martes, 20 de noviembre de 2012

¿A qué debemos esperar? La revolución y los sufrimientos de las clases oprimidas



Por José Antonio Delgado, el jueves, 11 de octubre de 2012
Los índices de desempleo no dejan de aumentar y aquellos trabajadores que aún conservan su trabajo ven mermar su salario, sus derechos y su capacidad adquisitiva de manera galopante. La cobertura social al desempleo y la pobreza es cada vez más reducida. La pobreza y la desnutrición se extienden alarmantemente a un número creciente de personas. La educación, la sanidad, la cultura se restringe a unos pocos privilegiados. El ritmo de pauperización de los trabajadores y las clases populares se acelerará, muy probablemente, en los próximos meses y años, de tal modo que en poco tiempo la situación de pobreza y miseria se hará extensible a muchos millones de personas. Por otro lado, comprobamos como la rentas mas altas, lejos de disminuir, aumentan considerablemente y desde las instituciones del estado se impone la más absoluta austeridad popular mientras se destinan centenares de miles de millones a ayudar al sector financiero, mantener al alza el presupuesto militar y el boato de la iglesia católica, la élite política y una casa real en franco desprestigio.
 ¿Se podría decir, ante todo esto, que se dan las condiciones para el surgimiento de un proceso revolucionario? ¿Qué podemos esperar? Y sobre todo, ¿A qué debemos esperar?
 Lenin observaba tres síntomas distintivos de una situación revolucionaria:

1.     “La imposibilidad para las clases dominantes de mantener inmutable su dominación; tal o cual crisis de las “alturas”, una crisis en la política de la clase dominante que abre una grieta por la que irrumpe el descontento y la indignación de las clases oprimidas. Para que estalle la revolución no suele bastar que “los de abajo no quieran”, sino que hace falta, además, que “los de arriba no puedan” seguir viviendo como hasta entonces.”
2.     “Una agravación, fuera de lo común, de la miseria y de los sufrimientos de las clases oprimidas.”
3.     “ Una intensificación considerable, por estas causas, de la actividad de las masas, que en tiempos de “paz” se dejan expoliar tranquilamente, pero que en épocas turbulentas son empujadas, tanto por toda la situación de crisis, como por los mismos “de arriba”, a una acción histórica independiente”
(Lenin- Sobre la táctica y la estrategia)1
 LOS SUFRIMIENTOS DE LAS CLASES OPRIMIDAS Y UNA ACCIÓN HISTÓRICA INDEPENDIENTE
 En nuestras circunstancias actuales, un análisis no muy profundo parecería hacer visibles los dos últimos síntomas enunciados por Lenin: es indudable que en estos momentos se produce una agravación, fuera de lo común, de la miseria y de los sufrimientos de las clases oprimidas (2), lo que no parece estar tan claro es que las masas hayan sido empujadas a una acción histórica independiente (3).
 De momento solo hemos sido testigos del malestar popular reflejado en diferentes e infructuosas movilizaciones y protestas de diverso signo y pretensiones, casi todas caracterizadas por una patente dependencia de la ideología dominante y una singular carencia organizativa y estratégica, cuando no claramente dirigidas y manipuladas por ciertas instancias de los poderes político-empresariales. El papel de las organizaciones sindicales mayoritarias y, sobre todo, de sus cúpulas dirigentes, ha sido tan groseramente claudicante y conciliador, tan cercano al discurso y los intereses de la burguesía, que resultaría grotesco pretender atribuirles cualquier acción independiente. La exigua fuerza numérica de los sindicatos “minoritarios” nos hace pensar que, aunque independientes en los mejores casos, no pueden se considerados actividades de las masas.
 Las organizaciones políticas de la “izquierda” reformista, no plantean ningún argumento que dirija a las masas a objetivos ajenos al sistema y a la legitimidad de la democracia burguesa y junto con los cambiantes, multicolores y manipulables movimientos sociales, apolitizantes, interclasistas, de una sobrecogedora ingenuidad e inmadurez política, representan un serio obstáculo al desarrollo de una acción independiente de las masas con efectos realmente revolucionarios o transformadores.
 Finalmente, la influencia de los partidos comunistas ha sido de momento tan escasa en las masas que cualquier propósito revolucionario a corto plazo resulta descabellado...

 CUANDO LOS DE ABAJO NO QUIERAN Y LOS DE ARRIBA NO PUEDAN.
 Se nos hace muy difícil en estos momentos ser capaces de ver esa grieta por la que irrumpa el descontento y la indignación de las clases oprimidas, tal y como Lenin describe el primero, y quizás mas importante, de los síntomas expuestos en su análisis. Creemos que, sin duda, este es el menos maduro de los síntomas observables en nuestras circunstancias actuales: no sólo no está claro que todos los de abajo no quieran sino que además no se evidencia que los de arriba no puedan seguir viviendo como hasta ahora. A pesar de la contundencia con la que Lenin determina la posibilidad de una revolución - “Sin estos cambios (síntomas) objetivos, no sólo independientes de la voluntad de los distintos grupos y partidos, sino también de la voluntad de las diferentes clases, la revolución es, por regla general, imposible. ” - nos creemos en la obligación y la necesidad de buscar la vías y tácticas necesarias para que esa posibilidad madure a medio plazo, la urgencia de influir sobre la espeluznante situación social que nos azota nos lo exige, porque parafraseando al Lenin de ese mismo texto el capitalismo no caerá si no se le hace caer.
 Esa es, en estos momentos, la tarea revolucionaria, la de propiciar la madurez de esos síntomas objetivos a través de la acción ideológica y política, organizativa, táctica y estratégica, creando al mismo tiempo los factores subjetivos que lo permitan:
 “Porque no toda situación revolucionaria origina una revolución, sino tan sólo la situación en que a los cambios objetivos arriba enumerados se agrega un cambio subjetivo, a saber: la capacidad de la clase revolucionaria a llevar a cabo acciones revolucionarias de masas lo suficientemente fuertes para romper (o quebrantar) el viejo gobierno, que nunca, ni siquiera en las épocas de crisis, “caerá” si no se le “hace caer”.
 No debemos esperar a que las condiciones nos vengan dadas. No podemos, sin embargo, sumarnos al engaño de promesas reformistas que, como hemos comprobado repetidamente en nuestras propias carnes, no son sino la prolongación de la miseria y la explotación. Debemos, eso sí, luchar ya mismo para reconducir las sangrantes condiciones económicas y sociales que nos golpean en el largo camino de la revolución. La urgencia de luchar contra las criminales condiciones en las que el capitalismo decadente sume cada vez de manera mas salvaje a las clases oprimidas forma parte inexcusable del camino revolucionario.
 1  Un trabajo realizado en 1915 titulado "LA BANCARROTA DE LA II  NTERNACIONAL." OBRAS, TOMO V (1913-1916) de V. I. Lenin
En la página 100
http://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oe12/lenin-obrasescogidas05-12.pdf


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