El
Capital Tomo I; "El Proceso de Producción del Capital"
Acumulación
originaria
1. El
secreto de la acumulación originaria
2. Expropiación de la población rural, a
la que se despoja de la tierra
3. Legislación
sanguinaria contra los expropiados, desde fines del siglo XV. Leyes
reductoras del salario
4. Génesis
del arrendatario capitalista
5. Repercusión
de la revolución agrícola sobre la industria. Creación del mercado
interno para el capital industrial
6. Génesis
del capitalista industrial
7. Tendencia
histórica de la acumulación capitalista
1. El
secreto de la acumulación originaria
Hemos visto
cómo el dinero se transforma en capital; cómo mediante el capital se produce
plusvalor y del plusvalor se obtiene más capital. Con todo, la acumulación del
capital presupone el plusvalor, el plusvalor la producción capitalista, y ésta
la preexistencia de masas de capital [a] relativamente grandes en manos de los
productores de mercancías. Todo el proceso, pues, parece suponer [b] una acumulación "originaria"
previa a la acumulación capitalista ("previous
accumulation", como la llama Adam Smith), una acumulación que no es
el resultado del modo de producción capitalista, sino su punto
de partida.
Esta acumulación
originaria desempeña en la economía política aproximadamente el mismo
papel que el pecado original en la teología. Adán mordió la
manzana, y con ello el pecado se posesionó del género humano. Se nos explica su
origen contándolo como una anécdota del pasado. En tiempos muy remotos había,
por un lado, una elite diligente [c], y
por el otro una pandilla de vagos y holgazanes [d] 1. [892] Ocurrió
así que los primeros acumularon riqueza y los últimos
terminaron por no tener nada que vender excepto su pellejo. Y de este pecado
original arranca la pobreza de la gran masa que aun hoy, pese
a todo su trabajo, no tiene nada que vender salvo sus propias personas y la
riqueza de unos pocos, que crece continuamente aunque sus poseedores hayan
dejado de trabajar hace mucho tiempo. El señor Thiers, por ejemplo, en defensa
de la propriété, predica esas insulsas puerilidades a los otrora
tan ingeniosos franceses, haciéndolo además con la seriedad y la solemnidad del
estadista [2].
Pero no bien entra en juego la cuestión de la propiedad, se convierte en deber
sagrado sostener que el punto de vista de la cartilla infantil es el único
válido para todos los niveles de edad y grados de desarrollo. En la historia
real el gran papel lo desempeñan, como es sabido, la conquista, el
sojuzgamiento, el homicidio motivado por el robo: en una palabra, la violencia.
En la economía política, tan apacible, desde tiempos inmemoriales ha imperado
el idilio. El derecho y el "trabajo" fueron desde épocas pretéritas
los únicos medios de enriquecimiento, siempre a excepción, naturalmente, de "este año".
En realidad, los métodos de la acumulación originaria son cualquier cosa menos
idílicos.
El dinero y
la mercancía no son capital desde un primer momento, como tampoco lo son los
medios de producción y de subsistencia. Requieren ser transformados en
capital. Pero esta transformación misma sólo se puede operar bajo
determinadas circunstancias coincidentes: es necesario que se enfrenten y
entren en contacto dos clases muy diferentes de poseedores de mercancías, a un
lado los propietarios de dinero, de medios de producción y
de subsistencia, a quienes les toca valorizar, mediante la
adquisición de fuerza de trabajo ajena, la suma de valor de la que se han
apropiado; al otro lado, trabajadores libres, vendedores de la
fuerza de trabajo propia y por tanto vendedores de trabajo. Trabajadores
libres en el doble sentido de que ni están incluidos directamente
entre los medios de producción como sí lo están los esclavos, siervos de la
gleba, etcétera, ni tampoco les pertenecen a ellos los medios [893] de
producción a la inversa de lo que ocurre con el campesino que trabaja su propia
tierra, etcétera, hallándose, por el contrario, libres y desembarazados de esos
medios de producción. Con esta polarización del mercado de mercancías están
dadas las condiciones fundamentales de la producción capitalista. La relación
del capital presupone la escisión entre los trabajadores y la propiedad
sobre las condiciones de realización del trabajo. Una vez establecida la
producción capitalista, la misma no sólo mantiene esa división sino que la
reproduce en escala cada vez mayor. El proceso que crea a la relación del
capital, pues, no puede ser otro que el proceso de escisión entre el
obrero y la propiedad de sus condiciones de trabajo, proceso que, por una
parte, transforma en capital los medios de producción y de
subsistencia sociales, y por otra convierte a los productores directos en asalariados.
La llamada acumulación originaria no es, por consiguiente, más que el proceso
histórico de escisión entre productor y medios de producción. Aparece como
"originaria" porque configura la prehistoria del
capital y del modo de producción correspondiente al mismo.
A primera
vista se advierte que este proceso de escisión incluye toda una serie de
procesos históricos, una serie que, precisamente, es de carácter dual: por una
parte, disolución de las relaciones que convierten a los trabajadores en
propiedad de terceros y en medios de producción de los que éstos se han
apropiado, y por la otra, disolución de la propiedad que ejercían los
productores directos sobre sus medios de producción. El proceso de escisión,
pues, abarca en realidad toda la historia del desarrollo de la moderna sociedad
burguesa, historia que no ofrecería dificultad alguna si los historiadores
burgueses no hubieran presentado la disolución del modo feudal de producción
exclusivamente bajo el clair-obscur [claroscuro] de la
emancipación del trabajador, en vez de presentarla a la vez como transformación
del modo feudal de explotación en el modo capitalista de explotación [e] "Los
capitalistas industriales, esos nuevos potentados, debieron por su parte no
sólo desplazar a los maestros artesanos gremiales, sino también a los señores
feudales, quienes se encontraban en posesión de las fuentes de la riqueza. En
este aspecto, su ascenso se presenta como el fruto de una lucha victoriosa
contra el poder feudal y sus sublevantes privilegios, así como contra los
gremios y las trabas opuestas por éstos al desarrollo libre de la producción y
a la explotación libre del hombre por el hombre. No obstante, si los caballeros
de industria lograron desalojar a los caballeros de espada, ello se debió
únicamente a que los primeros explotaron acontecimientos en los cuales no les
cabía culpa alguna. Ascendieron empleando métodos tan innobles como los que
otrora permitieron al liberto romano convertirse en amo de su patronus.".
[894] El punto de partida del
desarrollo fue el sojuzgamiento del trabajador. La etapa siguiente
consistió en un cambio de forma de ese sojuzgamiento. Sin embargo,
los objetivos que nos hemos trazado no exigen, ni con mucho, el análisis del
movimiento medieval. Aunque la producción capitalista, esporádicamente, se
estableció ya durante los siglos XIV y XV en los países del Mediterráneo,
la era capitalista sólo data del siglo XVI. Allí
donde florece, hace ya mucho tiempo que se ha llevado a cabo la supresión de la
servidumbre de la gleba y que el régimen urbano medieval ha entrado en la fase
de su decadencia [f].
[895] En la historia del proceso de
escisión hacen época, desde el punto de vista histórico [g],
los momentos en que se separa súbita y violentamente a grandes masas humanas de
sus medios de subsistencia y de producción [h] y
se las arroja, en calidad de proletarios totalmente libres, al mercado de
trabajo. La expropiación que despoja de la tierra al trabajador i,
constituye el fundamento de todo el proceso. De ahí que debamos considerarla en
primer término [j].
La historia de esa expropiación adopta diversas tonalidades en distintos países
y recorre en una sucesión diferente [k] las
diversas fases. Sólo en Inglaterra, y es por eso que tomamos de ejemplo a este
país, dicha expropiación reviste su forma clásica [l]. [3] m En
la 3ª y 4ª ediciones se agrega: "Cuando la revolución del mercado mundial,
a fines del siglo XV {265}, aniquiló la supremacía comercial del
norte de Italia, se originó un movimiento en sentido inverso. Los trabajadores
urbanos se vieron empujados masivamente hacia el campo e imprimieron allí a la
agricultura en pequeña escala, practicada según las normas de la horticultura,
un impulso nunca visto". 4
[896]
2. Expropiación de la población
rural, a la que se despoja de la tierra
En Inglaterra
la servidumbre de la gleba, de hecho, había desaparecido en la última parte del
siglo XIV. La inmensa mayoría de la población [5] se
componía entonces y aún más en el siglo XV de campesinos libres que cultivaban
su propia tierra, cualquiera que fuere el rótulo feudal que encubriera su
propiedad. En las grandes fincas señoriales el arrendatario libre había
desplazado al bailiff (bailío), siervo él mismo en otros
tiempos. Los trabajadores asalariados agrícolas se componían en parte de
campesinos que valorizaban su tiempo libre trabajando en las fincas de los
grandes terratenientes, en parte de una clase independiente poco numerosa tanto
en términos absolutos como en relativos de asalariados propiamente dichos. Pero
también estos últimos eran de hecho, a la vez, campesinos que trabajaban para
sí mismos, pues además [897] de su salario se les asignaba
tierras de labor con una extensión de 4 acres [q] y
más, y asimismo cottages. Disfrutaban además, a la par de los
campesinos propiamente dichos, del usufructo de la tierra comunal,
sobre la que pacía su ganado y que les proporcionaba a la vez el combustible:
leña, turba, etc [6].
En todos los países de Europa la producción feudal se caracteriza por la
división de la tierra entre el mayor número posible de campesinos tributarios.
El poder del señor feudal, como el de todo soberano, no se fundaba en la
longitud de su registro de rentas, sino en el número de sus súbditos, y éste
dependía de la cantidad de campesinos que trabajaban para sí mismos [7]. Por eso, aunque después de la conquista
normanda se dividió el suelo inglés en gigantescas baronías, una sola de las
cuales incluía a menudo 900 de los viejos señoríos anglosajones, estaba
tachonado de pequeñas fincas campesinas, interrumpidas sólo aquí y allá por las
grandes haciendas señoriales. Tales condiciones, sumadas al auge coetáneo de
las ciudades, característico del siglo XV, permitieron esa riqueza
popular tan elocuentemente descrita por el canciller Fortescue en su
"Laudibus legum Angliæ, pero excluían la riqueza capitalista.
El preludio
del trastocamiento que echó las bases del modo de producción capitalista se
produjo en el último tercio del siglo XV y los primeros decenios del siglo XVI.
Una masa de proletarios libres como el aire fue arrojada
al mercado de trabajo por la disolución de las
mesnadas [898] feudales que, como observó
correctamente sir James Steuart, "en todas partes colmaban inútilmente
casas y castillos" [8].
Aunque el poder real él mismo un producto del desarrollo burgués en su deseo de
acceder a la soberanía absoluta aceleró violentamente la disolución de esas
mesnadas, no constituyó, ni mucho menos, la única causa de ésta. Por el
contrario, el gran señor feudal, tenazmente opuesto a la realeza y al
parlamento, creó un proletariado muchísimo mayor al expulsar
violentamente a los campesinos de la tierra, sobre la que tenían los mismos
títulos jurídicos feudales que él mismo, y al usurparles las tierras comunales.
En Inglaterra, el impulso directo para estas acciones lo dio particularmente el
florecimiento de la manufactura lanera flamenca y el consiguiente aumento en
los precios de la lana. Las grandes guerras feudales habían aniquilado a la
vieja nobleza feudal; la nueva era hija de su época, y para ella el dinero era
el poder de todos los poderes. Su consigna, pues, rezaba: transformar la tierra
de labor en pasturas de ovejas. En su "Description of England. Prefixed to
Holinshed's Chronicles", Harrison describe cómo la expropiación del
pequeño campesino significa la ruina de la campaña. "What care our great
incroachers?" (¿Qué les importa eso a nuestros grandes usurpadores?). Violentamente
se arrasaron las viviendas de los campesinos y las cottages de
los obreros, o se las dejó libradas a los estragos del tiempo. "Si se
compulsan", dice Harrison, "los más viejos inventarios de cada finca
señorial, [...] se encontrará que han desaparecido innumerables casas y
pequeñas fincas campesinas [...], que el país sostiene a mucha menos gente
[...], que numerosas ciudades están en ruinas, aunque prosperan unas pocas
nuevas...[9] Algo
podría contar de las ciudades y villorrios destruidos para convertirlos en
pasturas para ovejas, y en los que únicamente se alzan las casas de los
señores." Los lamentos de esas viejas crónicas son invariablemente
exagerados, pero reflejan con exactitud la impresión que produjo en los hombres
de esa época la revolución operada en las condiciones de producción. Un cotejo
entre las obras del canciller Fortescue y las de Tomás Moro muestra de manera
patente el abismo que se abre entre el siglo XV y el XVI. La clase trabajadora
inglesa, como con acierto afirma Thornton, se precipitó directamente, sin
transición alguna, de la edad de oro a la de hierro.
[899] La legislación se aterrorizó
ante ese trastocamiento. Todavía no había alcanzado a esas cumbres de la
civilización en las cuales la "wealtk of nation" [riqueza de
la nación], esto es, la formación de capital y la explotación y empobrecimiento
despiadados de las masas populares son considerados la última Thule de
toda sabiduría política. En su historia de Enrique VII dice Bacon: "Por
ese entonces" (1489) "comenzaron a ser más frecuentes las quejas
sobre la conversión de tierras de labor en praderas" (para cría de ovejas,
etc.), "fáciles de vigilar con unos pocos pastores; y las fincas
arrendadas temporal, vitalicia y anualmente (de las que vivían gran parte de
los yeomen 10)
se transformaron en dominios señoriales. Esto dio origen a una decadencia del
pueblo, y por consiguiente a una decadencia de las ciudades, iglesias,
diezmos... Fue admirable la sabiduría demostrada en esa época por el rey y el
parlamento en la cura del mal... Adoptaron medidas contra esas usurpaciones que
despoblaban los predios comunales (depopulating inclosures) y contra el
despoblador régimen de pasturas (depopulating pasture) que seguía de cerca a
esas usurpaciones". Una ley de Enrique VII, 1489, c. 19, [n] prohibió
que se demoliera toda casa campesina a la que correspondieran por lo menos 20
ocres [8,1 há.] de terreno. En una ley 25, Enrique VIII, [o] se confirma la disposición legal anteriormente
mencionada. Se dice allí, entre otras cosas, que "muchas fincas arrendadas
y grandes rebaños de ganado, especialmente de ovejas, se concentran en pocas
manos, con lo cual han aumentado considerablemente las rentas de la tierra y
disminuido mucho los cultivos (tillage), se han arrasado iglesias y casas y
cantidades asombrosas de hombres han quedado incapacitados de ganarse el
sustento para sí y sus familias". Por eso la ley ordena la reconstrucción
de las casas rústicas derruidas, determina cuál debe ser la proporción entre la
tierra cerealera y la de pastos, etc. Una ley de 1533 se queja de que no pocos
propietarios posean 24.000 ovejas, y [900] restringe el número
de éstas a 2.000 [11]. Las quejas populares y la legislación que desde
Enrique VII y durante 150 años condenó la expropiación de los pequeños
arrendatarios y campesinos, resultaron estériles por igual. El secreto de su
fracaso nos lo revela Bacon, inconscientemente. "La ley de Enrique
VII", escribe en sus "Essays, Civil and Moral", sección 29,
"era profunda y admirable, por cuanto establecía la existencia de
explotaciones agrícolas y casas rústicas de determinada medida normal, esto es,
les aseguraba una extensión de tierra que les permitía traer al mundo súbditos
suficientemente ricos y de condición no servil, y conservar la mancera
del arado en las manos de propietarios y no de alquilones (to keep the
plough in the hand of the owners and not hirelings)" [12]bis 13 14. Lo
que exigía el sistema capitalista era, a la inversa, una condición servil de
las masas populares, la transformación de las mismas en alquilones y la
conversión de sus medios de trabajo [901] en capital. Esa
antigua legislación procura también [p] conservar
los 4 acres de tierra contigua a la cottage del asalariado
agrícola, y le prohibió a éste que tomara subinquilinos en su cottage.
Todavía en 1627, bajo Jacobo I [q] 15, se condenó a Roger
Crocker, de Front Mill, por haber construido una cottage en la
finca solariega de Front Mill sin asignarle los 4 acres de tierra como
dependencia permanente; aun en 1638, bajo Carlos I, se designó una comisión
real encargada de imponer la aplicación de las viejas leyes, y en particular
también la concerniente a los 4 acres de tierra; todavía Cromwell prohibió la
construcción de casas, en 4 millas [6,4 km.] a la redonda de Londres, si no se
las dotaba de 4 acres de tierra. Aun en la primera mitad del siglo XVIII se
formulan quejas cuando la cottage del obrero agrícola no
dispone como accesorio de 1 ó 2 acres [0,4 ó 0,8 há, aproximadamente]. Hoy en
día dicho obrero se considera afortunado cuando su casa tiene un huertecito, o
si lejos de la misma puede alquilar un par de varas de tierra.
"Terratenientes y arrendatarios", dice el doctor Hunter, "operan
aquí de común acuerdo. Unos pocos acres por cottageharían de los
trabajadores personas demasiado independientes" [16].
El proceso
de expropinción violenta de las masas populares recibió un nuevo y
terrible impulso en el siglo XVI con la Reforma y, a
continuación, con la expoliación colosal de los bienes eclesiásticos.
En la época de la Reforma, la Iglesia Católica era propietaria feudal de gran
parte del suelo inglés. La supresión de los monasterios, etc., arrojó a sus
moradores al proletariado. Los propios bienes eclesiásticos fueron objeto, en
gran parte, de donaciones a los rapaces favoritos del rey, o vendidos por un
precio irrisorio a arrendatarios y residentes urbanos especuladores que
expulsaron en masa a los antiguos campesinos tributarios [902] hereditarios,
fusionando los predios de estos últimos., Se abolió tácitamente el derecho,
garantizado por la ley, de los campesinos empobrecidos a percibir una parte de
los diezmos eclesiásticos [17].
"Pauper ubique iacet" [el pobre en todas partes está sojuzgado] [18],
exclamó la reina Isabel al concluir una gira por Inglaterra. En el cuadragésimo
tercer año de su reinado, finalmente, no hubo más remedio que reconocer
oficialmente el pauperismo, implantando el impuesto de
beneficencia. "Los autores de esta ley se avergonzaron de exponer
sus razones, y por eso, violando toda tradición, la echaron a rodar
por el mundo desprovista de todo preamble (exposición de
motivos)" [19].
Por la 16, Carolus I, 4 [r],
se estableció la perpetuidad de ese impuesto, y en realidad sólo en 1834 se le
dio una forma nueva y más rigurosa [20] 21 22 23.
Estos efectos inmediatos de la Reforma [903] no fueron los más
perdurables. El patrimonio eclesiástico configuraba el baluarte
religioso de las relaciones tradicionales de propiedad de la tierra. Con la
ruina de aquél, estas últimas ya no podían mantenerse en pie [24].
Todavía en
los últimos decenios del siglo XVII la yeomanry, el campesinado
independiente, era más numerosa que la clase de los arrendatarios. Los yeomen habían
constituido la fuerza principal de Cromwell y se comparaban ventajosamente,
como reconoce el propio Macaulay, con los merdosos hidalgos borrachos y sus
sirvientes, los curas rurales, obligados a casarse con la "moza
favorita" del señor. Todavía, los asalariados rurales mismos eran
copropietarios de la propiedad comunal. Hacia 1750, [904] aproximadamente,
la yeomanry había desaparecido [25],
y en los últimos decenios del siglo XVIII ya se habían borrado las últimas
huellas de propiedad comunal de los campesinos. Prescindimos aquí de los resortes
puramente económicos de la revolución agrícola. De lo que nos ocupamos es
de los medios violentos empleados por la misma.
Bajo
la restauración de los Estuardos, los terratenientes ejecutaron
de manera legal una usurpación que en el continente, por doquier, se practicó
también sin formalidades legales. Abolieron el régimen feudal de tenencia de la
tierra, es decir, la liberaron de las servidumbres que la gravaban,
"indemnizaron" al estado mediante impuestos sobre el campesinado y
las demás masas populares, reivindicaron la propiedad moderna sobre fincas de
las que sólo poseían títulos feudales y, finalmente, impusieron esas leyes
de asentamiento (laws of settlement) que, mutatis mutandis,
operaron sobre los campesinos ingleses al igual que el edicto del tártaro Borís
Godunov sobre el campesinado ruso [26].
La "Glorious
Revolution" (Revolución Gloriosa) [27] Ilevó
al poder, con Guillermo III de Orange [28],
a los fabricantes de plusvalor poseedores de tierras y capitales. Éstos
inauguraron la nueva era perpetrando en escala colosal el [905] robo
de tierras fiscales, practicado hasta entonces sólo de manera modesta. Esos
predios fueron donados, vendidos a precios irrisorios o incluso anexados por
usurpación directa a fincas privadas [29].
Todo esto ocurrió sin que se observara ni en lo mínimo las apariencias legales.
Los bienes fiscales, apropiados de manera tan fraudulenta: sumados a la
depredación de las tierras eclesiásticas en la medida en que las mismas no se
habían perdido ya durante la revolución republicana, constituyen el fundamento
de los actuales dominios principescos que posee la oligarquía inglesa [30].
Los capitalistas burgueses favorecieron la operación, entre otras cosas para
convertir el suelo en artículo puramente comercial, para [s]acrecentar
el aflujo hacia ellos de proletarios enteramente libres procedentes del campo,
etc. Actuaban en defensa de sus intereses, tan acertadamente como los burgueses
urbanos suecos, cuyo baluarte económico era el campesinado, por lo
cual, estrechamente de acuerdo con éste [t],
ayudaron a los reyes a recuperar por la violencia, de manos de la oligarquía,
los bienes de la corona (desde 1604, y después en los reinados de Carlos X y
Carlos XI).
[906] La propiedad comunal [u] era
una institución germánica antigua que subsistió bajo el manto del feudalismo.
Hemos visto cómo el violento despojo de la misma, acompañado por regla general
de la transformación de las tierras de labor en praderas destinadas al ganado,
se inicia a fines del siglo XV y prosigue durante el siglo XVI. Pero en ese
entonces el proceso se efectúa como actos individuales de violencia,
contra los cuales la legislación combate en vano a lo largo de 150 años. El
progreso alcanzado en el siglo XVIII se revela en que la ley misma se
convierte ahora en vehículo del robo perpetrado contra las tierras del
pueblo, aunque los grandes arrendatarios, por añadidura, apliquen también
sus métodos privados menores e independientes [31] 32. La forma
parlamentaria que asume la depredación es la de los "Bills for Inclosure
of Commons" (leyes para el cercamiento de la tierra comunal), en otras
palabras, decretos mediante los cuales los terratenientes se donan a sí mismos,
como propiedad privada, las tierras del pueblo; decretos expropiadores del
pueblo. Sir Francis Morton Eden refuta su propio y astuto alegato abogadil en
que procura presentar la propiedad comunal como propiedad privada de los
latifundistas que remplazan a los señores feudales , cuando exige una "ley
general parlamentaria para el cercamiento de las tierras
comunales", reconociendo, por tanto, que se requiere un golpe de
estado parlamentario para convertir esas tierras en propiedad
privada, y por otra parte cuando solicita al legislador una
"indemnización" para los pobres expropiados [33].
Mientras que
los yeomen independientes eran remplazados por tenants-at-will,
arrendatarios pequeños que podían ser desalojados con preaviso de un año esto
es, una caterva servil y dependiente del capricho del terrateniente , [907] el
robo sistemático perpetrado contra la propiedad comunal, junto al despojo de
los dominios fiscales, ayudó especialmente a acrecentar esas grandes fincas
arrendadas que en el siglo XVIII se denominaron granjas de
capital [34] o granjas
de mercaderes 35,
y a "liberar" a la población rural como proletariado para la
industria.
Sin embargo,
el siglo XVIII aún no comprendía, en la misma medida en que lo comprendió el
siglo XIX, la identidad existente entre riqueza nacional y pobreza
popular. De ahí la muy encarnizada polémica que se libra, en los escritos
económicos de la época, acerca de la "inclosure of commons"
[cercamiento de tierras comunales]. De la gran cantidad de material que tengo
al alcance de la mano, tomo unos pocos pasajes en los que se da una vívida idea
de la situación.
"En
muchas parroquias de Hertfordshire", escribe una pluma indignada, "24
fincas arrendadas, cada una con un promedio de 5O a 150 acres [De 20,2 a 60,7
há. aproximadamente.], se han fusionado en 3 fincas" [36].
"En Northamptonshire y Lincolnshire [37] el
cercamiento de las tierras comunales se ha efectuado en gran escala, y la mayor
parte de los nuevos señoríos surgidos de los cercamientos ha sido convertida en
praderas; a consecuencia de ello, en muchos señoríos en los que antes se araban
1.500 ocres [607 há.] no se cultivan ahora ni siquiera 5O acres [20,2 há.]...
Las ruinas de lo que antes eran viviendas, graneros, establos, etcétera, son
los únicos vestigios dejados por los antiguos moradores [v].
En no pocos lugares, cien casas y familias han quedado reducidas... a 8 ó 10...
En la mayor parte de las parroquias donde el cercamiento [908] sólo
comenzó a practicarse hace 15 ó 20 años, los terratenientes son muy pocos en
comparación con los que cultivaban la tierra en el régimen de campos abiertos.
No es nada insólito ver cómo 4 ó 5 ricos ganaderos han usurpado grandes
señoríos recién cercados que antes se encontraban en manos de 20 a 30
arrendatarios y de muchos pequeños propietarios y campesinos tributarios. Todos
éstos y sus familias se han visto expulsados de su propiedad, junto a otras
muchas familias a las que aquellos daban ocupación y mantenían" [38].
Lo que anexaba el terrateniente colindante so pretexto del enclosure [cercamiento]
no eran sólo tierras baldías, sino, a menudo, terrenos cultivados
comunalmente o mediante pago a la comuna. "Me refiero aquí al
cercamiento de campos baldíos y predios ya cultivados. Hasta los escritores que
defienden los inclosures reconocen que estos últimos en el
presente caso reducen el cultivo [w] 39, aumentan los
precios de los medios de subsistencia y producen despoblación... e incluso el
cercamiento de tierras baldías, tal como se lo practica ahora, despoja al pobre
de una parte de sus medios de subsistencia y engruesa fincas que ya
son demasiado grandes" [40]. "Cuando la tierra cae en manos de unos pocos
grandes arrendatarios", dice el doctor Price, "los pequeños
arrendatarios" (a los que caracteriza más arriba como "una multitud
de pequeños propietarios y arrendatarios que se mantienen a sí mismos y a sus
familias mediante el producto del suelo cultivado por ellos mismos y con las
ovejas, aves, cerdos, etcétera, que apacientan en las tierras comunales, de tal
modo que tienen poca necesidad de comprar medios de subsistencia")
"se transforman en gente que tiene que ganarse el
sustento trabajando para otros y se ve obligada a ir
al mercado para buscar todo lo que necesita... Quizás se efectúe más
trabajo, porque habrá más compulsión en este
aspecto... [909] Crecerán las ciudades y las manufacturas,
porque más gente, en busca de trabajo, se verá empujada
hacia ellas. Este es el modo en que ha operado, de manera natural, la
concentración de las fincas arrendadas, y el modo en que efectivamente ha
operado, desde hace muchos años, en este reino" [41].
Price resume de la siguiente manera el efecto global de los inclosures:
"En términos generales, la situación de las clases populares inferiores ha
empeorado en casi todos los aspectos; los pequeños terratenientes y
arrendatarios se han visto reducidos a la condición de jornaleros y
asalariados; y, al mismo tiempo, cada vez se ha vuelto más difícil ganarse
la vida en esa condición" [42]a
En la 3ª y 4ª ediciones se agrega: "y campesinos semilibres" {280}. [43] 44.
La usurpación de las tierras comunales y la consiguiente revolución de la
agricultura, surten un efecto tan agudo sobre la situación de los obreros
agrícolas que, según el propio Eden, entre 1765 y 1780 el salario de los mismos
comenzó a descender por debajo del mínimo [910] y
a ser complementado por el socorro oficial de beneficencia. Ese salario, dice
Eden, "ya no bastaba [x] 45 para satisfacer las
necesidades vitales más elementales".
Escuchemos
un instante a un defensor de los enclosures y adversario del
doctor Price: "No es correcto [y] 46 concluir que
existe despoblación porque ya no se vea a la gente derrochando su
trabajo en el campo abierto. Si hay menos de ellos en el campo, hay más de
ellos en las ciudades... [z] Si,
luego de la conversión de los pequeños campesinos en gente que se ve
obligada a trabajar para otros, se pone en movimiento más trabajo, ésta es
una ventaja que la nación" (a la que no pertenecen,
naturalmente, quienes experimentan la conversión mencionada) "tiene
necesariamente que desear... El producto será mayor cuando su trabajo combinado se
emplee en una sola finca; de esta manera se formará plusproducto para las manufacturas,
y gracias a ello las manufacturas una de las minas de oro de esta nación
aumentarán en proporción a la cantidad de grano producida" [47].
La
imperturbabilidad estoica con que el economista contempla la violación más
descarada del "sagrado derecho de
propiedad" y los actos de violencia más burdos contra las personas,
siempre y cuando sean necesarios para echar las bases del modo capitalista de
producción, nos la muestra, entre otros, el "filantrópico" Eden,
tendenciosamente tory, además. Toda la serie de robos, ultrajes y opresión que
acompaña a la expropiación violenta del pueblo, desde el último tercio del
siglo XV hasta fines del XVIII, sólo induce a Eden a formular esta
"confortable" reflexión final: "Era necesario establecer la
proporción correcta (due) entre las tierras de labor y las pasturas. [911] Todavía
durante todo el siglo XIV y la mayor parte del XV, por cada acre de praderas
para el ganado se dedicaban 2, 3 y hasta 4 acres a la labranza. A mediados del
siglo XVI la proporción se había transformado en 2 acres de pasturas por cada 2
de tierra laborable; más tarde aquélla fue de 2 acres de pasturas por acre de
tierra labrantía, hasta que finalmente se alcanzó la proporción
correcta de tres acres de dehesas por acre de tierra laborable".
En el siglo
XIX, como es natural, se perdió hasta el recuerdo de la conexión que existía
entre el campesino y la propiedad comunal. Para no hablar de tiempos
posteriores, ¿qué farthing [cuarto de penique] de compensación
percibió entonces la población rural por los 3.511.770 acres [1.421.097 há.] de
tierras comunales que le fueron arrebatadas entre 1801 aa y
1831, y que los terratenientes donaron a los terratenientes a través del
parlamento?
El
último gran proceso de expropiación que privó de la tierra
al campesino fue el llamado clearing of estates (despejamiento
de las fincas, que consistió en realidad en barrer de ellas a los hombres).
Todos los métodos ingleses considerados hasta ahora culminaron
en el "despejamiento". Como se vio al describir la situación moderna
en la sección anterior, ahora, cuando ya no quedan campesinos independientes a
los que barrer, se ha pasado al "despejamiento" de las cottages,
de tal suerte que los trabajadores agrícolas ya no encuentran el espacio
necesario para su propia vivienda ni siquiera en el suelo cultivado por
ellos bb213 Nota
idéntica a la 213 de la 2ª edición.. [912] Con todo, el
"clearing of estates" propiamente dicho se distingue por el carácter
más sistemático, la magnitud de la escala en que se practica la operación de
una sola vez (en Escocia en áreas tan grandes como principados alemanes) y por
la forma peculiar de la propiedad del suelo que, con tanta violencia, se
transforma en propiedad privada. Esta propiedad era la propiedad del clan; el
jefe o "gran hombre" sólo era propietario titular en
cuanto representante del clan, tal como la reina de Inglaterra es la
propietaria titular del suelo inglés [48].
Esta revolución, que comenzó en Escocia después del último levantamiento del
Pretendiente [49],
puede seguirse en sus primeras fases en las obras de sir James Steuart [50] 51 y James
Anderson [52].
En el siglo XVIII, a los gaélicos expulsados de sus tierras se les prohibió
también la emigración, para empujarlos por la violencia hacia Glasgow y otras
ciudades fabriles [53].
Como ejemplo de los métodos imperantes en el siglo XIX [54] [913] baste
mencionar aquí los "despejamientos" de la duquesa de
Sutherland. Esta dama, versada en economía política, apenas advino a la
dignidad ducal decidió aplicar una cura económica radical y transformar en
pasturas de ovejas el condado entero, cuyos habitantes ya se habían visto
reducidos a 15.000 debido a procesos anteriores de índole similar. De 1814 a
1820, esos 15.000 pobladores aproximadamente 3.000 familias fueron
sistemáticamente expulsados y desarraigados. Se destruyeron e incendiaron todas
sus aldeas; todos sus campos se transformaron en praderas. Soldados británicos,
a los que se les dio orden de apoyar esa empresa, vinieron a las manos con los
naturales. Una anciana murió quemada entre las llamas de la cabaña que se había
negado a abandonar. De esta suerte, la duquesa se apropió de 794.000 acres
[321.300 há, aproximadamente.] de tierras que desde tiempos inmemoriales
pertenecían al clan. A los habitantes desalojados les asignó 6.000 acres [2.400
há, aproximadamente] a orillas del mar, a razón de 2 acres [0,8 há,
aproximadamente.] por familia. Esos 6.000 acres hasta el momento habían
permanecido yermos, y sus propietarios no habían obtenido de ellos ingreso
alguno. Movida [914] por sus nobles sentimientos, la duquesa
fue tan lejos que arrendó el acre por una renta media de 2 chelines y 6
peniques a la gente del clan, que durante siglos había vertido su sangre por la
familia de la Sutherland. Todas las tierras robadas al clan fueron divididas en
29 grandes fincas arrendadas, dedicadas a la cría de ovejas; habitaba cada
finca una sola familia, en su mayor parte criados ingleses de los
arrendatarios. En 1825 los 15.000 gaélicos habían sido remplazados ya por
131.000 ovejas. La parte de los aborígenes arrojada a orillas del mar procuró
vivir de la pesca. Se convirtieron en anfibios y vivieron, como dice un
escritor inglés, a medias en tierra y a medias en el agua, no viviendo, pese a
todo eso, más que a medias [55] 56.
Pero los
bravos gaélicos debían expiar aun más acerbamente su romántica idolatría de
montañeses por los "grandes hombres" del clan. El olor a pescado se
elevó hasta las narices de los grandes hombres. Estos husmearon la posibilidad
de lucrar con el asunto y arrendaron la orilla del mar a los grandes
comerciantes londinenses de pescado. Los gaélicos se vieron expulsados por segunda
vez [57].
Pero, por
último, una parte de las pasturas para ovejas fue convertida a su vez en cotos
de caza. En Inglaterra, como es sabido, no hay bosques auténticos. Los venados
que vagan por los parques de los grandes señores son animales
incuestionablemente domésticos, gordos como los [915] aldermen [regidores]
de Londres. De ahí que Escocia se haya convertido en el último asilo de la
"noble pasión". "En las Highlands", dice Somers en 1848,
"las zonas boscosas se han expandido mucho. Aquí, a un lado de Gaick,
tenemos el nuevo bosque de Glenfeshie y allí, al otro lado, el nuevo bosque de
Ardverikie. En la misma línea, encontramos el Bleak-Mount, un enorme desierto, recién
inaugurado. De este a oeste, de las inmediaciones de Aberdeen hasta las rocas
de Oban, se observa una línea continua de bosques, mientras que en otras zonas
de las Highlands se encuentran los nuevos bosques de Loch Archaig, Glengarry,
Glenmoriston, etc.... La transformación de su tierra en pasturas de ovejas
empujó a los gaélicos hacia tierras estériles. Ahora, el venado comienza a
sustituir a la oveja [...] y empuja a aquéllos a [...] una miseria aun más
anonadante... Los bosques de venados [58]bis y
el pueblo no pueden coexistir. Uno de los dos, inevitablemente, ha de ceder la
plaza. Si en el próximo cuarto de siglo dejamos que los cotos de caza sigan
creciendo en número y en tamaño como durante los últimos 25 años, pronto no
será posible encontrar a ningún montañés de Escocia en su suelo natal [...].
Este movimiento entre los propietarios de las Highlands se debe en parte a la
moda, a los pruritos aristocráticos y a las aficiones venatorias, etc. [...],
pero en parte practican el negocio de la caza exclusivamente con el ojo puesto
en la ganancia. Es un hecho, en efecto, que un pedazo de montaña, arreglado
como vedado de caza, en muchos casos es incomparablemente más lucrativo que
como pradera para ovejas... El aficionado que busca un coto de caza sólo limita
su oferta por la amplitud de su bolsa... En las Highlands se han infligido
sufrimientos no menos crueles que los que impuso a Inglaterra la política de
los reyes normandos. A los ciervos se les deja espacio libre para que correteen
a sus anchas, mientras se acosa a los hombres, hacinándolos en círculos cada
vez más estrechos... Se confiscan una tras otra las libertades del pueblo... Y
la opresión aumenta día a día... Los propietarios [916] practican
los despejamientos y el desalojo del pueblo como un principio establecido, como
una necesidad de la agricultura, del mismo modo como se rozan el bosque y el
sotobosque en las zonas despobladas y fragosas de América y Australia, y la
operación prosigue su marcha tranquila y rutinaria" [59]b 810.000 há, aproximadamente. 60 61.
[917] La expoliación de los bienes eclesiásticos, la enajenación fraudulenta de
las tierras fiscales, el robo de la propiedad comunal, la transformación
usurpatoria, practicada con el terrorismo más despiadado, de la propiedad
feudal y clánica en propiedad privada moderna, fueron otros [918] tantos métodos idílicos
de la acumulación originaria. Esos
métodos conquistaron el campo para la agricultura capitalista, incorporaron el
suelo al capital y crearon para la industria urbana la necesaria oferta de un
proletariado enteramente libre.
3. Legislación
sanguinaria contra los expropiados, desde fines del siglo XV. Leyes
reductoras del salario
Los
expulsados por la disolución de las mesnadas feudales y por la expropiación
violenta e intermitente de sus tierras ese proletariado libre como el aire, no
podían ser absorbidos por la naciente manufactura con la misma rapidez con que
eran puestos en el mundo. Por otra parte, las personas súbitamente arrojadas de
su órbita habitual de vida no podían adaptarse de manera tan súbita a la
disciplina de su nuevo estado. Se transformaron masivamente en mendigos,
ladrones, vagabundos, en parte por inclinación, pero en los más de los casos
forzados por las circunstancias. De ahí que a fines del siglo XV y durante todo
el siglo XVI proliferara en toda Europa Occidental una legislación
sanguinaria contra la vagancia. A los padres de la actual clase obrera se los castigó, en un
principio, por su transformación forzada en vagabundos e indigentes. La
legislación los trataba como a delincuentes "voluntarios":
suponía que de la buena voluntad de ellos dependía el
que continuaran trabajando bajo las viejas condiciones, ya inexistentes.
En
Inglaterra esa legislación comenzó durante el reinado de Enrique VII.
[919] Enrique VIII, 1530: los
pordioseros viejos e incapacitados de trabajar reciben una licencia de mendicidad.
Flagelación y encarcelamiento, en cambio,
para los vagabundos vigorosos. Se los debe atar a la parte trasera de un
carro y azotar hasta que la sangre mane del cuerpo; luego han de prestar
juramento de regresar a su lugar de nacimiento o al sitio donde hayan residido
durante los tres últimos años y de "ponerse a trabajar" (to put
himself to labour). [exclamdown]Qué cruel ironía! En 27 Enrique VIII cc se reitera la ley
anterior, pero diversas enmiendas la han vuelto más severa. En caso de un segundo arresto por vagancia,
ha de repetirse la flagelación y cortarse media oreja al infractor, y si se
produce una tercera detención, se
debe ejecutar al reo como criminal inveterado y enemigo del bien común.
Eduardo
VI: una ley del
primer año de su reinado, 1547, dispone que si alguien rehusa trabajar se lo
debe condenar a ser esclavo de la persona que lo denunció como vago. El amo
debe alimentar a su esclavo con pan y agua, caldos poco sustanciosos y los
restos de carne que le parezcan convenientes. Tiene derecho de obligarlo látigo
y cadenas mediante a efectuar cualquier trabajo, por repugnante que sea. Si el
esclavo se escapa y permanece prófugo por 15 días, se lo debe condenar a la
esclavitud de por vida y marcarlo a hierro candente con la letra S dd en la frente o la
mejilla, si se fuga por segunda ee vez, se lo ejecutará
como reo de alta traición. El dueño puede venderlo, legarlo a sus herederos o
alquilarlo como esclavo, exactamente al
igual que cualquier otro bien mueble o animal doméstico. Si los esclavos
atentan de cualquier manera contra sus amos, deben también ser ejecutados. Los
jueces de paz, una vez recibida una denuncia, deben perseguir a los bribones.
Si se descubre que un vagabundo ha estado holgazaneando durante tres días, debe
trasladárselo a su lugar de nacimiento, marcarle en el pecho una letra V ff con un hierro
candente y ponerlo allí a trabajar, cargado de cadenas, en los caminos o en
otras tareas. Si el vagabundo indica un falso lugar de nacimiento, se lo
condenará a ser esclavo vitalicio de esa localidad, de [920] los
habitantes o de la corporación, y se lo marcará con una S. Toda
persona tiene el derecho de quitarles a los vagabundos sus hijos y de retener a
éstos como aprendices: a los muchachos hasta los 24 años y a las muchachas
hasta los 20 años. Si huyen, se convertirán, hasta esas edades, en esclavos de
sus amos, que pueden encadenarlos, azotarlos, etc., a su albedrío. Es lícito
que el amo coloque una argolla de hierro en el cuello, el brazo o la pierna de
su esclavo, para identificarlo mejor y que esté más seguro [62].
La última parte de la ley dispone que ciertos pobres sean empleados por la
localidad o los individuos que les den de comer y beber y que les quieran
encontrar trabajo. Este tipo de esclavos parroquiales subsistió en Inglaterra
hasta muy entrado el siglo XIX, bajo el nombre de roundsmen (rondadores).
Isabel,
1572: a los mendigos sin licencia, mayores de 14 años, se los azotará con todo
rigor y serán marcados con hierro candente en la oreja izquierda en
caso de que nadie quiera tomarlos a su servicio por el término de dos años;
en caso de reincidencia, si son mayores de 18 años, deben ser...
ajusticiados, salvo que alguien los quiera tomar por dos años a su
servicio; a la segunda gg reincidencia,
se los ejecutará sin merced, como reos de alta traición. Leyes similares: 18
Isabel c. 13 hh y
1597 [63]bis.
[921] Jacobo I: toda persona
que ande mendigando de un lado para otro es declarada gandul y vagabundo. Los
jueces de paz, en las petty sesions [sesiones de menor
importancia], están autorizados a hacerla azotar en público y a condenarla en
el primer arresto a 6 meses y en el segundo a 2 años de cárcel. Durante su
estada en la cárcel recibirá azotes con la frecuencia y en la cantidad que el
juez de paz considere conveniente... Los gandules incorregibles y peligrosos
serán marcados a fuego con la letra R ii en el hombro izquierdo, y si nuevamente se
les echa el guante mientras mendigan, serán ejecutados sin merced y sin
asistencia eclesiástica jj.
Estas disposiciones, legalmente vigentes hasta comienzos del siglo XVIII,
no fueron derogadas sino por 12 Ana c. 23.
[922] Leyes similares se promulgaron
en Francia, donde a mediados del siglo XVII, en París, se había establecido un
reino de los vagabundos (royaume des truands). Todavía en los primeros tiempos
del reinado de Luis XVI (ordenanza del 13 de julio de 1777), se dispuso que
todo hombre de constitución sana, de 16 a 60 años de edad, que careciera de
medios de existencia y no ejerciera ninguna profesión, fuera enviado a galeras.
De la misma índole son la ley de Carlos V para los Países Bajos fechada en
octubre de 1537, el primer edicto de los estados y ciudades de Holanda
promulgado el 19 de marzo de 1614 y el bando de las Provincias Unidas del 25 de
junio de 1649, etcétera.
De esta
suerte, la población rural, expropiada
por la violencia, expulsada de sus tierras y reducida al vagabundaje, fue
obligada a someterse, mediante una legislación terrorista y grotesca y a fuerza de latigazos, hierros candentes y
tormentos, a la disciplina que requería el sistema del trabajo asalariado.
No basta con
que las condiciones de trabajo se presenten en un polo como capital y en el
otro como hombres que no tienen nada que vender, salvo su fuerza de trabajo. Tampoco basta con obligarlos a que se
vendan voluntariamente. En el transcurso de la producción capitalista se
desarrolla una clase trabajadora que, por educación, tradición y hábito
reconoce las exigencias de ese modo de producción como leyes naturales,
evidentes por sí mismas. La organización del proceso capitalista de producción
desarrollado quebranta toda resistencia; la generación constante de una
sobrepoblación relativa mantiene la ley de la oferta y la demanda de trabajo, y
por tanto el salario, dentro de carriles que convienen a las necesidades de
valorización del capital; la coerción sorda de las relaciones económicas pone
su sello a la dominación del capitalista sobre el obrero. Sigue usándose,
siempre, la violencia directa, extraeconómica, pero sólo excepcionalmente. Para
el curso usual de las cosas es posible confiar el obrero a las "leyes
naturales de la producción", esto es, a la dependencia en que el mismo
se encuentra con respecto al capital, dependencia surgida de las condiciones de
producción mismas y garantizada y perpetuada por éstas. De otra manera sucedían
las cosas durante la génesis histórica de la producción capitalista. La
burguesía naciente necesita y usa el poder [923] del
estado para "regular" el salario, esto
es, para comprimirlo dentro de los límites gratos a la producción de plusvalor,
para prolongar la jornada laboral y mantener al trabajador
mismo en el grado normal de dependencia. Es este un factor esencial de la
llamada acumulación originaria.
La clase de
los asalariados, surgida en la segunda mitad del siglo XIV, sólo configura
entonces y durante el siglo siguiente una parte constitutiva muy pequeña de la
población, fuertemente protegida en su posición por la economía campesina
independiente en el campo y la organización corporativa en la ciudad. En el
campo y la ciudad, maestros y trabajadores estaban próximos desde el punto de
vista social. La subordinación del trabajo al capital era sólo formal,
esto es, el modo de producción mismo no poseía aún un carácter específicamente
capitalista. El elemento variable del capital preponderaba considerablemente
sobre su elemento constante. De ahí que la demanda de trabajo asalariado
creciera rápidamente con cada acumulación del capital, mientras que la oferta
de trabajo asalariado sólo la seguía con lentitud. Una gran parte del producto
nacional, transformada más tarde en fondo de
acumulación del capital, ingresaba todavía, por ese entonces, en el fondo
de consumo del trabajador.
La
legislación relativa al trabajo asalariado tendiente desde un principio a la
explotación del obrero y, a medida que se desarrollaba, hostil siempre a éste [64] 65 66 se
inaugura en Inglaterra con la "Statute of Labourers" [ley sobre los
trabajadores] de Eduardo III, 1349. Concuerda con ella, en Francia,
la ordenanza de 1350, promulgada en nombre del rey Juan. La legislación inglesa
y la francesa siguen un curso paralelo y son, en cuanto a su contenido,
idénticas. En la medida en que las leyes sobre los obreros procuran imponer
la prolongación de la jornada laboral, no vuelvo sobre ellas, ya
que este punto se dilucidó anteriormente (capítulo VIII, 5).
[924] La "Statute of
Labourers" se promulgó por las insistentes reclamaciones de la Cámara de
los Comunes kk.
"Antes", afirma ingenuamente un tory, "los pobres exigían
salarios tan altos que ponían en peligro la industria y la riqueza. Hoy su
salario es tan bajo que amenaza igualmente a la industria y la riqueza, pero de
otra manera y con mucha mayor peligrosidad que entonces" [67]a
En la 4ª edición la cita es como sigue. "siempre hemos estado prontos para intervenir a favor del patrón. ¿No
podría hacerse algo ahora por el obrero?" {287} 68. Se estableció una tarifa
salarial legal para la ciudad y el campo, por pieza y por jornada. Los
trabajadores rurales debían contratarse por año, los urbanos, "en el mercado libre". Se prohibía,
bajo pena de prisión, pagar salarios más altos que los legales, pero la
percepción de un salario mayor se castigaba más severamente que su pago. Así,
por ejemplo, en las secciones 18 y 19 de la ley de aprendices de Isabel, se
infligían diez días de cárcel al que pagara un salario superior al legal, pero
veintiún días, en cambio, a quien lo percibiera. Una ley de 1360 hacía más
rigurosas las penas y autorizaba a los maestros, inclusive, a arrancar trabajo
a la tarifa legal, mediante la coerción física. Se declaraban nulas y sin
ningún valor todas las combinaciones, convenios, pactos, etc., mediante los
cuales los albañiles y carpinteros se vinculaban entre sí. Desde el siglo XIV
hasta 1825, año en que se derogaron las leyes contra las coaliciones, las coaliciones
obreras son consideradas como un delito grave. El espíritu que anima
la ley obrera de 1349 y sus renuevos se pone muy claramente de manifiesto en el
hecho de que el estado impone un salario máximo, pero no un mínimo,
faltaba más.
En el siglo
XVI, como es sabido, la situación de los trabajadores había empeorado
considerablemente. El salario en dinero aumentó, pero no en proporción a la
depreciación del dinero y al consiguiente aumento de precios de las mercancías.
El salario, pues, en realidad disminuyó. Sin [925] embargo, no
se derogaron las leyes que procuraban mantenerlo en un nivel bajo, y siguió
aplicándose el corte de orejas y el señalamiento con hierros candentes de
aquellos a quienes "nadie quisiera tomar a su servicio". Por
la ley de aprendices 5 Isabel c. 3, se autorizó a los jueces de paz a fijar
ciertos salarios y modificarlos según las estaciones del año y los precios de
las mercancías. Jacobo I extendió esa regulación del trabajo a los tejedores,
hilanderos y a todas las categorías posibles de obreros [69];
Jorge II hizo extensivas las leyes contra las coaliciones obreras a todas las
manufacturas. En el período manufacturero propiamente dicho, el modo de
producción capitalista se había fortalecido suficientemente para hacer tan
inaplicable como superflua la regulación legal del salario, pero se prefirió
mantener abierto, para casos de necesidad, el antiguo arsenal ll.
Todavía 8 Jorge II prohíbe que a los oficiales sastres se les pague, en Londres
y alrededores, más de dos chelines y 7 1/2 peniques de jornal, salvo en casos
de duelo [926]público; todavía 13 Jorge III c. 68, asigna a los
jueces de paz la regulación del salario de los tejedores de seda; todavía en
1796 fueron necesarios dos fallos de los tribunales superiores para decidir si
los mandatos de los jueces de paz sobre salarios eran válidos también
para los obreros no agrícolas; todavía en 1799 una ley del parlamento
confirmó que el salario de los mineros de Escocia se hallaba regulado por una
ley de la época de Isabel mm 70 y
dos leyes escocesas de 1661 y 1671. Hasta qué punto se habían revolucionado, en
el ínterin, las condiciones imperantes, nos lo demuestra un episodio inaudito,
ocurrido en la cámara baja inglesa. Aquí, donde desde hacía más de 400 años se
habían pergeñado leyes sobre el máximo que en ningún caso
debía ser superado por el salario, Whitbread propuso en 1796 que se fijara
un salario mínimo legal para los jornaleros agrícolas.
Aunque Pitt se opuso, concedió que "la situación de los pobres era
cruel". Finalmente, en 1813 se derogaron las leyes en torno a la
regulación del salario. Eran una anomalía ridícula, puesto que el
capitalista regulaba la fábrica por medio de su legislación privada y
hacía completar el salario del obrero agrícola, hasta el
mínimo indispensable, mediante el impuesto de beneficencia. Las
disposiciones de las leyes obreras nn sobre
contratos entre patrones y asalariados, sobre la rescisión con aviso previo,
etcétera disposiciones que permiten demandar sólo por lo civil al patrón que
viola el contrato, pero por lo criminal al obrero que hace otro tanto ,
mantienen hasta la fecha su vigencia plena. Las crueles leyes
anticoalicionistas fueron derogadas en 1825, ante la amenazadora actitud del
proletariado. Sólo a regañadientes las abrogó el parlamento [71], el mismo parlamento [927] que
durante siglos, con la desvergüenza más cínica, había funcionado como coalición
permanente de los capitalistas contra los obreros oo.
Desde los
mismos inicios de la tormenta revolucionaria, la burguesía francesa se atrevió
a despojar nuevamente a los obreros del recién conquistado derecho de
asociación. [928] Por el decreto del 14 de junio de 1791,
declaró todas las coaliciones obreras como "atentatorias
contra la libertad y contra la Declaración de los Derechos del Hombre",
punibles con una multa de 500 libras y privación de la ciudadanía activa por el
término de un año [72]a Nota
225 en la 3ª y 4ª ediciones.. Esa ley, que con medidas policíaco-estatales
encauzó coercitivamente, dentro de límites cómodos al capital, la lucha
competitiva entre éste y el trabajo, sobrevivió a revoluciones y cambios
dinásticos. Incluso el régimen del Terror la dejó intacta. Sólo en fecha muy
reciente se la borró del Code Pénal 73. Nada más carácterístico que el pretexto de este
golpe de estado burgués. "Aunque es deseable" dice Le Chapelier, el
miembro informante, "que el salario sea más elevado de lo que es ahora
[...], para que así quien lo percibe se sustraiga a esa dependencia
absoluta producida por la privación de los medios de subsistencia
imprescindibles, dependencia que es casi la de la esclavitud",
no obstante los obreros no tienen derecho a ponerse de acuerdo sobre sus
intereses, a actuar en común y, mediante esas acciones, a mitigar su
"dependencia absoluta, que es casi la de la esclavitud", porque de
ese modo lesionarían "la libertad de sus
ci-devant maîtres [antiguos maestros], de los actuales
empresarios" ([exclamdown]la libertad de mantener a los obreros en la
esclavitud!) y porque una coalición contra el despotismo de los
antiguos maestros de las corporaciones equivaldría
[exclamdown]adivínese! a [exclamdown]recrear las corporaciones
abolidas por la constitución francesa! [74]a
Nota 226 en la 3ª y 4ª ediciones..
[929]
4. Génesis
del arrendatario capitalista
Después de
haber examinado la creación violenta de proletarios enteramente libres, la
disciplina sanguinaria que los transforma en asalariados, la turbia
intervención del estado que intensifica policíacamente, con el grado de
explotación del trabajo, la acumulación del capital, cabe preguntar: ¿de dónde
provienen, en un principio, los capitalistas? Porque la
expropiación de la población rural, directamente, sólo crea grandes terratenientes.
En lo que
respecta a la génesis del arrendatario, podríamos, por así decirlo,
palparla con las manos, porque se trata de un proceso lento, que se arrastra a
lo largo de muchos siglos. Los propios siervos, y al lado de ellos también
pequeños propietarios libres, se encontraban sometidos a relaciones de
propiedad muy diferentes, y de ahí que su emancipación se efectuara también
bajo condiciones económicas diferentes en grado sumo.
En
Inglaterra, la primera forma del arrendatario es la del bailiff [bailío],
siervo de la gleba él mismo. Su posición es análoga a la del villicus 75 de la Roma antigua,
sólo que su campo de acción es más estrecho. Durante la segunda mitad del siglo
XIV lo sustituye un arrendatario libre pp a quien el terrateniente provee de simientes,
ganado y aperos de labranza. La situación de este arrendatario no difiere
mayormente de la del campesino. Sólo que explota más trabajo asalariado. Pronto
se convierte en métayer [aparcero], en medianero. Él pone una
parte del capital agrícola; el terrateniente, la otra. Ambos se reparten el
producto global conforme a una proporción determinada contractualmente. Esta
forma desaparece rápidamente en Inglaterra, para dejar su lugar al arrendatario
propiamente dicho, que valoriza su capital propio por medio del empleo de
asalariados y entrega al terrateniente, en calidad de renta de la tierra, una
parte del plusproducto, en dinero o in natura [en especies].
Durante el siglo XV, mientras se enriquecen con su trabajo el campesino
independiente y el jornalero agrícola que además de trabajar por un salario lo
hace para sí mismo, la situación del arrendatario y su campo de producción son
igualmente mediocres. La [930] revolución agrícola que se
opera en el último tercio del siglo XV y que prosigue durante casi todo el
siglo XVI (a excepción, sin embargo, de sus últimos decenios), lo enriquece con
la misma rapidez con que empobrece a la población de la campaña [76]a
Nota 227 en la 3ª y 4ª ediciones.. La usurpación de las praderas comunales,
etcétera, le permite aumentar casi sin costos sus existencias de ganado, al
propio tiempo que el ganado le suministra un abono más abundante para el
cultivo del suelo. En el siglo XVI, un elemento de importancia decisiva se sumó
a los anteriores. Los contratos de arrendamiento se concertaban en ese entonces
por períodos largos, a menudo por 99 años. La desvalorización constante de los metales
preciosos y por tanto del dinero, rindió a los arrendatarios frutos de oro.
Abatió prescindiendo de todas las demás circunstancias expuestas anteriormente
el nivel de los salarios. Una fracción de los mismos se incorporó,
pues, a la ganancia del arrendatario. El aumento continuo de los precios
del cereal, de la lana, carne, en suma, de todos los productos agrícolas,
engrosó el capital dinerario del arrendatario sin el concurso de éste, mientras
que la renta que dicho arrendatario tenía que pagar, estaba
contractualmente establecida sobre la base del antiguo valor del dinero 77b En Marx, que reproduce
en inglés la cita de Stafford, "copper", palabra que no parece
designar ningún oficio conocido (en slang del siglo XIX y XX
significa "policía") aunque en las ediciones alemanas modernas se la
traduzca por "Kupferschmied" (calderero, forjador de cobre); en la
edición en inglés de "El capital", "cooper" (tonelero).bis.
De esta suerte, el arrendatario se [931] enriquecía, al propio
tiempo, a costa de sus asalariados y de su terrateniente. Nada tiene de
extraño, pues, que Inglaterra poseyera, a fines del siglo XVI, una clase de
"arrendatarios capitalistas" considerablemente ricos, si se tienen en
cuenta las condiciones imperantes en la época [78]b Medida de superficie variable, según las
regiones y las épocas: de aproximadamente 20 áreas a aproximadamente 50
áreas.. [932]
5. Repercusión
de la revolución agrícola sobre la industria. Creación del mercado
interno para el capital industrial
La
expropiación y desahucio de la población rural, intermitentes pero siempre
renovados, suministraban a la industria urbana, como hemos visto, más y más
masas de proletarios totalmente ajenos a las relaciones corporativas, sabia
circunstancia que hace creer al viejo Adam Anderson (no confundir con James
Anderson), en su "Historia del comercio", en una intervención directa
de la Providencia. Hemos de detenernos un instante, aún, para examinar este elemento
de la acumulación originaria. Al enrarecimiento de la población
rural independiente que cultivaba sus propias tierras no sólo correspondía una
condensación del proletariado industrial, tal como Geoffroy Saint-Hilaire
explica la rarefacción de la materia cósmica en un punto por su condensación en
otro [79].
Pese al menor número de sus cultivadores, el suelo rendía el mismo producto que
siempre, o más, porque la revolución en las relaciones de propiedad de la
tierra iba acompañada de métodos de cultivo perfeccionados, una mayor
cooperación, la concentración de los medios de [933] producción,
etcétera, y porque no sólo se obligó a trabajar con mayor intensidad a los
asalariados rurales [80] 81, sino que además el
campo de producción en el que éstos trabajaban para sí mismos se contrajo cada
vez más. Con la parte liberada de la población rural se liberan también,
pues, sus medios alimentarios anteriores. Éstos ahora se
transforman en elemento material del capital variable. El campesino
arrojado a los caminos debe adquirir de su nuevo amo, el capitalista
industrial, y bajo la forma del salario, el valor de esos medios alimentarios.
Lo que ocurre con los medios de subsistencia, sucede también con las materias
primas agrícolas locales destinadas a la industria. Se
convierten en elemento del capital constante. Figurémonos, por
ejemplo, a los campesinos de Westfalia, que en tiempos de Federico II hilaban
todos lino, aunque no seda; una parte de los campesinos fue expropiada
violentamente y expulsada de sus tierras, mientras que la parte restante, en
cambio, se transformó en jornaleros de los grandes arrendatarios. Al mismo
tiempo se erigieron grandes hilanderías y tejedurías de lino, en las que los
"liberados" pasaron a trabajar por salario. El lino tiene exactamente
el mismo aspecto de antes. No se ha modificado en él una sola fibra, pero una nueva
alma social ha migrado a su cuerpo. Ahora forma parte del capital
constante del patrón manufacturero. Antes se dividía entre una gran
masa de productores pequeños, que lo cultivaban incluso por sí mismos y lo
hilaban en pequeñas porciones con sus familias; ahora está concentrado en las
manos de un capitalista, que hace hilar y tejer a otros para él. El trabajo
extra gastado en hilar el lino se realizaba antes en ingresos extras de
innumerables familias campesinas o también, en tiempos de Federico II, en
impuestos pour le roi de Prusse [para el rey de Prusia] [82].
Ahora se realiza en la ganancia de unos pocos capitalistas.
Los husos y telares, dispersos antes por toda la región, están ahora
congregados en unos pocos cuarteles de trabajo, al igual que los obreros, que
la materia prima. Y husos y telares y materia prima se han convertido, de medios
que permitían la existencia independiente de hilanderos y tejedores,
en medios [934] que permiten comandar a éstos [83] y
extraerles trabajo impago. El aspecto de las grandes manufacturas, como el de
las grandes fincas arrendadas, no deja ver que se componen de
muchos pequeños focos de producción, ni que se han formado gracias a la expropiación de
muchos pequeños productores independientes. Sin embargo, la mirada a la que no
guían los preconceptos, no se deja engañar. En tiempos de Mirabeau, el león de
la revolución, las grandes manufacturas todavía se denominaban manufactures
réunies, talleres reunidos, del mismo modo que nosotros hablamos de campos
reunidos. Dice Mirabeau: "Sólo se presta atención a las grandes
manufacturas, donde centenares de hombres trabajan bajo el mando de un director
y a las que comúnmente se denomina manufacturas reunidas (manufactures
réunies). Aquellas donde un grandísimo número de obreros trabaja cada uno
separadamente, y cada uno por su propia cuenta, son apenas tenidas en
consideración; se las pone a infinita distancia de las otras. Es un error muy
grande, porque sólo las últimas constituyen un objeto de prosperidad nacional
realmente importante... La fábrica réunida (fabrique réunie) enriquecerá
prodigiosamente a uno o dos empresarios, pero los obreros no serán más que
jornaleros mejor o peor pagados, y no tendrán participación alguna en el
bienestar del propietario. En la fábrica separada (fabrique
séparée), por el contrario, nadie se volverá rico, pero muchos obreros vivirán
desahogadamente... El número de los obreros industriosos y ahorrativos
aumentará, porque ellos mismos verán en la morigeración, en la diligencia, un
medio para mejorar esencialmente su situación, en vez de obtener un pequeño
aumento de salarios que nunca podrá significar algo importante para el futuro y
cuyo único resultado será, a lo sumo, que los hombres vivan un poco mejor, pero
siempre al día. Las manufacturas individuales separadas, en su
mayor parte ligadas a la agricultura practicada en pequeña escala, son las
únicas libres" [84].
La expropiación y [935] desalojo de una parte de la población
rural, no sólo libera y pone a disposición del capital industrial a los
trabajadores, y junto a ellos a sus medios de subsistencia y
su material de trabajo, sino que además crea el mercado
interno 85. El
arrendatario vende ahora como mercancía y masivamente medios de subsistencia y
materias primas que antes, en su mayor parte, eran consumidos como medios
directos de subsistencia por sus productores y elaboradores rurales. Las
manufacturas le proporcionan el mercado. Por otra parte, no sólo se concentran,
formando un gran mercado para el capital industrial, los numerosos clientes
dispersos a quienes aprovisionaban, localmente y al por menor, numerosos
productores pequeños, sino que una gran parte de los artículos antes producidos
en el campo mismo se convierten en artículos manufacturados, y el campo mismo
se transforma en un mercado para la venta de dichos artículos qq234 Nota idéntica a
la 234 de la 2ª edición; véase aquí p. 935.. De esta manera, paralelamente a la
expropiación [936] de los campesinos que antes cultivaban sus
propias tierras y que ahora se ven divorciados de sus medios de producción,
progresa la destrucción de la industria rural subsidiaria, el
proceso de escisión entre la manufactura y la agricultura rr. No obstante, el período
manufacturero propiamente dicho no produjo una transformación radical.
Recuérdese que la manufactura sólo se apodera muy fragmentariamente de la
producción nacional y se funda siempre en el artesanado urbano y en la industria
subsidiaria doméstico-rural, que constituyen su amplio trasfondo. Cuando
aniquila a esta última bajo determinada forma, en ramos particulares de los
negocios, en ciertos puntos, la vuelve a promover en otros, porque hasta cierto
punto necesita de la misma para la elaboración de la materia prima. Produce,
por consiguiente, una nueva clase de pequeños campesinos, que
cultivan el suelo como ocupación subsidiaria y practican como actividad
principal el trabajo industrial para vender el producto a la manufactura, sea
directamente o por medio del comerciante. Es esta una de las
causas, aunque no la principal, de un fenómeno que al principio desconcierta al
investigador de la historia inglesa. A partir del último tercio del siglo XV
ese estudioso encuentra quejas continuas interrumpidas tan sólo durante ciertos
intervalos sobre la penetración de la economía del capital en el campo y la
aniquilación progresiva del campesinado. Por otra parte, encuentra
siempre de nuevo a ese campesinado, aun cuando en menor número y bajo
condiciones siempre empeoradas [86].
El motivo principal es el siguiente: Inglaterra es primordialmente ora [937] cultivadora
de cereales, ora criadora de ganado, en períodos alternados, y con estas
fluctuaciones que ora duran más de medio siglo, ora pocos decenios ss, fluctúa el tamaño
de la explotación campesina. Sólo la gran industria proporciona, con
las máquinas, el fundamento constante de la agricultura capitalista, expropia
radicalmente a la inmensa mayoría de la población rural y lleva a término la
escisión entre la agricultura y la industria domésticorural, cuyas
raíces la hilandería y tejeduría arranca 87b En la versión francesa
se agrega aquí: "Pero de esta separación fatal datan el desarrollo
necesario de los poderes colectivos del trabajo y la transformación de la
producción fragmentada, rutinaria, en producción combinada, científica"..
Conquista por primera vez para el capital industrial, pues, todo el
mercado interno 88.
[938]
6. Génesis
del capitalista industrial
La génesis
del capitalista industrial 89 no se produjo de una manera tan gradual como la
del arrendatario. Indudablemente, no pocos pequeños maestros gremiales, y aún
más pequeños artesanos independientes, e incluso trabajadores asalariados, se
transformaron primero en pequeños capitalistas, y luego, mediante una
explotación paulatinamente creciente de trabajo asalariado y la acumulación
consiguiente, en capitalistas sans phrase [sin más
especificación]. Durante la infancia de la producción capitalista solía ocurrir
lo que sucedía durante la infancia del sistema urbano medieval, cuando el
problema consistente en saber cuál de los siervos de la gleba huidos se
convertiría en amo y cuál en sirviente, se resolvía de ordinario por la fecha,
más temprana o más tardía, de su fuga. Con todo, el paso de tortuga inherente a
este método en modo alguno era compatible con las necesidades comerciales del
nuevo mercado mundial, creado por los grandes descubrimientos de fines del
siglo XV. Pero la Edad Media había legado dos formas
diferentes de capital, que maduran en las formaciones económico-sociales
más diferentes y que antes de la era del modo de producción capitalista son
consideradas como capital quand même [en general]: el capital
usurario 90c En
la 3ª y 4ª ediciones se agrega: "El autor habría debido decirse que las
revoluciones no se hacen con leyes". 91 y el capital comercial. El régimen
feudal [939] en el campo y la constitución corporativa en la
ciudad, le impedían al capital dinerario formado por medio de
la usura y el comercio transformarse en capital industrial 92. Esas barreras cayeron al
disolverse las mesnadas feudales y al ser expropiada, y en parte desalojada, la
población rural. La nueva manufactura se asentó en puertos marítimos
exportadores o en puntos de la campaña no sujetos al control del viejo régimen
urbano y de su constitución corporativa. De ahí que en Inglaterra las incorporated
towns tt 93 lucharan
encarnizadamente contra esos nuevos semilleros industriales.
El
descubrimiento de las comarcas auríferas y argentíferas en América, el
exterminio, esclavización y soterramiento en las minas de la población
aborigen, la conquista uu y
saqueo de las Indias Orientales, la transformación de África en un coto
reservado para la caza comercial de pieles-negras, caracterizan los albores de
la era de producción capitalista. Estos procesos idílicos constituyen factores
fundamentales de la acumulación originaria. Pisándoles los talones, hace su
aparición la guerra comercial entre las naciones europeas, con
la redondez de la tierra como escenario. Se inaugura con el alzamiento de los
Países Bajos y su separación de España; adquiere proporciones ciclópeas en la
guerra antijacobina [94] llevada
a cabo por Inglaterra y se prolonga todavía hoy en las vv guerras del opio
contra China, etcétera.
Los diversos
factores de la acumulación originaria se distribuyen ahora, en
una secuencia más o menos [940] cronológica, principalmente
entre España, Portugal, Holanda, Francia e Inglaterra. En Inglaterra, a fines
del siglo XVII, se combinan sistemáticamente en el sistema colonial,
en el de la deuda pública, en el moderno sistema impositivo y
el sistema proteccionista. Estos métodos, como por ejemplo el
sistema colonial, se fundan en parte sobre la violencia más brutal. Pero todos
ellos recurren al poder del estado, a la violencia organizada y concentrada de
la sociedad, para fomentar como en un invernadero el proceso de transformación
del modo de producción feudal en modo de producción capitalista y para abreviar
las transiciones. La violencia es la partera de toda sociedad vieja
preñada de una nueva. Ella misma es una potencia económica.
Del sistema
colonial cristiano dice William Howitt, un hombre que del cristianismo
ha hecho una especialidad: "Los actos de barbarie y los inicuos ultrajes
perpetrados por las razas llamadas cristianas en todas las regiones del mundo y
contra todos los pueblos que pudieron subyugar, no encuentran paralelo en
ninguna era de la historia universal y en ninguna raza, por salvaje e inculta,
despiadada e impúdica que ésta fuera" [95].
La historia de la administración colonial holandesa y Holanda era la nación
capitalista modelo del siglo XVII "expone ante nuestros ojos un cuadro
insuperable de traiciones, sobornos, asesinatos e infamias" [96].
Nada es más característico que su sistema de robo de hombres, aplicado en
Célebes para explotarlos como esclavos en Java. Se adiestraba con este objetivo
a los ladrones de hombres. El ladrón, el intérprete y el vendedor eran los
principales agentes en este negocio; príncipes nativos, los principales
vendedores. Se mantenía escondidos en prisiones secretas de Célebes a los
jóvenes secuestrados, hasta que, suficientemente maduros, se los pudiera
despachar en los barcos de esclavos. Un informe oficial dice: [941] "Esta
ciudad de Macasar, por ejemplo, está llena de prisiones secretas, cada una más
horrenda que la otra, atestadas de infortunados, víctimas de la codicia y la
tiranía, cargados de cadenas, arrancados de sus familias a viva fuerza".
Para apoderarse de Malaca, los holandese sobornaron al gobernador portugués.
Éste, en 1641, los dejó entrar a la ciudad. Los atacantes volaron hacia la casa
del gobernador y lo asesinaron, para "abstenerse" de pagarle
las [sterling] 21.875 que le habían prometido. Donde asentaban la planta, los
seguían la devastación y la despoblación. Baniuuangui, una provincia de Java,
contaba en 1750 más de 80.000 habitantes, en 1811 apenas eran 8.000.
[exclamdown]He aquí el doux commerce [dulce comercio]!
Es sabido
que la Compañía Inglesa de las Indias Orientales obtuvo,
además de la dominación política en la India, el monopolio exclusivo del
comercio del té, así como del comercio chino en general, y del transporte de
bienes desde Europa y hacia este continente. Pero la navegación de cabotaje en
la India y entre las islas, así como el comercio interno de la India, se
convirtió en monopolio de los altos funcionarios de la compañía. Los monopolios
de la sal, del opio, del betel y de otras mercancías eran minas inagotables de
riqueza. Los funcionarios mismos fijaban los precios y expoliaban a su antojo
al infeliz hindú. El gobernador general participaba en ese comercio privado.
Sus favoritos obtenían contratos bajo condiciones mediante las cuales ellos,
más astutos que los alquimistas, hacían oro de la nada. Grandes fortunas brotaban
como los hongos, de un día para otro, la acumulación
originaria se efectuaba sin necesidad de adelantar un chelín. El
proceso contra Warren Hastings está cuajado de tales ejemplos. He aquí un caso.
Se adjudica un contrato de suministro de opio a un tal Sullivan aunque estaba
por partir en misión oficial a una región de la India muy distante de los
distritos del opio. Sullivan vende su contrato por [sterling] 40.000 a un tal
Binn, Binn lo vende el mismo día por [sterling] 60.000, y el último comprador y
ejecutor del contrato declara que, después de todo eso, obtuvo enormes
ganancias. Según una lista sometida a la consideración del parlamento, la
compañía y sus funcionarios se hicieron regalarpor los indios, de
1757 a 1766, [exclamdown] seis millones de libras esterlinas! Entre 1769 y 1770
los ingleses fabricaron una hambruna, [942] acaparando todo el
arroz y negándose a revenderlo a no ser por precios fabulosos [97].
El trato
dado a los aborígenes alcanzaba los niveles más vesánicos, desde luego, en las
plantaciones destinadas exclusivamente al comercio de exportación, como las
Indias Occidentales, y en los países ricos y densamente poblados, entregados al
saqueo y el cuchillo, como México y las Indias Orientales. Pero tampoco en las colonias
propiamente dichas se desmentía el carácter cristiano de la acumulación
originaria. Esos austeros "virtuosos" del protestantismo, los
puritanos ww,
establecieron en 1703, por acuerdo de su assembly, un premio de
[sterling] 40 por cada cuero cabelludo de indio y por cada piel roja capturadó;
en 1720, un premio de [sterling] 100 por cuero cabelludo, y en 1744, después
que la Massachusetts Bay hubo declarado rebelde a cierta tribu, fijaron los
siguientes precios: por escalpo de varón de 12 años o más, [sterling] 100 de
nuevo curso; por prisioneros varones, [sterling] 105; por mujeres y niños
tomados prisioneros, [sterling] 55 xx; por
cuero cabelludo de mujeres y niños, [sterling] 50. Algunos decenios
después, el sistema colonial se vengó en la descendencia, que en el ínterin se
había vuelto rebelde, de los piadosos pilgrim fathers [padres
peregrinos] [98].
Fueron tomahauqueados por agentes a los que Inglaterra
instigaba y pagaba. El parlamento británico declaró que los sabuesos y el
escalpado eran "medios que Dios y la naturaleza han puesto en sus
manos".
El sistema
colonial hizo madurar, como plantas de invernadero, el comercio y la
navegación. Las "sociedades Monopolia" (Lutero) constituían poderosas
palancas de la concentración de capitales. La colonia aseguraba a las
manufacturas en ascenso un mercado donde colocar sus productos y una
acumulación potenciada por el monopolio del mercado. Los tesoros expoliados
fuera de Europa directamente por el saqueo, por la esclavización y las matanzas
con rapiñas, refluían a la metrópoli y se [943] transformaban
allí en capital. Holanda, la primera en desarrollar plenamente el
sistema colonial, había alcanzado ya en 1648 el cenit de su grandeza comercial.
Se hallaba "en posesión casi exclusiva del comercio con las Indias
Orientales y del tráfico entre el sudoeste y el nordeste europeos. Sus
pesquerías, sus flotas, sus manufacturas, sobrepujaban a las de cualquier otro
país. Los capitales de la república eran tal vez más considerables que los de
todo el resto de Europa" [99].
Gülich se olvidó de agregar: la masa del pueblo holandés estaba ya en 1648 más
recargada de trabajo y empobrecida, más brutalmente oprimida, que las masas
populares de todo el resto de Europa.
El sistema
colonial arrojó de un solo golpe todos los viejos ídolos por la borda. Proclamó la producción de plusvalor como el
fin último y único de la humanidad. Aquel sistema fue la cuna de los sistemas
modernos de la deuda pública y del crédito.
El
extraordinario papel desempeñado por el sistema de la deuda pública y por el
moderno sistema impositivo en la transformación de la riqueza social en capital,
en la expropiación de productores autónomos y en la opresión de los
asalariados, ha inducido a no pocos escritores como William Cobbett, Doubleday,
etcétera a ver erróneamente en dichos sistemas el motivo de toda la miseria
popular moderna yy243bis2
"Si los tártaros invadieran hoy a Europa, costaría muchos esfuerzos
hacerles entender qué es, entre nosotros, un financista." (Montesquieu,
"Esprit des lois", t. IV, p. 33, ed. de Londres, 1769.) 100 101. Con
la deuda pública surgió un [944] sistema crediticio
internacional, que a menudo encubría una de las fuentes de la acumulación
originaria en un país [945] determinado. Por
ejemplo zz, las
ruindades del sistema veneciano de rapiña constituían uno de esos fundamentos
ocultos de la riqueza de capitales de Holanda, a la cual la Venecia en
decadencia prestaba grandes sumas de dinero. Otro tanto ocurre entre Holanda e
Inglaterra. Ya a comienzos del siglo XVIII las manufacturas holandesas han sido
ampliamente sobrepujadas y el país ha cesado de ser la nación industrial y
comercial aaa dominante. Uno de sus negocios principales,
entre 1701 y 1776, fue el préstamo de enormes capitales, especialmente a su
poderosa competidora Inglaterra. Un caso análogo lo constituye hoy la relación
entre Inglaterra y Estados Unidos. No pocos capitales que ingresan actualmente
a Estados Unidos sin partida de nacimiento, son sangre de niños recién ayer
capitalizada en Inglaterra bbb "La gran parte que
toca a la deuda pública, así como al sistema fiscal correspondiente, en la
capitalización de la riqueza y la expropiación de las masas, ha inducido a una
serie de escritores como Cobbett, Doubleday y otros a buscar erróneamente en
aquélla la causa fundamental de la miseia de los pueblos modernos.".
[946] El sistema
proteccionista era un medio artificial de fabricar
fabricantes, de expropiar trabajadores independientes, de capitalizar los
medios de producción y de subsistencia nacionales, de abreviar por la violencia
la transición entre el modo de producción antiguo y el moderno. Los estados
europeos se disputaron con furor la patente de este invento, y una vez que
hubieron entrado al servicio de los fabricantes de plusvalor, no sólo
esquilmaron al propio pueblo indirectamente con los aranceles protectores,
directamente con primas a la exportación, etcétera para alcanzar ese objetivo,
sino que en los países contiguos dependientes extirparon por la violencia toda
industria, como hizo Inglaterra, por ejemplo, en el caso de la manufactura
lanera irlandesa. En el continente europeo, siguiendo el método de Colbert, el
proceso se había simplificado considerablemente. Aquí, parte del
capital originario del industrial fluía directamente del erario público.
"¿Por qué", exclama Mirabeau, "ir a buscar tan lejos la causa
del auge manufacturero de Sajonia antes de la Guerra de los Siete Años?
[exclamdown]180 millones de deudas públicas!" [102].
Sistema colonial, deudas públicas,
impuestos abrumadores, proteccionismo, guerras comerciales, etcétera; estos vástagos del
período manufacturero propiamente dicho experimentaron un crecimiento
gigantesco durante la infancia de la gran industria. El nacimiento
de esta última fue celebrado [947] con el gran robo
herodiano de los inocentes ccc.
Sir Francis Morton Eden, tan impasible ante las crueldades que conlleva la
expropiación de la población rural, a la que se despoja de sus tierras desde el
último tercio del siglo XV hasta los tiempos de ese autor, a fines del siglo
XVIII; que con tanta complacencia se congratula por ese proceso,
"necesario" para establecer la agricultura capitalista y "la
debida proporción entre las tierras de labor y las pasturas", no da
pruebas de la misma perspicacia económica, por el contrario, en lo que respecta
a la necesidad del robo de niños y de la esclavitud infantil para
transformar la industria manufacturera en fabril y para establecer la
debida proporción entre el capital y la fuerza de trabajo. Afirma Eden:
"Quizás merezca la atención del público la consideración de si una
manufactura cualquiera que, para ser operada con éxito, requiere que se
saqueen cottages y workhouses en busca de
niños pobres, con el objeto de hacerlos trabajar durísimamente, por turnos,
durante la mayor parte de la noche, robándoles el reposo [...]; de si una
manufactura que, además, mezcla montones de individuos de uno u otro sexo, de
diversas edades e inclinaciones, de tal manera que el contagio del ejemplo
tiene necesariamente que empujar a la depravación y la vida licenciosa; de si
tal manufactura puede acrecentar la suma de la felicidad individual y
nacional" [103].
"En Derbyshire, Nottinghamshire y particularmente en Lancashire",
dice Fielden, "la maquinaria recién inventada se empleó en grandes
fábricas construidas junto a corrientes de agua capaces de mover la rueda
hidráulica. En esos lugares, alejados de las ciudades, súbitamente se
necesitaron miles de brazos, y especialmente Lancashire hasta esa época
relativamente poco poblado e improductivo requirió ante todo una población. Lo
que más se necesitaba era dedos pequeños y ágiles [...]. Súbitamente surgió
la costumbre de conseguir aprendices (!) en
los diversos hospicios parroquiales de Londres, Birmingham y otros lugares. De
esta manera se despacharon hacia el norte muchísimos miles de esas criaturitas
desamparadas, cuyas edades oscilaban entre los 7 y los 13 ó 14 años. Lo
habitual era que el patrón" [948] (esto es, el ladrón de
niños) "vistiera, alimentara y alojara a sus aprendices en una casa,
destinada a ese fin, cerca de la fábrica. Se designaban capataces para
vigilar el trabajo de los niños. El interés de estos capataces de esclavos
consistía en sobrecargar de trabajo a los chicos, ya que la paga de los
primeros estaba en relación con la cantidad de producto que se pudiera arrancar
a los segundos. La crueldad, por supuesto, era la consecuencia natural... En
muchos distritos fabriles, particularmente [...] de Lancashire, esas criaturas
inocentes y desvalidas, consignadas a los patrones de fábricas, eran sometidas
a las torturas más atroces. Se las atormentaba hasta la muerte con el exceso de
trabajo... se las azotaba, encadenaba y torturaba con los más exquisitos
refinamientos de crueldad; [...] en muchos casos, esqueléticas a fuerza de
privaciones, el látigo las mantenía en su lugar de trabajo... [exclamdown]Y
hasta en algunos casos [...], se las empujaba al suicidio!... Los hermosos y
románticos valles de Derbyshire, Nottinghamshire y Lancashire, ocultos a las
miradas del público, se convirtieron en lúgubres páramos de la tortura,
[exclamdown]y a menudo del asesinato!... Las ganancias de los fabricantes eran
enorme. Pero eso mismo no hizo más que acicatear su hambre rabiosa, propia de
ogros. Comenzaron con la práctica del trabajo nocturno, esto es, después de
dejar entumecidos por el trabajo diurno a un grupo de obreros, tenían pronto
otro grupo para el trabajo nocturno, los del turno diurno ocupaban las camas
recién abandonadas por el grupo nocturno, y viceversa. Es tradición popular en
Lancashire que las camas nunca se enfriaban" [104] 105 106.
[949] Con el desarrollo de la
producción capitalista durante el período manufacturero, la opinión pública de
Europa perdió los últimos restos de pudor y de conciencia. Las naciones se
jactaban cínicamente de toda infamia que constituyera un medio para la
acumulación de capital. Léanse, por ejemplo, los ingenuos anales comerciales
del benemérito Anderson. En ellos se celebra con bombos y platillos, como
triunfo de la sabiduría política de Inglaterra, el que e6n la paz de Utrecht
ese país arrancara a los españoles, por el tratado de asiento [107],
el privilegio de poder practicar también entre África y la América española la
trata de negros, que hasta entonces sólo efectuaba entre África y las Indias
Occidentales inglesas. Inglaterra obtuvo el derecho de suministrar a la América
española, hasta 1743, 4.800 negros por año. Tal tráfico, a la vez, daba
cobertura oficial al contrabando británico. Liverpool creció considerablemente
gracias a la trata. Ésta constituyó su método de acumulación
originaria. Y hasta el día de hoy la "respetabilidad"
liverpulense es el Píndaro de la trata, la cual véase la citada obra del doctor
Aikin, publicada en 1795 "exalta hasta la pasión el espíritu comercial y
de empresa, forma famosos navegantes y rinde enormes ganancias" [108].
Liverpool dedicaba a la trata, en 1730, 15 barcos; en 1751, 53; en 1760, 74; en
1770, 96, y en 1792, 132.
Al mismo
tiempo que introducía la esclavitud infantil en Inglaterra, la industria
algodonera daba el impulso para la transformación de la economía esclavista más
o menos patriarcal de Estados Unidos en un sistema comercial de explotación. En
general, la esclavitud disfrazada de los asalariados en Europa exigía, a modo
de pedestal, la esclavitud sans phrase [desembozada] en el
Nuevo Mundo [109].
[950] Tantæ molis erat [tantos
esfuerzos se requirieron] [110] para
asistir al parto de las "leyes naturales eternas" que rigen al
modo capitalista de producción, para consumar el proceso de escisión entre los
trabajadores y las condiciones de trabajo, transformando, en uno de los polos,
los medios de producción y de subsistencia sociales en capital, y en el polo
opuesto la masa del pueblo en asalariados, en "pobres
laboriosos" libres, ese producto artificial de la historia
moderna 111. Si
el dinero, como dice Augier, "viene
al mundo con manchas de sangre en una mejilla" [112],
el capital lo hace
chorreando sangre y lodo, por todos los poros, desde la cabeza hasta los pies [113].
[951]
7. Tendencia
histórica de la acumulación capitalista
¿En qué se
resuelve la acumulación originaria del capital, esto es, su génesis histórica?
En tanto no es transformación directa de esclavos y siervos de la gleba en
asalariados, o sea mero cambio de forma, no significa más que la
expropiación del productor directo, esto es, la
disolución de la propiedad privada fundada en el trabajo propio ddd.
La propiedad privada del trabajador sobre sus medios de producción es el
fundamento de la pequeña industria, y la pequeña industria es una condición
necesaria para el desarrollo de la producción social y de la libre
individualidad del trabajador mismo. Ciertamente, este modo de producción
existe también dentro de la esclavitud, de la servidumbre de la gleba y de
otras relaciones de dependencia. Pero sólo florece, sólo libera toda su
energía, sólo conquista la forma clásica adecuada, allí donde el
trabajador es propietario privado libre de sus condiciones de trabajo,
manejadas por él mismo: el campesino, de la tierra que cultiva; el
artesano, del instrumento que manipula como un virtuoso.
Este modo de
producción supone el parcelamiento del suelo y de los demás
medios de producción. Excluye la concentración de éstos, y
también la cooperación, la división del trabajo dentro de los mismos procesos
de producción, el control y la regulación sociales de la naturaleza, el
desarrollo libre de las fuerzas productivas sociales. [952] Sólo
es compatible con límites estrechos, espontáneos, naturales, de la producción y
de la sociedad eee 114.
Al alcanzar cierto grado de su desarrollo, genera los medios materiales de su
propia destrucción. A partir de ese instante, en las entrañas de la sociedad se
agitan fuerzas y pasiones que se sienten trabadas por ese modo de producción.
Éste debe ser aniquilado, y se lo aniquila. Su aniquilamiento, la transformación
de los medios de producción individuales y dispersos en socialmente
concentrados, y por consiguiente la conversión de la propiedad raquítica de
muchos en propiedad masiva de unos pocos, y por tanto la expropiación
que despoja de la tierra y de los medios de subsistencia e instrumentos de
trabajo a la gran masa del pueblo, esa expropiación terrible
y dificultosa de las masas populares, constituye la prehistoria del
capital. Comprende una serie de métodos violentos, de los cuales hemos pasado
revista sólo a aquellos que hicieron época como métodos de la
acumulación originaria del capital. La expropiación de los productores
directos se lleva a cabo con el vandalismo más despiadado y bajo el impulso de
las pasiones más infames, sucias y mezquinamente odiosas. La propiedad
privada erigida a fuerza de trabajo propio; fundada, por así decirlo, en la
consustanciación entre el individuo laborante independiente,
aislado, y sus condiciones de trabajo, es desplazada por la
propiedad privada capitalista, que reposa en la explotación de trabajo
ajeno, aunque formalmente libre [115].
No bien ese proceso de transformación ha descompuesto
suficientemente, en profundidad y en extensión, la vieja sociedad; no bien los
trabajadores se han convertido en proletarios y sus condiciones de
trabajo en capital; no bien el modo de producción
capitalista puede andar ya sin andaderas, asumen una nueva forma la
socialización ulterior del trabajo y la transformación ulterior de la tierra y
de otros medios de producción en medios de producción socialmente explotados, y
por ende en medios de producción colectivos, y asume también una
nueva forma, por [953] consiguiente, la exproplación ulterior de
los propietarios privados. El que debe ahora ser expropiado no es ya el
trabajador que labora por su propia cuenta, sino el capitalista que explota a
muchos trabajadores. Esta expropiación se lleva a cabo por
medio de la acción de las propias leyes inmanentes de la producción
capitalista, por medio de la concentración fff de los capitales. Cada capitalista
liquida a otros muchos. Paralelamente a esta concentración fff, o a la
expropiación de muchos capitalistas por pocos, se desarrollan en escala
cada vez más amplia la forma cooperativa del proceso laboral, la aplicación
tecnológica gggconsciente de la ciencia, la explotación
colectiva hhh planificada de la tierra, la transformación
de los medios de trabajo en medios de trabajo que sólo son utilizables
colectivamente, la economización de todos los medios de producción gracias a su
uso como medios de producción colectivos hhh del trabajo
social, combinado iii. Con la disminución constante en el
número de los magnates capitalistas que usurpan y monopolizan todas las
ventajas de este proceso de trastocamiento, se acrecienta la masa de la
miseria, de la opresión, de la servidumbre, de la degeneración, de la
explotación, pero se acrecienta también la rebeldía de la clase obrera, una
clase cuyo número aumenta de manera constante y que es disciplinada, unida y
organizada por el mecanismo mismo del proceso capitalista de producción. El monopolio
ejercido por el capital se convierte en traba del modo de producción que
ha florecido con él y bajo él. La concentración fff de los
medios de producción y la socialización del trabajo alcanzan un punto en que
son incompatibles con su corteza capitalista. Se la hace saltar. Suena
la hora postrera de la propiedad privada capitalista. Los
expropiadores son expropiados.
El modo
capitalista de producción y de apropiación jjj, y por tanto
la propiedad privada capitalista, es la primera [954] negación
de la propiedad privada individual, fundada en el trabajo propiokkk.
La negación de la producción capitalista se produce por sí misma, con la
necesidad de un proceso natural. Es la negación de la negación.
Ésta restaura la propiedad individual, pero sobre el fundamento de
la conquista alcanzada por la era capitalista: la cooperación de trabajadores
libres y su propiedad colectiva sobre la tierra y sobre los medios de
producción producidos por el trabajo mismo.
La
transformación de la propiedad privada fragmentaria, fundada sobre el trabajo
personal de los individuos, en propiedad privada capitalista es,
naturalmente, un proceso incomparablemente más prolongado, más duro y
dificultoso, que la transformación de la propiedad capitalista, de hecho
fundada ya sobre el manejo social de la producción, en propiedad social.
En aquel caso se trataba de la expropiación de la masa del pueblo por unos
pocos usurpadores; aquí se trata de la expropiación de unos pocos usurpadores
por la masa del pueblo [116]a
En las ediciones cuidadas por Engels: "Karl Marx y Friedrich
Engels,". 117. [a] a
En la 3ª y 4ª ediciones se agrega: "y de fuerza de trabajo".
[b] b
En la 3ª y 4ª ediciones la frase comienza así: "Todo este proceso, pues,
parece girar en un círculo vicioso del que sólo podemos salir
suponiendo"...
[d] d En la
3ª y 4ª ediciones se agrega: "que dilapidaban todo lo que tenían y aún
más. Cierto que la leyenda del pecado original teológico nos cuenta cómo el
hombre se vio condenado a ganarse el pan con el sudor de su frente, mientras
que la historia del pecado original económico nos revela cómo hay gente que
para ganarse el pan no necesita sudar, ni mucho menos. Tanto da" {263}.
1 [263] Este agregado, que
Engels toma de la versión francesa (véase TFA 527), a nuestro juicio no debió
insertarse aquí, sino precisamente en el lugar que ocupa en la versión
mencionada, inmediatamente antes de la frase que empieza: "EI señor
Thiers"... En la ubicación que le dio Engels, "los primeros"
parecerían ser el hombre que "se vio condenado a ganarse el pan con el sudor
de su frente", y "los segundos", la "gente que para ganarse
el pan no necesita sudar, ni mucho menos", cuando en realidad los primeros
son la "elite diligente" y los segundos la "pandilla de vagos y
holgazanes". etc.-- 892.
[2] [264] Véase
Louis-Adolphe Thiers, "De la propriété", París, 1848, en especial el
libro III, "Du socialisme".-- 892.
[e] e En la 3ª y 4ª ediciones, se
sustituye este párrafo por el texto siguiente: "La estructura económica de
la sociedad capitalista surgió de la estructura económica de la sociedad
feudal. La disolución de esta última ha liberado los elementos de aquélla.
"El
productor directo, el trabajador, no pudo disponer de su persona mientras no
cesó de estar ligado a la gleba y de ser siervo o vasallo de otra persona. Para
convertirse en vendedor libre de su fuerza de trabajo, en vendedor que lleva
consigo su mercancía a cualquier lugar donde ésta encuentre mercado, tenía
además que emanciparse de la dominación de los gremios, de sus ordenanzas
referentes a aprendices y oficiales y de las prescripciones restrictivas del
trabajo. Con ello, el movimiento histórico que transforma a los productores en
asalariados aparece por una parte como la liberación de los mismos respecto de
la servidumbre y de la coerción gremial, y es este el único aspecto que existe
para nuestros historiadores burgueses. Pero por otra parte, esos recién
liberados sólo se convierten en vendedores de sí mismos después de haber sido
despojados de todos sus medios de producción, así como de todas las garantías
que para su existencia les ofrecían las viejas instituciones feudales. La
historia de esta expropiación de los trabajadores ha sido grabada en los anales
de la humanidad con trazos de sangre y fuego.
[f] f En la 3ª y 4ª ediciones, este
párrafo quedó redactado así: "El punto de partida del desarrollo que dio
origen tanto al asalariado como al capitalista, fue el sojuzgamiento
del trabajador. La etapa siguiente consistió en un cambio de forma
de ese sojuzgamiento, en la transformación de la explotación feudal
en explotación capitalista. Pero para comprender el curso de ese desarrollo
no es necesario que nos remontemos tan atrás. Aunque los primeros inicios de
producción capitalista ya se nos presentan esporádicamente en los siglos XIV y
XV, en algunas ciudades del Mediterráneo la era capitalista sólo
data del siglo XVI. Allí donde hace su aparición, hace ya mucho
tiempo que se ha llevado a cabo la supresión de la servidumbre de la gleba y
que se ha desvanecido el aspecto más brillante de la Edad Media, la existencia
de ciudades soberanas".
[g] g En la 3ª y 4ª ediciones el
párrafo comienza así: "En la historia de la acumulación originaria hacen
época, desde el punto de vista histórico, todos los trastocamientos que sirven
como palancas a la clase capitalista en formación, pero ante todo"...
i i En la 3ª y 4ª ediciones, en
vez de "al trabajador", se lee: "al productor rural,
al campesino".
[l] l En la versión francesa se lee
aquí, en lugar de las tres últimas frases: "Sólo en Inglaterra la
expropiación de los cultivadores se ha efectuado de manera radical: ese país
desempeñó necesariamente en nuestro esbozo, pues, el papel principal. Pero
todos los otros países de Europa Occidental recorren el mismo movimiento,
aunque según el medio cambie aquél de color local, o se encierre en un ámbito
más estrecho, o presente un carácter menos rotundo, o siga un orden de sucesión
diferente".
[3] 189 En Italia, que es donde más
tempranamente se desarrolla la producción capitalista, es también donde primero
se verifica la disolución de las relaciones de servidumbre. El siervo se
emancipa aquí antes de haberse asegurado, por prescripción, algún derecho sobre
la tierra. Su emancipación lo transforma de manera brusca, pues, en proletario
enteramente libre, que además encuentra a los nuevos amos, ya listos, en las
ciudades procedentes en su mayor parte de la época romana (m).
4 [265] Revolución en
el mercado mundial. --Como señala Marx en "La ideología alemana",
"la manufactura y en general el movimiento de la producción recibieron un
enorme impulso gracias a la expansión del comercio ocasionada por el
descubrimiento de América y de la ruta marítima hacia las Indias
Occidentales" (MEW, t. III, p. 56). Las ciudades del norte de Italia
--Génova, Venecia-- que monopolizaban el único comercio practicado por los
europeos fuera de su continente, el tráfico con el Levante-- perdieron su
posición privilegiada a manos de Portugal, España y, más tarde, Holanda e
Inglaterra, países cuya ubicación geográfica era ahora mucho más ventajosa.--
895.
[5] 190(n) Todavía a fines
del siglo XVIII, más de las 4/5 partes de la población total inglesa eran
agrícolas (o) (Macaulay, "The History of England",
Londres, 1854. vol. I (p), p. 413.) Cito a Macaulay porque, en su
condición de falsificador sistemático de la historia, procura "podar"
lo más posible hechos de esta naturaleza.
n En la 3ª y 4ª ediciones la nota
se inicia con la siguiente cita: "Los pequeños propietarios que cultivaban
su propias tierras con sus brazos y disfrutaban de un modesto bienestar...
constituían entonces una parte mucho más importante de la nación que en
nuestros días... No menos de 160.000 propietarios de tierras, que con sus
familias deben de haber constituido más de 1/7 de la población total, vivían
del cultivo de sus pequeñas fincas freehold" (freehold significa
propiedad plena y libre). "Se estimaba que el ingreso medio de estos
pequeños terratenientes... era de [sterling] 60 a [sterling] 70. Se calculó que
el número de personas que cultivaban su propia tierra era mayor que el de
arrendatarios que trabajaban tierras ajenas." (Macaulay,
"History of England", 10ª ed., Londres, 1854, vol. I, pp. 333-334.)
o En la 3ª y 4ª ediciones dice la
frase: "Todavía en el último tercio del siglo XVII, las 4/5 partes de la
masa del pueblo inglés eran agrícolas".
p En la 3ª y 4ª ediciones,
"ibídem" en vez de lo que va del paréntesis.
[6] 191 Nunca debe olvidarse que
incluso el siervo de la gleba no sólo era propietario aunque sujeto al pago de
tributo de la parcela contigua a su propia casa, sino además copropietario
de la tierra comunal. "Allí <<(en Silesia)>> el campesino
es siervo." No obstante, esos serfs [siervos]
poseían bienes comunales. "Hasta ahora no se ha podido inducir
a los silesianos a la partición de las comunas, mientras que en la Nueva Marca
apenas hay aldea en que esa partición no se haya ejecutado con el mayor de los
éxitos." (Mirabeau, "De la monarchie prussienne", Londres, 1788,
t. II, pp. 125, 126.)
[7] 192 Japón, con su
organización puramente feudal de la propiedad de la tierra y su economía
desarrollada de agricultura en pequeña escala, nos proporciona una imagen mucho
más fiel de la Edad Media europea que todos nuestros libros de historia,
dictados en su mayor parte por prejuicios burgueses. Es demasiado cómodo,
realmente, ser "liberal" a costa de la Edad Media.
[8] [266] (W) James Steuart,
"An Inquiry into the Principles of Political Economy", t. I, Dublín,
1770, p. 52.-- 898.
[9] [267] La primera parte
de la cita de Harrison no concuerda exactamente con la presentación de la misma
en TI 719: "Si se compulsan los viejos inventarios de cada finca
señorial... pronto se encontrará que en tal o cual finca han desaparecido
diecisiete, dieciocho o veinte casas... que Inglaterra nunca estuvo menos
provista de gente que en la actualidad...", etc.-- 898.
10 [268] Yeomen,
yeomanry. --Pequeños campesinos libres, no sujetos a prestaciones feudales;
propietarios, por lo general, de las tierras que cultivaban. En la versión
francesa de "El capital" (TFA 534) Marx identifica la yeomanry con
"el <<proud peasantry>> [orgulloso campesinado] de
Shakespeare"; en los manuscritos del "Capítulo VI" de "El
capital" (inéditos en vida de Marx), se atribuye al autor inglés haber
hablado de la "proud yeomanry of England" ("orgullosa yeomanry de
Inglaterra"), mientras que en Salario, precio y ganancia figura
una referencia al "orgulloso yeoman de Shakespeare"
(MEW t. XVI, p. 148). La vacilación de Marx en cuanto a cuáles fueron las
palabras exactas de Shakespeare (proud peasantry, proud yeomanry o proud
yeoman) nos induce a pensar que aquél, como en otros lugares, cita aquí de
memoria. Muy probablemente se refiere a la alocución que en Ricardo III (acto
V, escena 3) dirige el rey a su ejército antes del combate decisivo contra
Richmond. A los hombres de Ricardo, dueños de tierras (you having lands...), se
enfrenta una "ralea de vagabundos, tunantes y tránsfugas, chusma de
bretones y campesinos ruines y lacayunos a los que su país sobrepoblado arroja
a desesperadas aventuras y segura destrucción [...] ¿Ésos disfrutarán de
nuestras tierras, se acostarán con nuestras mujeres, violarán a nuestras hijas?
[...] [exclamdown]A la lid, caballeros de Inglaterra!, [exclamdown]a la lid,
audaces yeomen! ("Fight, gentlemen of England, fight, bold
yeomen!").-- 899; 900.
[11] 193 Nota a la 2ª edición. En su
"Utopía", Tomás Moro habla del extraño país donde "las ovejas
devoran a los hombres". ("Utopía", trad. de Robinson, ed. de
Arber, Londres, 1869, p. 41.)
[12] 193bis Nota a la 2ª edición.
Bacon expone la conexión entre un campesinado acomodado y libre y una buena
infantería. "En lo que concierne al poder y la solidez del reino, era
asombrosamente importante el hecho de que las fincas arrendadas fueran de las
dimensiones suficientes como para mantener hombres capaces, liberados de la
miseria, y vincular gran parte de las tierras del reino a su posesión por
la yeomanry {268} o por personas de posición
intermedia entre los nobles y los cottagers {269} y
peones... Pues la opinión general entre las personas más competentes versadas
en el arte de la guerra... , es que la fuerza principal de un ejército se
compone de la infantería o soldados de a pie. Y para formar una buena
infantería, se necesita gente que no esté educada de manera servil o en la
indigencia, sino en libertad y con cierto desahogo. Es por eso que cuando un
estado se distingue excesivamente por sus nobles y gentileshombres, mientras que
los campesinos y labradores quedan reducidos a mera mano de obra o peones de
los primeros, o incluso cottagers, es decir mendigos hospedados,
ese estado podrá disponer de una buena caballería, pero nunca tendrá una
infantería buena y tenaz... Vemos esto en Francia e Italia y algunas otras
regiones del extranjero, donde en realidad todo se reduce a la nobleza o al
campesinado miserable... a tal punto que esos países se ven obligados a emplear
bandas mercenarias de suizos, etc., para formar sus batallones de infantes; de
donde resulta que esas naciones tienen mucha población y pocos soldados." ("The
Reign of Henry VII... Verbatim Reprint from Kennet's [Compleat History of]
England, ed. 1719, Londres, 1870, p. 308.)
13 [268] Yeomen,
yeomanry. --Pequeños campesinos libres, no sujetos a prestaciones feudales;
propietarios, por lo general, de las tierras que cultivaban. En la versión
francesa de "El capital" (TFA 534) Marx identifica la yeomanry con
"el <<proud peasantry>> [orgulloso campesinado] de
Shakespeare"; en los manuscritos del "Capítulo VI" de "El
capital" (inéditos en vida de Marx), se atribuye al autor inglés haber
hablado de la "proud yeomanry of England" ("orgullosa yeomanry de
Inglaterra"), mientras que en Salario, precio y ganancia figura
una referencia al "orgulloso yeoman de Shakespeare"
(MEW t. XVI, p. 148). La vacilación de Marx en cuanto a cuáles fueron las
palabras exactas de Shakespeare (proud peasantry, proud yeomanry o proud
yeoman) nos induce a pensar que aquél, como en otros lugares, cita aquí de
memoria. Muy probablemente se refiere a la alocución que en Ricardo III (acto
V, escena 3) dirige el rey a su ejército antes del combate decisivo contra
Richmond. A los hombres de Ricardo, dueños de tierras (you having lands...), se
enfrenta una "ralea de vagabundos, tunantes y tránsfugas, chusma de
bretones y campesinos ruines y lacayunos a los que su país sobrepoblado arroja
a desesperadas aventuras y segura destrucción [...] ¿Ésos disfrutarán de
nuestras tierras, se acostarán con nuestras mujeres, violarán a nuestras hijas?
[...] [exclamdown]A la lid, caballeros de Inglaterra!, [exclamdown]a la lid,
audaces yeomen! ("Fight, gentlemen of England,
fight, bold yeomen!").-- 899; 900.
14 [269] Marx
traduce cottagers, entre paréntesis, por Häusler. El cottager (en
latín medieval casalinus o inquilinus) poseía por
lo general una choza y una huerta de muy reducidas dimensiones, esto es,
carecía de tierra suficiente como para no tener que vender parte de su fuerza
de trabajo al terrateniente.-- 900; 906.
[p] p En la 3ª y 4ª ediciones:
"Durante ese período de transición la legislación procuró también"...
15 [270] Si la fecha (1627)
es correcta, también lo es la enmienda de Engels. Jacobo I muere en 1625; en
1627 quien reinaba era su hijo Carlos I.-- 901.
[16] 194 Doctor Hunter, en
"Public Health, Seventh Report...", página 134. "La cantidad de tierra
asignada" (por las antiguas leyes) "se consideraría hoy demasiado
extensa para trabajadores, y apropiada más bien para convertirlos en pequeños
granjeros." (George Roberts, "The Social History of the
People of the Southern Counties of England in Past Centuries", Londres,
1856, p. 184.)
[17] 195 "El derecho de los
pobres a participar en los diezmos eclesiásticos ha sido establecido por el
texto de las viejas leyes." (Tuckett, "A History of the Past
and Present State of Labouring Population, vol. II, pp. 804, 805.)
[18] [271] Pauper ubique
iacet. --Isabel I citaba a Ovidio, "Fasti", I, 218: "Hoy en
día nada cuenta, salvo el dinero; la fortuna engendra honores, amistades; el
pobre en todas partes está sojuzgado".-- 902.
[20] 197 El "espíritu"
protestante puede apreciarse, entre otras cosas, en lo siguiente. En el sur de
Inglaterra, diversos terratenientes y arrendatarios acaudalados efectuaron un
conciliábulo y formularon diez preguntas en torno a la interpretación correcta
de la ley de beneficencia promulgada bajo Isabel, las que sometieron al
dictamen de un renombrado jurista de la época, el serjeant{272} Snigge
(más tarde juez bajo Jacobo I). "Novena pregunta: Algunos de los
arrendatarios acaudalados de la parroquia han trazado un ingenioso plan,
mediante el cual podrían ponerse a un lado todas las complicaciones anejas a la
aplicación de la ley. Proponen que se construya una cárcel en
la parroquia. A todos los pobres que se negaran a dejarse recluir en la prisión
mencionada, se les dejaría de pagar el socorro. Se avisaría luego al
vecindario, para que cualquier persona dispuesta a tomar en arriendo pobres
de esta parroquia entregase en determinada fecha ofertas cerradas, al precio
más bajo por el cual los retiraría de nuestro establecimiento. Los autores de
este plan suponen que en los condados vecinos hay personas reacias a trabajar y
carentes de fortuna o de crédito como para hacerse cargo de una finca o de una
empresa {273} y poder vivir así sin trabajar (so as to live
without labour). Estas personas podrían sentirse inclinadas a presentar ofertas
muy ventajosas a la parroquia. Si, ocasionalmente, murieran bajo la
tutela del contratista, la culpa recaería sobre éste, ya que la parroquia
habría cumplido con sus deberes para con sus propios pobres. Tememos, sin
embargo, que la presente ley no admite ninguna medida prudencial (prudential
measure) de esta índole, pero usted habrá de saber que los demás freeholdersain
[dueños absolutos de fincas] de este condado y del condado vecino se sumarán a
nosotros para incitar a sus representantes en la Cámara Baja a presentar una
ley que permita la reclusión y los trabajos forzados de los pobres, de tal
manera que toda persona que se oponga a su reclusión pierda su dercho a recibir
el socorro. Esto, esperamos, impedirá que personas en la indigencia reclamensocorros
(will prevent persons in distress from wanting relief)." (R.
Blakey, "The History of Political Literature from the Earliest
Times", Londres, 1855, vol. II, pp. 84, 85.) En Escocia, la abolición de
la servidumbre de la gleba se verificó siglos después que en
Inglaterra. Todavía en 1698 declaró Fletcher of Saltoun en el parlamento
escocés: "El número de los pordioseros se calcula en Escocia en no menos
de 200.000. El único remedio que yo, republicano por principio, puedo sugerir
es restaurar el antiguo régimen de la servidumbre de la gleba, hacer esclavos
de todos los que sean incapaces de ganarse el sustento". Así
Eden, en "The State of the Poor", lib. I, cap. I, pp. 60, 61, dice: "De
la libertad del campesino data el pauperismo... {274}.
Las manufacturas y el comercio son los verdaderos padres de los pobres de
nuestro país". Eden, como aquel republicano principista escocés, sólo se
equivoca en que no fue la abolición de la servidumbre de la gleba, sino la
abolición de la propiedad del campesino sobre la tierra lo que lo convirtió en
proletario, y llegado el caso en indigente. A las leyes de beneficencia en
Inglaterra corresponden en Francia, donde la expropiación se efectúa de otra
manera, la ordenanza de Moulins (1566) y el edicto de 1656.
21 [272] Los sergeants o
(para distinguirlos de los humildes sergeants [sargentos]
militares) serjeants(-at-law) (literalmente
"sirvientes de la ley") integraban un cuerpo superior de juristas,
abolido en 1880; hasta 1873, los jueces del fuero común por norma general eran
elegidos entre los serjeants. (También en España se denominó sargentos a
funcionarios con atribuciones judiciales --alcaldes de corte suplentes--, pero
no se trata de cargos idénticos.).-- 902.
22 [273] Marx traduce aquí
literalmente el modismo inglés "to take a farm or ship": "eine
Pacht oder ein Schiff [barco] zu erwerben". En este contexto ship no
significa "barco", sino empresa negocio.-- 902.
23 [274] En TI 722 dice
esta primera frase de la cita de Eden: "La decadencia del villeinage parece
haber sido, necesariamente, la era en que se originaron los pobres". Villeinage es
un sistema de tenencia de la tierra en la Inglaterra medieval: el villain (no
confundir con el villano español, que es simplemente todo
aquel que no forma parte de la nobleza ni del clero) paga con trabajo gratuito
(villain service) el permiso que se le concede de cultivar para sí mismo
una parcela; de hecho suele ser un siervo, enteramente sujeto al arbitrio del
señor (Milton, por ejemplo, utiliza el término villeinage como
sinónimo de slavery, esclavitud).-- 903.
[24] 198 El señor Rogers, aunque era
por ese entonces profesor de economía política en la Universidad de Oxford sede
de la ortodoxia protestante , subraya en su prólogo a la "History of
Agriculture" la pauperización de las masas populares por obra de la
Reforma.
[25] 199 "A Letter to Sir T. C.
Bunbury, Baronet: On the High Price of Provisions, By a Suffolk
Gentleman", Ipswich, 1795, p. 4. Hasta el fanático defensor del sistema de grandes
arrendamientos, el autor [John Arbuthnot] de la "Inquiry into the
Connection of Large Farms...", p. 139, dice: "Lo que más deploro es
la pérdida de nuestra yeomanry, de ese conjunto de hombres que
eran, en realidad, los que mantenían la independencia de esta nación, y lamento
ver que ahora sus predios están en manos de terratenientes
monopolizadores y arrendados a pequeños arrendatarios que mantienen
sus arriendos en condiciones tales que son poco más que vasallos, listos para
obedecer a una intimación en cualquier circunstancia adversa".
[26] [275] (W) Durante el
reinado de Fiódor Ivánovich (1584-1598), cuando el soberano de Rusia era ya de
hecho Borís Godunov, se promulgó un edicto (1597) por el cual a los campesinos
que huían del yugo insoportable y de los ardides de los terratenientes se los
perseguía durante cinco años para devolverlos por la fuerza a sus antiguos
amos.-- 904.
[27] [276] "Revolución
Gloriosa". --Marx emplea burlonamente la denominación apologética del
golpe de estado que derribó al último rey Estuardo, Jacobo II, sustituyéndolo
por Guillermo III de Orange (1689). La "Revolución Gloriosa" fue el
fruto de un compromiso entre la nobleza terrateniente y la gran burguesía;
entre sus resultados se cuenta la consolidación de la monarquía
constitucional.-- 904.
[28] 200 Sobre la moral privada de
estos héroes burgueses véase, entre otros, este testimonio: "La gran
donación de tierras a lady Orkney en Irlanda, en 1695, son una muestra pública
del afecto del rey y de la influencia de la dama... Los preciosos servicios de
lady Orkney, según se supone, habrían consistido en... foeda labiorum
ministeria [torpes servicios labiales]". (En la "Sloane
Manuscript Collection", que se conserva en el Museo Británico, nº 4224. El
manuscrito se titula: "The Charakter and Behaviour of King William,
Sunderland... as Represented in Original Letters to the Duke of Shrewsbury from
Somers, Halifax, Oxford, Secretary Vernon..." Está lleno de datos curiosos.
[29] 201 "La ilegal enajenación
de los bienes de la corona, en parte por venta y en parte por donación,
constituye un capítulo escandaloso de la historia inglesa... un fraude
gigantesco contra la nación (gigantic fraud on the nation)." (F.
W. Newman, "Lectures on Political Economy", Londres, 1851, pp. 129,
130.) {F. E. En [N. H. Evans,] "Our Old Nobility. By Noblesse Oblige", Londres,
1879, puede verse en detalle cómo los actuales latifundistas ingleses entraron
en posesión de sus tierras.}
[30] 202 Léase, por ejemplo, el
folleto de Edmund Burke acerca de la casa ducal de Bedford, cuyo vástago es
lord John Russell, "the tomtit of liberalism" [el pequeñín del
liberalismo].
[s] s En la 3ª y 4ª ediciones, en vez
de "para", se lee: "expandir la superficie de la gran empresa
agrícola,"...
[t] t En la 3ª y 4ª ediciones, en
vez de lo que va de la frase, se lee: "Por lo demás, la nueva aristocracia
terrateniente era la aliada natural de la nueva bancocracia, de las altas
finanzas recién salidas del huevo y de los grandes manufactureros, apoyados por
ese entonces en los aranceles proteccionistas. La burguesía inglesa actuaba en
defensa de sus intereses tan acertadamente como los burgueses urbanos suecos,
que, a la inversa, estrechamente de acuerdo con su aliado económico, el
campesinado,"...
[u] u En la 3ª y 4ª ediciones se
agrega: " radicalmente diferente de la propiedad estatal que acabamos de
examinar ".
[31] 203 "Los arrendatarios
prohíben a los cottagers {269} mantener ningún ser
vivo salvo sus propias personas [...], so pretexto de que si criasen ganado o
aves robarían ración de los graneros. Dicen, además: si mantenéis pobres a
los cottagers los mantendréis diligentes. Pero el hecho real
es que los arrendatarios, de esa manera, usurpan íntegramente los
derechos sobre las tierras comunales." ("A
Political Enquiry into the Consequences of Enclosiny Waste Lands",
Londres, 1785, p. 75.)
32 [269] Marx traduce cottagers,
entre paréntesis, por Häusler. El cottager (en
latín medieval casalinus o inquilinus) poseía por
lo general una choza y una huerta de muy reducidas dimensiones, esto es,
carecía de tierra suficiente como para no tener que vender parte de su fuerza
de trabajo al terrateniente.-- 900; 906.
[34] 205 "Capital farms."
("Two Letters on the Flour Trade and the Dearness of Corn. By a Person in
Business", Londres, 1767, pp. 19, 20.)
35 206
"Merchant-farms." ("An Inquiry into the Presen High Prices of
Provisions", Londres, 1767, p. 111, nota.) Este buen trabajo, aparecido anónimamente, fue escrito
por el reverendo Nathaniel Forster.
[36] 207 Thomas Wright, "A
Short Address to the Public on the Monopoly of Large Farms", 1779, pp. 2,
3.
[38] 208 Rev. Addington,
"Enquiry into the Reasons For or Aguinst Enclosing Open Fields",
Londres, 1772, pp. 37-43 y pássim.
[w] w En la 4ª edición, "que
estos últimos robustecen el monopolio de las grandes fincas arrendadas" en
vez de "que estos últimos en el presente caso reducen el
cultivo" {278}.
39 [278] La corrección de
Engels aproxima el texto al original inglés (TI 726).-- 908.
[40] 209 Dr. R. Price,
"Observations on Reversionary Payments", vol. II, pp. 155, 156. Léase a Foster, Addington, Kent,
Price y James Anderson, y compáreselos con la miserable cháchara, propia de un
sicofante, que engalana el catálogo de MacCulloch "The Literature of
Political Economy", Londres, 1845.
[42] 211 Ibídem, pp. 159, 160.
Recuérdese lo que sucedía en la Roma antigua. "[...] Los ricos se habían
apoderado de la mayor parte de las tierras indivisas. Confiados en las
circunstancias de la época, supusieron que nadie les arrebataría esas tierras y
por eso adquirieron las parcelas de los pobres ubicadas en las cercanías, en
parte con el asentimiento de éstos y en parte por la violencia, de tal modo que
ahora cultivaban extensísimos dominios en vez de campos aislados. Para el
cultivo y el pastoreo utilizaban esclavos, porque los hombres libres se habían
visto obligados a abandonar el trabajo por la milicia. La posesión de esclavos
les produjo también grandes ganancias, en la medida en que éstos, al hallarse
exentos de la milicia, podían multiplicarse sin temores y criar muchísimos
hijos. De esta suerte, los poderosos atrajeron hacia sí absolutamente toda la
riqueza y en toda la comarca pululaban los esclavos. Era cada vez menor, en
cambio, el número de los itálicos, consumidos por la pobreza, los tributos y el
servicio militar. Pero además, cuando advenían épocas de paz, se veían
condenados a una inactividad completa, ya que la tierra estaba en manos de los
ricos y éstos, en vez de hombres libres, empleaban esclavos en las labores
agrícolas." (Appian, "Römische Bürgenkriege", I, 7.) El pasaje
citado se refiere a la época anterior a la ley licinia {279}. El
servicio militar, que tanto aceleró la ruina de los plebeyos romanos, fue
también uno de los medios fundamentales empleados por Carlomagno para fomentar,
como en un invernadero, la transformación de los campesinos alemanes libres en
siervos (a).
[43] [279] Ley licinia es
la denominación de diversas leyes romanas, promulgadas en épocas muy
diferentes. Marx se refiere aquí al conjunto de disposiciones del año 367
a.n.e. conocidas también por leyes licinias-sextias (por los nombres de sus
proponentes, los cónsules Cayo Licinio Estolón y Lucio Sextio Laterano), en
particular a una ley sobre usura y deudas (menos severa que las anteriores) y a
otra que limitaba la tenencia de las tierras públicas. Actualmente se discute
sobre la existencia de estas leyes, y en especial de la segunda; se supone, en
general, que los detalles atribuidos a la misma por historiadores muy
posteriores, como Licinio Macer, han sido tomados en préstamo de leyes del
tiempo de los Gracos, por ejemplo de la ley agraria de 145 (lex rogata Licinia
agraria).-- 909.
44 [280] Siervos y
campesinos semilibres (Hörige und Leibeigener). --No siempre es
posible establecer una distinción neta entre el Hörig y
el Leibeigener denominaciones que muchas veces se entrecruzan
o se superponen. Pero, en general, mientras que el Hörig era glebæ
adscriptus (no podía ser enajenado sin la tierra, ni la tierra sin
él), el Leibeigener a veces no lo era --lo ligaba al señor,
más bien, una relación de dependencia de tipo personal--, lo que en ciertos
casos allanaba su pasaje a la condición de hombre libre.-- 909.
45 [281] La
corrección de Engels ajusta la cita al original inglés, según TI 727:
"Their wages, he says, <<were not more than enough for the absolute
necessaries of life>>".-- 910.
46 [282] También aquí la
enmienda introducida por Engels ajusta el texto al original inglés (TI 727).--
910.
[47] 212 [J. Arbuthnot,] "An
Inquiry into the Connection between the Present Prices of Provisions...",
pp. 124, 129. En
términos similares, pero con una tendencia contraria: "Se expulsa a los
trabajadores de sus chozas y se los obliga a trasladarse a las ciudades en
busca de empleo...; pero de esa manera se obtiene un excedente mayor y
se acrecienta el capital". ([R. B.
Seeley,] "The Perils of the Nation", 2ª ed., Londres, 1843, p. XIV.)
aa aa En Marx-Engels,
"Werke": "1810".
bb bb En la 3ª y 4ª ediciones, en
lugar de las dos frases siguientes, figura este texto: "Pero el
significado real y propio de <<clearing of estates>> sólo lo
podremos aprender en la tierra prometida de la moderna literatura novelística,
en las Highlands escocesas. Allí el proceso se distingue por su carácter
sistemático, por la magnitud de la escala en que se lo aplicó de un solo golpe
(en Irlanda hubo terratenientes que se las ingeniaron para barrer varias aldeas
de una sola vez; en las Highlands se trata de áreas del tamaño de principados
alemanes), y finalmente por la forma particular de la propiedad raíz sustraída.
"Los
celtas de las Highlands se agrupaban en clanes, cada uno de los cuales era el
propietario del suelo en que se asentaba. El representante del clan, su jefe o
<<gran hombre>>, no era más que el propietario titular de ese territorio,
exactamente del mismo modo que la reina de Inglaterra es la propietaria titular
de todo el suelo de la nación. Una vez que el gobierno inglés hubo logrado
suprimir las guerras internas de estos <<grandes hombres>> y sus
continuas incursiones en las llanuras de las tierras bajas escocesas, los jefes
clánicos no abandonaron, ni mucho menos, su viejo oficio de bandoleros; se
limitaron a modificar la forma. Por propia autoridad, transformaron su derecho
titular de propiedad en derecho de propiedad privada, y como la gente del clan
opuso resistencia, decidieron desahuciarlos desembozadamente por la violencia.
<<Con el mismo derecho, un rey de Inglaterra podría arrogarse el derecho
de echar sus súbditos al mar>>, dice el profesor Newman" (213).
[48] 213 "A king of England
might as well claim to drive his subjects into the sea." (F. W. Newman, "Lectures on
Political Economy", p. 132.)
[49] [283] Ultimo
levantamiento del Pretendiente. --El nieto del destronado Jacobo II de
Inglaterra, Carlos Eduardo Estuardo ("Carlos III" o el "Joven
Pretendiente", para distinguirlo de su padre el "Viejo Pretendiente"),
encabezó en 1745 un levantamiento en Escocia; luego de un éxito inicial de
sus Highlanders en Prestonpans, fue derrotado decisivamente en
Culloden Moor. Aunque reaccionario en su esencia, el intento del Joven
Pretendiente provocó el terror de la gran burguesía inglesa (corrida bancaria
del Viernes Negro el 6 de diciembre de 1745) y la adhesión de
campesinos desalojados de sus tierras y de obreros que veían en la insurrección
una posibilidad de cambio; todavía en 1750, por ejemplo, los mineros del carbón
en huelga proclaman rey al Joven Pretendiente.-- 912.
[50] 214 Steuart dice: "La
renta de esas tierras" (equivocadamente transfiere esa categoría económica
al tributo que sufragan los taksmen {284} al jefe
del clan) "es cabalmente insignificante si se la compara con la extensión
de aquéllas, pero, en lo que respecta al número de personas que mantiene una
finca, se encontrará que un predio en las Highlands de Escocia alimenta, tal
vez, a diez veces más gente que un terreno del mismo valor en las provincias
más ricas". ("Works", t. I, cap. XVI, p. 104.)
51 [284] Los taksme (de tak,
la parcela que ellos adjudicaban a cada miembro del clan) constituían dentro
del clan escocés una categoría de dignatarios inmediatamente subordinada al
jefe o laird, a quien abonaban un pequeño tributo. Cuando la
propiedad común de todo el clan se convirtió en propiedad privada del laird,
los taksmen pasaron a ser arrendatarios capitalistas. (Véase
en MEW, t. VIII, p. 499 y ss., el artículo de Marx que se menciona en nuestra
nota siguiente.).-- 912.
[52] 215 James Anderson,
"Observations on the Means of Exciting a Spirit of National
Industry", Edimburgo, 1777.
[53] 216 En 1860 se exportó a
Canadá, con falsas promesas, a campesinos violentamente expropiados. Algunos
fugaron a las montañas e islas vecinas. Perseguidos por la policía, riñeron con
ella a brazo partido y consiguieron huir.
[54] 217 "En las
Highlands", dice Buchanan, el comentador de Adam Smith, en 1814,
"diariamente se trastrueca por la violencia el antiguo régimen de
la propiedad... El terrateniente, sin miramientos por el arrendatario
hereditario" (también esta es aquí una categoría aplicada erróneamente)
"ofrece la tierra al mejor postor, y éste, cuando es un mejorador
(improver), adopta de inmediato un nuevo sistema de cultivo. El suelo, en el
que pululaban antes los pequeños campesinos, estaba poblado en proporción a su
producto; bajo el nuevo sistema de cultivo mejorado y de rentas mayores, se
obtiene el mayor producto posible con los menores costos posibles, y a tal
efecto se prescinde de los brazos que se han vuelto inútiles... Los expulsados
de su tierra natal buscan su sustento en las ciudades fabriles", etc. (David
Buchanan, "Observations on... A. Smith's Wealth of Nations",
Edimburgo, 1814, vol. IV,
p. 144.) "Los grandes señores escoceses han expropiado familias de la
misma manera que extirparían la cizaña, han tratado a aldeas enteras y a sus
pobladores como los indios, en su venganza, tratan a las guaridas de las
fieras... Se inmola al hombre por un cuero de oveja o una pata de carnero, y
hasta por menos... Cuando la invasión de las provincias chinas septentrionales,
en el Consejo de los Mongoles se propuso extirpar a los habitantes y
transformar sus tierras en praderas. Muchos terratenientes de las Highlands han
aplicado esa propuesta, en su propio país y contra sus propios
compatriotas." (George Ensor, "An Inquiry Concerning the
Population of Nations", Londres, 1818, pp. 215, 216.)
[55] 218 Cuando la actual duquesa de
Sutherland recibió en Londres con gran boato a Mrs. Beecher-Stowe, la autora de
"Uncle Tom's Cabin" ["La cabaña del tío Tom"], para ufanarse
de su simpatía por los esclavos negros de la república norteamericana simpatía
que, al igual que sus aristocráticas cofrades se guardó muy sabiamente de
manifestar durante la Guerra de Secesión, cuando todo corazón inglés
"noble" latía por los esclavistas , expuse en la "New-York
Tribune" la situación de los esclavos de la Sutherland. (Carey, en
"The Slave Trade", Filadelfia, 1853, pp. 202, 203, recogió pasajes de
esa nota.) Mi artículo fue reproducido por un periódico escocés y provocó una
bonita polémica entre éste y los sicofantes de los Sutherlands {285}.
56 [285] Marx se refiere a
su articulo "From Elections-Financial Clouds-The Duchess of Sutherland and
Slavery", publicado en la "New-York Daily Tribune" el 9 de
febrero de 1853 y reproducido parcialmente el 12 de marzo de ese año en
"The People's Paper". En esa nota periodística Marx anticipa casi
todo el material que figura en las páginas de "El capital" dedicadas
a la expropiación de los campesinos gaélicos.-- 914.
[57] 219 Datos interesantes sobre
ese negocio del pescado se encuentran en "Portfolio, New Series", del
señor David Urquhart. Agregado a la 2ª edición. En su obra póstuma, citada más
arriba, Nassau William Senior califica "al procedimiento en
Sutherlandshire" de "uno de los despejamientos (clearings) más
benéficos que registra la memoria humana". (Journals,
"Conversations and Essays Relating to Ireland, [p. 282].)
[58] 219bis Nota a la 2ª edición. Los "deer forests" (bosques
de venados) de Escocia no contienen un solo árbol. Se quita de en medio a las
ovejas y se introduce a los ciervos en las montañas peladas, y a eso se lo llama
"deer forest". [exclamdown]Ni siquiera forestación,
pues!
[59] 220 Robert Somers,
"Letters from the Highlands; or, the Famine of 1847", Londres, 1848,
pp. 12-28 y pássim. Estas
cartas aparecieron originariamente en el "Times". Los economistas
ingleses, naturalmente, atribuyeron la hambruna soportada por los gaélicos en
1847 a la... sobrepoblación de los mismos. No cabe duda, claro, de que
"ejercieron presión" sobre sus medios alimentarios. El "clearing
of estates" o, como se denomina en Alemania, "Bauernlegen"
[expulsión de los campesinos], en este último país se hizo sentir de manera
particularmente aguda después de la Guerra de los Treinta Años, y todavía en
1790 provocó rebeliones campesinas en el electorado de Sajonia. Prevaleció
especialmente en Alemania oriental. En la mayor parte de las provincias de
Prusia, Federico II aseguró por primera vez el derecho de propiedad a los
campesinos. Tras la conquista de Silesia, obligó a los terratenientes a
restituir las chozas, graneros, etc., y a proveer de ganado y aperos de
labranza a las fincas campesinas. Necesitaba soldados para su ejército y
contribuyentes para el erario. Por lo demás, el siguiente pasaje de Mirabeau
uno de sus admiradores nos permitirá apreciar qué placentera vida llevaban los
campesinos bajo el caos financiero de Federico y su revoltijo gubernamental de
despotismo, burocracia y feudalismo: "El lino, en efecto, constituye una
de las grandes riquezas del cultivador en el norte de Alemania. Lamentablemente
para la especie humana, no es más que un paliativo contra la miseria, y no un
medio de bienestar: los impuestos directos, las prestaciones personales, las
servidumbres de toda índole, abruman al campesino alemán, que además paga
impuestos indirectos en todo lo que compra... Y para colmo de desgracia, no se
atreve a vender sus productos dónde y cómo quiere, no se atreve a comprar lo
que necesita a los comerciantes que podrían suministrárselo a precios mejores.
Todas estas causas lo arruinan de manera insensible, y no se encontraría en
condiciones de pagar los impuestos directos en su vencimento si no fuera por la
hilandería; esta tarea le proporciona una fuente de recursos, puesto que ocupa
útilmente a su mujer, los niños, los sirvientes, los criados, y a él mismo,
[exclamdown]pero qué penosa es su vida, pese a ese socorro! En verano labora
como un condenado a trabajos forzosos, arando y cosechando, se acuesta a las 9
de la noche y se levanta a las 2 de la mañana para dar abasto en su trabajo; en
invierno tendría que reparar energías, tomándose un descanso mayor, pero si se
deshiciera de los productos que tiene que vender para poder pagar los
impuestos, le faltaría el grano para el pan y la simiente. Hay que hilar, pues,
para llenar ese vacío... y hay que hacerlo con la mayor asiduidad. Así, en
invierno el campesino se acuesta a medianoche o a la una y se levanta a las
cinco o las seis, o bien va a la cama a las nueve y se levanta a las dos, y así
todos los días de su vida, salvo el domingo. Este exceso de vela y de trabajo
desgasta a las personas, y de ahí que hombres y mujeres envejezcan mucho más
prematuramente en la campaña que en las ciudades". (Mirabeau, "De la
monarchie...", t. III, pp. 212 y ss.)
Agregado a
la 2ª edición. En abril (a) de 1866, a 18 años de publicarse
la obra de Robert Somers citada en el texto, el profesor Leone Levi pronunció
una conferencia en la Society of Arts {155}sobre la transformación
de las pasturas para ovejas en bosques de venados. Describe allí los avances de
la devastación en las Highlands. Dijo en su disertación, entre otras cosas:
"La despoblación y la transformación en simples pasturas de ovejas eran
los medios más cómodos para obtener un ingreso sin necesidad de invertir... En
las Highlands, un cambio frecuente era el de que un deer forest [bosque
de venados] remplazara a una pradera para ovinos. Bestias salvajes [...]
desplazaban a las ovejas, así como antes se había desplazado a los hombres para
hacer lugar a éstas... Se puede caminar desde las fincas del conde de Dalhousie
en Forfashire hasta John o'Groats sin abandonar nunca la zona de bosques... E
muchos" (de esos bosques) "se han aclimatado el zorro, el gato
salvaje, la marta, el turón, la comadreja y la liebre alpina, mientras que
desde poco tiempo atrás el conejo, la ardilla y la rata se han abierto camino
hacia la región. Enormes fajas de terreno que en las estadísticas escocesas
figuran como praderas de fertilidad y extensión excepcionales, están excluidas
actualmente de todo cultivo y de toda mejora, y se las dedica únicamente al
placer cinegético de unas pocas personas durante un breve período del
año".
El
"Economist" londinense del 2 de junio de 1866 dice: "Un
periódico escocés informa la última semana, entre otras novedades [...]
<<Una de las mejores fincas destinadas a la cría de ovejas en
Sutherlandshire, por la cual se ofreció hace muy poco, al expirar el contrato
de arrendamiento vigente, una renta anual de [sterling] 1.200, va a convertirse
en deer forest!>>. Se reactualizan los instintos feudales,...
como en la época en que el conquistador normando... destruyó 36 caseríos para
crear el New Forest {286}... Dos millones de acres (b),
[...] que comprenden algunas de las tierras más fértiles de Escocia, son ahora
eriales totalmente abandonados. El pasto natural de Glen Tilt se contaba entre
los más nutritivos del condado de Perth; la deer forest de Ben
Aulder era el mejor suelo forrajero del amplio distrito de Badenoch; una parte
del Black Mount Forest era la pradera escocesa más adecuada para las ovejas
caramoras. De la extensión del suelo convertido en tierras yermas, en aras de
la afición por la caza, puede darnos una idea el hecho de que abarca una
superficie mucho mayor que la de todo el condado de Perth. La pérdida de
fuentes de producción que esta desolación forzada significa para el país, puede
calcularse si tenemos en cuenta que el forest de Ben Aulder
podría alimentar 15.000 ovejas y que sólo representa 1/30 de la superficie
total ocupada por los cotos de caza escoceses... Toda esa tierra dedicada a la
caza es absolutamente improductiva,... tanto daría que se hubiera hundido
bajolas olas del Mar del Norte. El fuerte brazo de la ley debería acabar con
esos páramos o desiertos improvisados."
a Debería
decir: "marzo".
60 [156] La Society
of Arts and Trades (Sociedad de Artes y Oficios), fundada en 1754,
tenía por finalidad la "promoción de artes y oficios y del comercio"
y efectuaba investigaciones sobre la situación fabril.-- 442; 457
61 [286] De 1079 a 1085, el
rey normando Guillermo I hizo destruir numerosas aldeas sajonas para establecer
el New Forest, coto de caza de unos 400 quilómetros cuadrados. Las Leyes de
bosques dictadas por los normandos prohibían, bajo severísimas penas, el
retorno de los campesinos desalojados.-- 917.
cc cc Ley del año vigesimoséptimo
del reinado de Enrique VIII.
dd dd Inicial de "slave"
(esclavo).
ee ee En el original:
"tercera".
ff ff Inicial de
"vagabond" (vagabundo).
[62] 221 El autor del "Essay on
Trade...", 1770, observa: "Durante el gobierno de Eduardo VI, los
ingleses parecen haberse dedicado realmente y con toda seriedad a fomentar las
manufacturas y dar ocupación a los pobres. Esto nos lo muestra una ley notable,
según la cual se debe marcar con hierro candente a todos los vagabundos",
etcétera. (Ibídem, p. 5.)
gg gg En el original:
"tercera".
hh hh El número que precede al
nombre del monarca indica el año del reinado de éste en que se promulgó la ley;
el que lo sigue, el número de esa ley entre las dictadas el año mencionado.
[63] 221bis Nota a la 2ª edición.
Tomás Moro dice en su "Utopía": "Y ocurre así que un glotón
codicioso e insaciable, verdadera peste de su país natal, puede reunir y cercar
con una empalizada o un seto miles de acres de tierra, o por violencia y fraude
acosar tanto a sus propietarios que éstos se ven obligados a venderlo todo. Por
un medio o por otro, a todo trance, se los obliga a partir, [exclamdown]pobres
seres sencillos y miseros! Hombres, mujeres, maridos y esposas, huérfanos,
viudas, madres quejumbrosas con sus niños de pecho, y toda la familia, escasa
de recursos pero numerosa, ya que la agricultura necesita muchos brazos. Se
apartan, arrastrándose, de sus lugares conocidos y habituales, sin encontrar
lugar donde reposar; la venta de todos sus enseres domésticos, aunque de valor
poco considerable, en otras circunstancias les habría producido cierta entrada;
pero, al ser arrojados súbitamente a la calle, se vieron obligados a vender
todo a precios irrisorios. Y una vez que han vagabundeado hasta gastar el
último penique, ¿qué otra cosa pueden hacer que robar y entonces,
[exclamdown]vive Dios!, ser colgados con todas las formalidades de la ley, o
dedicarse a la mendicidad? Pero también entonces se los echa a la cárcel como
vagabundos, porque andan de un lado para otro y no trabajan; ellos, a quienes
nadie da trabajo por más ahincadamente que se ofrezcan". De estos pobres
fugitivos, de los que Tomás Moro afirma que se los obligaba a robar, "se
ejecutaron 72.000 ladrones grandes y pequeños durante el reinado de Enrique
VIII". (Holinshed, "Description of England...", vol. I, p. 186.)
En tiempos de Isabel, a los "gandules se los colgaba en hileras; aun así,
no pasaba un año en que no se ahorcaran 300 ó 400 en un lugar o en otro". (Strype,
"Annals of the Reformation and Establishment of Religion, and Other
Various Occurrences in the Church of England During Queen Elisabeth's Happy
Reign", 2ª ed., 1725, vol. II.) En Somersetshire, según el mismo Strype, en un solo año
fueron ejecutadas 40 personas, 35 marcadas con hierros candenes, 37 flageladas,
y se liberó a 183 "malvados incorregibles". Sin embargo, dice este
autor, "el gran número de los acusados no comprende ni siquiera 1/5 de los
verdaderos delincuentes, gracias a la negligencia de los jueces de paz y a la
necia compasión del pueblo". Y añade: "Los otros condados de
Inglaterra no se encontraban en mejor situación que Somersetshire, y en muchos
ésta era aun peor".
ii ii Inicial de "rogue"
(gandul, vago).
jj jj En la 4ª edición no figuran
las palabras "y sin asistencia eclesiástica".
[64] 222 "Siempre que el
legislador intenta regular las diferencias entre los empresarios y sus obreros,
los consejeros de aquél son, invariablemente, los empresarios", afirma
Adam Smith {235}. "El espíritu de las leyes es la
propiedad", dice Linguet {231}.
65 [235] (W) Adam
Smith, "An lnquiry into the Wealth of Nations", t. I, Londres, 1767,
p. 142.-- 772; 923.
66 [231] Linguet
("Théorie des lois civiles, ou principes fondamentaux de la société (t. I,
Londres, 1767, p. 236) formula así ese pensamiento: "Leur esprit est de
conserver la propriété" ("su espíritu es el de conservar la
propiedad").-- 763; 923.
kk kk En la versión francesa se
agrega: "es decir, de los compradores de trabajo".
[67] 223 [J. B. Byles,]
"Sophisms of Free Trade...", p. 206. El autor agrega maliciosamente: "La legislación
siempre ha estado pronta para intervenir a favor del patrón. ¿Es impotente para
hacerlo por el obrero?" (a)
68 [287] La corrección de
Engels ajusta el texto al original inglés (TI 738).-- 924.
[69] 224 De una cláusula de la ley 2
Jacobo I, c. 6, se desprende que ciertos fabricantes de paños se arrogaban el
derecho de imponer oficialmente en sus propios talleres, como jueces de
paz, la tarifa salarial. En Alemania, particularmente después de la Guerra
de los Treinta Años, fueron numerosas las leyes para mantener bajos los
salarios. "Muy molesto era para los terratenientes, dueños de un suelo
vacío de hombres, la falta de criados y trabajadores. A todos los aldeanos se
les prohibió alquilar piezas a hombres y mujeres solteros; todos los inquilinos
de este tipo debían ser denunciados a la autoridad y puestos entre rejas
si no querían trabajar de sirvientes, aun en los
casos en que se mantenían gracias a otra actividad, como sembrar para los
campesinos por un jornal o incluso comerciar con dinero y cereales.
("Kaiserliche Privilegien und Sanctiones für Schlesien", I, 125.) A
lo largo de todo un siglo resuenan una y otra vez, en las pragmáticas de los
príncipes, amargas quejas contra la canalla maligna e insolente que
no quiere someterse a su duro destino ni contentarse con
el salario legal; al terrateniente individual se le prohíbe pagar
más de lo que ha establecido la autoridad en una tarifa. Y sin embargo, después
de la guerra las condiciones del servicio son todavía mejores, a
veces, de lo que serían cien años después; en 1652, en Silesia, aún
se daba carne a la servidumbre dos veces por semana, mientras
que todavía en nuestro siglo, hay distritos silesianos donde los criados sólo
comen carne tres veces por año. También el jornal era, después
de la guerra, más alto que en los siglos siguientes." (G. Freytag.)
ll ll En la 4ª edición, la frase
termina así: "pero no se quiso prescindir, en casos de necesidad, de las
armas del viejo arsenal".
mm mm En la 3ª y 4ª ediciones:
"una ley de Isabel" {288}.
70 [288] Engels o sus
colaboradores parecen no haber tomado en cuenta, en este caso, la fe de erratas
de la segunda edición, en la cual se establece que aquí debe decir "ley de
la época de Isabel" en vez de "ley de Isabel".-- 926.
nn nn En la 3ª y 4ª ediciones:
"leyes laborales".
[71] 225 Algunos restos de las leyes
anticoalicionistas fueron removidos en 1859. Agregado a la 2ª edición. Una ley
del 29 de junio de 1871 deroga todas las leyes contra las coaliciones y
reconoce oficialmente los trades' unions, pero en una ley adicional
de la misma fecha "An Act to Amend the Criminal Law Relating to Violence,
Threats and Molestation" se restauran bajo nuevas formas las leyes
anticoalicionistas. Esta ley, en efecto, somete a los obreros en lo que
respecta a la aplicación de ciertos medios de lucha a una legislación penal de
excepción, administrada además por sus patrones en su condición de jueces de
paz. Dos años antes, la misma Cámara de los Comunes y el mismo Gladstone que
por la ley de 1871 inventaron nuevos delitos para la clase obrera, habían
aprobado con toda honradez la segunda lectura de un proyecto que ponía término
a la legislación penal de excepción contra los obreros. El proyecto fue
astutamente abandonado en la segunda lectura. Se dieron largas al asunto
durante dos años enteros, hasta que el "gran Partido Liberal", merced
a una coalición con sus rivales, cobró fuerzas suficientes para hacer frente al
enemigo común: la clase obrera.
oo oo En la 3ª y 4ª ediciones la
frase precedente y la nota 225 se sustituyen por este texto: "A pesar de
ello, sólo se las derogó parcialmente. Algunos bellos vestigios de las viejas
leyes no desaparecieron hasta 1859. Por último, la ley aprobada por el
parlamento el 29 de junio de 1871 pretendió eliminar las últimas huellas de esa
legislación clasista, mediante el reconocimiento legal de los trades'
unions. Pero una ley de la misma fecha (<<An Act to Amend the
Criminal Law Relating to Violence, Threats and Molestation>> [Ley de
enmienda de la ley penal sobre la violencia, las amenazas y los
hostigamientos]), restauró de hecho la situación anterior, bajo nuevas formas.
Mediante ese escamoteo parlamentario, los medios a los que pueden recurrir los
obreros en una strike [huelga] o lock-out (strike de
los fabricantes coligados, efectuada mediante el cierre simultáneo de sus
fábricas), se sustraen al derecho común y se colocan bajo una legislación penal
de excepción, que compete interpretar a los propios fabricantes, en su
condición de jueces de paz. Dos años antes, la misma cámara baja y el mismo
señor Gladstone, con la proverbial honradez que los distinguen, habían
presentado un proyecto de ley por el que se abolían todas las leyes penales de
excepción contra la clase obrera. Pero nunca se lo dejó ir más allá de la
segunda lectura, dándose largas al asunto hasta que finalmente el <<gran
Partido Liberal>>, merced a una alianza con los tories, cobró el valor
necesario para volcarse decididamente contra el mismo proletariado que lo había
llevado al poder. No contento con esta traición, el <<gran Partido
Liberal>> permitió a los jueces ingleses que siempre han estado meneando
el rabo al servicio de las clases dominantes desenterrar las añejas leyes sobre
<<conspiraciones>> y aplicarlas a las coaliciones obreras. Como
vemos, el parlamento inglés sólo renunció a las leyes contra las strikes y trades'
unions a regañadientes y bajo la presión de las masas, después de
haber asumido él mismo, a lo largo de cinc siglos y con desvergonzado egoísmo,
la actitud de un trades' union permanente de los capitalistas contra
los obreros".
[72] 226(a) El artículo
1º de esta ley dice: "Siendo una de las bases fundamentales de la
constitución francesa el aniquilamiento de todo tipo de corporaciones de
ciudadanos del mismo estado y profesión, se prohíbe restablecerlas de hecho
bajo cualquier pretexto y bajo la forma que fuere". El
artículo 4º dispone que cuando "ciudadanos pertenecientes a la misma profesión,
arte y oficio efectúen deliberaciones, adopten convenciones tendiente a rehusar
de consuno los socorros de su industria o de sus trabajos, o a no prestarlos
más que a un precio determinado, dichas deliberaciones y convenciones... serán
declaradas inconstitucionales, atentatorias contra la libertad y
contra la declaración de los derechos del hombre", etcétera, o sea delitos
de estado, exactamente como en las viejas leyes obreras. ("Révolutions de
Paris", París, 1791, tomo III, p. 523.)
73 [289] En la versión
francesa (TFA 549) se agrega: " [exclamdown]y con qué lujo de reservas,
todavía!" La ley del 25 de mayo de 1864 derogó los artículos del Code
pénal de 1810 que reprimían la huelga como un delito, pero los
remplazó por otros que penaban "los atentados contra el libre ejercicio de
la industria y de la libertad de trabajo", etcétera.-- 928.
75 [290] En la antigua Roma
el villicus (de villa, finca rústica), aunque
también él siervo, desempeñaba el papel de capataz de los demás esclavos y
administrador de la finca. (Véase el tomo III de "El capital" cap.
XXIII.) Las funciones del bailiff (bailío) medieval se
asemejaban mucho a las del villicus, de quien, por otra parte,
solía conservar el nombre.-- 929.
pp pp El adjetivo no figura en la
4ª edición.
[76] 225(a) "Arrendatarios",
dice Harrison en su "Description of England", "a los que antes
les costaba pagar [sterling] 4 de renta, pagan ahora [sterling] 40, [sterling]
50, [sterling] 100, e inclusive creen haber hecho un mal negocio si a la
expiración de su contrato de arrendamiento no han apartado 6 ó 7 años de
renta."
77 228bis(a) Nota a la
2ª edición. Acerca del influjo que la depreciación del dinero en el siglo XVI
ejerció sobre diversas clases de la sociedad, véase "A Còmpendious or
Briefe Examination of Certayne Ordinary Complaints of Diverse of our Countrymen
in these our Days. By W. S., Gentleman" (Londres, 1581). La forma de
diálogo bajo la cual se presenta esta obra contribuyó a que durante mucho
tiempo se la atribuyera a Shakespeare, y aun en 1751 se la reeditó bajo el
nombre de éste. El autor es William Stafford. En un pasaje, el Caballero
(Knight) razona de la siguiente manera:
Caballero:
"Vos, mi vecino, el agricultor, vos, señor tendero, y vos, maestro
tonelero (b), al igual que los demás artesanos, os las arregláis
perfectamente bien. Pues en la misma medida en que todas las cosas son más
caras de lo que eran, eleváis el precio de vuestras mercancías y servicios, que
vendéis nuevamente. Pero nosotros no tenemos nada que vender cuyo precio
podamos aumentar para contrapesar las cosas que tenemos que comprar de
nuevo". En otro pasaje, el Caballero pregunta al Doctor: "Decidme, os
ruego, qué son esos grupos de personas que mencionáis. Y, en primer lugar,
cuáles serán, de ellos, los que en vuestra opinión no experimentarán con eso
ninguna pérdida. Doctor: Me refiero a todos aquellos que viven de comprar y
vender, pues por caro que compren, enseguida lo venden. Caballero: ¿Cuál es el
grupo siguiente que, a vuestro parecer, saldrá ganancioso con ello? Doctor: Naturalmente,
todos los que tienen arriendos o granjas, para su propio manurance"
(esto es, cultivo) "y pagan la renta antigua, pues aunque pagan conforme a
la tarifa antigua, venden según la nueva; es decir, pagan muy poco por su
tierra y venden caro todo lo que crece en la misma... Caballero: ¿Y cuál es el
grupo que, según vuestro criterio, tendrá a causa de ello una pérdida mayor que
la ganancia de esos otros? Doctor: El de todos los nobles, gentileshombres y
todos los demás que viven de una renta o de un estipendio fijos, o queno manure"
(cultivan) "su suelo o no se dedican a comprar y vender".
a Nota 228
en la 3ª y 4ª ediciones.
[78] 229 En Francia, el régisseur,
el administrador y recolecior de las prestaciones tributadas al señor feudal
durante la Alta Edad Media, pronto se convierte en homme d'affaires [hombre
de negocios] que por la extorsión, el fraude, etcétera, trepa mañosamente hasta
alcanzar la posición de un capitalista. Estos régisseurs eran
no pocas veces señores distinguidos. Por ejemplo: "Esta es la cuenta que
el señor Jacques de Thoraisse, caballero castellano de Besanzón, entrega al
señor que en Dijon lleva las cuentas para monseñor el duque y conde de Borgoña,
de las rentas pertenecientes a dicha castellanía, desde el XXV día
de diciembre de MCCCLIX hasta el XXVIII día
de diciembre de MCCCLX". (Alexis Monteil, "Histoire des
matériaux manuscrits..., pp. 234, 235.)(a) Al igual que en
Inglaterra, en Francia los grandes señoríos feudales están divididos en un
sinfín de pequeñas explotaciones, pero en condiciones incomparablemente más
desventajosas para la población rural. Durante el siglo XIV surgieron las
fincas arrendadas, denominadas fermes o terriers.
Su número creció constantemente, pasando largamente de 100.000. Pagaban, en
dinero o in natura, una renta que oscilaba entre una doceava y una
quinta parte del producto. Los terriers eran feudos,
retrofeudos, etcétera (fiefs, arrière-fiefs), según el valor y la extensión de
los dominios, no pocos de los cuales sólo ocupaban unos pocos arpents (b).
Todos estos terriers poseían jurisdicción en algún grado sobre
los ocupantes del suelo: había cuatro grados. Se comprende fácilmente cuál
sería la opresión del pueblo, sometido a todos esos pequeños tiranos. Monteil
dice que había entonces en Francia 160.000 tribunales, donde hoy (sin excluir
los juzgados de paz) bastan 4.000.
a En la 3ª y
4ª ediciones se intercala este texto: "Aquí ya se pone de manifiesto cómo
en todas las esferas de la vida social le corresponde al intermediario la parte
del león. En el campo económico, por ejemplo, son los financistas, bolsistas,
comerciantes, tenderos, los ue se quedan con la gordura de la leche; en los
pleitos, es el abogado el que despluma a las partes, en la política, el
representante pesa más que los electores, el ministro más que el soberano; en
la religión, el <<Intercesor>> eclipsa a Dios, y a su vez es
empujado a un segundo plano por los curas, que son, por su parte, intermediarios
imprescindibles entre el Buen Pastor y sus ovejas".
81 [291] (W) James
Steuart, "An Inquiry into the Principles of Political Economy", t. I,
Dublín, 1770, libro I, cap. XVI.-- 933.
[82] [292] Impuestos pour
le roi de Prusse (para el rey de Prusia). --Marx juega con los dos
sentidos de la frase proverbial francesa travailler pour le roi de
Prusse: el literal (los impuestos iban a parar a las arcas de Federico) y
el figurado (trabajaban en balde y de balde). La expresión parece haberse
originado en el estribillo de una canción satírica contra el príncipe francés
de Soubise, batido en Rossbach (1757) por los prusianos: "Il a travaillé, il
a travaillé pour le roi... de Prusse!".-- 933.
[83] 232 "Permitiré", dice
el capitalista, "que tengáis el honor de servirme, bajo la condición de
que me deis lo poco que os quede, por el trabajo que me tomo de mandaros."
(J. J. Rousseau, "Discours sur l'économie politique" [Ginebra, 1760,
p. 70].)
[84] 233 Mirabeau, "De la
monarchie...", t. III, pp. 20-109 y pássim. Que Mirabeau considere a los
talleres dispersos también como más económicos y productivos que los
"reunidos", viendo en éstos nada más que artificiales plantas de
invernadero cultivadas por los gobiernos, es un hecho que se explica por la
situación en que se hallaban, por ese entonces, gran parte de las manufacturas
del continente.
85 234 "Veinte libras de
lana, convertidas tranquilamente en la vestimenta anual de una familia
trabajadora, gracias a su propia industria y en los intervalos que dejan otros
trabajos, no constituyen un espectáculo; pero llevadlas al mercado, enviadlas a
la fábrica, y de ahí al corredor, y luego al comerciante, y tendréis grandes
operaciones comerciales y un capital nominal invertido cuyo monto es veinte veces
mayor que el valor de aquéllas... La clase trabajadora es explotada, de esa
manera, para mantener una población fabril menesterosa, una clase parasitaria
de tenderos y un sistema comercial, monetario y financiero absolutamente
ficticio." (David Urquhart, "Familiar Words", p. 120.)
qq qq En la 3ª y 4ª ediciones el
texto que va desde la llamada 234 (que cambia de ubicación) hasta aquí, se
sustituye por el siguiente: "En realidad, los acontecimientos que
transforman a los pequeños campesinos en asalariados y a sus medios de
subsistencia y de trabajo en elementos materiales del capital, crean a éste, al
mismo tiempo, su mercado interno. Anteriormente la familia campesina producía y
elaboraba los medios de subsistencia y materias primas que consumía luego, en
su mayor parte, ella misma. Esas materias primas y medios de subsistencia
actualmente se han convertido en mercancías; el gran arrendatario
las vende, y encuentra su mercado en las manufacturas. Hilados,
lienzo, toscos géneros de lana cosas cuyas materias primas se encontraban en el
ámbito de toda familia campesina y que ésta hilaba y tejía para su propio uso
se transforman ahora en artículos manufacturados cuyo mercado lo forman
precisamente los distritos rurales. La numerosa clientela dispersa, condicionada
hasta el presente por una multitud de pequeños productores que trabajaban por
su propia cuenta, se concentra ahora en un gran mercado abastecido por
el capital industrial" (234).
rr rr En la 3ª y 4ª ediciones se
agrega: "Y sólo la destrucción de la industria doméstica rural puede dar
al mercado interno de un país la amplitud y la consistencia que requiere el
modo capitalista de producción".
[86] 235 Una excepción la constituye
aquí la época de Cromwell. Mientras duró la república, las masas populares
inglesas, en todas sus capas, se elevaron de la degradación en que se habían
sumido bajo los Tudores.
ss ss En la 4ª edición, en vez de
las palabras comprendidas entre las dos últimas comas, "y con éstos".
87 236 "De la manufactura
propiamente dicha y de la destrucción de la manufactura rural o
doméstica surge, con la introducción de la maquinaria, la gran
industria lanera" (a). (Tuckett, "A History...",
vol. I, p.p. 139-144.) "El arado, el yugo, fueron invención de dioses y
ocupación de héroes: ¿son el telar, el huso y la rueca de prosapia menos noble?
Separad la rueca del arado, el huso del yugo, y obtendréis fábricas y
hospicios, el crédito y los pánicos, dos naciones hostiles, la agrícola y la
comercial." (David Urquhart, "Familiar Words", p. 122.)(b) Pero
ahora se presenta Carey y acusa a Inglaterra, seguramente no sin razón, de
procurar convertir a todos los demás países en simples pueblos agrícolas cuyo
fabricante sea Inglaterra. Afirma que de esta manera se arruinó a Turquía,
porque a "los propietarios y cultivadores del suelo" (Inglaterra)
"nunca les permitió fortalecerse por esa alianza natural entre el arado y
el telar, el martillo y la rastra". ("The Slave Trade", p. 125.)
Según él el propio Urquhart es uno de los principales agentes de la ruina de
Turquía, donde habría efectuado propaganda librecambista en interés de
Inglaterra. Lo mejor del caso es que Carey gran sirviente de los rusos, dicho
sea de paso quiere impedir ese proceso de escisión por el sistema
proteccionista, que lo acelera.
a En la 4ª
edición esta frase figura sin comillas y precedida por las palabras:
"Tuckett es consciente de que"...
88 237 Economistas ingleses
filantrópicos, como Mill, Rogers, Goldwin Smith, Fawcett, etcétera, y
fabricantes liberales del tipo de John Bright y consortes, preguntan a los
aristócratas rurales ingleses, como Dios a Caín por su hermano Abel: ¿qué se ha
hecho de nuestros miles de freeholders [pequeños propietarios
libres]? Pero, ¿de dónde os habéis hecho vosotros? De la aniquilación de
aquellos freeholders. ¿Por qué no seguís adelante y preguntáis qué
se ha hecho de los tejedores, hilanderos y artesanos independientes?
89 238 Industrial se
emplea aquí por oposición a agrícola. En el sentido "categórico", el
arrendatario es capitalista industrial a igual título que el
fabricante.
90 239(a) "Hoy en
día, toda la riqueza de la sociedad pasa primero a las manos del capitalista...
Éste entrega al terrateniente sus rentas, al obrero su salario, al recaudador
de impuestos y de diezmos lo que éstos reclaman y guarda para sí mismo una
parte grande que en realidad es la mayor, y además aumenta día a día del
producto anual del trabajo. Del capitalista puede decirse ahora que es el primer propietario
de toda la riqueza social, aunque ninguna ley le haya conferido el derecho a
esa propiedad... Este cambio en la propiedad se ha efectuado a través del
proceso de la usura [...] (b), y no es poco extraño que los
legisladores de toda Europa hayan procurado impedirlo por medio de leyes contra
la usura... El poder del capitalista sobre toda la riqueza del país es
una revolución completa en el derecho de propiedad, ¿y por medio de
qué ley, o de qué serie de leyes, se efectuó esa revolución?" (c) "The
Natural and Artificial Rights of Property Contrasted", Londres, 1832, pp.
98, 99. El autor de esta
obra anónima es Thomas Hodgskin.
a En la 3ª y
4ª ediciones esta nota está incluida en el texto (después de las palabras
"y el capital comercial"), a excepción de la referencia
bibliográfica.
b En la 4ª
edición, en lugar de las últimas palabras: "a través de la percepción de
intereses sobre el capital" {293}.
91 [293] La enmienda de
Engels ajusta el texto al original inglés (TI 750).-- 938.
92 240 Todavía en fecha tan tardía
como 1794, los pequeños pañeros de Leeds enviaron al parlamento una delegación,
con el objeto de solicitarle una ley que prohibiera a todo comercianteconvertirse
en fabricante. (Dr. Aikin, "Description...")
tt tt En la 3ª y 4ª ediciones:
"corporate towns" {294}.
93 [294] Incorporated
town, corporate town. --Ciudad que por privilegio real obtenía la autonomía
con respecto al condado circunvecino, esto es, el derecho a elegir sus propias
autoridades, constituyéndose así ella misma en un condado (county of itself,
county of a town, county corporate).-- 939.
uu uu En la 3ª y 4ª ediciones:
"incipiente conquista".
[94] [200] Guerra
antijacobina. --En la versión francesa (TFA 493) Marx atribuye la autoría
de esa expresión al escritor y líder radical y obrerista William Cobbett
(1762-1835): "antijacobin war, tal es el nombre dado por William
Cobbett a la guerra contra la Revolución Francesa".-- 678; 745; 842; 939.
vv vv En la versión francesa en
lugar de "las", se lee: "expediciones de piratas, como las
famosas"...
[95] 241 William Howitt,
"Colonization and Christianity. A Popular History of the Treatment of the
Natives by the Europeans in All Their Colonies", Londres, 1838, p. 9. Sobre el trato dado a los esclavos,
véase una buena compilación en Charles Comte, "Traité de la
législation", 3ª ed., Bruselas, 1837. Debe estudiarse este asunto en
detalle, para ver qué hace el burgués de sí mismo y del trabajador allí donde
puede moldear el mundo sin miramientos, a su imagen y semejanza.
[96] 242 Thomas Stamford Raffles,
late Lieut. Gov. of that island, "The History of Java", Londres,
1817, vol. II, pp. CXC,
CXCI.
[97] 243 Sólo en la provincia de
Orisa, en 1866, murieron de inanición más de un millón de hindúes.
No obstante, se procuró enriquecer al erario indio con los precios a que se
suministraban víveres a los hambrientos.
ww ww En la 3ª y 4ª ediciones;
"puritanos de Nueva Inglaterra,".
xx xx En la 3ª y 4ª ediciones;
"[sterling] 50;".
[98] [295] Pilgrim fathers (padres
peregrinos). --Grupo de puritanos que en 1620 estableció en Plymouth (en el
actual estado de Massachusetts), la primera colonia de Nueva Inglaterra.-- 942.
[99] [296] (W) Gustav von
Gülich, "Geschichtliche Darstellung des Handels, der Gewerbe und des
Ackerbaus der bedeutendsten handeltreibenden Staaten unsrer Zeit, t. I, Jena,
1830, p. 371.-- 943.
yy yy En la 3ª y 4ª ediciones se
sustituye lo que va de este párrafo y el anterior por el texto siguiente:
"Hoy en día, la supremacía industrial trae aparejada la supremacía
comercial. En el período manufacturero propiamente dicho, por el contrario, es
la supremacía comercial la que confiere el predominio industrial. De ahí el
papel preponderante que desempeñaba en ese entonces el sistema colonial. Era
<<el dios extraño>> {297} que se encaramó en el
altar, al lado de los viejos ídolos de Europa, y que un buen día los derribó a
todos de un solo golpe. Ese sistema proclamó la producción de plusvalor como el
fin último y único de la humanidad.
"El
sistema del crédito público, esto es, de la deuda del estado, cuyos orígenes
los descubrimos en Génova y Venecia ya en la Edad Media, tomó posesión de toda
Europa durante el período manufacturero. El sistema colonial, con su comercio
marítimo y sus guerras comerciales, le sirvió de invernadero. Así, echó raíces
por primera vez en Holanda. La deuda pública o, en otros términos, la
enajenación del estado sea éste despótico, constitucional o republicano deja su
impronta en la era capitalista. La única parte de la llamada riqueza nacional
que realmente entra en la posesión colectiva de los pueblos modernos es... su
deuda pública (243bis). De ahí que sea cabalmente coherente la
doctrina moderna según la cual un pueblo es tanto más rico cuanto más se
endeuda. El crédito público se convierte en el credo del capital. Y al surgir
el endeudamiento del estado, el pecado contra el Espíritu Santo, para el que no
hay perdón alguno {298}, deja su lugar a la falta de confianza en
la deuda pública.
"La
deuda pública se convierte en una de las palancas más efectivas de la
acumulación originaria. Como con un toque de varita mágica, infunde virtud
generadora al dinero improductivo y lo transforma en capital, sin que para ello
el mismo tenga que exponerse necesariamente a las molestias y riesgos
inseparables de la inversión industrial e incluso de la usuraria. En realida,
los acreedores del estado no dan nada, pues la suma prestada se convierte en
títulos de deuda, fácilmente transferibles, que en sus manos continúan
funcionando como si fueran la misma suma de dinero en efectivo. Pero aun
prescindiendo de la clase de rentistas ociosos así creada y de la riqueza
improvisada de los financistas que desempeñan el papel de intermediarios entre
el gobierno y la nación como también de la súbita fortuna de arrendadores de
contribuciones, comerciantes y fabricantes privados para los cuales una buena
tajada de todo empréstito estatal les sirve como un capital llovido del cielo ,
la deuda pública ha dado impulso a las sociedades por acciones, al comercio de
toda suerte de papeles negociables, al agio, en una palabra, al juego de la
bolsa y a la moderna bancocracia.
"Desde
su origen, los grandes bancos, engalanados con rótulos nacionales, no eran otra
cosa que sociedades de especuladores privados que se establecían a la vera de
los gobiernos y estaban en condiciones, gracias a los privilegios obtenidos, de
prestarles dinero. Por eso la acumulación de la deuda pública no tiene
indicador más infalible que el alza sucesiva de las acciones de estos bancos,
cuyo desenvolvimiento pleno data de la fundación del Banco de Inglaterra
(1694). El Banco de Inglaterra comenzó por prestar su dinero al gobierno a un 8
% de interés, al propio tiempo, el parlamento lo autorizó a acuñar dinero con
el mismo capital, volviendo a prestarlo al público bajo la forma de billetes de
banco. Con estos billetes podía descontar letras, hacer préstamos sobre
mercancías y adquirir metales preciosos. No pasó mucho tiempo antes que este
dinero de crédito, fabricado por el propio banco, se convirtiera en la moneda
con que el Banco de Inglaterra efectuaba empréstitos al estado y pagaba, por
cuenta de éste, los intereses de la deuda pública. No bastaba que diera con una
mano para recibir más con la otra; el banco, mientras recibía, seguía siendo
acreedor perpetuo de la nación hasta el último penique entregado. Paulatiamente
fue convirtiéndose en el receptáculo insustituible de los tesoros metálicos del
país y en el centro de gravitación de todo el crédito comercial. Por la misma
época en que Inglaterra dejó de quemar brujas, comenzó a colgar a los falsificadores
de billetes de banco. En las obras de esa época, por ejemplo en las de
Bolingbroke, puede apreciarse claramente el efecto que produjo en los
contemporáneos la aparición súbita de esa laya de bancócratas, financistas,
rentistas, corredores, stock-jobbers [bolsistas] y tiburones
de la bolsa (243bis2).
243bis
William Cobbett observa que en Inglaterra a todas las instituciones públicas se
las denomina "reales", pero que, a modo de compensación,
existe la deuda "nacional" (national debt).
100 [297] A juzgar por la
ubicación de las comillas en la versión francesa, Marx parece citar aquí a
algún autor (aún no identificado): "Il fut <<le dieu
étranger>> qui <<se place sur l'autel, à cêté>> des vieilles
idoles de l'Europe; <<un beau jour il pousse du coude ses camerades, et
patatras!, voilà toutes les idoles à bas!>>" (TFA 559). El hecho de
que estas comillas no figuren en la edición alemana (salvo enmarcando las
palabras "el dios extraño"), pero sí en la francesa, parece sugerir
que se trata de un autor francés. La referencia al "dios extraño"
talvez aluda al "dios desconocido" de "Hechos de los
apóstoles", XVII, 22-23, que también terminó por desalojar a codazos a sus
colegas, pero esto no es más que una conjetura.-- 943.
101 [298] Pecado contra
el Espíritu Santo. --Unico pecado imperdonable en la teología cristiana:
"Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia
contra el Espíritu no será perdonada a los hombres" ("Mateo",
XII, 31; cfr. "Marcos", III, 28-29, "Lucas", XII, 9-10).--
944.
zz zz En la 3ª y 4ª ediciones las
palabras que van desde "originaria" hasta aquí se sustituyen
por estas: "de este o aquel pueblo. De esta manera,".
aaa aaa En la 3ª y 4ª ediciones:
"comercial e industrial".
bbb bbb En la 3ª y 4ª ediciones se
agrega: "Como la deuda pública tiene su respaldo en los ingresos del
estado, que han de cubrir los pagos anuales de intereses, etc., el moderno
sistema impositivo se convirtió en el complemento requerido necesariamente por
el sistema de los empréstitos públicos. Los préstamos permiten que el gobierno
sufrague gastos extraordinarios sin que el contribuyente lo note de inmediato,
pero exigen, de ahí en adelante, que los impuestos aumenten. A su vez, la suba
de los impuestos provocada por la acumulación de deudas contraídas
sucesivamente, obliga al gobierno a recurrir siempre a nuevos empréstitos para
cubrir los nuevos gastos extraordinarios. El sistema fiscal moderno, cuyo
puntal está constituido por los impuestos sobre los medios de subsistencia más
imprescindibles (y, en consecuencia, por el encarecimiento de los mismos),
lleva en sí, por tanto, el germen de su progresión automática. La sobrecarga de
impuestos no es, pues, un incidente, sino antes bien un principio. De ahí que
en Holanda, donde este sistema se aplicó por vez primera, el gran patriota de
Witt lo celebrara en sus máximas como el mejor sistema para
hacer del asalariado un individuo sumiso, frugal, industrioso y... abrumado de
trabajo. La influencia destructiva que ejerce ese sistema sobre la situación
del asalariado, aquí no nos interesa tanto como la expropiación violenta que
implica en el caso del campesino, del artesano, en una palabra, de todos los
componentes de la pequeña clase media. No hay dos opiniones sobre este
particular; no las hay ni siquiera entre los economistas burgueses. Refuerza
aun más la eficacia expropiadora de este régimen el sistema proteccionista, que
es uno de los elementos que lo integran.
[102] 244 "Pourquoi aller
chercher si loin la cause de l'éclat manufacturier de la Saxe avant la guerre? Cent
quatre-vingt millions de dettes faites par les souverains!" (Mirabeau, "De la
monarchie...", t. VI, p. 101.)
ccc ccc En la 3ª y 4ª ediciones se
agrega: "Como la marina real, las fábricas reclutan su personal por medio
de la leva".
[104] 246
John Fielden, "The Curse of the Factory System", pp. 5, 6. En torno a
las infamias del sistema fabril en sus orígenes, véase Dr. Aikin (1795),
"A Description of the Country...", p. 219, y Gisborne, "Enquiry
into the Duties of Men", 1795, vol. II. Como la máquina de vapor trasplantó las fábricas antes
construidas junto a caídas de agua rurales instalándolas en el centro de las
ciudades, el arbitrista de plusvalor, "afanoso de renunciamiento",
encontró ahora a mano el material infantil y ya no fueron necesarias las
remesas forzadas de esclavos, procedentes de los workhouses. Cuando
sir Robert Peel (padre del "ministro de la plausibilidad") {299},
presentó en 1815 su proyecto de ley de protección a la infancia, Francis Horner
(lumen [lumbrera] de la Comisión de los Metales Preciosos y amigo
íntimo de Ricardo) declaró en la cámara baja: "Es notorio que entre los
efectos de un fabricante quebrado, como parte de la propiedad, se anunció
públicamente la subasta y se adjudicó una banda si se le permite usar esta
expresión de niños de fábrica. Hace dos años" (1813) "se presentó
ante el King's Bench {300} un caso atroz. Se trataba de cierto
número de muchachos. Una parroquia londinense los había remitido a un
fabricante, que a su vez los transfirió a otro. Finalmente, personas
benevolentes los encontraron en un estado de desnutrición absoluta (absolute
famine). Otro caso, aun más atroz, fue puesto en su conocimiento como miembro
de la comisión investigadora parlamentaria. [...] Hace no muchos años, en un
convenio entre una parroquia londinense y un fabricante de Lancashire se
estipuló que el comprador debería aceptar, por cada 20 niños sanos, un
idiota".
105 [299] Sir Robert Peel
(1750-1830), acaudalado fabricante de telas estampadas, era el padre de sir
Robert Peel (1788-1850), primer ministro en 1834-35 Y 1841-46.-- 948.
106 [300] King's Bench o
Court of King's Bench. --Tribunal superior en lo criminal y, en general,
instancia superior para todos los tribunales de derecho civil; actualmente
convertido en la King's Bench Division, sección de la Corte Suprema
de Justicia.-- 949.
[107] [301] Tratados de
asiento. --Convenios entre el rey de España y particulares, primero, más
tarde entre aquél y otros gobiernos, para el suministro de esclavos negros a
las colonias españolas en América.-- 949.
[108] [302] La cita de Aikin,
según TI 759, es como sigue: "[La trata] ha coincidido con ese espíritu de
audaz aventura que ha caracterizado el comercio de Liverpool y lo ha llevado
rápidamente a su estado actual de prosperidad; ha ocasionado un vasto empleo de
barcos y marinos y aumentado en gran medida la demanda por las manufacturas del
país".-- 949.
[109] 247 En 1790, en las Indias
Occidentales inglesas había 10 esclavos por cada hombre libre; en las Antillas
francesas, 14; en las holandesas, 23. (Henry Brougham, "An
Inquiry into the Colonial Policy of the European Powers", Edimburgo, 1803,
vol. II, p. 74.)
[110] [303] Tantaæ molis
erat (tantos esfuerzos se requirieron). --Virgilio,
"Eneida", I, 33, se refiere a los esfuerzos que se requirieron
"Romanam conderem gentem" (para fundar el pueblo romano).-- 950.
111 248 La expresión "labouring
poor" [pobre laborioso] hace su aparición en las leyes inglesas a
partir del momento en que la clase de los asalariados se vuelve digna de
mención. El término "labouring poor" se aplica por oposición, de una
parte, al "idle poor" [pobre ocioso], mendigos, etc.; de otra parte,
al trabajador que aún no es gallina desplumada, sino propietario de sus medios
de trabajo. De la ley, la expresión "labouring poor" pasó a la
economía política, desde Culpeper, Josiah Child, etcétera, hasta Adam Smith y
Eden. Júzguese, por ello, de la bonne foi [buena fe] del
"execrable political cantmonger" [execrable traficante político en
hipocresía] Edmund Burke, cuando asegura que la expresión "labouring
poor" es "execrable political cant" [execrable hipocresía
política]. Este sicofante, que a sueldo de la oligarquía inglesa desempeñó el
papel de romántico opositor de la Revolución Francesa, exactamente como antes,
al comenzar la lucha en América, había desempeñado a sueldo de las colonias
norteamericanas el papel de liberal opuesto a la oligarquía inglesa, era ni más
ni menos que un burgués ordinario: "Las leyes del comercio son las leyes
de la naturaleza, y por tanto las leyes de Dios". (E. Burke,
"Thoughts and Details...", pp. 31, 32.) [exclamdown]Nada de extraño
que él, fiel a las leyes de Dios y de la naturaleza, se vendiera siempre al
mejor postor! En las obras del reverendo Tucker Tucker era cura y tory,
pero por lo demás hombre decente y buen economista se encuentra una excelente
caracterización de este Edmund Burke durante su período liberal. Ante la infame
volubilidad que hoy impera y que cree de la manera más devota en "las
leyes del comercio", es un deber estigmatizar una y otra vez a los Burkes,
que sólo se distinguen de sus sucesores por una cosa: [exclamdown]el talento!.
[113] 250 "El capital",
dice un redactor de la "Quarterly Review", "huye de la
turbulencia y la refriega y es de condición tímida. Esto es muy cierto, pero no
es toda la verdad. El capital experimenta horror por la ausencia de ganancia o
por una ganancia muy pequeña, como la naturaleza siente horror por el vacío. Si
la ganancia es adecuada, el capital se vuelve audaz. Un 10 % seguro, y se lo
podrá emplear dondequiera; 20 %, y se pondrá impulsivo; 50 %, y llegará
positivamente a la temeridad; por 100 %, pisoteará todas las leyes humanas; 300
% y no hay crimen que lo arredre, aunque corra el riesgo de que lo ahorquen.
Cuando la turbulencia y la refriega producen ganancias, el capital alentará una
y otra. Lo prueban el contrabando y la trata de esclavos." (P. J. Dunning,
"Trades' Unions...", pp. 35, 36.)
ddd ddd En la 3ª y 4ª ediciones se
agrega: "La propiedad privada, en cuanto antítesis de la propiedad social,
colectiva, sólo existe allí donde los medios de trabajo y las condiciones
exteriores del trabajo pertenecen a particulares. Pero según que estos particulares
sean los trabajadores o los no trabajadores, la propiedad privada posee también
otro carácter. Los infinitos matices que dicha propiedad presenta a primera
vista, no hacen más que reflejar los estados intermedios existentes entre esos
dos extremos".
eee eee En la 3ª y 4ª ediciones se
agrega: "Querer eternizarlo significaría, como dice con razón Pecqueur,
<<decretar la mediocridad general>>" {304}.
114 [304] (W) Constantin
Pecqueur, "Théorie nouvelle d'économie sociale et politique, París, 1842,
p. 435.-- 952.
[115] 251 "Nos hallamos [...]
ante una situación totalmente nueva de la sociedad... Tendemos a separar [...]
todo tipo de propiedad, de todo tipo de trabajo." (Sismondi,
"Nouveaux principes de l'économie politique", t. II, p. 434.)
fff fff En la 3ª y 4ª ediciones:
"centralización".
fff fff En la 3ª y 4ª ediciones:
"centralización".
ggg ggg En la 3ª y 4ª ediciones:
"técnica".
hhh hhh Palabra suprimida en la 3ª
y 4ª ediciones.
hhh hhh Palabra suprimida en la 3ª
y 4ª ediciones.
iii iii En la 3ª y 4ª ediciones se
agrega: "el entrelazamiento de todos los pueblos en la red del mercado
mundial, y con ello el carácter internacional del régimen capitalista".
fff fff En la 3ª y 4ª ediciones:
"centralización".
jjj jjj En la 3ª y 4ª ediciones, la
frase comienza así: "El modo capitalista de apropiación, resultante del
modo capitalista de producción,".
kkk kkk En la 3ª y 4ª ediciones, el
texto que va de aquí al final del párrafo es sustituido por el siguiente:
"Pero la producción capitalista genera, con la necesidad de un proceso
natural, su propia negación. Es la negación de la negación. Ésta no
restaura la propiedad privada, sino la propiedad individual, pero
sobre la base de la conquista alcanzada por la era capitalista: la cooperación y
la propiedad común de la tierra y de los medios de producción
producidos por el trabajo mismo".
[116] 252 "El progreso de la
industria, cuyo agente involuntario y pasivo es la burguesía, sustituye, con la
unificación revolucionaria de los obreros por la asociación, su aislamiento
provocado por la competencia. Al desarrollarse la gran industria, pues, la
burguesía ve desaparecer bajo sus pies el fundamento mismo sobre el cual ella
produce y se apropia de los productos. La burguesía, por consiguiente, produce
ante todo a sus propios enterradores. Su ruina y la victoria del proletariado
son igualmente inevitables... De todas las clases que hoy en día se enfrentan a
la burguesía, sólo el proletariado es una clase realmente revolucionaria. Las
demás clases degeneran y perecen con la gran industria, cuyo producto más
genuino es el proletariado... Las clases medias, el pequeño industrial, el
pequeño comerciante, el artesano, el campesino, todos ellos combaten contra la
burguesía para salvaguardar de la ruina su existencia como clases medias... Son
reaccionarios, ya que procuran que vuelva atrás la rueda de la historia." (Friedrich
Engels y Karl Marx (a) "Manifest der Kommunistischen
Partei", Londres, 1848, pp. 11, 9.) {305}.
117 [305] En su edición de (Euvres de
Marx, Maximilien Rubel propone una hipótesis que, aunque indemostrable,
presenta visos de verosimilitud: "Hemos invertido el orden de los dos
últimos capitulos de "El capital" ("Tendencia histórica de la
acumulación capitalista", el apartado 7 del capítulo XXIV en las ediciones
alemanas posteriores a la primera, es en la versión francesa el penúltimo
capítulo del tomo I, el XXXII). "Es una solución que la lectura atenta de
toda la sección VIII sugiere irresistiblemente: la conclusión de la obra no
puede ser <<La teoría moderna de la colonización>> sino,
evidentísimamente, la <<Tendencia histórica de la acumulación capitalista>>".
El contenido de este capítulo, prosigue Rubel, "se relaciona con el tema
general de la acumulación del capital (sección VII) más que con el tema
particular de la acumulación originaria. Más exactamente, es la
conclusión general que se ubica lógicamente después de
la acumulación originaria --y por tanto después de la teoría de la colonización
[...]--. El capítulo sobre la colonización finaliza con la <<primera
negación de la propiedad privada>>, la expropiación del trabajador. Según
Marx, a esa fase de la acumulación capitalista la seguirá una nueva
<<negación>>, la expropiación de los <<usurpadores>>,
que debe preparar el establecimiento de una sociedad <<fundada en [...]
la cooperación y la posesión común de todos los medios de producción>>
[...]. Ahora bien, no es el capítulo sobre <<La teoría moderna de la
colonización>> el que nos da esa conclusión sino el precedente"
(esto es, el apartado sobre la "Tendencia histórica de la acumulación
capitalista"). "Por lo demás, las páginas consagradas a la teoría de
la colonización se ligan directamente con el capítulo XXXI" (aquí,
apartado 6 del capítulo XXIV), "que bajo el título de <<Génesis del
capitalista industrial>> trata en gran parte del régimen colonial."
Según Rubel, Marx habría efectuado deliberadamente esa inversión: "Al
ofrecer a las miradas de los censores, impacientes y poco atentos, un capítulo
histórico que terminaba él mismo y hacía terminar la obra con la derrota del
proletariado, Marx contaba con sustraer a la sanción de aquéllos --primero en
Alemania, luego en Rusia y por último en Francia-- las conclusiones
revolucionarias de su teoría". Por análogas razones, Rubel incorpora al
texto los dos pasajes del "Manifiesto comunista" con que se cierra,
en una nota, este capítulo y altera también (o restaura, quizás) el orden de
los mismos: "[...] Estas citas representan, sin duda, la conclusión única
y verdadera que Marx quería dar a este capítulo final de su obra. También aquí
hay que restablecer el orden exacto de estos dos pasajes, ya que el segundo se
encuentra, en el "Manifiesto" antes que el primero. Más que cualquier
otro argumento, el procedimiento empleado aquí por el autor podrá convencer al
lector más escéptico de la validez de nuestra hipótesis: Marx ha hecho lo
posible por disimular, a la mirada de ocasionales censores, las conclusiones
revolucionarias de su crítica de la economia política". Aunque admitimos
la posibilidad de que la sugerente hipótesis de Rubel sea correcta, hemos
preferido mantener la ordenación dada al material por el autor.-- 954.
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