La Batalla 17 octubre 1936. Nº 69
Como teníamos anunciado, habló noche
desde el micrófono de la emisora del Partido Obrero de Unificación Marxista el
consejero de Justicia. Andrés Nin, secretario político de nuestro Partido.
La conferencia versó el tema de los
recientes tribunales populares por él creado y concepto de la justicia
proletaria.
Comenzó diciendo que era necesario
comprender el alcance de la situación política actual a través de las medidas
adoptadas por el Consejo de la Generalidad.
La lucha no está entablada-añadió- como
creen algunos entre democracia burguesa y fascismo, sino que el dilema está
planteado entre fascismo o socialismo.
Es un error considerar que el 19 de el que
su sangre derramada sea infrucnarquía. Solo la perseverante y revolucionaria
del proletariado en el poder es capaz de destruir todos los vestigios de la
burguesía que todavía tiene raíces en el germen de la nueva sociedad.
La guerra civil ha roto-continuó diciendo-
el equilibrio de un régimen social basado en el poderío económico de unos sobre
la inmensa mayoría de trabajadores. La consecuencia inevitable de esta de
trabajadores. La consecuencia inevitable de esta perturbación ha sido el
desorden económico dentro de la nueva orientación social que hoy está el
proletariado español interesado en acelerar, porque de su decidida,
intervención en los nuevos destinos de la sociedad que surge depende la suerte
para una etapa más o menos larga no sólo del
proletariado de España, sino de todo el mundo.
No podemos esperar nada del régimen burgués
que se hunde. El proletariado si vuelve la cabeza hacia atrás sólo tiene la
visión horrible de la miseria y el hambre. Nada podemos esperar de los que nos
han mantenido con promesas mientras nos preparaban la trampa del fascismo que
el proletariado supo contener con las armas en la mano en la acción memorable
del 6 de octubre y por segunda y última vez el 19 de julio.
De la conciencia que el proletariado tenga
de la responsabilidad de su misión en la actual guerra civil depende del que su
sangre derramada sea infructuosa o fecunda.
El trabajador debe desconfiar de los que aun
hoy hablan de la defensa de la democracia. El nuevo orden social sólo es capaz
de llevarlo hasta el fin un Gobierno obrero.
En Cataluña se ha formado un
Gobierno-agregó- que debe servir de estímulo y ejemplo al proletariado del
resto de España. Constitución este Gobierno por
una mayoría de representantes obreros y por parte de la pequeña
burguesía va cumplimiento paso a paso
los fines que se propuso.
El Partido Obrero DE Unificación Marxista
participó en este Gobierno con dos condiciones que vamos viendo cumplidas:
Que el Gobierno estuviera formado por una
mayoría obrera, y que este Gobierno debiera emprender inmediatamente una obra
socialista.
A este propósito debemos anunciar un decreto
para dentro de breves días sobre la socialización de las grandes industrias.
El objetivo principal de nuestra
participación en el Gobierno de la Generalidad es la realización de una 538
obra socialista que nos esforzaremos todo lo necesario para vería cumplidamente
realizada.
Si en obra así, si hubiera un instante de
vacilación en obra a emprender, tenedlo bien presente, trabajadores que me
escucháis, el P.O.U.M. no cabría hoy ocupa.
Al formarse el nuevo Gobierno, el P.O.U.M.
no protestó de la manifiesta injusticia que se le hacía al darle en su seno una
representación muy inferior a la que por su fuerza política le correspondía.
Injusticia, que se ha visto coronada al constituirse con la misma
representación que en el Gobierno, los Ayuntamientos de reciente promulgación.
El Departamento de Justicia que nos
correspondía tiene en los momentos
actuales una importancia extraordinaria.
Nosotros concebimos la justicia no como un
ente abstracto que está situado por encima de las clases a quienes juzga
imparcialmente.
Para los marxistas la justicia ha sido
siempre el régimen de lucha de clases el arma de que se ha valido el más
poderoso para aplastar a su enemigo. La justicia tiene el signo de la clase que
domina. Antes detendrá la propiedad privada. Hoy la socialización económica. Por
eso podemos asegurar que ahora la justicia está al servicio de la clase
trabajadora revolucionaria, que el régimen actual exige.
Dijimos el primer día y ahora lo repetimos,
que nosotros estamos en la Consejería para legislar sobre lo que ya el primeriado
va realizar en la calle.
La justicia burguesa no debe quedar nada en
pie. Todo tiene que renovarse. Por eso no nos sirven los Códigos antiguos que
tenían como misión defender el Código burgués.
La república nada hizo. Y su justicia ni
siquiera sirvió para evitar la guerra civil que se perpetró desde que los
republicanos indultaron, el 14 de abril, a los monárquicos que han venido desde
entonces completando descaradamente contra los obreros.
Todavía hoy rige Código monárquico. Creemos
en la necesidad de destruir esta máquina que durante siglos ha ido torturando
la carne del proletariado. Nosotros defenderemos el nuevo orden. Democrático
porque emana de la clase productora que es la mayoría.
Los jurados populares han hecho una buena
labor, pero tenía algunos defectos uno de ellos el de juzgar los delitos
militares con el Código monárquico.
Los delitos surgidos de la guerra civil y de
la misma lucha antifascista nos obligan a formar nuevos organismos y Tribunales
populares en todas las provincias.
El Tribunal Popular que se ha formado por
decreto, tiene como objetivo primordial, garantizar la integridad de las
conquistas proletarias, que contribuyen a su victoria en la guerra.
La constitución del Tribunal Popular es una
promesa de justicia en contra de los que pretendieran a propio riesgo deshonrar
la revolución con actos irresponsables.
El índice de delitos que sancionan los
nuevos tribunales son nuevos y surgidos de la enorme tensión en que se
desarrolla la lucha entre burguesía y proletariado. Entre el proletariado que
crea una legalidad revolucionaria y el burgués que no se resigna a perder sus
privilegios.
Los antiguos tribunales estaban compuestos
por profesionales especializados en la aplicación de un Código que contenía
todos los recursos para justificar y sancionar los abusos de los poderosos
contra los oprimidos.
Nuestro Tribunal no engaña a nadie porque
tiene por misión defender a la clase trabajadora.
El Consejero de Justicia tiene a que los
Tribunales sean obreros.
El acusado puede elegir a su defensor aunque
no sea profesional o, si lo desea, a él mismo. Cualquier ciudadano puede
defenderlo si es preciso.
Otra de las cualidades que garantizan a
estos organismos, es la rapidez en que resuelven los casos limitando el tiempo
a 48 horas.
Los juicios del tribunal son de acuerdo con
la conciencia revolucionaria.
Hemos podido comprobar casos en que el
sentimiento de algunos fomentaba a algunos el germen de la traición y en otros,
la relaciones más o menos parentescas o amistosas podía llegar a comprometer la
fuerza de la revolución. Esto queremos suprimirlo, cueste lo que cueste.
Generalmente las condenas a 30 años o de
reclusión perpetua son escamoteos a la verdadera justicia que reclama la salud
de la revolución. Las sentencias deben de ser inapelables. Son momentos de guerra
civil y los tribunales no pueden ser flojos porque esto sería la muerte de la
revolución.
El tribunal debe ser fuerte contra un
enemigo que tiene un poderoso aliado, en el fascismo extranjero que le envía
aviones, tanques y municiones.
Los tribunales serán también inexorables con
los que deshonren a la revolución.
Estamos realizando el primer paso de una
transformación jurídica. Pero no nos detendremos aquí. Solo responderemos de lo
que hay en la calle. Vamos a una transformación social. A los que crean que
nuestros decretos son atrevidos, les decimos que iremos más adelante. Los
tribunales son el complemento de la labor que realizan en el campo de batalla
nuestras milicias.
Vamos a la cabeza de la revolución española
y sabemos que nos juzgamos el porvenir, y no solamente el de la clase
trabajadora española. Y con la mirada fija en el proletariado del mundo entero
decimos que nuestra consigna es “Hasta el fin. Hasta morir o vencer”. “Por el
triunfo de la revolución internacional”
Fuente:
Del libro
Andreu Nin Por la unificación marxista
Miguel
Catellote, Editor- 1.978 (Escritos políticos- Edición bilingüe)
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