martes, 5 de julio de 2022

V.I. Lenin. La catástrofe que nos amenaza y como combatirla (septiembre de 1917)

 


Véase Obras Completas, Tomo 34     Julio-octubre de 1917 (págs. 157-206)

 

Nota del editor de este blog: He copiado el documento o folleto de Lenin, de las obras completas, de la editorial que señala y las referencias que se hacen.

 

                                              Referencias

La catástrofe que nos amenaza y como combatirla

Los bolcheviques deben tomar el poder 

El marxismo y la insurrección   

Resoluciones en el papel 

¿Implantar el socialismo o denunciar la dilapidación de fondos públicos?

Hay que desenmascarar a los capitalistas.

Más vale pájaro en mano que ciento volando 

Frases y hechos 

Como ocultan las ganancias los señores capitalistas (En torno al problema del control)

La crisis se aproxima el caos económico aumenta.

 

 

Antes y durante de tomar el poder, Lenin defiende el capitalismo de estado

Una cita del documento: ¿Se puede avanzar temiendo marchar hacia el socialismo?

 

 “Pues bien, prueben ustedes a sustituir ese Estado de junkers y capitalistas, ese Estado de terratenientes y capitalistas, con un Estado democrático revolucionario, es decir, con un Estado que suprima revolucionariamente todos los privilegios, que no tema implantar por vía revolucionaria la democracia más completa. Y entonces verán que el capitalismo monopolista de Estado, en un Estado democrático revolucionario de verdad, representa inevitablemente, infaliblemente, i un paso, varios pasos hacia el socialismo!”

 

Capitalismo de Estado y capitalismo monopolista de Estado

 

Capitalismo monopolista de Estado

https://www.ecured.cu/Capitalismo_monopolista_de_Estado

 

V. I. Lenin. Acerca del infantilismo "izquierdista" y del espíritu pequeñoburgués. 1918

http://eljanoandaluz.blogspot.com/2018/11/v-i-lenin-acerca-del-infantilismo.html

 

V. I. Lenin: Cinco años de la revolución rusa y perspectivas de la revolución mundial (capitalismo de Estado)

http://eljanoandaluz.blogspot.com/2014/04/v-i-lenin-cinco-anos-de-la-revolucion.html

 

Lenin y Trotsky: la consigna los Estados Unidos de Europa, el socialismo en un solo país y el capitalismo de Estado

http://eljanoandaluz.blogspot.com/2016/05/lenin-y-trotsky-la-consigna-los-estados.html

 

Nueva Política Económica (Desde el 21 de marzo de 1922 hasta 1928.)

https://es.wikipedia.org/wiki/Nueva_Pol%C3%ADtica_Econ%C3%B3mica

Capitalismo de Estado

https://es.wikipedia.org/wiki/Capitalismo_de_Estado

 

V. I. Lenin La catástrofe que nos amenaza y cómo combatirla

Escrito entre el 10 y el 14 de septiembre de 1917.

Este texto es extraído de las obras escogidas en tres tomos, editadas en 1961 por la editorial Progreso.

https://app.box.com/s/ee9jq1lk0qbz36lt3jkquc5kjxf96dl0

 

 

La catástrofe que nos amenaza y cómo combatirla 82

 

Escrito el 10-14 (23-27) de septiembre de 1917

Publicado en un folleto a finales de octubre de 1917, en Petrogrado, por la Editorial Pribbi

Notas. 466-512

 

82  Lenin escribió el trabajo La catástrofe que nos amenaza y cómo combatirla en Helsingfors, entre el 10 y el 14 (23 y 27) de septiembre de 1917, estando en la clandestinidad. En el núm. 25 del periódico Raboclii Put del 14 (1°) de octubre de 1917 se publicaron los dos últimos capítulos del trabajo: la guerra y la lucha contra la ruina y la democracia revolucionaria y el proletariado revolucionario; al cabo de algunos días, el 19 (6) de octubre, el mismo periódico anunció que "habla aparecido el nuevo folleto de N. Lenin La catástrofe que nos amenaza y cómo combatirla". - 157.

 

                                                  Índice

El hambre se acerca

Pasividad completa del Gobierno

Las medidas de control son conocidas de todos y fácilmente aplicables

La nacionalización de los bancos

La nacionalización de los consorcios capitalistas

La abolición del secreto comercial

La agrupación obligatoria de los capitalistas en consorcios

La reglamentación del consumo.

El Gobierno destruye la labor de las organizaciones democráticas

La bancarrota financiera y las medidas para combatirla

¿Se puede avanzar temiendo marchar hacia el socialismo?

La guerra y la lucha contra la ruina. (La lucha contra del desbarajuste y la guerra)

La democracia revolucionaria y el proletariado revolucionario

 

 

¿Se puede avanzar temiendo marchar hacia el socialismo?

 

“Pues bien, prueben ustedes a sustituir ese Estado de junkers y capitalistas, ese Estado de terratenientes y capitalistas, con un Estado democrático revolucionario, es decir, con un Estado que suprima revolucionariamente todos los privilegios, que no tema implantar por vía revolucionaria la democracia más completa. Y entonces verán que el capitalismo monopolista de Estado, en un Estado democrático revolucionario de verdad, representa inevitablemente, infaliblemente, i un paso, varios pasos hacia el socialismo!”

 

 

 

                                    El hambre se acerca

 

Una catástrofe inevitable se cierne sobre Rusia. El transporte ferroviario se halla en un estado de increíble desorganización, que crece sin cesar. Los ferrocarriles quedarán parados. Cesará la afluencia de materias primas y de carbón a las fábricas. Cesará el suministro de cereales. Los capitalistas sabotean (dañan, interrumpen, minan, frenan) deliberada y tenazmente la producción, confiando en que una catástrofe inaudita originará la bancarrota de la república y de la democracia, de los Soviets y, en general, de las asociaciones proletarias y campesinas, facilitando así el retorno a la monarquía y la restauración de la omnipotencia de la burguesía y de los terratenientes.

 

Nos amenazan inexorables una catástrofe de proporciones sin precedente y el hambre. Todos los periódicos han hablado ya de ello infinidad de veces. Los partidos y los Soviets de diputados obreros, soldados y campesinos ' han votado multitud de resoluciones en las que se reconoce que la catástrofe es inminente, que está ya muy cerca, que es preciso mantener contra ella una lucha desesperada, que el pueblo debe hacer "esfuerzos heroicos" para conjurar el desastre, etc.

 

Todo el mundo lo dice. Todo el mundo lo reconoce. Todo el mundo lo hace constar.

 

Pero no se toma ninguna medida

 

Llevamos medio año de revolución. La catástrofe está hoy más cerca. Hemos llegado al desempleo en masa. i  Quién podría pensarlo: en el país no hay mercancías, el país perece por falta de víveres, por falta de mano de obra, aunque existen cereales y materias primas en cantidad suficiente! i  Y en un país que se encuentra en ·esas condiciones, en un momento tan crítico, ha aumentado el paro forzoso en masa! ¿Se quiere mejor prueba del que durante este medio año de revolución (que algunos califican de gran revolución, pero que, por ahora, sería más justo denominar revolución podrida), con una república democrática, con gran profusión de asociaciones, organismos e instituciones que se intitulan orgullosamente "democráticos revolucionarios", no se ha hecho en realidad nada serio, absolutamente nada, contra la catástrofe, contra el hambre? Nos acercamos con celeridad creciente al desastre, pues la guerra no espera, y el desbarajuste que origina en todos los dominios de la vida del pueblo es cada día más profundo.

 

Sin embargo, basta con fijarse y reflexionar, por poco que sea, para convencerse de que existen los medios necesarios de combatir la catástrofe y el hambre; de que las medidas a adoptar son perfectamente claras y sencillas, completamente realizables, plenamente asequibles a las fuerzas del pueblo, y que si no se adoptan es única y exclusivamente porque su implantación lesionaría las fabulosas ganancias de un puñado de terratenientes y capitalistas.

 

En efecto. Puede asegurarse que no encontrarán ni un solo discurso, ni un solo artículo en los periódicos de cualquier tendencia, ni una sola resolución, sea cual fuere la asamblea o institución en que se haya votado, en los que no se exponga de un modo claro y concreto la medida fundamental y decisiva para combatir la catástrofe y el hambre, para evitarlas. Esa medida es: el control, la fiscalización, la contabilidad, la reglamentación por el Estado, la distribución acertada de la mano de obra en la producción y en el reparto de los productos, el ahorro de fuerzas del pueblo, la supresión de todo gasto superfluo de energías, su , economía. control,_ fiscalización, contabilidad: eso es lo principal en la lucha contra la catástrofe y contra el hambre. Eso es algo indiscutible y admitido por todos. Pero eso es precisamente lo que no se !tace por miedo a atentar contra la omnipotencia de los terratenientes y los capitalistas, contra sus ganancias desmedidas, inauditas y escandalosas, obtenidas aprovechándose de la carestía y de los suministros al ejército (y hoy, directa o indirectamente, casi todos "trabajan" para la guerra); unas ganancias que todo el mundo conoce, que todo el mundo ve y a propósito de las cuales todo el mundo se lamenta y se escandaliza.

 

Sin embargo, el Estado no hace absolutamente nada para implantar un control, una contabilidad y una fiscalización más o menos serios.

 

 

                         Pasividad completa del Gobierno

 

Se observa por doquier un sabotaje sistemático e incesante de todo control, fiscalización y contabilidad, de cuantas tentativas emprende el Estado para organizarlos. Y hace falta ser increíblemente ingenuo para no comprender -o profundamente hipócrita para aparentar que no se comprende- de dónde parte ese sabotaje y qué recursos emplea. Porque ese sabotaje de los! banqueros y los capitalistas, ese torpedeamiento por ellos  de todo control, fiscalización y contabilidad, se adapta a las formas  estatales de la república democrática, se adapta a la existencia de las instituciones "democráticas revolucionarias". Los señores capitalistas han asimilado a la perfección una verdad que reconocen de palabra todos los adeptos del socialismo científico, pero que los mencheviques y los eseristas procuraron olvidar en cuanto sus amigos ocuparon los lucrativos puestos de ministros, viceministros etc.' Esa verdad consiste en que la esencia económica de la explotación capitalista no experimenta el menor cambio por el hecho de que las formas monárquicas de gobierno sean sustituidas con las formas democráticas republicanas/y en que, por consiguiente, ocurre también lo contrario: basta con cambiar la forma de lucha por la intangibilidad y la santidad de las ganancias capitalistas para salvaguardarlas en la república democrática con la misma eficacia que en la monarquía autocrática.

 

El sabotaje moderno, novísimo, democrático republicano de todo control, de toda contabilidad y de toda fiscalización consiste en <que los capitalistas reconocen de palabra "fervorosamente" el "principio" del control y su necesidad (como hacen también, por supuesto, todos los mencheviques y todos los eseristas); pero hacen hincapié en que ese control se implante de una manera "gradual", regular, de acuerdo con una "reglamentación establecida por el estado". En realidad, con esas bellas palabras se quiere ocultar el sabotaje del control, su reducción a la nada, a una ficción; se quiere ocultar una comedia de control, la demora de todas las medidas eficaces y de verdadera importancia práctica, la creación de organismos de control complicados, farragosos, inertes y burocráticos en extremo, que dependen por entero de los capitalistas y no hacen ni pueden hacer absolutamente nada.

 

Para no hacer afirmaciones gratuitas, nos remitiremos a testimonios de mencheviques y eseristas, es decir, precisamente de quienes tuvieron la mayoría en los Soviets en los primeros seis meses de revolución, participaron en el "Gobierno de coalición" y, por ello, son responsables políticamente ante los obreros y los campesinos rusos de la connivencia con los capitalistas y de que éstos hayan frustrado todo control.

 

El periódico oficial del organismo máximo entre los llamados organismos "habilitados" ( bromas aparte!) de la democracia "revolucionaria", Izvestia del CEC (es decir, del Comité Ejecutivo Central del Congreso de los Soviets de diputados obreros, soldados y campesinos de toda Rusia), publica en su núm. 164, del 7 de septiembre de 1917, una disposición de una institución especial que se ocupa en los problemas del control, creada por esos mismos mencheviques y eseristas y que se encuentra por entero en sus manos. Esta institución especial es la "Sección de Economía" del Comité Ejecutivo Central. En dicha disposición se reconoce oficialmente, como un hecho, " la pasividad completa de los organismos centrales de reglamentación de la vida económica anejos al Gobierno”.

 

¿Cabe testimonio más elocuente que éste, suscrito por los propios mencheviques y eseristas, de la bancarrota de la política menchevique y eserista?

 

La necesidad de reglamentar la vida económica fue ya reconocida en tiempos del zarismo, habiéndose creado para ello diferentes organismos. Pero, bajo el zarismo, la ruina hada progresos cada día mayor, llegando a alcanzar proporciones monstruosas. Se reconoció en el acto que era misión del Gobierno republicano, del Gobierno revolucionario, adoptar medidas se rías y enérgicas para acabar con la ruina. Cuando se formó, con la colaboración de mencheviques y eseristas, el Gobierno de "coalición" publicó su solemnísima declaración del 6 de mayo, en la que prometió públicamente establecer el control y la reglamentación estatales y contrajo el compromiso de llevarlo a la práctica. Los Tsereteli y los Chemov, y con ellos todos los lideres mencheviques y eseristas, juraron y perjuraron que no sólo ellos respondían de la gestión del Gobierno, sino que, además, "los organismos habilitados de la democracia revolucionaria", que se encontraban en sus manos, vigilaban de hecho la labor del Gobierno y la controlaban.

 

Desde el 6 de mayo han transcurrido cuatro meses, cuatro largos meses, durante los cuales Rusia ha sacrificado cientos de miles de soldados en la absurda "ofensiva" imperialista, y la ruina y la catástrofe se han acercado con botas de siete leguas, a pesar de que el verano ofrecía posibilidades extraordinarias para hacer muchas cosas, tanto en el transporte por agua como en la agricultura, en las exploraciones geológicas, etc., etc. i i Y al cabo de estos cuatro meses, los mencheviques y los eseristas se ven obligados a confesar oficialmente la "pasividad completa" de los organismos de control anejos al Gobierno!!

 

iY hoy (escribimos estas líneas precisamente en vísperas de la apertura de la Conferencia Democrática, convocada para el 12 de septiembre 83), esos mismos mencheviques y eseristas proclaman, con empaque de sesudos estadistas, que aún puede ponerse remedio a la situación, sustituyendo la coalición con los demócratas constitucionalistas por una coalición con los Kit Kítich 84 de la industria y del comercio, con los Riabushinski, los Búblikov, los Teréschenko y Cía.!

¿Cómo se explica, puede preguntarse, esta asombrosa ceguera de los mencheviques y los eseristas? ¿Debemos considerarlos "como recién nacidos en política", que por su extremo candor y cortos alcances no saben lo que hacen y se equivocan de buena fe? ¿O será que las abundantes poltronas de ministro, viceministro, gobernador general, comisario, etc., etc., tienen la virtud de originar una ceguera especial, "política"?

 

83   La Conferencia Democrática de toda Rusia fue convocada por el CEC mencheviques-eseristas de los Soviets para resolver el problema del poder. Sin embargo, el verdadero fin que se señalaron sus organizadores consistía en desviar la atención de las masas populares de la creciente revolución. Fue anunciada al principio para el 12 (25) de septiembre; más tarde se aplazó y tuvo lugar del 14 al 22 de septiembre (27 de scptiembre-5 de octubre) de 1917, en Petrogrado, asistiendo a ella más de 1.500 personas. Los líderes mencheviques y eseristas adoptaron todas las medidas necesarias para disminuir la representación de las masas obreras y campesinas y aumentar el número de delegados de diversas organizaciones pequeñoburguesas y burguesas, asegurándose as! la mayoría en la Conferencia. De ahí que se diera mayor representación a las administraciones autónomas urbanas, que tuvieron 300 delegados; a los zemstvos, 200, y a las cooperativas controladas por los mencheviques y eseristas, 120. A los Soviets de diputados obreros y soldados, por el contrario, que representaban a la inmensa mayoría del pueblo, se les concedió en total 230 puestos.

 

En su sesión del 3 (16) de septiembre, el CC del POSO (b) de Rusia resolvió participar en la Conferencia y envió a las organizaciones locales del Partido una circular en la que instó a "empeñar todos los esfuerzos para crear el grupo más numeroso y unido posible, integrado por los miembros de nuestro Partido que participen en la Conferencia". Los bolcheviques asistieron a ese foro con el fin de utilizarlo como tribuna para desenmascarar a los mencbeviques y los eseristas.

En la carta Los bolcheviques deben tomar el poder, dirigida al Comité Central y a los comités de Petersburgo y Moscú del POSD (b) de Rusia, y en la titulada El marxismo y la insurrección, que dirigió al Comité Central del POSD (b) de Rusia (véase el presente volumen, págs. 247-249, 250-256), Lenin trazó la táctica de los bolcheviques en relación con la próxima Conferencia.

 

La Conferencia Democrática acordó organizar el llamado Anteparlamento (Consejo Democrático de toda Rusia), compuesto de delegados a la misma.

 

En la primera sesión del Anteparlamento (23 de septiembre) se ratificó el acuerdo a que habían llegado los eseristas y mencheviques con los demócratas constitucionalistas de formar una nueva coalición gubernamental. El nuevo Gobierno Provisional de coalición aprobó un Reglamento, según el cual el Anteparlamento deberla denominarse Consejo Provisional de la República de Rusia y no ser más que un organismo consultivo adjunto al Gobierno. Pasaron a formar parte de él representantes de organizaciones e instituciones burguesas y terratenientes (el Partido Demócrata Constitucionalista y otros). Fue un intento de sembrar ilusiones parlamentarias entre el pueblo y frenar el desarrollo de la revolución socialista

 

El 21 de septiembre (4 de octubre), el CC del POSD (b) de Rusia acordó retirar a los bolcheviques de la presidencia de la Conferencia, pero no abandonar esta última. Se decidió, por 9 votos contra 8, no formar parte del Anteparlamento. En vista de que los votos se hablan divididos por mitad, se decidió transmitir la solución definitiva del problema a una conferencia del Partido, la cual debla "organizarse en seguida con la minoría, que estaba reunida, de la Conferencia Democrática". En el acta de la sesión del CC se dice más adelante que en la Conferencia se acordó, por 77 votos contra 50, participar en el Anteparlamento, acuerdo que fue ratificado por el Comité Central.

 

Lenin criticó los errores de táctica de los bolcheviques respecto a la Conferencia Democrática; exigió categorialmente  que los bolcheviques abandonaran el Anteparlamento y recalcó la necesidad de consagrar todas las energías a preparar la insurrección. El Comité Central del Partido discutió la proposición de Lenin y acordó que los bolcheviques se retirasen del Anteparlamento, habiendo vencido la resistencia de Kámenev, Ríkov y otros capituladores que defendían la participación. El 7 (20) de octubre, día de inauguración del Anteparlamento, los bolcheviques dieron lectura a una declaración y seguidamente lo abandonaron. -165.

 

 

84  Kit Kítich o Tit Títich: personaje de la comedia Pagan justos por pecadores, del escritor ruso A. Ostrovski. Tipo de déspota inculto, salvaje y cerril. -165.

 

Las medidas de control son conocidas de todos y fácilmente aplicables

 

Puede surgir la pregunta de si los medios y las medidas de control no son algo extraordinariamente complicado, difíciles, jamás experimentados y hasta desconocidos. ¿No se deberán las dilaciones a que los estadistas del Partido Demócrata Constitucionalista, de la clase industrial y comercial, así como de los partidos eserista y menchevique, llevan ya medio año esforzándose a más no poder por indagar, estudiar y descubrir las medidas y los medios de control, sin que hayan llegado todavía a una solución del problema, dada su extraordinaria dificultad?

 

iNi mucho menos! Lo que se quiere es "dar gato por liebre" y presentar las cosas de esa forma a los mujiks incultos, analfabetos y oprimidos y a los pequeños burgueses, que creen en todo y no ahondan en nada. La realidad es que incluso el zarismo, incluso el "viejo régimen", al crear los comités de la industria de guerra 85 conocía la medida fundamental, el medio principal y la vía del control: agrupar a la población por profesiones, por firmes y ramas de trabajo, etc. Pero el zarismo temía que la población se agrupase, y por ello recurría a todo para limitar y obstaculizar artificialmente esa vía y ese medio de control, tan universalmente conocidos, tan fáciles y tan aplicables.

 

85 Los comités de la industria de guerra fueron creados en mayo de 1915 en Rusia por la gran burguesía imperialista para ayudar al zarismo a hacer la guerra. El Comité Central de la industria de guerra estuvo presidido por A. Guchkov, gran capitalista y líder de los octubristas. Tratando de someter a los obreros a su influencia y de inculcarles ideas defensistas, la burguesía organizó "grupos obreros" anejos a dichos comités para mostrar asl que en Rusia se había establecido la "paz de clases" entre la burguesía y el proletariado. Los bolcheviques declararon el boicot a los comités de la industria de guerra y lo aplicaron eficazmente con el apoyo de la mayor\a de los obreros. -166

 

Todos los Estados beligerantes, que sufren el peso extraordinario y las calamidades de la guerra, que sufren -en grado mayor o menor- la ruina y el hambre, han trazado, determinado, aplicado y probado hace ya mucho toda una serie de medidas de control, que se reducen casi siempre a agrupar a la población, a crear o fomentar asociaciones de tipos diversos vigiladas por el Estado, en las que participan sus representantes, etc., etc. Estas medidas de control son conocidas de todos, y sobre ellas se ha hablado y escrito mucho. Las leyes relativas al control dictadas por las potencias beligerantes más adelantadas han sido traducidas al ruso o expuestas con todo detalle en la prensa de nuestro país.

 

Si nuestro Estado quisiera realmente aplicar el control de un modo serio y efectivo; si sus instituciones no se hubiesen condenado ellas mismas a "la pasividad completa" con su servilismo ante los capitalistas, le bastaría con extraer a manos llenas medidas de control, ya conocidas y aplicadas, del copioso depósito existente. El único obstáculo que se alza en ese camino -obstáculo que ocultan al pueblo los demócratas constitucionalistas, eseristas y mencheviques- era y sigue siendo que el control pondría al descubierto las fabulosas ganancias de los capitalistas y las frustraría.

 

Para esclarecer mejor esta cuestión importantísima (que equivale, en el fondo, a la cuestión del programa de todo Gobierno realmente revolucionario que quiera salvar a Rusia de la guerra y del hambre), enumeraremos y examinaremos por separado las más importantes medidas de control.

 

Veremos que a un Gobierno que se denominase democrático revolucionario no sólo en tono de burla, le habría bastado con decretar (prescribir, ordenar), ya en su primera semana de vida, la implantación de las principales medidas de control; con imponer castigos serios, no irrisorios, a los capitalistas que pretendieran burlar de manera fraudulenta esas medidas, e invitar a la población a vigilar por sí misma a los capitalistas, a comprobar si cumplen o no honradamente las disposiciones acerca del control, y éste habría sido implantado en Rusia hace ya mucho.

 

He aquí las medidas más importantes:

 

1. Fusión de todos los bancos en un banco único y control por el Estado de sus operaciones, o nacionalización de los bancos.

2. Nacionalización de los consorcios, es decir, de las asociaciones más importantes, monopolistas, de los capitalistas (consorcios azucarero, petrolero, hullero, metalúrgico, etc.).

3. Abolición del secreto comercial.

4. Sindicación obligatoria (es decir, agrupación obligatoria) de los industriales, los comerciantes y los patronos en general.

 5. Agrupación obligatoria de la población en sociedades de consumo o fomento y control de estas organizaciones.

Veamos ahora qué importancia tendría cada una de estas medidas, siempre y cuando se implantase por vía democrática revolucionaria.

 

                     La nacionalización de los bancos

 

Los bancos son, como se sabe, centros de la vida económica moderna, los principales centros nerviosos de todo el sistema capitalista de economía nacional. Hablar de "reglamentar la vida económica" y eludir el problema de la nacionalización de los bancos significa hacer gala de una ignorancia supina o engañar a la "plebe" con frases pomposas y promesas altisonantes, que de antemano se ha resuelto no cumplir.

 

Es un absurdo querer controlar y regular el suministro de cereales o, en general, la producción y la distribución de los productos si, al mismo tiempo, no se controlan y regulan las operaciones bancarias. Es algo así como lanzarse a la caza de unos "kopeks" problemáticos y cerrar los ojos ante millones de rublos. Los bancos modernos están tan estrecha e indisolublemente entrelazados con el comercio (con el de cereales y con todo el comercio en general) y con la industria que sin "meterles mano" no se puede hacer absolutamente nada serio, nada "democrático revolucionario".

 

Pero ¿quizá eso de que el Estado "meta mano" a los bancos sea una operación muy difícil y complicada? Habitualmente se pinta así la cosa -la pintan así, claro está, los capitalistas y sus abogados, que se benefician con ello- para asustar a los filisteos.

 

En realidad, la nacionalización de los bancos, que no priva de un solo kopek a ningún "propietario", no ofrece absolutamente la menor dificultad de orden técnico o cultural, y si se demora es exclusivamente por la sórdida codicia de un insignificante puñado de ricachones. Si se confunde tan a menudo la nacionalización de los bancos con la confiscación de los bienes privados, la culpa de que se propague esta confusión de conceptos la tiene la prensa burguesa, interesada en engañar a la gente.

 

La propiedad de los capitales con que operan los bancos y que se concentran en ellos se acredita por medio de certificados impresos o manuscritos, a los que se da el nombre de acciones, obligaciones, letras de cambio, recibos, etc. Con la nacionalización de los bancos, es decir, con la fusión de todos los bancos en un solo Banco del Estado, no se anulada ni modificaría ninguno de esos certificados. Quien poseyese quince rublos en su cartilla de ahorros seguiría poseyendo los mismos quince rublos después de implantada la nacionalización de los bancos, y quien poseyese quince millones, seguiría poseyéndolos, incluso después de adoptada esta medida, en forma de acciones, obligaciones, letras de cambio, resguardos de mercancías, etc.

 

¿En qué estriba, pues, la importancia de la nacionalización de los bancos?

 

En que es imposible ejercer un verdadero control de los diferentes bancos y de sus operaciones (aun suponiendo que se suprima el secreto comercial, etc.), pues no se puede vigilar el complicadísimo, enredadísimo y astutísimo tejemaneje a que se recurre al confeccionar los balances, al fundar empresas y sucursales ficticias, al hacer intervenir a hombres de paja, etc., etc. Sólo la fusión de todos los bancos en un banco único, sin que esto implique la menor modificación de las relaciones de propiedad; sin que, repetimos, se le quite un solo kopek a ningún propietario, ofrece la posibilidad de implantar un control efectivo, a condición, claro está, de que se apliquen a la vez todas las demás medidas antes mencionadas. Sólo nacionalizando los bancos podrá conseguirse que el Estado sepa a dónde y cómo, de dónde y cuándo se desplazan los millones y los miles de millones. Y sólo este control de los bancos, del centro, eje principal y mecanismo básico de la circulación capitalista, permitiría organizar de hecho, y no de palabra, el control de toda la vida económica, de la producción y la distribución de los productos más importantes, organizar "la reglamentación de la vida económica", que, de otro modo, está condenada a seguir siendo inevitablemente un tópico de los ministros para engañar al vulgo. Sólo el control de las operaciones bancarias, a condición de que se concentren en un solo banco perteneciente al Estado, permitirá organizar, previa aplicación de otras medidas fácilmente implantables, la recaudación efectiva del impuesto de utilidades sin que haya ocultaciones de bienes e ingresos, pues el impuesto de utilidades sigue siendo hoy, en gran parte, una ficción.

 

 

Bastaría precisamente con decretar la nacionalización de los bancos: sus propios directores y empleados se encargarían de llevarla a la práctica. Para ello no hace falta ningún mecanismo especial ni se requieren preparativos especiales por parte del Estado. Esta medida puede ser implantada precisamente por decreto, "de un solo golpe". Porque el propio capitalismo, que en su desarrollo ha llegado a idear las letras de cambio, las acciones, las obligaciones, etc., se ha encargado de crear la posibilidad económica de aplicarla. Lo único que falta es unificar la contabilidad; y si el Estado democrático revolucionario ordenara que en cada ciudad se convocasen inmediatamente, por telégrafo, asambleas y, en las provincias y por todo el país, congresos de directores y empleados de Banca para fusionar sin demora todos los bancos en un solo Banco del Estado, esta reforma sería realizada en el transcurso de unas semanas. Por supuesto, serían precisamente los directores y los altos empleados quienes opondrían resistencia, quienes tratarían de engañar al Estado, de dar largas al asunto, etc., pues esos caballeros -y ahí está el quid de la cuestión perderían puestos muy rentables y la posibilidad de operaciones fraudulentas muy lucrativas. Pero no existe la menor dificultad técnica para la fusión de los bancos. Y si el poder del Estado fuese revolucionario no sólo de palabra ( es decir, si no temiese romper con la inercia y la rutina); si fuese democrático no sólo de palabra (es decir, si obrase en interés de la mayoría del pueblo y no de un puñado de ricachos), bastaría con decretar la confiscación de bienes y el encarcelamiento de los directores, consejeros y grandes accionistas como castigo por la menor dilación y por las tentativas de ocultar los saldos de cuentas y otros documentos; bastaría con organizar aparte, por ejemplo, a los empleados pobres, y premiarlos por descubrir fraudes y dilaciones de los ricos, para que la nacionalización de los bancos avanzara lisa y llanamente, con la velocidad de una centella.

 

La nacionalización de los bancos reportaría ventajas inmensas a todo el pueblo, y especialmente no a los obreros (pues los obreros tienen poco que ver con los bancos), sino a la masa de campesinos e industriales modestos. El ahorro de trabajo que ello representaría sería gigantesco, y suponiendo que el Estado conservase el mismo número de empleados de Banca que hasta aquí, se habría dado un gigantesco paso adelante en el sentido de universalizar el uso de los bancos, multiplicar sus sucursales, hacer más asequibles sus operaciones, etc., etc. Serían precisamente los pequeños propietarios, los campesinos, quienes podrían obtener créditos en condiciones muchísimo más fáciles y asequibles. Y el Estado tendría por vez primera la posibilidad: primero, de conocer, sin que nadie pudiera ocultárselas, las operaciones financieras más importantes; luego, de controlarlas; después, de regular la vida económica y, finalmente, de obtener millones y miles de millones para las grandes operaciones del Estado, sin necesidad de abonar a los señores capitalistas "comisiones" fabulosas por sus "servicios". Por eso -y sólo por eso-, todos los capitalistas, todos los profesores burgueses, toda la burguesía y todos los Plejánov, Potrésov y Cía. a su servicio se muestran dispuestos a luchar, babeando de rabia, contra la nacionalización de los bancos; a inventar miles de objeciones a esta medida facilísima y urgentísima, pese a ser una medida que, incluso desde el punto de vista de la "defensa" del país (es decir, desde el punto de vista militar), significaría una ventaja gigantesca: y reforzaría en grado extraordinario la "potencia militar" del país.

 

Se nos podrá, quizá, objetar: ¿por qué, entonces, países tan avanzados como Alemania y los Estados Unidos de Norteamérica practican una excelente "reglamentación de la vida económica" sin pensar siquiera en nacionalizar los bancos?

 

Porque -respondemos- estos Estados, aun siendo el uno monarquía y el otro república, son ambos no sólo capitalistas, sino imperialistas. Y como tales, efectúan por vía burocrática reaccionaria las reformas que necesitan. Pero nosotros hablamos aquí de la vía democrática revolucionaria.

 

Esta "pequeña diferencia" tiene una importancia muy esencial. Por lo general, "no es costumbre'' pararse a meditar en ella. En nuestro país (y principalmente entre los eseristas y los mencheviques), las palabras "democracia revolucionaria" se han convertido casi en una frase convencional, en algo parecido a la expresión de "A Dios gracias", que emplean también personas no tan ignorantes como para creer en Dios, o a la expresión de "respetable ciudadano", que se usa a veces dirigiéndose incluso a los colaboradores de Den o de Edinzstv, aunque casi todas comprenden que estos periódicos han sido fundados y son sostenidos por los capitalistas para defender los intereses de los capitalistas y que, por lo tanto, la colaboración en ellos de sedicentes socialistas tiene muy poco de "respetable".

 

Para quien no emplee las palabras "democracia revolucionaria" como una pomposa frase estereotipada, como un tópico convencional, y se pare a pensar en lo que significan, ser demócrata es tener presentes de verdad los intereses de la mayoría del pueblo, y no los de la minoría; ser revolucionario es demoler del modo más resuelto e implacable todo lo nocivo y caduco.

 

Que nosotros sepamos, ni los gobiernos ni las clases gobernantes de Norteamérica y Alemania aspiran al título de "democracia revolucionaria", que reivindican para sí (y prostituyen) nuestros eseristas y mencheviques.

 

En Alemania son  cuatro, en total, los grandes bancos privados que tienen una importancia nacional; en los Estados U nidos, sólo dos. A los reyes financieros de estos bancos les es más fácil, más cómodo y más ventajoso asociarse en privado, en secreto, reaccionariamente, y no_ por procedimientos revolucionarios; burocráticamente, y no por vía democrática; sobornando a los funcionarios públicos (pues eso es norma general, lo mismo en Norteamérica que en Alemania) y manteniendo el carácter privado de los bancos precisamente para poder conservar el secreto de las operaciones, para poder seguir estrujando a ese mismo Estado millones y más millones de "superganancias" y asegurar fraudulentas manipulaciones financieras.

 

Tanto Norteamérica como Alemania "reglamentan la vida · económica" de tal modo que se crea un presidio militar para los obreros (y, en parte, también para los campesinos) y un paraíso para los banqueros y capitalistas. Toda su reglamentación consiste en "apretar" a los obreros hasta llevarlos al hambre, mientras que a los capitalistas se les garantizan (bajo cuerda, por vía reaccionaria burocrática) ganancias mayores que antes de la guerra.

 

Ese camino es plenamente posible también para la Rusia republicana imperialista. Es el camino que siguen, en efecto, no sólo los Miliukov y los Shingariov, sino también Kerenski, al unísono con Teréschenko, Nekrásov, Bematski, Prokop6vich y Cía., los cuales difunden asimismo, de un modo burocrático reaccionario, la "intangibilidad" de los bancos y su derecho sagrado a percibir fabulosas ganancias. Será mejor decir la verdad: en la Rusia republicana reglamentarían de buen grado la vida económica por procedimientos burocráticos reaccionarios, si no fuera porque tropiezan "a menudo" con la dificultad que supone la existencia de los "Soviets", esos Soviets que el Komilov número 1 no logró disolver, pero que tratará de disolver el KornHov número 2 ...

 

Esa será la verdad. Y esta verdad sencilla, aunque amarga, contribuirá más a abrir los ojos al pueblo que las dulzarronas mentiras acerca de "nuestra" "gran" democracia "revolucionaria”...

 

                                                   * * *

 

La nacionalización de los bancos facilitaría extraordinariamente la nacionalización simultánea de los seguros, es decir, la fusión de todas las compañías de seguros en una sola, la centralización de sus actividades y su control por el Estado. Los congresos de empleados de esas compañías se encargarían, también en este caso, de realizar la fusión inmediatamente y sin ningún género de dificultades, tan pronto como el Estado democrático revolucionario lo decretara y ordenara a los directores de los consejos de administración y a los grandes accionistas efectuar esa fusión sin la menor demora y bajo su estricta responsabilidad personal. Los capitalistas han invertido en los seguros cientos de millones. Todo el trabajo lo hacen los empleados. La fusión de las compañías de seguros contribuiría a rebajar las primas del seguro, reportaría numerosas ventajas y facilidades a todos los asegurados y permitiría ampliar ·el número de éstos con el mismo gasto de medios y energías. Fuera de la inercia, la rutina y el egoísmo de un puñado de personas que disfrutan de canonjias, no hay absolutamente nada que se oponga a esta reforma, la cual, además, reforzaría la "capacidad defensiva" del país, ahorrando trabajo del pueblo y brindando no de palabra, sino de hecho, muchas y muy importantes posibilidades de "reglamentar la vida económica".


 

             La nacionalización de los consorcios capitalistas

 

El capitalismo se distingue de los viejos sistemas económicos precapitalistas en que ha creado la más estrecha conexión e interdependencia de las distintas ramas de la economía nacional. De no ocurrir eso, sería técnicamente imposible -dicho sea de pasada- el menor avance hacia el socialismo. Con el predominio de los bancos sobre la producción, el capitalismo moderno ha llevado a su punto culminante dicha interdependencia de las distintas ramas de la economía nacional. Los bancos están entrelazados indisolublemente con las ramas más importantes de la industria y del comercio. Eso quiere decir, de una parte, que es imposible nacionalizar sólo los bancos sin adoptar medidas encaminadas a implantar el monopolio estatal de los consorcios comerciales e industriales (del azúcar, del carbón, del hierro, del petróleo, etc.), sin nacionalizarlos. Eso quiere decir, de otra parte, que la reglamentación de la vida económica, si se realiza en serio, exige la nacionalización simultánea de los bancos y de los consorcios.

 

Tomemos, por ejemplo, el consorcio azucarero. Se creó ya bajo el zarismo y dio origen a una gran agrupación capitalista de fábricas magníficamente montadas; y esta asociación, empapada, como es lógico, del espíritu más reaccionario y burocrático, garantizaba a los capitalistas ganancias escandalosas, mientras que para los' obreros y empleados significaba la absoluta privación de derechos y un régimen de humillación, opresión y esclavitud. El Estado controlaba y regulaba ya entonces la producción en interés de los magnates, de los ricos.

 

En este caso, bastara con transformar la regulación burocrática reaccionaria en democrática revolucionaria mediante simples decretos que convocasen un congreso de empleados, ingenieros, directores y accionistas, implantasen un sistema único de rendición de cuentas, el control de los sindicatos obreros, etc. Es la cosa más sencilla, i iy, sin embargo, no se hace! ! La república democrática sigue respetando, de hecho, la reglamentación burocrática reaccionaria de la industria del azúcar, y todo continúa como antes: despilfarro de trabajo del pueblo, estancamiento y rutina, enriquecimiento de los Bóbrinski y los Teréschenko. Llamar a la democracia, y no a la burocracia, Llamar a los obreros y los empleados, y no a los "reyes del azúcar", a desplegar su iniciativa propia: eso es lo que podría y debería hacerse en unos cuantos días, de un solo golpe, si los eseristas y los mencheviques no alucinaran al pueblo con sus planes de "coalición" precisamente con esos reyes del azúcar; de una coalición con los ricos, a causa y a consecuencia de la cual es inevitable de todo punto "la pasividad completa" del Gobierno en cuanto a la reglamentación de la vida económica *.

 

 

* Escritas  estas líneas, leo en la prensa que el Gobierno Kerenski implanta el monopolio del azúcar; i i huelga decir que lo implanta de un modo burocrático reaccionario, sin reunir en congresos a los empleados y los obreros, sin publicidad, sin meter en cintura  a los capitalistas!!

 

Fijémonos en la industria petrolera. Ha sido ya "socializada" en proporciones gigantescas por el desarrollo anterior del capitalismo. Un par de reyes del petróleo maneja millones y cientos de millones, dedicándose a cortar cupones y embolsarse ganancias fabulosas de un "negocio" que está ya, de hecho, organizado técnica y socialmente a escala nacional y es dirigido ya por cientos y miles de empleados, ingenieros, etc. La nacionalización de la industria petrolera puede efectuarse inmediatamente y es, además, una medida obligada para un Estado democrático revolucionario, sobre todo si ese Estado atraviesa una crisis gravísima, en la que urge ahorrar a todo trance trabajo del pueblo y aumentar la producción de combustible. Huelga decir que un control burocrático no serviría de nada ni haría cambiar nada, pues los "reyes del petróleo" vencerían a los Teréschenko y los Kerenski, a los Avxéntiev y los Skóbelev con la misma facilidad con que vendan a los ministros zaristas. Los vencerían con dilaciones, excusas y promesas y, luego, con el soborno directo e indirecto de la prensa burguesa (la llamada "opinión pública", a la que "tienen en cuenta" los Kerenski y los Avxéntiev) y de los funcionarios públicos (a quienes los Kerenski y los Avxéntiev mantienen en sus antiguos puestos en el viejo aparato estatal, hasta ahora in tacto).

 

Para hacer algo serio hay que pasar, y pasar con procedimientos verdaderamente revolucionarios, de la burocracia a la democracia, es decir, declarar la guerra a los reyes del petróleo y a los accionistas, decretar la confiscación de sus bienes y el encarcelamiento de cuantos den largas a la nacionalización de la industria petrolera, oculten los ingresos o los balances, saboteen la producción o no adopten las medidas conducentes a elevarla. Hay que apelar a la iniciativa de los obreros y los empleados, convocarlos sin demora a conferencias y congresos y poner en sus manos una determinada parte de las ganancias, a condición de que asuman el control en todos sus aspectos y velen por el aumento de la producción. Si esos pasos democráticos revolucionarios se hubiesen dado sin dilación, inmediatamente, en abril de 1917, Rusia, uno de los países más ricos del mundo por sus reservas de combustible liquido, habría podido hacer mucho, muchísimo, durante el verano para abastecer por vía acuática al pueblo del combustible necesario.

 

Ni el Gobierno burgués ni el Gobierno de coalición eserista- menchevique-demócrata constitucionalista han hecho absolutamente nada: se han limitado a jugar burocráticamente a las reformas. No se han atrevido a dar un solo paso democrático revolucionario. Los mismos reyes del petróleo y el mismo estancamiento, el mismo odio de los obreros y empleados a los explotadores, la misma desorganización sobre esa base, el mismo despilfarro de trabajo del pueblo. Todo sigue como en tiempos del zarismo, i lo único que ha cambiado es el membrete de los papeles que salen y entran en las oficinas "republicanas”!

 

En la industria hullera, no menos "preparada" para la nacionalización por su nivel técnico y cultural, y administrada no menos desvergonzadamente por los saqueadores del pueblo, por los reyes del carbón, podemos registrar numerosos y muy evidentes hechos de sabotaje descarado, de franco deterioro y paralización de la producción por los industriales. Hasta un órgano gubernamental menchevique, Rabóchaya Gazeta, ha tenido que reconocer esos casos. ¿y qué se ha hecho? No se ha hecho absolutamente nada; no se ha hecho más que reunir las antiguas conferencias "paritarias", burocráticas y reaccionarias, informadas en partes iguales por representantes de los obreros y de los bandidos del consorcio hullero! ! i No se ha dado ni un solo paso democrático revolucionario, no se ha hecho ni un asomo de tentativa de implantar el único control efectivo, el control desde abajo, por conducto del sindicato de empleados, a través de los obreros, aterrorizando a esos industriales hulleros, que llevan al país a la ruina y paralizan la producción! I Cómo se puede hacer eso, cuando "todos" somos partidarios de la "coalición", si no con los demócratas constitucionalistas, por lo menos con los medios comerciales e industriales! ¡y la coalición significa precisamente dejar el poder en manos de los capitalistas, mantener su impunidad, permitirles obstruccionar, inculpar de todo a los obreros, agravar la ruina y preparar, de este modo, una nueva korniloviada !

 

                    La abolición del secreto comercial

 

Sin abolir el secreto comercial, el control de la producción y de la distribución no irá más allá de una promesa vacua, útil únicamente para que los demócratas constitucionalistas engañen a los eseristas y a los mencheviques, y éstos, a su vez, a las clases trabajadoras, o se realizará sólo con medidas y procedimientos burocráticos reaccionarios. Y a pesar de que esto es evidente para toda persona imparcial, a pesar del tesón con que Pravda * ha venido insistiendo en la necesidad de abolir el secreto comercial (campaña que ha contribuido, por cierto, en grado considerable a que el Gobierno Kerenski, sumiso al capital, suspendiese el periódico), ni nuestro Gobierno republicano ni "los organismos competentes de la democracia revolucionaria" han reflexionado siquiera en esta exigencia elemental de todo control verdadero.

 

* Véase Obras Completas, Tomo 32, págs. 218-219, 340, 341-343, 418-420, 421-423, 424-426. -Ed.

 

Ahí está precisamente la clave de todo control. Este es cabalmente el punto más sensible del capital, que saquea al pueblo y sabotea la producción. Y ésta es justamente la razón de que los eseristas y los mencheviques no se atrevan a tocar este punto.

 

El argumento habitual de los capitalistas, que la pequeña burguesía repite sin pararse a pensar, consiste en que la economía capitalista no admite en absoluto la abolición del secreto comercial, pues la propiedad privada de los medios de producción Y la dependencia de las distintas empresas respecto del mercado imponen la "sacrosanta intangibilidad" de los libros y de las operaciones comerciales, incluyendo, como es natural, las operaciones bancarias.

 

Quienes repitan, de una forma o de otra, este argumento u otro semejante, se engañarán a sí mismos y engañarán al pueblo, cerrando los ojos ante dos hechos fundamentales, importantísimos y universalmente conocidos de la vida económica actual. Primer hecho: el gran capitalismo, es decir, las peculiaridades económicas de los bancos, consorcios, grandes fábricas, etc. Segundo hecho: la guerra.

 

Es precisamente el gran capitalismo moderno, que se está transformando por doquier en capitalismo monopolista, el que priva de toda sombra de razón al secreto comercial y lo convierte en una hipocresía, en un instrumento manejado exclusivamente para ocultar las trampas financieras y las ganancias inauditas del gran capital. La gran empresa capitalista es, por su propia naturaleza técnica, una empresa socializada, es decir, que trabaja para millones de personas y que agrupa con sus operaciones, directa e indirectamente, a cientos, miles y decenas de miles de familias. iEs algo muy distinto de la empresa del pequeño artesano o de la hacienda del campesino medio que, en general, no llevan libros comerciales de ningún género y a quienes, por tanto, no afecta la abolición del secreto comercial!

 

En la gran empresa, las operaciones son conocidas, de todos modos, por cientos y cientos de personas. La ley que garantiza el secreto comercial no tiende en este caso a proteger las necesidades de la producción o del intercambio, sino que sirve a la especulación y al lucro en su forma más brutal, al fraude descarado, que, como se sabe, está extendido de manera singular en las sociedades anónimas y se encubre con gran habilidad en las memorias y en los balances, aderezados cuidadosamente para engañar al público.

 

Si en la pequeña producción de mercancías -es decir, entre los pequeños campesinos y los artesanos, donde la producción no está socializada, sino atomizada, dispersa- el secreto comercial es inevitable, en la gran empresa capitalista, por el contrario, proteger ese secreto significa salvaguardar los privilegios y las ganancias de un puñado, literalmente de un puñado, de hombres contra todo el pueblo. Esto lo reconocen ya hasta las leyes, por cuanto prescriben la publicación de las memorias de las sociedades anónimas. Pero este control -implantado ya en todos los países avanzados y que rige también en Rusia- es precisa mente un control burocrático reaccionario, que no abre los ojos al pueblo, que no le per mite conocer toda la verdad acerca de las operaciones de esas sociedades.

 

Para proceder como demócratas revolucionarios habría que dictar sin demora una ley de carácter distinto, que declarara abolido el secreto comercial, obligara a las grandes empresas y a los ricos a rendir cuentas con todo detalle y concediera a cualquier grupo de ciudadanos lo suficientemente numeroso para considerarlo democrático (digamos de unos 1.000 ó 10.000 electores) .el derecho de comprobar todos los documentos de cualquier gran empresa. Esta medida es plena y fácilmente aplicable por simple decreto; sólo ella daría vía libre a la iniciativa popular en el control a través de los sindicatos de empleados, de los sindicatos obreros y de todos los partidos políticos; sólo ella haría que el control fuese serio y democrático.

 

A esto viene a añadirse la guerra. La inmensa mayoría de las empresas comerciales e industriales no trabajan hoy para "el mercado libre", sino para el Tesoro, para la guerra. Por eso hube de decir en Pravda que mienten, y mienten tres veces, quienes pretenden refutamos con el argumento de que es imposible implantar el socialismo, pues no se trata de implantar el socialismo ahora, en el acto, de la noche a la mañana, sino de denunciar La dilapidación de fondos públicos*.

 

* Véase Obras Completas, Tomo 32, págs.- 341-343. Ed

 

La economía capitalista "al servicio de la guerra" ( es decir, la economía directa o indirectamente relacionada con los suministros de guerra) es la dilapidación de los fondos públicos sistemática y legalizada, y los señores demócratas constitucionalistas, y con ellos los mencheviques y los eseristas, que se oponen a la abolición del secreto comercial, no son más que cómplices y encubridores de la dilapidación del Tesoro.

 

La guerra cuesta hoy a Rusia cincuenta millones de rublos diarios. La mayor parte de esos cincuenta millones va a parar a manos de los proveedores del ejército. De esos cincuenta millones, cinco millones diarios, por lo menos, y muy probablemente hasta diez millones e incluso más, constituyen "los ingresos no pecaminosos" de los capitalistas y de los funcionarios públicos confabulados con ellos de una manera o de otra. Las compañías y los bancos más importantes que adelantan el dinero para las operaciones de suministros de guerra se embolsan de este modo ganancias inauditas, se lucran precisamente dilapidando el Tesoro, pues no puede darse otro nombre a este engaño y a esta esquilmación del pueblo "con motivo" de las calamidades de la guerra, "con motivo" de la muerte de cientos de miles y millones de hombres.

 

"Todos" conocen esas ganancias escandalosas amasadas con los suministros de guerra, "todos" tienen noticia de "las cartas de garantía" ocultadas por los bancos, "todos" saben quiénes se enriquecen con la carestía, cada vez mayor; en la "sociedad" se habla de ello con una sonrisilla irónica, e incluso la prensa burguesa, que por lo general silencia los hechos "desagradables" y elude los problemas "delicados", contiene no pocas alusiones concretas a esos asuntos. i i Todos lo saben y todos lo callan y lo _ toleran, todos transigen con el Gobierno, que habla grandilocuentemente de "control" y de "reglamentación"!!

 

 Los demócratas revolucionarios, si fuesen revolucionarios y demócratas de verdad, dictarían inmediatamente una ley que aboliera el secreto comercial, que obligara a los proveedores y a los negociantes a rendir cuentas y les prohibiera cambiar de actividad sin permiso de las autoridades; una ley que decretase la confiscación de bienes y el fusilamiento* para castigar las ocultaciones y los fraudes al pueblo y organizase el control y la fiscalización desde abajo, de un modo democrático, por el propio pueblo, por los sindicatos de empleados, por los sindicatos obreros, por las asociaciones de consumidores, etc.

 

 

* En la prensa bolchevique he señalado ya que la aplicación de la pena de muerte por los explotadores contra las masas trabajadoras, para defender la explotación, es el único argumento justo que puede invocarse contra la pena capital. (Véase el presente volumen, págs. 98-1O1. -Ed.) Un Gobierno revolucionario, sea el que sea, difícilmente podrá prescindir de la pena de muerte contra los explotadores (es decir, contra los terratenientes y los capitalistas).

 

Nuestros eseristas y mencheviques se merecen plenamente la denominación de demócratas atemorizados, pues en este problema no hacen más que repetir lo que dicen todos los pequeñoburgueses atemorizados: que los capitalistas "huirían" si se aplicasen medidas "demasiado severas"; que "nosotros" no podríamos salir adelante sin los capitalistas; que, quizá, esas medidas "ofenderían" también a los millonarios anglo-franceses, quienes, como se sabe, nos "apoyan", etc., etc. Podría creerse que los bolcheviques proponemos algo nunca visto en la historia de la humanidad, algo jamás ensayado, "utópico". Pero la realidad es que hace ya más de ciento veinticinco años, en Francia, unos hombres que eran auténticos "demócratas revolucionarios", unos hombres realmente convencidos del carácter justo y defensivo de la guerra que hadan, unos hombres que se apoyaban de veras en las masas populares, sinceramente convencidas de lo mismo que ellos, supieron implantar un control revolucionario sobre los ricos y obtener resultados que admiraron al mundo entero. Y en los ciento veinticinco años transcurridos desde entonces, el desarrollo del capitalismo, con la creación de bancos, consorcios, ferrocarriles, etc., etc., ha hecho cien veces más fáciles y más simples las medidas de un control verdaderamente democrático de los obreros y los campesinos sobre los explotadores, sobre los terratenientes y los capitalistas.

 

En el fondo, todo el problema del control se reduce a saber quién fiscaliza a quién, es decir, qué clase es la fiscalizadora y cuál la fiscalizada. Con la participación de "los organismos habilitados" de una pretendida democracia revolucionaria, en nuestro país, en la Rusia republicana, se sigue reconociendo y manteniendo hasta hoy en el papel de fiscalizadores a los terratenientes y los capitalistas. Consecuencias inevitables de ello son el saqueo de los capitalistas, que provoca la indignación general del pueblo, y la ruina, mantenida artificialmente por los capitalistas. Hay que pasar de manera resuelta y definitiva-sin temor a romper con lo viejo, sin temor a construir con audacia lo nuevo- al control de los obreros y los campesinos sobre los terratenientes y los capitalistas. Pero nuestros eseristas y mencheviques temen eso más que al fuego.

 

 

La agrupación obligatoria de los capitalistas en consorcios

 

La sindicación obligatoria, o sea, la agrupación obligatoria de los industriales, por ejemplo, en consorcios, rige ya prácticamente en Alemania. Tampoco esta medida tiene nada de nuevo. También en esto, por culpa de los eseristas y los mencheviques, observamos un estancamiento completo en la Rusia republicana, a la que esos poco honorables partidos "entretienen" con un rigodón, que bailan emparejados con los demócratas constitucionalistas, o con los Búblikov, o con Teréschenko y Kerenski.

 

La sindicación obligatoria es, por un lado, una especie de impulso que el Estado imprime al desarrollo capitalista, el cual conduce en todas partes a la organización de la lucha de clases y al aumento del número, la variedad y la importancia de las asociaciones. Por otro lado, este "asociamiento" obligatorio es condición previa e imprescindible de todo control más o menos serio y de todo ahorro de trabajo del pueblo.

 

La ley alemana obliga, por ejemplo, a los fabricantes de curtidos de una determinada localidad o de todo el Estado a organizarse en un consorcio, de cuyo consejo de administración forma parte, con fines de control, un representante del Estado. Directamente, es decir, de por sí, esta ley no afecta en lo más mínimo a las relaciones de propiedad ni priva de un solo kopek a ningún propietario; tampoco prejuzga si la forma, la tendencia y el espíritu del control serán burocráticos reaccionarios o democráticos revolucionarios.

 

Leyes como ésa podrían y deberían promulgarse en nuestro país inmediatamente, sin perder ni una semana de tiempo precioso y dejando que las mismas condiciones de la vida social determinasen las formas más concretas y el ritmo de aplicación de la ley, los medios de controlar su aplicación, etc. Para dictar esta ley, el Estado no necesita disponer de un aparato especial, ni recurrir a investigaciones especiales ni a estudios previos de ningún género; sería suficiente que estuviese dispuesto a romper con ciertos intereses privados de los capitalistas, los cuales "no están acostumbrados" a esas intromisiones y no quieren perder las superganancias que les asegura, a la par con la falta de control, la administración a la antigua.

 

Para dictar semejante ley no hacen falta ningún aparato ni ninguna "estadística" (con la que Chernov  pretendía suplantar la iniciativa revolucionaria de los campesinos), pues su aplicación deberá encomendarse a los mismos fabricantes o industriales, a las fuerzas sociales ya existentes, bajo el control de fuerzas sociales (es decir, no gubernamentales, no burocráticas) también existentes, pero que deben pertenecer obligatoriamente a las llamadas "capas inferiores", o sea, a las clases oprimidas y explotadas, que por su heroísmo, su abnegación y su disciplina camaraderil han demostrado siempre, en todo el curso de la historia, ser infinitamente superiores a los explotadores.

 

Supongamos que tenemos un Gobierno verdaderamente democrático revolucionario y que este Gobierno decreta: todos los fabricantes e industriales de cada rama de la producción que empleen, digamos, no menos de dos obreros deberán agruparse sin demora en asociaciones distritales y provinciales. La responsabilidad del estricto cumplimiento de esta ley incumbirá, en primer lugar, a los fabricantes, directores, consejeros y grandes accionistas (pues todos ellos son los verdaderos jefes de la industria moderna, sus verdaderos amos). Se considerarán desertores del ejército, imponiéndoseles el castigo correspondiente, a cuantos pretendan eludir el cumplimiento inmediato de esta ley, haciéndoles responder con todos sus bienes, según el principio de la caución solidaria: todos por uno y uno por todos. Se harán responsables asimismo a todos los empleados, obligándoles también a agruparse en un sindicato único, y a todos los obreros y a su respectivo sindicato. La finalidad del "asociamiento" es implantar la contabilidad más completa, más rigurosa y más precisa y, sobre todo, centralizar las operaciones de compra de materias primas y de venta de los productos, así como alcanzar recursos y energías del pueblo. Al agrupar en un consorcio las empresas desperdigadas, este ahorro alcanzará proporciones gigantescas, como enseñan las ciencias económicas y demuestra la experiencia de todos los consorcios, cárteles y trusts. Repetimos una vez más que, de por sí, esta sindicación no altera en lo más mínimo las relaciones de propiedad ni priva de un solo kopek a ningún propietario. Hay que hacer hincapié en esta circunstancia, pues la prensa burguesa no cesa de "asustar" a los pequeños y medianos propietarios diciéndoles que los socialistas, en general, y los bolcheviques, en particular, quieren "expropiarlos": esta afirmación es una mentira a sabiendas, ya que los socialistas, aun en el caso de una revolución socialista completa, no quieren ni pueden expropiar a los pequeños campesinos y no los expropiarán. Nosotros hablamos siempre sólo de las medidas inmediatas y más urgentes, ya aplicadas en Europa Occidental, y que una democracia medianamente consecuente debería aplicar también en Rusia sin demora para conjurar la inminente catástrofe que nos amenaza.

 

La sindicación de los propietarios más pequeños y modestos tropezaría con serias dificultades técnicas y culturales, dados el extraordinario fraccionamiento y el primitivismo técnico de sus empresas, así como el analfabetismo o la exigua instrucción de los propietarios. Pero precisamente esas empresas podrían ser eximidas del cumplimiento de la ley (como hemos dicho ya en el ejemplo citado más arriba), y su no agrupamiento -sin hablar ya de su agrupamiento tardío-no podría originar obstáculos serios, pues las pequeñas empresas, aunque muy numerosas, desempeñan un papel ínfimo en el volumen global de la producción, en la economía nacional en su conjunto, y, además, dependen a menudo, en una forma u otra, de las grandes empresas.

 

Sólo las grandes empresas tienen una importancia decisiva, y aquí existen los recursos y las fuerzas técnicas y culturales necesarios para proceder al "asociamiento". Lo único que falta para poner en juego esas fuerzas y recursos es la iniciativa de un poder revolucionario, una iniciativa firme, resuelta, severa e implacable con respecto a los explotadores.

 

Cuanto más pobre es un país en personas con instrucción técnica, y en intelectuales en general, tanto más imperiosa es la necesidad de decretar lo antes posible y con la mayor decisión la sindicación obligatoria, empezando por aplicarla en las empresas muy grandes y grandes. Porque precisamente la sindicación permitirá ahorrar fuerzas intelectuales, aprovecharlas íntegramente y distribuirlas con mayor acierto. Si hasta los campesinos rusos, en sus apartados rincones, luchando bajo el Gobierno zarista contra las mil trabas que éste les ponía, supieron después de 1905 dar un gigantesco paso adelante en la organización de asociaciones de todo género, es evidente que en unos cuantos meses, si no antes, podría efectuarse la sindicación de la gran y mediana industria y del comercio. La única condición necesaria consistiría en que lo impusiera así un Gobierno verdaderamente democrático y revolucionario, apoyado en la asistencia, la participación, el interés y las ventajas de los "sectores inferiores", de la democracia, de los empleados y de los obreros, un Gobierno que los invitase a ejercer el control.

 

                      La reglamentación del consumo.

 

La guerra ha obligado a todos los Estados beligerantes y a muchos neutrales a reglamentar el consumo. Las cartillas de racionamiento del pan vinieron al mundo, se convirtieron en un fenómeno habitual, y tras ellas aparecieron otras. Rusia no fue una excepción y racionó también el pan.

 

 Pero precisamente este ejemplo nos permite comparar, quizá del modo más claro, los métodos burocráticos reaccionarios de lucha contra la catástrofe -que procuran limitarse a un mínimo de reformas- con los métodos democráticos revolucionarios, que, si quieren ser dignos de este nombre, deben señalarse la tarea inmediata de romper por la violencia con las tradiciones caducas y acelerar todo lo posible el movimiento de avance.

 

Con las cartillas del pan, el ejemplo más típico de la reglamentación del consumo en los Estados capitalistas modernos, se plantea y cumple (se cumple en el mejor de los casos) una tarea: distribuir las existencias de pan de manera que alcancen para todos. Se establece una tasa máxima para el consumo no de todos los artículos de consumo "popular", ni mucho menos, sino sólo de los más importantes. Y eso es todo. Lo demás no preocupa. Se calculan las existencias de grano y se distribuyen entre la población, se señala una tasa de consumo, se aplica esa tasa, todo ello burocráticamente, y ahí quedan las cosas. Los artículos de lujo no se tocan, pues son, "de todos modos'\ tan escasos y tan caros que no están al alcance del "pueblo". Por eso, en todos los países beligerantes sin excepción, incluso en Alemania -país que, a mi juicio, puede ser considerado indiscutiblemente modelo de la reglamentación del consumo más meticulosa, más pedante y más rigurosa-, incluso en Alemania, vemos que los ricos burlan a cada paso todas las "tasas" del consumo. Y eso lo saben también "todos", de eso hablan también "todos" con una sonrisa irónica, y en la prensa socialista alemana -y a veces hasta en la prensa burguesa- aparecen constantemente, a pesar de la ferocidad y la rigidez cuartelera de la censura de allí, noticias y sueltos acerca del "menú" de los ricos, del pan blanco de que éstos disponen sin tasa en tal o cual balneario ( esos balnearios los frecuentan, haciéndose pasar por enfermos, todos ... los que tienen mucho dinero), de cómo los ricos sustituyen los productos de consumo popular con artículos de lujo, refinados y raros.

 

El Estado capitalista reaccionario, que teme socavar los cimientos del capitalismo, los cimientos de la esclavitud asalariada, los cimientos de la dominación económica de los ricos, teme fomentar la iniciativa de los obreros y de los trabajadores en general, teme "atizar" sus exigencias; ese Estado no necesita nada, excepto las cartillas del pan. Un Estado de ese tipo no pierde de vista ni un instante, en ninguno de sus pasos, su meta reaccionaria: consolidar el capitalismo, impedir su quebrantamiento, circunscribir "la reglamentación de la vida económica" en general, y la del consumo en particular, a las medidas estrictamente indispensables para que el pueblo pueda subsistir, guardándose bien de una reglamentación efectiva del consumo mediante el control sobre los ricos, mediante un sistema que en tiempos de guerra imponga mayores cargas a los ricos, que son, en tiempos de paz, los más favorecidos, privilegiados, satisfechos y hartos.

 

La solución burocrática reaccionaria del problema que la guerra ha planteado a los pueblos se limita al racionamiento del pan, a la distribución equitativa de los artículos de consumo "popular" absolutamente indispensables para la alimentación, sin apartarse ni un ápice del burocratismo y de la reacción, de su objetivo, que consiste en no alentar la iniciativa de los pobres, del proletariado, de la masa del pueblo (del "demos"), no permitir su control sobre los ricos y dejar el mayor número posible de escapatorias para que los ricos puedan satisfacerse con artículos de lujo. Esas escapatorias se dejan en gran abundancia en todos los países, incluso, repetimos, en Alemania- i y no digamos en Rusia!-; en todas partes, la "gente del pueblo" pasa hambre, mientras que los ricos frecuentan los balnearios, completan las parcas raciones oficiales con "extraordinarios" de todo género y no se dejan controlar.

 

En Rusia, que acaba de hacer la revolución contra el zarismo en nombre de la libertad y de la igualdad; en Rusia, que se ha convertido de golpe, si nos atenemos a sus instituciones políticas efectivas, en una república democrática, lo que más escandaliza al pueblo, lo que suscita particular descontento, exasperación, cólera e indignación de las masas es la facilidad, que todo el mundo ve, con que los ricos burlan las "cartillas del pan". Esa facilidad es singularmente grande. "Bajo cuerda" y pagando precios fabulosos, sobre todo cuando se tienen " buenas relaciones” (y sólo las tienen los ricos), se consigue lo que se quiere y en grandes cantidades. El pueblo pasa hambre. La reglamentación del consumo se limita al marco burocrático reaccionario más estrecho. El Gobierno no manifiesta el menor propósito ni la menor' solicitud por establecer una reglamentación basada en principios auténticamente democráticos y revolucionarios.

 

"Todos" sufren en las colas, pero... i pero los ricos mandan a las colas a sus criados, e incluso toman criados especialmente para este servicio! I Ahí tienen la "democracia"!

 

Una política democrática revolucionaria no se limitaría, en estos momentos de calamidades insólitas que atraviesa el país, a racionar el pan para combatir la catástrofe inminente. Añadiría a ello, en primer lugar, la agrupación obligatoria de toda la población en cooperativas de consumo, pues sin esa medida es imposible establecer un control integral del consumo. En segundo lugar, impondría a los ricos el trabajo obligatorio, haciéndoles prestar servicios gratuitos como secretarios de dichas cooperativas o en otro trabajo semejante. En tercer lugar, distribuiría por igual entre la población todos los artículos de consumo, para repartir de un modo verdaderamente equitativo las cargas de la guerra. En cuarto lugar, organizaría el control de tal manera que las clases pobres fiscalizasen precisamente el consumo de los ricos.

 

La instauración de una verdadera democracia en este terreno, dando pruebas de un auténtico espíritu revolucionario en la organización del control, encomendándoselo precisamente a las clases más necesitadas del pueblo, sería un grandísimo estímulo para poner en tensión todas las fuerzas intelectuales existentes, para desplegar las energías verdaderamente revolucionarias de todo el pueblo. Porque hoy, los ministros de la Rusia republicana y democrática revolucionaria; lo mismo que sus colegas de los demás países imperialistas, pronuncian frases altisonantes acerca del "trabajo común en bien del pueblo" y de "la tensión de todas las energías", pero precisamente el pueblo ve, percibe y siente toda la hipocresía de esas frases.

 

Y ahí tenemos, como resultado, el inmovilismo, el aumento incontenible del desbarajuste y la proximidad de la catástrofe. Porque nuestro Gobierno -estando todavía tan vivos en el pueblo las tradiciones, los recuerdos, las huellas, las costumbres y las instituciones de la revolución- no pueden someter a los obreros a un régimen de presidio militar al estilo de Kornílov o de Hindenburg, según el modelo general imperialista. Nuestro Gobierno no quiere marchar seriamente por la senda democrática revolucionaria, porque está impregnado hasta la médula y atado de pies a cabeza por la dependencia respecto de la burguesía, por la "coalición" con ella, y teme atentar contra sus privilegios efectivos.

 

El Gobierno destruye la labor de las organizaciones democráticas

 

Hemos examinado los diversos medios y métodos de lucha contra la catástrofe y contra el hambre. Hemos visto en todas partes el carácter inconciliable de la contradicción entre la democracia, de una parte, y el Gobierno y el bloque de los eseristas y mencheviques que lo apoya, de otra. Para probar que esas contradicciones existen en la realidad y no sólo en nuestros escritos, y que su inconciliabilidad la demuestran en la práctica conflictos de significación nacional, bastará con recordar dos "resultados" muy típicos, dos enseñanzas del medio año de historia de nuestra revolución.

 

Una de estas enseñanzas es la historia del "reinado'' de Palchinski. Otra, la historia del "reinado" y la caída de Peshejónov.

 

En el fondo, todas las medidas que hemos apuntado para combatir la catástrofe y el hambre se reducen a fomentar por todos los medios (llegando incluso a la coerción) el "asociamiento" de la población, y en primer término de la democracia, es decir, de la mayoría de los habitantes del país: o sea, ante todo, de las clases oprimidas, de los obreros y los campesinos, principalmente de los campesinos pobres. Y la población misma, de un modo espontáneo, ha empezado ya a seguir ese camino para contrarrestar las inauditas dificultades, cargas y calamidades de la guerra.

 

El zarismo obstaculizaba por todos los medios el "asociamiento" voluntario y libre de la población. Pero una vez derrocada la monarquía zarista, las organizaciones democráticas comenzaron a brotar y a desarrollarse con rapidez en toda Rusia. Emprendieron la lucha contra la catástrofe organizaciones democráticas surgidas espontáneamente, comités de aprovisionamiento de todo género, comités de abastecimiento, conferencias de combustible, etc., etc.

 

Pues bien, lo más notable de todo este medio año de historia de nuestra revolución, en cuanto al problema que estudiarnos, es que un Gobierno que se llama republicano y revolucionario, un Gobierno apoyado por los mencheviques y los eseristas en nombre de "los organismos habilitados de la democracia revolucionaria" i i ha combatido  a las organizaciones democráticas y las ha derrotado!!

 

Palchinski ha adquirido en esta lucha la más triste y vasta celebridad, una celebridad nacional. Ha actuado al socaire del Gobierno, sin intervenir públicamente ante el pueblo (del mismo modo que preferían actuar, en general, los demócratas constitucionalistas, echando por delante a Tsereteli "para el pueblo", mientras ellos arreglaban a la chita callando todos los asuntos importantes). Palchinski ha frenado y saboteado todas las medidas serias de las organizaciones democráticas constituidas por propia iniciativa, porque ninguna de esas medidas serias podía llevarse a la práctica sin "detrimento" de las inconmensurables ganancias y del despotismo de los Kit Kitich, de quienes Palchinski era fiel abogado y servidor. Y tan allá fueron las cosas, que Palchinski -la prensa dio cuenta del hecho- i i llegó a anular sin más ni más los acuerdos de las organizaciones democráticas surgidas por, propia iniciativa! !

 

Toda la historia del "reinado" de Palchinski -y "reinó" muchos meses, precisamente cuando eran "ministros" Tsereteli, Skóbelev y Chernov- es un escándalo incesante y abominable, un sabotaje de la voluntad del pueblo, de los acuerdos de la democracia, para complacer a los capitalistas, para satisfacer su inmunda codicia. Por supuesto, los periódicos han podido informar nada más que de una ínfima parte de las "hazañas" de Palchinski; la investigación completa de cómo obstaculizaba la lucha contra el hambre sólo podrá efectuarla un Gobierno verdaderamente democrático del proletariado cuando éste conquiste el poder y someta al tribunal del pueblo, sin ocultaciones, los negocios de Palchinski y consortes.

 

Se nos objetará, quizá, que Palchinski era una excepción y que, al fin y al cabo, lo arrinconaron... Pero de eso se trata precisamente: de que Palchinski no es la excepción, sino la regla. Arrinconado Palchinski, las cosas no han mejorado en lo más mínimo, pues han ocupado su puesto otros Palchinski con otros apellidos, y toda La "influencia" de los capitalistas, toda la política de sabotaje de la lucha contra el hambre, practicada para complacer a esos capitalistas, sigue como antes. Porque Kerenski y Cia. no son más que una pantalla que encubre la defensa de los intereses de los capitalistas.

 

La prueba más evidente de ello es que Peshejónov, ministro de Abastecimiento, ha salido del Gobierno. Como se sabe, Peshejónov es un populista 86 de los más moderados. Sin embargo, quiso organizar el abastecimiento concienzudamente, en contacto con las organizaciones democráticas y apoyándose en ellas. La experiencia de su labor y su salida del Gobierno son tanto más interesantes por cuanto este moderadísimo populista, afiliado al Partido "Socialista Popular" y dispuesto a cualquier arreglo con la burguesía, i se ha visto obligado, a pesar de todo, a salir del Gobierno! i Porqué para complacer a los capitalistas, a los terratenientes y a los kulaks, el Gobierno Kerenski ha subido los precios fijos de los cereales!!

 

Veamos cómo describe M. Smit, en el núm. 1 de Svobódnaya Zhizn 87, del 2 de septiembre, este "paso" y su importancia:

 

"Pocos días antes de que el Gobierno acordase elevar los precios fijos, en el Comité Nacional de Abastecimiento se desarrolló la siguiente escena: El represen tan te de las derechas, Rolóvich, tenaz defensor de los intereses del comercio privado y enemigo implacable del monopolio del trigo y de la intervención del Estado en la vida económica, declaró a los cuatro vientos, con una sonrisa de satisfacción, que le constaba que pronto iban a ser subidos los precios fijos del trigo.

"El representante del Soviet de diputados obreros y soldados le replicó que él no tenía la menor noticia de ello; que mientras durase en Rusia la revolución, dicha medida no podría aplicarse, y que, en todo caso, el Gobierno no podría aplicarla sin ponerse antes de acuerdo con los organismos habilitados de la democracia, con el Consejo de Economía y el Comité Nacional de Abastecimiento. A estas manifestaciones se adhirió el representante del Soviet de diputados campesinos.

"Pero, iay!, la realidad vino a enmendar muy cruelmente esta controversia, dando la razón al representa (!te de los elementos poseedores y no a los representantes de la democracia. Resultó que aquél estaba magníficamente informado del atentado que se fraguaba contra los derechos de la democracia, aunque los representantes de esta última rechazaron indignados la propia posibilidad de ese atentado".

 

Partido Social-Revolucionario  o eseristas

Social-Revolucionarios de izquierda o eseristas de izquierda

https://es.wikipedia.org/wiki/Social-Revolucionarios_de_izquierda

 

Partido Socialista Popular (Rusia)

https://es.wikipedia.org/wiki/Partido_Socialista_Popular_(Rusia)

Unión por la Regeneración de Rusia

https://es.wikipedia.org/wiki/Uni%C3%B3n_por_la_Regeneraci%C3%B3n_de_Rusia

 

86 Lenin llamó populistas a los miembros de dos partidos pequeñoburgueses: los enesistas ("socialistas populares") Y eseristas (socialistas revolucionarios). -190.

 

87 Svobódnaya  Zizn (Vida Libre): diario que apareció en Petrogrado, del 2 (15) al 8 (21) de septiembre de 1917, en lugar de Nóvaya Zizn, clausurado por el Gobierno Provisional. Véase la nota 6. -190.

 

Es decir, tanto el representante de los obreros como el representante de los campesinos expresan de manera precisa su opinión en nombre de la mayoría abrumadora del pueblo; i pero el Gobierno Kerenski hace todo lo contrario, en interés de los capitalistas!

 

 Rolóvich, representante <de los capitalistas, resultó estar magníficamente informado a espaldas de la democracia; de la misma manera que, como hemos visto siempre y vernos también ahora, los periódicos burgueses, Reolt y Birzhovka, son los que están mejor informados de lo que ocurre en el Gobierno Kerenski.

 

¿Qué denota esa excelente información? Está claro: que los capitalistas tienen sus "hilos" y que el poder está de hecho en sus manos. A. Kerenski no es más que un testaferro, que utilizan cuando y como a ellos les place. Los intereses de decenas de millones de obreros y campesinos son sacrificados para asegurar las ganancias de un puñado de ricachones.

 

¿y cómo responden nuestros eseristas y mencheviques a estas burlas indignantes de que se hace objeto al pueblo? ¿Tal vez hayan dirigido a los obreros y a los campesinos un llamamiento para decirles que, en vista de todo eso, el sitio de Kerenski y de sus colegas está en la cárcel?

 

iDios nos libre de ello! I Los eseristas y los mencheviques, por medio de la "Sección de Economía", que tienen en sus manos, se han limitado a votar la tremebunda resolución a que nos hemos referido! En ella declaran que la subida de los precios del trigo por el Gobierno Kerenski es "una medida funesta, que asesta un golpe extraordinariamente al régimen de abastos y a toda la vida económica del país", y que estas medidas funestas i i se han aplicado "violando " abiertamente la ley!!

 

I A eso conduce la política de conciliación, la política de coqueteos con Kerenski y el deseo de "tratarle con miramientos"!

 

El Gobierno infringe la ley al adoptar, para complacer a los ricos, a los terratenientes y capitalistas, una medida que echa por tierra todo control, el régimen de abastos y el saneamiento de la Hacienda, quebrantada hasta más no poder. Pero los eseristas y los mencheviques siguen hablando de un acuerdo con los medios comerciales e industriales, siguen reuniéndose con Teréscbenko y tratando a Kerenski con miramientos y se limitan a votar una resolución de protesta que se queda en el papel, i i que el Gobierno archiva tranquilamente! !

 

 Ahí tenemos, revelada de un modo bien patente, la verdad de que los eseristas y los mencheviques han traicionado al pueblo y a la revolución; la verdad de que los bolcheviques se están convirtiendo hoy en los verdaderos dirigentes de las masas, incluso de las masas eseristas y mencheviques.

 

Porque es precisamente la conquista del poder por el proletariado, con el Partido Bolchevique a la cabeza, lo único que podría poner fin a los abusos de Kerenski y Cía., y restaurar la obra de las organizaciones democráticas de abastos, aprovisionamiento, etc., saboteada por Kerenski y su Gobierno.

 

Los bolcheviques obran -el ejemplo aducido lo demuestra con toda claridad- como representantes de los intereses de todo el pueblo, luchando por asegurar el abastecimiento y el aprovisionamiento, por satisfacer las necesidades más apremiantes de los obreros y de los campesinos, en contraposición a la política vacilante e irresoluta de los eseristas y de los mencheviques, i que es una verdadera traición y ha llevado al país a una vergüenza como la subida de los precios del trigo!

 

 

     La bancarrota financiera y las medidas para combatirla

 

El problema de la subida de los precios fijos del trigo presenta, además, otro aspecto. Acarrea un nuevo aumento caótico de la emisión de papel moneda, un paso más en el proceso de agravación de la carestía, un incremento de la desorganización de la Hacienda y la aproximación de la bancarrota financiera. Todo el mundo reconoce que la emisión de papel moneda es un empréstito forzoso de la peor especie, que empeora, sobre todo, la situación de los obreros, la parte más pobre de la población, y es el mal principal del caos financiero.

 

iY ésa es precisamente la medida a que recurre el Gobierno Kerenski, apoyado por los eseristas y los mencheviques! Para combatir en serio la desorganización de la Hacienda y su bancarrota inevitable no hay más camino que romper por vía revolucionaria con los intereses del capital e implantar un control verdaderamente democrático, es decir, "por abajo": el control de los obreros y los campesinos pobres sobre los capitalistas. Es el camino que hemos venido propugnando a lo largo de nuestra exposición. La emisión ilimitada de papel moneda estimula la especulación, permite a los capitalistas amasar con ella millones y crea dificultades inmensas al tan necesario incremento de la producción, pues la carestía de los materiales, la maquinaria, etc., sigue aumentando y progresando a saltos. ¿Cómo poner remedio a la situación cuando se ocultan las fortunas adquiridas por los ricos mediante la especulación?

 

Puede establecerse un impuesto de utilidades, con tasas progresivas y muy elevadas para los ingresos grandes y grandísimos. Nuestro Gobierno, siguiendo las huellas de los demás gobiernos imperialistas, lo ha implantado. Pero, en gran parte, no es más que una ficción, letra muerta: primero, porque la moneda se deprecia con rapidez creciente, y, segundo, porque la ocultación de los ingresos aumenta en proporción directa a la especulación, como fuente de los mismos, y a la protección del secreto comercial.

 

Para que este impuesto sea real y no ficticio es imprescindible un control efectivo y no simplemente en el papel. Mas el control sobre los capitalistas es imposible mientras conserve su carácter burocrático, ya que la burocracia misma está vinculada y entrelazada con la burguesía por miles de hilos. Por eso, en los Estados imperialistas de Europa Occidental, sean monarquías o repúblicas, el saneamiento de la Hacienda se logra únicamente implantando un "trabajo obligatorio" que representa para los obreros un presidio militar o una esclavitud militar.

 

El control burocrático reaccionario es el único medio que conocen los Estados imperialistas, sin exceptuar las repúblicas democráticas de Francia y los Estados Unidos, para hacer recaer las cargas de la guerra sobre el proletariado y las masas trabajadoras.

 

 La contradicción fundamental de la política de nuestro Gobierno estriba precisamente en que -para no divorciarse de la burguesía, para no deshacer la "coalición" con ella- se ve forzado a practicar un control burocrático reaccionario, dándole el nombre de "democrático revolucionario", engañando a cada paso al pueblo, exasperando e irritando a las masas, que acaban de derribar el zarismo.

 

En cambio, precisamente la aplicación de medidas democráticas revolucionarias, al agrupar en asociaciones a las clases oprimidas, a los obreros y a los campesinos, justamente a las masas, permitiría establecer el control más efectivo sobre los ricos y combatir con la mayor eficacia la ocultación de los ingresos.

 

Se quiere fomentar la circulación de cheques a fin de combatir la emisión excesiva de papel moneda. Para los pobres, esta medida carece de importancia porque, de todos modos, viven al día y su "ciclo económico" se realiza en una semana, restituyendo a los capitalistas los contados kopeks que han conseguido ganar. Para los ricos, la circulación de cheques podría tener una importancia extraordinaria, pues permitiría al Estado -principalmente conjugada con medidas como la nacionalización de los bancos y la abolición del secreto comercial- establecer un control real sobre los ingresos de los capitalistas, imponerles tributos efectivos y "democratizar'' (y, al mismo tiempo, ordenar) de verdad el sistema financiero.

 

Pero el obstáculo con que se tropieza es precisamente el miedo de atentar contra los privilegios de la burguesía y romper la "coalición" con ella. Porque sin medidas auténticamente revolucionarias, sin la más seria coerción, los capitalistas no se someterán a ningún control, no descubrirán sus presupuestos ni pondrán sus reservas de papel moneda "bajo la fiscalización" del Estado democrático.

 

 Nacionalizar los bancos, promulgar una ley que haga obligatoria para todos los ricos la circulación de cheques, suprimir el secreto comercial, castigar con la confiscación de los bienes la ocultación de los ingresos, etc.: tales son las medidas que permitirían a los obreros y los campesinos, agrupados en sus asociaciones, conseguir con extraordinaria facilidad que el control fuese eficaz y universal, establecer el control precisamente sobre los ricos, un control que reintegrarla al Tesoro público el papel moneda, por él emitido, tomándolo de quienes lo tienen en su poder, de quienes lo ocultan.

 

Mas para ello es necesaria la dictadura revolucionaria de la democracia, dirigida por el proletariado revolucionario; es decir, para ello la democracia debe ser revolucionaria de verdad. Ahí está el quid de la cuestión. Pero eso es lo que no quieren nuestros eseristas y mencheviques, que se encubren con la bandera de la "democracia revolucionaria" para engañar al pueblo y, de hecho, apoyan la política burocrática reaccionaria de la burguesía, cuya divisa es siempre la misma: Apres nous le déluge ( i Después de mi, el diluvio!).

 

Por lo general, no nos damos cuenta siquiera de hasta qué punto han arraigado en nosotros las costumbres y los prejuicios antidemocráticos relativos a la "santidad" de la propiedad burguesa. Se considera justo y archilegal que un ingeniero o un banquero haga públicos los ingresos y los gastos de un obrero, los datos referentes a lo que gana y a lo que rinde con su trabajo. A nadie se le ocurre ver en ello> un atentado contra la "vida privada" del obrero ni "un acto de espionaje o una delación" del ingeniero. La sociedad burguesa considera que el trabajo y los ingresos de los obreros asalariados son un libro abierto que le pertenece, que cualquier burgués tiene el derecho de consultar en todo momento para denunciar uno u otro "lujo", una u otra manifestación de "haraganería" del obrero, etc.

 

Pero ¿y el control inverso? ¿Qué ocurriría si el Estado democrático invitase a los sindicatos de empleados, del personal de oficinas, de la servidumbre doméstica a controlar los ingresos y los gastos de los capitalistas, a publicar los datos correspondientes, a ayudar al Gobierno en su campaña contra la ocultación de los ingresos? I

 

Qué salvajes aullidos lanzaría el campo burgués contra el "espionaje" y las "delaciones" ! Se considera natural que los "señores" controlen a: sus criados y que los capitalistas controlen a los obreros, pues la vida privada de los trabajadores, de los explotados, no se considera intangible, y la burguesía tiene el derecho de pedir cuentas a todo "esclavo asalariado", de dar a la publicidad en cualquier momento la cuantía de sus ingresos y de sus gastos. I Pero que los oprimidos intenten controlar a los opresores, sacar a la luz sus ingresos y gastos, denunciar su lujo, aun en tiempo de guerra, cuando ese lujo es la causa directa del hambre y de la muerte de los ejércitos en el frente!. .. i Oh, no! I La burguesía no tolerará ni el "espionaje" ni la "delación"!

 

El problema se reduce siempre a lo mismo: el dominio de la burguesía es incompatible con una verdadera democracia auténticamente revolucionaria. En el siglo XX, en un país capitalista, es imposible ser demócrata revolucionario si se teme marchar hacia el socialismo.

 

 

  ¿Se puede avanzar temiendo marchar hacia el socialismo?

 

Cuánto hemos expuesto podría suscitar fácilmente en un lector educado en las ideas oportunistas, hoy en boga, de los eseristas y los mencheviques la siguiente objeción: la mayor parte de las medidas descritas aquí no son, en el fondo, medidas democráticas, i son ya medidas socialistas!

 

Esta objeción corriente, habitual (en una u otra forma) en la prensa burguesa, eserista y menchevique, es una defensa reaccionaria del capitalismo atrasado, una defensa aderezada a lo Struve. Nosotros -dicen- no hemos madurado todavía para el socialismo; sería prematuro "implantar” el socialismo, nuestra revolución es burguesa; hay que ser, por ello, lacayos de la burguesía ( i a pesar de que, hace ya ciento veinticinco años, los grandes revolucionarios burgueses de Francia hicieron grande a su revolución por medio del terror contra todos los opresores, contra los terratenientes y los capitalistas!).

 

 

Los malhadados marxistas al servicio de la burguesía, a los que se han sumado los eseristas y que ven las cosas de ese modo, no comprenden (si se consideran las bases teóricas de su opinión) qué es el imperialismo, qué son los monopolios capitalistas, qué es el Estado, qué es la democracia revolucionaria. Porque si se comprende todo eso, habrá que reconocer forzosamente que es imposible avanzar sin marchar hacia el socialismo.

 

 Todo el mundo habla del imperialismo. Pero el imperialismo no es otra cosa que el capitalismo monopolista.

 

 Que el capitalismo se ha transformado en capitalismo monopolista también en Rusia lo evidencian con toda claridad Prodúgol y Prodamet, el consorcio del azúcar, etc. El mismo consorcio azucarero nos demuestra palmariamente la transformación del capitalismo monopolista en capitalismo monopolista de Estado.

 

¿Y qué es el Estado? Es la organización de la clase dominante; en Alemania, por ejemplo, la organización de los junkers y los capitalistas. Por eso, lo que los Plejánov alemanes (Scheidemann, Lensch, etc.) llaman "socialismo de guerra", sólo es, en realidad, un capitalismo monopolista de Estado en tiempo de guerra, o, dicho en términos más sencillos y más claros, un presidio militar para los obreros y un régimen de protección militar para las ganancias de los capitalistas.

 

Pues bien, prueben ustedes a sustituir ese Estado de junkers y capitalistas, ese Estado de terratenientes y capitalistas, con un Estado democrático revolucionario, es decir, con un Estado que suprima revolucionariamente todos los privilegios, que no tema implantar por vía revolucionaria la democracia más completa. Y entonces verán que el capitalismo monopolista de Estado, en un Estado democrático revolucionario de verdad, representa inevitablemente, infaliblemente, i un paso, varios pasos hacia el socialismo!

 

En efecto, cuando una empresa capitalista gigantesca se convierte en monopolio, sirve a todo el pueblo. Si se convierte en monopolio de Estado, el Estado (o sea, la organización armada de la población, de los obreros y los campesinos, en primer lugar, si se trata de un régimen de democracia revolucionaria) dirige toda la empresa. ¿En interés de quién?

 

- O bien en interés de los terratenientes y los capitalistas, en cuyo caso no tendremos un Estado democrático revolucionario, sino un Estado burocrático reaccionario, una república imperialista,

 

- o bien en interés de la democracia revolucionaria, en cuyo caso ello será precisamente un paso hacia el socialismo.

 

Porque el socialismo no es otra cosa que el paso siguiente después del monopolio capitalista de Estado. O dicho en otros términos: el socialismo no es otra cosa que el monopolio capitalista de Estado puesto al servicio de todo el pueblo y que, por ello, ha dejado de ser monopolio capitalista.

 

No hay término medio. El curso objetivo del desarrollo es tal que resulta imposible avanzar, partiendo de los monopolios (cuyo número, papel e importancia ha venido a decuplicar la guerra), sin marchar hacia el socialismo.

 

O se es demócrata revolucionario de hecho, y en ese caso no hay por qué temer ningún paso hacia el socialismo; o se temen y condenan los pasos hacia el socialismo, como lo hacen Plejánov, Dan y Chernov, alegando que nuestra revolución es una revolución burguesa, que no se puede "implantar" el socialismo, etc., etc., y entonces se rueda fatalmente hasta caer en los brazos de Kerenski, Miliukov y Kornílov, es decir, hasta caer en la represión burocrática reaccionaria de las aspiraciones "democráticas revolucionarias" de las masas obreras y campesinas.

 

No hay término medio.

 

Y en esto estriba la contradicción fundamental de nuestra revolución.

 

En la historia en general, y en épocas de guerra en particular, no se puede estar parado. Hay que_ avanzar o retroceder. En la Rusia del siglo XX, que ha conquistado la república y la democracia por vía revolucionaria, es imposible avanzar sin marchar hacia el socialismo, sin dar pasos hacia él (pasos condicionados y determinados por el nivel técnico y cultural: en la agricultura basada en las pequeñas haciendas campesinas es imposible "introducir" la gran explotación mecanizada; en la fabricación de azúcar es imposible suprimirla).

 

Y tener miedo a avanzar significa retroceder, que es precisamente lo que hacen los señores Kerenski, con gran fruición de los Miliukov y los PlejPnov y con la estúpida complicidad de los Tsereteli y los Chernov.

 

La guerra, al acelerar en grado extraordinario la transformación del capitalismo monopolista en capitalismo monopolista de Estado, ha acercado con ello extraordinariamente a la humanidad al socialismo: tal es la dialéctica de la historia.

 

 La guerra imperialista es la víspera de la revolución socialista. Y no sólo porque la guerra engendra, con sus horrores, la insurrección proletaria -pues no hay insurrección capaz de instaurar el socialismo si no han madurado las condiciones económicas para él-, sino también porque el capitalismo monopolista de Estado es la preparación material más completa para el socialismo, su antesala, un peldaño de la escalera histórica entre el cual y el peldaño llamado socialismo no hay ningún peldaño intermedio.

 

                                                 * * *

Nuestros eseristas y mencheviques enfocan el problema del socialismo de una manera doctrinaria, desde el punto de vista de una doctrina aprendida de memoria y mal asimilada. Presentan el socialismo como un porvenir lejano, desconocido y nebuloso.

 

Pero el socialismo asoma ya por todas las ventanas del capitalismo moderno, el socialismo se perfila de forma inmediata, prácticamente, en toda medida importante que represente un paso adelante a partir del capitalismo moderno.

 

 ¿Qué es el trabajo general obligatorio?

 

Un paso adelante sobre la base del capitalismo monopolista moderno, un paso hacia la regulación de la vida económica en su conjunto, de acuerdo con un plan general concreta, un paso hacia un régimen de ahorro de trabajo  del pueblo para impedir su absurdo despilfarro por el capitalismo.

En Alemania son los junkers (los latifundistas) y los capitalistas quienes implantan el trabajo general obligatorio; por eso, dicha medida se convierte inevitablemente en un presidio militar para los obreros.

 

 Pero tomemos la misma institución y reflexionemos en la importancia que tendría en un Estado democrático revolucionario. El trabajo general obligatorio, implantado, reglamentado y dirigido por los Soviets de diputados obreros, soldados y campesinos, no sería todavía el socialismo, pero no serla ya el capitalismo. Representaría un paso gigantesco hacia el socialismo, un paso después del cual, si se mantuviese una democracia plena, sería imposible retornar al capitalismo sin recurrir a una violencia inaudita sobre las masas.

 

La guerra y la lucha contra la ruina. (La lucha contra del desbarajuste y la guerra)

 

El problema de las medidas que deben adoptarse para combatir la catástrofe que se avecina nos lleva a tratar otro importantísimo problema: el nexo de la política interior con la política exterior o, dicho en otros términos, la relación entre la guerra anexionista, imperialista, y la guerra revolucionaria, proletaria, entre la criminal guerra de rapiña y la democrática guerra justa. Todas las medidas de lucha contra la catástrofe descritas por nosotros reforzarían extraordinariamente, como ya hemos señalado, la capacidad defensiva o, dicho de otro modo, el poderío militar del país. Esto, por una parte. Pero, por otra parte, esas medidas no pueden llevarse a la práctica sin transformar la guerra anexionista en una guerra justa, sin transformar la guerra sostenida por los capitalistas en interés de los capitalistas en una guerra sostenida por el proletariado en interés de todos los trabajadores y explotados.

 

En efecto, la nacionalización de los bancos y de los consorcios, unida a la abolición del secreto comercial y a la implantación del control obrero sobre los capitalistas, no sólo representaría un ahorro gigantesco de trabajo del pueblo y la posibilidad de economizar fuerzas y recursos, sino que, además, mejoraría la situación de las masas trabajadoras, es decir, de la mayoría de la población. En la guerra moderna, como nadie ignora, la organización económica tiene una importancia decisiva. En Rusia hay cereales, carbón, petróleo y hierro en cantidad suficiente; en este aspecto, nuestra situación es mejor que la de ningún otro país beligerante de Europa. Y si Rusia combatiera la ruina por los procedimientos indicados, movilizara para esa lucha la iniciativa de las masas, mejorara su situación, nacionalizara los bancos y los consorcios capitalistas, podría aprovechar su revolución y su demoraría para elevar el país entero a un nivel incomparablemente más alto de organización económica.

 

Si los eseristas y los mencheviques, en vez de pactar una "coalición" con la burguesía -que frena todas las medidas de control y sabotea la producción-hubieran puesto en abril el poder en manos de los Soviets; si no hubiesen dedicado sus fuerzas a jugar al "carrusel ministerial" y a calentar como burócratas, junto con los demócratas constitucionalistas, las poltronas ministeriales, los sillones de viceministros, etc., etc., sino a dirigir a los obreros y campesinos en el ejercicio de su control sobre los capitalistas, en su guerra contra los capitalistas, Rusia sería hoy un país en plena transformación económica, en el que la tierra pertenecería a los campesinos y los bancos estarían nacionalizados; o sea, nuestro país estaría en ese sentido (es decir, en cuanto a estas medidas, que representan otras tantas bases económicas importantísimas de la vida moderna) por encima de todos los demás países capitalistas.

 

La capacidad defensiva, el poderío militar de un país con los bancos nacionalizados es mayor que el de un país con los bancos en manos de particulares. El poderío militar de un país campesino con la tierra en manos de comités campesinos es superar al de un país de gran propiedad agraria.

 

Se invocan a cada paso el heroico patriotismo y los prodigios de valentía militar de los franceses en 1792 y 1793. Pero se olvidan las condiciones materiales, las condiciones históricas y económicas, que hicieron posibles dichos milagros. El aniquilamiento auténticamente revolucionario del feudalismo, ya caduco; el paso de todo el país con rapidez, decisión, energía y abnegación, en verdad revolucionarias y democráticas, a un modo de producción más elevado, a la libre posesión de la tierra por los campesinos: tales son las condiciones materiales, económicas, que salvaron a Francia con una rapidez "prodigiosa", regeneran® y renovando su base económica.

 

El ejemplo de Francia nos muestra_ una cosa, y sólo una: para conseguir que Rusia sea capaz de defenderse y lograr que también en ella se hagan "prodigios" de heroísmo en masa, hay que barrer con implacabilidad ''jacobina”  88 todo lo viejo y renovar, regenerar a Rusia en el aspecto económico. Pero, en el siglo XX, esto no puede hacerse simplemente barriendo el zarismo (Francia no se limitó a eso ciento veinticinco años atrás). Tampoco puede hacerse con la sola abolición por la revolucionaria de la gran propiedad terrateniente ( i nosotros ni siquiera eso hemos hecho, pues los eseristas y los mencheviques han traicionado a los campesinos!), ni con la sola entrega de la tierra a los campesinos. Porque vivimos en el siglo XX, y dominar la tierra sin dominar los bancos no basta para regenerar y renovar la vida del pueblo.

 

88 Denominábase jacobinos a los representantes más decididos de la burguesía del período de la revolución burguesa de fines del siglo XVIII en Francia. -202.

 

La renovación de Francia en el aspecto material, de la producción, a fines del siglo XVIII fue unida a su renovación política y espiritual, a la dictadura de la democracia revolucionaria y del proletariado revolucionario (del que la democracia no se había separado aún y que estaba todavía casi fundido con ella), a la guerra sin cuartel declarada a todo lo reaccionario. El pueblo entero, y en particular las masas, es decir, las clases oprimidas, se sintieron dominados por un entusiasmo revolucionario ilimitado; todo el mundo consideraba la guerra, y lo era en realidad, una guerra justa, defensiva. La Francia revolucionaria se defendía de la Europa monárquica reaccionaria. No fue en 1792 y 1793, sino muchos años más tarde, después de triunfar la reacción en el interior del país, cuando la dictadura contrarrevolucionaria de Napoleón transformó las guerras defensivas sostenidas por Francia en guerras de conquista

 

¿y en Rusia? Nosotros seguimos haciendo una guerra imperialista en interés de los capitalistas, en alianza con los imperialistas y en virtud de los tratados secretos concluidos por el zar con los capitalistas de Inglaterra, etc., prometiendo en ellos a los capitalistas rusos el saqueo de otros países, prometiéndoles Constantinopla, Lvov, Armenia, etc.

 

 

La guerra seguirá siendo injusta, reaccionaria y anexionista por parte de Rusia mientras ésta no proponga una paz justa y no rompa con el imperialismo. El carácter social de la guerra y su verdadera significación no son determinados (como piensan los eseristas y los mencheviques, cayendo en la vulgaridad de un mujik ignorante) por el lugar en que se encuentran las tropas enemigas. Ese carácter depende de qué política continúa la guerra ("la guerra es la continuación de la política"), de qué clase la sostiene y con qué fines.

 

 Es imposible llevar las masas a una guerra de rapiña en virtud de tratados secretos y confiar en su entusiasmo. La clase avanzada de la Rusia revolucionaria, el proletariado, comprende con creciente claridad el carácter criminal de la guerra. La burguesía no ha logrado que las masas cambien de opinión al respecto; antes al contrario: aumenta el convencimiento de que la guerra tiene un carácter criminal. I El proletariado de ambas capitales de Rusia se ha hecho internacionalista definitivamente!

 

 i   De qué entusiasmo de las masas por la guerra puede hablarse!

 

Lo uno está unido de manera indisoluble a lo otro, la política interior a la política exterior. Es imposible hacer que un país tenga capacidad defensiva si no existe un extraordinario heroísmo del pueblo, que realiza con audacia y decisión grandes transformaciones económicas. Y no se puede despertar el heroísmo de las masas sin romper con el imperialismo, sin proponer a todos los pueblos una paz democrática, sin transformar de ese modo la guerra criminal, rapaz y de conquista, en una guerra justa, defensiva, revolucionaria.

 

Sólo rompiendo sin reservas y de manera consecuente con _los capitalistas, tanto en la política interior como en la exterior, podremos salvar nuestra revolución y nuestro país, atenazado por las férreas garras del imperialismo.

 

   La democracia revolucionaria y el proletariado revolucionario

 

Para ser revolucionaria de verdad, la democracia de la Rusia actual debe marchar en estrecha alianza con el proletariado, única clase consecuentemente revolucionaria, y apoyar su lucha.

 

Tal es la conclusión a que nos lleva el análisis de los medios con que puede combatirse la catástrofe inminente, de proporciones inauditas.

 

 La guerra ha originado una crisis tan inmensa, ha puesto en tensión hasta tal punto las fuerzas materiales y morales del pueblo y ha asestado tales golpes a toda la organización de la sociedad moderna que la humanidad se ve colocada ante un dilema: perecer o poner su destino en manos de la clase más revolucionaria, a fin de pasar con la mayor rapidez y decisión a un modo de producción más elevado.

 

En virtud de diversas causas históricas -el mayor atraso de Rusia, las dificultades especiales que presentaba para ella la guerra, la mayor putrefacción del zarismo y la extraordinaria vivacidad de las tradiciones de 1905-, la revolución ha estallado en Rusia antes que en otros países. La revolución ha hecho que, en unos cuan tos meses, Rusia alcance por su régimen político a los países adelantados.

 

Esto es posible, pues contamos con la experiencia vivida por gran número de países adelantados y con los logros de su técnica y de su cultura. Nos prestan un apoyo moral la creciente protesta contra la guerra en Europa y el clima de revolución obrera mundial en ascenso. Nos estimula y acucia la libertad democrática revolucionaria, extraordinariamente rara en una época de guerra imperialista.

 

Perecer o avanzar a todo vapor. Así plantea la historia la cuestión.

 

Y la actitud del proletariado ante el campesinado en un momento así confirma - con la modificación correspondiente- la vieja tesis bolchevique: arrancar al campesinado de la influencia de la burguesía. Esa es la única garantía de salvar la revolución.

Y el campesinado es el representante más numeroso de toda la masa pequeñoburguesa.

 

Nuestros eseristas y mencheviques han asumido una misión reaccionaria: mantener al campesinado bajo la influencia de la burguesía y llevarlo a una coalición con ella, y no con el proletariado.

 

La experiencia de la revolución enseña con rapidez a las masas. Y la política reaccionaria de los eseristas y los mencheviques fracasa: han sido derrotados en los Soviets de las dos capitales 89. En ambos partidos democráticos pequeñoburgueses crece la oposición de "izquierda". En Petrogrado, la conferencia eserista local dio el 10 de septiembre de 1917 una mayarla de dos tercios a los izquierdistas, que tienden a la alianza con el proletariado y rechazan la alianza (coalición) con la burguesía.

 

 Los eseristas y los mencheviques repiten la contraposición predilecta de la burguesía: burguesía y democracia. Pero, en el fondo, semejante contraposición es tan absurda como lo serla comparar un pud con una archina.

 

Hay burguesía democrática y democracia burguesa: sólo quienes ignoran por completo la historia y la economía política pueden negar esto. Los eseristas y los mencheviques han necesitado de esa falsa contraposición para encubrir un hecho indiscutible: entre la burguesía y el proletariado se encuentra la pequeña burguesía. Y ésta, en virtud de su situación económica de clase, vacila de manera inevitable entre la burguesía y el proletariado.

 

 Los eseristas y los mencheviques arrastran a la pequeña burguesía a una alianza con la burguesía. Esa es la esencia de toda su "coalición", de todo el ministerio de coalición, de toda la política de Kerenski, típico semidemócrata constitucionalista. En medio año de revolución, esta política ha sufrido una bancarrota completa.

 

Los demócratas constitucionalistas se refocilan: la revolución, según ellos, ha fracasado, no ha podido acabar ni con la guerra ni con la ruina.

 

No es verdad. Quienes han fracasado son los demócratas constitucionalistas y los eseristas con los mencheviques, pues ha sido ese bloque (alianza) el que ha gobernado a Rusia durante medio año, el que en medio año ha aumentado la ruina y embrollado y agravado la situación militar.

 

Cuanto más completo sea el fracaso de la alianza de la burguesía con los eseristas y los mencheviques, tanto más rápidamente aprenderá el pueblo. Y con tanta mayor facilidad encontrará el camino acertado: la alianza de los campesinos pobres, es decir, de la mayoría del campesinado, con el proletariado.

 

89.   El 31 de agosto (13 de septiembre) de 1917, el Soviet de Petrogrado aprobó' en reunión plenaria, por vez primera desde que se formó, una resolución del grupo bolchevique en la que se rechazaba categóricamente la política de conciliación con la burguesía. La resolución fue aprobada por 279 votos en pro, 115 en contra y 50 abstenciones. Llamaba a transferir todo el poder a los Soviets y contenta un programa de transformaciones revolucionarias en el país. Pocos días después, el Partido Bolchevique conquistó una nueva gran victoria. El 5 (18) de septiembre, el Soviet de diputados obreros y soldados de Moscú aprobó una resolución análoga, a propuesta de los bolcheviques, por una mayoría de 355 votos.-205.

 

10-14 de septiembre de 1917.

 

https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oc/progreso/tomo34.pdf

 

 

Obras Completas, Tomo 34     Julio-octubre de 1917

La catástrofe que nos amenaza y como combatirla.  págs. 157-206.

Notas. 466-512

 

 

 

                                      Referencias:

En la carta Los bolcheviques deben tomar el poder, dirigida al Comité Central y a los comités de Petersburgo y Moscú del POSD (b) de Rusia, y en la titulada El marxismo y la insurrección, que dirigió al Comité Central del POSD (b) de Rusia (véase el presente volumen, págs. 247-249, 250-256), Lenin trazó la táctica de los bolcheviques en relación con la próxima Conferencia.

 

Obras Completas, Tomo 34     Julio-octubre de 1917

 

Los bolcheviques deben tomar el poder  93

págs. 247-249

Carta al comité central y los comités de Petrogrado y Moscú del POSD (b) de Rusia

 

Después de haber conquistado la mayoría en los Soviets de diputados obreros y soldados de ambas capitales, los bolcheviques pueden y deben tomar en sus manos el poder del Estado

Pueden, pues la mayoría activa de los elementos revolucionarios del pueblo de ambas capitales es suficiente para llevar tras de sí a las masas, vencer la resistencia del enemigo, derrotarlo, conquistar el poder y sostenerse en él; pueden, pues al proponer en el acto la paz democrática, entregar en el acto la tierra a los campesinos y restablecer las instituciones y libertades democráticas, aplastadas y destrozadas por Kerenski, los bolcheviques formarán un Gobierno que nadie podrá derrocar.

La mayoría del pueblo nos apoya. Así lo ha demostrado el largo y difícil camino recorrido desde el 6 de mayo hasta el 31 de agosto y hasta el 12 de septiembre: la mayoría en los Soviets de ambas capitales es el fruto de la evolución del pueblo hacia nosotros. Lo mismo demuestran las vacilaciones de los eseristas y mencheviques y el fortalecimiento de los internacionalistas entre ellos.

La Conferencia Democrática no representa a la mayoría del pueblo revolucionario, sino únicamente a las cúspides pequeñoburguesas conciliadoras. No debemos dejarnos engañar por las cifras de  las elecciones, pues el quid de la cuestión no está en ellas: comparen las elecciones a las Dumas urbanas de Petrogrado y Moscú con las de los Soviets. Comparen las elecciones en Moscú y la huelga moscovita del 12 de agosto, ahí tienen los datos objetivos referentes a la mayoría de los elementos revolucionarios que) guían a las masas

La Conferencia Democrática engaña a los campesinos, no dándoles ni la paz ni la tierra.

El Gobierno bolchevique es el único que satisfará a los campesinos.

 

                                                    * * *

¿Por qué deben los bolcheviques tomar el poder precisamente ahora?

Porque la inminente entrega de Petrogrado hará cien veces más frágiles nuestras probabilidades.

Y existiendo un ejército encabezado por Kerensk.i y Cía., no estamos en condiciones de impedir la entrega de Petrogrado.

No se puede "esperar" a la Asamblea Constituyente, pues Kerenski y Cia. Podrán frustrarla siempre con esa misma entrega de Petrogrado. Sólo nuestro Partido, tomando el poder, puede asegurar la convocatoria de la Asamblea Constituyente y, después de tomar el poder, acusará de demora a los demás partidos y demostrará su acusación.

 La paz por separado entre los imperialistas ingleses y alemanes puede y debe ser impedida únicamente si se actúa con rapidez.

El pueblo está cansado de las vacilaciones de los mencheviques y eseristas. Sólo nuestra victoria en ambas capitales hará que los campesinos nos sigan.

             

                                                   * * *

No se trata del "día" de la insurrección, de su "momento", en el sentido estrecho de la palabra. Eso lo decidirá únicamente la voluntad común de los que tienen contacto con los obreros y los soldados, con las masas.

Se trata de que nuestro Partido tiene ahora, de hecho, en la Conferencia Democrática su Congreso, y este Congreso debe (quiéralo o no, pero debe) decidir el destino de la revolución.

Se trata de conseguir que esta tarea sea clara para el Partido: plantear al orden del día la insurrección armada en Petrogrado y Moscú (comprendida la región), conquistar el poder, derribar el Gobierno. Hay que pensar en cómo hacer agitación en pro de esta tarea, sin expresarse así en la prensa.

 

Recuerden y reflexionen sobre las palabras de Marx respecto a la insurrección: "La insurrección es un arte 94, etc.

 

                                                    * * *

Es ingenuo esperar la mayoría "formal" de los bolcheviques: ninguna revolución espera eso. Tampoco lo esperan Kerenski y Cía., sino que preparan la entrega de Petrogrado. i Precisamente las ruines vacilaciones de la "Conferencia Democrática" deben agotar, y agotarán, la paciencia de los obreros de Petrogrado y Moscú ! La historia no nos perdonará si no tomamos ahora el poder.

 ¿Que no existe un aparato? Este aparato existe: los Soviets y las organizaciones democráticas. La situación internacional precisamente ahora, en vísperas de la paz por separado de los ingleses con los alemanes, nos es favorable. Precisamente ahora, proponer la paz a los pueblos significa triunfar.

Tomando el poder simultáneamente en Moscú y Petrogrado (no importa quién empiece; quizá pueda empezar incluso Moscú), triunfaremos de manera indefectible y segura.

 

93   Las cartas de Lenin Los bolcheviques deben tomar el poder y El marxismo y la insurrección fueron discutidas en una reunión del CC el 15 (28) de septiembre de 1917. El Comité Central acordó celebrar poco después una nueva reunión para examinar los problemas de táctica. Se puso a votación la propuesta de conservar un solo ejemplar de las cartas de Lenin, con los siguientes resultados: 6 votos en pro, 4 en contra y 6 abstenciones. Kámenev, adversario de la orientación del Partido hacia la revolución socialista, presentó un proyecto de resolución contra las propuestas de Lenin de organizar la insurrección armada, pero el Comité Central lo rechazó.-247.

 

94  Véase Revolución y contrarrevolución en Alemania (C. Marx y F. Engels. Obras, t. 8, pág. 100).

F. Engels. Revolución y contrarrevolución en Alemania

Escrito: Por Engels entre agosto de 1851 y septiembre de 1852.

https://www.marxists.org/espanol/m-e/1850s/rca/index.htm

Esta obra fue escrita por Engels y se publicó en 1851-1852 como una serie de artículos, firmados por Marx, en el periódico New rork Herald Tribune. En un principio Marx habla pensado escribirlos él mismo, pero, ocupado en las investigaciones económicas, transfirió este trabajo a Engels. Al escribir esta obra, Engels se aconsejó continuamente de Marx, a quien dio a conocer también los artículos antes de enviarlos al periódico. Sólo con posterioridad, al publicarse la correspondencia entre Marx y Engels, se supo que el autor de la obra era Engels. - 249.

 

N. Lenin

Escrito el 12-14 (25-27) de septiembre de 1917

Publicado por primera vez en 1921, en la revista "Proletarskaya Revoliutsía", núm. 2

Fuente:https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oc/progreso/tomo34.pdf

 

 

 

Bibliografía imprescindible sobre la concepción marxista del poder (En Francia - Rusia- Alemania-España)

http://eljanoandaluz.blogspot.com/2019/11/bibliografia-imprescindible-sobre-la.html

 

El marxismo y la insurrección    250-256

Carta al comité central del POSD (b) de Rusia

Escrito el  13-14 (26-27) de septiembre de 1917

 

Publicado por primera vez en 1921, en la revista "Proletárskaya revoliutsia”, núm.2

 

Entre las tergiversaciones del marxismo más aviesas y, quizá, más difundidas por los partidos "socialistas" dominantes figura la mentira oportunista de que la preparación de la insurrección -y, en general, la concepción de ésta como un arte- es "blanquismo" 95

 

El jefe del oportunismo, Bernstein, se ganó ya una triste celebridad al acusar al marxismo de blanquismo; y los oportunistas de hoy, en realidad, no renuevan ni "enriquecen" en nada las pobres "ideas" de Bernstein al hablar a gritos de blanquismo.

 

I Acusar a los marxistas de blanquismo porque consideran que la insurrección es un arte! ¿Cabe falseamiento más patente de la verdad, cuando ningún marxista niega que fue el propio Marx quien se pronunció del modo más concreto, claro e irrefutable sobre este problema, diciendo precisamente que la insurrección es un arte, que hay que tratarla como tal, que es necesario conquistar un primer triunfo y avanzar luego de éxito en éxito, sin interrumpir la ofensiva contra el enemigo, aprovechándose de su confusión, etc., etc.?

 

La insurrección, para poder triunfar, no debe apoyarse en una conjura, en un partido, sino en la clase de vanguardia. Esto, en primer lugar. En segundo lugar, debe apoyarse en el entusiasmo revolucionario del pueblo. Y, en tercer lugar, debe apoyarse en el momento crítico de la historia de la creciente revolución en que sea mayor la actividad de la vanguardia del pueblo, en que sean mayores las vacilaciones en las filas de los enemigos y en las filas de los amigos débiles, inconsecuentes e indecisos de la revolución. Estas tres condiciones al plantear el problema de la insurrección son precisamente las que diferencian el marxismo y el blanquismo.

 

Pero, si se dan estas condiciones, negarse a considerar que la insurrección es un arte significa traicionar al marxismo y traicionar a la revolución.

 

Para demostrar por qué precisamente en el momento actual es obligatorio para el Partido reconocer que la insurrección ha sido puesta al orden del día por la marcha objetiva de los acontecimientos y considerarla un arte; para demostrar eso, lo mejor será, quizá, usar el método comparativo y trazar un paralelo entre las jornadas del 3 y 4 de julio y las de septiembre.

 

El 3 y 4 de julio se podía, sin faltar a la verdad, plantear el problema del modo siguiente: lo más justo sería tomar el poder, pues, aunque no lo hagamos, los enemigos nos acusarán igualmente de insurgentes y nos tratarán como a tales. Pero de ahí no se podía deducir que fuera conveniente tomar el poder en aquel momento, pues entonces no existían las condiciones objetivas necesarias para el triunfo de la insurrección.

 

1) No nos seguía aún la clase que constituye la vanguardia de la revolución.

 

No teníamos aún la mayoría entre los obreros y los soldados de las capital Hoy tenemos ya la mayoría en ambos Soviets. Esta mayoría es fruto únicamente de la historia de los meses de julio y agosto, de la experiencia de las "represalias" contra los bolcheviques y de las enseñanzas de la korniloviada.

 

2) Entonces faltaba el entusiasmo revolucionario de todo el pueblo Hoy después de la korniloviada, ese entusiasmo existe. Así lo demuestran la situación en las provincias y la toma del poder por los Soviet en muchos lugares.

 

3) Entonces no existían vacilaciones serias, de alcance político general, entran nuestros enemigos ni entre la pequeña burguesía inconsecuente. Hoy, esas vacilaciones son gigantescas nuestro enemigo principal, el imperialismo de los aliados y el imperialismo mundial (¡¡mes los "aliados" se encuentran a la cabeza de este último), empieza a vacilar entre la guerra hasta la victoria final y una paz separada dirigida contra Rusia. Nuestros demócratas pequeñoburgueses, que han perdido ya a ojos vistas la mayoría en el pueblo, vacilan también en proporciones gigantescas, habiendo renunciado al bloque, es decir, a la coalición con los demócratas constitucionalistas.

 

4) Por eso, la insurrección habría sido un error el 3 y el 4 de julio: no habríamos podido sostenernos en el poder ni física ni políticamente. Físicamente, pues, aunque en algunos momentos tuvimos a Petrogrado en nuestras manos, nuestros propios obreros y soldados no estaban dispuestos entonces a pelear y morir por la capital: les faltaba todavía el "enfurecimiento" que existe hoy, el odio ardiente tanto a los A. Kerenski como a los Tsereteli y los V.  Chemov. Nuestros hombres no se habían templado aún con la experiencia de las persecuciones contra los bolcheviques, efectuadas con participación de los eseristas y los menchevique

Irakli Tsereteli

Desde el punto de vista político, el 3 y el 4 de julio no habríamos podido sostenernos en el poder, pues, antes de la korniloviada, el ejército y las provincias podían marchar, y habrían marchado, sobre Petrogrado.

 

El panorama es hoy completamente distinto.

 

Nos sigue la mayoría de la clase que constituye la vanguardia de la revolución, la vanguardia del pueblo capaz de llevar tras de sí a las masas.

Nos sigue la mayoría del pueblo, pues la dimisión de V.  Chernov no es, ni mucho menos, el único indicio, pero es el más claro y más patente, de que los campesinos no recibirán la tierra del bloque de los eseristas (ni de los propios eseristas). Y ahí está la clave del carácter popular de la revolución.

 

Estamos en la situación ventajosa de un partido que sabe firmemente cuál es su camino en medio de las mas inauditas vacilaciones de todo el imperialismo y de todo el bloque menchevique- eserista.

 

Nuestro triunfo es seguro, pues el pueblo se encuentra ya al borde de la desesperación, y nosotros ofrecemos a todo el pueblo la salida certera, al demostrarle "en los días de la korniloviada" el significado de nuestra dirección, y, después, al proponer una transacción a los del bloque y recibir de ellos una negativa, sin que hayan terminado, ni mucho menos, sus vacilaciones.

 

Sería el mayor error pensar que la transacción propuesta por nosotros no ha sido rechazada todavía, que la Conferencia Demócrata puede aún aceptarla. La transacción era una propuesta de un partido a otros partidos. No podía hacerse de otro modo. Los partidos la rechazaron. La Conferencia Democrática es solo una conferencia, y nada más. No debe olvidarse que en ella no está representada la mayoría del pueblo revolucionario: los exasperados campesinos pobres. Es una conferencia de la minoría del pueblo no debe olvidarse esta verdad evidente. Seda el mayor error, el mayor cretinismo parlamentario, que nosotros viéramos en la Conferencia Democrática un Parlamento, pues, aun suponiendo que se hubiese proclamado Parlamento permanente y soberano de la revolución, de todos mochos no resolvería nada: la solución está fuera de ella, está en los barrios obreros de Petrogrado y de Moscú.

 

Existen todas las premisas objetivas para una insurrección victoriosa. Contamos con las excepcionales ventajas de una situación en la que sólo nuestra victoria en la insurrección pondrá fin a las vacilaciones, que 'han extenuado al pueblo y son la cosa más penosa del mundo; en la que sólo nuestra victoria en la insurrección dará inmediatamente la tierra a los campesinos; en la que sólo nuestra victoria en la insurrección frustrará todas esas maniobras de paz por separado, enfiladas contra la revolución, y las frustrará mediante la propuesta pública de una paz más completa, más justa y más próxima, de una paz en beneficio de la revolución.

 

Por último, nuestro Partido es el único que, triunfante en la insurrección, puede salvar a Petrogrado, pues si nuestra propuesta de paz es rechazada y no se nos concede siquiera un armisticio, nos haremos "defensistas", nos pondremos a la cabeza de los partidos que propugnan la continuación de la guerra, nos convertiremos en el partido más "belicista" y sostendremos una guerra verdaderamente revolucionaria. Despojaremos a los capitalistas de todo el pan y de todas las botas. Sólo les dejaremos cortezas y los calzaremos con esparteñas. Enviaremos al frente todo el pan y todo el calzado.

 

Y así defenderemos Petrogrado.

 

En Rusia son todavía inmensamente grandes los recursos materiales y morales con que contarla una guerra auténticamente revolucionaria; hay un 99 por 100 de probabilidades de que los alemanes nos concedan, por lo menos, un armisticio. Y obtener hoy un armisticio significa ya triunfar sobre el mundo entero.

                                                          * * *

 

 

Una vez convencidos de que la insurrección de los obreros de Petrogrado y de Moscú es absolutamente necesaria para salvar la revolución y salvar a Rusia del reparto "separado" por los imperialistas de ambas coaliciones, debemos: primero, adaptar nuestra táctica política en la Conferencia a las condiciones de la creciente insurrección; segundo, demostrar que no aceptamos sólo de palabra la idea de Marx de que es preciso considerar la insurrección como un arte.

 

 En la Conferencia debemos unir sin demora la minoría bolchevique, sin preocuparnos del número ni temer que los vacilantes sigan en el campo de los vacilantes: allí serán más útiles a la causa de la revolución que en el campo de los que luchan por ella con decisión y sin reservas.

 

Debemos redactar una breve declaración de los bolcheviques, en la que se subraye con la mayor energía la inoportunidad de los discursos largos y de los "discursos" por discursear; la necesidad de actuar sin demora para salvar la revolución; la necesidad absoluta de romper por completo con la burguesía, de destituir totalmente al Gobierno actual, de romper por entero con los imperialistas anglo-franceses, que están preparando el reparto "separado" de Rusia; la necesidad de transferir en el acto todo el poder a la democracia-revolucionaria, con el proletariado revolucionario a la cabeza

 

Nuestra declaración deberá formular esta conclusión en la forma más breve y tajante y de acuerdo con los proyectos programáticos: paz a los pueblos, tierra a los campesinos, confiscación de las ganancias escandalosas y represión del escandaloso sabotaje de la producción por los capitalistas.

 

Cuanto más breve y tajante sea la declaración, tanto mejor. En ella deberán destacarse con claridad otros dos puntos importantísimos: el pueblo está extenuado par tantas vacilaciones, el pueblo ha sido martirizado par la indecisión de los eseristas y los mencheviques.; nosotros rompemos definitivamente con esos partidos, pues han traicionado a la revolución.

 

El otro punto es éste: al proponer inmediatamente una paz sin anexiones y romper en el acto con los imperialistas aliados, y con todos los imperialistas, obtendremos o bien el armisticio inmediato, o bien la incorporación de todo el proletariado revolucionario a la defensa; y la democracia revolucionaria, dirigida por él, emprenderá una guerra verdaderamente justa, verdaderamente revolucionaria.

 

Después de dar lectura a esta declaración, después de proclamar la necesidad de decidir y no de hablar, de actuar y no de escribir resoluciones, deberemos enviar a toda nuestra minoría a las fábricas y a los cuarteles: allí está su sitio, allí está el nervio de la vida, allí está la fuente del salvamento de la revolución, allí está el motor de la Conferencia Democrática.

 

 Allí debemos exponer, en discursos fogosos y apasionados, nuestro programa y plantear el problema así: o la aceptación íntegra del programa por la Conferencia, o la insurrección. No hay término medio. No se puede esperar. La revolución se hunde.

 

Si planteamos así el problema y concentramos toda nuestra minoría en las fábricas y en los cuarteles, podremos elegir con acierto el momento para comenzar la insurrección.

 

Y para enfocar la insurrección al estilo marxista, es decir, como un arte, debemos, al mismo tiempo y sin perder un minuto, organizar un Estado Mayor de los destacamentos de insurgentes, distribuir las fuerzas, lanzar los regimientos de confianza contra los puntos más importantes, cercar el Teatro de Alejandro y tomar la Fortaleza de Pedro y Pablo 96 , detener al Estado Mayor General y al Gobierno y enviar contra los cadetes y contra la "división salvaje” tropas dispuestas a morir antes que permitir al enemigo abrirse paso hacia los centros de la ciudad; debemos movilizar a los obreros armados, llamándoles a una lucha desesperada, a la lucha final; debemos ocupar inmediatamente las centrales de Telégrafos y de Teléfonos, instalar nuestro Estado Mayor de la insurrección junto a la Central de Teléfonos y poner en contacto telefónico con él todas las fábricas, todos los regimientos, todos los puntos en que se desarrolle la lucha armada, etc.

 

Todo esto es, claro está, aproximadamente, sólo como un ejemplo de que en los momentos actuales es  imposible mantenerse fieles al marxismo, a la revolución, sin considerar la insurrección como un arte.

 

N. Lenin

Escrito el  13-14 (26-27) de septiembre de 1917

 

Publicado por primera vez en 1921, en la revista "Proletárskaya revoliutsia”, núm.2

 

95   Blanquismo: corriente del movimiento socialista francés encabezada por Louis Auguste Blanqui 1805-1881), eminente revolucionario y destacado representante del comunismo utópico francés.

Los blanquistas negaban la lucha de clases, esperando que "la humanidad se emancipe de la esclavitud asalariada mediante la conspiración de un pequeño grupo de intelectuales, y no mediante La lucha de clase del proletariado" (O. C., t. 13, pág. 82). Sustituían la labor del partido revolucionario con acciones de un puñado de conspiradores, no tenían en cuenta la situación concreta necesaria para el triunfo de la insurrección y desdeñaban el contacto con Las masas.-250.

 

96    Teatro de Alejandro: teatro de Petrogrado en que se celebró la Conferencia Democrática.

Fortaleza de Pedro y Pablo: fortaleza enclavada frente al Palacio de Invierno, en la orilla opuesta del Neva. En ella se encarcelaba a tos presos políticos durante el zarismo. Tenía un gigantesco arsenal y era un importante punto estratégico de Petrogrado. -255.

 

Fuente:

https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oc/progreso/tomo34.pdf

 

V. I. Lenin.  El Marxismo y la insurrección

Carta al Comité Central del POSD (b) de Rusia  1

 

https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1910s/13-ix-17.htm

 

F. Engels. El programa de los emigrados blanquistas de la Comuna

 

http://eljanoandaluz.blogspot.com/2017/11/f-engels-el-programa-de-los-emigrados.html

 

Bibliografía imprescindible sobre la concepción marxista del poder (En Francia - Rusia- Alemania-España)

 

http://eljanoandaluz.blogspot.com/2019/11/bibliografia-imprescindible-sobre-la.html

 

Programa, estatuto, actas y otros documentos, del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia. (Adoptado por el II Congreso del Partido) 1903

http://eljanoandaluz.blogspot.com/2021/05/programa-estatuto-actas-y-otros.html

Partido Social-Revolucionario https://es.wikipedia.org/wiki/Partido_Social-Revolucionario

Bolchevique    https://es.wikipedia.org/wiki/Bolchevique

Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia https://es.wikipedia.org/wiki/Partido_Obrero_Socialdem%C3%B3crata_de_Rusia

 

Rosa Luxemburgo https://es.wikipedia.org/wiki/Rosa_Luxemburgo

 

Contra la pena capital

https://www.marxists.org/espanol/luxem/12Contralapenacapital_0.pdf

https://www.marxists.org/espanol/luxem/index.htm

En inglés

https://www.marxists.org/archive/luxemburg/index.htm

Rosa Luxemburgo .Un deber de honor (noviembre de 1918)

https://www.marxists.org/archive/luxemburg/1918/11/18c.htm

Rosa Luxemburgo.  Contra la pena capital (noviembre de 1918)

https://www.marxists.org/archive/luxemburg/1918/11/18c-alt.htm

 

* En la prensa bolchevique he señalado ya que la aplicación de la pena de muerte por los explotadores contra las masas trabajadoras, para defender la explotación, es el único argumento justo que puede invocarse contra la pena capital. (Véase el presente volumen, págs. 98-1O1. -Ed.) Un Gobierno revolucionario, sea el que sea, difícilmente podrá prescindir de la pena de muerte contra los explotadores (es decir, contra los terratenientes y los capitalistas).

 

Resoluciones en el papel 

págs. 98-1O1.

"Rabochi", núm. 2, 8 de septiembre (26 de agosto) de 1917

 

Irakli Tsereteli  https://es.wikipedia.org/wiki/Irakli_Tsereteli

 

Entre los ministros "socialistas" y dirigentes de la pequeña burguesía el señor Tsereteli es uno de los más charlatanes. Es preciso esforzarse para poder leer hasta el final sus innumerables discursos. Tan vacíos y vulgares son estos discursos absolutamente insustanciales, absolutamente evasivos, absolutamente carentes de significado, verdaderamente "ministeriales". Lo que torna aún más insoportables estas elocuentes declaraciones" (cuya vaciedad tenía que convertir necesariamente a Tsereteli en el favorito de la burguesía) es la infinita fatuidad del orador. Resulta a veces difícil decidir si sus frases pulidas, suaves y melosas ocultan una extraordinaria necedad o un cínico utilitarismo político.

 

Cuanto más insustanciales son los discursos de Tsereteli, con tanta mayor energía hay que recalcar algo completamente increíble y excepcional que le acaeció durante la sesión plenaria del Soviet de Petrogrado el 18 de agosto 59 • Resulta increíble, pero es así: Tsereteli dejó escapar algunas palabras sencillas, claras, sensatas y veraces. Dejó escapar unas palabras que expresan correctamente una profunda y seria verdad política, una verdad no de importancia casual, sino que resume toda la actual situación política, sus rasgos principales, esenciales y sus características fundamentales.

 

Según informa Rech, Tsereteli (los lectores recuerdan, por supuesto, que se oponía a la resolución sobre la abolición de la pena de muerte), dijo:

 

" ... Ninguna de las resoluciones de ustedes ayudará. Lo que se necesita no son resoluciones en el papel, sino hechos reales... "

 

Lo que es verdad, es verdad. Da gusto oír discursos sensatos...

 

Desde luego, esta verdad golpea ante todo y sobre todo al propio Tsereteli. Porque, precisamente él, uno de los dirigentes más significados del Soviet, contribuyó a prostituir esta institución, a reducir su papel al de una lastimosa asamblea liberal, cuyo legado al mundo será un archivo de deseos ejemplarmente piadosos e impotentes. Tsereteli, que hizo aprobar por  el Soviet, castrado por los eseristas y mencheviques, centenares de "resoluciones en el papel", tiene menos derecho que nadie a gritar contra las "resoluciones en el papel", cuando se trata de adoptar una resolución que molesta sensiblemente a él mismo. Se ha colocado en la muy ridícula situación del parlamentario que ha preparado más resoluciones "parlamentarias" que nadie, ha puesto por las nubes la importancia de las mismas, y se ha ocupado de ellas más que nadie, pero cuando se aprueba una resolución contra él, ·grita a voz en cuello "¡las uvas están verdes!", y que, en rigor, la resolución es sólo una resolución en el papel.

 

Sin embargo, una verdad, aunque dicha por un hombre falso en un tono falso, sigue siendo una verdad.

 

La resolución es una resolución en el papel no por la razón que dio el ex ministro Tsereteli, quien supone ( ¡bromas aparte!) que para defender la revolución se necesita la pena de muerte. Es una resolución en el papel porque repite la fórmula estereotipada, aprendida de memoria y repetida sin sentido desde marzo de 191 7: "El Soviet exige del Gobierno Provisional". Están acostumbrados a "exigir"·y repiten esta palabra por costumbre, sin advertir que la situación ha cambiado, que la fuerza se ha perdido ya, y que una "exigencia" que no se apoya en la fuerza es ridícula.

 

Más aún: esta "exigencia" estereotipada fomenta en las masas la ilusión de que la situación no ha cambiado, de que el Soviet es una fuerza, de que, al formular su "exigencia", el Soviet ha cumplido con su tarea y puede dormir el sueño de un "demócrata" (perdonen ... ) "revolucionario" que ha cumplido con su deber

 

Tal vez algún lector pregunte: ¿acaso los bolcheviques, partidarios de la sensatez política, de tener en cuenta las fuerzas y enemigos de la fraseología, debieron abstenerse de votar en favor de la resolución?

 

No. Había que votar en favor, aunque sólo fuera porque en un párrafo de la resolución (§ 3) se expresa la certera y excelente idea (idea fundamental, principal y decisiva) de que la pena de muerte es un arma contra las masas (otra cosa sería si fuese un arma contra los terratenientes y los capitalistas). Había que votar en favor de la resolución, aunque los eseristas pequeñoburgueses desfiguraron el texto de Mártov y, en lugar de la referencia a los fines "imperialistas que son extraños a los intereses del ·pueblo", intercalaron una frase absolutamente 'falsa, destinada a engañar al pueblo y a embellecer la guerra de rapiña, sobre "la defensa de la patria y la revolución".

 

Había _que votar en favor de la resolución, dejando constancia del desacuerdo con algunos de sus pasajes y haciendo la ·siguiente -declaración: ¡Obreros! No crean que el Soviet esté ahora en condiciones de exigir algo del Gobierno Provisional. No se dejen ilusionar. Sepan que el Soviet ya es impotente para exigir, y que el Gobierno actual se halla bajo el total imperio de la burguesía contrarrevolucionaria. Piensen seriamente sobre esta ----amarga verdad. Nadie podía impedir a los miembros del Soviet que votaran en favor, haciendo en una u otra forma tales salvedades.

 

Y entonces la resolución habría dejado de ser una resolución "en el papel".

 

Y entonces habríamos pasado por alto la provocadora pregunta de Tsereteli, quien interrogó a los miembros del Soviet si querían "derrocar" al Gobierno Provisional, del mismo modo, exactamente del mismo modo que Katkov preguntaba a los liberales, bajo Alejandro III, si querían "derrocar" a la autocracia. Nosotros habríamos contestado al ex ministro: Querido ciudadano, usted acaba de promulgar una ley draconiana   contra quién atenten o simplemente piensen “derrocar” al Gobierno (formado por un acuerdo de los terratenientes y capitalistas con los traidores pequeñoburgueses de la democracia). Comprendemos perfectamente que toda la burguesía le elogiaría todavía más calurosamente, si usted "sometiera" a unos cuantos bolcheviques a esa agradable (para usted) ley. Pero no se sor prenda si no nos molestamos en ayudarle a encontrar pretextos para aplicar esa "agradable" ley.

 

                                                        ***

En el episodio del 18 de agosto se refleja, como el sol en una gota de agua, todo el sistema político de Rusia. Un Gobierno bonapartista, la pena capital, la ley draconiana, la dulcificación de todas estas cosas "agradables" (para los provocadores) con frases exactamente iguales a las que empleaba Luis Napoleón sobre la igualdad, la fraternidad, la libertad,· el honor y la dignidad de la patria, las tradiciones de la gran revolución, el aplastamiento de la anarquía.

 

Melifluos hasta empalagar, los ministros y ex ministros pequeñoburgueses, que se golpean el pecho-declarando que tienen alma, que condenan su alma al implantar y aplicar contra el pueblo la pena de muerte y que lloran cuando lo hacen: es una edición mejorada de aquel "maestro de escuela" de la década del 60 del siglo pasado, que seguía el consejo de Pirogov y azotaba, no de la manera habitual, simplemente y a fa antigua, sino derramando lágrimas de piedad sobre el vástago de un buen pequeño burgués, "legítima" y "justicieramente'' azotado.

 

Los campesinos, engañados por sus dirigentes pequeñoburgueses y que continúan creyendo que del matrimonio del bloque de los eseristas y mencheviques con la burguesía puede nacer... la abolición, sin rescate, de la propiedad privada de la tierra.

Los obreros... bueno, no diremos qué piensan los obreros hasta que el "humano" Tsereteli derogue la nueva ley draconiana.

 

59     En la reunión plenaria del Soviet de diputados obreros y soldados de Petrogrado, del 18 (31) de agosto de 1917, l. G. Tsereteli, líder de los mencheviques, se opuso categóricamente a una resolución que proponla abolir la pena de muerte en el frente, implantada por el Gobierno Provisional después de las jornadas de julio. La resolución de protesta contra la pena de muerte fue aprobada por mayoría de votos. -98.

 

"Rabochi", núm. 2, 8 de septiembre (26 de agosto) de 1917

 

https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oc/progreso/tomo34.pdf

 

Obras Completas, Tomo 32, Mayo-julio de 1917

 

¿Implantar el socialismo o denunciar la dilapidación de fondos públicos?

Págs.- 341-343

"Pravda", núm. 77, 22 (9) de junio de 1917

 

 

Es cosa ya decidida y sentada que en Rusia no se puede implantar el socialismo. Así lo ha demostrado -casi totalmente al modo marxista- el señor Miliukov en la reunión de los cavernícolas del 3 de junio siguiendo al periódico ministerial menchevique Rabóchaya Gazeta. En eso coincide el partido más grande de Rusia en general y del Congreso de los Soviets en particular, el partido de los socialistas revolucionarios, que no es sólo el partido más grande, sino también el que experimenta el más grande pavor ideológico ( desinteresado) ante el desarrollo de· la revolución hacia el socialismo.

 

En rigor, una simple confrontación con  la resolución aprobada por la Conferencia bolchevique, celebrada entre el 24 y el 29 de abril de 1917, revela que los bolcheviques también consideran imposible "implantar" inmediatamente el socialismo en Rusia. ¿A qué viene, pues, el debate? ¿Por qué el alboroto? Muy sencillo, con la· bulla contra la "implantación" del socialismo en Rusia muchos (algunos sin darse cuenta) apoyan los esfuerzos de quienes se oponen a que se ponga al descubierto la dilapidación de fondos públicos.

 

i No vamos a discutir de palabras, ciudadanos! Eso es indigno no sólo de "demócratas revolucionarios", sino incluso y en general de personas adultas. No hablemos de la, "implantación" del socialismo rechazada "por todos". Hablemos de poner al descubierto la dilapidación de fondos públicos.

 

Cuando los capitalistas trabajan para la defensa, es decir, para el Estado, es evidente que esto no es ya capitalismo "puro", sino una forma particular de economía nacional. El capitalismo puro significa producción mercantil. Y la producción mercantil· significa trabajar para un mercado desconocido y libre. Pero el capitalista que "trabaja" para la defensa no "trabaja" de ninguna manera para el mercado, sino por encargo del Estado, muchas veces hasta con préstamos recibidos del erario público.

 

Según nuestra opinión, ocultar el monto de las ganancias obtenidas en esas peculiares operaciones y apropiándose de una ganancia superior a lo necesario para cubrir los gastos de sostenimiento de una persona que realmente participa en la producción, es dilapidación de fondos públicos.

 

Si ustedes no comparten esta opinión, quiere decir claramente que discrepan de la abrumadora mayoría de la población. No hay ni sombra de duda que los obreros y campesinos de Rusia, en su inmensa mayoría, comparten esa opinión y la manifestarían abiertamente si se les plantease la cuestión sin evasivas, sin excusas, sin subterfugios diplomáticos.

 

 Pero si comparten esta opinión, luchemos juntos contra las excusas y los subterfugios.

 

Para mostrar la mayor, transigencia en una empresa común como esta lucha y el máximo de suavidad, proponemos al Congreso de los Soviets el siguiente proyecto de resolución:

 

"El primer paso para establecer no ya la regulación, sino aunque sea un simple control sobre la producción y la distribución" ( advertencia al margen del texto de la resolución: hasta el ministro Peshejónov prometió esforzarse para asegurar "que se distribuya equitativamente todo lo que poseemos"), "el primer paso para cualquier lucha seria contra el desastre económico y la catástrofe que amenaza el país, debe ser un decreto que suprima al secreto comercial (incluido el bancario) en todas las transacciones relacionadas con los suministros al Estado o para la defensa en general. Tal decreto se complementará inmediatamente con una ley que castigue como un delito toda tentativa directa o indirecta de ocultar los documentos o los hechos que se relacionan con la materia, ante la !l personas o grupos con poderes de:

 

a) cualquier Soviet de Diputados Obreros, Soldados o Campesinos;

b) cualquier sindicato de obreros o empleados, etc.;

c) cualquier gran partido político (debe definirse en términos precisos el concepto de 'gran' partido, por lo menos de acuerdo con el número de votos obtenidos)".

 

Todo el mundo está de acuerdo en que la implantación inmediata del socialismo en Rusia es imposible.

 ¿Pero todo el mundo está también de acuerdo en que es imprescindible desenmascarar de inmediato la dilapidación de fondos públicos?

 

"Pravda", núm. 77, 22 (9) de junio de 1917

Págs.- 341-343

https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oc/progreso/tomo32.pdf

 

* Véase Obras Completas, Tomo 32, págs. 218-219, 340, 341-343, 418-420, 421-423, 424-426. -Ed.

 

Obras Completas, Tomo 32, Mayo-julio de 1917

 

 Hay que desenmascarar a los capitalistas.

págs. 218-219

 

Pravda, núm. 67, 9 de junio (27 de mayo) de  1917

 

En Nóvaya Zhizn , del 24 de mayo, V. Bazárov, a quien nadie negará su conocimiento del estado de nuestra industria, escribe lo siguiente:

 

"El desastre económico y financiero provocado por la guerra ha creado un estado de cosas tal que el interés privado del empresario privado no tiende a consolidar y desarrollar las fuerzas productivas del pafs, sino a destruirlas. Actualmente, es mucho más lucrativo -en espera de que suban los precios- mantener inactivos los elementos materiales del capital que ponerlos en circulación; es más lucrativo producir, en las condiciones más ruinosas para el País, suministros militares totalmente inservibles que satisfacer a conciencia las apremiantes necesidades de las masas populares; y lo más ventajoso es construir -nuevas fábricas de ¡,¡erra que jamás serán aprovechadas y que estarán en condiciones de funcionar sólo dentro de dos o tres años. ¿Tiene algo de extraño que la llamada 'economía nacional haya degenerado en nuestro país en una desenfrenada bacanal de merodeo, en anarquía de la industria, en despojo sistemático del patrimonio del pueblo?

 

... .. ,¿Por qué un obrero ignorante, e incluso un obrero con plena conciencia, ha de renunciar a un aumento 'excesivo' de salario, de 3 a 4 rublos, cuando ve que ante sus propios ojos se roban y se convierten en humo cientos de millones?".

 

Ninguna persona honesta puede negar que V. Bazárov dice la pura verdad.

 

Una "bacanal de merodeo": no hay otra manera de calificar la conducta de los capitalistas durante la guerra.

 

 Esa bacanal arrastra a todo el país al desastre. No debemos callar. No debemos tolerarlo.

 

Todo obrero que sepa y comprenda qué está ocurriendo en "su" fábrica, todo empleado de banco, de fábrica o de empresa comercial que no pueda permanecer indiferente a la ruina de su país, todo ingeniero, estadístico, contador, todos deben hacer cuanto esté a su alcance para reunir, aunque sea fragmentarios, datos precisos y, si es posible, documentados sobre esta bacanal de merodeo, es decir sobre los precios y las ganancias.

 

No debemos callar. No debemos tolerarlo. Porque no somos criaturas para dejarnos adormecer con promesas de ministros casi socialistas, ni con comisiones, departamentos y subdepartamentos de funcionarios.

 

 Si el Gobierno ruso no fuera prisionero de los capitalistas, si estuviera formado por gente dotada de voluntad y capacidad para obrar con decisión, para salvar a su país de la ruina, inmediatamente, sin esperar un solo· día, una sola hora, dictaría una ley que ordenase la publicación de todos los precios fijados en los pedidos de guerra, de todos los datos, sobre sus ganancias.

 

Charlar del desastre que se avecina y de salvar al país de la ruina sin proceder en esa forma, significa descender al nivel de los que engañan al pueblo o convertirse en juguetes en manos de embaucadores.

 

Serla pueril e ingenuo esperar de un gobierno de capitalistas, esperar de los señores Lvov, Teréschenko, Shingariov y ·cía.; de sus impotentes y grotescos "apéndices", 10s Chernov, Tsereteli, Peshejónov, Skóbelev, que dictaran semejante ley y que desenmascararan  a los capitalistas. Sólo quien padezca de "reblandecimiento cerebral ministerialista" puede esperar semejante cosa.

 

Por eso debemos estimular con más energía la iniciativa privada. iCamaradas y ciudadanos! I Quienes deseen realmente salvar al país del hambre, deben reunir y publicar inmediatamente todos los datos sobre precios y ganancias de que dispongan!

 

Desenmascarar a los capitalistas es el primer paso para poner freno a los capitalistas. Desenmascarar la bacanal de merodeo es el primer paso en nuestra lucha contra los merodeadores.

 

 Pravda, núm. 67, 9 de junio (27 de mayo) de  1917

https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oc/progreso/tomo32.pdf

 

Más vale pájaro en mano que ciento volando 

Pág. 340

"Pravda", núm. 94, 12 de julio (29 de junio) de 1917

 

 

En su discurso, el ministro Peshejónov pronunció muchas frases hermosas y altisonantes. Dijo <que "debemos distribuir equitativamente todo lo que poseemos", que "la resistencia de los capitalistas, al parecer, está vencida" y otras cosas por el estilo.

 

 Pero mencionó una sola cifra exacta, un solo hecho concreto, al cual le dedicó seis líneas de un discurso· de ocho columnas. He aquí este hecho: los clavos salen de la fábrica a 20 kopeks la libra, pero llegan al consumidor a 2 rublos la libra.

 

 ¿No es posible, ya que "la resistencia de los capitalistas está vencida", promulgar una ley que disponga que se publiquen: 1) todas las cartas de garantía acerca de les precios de los suministros; 2) todas los precios de los suministros al Estado en general; 3) el precio de costo de los productos entregados al Estado ; 4) ¿no es posible brindar a las organizaciones obreras la oportunidad de verificar tocios estos hechos?

 

"Pravda", núm. 76, 21 (8) de junio de 1917

 

https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oc/progreso/tomo32.pdf

 

 

Frases y hechos  418-420

  

Matvéi Ivánovich Skóbelev https://es.wikipedia.org/wiki/Matv%C3%A9i_Sk%C3%B3belev

 

El ministro Skóbelev ha hecho público un mensaje a todos los obreros de Rusia. En nombre de "nuestro" (así dice: nuestro) ideal socialista, en nombre de la revolución, en nombre de los demócratas revolucionarios, etc., etc., se insta a los obreros a aceptar las "cámaras de conciliación" y se condena severamente cualquier acción "no autorizada".

 

Oigan qué bien canta el casi socialista ministro menchevique Skóbelev:

 

"Ustedes (los obreros) tienen todo el derecho de indignarse por el enriquecimiento de las clases poseedoras durante esta guerra. El Gobierno zarista despilfarró miles de millones del dinero del pueblo. El Gobierno revolucionario debe recuperar este dinero y restituirlo al tesoro del pueblo".

 

Canta bien el pájaro..., pero ¿dónde irá a posarse?

 

 El mensaje del señor Skóbelev fue Publicado el 28 de junio. El gabinete de coalición se formó el 6 de mayo 144. iY durante todo este tiempo, mientras se acerca a pasos agigantados el desastre económico y una catástrofe sin precedentes en nuestro país, el Gobierno ha dado un solo paso serio contra los capitalistas que se han embolsado "miles de millones''! Para "restituir al tesoro del pueblo" esos miles de millones, el 7 de mayo tendría que haberse promulgado una ley que suprimiera todo secreto comercial y bancario y estableciera un inmediato control sobre los bancos y los consorcios capitalistas, pues de otro modo resultará imposible encontrar esos miles de millones, y no hablemos ya de "restituirlos".

 

¿Cree de veras el ministro menchevique Skóbelev que los obreros son criaturas a quienes se puede engañar con promesas de lo imposible (lo imposible es "restituir" los "miles de millones", y quiera Dios que se pueda terminar con la dilapidación de fondos públicos y recobrar siquiera un centenar o dos de esos millones) dejando de hacer, semana tras semana, lo posible y lo necesario?

 

 Como si fuera a propósito, el mismo día en que el ministro menchevique Skóbelev obsequiaba a los obreros otras de sus más floridas frases republicanas, revolucionarias y "socialistas", el camarada Avflov, que desea "unir” a los defensistas ( o sea, los chovinistas) y a los obreros, tuvo la extraordinariamente feliz, la excepcionalmente feliz idea de publicar en Nóvaya Zhizn un artículo que no contiene deducciones, pero sí hechos.

 

No hay en el mundo nada tan elocuente como eses simples hechos.

 

El 5 de mayo se constituyó el gabinete de coalición. En solemne declaración promete... el control e incluso la "organización de la producción". El 16 de mayo, el Comité Ejecutivo del Soviet de Petrogrado aprueba "directrices” para sus ministros, exigiéndoles "la inmediata ( i escuchen esto!) y la más enérgica implantación ( palabra de honor!, así dice!) de la regulación estatal de la producción", etc., etc.

 

Comienza la enérgica implantación.

 

El 19 de mayo renuncia Konoválov, haciendo una muy "enérgica,, declaración contra ... i los "socialistas extremistas"! El 1 de junio los representantes del comercio y la industria de toda Rusia realizan una Conferencia 145 • La Conferencia se pronuncia resueltamente contra el control. Los tres viceministros que quedan después de la renuncia de Konoválov comienzan una "enérgica implantación”: el primer viceministro, Stepánov, en el conflicto provocado por los industriales hulleros del Donets (quienes reduciendo la producción hunden la industria) apoya... a los empresarios. Después de esto, los empresarios rechazan todas las propuestas conciliatorias de Skóbelev.

 

El segundo viceministro, Palchinski, sabotea la "conferencia sobre los combustibles".

 

 El tercer viceministro, Savvin, instituye una "burda y ni siquiera ingeniosa caricatura" de regulación en forma de no se sabe qué "reunión interdepartamental".

 

 El 10 de junio, el primer viceministro, Stepánov, presenta al Gobierno Provisional su "informe"... en el que polemiza con el programa del Comité Ejecutivo.

 

El 21 de junio, el Congreso de los Soviets aprueba otra resolución...

 

Desde abajo el pueblo comienza a crear por propia iniciativa comités de abastecimiento. Desde arriba se promete un gran "Consejo Económico". El segundo viceministro Palchinski aclara: "Es difícil decir cuándo comenzará a funcionar (el Consejo Económico) ... ".

Parece una burla, pero estos son los hechos.

 

Los capitalistas se mofan de los obreros y del pueblo, prosiguiendo una política de lockouts secretos y de ocultamiento de sus ganancias escandalosas, mientras envían a los Skóhelev, Tsereteli y Chernov a que "tranquilicen" a los obreros con frases vacías.

 

144  « El 6 (19) de mayo de 1917, los periódicos burgueses, mencheviques y eseristas publicaron la lista del grupo de ministros "socialistas" que habían entrado en el Gobierno Provisional.-418.

 

145   Conferencia de  representantes de la industria. y el comercio de toda Rusia: se realizó el 1 y 2 (14 y 15) de junio de 1917 en Petrogrado. · En la Conferencia se discutió el estado de la industria y las medidas de lucha contra el caos económico. A pesar de que su finalidad era tratar cuestiones estrictamente económicas, las resoluciones de esa Conferencia estaban saturadas de odio hacia la clase obrera y la revolución socialista. Con la amenaza de cerrar fábricas y talleres los grandes industriales exigieron al Gobierno Provisional que tomara medidas contra la implantación de la jornada de ocho horas y el aumento de salarios. Para defender mejor los intereses d los industriales, la Conferencia resolvió crear un organismo único para toda Rusia, integrado por representantes de las principales sociedades comerciales e industriales.-419.

 

"Pravda", núm. 94, 12 de julio (29 de junio) de 1917

 

https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oc/progreso/tomo32.pdf

 

 

 

 

Como ocultan las ganancias los señores capitalistas (En torno al problema del control)

Pág. 421-423

"Prvada”, núm. 94, 12 de julio (29 de junio) de 1917

 

I Se habla muchísimo del control! !¡y qué poto contenido hay · en ese muchísimo! I Cómo se elude la esencia de la cuestión con frases generales, con giros grandilocuentes y "proyectos" solemnes que están condenados a no pasar de ser eternamente proyectos! Mas la esencia de la cuestión consiste en que sin abolir el' secreto comercial y bancario, sin promulgar inmediatamente una ley que ponga los libros de comercio a disposición de las organizaciones obreras, todas las, frases acerca del control y todos los proyectos de control serán la más vacua palabrería. · · He aquí un ejemplo de ello, pequeño, pero aleccionador. Un camarada, empleado de Banca, nos comunica los siguientes datos, que muestran cómo se ocultan las ganancias en los balances oficiales.

 

 

En el número 18 de Véstnik Finánsov 146, correspondiente al 7 de mayo de 1917, se ha publicado un balance del Banco de Descuento y de Crédito de Petrogrado. Según este balance, las ganancias netas del banco ascienden a 13 millones de rublos (la suma exacta es de 12.960.000 rublos; en lo sucesivo, citaremos en el texto las cifras redondas, y entre paréntesis, las cifras exactas).

 

Pero al examinar más a fondo el balance, cualquier conocedor del asunto descubre en el acto que ésas  son todas las ganancias, ni mucho menos; que una parte considerable de ellas ha sido ocultada astutamente en otras partidas, de tal modo que jamás podrá descubrirla ningún "impuesto", ningún "empréstito obligatorio" ni, en general, ninguna medida financiera, si no es abolido por completo el secreto comercial y bancario. En efecto, en la partida de capital especial de reserva se registra una suma de cinco millones y medio de rublos. Y precisamente en esa llamada reserva o capital de reserva se incluyen a cada paso las ganancias con el fin de ocultarlas. Si usted, millonario, he obtenido unas ganancias de 17 millones de rublos y, de ellas, "he reservado" (es decir, he guardado como reserva) cinco millones, no tengo más que anotar esos cinco millones como "capital de reserva", i y asunto concluido! i Habrán sido burladas todas las leyes sobre "el control estatal", "los impuestos del Estado sobre los beneficios", etc.!!

 

Prosigamos. En la partida de ingresos en concepto de intereses y comisión del mismo balance se señala una suma de casi un millón de rublos (825.000). "Surge una pregunta -nos escribe el empleado de Banca-: ¿ ¿de qué sumas, en general, se forman los beneficios del banco, si los ingresos en concepto de intereses no figuran en las ganancias??"

 

Otro hecho. En la partida de remanente de las ganancias de los años anteriores se indica la suma de 300.000 rublos, i i que no figura  en el total de ganancias! ! Así pues, junto con el punto anterior, se ha ocultado también más de un milloncejo de ganancias. De la misma manera, no se incluyen en el total de ganancias los 224.000 rublos de "dividendos no abonados a los accionistas", aunque todo el mundo sabe que los dividendos se pagan de las ganancias netas.

 

Prosigamos. En el balance figuran, además, 3.800.000 rublos como "sumas transferibles". "A una persona que no participe directamente en el asunto -escribe nuestro camarada- le será difícil determinar qué es eso de sumas transferibles. Sólo es posible decir una cosa: con la denominación de "sumas transferibles" se puede ocultar, al confeccionar el balance, una parte de las ganancias para después pasarlas de allí "al lugar debido".

 

Resumen: se han indicado unas ganancias de 13 millones de rublos, pero, en realidad, oscilan probablemente entre 9 y 24 millones, cerca del 80% del capital fijo, que es de 30 millones de rublos.

 

146  Vdstnik Fi.nánsov, Promís/,lennosti i Torgovli (Boletín de las Finanzas, la Industria y el Comercio); semanario del Ministerio de Hacienda  se publicó en Petersburgo desde noviembre de 1883 hasta 1917. En la revista se insertaban disposiciones del Gobierno, artículos y resúmenes económicos. -421.

 

"Prvada”, núm. 94, 12 de julio (29 de junio) de 1917

 

https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oc/progreso/tomo32.pdf

 

 

La crisis se aproxima el caos económico aumenta.

 

Pág. 424-426 

"Pravda", núm. 95, 13 de julio (3 de junio) de 1917

 

Debemos tocar a rebato diariamente. Toda clase de gente tonta nos reprochaban que nos "apresurábamos" a entregar todo el poder a los Soviets de Diputados Soldados, Obreros y Campesinos. Piensan que sería más "moderado y comedido" en "esperar" dignamente una digna Asamblea Constituyente.

 

 Hoy, hasta el más tonto de esos tontos pequeñoburgueses puede observar que la vida no espera y que no somos nosotros quienes nos "apresuramos", sino que el caos económico se apresura.

 

La cobardía pequeñoburgueses, personificada en los partidos de los eseristas y los mencheviques, ha resuelto dejar por ahora todos los asuntos en manos de los capitalistas. I Quizás el caos económico "espere" hasta la Asamblea Constituyente!

Los hechos prueban, día a día, que tal vez el caos no espere hasta la Asamblea Constituyente y que la catástrofe estalle antes.

 

Examinemos, por ejemplo, los hechos publicados hoy. La sección económica del Comité. Ejecutivo del Soviet de Diputados Soldados y Obreros de Petrogrado ha resuelto "poner en conocimiento del Gobierno Provisional" que "la industria metalúrgica de la región de Moscú ( 15 provincias) se halla en un estado sumamente crítico"; que "la administración de la fábrica Guzhón desorganiza manifiestamente la producción y deliberadamente provoca la paralización de la empresa" y que por esta razón "el poder estatal" (que los eseristas y los mencheviques han dejado en manos del partido de los Guzhón, partido de los capitalistas contrarrevolucionarios que recurren al lock-out) "debe hacerse cargo de la administración de la fábrica... y proveerla de fondos de giro".

 

 

Los recursos que se necesitan con urgencia llegan a 5 millones de rublos. La reunión (de la sección económica y de una delegación de la sección de abastecimiento del Soviet de Diputados Obreros de Moscú) "llama la atención del Gobierno Provisional" ( i pobre, inocente Gobierno Provisional, ignorante como un niño! iNo sabía nada! I El no es culpable! I El se enterará, lo convencerán, lo persuadirán los Dan y los Cherevanin, los Avxéntiev y los Chernov !) "sobre el hecho de que la reunión fabril · de Moscú y el buró provisional del comité de abastecimiento de la región de Moscú, ya ha tenido que intervenir para impedir la paralización de la fábrica de locomotoras de Kolomna y de las fábricas de Sórmovo y de Briansk, en Bézhetsk*. Sin embargo, debido a una huelga obrera, la fábrica se Sórmovo ahora no trabaja, y uno de estos días pueden paralizarse las fábricas restantes... ".

*  Aquí se ha deslizado una errata, debe leerse "Bézhitsa" .-Ed

 La catástrofe no esperará. Se acerca con una rapidez espantosa. A. Sandomirski, que sin duda conoce muy bien los hechos, escribe hoy, en Novaya ZhiJl, acerca de la región de Donets:

 

"El círculo vicioso -falta de carbón, falta de metal, falta de locomotoras y vagones, paralización de la producción- se amplía cada vez más. Y mientras el carbón arde y en las fábricas se acumula el metal, donde es necesario no lo consiguen".

 

El Gobierno, apoyado por los eseristas y los mencheviques, frena abiertamente la lucha contra el caos económico. A. Sandomirski nos informa de un hecho: Palchinski, viceministro de Comercio y virtual colega de los. T$ereteli y los Chernov, ha respondido a la queja de los industriales p11ohibiendo ( ! !) que comisiones "espontáneas" ( ! !) de control intervengan en la encuesta instituida por el Comité del Donets para determinar las existencias de metal.

 

Piénsese qué manicomio es esto: el país se hunde, el pueblo está al borde del hambre y de la ruina, hay escasez .de carbón y hierro, aunque se los puede extraer. El Comité del Donets realiza por medio de los Soviets de Diputados Soldados y Obreros una encuesta sobre las existencias de metal, es decir, busca hierro para el pueblo. Pero un sirviente de los industriales, un sirviente de los capitalistas, el ministro Palchinski, asociado a los Tsereteli y a los Chernov, prohíbe la encuesta. Entretanto, la crisis sigue en aumento y la catástrofe se aproxima cada vez más.

 

¿Dónde y cómo se consigue el diniero? Es muy fácil "exigir" 5 millones de golpe -para una fábrica, pero ciertamente hay que comprender que se necesita mucho más para todas las fábricas.

 

 ¿No es evidente que sin adoptar las medidas que nosotros exigimos y propugnamos desde principios de abril, sin la fusión de sobre él, sin abolir el · todos los bancos en uno solo y sin el control secreto comercial no es posible obtener dinero?

Los Guzhón y demás capitalistas, con la cooperación de los Palchinsk.i, "deliberadamente" (la palabra fue empleada por la sección económica), tratan de provocar la paralización de las empresas. El Gobierno está, de su parte. Los Tsereteli y los Chemov son simples figuras decorativas o nada más que peones de ajedrez.

¿No es hora de comprender, señores, que los partidos eserista y menchevique, como partidos, tendrán que responder ante el pueblo por la catástrofe?

 

"Pravda", núm. 95, 13 de julio (3 de junio) de 1917

 

 

https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oc/progreso/tomo32.pdf

 

 

 

 

 

 

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario