Índice
1) Nin y el POUM antes de que estallara la guerra civil
1) Nin y el POUM antes de que estallara la guerra civil
2) Nin como secretario político del
POUM
3) Nin y la línea política del POUM
después del 19 de julio
4) El POUM en el gobierno
5) La disolución de la FOUS y la
pérdida de la base sindical
6) Después de la expulsión del
gobierno: Frente obrero revolucionario contra la contrarrevolución
estalinista
7) Nin y la vida interna del
partido
8) La interpretación teórica de la
revolución española por parte de Nin
9) Nin y Trotski
10) Comentarios finales
Vida, obra y
muerte de Andreu Nin
Reiner Tosstorff. El POUM en la ilegalidad
bajo Negrín
Este texto,
igualmente como el otro sobre Andreu Nin y la Internacional Sindical Roja (ISR), fue publicado
en catalán en el libro Andreu Nin i el Socialisme, Barcelona: Publicacions de
la Universitat de Barcelona 1998. Esta publicación recoge las ponencias
presentadas en unas jornadas de estudio sobre Nin, organizadas por el Centre
d’Estudis Històrics Internacionals de la Universitat de Barcelona en 1993. Este
artículo fue traducido por Hildegard Nierbeck del alemán al castellano y sirvió
de base para la redacción de la versión catalana incluida en el libro. La Sra.
Nierbeck ha revisado la traducción y la ha puesto amablemente a la disposición
de la website de la Fundación Andreu Nin.
No me propongo aquí (1) dar una historia completa del POUM durante la guerra civil; sino centrarme en la labor de su líder más destacado después del 19 de Julio de 1936, Andreu Nin, quien tuvo que pagar con su vida cuando, en verano de 1937 fue asesinado por el servicio secreto soviético. Se mencionarán, por lo tanto, solamente aquellos aspectos de la historia del POUM que tengan una relación directa con Nin; muchos otros se tendrán que dejar aparte. Tampoco se puede dar una descripción general de la guerra civil en Cataluña y toda España. Remito a las obras conocidas de Pierre Broué y Émile Témime, de Gabriel Jackson, de Hugh Thomas o de Burnett Bolloten, donde se encuentran también indicaciones sobre una bibliografía más amplia. También se renunciará en este trabajo a un análisis detallado de las circunstancias de su asesinato, lo que sería un tema aparte y complejo.
En el período después del 19 de Julio, la vida de Nin se fundió completamente con su trabajo político, así que, en muchas ocasiones, se menciona el POUM en general en vez de destacar la actuación de Nin. Quizás por ello, ésta sea la época más conocida y mejor descrita en la vida de Nin, ya que se produce en la esfera pública de la revolución. Para muchos de sus amplios intereses intelectuales que había ejercitado en los años anteriores, como por ej. las traducciones literarias, naturalmente ya no le quedaba tiempo. Pero ésta era también, como se conoce desde hace poco, la época en que tuvo un corto romance con Mercè Rodoreda (2). Pero poco sabemos de cómo vivió Nin personalmente estas semanas y meses tan intensos para todos los participantes de la revolución. Poco se sabe de las tensiones a las que se vio sometido debido tanto a los problemas políticos como también a su precario estado de salud (3).
1) Nin y el POUM antes de que estallara la guerra civil
Es
indiscutible que Nin, aparte de Maurín, fue la personalidad dominante del nuevo
partido cuando se formó el POUM como producto de la fusión de la Izquierda
Comunista (ICE) y del Bloque Obrero y Campesino (BOC), en setiembre de 1935.
Ambos habían dirigido esencialmente la discusión sobre las resoluciones que se
aprobaron posteriormente en la conferencia de fusión (4), pero conforme a las proporciones de las dos organizaciones que
fusionaban, Maurín era sin duda el líder más importante del POUM, ya que
desempeñaba el cargo de secretario general del nuevo partido. Nin ocupaba el
«segundo papel más importante» dentro de la dirección. Entre otros cargos era
el responsable del órgano teórico que se publicaba desde principios de 1936
bajo el título La nueva era (5)
el mismo que antes había usado el BOC para su revista, editada por primera vez
en 1930/31.
Años más tarde el propio Maurín dijo que el motivo de la fusión era su intención de conseguir la colaboración política de Nin (6). Seguramente se trataba de una exageración porque detrás de Nin se encontraba toda una organización de cuadros comunistas que disponían de mucha experiencia. Muchos de ellos habían sido cofundadores del PCE en los años 1920/21 y brindaban ahora al BOC, antes limitado sólo a Cataluña, la ocasión de avanzar un enorme paso hacia la creación de un partido revolucionario para toda España.
Años más tarde el propio Maurín dijo que el motivo de la fusión era su intención de conseguir la colaboración política de Nin (6). Seguramente se trataba de una exageración porque detrás de Nin se encontraba toda una organización de cuadros comunistas que disponían de mucha experiencia. Muchos de ellos habían sido cofundadores del PCE en los años 1920/21 y brindaban ahora al BOC, antes limitado sólo a Cataluña, la ocasión de avanzar un enorme paso hacia la creación de un partido revolucionario para toda España.
Dentro del nuevo partido la relación que tuvo Nin con Maurín y los exbloquistas se desarrollaba armónicamente. Tal como expresaría Maurín más tarde, «En el breve tiempo que Nin y yo estuvimos juntos en la dirección del POUM - desde otoño de 1935 al 16 de julio de 1936 - no hubo nunca ningún desacuerdo entre los dos» (7). El grado de importancia que tuvo el papel desempeñado por Nin en la dirección del partido no se manifiesta solamente en la cantidad de sus artículos en los órganos del POUM, también lo demuestra su intervención en la reunión del comité central del 5 al 6 de enero de 1936 como ponente sobre las elecciones pendientes para febrero (8). Sin embargo fracasaron los esfuerzos del POUM de presentarlo como candidato. (Según acuerdo de la dirección del «Bloque electoral de las izquierdas», Nin tenía que haber sido candidato en Cádiz, pero su candidatura se impidió desde allí.).
Nin ocupó pronto otra función de mando, cuando se formó a principios de mayo una nueva central sindical en Cataluña, la FOUS (Federación Obrera de Unidad Sindical). De hecho, la FOUS era el sindicato del POUM, a pesar de que su objetivo, como destacó Nin, fuera la unificación de todos los movimientos sindicales de Cataluña (9). Nin se convirtió en su secretario general. Este hecho es aún más significativo cuando se toma en cuenta que la FOUS representaba principalmente la base tradicional del BOC. Sin duda los militantes de la FOUS expresaron de esta manera su respeto ante la autoridad de Nin y ante su experiencia como antiguo secretario del comité nacional del CNT y como secretario de la Internacional Sindical Roja.
La valoración optimista de Nin y el POUM sobre la formación de nuevos sindicatos dentro del movimiento sindical catalán se revelaría más tarde, después del 19 de Julio, como errónea: «La U.G.T. nunca ha sido ni será nada en Cataluña. La C.N.T. ha perdido definitivamente la hegemonía.» (10).
Mucho más precisas y acertadas resultaron sus valoraciones en La Nueva Era, en las que ajusta las cuentas con los republicanos burgueses y ataca con fuerza la política del frente popular de comunistas y socialistas. En su valoración de la situación después de las elecciones del 16 de febrero avisó de que Azaña quería mantener los movimientos de masas en un marco con límites liberales en vez de recurrir a una ofensa decidida contra la reacción. Su gobierno llevaría de esta manera a la desorientación y terminaría por facilitar al fascismo una base de masas pequeñoburguesas. Nin, al contrario, pidió la independencia del movimiento obrero, expresada en la alianza obrera y finalmente en la creación de un partido revolucionario de masas (11).
Más tarde, con la experiencia de cuatro meses de gobierno del frente popular, con una creciente radicalización y con huelgas, señaló el recrudecimiento de la situación y describió la situación inicial para el 19 de julio: «Cada retroceso de la reacción, cada avance de la revolución ha sido un resultado de la iniciativa, de la acción extralegal del proletariado. (...) La lucha está planteada crudamente entre las dos clases fundamentales de la sociedad, la burguesía y el proletariado.» (12).
2) Nin como secretario político del POUM
Sin duda, la situación trágica del POUM durante la guerra civil se debió en gran parte a la ausencia de su secretario general Maurín, quien había sido sorprendido por el golpe de estado en Galicia e intentaba en vano huir de la «zona nacional» antes de ser reconocido y detenido (sobre lo cual la dirección del POUM no recibió información exacta hasta muy tarde) (13). Su lugar fue ocupado ahora por Nin, pero solamente como «secretario político» del partido, para acentuar el carácter sustitutivo y provisional. A pesar de que se le apreciaba en todo el partido y a pesar de que fuera indudablemente el único que pudiera alcanzar el nivel de Maurín respecto a su experiencia política y su personalidad, sin duda le faltaba la autoridad que tenía Maurín frente a la mayoría de los antiguos bloquistas para imponer posiciones políticas decididas. Como escribe el propio Víctor Alba: «Des del punt de vista psicològic, de contacte personal i de relacions amb els militants, Nin se'n sortirà bè. Però des del punt de vista polític, de cohesionar l'acció del partit, de donar-li una veu autoritzada i de marcar-li un camí, no es pot dir el mateix. El POUM sofrirà tota la guerra civil de la manca de Maurín.»(14).
Sobre todo le preocupaba ser un antiguo miembro del ICE, lo que en discusiones con antiguos miembros del BOC le podía acarrear el reproche del trotsquismo. El desarrollo durante los próximos meses demostraba que el POUM todavía no era tan homogéneo coma para que las diferencias del pasado dejaran de jugar un papel importante. Por esto Nin parece haber considerado que su papel era principalmente el de equilibrar las diferentes corrientes, esforzándose en no dejar que el pasado se mezclara con las diferencias políticas (15).
Como secretario político, Nin se había hecho cargo de la función directiva más importante, pero en comparación con el período antes del 19 de julio, las exigencias habían aumentado en gran medida debido a la situación revolucionaria y el fuerte crecimiento del número de afiliados. En la etapa siguiente Nin se dedicó sobre todo al desarrollo de una línea política general y a la representación del partido. Lo hizo en numerosas actuaciones, no solamente en Barcelona sino también en muchas pequeñas asambleas en la provincia, incluso en el ámbito estatal, primero en el Consejo Económico y posteriormente en el gobierno. También se ocupó, aunque al margen, de muchos otros aspectos, por ej. de los contactos internacionales. Las funciones del director de La Batalla y las del secretario internacional, de las que se había hecho cargo Maurín, recayeron ahora en Julián Gorkin, nuevo miembro del comité ejecutivo (16). Un apoyo especial significaba para Nin la incorporación de Juan Andrade en el comité ejecutivo. Juan Andrade había venido a Barcelona a finales de Julio, en un principio sólo para informar al comité ejecutivo sobre la situación en Madrid, pero finalmente se quedó a petición y por insistencia personal de Nin, quien quiso reforzar su posición en la dirección como antiguo miembro del ICE (17).
Como líder más conocido del POUM, Nin se había ocupado también de la representación del partido en el consejo de economía, formado el 11 de agosto. El verdadero órgano de poder después del 19 de julio era ciertamente el Comité Central de las milicias antifascistas. Pero debido al rechazo de los anarquistas de hacerse con el poder tenía un carácter más bien técnico-militar. Por lo tanto, el que se hizo cargo de la representación del POUM en el Comité Central fue Josep Rovira, tradicionalmente responsable de las cuestiones del aparato militar del partido.
A pesar de que Nin —así como el comité central de las milicias— había sido nombrado formalmente por la Generalitat, fácticamente dominaba en el ámbito de la economía tanto como el comité central (18). Fue Nin quien diseñó para el Consejo Económico un programa de once puntos, anunciando entre otros la colectivización completa de la industria y del sector de servicios, el monopolio en el comercio exterior, la colectivización de grandes posesiones rurales, el nuevo reglamento de alquileres, el refuerzo del sindicalismo, el control obrero en los bancos y en la todavía existente industria privada, como la reforma de los bancos. Este programa encontró, entre bastidores, la tajante negativa del PSUC y de la Esquerra, sin embargo, frente a la situación revolucionaria, terminaron conformándose en agosto, dando su apoyo formalmente (19).
Con la formación del nuevo gobierno a finales de septiembre, el Consejo Económico fue subordinado directamente al gobierno y se degradó a la función de un órgano de consulta del ministro de economía. Nin renunció a la representación del POUM, de la que se hizo cargo Joan Oltra i Picó.
3) Nin y la línea política del POUM después del 19 de julio
Con Víctor Alba se puede constatar que la dirección del POUM, como la de todas las organizaciones, fue inicialmente aplastada durante los primeros días después del 19 de julio por la envergadura y el significado político del movimiento (20). Mientras los trabajadores estaban ya colectivizando las empresas, el comité ejecutivo del POUM todavía estaba estancado en exigencias como la semana de 36 horas, la subida de sueldos en un 10% y el aseguramiento de las milicias obreras. Solamente después de dos semanas, cuando ya no se podía pasar la mirada por la crisis política de la Generalitat (el gobierno de Casanovas, formado el 31 de julio por una coalición con el PSUC, fracasó frente a la resistencia de la CNT), el POUM formuló una posición respecto al problema del gobierno. Gracias a una propuesta de Andrade, que encontró sobre todo el apoyo de Nin, el comité ejecutivo formuló la consigna de un gobierno de las organizaciones obreras, apoyado en los comités antifascistas que se habían formado después del 19 de julio y publicó un manifiesto en este sentido (21). Donde el POUM disponía de la influencia necesaria, como en Lérida, la posibilidad se podía realizar. El ayuntamiento se disolvió y se sustituyó por un comité municipal, consistiendo exclusivamente en representantes de la organización obrera. En Gerona, en cambio, el POUM fracasó con una propuesta parecida a pesar de su gran influencia (22).
Decisivo para poder realizar esta propuesta era el comportamiento de la CNT como fuerza revolucionaria que después del 19 de julio en Cataluña lo dominaba todo. Sobre todo a ella se dirigió Nin en un acto multitudinario del POUM en Barcelona, el día 6 de septiembre. Después de haber atacado el carácter anticuado del gobierno del frente popular frente a la revolución, invitó a los anarquistas a pronunciarse a favor de un gobierno de las organizaciones obreras. Constató que la CNT había cambiado su postura en algunas cuestiones importantes. Siempre había rechazado a un ejército, ahora en cambio, junto con las demás organizaciones obreras, lo había creado en forma de milicias. Había renunciado a la introducción inmediata del comunismo libertario, con lo que, de hecho había reconocido la necesidad de un poder político. Siempre había rechazado la dictadura del proletariado, pero la situación en Cataluña, donde solamente las organizaciones obreras disponían de autoridad, ya era equivalente a una dictadura del proletariado. El POUM estaba dispuesto a luchar junto a la CNT (23).
La declaración de Nin, según la cual en Cataluña se había realizado la dictadura del proletariado, ha sido utilizada después una y otra vez por los críticos trotsquistas para demostrar que el POUM no había comprendido la situación del doble poder, ejercido por la Generalitat y el comité central de las milicias (24). Wilebaldo Solano, entonces líder de la organización juvenil del POUM, los JCI, y su representante en el comité ejecutivo, veía en esta declaración un intento pedagógico respecto a los anarquistas de definir la dictadura del proletariado como una democracia obrera y separarla de la dominación de un sólo partido (25). Si bien se encuentra un aspecto acertado en esta interpretación, y así lo demuestra la insistencia de Nin, durante los meses posteriores en prestar atención a los anarquistas, se trata sin embargo de una apreciación ambivalente. De hecho, en la prensa del POUM se encuentran muchos artículos, según los cuales el esquema del doble poder no se podía aplicar a la situación en Barcelona (26).
A pesar de todos los esfuerzos del POUM, la CNT se mostró tajantemente contraria. El miembro del comité ejecutivo Molins y Fàbrega escribió en junio de 1937, « (...) en divers occasions nous proposions aux représentants de la C.N.T. au C.C.M.A. [comité central de las milicias, R. T.], la prise du pouvoir par leur organisation, avec exclusion des partits petit-bourgeois» (27). Lamentablemente, el partido no hubiera sido lo suficientemente fuerte como para imponerse con estas propuestas que, al parecer, no se hicieron públicas.
De hecho, en los primeros días de la revolución se había notado ya una fuerte sensación competitiva por parte de la CNT. Aparentemente, la CNT veía en el POUM un peligro para su posición predominante y por consiguiente intentaba marginarlo (28). El 11 de agosto los anarquistas formaron un comité de enlace con el PSUC y la UGT catalana que se encontraba bajo su control. La CNT apoyaba esta unión a pesar de que ya se vislumbraba que respecto a su orientación revolucionaria compartida, se acercaba políticamente mucho más al POUM que a los anarquistas y el PSUC, los cuales rechazaban profundizar la revolución. El 22 de octubre se acordó incluso un auténtico «pacto de unión», mientras el PSUC, ya a finales de julio, pocos días después de su fundación, había rechazado cualquier colaboración con el POUM cuando éste le propuso un Comité de Enlace (29).
A pesar de ello, como partido que representaba solamente la minoría de la clase obrera catalana, la única posibilidad para el POUM de seguir con la revolución era conseguir una unión con los anarquistas. Este objetivo seguía siendo el tema dominante de su propaganda política durante los próximos meses y preocupaba también a Nin, quien insistía una y otra vez en esta cuestión.
4) El POUM en el gobierno
El 15 de
septiembre el comité central del POUM discutió la cuestión de una formación
nueva del gobierno en Cataluña. Dos semanas antes se había creado en Madrid el
gobierno del Frente Popular de Largo Caballero en Madrid, el cual había sido
calificado por parte del POUM como contrario a los intereses de la revolución (30). Ahora el POUM volvió a declararse
a favor de un gobierno obrero pero añadió que ninguna otra organización
compartía esta posición. Al mismo tiempo atenuaba sus exigencias, declarando
que Esquerra era un partido pequeñoburgués y 'profundamente popular', así como
recalcaba: «Lo importante es el programa y la hegemonía, garantizada, del
proletariado.» En caso de existir estas garantías, el POUM estaría dispuesto a
unirse a un gobierno de tales características (31).
(31) «Resolución del Comité Central del P.O.U.M. sobre la situación
política actual», en La Batalla, n.º 41, 18.9.1936.
Es de suponer que con estas nuevas condiciones se pretendía más bien esconder la situación forzada en la que se creía encontrar el partido. Como escribe Víctor Alba: «El que convenç el Comitè Central és temor que, si es refusa, el P.O.U.M. quedarà aïllat» (32) - es decir se quedaría aislado de la CNT. Contra este rumbo hubo al principio cierta resistencia por parte del JCI y de los Comités Locales en Barcelona y Lleida. En el Comité Central se distanciaba el madrileño Enrique Rodríguez y también Andrade tuvo dudas (33). Nin al contrario parece haber apoyado esta decisión desde el principio. El 26 de septiembre se formó el nuevo gobierno, el «Consell de la Generalitat», al que pertenecía Andreu Nin como Conseller de Justicia, al lado de tres Consellers de la CNT.
Andrade calificó esta decisión más tarde como una equivocación, ya que este puesto no le dejaba a Nin tiempo suficiente para la secretaría del partido (34). Por otra parte, frente a las crecientes tareas, el POUM no disponía de los cuadros suficientemente calificados y Nin era seguramente el líder más representativo y más capacitado del partido, el que podía imponerse incluso a los líderes de los demás partidos que se encontraban en el gobierno. Como único representante se ocupaba también de muchos otros aspectos de la política gubernamental, además de su especialidad propiamente dicha. Algunos detalles se analizarán en este trabajo; respecto a su actividad como Conseller de Justícia remito al trabajo de Pelai Pagès [en el volumen de que está tomado este artículo: AA. VV., Andreu Nin i el socialisme, Barcelona 1998, págs. 79 – 94].
El 30 de septiembre, La Batalla declaró que se habían cumplido las dos condiciones para la formación de gobierno que había exigido el POUM: Existía una orientación socialista (35) y las organizaciones obreras, en primer lugar la CNT, disponían de la mayoría. Se imponía la obligación de una etapa de transición. «De la formación de los Comités de obreros, campesinos y combatientes que nosotros propagamos y alentamos, surgirán las representaciones directas del nuevo poder proletario.» (36). Sin embargo, tal como mostró el resultado, el «sentido» del nuevo gobierno consistía precisamente en la disolución de los comités, no en su desarrollo. El 1 de octubre se disolvió el Comité Central de las milicias antifascistas, el 9 de octubre se disolvieron todos los comités locales y se sustituyeron por nuevos comités, compuestos según un criterio impuesto (37).
El POUM se moderó en sus comentarios acerca de la disolución de los órganos revolucionarios. Las informaciones se publicaron en La Batalla y tras varios días se expresó una crítica velada (38). Públicamente, por ej. en La Batalla, ningún líder del POUM se pronunció. Este comportamiento, oscilando entre consentimiento resignado y crítica velada, expresaba que el POUM en el fondo no estaba de acuerdo pero que no quería arriesgar una ruptura por esta cuestión. De hecho, tal como informó Nin en una reunión del Comité Central a mediados de diciembre, él mismo, en el gobierno, había protestado en vano contra la disolución. « (...) pero en la asamblea que celebró el Partido convinimos que sabotearíamos el decreto y que hicieran valer su fuerza en las distintas localidades a fin de tener la representación en relación con la fuerza de cada localidad.» (39).
El tipo de resistencia que el POUM pudo y quiso oponer a la disolución de los comités lo demuestra el ejemplo de su centro en Lleida. El 30 de septiembre se dirigió hacia allí una delegación del gobierno formada por Nin, el primer ministro Tarradellas y los ministros Comorera y Domènech. Acompañados por un centenar de Guardias de asalto consiguieron la subordinación de las instituciones políticas, sobre todo del POUM, al nuevo gobierno (40). Sin embargo, La Batalla dio una vuelta completa a los hechos cuando con ocasión de una polémica con el Diari de Barcelona dijo que en Lleida la Generalitat había aceptado este desarrollo. El propio Nin, durante un acto en Lérida unos pocos días más tarde, se expresó más cuidadosamente pero, en el fondo, de manera parecida, lo que el órgano del POUM reflejó de la manera siguiente el día 6 de octubre: «Andrés Nin ha dicho que no venían a frenar la revolución sino a darle forma.» Durante los meses siguientes el POUM fue empujado hacia atrás paso por paso en su propio centro. Un proceso parecido tuvo lugar en muchos otros lugares (41).
El POUM no solamente fracasó en lograr la meta que se había propuesto, boicotear la aplicación de los decretos para provocar su anulación. Todavía el 30 de septiembre La Batalla había constatado que la revolución conseguiría el poder para los comités. Ahora, y gracias a su colaboración, aunque involuntaria, incluso los comités ya existentes se habían disuelto.
Sólo después de su expulsión del gobierno se criticó la aceptación de la disolución de los comités, como ocurrió en la reunión del Comité Central a mediados de diciembre y, de mayor grado, durante la preparación del Segundo Congreso del Partido, previsto para junio de 1937. En el año 1939, ya en el exilio, el miembro del Comité Ejecutivo Gironella escribió: «Nuestro Partido se encargó de convencer a las fuerzas revolucionarias de las comarcas de la necesidad de aceptar aquel sacrificio, que debía ser un paso más en el retroceso revolucionario.» (42).
De un modo parecido, Nin era «prisionero» del gobierno cuando se acordó el decreto de colectivización. El esbozo elaborado por el consejo de economía preveía por lo general la legalización de las colectivizaciones espontáneas de la industria. Pero en dos puntos importantes se opusieron Nin y el POUM decididamente. La colectivización de las empresas se planteó para una cantidad mínima de 50 trabajadores, y no de 250, como habían propuesto Esquerra y el PSUC. De lo contrario no se habría incluido la mayoría de la industria catalana, integrada por empresas pequeñas y medianas. Finalmente se llegó al compromiso de una cantidad mínima de 100. La CNT retiró su apoyo inicial a Nin respecto al rechazo de indemnizaciones para los antiguos propietarios españoles. (La de los propietarios extranjeros era incontestada debido a la consideración a la diplomacia internacional). De esta manera se consiguió impulsar el principio de compensación (43).
A pesar de todo, el POUM valoraba el decreto como un progreso. Nin consideraba que se había confirmado la orientación socialista del nuevo gobierno, tal como explicó Nin en un homenaje del POUM a Maurín, el 25 de octubre, después de haber mencionado otra vez las condiciones a las que el POUM había sujeto su participación en el gobierno (44).
De hecho, tanto Esquerra como el PSUC habían entendido que el decreto fuera solamente una concesión dentro de unas relaciones de fuerza desfavorables para ellos (un decreto, que chocó además con la tajante negativa del gobierno central en Madrid y con la oposición abierta del PSUC). Se limitó a disposiciones generales: Detalles concretos tenían que regularse por precisiones complementarias y éstas se acordaron solamente en una parte muy limitada y bajo circunstancias políticas muy diferentes, poco favorables a la colectivización (45).
En este aspecto se iba perfilando una cooperación entre la CNT y el POUM por una parte y entre la Esquerra y el PSUC (más la insignificante Acció Catalana) por la otra, tal como ocurrió también respecto a otros aspectos importantes, sobre todo la organización de la Armada y de las Fuerzas de Seguridad en el interior del país, que llevaron posteriormente a muchos choques violentos en el gobierno. Pocos días antes de que se expulsara el P.O.U.M. del gobierno, Nin describió las relaciones con los anarquistas en el Consell de la siguiente manera: «En todas las cuestiones fundamentales que se han planteado, la representación de la C.N.T. y nuestro Partido han coincidido defendiendo posiciones idénticas, lo cual nos ha llevado a establecer relaciones constantes con el Comité Regional de la C.N.T. (...). Desde el primer momento planteamos la cuestión a los camaradas de la C.N.T. a fin de buscar el modo de sellar este pacto y darle un carácter público. (...) Los mismos camaradas de la C.N.T. eran de la opinión que nosotros ingresáramos en el Comité de Enlace [con P.S.U.C./U.G.T., R.T.], pero estaban completamente convencidos de que el PSUC se opondría resueltamente a ello. Se les sugirió la idea de que en caso que no fuera posible se establecería este pacto entre la F.A.I. y el P.O.U.M.. Esto no ha pasado hasta ahora de una indicación. Nuestras relaciones con la C.N.T. se han estrechado todavía más y no desesperamos de que puedan llegar a tener carácter público, lo cual sería de una enorme importancia.» (46).
Pero tal como se mostraría después, la dirección de la CNT buscaba nada menos que una unión con el POUM contra el PSUC, el cual llevaba ya desde hacía semanas una campaña propagandística de gran envergadura contra ella. El 8 de diciembre avisó Nin en una manifestación de masas del POUM con 12.000 participantes: «Para eliminar al POUM sería preciso matar a todos los militantes del Partido. (...) No puede gobernarse sin el POUM y menos aún contra el POUM» (47). Cuando, el 12 de diciembre Tarradellas hizo pública la crisis de gobierno, empezó al mismo tiempo una reunión del Comité Central (que duró hasta el día 16). Respecto al primer punto del orden del día, el informe del Comité Ejecutivo, Nin era todavía optimista. Relató sobre los contactos con la CNT antes mencionados y la afinidad política en el gobierno entre los anarquistas y el POUM. De manera positiva mencionó que los anarquistas habrían reaccionado a la propuesta por parte del PSUC de expulsar el POUM del gobierno de la siguiente manera, «(...) los cuales nos dieron a conocer el documento y coincidieron con nosotros.» (48). Andrade habló incluso de un «acuerdo general tácito» con la CNT (49)..
A pesar de que el Comité Central aún realizara algunas iniciativas, se manifestó, por ejemplo, en contra de las acusaciones que se hicieron al POUM y envió una delegación al órgano del PSUC, Treball, para protestar contra su campaña de calumnia, el fin del gobierno era inevitable (50). Una declaración del Comité Regional de la CNT publicada el 15 de diciembre dejó ya claro que los anarquistas se iban a mantener apartados de este conflicto encrudecido, denominado por ellos un «conflicto de poder interno al marxismo» (51). El 17 de diciembre, un día después de finalizar la reunión del Comité Central del POUM se formó un gobierno nuevo, del cual el POUM estaba excluido.
La razón de esta expulsión consiste primero en la orientación socialista del POUM. Pero estaba también relacionada con su oposición consecuente al estalinismo. El POUM había protestado desde el principio contra los procesos de Moscú, calificándolos un crimen contrarrevolucionario (52) (lo que en el POUM no dejaba de ser una cuestión polémica, provocando sobre todo el desacuerdo del ala derecha). El Cónsul General soviético en Barcelona, un antiguo trotsquista y viejo conocido de Nin (53) que había capitulado ante Stalin mucho antes, buscaba una y otra vez pretextos para atacar al POUM de ser «provocadores antisoviéticos» y así excluirlo del gobierno (54). También La Batalla calificó la expulsión del gobierno como una consecuencia de «ingerencias extranjeras» (55).
El día en que se formó el nuevo gobierno se leía en La Batalla la versión impresa de una conferencia radiofónica de Nin en la que afirmaba que, aunque el POUM podía ser excluido del gobierno de ningún modo podía serlo el frente de los sindicatos y de la vida pública en general (56). A pesar de que el comportamiento de la CNT se criticara duramente, se mostró optimista. El partido dejaba al gobierno pero se había reforzado, se decía. Ahora seguiría luchando desde la oposición por su convicción, que era más fuerte que nunca (57). De hecho, esta fisura era mucho más profunda de lo que el POUM quiso creer. La proporción de fuerzas políticas había variado de manera decisiva durante el gobierno en común.
No antes de febrero mencionó Andrade una valoración crítica de la participación en el gobierno, «que el Congreso (del POUM R.T.) juzgará y de la cual deducirá las enseñanzas pertinentes para el futuro. Cualquiera que sea la conclusión, lo cierto es que aquella experiencia (...) resultó enteramente negativa y hasta nociva desde el punto de vista del desarrollo del proceso revolucionario (...).» (58). Por otro lado también existían voces a favor de restablecer la participación gubernamental (59).
5) La disolución de la FOUS y la pérdida de la base sindical (60)
A falta de comentarios al respecto se puede suponer que, después del 19 de julio, Nin apenas se dedicó a la labor sindical práctica, ya que le absorbieron otras actividades. Sin embargo, en la decisión de disolver la FOUS, adoptada en agosto, sin duda estuvo involucrado.
La FOUS había sido marginada después del 19 de julio (61). La CNT en Cataluña estaba interesada sobre todo en una alianza con la UGT, debido por un lado al rechazo de la FOUS y por el otro a la esperanza de que, a cambio, la UGT se le acercara fuera del territorio catalán. El hecho de que la CNT no reconociera la diferencia entre la organización catalana en manos comunistas y la organización a nivel español es otro asunto y a lo mejor, a finales de Julio cuando el PSUC todavía estaba en fase de formación, todavía no se podía percibir.
Además de esta marginalización, y a pesar de que se afiliaran algunos sindicatos, autónomos pero sin importancia, la FOUS se tuvo que enfrentar al gran auge de la UGT catalana (62). El intento de crear una unidad sindical que transcendiera las centrales tradicionales había resultado totalmente irreal. Respecto a esta situación se provocaron largas discusiones en «las altas esferas del POUM»(63). Finalmente, a principios de agosto, el Comité Ejecutivo de la FOUS propuso una fusión a la UGT catalana. La conferencia de fusión, esperada tanto por el POUM como por la FOUS, no se pudo celebrar durante las próximas semanas, pero ahora, el POUM no tuvo otro remedio que disolver la FOUS.
Nin justificó este paso detalladamente a finales de septiembre. Según él, la posición a favor de la unidad sindical en los tiempos de la fundación de la FOUS había sido acertada, pero la revolución había creado una situación nueva. La FOUS había sido relativamente desconocida y el movimiento obrero se había polarizado entre la CNT y la UGT. Hasta el 19 de julio la UGT en Cataluña había sido insignificante y además reformista. Sin embargo, el auge del movimiento sindical que siguió a la revolución había cambiado profundamente su base y provocado una afiliación masiva sin haber cambiado el espíritu reformista de su dirección. En el conflicto entre la UGT y la CNT, los intereses revolucionarios estaban representados cada vez más por la CNT. Por lo tanto los militantes del POUM se iban a afiliar a la UGT para empujarla en la misma dirección. Otro argumento añadido por Nin fue la exigencia de que los anarquistas se afiliaran a la CNT y los marxistas a la UGT, exigencia que antes del 19 de julio había sido rechazada tajantemente por parte del POUM. Su exposición terminó con la afirmación de que, aunque la dirección reformista luchara por conservar sus posiciones, la victoria de los revolucionarios estaba asegurada gracias al apoyo de las masas (64).
Este artículo por cierto provocó una fuerte crítica en el órgano del PSUC Treball. No obstante se realizó durante estas semanas la afiliación completa de la FOUS. Con esta actuación el POUM había efectuado un paso con graves consecuencias que, sin ser intencionado, llevó a la liquidación de su base sindical. Durante las próximas semanas y meses, la dirección catalana de la UGT procuraba mediante expulsiones, impedimentos de reuniones sindicales, etc. que la profecía de Nin no se hiciera realidad.
Con este proceso se hizo patente que era equivocada la interpretación que había sido el punto de partida para formar la federación sindical del POUM en Cataluña: desintegración paulatina de la CNT, permanente insignificancia del estalinismo y de la socialdemocracia y, en consecuencia, una creciente atracción de los sindicatos autónomos hacia la FOUS. El 19 de Julio se demostró lo contrario. Hay que preguntarse en qué medida esta tendencia empezó a dibujarse ya en tiempos de la fundación de la FOUS. Una equivocación todavía más grande era quizás la afiliación a la UGT. No sólo era ya evidente la gran influencia que ejercitaba sobre ella el PSUC. La dirección del POUM tenía que haber visto que se afiliaban principalmente los obreros menos luchadores con convicciones más reformistas o incluso apolíticos, incluyendo incluso la pequeña burguesía (65).
Naturalmente no hay que olvidar que se sumó un factor negativo adicional, aunque inevitable, para el POUM: el hecho de que muchos de sus sindicalistas más activos se fueron al frente (66). Sin embargo, resumiendo se puede decir que éste fue el error del POUM que acarreó más consecuencias, al menos en lo que se refiere al desarrollo de la propia organización (67).
6) Después de la expulsión del gobierno: Frente obrero revolucionario contra la contrarrevolución estalinista.
A pesar del optimismo expresado en la reunión del Comité Central a mediados de diciembre, Nin era consciente de que avanzaban las fuerzas contrarias a la revolución. Lo explicó expresamente en una manifestación el día 27 de diciembre. Atacar al POUM significaba atacar a la revolución; el día anterior se le había expulsado del gobierno, mañana le tocaría el turno a la CNT. Como consigna central para conseguir que las fuerzas revolucionarias volvieran a la ofensiva, Nin recordaba aquella consigna, expresada por el POUM desde el inicio de la revolución: asamblea constituyente con las bases en los Comités de los Obreros, Campesinos y Soldados (68).
Decisiva para un nuevo arranque de la revolución en Cataluña era la cuestión de llegar a un acuerdo entre el POUM y los anarquistas. Ya en el Comité Central de diciembre Nin había informado de los muchos puntos en común y de los intentos de llegar a una alianza formal. A finales de diciembre el órgano del POUM publicó que solamente con la CNT se coincidió para impulsar la revolución. No se renunciaría a la crítica principal marxista frente al anarquismo, pero se podría llegar a un acuerdo en las tareas principales y de ello dependería el destino de la revolución (69).
Esta línea de intentar llegar a un acuerdo con los anarquistas, fue propagado por el POUM durante estos meses como «frente obrero revolucionario». En las condiciones existentes para España se tenía que realizar lo que se suponía la meta de un partido obrero marxista revolucionario: la formación de un gobierno obrero y campesino. Nin lo definió de la manera siguiente: «¿Cuál ha de ser la tarea fundamental del Frente Obrero Revolucionario? Convocar y reunir el Congreso de delegados de los sindicatos, de los campesinos y de las unidades combatientes, que establezcan las bases de la nueva sociedad, y de la que nazca el nuevo gobierno obrero y campesino, el gobierno de la victoria y de la revolución. No un gobierno burocrático, no el gobierno de un partido, sino el gobierno de la democracia obrera.» (70). En el contexto de esta alianza deseada se puede comprender que después de la asamblea del Comité Central en marzo, la consigna de una asamblea constituyente se refería sólo a los sindicatos obreros, o sea a la CNT, y ya no a los comités que, por otra parte, se hubieran tenido que volver a crear (71).
En este sentido, los esfuerzos del POUM se centraron en un diálogo con los anarquistas. Aparte de Andrade (72) era sobre todo Nin quien se pronunciaba en muchos artículos y conferencias. Ya en marzo había recalcado un artículo de Jaime Balius, el dirigente del grupo de la oposición interior de los anarquistas «Los amigos de Durruti» (73), donde aquel había constatado de manera autocrítica que la CNT no se encontraba a la altura de las tareas (74). Sobre todo intentaba explicar a los anarquistas lo que significaba la concepción marxista del poder gubernamental: Con la dictadura del proletariado no se trataría del concepto sino del contenido, del poder obrero, que de todas maneras tenía que estar unido a la más amplia democracia obrera para evitar deformaciones burocráticas como en la URSS (75).
Una unión entre el POUM y los anarquistas ofrecería incluso la posibilidad de un desarrollo pacífico de la revolución. Varias veces recalcó Nin: «Aunque no es tan favorable, como en los primeros meses de la revolución, la correlación de fuerzas es tal que el proletariado, en las circunstancias actuales, puede hacerse con el poder sin recurrir a la insurrección armada.» (76) y (aquí). Sin embargo, después de un mes hizo las siguientes puntualizaciones: «Si hoy desaprovechamos el momento de apoderarnos del poder de una manera pacífica, mañana tendremos que recurrir a la lucha violenta para acabar con la burguesía y el reformismo» (77).
Pero a todas estas ofertas de diálogo no hubo ninguna respuesta «oficial» por parte de las organizaciones anarquistas. Solamente se produjeron contactos informales como con los Amigos de Durruti. Durante la crisis de gobierno a finales de marzo, Nin tuvo que reconocer que las esperanzas de que esta vez la CNT se mantuviera firme, no se cumplían (78).
Sólo a nivel de las organizaciones juveniles, las Juventudes Libertarias y la Juventud Comunista Ibérica, se logró a principios del año una alianza: el Frente de la Juventud Revolucionaria al que se unieron luego otras organizaciones juveniles de Cataluña, en su mayor parte del ámbito cercano. Mediante una serie de campañas propagandísticas, manifestaciones de masas y gracias a la organización de unidades de milicias para el frente de Aragón, etc., consiguieron desarrollar una dinámica política considerable. Se entrelazaron algunos contactos con la organización juvenil del PSUC, lo que en la mayoría de los casos provocó que se les excluyera de sus filas. También fuera del ámbito catalán despertaron interés (79).
Los días de mayo ofrecieron la prueba de cómo actuarían los anarquistas. En este lugar renunciamos a una reconstrucción del transcurso de este evento crucial, ya que es por todos conocidos y nos concentramos en Nin. Nin, junto a Pedro Bonet y Julián Gorkin, pertenecía a la delegación del POUM que en la tarde del 3 de mayo, pocas horas después del inicio de las luchas, negociaba con los Comités Regionales de la CNT, de la FAI y de las JL. En esta ocasión ya se manifestaba que los gremios oficiales de los anarquistas no estaban dispuestos a sacrificar su participación gubernamental por una alianza revolucionaria con el POUM, ni siquiera quisieron formular un procedimiento o unas mínimas metas comunes para la lucha de barricadas que se llevaba hombro a hombro (80).
El resultado es por todos conocidos. Finalmente los anarquistas no continuaron las luchas, después les siguió el POUM. La ciudad fue ocupada por Guardias de asalto enviados desde Valencia. Mientras se estaba realizando un importante golpe contra las fuerzas revolucionarias, una de las consecuencias fue la disolución del Frente Juvenil Revolucionario, el PSUC había reforzado de manera decisiva su posición en el poder y propugnaba ahora abiertamente la eliminación del POUM.
Entre el 11 y el 12 de mayo, el Comité Central aceptó un manifiesto detallado del POUM, redactado por Nin, en el que se justificaba minuciosamente el comportamiento de la dirección del partido (81). Nin, que ya durante las luchas se había esforzado en mantenerlas bajo control (82), escribió en este manifiesto que se habría podido alcanzar el poder si no hubiera sido por los llamamientos de los líderes anarquistas. «La lucha armada se desarrolló en tal forma (...), que se hubiera podido conquistar el poder. Pero nuestro partido, fuerza minoritaria en el movimiento obrero, no podía tomar sobre sí la responsabilidad de lanzar esta consigna (...). En estas circunstancias, invitar a los trabajadores a tomar el poder era lanzarlos fatalmente a un golpe de estado que hubiera sido de consecuencias fatales para el proletariado. (...) Y cuando tomó cuerpo en nuestro ánimo el convencimiento de que la continuación del movimiento había de conducir fatalmente al fracaso, no por falta de valor combativo en los trabajadores, que habían realizado verdaderos prodigios de heroísmo, sino por la desorientación determinada por la actitud de los comités responsables de las organizaciones sindicales revolucionarias, consideramos que los intereses del proletariado exigían que se pusiera término a la lucha.» La tarea más importante sería ahora la formación de comités de defensa que constituirían un paso adelante, hacia el frente obrero revolucionario y la formación del gobierno obrero y campesino.
De todas maneras, en los días de mayo había terminado la última posibilidad de retener el descenso de la revolución. Como solía hacer después del 19 de julio, el POUM se sintió comprometido con las decisiones de la dirección de la CNT, pero esta dependencia tuvo que llevar a consecuencias fatales, a medida de que los propios líderes anarquistas retrocedían cada vez más y de manera cada vez más previsible. Esta política de seguimiento a la dirección anarquista impidió que el POUM se dedicara a las contradicciones entre los trabajadores anarquistas movilizados que se dedicaban a la lucha.
Si bien la situación del POUM parecía relajarse, una vez terminada la lucha empezó la campaña del PSUC y del PCE, enfocada a la destrucción del POUM. A la propaganda siguieron paso a paso las expulsiones de los sindicatos, la prohibición de La Batalla y finalmente, el 16 de junio, la detención del Comité Ejecutivo dirigido por Nin. La consecuencia fue, como ya se sabe, su asesinato, seguido por la ilegalización del partido tres días antes de la reunión del Segundo Congreso del Partido.
7) Nin y la vida interna del partido
Naturalmente, el POUM no era un partido homogéneo en el momento de su fundación. Confluían diversas tradiciones no solamente de tipo ideológico sino también respecto al trabajo político. El trabajo de masas del BOC en el campo sindical y catalán-nacionalista contrastaba con la emergente influencia de cuadros políticos formados en la discusión ideológica a nivel de toda España dentro de la Izquierda Comunista. O, como lo determinó Kurt Landau de manera negativa: « Si a la izquierda le faltaba una base amplia, al Bloque le faltaban cuadros experimentados.» (83). Bajo la dirección de Maurín parecían poder unirse ambas tendencias en el POUM.
Desde su ausencia después del 19 de Julio se habían producido conflictos en la dirección del partido que demostraban una tendencia clara. Antiguos miembros del ICE como Andrade y Molins se enfrentaban a los antiguos bloquistas en importantes cuestiones políticas. Nin, desde el cargo de secretario político del partido, tenía más bien una tendencia equilibradora, si bien debe de haber compartido algunos aspectos críticos que expresaba sobre todo Andrade. Más bien solía ceder a las presiones dentro del partido para asegurar la unidad. Así describe Ignacio Iglesias su actuación: «(...) Nin tenía que defender la política de la mayoría del Comité Ejecutivo y no la que él (...) juzgaba(n) más idónea (...) (84).
Estas diferencias de opinión en la dirección reflejaban las corrientes que se estaban desarrollando en todo el partido y que encontraron su expresión en las reuniones del Comité Central donde chocaron. Sin querer dedicarse a los detalles (85), se puede constatar que se formó un ala derecha alrededor de la Organización en Valencia, bajo el liderazgo de Luís Portela, orientado hacia el Frente Popular, sobre todo hacia la alianza con los socialistas de la izquierda. Encontraban un eco en parte de la provincia catalana y calificaron como trotsquista el curso decididamente antiestalinista de la dirección del partido y rechazaron su actuación durante los días de mayo. La dirección del partido se habría tenido que oponer a las luchas inmediatamente. En cambio se desarrollaron corrientes izquierdistas en el grupo local de Madrid, en la organización de Barcelona (Célula 72) alrededor de Josep Rebull y en la JCI. Según estas corrientes, la actuación de la dirección del partido era más bien lenta y se exigió una actitud más decidida. Encontrándose entre ambas corrientes, la dirección del partido intentaba intermediar.
A partir del invierno se produjeron polémicas públicas en los diversos periódicos, sobre todo entre El Comunista, el órgano del POUM de Valencia, y Juventud Comunista, el órgano de la JCI. Pero sobre todo se produjeron discusiones en las reuniones del Comité Central. En la asamblea de diciembre por ejemplo, Nin se dirigió contra Portela, quien había criticado como anticipado el lema del gobierno obrero y avisado del peligro del trotsquismo en el partido, encarnado sobre todo por el grupo local de Moscú. Sus posturas habían encontrado en parte también el apoyo de otros delegados. Sobre todo defendía Nin la obligación del POUM de criticar la postura soviética hacia la revolución española, destacando el hecho de que los representantes diplomáticos de la URSS en España intervinieran directamente contra el POUM con el objetivo de quitarlos de la vida política (86).
Una señal de las crecientes diferencias en la dirección, sobre todo después de los días de mayo se puede ver en el hecho de que el Comité Ejecutivo como tal no presentara ningún esbozo de tesis para el congreso del Partido, convocado inicialmente para el mes de mayo y trasladado posteriormente al 19 de junio. Sólo los correspondientes autores asumieron la responsabilidad. Así Nin había propuesto en abril sus tesis acerca de la situación política. En ellas analizaba la situación, tal como el POUM había hecho siempre desde su formación: como lucha entre la contrarrevolución fascista y la revolución socialista. Partiendo de esta base Nin esbozó el desarrollo después de octubre de 1934, la formación del Frente Popular, las elecciones del 16 de febrero y la revolución como respuesta al golpe militar. Nin caracterizó las demás tendencias dentro del movimiento obrero, los socialistas y comunistas como reformistas y los anarquistas como fuerza revolucionaria y desarrolló a partir de aquí la consigna del frente obrero revolucionario. También en la exigencia central de una asamblea de los delegados de los sindicatos obreros y campesinos así como de los milicianos él siguió la línea del POUM, tal como la había desarrollado durante los meses anteriores. Por lo tanto, sus tesis no presentaron nada nuevo a nivel general, sino que solamente sistematizaron la línea del POUM para una posterior confirmación por parte del Congreso del Partido. Lo que, sin embargo, faltaba por completo, y esto tenía sus razones, era la referencia a la actividad del POUM. Hubiera sido necesario exponer sus actitudes a partir del 19 de Julio y, no en último lugar, también un balance de su participación en el gobierno (87).
En las próximas semanas se publicaron una serie de boletines interiores con contraposiciones en parte muy críticas a las tesis presentadas por parte de la dirección del partido. Aunque la discusión no se pudo finalizar por culpa de la represión, al menos habían quedado patentes el amplio espectro de opiniones y la formación de corrientes en el partido. La situación tuvo que encrudecerse a medida en que se concretizaban las discusiones respecto a las experiencias del partido. La verdadera base de masas, o sea la mayoría numérica del partido, los grupos locales de Cataluña, todavía no habían pronunciado sus posturas pero, de ser así, la gran mayoría se habría delimitado de la izquierda, debido a la tradicional influencia del BOC. Esta delimitación se habría reflejado seguramente en la composición de la dirección del partido. Así cursaba la propuesta de limitar la posición de Nin, creando en lugar del secretario político un secretariado político, formado por Nin, Bonet y Arquer. También se hablaba de eliminar a Andrade del Comité Ejecutivo por ser el representante más perfilado de la tendencia izquierdista (88). Victor Alba escribe que el Partido antes del Congreso «es trobava dividit» (89). Cuál sería la envergadura de este hecho y cómo habrían podido ser el proceso y el resultado concreto del congreso del Partido, permanecerá obviamente en el ámbito de la especulación. Pero la fuerte envergadura de las tensiones se muestran en las diferencias posteriores, sobre todo en el exilio. A pesar de todos sus esfuerzos por la integración, en junio de 1937 una parte del POUM estaba decidida a rechazar a Nin como representante del partido.
8) La interpretación teórica de la revolución española por parte de Nin
Hasta ahora la actividad de Nin a partir del 19 de julio ha sido descrita cronológicamente. Lo que sigue es un intento de esbozar una síntesis de su interpretación de la revolución española. Su punto de partida era la constatación de que la revolución española era mucho más profunda que la revolución rusa del año 1917 (90). Esto no era solamente la expresión de un desarrollo socio-económico más avanzado en España frente a Rusia, lo que se puede concretizar mediante factores como la situación económica, el nivel de vida de los trabajadores, o también el nivel cultural. Sobre todo se expresaba en una experiencia política mucho más larga. Mientras el partido bolchevique había surgido en 1917 de la socialdemocracia fundada en 1898, las organizaciones obreras españolas que principalmente se habían formado por primera vez legalmente en los años del sexenio revolucionario, habían acumulado en el año 1936 una experiencia de más de sesenta años.
Andrés Nin.
Los problemas de la revolución española
Andrés
Nin. El problema del poder en la
revolución
Primera
vez publicado: En La
Batalla, 27 abril de 1937.
Nin lo formuló de la manera siguiente: «En Rusia no había tradición democrática. No existía una tradición de organización y de lucha en el proletariado. Nosotros contamos con ella. Tenemos sindicatos, partidos, publicaciones. Un sistema de democracia obrera.» (91). Nin repetía esta constatación una y otra vez (92). Para él tenía un significado político que iba más allá de una mera descripción de las diferentes situaciones iniciales. Veía aquí el motivo por el que la revolución española se debía desarrollar de otra manera. «Se comprende, pues, que en Rusia los soviets alcanzaran la importancia que tuvieron. El proletariado no tenía sus organizaciones propias. Los soviets fueron una creación espontánea que en 1905 y en 1917 tomaron carácter político. Nuestro proletariado tenía ya sus sindicatos, sus partidos, sus organizaciones propias. Por esto, los soviets no han seguido entre nosotros.» (93).
Lo que aquí no es más que una constatación, aplicó luego en una polémica contra los trotsquistas, la única que hizo contra ellos, y la convirtió en justificación de la política del POUM cuando rechazó como esquemático el intento de transferir la situación rusa, incluidos los soviets y el doble poder. Según él, la situación en España era completamente distinta. Los sindicatos habían jugado un papel muy poderoso, el de partidos políticos. Los comités, tanto los locales como el Comité Central de las milicias, habían sido solamente organizaciones antifascistas, no órganos de doble poder. Por esta razón tampoco había existido un doble poder y por lo tanto no se podía comparar el Comité Central de las milicias con la Generalitat (94). Con esto, sin embargo, en cierto sentido se contradecía a si mismo (95) y racionalizaba el comportamiento del POUM, ya que el partido no había realizado voluntariamente la disolución de los comités sino que había sido forzado a dar este paso.
El carácter de la revolución española era el de una revolución socialista. Sus objetivos democráticos eran aquellos que la burguesía liberal no había solucionado. Pero no se detuvo en este punto: «El día 19 de julio (...) se hundieron el feudalismo, el clericalismo y el militarismo español, pero no solamente (...), sino que se hundió para siempre la economía capitalista.» (96)
En consecuencia rechazó la estrategia del Frente Popular del reformismo y se dirigió sobre todo contra la fórmula: «Primero ganar la guerra, después se hará la revolución (...). La fórmula (...) es fundamentalmente falsa. En la contienda que se desarrolla actualmente en España, guerra y revolución son, no sólo dos términos inseparables, sino sinónimos. (...) La lucha en los frentes de batalla no es más que una prolongación de la lucha en la retaguardia. La guerra es una forma de la política. (...) En realidad, la fórmula (...) encubre el propósito efectivo de frustrar la revolución.» (97).
Ante la particularidad de la situación española, caracterizada por el predominio del anarquismo, el destino posterior de la revolución tenía que depender del comportamiento de los anarquistas y de la relación con el POUM: «La CNT es una organización potencialmente revolucionaria, a pesar de sus prejuicios, de sus posiciones erróneas. Nosotros estamos mil veces más cerca de los militantes de la FAI, que no son marxistas, pero que son revolucionarios, que de los del PSUC, que se dicen marxistas y no son revolucionarios (98).
Así la política del POUM oscilaba durante toda la temporada después del 19 de julio alrededor del problema, con qué táctica se podría lograr un consenso y una cooperación con los anarquistas, lo que culminó finalmente en la consigna del Frente Obrero revolucionario, tal como hemos relatado antes. Sin duda, dadas las circunstancias, al POUM no le quedaba otra alternativa si no quería declarar de antemano que la revolución no tuviera posibilidades de éxito. Pero seguramente era problemático que los acercamientos a ellos se dirigieran a su dirección. Nin mencionó esta circunstancia en la reunión del Comité Central a mediados de diciembre. «Es evidente que existe una diferencia entre las masas y los dirigentes de la C.N.T., pero no tenemos otro camino que el de entendernos con los organismos directivos y por este medio lograr una cierta influencia en la base.» (99). Sin embargo es cuestionable, tal cómo Víctor Alba lo presenta, que los esfuerzos referente para ganarse la CNT fueran una obsesión exclusiva de los antiguos trotsquistas, si bien aparte de Nin también Andrade y otros antiguos miembros del ICE se habían expresado varias veces de esta manera. Finalmente, también el POUM de Madrid se había interesado intensamente por un diálogo con la CNT. Alba intenta además utilizar este hecho como comprobación de que los antiguos trotsquistas eran en realidad el ala moderada del partido (100). Pero no se trata solamente de que la necesidad de llegar a un acuerdo con la CNT resultara de toda la situación objetiva. Esta política no se cuestionaba seriamente - al menos no en Cataluña - y tampoco se propusieron alternativas. De hecho, sólo el pequeño grupo de trotsquistas intentaba acoger directamente las diferenciaciones en el anarquismo y por esto se esforzaba para cooperar directamente con los Amigos de Durruti, lo que fracasó por múltiples razones que en este lugar no se pueden discutir.
Finalmente hay que recordar que para Nin, el resultado de la revolución española tenía que haber sido un socialismo muy diferente de lo que se observaba entonces en la Unión Soviética «(...) a nuestro entender, la dictadura del proletariado es la dictadura de toda la clase trabajadora, la dictadura de todas las clases populares, y que ninguna organización, ni sindical ni política, tiene derecho a ejercer su dictadura sobre las otras organizaciones en nombre de los intereses de la revolución. (...) La dictadura del proletariado es la democracia obrera ejercida por todos los obreros sin ninguna clase de excepción. (...) nuestro partido se encuentra dispuesto a luchar (...) contra toda tentativa encaminada a convertir la dictadura del proletariado en dictadura de un partido o en dictadura personal.» (101).
Una concepción del socialismo de este tipo incluía también, tal como escribió otro líder del POUM, que en la nueva economía sin propiedades privadas se podrían producir huelgas, ya que existirían diferencias de interés entre las direcciones de las empresas y los trabajadores (102).
9) Nin y Trotski
En la historiografía el nombre de Nin se encuentra muchas veces relacionado con el de Trotski. Como partidario de la oposición, probablemente desde su formación en la segunda mitad del año 1923, era uno de los trotsquistas más prominentes en el movimiento internacional obrero, debido a su función de vicesecretario de la Internacional Sindical Roja, y después de su vuelta a España en el año 1930 se le consideraba el representante de Trotski. A pesar de ello desarrolló después de este período una serie de diferencias que hasta mediados de los años treinta se convirtieron en distanciamiento personal. Todo esto ya ha sido documentado detalladamente y no se vuelve a relatar en este lugar (103).
La formación del POUM en septiembre de 1935 no había provocado de ninguna manera, tal como se dice muchas veces erróneamente, una ruptura por parte de Trotski con los antiguos miembros del ICE. Fue la colaboración del POUM en la alianza electoral con el Frente Popular lo que provocó que Trotski se viera obligado a tomar esta decisión. Pero pocos meses más tarde, después de estallar la revolución, se produjo momentáneamente un nuevo acercamiento.
En una carta interna del 27 de julio al Secretariado Internacional de los trotsquistas, Trotski había vuelto a pronunciarse tajantemente acerca del POUM (104). Pero poco después cambió de opinión, cuando veía la posibilidad de un acercamiento. Esto fue una consecuencia directa de los primeros contactos entre una delegación del Secretariado Internacional bajo la dirección de su miembro Jean Rous en Barcelona y el POUM, de cuyos resultados Trotski había sido informado por Rous en un telegrama. Contestó con una carta con el ruego de enseñársela también a Nin. En ella declaró que estaba dispuesto a viajar a Cataluña, si el POUM le conseguía un permiso de estancia, y a escribir para La Batalla. Sobre la posibilidad de una colaboración política con el POUM escribió:
«Quant a Nin, Andrade, et autres, il serait criminel de se laisser guider, maintenant, dans la grande bataille, par des rémeniscences de la période précédente. S'il y a des divergences de programme oú de méthodes, même aprés l'expérience faite, ces divergences ne devront nullement empêcher un rapprochement sincère et durable. L'expérience ultérieure fera le reste.» (105).
Pero esta carta fue interceptada por el servicio secreto italiano y se descubrió muchos decenios más tarde en un archivo italiano. Eran otras cosas que impidieron finalmente el acercamiento. Poco tiempo después, Trotski fue prácticamente internado en su exilio en Noruega y fue privado de cualquier posibilidad de tomar una posición frente al desarrollo en España. Pero más que estas circunstancias eran problemas políticos generales los que impidieron una reconciliación.
El 5 de agosto llegó la delegación encabezada por Rous a Barcelona y se encontró con un trotsquista italiano de nombre Fosco que colaboraba estrechamente con el POUM, sobre todo en lo que se refería a cuestiones de contactos internacionales. Gracias a su mediación hablaron con el Comité Ejecutivo. Aparte de su colaboración en La Batalla y el intento de conseguirle un permiso de estancia se acordaron la puesta a disposición de voluntarios y apoyo económico (106). Durante estos primeros días, las relaciones entre POUM y los trotsquistas eran apacibles. Incluso parecía existir gran interés en una nueva colaboración por parte de los antiguos miembros del ICE. Así que Fosco escribió a Trotski el día 4 de agosto: «Les camarades de l'ancienne gauche communiste, Nin, Molins, etc. donnent une importance de premier ordre à votre intervention directe dans la révolution espagnole» (107). Andrade escribió más tarde: «Al principio Nin y yo mantuvimos relaciones cordiales con los trotskistas que considerábamos los más afines» (108). Por otra parte habían rechazado decididamente la propuesta de Rous de organizar una fracción dentro del POUM, lo que desembocaría a corto plazo en una ruptura del partido (109).
Así que durante las próximas semanas llegaron una serie de voluntarios trotsquistas para colaborar con la columna del POUM, sobre los que informó también La Batalla (110). Pero poco tiempo después las relaciones volvieron a enfriarse. Varios motivos provocaron este hecho. El director de La Batalla, Gorkin, realizó una censura en el único texto de Trotski que publicó el periódico, borrando la crítica respecto al apoyo que daba el aliado íntimo del POUM en Francia, Marceau Pivert, al gobierno del Frente Popular con Léon Blum (111). Por otra parte, el periódico de los trotsquistas franceses publicó repentinamente la carta de Trotski del 27 de julio en la que la firma del POUM debajo del acuerdo electoral se calificaba un crimen de Maurín y de Nin. Esta publicación contribuyó fundamentalmente al empeoramiento de las relaciones, tal como relatan diversos observadores. Sobre todo Nin se sintió muy herido (112). Además ocurrieron durante las próximas semanas varias disputas fraccionarias en las filas de los trotsquistas extranjeros en Barcelona, sobre todo entre Fosco y Rous.
El punto de ruptura decisivo lo formó la participación en el gobierno. Aquí Trotski y la IV Internacional marcaron una clara separación, ya que la interpretaron como apoyo a un gobierno del Frente Popular. Este hecho se convirtió en el centro de las diferencias.
A pesar de ello, los trotsquistas, que se encontraban en España y que se habían constituido como grupo bolchevique-leninista para salir de su aislamiento, intentaron afiliarse al POUM como fracción. Nin les contestó el 13 de noviembre por encargo del Comité Ejecutivo y rechazó cualquier tipo de actividad fraccionaria. Podrían afiliarse individualmente pero se tendrían que distanciar de la «Campagne de calomnie et de diffamation» de la IV Internacional (113). Bajo estas circunstancias, naturalmente, la afiliación no se produjo. Formaron en el período siguiente una organización independiente con publicaciones propias y ganaron algún que otro miembro del POUM entre los antiguos militantes del ICE. Sin embargo no llegaron a ser nunca más de tres docenas. Aunque no se buscara una relación organizativa directa, Trotski pudo contar con las simpatías de una parte amplia de la base del POUM, más destacadamente, como es natural, en los antiguos miembros del ICE (por ej. en Madrid). Por otra parte también se produjo una crítica interna en las filas de la IV Internacional. Los trotsquistas holandeses bajo Henk Sneevliet, una parte de los belgas bajo Georges Vereecken y Victor Serge se solidarizaron con el POUM y rompieron con la IV Internacional.
A pesar de esta confrontación, la IV Internacional se esforzó en participar en el Congreso Internacional de la izquierda revolucionaria independiente en Barcelona, planeado por parte del POUM (114). Éste debía ser un paso principal hacia la creación de una nueva internacional. Al constituirse el POUM, como antes el BOC, había ingresado en el buró de Londres de los partidos socialistas de izquierda, pero éste se entendia más como un foro para discusiones que no como un instrumento para la creación de una nueva internacional (115). Pero después del 19 de julio, el POUM había efectuado un giro a la izquierda. Ahora veía una posibilidad para la creación de una nueva internacional. La revolución española tenía que jugar para esto un papel parecido al de la revolución rusa para la III Internacional. En una serie de artículos, algunos de ellos también de Nin, la prensa del POUM expresó esta posición (116).
Esta nueva postura los acercó a Trotski, puesto que llevaba pidiendo la creación de una nueva Internacional desde 1933 y criticaba fuertemente el buró en Londres. Sin embargo provocó problemas entre el POUM y una parte de sus aliados en el buro. Por otra parte se produjeron diferencias de opinión acerca de los aliados internacionales, incluso dentro del POUM. Mientras la Cuarta Internacional de Trotski fue rechazada debido a las diferencias generales entre el POUM y el trotsquismo, sobre todo los antiguos miembros del ICE mantuvieron en su dirección contactos estrechos con agrupaciones al margen de la IV Internacional o con secciones de ella, al tiempo que el secretario internacional del partido, Gorkin, mantuvo relaciones con el buró de Londres (117). De todas maneras, el POUM quedaba de momento a la expectativa frente a las solicitudes de participación en la conferencia de Barcelona por parte de los trotsquistas (118). Pero la represión del POUM estropeó finalmente todos los planes de la conferencia, que debía tener lugar en la fecha del primer aniversario del estallido de la revolución española.
Mientras tanto Trotski había tenido ocasión de tener información de primera mano. Inmediatamente después de su llegada a México a principios del año 1937 se reunió con una delegación del POUM que se encontraba allí para comprar armas por mediación de un trotsquista mexicano. Su líder, Daniel Rebull ('David Rey') organizó su protección durante los primeros días en México; discutió con ellos detalladamente acerca de la revolución española. Como dijo después el mediador mexicano, Rebull volvió a España como «presque trotsquiste» (119). Sin embargo parece que la delegación no tuviera consecuencias políticas de este tipo en el POUM que, debido a sus fines, tampoco pudo informar sobre la delegación en La Batalla.
Si la línea divisoria se trazó ya en octubre/noviembre, las separaciones políticas en la prensa del POUM, sin embargo, no se produjeron hasta después de algunos meses. Empezaron en forma de eco a la declaración de Trotski en febrero de 1937. Trotski se había establecido definitivamente en México y había vuelto a disponer de vías sólidas de información. En esta declaración se expresaba de manera crítica frente a la participación del POUM en el gobierno, pero también criticaba el estalinismo y subrayaba el significado de la revolución española para la política mundial. Al principio se había publicado sin comentarios en La Batalla, pero después de algunas semanas el periódico publicó un comentario negativo. Se había entrado en el gobierno porque éste había sido revolucionario y había dispuesto de un programa correspondiente. Por lo demás Trotski daría la lucha ya como perdida (120). De manera mucho más detallada polemizaban luego Kurt Landau (bajo el seudónimo Spectator), entonces un colaborador importante de la dirección del POUM, y Julián Gorkin en La Batalla contra el trotsquismo, argumentando de manera psicologizante con explicaciones como «sectarizador, puramente negativo, Trotski como nuevo Lassalle» (121).
Mientras tanto, también Trotski se había reforzado en su posición. Simultáneamente a la declaración arriba mencionada se había pronunciado sobre el POUM en diversas cartas internas a varios de sus partidarios en todo el mundo (122). Una vez expuesta públicamente su postura hacia la guerra civil en general y hacia el POUM en especial, a mediados de abril, durante los interrogatorios del «contraproceso» de la Comisión Dewey que investigaba las inculpaciones de los procesos de Moscú contra él: «C’est mon ami. Je le connais très bien. Mais je le critique très vigoureusement» (123) , expresó pocos días más tarde su crítica detalladamente en un artículo basado en informaciónes procedentes de España, sobre todo en un artículo de Nin, publicado en marzo en La Batalla. En él exponía las condiciones políticas bajo las cuales todavía sería posible una victoria de la revolución. Sobre todo quiso demostrar que la política del POUM no podía provocar la ruptura de las masas con los líderes del frente popular, con los que había formado un gobierno común durante dos meses y medio. Le reprochaba que confiaba solamente en la dirección de la CNT y criticaba la esperanza expresada por Nin (vea más arriba), de que la revolución se podría desarrollar todavía de una manera pacífica bajo determinadas condiciones. En lugar de esto habría que preparar a los trabajadores para los conflictos venideros con los estalinistas (124).
Sorprendente en toda la polémica entre Trotski y el POUM era que los antiguos militantes del ICE se mantuvieran apartados. Solamente después de los días de mayo contestó Nin en un artículo para la revista internacional del POUM Juillet por primera (y única) vez, resumiendo sistemáticamente sus argumentos para la defensa de la política del POUM. Este artículo ya se describió anteriormente (párrafo 8).
Entre Nin y Trotski se pueden marcar inequívocamente las diferencias. Aunque, a principios de la guerra civil, parecía posible una reconciliación, en su transcurso los dos se distanciaron mutuamente. Pero a un balance de las relaciones entre ambos pertenece también el tributo que le rindió Trotski, quien a pesar de las diferencias le había llamado amigo ya antes de la comisión de Dewey, cuando ya no se podía dudar de su asesinato: «Nin est un vieux et incorruptible révolutionnaire. Il défendait les interêts du peuple espagnol et combattait les agents de la bureaucratie soviétique. C'est précisament pour cette raisons que le G.P.U. s'est déborassé de lui (...) Malgré les divergences qui me séparent du P.O.U.M, je dois reconnaître que, dans la lutte que Nin menait contre la bureaucratie soviétique, la justice était entiérement de son côté. Il s'efforçait de défendre l'indépendance du prolétariat espagnole contre les machinations diplomatiques de la clique au pouvoir á Moscou. Il a refusé de collaborer avec le G.P.U. pour ruiner les intérêts du peuple espagnol. C'était donc lá son seul crime. C'est ce crime qu'il a payé de sa vie» (125).
10) Comentarios finales
En casi 30 años de trabajo político, entre ellos muchos en posiciones destacadas dentro de las organizaciones políticas a las que pertenecía, Nin había hecho sus experiencias de dirección. El hecho de que ocupara la posición de secretario político del POUM después del 19 de julio, cuando desapareció Maurín, era casi natural. Era su tragedia personal que el POUM no estuviera «del todo» formado, que no hubiera terminado todavía el proceso de fusión, de la homogeneización programática y política de las dos organizaciones que se habían unido en el POUM. Todavía se notaban el diferente trasfondo teórico y las diferentes experiencias políticas. El partido apenas había hecho experiencias propias como POUM. En esta situación Nin tenía que jugar el papel de un unificador que, de otra manera, no habría asumido ya que lo habría hecho Maurín. ¿Se veía obligado por este hecho también a tomar posturas que, de otra manera, no hubiera defendido? Sobre esta cuestión sólo se pueden hacer conjeturas. Seguro es, como lo demuestran una serie de testigos oculares, que era muy consciente de su deber de mantener el partido unido y que intentaba cumplir con ello.
Pero la dinámica interna del POUM fue sólo un lado del trabajo de Nin. El otro lado estuvo determinado por las circunstancias internacionales del poder que fue extremamente desfavorable a la revolución española. Como factor nuevo, y por ello sólo una minoría de la izquierda lo había previsto, se presentó en este contexto el estalinismo. A diferencia de una serie de miembros del POUM, Nin no se hizo ilusiones algunas respecto a la URSS. Además, como portavoz del POUM, del poder que a nivel nacional e internacional fue considerado como la fuerza más consecuente en la defensa de la revolución socialista en España, Nin se convirtió en el centro principal de los ataques por parte de las fuerzas cotrarrevolucionarias, llegó a ser casi la personificación de lo que significaba para unos el trotsquismo, para otros el bolchevismo. El estalinismo realizó después del 16 de Junio de 1937 lo que había preguntado Trotski ya en su profecía durante la asamblea de la reunión del Komintern en septiembre de 1927, en la que él mismo fue expulsado: «¿Y el camarada Nin, uno de los mejores militantes de la vanguardia proletaria internacional, uno de los más importantes colaboradores de la ISR - qué haréis con él? También él se ha solidarizado completamente con la oposición. ¿Qué destino le prepararéis? ¿Qué medidas tomaréis contra él?» (126).
Para crear un clima propicio para su asesinato, la propaganda estalinista ni siquiera había vacilado en presentarlo, tal como se hizo en la prensa del PSUC, brazo a brazo con el fascismo (127). Pero para los fascistas alemanes Nin era, con las palabras de Goebbels, uno de los colaboradores más estrechos de Hitler, la «verdadera cara del bolchevismo» (128).
Así que tuvo razón Albert Camus cuando dijo más tarde: «(...) la mort d'Andreu Nin marcà un viratge en la tragèdia del segle XX, que és el segle de la revolució traïda.» (129).
Reiner Tosstorff
Notas
(1) Esta contribución se basa principalmente en los párrafos correspondientes de mi tesis doctoral en la Universidad de Bochum en el año 1986 que ofrece una historia general del POUM. Véase su versión como libro: Reiner Tosstorff, Die POUM im spanischen Bürgerkrieg [El POUM en la guerra civil española], Frankfurt 1987 (Editorial ISP). Además remito a las siguientes biografías de Nin: Pelai Pagès, Andreu Nin: Su evolución política (1911-1937), Madrid - Bilbao 1972, Víctor Alba, Andreu Nin (El marxisme a Catalunya 1919-1939, vol 3), Barcelona 1975. Francesc Bonamusa, Andreu Nin y el movimiento comunista en España (1930-1937), Barcelona 1977. Wilebaldo Solano, Andreu Nin, Assaig biògrafic, Barcelona s.a.
(2) Véase: Montserrat Casals i Courtier, Mercè
Rodoreda. Contra la
vida, la literatura. Biografía, Barcelona 1991, págs. 74-77.
(3) En una
carta de Ignacio Iglesias, citada en Alba, Nin, pág. 156 se lee: «Más de una
vez vino a mi despacho de La Batalla para dejarse caer hundido en un sillón,
sin la menor desmoralización, porque no era un hombre que se desmoralizara
jamás, pero sí presa de ese cansancio moral y físico al que aludí. Me parece
que ni sus íntimos llegamos a comprender entonces la tragedia que vivía.»
(4) «Un día
por semana, a la tarde, Maurín pasaba por casa de Nin, perfilando entre los dos
diferentes aspectos de la fusión.» (Ignacio Iglesias en una carta al autor del
8.4.1981)
(5) Se editó
mensualmente desde enero hasta junio de 1936 y después otra vez, con el n.º 7,
en marzo/abril 1937. Véase Víctor Alba, La nueva Era. Antología de una revista
revolucionaria. 1930-1936. Madrid - Gijón 1977 (sin embargo, aquí no se
menciona el n.º 7).
(6) «Yo
defendí la fusión (...) porque tenía el mayor interés en recuperar la
cooperación de Nin (...)». Joaquín Maurín en una carta a Pierre Broué del
18.5.1972. (Joaquín Maurín Collection - Hoover Institution on War, Revolution
and Peace, Universidad de Stanford).
(7) Ibídem.
Sólo menciona también que le había sorprendido la propuesta de Nin, de escribir
un artículo para La Nueva Era sobre el carácter de la revolución española. A lo
mejor Nin seguiría siendo seguidor de la teoría trotsquista de la revolución
permanente. Pero si Maurín expresaba una sospecha de este tipo en el año 1972,
quiso decir que toda la trayectoria del POUM hacia una revolución socialista
durante la Guerra Civil le parecía entonces equivocada.
(8) Actas
del Comité Central (Fondos Cesar Zayuelas - Fundación Pablo Iglesias
(9) Andrés
Nin, «Una iniciativa laudable. La conferencia de Unidad Sindical», en: La
Batalla, n.o 248, 25. 4 1936. Acerca de la FOUS ahora: Andrew Durgan,
«Sindicalismo y marxismo en Cataluña 1931-1936. Sobre la fundación de la
Federación Obrera de Unidad Sindical», en Historia social, n.º 8, otoño 1990,
págs. 29-45.
(10) Andrés
Nin, «La Federación Obrera de Unidad Sindical», en La Batalla n.º 251,
15.5.1936.
(11) Véase: Andrés Nin, «Después de las
elecciones del 16 de febrero», en La Nueva Era n.º 2, también en: Alba, La Nueva Era.
Antología, págs. 183-188.
(12) Andrés
Nin, «La acción directa del
proletariado y la revolución española», en La Nueva Era, n.º 6. También en Alba, La Nueva Era.
Antología, págs. 326-330.
(13) Véase al respecto Jeanne Maurín, Cómo se salvó Joaquín Maurín. Recuerdos y testimonios. Madrid-Gijón 1979.
(14) Alba,
POUM, pág. 16.
(15) Así
Wilebaldo Solano, comunicación oral del 23.3.1979, añadiendo también que había
sido el propio Nin quien lamentaba más este hecho; y de manera parecida también
Ignacio Iglesias en la carta a Víctor Alba, citada más arriba (nota 3). Véase
también el comentario de Juan Andrade, amigo de Nin durante muchos años, en un
epílogo a los escritos de Nin: «Pero por su autoridad moral, su talento, su
prestigio y las necesidades de la realidad, Andrés Nin se impuso a todos en
aquellas circunstancias como secretario político (no general), aunque con muy
escaso poder de determinación verdadera. La ausencia de su jefe Maurín había
creado entre los antiguos bloquistas un reflejo de defensa preventiva contra
los dirigentes del partido procedentes de la ICE, en los que suponían la
intención de «apoderarse del POUM» y de «imponer el trotsquismo». Por esta
situación, Andrés Nin fue un secretario político disminuido en sus funciones,
lo que le afectó dolorosamente durante el año de guerra civil que vivió, y
contra cuyo estado de cosas yo estimaba que no quería ni acertaba a reaccionar
resueltamente». (Andrés Nin, Los problemas
de la revolución española [1931 – 1937]. Prefacio y compilación de Juan Andrade, París
1971, pág. 7).
(16) Julián Gorkin, El proceso
de Moscú en Barcelona. El sacrificio de Andrés Nin, Barcelona 1973, págs. 114, 141 y
sig.
(17) Juan
Andrade, «Apuntes autobiográficos no publicados» (Archivo privado Pelai Pagès).
Le agradezco en este lugar la puesta a disposición, también de otros
materiales.
(18) Véase
al respecto Alberte Pérez Baró, 30 meses de colectivismo en Cataluña, Barcelona
1974, págs. 55 y sig.
(19) Véase
al respecto El secretario político, «Los problemas de la revolución española»,
en. L'experience espagnole, no. 1, julio 1939, págs. 6-11 y Julián Gorkin, «El
error fundamental del partido», en:n.º 2, agosto 1939, págs. 2-7. Allí escribe
sobre la situación después de que el POUM y la CNT habían forzado el consentimiento
del PSUC y de Esquerra: «Éstas se sometieron, al menos provisionalmente.
Desgraciadamente no se produjo la ruptura. Nuestro Partido hubiera debido
empujar hacia ella.»
(20) Víctor
Alba, Historia del P.O.U.M. (El marxisme a Catalunya 1919-1939, vol.2), Barcelona
1975, págs. 25 y sig.
(21)
Andrade, apuntes autobiográficos (nota 17). «El P.O.U.M. ante la situación
política», en: La Batalla, n.º 4, 6. 8. 1936.
(22)
Indicaciones detalladas al respecto en Tosstorff, El POUM, págs. 121 y
sig.
(23) Véase
La Batalla n.º 32, 8.9. 1936. También en Andreu Nin, La revolución española
1930-1937, Barcelona 1978, págs. 211-220.
(24) Véase por ej. Felix Morrow, Revolution and Counter-Revolution in Spain, New York, 1974, págs. 113 y sig.
(25) Así Solano en Ronald Fraser, Recuérdalo tú y recuérdalo a otros, Vol.2, Barcelona 1979, pág. 56. Véase también el comentario de Fraser sobre lo que dijo Nin.
(26) Así se publicó en el órgano del POUM editado en francés y dirigido al público extranjero, por lo cual contenía fórmulas todavía más ortodoxas. Según el texto, el comportamiento de los anarquistas era algo mentiroso pero detrás de los bastidores ejercían el verdadero poder. «On ne saurait donc en Catalogne parler d'une dualité de pouvoir entre le proletariat et le Gouvernement de la Généralité. Le schéma traditionnel inspiré de la révolution russe où s'opposent les soviets ouvriers et le Gouvernement provisionaire bougeois ne s'applique pas à la situation de Barcelone». («Le rôle du Comité Central des Milices Antifascistes», en La révolution espagnole, nº 2, 10.9. 1936, págs. 3 y sig.).
(27) N.
Molins y Fábrega, «Notre participation gouvernamentale», en Juillet,n.º 1,
junio 1937, págs. 21-24 aquí pág. 23.
(28) Esto se
refirió sobre todo a las FOUS, tal como se desprende de La Batalla. Uno de los
visitantes extranjeros más agudos en la Cataluña revolucionaria, Franz
Borkenau, observó acerca de la actuación de la CNT que ésta también impedía la
formación de consejos obreros ya que esto a cualquier partido le hubiera dado la
posibilidad de poner a prueba la fuerza de los anarquistas en las empresas. (Franz
Borkenau, The Spanish Cockpit. An Eye-Witness Account of the Political and
Social Conflicts of the Spanish Civil War, Ann Arbor 1963, pág. 79)
(29) Véase: n.º 5, 24. 7. 1936 y n.º 13, 1. 8. 1936.
(30) «Se ha
constituido un gobierno obrero-republicano presidido por Largo Caballero», en
La Batalla, n.º 30, 5.9.1936. Sin embargo, esta opinión provocó también
críticas en la dirección del partido. (Véase Gorkin, El proceso, pág. 262, y
Andrade, Apuntes autobiográficos (nota 7).
(31)
«Resolución del Comité Central del P.O.U.M. sobre la situación política
actual», en La Batalla, n.º 41, 18.9.1936.
(32) Alba,
P.O.U.M. págs.53 y sig.
(33) Ibídem,
y Juan Andrade, Notas sobre la guerra civil. Actuación del POUM, Madrid 1986,
págs. 49-51.
(34)
Ibídem
(35) De
hecho, el manifiesto del nuevo gobierno hablaba sólo de manera muy general de
una «economía más justa». Pero sí apoyó el programa del Consejo Económico que
había exigido la colectivización de la industria. (Véase: «Manifiesto del
Consejo de la Generalidad», en La Batalla, n.º 49, 27.9.1936). - Parece
tratarse solamente de un rumor la información que ofrece Alba (P.O.U.M., págs.
57-59). Según él, Nin habría actuado por cuenta propia en adhesión a este
programa muy poco radical de que el POUM por lo demás estaba muy desilusionado.
Luego el Comité Ejecutivo hubiera discutido si se le tenía que desautorizar.
Pero esta descripción muy negativa de Nin provocó fuertes críticas, documentadas
por Alba mismo en Joaquim Maurín ( El marxisme a Catalunya 1919-1939, vol 4) ,
Barcelona 1975, págs. 315 y sig. No en último lugar se le reprochó que el
comité central ya había acordado la participación y que la inclusión de Nin en
el gobierno estaba naturalmente relacionada a la aceptación del programa, es
decir que no era más que lógica. La supuesta crítica del comité ejecutivo sería
un invento.
(36) «La actitud de nuestro Partido ante el nuevo Consejo de la Generalidad», en La Batalla, n.º 51, 30.9.1936.
(37) Véanse
al respecto los decretos correspondientes en el Diari Oficial de la Generalitat
durante la primera mitad de octubre.
(38) Véase
Indigeta, «Los nuevos órganos de poder», en La Batalla n.º 58, 8. 10. 1936, y
«Los ayuntamientos y los comités», en:nºs 71, 24. 10. 1936. Frente a la
izquierda internacional, sin embargo, se justificaba la disolución del Comité
abiertamente como un refuerzo del poder revolucionario. (Véase «La
réorganisation des municipalités en Catalogne», en La révolution espagnole,
n.os 6, 14. 10. 1936, pág. 5).
(39)
«Rectificación del camarada Nin sobre el informe político», en Boletín interior
nº 1, 15. 1. 1937. También Nin, La revolución, págs. 225 - 241 aquí pág. 238.
Gorkin, El error fundamental (Nota 19), pág.7, menciona esta decisión que,
naturalmente, no se hizo pública.
(40) Una
descripción detallada se encuentra en Bonamusa, Andreu Nin, págs. 298-303.
Véase también La Batalla y Combat, el periódico del POUM en Lérida, de finales
de Septiembre y principios de octubre. Equivocada es, al contrario, la
narración de Alba, P.O.U.M., págs. 65 sig., quien habla de una delegación
secreta del 17. 10. y de la participación de Nin sin que lo supiera el Comité
Ejecutivo del POUM (parcialmente se encuentra esta descripción también en
Pierre Broué - Emile Términe, La révolution et la guerre d'Espagne, Paris
1961). Pero aquí también se contradicen las fuentes de Alba, quien se basa en
las informaciones de los antiguos miembros del POUM. Parecen expresar más bien
(como más arriba, en nota 35) la desconfianza de algunos antiguos miembros del
BOC frente a Nin, que antes era trotsquista.
(41) Véase
al respecto la indicación en Tosstorff, POUM, págs.142 y sig.
(42)
«Gironella, Sobre los errores cometidos por el Partido», en L'experience
espagnole,n.º 2, agosto 1939, págs.8-11 aquí sig.10.
(43) Véase
Josep Oltra i Picó, El POUM y la colectivización de industrias y comercios
(Barcelona 1936), reproducido en Alba, Revolución española, págs.221-228, aquí
223, y el proyecto sobre colectivizaciones, en La Batalla,n.º 73, 25. 10.
1936.
(44) La
Batalla, n.º 74, 27.10.1936. En el mismo acto, el miembro del Comité Ejecutivo
Arquer repitió la crítica de la recompensación intencionada. Los milicianos que
luchaban en las trincheras por una sociedad socialista no podrían entender
esto.
(45) Sobre
todo del representante del POUM en el Consejo Económico, Oltra i Picó, proceden
muchos análisis sobre este punto y el movimiento de colectivización en su
totalidad. Sobre todo esto véase Tosstorff, El POUM, págs. 249-260.
(46) Véase
el informe de Nin en Boletín interior, nº 1, 15.1.1937. También en Nin, La
revolución, pág.228.
(47) La
Batalla, nºs 112, 10.12.1936.
(48) Nin en
Boletín interior, nº 1, 15.1.1937. También en La revolución, pág.229.
(49) Juan Andrade, «El P.S.U.C. pone las
cartas boca arriba», en La Batalla, n.o 116, 15. 12. 1936. También en Juan
Andrade, La revolución española día a día, Barcelona 1979, págs.47 y sig. aquí
pág.48.
(50) Véase La Batalla, nº 117, 16. 12. 1936.
(51) Impreso
en nº 116, 15. 12. 1936.
(52) Véase
«La confirmación de la maquinación Kirov», en nº 13, 16.8.1936, y «Resolución
sobre el proceso y el fusilamiento, en Moscú de 16 bolcheviques de la
Revolución de octubre», en nº 23, 28. 8. 1936.
Resolución
del Comité Ejecutivo del POUM en los procesos de Moscú (28 de agosto de 1936)
(53) La
primera comparición pública del nuevo gobierno a finales de septiembre era una
visita de Antonov-Ovsejenko. Para el gobierno catalán habló Nin, ya que era el
único que dominaba el idioma ruso. Antonov-Ovseenko, quien más tarde informó a
Companys del cambio de Stalin acerca de la pertenencia de Nin al gobierno, hizo
ver que no lo conocía. (Véase Alba, P.O.U.M. pág. 62).
(54) Véase
por ej. «Sobre una campaña de provocación y réplica a una campaña provocadora»,
en La Batalla, n.º 103, 29. 11. 1936.
(55) Véase
«La crisis de las ingerencias extranjeras», en: nº 119, 18. 12. 1936.
(56) Véase
«El P.O.U.M. ante la situación creada por la crisis de la Generalidad», en: La
Batalla, n.º 118, 17.12.1936.
(57) «No es
posible gobernar sin el P.O.U.M. y, menos aún contra el P.O.U.M.», en n.º 118,
17. 12. 1936, y «La crisis de injerencias extranjeras», en n.º 119, 18. 12.
1936.
(58) Juan
Andrade, Revolución o contrarrevolución, en n.º 216, 13. 4. 1937.
(59) Ya a
mediados de diciembre exigió el periódico del POUM en Lérida, Combat, en los
comentarios sobre la expulsión del gobierno, que volviera a gobernar. También
la resolución del Comité Central de finales de marzo dio la impresión como si
el POUM pudiera propugnar otra vez la participación en el gobierno, quizás bajo
unas condiciones más favorables, como una etapa intermedia de un gobierno
obrero. (Véase «Resolución del Comité Central del P.O.U.M.», en n.º 204, 30. 3.
1937).
(60)
Referente al desarrollo del FOUS después del 19 de julio y referente a la
influencia sindical del POUM en Cataluña en general durante la revolución,
véase también mi contribuación al II Col×loqui internacional sobre la Guerra
Civil Espanyola (1936-1939), Barcelona 4 al 7 de noviembre 1986: «EL POUM i la
qüestió sindical a Catalunya 1936/37».
(61) Véase
al respecto algunos ejemplos de empresas en Tosstorff, El POUM, pág. 124. Sobre
todo no se había admitido la FOUS en el Comité Central de las milicias
antifascistas.
(62)
Referente al auge de la UGT catalana que empezó, lo que muchas veces no se toma
en cuenta, ya durante los meses antes del estallido de la Guerra Civil, véase
Durgan, Sindicalismo, págs. 44 sig.
(63) Alfredo
Bueso, Recuerdos de un cenetista. Vol.2. De la segunda República al final de la
guerra civil, Barcelona 1978, pág. 197. Él era entonces secretario del
sindicato de Artes Gráficas de la FOUS.
(64) Andrés
Nin, «¿Por qué los sindicatos de la FOUS ingresan en la UGT?», en La Batalla,
n.º 45, 23.9.1936.
Andreu Nin ¿Por qué los sindicatos de la FOUS ingresan en la UGT?
La
Batalla, 23
septiembre 1936, nº 45.
(65) Bueso,
Recuerdos, vol.2, págs.101, 198, lo describió por ejemplo para el ámbito de los
tipógrafos.
(66) Como
dijo Bonet, responsable sindical de la dirección del partido, en la reunión del
comité central en diciembre, se trató de la mayoría de los militantes
sindicales. Véase Boletín interior, n.º 3 ,15. 2. 1937, pág. 2
(67) Esto se
dijo luego también por parte de antiguos miembros del POUM. (Véase por ej.
Ignacio Iglesias, León Trotski y España [1930-1939], Madrid 1977,
pág.141).
(68)
Reproducido en La Batalla,n.º 128, 29. 12. 1936. También en Nin, La revolución,
págs.242-251.
(69) Véase
«Se trata de la suerte de la revolución», en La Batalla, n.º 125,
25.12.1936.
(70) Andrés
Nin, «El problema fundamental de la revolución», en n.º 228, 27.4.1937. También
en Nin, La Revolución, págs. 271-277.
(71) Véase
«Resolución del Comité Central del P.O.U.M.», en La Batalla, n.º 204,
30.3.1937. Dos semanas antes Nin había hablado de los comités como base de la
constituyente. Véase Andrés Nin, «La concepción marxista del poder y la
revolución española», en n.º 183, 14. 3. 1937. También en: Nin, La revolución,
págs.261-264.
(72) Ya en
enero había intentado demostrar las contradicciones en la actuación de la CNT
en La Batalla, lo que le acarreó en el órgano central de la CNT una serie de
ataques personales y imputaciones .(«Los anarquistas en la revolución», «De la
teoría a la práctica anarcosindicalista» y «Contrarreplica», en n.º 149, 22. 1.
1937,n.º 150, 23. 1. 1937 y n.º 152, 26.1.1937. También en Andrade, La
revolución. págs. 105-108. 111 y sig.). También justificó muy detalladamente la
consigna del frente obrero revolucionario. (Véase por ej. su artículo «Frente
revolucionario» y «Alianza revolucionaria», en La Batalla, n.º 189, 10. 3.
1937, o bien el n.º 200, 25. 3. 1937, así como sobre todo: «Marxistes
révolutionnaires et anarchistes dans la révolution espagnole», en La révolution
espagnole, n.º 15, 14. 4. 1937, pág.2. También en Andrade, La revolución,
págs.181 y sig. 295 y sig. y 293-295).
(73) Véase
Andrés Nin, «Ante el peligro contrarrevolucionario ha llegado la hora de
reaccionar», en La Batalla, n.º 184, 4. 3.
1937.
(74) Véase Hans Schafranek - Werner Wögebauer, «Nous,
agents provocateurs et irresponsables». Esquisse d'une histoire des Amigos de Durruti, contribución
para el Col×loqui Internacional sobre la Guerra Civil Espanyola (1936-1939),
Barcelona 4 al 7 de noviembre de 1986.
(75) Véase
aparte de sus artículos de la mitad de marzo (Nota 71) y final de abril (Nota
70) los discursos que han sido impresos en el n.º 198, 23.3.1937 y n.º 215,
11.4.1937, (Los últimos también en Nin, La revolución, págs.265-270).
(76) Nin, La
concepción marxista (Nota 71).
(77) En su
discurso publicado en La Batalla del 11.4.1937 (Nota 75).
(78) El 10.4
dijo Nin (nota anterior): «También ha hablado la CNT.(...) hemos visto y acogido
con complacencia la actitud de la CNT, al demostrar una mayor energía en la
defensa de las posiciones revolucionarias. La CNT ha dicho: aquí me planto. Ni
un solo paso más atrás.» Cuando, pocos días después se rindió consintiendo a un
nuevo gobierno, parecido en grandes rasgos a aquel que se nombró en diciembre,
La Batalla habló de una «burla de la clase obrera (...) tanto más intolerable
por cuanto se han dejado transcurrir tres semanas justamente tres semanas -
para luego dejar las cosas como estaban». («Digámoslo claro y sin eufemismo»,
en: n.º 220, 17.4.1937).
(79) Véase
las indicaciones en base de la prensa del POUM y de JCI en Tosstorff, El POUM,
pág.196.
(80) Sobre
esta reunión véase Gorkin, El Proceso, pág. 58, Andrade, Apuntes autobiográficos
(nota 17), pág. 4 y Bueso, Recuerdos, vol 2, pág. 237. Estas interpretaciones
se diferencian algo en los detalles pero no en el resultado de las
conversaciones.
(81) El
significado y alcance de las «jornadas de mayo» frente a la contrarrevolución,
en: Nin, La revolución, págs. 281-290.
(82) Había
intervenido personalmente cuando el Comité Ejecutivo del JCI, junto con una
parte del JL, quiso formar una columna para tomar la Generalitat. Como motivo
declaró que esto no se podría hacer si la dirección de la CNT estaba en
contra.(Véase Alba, P.O.U.M., pág. 225) Además, durante las luchas, el Comité
Local de Barcelona del POUM, cuyo miembro Josep Rebull se esforzaba en intentar
construir una tendencia oposicional en el partido, había intentado que los
luchadores de barricadas eligieran delegados para un comité de defensa. Pero se
lo impidió el Comité Ejecutivo.(Véase «Célula 72 - Districto V, Las jornadas de
Mayo», en Boletín interior del Comité Local de Barcelona, no. 2, 29.5.1937,
págs.6-8).
(83) Kurt
Landau, «El POUM (Partido Obrero para la unidad marxista)» in Spanisches
Informationsbulletin, Nr. 2 Dezember 1936, pág. 5. Sobre el papel de Landau
dentro del POUM y su interpretación de la revolución española véase Hans
Schafranek, Das kurze Leben des Kurt Landau. Ein österreichischer Kommunist als
Opfer der stalinistischen Geheimpolizei, Wien, 1988.
(84) De la
carta mencionada a Víctor Alba (Nota 3).
(85) Véase
al respecto mi resumen en Tosstorff, El POUM, págs. 237-248.
(86) Nin en
su contestación a los comentarios a su informe del Comité Ejecutivo en Boletín
interior, n.º 1, 15. 1. 1937, págs. 5-8 También en La revolución, págs.
232-241.
(87) Véase
Andrés Nin: «Tesis políticas», en Boletín interior, n.º 4, 5.4.1937, págs.4-8.
También en Nin, La revolución, págs. 291-305.
(88) Así
Andrade en una carta a Pelai Pagés del 7. 9. 1974 (Archivo privado Pelai
Pagès). Véase también Alba, P.O.U.M., pág.283: «Alguns parlaven, vagament, de
la conveniència, en el Congrès del Juny, de renovar l'Executiu, i algú suggerí
que calia elegir un nou secretari polític».
(89)
Ibídem.
(90) En un
discurso a finales de agosto en Valencia dijo: «Asistimos en España a una
profunda revolución social. Yo, que tengo motivos para haber conocido la
revolución rusa, os lo puedo decir: nuestra revolución es más profunda que la
que conmoviò a Rusia en 1917». (La Batalla, n.º 26, 1.9.1936). Véase también
una valoración parecida en Trotski, en su artículo: «Leçon d'Espagne: dernier
avertissement» del final de 1937, en Léon Trotsky, La révolution espagnole
1930-1940. Textes recuellis, présentés et annotés par Pierre Broué, Paris 1975,
págs. 473-501, aquí pág.496 y sig.
(91) Nin, El
problema fundamental de la revolución (Nota 70).
(92) Véase
por ej. André Nin, «Le problème des organes du pouvoir dans la Révolution
espagnole», en Juillet, n.º 1, junio 1937, págs.18-21.
(93) Nin, El
problema fundamental de la revolución (Nota 70).
(94) Nin, Le
probleme des organes du pouvoir (Nota 92).
(95) En
«Tesis políticas» (Notas 87) por ej. escribió después del 19 julio «Los organos
del poder burgués no son más que una sombra. El poder real lo ejercen los
comités revolucionarios (...)».
(96) De sus
discursos del 6 de septiembre (Nota 23).
Andrés Nin El proletariado español ante la revolución en marcha
Escrito: Discurso pronunciado en el Gran
Price, de Barcelona, el día 6 de septiembre de 1936.
(97) «Tesis
políticas» (Nota 87).
(98) De su
discurso del 6 de septiembre (Nota 23).
(99) Nin en
su contestación a los comentarios (Nota 86).
(100) «Els
que procedien de l'Esquerra Comunista - una minoría ínfima - eren més moderats
i, sobretot, més obsessionats a no apartar-se de la C.N.T. (...) Nin, Andrade i
Molins (...) es mostraren molt més cautelosos que els ex-bloquistes». (Alba,
P.O.U.M., págs.25 y sig.)
(101) De su
discurso del 6 de septiembre (Nota 23).
(102) Véase
Joan Oltra i Picó, «El POUM y la colectivización » (Nota 43), pág. 227.
(103) Aparte de las biografías sobre Nin mencionadas en la nota n.º 1 y de la antología publicada por Pierre Broué de los escritos de Trotski sobre España (nota 90) se tienen que mencionar: Pelai Pagés, El movimiento trotskista en España (1930-1935). La Izquierda Comunista y las disidencias durante la Segunda República, Barcelona 1977, Pelai Pagés., «Le mouvement trotskyste pendant la guerre civile d'Espagne», en Cahiers Léon Trotsky, n.º 10, 47-65, Pierre Broué, Trotsky y la guerra civil española, Buenos Aires 1966.
(104) Véase «Vers les masses», en Trotsky, La révolution espagnole, págs.335-338.
(105) La carta del 16.8. está impresa en la misma obra, pág. 348-352. Véase también su comentario similar frente a Victor Serge, el 18. 8., ibídem pág. 353
(106) Les événements d'Espagne et l'organisation y Fosco, Mon rôle à Barcelone en aût et septembre 1936, en Trotski, La révolution espagnole, págs. 622-628. Cómo reaccionó el POUM a la petición de asilo por parte de Trotski no queda del todo claro. Alba, P.O.U.M., pág. 153-155 habla de dos intentos: una vez en agosto como consecuencia del viaje de Rous y luego otro intento, presentado por Nin el 7. 12. en una reunión de gabinete ( o sea cuando la coalición revolucionaria ya estaba a punto de rotura). Después, el Cónsul General Antonov-Ovseenko habría amenazado a Companys con el cese de la ayuda soviética.
(107) Archivo Trotski de la Universidad de Harvard, 1038. Un día antes había escrito al IS, que tuvo una conversación con Nin y Molins, «qui m'ont exprimé leur désir de vouloir applaisir les désaccords et prendre des rapports avec le S.I.» (14 008).
(108) Comentarios no publicados de Andrade acerca del informe de Fosco (Archivo privado de Pelai Pagès).
(109) Fosco, Mon rôle (Nota 106), págs.625 y sig.
(110) Véase n.º 5, 7.8.1936, y n.º 14, 18. 8. 1936.
(111) Véase «Premières leçons d'Espagne» en Trotsky, La révolution espagnole, págs.339-347, y «Las primeras lecciones de la Revolución española» en La Batalla n.º 22, 27. 8. 1936. A modo de introducción se decía allí: «(...) esperamos que todos los revolucionarios españoles comprenderán con nosotros el valor de la cooperación teórica del gran revolucionario en nuestro movimiento».
(112) Véase al respecto las indicaciones de Broué en una nota a pie de página en Trotski, La révolution espagnole, págs.335 y sig.
(113) Publicado en ibídem, pág. 736.
(114) Véase por ej. Trotsky, La conference projetée à Barcelone, en Trotsky, La révolution espagnole, pág. 362-365.
(115) Véase en relación con este tema Willy Buschak, Das Londoner Büro. Europäische Linkssozialisten in der Zwischenkriegszeit, Amsterdam 1985.
(116) Véase por ej. «La importància internacional de la nostra revolució», en Avant, no. 11, 30. 7. 1937, «La revolución española esperanza del movimiento obrero internacional», en La Batalla, y Andreu Nin, «Per una internacional revolucionaria», en L’Hora, 30. 4. 1937.
(117) Véase los comentarios en Tosstorff, Die POUM, págs. 297-308.
(118) La
contestación de Gorkin a la carta de la IV Internacional en el archivo Trotski,
14 517.
(119) Véase
«Octavio Fernández se souvient», en Cahiers León Trotski,n.ºs 26, junio 1986,
págs. 61-80.
(120) Véase
«EL POUM no es trotskista, dice Trotski» en La Batalla, n.º 175, 21.2.1937
(también en Trotski, La révolution espagnole, págs. 355-359), y «A propósito de
unas declaraciones de Trotski sobre el P.O.U.M.», en no. 200, 25.3.1937.
(121)
Spectator, «Sobre la cuestión del trotskismo», en n.º 222, 20.4.1937, Gorkin,
«Ni stalinistas, ni trotskistas», en no. 200, 22. 4. 1937, y «El Trotskismo y
el P.O.U.M.», en n.º 226, 24.4.1937.
(122)
Publicadas en Trotski, La révolution espagnole, págs. 360-370.
(123) Véase
los extractos referentes a España de los interrogatorios, ibídem pág.
374-381.
(124) «La
Victoire est-elle possible?», en ibídem, pág. 382-392.
(125)
«L’assessinat d’Andrés Nin par les agents du G.P.U.», en: ibídem, págs.
408-411.
(126) «...U
vas gotov i prigovor. Kak Trockogo isklju?ali iz Kominterna», en Oto?estvennyje
archivy,n.º 1, 1992, págs. 76-88, aquí pág. 81.
(127) Véase
su descripción en un discurso del 30.1.1937, publicado en Nin, La revolución,
págs. 252-257: «Yo lamento no tener en este momento en la mano un ejemplar de
la publicación de la División Marx (del PSUC, R.T.), en el que aparece una
caricatura en la cual estoy del brazo del general Franco, juntamente con un
artículo del mismo tono, donde se dice que yo no he tenido que trabajar nunca,
porque siempre he cobrado de Hitler.» (pág. 254)
(128) Dr. Joseph Goebbels, «Der Bolschewismus in
Theorie und Praxis», en Der Parteitag der Ehre vom 8. bis 14. September 1936.
Offizieller Bericht über den Verlauf des Reichsparteitages mit sämtlichen
Kongreßdaten, München 1936, págs. 97-123, aquí pág. 119.
(129) Cit.
en Solano, Nin, pág. 46.
Edición
digital de la Fundación Andreu Nin, julio 2004
(49) Juan
Andrade, «El P.S.U.C. pone las cartas boca arriba», en La Batalla, n.o 116, 15.
12. 1936. También en Juan Andrade, La revolución española día a día, Barcelona
1979, págs.47 y sig. aquí pág.48
Juan Andrade, El P.S.U.C. pone las
cartas boca arriba
Ha adquirido
estado público la crisis del Consejo de la Generalidad. La crisis, en realidad,
estaba planteada hace tiempo y todo el mundo sabía hace días, a qué atenerse.
Sin embargo, la causa oficial que ha provocado su publicidad, ha sido diversa a
la que efectivamente había ocasionado el estado latente de crisis que existía.
Por si alguna duda cupiese sobre esto, el domingo mismo, unas declaraciones de
Comorera, aparecidas en “Treball”, nos aclaran de manera definitiva todo el
verdadero fondo político de la cuestión (19).
Lo que sabíamos e insinuábamos y decíamos hace días, se confirma plenamente de
modo oficial por parte del representante máximo del partido responsable.
El fondo de
la crisis consiste exclusivamente en el propósito de eliminar del Consejo de la
Generalidad a nuestro partido. Aunque parezca paradójico, no ha sido las
fracciones pequeñaburguesas las que han planteado la necesidad de la
eliminación de un partido obrero revolucionario. La iniciativa, la propuesta y
la intransigencia han surguido de un partido que se dice proletario y que en
parte se nutre de sus militantes obreros. Y aún es más paradógico el hecho de
que lo que pretende el P.S.U.C. sea expulsar a nuestro partido para facilitar
cómodamente un retorno hacia las posiciones anteriores de la república
democrática.
La posición
pública adoptada por los mencheviques catalanes, facilitará bastante el
esclarecimiento del desarrollo político de los acontecimientos y la comprensión
de las diferentes concepciones. El P.S.U.C. ha puesto las cartas boca arriba.
Claramente expresa que prefiere la mejor convivencia amistosa y claudicante con
las fracciones pequeñaburguesas, que la unidad de acción, sobre una plataforma
revolucionaria, con las organizaciones proletarias. En unión con las primeras
trata de construir un dique que se oponga a los avances revolucionarios de los trabajadores,
que expresan sus anhelos a través del P.O.U.M. y de la C.N.T.
La
revolución española se encuentra en un momento fundamentalmente crítico. El
litigio político planteado ahora en Cataluña no esmeramente un simple conflicto
entre organizaciones. En sencillamente, todo el curso futuro de la revolución,
lo que está sobre el tapete. En este sentido, la salida que se dé a la crisis
ha de tener una repercusión cuyo alcance ha de canalizarse en las formas de
Gobierno anteriores al 18 de julio o de si ha de culminar la revolución en un
régimen socialista.
El P.S.U.C.,
a pesar de su mosaico de tendencias, está inspirado por la Internacional
Comunista. Traduce a la situación española el criterio político actual de la
III Internacional Comunista. Traduce a la situación española el criterio
político actual de la III Internacional Comunista, basado en la concepción del
Frente Popular; expone, amplía y vulgariza las consignas democráticas
pequeñaburguesas en oposición a la concepción de la revolución internacional.
Partiendo de esa base, el P.S.U.C. ha emprendido la ofensiva contra el
P.O.U.M., porque estima que nuestro Partido representa los sentimientos
revolucionarios de las masas trabajadoras españolas.
Hasta ahora,
de forma solapada, se ha venido realizando una campaña sistemática presentadndo
a nuestro Partido y militantes como escisionistas y enemigos de la unidad. La
especulación realizada en torno a la unidad tenía como objetivo explotar los
sentimientos de los trabajadores. Con las declaraciones aparecidas en
"Treball", la cuestión se aclara más a la luz del día.
Deliberadamente, el P.S.U.C. se ponía por anticipado la venda. Perseguiendo el
propósito de romper la unidad de acción de los trabajadores, quería achacarnos
su intención escisionista. Por eso, día tras día, sin concretar ni probar sus
acusaciones, ha pretendido cargarnos con el sambenito de enemigos de la unidad,
para preparar el ambiente propicio a su presente actitud.
Ya hemos
aludido den otra ocasión, a que la nominal mayoría obrera del Consejo de la
Generalidad quedó convertida desde su constitución en minoría, a consecuencia
de que un partido que se titula marxista, cae políticamente del lado de las
fracciones pequeñoburguesas en lugar de parte del proletariado. A la socialdemocracia
le corresponde desde 1914 la misión de agente de la burguesía en el seno del
movimiento obrero; el comunismo oficial, pues no otra cosa es el P.S.U.C., es ideológica
y prácticamente el instrumento de las fracciones pequeñoburguesas demócratas.
En esta calidad, viene actuando el P.S.U.C., desde hace semanas, con la
finalidad de eliminar a nuestro Partido de toda política. La maniobra ha
adquirido en estos momentos su mayor volumen.
Sin embargo,
podemos decir que, a pesar de todo, la revolución entra en Cataluña en una
fase. Sobre una cuestión circunstancial se ha producido el acuerdo general
tácito de las dos organizaciones, C.N.T. y P.O.U.M., y un mayor estrechamiento
entre las fracciones pequeñaburguesas y sus gentes. El problema está ahora más
claramente planteado. El crecimiento de la hegemonía del proletariado en la
revolución está al orden del día.
(19) Camorera realizó las declaraciones a
"Treball" el 13 de diciembre de 1936, una vez planteada ya la crisis
en el Consejo de la Generalitat. En ellas afirma que " existe motivos
fundamentales y suficientemente demostrados que este organismo ( se refería al
P.O.U.M.) ha sido desleal con el Gobierno”, y, además, que "el P.O.U.M. ha
iniciado una campaña innoble de ataques y de injurias contra el gran país
proletario amigo nuestro, utilizando precisamente los mismos argumentos de los
fascistas alemán e italiano. Un grupito que procede así es un elemento
perturbador que es preciso marginar. Combatir a la URSS en este momento es
hacer obra de traición. Nosotros somos incompatibles con los traidores" (traducido
del catalán)
Joan Comorera i Soler
Treball
Andrés Nin.
La acción directa del proletariado y la revolución española (Julio de 1936)
Trotsky, el POUM y los hechos de mayo. Andy Durgan
1933-12
Reacción y Revolución en España [Nin]
Las
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Vida, obra y
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, 2009
Partido Obrero de Unificación Marxista
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