En los primeros fotogramas de “El Acorazado
Potemkin” un rótulo adicional acompaña al título de la película: Episodio de la
serie “1905”. Los acontecimientos de ese año en Rusia los conocemos por los
libros de historia.
El 9 de enero de 1905 (según el calendario
juliano vigente en Rusia hasta febrero de 1918, en Europa occidental 13 días
más) unas ciento cincuenta mil personas, trabajadores y sus familias, se dirigieron
en columnas desde los barrios de San Petersburgo hacia el Palacio de Invierno
para entregar al zar una petición de mejora de sus condiciones de vida. Era una
manifestación pacífica organizada por el sacerdote Gueorgui Gapón, que en aquel momento era el
dirigente sindical más destacado de Rusia con el beneplácito de las
autoridades. Dos días antes el gobierno había ordenado desconvocar la
manifestación y doce mil soldados les esperaban por el camino. El resultado fue
una matanza de hombres, mujeres y niños.
En los meses posteriores al Domingo Sangriento cientos de miles de trabajadores fueron a la huelga,
los estudiantes universitarios abandonaron las aulas y se unieron a las
protestas y los campesinos aprovecharon para pedir mejoras en sus condiciones
de trabajo, invadir propiedades de la nobleza y quemar un buen número de
mansiones de terratenientes.
Y el 14 de junio, el espíritu de rebelión
llegó a la flota del mar Negro. Un mes antes la flota del Báltico había sufrido
la peor derrota de la historia naval rusa en el estrecho de Tsushima, entre
Corea y el sur del Japón. Marineros mal pagados y mal alimentados sufrían a
oficiales salidos de la nobleza y la alta burguesía preocupados unicamente por
conseguir ascensos y todo para acabar convertidos en carne de cañón. Una
partida de carne podrida que el médico del acorazado Potemkin declaró buena
para comer fue la gota que colmó el vaso. Los marineros se quejaron al capitán
y su portavoz, Vakulenchuk fue fusilado. La tripulación se amotinó, mató a
siete oficiales e izó la bandera roja. Por la noche navegaron hasta Odesa donde
los trabajadores llevaban en huelga varias semanas. Al pie de la escalinata que
conducía del puerto a la ciudad depositaron el cuerpo de Vakulenchuk y le
rindieron honores. Durante el día siguiente miles de personas se acercaron al
puerto y ofrecieron comida a los marineros. Esa noche, las tropas enviadas a
sofocar la manifestación dispararon indiscriminadamente sobre la gente matando
a unas dos mil e hiriendo a otras tres mil. El Potemkin se hizo a la mar y
acabó siendo abandonado por su tripulación amotinada en Constanza, Rumanía el
25 de junio.
Unos meses después, a mediados de diciembre,
una huelga general organizada por el sóviet de Moscú desembocó en una guerra
callejera que acabó siendo sofocada a cañonazos, dando inicio a una brutal
represión que se prolongaría durante gran parte del año siguiente.
Veinte años después, en 1925, la revolución
parece haber triunfado. Lenin ha muerto un año antes y un grupo de realizadores
de cine ha descubierto las posibilidades del montaje para hacer reflexionar al
público sobre la transformación que está experimentando el país.
Uno de estos realizadores es Serguéi
Mijaílovich Eisenstein. Nacido en Riga, la capital de Letonia, en 1898, durante
la guerra había formado parte como ingeniero de una unidad de construcción
militar del ejército rojo. Nada más terminar la guerra cambió su formación como
ingeniero por el teatro y pocos años después, de la mano de Lev Kuleshov, quién
dirigía los talleres de cine sin película en la primera Escuela Estatal
Soviética de Cinematografía y de la montadora Esther Shub, dio el salto al
cine.
El Acorazado Potemkin era su segunda película
y, en un principio, iba a ser sólo un episodio de un proyecto mayor rodado por
encargo de una comisión del gobierno para conmemorar el 20 aniversario de la
Revolución de 1905.
Eisenstein fue contratado el 19 de marzo
gracias a las críticas positivas que había tenido La huelga e inmediatamente
empezó a trabajar en el guión con Nina Agadzhanova. Nina (Eisenstein la llamaba
Nuné) tenía entonces treinta y cinco años, ocho más que Eisenstein, y desde muy
joven había sido miembro del partido bolchevique y se había jugado el tipo por
la causa en numerosas ocasiones.
La idea era hacer una película de título “Año
1905” con 8 episodios que mostrasen, además de los sucesos de Odesa y del
Potemkin, el Domingo Sangriento, la guerra ruso-japonesa, las huelgas de
obreros y campesinos y la sublevación de Moscú.
Eisenstein empezó a rodar en Leningrado el 31
de marzo, pero después de varias semanas el mal tiempo interrumpió el rodaje.
Volvió a reunirse de nuevo con Nina y trabajaron juntos en el guión hasta
llegar a una versión que fue aprobada el 4 de junio.
Sin embargo, el tiempo y el dinero disponibles
obligaron al director a replantearse todo el proyecto. La película se tenía que
estrenar antes de fin de año, así que Eisenstein y su ayudante de realización,
Gregori Alexandrov, se instalaron en Odesa y el mismo Eisenstein reelaboró y
amplió el episodio del motín del acorazado Potemkin, que en el guión original
de “Año 1905” ocupaba dos páginas. Para Eisenstein este único episodio
reflejaba sintetizado el conjunto del proyecto original.
Finalmente, la mayor parte de la película se
filmó en la ciudad de Odesa y en un barco llamado Los doce apóstoles, gemelo
del acorazado Potemkin original, anclado junto a las rocas del golfo de
Sebastopol (para las escenas del Potemkin navegando se empleó el acorazado
Komintern), entre septiembre y noviembre de 1925. El barco, abandonado, se tuvo
que reformar usando los planos que se conservaban en los archivos navales y en
algún momento antes del rodaje descubrieron que había minas, tanto en el fondo
del mar a su alrededor como almacenadas en su bodega. Como retirar las minas iba
a llevar un tiempo del que no disponían, tuvieron que rodar bajo estrictas
medidas de seguridad.
El trabajo de fotografía fue obra de Eduard
Tissé, con quién el director ya había trabajado en La huelga, y con quién
trabajaría en todas sus películas posteriores. Eisenstein terminó el rodaje en
un estudio Moscú y trabajó en el montaje hasta tener la película lista para su
estreno el 21 de diciembre en el Teatro Bolshói.
La recepción de “El Acorazado Potemkin” en la
Unión Soviética fue más bien tibia. Sin embargo, su paso por Berlín en 1926 (en
una versión censurada para la que Edmund Meisel compondría una sobresaliente
banda sonora) fue un gran éxito. En Estados Unidos se estrenó en diciembre de
1926 (también censurada) y Chaplin dijo que era la mejor película del mundo. En
Inglaterra fue prohibida, pero tuvo su estreno en Londres, en un pase privado,
en noviembre de 1929, en programa doble con Drifters, de John Grierson. La fama
de la película fue creciendo poco a poco hasta llegar a figurar de forma recurrente
en las listas de mejores películas de la historia.
Lo que hace especial “El acorazado Potemkin”
es su forma cinematográfica enormemente compleja. El propio Eisenstein escribió
sobre ella en varios de sus ensayos y los estudios y análisis sobre la misma
son innumerables. Vamos a fijarnos en algunos de sus elementos más relevantes.
La película, de 70 minutos de duración en su versión restaurada, tiene
alrededor de mil trescientos planos con una duración media de tres segundos.
“El nacimiento de una nación”, de 195 minutos, tiene pocos planos más. La
historia se desarrolla en cinco capítulos y cada uno de ellos muestra una
situación que va creciendo en tensión hasta desembocar en alguna forma de
catarsis: un marinero se indigna al leer en el plato que está fregando una
inscripción -El pan nuestro de cada día dánosle hoy- y lo rompe; la tripulación
del Potemkin arroja por la borda a los oficiales que poco antes iban a fusilar
aleatoriamente a un grupo de marineros; los marineros izan la bandera roja en
el mástil del acorazado como símbolo de rebeldía; la tripulación del Potemkin
dispara los cañones del barco contra el teatro de Odesa, cuartel general de las
tropas que están masacrando a la población civil y, finalmente, la celebración
de la fraternidad entre las tripulaciones de los barcos de la flota. Episodio a
episodio, Eisenstein hace crecer la tensión. Hay subidas y bajadas de ritmo
pero la impresión general es la de ser testigos de acontecimientos que se
precipitan a toda velocidad. Sin embargo, hay un momento en el que el tiempo
parece detenerse. Es en la famosa secuencia de la escalinata de Odesa, que de
esta manera se convierte en el centro de gravedad de toda la película. La
secuencia dura seis minutos más o menos. Empieza bruscamente con dos planos muy
cortos de una mujer que parece gritar y lanzarse hacia delante. Termina con
otro plano igual de corto de una mujer con la cara ensangrentada después de
recibir un sablazo. Entre medias, el montaje opone los planos generales de la
gente precipitándose a la carrera escaleras abajo con otros de los soldados que
las bajan lentamente y en perfecto orden, como una maquinaria de matar
perfectamente deshumanizada. Vemos sus botas, sus fusiles, pero en ningún
momento vemos sus rostros. Dilatando el tiempo, Eisenstein monta planos de una
mujer que mira a su hijo pisoteado, recoge su cuerpo y empieza un movimiento en
sentido contrario. Una figura solitaria, solemne, que empieza a subir las
escaleras. A continuación el ritmo de nuevo se acelera. El director señala este
episodio como “la culminación de la cualidad trágica de la película” (1). Es el
momento en que se cumple la intención del cineasta, la respuesta emocional del
espectador. “Se trata de realizar una serie de imágenes compuestas de modo tal
que provoquen un movimiento afectivo, que a su vez suscite una serie de ideas.
El movimiento va de la imagen al sentimiento, del sentimiento a la tesis” (2).
(1) La forma del cine. Compilación de ensayos.
Editorial siglo veintiuno. (2) Revue du cinéma n.º 9. Reproducción de una
conferencia impartida en la Sorbona en febrero de 1930.
El acorazado Potemkin
El Acorazado Potemkin - 1925 (sub en
castellano)
Texto de la película
en inglés
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