jueves, 5 de enero de 2017

V. I. Lenin. Protesta de los socialdemócratas de Rusia. 1899



                                      Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia

PROTESTA DE LOS SOCIALDEMOCRATAS DE RUSIA [70]
Escrito: A fines de agosto y comienzos de septiembre de 1899.
Primera edición: En diciembre de 1899, en el extranjero, en una separata de los núms. 4-5 de la revista Rabóchie Dielo.

Digitalización: Ediciones Bandera Roja.

Fuente: V. I. Lenin, Marx, Engels, Marxismo, 1a edición. Ediciones en Lenguas Extranjeras: Beijing, 1980, pp. 111-125, 629-633; en base a V. I. Lenin, Obras Completas, t. IV.

Esta Edición: Marxists Internet Archive, abril de 2004.




Vladimir Ilich Lenin. La herencia renunciamos. Escrito: escrita en el exilio a finales de 1897 



LA REUNION DE LOS SOCIALDEMOCRATAS DE UNA LOCALIDAD (DE RUSIA) EN NUMERO DE 17 PERSONAS, ADOPTO POR UNANIMIDAD LA SIGUIENTE RESOLUCION DECIDIENDO PUBLICARLA Y SOMETERLA A LA DISCUSION DE TODOS LOS CAMARADAS


Últimamente se viene observando entre los socialdemócratas rusos la tendencia a desviarse de los principios fundamentales de la socialdemocracia rusa, que fueron proclamados por los fundadores y luchadores de vanguardia, miembros del grupo "Emancipación del Trabajo"[71], así como por las publicaciones socialdemócratas de las organizaciones obreras rusas de la década del 80. El "credo"[72que damos a conocer en las líneas siguientes, y que está llamado a exponer los puntos de vista fundamentales de algunos socialdemócratas rusos (de los "jóvenes"), representa un intento de exposición sistemática y definida de los "nuevos conceptos". He aquí el "credo" de cuerpo entero:


    "La existencia del período del gremio y de la manufactura en Occidente dejó una huella profunda en el desarrollo de toda la historia posterior y particularmente en la historia de la socialdemocracia. La necesidad de la burguesía de conquistar formas libres, su aspiración a liberarse de las reglamentaciones gremiales que atenazaban la producción, hicieron de ella, de la burguesía, un elemento revolucionario. En todas partes de Occidente comienza con la libertéfraternitéégalité, con la conquista de las formas políticas libres. Más, con esta conquista, según expresión de Bismarck, la burguesía daba a su antípoda, a la clase obrera, una letra de cambio que debía ser abonada en el futuro. Casi en todas partes de Occidente, la clase obrera, como tal clase, no ha conquistado las instituciones democráticas, sino que las ha utilizado. Podrá objetársenos que la clase obrera participó en las revoluciones. Los datos históricos desmienten esta opinión, puesto que precisamente en 1848, cuando se iban consolidando las constituciones en Occidente, la clase obrera representaba de por sí el elemento artesano de las ciudades, la democracia pequeñoburguesa; el proletariado fabril casi no existía y el de la gran producción; (los tejedores de Alemania descritos por Hauptmann, los tejedores de Lyon) era una masa salvaje, capaz sólo de promover motines, pero en modo alguno de plantear cualquier reivindicación: política. Puede afirmarse categóricamente que las constituciones de1848 fueron conquistadas por la burguesía y la pequeña burguesía, por los artesanos. Por otra parte, la clase obrera (los artesanos y obreros de la manufactura, los tipógrafos, tejedores, relojeros, etc.) ya desde la Edad Media se había habituado a participar en las organizaciones, en las cajas de ayuda mutua, sociedades religiosas, etc. Este espíritu de organización está latente hasta hoy día entre los obreros calificados de Occidente, distinguiéndolos gran demente del proletariado fabril, que se somete a la organización de mal grado y con lentitud y que sólo es capaz de formar las llamadas lose Organisation (organizaciones temporales) y no de militar en organizaciones sólidas regidas por estatutos y reglamentos. Estos mismos obreros calificados de la manufactura fueron los que constituyeron el núcleo de los partidos socialdemócratas. De este modo tenemos el cuadro siguiente: por una parte, la relativa facilidad y posibilidad completa de realizar una lucha política, y, por otra, la posibilidad de organizar sistemáticamente esta lucha con ayuda de los obreros educados en el período de la manufactura. En este terreno, se desarrolló en Occidente el marxismo teórico y práctico. El punto de partida era la lucha política parlamentaria, con la perspectiva -- que se asemejaba sólo exteriormente al blanquismo[73], pero que era por su origen de carácter completamente distinto --, con la perspectiva de adueñarse del Poder, por una parte, y con la perspectiva del Zusammenbruch (de la catástrofe), por otra. El marxismo constituía la expresión teórica de la práctica dominante: de la lucha política, que prevalecía sobre la lucha económica. Tanto en Bélgica como en Francia, y especialmente en Alemania, los obreros organizaron con facilidad increíble la lucha política, y sólo con terrible trabajo y enormes fricciones la lucha económica. Hasta hoy día las organizaciones económicas, en comparación con las políticas (sin referirnos a Inglaterra), padecen de una debilidad extraordinaria, de inestabilidad, y en todas partes laissent à désirer quelque chose (dejan aún mucho que desear). Mientras no se agotó toda la energía en la lucha política, el Zusammenbruch constituía un Schlagwort (una consigna en boga) organizativo indispensable llamado a desempeñar un enorme papel histórico. La ley fundamental que se puede deducir del estudio del movimiento obrero, es la línea de la menor resistencia. En el Occidente esta línea la constituía la actividad política, y el marxismo, tal como había sido formulado en el Manifiesto Comunista, era la forma más feliz en que debía plasmarse el movimiento. Pero, por otra parte, cuando quedó agotada toda la energía en la actividad política, cuando el movimiento político llegó a tal grado de tensión que era ya difícil y casi imposible conducirlo más allá (escaso aumento de votos en los últimos tiempos, apatía del público en las reuniones, tono abatido de la literatura), la impotencia de la actividad parlamentaria y la aparición en la escena de la masa ignorante del proletariado fabril desorganizado y casi inorganizable, crearon en Occidente lo que ahora se llama bernsteinismo[74], la crisis del marxismo. Es difícil imaginarse un curso más lógico de las cosas que el período de desarrollo del movimiento obrero, desde el Manifiesto Comunista hasta el bernsteinismo, y un estudio atento de todo este proceso podrá determinar, con exactitud astronómica el desenlace de esta "crisis". No se trata aquí, claro está, de la derrota o victoria del bernsteinismo, cosa de poco interés; de lo que se trata es de una modificación radical de la actividad práctica que desde hace ya mucho se viene realizando, poco a poco, en el seno del Partido.


    Esta modificación se ha de efectuar no sólo en el sentido de llevar a cabo una lucha económica más enérgica, de consolidar las organizaciones de tipo económico, sino también, y esto es lo esencial, en el sentido de modificar la posición del Partido con respecto a los demás partidos de oposición. El marxismo intolerante, el marxismo negador, el marxismo primitivo (que utiliza una concepción demasiado esquemática sobre la división de la sociedad en clases) cederá su puesto al marxismo democrático, y la situación social del Partido dentro de la sociedad moderna tendrá que cambiar profundamente. El Partido reconocerá a la sociedad. Sus  tareas estrechamente corporativas, en la mayoría de los casos sectarias, serán ampliadas hasta convertirse en tareas sociales y su afán de conquistar el Poder se transformará en el afán de modificar, de reformar a la sociedad moderna en un sentido democrático, adaptado al actual estado de cosas, a fin de poder defender del modo más completo y más feliz (todos) los derechos de las clases trabajadoras. El contenido del concepto "política" será ampliado hasta adquirir un sentido verdaderamente social, y las reivindicaciones prácticas del momento adquirirán mayor peso, podrán contar con que se les preste mayor atención que hasta ahora.


    De esta breve descripción del desarrollo del movimiento obrero en Occidente no será difícil sacar conclusiones en lo que atañe a Rusia. La línea de menor resistencia nunca se orientará en nuestro país hacia la actividad política. La inaudita opresión política obligará a que se hable mucho de ella y a que en ella, precisamente, se concentre nuestra atención, pero jamás nos obligará a actuar prácticamente. Mientras en Occidente las débiles fuerzas de los obreros, al ser arrastradas a la actividad política, iban consolidándose y se formaron en ella, entre nosotros estas fuerzas débiles, por el contrario, chocan con el muro de la opresión política y no sólo les faltan las vías prácticas para la lucha contra la misma y, por consiguiente, para su desarrollo, sino que son sistemáticamente ahogadas por ella y se ven incapacitadas incluso para producir brotes débiles. Si añadimos a esto que nuestra clase obrera tampoco ha heredado aquel espíritu de organización que distinguía a los luchadores de Occidente, el cuadro será deprimente y capaz de desanimar al marxista que profese el mayor optimismo y que crea que cada nueva chimenea de fábrica, por el solo hecho de su existencia, constituye ya una gran bendición. También la lucha económica es difícil, enormemente difícil; pero ella es posible y, al fin y a la postre, es practicada por las propias masas. Aprendiendo poco a poco en esta lucha a organizarse y chocando en ella a cada paso con el régimen político, el obrero ruso acabará por crear lo que podría llamarse la forma del movimiento obrero, creará tales o cuales organizaciones que serán las más adecuadas a las condiciones de la realidad rusa. Ahora puede afirmarse con seguridad que el movimiento obrero ruso se encuentra aún en estado amiboideo y no ha creado todavía forma alguna. El movimiento huelguístico, que existe bajo toda forma de organización, no puede llamarse todavía la forma cristalizada del movimiento ruso; en cuanto a las organizaciones ilegales (sin hablar del grado de su utilidad en las condiciones actuales), ya desde el punto de vista puramente cuantitativo, no merecen atención alguna.


    Esta es la situación. Si a esto añadimos el hambre y el proceso de ruina del campo, que contribuyen al aumento de los Streikbrecher [*] y, por consiguiente, crean aún mayores dificultades al ascenso de las masas obreras a un nivel cultural más soportable, cabe preguntar . . . ¡qué deben hacer entonces los marxistas rusos? Las divagaciones sobre un partido político obrero independiente no son sino el producto de la trasplantación a nuestro propio terreno de tareas ajenas y de resultados ajenos. Los marxistas rusos, por ahora, ofrecen un espectáculo lamentable. Sus tareas prácticas en el presente son míseras; sus conocimientos teóricos, en la medida que los utiliza no como instrumento de investigación, sino como esquema de actividad, no valen ni siquiera para el cumplimiento de estas míseras tareas prácticas. Además, estos esquemas tomados del cercado ajeno son, en el sentido práctico, dañinos. Olvidándonos de que la clase obrera en Occidente hizo su intervención en un campo de actividad política ya desbrozado, nuestros marxistas tratan con desdén exagerado la actividad radical o liberal oposicionista de todas las capas no obreras de la sociedad. Los menores intentos de concentrar la atención en los fenómenos sociales de carácter político-liberal suscitan la protesta de los marxistas ortodoxos, quienes olvidan que toda una serie de circunstancias históricas nos impiden ser iguales a los marxistas de Occidente y exigen de nosotros un marxismo distinto, adecuado y necesario en las condiciones rusas. La falta de sentido e instinto político en cada ciudadano ruso, evidentemente, no puede ser compensada con habladurías sobre política o con apelaciones a una fuerza inexistente. El instinto político sólo puede adquirirse por medio de la educación, es decir, participando en la vida (por poco marxista que sea) que nos ofrece la realidad rusa. En la misma medida que la "negación" ha sido oportuna (temporalmente) en Occidente, es perniciosa en nuestro país, puesto que la negación que parte de algo organizado y dotado de una fuerza efectiva es una cosa, y la negación que parte de una masa informe de personas dispersas, otra.


    Para los marxistas rusos existe una sola solución: la participación, es decir, la ayuda a la lucha económica del proletariado y la participación en la actividad liberal oposicionista. Los marxistas rusos empezaron muy temprano a ser "negadores", y esta negación debilitó en ellos la parte de su energía que debería haberse encauzado en el sentido del radicalismo político. Por ahora todo esto no es tan terrible; pero si el esquema clasista impide a los intelectuales rusos participar activamente en la vida y los aparta demasiado de los círculos de oposición, esto constituirá un

perjuicio considerable para todos los que se ven obligados a luchar por formas jurídicas no al lado de la clase obrera, que no ha planteado todavía tareas políticas. La ingenuidad política de los intelectuales marxistas rusos, oculta tras razonamientos abstractos sobre temas políticos, puede jugarles una mala pasada".


    No sabemos si habrá muchos socialdemócratas rusos que participen de estos puntos de vista. Pero es indudable que semejantes ideas, en general, tienen sus partidarios, por lo que nos consideramos en el deber de protestar categóricamente contra tales conceptos y de advertir a todos los camaradas del peligro que amenaza a la socialdemocracia rusa de ser desviada del camino ya trazado por ella, a saber: la formación de un partido político obrero independiente, inseparable de la lucha de clase del proletariado y que se plantee, como tarea inmediata, la conquista de la libertad política.


    El "credo", arriba citado, se compone: primero, de una "breve descripción del desarrollo del movimiento obrero en Occidente" y, segundo, de "conclusiones en lo que atañe a Rusia".


    Ante todo, son absolutamente falsas las concepciones de los autores del "credo" con respecto al pasado del movimiento obrero de Europa Occidental. Es falso que la clase obrera de Occidente no haya participado en la lucha por la libertad política ni en las revoluciones políticas. La historia del movimiento carlista, la revolución del 48 en Francia, Alemania y Austria demuestran lo contrario. Es absolutamente falso que "el marxismo era la expresión teórica de la práctica dominante: la lucha política, que prevalece sobre la lucha económica". Por el contrario, "el marxismo" apareció en el momento en que predominaba el socialismo apolítico (owenismo, "fourierismo", "socialismo verdadero") y el Manifiesto Comunista emprendió inmediatamente la lucha contra el socialismo apolítico. Incluso cuando el marxismo actuó ya completamente pertrechado con la teoría (El Capital ) y organizó la célebre Asociación Internacional de los Trabajadores, la lucha política no era, ni mucho menos, la práctica dominante (el tradeunionismo estrecho en Inglaterra, el anarquismo y el proudhonismo en los países latinos). En Alemania, el gran mérito histórico de Lassalle reside en que transformó a la clase obrera, de apéndice de la burguesía liberal, en partido político independiente. El marxismo ligó en un solo haz inseparable la lucha económica y política de la clase obrera; y el afán de los autores del "credo" de separar esas formas de lucha constituye una de sus desviaciones más desafortunadas y más deplorables del marxismo.


    Sigamos. Son completamente falsas también las concepciones que tienen los autores del "credo" respecto a la situación actual del movimiento obrero en Europa Occidental y de la teoría del marxismo, que sirve de bandera a dicho movimiento. Hablar de una "crisis del marxismo", significa repetir las frases absurdas de los escribas burgueses que se esfuerzan en atizar toda discusión entre socialistas para transformarla en una escisión de los partidos socialistas. El tristemente famoso bernsteinismo, tal como es comprendido ordinariamente por el público en general y por los autores del "credo" en particular, significa un intento de empobrecer la teoría del marxismo, un intento de transformar el partido obrero revolucionario en reformista, y este intento, como era de esperar, ha chocado con la enérgica condenación de la mayoría de los socialdemócratas alemanes. Las tendencias oportunistas se manifestaron más de una vez dentro de la socialdemocracia alemana y siempre fueron rechazadas por el partido, que se atiene fielmente a los legados de la socialdemocracia revolucionaria internacional. Tenemos la seguridad de que todos los intentos de aplicar los conceptos oportunistas en Rusia chocarán con la misma resistencia enérgica de la inmensa mayoría de los socialdemócratas rusos.


    Tampoco cabe hablar siquiera de "una modificación radical de la actividad práctica" de los partidos obreros de Europa Occidental, a pesar de lo que afirman los autores del "credo": la enorme importancia de la lucha económica del proletariado y la necesidad de esta lucha fueron reconocidas por el marxismo desde un principio; ya en la década del 40, Marx y Engels polemizaron con los socialistas utopistas que negaban la importancia de la lucha económica[75].


    Unos veinte años más tarde, cuando se formó la Asociación Internacional de los Trabajadores, la cuestión de la importancia de los sindicatos obreros y de la lucha económica fue ya planteada en el Primer Congreso de Ginebra, en 1866. La resolución de este Congreso indicaba claramente la importancia de la lucha económica, advirtiendo a los socialistas y obreros, por una parte, que no se debía exagerar su importancia (lo que entonces se observaba entre los obreros ingleses) y, por otra parte, que no se la subestimase (lo que se observaba entre los franceses y alemanes, sobre todo entre los lassalleanos [76]). La resolución no sólo reconocía a los sindicatos obreros como un fenómeno legítimo, sino indispensable bajo el capitalismo; los reconocía como sumamente importantes para la organización de la clase obrera en su lucha cotidiana con el capital y para la abolición del trabajo asalariado. La resolución reconocía que los sindicatos obreros no debían prestar atención exclusivamente a la "lucha directa contra el capital", no debían apartarse del movimiento político y social general de la clase obrera; que no debían proponerse objetivos "estrechos", sino aspirar a la emancipación general de los millones de trabajadores oprimidos. Desde entonces, entre los partidos obreros de los  diversos países se ha planteado más de una vez, y naturalmente se planteará todavía más de una vez, la cuestión de si es necesario, en un momento dado, prestar más o menos atención a la lucha económica que a la lucha política del proletariado; pero la cuestión general o de principio se plantea, también ahora, del mismo modo como fue planteada por el marxismo. La convicción de que la lucha de clases única debe abarcar necesariamente la lucha política y la económica ha encarnado en la socialdemocracia internacional. Además, la experiencia histórica testimonia de un modo irrefutable que la falta de libertad o la restricción de los derechos políticos del proletariado conduce siempre a la necesidad de plantear la lucha política en el primer plano.


    Cabe menos aún hablar de un cambio de cierta importancia en la actitud del partido obrero con respecto a los otros partidos de oposición. También en este sentido el marxismo marcó una posición justa, tan lejana de la exageración de la importancia de la política y de la conjuración (blanquismo, etc.), como del desprecio de la política o de su degeneración en remiendos oportunistas y reformistas de la sociedad (anarquismo, socialismo utópico y pequeñoburgués, socialismo de Estado, socialismo de cátedra, etc.). El proletariado debe aspirar a fundar partidos políticos obreros independientes que tengan por objetivo principal la conquista del Poder político por el proletariado, con el fin de organizar la sociedad socialista. El proletariado no debe, ni mucho menos, considerar a las demás clases y a los demás partidos como a "una sola masa reaccionaria"[77]: por el contrario, el proletariado debe participar en toda la vida política y social apoyar a las clases y partidos progresivos contra los reaccionarios, apoyar todo movimiento revolucionario contra el régimen existente; debe ser defensor de toda raza o pueblo oprimido, de toda religión perseguida, del sexo privado de derechos, etc. Los razonamientos de los autores del "credo" sobre este tema sólo testimonian su aspiración a velar el carácter de clase de la lucha del proletariado, a debilitar esta lucha por medio de un absurdo "reconocimiento de la sociedad", a empobrecer el marxismo revolucionario hasta reducirlo a una corriente reformista cualquiera. Tenemos la convicción de que la enorme mayoría de los socialdemócratas rusos rechazará categóricamente esta tergiversación de los principios fundamentales de la socialdemocracia. Las falsas premisas de los autores del "credo" respecto al movimiento obrero de Europa Occidental les llevan a "conclusiones para Rusia" más falsas todavía.


    La afirmación de que la clase obrera rusa "todavía no se ha planteado tareas políticas", sólo testimonia la falta de conocimiento del movimiento revolucionario ruso. Ya la "Unión de Obreros del Norte de Rusia"[78], fundada en 1878, y la "Unión de Obreros del Sur de Rusia"[79], fundada en 1875, plantearon en su programa la reivindicación de la libertad política. Después de la reacción de los años del 80, la clase obrera volvió a plantear repetidamente la misma reivindicación en la década del 90. La afirmación de que "las habladurías sobre un partido político obrero independiente no son sino el producto de la trasplantación a nuestro terreno de tareas ajenas y de resultados ajenos", sólo testimonia la completa incomprensión del papel histórico de la clase obrera rusa y de las tareas más urgentes de la socialdemocracia rusa. El propio programa de los autores del "credo" tiende evidentemente a que la clase obrera, siguiendo la "línea de la menor resistencia", se limite a la lucha económica, en tanto que los "elementos liberales de oposición" luchan, con la "participación" de los marxistas, por las "formas jurídicas". La realización de semejante programa equivaldría al suicidio político de la socialdemocracia rusa, equivaldría a frenar y envilecer enormemente el movimiento obrero ruso y el movimiento revolucionario ruso (estos dos últimos conceptos son para nosotros idénticos). El solo hecho de que haya podido aparecer semejante programa demuestra cuán fundados eran los recelos de uno de los luchadores de vanguardia de la socialdemocracia rusa, P. B. Axelrod, cuando, a fines de 1897, escribió respecto a la posibilidad de semejante perspectiva.


    "El movimiento obrero no sale de los estrechos cauces de los conflictos puramente económicos entre los obreros y los patronos y por sí mismo, en su conjunto, carece de carácter político, pero en la lucha por la libertad política, las capas avanzadas del proletariado marchan con los círculos y fracciones revolucionarios, formados por la llamada intelectualidad" (Axelrod, Acerca de las tareas actuales y de la táctica de los socialdemócratas rusos, Ginebra, 1898, pág. 19).




    Los socialdemócratas rusos deben declarar una guerra sin cuartel a todo el cuerpo de ideas expresadas en el "credo", puesto que estas ideas conducen directamente a la realización de dicha perspectiva. Los socialdemócratas rusos deben empeñar todas sus fuerzas para que se realice otra perspectiva, la expuesta por P. B. Axelrod con las siguientes palabras:


    "Otra perspectiva: la socialdemocracia organiza al proletariado ruso en un partido político independiente que lucha por la libertad, en parte al lado y en alianza con las fracciones revolucionarias de la burguesía (si tales existiesen), y, en parte, atrayendo directamente a sus filas o arrastrando tras de  sí a los intelectuales más revolucionarios y que mayor cariño profesen al pueblo" (lugar citado, pág. 20).


    Cuando P. B. Axelrod escribía estas líneas, las declaraciones hechas por los socialdemócratas en Rusia demostraban claramente que la enorme mayoría de ellos participaban del mismo punto de vista. Cierto es que un periódico obrero de Petersburgo, Rabóchaia Misl [80], parece haberse inclinado a las ideas sostenidas por los autores del "credo", manifestando, lamentablemente, en un artículo de carácter programático (del número I, octubre de 1897), el pensamiento completamente equivocado y que contradice al socialdemocratismo de que "la base económica del movimiento" puede ser "eclipsada por el constante afán de no olvidar el ideal político". Pero simultáneamente, otro periódico obrero de Petersburgo, S. Petersburgski Rabochi Listok [81] (número 2, septiembre de 1897), se manifestó enérgicamente afirmando que "sólo puede derrocar al absolutismo . . . un numeroso partido obrero fuertemente organizado", que "al organizarse en un poderoso partido" los obreros "se liberarán a sí mismos y a Rusia entera de toda opresión política y económica". Y un tercer periódico, Rabóchaia Gazeta [82], en su artículo editorial del número 2 (noviembre de 1897), escribió: "La lucha contra el gobierno autocrático por la libertad política es la tarea inmediata del movimiento obrero ruso". "El movimiento obrero ruso decuplicará sus fuerzas si actúa como una entidad única, armónica, bajo el mismo nombre y con una organización sólida . . .". "Los círculos obreros aislados deben transformarse en un partido único común". "El partido obrero ruso será un partido socialdemócrata". Que la enorme mayoría de los socialdemócratas de Rusia participaba por completo de estas opiniones de Rabóchaia Gazeta lo testimonia también el hecho de que el Congreso de los socialdemócratas rusos [83], que tuvo lugar en la primavera de 1898, formó el "Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia", publicó su manifiesto y reconoció al periódico Rabóchaia Gazeta como su órgano oficial de prensa. De este modo los autores del "credo" dan un enorme paso atrás en comparación con el nivel de desarrollo alcanzado ya por la socialdemocracia rusa y que fue expresado en el "Manifiesto del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia". Si bien la feroz persecución del gobierno ruso ha llevado a que por ahora la actividad del Partido se haya debilitado temporalmente y su órgano oficial de prensa haya dejado de aparecer, para todos los socialdemócratas rusos la tarea consiste en emplear todas sus fuerzas para consolidar definitivamente el Partido, elaborar un programa del mismo y reanudar la publicación de su órgano oficial de prensa. Ante la vacilación ideológica, testimoniada por la posibilidad de la aparición de programas como el "credo" analizado más arriba consideramos especialmente necesario destacar los siguientes principios fundamentales, expuestos en el "Manifiesto", que tienen una enorme importancia para la socialdemocracia rusa. Primero, la socialdemocracia rusa "desea ser y continuará siendo el movimiento de clase de las masas obreras organizadas". De aquí se deduce que el lema de la socialdemocracia debe ser: contribución no sólo a la lucha económica de los obreros, sino también a su lucha política; agitación no sólo en torno a las necesidades económicas inmediatas, sino también en torno a todas las manifestaciones de opresión política; propaganda no sólo de las ideas del socialismo científico, sino también de las ideas democráticas. Solamente la teoría del marxismo revolucionario puede servir de bandera al movimiento obrero de clase, y la socialdemocracia rusa debe velar por el ulterior desarrollo de esta teoría y su encarnación en la vida, al tiempo que ha de preservarla contra las tergiversaciones y envilecimientos a que son frecuentemente sometidas las "teorías de moda" (los éxitos de la socialdemocracia revolucionaria en Rusia han transformado ya el marxismo en una teoría "de moda"). Concentrando ahora todas sus fuerzas a fin de actuar en los medios obreros de las fábricas y de las minas, la socialdemocracia no debe olvidar que, al ampliarse el movimiento, deben incorporarse también a las filas de las masas obreras organizadas por ella los trabajadores domésticos, los artesanos, los obreros agrícolas y millones de campesinos arruinados y muertos de hambre.

    Segundo: "Sobre sus recios hombros, el obrero ruso deberá llevar y llevará al triunfo la causa de la conquista de la libertad política". Al plantearse como tarea inmediata el derrocamiento del absolutismo, la socialdemocracia debe actuar en calidad de luchador de vanguardia por la democracia y, ya solamente por ello, prestar toda clase de ayuda a todos los elementos democráticos de la población rusa, atrayéndolos como aliados. Únicamente un partido obrero independiente podrá servir de firme baluarte en la lucha contra el absolutismo, y sólo en alianza con semejante partido, apoyándolo, podrán mostrarse activos todos los demás luchadores por la libertad política.


    Finalmente, tercero: "En su calidad de movimiento y corriente socialista, el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia continúa la obra y las tradiciones de todo el movimiento revolucionario ruso que lo ha precedido; dado que considera la conquista de la libertad política como la tarea inmediata más importante de todo el Partido, la socialdemocracia marcha hacia el objetivo trazado ya con toda claridad por los gloriosos militantes de la vieja Naródnaia Volia ". Las tradiciones de todo el movimiento revolucionario precedente exigen que la socialdemocracia concentre actualmente todas sus fuerzas en organizar el Partido, en reforzar la disciplina dentro del mismo y en desarrollar los métodos de su actuación conspirativa. Si los militantes de la vieja Naródnaia Volia supieron desempeñar un enorme papel en la historia rusa, a pesar de que eran tan estrechas las capas sociales que sostenían a unos pocos héroes y a pesar de que ese movimiento tenía por bandera una teoría que distaba de ser revolucionaria, la socialdemocracia, apoyándose en la lucha de clase del proletariado, sabrá hacerse invencible. "El proletariado ruso se sacudirá el yugo de la autocracia para continuar, con mayor energía todavía, la lucha contra el capital y la burguesía hasta conseguir la victoria completa del socialismo".

    Invitamos a todos los grupos socialdemócratas y a todos los círculos obreros de Rusia a analizar el "credo" arriba citado y nuestra resolución y a manifestar concretamente su posición con respecto al problema planteado, a fin de eliminar toda clase de discrepancias y acelerar la organización y fortalecimiento del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia.


    Las resoluciones de los grupos y círculos podrían comunicarse a la "Unión de Socialdemócratas Rusos" en el Extranjero [84], la cual, de acuerdo con el punto 10 de la resolución del Congreso de socialdemócratas rusos de 1898, forma parte del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia y es su representante en el extranjero.

  [70] Protesta de los socialdemócratas de Rusia fue escrita por Lenin en 1899 durante su destierro, en contra del "Credo" -- manifiesto de algunos economistas. 

    El proyecto de la "Protesta", preparado por Lenin, fue discutido y aprobado por unanimidad en una reunión realizada por diecisiete marxistas del distrito de Minusinsk, exiliados en la aldea de Ermakóvskoie. La colonia de desterrados de Turujansk y Orlov (provincia Viatka) también manifestó su aprobación respecto a esta protesta. 


    La "Protesta" fue enviada por Lenin al extranjero al grupo "Emancipación del Trabajo". A principios de 1900, Plejánov reeditó la "Protesta", incluida en la recopilación Vademécum para la Redacción de Rabóchie Dielo.    [pág. 111]


  [71] El grupo "Emancipación del Trabajo", primer grupo marxista ruso, fue fundado por L. Plejánov en 1883, en Ginebra y existió hasta el II Congreso del POSDR en 1903. 

    "Realizó una intensa labor para difundir el marxismo en Rusia, echó los cimientos teóricos de la socialdemocracia y dio el primer paso para salir al encuentro del movimiento obrero". (Compendio de la historia del Partido Comunista (b) de la URSS, Resumen del capítulo I). Tradujo al ruso, editó en el extranjero y distribuyó en Rusia las obras de los fundadores del marxismo: Manifiesto del Partido Comunista de Marx y Engels, Trabajo asalariado y capital de Marx, Del socialismo utópico al socialismo científico de Engels, y otros; Plejánov y el grupo "Emancipación del Trabajo" dieron un decisivo ataque al populismo. Pero el grupo cometió algunos errores graves: remanentes de los conceptos populistas, subestimación de la revolucionarización campesina y sobreestimación del papel de la burguesía liberal. Dichos errores fueron el germen de las concepciones mencheviques que, más tarde, sustentaron Plejánov y otros miembros del grupo.    [pág. 111]


  [72] "Credo ": con este nombre lanzó su manifiesto en 1899 un grupo de "economistas" (S. N. Prokopóvich, E. D. Kuskova y otros). Este manifiesto expresó con la mayor diafanidad el oportunismo de los economistas: negó el papel político e independiente de la clase proletaria y la necesidad de un partido de la clase obrera.    [pág. 111]






  [73] Blanquismo: corriente del movimiento proletario revolucionario francés encabezado por Luis Augusto Blanqui, el famoso dirigente.
    Blanqui tomó activa participación en el movimiento revolucionario francés. En dos ocasiones fue sentenciado a muerte y condenado casi a media vida de cárcel. 


    Lenin consideraba a Blanqui como un indudable revolucionario y ardiente partidario del socialismo, a la vez, le criticaba enérgicamente por sus métodos sectarios y conspirativos. "El blanquismo -- señaló Lenin -- es una teoría que niega la lucha de clases. El blanquismo espera lograr la emancipación de la humanidad de la esclavitud asalariada, no por la vía de la lucha de clase del proletariado, sino por la vía de la conspiración de un pequeño grupo de intelectuales". (V. I. Lenin, "Balance del Congreso", Obras Completas, t. X.)    [pág. 112]

  [74] Bernsteinismo: corriente revisionista en el movimiento obrero internacional, surgida a fines del siglo pasado, que tomó su nombre de E. Bernstein, miembro de la socialdemocracia alemana. 


    En 1896-1898, Bernstein publicó en el órgano teórico de la socialdemocracia alemana Die Neue Zeit una serie de artículos y en 1899 el libro titulado Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia en los cuales hizo una franca revisión del marxismo. Se opuso a las teorías del marxismo acerca de la lucha de clases, del inevitable hundimiento del capitalismo, estuvo en contra de la revolución socialista y la dictadura del proletariado. Consideró que la tarea del partido socialdemócrata consistía únicamente en la lucha por la reforma. Los conceptos oportunistas y revisionistas de Bernstein fueron apoyados por el ala derecha del partido socialdemócrata alemán y por los oportunistas de otros partidos adheridos a la II Internacional. Unicamente el Partido bolchevique encabezado por Lenin combatía de manera decidida a Bernstein y a sus partidarios. 


    Los partidarios de Bernstein en Rusia eran los "marxistas legales", los "economistas", los del Bund y los mencheviques.    [pág. 113]


  [75] Véase C. Marx, Miseria de la filosofía.    [pág. 118]
  [76] Lassalleanos y eisenachianos: dos partidos en el movimiento obrero alemán de la década del 60 y principios de la del 70 del siglo XIX. 


    Lassalleanos: partidarios y discípulos de F. Lassalle. Considerando que era posible una transformación pacífica del capitalismo en socialismo con la ayuda de las asociaciones obreras apoyadas por el gobierno prusiano reaccionario, los lassalleanos predicaban la sustitución de la lucha revolucionaria de la clase obrera por el derecho al sufragio universal y la pacífica actividad parlamentaria. 


    Marx y Engels criticaron severamente a los lassalleanos, observando que "durante muchos años ellos constituyeron un obstáculo para la organización del proletariado, y por fin terminaron convirtiéndose en un simple instrumento de la policía". ("La escisión filistea", Obras Completas, t. XVIII.) Se hace una apreciación de la táctica y de los conceptos teóricos lassalleanos en Crítica del programa de Gotha y en la correspondencia de Marx y Engels. 


    Eisenachianos: eran partidarios del marxismo y se hallaban bajo la influencia ideológica de C. Marx y F. Engels. Bajo la dirección de G. Liebknecht y A. Bebel se fundó, en el congreso de Eisenach realizado en 1869, el Partido Obrero Socialdemócrata de Alemania. 


    Estos dos partidos lucharon encarnizadamente entre sí.
    En el Congreso realizado en Gotha en 1875, bajo la presión del movimiento obrero en ascenso y la intensificación de la represión del gobierno, ambos partidos se fundieron en un único Partido Obrero Socialista Alemán, en el cual los lassalleanos representaban el ala oportunista. 

    Lenin describe a los lassalleanos y eisenachianos en su artículo titulado "Augusto Bebel". (Obras Completas, t. XIX.)    [pág. 118]


  [77] Lenin crítica aquí la conocida tesis de los lassalleanos acerca de que todas las demás clases constituyen únicamente una masa reaccionaria respecto a la clase obrera. Esta tesis se incluyó en el programa de los socialdemócratas alemanes aprobado en 1875 en el Congreso de Gotha, al unificarse los dos partidos socialistas alemanes existentes hasta entonces: el de los eisenachianos y el de los lassalleanos. 


    C. Marx desenmascaró el carácter reaccionario de dicha tesis en Crítica del programa de Gotha.    [pág. 119]

  [78] "Unión de Obreros del Norte de Rusia ": una de las primeras organizaciones políticas revolucionarias de la clase obrera fundada en 1878 en Petersburgo. Sus fundadores fueron Stepán Jalturin, carpintero, y Víctor Obnorski, ajustador. La "Unión" dirigió en muchas ocasiones las huelgas obreras y distribuía volantes entre los participantes. La "Unión" contaba ya casi con 200 miembros. La organización fue destruida por el gobierno zarista en 1879. En febrero de 1880, sus miembros que no se hallaban encarcelados publicaron un número del primer periódico obrero de Rusia, Rabóchaia Zariá ("La Aurora Obrera").    [pág. 120]


  [79] "Unión de Obreros del Sur de Rusia ": primera organización obrera política revolucionaria de Rusia, fundada en Odesa en 1875 por E. Zaslavski. Tras una existencia de 8 ó 9 meses, la "Unión" fue destruida por el gobierno zarista.    [pág. 120]<


  [80] Rabóchaia Misl ("El Pensamiento Obrero"): periódico de los "economistas", apareció de octubre de 1897 a diciembre de 1902 en Petersburgo, Berlín, Varsovia y Ginebra. Vieron la luz en total 16 números. Lenin criticó en varias de sus obras, especialmente en artículos publicados en Iskra y en el libro ¿Qué hacer? los puntos de vista del Rabóchaia Misl como una variedad rusa del oportunismo internacional.    [pág. 122]


  [81] S. Petersburgski Rabochi Listok ("Boletín Obrero de San Petersburgo"): órgano ilegal de la "Unión de Lucha por la Emancipación de la Clase Obrera" de San Petersburgo. Aparecieron dos números: el N° 1, en febrero (con fecha de enero) de 1897, impreso en Rusia con 300-400 ejemplares, y el N.ƒ 2, en septiembre de 1897, en Ginebra.    [pág. 122]


  [82] Rabóchaia Gazete ("Diario Obrero"): órgano ilegal del grupo social demócrata de Kíev. Salieron dos números: el N.ƒ I en agosto de 1897; y el N.ƒ 2 en diciembre (con fecha de noviembre) de ese año. El I Congreso del POSDR ratificó su carácter de órgano oficial del Partido. No obstante, a raíz del allanamiento policial de su imprenta y de la detención de los miembros del CC elegido por el Congreso, el tercer número preparado no pudo aparecer y no se intentó reanudar la publicación del periódico.    [pág. 122]




  [83] Se refiere al I Congreso del POSDR realizado en Minsk en marzo de 1898. En la labor del Congreso participaron nueve delegados de sus 6 organizaciones (de la "Unión de Lucha por la Emancipación de la Clase Obrera" de Petersburgo, Moscú, Ekaterinoslav y Kíev, del grupo Rabóchaia Gazeta de Kíev y del Bund). 



    El "Manifiesto del POSDR" que el CC dio a publicidad en nombre del Congreso cuando finalizó este, formuló la principal tarea ante el movimiento socialdemócrata de Rusia: la lucha por la libertad política y la necesidad de combatir el absolutismo y la vinculó con la tarea general del movimiento obrero. 


    El Congreso eligió el Comité Central y confirmó a Rabócbaia Gazeta como órgano de prensa oficial del Partido; se designó a la "Unión de Socialdemócratas Rusos" en el extranjero, representante del Partido en el exterior. 


    El significado del I Congreso del POSDR consistía en que él proclamó en sus resolución y "Manifiesto" la formación del POSDR.    [pág. 122]


  [84] La "Unión de Socialdemócratas Rusos" en el Extranjero fue fundada en 1894 en Ginebra por iniciativa del grupo "Emancipación del Trabajo". Dispuso de una imprenta propia en la que imprimió obras literarias revolucionarias y la recopilación Trabajador. En un principio, la "Unión" fue dirigida por el grupo "Emancipación del Trabajo", al que se le confió la redacción de las publicaciones de ésta. El I Congreso del POSDR reconoció a la "Unión" como representante del Partido en el extranjero.

Posteriormente, en la "Unión" adquirieron hegemonía los elementos oportunistas ("los economistas"), o los llamados "jóvenes". En noviembre de 1898, en el I Congreso de la "Unión", el grupo "Emancipación del Trabajo" renunció a redactar las publicaciones de la "Unión". En el II Congreso (abril de 1900) surgió la división radical entre el grupo "Emancipación del Trabajo" y la "Unión", el grupo y sus correligionarios se retiraron del Congreso y formaron la organización independiente "Sotsial-demokrat". El II Congreso del POSDR anunció la disolución de la "Unión".    [pág. 125]



https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1890s/1899-08.htm

No hay comentarios:

Publicar un comentario