Sobre convocatorias espontáneas y no tanto
Hace ya más
de un año de nuestra particular 'primavera árabe', aquel 15M que tuvo un amplio
eco en las redes sociales y los medios de comunicación convencionales.
Aparentemente, un pequeño número de colectivos y asociaciones hasta entonces
prácticamente desconocidos consiguieron aglutinar el descontento de millones de
personas que salieron a la calle en aquella fecha en todo el estado.
Ya desde un principio estas organizaciones convocantes fueron cuestionadas y perdieron el control sobre las movilizaciones, pasando el peso de las mismas a las propias acampadas y asambleas de barrios que fueron surgiendo, y sin interferir demasiado en las dinámicas, digamos tradicionales, del movimiento obrero.
Buena prueba de ello es la evolución de uno de los principales colectivos que estaban tras la convocatoria inicial, Democracia Real Ya, que si bien aparecía en los medios como uno de los que dirigían las movilizaciones, iba perdiendo protagonismo en las mismas a medida que pasaba el tiempo y era cuestionado. Y todo esto a pesar de que continuaba creciendo a merced de la propaganda gratuita que se les hacía desde los medios de masas, cuando aquell@s que venimos participando de movimientos sociales y revolucionarios desde hace tiempo sufrimos su silenciamiento cuando no su abierta criminalización. Finalmente, del colectivo original surgieron varias escisiones, resultando el episodio más notable aquel 'golpe de estado' efectuado por quienes conformaron la Asociación DRY y se llevaron con ellos las principales cuentas del colectivo en las redes sociales, acaparando unas herramientas de difusión que no les pertenecían.
Muchas más han sido las cosas que han sucedido desde aquel 15 de Mayo. Las protestas se han extendido y diversificado, los movimientos sociales previos (la llamada 'extrema izquierda') y aquellos que han surgido en las plazas se han retroalimentado, el movimiento obrero también se nutre de la conciencia de clase que resurge de la indignación general y todo esto seguirá creciendo a medida que los derechos que tanto sufrimiento han costado a los trabajadores se vean recortados. Evidentemente, la represión también continuará en aumento. Una de las recientes medidas del gobierno, la de reformar la ley para poder encarcelar a quienes promuevan convocatorias a través de estas redes sociales, ha desatado una suerte de pseudodesobediencia civil consistente en identificarse en la red como promotor/a de las mismas.
Es en este contexto que empiezan a surgir, como hongos tras la lluvia, dudosas convocatorias que más que unir a la gente lo que hacen es generar confusión. Se trata de convocatorias supuestamente espontáneas pero ampliamente difundidas por las redes sociales y de las cuales generalmente se desconoce su procedencia. No hay siglas que las avalen. Normalmente el discurso que acompaña a estas convocatorias es lo suficientemente ambiguo como para sospechar que procedan de la ultraderecha e incluso de las propias 'fuerzas de seguridad' y 'servicios de inteligencia', aunque se dotan de un lenguaje y una cierta estética 'quincemayista' sin duda para atraer ingenu@s indignad@s. Inmediatamente surgen partidarios y detractores de las mismas que dedican sus esfuerzos a convertirlas en un éxito o un fracaso en una auténtica guerra cibernética.
Ya desde un principio la ultraderecha intentó capitalizar las movilizaciones y, aprovechando la confusión inicial, se infiltró en las plazas. Incluso tuvimos que ver al propio Ynestrillas paseándose alegremente por la Plaza del Sol. La mayoría de la ultraderecha fue posicionándose en contra del movimiento que se iba conformando a medida que este se iba definiendo. Much@s de ell@s lo hicieron al ver que l@s 'españolit@s', en vez de cargar contra la inmigración, se dedicaban a parar redadas racistas o deshaucios de familias sin importar su origen ni procedencia, o se reunían en centros sociales okupados por aquell@s a quién consideran 'guarr@s'.
Desde entonces y en otras ocasiones la ultraderecha ha pretendido acoplarse a movilizaciones obreras y estudiantiles tal y como sucedió en la marcha minera, o han convocado más o menos abiertamente bajo lemas como 'defensa social'. Afortunadamente sus convocatorias no tienen demasiado eco y cuando aparecen en las nuestras son convenientemente expulsados, por el momento. Las últimas noticias es que se están coordinando para convocar nuevas manifestaciones en Septiembre, al margen de lo que ellos llaman 'sindicatos, izquierda, perroflautas y progres'.
Otra variante de esta irrupción de 'agentes extraños' en las movilizaciones obreras y sociales la tenemos en la aparición en escena de los sindicatos policiales, amparados por las burocracias sindicales de UGT y CCOO, a raíz de las movilizaciones de funcionarios y trabajadores públicos. Los mismos policías que nos llaman terroristas antisistema, nos pegan, nos detienen, nos encarcelan y nos matan, ahora se manifiestan a nuestro lado portando sus rojigualdas y a veces incluso con camisetas que los identifican como tal. Continúan mirándonos con el mismo desdén sin que falten idiotas que les sigan el juego difundiendo a través de sus perfiles bulos del tipo 'la policía se quita los cascos y se une a los manifestantes', sin contrastar en absoluto esas falsas informaciones que son fácilmente desmontables con una simple búsqueda en la red. El extremo de esta actitud cómplice con aquell@s que nos reprimen lo tenemos en la reciente aceptación del colectivo de 'mossos indignados' como parte integrante de la Asociación DRY.
Y todos estos bulos, todos estos discursos fascistoides y confusos tienen su germen en ciertos planteamientos y eslóganes que han sido ampliamente difundidos a través de los medios de comunicación y de las redes sociales, sin que los medios de contra-información fuesen capaces de contrapesarlos eficazmente. Obviamente me refiero a aquellas consignas que llaman a una falsa unidad tales como 'acudir sin banderas' o 'no somos ni de izquierda ni de derecha, somos los de abajo y vamos a por los de arriba'. Estas 'apolíticas' llamadas a comulgar con ruedas de molino no son tan bienintencionadas como parecen a priori a quienes carecen de un cierto grado de cultura y experiencia 'políticas'. En realidad se trata de edulcorar las protestas y hacer inviable un auténtico cambio social empleando a la ultraderecha y a los agentes represores infiltrados como 'tropa de choque' contra l@s verdader@s revolucionari@s.
Un ejemplo claro de como el fascismo emerge en momentos de crisis, escudado en estos discursos populistas y apoyado por gran parte de los agentes de los cuerpos represivos, lo tenemos en Grecia. Esa misma Grecia que nos lleva un añito de ventaja. Obviamente quienes protestamos contra los CIE'S y contra las redadas racistas no podemos compartir espacios y luchas con aquell@s que llevan a cabo esas mismas redadas, con aquell@s que encerrarían a l@s migrantes en campos de concentración o que pretenden blindar las fronteras con minas. Nadie con un poco de sentido común debería. El peligro, aquí y ahora, es real y el monstruo se alimenta cada vez que difundimos sus confusos y ambiguos discursos o los toleramos en nuestros 'entornos'.
En fin, demasiada confusión en las redes sociales y en las calles que me hacen pensar que ha terminado un ciclo de luchas y se abren nuevos frentes. Es el momento de posicionarse. Ya no valen ambigüedades. Si queremos un verdadero cambio, una auténtica revolución social, más nos vale empezar por cambiarnos a nosotr@s mism@s y nuestras maneras de actúar. No podemos dedicarnos unicamente a difundir dudosas convocatorias e informaciones a través de las redes sociales. Hemos de socializar en la realidad, no solamente en el ámbito virtual. Es el momento de pasar de la indignación a la acción, pero una acción eficaz y organizada. Para eso hay que formarse y elegir. Pensar en lo que realmente queremos y en como vamos a conseguirlo.
Much@s de l@s que 'han despertado' a lo largo del último año han aprendido en las calles y plazas muchas cosas que desconocían, algun@s se han acercado a los movimientos sociales y revolucionarios que ya existían. Se han dado cuenta de que hay que cambiar el sistema de raíz y que simples reformas puntuales no cambiarán gran cosa. Ahora les toca a aquell@s 'activistas de las redes sociales', han de dar un paso adelante y acercarse a las asambleas, colectivos, movimientos sociales y organizaciones que sean más de su agrado. Y si no hay ninguna o ninguno que sea de su gusto pues han de autoorganizarse con un fin específico o con aquellas personas con las que sienta una mayor afinidad.
Aquell@s que quieran promover cualquier tipo de movilización masiva y unitaria han de sacarse de la cabeza esa idea falsa de que las convocatorias surgen espontaneamente en las redes sociales. Ese trabajo ha de hacerse desde la base y 'poniendo la cara', intentando aglutinar el máximo número de asambleas, colectivos, organizaciones y movimientos bajo los presupuestos comunes, pero sin renunciar ni pretender que nadie renuncie a sus principios ideológicos, sus siglas o sus banderas. No es el momento de eludir las ideas sino de confrontarlas. No está de más que se empiece a ver quién es cada quién y cual es la 'revolución' que se pretende.
Ya desde un principio estas organizaciones convocantes fueron cuestionadas y perdieron el control sobre las movilizaciones, pasando el peso de las mismas a las propias acampadas y asambleas de barrios que fueron surgiendo, y sin interferir demasiado en las dinámicas, digamos tradicionales, del movimiento obrero.
Buena prueba de ello es la evolución de uno de los principales colectivos que estaban tras la convocatoria inicial, Democracia Real Ya, que si bien aparecía en los medios como uno de los que dirigían las movilizaciones, iba perdiendo protagonismo en las mismas a medida que pasaba el tiempo y era cuestionado. Y todo esto a pesar de que continuaba creciendo a merced de la propaganda gratuita que se les hacía desde los medios de masas, cuando aquell@s que venimos participando de movimientos sociales y revolucionarios desde hace tiempo sufrimos su silenciamiento cuando no su abierta criminalización. Finalmente, del colectivo original surgieron varias escisiones, resultando el episodio más notable aquel 'golpe de estado' efectuado por quienes conformaron la Asociación DRY y se llevaron con ellos las principales cuentas del colectivo en las redes sociales, acaparando unas herramientas de difusión que no les pertenecían.
Muchas más han sido las cosas que han sucedido desde aquel 15 de Mayo. Las protestas se han extendido y diversificado, los movimientos sociales previos (la llamada 'extrema izquierda') y aquellos que han surgido en las plazas se han retroalimentado, el movimiento obrero también se nutre de la conciencia de clase que resurge de la indignación general y todo esto seguirá creciendo a medida que los derechos que tanto sufrimiento han costado a los trabajadores se vean recortados. Evidentemente, la represión también continuará en aumento. Una de las recientes medidas del gobierno, la de reformar la ley para poder encarcelar a quienes promuevan convocatorias a través de estas redes sociales, ha desatado una suerte de pseudodesobediencia civil consistente en identificarse en la red como promotor/a de las mismas.
Es en este contexto que empiezan a surgir, como hongos tras la lluvia, dudosas convocatorias que más que unir a la gente lo que hacen es generar confusión. Se trata de convocatorias supuestamente espontáneas pero ampliamente difundidas por las redes sociales y de las cuales generalmente se desconoce su procedencia. No hay siglas que las avalen. Normalmente el discurso que acompaña a estas convocatorias es lo suficientemente ambiguo como para sospechar que procedan de la ultraderecha e incluso de las propias 'fuerzas de seguridad' y 'servicios de inteligencia', aunque se dotan de un lenguaje y una cierta estética 'quincemayista' sin duda para atraer ingenu@s indignad@s. Inmediatamente surgen partidarios y detractores de las mismas que dedican sus esfuerzos a convertirlas en un éxito o un fracaso en una auténtica guerra cibernética.
Ya desde un principio la ultraderecha intentó capitalizar las movilizaciones y, aprovechando la confusión inicial, se infiltró en las plazas. Incluso tuvimos que ver al propio Ynestrillas paseándose alegremente por la Plaza del Sol. La mayoría de la ultraderecha fue posicionándose en contra del movimiento que se iba conformando a medida que este se iba definiendo. Much@s de ell@s lo hicieron al ver que l@s 'españolit@s', en vez de cargar contra la inmigración, se dedicaban a parar redadas racistas o deshaucios de familias sin importar su origen ni procedencia, o se reunían en centros sociales okupados por aquell@s a quién consideran 'guarr@s'.
Desde entonces y en otras ocasiones la ultraderecha ha pretendido acoplarse a movilizaciones obreras y estudiantiles tal y como sucedió en la marcha minera, o han convocado más o menos abiertamente bajo lemas como 'defensa social'. Afortunadamente sus convocatorias no tienen demasiado eco y cuando aparecen en las nuestras son convenientemente expulsados, por el momento. Las últimas noticias es que se están coordinando para convocar nuevas manifestaciones en Septiembre, al margen de lo que ellos llaman 'sindicatos, izquierda, perroflautas y progres'.
Otra variante de esta irrupción de 'agentes extraños' en las movilizaciones obreras y sociales la tenemos en la aparición en escena de los sindicatos policiales, amparados por las burocracias sindicales de UGT y CCOO, a raíz de las movilizaciones de funcionarios y trabajadores públicos. Los mismos policías que nos llaman terroristas antisistema, nos pegan, nos detienen, nos encarcelan y nos matan, ahora se manifiestan a nuestro lado portando sus rojigualdas y a veces incluso con camisetas que los identifican como tal. Continúan mirándonos con el mismo desdén sin que falten idiotas que les sigan el juego difundiendo a través de sus perfiles bulos del tipo 'la policía se quita los cascos y se une a los manifestantes', sin contrastar en absoluto esas falsas informaciones que son fácilmente desmontables con una simple búsqueda en la red. El extremo de esta actitud cómplice con aquell@s que nos reprimen lo tenemos en la reciente aceptación del colectivo de 'mossos indignados' como parte integrante de la Asociación DRY.
Y todos estos bulos, todos estos discursos fascistoides y confusos tienen su germen en ciertos planteamientos y eslóganes que han sido ampliamente difundidos a través de los medios de comunicación y de las redes sociales, sin que los medios de contra-información fuesen capaces de contrapesarlos eficazmente. Obviamente me refiero a aquellas consignas que llaman a una falsa unidad tales como 'acudir sin banderas' o 'no somos ni de izquierda ni de derecha, somos los de abajo y vamos a por los de arriba'. Estas 'apolíticas' llamadas a comulgar con ruedas de molino no son tan bienintencionadas como parecen a priori a quienes carecen de un cierto grado de cultura y experiencia 'políticas'. En realidad se trata de edulcorar las protestas y hacer inviable un auténtico cambio social empleando a la ultraderecha y a los agentes represores infiltrados como 'tropa de choque' contra l@s verdader@s revolucionari@s.
Un ejemplo claro de como el fascismo emerge en momentos de crisis, escudado en estos discursos populistas y apoyado por gran parte de los agentes de los cuerpos represivos, lo tenemos en Grecia. Esa misma Grecia que nos lleva un añito de ventaja. Obviamente quienes protestamos contra los CIE'S y contra las redadas racistas no podemos compartir espacios y luchas con aquell@s que llevan a cabo esas mismas redadas, con aquell@s que encerrarían a l@s migrantes en campos de concentración o que pretenden blindar las fronteras con minas. Nadie con un poco de sentido común debería. El peligro, aquí y ahora, es real y el monstruo se alimenta cada vez que difundimos sus confusos y ambiguos discursos o los toleramos en nuestros 'entornos'.
En fin, demasiada confusión en las redes sociales y en las calles que me hacen pensar que ha terminado un ciclo de luchas y se abren nuevos frentes. Es el momento de posicionarse. Ya no valen ambigüedades. Si queremos un verdadero cambio, una auténtica revolución social, más nos vale empezar por cambiarnos a nosotr@s mism@s y nuestras maneras de actúar. No podemos dedicarnos unicamente a difundir dudosas convocatorias e informaciones a través de las redes sociales. Hemos de socializar en la realidad, no solamente en el ámbito virtual. Es el momento de pasar de la indignación a la acción, pero una acción eficaz y organizada. Para eso hay que formarse y elegir. Pensar en lo que realmente queremos y en como vamos a conseguirlo.
Much@s de l@s que 'han despertado' a lo largo del último año han aprendido en las calles y plazas muchas cosas que desconocían, algun@s se han acercado a los movimientos sociales y revolucionarios que ya existían. Se han dado cuenta de que hay que cambiar el sistema de raíz y que simples reformas puntuales no cambiarán gran cosa. Ahora les toca a aquell@s 'activistas de las redes sociales', han de dar un paso adelante y acercarse a las asambleas, colectivos, movimientos sociales y organizaciones que sean más de su agrado. Y si no hay ninguna o ninguno que sea de su gusto pues han de autoorganizarse con un fin específico o con aquellas personas con las que sienta una mayor afinidad.
Aquell@s que quieran promover cualquier tipo de movilización masiva y unitaria han de sacarse de la cabeza esa idea falsa de que las convocatorias surgen espontaneamente en las redes sociales. Ese trabajo ha de hacerse desde la base y 'poniendo la cara', intentando aglutinar el máximo número de asambleas, colectivos, organizaciones y movimientos bajo los presupuestos comunes, pero sin renunciar ni pretender que nadie renuncie a sus principios ideológicos, sus siglas o sus banderas. No es el momento de eludir las ideas sino de confrontarlas. No está de más que se empiece a ver quién es cada quién y cual es la 'revolución' que se pretende.
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