1de febrero de 2013
Por Marat
Lo que llamamos España es hoy una gran
fosa séptica, camino de ser el lodazal más repugnante de nuestra historia,
forzosa o voluntariamente, colectiva.
La naturaleza intrínsecamente corruptora
del sistema económico capitalista, unida a un proceso de venta a saldo del
Estado social han degenerado y deformado hasta lo irreconocible los aparatos
institucionales de la democracia burguesa y a los partidos mayoritarios en los
que ésta se sustenta, de un modo especial al tardofranquismo (PP), que siempre
entendió como cortijo privado lo que debieran ser bienes públicos.
Lo primero, el carácter corruptor del
capitalismo, no es nuevo por cuanto que siempre ha sido el decisor último de
cuáles han de ser las opciones políticas de gobierno (nótese que digo gobierno
y no poder), incluso cuando son elegidas aquellas que parecen no ser
directamente su primera opción. El capital halla siempre el modo de pactar con
estas organizaciones políticas y, si se muestran renuentes o ariscas hacia su
poder, de hacerles “entrar en razón” o directamente de neutralizarlas o
derribarlas del gobierno. Obviamente, no es éste el caso del PP, partido
natural del capital, pero sí lo es de las opciones reformistas o de
“capitalismo de rostro humano”. Éste caso hubiera podido ser el de la antigua
socialdemocracia si no hubiera “evolucionado” hacia el social-liberalismo, un
modelo muerto a manos de la reestructuración del Estado capitalista hacia el
liberalismo puro. Los social-liberales ya no tienen función ni espacio
político, cuando las políticas impositivas han dejado de redistribuir hacia
abajo. Hoy sólo se da hacia arriba mediante la brutal transferencia de las
rentas del trabajo a las del capital. Su grave crisis los inutiliza a medio
plazo para la alternancia de gobierno. Veremos cómo a la opción que se prepara
para ocupar su espacio, mucho más que para relevarlos mediante un corrimiento
hacia la izquierda del electorado, el capital empieza ponto a “ponerle ojitos”
a través de los sectores “progres” de su entramado mediático. Cualquier cosa
menos el vacío en la apariencia del juego de las representaciones políticas.
Dicho lo anterior, creo que los matices
en política son importantes y lo mismo que pienso que nada es tan negativo para
la clase trabajadora como un gobierno del PP, creo que una IU disputándole el
espacio al PSOE es más positivo que un PSOE disputándole el espacio al PP. Ello
a pesar de que la derechización del PSOE ha provocado el “juego de las
sillas vacías en las izquierdas”, de tal modo que los espacios que una
organización deja vacíos a su izquierda son rellenados inmediatamente en
cascada por las que están a su izquierda, moderándose un tanto cada una de
ellas, lo que acaba por provocar una derechización del conjunto de las
izquierdas.
Cuando la trama Gürtel parecía haber
sido apagado con la salida de Camps del escenario político, rebrota ahora un
asunto que tras el abandono de militancia del afectado había ido a medio gas.
Me refiero al caso Luis Bárcenas y sus sobre-sueldos a dirigentes del PP, como
parte de la citada trama. Un sector de la opinión publicada, que no pública, y
otro de los partidos sistémicos han querido reducir el asunto Bárcenas en algo
así como una corrupción por aceptar dinero de un presunto corrupto, el señor
Bárcenas.
Absurdo e indecente planteamiento que
consiste en intentar hacernos creer que al señor Bárcenas se le fue la pinza y
se dedicó por su cuenta y riesgo a repartir estampitas o billetitos en sobre a
cambio de nada.
Si eso hubiera sido así, el señor
Bárcenas no sería otra cosa que un filántropo bienintencionado y el único
delito de los dirigentes del PP hubiera sido no declarar al fisco estos
“extras”. Por eso algunos de ellos se han adelantado rápidamente a señalar que
declararon el dinero de los sobres.
La realidad es que el comisionista
Bárcenas se dedicaba a repartir sobres a dirigentes del PP en agradecimiento de
acciones realizadas o futuras en intereses de las empresas que rellenaban los
sobres. Algunos lo dijimos desde el primer momento y ahora empiezan a salir
nombres de las mafias de la construcción que actuaron de mecenas de los
dirigentes del PP a cambio de concesiones y contratos de la administración con
esas grandes corporaciones capitalistas del ladrillo. Pero hay mucho más y
quedarse sólo en un sector, cuando el de la limpieza, la recogida de basuras,
la enseñanza concertada, la sanidad privada, las grandes operadoras de
telecomunicaciones, las eléctricas, el sector farmacéutico, el de la
automoción,...han sido beneficiarios directos de medidas aprobadas por los
gobiernos del PP en los 3 niveles de la administración del Estado o han
recibido contratos multimillonarios en euros, es tratar a la gente de imbécil.
Y es cierto que buena parte de ella lo es en la mediada en que su ideología le
condiciona la percepción de la realidad. Me refiero a los que se quedan en el
asunto del “todos los políticos son iguales”, a los que se limitan a exigir la
dimisión de los implicados y del gobierno y, como mucho cárcel sólo para los
políticos, y a los que insinúan que si las empresas aparecen en la trama es
porque los políticos les exigen la mordida, como si la incitación por parte de
la empresa hacia la corrupción del político no existiera tanto en concursos
públicos como restringidos o en adjudicaciones directas. Es la naturaleza del
capitalismo y el espíritu de pionero den empresario: allanarse el camino cueste
lo que cueste y por encima de cualquier consideración moral. Al fin y al cabo
la moralidad pública les parece cosa de filósofos, de profesores de ética o de
curas y a estos últimos ya suelen ellos proveerles de buenos óbolos para
desviar el contenido de sus sermones.
En cualquier caso estamos ante una
situación que puede acabar con el gobierno del PP, cosa muy deseable para la
clase trabajadora, que es la que sufre los desmanes y la ruindad de sus
políticas de recortes sociales, salariales y de despido libre y casi gratuito,
mientras por otro lado beneficia al mundo empresarial con toda la energía de su
voluntad: justificación de todos los EREs, reforma laboral aún peor que la del
PSOE, ayudas al sector del automóvil, la banca o las eléctricas,...a cambio de
nada. De nada no, ya sabemos de qué. Al fin y al cabo, benefician a su clase.
Por otro lado, el cuestionamiento de la
Monarquía Borbónica heredera del franquismo, de quien en su día fue apodado
como Juan Carlos I el breve, por alguien que acabaría siendo un republicano
bastante monárquico, nunca ha sido tan profunda.
Las corrupciones que sacuden al entorno
del rey, con la figura de su yerno y posiblemente de su mujer, la infanta
Cristina, en el centro del huracán, se refuerzan ahora con la implicación del
secretario personal de las dos infantas (hombre perteneciente al personal de la
Casa Real), García-Revenga, y con la documentación que el socio de Urdangarín
en Nóos, Torres, irá desvelando paulatinamente en forma de bombas de
condensación que van a ir elevando las responsabilidades hasta la propia figura
del Rey.
Hay precedentes. Javier de la Rosa y el
ya fallecido Colón de Carvajal formaron parte del entorno empresarial palatino
y fueron los que pagaron en sus personas los chanchullos
económico-empresariales del monarca, antes de que la palabra testaferro se
pusiera tan de moda como lo está desde hace algún tiempo.
Mucho se ha escrito sobre los negocios
oscuros de Juan Carlos I y creo que, avanzado el tiempo, cuando su figura sea
ya parte del pasado, sabremos mucho más.
Los poderes fácticos unidos en torno a
la figura borbónica son conscientes del peligro de una creciente
deslegitimación de la monarquía, no tanto por lo que ésta en sí misma
representa como por las aspiraciones democráticas, progresistas y socialmente
avanzadas a las que históricamente ha estado unida la idea de República en
España.
Lo anterior explica las advertencias y
“buenos consejos” que esos mismos poderes fácticos le envían al Rey a través de
la “sensatez” mediática de sus voceros comunicacionales. Estos mensajes van
desde las medidas más “extremas”, dentro del régimen, que consistirían en la
abdicación del Rey en su ya talludo hijo hasta otras mucho menos traumáticas,
que consisten en la aplicación de la cirugía amputatoria de órganos menores,
del tipo divorcio de la Infanta Cristina o renuncia de esta a sus aspiraciones
dentro de la línea sucesoria de la Corona.
Evidentemente, con la que está cayendo y
con las revelaciones que día tras día vamos conociendo, bien a través de Diego
Torres, bien a través de Carlos García-Revenga, los sacrificios menores están
condenados al fracaso (la infanta es socia de su marido al 50% en Alzoon SL,
una de las empresas implicadas en la trama de Nóos y tuvo cuenta común durante
varios años con la mujer de Torres, el socio de su consorte, por lo que podría
ser finalmente acusada) y pueden acabar excitando aún más la rabia
popular...excepto que desde las alcantarillas de la Zarzuela o su entorno
empresarial se llegue a un pacto económico de tal envergadura que compense a
los afectados la inmolación penal de sus personas a cambio de cuantiosos
emolumentos y se haga de pronto el silencio comunicacional sobre el asunto,
echándose toneladas de tierra espesa encima de mismo.
Pero no parece que vayan a ir por ahí
las cosas. El abogado del Rey, José Manuel Moreno Romero, será llamado a
declarar ante el juez, dado que parecen existir indicios de que no ser cierto
que su actuación sobre Urdangarín se limitase a decirle que se retirase de
negocios dudosos sino que bien pudo proveerle desde el inicio de asesoramiento
jurídico para oscurecer el carácter delictivo de las actividades del marido de
la Infanta. La responsabilidad máxima por elevación y el carácter de
comisionista de Urdangarín de los negocios reales parece cada día más cercana.
Estamos ante la tormenta perfecta. El
régimen de la Monarquía parlamentaria, surgida de la transición política, así
como los partidos que la sustentan –PSOE
arrasado y sin audiencia social ni interés alguno de la población por lo que
pueda decir y PP en el ojo del huracán que puede sentar en el banquillo de los
acusados a sus principales dirigentes, Mariano Rajoy incluido- se encuentran
en KO técnico y comienzan a tambalearse. Incluso entre quienes están
llamados a auditar las cuentas del PP se encuentra ahora el dedo acusador que
señala la palabra corruptos. Ubaldo Nieto de Alba, hombre vinculado al PP, que
fue Presidente del Tribunal de Cuentas entre 1997 y 2007, aparece en la lista
de Bárcenas de donantes al PP, publicada por El País, con una cifra junto a su
nombre de 3.000 €. La corrupción institucional es total y no parece que existan
fuerzas sanas internas al propio régimen político capaces de acometer la
regeneración por la que claman algunos sectores de la derecha política,
económica y mediática.
Pero la pregunta que no puedo evitar
hacerme es por qué, por qué en este momento, a quién beneficia y cuál es el
objetivo de tanta garganta profunda pública y de este ímprobo esfuerzo de los
medios del capital por aportar transparencia a la política cuando los
principales responsables de hacerlo, los partidos, no lo han hecho.
El argumento de que todos los escándalos
que salen a la luz lo hacen por la propia necesidad de los dos principales
medios competidores en este juego de las transparencias de vender periódicos
(El Mundo, El País) me parece tan pueril y falaz como aquella “boutade”
que dijo Iñaki Anasagasti en su día: “la ideología de Pedro J.-Ramírez-
es la de vender periódicos. No tiene otra”.
Hacer descansar los intereses y las
motivaciones de la prensa sólo en la de sus directores o en la de su equipo y
línea editoriales limita el papel real de los medios al mundo periodístico,
olvidando que se trata de empresas que no piensan sólo en sus intereses de
grupo de comunicación sino que responde ante todo a los de la clase económica
dirigente que se encuentra representada, mediante acciones cruzadas, en el
accionariado de dichos grupos a través de grandes corporaciones industriales,
de servicios y bancarias.
Esto es algo que a menudo se olvida y se
intenta hacer olvidar a la opinión pública, sustituyendo la realidad de los
intereses de burguesía transmitidos por los grandes medios de comunicación por
una suerte de visión romántica de la función del periodista como develador de
la “verdad”.
No, no es válida la idea de una
creciente competencia entre los medios de comunicación por lograr la noticia
más bomba y, en consecuencia, vender más periódicos para encontrar una
explicación a la revelación de los sucesos políticos de las últimas semanas. O
no es más que una pequeña parte de la verdad.
A donde pretendo llegar es a la idea de
que puede que la Monarquía y las dos fuerzas políticas que protagonizan el
sistema de partidos heredado de la transición ya estén amortizadas para el
poder económico, el que mueve todas las demás palancas sociales, incluida la
opinión pública a través de sus medios de comunicación.
Ni siquiera los llamados medios
alternativos, básicamente accesibles a través de Internet se salvan de esa
influencia. ¿Se han tomado ustedes la molestia en comprobar cuántas de las
noticias que publican son una mera copia de los medios de comunicación masivos
o están elaborados a partir los servicios de agencias y de un refrito de la
información recogida en dichos medios?
Y más aún, ¿se han tomado ustedes la
molestia en preguntarse en qué medida lo que ustedes piensan políticamente no
ha sido ya precocinado, hasta cierto punto, por la información que reciben de
los diferentes medios? Con esto no pretendo decir que estemos determinados a seguir
el sendero que se nos traza, en absoluto, pero es bueno saber qué nos
condiciona para minimizar su capacidad de hacerlo.
Si la gran burguesía piensa que la
Monarquía y el régimen de partidos de la alternancia política surgido a partir
de 1977 están ya quemados como instrumentos institucionales del orden político
actual es previsible que pretenda crear su propia alternativa, sucediéndose a
sí misma en lo político, y ésta no parece demasiado democrática.
Se agita y promueve un populismo
antipolítico sin distinciones –con UPyD se hace una tácita excepción-, que
alcanza ya hasta a IU, la opción menos corrupta de entre las
institucionalistas, a pesar de haber jugado la coalición la baza del populismo
y la demagogia de una indignación que se dirige básicamente contra la
representación política como concepto, más allá de su realidad inmediata, y
apenas contra el sistema económico, aparte de algún grito sin contenido real ni
carga de profundidad en su discurso.
Pero ¿por qué podría pensar que sería
bueno sacrificar la Monarquía y al partido natural del capital, el PP? Dicho de
otro modo, ¿se plantearía la burguesía española un recambio del orden
político si no existiera una crisis social tan profunda que podría llegar, con
el tiempo, a cuestionar lo que hoy no cuestiona, esto es, el orden económico en
el que se asienta esta sociedad? Creo que no.
Más allá del aventurerismo de un
Bárcenas, de un Torres y de un García-Revenga empujados por su propia
desesperación y por el despecho de sentirse abandonados a sus suertes, como
chivos expiatorios de tramas en las que ellos mismos han sido peones, la prensa
del gran capital juega el papel de volar un régimen político que le ha servido
bien pero que está desgastado por una crisis de legitimación. Juega con la ventaja
de saber que el populismo reaccionario inoculado en la opinión pública por los
transmisores del discurso dominante no pedirá cuentas a los grandes corruptores
del “establishment” político porque ha cerrado el campo de la crítica a
cualquier riesgo que cuestione el orden del capital.
Desconozco cuál es la operación política
que está en la mente del capital, más allá de la posibilidad de abrir un debate
sobre la forma de la jefatura de Estado, debate que no tardará en lanzar, una
vez que el alcance sobre la corrupción moral y económica representada en la
figura real cuestione a la Monarquía en su conjunto, sin que la imagen de
príncipe preparado, maduro y moderno con la que presenta a la figura del
heredero pueda ya enmendar lo que está roto: la confianza en la institución
real.
En cuanto a la operación política que
esté en marcha para sustituir al PP como opción preferente del capital no
vislumbro por dónde puede aparecer, fuera de algunas especulaciones que se han
hecho acerca de Esperanza Aguirre, a la cual se ha señalado como a la figura
que estaría detrás las filtraciones de Luis Bárcenas. Pero no parece que
resultase creíble que una mujer que ha protegido al corrupto de su delfín
político en la Comunidad Autónoma de Madrid, que ha sido cómplice de las
políticas antisociales de su partido, en cuyo gobierno autonómico se dieron
casos de espionaje a dirigentes del propio partido y en cuya región nació la
trama Gürtel, por mucho que ella haya insistido en que en su territorio la
cortó de raíz, sea creíble como operación recambio de un partido ya quemado.
Ello sin contar el hecho de su imagen poco amable en otras comunidades
autónomas en las que son conocidas sus posiciones antiautonómicas.
Mi impresión es que el elefante
blanco de la derecha política saldrá del propio entorno empresarial. Quien
tenga memoria recordará el caso Tangentopolis, aquellos escándalos que
demostraron que la Democracia Cristiana Italiana, junto con su delegación –el
PSI de Bettino Craxi- era lo que todo el mundo en aquel país sabía: el gran
nido de corrupción en el que acababan las conexiones sociales de la Mafia
industrial (habría que hacer una relectura de la Mafia como forma de
organización “informal” de una parte del mundo empresarial). Tangentopolis
trajo como consecuencia el reforzamiento de opciones como la postfascista Forza
Italia, la entrada en escena del populismo de derechas de la Liga Norte y el
encumbramiento posterior y por largos años de la derecha demagógica, trincona y
bonapartista de Berlusconi. La gran patronal italiana, Cofindustria,
tuvo mucho que ver en ese proceso. Dejo fuera del análisis la importancia que
tuvo la dinámica de descomposición y metabolización política del ya
supersocialdemocratizado mayor partido comunista de Occidente, el ex PCI, a
pesar de ser entonces el más limpio de todo el espectro político de aquel país.
Desde entonces, en Italia la imagen de
representante político va unido a la de ladrón y los electores votan con una
mezcla de cinismo y resignación que ha debilitado profundamente la salud
política del país y la confianza en sus instituciones. Ello dentro de un
contexto económico de recesión que favorece la aparición y crecimiento de
opciones políticas ultraderechistas.
La deslegitimación de la Monarquía, que
podría llegar incluso a abrir paso a la República, y la voladura del PP –el PSOE ya es un partido autista, pasmado, y
noqueado que ha dejado de contar, al menos por un tiempo, en el imaginario del
votante de izquierdas o de centroizquierda- son dos oportunidades para una
izquierda que desee de verdad estar a la altura del momento histórico que
vivimos. Lo más relevante y positivo que ha hecho hasta el momento algún
sector de la izquierda ha provenido de IU, a la que se ha sumado luego el PSOE,
a su manera. Aunque muy tímidamente ha planteado la necesidad de investigar las
conexiones que pudieran aparecer entre la lista de políticos de Bárcenas y
empresas. Su mérito consiste en que lo hizo antes de que la prensa diera a
conocer los nombres de las empresas.
Pero esa demanda es hoy claramente
insuficiente, después de que ya sabemos la existencia de esas empresas, cuáles
son algunas de ellas (sólo la punta del iceberg) y que el propio Fiscal General
del Estado, Torres-Dulce, haya declarado que si los pagos que entregó Barcenas
han sido como pago a contrataciones de las administraciones públicas estaríamos
ante un delito de cohecho que afectaría a los dirigentes empresariales.
La petición de Cayo Lara de dimisión de
Rajoy si se demuestra que este último está implicado en la trama de corrupción,
a que se ha sumado Pérez Rubalcaba, y de convocatoria de elecciones generales
es correcta pero insuficiente.
Es el momento de que las organizaciones
a la izquierda del PSOE dejen de hacer demagogia y de jugar a apoyar al
populismo prefascista de los indignados que sólo cargan contra los partidos y
que dejan indemne las responsabilidades del empresariado capitalista en la
creación de una pauta generalizada de corrupción.
La recogida de firmas en Change pidiendo
la dimisión de Rajoy y de su cúpula y la convocatoria de elecciones
anticipadas, realizada por alguien cercano al 15M, junto con las
manifestaciones convocadas ante la sede del PP en la calle Génova, movidas por
DRY, el 15M y sectores similares, sin un solo planteamiento de encausamiento a
los empresarios corruptores, está haciendo el caldo gordo a la aparición de
opciones populistas y fascistas que no tardarán en dar un paso adelante. Y lo
hace sobre todo por lo que escamotea como explicación del fenómeno de la
corrupción y de su origen.
Voladura del PP SÍ. Dimisión de Rajoy y
de su cúpula dirigente y convocatoria de elecciones generales SÍ. Añado
encarcelamiento y devolución del dinero a quienes hayan incurrido en
corrupción. Pero investigación de las tramas corruptoras, encausamiento y
cárcel para los empresarios que hayan cometido delito de cohecho por pagar
comisiones a cambio de contrataciones y concesiones con la Administración
TAMBIÉN.
Aprovecho la ocasión para responder a
esos cretinos reaccionarios que quieren dejar fuera del castigo público a los
empresarios. Su argumento es que a los políticos les elegimos todos, que ellos
son quienes roban, y que los empresarios actúan en un ámbito privado, exponen
sus dineros y no están sujetos a elección. Les respondo: “tontos de los
cojones. Sí a los políticos les eligen los electores y se corrompen, no todos,
ni mucho menos, pero el robo real es que los intereses privados de las
empresas, que te explotan como a un esclavo, se apropien en beneficio privado
de lo público que los trabajadores hemos sostenido con nuestros impuestos. Y de
ahí que el corruptor deba acompañar al corrupto a Alcalá-Meco”.
Es el momento de abrir una comisión
de investigación en la que participen todas las fuerzas parlamentarias pero
también las organizaciones sindicales y sociales, como vivificación de la
democracia, que establezca posibles conexiones (seguras) entre el
proceso de desmonte del Estado del Bienestar, la externalización de servicios
(privatización) y la dualidad de corruptos y corruptores en los últimos años. Y
de tomar a partir de las conclusiones de esa comisión de investigación las
decisiones políticas correspondientes: cambio de política, fin de la
legislación privatizadora y antisocial contra los trabajadores, reversión de
todo lo privatizado a lo público, encarcelamiento de quienes atentaron contra
las conquistas sociales y de los empresarios que se aprovecharon de ello,
nacionalización de las empresas beneficiadas por la gran “piñata”
privatizadora,...
Esta
es la auténtica oportunidad de unas izquierdas que quieran serlo de verdad y de
aprovechar para devolverles el golpe a los capitalistas que están arruinando
las vidas de la clase trabajadora. Ese sería un auténtico acto anticapitalista y no las voces chillonas de esas mareas ciudadanas
que han tenido el dudoso gusto de reivindicar el 23-F para hacer un símil entre
golpe de Estado contra la democracia política y golpe de “los mercados” pero
que A DÍA DE HOY siguen haciendo mutis por el foro en cuanto a la exigencia de
responsabilidad penal para los corruptores. No lo han hecho en el tiempo
transcurrido desde la manifestación del 15M de 2011 y siguen sin hacerlo.
Simplemente evidencian su complicidad con el latrocinio empresarial. Con sus
gritos contra los bancos ya creen estar haciendo su revolución...de colores.
La
fuente:
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