de octubre de 1939, se ha conservado. Se puede leer
en ella lo siguiente:
«El 25 de octubre de este año se me informó
que una investigación de mi caso había culminado y se me permitió acceso a los
documentos de esa investigación. Si fuese cierta la centésima parte de los
crímenes de que se me acusa no me habría atrevido a enviarle esta declaración
antes de que se me ejecutara: no obstante no soy culpable de una sola de esas
acusaciones y mi corazón se encuentra limpio aún de la sombra de una bajeza.
Jamás en mi vida le he dicho a Ud. una sola mentira y ahora que tengo mis dos
pies en la tumba, tampoco le miento. Todo mi caso es un ejemplo típico de
provocación, difamación y violación de las bases elementales de nuestra
legalidad revolucionaria... Las confesiones que se incluyen en mi expediente no
sólo son absurdas, sino que contienen además declaraciones difamantes acerca
del C.C. del Partido Bolchevique y del Consejo de Comisarios del Pueblo, por
cuanto resoluciones correctas del Comité Central del Partido Bolchevique y del
Consejo de Comisarios del Pueblo, que no se tomaron a raíz de una iniciativa
mía y en las cuales no intervine, se presentan como actos hostiles de
organizaciones contrarrevolucionarias realizados por insinuación mía.
Ahora me refiero a la parte más vergonzosa de
mi vida, o sea, a mi confesión de estar envuelto en actividades
contrarrevolucionarias... El caso es el siguiente: No me fue posible soportar
las torturas a que me sometieron Ushakov y Nikolayev (oficiales de la
N.K.V.D.), y especialmente el primero, que, sabiendo que tenía las costillas
rotas y que ellas todavía no se habían soldado, me causó mucho dolor,
obligándome así a acusarme a mí mismo y a otros.
La mayor parte de mi confesión me fue sugerida
o dictada por Ushakov, el resto es mi reconstrucción del material proporcionado
por la N.K.V.D., referente a Siberia Oriental y por él asumo toda
responsabilidad. Cada vez que alguna parte de lo que se había dictado, o sea,
de la historia fabricada por Ushakov, se mostraba inconsistente, se me obligaba
a firmar una modificación.
(...)
Le ruego y solicito que estudie nuevamente mi caso y no con el objeto de que se me indulte, sino con la finalidad de desenmascarar la vil provocación que como una serpiente se ha envuelto en torno a muchas personas como consecuencia de mezquindad y difamación criminal. Yo nunca lo he traicionado a Vd. ni al Partido. Sé que muero debido al vil y mezquino trabajo de enemigos del Partido, del pueblo, que han fabricado esta provocación contra mí.»
Le ruego y solicito que estudie nuevamente mi caso y no con el objeto de que se me indulte, sino con la finalidad de desenmascarar la vil provocación que como una serpiente se ha envuelto en torno a muchas personas como consecuencia de mezquindad y difamación criminal. Yo nunca lo he traicionado a Vd. ni al Partido. Sé que muero debido al vil y mezquino trabajo de enemigos del Partido, del pueblo, que han fabricado esta provocación contra mí.»
Parecería que una declaración tan importante merecía llevarse al C.C. para que él la examinara. Esto no se hizo y la declaración fue enviada a Beria mientras se seguía maltratando al candidato al Politburó, camarada Eikhe. El 2 de febrero de 1940 se llevó a Eikhe ante el tribunal.
El 4 de febrero, Eikhe fue fusilado.
(Indignación en la sala). Ahora se ha establecido en forma definitiva que el
caso de Eikhe fue fabricado enteramente; se le ha concedido una rehabilitación
póstuma.
El camarada Jānis Rudzutaks , candidato a
miembro del Politburó, miembro del Partido desde 1905, que había sufrido diez
años de encarcelamiento durante el régimen zarista, renegó absolutamente ante
el Tribunal de la confesión que se le había obligado a firmar. Los protocolos
de la sesión del Colegio del Tribunal Supremo Militar contienen la siguiente
declaración de Rudzutak:
«...La única petición que hace el Tribunal es
que el Comité Central del Partido Comunista Bolchevique sea informado de que la
N.K.V.D. cuenta entre los suyos con un núcleo que hábilmente fabrica documentos
acusatorios que obligan a gente inocente a confesar; no se le da a uno
oportunidad de demostrar que no ha participado en los crímenes que las
confesiones de otras personas establecen. Los métodos de investigación son
tales que obligan a mentir a las personas y a difamar a gente enteramente
inocente fuera de los que ya soportan una acusación. Le pide al Tribunal que se
lo permita informar al C.C. del Partido Comunista Bolchevique acerca de todo
esto por escrito. Él asegura al Tribunal que personalmente no ha tenido nunca
intenciones malignas respecto a la política de nuestro Partido, porque siempre
ha estado de acuerdo con la política del Partido en lo que concierne a las
actividades culturales y económicas.»
Esta declaración de Rudzutak se ignoró a pesar
de que Rudzutak era en ese momento jefe de la Comisión de Control Central que
se había organizado de acuerdo con las concepciones de Lenin con el objeto de
luchar por la unidad del Partido... De este modo cayó el jefe de este alto
organismo víctima de una voluntad bestial y antojadiza; ni se le hizo
comparecer ante el Politburó del C.C., porque Stalin no quería hablar con él.
En veinte minutos se decidió su sentencia y fue fusilado. (Indignación en la
sala). Después de estudiar cuidadosamente este caso en 1955, se estableció que
la acusación contra Rudzutak era falsa y que se basaba en material difamante.
Rudzutak ha sido rehabilitado después de su muerte. La forma en que trabajaba
la N.K.V.D. para fabricar diversos centros ficticios antisoviéticos y bloques
de la misma índole con la ayuda de métodos provocadores se esclarece en la
confesión del camarada Rosenblum, miembro del Partido desde 1906, a quien se
detuvo en 1937 en Leningrado por orden de la N.K.V.D.
LA G.P.U. FABRICA «CENTROS ANTISOVIÉTICOS»
Durante el examen a que fue sometido en 1955
el caso de Komarov, se supo lo siguiente acerca de Rosenblum: Cuando Rosenblum
fue detenido en 1937, se le torturó en forma terrible y se le ordenó que
confesara informaciones falsas respecto a su persona y a otras. Entonces se le
llevó a la oficina de Zakovsky (alto oficial de la Policía Secreta), quien le
ofreció su libertad a condición de que confesara ante el Tribuna lo que se
había fabricado contra él en la N.K.V.D. en 1937, referente a sabotaje,
espionaje y trabajo en un centro terrorista de Leningrado. (Agitación en la
sala). Con cinismo increíble Zakovsky habló revelándome cómo operaba el vil
mecanismo para la ingeniosa creación de complota antisoviéticos ficticios.
«Con el objeto de informarme al respecto -dijo
Rosenblum- Zakovsky me insinuó varias posibles variantes de la organización del
centro de Leningrado y sus sucursales. Después de explicarme la organización en
detalle, Zakovsky me dijo que la N.K.V.D. estudiaría el caso de este centro,
observando que el juicio sería público. Ante los tribunales se acusaría a
cuatro o cinco supuestos miembros de este centro, a Chudov, Ugarov, Smorodin,
Pozern, Shaposhnikova (esposa de Chudov) y otros, conjuntamente con dos o tres
miembros de las sucursales de éste centro... Ud. mismo, dijo Zakovsky, no
necesitará inventar nada. La N.K.V.D. preparará para Ud. una reseña respecto a
cada sucursal del Centro; la tendrá que estudiar muy bien y recordar en detalle
las preguntas y las respuestas que puedan surgir en el Tribunal. Este caso
estará listo dentro de unos tres o cuatro meses o quizás medio-año.
Durante todo este tiempo Ud. ha de prepararse
de modo que no comprometa ni la investigación ni a su persona. Su futuro
dependerá del desenlace del juicio y sus resultados. Si Ud. comienza a mentir y
atestiguar falsamente, cúlpese Ud. mismo. Si logra soportarlo, salvará su
cabeza y nosotros lo alimentaremos, y vestiremos a expensas del gobierno hasta
el día de su muerte.»
Este es el tipo de vileza que se practicaba en
ese tiempo. (Agitación en la sala). Kamarov, un viejo bolchevique, fue
liquidado en la gran purga y rehabilitado en 1955. Rosenblum cayó víctima de la
gran purga.
La práctica de la falsificación de casos
puesta en marcha por la N.K.V.D. afectó aún más a las provincias que a la
metrópoli. El material de investigación de ese tiempo demuestra que en casi
todas las regiones y provincias de la República existían supuestos grupos de
derechistas-trotskistas dedicados al espionaje y al terror, organizados en
centros de sabotaje y lo curioso es que los jefes de todas estas
organizaciones, no sabemos por qué razón, eran siempre los Primeros Secretarios
de los Comités Centrales del Partido Comunista en las provincias o repúblicas
de la Unión Soviética. (Agitación en la sala).
Muchos miles de comunistas inocentes y
honrados han muerto como resultado de estas monstruosas falsificaciones y como
consecuencia del hecho de que se aceptó todo tipo de confesiones difamantes
obtenidas por la fuerza y en las cuales existían autoacusaciones y acusaciones
a otro. De esa manera se fabricaron los casos contra los eminentes trabajadores
del Estado y del Partido: Kossior, Chubar, Postyschev, Korsaryev y otros.
Durante esos años se aplicó la persecución en
gran escala y de ello resultó la pérdida de muchos leales servidores del
Partido. Se aceptó la viciosa práctica de permitir que la N.K.V.D. preparase
lista de personas cuyos casos caían bajo la jurisdicción del Colegio Militar y
las sentencias de esas personas se preparaban de antemano. Yejov enviaba estas
listas a Stalin para que él las aprobara en persona y sugiriera el castigo.
Entre 1937 y 1938, 383 de estas listas que contenían los nombres de muchos
miles de miembros del Partido, del Gobierno, del Komsomol, del Ejército y de la
Economía se enviaron a Stalin. Él aprobó esas listas.
Un gran número de estos casos se está
revisando ahora y muchos de ellos se han anulado porque se basan en
falsificaciones. Basta que se diga que desde 1954 hasta el momento, el Colegio
Militar del Tribunal Supremo ha rehabilitado a 7.679 personas, muchas de las
cuales están muertas. Detenciones en masa de trabajadores del Partido, de la
Economía, del Soviet y del Ejército han causado enorme daño a nuestro país y a
la causa del desarrollo socialista. La persecución en masa tiene una influencia
negativa sobre las condiciones político-morales del Partido, puesto que crean
una situación de incertidumbre y un ambiente de sospechas malsanas que destruye
la confianza entre los comunistas. Todo tipo de difamadores y de trepadores se
aprovechó de esta circunstancia.
Las resoluciones del Pleno del C.C. del
Partido Comunista, celebrado en enero de 1938, habían mejorado en parte la
organización del Partido. No obstante, ene 1938 continuaban las persecuciones.
Sólo porque este Partido tiene a su disposición un fondo moral y político tan
poderoso ha podido sobrevivir tras la difícil etapa de 1937-1938.
STALIN ORDENA QUE SE APLIQUEN TORTURAS FÍSICAS
Con justicia acusamos a Yejov por las
prácticas degeneradas que puso en marcha en 1937. Pero debemos contestar las
siguientes preguntas: ¿Es posible que Yejov detuviera a Kossior sin el
consentimiento de Stalin? ¿Hubo un cambio de opiniones o alguna decisión del Politburó
al respecto? No, no hubo, como tampoco lo hubo en otros casos semejantes.
¿Podría Yejov haber decidido por su cuenta un asunto tan importante como el que
atañe a la vida de un eminente miembro del Partido? No sería ingenuo creer que
toda esto es la obra particular de Yejov. Es obvio que estos asuntos los
decidía Stalin y que si él no hubiese ordenado y sancionado todo, Yejov no
habría podido operar.
Hemos examinado los casos de Kossior, de
Rudzutak [uno de los miembros del Politburó, que desapareció en 1938], de
Postyshev, de Kosaryev y otros y los hemos rehabilitado. ¿Por qué causa se
detuvo y sentenció a estas personas? Al revisar la evidencia, no se encuentra
razón para ello. Ellos, como muchos otros, fueron detenidos sin el conocimiento
del fiscal. En tal caso no hay necesidad de que se sancione nada y ¡qué sanción
se iba a necesitar cuando Stalin lo decidía todo! Él era en estos casos el
fiscal. Stalin no sólo estaba de acuerdo con estas detenciones, sino que él las
ordenaba por iniciativa propia. Debemos decir esto para que los delegados del
Congreso puedan valorar los hechos y llegar a las debidas conclusiones. Los
acontecimientos prueban que muchos de los abusos fueron ordenados por Stalin
sin tomar en cuenta ninguna de las normas del Partido o de la Ley Soviética.
Stalin era un hombre desconfiado, enfermizamente suspicaz; nosotros lo
conocíamos, porque trabajábamos con él. Podía mirar a un hombre y decir: «¿Por
qué están tan esquivos tus ojos hoy?» o «¿Por qué vuelves los ojos hacia otro lado
y evitas mírarme de frente?» Sus enfermizas sospechas creaban en él una
desconfianza general que envolvía aun a los más destacados miembros del Partido
que conocía desde hacía muchos años. En todas partes veía enemigos, agentes
dobles y espías. Puesto que poseía un poder ilimitado, daba rienda suelta a su
carácter voluntarioso, asfixiando moral y físicamente a las personas. Surgió
una situación que hacía imposible que uno expresara su voluntad. Cuando Stalin
decía que era necesario detener a tal o cual persona, había que aceptar
dogmáticamente que se trataba de un «enemigo del pueblo». Mientras tanto la
pandilla de Beria, que dirigía los organismos de seguridad del Estado, se
superaba fabricando las pruebas de la culpabilidad de los detenidos y de la veracidad
de los documentos que falsificaba. ¿Y qué pruebas se ofrecían? Las confesiones
de los detenidos; y los jueces instructores aceptaban estas confesiones. ¿Y
cómo es posible que una persona confiese haber realizado crímenes que no ha
cometido? Sólo si se aplican métodos de tortura física que la reduce a un
estado de inconsciencia, que la priva de su juicio y la despoja de su dignidad
de ser humano. De esta manera se obtenían las confesiones.
Cuando la ola de detenciones en masa empezó a
disminuir en 1939 y los líderes territoriales de las organizaciones del Partido
comenzaron a acusar a los miembros de la N.K.V.D. de usar métodos de presión
física, entonces Stalin despachó un telegrama en clave, el 20 de enero de 1939,
al Comité de Secretarios de Regiones y Territorios, a los Comités Centrales de
los Partidos Comunistas de las Repúblicas Populares, a, los Comisarios- de
Asuntos Interiores y a los jefes de la N.K.V.D. Establecía este telegrama:
«El Comité Central del Partido Comunista de la
Unión Soviética precisa que la aplicación de métodos de presión física por la
N.K.V.D. es aceptada desde 1937 de acuerdo con el permiso dado por el Comité
Central del Partido Comunista Bolchevique en 1937... Es cosa sabida que todos
los servicios policíacos de los burgueses, utilizan medios físicos para influir
sobre los representantes del proletariado socialista y que los usan en sus
formas más escandalosas. Cabe preguntarse: ¿por qué el Servicio de Inteligencia
Socialista ha de ser más humanitario con los enloquecidos agentes de la
burguesía, con los mortales enemigos de la clase trabajadora? El Comité Central
del Partido Comunista Bolchevique considera que se debe presionar físicamente,
aunque sólo cuando se trate de conocidos y obstinados enemigos del pueblo,
siendo en estos casos justificable y apropiado.»
De esta manera sanciona Stalin, en nombre del
C.C. del Partido Comunista Bolchevique, la más vil violación de la legalidad
socialista, la tortura y la opresión, todo lo cual condujo a difamantes
acusaciones por parte de gente inocente.
Estos y otros muchos hechos demuestran que
todas las normas correctas del Partido para la solución de diversos problemas
se anularon, de modo que todo dependía del capricho de un hombre.
EL «GENIO MILITAR» DE STALIN
El poder acumulado en las manos de una
persona, Stalin, condujo a serios errores de nefastas consecuencias durante la
gran guerra patriótica.
Cuando vemos muchas de nuestras películas,
leemos muchas de nuestras novelas y estudios históricos y científicos, la labor
de Stalin en la guerra patriótica aparece como algo enteramente inverosímil.
Stalin lo había previsto todo. El ejército soviético, basándose en planes
estratégicos preparados mucho antes por Stalin, y utilizando tácticas
denominadas de «defensa activa», es decir, tácticas que permitieron a los
alemanes llegar hasta Moscú y Stalingrado, gracias al genio de Stalin, quebró
la ofensiva y subyugó al enemigo. La victoria épica lograda por el poderío
armado de la tierra soviética, por el heroísmo de su pueblo, se atribuye
enteramente en estas novelas, películas y estudios científicos al genio
estratégico de Stalin.
Debemos analizar este asunto con cuidado,
porque tiene inmenso alcance desde el punto de vista no sólo histórico, sino
también político, educativo y práctico.
Durante y después de la guerra, Stalin
adelantó la tesis de que la tragedia que nuestra nación vivió en la primera
parte de la guerra era consecuencia de que Alemania atacó inesperadamente a la
Unión Soviética. Pero, camaradas, esto no es verdad. Tan pronto como Hitler
llegó al poder en Alemania, se asignó a sí mismo la tarea de liquidar al
comunismo. Los fascistas confesaban esto abiertamente y ellos no escondieron
sus planes. Con el objeto de obtener esta finalidad agresiva, Hitler creó toda
suerte de pactos y bloques, tales como el famoso Eje Berlín-Roma-Tokio. Muchos
hechos anteriores a la guerra demuestran que Hitler tenía la intención de
lanzarse contra la Unión Soviética, y que había concentrado grandes unidades
armadas como también cuerpos blindados cerca de la frontera soviética.
Documentos que se han publicado, demuestran
que el 3 de abril de 1941, Churchill, a través de su embajador en la URSS,
Cripps, advirtió personalmente a Stalin que Hitler estaba reagrupando sus
fuerzas armadas con el objeto de atacar a la Unión Soviética. Es evidente que
Churchill no hizo esto debido a que abrigaba un sentimiento de amistad hacia la
Unión Soviética. Tenía muy presentes sus miras imperialistas, a las cuales
convenía una sangrienta guerra entre Alemania y la URSS para así fortalecer al
Imperio británico. No obstante, Churchill afirmaba en su nota que deseaba
prevenir a Stalin y llamarle la atención respecto al peligro que le amenazaba.
Churchill hizo hincapié repetidas veces en esto, tanto en sus despachos del 18
de abril como en los de los días siguientes. Pero Stalin no hizo caso de estas
advertencias; más aún dió órdenes de que no se atribuyera importancia a esta
clase de información para no provocar la iniciación de operaciones militares.
Debemos reafirmar que informaciones de este tipo respecto a concentraciones
alemanas destinadas a invadir el territorio soviético llegaban también a través
de nuestros servicios militares y diplomáticos. No obstante, puesto que
nuestros líderes estaban preparados para no aceptar esas informaciones, ese
tipo de noticias se enviaba con temor y se valoraba con reserva.
Un cable de nuestra Embajada en Londres, con
fecha 18 de junio de 1941, dice: «Desde ahora Cripps está absolutamente
convencido de que es inevitable un conflicto entre Alemania y la URSS, y que
éste se iniciará a más tardar a mediados de junio. Según Cripps, los alemanes,
hasta el presente, tienen concentradas 147 divisiones (incluyendo fuerza aérea
y unidades auxiliares) a lo largo de la frontera soviética...»
A pesar de estos avisos extremadamente serios,
no se tomaron las medidas necesarias para preparar debidamente al país para su
defensa o para prevenir que se le tomara de sorpresa. ¿Contábamos con el tiempo
y con la capacidad para prepararnos? Sí, tuvimos tiempo y teníamos capacidad.
Nuestra industria había ya logrado un desarrollo tal, que era capaz de proveer
totalmente al Ejército soviético. Esto lo prueba el hecho de que aunque durante
la guerra perdimos casi la mitad de nuestra industria, e importantes zonas
industriales y productoras de alimentos, como resultado de la ocupación de
Ucrania, del Cáucaso del Norte y de otras partes occidentales del país, la
nación soviética pudo aún organizar su producción de equipo militar en las
regiones orientales y proveer a nuestras fuerzas armadas con todo lo necesario
para destruir al enemigo. Si se hubiese movilizado nuestra industria
debidamente y a tiempo para que proveyese al Ejército con el material
necesario, nuestras pérdidas de guerra habrían sido decididamente inferiores.
Esa movilización no se comenzó, sin embargo, cuando se debía. Y ya en los
primeros días de la guerra se hizo obvio que nuestro Ejército estaba mal
equipado, que no teníamos suficiente artillería, tanques o aviones.
La ciencia y la tecnología soviéticas
produjeron excelentes modelos de tanques y piezas de artillería antes de la
guerra. Pero no estaba organizada la producción en masa y lo cierto es que
comenzamos a modernizar nuestro equipo en vísperas de la guerra. Como resultado
de todo esto, en el momento que se produjo la invasión enemiga del territorio
soviético, no teníamos la suficiente cantidad ya sea de maquinaria antigua que
no se utilizaba para la producción de armamentos o de maquinaria nueva que
pensábamos introducir en la producción de armas de guerra. La situación, en lo
que se refiere a artillería antiaérea, era especialmente débil; no habíamos
organizado tampoco la producción de municiones antitanque. Fue imposible
defender muchas regiones fortificadas tan pronto como se las atacó, porque los
armamentos antiguos se habían retirado y los nuevos no estaban en producción.
Esto afectaba no sólo la situación referente a la producción de tanques,
artillería y aviones. Al estallar la guerra no teníamos siquiera el suficiente
número de fusiles para equipar a los movilizados. Recuerdo que en esos días
llamé de Kiev al camarada Malenkov y le dije: «El pueblo se ha presentado
voluntariamente con el objeto de ingresar en el nuevo ejército y pide armas.
Ud. debe enviarme armas». Malenkov, entonces miembro del Consejo Interior de
Guerra, me contestó: «No podemos enviarle armas; estamos enviando todos
nuestros fusiles a Leningrado y tendrán que armarse ustedes mismos.» (Agitación
en la sala).
Tal era la situación armamentista entonces. En
este sentido no podemos olvidarnos, por ejemplo, del siguiente hecho. Poco
después de la invasión de la Unión Soviética por el ejército de Hitler,
Korponos, entonces jefe del Distrito Militar Especial de Kiev (que
posteriormente murió en el frente) escribió a Stalin diciéndole que los
alemanes habían llegado al río Bug y se estaban preparando para un ataque y que
en un futuro muy cercano probablemente iniciarían una ofensiva, Por eso
Korponos sugería que se organizara una fuerte línea defensiva, que se evacuaran
300.000 personas de la zona fronteriza y que varios puntos fuertes se
organizaran ahí con zanjas antitanques y trincheras para soldados, etc. Moscú
respondió a esta sugestión insinuando que esta medida constituiría una
provocación y que no le era permitido iniciar trabajos defensivos en la
frontera, ya que no se podía dar a los alemanes pretexto alguno para que
iniciaran operaciones militares. Así es, pues, que nuestras fronteras no se
hallaban preparadas para repeler al enemigo.
Cuando los ejércitos fascistas invadieron el
territorio soviético y comenzaron las operaciones militares, Moscú emitió una
orden, en virtud de la cual se prohibía contestar al fuego alemán. ¿Por qué?
Porque Stalin seguía convencido, a pesar de los hechos, de que la guerra no
había aún comenzado, y que esto era sólo una acción de provocación de parte de
diversas secciones indisciplinadas del ejército alemán, y que nuestra reacción
podría ser causa de que los alemanes comenzaran la guerra.
Lo siguiente también es bien conocido. La
víspera de la invasión del territorio de la Unión Soviético por el ejército de
Hitler, cierto ciudadano alemán cruzó nuestra frontera y declaró que los
ejércitos alemanes habían recibido órdenes de iniciar la ofensiva contra la
Unión Soviética en la noche del 22 de junio a las 3 de la mañana. Stalin fue
informado al respecto inmediatamente, pero aun esta advertencia fue ignorada
por él.
Como se ve, todo se ignoró: las advertencias de ciertos comandantes de ejército, las declaraciones de desertores del ejército del enemigo y aun la abierta hostilidad del enemigo. ¿Es éste un ejemplo de lo alerta que estaba el jefe del Partido en un momento histórico particularmente significativo?
Como se ve, todo se ignoró: las advertencias de ciertos comandantes de ejército, las declaraciones de desertores del ejército del enemigo y aun la abierta hostilidad del enemigo. ¿Es éste un ejemplo de lo alerta que estaba el jefe del Partido en un momento histórico particularmente significativo?
¿Y cuál fue el resultado de esta actitud indiferente,
de este desconocimiento de los hechos? El resultado fue que ya a pocas horas y
días de iniciarse el ataque, el enemigo había destruido en la región de la
frontera gran parte de nuestra aviación, de nuestra artillería y otro equipo
militar; había aniquilado un gran número de nuestros comandos militares y
desorganizado nuestro mando; a consecuencia de esto, no pudimos evitar que el
enemigo penetrara profundamente en nuestro territorio.
Muy serias consecuencias, especialmente en lo
que se refiere a la etapa inicial de la guerra, siguieron al hecho de que
Stalin hubiese aniquilado a tantos comandantes del ejército y comisarios
políticos entre 1937 y 1941. Durante los años de represión, sufrieron numerosos
núcleos del Comando Militar, comenzando literalmente desde el nivel del comandante
de batallón y compañía hasta llegar a los más altos niveles de la jerarquía
militar; durante ese tiempo los núcleos de jefes que habían adquirido
experiencia militar en España y en Extremo Oriente, fueron liquidados casi
completamente.
La política de persecuciones en gran escala
contra los núcleos militares minó la disciplina militar, porque durante varios
años oficiales de todos los rangos y aun soldados del Partido y del Komsomol
debían, en sus respectivas células, desenmascarar a sus superiores como a
enemigos ocultos. (Agitación en la sala).
Es lógico que esto influyera en forma negativa
sobre la disciplina militar en el período inicial de la guerra. Uds. saben que
teníamos antes de la guerra excelentes mandos, cuya lealtad al Partido y a la
patria era indudable. Baste con decir que aquellos que lograron sobrevivir, a
pesar de las torturas que debieron soportar en las prisiones, demostraron ser
desde los primeros días de la guerra, verdaderos patriotas y que pelearon
heroicamente por la gloria de nuestro país. Pienso en estos momentos en
camaradas como Rokossovsky (que, como se sabe, había estado preso), Gorbatov,
Meretskov (que es un delegado en el presente Congreso), Poklas (que fué un
excelente comandante y que pereció en el frente), y muchos, muchos otros. No
obstante, numerosos comandantes de este temple perecieron en campos y prisiones
y el Ejército no volvió a verlos más. Fueron éstas las causas de la situación
que se produjo al comienzo de la guerra y que tanto hizo peligrar a la patria,
No sería correcto olvidar que después de los primeros severos desastres en el
frente, Stalin pensó que se estaba ante el fin. En uno de sus discursos de esos
días dijo: « Todo aquello que Lenin creó, se ha perdido para siempre».
Después de esto, por un buen tiempo, Stalin se
alejó de la dirección de las operaciones militares y se dedicó a no hacer nada.
Volvió a asumir la dirección activa sólo cuando el Politburó lo visitó para
decirle que era necesario tomar ciertas medidas para mejorar la, situación en
el frente. Por lo tanto, la amenazadora situación que se cernió sobre la nación
en el primer período de la guerra, fue consecuencia de métodos erróneos
empleados por Stalin mismo.
No hablamos, sin embargo, solamente de los
momentos en que la guerra se iniciaba, cuando la desorganización de nuestros
ejércitos trajo como consecuencia severas pérdidas. Meses después, la histeria
y el nerviosismo de Stalin le impulsaron a intervenir en las operaciones
militares, causando serios daños al ejército. Stalin estaba lejos de comprender
lo que acontecía en el frente. Esto era natural, porque durante toda la guerra
patriótica nunca visitó ningún sector del frente, ni ciudad liberada alguna,
salvo una breve excursión hacia Mozhaisk cuando la situación allí se había estabilizado.
A este incidente se han dedicado muchas obras literarias saturadas de fantasía
y también muchos cuadros.
Simultáneamente, Stalin se estaba entrometiendo en las operaciones y dictando órdenes que no tomaban en cuenta la situación real en un sector determinado del frente y que no podían sino culminar en grandes pérdidas humanas.
Simultáneamente, Stalin se estaba entrometiendo en las operaciones y dictando órdenes que no tomaban en cuenta la situación real en un sector determinado del frente y que no podían sino culminar en grandes pérdidas humanas.
Me permitiré en esta ocasión hacer resaltar un
hecho característico que ilustra cómo Stalin dirigía las operaciones del
frente. Está presente en este Congreso el Mariscal Bagramyan, que fue en un
tiempo jefe de operaciones del Cuartel General del frente sud-occidental y que
podrá confirmar lo que les digo. Cuando surgió una situación extremadamente
seria en la región de Jarkov, él había decidido correctamente suprimir una
operación cuyo objetivo era rodear Jarkov, porque la situación real en ese
momento hacía pensar que podrían producirse consecuencias fatales si se
continuaba la operación. Informamos de esto a Stalin haciéndole ver que la
situación exigía cambios en el plan de operaciones para evitar que el enemigo
liquidara una concentración considerable de nuestro ejército. Stalin,
desafiando el sentido común, ignoró nuestras sugestiones y ordenó que se
continuara la operación destinada a rodear Jarkov, a pesar del hecho de que en
ese instante muchas concentraciones del ejército se encontraban amenazadas y
podían ser rodeadas y liquidadas. Llamé por teléfono a Vasilevsky, entonces
jefe del Estado Mayor, y le rogué en estos términos: «Alejandro Mikhailovich,
lleve un mapa (Vasilevsky se encuentra ahora con nosotros) y muéstrele al
camarada Stalin la situación que se ha desarrollado». Haremos notar que Stalin
planeaba las operaciones en un globo terráqueo. (Animación en la sala). Sí,
camaradas, usaba un mapamundi esférico para trazar las líneas de los diverso,
frentes. Yo le dije al camarada Vasilevsky: «Muéstrele la situación en el mapa,
ya que en la presente encrucijada no podemos continuar la operación concebida.
La antigua decisión debe cambiarse por razones muy justificadas». Vasilevsky me
respondió diciendo que Stalin ya había estudiado el problema y que él,
Vasilevsky, no volvería a tratar el asunto otra vez con Stalin porque éste no
quería oír nuevos argumentos acerca de esta operación. Después de esta
conversación con Vasilevsky, telefoneé a Stalin a su villa, pero Stalin no
contestó al teléfono, sino Malenkov. Le dije al camarada Malenkov que llamaba
desde el frente y que debía conversar personalmente con Stalin. Stalin me
informó, a través de Malenkov, que yo tenía que conversar con Malenkov.
Por segunda vez insistí que deseaba informar
personalmente a Stalin de la grave situación que había surgido para nosotros en
el frente. Pero Stalin no consideró conveniente acercarse al teléfono y declaró
que debía hablar a través de Malenkov, aunque se hallaba a unos pocos pasos del
aparato.
Después de que escuchara así, indirectamente,
lo que solicitábamos, Stalin respondió : «Que todo quede tal cual está». ¿Y
cuál fue el resultado de esta decisión? Lo peor que ya nos habíamos imaginado.
Los alemanes rodearon las concentraciones de nuestros ejércitos y como
consecuencia de ello perdimos cientos de miles de soldados. He ahí una muestra
del genio militar de Stalin y de lo que él nos costó. (Inquietud en la sala).
En una ocasión, después de la guerra, durante una reunión con Stalin y los
miembros del Politburó, Anastasio Mikoyan mencionó que Krutchev parecía haber
tenido la razón cuando telefoneó acerca de la operación de Jharkov y que era
desafortunado el hecho de que sus sugestiones no se hubiesen aceptado. ¡No
pueden imaginarse la furia de Stalin! ¡Cómo era posible que no se reconociera
que él, Stalin, había tenido razón! Él era, al fin y al cabo, un genio y un
genio no puede equivocarse.
Todos pueden errar pero Stalin consideraba que
él nunca erraba, que él siempre tenía la razón. Nunca reconoció ante nadie que
él se hubiese equivocado jamás ni en la menor cosa, a pesar del hecho de que no
fueron pocos sus errores en cuanto a las actividades teóricas y prácticas.
Después del Congreso del Partido es posible que tengamos que revalorar muchas
de las operaciones militares de la guerra para, presentarlas en su perspectiva
debida. Las tácticas que insistió en imponer Stalin sin conocer la esencia de
la conducta de las operaciones militares nos costaron mucha sangre. Los
militares saben que aún a fines de 1941 Stalin seguía insistiendo en grandes
ataques frontales y en la captura de aldea tras aldea en vez de aprobar
operaciones envolventes que permitiesen penetrar en el campo enemigo por la
retaguardia. Por esta razón sufrimos muchas bajas hasta que nuestros generales,
sobre cuyas espaldas descansaba el peso de la conducción de la guerra, lograron
cambiar la situación y pasar a un tipo de operaciones más flexibles, que
inmediatamente produjo en los frentes serios cambios muy favorables a nosotros.
Más vergonzoso aún es el hecho de que después
de nuestra gran victoria sobre el enemigo, que tanto nos costó, Stalin
comenzase a degradar a muchos de los comandantes que más contribuyeron a lograr
esa victoria y sólo porque Stalin no deseaba que se honrara a nadie, salvo a
él, por los éxitos logrados en el frente.
Stalin tenía gran interés por conocer la
apreciación que merecía el camarada Jukov (ahora ministro de Defensa) como jefe
militar y me pidió con frecuencia mi opinión sobre Jukov, yo le dije: «He
conocido a Jukov mucho tiempo; es un buen general y un buen jefe militar.
Después de la guerra, Stalin comenzó a contar una serie de cuentos absurdos
acerca de Jukov, entre ellos el siguiente:
«Uds. alaban a Jukov, pero no lo merece. Se
dice que antes de cada operación en el frente, Jukov hacía lo siguiente: Cogía
un puñado de tierra y lo olía y luego decía: «Podemos comenzar el ataque», o lo
contrario, «la operación planeada no puede realizarse». Yo le dije en una
ocasión: «Camarada Stalin: no sé quién habrá inventado eso, pero no es cierto».
Es posible que el camarada Stalin inventase
estos cuentos con el objeto de quitar importancia al papel militar y al talento
del mariscal Jukov. En este sentido, Stalin utilizó mucha energía para
popularizarse él mismo como un gran líder; recurrió a todos los medios posibles
para convencer al pueblo de que todas las victorias ganadas por la nación
soviética durante la guerra patriótica eran consecuencia de su coraje, su
intrepidez y su genio. Del mismo modo que Kuzma Kryuehkov (un cosaco famoso que
realizó notables actos de heroísmo contra los alemanes), él vestía a siete con un
solo traje al mismo tiempo. (Animación en la sala).
Con este mismo espíritu consideramos por un
instante nuestras películas históricas y militares y algunas de nuestras
creaciones literarias. Ellas nos causan náuseas. Su verdadero objetivo es
alabar el genio militar de Stalin. Recordemos la
película «La caída de Berlín». En ella, Stalin actúa, da
órdenes en un salón, en el cual hay muchas sillas vacías y sólo se le acerca un
hombre, y éste para informarle de algo -se trata de Alexander Poskrióbyshev, su leal escudero-
(Risa en la sala).
¿Y qué hay del mando militar? ¿Del Politburó?
¿Del gobierno? ¿Qué hacen ellos y do qué se ocupan? En la película,
sencillamente, no aparecen. Stalin obra por todos, no cuenta con nadie, no se
hace asesorar. Al menos, todo se le muestra al país bajo esta luz falsa. ¿Por
qué? Con el objeto de rodear a Stalin de una gloria que contradicen los hechos
y que no corresponde a la verdad histórica. En vano nos preguntamos: ¿Dónde
están los militares que soportaron el peso de la guerra? La película no los
muestra; estando Stalin ahí, no hay cabida para nadie. Pero no fue Stalin, sino
el Partido como entidad, el gobierno soviético, nuestro heroico ejército, sus
inteligentes jefes y sus valientes soldados, toda la nación soviética, los que
aseguraron la victoria en la guerra patriótica. (Tempestuosos y prolongados
aplausos).
El papel principal y el mérito principal por
la duradera victoria conseguida en la guerra pertenecen a nuestro Partido
Comunista, a nuestras fuerzas armadas, y a las decenas de millones de personas
que forman el pueblo soviético y que el Partido alentó. (Aplausos atronadores y
prolongados).
DEPORTACIÓN DE NACIONES ENTERAS
Camaradas, examinemos otros hechos. La Unión
Soviética se considera con justicia el modelo de un Estado multinacional,
porque hemos asegurado en la práctica la igualdad y la amistad de todas las
naciones que conviven en nuestra tierra. Tanto más monstruosos, por eso, son
los actos cuyo iniciador fue Stalin y que constituyen una vil violación de los
principios básicos de la política nacional del Estado soviético, tal cual la
enunció Lenin. Aludimos a las deportaciones en masa, que alejaron de su tierra
natal a naciones enteras junto con todos los comunistas sin excepción alguna.
Estas deportaciones no podían justificarse por consideraciones de orden
militar.
Así, ya a fines de 1943, cuando se quebró el
frente de la Unión Soviética, se tomó y puso en ejecución una decisión
referente a la deportación de todos los Karachai de las tierras en que vivían.
En el mismo período, a fines de diciembre de 1943, corrió la misma suerte toda
la población de la República autónoma Kalmyk. En marzo de 1944, se deportaron
todos los Chechen y los Inkush y se liquidó la República Autónoma
Chechen-Inkush.
En abril de 1944, fueron deportados todos los
balkars a regiones lejanas del territorio de la República Autónoma
Kabardyno-Balkar y a la república misma se le cambió el nombre por República
Autónoma Kabardinia. Los ucranianos se salvaron de correr esta suerte solamente
porque eran muchos y no había ningún lugar a donde deportarlos. De lo
contrario, también se les habría deportado. (Risas y animación en la sala).
Ningún marxista-leninista ni ninguna persona
de sentido común puede comprender cómo se puede responsabilizar, por
actividades hostiles, a naciones enteras, incluyendo a mujeres, niños y gente
de edad, comunistas y komsomols y cómo se puede deportar a tanta gente y
exponerla a la miseria y sufrimiento por actos hostiles de individuos o grupos
de personas.
Después del fin de la guerra patriótica, la
nación soviética daba realce con orgullo a las magníficas victorias ganadas con
grandes sacrificios y tremendos esfuerzos. El país pasó por un período de
entusiasmo político. El Partido salió de la guerra unido como nunca. En la
hoguera de la guerra se templaron los núcleos del Partido. En estas
condiciones, nadie podía haber siquiera pensado en la posibilidad de una
conspiración dentro del Partido.
Y fue precisamente en ese tiempo que surgió el
llamado «affaire de Leningrado» que, como lo hemos probado ahora, fue
fabricado. Entre los que inocentemente perdieron la vida por este «affaire», se
cuentan los camaradas Voznesensky, Kuznetsov, Rodionov; Popkov y otros.
Voznesensky fue, como miembro del Politburó, el principal planificador. Desapareció en 1949 y se sabe, ahora que fue fusilado. Como se sabe, Voznesensky y Kuznetsov fueron líderes inteligentes y eminentes. Colaboraron con Stalin muy de cerca en un tiempo. Basta mencionar que Stalin hizo a Vosnesensky primer adjunto del presidente del Consejo de Ministros y Kuznetsov fue elegido secretario del Comité Central. El hecho mismo de que Stalin encargara a Kuznetsov la supervigilancia de los organismos de seguridad del Estado muestra la confianza de que gozaba.
Voznesensky fue, como miembro del Politburó, el principal planificador. Desapareció en 1949 y se sabe, ahora que fue fusilado. Como se sabe, Voznesensky y Kuznetsov fueron líderes inteligentes y eminentes. Colaboraron con Stalin muy de cerca en un tiempo. Basta mencionar que Stalin hizo a Vosnesensky primer adjunto del presidente del Consejo de Ministros y Kuznetsov fue elegido secretario del Comité Central. El hecho mismo de que Stalin encargara a Kuznetsov la supervigilancia de los organismos de seguridad del Estado muestra la confianza de que gozaba.
¿Cómo sucedió que estas personas fueran
señaladas como enemigas del pueblo y liquidadas? Los hechos han comprobado que
el «Affaire de Leningrado» también fue el resultado de una actitud tendenciosa
y obstinada contra los núcleos del Partido.
Si la situación hubiese sido normal en el
Comité Central del Partido y en el Politburó del C.C., asuntos de esta
naturaleza se habrían examinado ahí de acuerdo con la práctica del Partido, y
se habrían valorado todos los hechos pertinentes, de modo que ni este “affaire”
ni ningún otro semejante habría ocurrido.
LOS CRÍMENES DE LA POSTGUERRA
Debemos declarar que, después de la guerra, la
situación se complicó más. Stalin se volvió más caprichoso aún, más irritable y
brutal; aumentó considerablemente su desconfianza. Su manía de persecución
alcanzó dimensiones increíbles. Muchos trabajadores se transformaban en
enemigos suyos ante sus propios ojos. Después de la guerra. Stalin se separó
aún más de la colectividad. Todo lo decidía él solo, sin ninguna consideración
por nadie ni por nada.
Esta increíble desconfianza fue hábilmente
aprovechada por el provocador, abyecto y vil enemigo Beria, que había asesinado
a miles de comunistas y soviéticos leales. El ascenso de Voznesensky y
Kuznetsov alarmó a Beria. Ahora hemos comprobado que fue
precisamente Beria quien sugirió a Stalin la fabricación, por él y sus
confidentes, de material en forma de declaraciones y cartas anónimas, y en
forma de diversos rumores y conversaciones.
El C.C. ha examinado este llamado «Affaire de Leningrado»,
personas que sufrieron inocentemente han sido rehabilitadas y las gloriosas
organizaciones del Partido de Leningrado han reconquistado su honor. Abakumov y
otros, que habían fabricado este «affaire» fueron puestos a disposición de los
tribunales y se les procesó en Leningrado condenándoseles porque lo merecían.
Surge esta pregunta: ¿Por qué causa vemos sólo
ahora la verdad de este asunto, y por qué no hicimos algo antes, durante la
vida de Stalin, por evitar la pérdida de vidas inocentes? Fue porque Stalin
personalmente supervigiló el «Affaire de Leningrado» y la mayoría de los
miembros del Politburó no conocían, en ese tiempo, las circunstancias de este
asunto y, por lo tanto, no podían intervenir.
Cuando Stalin recibió cierto material de Beria
y Abakumov, sin examinar este difamatorio material, ordenó una investigación
del «affaire» de Voznesensky y Kuznetsov. Con esto se selló su destino.
Igualmente instructivo es el caso de la
organización nacionalista Mingrelian, que existía, supuestamente, en Georgia.
Como se sabe, el C.C. del Partido Comunista de la Unión Soviética tomó acuerdos
referentes a este asunto en noviembre de 1951 y en marzo de 1952. Estos
acuerdos se tomaron sin previa discusión con el Politburó. Stalin personalmente
los había redactado. Ellos contenían serias acusaciones contra muchos comunistas
leales. Sobre la base de documentos falsificados, se probó que existía en
Georgia una supuesta organización nacionalista cuyo objeto era la liquidación
del poder soviético en esa república con la ayuda de poderes imperialistas.
En relación a esto fueron arrestados en
Georgia muchos miembros responsables del Partido y del Soviet. Posteriormente
se probó que ésta fue una calumnia dirigida contra la organización del Partido
de Georgia.
Sabemos que se han producido algunas veces
manifestaciones locales de tipo nacionalista burgués en Georgia, como en
diversas otras repúblicas. Hemos de preguntarnos: ¿Sería posible que durante el
período en el cual se tomaron las resoluciones a que se ha hecho referencia más
arriba, las tendencias nacionalistas crecieran tanto que existiera el peligro
de que Georgia abandonara la Unión Soviética y se uniera a Turquía? (Animación
en la sala. Risa).
Esto es, naturalmente, un disparate. Es
imposible imaginarse cómo estas suposiciones pudieron caber en la mente de
nadie. Todos saben cómo Georgia se ha desarrollado económica y culturalmente
bajo el gobierno de los Soviets.
La producción industrial de la República de
Georgia es 27 veces mayor de lo que era antes de la revolución. Muchas nuevas
industrias han surgido en Georgia que no existían antes de la revolución: una
fundición de hierro, una industria petrolera, una industria constructora de
maquinarias, etc. Hace tiempo que ha desaparecido el analfabetismo que, en la
Georgia prerrevolucionaria, abarcaba al 78 % de la población.
¿Podrían los georgianos, al comparar la
situación de su república con la dura situación por la cual atraviesan las
masas trabajadoras de Turquía, aspirar a unirse a Turquía? En 1955, Georgia
produjo 18 veces más acero por persona que Turquía. Georgia produce nueve veces
más energía eléctrica por persona que Turquía. De acuerdo con el censo
disponible de 1950, el 65 % de la población total de Turquía es analfabeto, y
de las mujeres, el 80 % son analfabetas. Georgia tiene 19 instituciones de
altos estudios con aproximadamente 39.000 habitantes. La prosperidad de la
clase trabajadora ha aumentado considerablemente en Georgia bajo el gobierno
soviético.
Es claro que a medida que se desarrollaron la
economía: y la cultura y a medida que crece la conciencia socialista de las
masas trabajadoras en Georgia se desvanece la fuente de la cual extrae sus
fuerzas el nacionalismo burgués.
Resultó finalmente que no había organización
nacionalista alguna en Georgia. Sin embargo, hubo miles de víctimas inocentes a
causa de medidas caprichosas y desordenadas. Todo esto sucedió bajo el gobierno
«genial» de Stalin, «el gran hijo de la nación georgiana», como llaman a Stalin
los georgianos. (Animación en la sala).
Lo caprichoso y obstinado que era Stalin se
notaba no sólo en sus decisiones referentes a la vida interna del país, sino
también en las relaciones internacionales de la Unión Soviética.
El Pleno de julio de C.C. estudió en detalle las razones del desarrollo del conflicto con Yugoslavia. Fué vergonzoso el papel que Stalin desempeñó en esto. El asunto yugoslavo no surgía de problema alguno que no se pudiese resolver por medio de discusiones entre camaradas. No existía base alguna de importancia que justificara este conflicto. La ruptura de relaciones con este país pudo evitarse. Esto no quiere decir, sin embargo, que los líderes yugoslavos no hubiesen errado o fuesen perfectos. Pero estos errores y defectos los exageró en forma monstruosa Stalin, por lo cual se produjo la ruptura de relaciones con un país amigo.
Recuerdo los primeros días del conflicto entre
la Unión Soviética y Yugoslavia y como se infló artificialmente. Una vez,
cuando vine de Kiev a Moscú, fui invitado a visitar a Stalin, quien,
mostrándome la copia de una carta enviada hacía poco a Tito, me preguntó: « ¿Ha
leído Ud. esto?»
Sin esperar mi respuesta, me contestó: «Moveré
el dedo meñique y Tito dejará de existir. Caerá». Hemos pagado muy caro ese
movimiento de su dedo meñique. Esa afirmación de Stalin era un reflejo de su
manía de grandeza, y lo cierto es que siempre actuaba así. «Moveré mi dedo
meñique y desaparecerá Kossier», «moveré otra vez mi dedo meñique y
desaparecerán Postyshev y Chubar», «moveré otra vez mi dedo meñique y ahora
desaparecerán Voznesensky y Kuznetsov».
Pero esto no sucedió con Tito. Por más que
moviera su dedo meñique o aun todos los dedos de la mano, Tito no caía. ¿Por
qué? La razón es que en este desacuerdo con los camaradas yugoslavos, Tito
contaba con el respaldo de un pueblo y de un Estado que se habían templado en
una lucha por la libertad y por su independencia y que apoyaban totalmente a
sus jefes. Uds. ven a qué extremos llegó Stalin debido a su manía de grandeza.
Había perdido todo sentido de la realidad, de tal modo que demostraba su
altivez y su suspicacia no sólo en su trato con el pueblo de la URSS, sino
también en su trato, con partidos y con naciones. Hemos reexaminado
cuidadosamente el caso de Yugoslavia y hemos encontrado una solución adecuada,
que es aceptable para los pueblos de la Unión Soviética y de Yugoslavia, como
también para todas las democracias populares y los elementos progresivos de
toda la humanidad. La solución de nuestras relaciones anormales con Yugoslavia
convenía a los intereses de todo el mundo socialista, puesto que fortalece la
paz en el mundo.
Recordemos también el asunto del complot de
los médicos. (Animación en la sala.) Lo cierto es que no existió tal complot y
que la única prueba de él la constituyó una declaración hecha por la doctora
Timashuk, que seguramente había recibido órdenes de alguien o sugestiones (al
fin o al cabo era una colaboradora no oficial de los organismos de seguridad
del Estado) para que escribiera una carta a Stalin, estableciendo que los
doctores le sometían a tratamientos médicos impropios. A Stalin, una carta así
le bastaba para llegar a la conclusión de que los médicos de la Unión Soviética
complotaban. Emitió órdenes de detención en contra de eminentes especialistas
soviéticos. Dirigió personalmente las investigaciones y estableció el método a
usar en los interrogatorios. Dijo que había que encadenar al académico
Vinogradov y que otros debían ser flagelados. Se halla presente en este
Congreso, como delegado, el camarada Ignatiev, antes ministro de Seguridad del
Estado. Stalin le dijo a él bruscamente: «Si no obtienes confesiones de los
médicos, rebajaremos tu altura en una cabeza». (Tumulto en la sala).
Stalin llamó personalmente al juez a cargo de
la investigación para darle instrucciones acerca de los métodos que debía
emplear; la fórmula era simple: ¡Torturar, torturar!
Poco después de la detención de los médicos, nosotros -los miembros del Politburó- recibimos los protocolos que contenían sus confesiones. Después de distribuir estos protocolos, Stalin nos dijo: «Uds. son gatitos; ¿qué les sucederá sin mí? El país perecerá porque ustedes no saben reconocer a sus enemigos».
El caso se presentaba de tal manera que era
imposible verificar los hechos en los cuales se basaba la investigación. No era
posible tratar de confirmar las acusaciones estableciendo contacto con los
acusados que habían confesado su culpa. Nos parecía, sin embargo, que este caso
era dudoso. Conocíamos a algunas de estas personas, porque las habíamos
consultado. Después de la muerte de Stalin, estudiamos los cargos y descubrimos
que se habían inventado de principio a fin. Este caso ignominioso fue gestado
por Stalin; no tuvo, sin embargo, tiempo para concluirlo tal cual lo había
concebido y ésta es la razón por la cual estos médicos todavía viven. Ahora se
les ha rehabilitado a todos y trabajan donde siempre habían trabajado.
STALIN Y BERIA
En la organización de todos estos «casos
vergonzosos» desempeñó un papel bajísimo un rabioso enemigo de nuestro Partido
y agente del Servicio de Inteligencia de una nación extranjera -Beria- quien
había ganado la confianza de Stalin. ¿De qué manera pudo este agitador lograr
una posición tan destacada en el Partido y en el Estado hasta llegar a ocupar
el cargo de vicepresidente del Consejo de Ministros de la Unión Soviética y
miembro del Politburó del C.C.? Se ha establecido que este villano trepó a los
más altos cargos del Gobierno por una escalera formada por innumerables cadáveres.
¿Existían indicios de que Beria fuese un
enemigo del Partido? Sí, los había. Ya en el Pleno del Comité Central,
celebrado en 1937, el entonces Comisario del Pueblo de Sanidad, Kaminsky, dijo
que Beria trabajaba para el Servicio de Inteligencia Mussavat. Pero apenas
terminó el Pleno del C.C., se detuvo a Kaminsky y se le fusiló. ¿Había
examinado Stalin las aseveraciones de Kaminsky? No, porque Stalin creía en
Beria y eso le bastaba. Y cuando Stalin creía en una persona o en alguna cosa,
entonces nadie podía decir nada que contradijese su opinión. Quien se atreviera
a oponérsele, era liquidado en la misma forma en que lo fue Kaminsky. También
existían otros indicios. Las declaraciones hechas al C.C. del Partido por el
camarada Snegov y que son interesantes. (Snegov, funcionario de la organización
del Partido en la región caucásica, ha sido rehabilitado recientemente, después
de haber estado preso durante diecisiete años. Kartvelishvili, que se menciona
abajo, fue liquidado en 1931). La declaración de Snegov dice: «En relación con
la propuesta rehabilitación del antiguo miembro del C.C., Kartvelishvili
Lavryentiv, he puesto en manos del representante del Comité de Seguridad del
Estado un estudio detallado que se refiere a la intervención de Beria en la
deposición de Kartvelishvili y que elucida los criminales motivos que llevaron
a Beria a actuar como lo hizo. En mi opinión, es indispensable recordar un
hecho importante referente a este caso y hacerlo llegar al C.C., ya que no
consideré propio incluirlo en el documento de la investigación, y es el
siguiente:
El 30 de octubre de 1931, en una sesión del
Buró de Organización del C.C., Kartvelishvili, siendo secretario del Comité
Transcaucásico, presentó un informe. Estaban presentes todos los miembros del
Comité. Hoy soy yo el único que vive de todos ellos. Durante esta sesión,
Stalin propuso, en un discurso referente a la organización del Secretariado
Transcaucásico, lo siguiente: Primer Secretario, Kartvelishvili; Segundo
Secretario, Beria. (Esta es la primera vez en la historia del Partido que el
nombre de Beria aparece mencionado como candidato a un puesto de funcionario).
Kartvelishvili contestó diciendo que conocía a Beria muy bien y que por esta
razón se negaba categóricamente a trabajar junto a él. Stalin propuso entonces
que este asunto quedara en suspenso y que se resolviera en el proceso del
trabajo. Dos días después se acordó que Beria recibiría el nombramiento y que
se deportaría de Transcaucasia a Kartvelishvili. Este hecho lo pueden confirmar
los camaradas Mikoyan y Kaganovich que se hallan presentes en la sesión.
La larga enemistad entre Kartvelishvili y
Beria se conocía; data del tiempo en que el camarada Sergo participaba
activamente en los asuntos transcaucásicos. (Kartvelishvili era el más íntimo colaborador
de Sergo). Esa enemistad impulsó a Beria a fabricar una acusación contra
Kartvelishvili. Es digno de notarse que el caso de Kartvelishvili contiene una
acusación de terrorismo realizada por él contra Bería. La posterior acusación
contra Beria discute muchos de sus crímenes. Debemos recordar algunos,
especialmente debido a que es posible que no todos los delegados a este
Congreso hayan leído el documento. Deseo recordar la forma bestial en que Beria
manejó los casos de Kedrov, Golubiev y la madre adoptiva de Golubiev, Baturina,
personas que querían informar al C.C. respecto a las viles actividades de
Beria. Se les fusiló sin previo juicio y se les condenó después de muertos.
He aquí lo que el camarada Kedrov escribió al
C.C. a través del camarada Andreyev (Andreyev era entonces secretario del C.C.;
Kedrov, amigo personal de Lenin, fue liquidado en la gran purga)
«Apelo a su ayuda desde una oscura celda en la
prisión de Lefortorsky. Que mi grito de horror llegue a sus oídos; escúcheme,
tómeme bajo su protección y aleje de mí la pesadilla de los interrogatorios y
pruebe que todo es un error. Sufro siendo inocente, créame. El tiempo
confirmará que digo la verdad; no soy un agente provocador de la policía
secreta del Zar; no soy un espía; no soy miembro de una organización
anti-soviética, de lo cual se me acusa en las viles denuncias. No soy culpable
de crimen alguno contra el Partido ni contra el Gobierno. Soy un viejo
bolchevique, limpio de toda mancha; he luchado honradamente durante cuarenta
años dentro de las filas del Partido por el bien y la prosperidad de la
nación...
Hoy tengo 62 años de edad y me siguen
amenazando los jueces con torturas degradantes y severas. Ellos ya no son
capaces de reconocer su error, de darse cuenta de que la forma en que están
llevando mi caso es ilegal en todo sentido. Tratan de justificar sus acciones
imaginándose que soy un rabioso enemigo del Partido. Soy inocente y no hay nada
que pueda desviar a un hijo del Partido y transformarlo en un enemigo, ni aún
en el momento de la muerte.
Estoy en una encrucijada; no hay manera de que yo pueda desviar los rudos golpes que se me lanzan encima. No obstante, todo tiene su límite. Se me ha torturado hasta el extremo. Se ha quebrantado mi salud y desfallecen mis fuerzas y mi energía. Se acerca mi fin. ¡ Morir en una prisión soviética, acusado de ser un vil traidor a la patria; ¡algo más monstruoso no puede sucederle a un hombre honrado! ¡Y cuán monstruoso es todo esto! Una amargura y un dolor indecibles oprimen mi corazón. ¡No, no. Esto no sucederá; esto no ha de ser! Ni el Partido ni el Gobierno soviético ni el Comisario del Pueblo, L. P. Beria, pueden permitir una injusticia tan cruel e irreparable. Estoy convencido de que si se me sometiese a un interrogatorio tranquilo, sin torturas feroces, sin ira, se demostraría fácilmente que las acusaciones no tienen base. Creo sinceramente que la verdad y la justicia triunfarán. ¡Lo creo, lo creo!»
El Colegio militar reconoció inocente al viejo
bolchevique, camarada Kedrov. A pesar de ésto, fue fusilado por orden de Beria.
(Indignación en la sala.) Beria también trató cruelmente a la familia del
camarada Sergó Ordzhonikidze . ¿Por qué? Porque
Ordjhonikidze había intentado impedir que Beria llevase a cabo sus planes
funestos. Beria había eliminado de su camino a todas las personas que podían
oponérsele. Ordjhonikidze fue siempre un adversario de Beria y se lo dijo a
Stalin, quien, en vez de examinar el asunto y de tomar medidas apropiadas,
permitió la liquidación de los hermanos de Ordjhonikidze por lo cual finalmente
se suicidó el camarada. (Indignación en la sala).
El Comité Central desenmascaró a Beria poco
después de la muerte de Stalin. Como resultado de un proceso legal muy
detallado, se estableció que Beria había cometido crímenes monstruosos y por
ellos fue fusilado. ¿Hemos de preguntarnos por qué Beria que había liquidado a
decenas de millares de trabajadores del Partido y del Soviet, no fue
desenmascarado en la vida de Stalin? No fue desenmascarado antes porque se
servía con mucha habilidad de las debilidades de Stalin despertándole sospechas
ayudaba a Stalin en todo y, además, siempre lo apoyaba.
EJEMPLOS DE LA VANIDAD DE STALIN
¡Camaradas!. El culto al individuo alcanzó
proporciones tan monstruosas debido principalmente a Stalin, puesto que él
utilizó todos los medios concebibles para enaltecerse, Múltiples pruebas
respaldan lo que acabamos de observar. Uno de los más característicos ejemplos
de la forma en que Stalin se enaltecía, se encuentra en la absoluta falta de
modestia que exhibe en su «Breve Biografía» publicada en 1948. Este libro es la
expresión de la adulación más servil y un ejemplo de cómo se endiosa a un
hombre, transformándolo en un sabio infalible, en el más grande líder, en el
estratega más sublime de todos los tiempos y de todas las naciones. Ya es
imposible encontrar palabras que puedan acercarlo más al cielo.
No es necesario dar ejemplos aquí de la odiosa
adulación que satura este libro. Basta decir que Stalin los aprobó todos y que
editó él mismo el libro. Él insertó algunas alabanzas en el de su puño y letra.
¿Qué es lo que Stalin consideraba indispensable incluir en este libro? ¿Intentó
en alguna ocasión disminuir los halagos que contenía su «Breve Biografía»? No;
señalaba los lugares en que, según su parecer, no se le halagaba lo suficiente.
He aquí algunos ejemplos característicos de lo que Stalin agregaba de su puño y
letra.
«En la lucha contra los escépticos, los capituladores los trotskistas, los zinovietistas, bujarinistas, los kamenevistas, se aglutinaron definitivamente, después de la muerte de Lenin, los núcleos más destacados del Partido que levantaban el estandarte de Lenin. Ellos agruparon al Partido en torno a los principios de Lenin y guiaron al pueblo soviético por el camino de la industrialización y de la colectivización de la economía rural. El líder do este núcleo, su fuerza directriz, tanto en el Partido como en el Estado, fue el camarada Stalin.»
Así escribe Stalin de sí mismo y luego agrega:
«A pesar de que condujo al Partido y al pueblo
con inmensa habilidad y de que gozaba del apoyo ilimitado de todo el pueblo
soviético, Stalin nunca permitió que su trabajo fuese en grado alguno
contaminado por el menor rastro de vanidad, engreimiento o autoadulación.»
¿Dónde y cuándo se ha había visto que un líder dirigente se halagara en tal forma? ¿Es digno todo esto de un líder marxista-leninista? No fue precisamente contra esto que Marx y Engels adoptaron una posición muy definida. También Lenin condenó esta práctica.
En el borrador del texto de su libro aparece
la siguiente frase: «Stalin es el Lenin de hoy día». Pero esta frase le pareció
demasiado débil a Stalin, de modo que él la cambió de su puño y letra por la
siguiente: «Stalin es el valioso continuador de la labor de Lenin; o, como se
dice en nuestro Partido, Stalin es el Lenin de hoy día». Es posible dar muchos
ejemplos semejantes de adulaciones escritas por él mismo en las pruebas de los
textos del libro. Se dota especialmente y con mucha generosidad de genio
militar y de talento estratégico. Citaré un trozo que insertó Stalin respecto a
su genio militar.
«La ciencia militar soviética, ya muy avanzada, recibió aún mayor impulso del camarada Stalin. El camarada Stalin elaboró la, teoría de los factores operantes permanentes que deciden las guerras, la de la defensa activa, y las leyes de la contraofensiva y de la ofensiva, de la cooperación de todos los servicios y de todas las armas en la guerra moderna, el papel que desempeñan las grandes masas de tanques y las grandes fuerzas aéreas en las guerras modernas, y la artillería, por ser la más formidable arma de todos los servicios. En las diversas etapas de la guerra el genio de Stalin descubrió las soluciones exactas y ellas tomaban en cuenta todas las situaciones.» (Agitación en la sala).
Más adelante, Stalin dice: «La maestría
militar de Stalin quedó demostrada tanto en las acciones defensivas como en las
ofensivas. El genio del camarada Stalin le permitió adivinar los planes del
enemigo y derrotarle. Las batallas en las cuales el camarada Stalin dirigió a
los ejércitos soviéticos son brillantes ejemplos de destreza militar». De esta
manera se halagó Stalin como estratega. ¿Quién lo hizo? Stalin mismo y no
mientras actuaba como estratega, sino cuando operaba como autor y editor, ya
que es uno de los principales creadores de su halagüeña biografía. Y un dato
más tomado de esa «Breve biografía de Stalin». Como se sabe, «Breve curso de la
historia del Partido Comunista bolchevique» fue escrito por una Comisión del
C.C. del Partido. Hecho que se refleja en la siguiente declaración en la copia
de prueba de la «Breve biografía de Stalin». «Una comisión del C.C. del Partido
Comunista Bolchevique, bajo la dirección de Stalin, y con su participación
activa, ha preparado un libro intitulado: «Breve Curso de la Historia del
Partido Comunista Bolchevique», pero aún esa declaración no satisfizo a Stalin.
La siguiente frase la reemplazó en la versión final de la «Breve Biografía» :
«En 1938 apareció el libro «Breve Curso de la Historia del Partido Comunista
Bolchevique», escrito por el camarada Stalin y aprobado por una Comisión del
C.C. del Partido Bolchevique». ¿Habrá que agregar algo más? (Animación en la
sala.)
Como ustedes ven, una sorprendente
metamorfosis cambió una obra realizada por un grupo en un libro escrito por
Stalin. No es necesario explicar cómo y por qué se verificó esta metamorfosis.
Se nos ocurre ahora preguntar, ¿si Stalin es autor de este libro, por qué
sintió la necesidad de alabar tanto en él a Stalin y de transformar toda la
historia de nuestro glorioso Partido Comunista de la época posterior a la
Revolución de Octubre en una consecuencia circunstancial del genio de Stalin?
¿Refleja este libro en debida forma los
esfuerzos del Partido por lograr la transformación socialista de este país, por
construir el Estado Socialista, por completar la industrialización y
colectivización del país, y tantos otros pasos dados por el camino señalado por
Lenin Este libro habla ante todo de Stalin, contiene sus discursos y sus
informes. Todo sin la menor excepción, se halla ligado a su nombre. Y cuando
Stalin afirma que él mismo escribió «Breve Curso de la Historia del Partido
Comunista Bolchevique», nos llenamos de asombro. ¿Es posible que un
marxista-leninista escriba así de su persona, poniéndose por los cielos? O
tomemos ahora el asunto de los premios Stalin. (Agitación en la sala). ¡Ni los
zares crearon premios y les dieron su nombre! Stalin reconoció como el mejor
texto para nuestro himno nacional uno que no contiene una sola palabra sobre el
Partido Comunista, pero que contiene la siguiente frase: « Stalin nos crió
leales al pueblo, él nos inspiró en el trabajo y en la acción». En estas líneas
del himno nacional están todas las tendencias leninistas-marxistas atribuidas a
Stalin en aquello que concierne a la educación.
Se trata, es claro, de una desviación de la
doctrina marxista-leninista, de una disminución consciente del papel
desempeñado por el Partido. Debemos agregar que el Presidium del Comité Central
ha aprobado una resolución, encargando que se escriba un nuevo texto para el
himno nacional, en el cual se destacará la labor del pueblo y la labor del
Partido. (Fuertes y prolongados aplausos).
¿Y fue sin el conocimiento de Stalin que se
dió su nombre a tantas de nuestras grandes empresas y de nuestras ciudades?
¿Fue sin su conocimiento que se erigieron tantos monumentos a Stalin en todo el
país? Es un hecho que Stalin mismo firmó el 2 de julio de 1951 una resolución
del Consejo de Ministros de la U.R.S.S. referente a la erección en el Canal
Volga-Don de un impresionante monumento a Stalin: el 4 de septiembre del mismo
año ordenó que se entregaran treinta toneladas de cobre con el objeto de que se
construyese ese impresionante monumento.
Todo el que ha visitado Stalingrado, tiene que
haber visto la inmensa estatua que él puso ahí en un sitio que poca gente
frecuenta. Se gastaron sumas fabulosas para construirla en un área en que la
gente vivía en casuchas desde la guerra. Mediten ustedes mismos si Stalin tenía
razón para decir en su biografía que no se había permitido nunca soportar la
sombra de un engreimiento, de orgullo o de autoadulación.
EL AUTORITARISMO DEL «JEFE GENIAL»
Al mismo tiempo Stalin demostraba a cada paso
su falta de respeto por la memoria de Lenin. No es una coincidencia que, a
pesar de la decisión tomada hace treinta años atrás de construir un palacio de
los Soviets como monumento a Vladimir Ilich, dicho monumento no se haya
construido nunca. Su erección se posponía siempre y el proyecto se archivó. No
podemos dejar de recordar la resolución del Gobierno Soviético del día 14 de
agosto de 1925 referente a la fundación de premios Lenin para el trabajo
educacional. Esta resolución se publicó en la prensa, pero hasta el momento no
hay premios Lenin. Esto también debería corregirse. (Tumultuosos y prolongados
aplausos).
Durante la vida de Stalin, gracias a los
métodos conocidos que yo he mencionado, y también debido, para referirme a un
caso específico, a la «Breve biografía de Stalin», todos los hechos se
explicaban de tal modo que parecía que Lenin había desempeñado siempre un papel
secundario, aún durante la Revolución Socialista de Octubre. En muchas
películas y en muchas obras literarias, la figura de Lenin se presenta en forma
incorrecta y se disminuye su importancia en forma inadmisible.
A Stalin le encantaba ver la película «El Año
Inolvidable de 1919», en la cual se le muestra en un tren blindado y en que
prácticamente aparece derrotando al enemigo con su sable. Que Kument Yefremovich Voroshilov, nuestro
querido amigo, halle el coraje necesario para escribir la verdad acerca de
Stalin; al fin y al cabo, él sabe cómo luchó Stalin. Ya sé que le costará el
hacer tal cosa; sin embargo, sería bueno que lo hiciera. Todos aprobarán su
trabajo, tanto el pueblo como el Partido. Incluso sus nietos se lo agradecerán.
(Prolongados aplausos).
Cada vez que se hablaba de los episodios de la
Revolución de Octubre y acerca de la Guerra Civil, se daba la impresión de que
Stalin había desempeñado el papel principal, como si en cada ocasión y en todos
los casos Stalin le hubiese sugerido a Lenin lo que debía hacer y cómo lo debía
hacer. Esto es difamar a Lenin. (Aplausos prolongados). No creo que pecaré
contra la verdad al decir que el 99% de los presentes sabía poco y había oído
hablar poco de Stalin antes de 1924, mientras que a Lenin lo conocían todos lo
conocía toda la nación, todo el Partido y también todos los niños y aún los
ancianos.
Todo esto debe revisarse cuidadosamente para
que la historia, la literatura y las bellas artes, reflejen en forma debida el
papel desempeñado por Lenin en las grandes conquistas del Partido Comunista y
del pueblo soviético, el pueblo creador. (Aplausos).
Camaradas: El culto a la personalidad ha sido
causa de que se empleen falsos principios en el trabajo del Partido y en la
actividad económica; engendró la violación inicua de la democracia interna del
Partido y del Soviet. Esterilizó la administración, causó desviaciones de
muchos tipos y propició el encubrimiento de limitaciones personales,
tergiversando la verdad. Nuestra nación engendró a causa de él muchos
aduladores y especialistas en falsos optimismos y en el engaño.
No debemos olvidar tampoco que, debido a las
numerosas detenciones de líderes del Partido, del Soviet y de la economía,
muchos trabajadores comenzaron a trabajar con incertidumbre, mostrándose
excesivamente cautos; temerosos, respecto a su capacidad, perdían toda
iniciativa y además temblaban ante su propia sombra. Tomemos por ejemplo las
resoluciones del Partido y del Soviet. Se preparaban en forma rutinaria, muchas
veces sin tener en cuenta la situación real. Esto llegó a tal punto que los
trabajadores del Partido, aún en las sesiones de mínima importancia, leían sus
discursos. Todo esto facilitaba la burocratización y el aniquilamiento del
Partido.
El hecho de que Stalin se resistiera a tomar
en cuenta las realidades de la vida y que desconociera el estado verdadero de
los asuntos en las provincias, lo comprueba la dirección que imprimió al
desarrollo agrícola. Todos los que se interesaban por la situación nacional,
entendían lo difícil de la situación en el campo, pero Stalin nunca se dio
cuenta de esto. ¿Informamos a Stalin sobre esto? Sí, le informamos, pero él no
nos apoyó. ¿Por qué? Porque Stalin jamás iba a ninguna parte, no conocía
siquiera a los trabajadores koljoz de la ciudad; ignoraba totalmente la
situación en las provincias. Conocía el campo y la agricultura a través de las
películas y, en esas películas, se disfrazaba y adornaba la situación existente.
Muchas películas sobre la vida de los koljos muestran vistas sobrecargadas de
pavos y gansos. Stalin aparentemente creía que reflejaban la verdad. Lenin veía
la vida de otra manera; siempre se mantuvo cerca del pueblo, él recibía a
delegaciones de campesinos y con frecuencia hablaba en las reuniones de las
diversas fábricas; él visitaba las aldeas y conversaba con los campesinos.
Stalin se separó del pueblo y jamás iba a parte alguna. Esto duró diez años. La
última vez que visitó una aldea fue en enero de 1928, cuando fue a Siberia a
supervigilar unas entregas de cereales. ¿Cómo, entonces, iba a comprender la
situación de las provincias? Y cuando una vez se le dijo, durante una
discusión, que la situación en el campo era difícil, y muy especialmente la de
la ganadería, se organizó una comisión a la cual se le encargó la preparación
de una resolución llamada «medios para desarrollar aún más la crianza de
animales en koljoses y sovjoses».
Trabajamos en este proyecto. Es claro que
nuestras proposiciones de ese tiempo no abarcaban todas las posibilidades, pero
sí exploramos varios caminos que podrían conducir al mejoramiento de la crianza
de animales en los koljozes y sovjozes.
Habíamos propuesto entonces que se elevara el
precio de esos productos para aumentar el incentivo de los trabajadores del
koljoz y sovjoz. Pero no se aceptó nuestro proyecto y en febrero de 1953 lo
descartamos totalmente. Más aún, mientras Stalin preparaba el proyecto, propuso
que los impuestos pagados por los koljoses y por los trabajadores del kojos, se
elevaran en 40.000 millones de rublos. Según él, los campesinos estaban bien y
los trabajadores del koljos apenas necesitaban vender una gallina más para
pagar el impuesto total. Imagínense lo que esto significaba. Desde luego, los 40.000
millones de rublos representaban una suma superior a las entradas de los
trabajadores del koljoz por sus ventas al Gobierno. En 1952, por ejemplo, los
koljozes y los trabajadores del koljos recibieron 26.280 millones de rublos por
los productos que vendían al Estado. ¿La posición adoptada por Stalin
descansaba en datos de alguna clase? Claro que no. En tales casos, los números
no le interesaban. Si Stalin decía una cosa, tenía que ser así... Al fin y al
cabo era un genio y el genio no necesita contar, le basta con mirar e
inmediatamente sabe cómo deben hacerse las cosas. Cuando él expresa su opinión,
es un deber repetirla y admirar su sabiduría. ¿Pero, cuánta sabiduría encerraba
su proposición de aumentar en 40.000 millones de rublos los impuestos de los
agricultores? Ninguna, absolutamente ninguna, porque esa proposición no se
basaba en un estudio cuidadoso de la situación, sino en las fantasías de una
persona que vivía alejada de toda, realidad. En este momento hemos comenzado
lentamente a liberarnos de esta difícil situación agrícola. Los discursos de
los delegados al Vigésimo Congreso nos complacen a todos. Nos agrada que tantos
delegados expresen que existen bases para que se cumpla el Sexto Plan
Quinquenal para la ganadería, no dentro de un período de cinco años, sino de
dos o tres. Estamos seguros de que las finalidades del nuevo Plan Quinquenal se
lograrán con éxito. (Prolongados aplausos).
¿POR QUE NO SE REBELARON LOS MIEMBROS DEL
POLITBURO?
Camaradas: puesto que criticamos tan
agudamente hoy día el culto a la personalidad que tanta fuerza tomó durante la
vida de Stalin, puesto que hablamos de muchos de los fenómenos negativos que
engendra este culto que es tan ajeno al espíritu del marxismo-leninismo, se nos
podría preguntar: ¿Cómo es posible? Stalin encabezó el Gobierno y el Partido
durante 30 años, en los cuales se lograron muchas victorias. ¿Cómo pudo ser
esto? En mi opinión, esta pregunta sólo pueden hacerla las personas cegadas,
hipnotizadas irremediablemente por el culto a la personalidad, sólo por
aquellos que no entienden la esencia de la revolución y del Estado soviético,
sólo por aquellos que no entienden, en un sentido leninista, el papel
desempeñado por el Partido y por la nación entera en el desarrollo de la
sociedad soviética.
La Revolución Soviética la realizaron la clase
trabajadora y los campesinos pobres con ayuda parcial de la clase media
campesina. Fue ganada por el pueblo conducido por el Partido Bolchevique. El
gran servicio prestado por Lenin fue el de crear un partido militante de la
clase trabajadora, pero él iba armado por una compenetración marxista de las
leyes del desarrollo social y él templó este Partido en la lucha revolucionaria
de las masas y del pueblo. Ustedes recordarán bien las sabias palabras de Lenin
respecto a que el Estado Soviético es fuerte, porque las masas tienen
conciencia de que la historia es creada por los millones y las decenas de
millones de personas que forman el pueblo. Nuestras históricas victorias las
obtuvimos gracias a la organización dada por el Partido, a las muchas organizaciones
provinciales y al abnegado trabajo del pueblo. Estas victorias fueron el
resultado del gran empuje y la gran actividad de la nación y del Partido en
conjunto; no son todas fruto del genio de Stalin como se intentó hacer creer
durante el periodo del culto a la personalidad.
Si hemos de considerar este asunto como
marxistas-leninistas, entonces tenemos que afirmar categóricamente que la
dirección practicada durante los últimos años de la vida de Stalin, fue un
serio error y constituyó un obstáculo en el camino del desarrollo social
soviético. Stalin con frecuencia dejaba pasar meses antes de abocarse a la
solución de problemas de inmensa importancia para la vida del país y del Estado
y cuya solución no podía posponerse.
Durante la jefatura de Stalin, nuestras relaciones pacíficas con otras naciones se vieron múltiples veces amenazadas, porque las decisiones de un hombre pueden causar y muchas veces causan, serias complicaciones. El último año, cuando logramos liberarnos de las dañinas prácticas del culto a la personalidad y tomamos varias medidas necesarias en la esfera de los asuntos internos y de la política externa, todos notaron cómo la actividad se incrementaba ante sus propios ojos, cómo se desarrollaba la actividad creadora de las grandes masas trabajadoras, y cuán favorablemente influía todo esto sobre el desarrollo de la economía y la cultura. (Aplausos).
Algunos camaradas pueden preguntarnos: ¿ Dónde
estaban los miembros del Politburo del C.C.? ¿Por qué no lucharon a tiempo
contra el culto al individuo? ¿Y por qué esto se está haciendo sólo ahora?
Ante todo debemos considerar el hecho de que
los miembros del Politburó miraron estos asuntos de una manera diferente en
diferentes épocas. Inicialmente muchos de ellos apoyaron activamente a Stalin
porque Stalin era uno de los más fuertes marxistas y su lógica, su fuerza y su
voluntad tenían gran influencia sobre los núcleos y parcialmente sobre el
trabajo.
Se sabe que Stalin, después de la muerte de
Lenin, especialmente durante los primeros años, luchó activamente por el
leninismo contra los enemigos de la teoría leninista y contra aquellos que se
desviaban. Respaldado por la teoría leninista, el Partido, con el C.C. a la
cabeza, empezó en gran escala el trabajo de industrialización socialista del
país, de colectivización agrícola y la revolución cultural. En ese tiempo.
Stalin adquirió gran popularidad, simpatía y ayuda. El Partido tuvo que luchar
contra los que intentaban desviar al país del correcto sendero leninista; tuvo
que luchar contra los trotkistas, zinovievistas y derechistas, y los
nacionalistas burgueses. Esta lucha fue indispensable. Más tarde, sin embargo,
Stalin, abusando de su poder más y más, empezó a luchar contra eminentes
líderes del Partido y del Gobierno y gente soviética honrada. Como ya lo hemos
mostrado, Stalin trató de esa manera a líderes tan eminentes del Partido y del
Gobierno como Kossior, Rudzutak, Eikhe, Postyshev y muchos otros.
Quien intentara oponerse a cargos y sospechas
sin base, esgrimidas contra inocentes, terminaba por caer víctima de la
represión. Esto fue justamente lo que perdió al camarada Postyshev. En uno de
sus discursos, Stalin reveló su disconformidad con Postyhev y terminó
preguntándole : «¿Qué es Ud. realmente?». Postyshev le contestó en voz alta :
«Soy un bolchevique, camarada Stalin, un bolchevique. En un comienzo se
consideró que esta aseveración constituía una falta de respeto hacia el
camarada Stalin y posteriormente se le miró como un acto malvado y esto fue la
causa de que se aniquilara a Postyshev, tildándosele de «enemigo del pueblo».
Cuando aún persistía esta situación, conversé en varias ocasiones con Bulganin;
y una vez, cuando los dos íbamos juntos en automóvil, me dijo: «Ha sucedido a
veces que un hombre ha ido a visitar a Stalin, invitado por él como amigo, y se
ha sentado a su mesa sin saber si luego iba a regresar a su casa o se le
llevaría preso». Es obvio que en tales circunstancias la situación de los
miembros del Politburó era dificilísima. Ahora si agregamos a esto el hecho de
que en los últimos años no se convocaron sesiones plenarias del C.C. y que sólo
ocasionalmente se reunía el Politburó, se comprenderá cuán difícil resultaba al
Politburó defender a quienes se acusaba injustamente.
Ya hemos demostrado claramente que se tomaban
muchas decisiones sin consultar a las organizaciones colectivas. El triste fin
del camarada Voznesensky, miembro del Politburó, víctima de las represiones de
Stalin, es conocido de todos. Es característico de esta etapa que la decisión
de degradar al camarada Voznesensky no se discutió jamás; se llegó a ella de un
modo muy oscuro. Del mismo modo se llegó a la decisión de degradar a los
camaradas Kuznetsov y Rodionov. Se redujo así la importancia del trabajo del
Politburó del C.C. y luego se desorganizó su trabajo, creando dentro del
Politburó varias comisiones que se llegaron a conocer como «Quintetos»,
«Sextetos», «Septetos», etc. He aquí, a modo de ejemplo, una resolución del
Politburó tomada el 3 de octubre de 1946.
«Proposición de Stalin : 1. - La Comisión del
Politburó para las Relaciones Exteriores (sexteto), se ha de preocupar, en el
futuro, no tan sólo de la construcción interna y de la política doméstica. 2.-
El Sexteto incorporará al Presidente de la Comisión Estatal para la
Planificación Económica de la U.R.S.S., camarada Voznesensky, y se le conocerá
en adelante como Septeto. (Firmado) J. Stalin, Secretario del C.C. »
¡Díganle si no es la terminología de un jugador
de naipes! (Risa en la sala).
STALIN QUERIA LIQUIDAR A MOLOTOV Y MIKOYAN
Es obvio que la creación dentro del Politburó,
de este tipo de comisiones -«Quintetos», «Sextetos», etc.- contradecía el
principio de gobierno colectivo. Esto trajo como resultado que muchos miembros
del Politburó se vieron impedidos de participar en la preparación de decisiones
de alta importancia para el Estado.
Uno de los más antiguos miembros del Partido,
Voroshilov, se halló en una situación casi imposible. Se le privó por muchos
años del derecho a participar en las sesiones del Politburó. Stalin le prohibió
asistir a las sesiones del Politburó o recibir documentos.
Debido a su naturaleza extremadamente
suspicaz, Stalin abrigó la absurda creencia de que Voroshilov era un agente
inglés. (Risa en la sala). Es cierto, ¡un agente inglés! Se instaló en su casa
un aparato especial que registraba todo lo que allí se conversaba. (Indignación
en la sala). Por su decisión unilateral, Stalin también separó del Politburó a
otro hombre, a Andreyev. Este fue uno de sus actos más absurdos y caprichosos.
Consideremos ahora el primer Pleno del C.C.
posterior al Décimonono Congreso del Partido, cuando Stalin en su discurso
analizó las personalidades de Molotov y Mikoyan, sugiriendo que estos viejos
militantes de nuestro Partido eran culpables de algunos cargos in fundamento.
Es posible que, si Stalin hubiese permanecido en el mando por algunos meses
más, tanto el camarada Molotov como el camarada Mikoyan no habrían estado entre
nosotros para dirigirse a este Congreso. Parece que Stalin tenía la intención
de terminar con todos los miembros antiguos del Buró Político para
reemplazarlos por gente nueva. La proposición que hizo al XIX Congreso,
referente a la selección de 25 personas con el objeto de que ingresaran al
Presidium del C.C., tenía como fin alejar a los viejos miembros del Politburó
para introducir a gente de menos experiencia, que por ello lo halagaría en
forma desmedida.
Podemos suponer también que así preparaba el camino para la aniquilación futura de todos los viejos miembros del Politburó, por ser ésta una manera de cubrir todo rastro de sus actos más vergonzosos, justamente los que estamos analizando ahora.
Podemos suponer también que así preparaba el camino para la aniquilación futura de todos los viejos miembros del Politburó, por ser ésta una manera de cubrir todo rastro de sus actos más vergonzosos, justamente los que estamos analizando ahora.
Camaradas: Con el objeto de evitar que se
repitan estos errores del pasado, el Comité Central se ha declarado absolutamente
contrario al culto a la personalidad. Consideramos también que se halagó en
forma excesiva a Stalin. No obstante, Stalin sin duda realizó en el pasado
obras de importancia en beneficio de las clases trabajadoras, del Partido y del
Movimiento Obrero Internacional.
Este asunto se complica debido al hecho de que
lo que acabamos de discutir aconteció durante la vida de Stalin, bajo su
mandato y con su aprobación; parece que Stalin estaba convencido de que
procedía en defensa de los intereses de la clase trabajadora y contra los
enemigos que complotaban y también contra los ataques del campo imperialista.
Miraba las cosas desde el punto de vista de los intereses de la clase
trabajadora, de los intereses de la gente laboriosa, de los intereses de la victoria
del socialismo y del comunismo. No podemos asegurar que éstas fueron las obras
de un déspota atolondrado. Él juzgaba que lo que se hacía, debía hacerse en
bien del Partido, de las masas trabajadoras y en nombre de la defensa de los
objetivos revolucionarios. ¡He ahí toda la tragedia!
CONCLUSIONES Y PERSPECTIVAS
Camaradas: Lenin hizo hincapié frecuentemente
en que la modestia es una necesidad indispensable a todo buen y verdadero
bolchevique. Lenin fue siempre la personificación de la modestia. No declaremos
que hemos seguido constantemente y en todo sentido el ejemplo de Lenin. Basta
señalar que muchas ciudades, fábricas, empresas industriales, koljoces,
sovjoses, como también instituciones culturales soviéticas, llevan el nombre de
servidores del Gobierno o líderes del Partido que, cuando así se les bautizó,
gozaban aún de muy buena salud. Muchos de nosotros somos responsables de haber
dado nuestros nombres a varias ciudades, estaciones de radios, empresas y
koljoses. Debemos corregir esto. (Aplausos). Pero esto debe hacerse con calma y
lentamente. El C.C. discutirá este asunto y lo estudiará con cuidado para
evitar errores y excesos. Recuerdo cómo Ucrania llegó a saber que se había
detenido a Kossior; la radio de Kiev comenzaba sus programas de esta manera:
«Esta es la radio de Kossior». Cuando un día comenzaron los programas sin que
se mencionara a Kossior, nadie dudó de que algo le había sucedido a Kossior y
que lo probable era que se le había detenido. Así, si hoy día comenzamos a
cambiar los nombres en todas partes, el pueblo va a pensar que los camaradas en
cuyo honor se asignaron esos nombres, han caído en desgracia y han sido
detenidos. (Animación en la sala). ¿Cómo se ha de juzgar la autoridad e
importancia de un líder? ¿Sobre la base de cuántas ciudades, industrias,
fábricas, koljoses y sovjoses, llevan su nombre?
¿No es ya tiempo de que eliminemos este
vestigio de «propiedad privada» y que «nacionalicemos» las industrias, las
fábricas, los koljoses y los sovjoses? (Risas y aplausos. Una voz grita : «Está
bien»).
Es nuestro deber examinar muy seriamente el
problema del culto a la personalidad. No podemos permitir que este asunto salga
del Partido y llegue a la prensa. Por esta razón lo estamos discutiendo aquí en
una sesión secreta. No es conveniente proveer al enemigo de municiones; no
debemos lavar nuestra ropa sucia ante los ojos del mundo. Creo que los
delegados a este Congreso comprenderán bien el significado de lo dicho y
valorarán debidamente estas sugestiones. (Aplausos tumultuosos).
Camaradas: Debemos abolir el culto a la
personalidad en forma absoluta y definitiva; debemos llegar a conclusiones
correctas tanto en el campo ideológico y teórico, como en el campo del trabajo
práctico. Es necesario adelantar la siguiente moción: Condenar y eliminar de
una manera bolchevique el culto a la personalidad por ser contrario al
marxismo-leninismo y ajeno a los principios del Partido y a sus normas y
combatir inexorablemente todo intento de reintroducir su práctica en cualquiera
forma. Debemos volver a respetar la tesis más importante del marxismo-leninismo
científico, que establece que la historia la crean los pueblos, como así
también todos los bienes espirituales y materiales de la humanidad.
Debemos volver a interpretar la responsabilidad del partido marxista en la lucha revolucionaria por la transformación de la sociedad, viéndolo como responsable de lograr la victoria final del comunismo.
En relación con esto, nos veremos obligados a
examinar críticamente, desde un punto de vista marxista-leninista, muchos de
los errores derivados del culto a la personalidad que se hallan presentes en
nuestros estudios históricos y filosóficos, en nuestra posición económica y en
otras ciencias como también en la literatura y en las bellas artes. Es
indispensable que en un futuro cercano preparemos un texto serio de la historia
de nuestro Partido y que esté de acuerdo con el objetivismo científico del
marxismo. También un texto de la historia de la sociedad soviética y un libro
sobre los acontecimientos de la Guerra Civil y de la Gran Guerra Patriótica.
En segundo lugar, para continuar
sistemáticamente el trabajo realizado por el C.C. del Partido durante años, una
obra que se caracterice por un minucioso estudio de todas las organizaciones
del Partido desde abajo hasta arriba, de los principios leninistas acerca de la
dirección del Partido y, ante todo, sobre el principio del Gobierno Colegial,
el cual debe regirse por las normas del Partido establecidas en sus estatutos y
que atribuyen gran importancia a la crítica y a la autocrítica.
En tercer lugar habrá que restablecer
completamente los principios de la democracia soviética, tal cual se enuncian
en la constitución de la Unión Soviética y que son contrarios al abuso
caprichoso, por parte de un individuo, del poder.
Camaradas: El XX Congreso del Partido
Comunista de la Unión Soviética, pone de manifiesto con nuevo vigor la
inquebrantable unidad de nuestro Partido y su cohesión en torno al C.C., como
también su decisión de lograr la culminación de su gran tarea que es construir
el comunismo. (Aplausos tumultuosos). Y el hecho de que nosotros hayamos
presentado en todas sus facetas los problemas que se plantean para destruir el
culto a la personalidad, que es ajeno al marxismo-leninismo, como también la
pesada tarea de liquidar sus consecuencias, es una prueba más de la gran fuerza
moral y política de nuestro Partido. (Prolongados aplausos).
Tenemos la seguridad más absoluta de que
nuestro Partido, fortalecido por las históricas resoluciones del XX Congreso,
conducirá al pueblo soviético por la senda leninista hacia nuevos éxitos y
nuevas victorias. (Aplausos prolongados y tumultuosos).
¡Viva el victorioso estandarte de nuestro
Partido, el Leninismo!
INFORME
SECRETO1
Quinta
columna
Los crímenes de Stalin - Nikita Krutchev
Los crímenes de Stalin - Nikita Krutchev
Según la publicación efectuada por el POUM,
Ediciones de La Batalla, París, 1957
INDICE
Presentación: De la agonía del stalinismo al renacimiento del socialismo [Comité Ejecutivo del POUM]
Los crímenes de Stalin
Lenin contra Stalin
Stalin creó la noción de «enemigo del pueblo»
Kamenev, Zinoviev y los trotskistas
Stalin violó brutalmente los principios leninistas
Las terribles «depuraciones» de 1937-1938
Una provocación de la G.P.U.: el asesinato de Kirov
La G.P.U. fabrica “centros antisoviéticos”
Stalin ordena que se apliquen torturas físicas
El “genio militar” de Stalin
Deportación de naciones enteras
Los crímenes de la postguerra
Stalin y Beria
Ejemplos de la vanidad de Stalin
El autoritarismo del “jefe genial”
¿Por qué no se rebelaron los miembros del Politburó?
Stalin quería liquidar a Molotov y Mikoyan
Conclusiones y perspectivas
Presentación: De la agonía del stalinismo al renacimiento del socialismo [Comité Ejecutivo del POUM]
Los crímenes de Stalin
Lenin contra Stalin
Stalin creó la noción de «enemigo del pueblo»
Kamenev, Zinoviev y los trotskistas
Stalin violó brutalmente los principios leninistas
Las terribles «depuraciones» de 1937-1938
Una provocación de la G.P.U.: el asesinato de Kirov
La G.P.U. fabrica “centros antisoviéticos”
Stalin ordena que se apliquen torturas físicas
El “genio militar” de Stalin
Deportación de naciones enteras
Los crímenes de la postguerra
Stalin y Beria
Ejemplos de la vanidad de Stalin
El autoritarismo del “jefe genial”
¿Por qué no se rebelaron los miembros del Politburó?
Stalin quería liquidar a Molotov y Mikoyan
Conclusiones y perspectivas
DE LA AGONÍA DEL STALINISMO AL RENACIMIENTO DEL
SOCIALISMO
En virtud de una de esas paradojas tan
frecuentes en nuestros días, el P.O.U.M. publica, por vez primera en el curso
de su heroica y dramática existencia, un documento de un alto personaje del
Kremlin: el texto del discurso pronunciado por Nikita Krutchev en la sesión
final del XX Congreso del Partido Comunista de la U.R.S.S. Lógicamente, este
documento tenía que haber sido publicado en castellano por los dirigentes del
Partido Comunista de España. Sin embargo, no ha sido así.
La paradoja es solamente aparente. El famoso discurso de Krutchev tiene más valor para el partido de Andrés Nin que para el aparato de Pasionaria. Para el P.O.U.M., es la justificación espectacular, por uno de los portavoces más autorizados de la burocracia rusa, de treinta años de lucha intransigente contra el stalinismo. Para el Partido Comunista de España equivale a una condenación inapelable ante sus propios militantes y ante las masas populares de España.
El discurso de Krutchev, que sometemos a la consideración de todos los trabajadores españoles, es uno de los documentos más extraordinarios de todos los tiempos. A estas alturas, las dudas que existieron al principio sobre su autenticidad son ociosas. Cuando se hicieron públicas las primeras versiones parciales, dijimos que las consecuencias del informe «secreto» de Krutchev serían incalculables. Las revoluciones polaca y húngara han venido a confirmar nuestras previsiones. Por lo demás, estamos solamente en la fase inicial de un proceso que conducirá a la liquidación total del stalinismo y al renacimiento del movimiento obrero.
La lucha por el socialismo es un duro combate por la verdad cotidiana. Bajo la presión irresistible de las masas trabajadoras, los dirigentes de la burocracia rusa se han visto obligados a abrir las puertas a la verdad y a reconocer públicamente algunos de los crímenes más repugnantes de los tiempos de Stalin. Ahora, será difícil hacer marcha atrás, resultará más complejo seguir mintiendo descaradamente, habrá que inventar nuevas sofismas para tratar de mantener las ficciones de la burocracia. Los buenos tiempos de la casta parasitaria que oprime a los trabajadores en la U.R.S.S. y en las «democracias populares» se han terminado.
El documento de Krutchev sugiere infinidad de comentarios. Sin embargo, a causa de la tiranía del espacio, nos limitaremos a formular los que nos parecen más importantes.
Contrariamente a lo que se ha dicho por ahí, el informe del primer secretario de la P.C. de la U.R.S.S. - mediocre tanto por su fondo como por su forma- no constituye un balance completo del espantoso período staliniano. Ciertas cosas - entre las que cabe destacar los procesos de Moscú y el exterminio de la vieja guardia bolchevique- quedan en la penumbra. Por otra parte, se reduce a denunciar la acción y los crímenes de Stalin en el interior de la U.R.S.S.
En este último aspecto, el balance, aunque parcial, es espantoso. Ahora bien, salvo ciertos detalles sobre la manera del operar de Stalin, nada de lo que se dice presenta un valor de revelación para nosotros, para los veteranos de la lucha socialista contra el stalinismo. En 1936-1937, en plena guerra civil, nuestro Partido denunció sin contemplaciones de ninguna especie (recordemos que fue en una época de conformismo y de cobardía impuestos por el chantaje de las armas rusas) los procesos de Moscú y las gigantescas «depuraciones» que diezmaron los cuadros políticos y militares de la Unión Soviética. Casi todo lo dicho por Krutchev figura en las colecciones de nuestros periódicos, como figura en los libros brillantes e inolvidables de León Trotsky y de Victor Serge, libros que presentan actualmente un valor extraordinario.
Pero la acción y los crímenes de Stalin no quedaron limitados al interior de la U.R.S.S. Un balance completo y verídico del período de reacción stalinista exigiría un análisis de la política de la burocracia rusa en China, en Alemania, en España y en las democracias populares. En lo que se refiere a estas últimas, los trabajadores de Polonia y de Hungría lo han realizado ya, y han sacado todas las conclusiones que se imponían. En lo que respecta a España - en el informe de Krutchev sólo hay una alusión al aniquilamiento por la G.P.U. de los técnicos y militares que Moscú envió a nuestro país, con Rosemberg y Antonov-Ovseenko al frente -, los militantes del POUM lo hicieron con su esfuerzo y con su sangre, arrostrando calumnias y persecuciones sin cuento. Andrés Nin y centenares de militantes de nuestro Partido murieron en los frentes y en la retaguardia defendiendo la causa de la Revolución socialista. traicionada y prostituída por el Kremlin y sus agentes en España.
En 1937-1938, España fue la primera “democracia popular” europea. Los agentes del Kremlin -los Togliatti, los Geroe, los Codovila, los Vittorio Vidali- ensayaron los métodos que años más tarde debían aplicarse en Polonia y en Hungría, en Rumania y en Checoeslovaquia, en Albania y en Bulgaria. España fue algo así como el campo de experiencia. Y en nuestro país se dieron también todos los fenómenos (ingerencias políticas, dominación del aparato del Estado, saqueo de las riquezas del país, domesticación de ciertos socialistas y republicanos, campañas de calumnias, procesos y represión contra los militantes revolucionarios antistalinistas, etc.) que debíamos ver años después en Europa Oriental.
Los Togliatti, los Pasionaria, los Codovila, dicen actualmente que ignoraban hasta donde habían llegado los estragos provocados por el «culto a la personalidad». La realidad es que sabían perfectamente todo lo que había pasado en la U.R.S.S. y que, además, intervinieron como agentes ejecutores en toda la obra contrarrevolucionarla y terrorista realizada a título de experiencia general en España.
Pasando ya a otro dominio, el informe de Krutchev no aporta la menor explicación, no ya marxista, sino simplemente racional y lógica, del stalinismo y de sus crímenes. Al parecer, todo se funda en el «culto a la personalidad», culto que, es cierto, adquirió proporciones monstruosas y hasta ridículas. Pero este culto fue pura y simplemente una de las manifestaciones patológicas del sistema basado en la expropiación de los trabajadores por la burocracia.
El «marxismo» de la burocracia rusa quedó reducido hace ya mucho tiempo a un empirismo estrecho y mediocre destinado a justificar las combinaciones y las maniobras políticas y diplomáticas del Kremlin. Ese «marxismo» no tiene nada que ver con el método que nos legaron Marx y Engels y al que permanecieron fieles las grandes figuras del pensamiento socialista. Ese «marxismo», que recibió ya golpes severos en España, ha sido desenmascarado totalmente por los trabajadores de Polonia y de Hungría, los cuales, organizados en sus consejos obreros, han señalado al proletariado mundial la ruta de la verdadera liberación socialista, la ruta de la democracia socialista.
El valor esencial del discurso de Krutchev reside en la denuncia brutal, inopinada, espectacular, de los crímenes del stalinismo. Esa denuncia pone de manifiesto las contradicciones de la burocracia, su pánico a las masas populares, su deseo de liberarse de un pasado sangriento para asegurar su dominación frente a las exigencias crecientes y arrolladoras del proletariado ruso, de un proletariado que reclama su derecho a la vida, al pan y a la libertad, a la democracia socialista.
Las explicaciones de Krutchev no engañarán a nadie, y menos aún a los trabajadores que han hecho la experiencia directa del despotismo stalinista. Los primeros grandes ecos del informe de Krutchev han sido las jornadas de octubre en Polonia y la heroica revolución húngara. Cierto, los burócratas limitados se imaginan que la violencia reaccionaria les sacará una vez más de apuros. Pero se equivocan. Los grandes problemas históricos de nuestro tiempo no serán dominados por el aparato de la G.P.U. o anulados por los tanques de Jukov. La batalla final contra el stalinismo y por la democracia socialista se reñirá ahora en la propia U.R.S.S. y la ganará el proletariado que deslumbró al mundo con la gran Revolución de Octubre de 1917.
Al ofrecer este folleto a los trabajadores españoles, el P.O.U.M les invita a reflexionar sobre la trágica experiencia del stalinismo y a deducir de ella las lecciones positivas que se imponen, especialmente al resplandor de las revoluciones de Polonia y de Hungría.
La propaganda de Franco y de todas las fuerzas reaccionarias tiende a identificar el stalinismo con el comunismo auténtico, con el socialismo auténtico. Los trabajadores húngaros han realizado maravillosamente, en la práctica, con sus consejos obreros, con sus milicias obreras, con su programa de liberación socialista, la diferenciación que la historia exigía imperiosamente.
Los heroicos trabajadores de Hungría han combatido - y combaten todavía - contra la dictadura burocrática, por la liquidación radical de los métodos del stalinismo, por el restablecimiento de la verdad histórica en todos los dominios, por la rehabilitación do los militantes revolucionarios calumniados y asesinados, por el establecimiento de la democracia obrera en todos sus aspectos (consejos obreros, sindicatos, partidos), por la pluralidad de las organizaciones políticas proletarias, por las elecciones libres y secretas a todos los organismos representativos del Estado, por un auténtico gobierno de los trabajadores, por la orientación de la planificación en función de las necesidades reales de las masas trabajadoras, por la abolición de todos los privilegios de la burocracia, por la independencia total de los sindicatos con respecto al Estado( y a los partidos políticos, por la libertad ilimitada en el dominio de la ciencia, del arte y de la cultura, por la independencia revolucionaria del país y una política exterior democrática, socialista e internacionalista.
El programa de los Consejos Obreros húngaros refleja las aspiraciones de los trabajadores do la U.R.S.S. y de todas las «democracias populares». Por ese programa luchó el P.O.U.M. durante la Revolución Española. Ese programa es hoy día el del inevitable renacimiento del socialismo.
EL COMITÉ EJECUTIVO DEL P.O.U.M.
París, enero de 1957
Historia de la Unión Soviética (1927-1953)
PIERRE BROUÉ LOS PROCESOS DE MOSCÚ
EL PROCESO CONTRA EL POUM. (Un episodio de la revolución española)
La represión y el proceso contra el POUM Ignacio Iglesias
Primera
campaña de difamaciones y calumnias, en la que se identificaba al POUM con el
fascismo internacional, se intensificó desde finales de 1936 y en los primeros
meses de 1937
Dolores
Ibárruri y José Diaz dos estalinistas que atacó al POUM
Dolores
Ibárruri
Dolores
Ibárruri
Responder
a los enemigos, calumniadores y vacilante Elementos
Fuente: Comunista Internacional Vol. . XIV, No. 11,
noviembre 1937, pp 808-813
Camaradas y
amigos de Valencia, antifascistas de todo el conjunto de España! [1]
Por encima
de todo, es necesario poner fin de una vez por todas a la “quinta columna”. Ya
hemos crecido ronca de tanto hacer esto, y esperamos que el gobierno por fin
nos oirá. Este “quinta columna”, como el camarada Jose Diaz ha dicho, es
larga de tal manera que por alguna razón u otra, su final no puede el día de
hoy se ve. Debemos ayudar al gobierno en su labor de purgar la parte
trasera, y, además, cada uno de nosotros en particular, debe estar alerta con
respecto a los que nos rodean. Todo sentimentalismo debe ser dejado de
lado, y debemos, sin ninguna vacilación, exponer a todos los que sospechamos de
hostilidad en nuestro sistema.
Cuando
señalamos la necesidad de una lucha contra el trotskismo, nos encontramos con
un fenómeno muy extraño, porque se levantan voces en su defensa en las filas de
ciertas organizaciones y entre ciertos círculos en ciertas partes. Estas
voces pertenecen a personas que se están saturados con esta ideología
contrarrevolucionaria. Los
trotskistas largo se han transformado en los agentes de fascismo, en los
agentes de la Gestapo alemana. Vimos esto en la práctica durante el golpe
de Estado de mayo en Cataluña; vimos claramente en los brotes rebeldes en
varias otras localidades. Y todo el mundo va a ver esto cuando comience el
juicio contra los dirigentes del POUM que quedaron atrapados en su actividad de
espionaje. Y vemos la mano del fascismo en todas las acciones que se
dirigen hacia desmoralizar a nuestra retaguardia, hacia socavar la autoridad de
la República. Por lo tanto, es esencial que destruimos trotskismo con mano
firme, por el trotskismo ya no es una tendencia política en la clase obrera,
sino un arma de la contra-revolución.
Trotskismo
debe ser arrancada de las filas proletarias de nuestro partido como uno raíces fuera plantas
venenosas. Los trotskistas debe erradicar y destruyeron como bestias
salvajes, por lo contrario en cada momento decisivo cuando nuestros hombres
desean emprender la ofensiva, no podremos comenzar a causa de los trastornos
provocados por los trotskistas en la parte trasera. Un preciso poner fin a
estos traidores de una vez por todas, para que nuestros hombres en la parte
delantera puede ser capaz de luchar sin temor a que se apuñaló en la espalda.
José Díaz
Ramos Tres años de lucha
El
fascismo internacional quiere consolidar a costa de España sus conquistas de
Múnich
Artículo
publicado en “Frente
Rojo” el 6 de noviembre de 1938
Prepararnos
como lo hemos hecho hasta ahora: consolidando nuestra unidad, aumentando la
capacitación, de mandos, clases, tropas y comisarios; intensificando en el
ejército el trabajo político y, sobre todo, depurando enérgicamente todos los
frentes de enemigos y agentes del enemigo. La
reciente sentencia del Tribunal de Espionaje ha reconocido que el POUM y los
trotskistas deben ser combatidos como enemigos de la República. Es preciso
que no se vuelva a producir lo que ocurrió cuando los fascistas, desencadenando
su ofensiva en el frente del Este, encontraban en este frente complicidades y
debilidades que les abrieron el camino. ¡Vigilancia y energía en todos los
frentes! Si hubiera algún frente en el que fuera necesario tomar medidas, debe
hacerse con prontitud. Hay que depurar donde sea preciso. Todo el Ejército debe
estar a la misma altura de capacidad y heroísmo. El enemigo, al atacar en el
frente que sea, debe encontrar siempre un Ejército que no sabe retroceder,
pleno de moral combativa, que sabe por qué lucha y que es enteramente fiel al
gobierno de la República.
Tres
tareas fundamentales
Artículo
publicado en “Frente
Rojo” el 9 de febrero de 1938
La sesión de las Cortes de la República que se ha celebrado el día
primero de febrero en el refectorio del viejo Monasterio de Montserrat, tiene
una enorme importancia en el desarrollo de nuestra guerra.
El discurso que pronunció el camarada Negrín dando cuenta de la actuación
del gobierno a los representantes del pueblo, está penetrado de un espíritu
nuevo, como habrá advertido todo el que conozca la vida política de nuestro
país. La decisión y energía con que el presidente del Consejo de Ministros ha
rechazado, una vez más, los intentos y planes turbios de “pactos, arreglos y
componendas” con el enemigo; el acierto con que ha sabido destacar la labor
positiva realizada por los hombres que en su equipo ministerial constituyen el
apoyo más activo y más firme de la política del Frente Popular; la exaltación
entusiasta del heroísmo de nuestro pueblo y del Ejército que ha salido de sus
entrañas, y el tono general de serenidad, fuerza y optimismo, son cosas que
nosotros saludamos y que saludan con satisfacción todos los obreros, todos los
trabajadores, todos los antifascistas de España
Hechos
positivos
Esta sesión
parlamentaria se ha celebrado en un momento en que la solución dada a algunos
problemas muy agudos de la guerra y de nuestra vida nacional, con la
participación activa de las masas populares, ha creado en el país una atmósfera
muy diferente de la que existía hace algunos meses. Se han dado pasos bastante
importantes en el camino de la unidad. Se
ha acabado, en gran parte, con los residuos de los “incontrolados”. Se ha liquidado
el intento escisionista del grupo Largo Caballero. Se ha puesto fuera de la ley al POUM, agencia de espionaje fascista. La
“Quinta Columna” ha recibido serios golpes y
se continúa trabajando para aplastarla radicalmente. Lo hecho para crear un
Ejército, una masa de fuerzas de reserva, nos ha permitido llevar a cabo una
operación como la de Teruel, deshaciendo los planes de “gran” ofensiva del
enemigo. No es extraño si, en esta situación, los países democráticos nos
manifiestan más abiertamente que antes su simpatía. La demostración de nuestra
fuerza los está convenciendo, más de lo que pudo hacerlo la demostración de la
justicia de nuestra causa. No es extraño que también en nuestro país gentes que
ayer estaban perdiendo la fe en la victoria demuestren hoy haberla recuperado.
Por la
unidad, hacia la victoria
Informe
pronunciado en el Pleno del CC del PC celebrado en Valencia los días 5 a 8 de
marzo de 1937
Los
enemigos del pueblo
¿Quiénes,
son los enemigos del pueblo? Los enemigos del pueblo son los
fascistas, los trotskistas y los “incontrolables”. Si nuestra preocupación
fundamental, en los momentos actuales, es la de conseguir la unión de todo el
pueblo español, es decir, la unión del proletariado y de todos los hombres
amantes del progreso, de todos los que aman y anhelan una España próspera y
feliz, debe ser también preocupación nuestra descubrir y denunciar a todos los
enemigos del pueblo, estén donde estén.
Nuestro
enemigo principal es el fascismo. Contra él concentramos todo el fuego y todo
el odio del pueblo. Contra el ponemos en pie todas las fuerzas prestas a
aniquilarlo; pero nuestro odio va dirigido también, con la misma fuerza
concentrada, contra los agentes del
fascismo, que como los “poumistas”, trotskistas disfrazados, se esconden
detrás de consignas pretendidamente revolucionarias, para cumplir mejor su
misión de agentes de nuestros enemigos emboscadas en nuestra propia tierra. No se puede aniquilar a la Quinta Columna
si no se aniquila también a los que políticamente defienden también las
consignas del enemigo, encaminadas a desarticular y desunir las fuerzas
antifascistas. Las consignas del enemigo son; contra la República
democrática, contra el Frente Popular antifascista, contra el Gobierno del
Frente Popular, contra el Ejército regular, etcétera, y, sobre todo, contra la
Unión Soviética por su magnífica solidaridad con el pueblo español en esta
lucha. Aunque los trotskistas tratan
de encubrirlas con otras consignas aparentemente más revolucionarias, como las
de República social, Gobierno obrero, Milicias rojas, no pueden por menos de
enseñar la oreja fascista. Y, si no, pruebas al canto.
No quiero citar todas las canalladas
que escriben diariamente los trotskistas en su periodicucho “La Batalla”.
Apuntaré tan sólo algunas coincidencias entre el trotskismo y el fascismo.
¿Quién se
proponía, a través del golpe de Estado, suprimir el Parlamento a sablazos?
Franco y demás fascistas nacionales y extranjeros. Pues bien: ¿cuál es la
consigna, coincidente con la de los fascistas, que lanzan los trotskistas
españoles? La supresión del Parlamento. He aquí lo que publica “La Batalla”, del día 30 de noviembre de
1936, como cosa abordada por el Comité Central del POUM en su reunión del
día 18: “Hay que destruir los Parlamentos, tanto de Madrid como de Barcelona,
porque están completamente superados.” Coincidencia perfecta, absoluta, con los
fascistas.
Franco y
demás canallas se atribuyen desvergonzadamente la defensa de la patria, de la
nación. A ellos, que han traicionado a la patria, que venden al fascismo
internacional pedazos de nuestro suelo, que tienen la desfachatez de llamarse
“nacionalistas”, les irrita y exaspera enormemente que les denunciemos como lo
que son: como traidores a la patria y verdugos del pueblo; no quieren que
reivindiquemos para nosotros, para el pueblo español, el derecho que
legítimamente nos corresponde de defender a nuestro país. Pues bien; ¿cuál es
la posición de los trotskistas a este respecto? Exactamente la misma que la de
Franco: He aquí lo que dicen en el diado “La
Batalla” del 23 de enero de 1937: “Esta fórmula de unión nacional y de
defensa de la patria frente al invasor del extranjero que lanzan los jóvenes
socialistas unificados y los comunistas oficiales y que suscriben los
republicanos, puede ser aceptada perfectamente por los fascistas.” Coincidencia
también absoluta con el fascismo.
He aquí que
se descubre una conspiración gestada por los trotskistas en la Unión Soviética
y los reos trotskistas traidores a la Patria del Socialismo, convictos y
confesos, van a ser juzgados por el Tribunal Proletario. He aquí que la prensa
fascista alemana e italiana llena de injurias al régimen soviético por haber
descubierto la trama criminal de sus agentes. Pues los trotskistas españoles,
como no podía ser menos, corren en defensa de sus amigos, empleando para ello
el mismo lenguaje de los fascistas. “La
Batalla” del día 24 de enero de 1937, para no citar más que un número,
contiene la siguiente afirmación: “En Moscú se prepara un nuevo crimen. En la
Rusia actual ha sido abolida la más elemental idea de democracia obrera, para
caer en un régimen burocrático de dictadura personal. Al proletariado
internacional no se le puede decir que defienda la causa de Rusia si se le
niega el derecho a saber lo que ocurre en Rusia.” ¿Para qué citar más? Basta
con lo expuesto para poner de relieve la coincidencia entre fascistas y
trotskistas. Como se ve, estas gentes no tienen nada que ver con el
proletariado, ni con ninguna tendencia que se precie de honrada. Y si nosotros
combatimos a los trotskistas es porque son agentes de nuestros enemigos,
introducidos en las filas antifascistas. Es un grave error considerar a los
trotskistas como una fracción del movimiento obrero. Se trata de un grupo sin
principios, de contrarrevolucionarios clasificados como agentes del fascismo
internacional. El reciente procesó de Moscú ha demostrado a la luz del día, que
el jefe de la banda, Trotski, es un agente directo de la “Gestapo”. En su odio
contra la Unión Soviética, contra el gran Partido bolchevique y contra la
Internacional Comunista, se dan la mano con los fascistas. Por eso la firme
actitud del Partido Comunista, al negarse a convivir en ningún organismo con
los trotskistas, es completamente justa, y nosotros la aprobamos con todas sus
consecuencias. El Partido debe plantear ante las masas obreras la lucha contra
los trotskistas de un modo intransigente, con objeto de educarlas en la lucha
encarnizada contra sus enemigos encubiertos.
El
trotskismo no es un partido político, sino una banda de elementos
contrarrevolucionarios. El fascismo, el trotskismo y los “incontrolables” son,
pues, los tres enemigos del pueblo que deben ser eliminados de la vida
política, no solamente en España, sino en todos los países civilizados. (Grandes
aplausos.)
Andreu
Nin La Revolución de Octubre
Primera
vez publicado: La Batalla, 24 de enero de 1937.
Homenaje
a José Diaz: PCE-IU siguen reivindicando su pasado estalinista
La lección
política principal de José Díaz
El
creador de un partido de masas
Un libro
reúne discursos y artículos del líder comunista sevillano José Díaz
LEON
TROTSKY LA TRAICIÓN DEL "PARTIDO
OBRERO DE UNIFICACIÓN MARXISTA" ESPAÑOL[1] (22 enero
1936)
Andreu Nin. La situación política y las tareas del proletariado
Escrito: Junio
de 1937.
Proyecto de “Tesis políticas”, elaboradas por Nin,
para presentarla al Congreso nacional del POUM, el 19 de junio de 1937. Dicho
Congreso no llegó a celebrarse a causa de la represión.
Juan
Andrade (1897-1981) Vida y voz de un revolucionario Pelai
Pagès, Jaime Pastor y Miguel Romero (eds.)
Andrés Nin. Los problemas de la revolución española
Juan Andrade El marxismo y los problemas de la revolución española. Lenin
y el Leninismo
Juan Andrade
Apuntes para una historia del PCE
Polémica Joaquín Maurín y Santiago Carrillo: Problemas de la unificación
marxista revolucionaria 1933-1935
El POUM durante la transición democrática (1974-1981
Grandizo Munis. Carta a un obrero poumista. La bandera de la IV
Internacional es la única bandera de la revolución proletaria. 1938
Víctor Alba. La revolución española en la práctica. Documentos del POUM
Qué es y qué
quiere el Partido Obrero de Unificación Marxista
EL POUM EN
LA HISTORIA
Wilebaldo
Solano
[El marxismo
en España (1919-1939)] Historia del BOC y del POUM
Andreu Nin (1914-36) La cuestión nacional en el estado español
Andreu Nin. Los movimientos de emancipación nacional (1935)
El homenaje de Cataluña a Nin y la reacción estalinista vergonzante desde
Red Roja
Andrés Nin. Los problemas de la revolución española
Revolución socialista y guerra civil (1936-1939)
La izquierda comunista y la revolución española La ICE, el BOC y el POUM
Bárbara Areal
La fundación
del POUM
01/10/2015 |
Ignacio Iglesias
[Este
texto fue escrito en 1985, con motivo del 50 aniversario de la fundación del
POUM]
Ignacio
Iglesias (1912-2005), fue uno de los fundadores del POUM y redactor de La
Batalla
1985
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