Contexto económico y social 2018, por Duval
http://eljanoandaluz.blogspot.com/2020/11/contexto-economico-y-social-2018-por.html
Contexto
económico y social 2019 (parte 1)
Índice del
contenido
Introducción.
Situación
económica global: ¿del estancamiento a la depresión?
Estados
Unidos
Economías
emergentes
China
Unión
Europea
Introducción.
Hace ahora
un año que se publicó el artículo en el que se analizaba la
situación económica y social en la que terminaba el año 2017 y se exponían las
perspectivas de evolución a medio y largo plazo. No es nuestra intención
comentar los acontecimientos económicos y políticos del día a día; para ello se
puede acudir a las pocas webs que aúnan un profundo conocimiento económico y
una admirable constancia en la publicación con la cada vez menos frecuente
perspectiva de clase. Alguna de estas webs -a las que tanto debemos- aparecen
en la sección de “bibliografía y enlaces de interés” al final del artículo.
Pero el
seguimiento del día a día, con sus súbitas subidas y bajadas de bolsa, con sus
tormentas políticas en un vaso de agua y con las desconcertantes
contradicciones que florecen en un sistema cada vez más global y exhausto,
puede llevar a la conclusión equivocada de que no hay tendencias, o de que todo
se puede llevar en una dirección o en otra según las políticas que opte por
aplicar quienquiera que detente el poder. Por eso creemos conveniente hacer un
análisis más pausado, tomando períodos más amplios, con objeto de intentar
discernir las pautas que se esconden tras los vaivenes de la actualidad.
Consideramos que un año es un periodo adecuado para corroborar la validez de
las previsiones anteriores y efectuar los ajustes que puedan ser necesarios
tras distinguir los episodios coyunturales de las tendencias de largo
recorrido.
El
planteamiento de partida, basado en un análisis marxista clásico, ya debe ser
conocido por los lectores de textos anteriores. La competencia capitalista
genera una tendencia al desarrollo de las fuerzas productivas y, en
comparación, a la minimización en el uso del trabajo vivo; es decir, de mano de
obra. Pero precisamente el trabajo vivo
es la fuente única de la plusvalía, que es lo que se reparten los capitalistas
como ganancia. Así pues, la competencia da lugar a la paradoja de que el
beneficio se va reduciendo progresivamente respecto al capital que se invierte.
Este proceso debe terminar, después de crisis y ajustes parciales más o menos
ocasionales, en una destrucción suficiente de fuerzas productivas como para
volver a poner el contador a cero, lo que permitiría comenzar una nueva fase de
crecimiento sin problemas. La última reconstitución del capitalismo tuvo lugar
tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, y permitió unos veinte años de crecimiento fuerte antes de que volvieran a
reproducirse las tendencias intrínsecas hacia la bajada de beneficios. Esto se
hizo público con la crisis parcial de 1973, achacada a los países
productores de petróleo. Desde ese momento, el capitalismo tiene problemas para encontrar inversiones productivas en las que
obtener el beneficio medio esperado. Dado
que la razón por la que el capital se invierte es para obtener un beneficio (no
para producir bienes o hacer progresar a la sociedad), la ausencia de
previsión de beneficios da lugar a la rotura de la cadena capitalista
“beneficio→inversión→productividad→crecimiento”. Es precisamente esa quiebra,
conocida como crisis de sobre-abundancia de capital, lo que está detrás de la
mayoría de los fenómenos -aparentemente contradictorios- que nos rodean:
capitales inactivos que no saben dónde invertirse, desempleo, estancamiento,
super-explotación, expansión del crédito, etc. Además, para hacer el cuadro más
complejo en apariencia, la escasez de beneficios agudiza la pugna entre los
capitalistas para apropiarse de ellos, algo que está detrás de las tendencias
más relevantes que se han podido identificar en los últimos años.
Como ya
hicimos el año pasado, volveremos a confrontar este esquema con la realidad a
tres niveles. En el primer nivel analizaremos las tendencias globales del
capital y su manifestación particular en los grandes bloques económicos. Aquí,
nuestro objetivo sería identificar las tendencias en la generación del
beneficio y las acciones tomadas por el capital para maximizarlo -o al menos
para impedir su caída-. En el segundo nivel analizaremos la competencia entre
capitalistas -tanto en el interior de los mencionados bloques económicos como
entre ellos-, algo que cobra especial importancia cuando hay poco que repartir.
Por último, veremos cómo se manifiesta todo lo anterior en el Estado español,
que es el contexto donde nos toca vivir la realidad capitalista. (Nota:
debido a la longitud total, la publicación se hará en tres partes, de la que
esta es la primera)
Situación
económica global: ¿del estancamiento a la depresión?
Hace un año
definimos la situación económica mundial como “estancada”, y ello a pesar de que las instituciones económicas
internacionales hacían todos los intentos posibles por resaltar aquellas
variables necesarias para poder presentar pronósticos optimistas. Un año más
tarde podemos comprobar que nuestro escepticismo estaba justificado. Las
limitaciones y contradicciones que señalamos en aquel momento se han puesto
abiertamente de manifiesto, y ya no pueden ser rechazadas por los análisis
oficiales, que ahora hablan -en el mejor de los casos- de un crecimiento a la
baja para los próximos dos años. El análisis de fondo que realizamos hace ahora
doce meses nos parece completamente vigente, aunque debemos confrontarlo con lo
acontecido en este intervalo para comprobar su validez explicativa y ver si
encaja cualquier nueva tendencia detectada. Comencemos, pues, con un análisis
por regiones.
Estados
Unidos
Es
inevitable comenzar el repaso por los Estados Unidos, pues su peso
internacional hace que las necesidades de su capital -así como las iniciativas
de sus autoridades políticas y económicas para satisfacerlas- marquen en gran
parte el ritmo del resto del mundo, algo fácil de comprobar en años tan activos
como los dos últimos.
Quien haya
estado pendiente de la actualidad durante los últimos doce meses, seguramente
habrá oído hablar sobre el crecimiento económico que se atribuye el gobierno de
Donald Trump. Los datos de beneficios empresariales y empleo en ascenso
saltaron con cierta frecuencia a los periódicos, aunque el panorama comenzara a
oscurecerse en la segunda mitad del año. En cualquier caso, quizás lo primero
que habría que aclarar es que este crecimiento ha recibido más publicidad de la
que se merecería por su relieve, pues la tasa en su momento más alto, a mitad
de 2018, era del 4,2% respecto a doce meses atrás. Un pico así no es
infrecuente, y se alcanzó, sin ir más lejos, en el 2014 con Obama. Pero nos
interesa detenernos en él porque la palabra crecimiento por sí sola dice poco
si no se analizan sus causas y sus beneficiarios.
Y es que, en
realidad, el supuesto milagro económico de Trump no es en su mayor parte sino
el resultado estadístico pasajero de unas medidas destinadas a transferir aún
más renta del trabajo al capital. Ya explicamos hace un año cómo Trump había
reducido los impuestos que pagan las empresas y las grandes fortunas. Pues
bien, estas medidas se dejaron sentir en la primera mitad de 2018 como un
impresionante crecimiento en los beneficios reportados por las empresas. Pero
los beneficios que con tanta publicidad subieron son los que se miden después
de pagar impuestos, que alcanzaron nada menos que una diferencia del 16% sobre
los de un año antes. Pero si atendemos a los beneficios registrados antes de
impuestos, estos no habían subido más que un 7,6% en el mismo período. Esto
quiere decir que el crecimiento extraordinario no se ha basado en ninguna
mejora estructural con perspectivas de mantenerse, sino meramente en la
coyuntura creada al calor de un descenso en los impuestos que las empresas han
pagado, que se han reducido nada menos que en una tercera parte.
La vuelta a
la normalidad ya se ha advertido en la segunda mitad del año, no solo en los
resultados y sobre todo en las previsiones de las propias empresas, sino en las
abruptas correcciones en bolsa, donde los últimos tres meses del 2018 se han
llevado por delante todo el triunfalismo del año: a 31 de diciembre los índices
S&P 500, Dow Jones y Nasdaq cerraban el año con pérdidas; en el caso de los
dos primeros, las más abultadas desde 2008.
Quizás se
pueda pensar que este desacuerdo entre una propaganda color de rosa y una
realidad gris oscuro sea propia del mundo de la política, especialmente cuando
está por medio un personaje tan denostado como Donald Trump. Pero la realidad
es que tampoco en el mundo de la gobernanza económica se les ve pisar con pie
firme. Y en este caso hablamos de una trayectoria iniciada ya en la época de
Obama.
La FED (la
Reserva Federal, equivalente al Banco Central Europeo) actuó durante la crisis
de forma decidida para llevar la economía de vuelta a la senda de obtención de
beneficios. Según la teoría económica ortodoxa, las crisis se prolongan porque
los capitalistas no encuentran dinero para invertir. Esto se concretó en dos líneas de actuación:
bajar los tipos de interés para que las empresas pudieran pedir prestado y
generaran actividad, e introducir dinero líquido en la economía comprando deuda
pública y privada. Esto son dos actuaciones normales de una autoridad
monetaria, algo que el Banco Central Europeo hizo más adelante. Estas medidas
suelen ser progresivamente retiradas cuando la actividad económica se normaliza
y el sistema capitalista vuelve a andar por sí solo.
Pues bien,
la Reserva Federal comenzó a subir de nuevo los tipos de interés en 2016,
alegando que el crecimiento económico ya lo justificaba. Los incrementos se han
ido sucediendo de forma prácticamente trimestral durante 2017 y 2018, de tal
forma que hay quienes acusan a la autoridad monetaria de haberse pasado con el
enfriamiento económico, habiendo sido los causantes de los problemas en la segunda
mitad del año pasado.
Dando por
sentado que en la FED conocen el uso de las herramientas económicas más
ortodoxas, cabe preguntarse: ¿este es todo el nivel de recuperación económica
que el capitalismo norteamericano puede soportar antes de tener que pisar el
freno a fondo? ¿qué parámetros se han tenido en cuenta para actuar como se
haría ante un recalentamiento peligroso? Y es que volvemos a subrayar que el
crecimiento de esta última década ha sido modesto, los precios no han subido
por encima del 2% anual que los economistas ortodoxos consideran saludable, los
trabajadores -debilitados por la precariedad y la facilidad con la que las
empresas pueden huir del país- no han luchado por subidas salariales que pongan
en riesgo los beneficios. ¿Qué amenazas económicas ha visto la FED para iniciar
un enfriamiento? Podríamos intentar imaginar que, ateniéndose a las reglas más
básicas de los manuales conservadores, pensaran que un nivel de empleo casi
total fuera a iniciar una escalada de los salarios. Habrían tirado así del
freno de mano para aumentar el desempleo y conjurar ese riesgo. Sin embargo,
insistimos en que el empleo que se ha
creado en esta “recuperación” capitalista está siendo de tan mala calidad (temporal, a
tiempo parcial, poco cualificado, etc.) que se está constatando la poco
frecuente paradoja de un crecimiento sostenido sin incremento de salarios.
Para
comprender cómo se ha llegado a este recalentamiento tan poco visible hay que
captar la diferencia entre la explicación del estancamiento según el enfoque
ortodoxo y la que se deriva de nuestro análisis. Hemos visto cómo los bancos
centrales inyectan dinero en la economía durante las crisis porque piensan que
estas se prolongan debido a la falta de dinero para inversiones productivas.
Nuestra explicación, por el contrario, no dice que falte dinero, sino que el
capital existente no se invierte por carecer de expectativas de beneficio. Así,
según este segundo razonamiento, el dinero inyectado en la economía por los
bancos centrales no termina en la inversión productiva, lo cual no quiere decir
que sea despreciado por los capitalistas.
Y es que si
los indicadores de crecimiento estadounidense dejan mucho espacio para la duda,
aún más preocupantes son las señales que apuntan a graves problemas latentes
bajo la superficie. Uno de ellos, sin duda, es el nivel de endeudamiento de
muchas empresas cuya viabilidad pende de un hilo. Y es que durante los años de
tipos de interés bajos con los que contrarrestar el estancamiento, muchas
empresas se endeudaron muy por encima de lo que correspondería a su
rentabilidad. Y no con la intención de invertir para aumentar la producción,
sino con objetivos tales como repartir dividendos, comprar las acciones propias
para evitar ser absorbidas por otras empresas o, simplemente, para evitar
declararse en quiebra. Además, la mayoría de los prestamistas no han sido en
esta ocasión los bancos -más vigilados tras la crisis de hace diez años-, sino
grupos de inversores ávidos por obtener intereses altos en préstamos de riesgo.
El Fondo Monetario Internacional ha mostrado su temor ante el hecho de que este
tipo de préstamos haya alcanzado los niveles previos a la crisis mundial de
2008 y de que el 72% de ellos se negocien en los Estados Unidos.
Pero hay que
comprender que hablamos de un proceso con una lógica interna que arrastra a los
capitales de un uso a otro; en ningún caso de dos polos enfrentados: no se
trata de que capitalistas especuladores con una falta especial de escrúpulos se
confabulen para abandonar la economía productiva y volcarse en la financiera.
Al contrario. Es la falta de destinos de inversión suficientemente rentables en
la economía productiva la que da lugar a contradicciones tan llamativas como
que unas pocas grandes corporaciones dispongan de miles de millones de dólares
que no saben dónde invertir, mientras otras empresas reparten dividendos
pidiéndoles prestado; o que los trabajadores -incluso estando empleados-
dependan del crédito para mantener una capacidad de consumo mermada por una
paulatina proletarización. Solo cuando comprendemos que el beneficio
insuficiente en el sector productivo da lugar al escape por la vía de la
financiarización, nos daremos cuenta de que la raíz del problema no está en la
súbita aparición del neoliberalismo o en la especial maldad de los banqueros;
el problema proviene inevitablemente de las reglas internas del capitalismo.
Solo
atendiendo a estas situaciones contradictorias se puede entender que se hable
de “recalentamiento” de la economía cuando el nivel de la actividad económica
no ha alcanzado todavía a la recuperación de un mínimo nivel de bienestar
pasados ya diez años de la última crisis. Así pues, la subida de tipos de
interés puede no estar buscando tanto un enfriamiento del crecimiento, sino el
frenar un incremento desbocado de la deuda. La FED puede estar intentando
conjurar una nueva crisis financiera -esta vez no por culpa de los bancos- y
está corriendo el riesgo de afectar negativamente al crecimiento de la
producción.
Economías
emergentes
Pero el
capitalismo es un sistema global, y las contradicciones nunca quedan encerradas
en su zona de origen (si es que la tienen). Decimos esto porque los
acontecimientos más trascendentes que en 2018 han afectado a gran parte de los
países que se conocen como economías “emergentes” se han precipitado en gran
parte por la gestión de los tipos de interés en los Estados Unidos. Sí, esa
gestión de la que hemos hablado un párrafo atrás cuando nos referíamos a cómo
la FED maneja el precio del dinero con la intención de acelerar o frenar el
crecimiento en su país.
Si en la
sección anterior vimos cómo el dinero barato no encontraba salida productiva
rentable en los Estados Unidos y era derivado hacia actividades financieras o
especulativas más lucrativas, en un mundo de libertad de movimiento del
capital, éste va a buscar la rentabilidad allí donde puede encontrarla. Así, la
parte del capital que se liberó durante la última década para reactivar la
economía norteamericana y que no encontró inversiones en su propio país, voló
hacia países en los que un crecimiento más arriesgado pero elevado ofrecía
jugosos beneficios. Así fue como las medidas tomadas para reavivar a la
economía norteamericana produjeron el efecto de potenciar el crecimiento en las
llamadas economías emergentes.
Ya dejamos
constancia en el texto de hace un año del efecto que podía producir en estas
economías emergentes el cambio de rumbo en la política económica
norteamericana. Desgraciadamente para los trabajadores de estos países, estas
perspectivas se han cumplido. De un lado, la pérdida de fuerza de la
recuperación ha vuelto a hacer caer el precio de las materias primas y
productos poco elaborados, que es la principal fuente de sus exportaciones. Por
otro lado, la vuelta al pago de intereses en Estados Unidos -el enfriamiento
del que hablábamos en el punto anterior- hace perder atractivo a la inversión
más arriesgada en otras economías. El efecto combinado ha sido fatal: los
intereses en ascenso generan incertidumbre sobre la capacidad de los países
emergentes para devolver los préstamos, lo que acelera el retorno en pánico de
los capitales extranjeros a sus países de origen e incluso la huida de los
capitales de las burguesías locales. Entre marzo y agosto de 2018 el valor de
la lira turca perdía más de la mitad de su valor frente al dólar, Argentina
quedó en septiembre bajo el control del Fondo Monetario Internacional y las
monedas brasileña y sudafricana entraban en caída frente al dólar ante el miedo
por la recesión y la deuda.
El paso
atrás dado por las economías emergentes supone también un varapalo para las
izquierdas de occidente, que hasta hace un par de años habían construido un
mito alrededor de su crecimiento, en contraste con el estancamiento en Europa y
en Estados Unidos. Evitando mencionar a dictadores como Erdogan o a los líderes
ultra liberales de los países del este de Europa, se aferraban al
social-liberal Partido de los Trabajadores de Brasil o incluso al peronismo
demagógico de Cristina Kichner para sugerir un posible capitalismo compatible
con los intereses de las masas trabajadoras. Ahora que el estancamiento global
acaba arrastrando también a estos países, no se busca una explicación basada en
las contradicciones internas e inevitables del capitalismo, sino que se acude una vez más a las teorías
imperialistas basadas en la maldad de unos y la candidez de los otros.
China
La situación
de China es difícil de catalogar. Hace tiempo que a este país se le queda corta
la definición de emergente, pero tampoco reúne las características de una
economía avanzada. En el mismo nivel de imprecisión se situaría el calificarla
de economía mercantil acabada: aunque el mercado es la fuerza última que regula
su interacción con el resto del mundo desde hace ya tiempo, internamente
todavía no ha ocupado el cien por cien de las palancas de control del país.
Pero quizás sea precisamente esta situación de transición en la que el mercado
aún puede expandirse internamente, unida a su tamaño continental, lo que
permite a este país seguir creciendo en mitad de un mundo estancado. El año
pasado dijimos que en el interior de la economía china se habían desarrollado
una serie de contradicciones propias de cualquier economía capitalista que iban
a requerir la intervención estatal para evitar que estallaran en forma de
futuras crisis. Sin embargo, el establecimiento de acciones de boicot
económico, político y militar por parte de Estados Unidos ha impedido al
gobierno chino aplicar estas necesarias correcciones depresoras justo en este
momento, y en su lugar se ha visto obligado a fomentar el consumo interno como
forma de contrarrestar la pérdida de fuerza en el comercio exterior. Al mismo
tiempo, intenta conformar su propia zona de influencia internacional utilizando
sus ingentes reservas de divisas, estableciendo acuerdos de inversión con los
países asiáticos vecinos a través de proyectos de desarrollo de
infraestructuras. Con esta estrategia intenta atraerse incluso el favor de las
grandes potencias europeas, que no podrían resistirse a participar en ellas a
la vista de los capitales que se van a movilizar.
Y es en
realidad esta voluntad de liderazgo, de establecerse como potencia de primer
orden, la que intenta frenar el gobierno de Trump con sus recargos a las
importaciones chinas. Estados Unidos no tuvo miedo cuando China asumió el papel
de manufactura mundial aprovechando el precio irrisorio de su fuerza de
trabajo; las empresas norteamericanas promovieron y participaron en esa fase
sin importarles el auge que daban a China ni la pérdida de puestos de trabajo
en su país. El miedo ha aparecido cuando China ha dado muestras de querer
superar ese papel de mero ensamblador, de proveedor de fuerza de trabajo de
mediana cualificación.
Y es que si
China monta la gran mayoría de los equipos de informática y telecomunicaciones
que se consumen en el mundo, los procesadores que dan vida a estos equipos
llegan a sus cadenas de montaje provenientes de empresas occidentales o
protegidos por sus patentes. Es en estos componentes donde se concentra la
tecnología más cualificada y rentable del producto. Con objeto de elevar el
capital chino al nivel más alto de productividad, su gobierno ha puesto en
marcha planes -acompañados de una enorme financiación- para que el país
desarrolle y produzca él mismo sus propios procesadores y entre como propietario
de la tecnología en sectores de futuro como la robótica. Es esta amenaza al
capital más productivo norteamericano lo que Trump quiere conjurar a través de
su cerco a China: su “America First” (América primero) hace en realidad
referencia a los intereses en el monopolio en propiedad intelectual de las
empresas de Silicon Valley, no a las factorías que pueden dar trabajo a decenas
de miles de obreros. Estas últimas se pueden quitar de China y llevárselas a
cualquier otro país con salarios más bajos que los de Estados Unidos.
En cualquier
caso, es una equivocación entender este reto de China a Estados Unidos como una
confrontación anti-imperialista ni como un avance para su clase trabajadora.
Como hemos dicho al comenzar a hablar del país asiático, lo que ocurre en él no
es más que un desarrollo acelerado del
sistema capitalista. Desde que comenzó este proceso, ha aumentado el nivel
medio de ingresos de los trabajadores urbanos, pero también han aumentado
enormemente todos los indicadores de desigualdad. Así, unas subidas salariales
compatibles con unos fuertes beneficios empresariales, conviven con la
aparición de mil-millonarios y con la riqueza acumulada por numerosos cuadros
del Partido “Comunista” Chino. No existe un camino alternativo hacia un capitalismo
amable. Sirva para ilustrar este punto la siguiente afirmación de Marx, en la
que se puede cambiar la Rusia de 1877 por la China actual: “si Rusia tiende a
transformarse en una nación capitalista a ejemplo de los países de la Europa
Occidental […] no lo logrará sin transformar primero en proletarios a una buena
parte de sus campesinos; y en consecuencia, una vez llegada al corazón
del régimen capitalista, experimentará sus despiadadas leyes, como las
experimentaron otros pueblos profanos. Eso es todo.”
Unión
Europea
Pero si hay
una región en el mundo que refleje más claramente el estado de estancamiento
económico, esa es la Unión Europea. Aunque el mensaje oficial ha hecho hincapié
hasta ahora en el crecimiento del PIB, la realidad es que el ritmo de ese
crecimiento tocó techo en 2017 a niveles muy inferiores a los que había antes
de la crisis, y ha ido perdiendo fuerza durante 2018. Italia, el país no
rescatado que menos ha crecido esta década, entró en recesión oficialmente a
final de año, después de que su crecimiento fuera negativo los dos últimos
trimestres. Alemania, el país más fuerte, registró la subida más débil del PIB
desde el bache de 2012-2013, y ha seguido la misma estela descendente que EEUU
conforme avanzaba la segunda mitad del año. En estos momentos, incluso las
estimaciones a futuro adquieren un tono sombrío, asumiendo oficialmente aún
menor crecimiento para los próximos dos años. El pesimismo se ha dejado notar
en las bolsas, que han sufrido el mismo retroceso que la norteamericana: el
índice Dax de la bolsa alemana baja más de un 18%, Milán se dejó más del 16,
Londres un 12 y medio y París casi un 11%.
Pero hay un
termómetro más de fiar que las previsiones publicadas, que siempre intentarán
ofrecer un cariz tranquilizador. Y ese termómetro lo encontramos en la manera
con que el Banco Central Europeo maneja las palancas con las
que interviene en la economía. Si los Estados Unidos comenzaron a subir los
tipos de interés para evitar un recalentamiento en la economía -más o menos
creíble-, el Banco Central Europeo lleva trimestre tras trimestre avisando que
puede comenzar a elevar el precio del dinero y nunca se atreve a hacerlo. Ahora
se informa de un nuevo aplazamiento hasta finales de 2019… si se dan las
condiciones. Pero no se trata solo de que no haya una economía en riesgo de
recalentamiento, sino que, en realidad, la economía está ahora siendo
estimulada artificialmente. El Banco Central Europeo tiene invertidos nada menos que 2 billones y medio de euros (alrededor
de una cuarta parte del PIB de toda la Unión Europea y Monetaria) en el
programa APP de compra de activos, que fue la inyección de dinero que
consiguió sacar a Europa de la recaída en la crisis que se produjo en 2012. Con
la llegada del año 2019 termina también la adición de más millones a este
programa, pero el Banco Central Europeo ya ha anunciado que los 2 billones y
medio inyectados hasta ahora no se va a retirar, y que se irán reinvirtiendo en
nuevos destinos según dejen de hacer falta en los originales.
El programa
APP ha sido un alivio para la deuda pública de algunos países y para la deuda
privada de muchas empresas; incluso ha alcanzado la calle en forma de un acceso
más fácil al crédito bancario. En cambio, su incapacidad para activar
inversiones productivas que aceleren el crecimiento refuerza nuestra tesis de
que el problema no es la falta de capital inversor, sino la falta de destinos
con la rentabilidad mínima esperada. En los primeros años de la crisis, los
economistas y políticos keynesianos reclamaban una actuación de este tipo, con
la que aseguraban que volvería el crecimiento. Aunque este no se hubiese
producido, es cierto que hubiera sido un alivio para muchos países a los que
solo les quedó la vía del ajuste duro. Sin embargo, la gobernanza de la Unión
Europea no tenía como fin último el aliviar la situación de los más afectados
por la crisis, sino la recuperación de las deudas contraídas antes del
estallido de esta y el aseguramiento del beneficio futuro. Si este no se podía
conseguir mediante la inversión, debería buscarse a costa de explotar más a los
trabajadores. Por eso no se puso en marcha ningún proceso expansivo antes de
haber conseguido asentar todas y cada una de las reformas legislativas
nacionales que garantizaran el ajuste permanente (en el Estado español fueron
la Ley Orgánica de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad
Financiera, dos reformas laborales
((una del PSOE y otra del PP) , reforma de las
pensiones, etc). En estos momentos en los que los que el
ciclo de crecimiento moderado parece llegar a su fin, podemos constatar que las
políticas expansivas habrán tenido un recorrido corto, mientras que las
políticas de ajuste van a seguir dando servicio al capital.
Reforma constitucional española de 2011
Reforma del artículo 135 de la Constitución Española, de 27
de septiembre de 2011.
*
* * * *
El objetivo
de este resumen de trazo tan grueso es confirmar -según ya fundamentamos hace
un año- que seguimos en un capitalismo
que pasa por una fase de crecimiento lento con perspectivas decididamente
inciertas. Es importante comprender que no estamos negando el crecimiento
actual, sino que intentamos establecer quién se puede beneficiar de él en
función del ritmo que este presenta. Además, ponemos sobre la mesa la seguridad
de una nueva crisis futura, quedando solo en el aire su intensidad y duración.
Todo esto es clave para comprender lo que podemos esperar los
trabajadores dentro del capitalismo.
En el
capitalismo se produce en base a un beneficio -digamos anual- esperado. Este
beneficio se calcula a partir del excedente que generen los trabajadores una
vez descontados sus gastos de reproducción en ese año, así como el capital fijo -instalaciones y equipo-
necesario en ese periodo para competir al mismo nivel -como mínimo- con otros
capitalistas. Si el beneficio esperado no alcanza un umbral
mínimo, el capitalista no invierte productivamente y no genera puestos de
trabajo. Obsérvese que en esta previsión no intervienen las necesidades
sociales, a pesar de que se supone que es su satisfacción el motivo último de
la producción. Sí intervienen, aunque sea de forma indirecta y contradictoria,
el nivel de bienestar social, el costo de reproducción de la fuerza de trabajo
(el salario) y el nivel de desempleo. Pero intervienen todos en contra de
los trabajadores: el bienestar social -como el ofrecido por los servicios
públicos- solo podrá darse en un volumen que no suprima los beneficios al tener
que financiarse con cotizaciones sociales o impuestos; el incremento -o
reducción- del salario deberá ser compatible con la generación del excedente;
por último, el desempleo será el regulador que obligue a los trabajadores a
aceptar las condiciones anteriores.
Es por
ello necesario que, en una crisis capitalista grave, los
trabajadores tengan que perder bienestar para que el capital salga de la crisis
y el motor se vuelva a poner en marcha. Es por ello perfectamente posible que
vuelva a haber crecimiento económico sin que los trabajadores noten una mejoría
en sus condiciones. En realidad, si hacemos de la ganancia la única premisa y
la situamos en medio de una situación de crecimiento débil, son muchas las
contradicciones aparentes que se vuelven comprensibles: es compatible el
desempleo con la existencia de capital ocioso si el capital no espera que
ocupar a ese trabajo produzca las ganancias mínimas, es explicable el riesgo
-suicida a largo plazo- de la inversión financiera y especulativa como
alternativa a una ineficiente inversión productiva, etc.
Identificar
y exponer que el capitalismo sigue reglas no implica en ningún modo aceptarlas.
Muy al contrario, es el primer paso para fundamentar la necesidad de
su superación revolucionaria. Y utilizamos
aquí el término “revolucionario” para significar que es necesaria la
sustitución del sistema capitalista, que no es posible su reforma. La otra
acepción de “revolucionario” solo entraría en juego a partir de que los
trabajadores hubiéramos decidido iniciar el proceso y de la oposición que se
encontrara por parte de los beneficiarios del sistema actual.
Por el
contrario, el reformismo se niega a aceptar a todos los niveles que estas
reglas existan. Su relato es, así, inconexo, sus soluciones falsas, y su acción
siempre acaba en una nueva decepción para la clase trabajadora. Acaban
convirtiéndose en salvadores del capitalismo, luchando repetitiva y
estérilmente por sacarlo de sus propias contradicciones. Sin que haya una base
material, hacen promesas de crecimiento con mayor entusiasmo propagandístico
que los liberales más salvajes. Anuncian un reparto de los beneficios, como si
su distribución fuera una prerrogativa de los monigotes en el poder y su apropiación
privada no fuera una condición previa de los propietarios de
los medios de producción. Si sus propuestas resultan poco creíbles en base a lo
difícil de la situación, no dudan en recurrir a promesas de prestidigitador,
como la emisión ilimitada de billetes, el repudio de la deuda, el empleo
garantizado o cualquier otra receta demagógica tan antigua como el capitalismo.
Autor: duval
(ir a Parte 2. Globalización, proteccionismo y nacionalismo.)
Fuentes
de datos y enlaces de interés (para las tres partes)
Banco de
España; 2018; Boletines económicos 3 y 4/2018.
Boletín Económico 3/2018 - Banco de España y
Boletín Económico 4/2018 - Banco de España
2018
https://www.bde.es/bde/es/secciones/informes/boletines/Boletin_economic/index2018.html
https://www.bde.es/bde/es/secciones/informes/boletines/Boletin_economic/
·
eldiario.es; 15/12/2018; Tres años de presupuestos participativos de Carmena:
desencanto y frustración en colectivos vecinales.
·
eleconomista.es; 13/9/2018; La deuda de Telefónica ya es un 25% mayor de lo que vale en
bolsa; Carlos Jaramillo.
· El País; 1/1/2019; El
Ibex 35 termina 2018 con una caída anual de casi el 15%, la mayor desde 2010;
Cristina Delgado.
· Espacio de Encuentro Comunista; 9/5/2018; El Gobierno busca despedir de la
Administración entre 700.000 y 900.000 temporales interinos.; encuentrocomunista.org
· Duval;
5/2/2018; Contexto económico y social 2018; Crónica de clase
· Expansión;
5/2/2019; La CNMC quiere controlar la deuda y el dividendo de las
energéticas
· Funcas;
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· Instituto
Nacional de Estadística; 2006-2018; Encuesta de Población
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· Marx,
Karl; 1877; Carta al director de “Otiechéstvennie Zapiski”; Marx desde cero
· Marx, Karl
y Engels, Friedrich; 1848; Manifiesto del Partido Comunista.
Menéndez,
Ávaro y Munido, Maristela, Banco de España
Boletín
económico 4/2018
Resultados
de las empresas no financieras en 2017 y hasta el tercer trimestre de 2018
Resultados de las empresas no financieras en 2017 y hasta e
Menéndez,
Ávaro y Munido, Maristela
Banco de
España
Boletín
económico 4/2019
Resultados
de las empresas no financieras en 2018 y hasta el tercer trimestre de 2019
https://repositorio.bde.es/bitstream/123456789/10114/1/be1904-art36.pdf
·
Organización Internacional del Trabajo (OIT); 2018; Global Wage Report
2018/2019.
· Roberts, Michael; 2018; Imperialism, globalization
and the profitability of capital; https://rupturemagazine.org/2018/01/25/imperialism-globalization-and-the-profitability-of-capital/
Para
comentarios de fondo y de actualidad sobre economía marxista:
Blog de
Michael Roberts (El blog es en inglés. Es frecuente encontrar traducciones de
sus artículos en diferentes webs en castellano):
https://thenextrecession.wordpress.com/
Blog de
Rolando Astarita:
https://cronicadeclase.wordpress.com/2019/02/19/contexto-economico-y-social-2019-parte-1/
Carlos Marx:
El Capital, Libro segundo
CAPITULO VIII
CAPITAL
FIJO Y CAPITAL CIRCULANTE
http://webs.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/capital2/MRXC2408.htm
Karl Marx: El Capital, El Capital (libro I- Capítulo VI inédito)
Resultados del proceso inmediato de producción, Los Grundrisse, Teorías sobre
plusvalía (Tomo IV de El Capital) y bibliografía complementaria
http://eljanoandaluz.blogspot.com/2019/05/karl-marx-el-capital-el-capital-libro-i.html
Rosa Luxemburgo. Reforma o revolución
http://eljanoandaluz.blogspot.com/2016/01/rosa-luxemburgo-reforma-o-revolucion.html
El BCE
lanza un programa ampliado de compra de deuda de 60.000 millones mensuales
22.01.2015
¿Cómo
funciona el programa de compras de activos del BCE?
22 de enero
de 2016(actualizado el 28 de febrero de 2019)
Programa
ampliado de compras de activos, (APP, por sus siglas en inglés)
https://www.ecb.europa.eu/explainers/tell-me-more/html/app.es.html
¿Qué es el Expanded Asset Purchase Programme-APP del
BCE?
https://www.oroyfinanzas.com/2016/03/que-expanded-asset-purchase-programme-app-bce/
El BCE
proporciona información adicional sobre las compras de activos con rendimientos
inferiores al tipo de interés de la facilidad de depósito
12 de
septiembre de 2019
El BCE
termina hoy su programa de compras de activos tras acumular 260.000 millones en
deuda española
19/12/2018
Compras
récord en el BCE que suma 51.000 millones con su programa contra el virus
15/4/2020
El BCE
amplía su programa de compra de deuda en 600.000 millones por el coronavirus
04/06/2020
El BCE
amplía el programa de compras contra la pandemia en 600.000 millones más y lo
extiende hasta junio de 2021
4/06/2020
El BCE
amplía en 600.000 millones su programa de compra de activos contra el Covid-19,
hasta 1,35 billones
4/06/2020
El BCE
amplía en 600.000 M su bazuca y prevé un desplome del PIB del 8,7% en 2020
4/06/2020
El BCE saca
la artillería pesada y lanza compras de activos por 750.000 millones contra el
Covid-19
19/03/2020
El BCE
anuncia un nuevo programa de compras de deuda de 750.000 millones
18 MAR.
2020
https://www.expansion.com/mercados/2020/03/18/5e728f47468aebe5618b45fe.html
El BCE lanza
un programa de estímulo económico de 750.000 millones ante la emergencia del
coronavirus
19/03/2020
https://www.eldiario.es/economia/bce-programa-millones-emergencia-coronavirus_1_1018233.html
https://www.vozpopuli.com/economia-y-finanzas/bce-pistas-alaba-programa-compras_0_1280572821.html
CONTEXTO ECONÓMICO Y SOCIAL 2019 (PARTE 1)
https://cronicadeclase.wordpress.com/2019/02/19/contexto-economico-y-social-2019-parte-1/
CONTEXTO
ECONÓMICO Y SOCIAL 2019 (PARTE 2)
https://cronicadeclase.wordpress.com/2019/02/24/contexto-economico-y-social-2019-parte-2/
CONTEXTO
ECONÓMICO Y SOCIAL 2019 (PARTE 3)
https://cronicadeclase.wordpress.com/2019/03/06/contexto-economico-y-social-2019-parte-3/
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