08-11-2014
Pequeña
digresión. Veo a IU desorientada. Se comporta con debilidad. Corre el riesgo de
diluirse y de perder la identidad. No entiendo por qué sus dirigentes permiten que Podemos le
gane terreno en todos los ámbitos. Su núcleo dirigente, el PCE, está perdiendo
reflejos. No es que sus dirigentes estén aburguesados, sino que no tienen
conciencia de que también han de luchar por la izquierda y no solo por la
derecha. Hay que decirlo claro: Podemos le está restando
militancia y base social a IU. Históricamente los partidos comunistas no solo
han luchado contra el oportunismo de derecha sino también contra el oportunismo
de izquierda, no solo contra el socialismo burgués sino también contra el
socialismo pequeño burgués. IU tiene que librar una batalla ideológica contra Podemos porque
le está quitando su base electoral. Sus dirigentes deben ser más valientes. IU
corre el riesgo de transformarse en un símbolo. Sería un error mayúsculo que se
diluyeran en Ganemos. Deben evaluar también lo que puede
significar que Tania Sánchez se convierta en la líder de IU en Madrid. Hay un
claro conflicto de intereses entre su vida personal y el futuro de IU. En
ocasiones imita en exceso el lenguaje de Podemos. Resulta
indignante que llame “gente” a los ciudadanos. Ella no tiene derecho a llamarme
“gente”, puesto que es un nombre indeterminado, debe llamarme ciudadano, puesto
que yo soy sujeto de derecho. Me enfada ese coqueteo con la sociología vulgar.
Los comerciantes no llaman “gentes” a los compradores de sus productos sino
“clientes”. Al igual que hay economía vulgar, también hay sociología vulgar. La
participación regular en los programas de La Sexta, y ahora en Telecinco, de
miembros de Podemos, de IU y del PSOE vulgariza la ideología de izquierda. Los
conductores de esos programas buscan el espectáculo y ganar en audiencia. Es
más: La Sexta y Cuatro se comportan como si Podemos fueran una
marca suya. Personajes como Miguel Ángel Revilla y Sor Lucía hacen que el
populismo y el pensamiento reaccionario ganen fuerza. Es muy fácil criticar a
los políticos. Parece un derecho. Resulta de una cobardía infinita que esos
mismos voceros sean incapaces de criticar con regularidad los ingresos de
Cristiano Ronaldo, Messi y Nadal, por poner los ejemplos más visibles. Eso tal
vez restaría votos o restaría imagen. Por eso afirmo que forma parte del
pensamiento reaccionario situar la contradicción principal entre el gobierno y
el pueblo y no entre el capital y el trabajo.
Vayamos
ahora al tema que nos ocupa. Hay un esfuerzo teórico por parte de algunos
profesores universitarios de hacer compatible el pseudoconcepto de casta con
los conceptos de clase propios de la tradición marxista. Pero son poco
rigurosos. De hecho han creado unos nombres compuestos cuyos significados son
en parte indescifrables y en parte amañados y forzados. Los verdaderos
conceptos, a diferencia de los significados generales o conceptos generales que
podemos encontrar en los diccionarios, forman parte de constructos teóricos. Y
el pseudoconcepto de casta no forma parte de ningún constructo teórico. Les
enumero las diversas expresiones nominales de las que hacen uso dichos
profesores con la pretensión de categorizar las clases sociales y sectores de ellas:
“élites dominantes”, “élites dirigentes”, “élites gobernantes y financieras”, y
“minoría oligárquica”. Todas las supuestas clases y capas sociales denominadas
con esas expresiones son sobre nombradas como casta. Estas expresiones
nominales pretenden hacerlas compatibles con las categorías propias de la
tradición marxista: clase dominante, clase dominada y oligarquía. También se
habla de las clases populares como las clases opuestas a las clases dominantes.
Y a su vez por superposición se habla de “casta política” y “casta económica
financiera”. Como puede observarse aquí hay puro desorden. Se quiere mantener a
la fuerza el papel del pseudoconcepto casta, pero para ello se incurre en la
arbitrariedad conceptual y se crean nombres de conceptos cuyo contenido no
saben precisar. Son sobrenombres, son nombres de otros nombres, son pura
chapuza teórica. Todo esto no tiene más que un nombre: sociología vulgar y
ordinaria. Tendrá su rentabilidad política. Se atraerá fácilmente a ciertos
votantes. Pero es oportunismo. Y el oportunismo es corrupción ideológica.
Las élites.
Son grupos minoritarios de personas que tienen un status superior al resto de
las personas con las que comparten una actividad o posición. Hay élites entre
los futbolistas, tenistas, nadadores y deportistas en general. También hay
élites entre los profesores, científicos, cantantes, pintores y artistas en
general. E igualmente hay élites entre los periodistas y los políticos. En la
actualidad Pablo Iglesias, Iñigo Errejón y Juan Carlos Monedero forman parte de
la élite política. Participan de una posición, de un status y de unas
posibilidades de actuación de las que no participa la mayoría de las personas
que se dedica a la política. Élite no es un concepto de clase. No se emplea
para caracterizar a un grupo social en función de su propiedad sobre los medios
para la producción de la riqueza. Tampoco es un concepto que debe emplearse
para indicar la posición de los grupos sociales en los procesos de
transformación. Así que no tiene sentido hablar de “élites dirigentes”. Tampoco
tiene sentido hablar de “élites políticas” en el sentido de “casta”, justamente
por lo que dije antes, porque los propios dirigentes de Podemos pertenecen en
la actualidad a la élite política. Solo su participación en los programas de La
Sexta así lo confirman, pero también lo confirman su participación en el
parlamento de la UE. Cuando hablamos de dirigentes hablamos de las personas que
están al frente de una empresa, de un partido político, de una asociación de
vecinos, de una asociación deportiva y muchas más agrupaciones. Y algunos de
esos dirigentes pueden constituir una élite o no. Lo cierto es que los
conceptos de élite y de dirigente abarcan actividades y sectores sociales tan
diversos que carecen de la unidad que pretenden darle al agruparlas bajo el
sobrenombre de casta. Por eso insisto que hablar de élites dirigentes, élites
políticas y élites financieras no solo son nombres compuestos a los que les
falta contenido conceptual sino que además al sobre nombrarlos como casta solo
se desarrolla una sociología vulgar. La sociología vulgar solo se mueve en el
campo de las sensaciones y de las apariencias, sirviendo como respiradero de
los sentimientos de sufrimiento y opresión, pero permanece muy alejada del
campo de las esencias y de los conceptos. Se apoya en lo pasajero y abandona lo
permanente.
Clases
dominantes. En las sociedades
capitalistas se llaman clases dominantes a todas las clases capitalistas,
independientemente de la actividad a la que se dedican y del peso económico que
tengan en la sociedad. Así los banqueros, industriales y comerciantes son las
clases dominantes en las sociedades capitalistas. Del mismo modo los grandes
capitalistas, los medianos capitalistas y los pequeños capitalistas forman
parte de las clases dominantes. E igualmente pertenecen a la clase dominante
muchos profesionales que perciben ingresos a partir de cuarenta o cincuenta
veces más que el salario mínimo. Las contradicciones interclasistas, como las
que se producen entre los pequeños capitalistas y los grandes o entre los
banqueros y los industriales, no reducen para nada el carácter dominante de
esas clases y la unidad de dominio de las mismas frente al resto de las clases
sociales. Otra cosa es que miembros aislados de las clases dominantes adopten
en algunas ocasiones la posición de las clases dominadas. Es un error oponer la
clase dominante a las clases populares. Dentro de las clases populares, al
menos en la tradición marxista, se suele incluir clases dominantes, como por
ejemplo los pequeños capitalistas, o capas dominantes como los intelectuales de
las clases dominantes. Lo que es evidente es que el término “casta” no aporta
nada en sentido teórico a la identificación y visualización de las clases
dominantes o de las capas dirigentes de esa clase dominante. Otra cosa es que
tenga utilidad electoral y el oportunismo de izquierda en el que incurre Podemos se
considere legítimo.
Oligarquía.
En la ideología de Podemos se opone el concepto de oligarquía
al concepto de democracia. Esta es una forma de pensar propio de Aristóteles y,
por consiguiente, propio de la época de las sociedades esclavistas. Según dice
Aristóteles en su obra La Política, al gobierno de la minoría se le
llama aristocracia; y a la desviación de la aristocracia se le llama
oligarquía. Aplicar esos conceptos o los contenidos de esos conceptos en las
sociedades modernas es un profundo error teórico. En ese tiempo los que
gobernaban eran los más grandes esclavistas que existían. No sucede así en la
actualidad: quienes nos gobiernan, por ejemplo Mariano Rajoy, no es un gran
capitalista. Hay que diferenciar con rigor a la clase social en su sentido
práctico de sus representantes políticos e ideológicos. También Aristóteles
llama oligarquía a cuando el poder está en manos de los ricos. Pero en ese
entonces no había la diferencia que existe en la actualidad entre el poder
político y el poder económico. Las clases o las fracciones de clase que
controlan el poder económico no tienen por qué tener el poder político en
persona para que dicho poder político esté a su merced. Hace siglos que en las
sociedades capitalistas el poder político está a merced del poder económico. La
deuda pública es la expresión de esa absoluta dependencia.
Los
marxistas le han dado al concepto de oligarquía preferentemente un contenido
económico. Dicho concepto se encuadra en la época del capitalismo monopolista,
o lo que es lo mismo, en la época del predominio de las grandes empresas. La
globalización ha fortalecido y desarrollado a la oligarquía. Son minorías que
tienen el poder sobre todas las cosas habidas y por haber: industria, comercio,
finanzas, alimentación, deporte y comunicación. Resulta gracioso que
perteneciendo los propietarios principales de La Sexta y Cuatro a la oligarquía
en el ámbito de los medios de comunicación, los representantes teóricos de Podemos hablen
del gobierno del PP o del PSOE como una oligarquía. Se equivocan de blanco. El
oportunismo de izquierda les puede y no les importa hacer uso de la sociología
vulgar con tal de ganar votos. Para Podemos el fin justifica
toda clase de medios.
Clase
dirigente. Pensemos en la revolución soviética dirigida por el partido
bolchevique y en la revolución de nueva democracia dirigida por el Partido
Comunista de China. En ambas revoluciones la clase trabajadora
era muy minoritaria, sin embargo, fue su clase dirigente. Pero todo eso fue
posible, que una clase minoritaria dirigiera dichos procesos revolucionarios,
por la existencia de poderosos, centralizados y disciplinados partidos
comunistas. En ambas revoluciones la clase mayoritaria fue la clase campesina o
clase pequeñoburguesa. No sé qué sentido tiene hablar de élite dirigente y
reconocerla como casta. En primer lugar, en la Unión Europea no se está
llevando a cabo ningún proceso revolucionario ni ningún proceso social que
permita hablar de una clase dirigente. No hay necesidad tampoco hablar de
élites dirigentes puesto que las élites no están dirigiendo nada. El sistema
capitalista instaurado en la UE permite que un sinfín de élites gane muchísimo
dinero en concepto de ingresos de capital sin necesidad de desempeñar a nivel
político ningún papel dirigente.
Creo haber
demostrado que la sociología que pretende darle al pseudoconcepto de casta un
espacio en los conceptos de clase de tradición marxista es una maniobra
oportunista. El empeño en el uso de ese pseudoconcepto solo se explica por su
rentabilidad electoral; y dicha rentabilidad electoral se pone por encima del
interés científico. Es sociología vulgar. Es falso, es una mentira, querer
presentar la contradicción entre gobernantes y pueblo como la contradicción
principal en las sociedades de la UE. La propia crisis puso de manifiesto que
la contradicción fundamental sigue siendo la existente entre capital y trabajo.
Les pongo un sencillo ejemplo. Conozco a unos cuantos matrimonios que tienen un
restaurante en propiedad y tienen contratada entre cinco y seis personas.
Ellos, los dueños, trabajan entre doce y catorce horas diarias y libran una vez
al mes. Entre ambos ganan de forma muy apurada 4.000 euros. Se explotan a sí
mismo al igual que a las personas que tienen contratadas. ¿Quiénes se quedan
entonces con el plusvalor generado? Dos parasitarios capitalistas: el dueño del
local y el dueño del dinero prestado. Así que por mucho que quieran los teóricos
de Podemos, por mucho que pretendan inaugurar una nueva sociología
política, la contradicción principal y básica de las
sociedades de la UE sigue siendo la existente entre capital y trabajo. Lo que
sucede es que los accidentes de la sociedad capitalista, y la corrupción
política es uno de ellos, crean la posibilidad de convertir en blancos de las
críticas a quienes participan de contradicciones secundarias. Sin duda que hay
personas que se enriquecen de forma corrupta, pero la mayoría de los miembros
de las clases capitalistas se enriquecen en el más estricto cumplimiento de la
ley. Los accidentes cubren la sustancia capitalista del sistema. Pero con
Cuatro y La Sexta importa más la crítica desenfrenada y vulgar contra los
accidentes, donde Sor Lucía está a la cabeza, que la conceptualización de la
sustancia capitalista. Algunos decían a tenor de la crisis desatada en 2008 que
Marx seguía vivo, pero la economía y sociología vulgares lo están enterrando de
nuevo.
Blog del
autor: http://fcoumpierrezblogspotcom.blogspot.com.es/
Manifiesto
del Partido Comunista, de Karl Marx y Federico Engels. Lectura obligada para la
clase obrera.
El
ciudadanismo como paradigma dominante
Rosa
Luxemburgo: Los límites de la socialdemocracia, el sindicalismo y el ciudadanismo
Las
raíces ideológicas burguesas del ciudadanismo / Marcelo D. Cornejo
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