¿Es Rusia un
país imperialista?
28 DE
SEPTIEMBRE DE 2014
Intentar
responder a una pregunta como esta, de perogrullo, indica el pésimo momento en
el que se encuentra el movimiento comunista internacional, preocupado por
diversos temas en los que pierde sus desenfocadas energías, pero ajeno y lejano
al verdadero fondo de la cuestión: el régimen de propiedad, las condiciones
materiales, el conocimiento de las herramientas del análisis marxista para
entender la realidad concreta en pos de la destrucción del capitalismo y la
construcción de una sociedad sin clases y, por lo tanto, sin explotación.
El escaso
interés por la formación de cuadros y por
la teoría marxista que sufre el movimiento comunista internacional,
en esta época de blogs y de ”libertad de opinión” en la que todos creemos
que sabemos de todo sin necesidad de esfuerzo intelectual, hace que muchos
consideren hoy, incluso grandes líderes de partidos, que Rusia no es un país
imperialista.
Argumentan
con esta idea a bote pronto, sin ninguna reflexión en profundidad, que la Rusia
de Putin no es militarmente expansionista, que no ataca a
otros países, que no invade ni bombardea a otros pueblos; y lo dicen, ya
hemos dicho, a la ligera, dando por sentado que el imperialismo es un concepto
específicamente militar, y no económico cuando, muy al contrario, Lenin,
que lo definió con nítida claridad ”como la fase superior del capitalismo”,
dejo certeramente descrito que su característica más notable es la expansión
económica, la acumulación de capital en corporaciones multinacionales, y la
lucha continua entra las potencias por los recursos ajenos, no necesariamente
mediante el uso del ejército o la guerra contra las otras potencias.
Lenin en,
sino la mas, una de sus más brillantes obras, El Imperialismo, fase superior
del capitalismo, define, en grandes líneas, los rasgos fundamentales de la
época del imperialismo.
El
imperialismo se caracteriza por los siguientes rasgos fundamentales:
- El elevado
desarrollo de la producción capitalista, que se concentra en unos pocos grandes
monopolios, fenómeno que puede observarse (entonces y hoy en día) en todos los
países. Unas pocas empresas controlan cada sector (telefonía, transportes,
etc.) frente a los rasgos iniciales del capitalismo (donde en cada sector
competían muchos pequeños productores).
- El nuevo
papel de los bancos y la fusión de éstos con el capital industrial, que llevan
a la formación del capital financiero y al poder de la oligarquía financiera.
Los bancos ya no son pequeños prestamistas. Los volúmenes de capital en liza
son tan grandes que su actividad se vuelve imprescindible para la producción.
Además, la información y la capacidad de incidencia que tienen los bancos los
convierten en un centro decisivo (y decisorio) para la economía de cada país.
Como explica Lenin, citando a un economista burgués de la época: “la unión
personal de los bancos y la industria se completa con la unión personal de
ambos con el gobierno. Los puestos en los consejos de administración son
confiados voluntariamente a personalidades de renombre así como a antiguos
funcionarios del Estado, los cuales pueden facilitar en grado considerable las
relaciones con las autoridades”. La descripción no puede ser más actual.
- La
exportación de capital adquiere una gran importancia respecto a la exportación
de mercancías, característica de la fase precedente. Esto facilita la
penetración y el expolio de las grandes potencias contra los países menos
desarrollados.
- La
formación de „asociaciones” de capitalistas internacionales que se reparten el
mundo, y la finalización del reparto territorial del mundo entre las potencias
capitalistas más importantes. En la época del librecambio, en el siglo XIX, las
burguesías de los distintos países buscaban nuevos países para obtener más
materias primas y nuevos mercados donde colocar sus mercancías. Dicho proceso
ya terminó. El mundo, repartido territorialmente de forma completa y concreta,
hace que las potencias se tengan que desplazar o someter a otros países (o a
otras potencias) si pretende obtener más materias primas o ampliar su mercado.
Y si no lo hace las que sí lo hagan se acabarán haciendo más poderosas. Es
decir, las potencias solo pueden crecer quitando mercado a las otras, por la
vía militar o, lo más habitual, por la competencia comercial (evidentemente,
ambas vías no están siempre autoexcluidas una de la otra, y en las más de las
ocasiones van de la mano).
Con todo
ello se formará lo que se conoce como una cadena imperialista. Es decir, una
jerarquía entre las distintas potencias cuyos eslabones de alianza y
dependencia (o sometimiento) se establecen según la fuerza (política y militar)
y según el capital que poseen. Para poder competir y desarrollarse cada
potencia se ve sometida al papel que ocupa en dicha cadena. Dadas estas
condiciones el sistema político que prevalece es un sistema imperialista ,
propio de aquellas potencias que se colocan a la cabeza para dominar al resto
de países a costa de someterlos de una u otra manera.
Realmente,
el dominio de los monopolios sobre la economía mundial es hoy día una
realidad mucho más abrumadora. Según un estudio del año 2011, en el que se analizan las relaciones
económicas de 43.060 multinacionales, se concluye que 737controlan el 80% del
valor accionarial total. De este pequeño núcleo, tan sólo 147 poseen el 40% del
valor de todas las multinacionales analizadas. El papel del capital financiero
en ese control queda evidenciado cuando de ese grupo, aún más reducido, dos
terceras partes son entidades financieras.
El dominio de esta oligarquía parásita sobre la economía mundial, lejos de introducir más estabilidad, acentúa su caos. Lenin señala que, en la etapa imperialista, la contradicción fundamental del sistema, la que existe entre el carácter social de la producción y la apropiación individual de los beneficios, se exacerba aún más. La crisis actual, la más importante desde los años 30 y que todavía no ha tocado fondo, es un exponente de cómo los intereses particulares de una minoría insultante mente rica pueden arrastrar a la mayoría de la sociedad, y a las propias fuerzas productivas, a una situación catastrófica. Lenin, recordando las ideas fundamentales de Marx y Engels, plantea que la propiedad privada “constituye una envoltura que no responde ya al contenido”, es decir, al desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas.
¿Alguien no ve a Rusia tras estas definiciones? ¿O a China? China acaba de dar un golpe mortal al mercado de la venta online en Wallstreet con su famosa Alibaba, para enriquecer a sus inversores, y está llenando de empresas multinacionales Europa. Lo mismo sucede con las inversiones de las empresas rusas en África, Asia, América o la misma Europa.
No ver los
intereses imperialistas de China o Rusia detrás de sus acciones,
aparentemente humanitarias, en Siria, Irak, Libia o Georgia y,
por supuesto, Ucrania, es no querer quitarse la venda de los ojos. Se trata de
una guerra por la acumulación de capital, una lucha por la
apropiación mayor de las plusvalías y los beneficios, y, en este
sentido, que nos caiga o no mejor un imperio que otro responde a debilidades
idealistas o sentimientos subjetivos, y no a análisis científicos,
tal y como debe actuar alguien que se considera a sí mismo comunista, y, por
ende, marxista.
El fácil oportunismo en el que caen gran parte de los comunistas, dejándose llevar por los vientos más favorables o posicionándose según el parecer de conversación de pincho y cerveza, mucho más cómodo, ciertamente, que el poner en movimiento las circunvalaciones cerebrales y leerse a los teóricos del marxismo y conocer las experiencias pasadas para entender la realidad presente, hace que se tienda a ocultar, o a no entender, que, como dejó claro Lenin, el capitalismo monopolista se relaciona con cada país capitalista, que la burguesía de cada país participa en las diversas uniones imperialistas y en la red de las relaciones internacionales entre los países capitalistas para la promoción de sus intereses y en base al poder (económico, político y militar) de cada estado burgués, por mucho que sus fines se oculten tras la apariencia de un nacionalismo liberador o de la defensa ante el imperialismo de otra potencia más fuerte o en decadencia. En este sentido, los oportunistas o comodones de hoy aplauden con las orejas a organizaciones con rostro simpático como la de los BRICS, formada por cinco países donde la clase trabajadora está, no obstante, pisoteada, tanto o más como en la U.E. o EE.UU.
¿Cuál puede
ser el motivo? Quizás por el egoismo, típico también de los oportunistas, que
tienden a juzgar todo según los intereses, sentimientos o situación personal y,
por lo tanto, ven a los polos imperialistas enemigos del imperialismo que les
somete a ellos mismos, a través de la sumisión de sus gobiernos o por la mayor
influencia de sus grandes corporaciones, como su salvación, también personal,
futura (en un típico pensamiento mesiánico propio de una mentalidad poco
científica y racional), sin pensar por un momento, !que les importa!, en los
que sufren la explotación bajo las botas de las potencias capitalistas
emergentes. Está claro que toda oposición contra el imperio encabezado por
Estados Unidos hay que saludarla, sin dejar de estar atentos, por supuesto, a
si las alternativas lo son realmente o, simplemente, se trata de nuevas cabezas
del sistema imperialista que es el capitalismo en su última fase.
Por último,
creemos necesario recordar que la historia del siglo XX enseña que de la lucha
imperialista por los mercados se pasa a las guerras de redivisión. Las dos
Guerra Mundiales del siglo pasado demostraron que las inmensas destrucciones a
que conducen estas suponen un momento de debilidad pero también de renacimiento
del capitalismo una vez eliminados mediante la guerra de excedentes de
producción e inmensas cantidades de fuerzas productivas. El capitalismo muere,
pero también renace, en las guerras de redivisión. Por ello, es en estos
momentos de tensión interimperialista, como la actual en que se configuran dos
polos en torno a Estados Unidos y a China-Rusia, es cuando los comunistas han
de organizarse para aprovechar las circunstancias. Fueron, no obstante, las dos
guerras mundiales las que dieron lugar a los dos momentos álgidos del
movimiento comunista: el triunfo de la Revolución Soviética y la victoria de la
URSS y la extensión del socialismo por medio mundo, dando lugar a otras
revoluciones triunfantes como la china. Esa debilidad de las potencias en el
marco de los conflictos interimperialistas en ciernes, como en actual, hay que
aprovecharla, y en este sentido es importante subrayar la consigna de Lenin,
"Guerra revolucionaria contra la guerra imperialista".
Se trata, pues, de dejar de recurrir a salvadores y libertadores idealizados, aunque tengan como columna de su sistema el régimen de propiedad capitalista, llevados por la mayor comodidad de ser rescatados para poder seguir pasando el rato sintiéndonos "revolucionarios" desde nuestro salón, ordenador o bareto, y de ponernos manos a la obra para reconstruir un partido comunista con el único y exclusivo objetivo de derrocar a la clase capitalista, poner las bases de una sociedad socialista y caminar, sin miedo, sin piedad y sin descanso, hacia una sociedad sin explotación y sin clases: el comunismo.
En definitiva, mientras no se acabe a nivel planetario con el capitalismo, mientras se aspire o nos conformemos con la coexistencia, al bárbaro monstruo capitalista no le pararán jamás de crecer nuevas cabezas.
El
imperialismo, fase superior del capitalismo
Lenin
expresa en esta obra los rasgos fundamentales de la época del imperialismo.
El
imperialismo se
caracteriza por los siguientes rasgos fundamentales:
- El elevado desarrollo de la
producción capitalista se ha concentrado en unos pocos grandes monopolios
y este fenómeno puede observarse (entonces y hoy en día) en todos los
países. Unas pocas empresas controlan cada sector (telefonía, transportes,
etc.) frente a los rasgos iniciales del capitalismo (donde en cada sector
competían muchos pequeños productores).
- El nuevo papel de los bancos y
la fusión de estos con el capital industrial llevan a la formación del
capital financiero y al poder de la oligarquía financiera. Los bancos ya
no son pequeños prestamistas. Los volúmenes de capital en liza son tan
grandes que su actividad se vuelve imprescindible para la producción. Aún
más, la información y la capacidad de incidencia que tienen los bancos los
convierten en un centro decisivo (y decisorio) para la economía de cada
país.
- La exportación de capital
adquiere una gran importancia respecto a la exportación de mercancías,
característica de la fase precedente. Esto facilita la penetración y el
expolio de las grandes potencias contra los países menos desarrollados.
- La formación de asociaciones de
capitalistas internacionales que se reparten el mundo, y la terminación
del reparto territorial del mundo entre las potencias capitalistas más
importantes. En la época del librecambio, en el siglo XIX, las burguesías
de los distintos países buscaban nuevos países para obtener más materias
primas y nuevos mercados donde colocar sus mercancías. Dicho proceso ha
terminado. El mundo se ha repartido territorialmente de forma completa y
concreta. Esto obliga a cualquier potencia a desplazar o someter a otros
países (o a otras potencias) si pretende obtener más materias primas o
ampliar su mercado. Y si no lo hace las que sí lo hagan se acabarán
haciendo más poderosas.
Con todo
ello se formará lo que se conoce como una cadena imperialista. Es decir, una
jerarquía entre las distintas potencias cuyos eslabones de alianza y
dependencia (o sometimiento) se establecen según la fuerza (política y militar)
y según el capital que poseen. Para poder competir y desarrollarse cada
potencia se ve sometida al papel que ocupa en dicha cadena. Dadas estas
condiciones el sistema político que prevalece es un sistema imperialista , propio de aquellas potencias
que se colocan a la cabeza para dominar al resto de países a costa de
someterlos de una u otra manera
La Rusia
actual: ¿el imperialismo bueno?
"Es
mentira que Rusia es imperialista"
Publicado el
17 feb. 2017
Columna de
opinión de José Antonio Egido, licenciado en Ciencia
Política y Sociología, quien analiza el rol de Rusia en el contexto político
mundial.
José Antonio
Egido
Sobre República
Popular China
República
Popular China
Rusia y China países
imperialistas
en google
Rusia y
China: Modernos desafíos imperialistas. Puntos de vista del capital
imperialista ruso
China pide alianza con Rusia para un nuevo orden mundial
SE TE HA
PUESTO CARA DE TRUMP
No hay imperialismo menos malo, todos significan explotación, rapiña,
saqueo, guerra, muerte.
DISCURSO de Giorgos Marinos, miembro del Buró Político del CC del KKE en
el 18º Encuentro Internacional de Partidos Comunistas y Obreros en Vietnam
Eurasianismo,
la Cuarta Teoría Política y la "Nueva Derecha" europea. «El Espía
Digital»: la extrema derecha española como repetidor de la propaganda de guerra
rusa. Alexander Dugin: El hombre en la sombra que inspira a Putin
SIRIA -
El escalonamiento de la confrontación pasa a una nueva fase
TIEMPOS
OSCUROS DE CONFUSIÓN IDEOLÓGICA
Sobre la
guerra imperialista
El
comercio mundial de armas a su punto más alto desde final de la guerra fría
Iniciativa Comunista, «En defensa de la categoría leninista de imperialismo». En Línea Roja, Nº4 (julio de 2017), pp. 1-6. Disponible en línea: https://iniciativacomunista.org/wp-content/uploads/2020/03/Linea-Roja-%C2%BA4-Iniciativa-Comunista.pdf
ResponderEliminarhttps://iniciativacomunista.org/wp-content/uploads/2020/03/Linea-Roja-%C2%BA4-Iniciativa-Comunista.pdf
ResponderEliminarhttps://iniciativacomunista.org/2022/01/25/la-otan-rusia-y-el-fetiche-del-interimperialismo/
ResponderEliminarGastón Caligaris. Revisitando el debate marxista sobre el ‘derrumbe’ del capitalismo. Una crítica metodológica, abril 2018. Debate marxista sobre la acumulación del capital y el imperialismo.
ResponderEliminarhttp://eljanoandaluz.blogspot.com/2019/07/gaston-caligaris-revisitando-el-debate.html