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Vicenç
Navarro
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Policy Studies and Public Policy. The Johns Hopkins University
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Policy Studies and Public Policy. The Johns Hopkins University
La
película Lincoln, producida y dirigida por uno de los directores más
conocidos de EEUU, Steven Spielberg, ha reavivado un gran interés por la figura
del presidente Lincoln, uno de los presidentes que, como el presidente Franklin
D. Roosevelt, ha intervenido siempre en el ideario estadounidense con gran
recuerdo popular. Se destaca tal figura política como la garante de la unidad
de EEUU, tras derrotar a los confederados que aspiraban a la secesión de los
Estados del Sur de aquel Estado federal. Es también una figura que resalta en
la historia de EEUU por haber abolido la esclavitud, y haber dado la libertad y
la ciudadanía a los descendientes de las poblaciones inmigrantes de origen
africano, es decir, a la población negra, que en EEUU se conoce como la
población afroamericana.
Lincoln
fue también uno de los fundadores del Partido Republicano que en sus orígenes
fue directamente opuesto al Partido Republicano actual, que está hoy altamente
influenciado por un movimiento –el Tea Party- chauvinista, racista y sumamente
reaccionario detrás del cual hay intereses económicos y financieros que quieren
eliminar la influencia del gobierno federal en las vidas económicas, sociales y
políticas del país. El Partido Republicano fundado por el presidente Lincoln
era, por el contrario, un partido federalista, que consideró al gobierno
federal como garante de los Derechos Humanos. Y entre ellos, la emancipación de
los esclavos, tema central de la película Lincoln, fue al que Lincoln
dio mayor hincapié. Terminar con la esclavitud significaba que el esclavo
pasaba a ser trabajador, dueño de su propio trabajo.
Ahora
bien, Lincoln, incluso antes de ser presidente, consideró otras conquistas
sociales como parte también de los Derechos Humanos, y entre ellas, el derecho
del mundo del trabajo a controlar, no sólo su trabajo, sino también el producto
de su trabajo. El derecho de emancipación de los esclavos transformaba al
esclavo en una persona libre asalariada, unida –según él- en lazos fraternales
con los otros miembros de la clase trabajadora, independientemente del color de
su piel. Sus demandas de que el esclavo dejara de serlo y de que el trabajador
–tanto blanco como negro- fuera el dueño, no sólo de su trabajo, sino también
del producto de su trabajo, eran igualmente revolucionarias. La emancipación de
la esclavitud requería que la persona fuera la dueña de su trabajo. La
emancipación de la clase trabajadora significaba que la clase trabajadora fuera
la dueña del producto de su trabajo. Y Lincoln demandó los dos tipos de
emancipación. El segundo tipo de emancipación, sin embargo, ni siquiera se cita
en la película Lincoln. En realidad, la ignora. Y utilizo la expresión
“ignora” en lugar de “oculta”, porque es del todo posible que los autores de la
película o del libro sobre el que se basa ni siquiera conozcan la historia real
de Lincoln. La Guerra Fría en el mundo cultural e incluso académico de EEUU
(que continúa existiendo) y el enorme dominio de lo que en allí se llama la
Corporate Class (la clase de los propietarios y gestores del gran capital)
sobre la vida, no sólo económica, sino también cívica y cultural, explica que
la historia formal de EEUU que se enseña en las escuelas y en las universidades
sea muy sesgada, purificada de cualquier contaminación ideológica procedente
del movimiento obrero, sea socialismo, comunismo o anarquismo. La gran mayoría
de estudiantes estadounidenses, incluso de las universidades más prestigiosas y
conocidas, no saben que la fiesta del 1º de Mayo, celebrada mundialmente como
el Día Internacional del Trabajo, es una fiesta en homenaje a los sindicalistas
estadounidenses que murieron en defensa de trabajar ocho horas al día (en lugar
de doce), victoria que inició tal reivindicación exitosa en la mayoría de
países del mundo. En EEUU, tal día, el 1º de Mayo, además de no ser festivo, es
el día de la Ley y el Orden -Law and Order Day- (ver el libro People’s
History of the U.S., de Howard Zinn). La historia real de EEUU es muy
distinta a la historia formal promovida por las estructuras de poder
estadounidenses.
Las
ignoradas y/o ocultadas simpatías de Lincoln
Lincoln,
ya cuando era miembro de la Cámara Legislativa de su Estado de Illinois,
simpatizó claramente con las demandas socialistas del movimiento obrero, no
sólo de EEUU, sino también mundial. En realidad, Lincoln, tal como indiqué al
principio del artículo, consideraba como un Derecho Humano, el derecho del
mundo del trabajo a controlar el producto de su trabajo, postura claramente
revolucionaria en aquel periodo (y que continúa siéndolo hoy), y que ni la
película ni la cultura dominante en EEUU recuerda o conoce, convenientemente
olvidada en los aparatos ideológicos del establishment estadounidense
controlados por la Corporate Class. En realidad, Lincoln consideró que la
esclavitud era el dominio máximo del capital sobre el mundo del trabajo y su
oposición a las estructuras de poder de los Estados sureños se debía
precisamente a que percibía estas estructuras como sustentadoras de un régimen
económico basado en la explotación absoluta del mundo del trabajo. De ahí que
viera la abolición de la esclavitud como la liberación no sólo de la población
negra sino de todo el mundo del trabajo, beneficiando también a la clase
trabajadora blanca, cuyo racismo él veía que iba en contra de sus propios
intereses. Lincoln también indicó que “el mundo del trabajo antecede al
capital. El capital es el fruto del trabajo, y no hubiera existido sin el mundo
del trabajo, que lo creó. El mundo del trabajo es superior al mundo del capital
y merece la mayor consideración (…) En la situación actual el capital tiene
todo el poder y hay que revertir este desequilibrio”. Lectores de los
escritos de Karl Marx, contemporáneo de Abraham Lincoln, recordarán que algunas
de estas frases eran muy semejantes a las utilizadas por tal analista del
capitalismo en su análisis de la relación capital/trabajo bajo tal sistema
económico.
Le
sorprenderá a gran número de lectores saber que los escritos de Karl Marx
influenciaron a Abraham Lincoln, tal como documenta en gran detalle John
Nichols en su excelente artículo “Reading Karl Marx with Abraham Lincoln
Utopian socialists, German communists and other republicans” publicado en Political
Affairs (27/11/12), y del cual extraigo las citas así como la mayoría de
datos publicados en este artículo. Los escritos de Karl Marx eran conocidos
entre los grupos de intelectuales que estaban profundamente insatisfechos con
la situación política y económica de EEUU, como era el caso de Lincoln. Karl
Marx escribía regularmente en The New York Tribune, el rotativo
intelectual más influente en Estados Unidos en aquel periodo. Su director
Horace Greeley se consideraba un socialista y un gran admirador de Karl Marx,
al cual invitó a ser columnista de tal diario. En las columnas de su diario
incluyó gran número de activistas alemanes que habían huido de las
persecuciones ocurridas en la Alemania de aquel tiempo, una Alemania altamente
agitada, con un naciente movimiento obrero que cuestionaba el orden económico
existente. Algunos de estos inmigrantes alemanes (conocidos en el EEUU de aquel
momento como los “Republicanos Rojos”) lucharon más tarde con las tropas federales
en la Guerra Civil, dirigidos por el presidente Lincoln.
Greeley
y Lincoln eran amigos. En realidad Greeley y su diario apoyaron desde el
principio la carrera política de Lincoln, siendo Greeley el que le aconsejó a
que se presentara a la presidencia del país. Y toda la evidencia apunta que
Lincoln era un ferviente lector del The New York Tribune. En su campaña
electoral para la presidencia de EEUU invitó a varios “republicanos rojos” a
integrarse en su equipo. En realidad, ya antes, como congresista, representante
de la ciudadanía de Springfield en el Estado de Illinois, apoyó frecuentemente
los movimientos revolucionarios que estaban ocurriendo en Europa, y muy en
especial en Hungría, firmando documentos en apoyo de tales movimientos.
Lincoln,
gran amigo del mundo del trabajo estadounidense e internacional.
Su
conocimiento de las tradiciones revolucionarias existentes en aquel periodo no
era casual sino que era fruto de sus simpatías con el movimiento obrero
internacional y sus instituciones. Animó a los trabajadores de EEUU a organizar
y establecer sindicatos y continuó haciéndolo cuando fue presidente. Y varios
sindicatos le nombraron miembro honorario. En su respuesta a los sindicatos de
Nueva York subrayó “vosotros habéis entendido mejor que nadie que la lucha
para terminar con la esclavitud es la lucha para liberar al mundo del trabajo,
es decir, a liberar a todos los trabajadores. La liberación de los esclavos en
el Sur es parte de la misma lucha por la liberación de los trabajadores en el Norte”.
Y durante la campaña electoral, el presidente Lincoln promovió la postura en
contra de la esclavitud indicando explícitamente que la liberación de los
esclavos les permitiría a los trabajadores exigir los salarios que les
permitirían vivir decentemente y con dignidad, ayudando con ello a aumentar los
salarios de todos los trabajadores, tanto negros como blancos.
Marx, y
también Engels, escribieron con entusiasmo sobre la campaña electoral de
Lincoln, en un momento en que ambos estaban preparando la Primera Internacional
del Movimiento Obrero. En un momento de las sesiones, Marx y Engels propusieron
a la Internacional que enviara una carta al presidente Lincoln felicitándolo
por su actitud y postura. En su carta, la Primera Internacional felicitaba al pueblo
de EEUU y a su presidente por, al terminar con la esclavitud, haber favorecido
la liberación de toda la clase trabajadora, no solo estadounidense, sino
también la mundial.
El
presidente Lincoln respondió, agradeciendo la nota y respondiendo que valoraba
el apoyo de los trabajadores del mundo a sus políticas, en un tono cordial,
que, por cierto, creó gran alarma entre los establishments económicos,
financieros y políticos a ambos lados del Atlántico. Estaba claro, a nivel
internacional que, como señaló más tarde el dirigente socialista estadounidense
Eugene Victor Debs, en su propia campaña electoral, “Lincoln había sido un
revolucionario y que por paradójico que pudiera parecer, el Partido
Republicando había tenido en su orígenes una tonalidad roja”.
La
revolución democrática que Lincoln inició y que nunca se desarrolló.
Ni que
decir tiene que ninguno de estos datos aparece en la película Lincoln,
ni son ampliamente conocidos en EEUU. Pero, como bien señalan John Nichols y
Robin Blackburn (otro autor que ha escrito extensamente sobre Lincoln y Marx),
para entender Lincoln hay que entender el periodo y el contexto en los que él
vivió. Lincoln no era un marxista (término sobreutilizado en la literatura
historiográfica y que el propio Marx denunció) y no era su intento eliminar el
capitalismo, sino corregir el enorme desequilibrio existente en él, entre el
capital y el trabajo. Pero, no hay duda de que fue altamente influenciado por
Marx y otros pensadores socialistas, con los cuales compartió sus deseos inmediatos,
claramente simpatizando con ellos, llevando su postura a altos niveles de
radicalismo en su compromiso democrático. Es una tergiversación histórica
ignorar tales hechos, como hace la película Lincoln.
No hay
duda de que Lincoln fue una personalidad compleja con muchos claroscuros. Pero
las simpatías están escritas y bien definidas en sus discursos. Es más, los
intensos debates que ocurrían en las izquierdas europeas se reproducían también
en los círculos progresistas de EEUU. En realidad, la mayor influencia sobre
Lincoln fue la de los socialistas utópicos alemanes, muchos de los cuales se
refugiaron en Illinois huyendo de la represión europea.
El
comunalismo que caracterizó a tales socialistas influenció la concepción
democrática de Lincoln, interpretando democracia como la gobernanza de las
instituciones políticas por parte del pueblo, en el cual las clases populares
eran la mayoría. Su famoso dicho (que se ha convertido en el espléndido eslogan
democrático más conocido en el mundo –Democracy for the people, of the
people and by the people- claramente señala la imposibilidad de tener una
democracia del pueblo y para el pueblo sin que sea realizada y llevada a cabo
por el mismo pueblo. De ahí que viera la liberación de los esclavos y del mundo
del trabajo como elementos esenciales de tal democratización. Su concepto de
igualdad llevaba inevitablemente un conflicto con el dominio de tales
instituciones políticas por el capital. Y la realidad existente hoy en EEUU y
que detallo en mi artículo “Lo que no se ha dicho en los medios sobre las
elecciones en EEUU” (Público, 13.11.12)es una prueba de ello. Hoy la
Corporate Class controla las instituciones políticas de aquel país.
Últimas
observaciones y un ruego
Repito
que ninguna de estas realidades aparece en la película. Spielberg no es,
después de todo, Pontecorvo, y el clima intelectual estadounidense todavía está
estancado en la Guerra Fría que le empobrece intelectualmente. “Socialismo”
continúa siendo una palabra mal vista en los círculos del establishment
cultural de aquel país. Y en la tierra de Lincoln, aquel proyecto democrático
que él soñó nunca se realizó debido a la enorme influencia del poder del
capital sobre las instituciones democráticas, influencia que ha disminuido
enormemente la expresión democrática en aquel país. Y la paradoja hiriente de
la historia es que el Partido Republicano se haya convertido en el instrumento
político más agresivo hoy existente al servicio del capital.
Por
cierto, agradecería que todas las personas que encuentren este artículo
interesante lo distribuyan ampliamente, incluyendo en su distribución a los
críticos de cine, que en su promoción de la película, seguro que no dirán nada
del otro Lincoln desconocido en su propio país (y en muchos otros, incluyendo
España). A uno de los fundadores del movimiento revolucionario democrático ni
siquiera se le reconoce como tal. Su emancipación de los esclavos es una gran
victoria que hay que celebrar. Pero Lincoln fue incluso más allá. Y de
esto ni se habla
Interesante artículo de Vicenç Navarro, como todos los suyos.
ResponderEliminarJuan, ¿has leído mi correo de respuesta? Un saludo.