Escrito: Marzo
de 1937.
Primera vez publicado: En La Batalla, 14 de marzo de 1937.
Digitalización: Martin Fahlgren, 2011.
Esta edición: Marxists Internet Archive, agosto de 2011.
Las ideas fundamentales de Marx sobre el poder, pueden resumirse en las
conclusiones siguientes:
1. El Estado es un instrumento de coerción puesto al servicio de la clase
dominante, con objeto de oprimir a las otras clases.
2. Mientras existan clases, existirá el Estado y, por tanto, no se puede
”acordar” ni ”decretar” su abolición.
3. El proletariado, si quiere defender sus intereses, ha de luchar por la
conquista del poder, que utilizará para crear una nueva sociedad sin clases.
4. Para quebrantar la resistencia de la burguesía — las clases
explotadoras no han renunciado resignadamente a sus privilegios — y emprender
la organización de la sociedad sobre bases socialistas, el proletariado, al
tomar el poder, tiene necesidad de instaurar, transitoriamente, su dictadura de
clase. Este período de transición entre el capitalismo y el comunismo es
inevitable. Sin él, la emancipación de los trabajadores es imposible.
5.”La clase obrera no puede limitarse a tomar en sus manos la máquina del
Estado y ponerla en marcha tal como es, para sus propios fines” sino que debe
destruirla creando sus propios órganos. (Ejemplo que puede servir de
orientación: la”Commune” de París.)
6. Desaparecidas las clases, el Estado propiamente dicho desaparece
asimismo, para ceder el sitio a instituciones puramente administrativas. ”El
gobierno de los hombres es sustituido por la administración de las cosas.”
7. Es condición indispensable, para que el proletariado pueda cumplir su
misión histórica, que se organice en partido de clase, independiente de los
demás y con una política independiente de clase.
De estas siete condiciones, se desprende que la doctrina política del
marxismo se basa en dos ideas fundamentales: la conquista del poder y la
dictadura del proletariado.
La clase obrera, en la lucha por su emancipación, se lanza no solamente
contra la fuerza económica de la clase enemiga, sino también contra su fuerza
política. La conquista del poder político, es la condición indispensable de la
transformación socialista. En septiembre de 1920, el proletariado italiano
ocupó las fábricas; pero el poder siguió en manos de la burguesía, se frustró
la revolución, que avanzaba irresistiblemente, y, como consecuencia de ello, se
crearon las condiciones necesarias para el rápido y victorioso avance del
fascismo. En nuestro país, como respuesta a la insurrección militar fascista,
el proletariado, levantado en armas, ocupó fábricas, minas y talleres, anulando
el poder económico de la burguesía; pero al no completar esta acción con la
conquista del poder político, da la posibilidad a la clase enemiga de ir
reconstituyendo el desquiciado mecanismo del Estado, para ponerlo al servicio
de sus intereses y utilizarlo contra la revolución proletaria.
Este profundo error de la clase trabajadora, será de consecuencias
funestas para la causa de su emancipación, si no se decide a reaccionar
enérgicamente. La insurrección fascista del 19 de julio, creó todas las
condiciones objetivas para la conquista del poder. El mecanismo estatal quedó
tan seriamente quebrantado que, en realidad, había dejado de existir.
Desmoralizadas, indisciplinadas y deshechas las fuerzas de orden público.
Destruido el ejército. Liquidado todo el mecanismo judicial. Suprimidos
virtualmente los órganos locales de poder, que fueron reemplazados por los
comités revolucionarios. Expulsados los propietarios de las tierras. Incautados
las fábricas y talleres. Las armas, premisa indispensable de la victoria, en
manos de los obreros y campesinos, dueños absolutos de la situación. Y, como
corolario de este estado de cosas, la sensación, en las clases explotadoras y
en las masas pequeño burguesas, de que el régimen anterior había desaparecido
irremisiblemente.
Bastaba QUERER, para que los restos impotentes del poder burgués fueran
destruidos definitivamente y se instituyera el poder de la clase trabajadora.
Pero los partidos y organizaciones obreros que gozaban de mayor influencia NO
QUISIERON. El Partido Comunista, fiel a la orientación escandalosamente
reformista de la Tercera Internacional, consagró todos sus esfuerzos desde el
primer momento a desviar el cauce de la revolución hacia la república
democrática y la colaboración de clases. El Partido Socialista siguió el mismo
camino, pesar de la voluntad y el entusiasmo revolucionario de gran parte de
las masas que le siguen.
La CNT y la FAI merecen capítulo aparte. Los obreros confederados se lanzaron
a la lucha con admirable empuje. Su formidable instinto de clase los ha llevado
a una enérgica y audaz acción revolucionaria. Pero su magnífico impulso ha
quedado considerablemente neutralizado por las concepciones tradicionales del
anarquismo sobre el poder. Los militantes de la CNT y de la FAI se dan cuenta
de que la titánica lucha que se está desarrollando actualmente en España exige
rectificaciones importantes; pero no se atreven a llevarlas hasta sus últimas
consecuencias. La rectificación de su inveterado apoliticismo les ha llevado a
la participación en los organismos gubernamentales, es decir, a la colaboración
con los partidos burgueses. Si llegasen, con nosotros, a la conclusión de que
la única salida de la situación es un gobierno obrero y campesino, la
revolución estaría salvada. ¿Qué obstáculo se puede oponer a ello? Es más fácil
hacer comprender a los obreros encuadrados en la CNT la conveniencia de
participar en un gobierno obrero revolucionario, que no la de colaborar en un
gobierno democrático burgués. ¿Puede constituir un obstáculo el concepto
marxista de la dictadura del proletariado? No disputaremos por una simple
cuestión de palabras. Lo importante es ponerse de acuerdo sobre el contenido. Y
no abrigamos la menor duda de que los obreros anarquistas y sindicalistas están
tan convencidos como nosotros — la experiencia práctica lo ha demostrado — de
la necesidad de aplastar a la burguesía, de negarle todos los derechos
políticos, de no dejarla respirar hasta que el proletariado haya destruido de
raíz toda posibilidad de restauración capitalista. Destruidas las clases,
resultará superfluo el poder revolucionario, y la sociedad humana vivirá libre
de las trabas del Estado. ¿Os repugna el término ”dictadura del proletariado”?
Prescindamos de él. Y contribuyamos todos, vosotros, los anarquistas, y
nosotros, los marxistas revolucionarios, a que ese poder omnímodo del
proletariado — absolutamente indispensable durante un cierto período— se base
en la más amplia democracia obrera y no se transforme, como ha ocurrido en la
URSS, en la dictadura de una casta burocrática.
Si la CNT, la FAI y el POUM, entre los cuales existen ya coincidencias de
la mayor importancia, se pusieran de acuerdo sobre este extremo fundamental,
abriríanse ante la revolución perspectivas inmensas. La claridad del objetivo a
perseguir haría renacer la confianza entre los trabajadores; la tensión
revolucionaria de las masas recobraría el ritmo de los primeros meses; el
entusiasmo haría milagros, tanto en la retaguardia como en el frente.
El objetivo, por otra parte, es relativamente fácil de lograr. La clase
trabajadora no está todavía desarmada. Conserva posiciones estratégicas
importantes. Su peso específico es enorme. Nada se puede hacer sin ella. Y, SI
QUIERE, nada podrá hacerse contra ella. Aunque no tan favorable, como en los
primeros meses de la revolución, la correlación de fuerzas es tal que el
proletariado, en las circunstancias actuales, puede hacerse con el poder sin
recurrir a la insurrección armada. Basta con que ponga en juego toda su fuerza
organizada con la decisión inquebrantable de llevar la revolución hasta las
últimas consecuencias.
Pero y ¿cómo ha de formarse el gobierno obrero y campesino que
propugnamos? Basándose en la experiencia de la ”Commune” de París, Marx
sostiene que el proletariado no puede limitarse a poner en marcha la máquina
del Estado burgués, sino que ha de destruirla. De aquí la necesidad no sólo de
aniquilar todo el mecanismo burocrático del Estado capitalista, sino sus
instituciones fundamentales y, en primer lugar, el Parlamento,
reminiscencia del período de dominación ”democrática” de la burguesía, o, para
decirlo en otros términos, forma política ”democrática” de la dictadura
capitalista.
La fuente del nuevo poder no puede ser el Parlamento, sino los órganos
surgidos de la revolución y que expresan, más fielmente que aquél, la voluntad
de la masa trabajadora. Por esto, nuestro partido propugna la convocatoria de
una Asamblea constituyente de delegados de los comités de fábrica, de las organizaciones
campesinas y de los combatientes del frente, de la cual han de surgir el
gobierno obrero y campesino y las líneas fundamentales de la Constitución por
que ha de regirse la nueva España, redimida de la opresión de capitalistas y
terratenientes. Un gobierno obrero formado desde arriba representaría
indudablemente un paso adelante con respecto a la situación actual, pero no
sería el gobierno que los intereses de la revolución reclaman imperiosamente.
No hay tiempo que perder. Si seguimos asistiendo pasivamente a la
reconstitución sistemática y progresiva del mecanismo del poder burgués, la
clase trabajadora española habrá perdido la ocasión excepcional que la historia
le ofrece para lograr su emancipación e imprimir un poderoso impulso a la
revolución mundial. DESPUÉS, será tarde.
Hay que forjar el hierro cuando está candente.
Andreu Nin.
El significado y alcance de las jornadas de mayo de 1937 frente a la
contrarrevolución
Andreu Nin La
situación política y las tareas del proletariado
Proyecto
de “Tesis políticas”, elaboradas por Nin, para presentarla al Congreso nacional
del POUM, el 19 de junio de 1937. Dicho Congreso no llegó a celebrarse a causa
de la represión.
Andreu Nin.
Los órganos de poder y la revolución española mayo 1937
Andreu Nin
(1914-36) La cuestión nacional en el estado español
Andreu Nin.
Los movimientos de emancipación nacional (1935)
Andrés Nin.
Los problemas de la revolución española
Andrés Nin.
El marxismo y los movimientos nacionalistas
Verdades
elementales. Andreu Nin Por la unificación marxista
EL PROCESO
CONTRA EL POUM. (Un episodio de la revolución española)
Escritos de
Andreu Nin y Joaquín Maurín durante la II República. ¿Revolución
democrático-burguesa o revolución democrático-socialista?
Andreu
Nin El proletariado español ante la
revolución
Escrito: 1931.
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