jueves, 7 de julio de 2022

V. I. Lenin. Las tareas inmediatas del Poder soviético (13-26 de abril de 1918)

 

 


                                                          V. I. Lenin

 

Obras Completas, Tomo 36 (Marzo-julio de 1918)  págs. 169-214

Notas: 593-657

 

Otra fuente:    V. I. Lenin Tomo VIII (1918)

 Las tareas inmediatas del Poder soviético  pág. 38

 

https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oe12/lenin-obrasescogidas08-12.pdf

 

 

             Las tareas inmediatas del poder soviético 74

 

 

Escrito entre el 13 y el 26 de abril de 1918

 

Publicado el 28 de abril de 1918 en "Pravda" núm. 83, y en el Suplemento al  periódico "Izbestia VTs/K'', núm. 85 Firmado: N. Lenin

 

74. La obra de Lenin Las tareas inmediatas del Poder soviético se titulaba en el manuscrito Tesis acerca de las tareas del Poder soviético en el momento actual. Estas Tesis se discutieron en la reunión del CC del Partido del 26 de abril de 1918. El Comité Central las aprobó por unanimidad y dispuso que se publicasen como artículo en Pravda y en el Izestia VTslK, así como en folleto aparte. En 1918 aparecieron más de 10 ediciones del folleto: en Moscú, Petrogrado, Sarátov, Kazán, Tambov y otras ciudades de Rusia: Ese mismo año se editó también en inglés, en Nueva York, y en francés, en Ginebra; en Zurich, bajo la redacción de F. Platten se editó en alemán un resumen, muy fiel a la traducción, titulado Am Tage nach der Revolution (Al día siguiente de la Revolución).

El Comité Central encargó a Lenin que presentase un informe sobre las tareas inmediatas del Poder soviético en la sesión del CEC de toda Rusia y preparase una breve exposición de las tesis en forma de resolución (véase el presente volumen, págs. 285-288).-169. Seis tesis acerca de las tareas inmediatas del poder soviético

 

                          Índice del contenido de la obra

 

La situación internacional de la República Soviética de Rusia y las tareas fundamentales de la revolución socialista.

La consigna general del momento.

Nueva fase de la lucha contra la burguesía

Importancia de la lucha por una contabilidad y un control de todo el pueblo.

El aumento de la productividad del trabajo.

La organización de la emulación.

“Buena organización” y dictadura.

El desarrollo de la organización soviética.

Conclusión.

………………………………………………

 

La situación internacional de la República Soviética de Rusia y las tareas fundamentales de la revolución socialista.

 

Gracias a la paz lograda -pese a todos los sacrificios que implica y a lo efímera que es-, la República Soviética de Rusia obtiene durante cierto tiempo la posibilidad  de contratar todas sus fuerzas en el punto más importante y difícil de la revolución socialista, en la tarea de organización.

 

Esa tarea ha sido planteada con claridad y precisión a todas las masas trabajadoras y oprimidas en el 4 ° apartado (4 ª parte) de la resolución aprobada el 15 de marzo de 1918 por el Congreso Extraordinario de los Soviets celebrado en Moscú, en el mismo apartado (o en la misma parte) de la resolución en que se habla de la autodisciplina de los trabajadores y de la lucha sin cuartel contra el caos y la desorganización*.

 

*  Véase el presente volumen, págs. 128-129. –Ed  *4. Resolución sobre la ratificación del tratado de Brest

 

Lo efímero de la paz lograda por la República Soviética de Rusia no depende, como es natural, de que ésta piense reanudar ahora las hostilidades; excepto los contrarrevolucionarios burgueses y sus acólitos (los mencheviques y otros), ningún político que esté en su sano juicio piensa en ello. Lo efímero de la paz depende de que en los países imperialistas, que limitan con el Oeste y el Este de Rusia y que poseen inmensa fuerza militar, puede triunfar de un momento a otro el partido belicista, tentado por la debilidad momentánea de Rusia y estimulado por los capitalistas, que odian el socialismo y se desviven por expoliar.

En tal situación, la única garantía de paz, real y no sobre el papel, nos la ofrecen las disensiones entre las potencias imperialistas, que han alcanzado el punto culminante y que se manifiestan, por un lado, en la reanudación de la matanza imperialista entre los pueblos de Occidente y, por otro lado, en la competencia imperialista, exacerbada hasta el extremo, entre el Japón y Norteamérica por el dominio en el Océano Pacífico y sus costas.

 

Claro está que la situación internacional de nuestra República Socialista Soviética, con protección tan endeble, es sin duda crítica e insegura en extremo. Se necesita una extraordinaria tensión de todas nuestras fuerzas para aprovechar la tregua lograda en virtud de una concurrencia de circunstancias, con objeto de curar las profundas heridas que la guerra ha inferido a todo el organismo social de Rusia y para elevar el nivel económico del país, sin lo cual no puede ni hablarse de un aumento algo serio de nuestra capacidad defensiva.

 

Es claro también únicamente  en la medida en que sepamos resolver el problema de organización planteado podremos para una ayuda sería a la revolución en Occidente,  que se ha retrasado en virtud de una serie de causas.

 

La condición fundamental para resolver con éxito el problema de organización planteado ante nosotros en primer término, es que los dirigentes políticos del pueblo, es decir, los afiliados al Partido Comunista (bolchevique) de Rusia y, tras ellos, todos los representantes conscientes de las masas  trabajadoras, comprendan perfectamente la diferencia radical existente, en el aspecto que estamos analizando, entre las revoluciones burguesas anteriores y la actual revolución socialista.

 

La misión principal de las masas trabajadoras en las revoluciones burguesas estribaba en llevar a cabo la labor negativa o destructora de aniquilamiento del feudalismo, de la monarquía, del régimen medieval. El trabajo positivo o constructivo de organización de la nueva sociedad la realizaba la minoría poseedora, la minoría burguesa de la población. Y a pesar de la resistencia de los obreros y campesinos pobres, esa minoría cumplía dicha tarea con relativa facilidad no sólo porque la resistencia de las masas explotadas por el capital era entonces, debido a su dispersión y atraso, débil en extremo, sino también porque la principal fuerza organizadora de la sociedad capitalista, sociedad anárquica, es el mercado nacional e internacional, que se amplía y ahonda de manera espontánea.

 

En cambio, la misión principal del proletariado y de los campesinos pobres, guiados por él, estriba en toda revolución socialista -por consiguiente, también en la revolución socialista _comenzada por nosotros en Rusia el 25 de octubre de 1917- en el trabajo positivo o constructivo de formación de una red extraordinariamente compleja y sutil de nuevas relaciones de organización que abarquen la producción y distribución metódicas de los productos necesarios para la existencia de decenas de millones de hombres. Una revolución de esta naturaleza sólo puede verse coronada por el éxito cuando  la mayoría de la población, ante todo, la mayoría de los trabajadores, demuestre una iniciativa creadora independiente  en el plano histórico. La victoria de la revolución socialista quedará asegurada únicamente en el caso de que el proletariado y los campesinos pobres logren el grado suficiente de conciencia, firmeza ideológica, abnegación y tenacidad. Al crear un nuevo tipo de Estado, el Estado soviético, que ofrece a las masas trabajadoras y oprimidas la posibilidad de participar activamente en la construcción independiente de la nueva sociedad, no hemos resuelto más que una pequeña parte de un difícil problema. La dificultad principal reside en el terreno económico: llevar en todas partes una contabilidad y un control rigurosísimos de la producción y distribución de los productos, aumentar la productividad del trabajo, socializar la producción en la práctica.

                                                     ……………..

El desarrollo del Partido de los bolcheviques, que es en la actualidad el partido gobernante en Rusia, nos muestra de manera palmaria en especial en qué consiste el viraje histórico que estamos dando, viraje que constituye la peculiaridad del momento político actual y que exige una nueva orientación del Poder soviético, es decir, un nuevo planteamiento de las nuevas tareas.

 

La primera tarea de todo partido del porvenir es la de convencer a la mayoría del pueblo de lo acertado de su programa y de su táctica. Esta tarea se colocaba en primer plano tanto en el régimen zarista como en el período de conciliación de los Chemov y los Tsereteli con los Kerenski y los Kishkín. Hoy día esta tarea que, como es lógico está lejos de haberse cumplido hasta el fin (y que jamás puede cumplirse hasta el fin), se ha cumplido en lo fundamental, pues, como lo ha demostrado de manera irrefutable el último Congreso de los Soviets, celebrado en Moscú, la mayoría de los obreros y campesinos de Rusia apoya a todas luces a los bolcheviques.

 

La segunda tarea de nuestro Partido consistía en conquistar el poder político y aplastar la resistencia de los explotadores. Esta tarea también se halla lejos de haber sido cumplida hasta el fin, y no se puede pasarla por alto, pues los monárquicos y los demócratas constitucionalistas, por un lado, y sus acólitos y lacayos, los mencheviques y eseristas de derecha, por otro, persisten en sus tentativas de agruparse para derrocar el Poder soviético. Pero, en lo fundamental, el problema de aplastar la resistencia de los explotadores ha sido resuelto ya en el período que media entre el 25 de octubre de 1917 y (aproximadamente) febrero de 1918 o la rendición de Bogaevski.

 

Ahora, la tercera tarea inmediata que se nos plantea, tarea que caracteriza el momento que atravesamos, es la de organizar la labor de gobernar a Rusia. Está claro que esta tarea se planteó y comenzó a cumplirse ya al día siguiente del 25 de octubre de 1917; pero hasta hoy, mientras la resistencia de los explotadores adquiría todavía la forma de guerra civil abierta, la tarea de gobernar el país no podía convertirse en la tarea principal, central.

 

Ahora se plantea ya así. Nosotros, el Partido de los bolchevique, hemos convertidos a Rusia, se la hemos ganado a los ricos para los pobres, a los explotadores para los trabajadores. Ahora debemos gobernarla. Y toda la peculiaridad del momento en que vivimos, toda la dificultad consiste en saber comprender las particularidades de la transición de una tarea principal, como la de convencer al pueblo y aplastar por la fuerza militar la resistencia de los explotadores, a otra tarea principal, la de gobernar.

 

Por vez primera en la historia universal, un partido socialista ha logrado coronar, en términos generales, la conquista del poder y el aplastamiento de los explotadores y abordar de lleno la tarea de gobernar el país. Es necesario que resultemos dignos cumplidores de esta dificilísima (y muy grata) tarea de la transformación socialista. Es menester tomar en consideración que para poder gobernar con acierto hace falta, además de saber convencer, además de saber triunfar en la guerra civil, saber organizar de un modo práctico. Esta es la tarea más difícil, pues se trata de organizar de un modo nuevo las más profundas bases de la vida de decenas y decenas de millones de hombres, las bases económicas. Y ésta es la tarea más grata de todas, pues únicamente después de cumplirla (en sus aspectos principales y fundamentales) podrá decirse que Rusia se ha convertido no sólo en república soviética, sino también en república socialista.

 

 

                 La consigna general del momento.

La situación objetiva que hemos descrito, debida a una paz extremadamente dura y efímera, a una ruina penosísima, al paro y al hambre que nos han legado la guerra y el dominio de la burguesía (representada por A. Kerenski y los mencheviques y eseristas de derecha que lo apoyaban): todo esto ha dado ineludiblemente lugar a un cansancio inmenso y ha llegado incluso a agotar las fuerzas de las grandes masas trabajadoras. Estas masas exigen imperiosamente -y no pueden menos de hacerlo- cierto descanso. Al orden del día se nos plantean las tareas de restablecer las fuerzas productivas, arruinadas por la guerra y por el mangoneo de la burguesía; curar las heridas inferidas por la guerra, por la derrota militar, la especulación y los intentos de la burguesía de restablecer  el derrocado poder de los explotadores; elevar el nivel económico del país; mantener con firmeza un orden elemental. Puede parecer paradójico, pero, en realidad y en virtud de las condiciones objetivas indicadas, es absolutamente indudable que en estos momentos el Poder soviético sólo puede asegurar el paso de Rusia al socialismo en el caso de que cumpla en la práctica estas tareas, las más elementales, del mantenimiento del orden social, y las cumpla, a pesar de la resistencia de la burguesía, de los mencheviques y eseristas de derecha. Dadas las peculiaridades concretas de la situación actual y la existencia del Poder soviético con sus leyes sobre la socialización de la tierra, el control obrero, etc., el cumplimiento práctico de estas tareas elementalísimas y la superación de las dificultades de organización de los primeros pasos hacia el socialismo constituyen ahora las dos caras de una misma medalla.

 

Lleva con puntualidad y honradez la cuenta del dinero, administra con economía, no seas perezoso, no robes, observa la mayor disciplina en el trabajo: éstas son precisamente las consignas que, ridiculizadas con razón por el proletariado revolucionario cuando la burguesía encubría con ellas su dominio como clase explotadora, se transforman hoy día, después del derrocamiento de la burguesía, en las consignas principales e inmediatas del momento. Por un lado, la aplicación práctica de estas consignas por la masa de trabajadores constituye la única condición para salvar al país desangrado casi totalmente por la guerra imperialista y por los rapaces imperialistas (con Kerenski a la cabeza); y, por otro lado, la aplicación práctica de estas consignas por el Poder soviético, con sus métodos, basándose en sus leyes, es necesaria y suficiente para asegurar la victoria definitiva del socialismo. Esto es lo que no pueden comprender quienes rechazan con desdén el planteamiento en primer plano de consignas tan "gastadas" y "triviales". En un país de pequeños campesinos, que apenas hace un año ha derrocado el zarismo y menos de medio año que se ha librado de los Kerenski, han quedado, naturalmente, bastantes elementos de anarquismo espontáneo, acrecentados por el embrutecimiento y la barbarie, eternos acompañantes de toda guerra prolongada y reaccionaria, y se ha propagado a escala bastante grande el espíritu de desesperación y de irritación abstracta, y si añadimos a esto la política provocadora de los lacayos de la burguesía (mencheviques, eseristas de derecha y otros) se comprenderá claramente cuántos prolongados y tenaces esfuerzos deben realizar los obreros y campesinos mejores y más conscientes para lograr un viraje completo en el estado de ánimo de las masas y su paso a un trabajo ordenado, consecuente y disciplinado. Este paso dado por la masa pobre (los proletarios y semiproletarios) es el único capaz de coronar la victoria sobre la burguesía y, particularmente, sobre la burguesía campesina, la más obstinada y numerosa.

 

 

              Nueva fase de la lucha contra la burguesía

 

Hemos vencido a la burguesía, pero todavía no hemos logrado desarraigarla, aún no está aniquilada, ni siquiera quebrantada por completo. Por eso se plantea al orden del día una nueva forma de lucha contra la burguesía, una forma superior: la de pasar de la tarea elemental de la expropiación consecutiva de los capitalistas a una tarea mucho más compleja y difícil, la de crear unas condiciones que imposibiliten la existencia y el resurgimiento de la burguesía. Es evidente que esta tarea es incomparablemente más elevada y que el socialismo puede darse por inexistente si no se cumple.

Si tomamos por punto de referencia las revoluciones del Occidente de Europa, nosotros nos encontramos aproximadamente al nivel alcanzado en 1793 y 1871. Podemos estar orgullosos, y con plena razón, de haber alcanzado este nivel Y, en cierto sentido, es indudable que hemos avanzado algo más, pues, hemos decretado e implantado en toda Rusia un tipo superior de Estado: el Poder soviético. Pero en modo alguno podemos darnos por satisfechos con lo que hemos logrado, pues estamos tan sólo en el comienzo de la transición al socialismo, sin haber aplicado todavía las medidas decisivas en este sentido.

 

Lo decisivo en este caso es organizar la contabilidad y el control seve rísimos de la producción y distribución de los productos a cargo de todo el pueblo. Sin embargo, no hemos logrado todavía establecer esa contabilidad ni ese control en las empresas, en las diversas ramas de la economía e industrias que hemos confiscado a la burguesía, sin lo cual no puede ni hablarse de la otra condición, la condición material de la realización del socialismo, tan sustancial como la anterior: el aumento de la productividad del trabajo a escala nacional.

 

Por eso, no sería posible definir la tarea del momento presente con una simple fórmula: continuar la ofensiva contra el capital. A pesar de que no cabe duda que no hemos rematado al capital y de que es incuestionablemente necesario continuar la ofensiva contra este enemigo de los trabajadores, el planteamiento de nuestras tareas no sería exacto ni concreto, pues no se tendría en cuenta la peculiaridad del momento presente, cuando en aras del éxito de la ulterior ofensiva hay que "interrumpir" en estos momentos la ofensiva.

 

Esto puede explicarse mediante la comparación de nuestra situación en la guerra contra el capital con la situación de un ejército victorioso que se ha apoderado, digamos, de la mitad o de los dos tercios del territorio enemigo y se ve obligado a interrumpir la ofensiva para acumular fuerzas, aumentar sus efectivos y pertrechos, reparar y reforzar las vías de comunicación, construir nuevos depósitos, reunir nuevas reservas, etc. Precisamente en aras de la reconquista del resto del territorio enemigo, o sea, de la victoria completa, la interrupción de la ofensiva del ejército victorioso es, en las condiciones descritas, una necesidad. Quien no haya comprendido que tal es, precisamente, el carácter de la "interrupción" de la ofensiva contra el capital, impuesta por la situación objetiva del momento actual, no ha comprendido nada del momento político que vivimos.

 

Por supuesto, de una "interrupción" de la ofensiva contra el capital puede hablarse sólo entre comillas, es decir, sólo en metáfora. En una guerra corriente puede darse una orden general sobre la interrupción de la ofensiva y se puede, efectivamente, detener el avance. En la guerra contra el capital no es posible detener el avance y no cabe ni hablar de que renunciemos a seguir expropiando al capital. Se trata de cambiar el centro de gravedad de nuestra labor económica y política. Hasta ahora se destacaban en primer plano las medidas encaminadas a la expropiación inmediata de los expropiadores. Hoy colocamos en primer plano la organización de la contabilidad y del control en las haciendas y empresas ya expropiadas a los capitalistas y en todas las demás.

 

 

Si quisiéramos hoy continuar expropiando al capital al ritmo anterior, sufriríamos, sin duda, un fracaso, puesto que nuestra labor en el terreno de la organización de la contabilidad y del control proletarios se ha retrasado a todas luces (esto es evidente para toda persona que piense) de la labor de directa "expropiación de los expropiadores". Si ahora aplicamos todas nuestras fuerzas -a organizar la contabilidad y el control, podremos resolver este problema, recuperaremos lo perdido, ganaremos toda nuestra "campaña" contra el capital.

 

Pero reconocer que hay que recuperar lo perdido ¿no implica, acaso, reconocer algún error cometido? En modo alguno. Hagamos de nuevo una comparación de carácter militar. Si podemos derrotar y hacer retroceder al enemigo empleando sólo destacamentos de caballería ligera, debemos hacerlo. Ahora bien, si esto puede hacerse con éxito sólo hasta cierto límite, es lógico pensar que, a partir de ese límite, surgirá la necesidad de traer la artillería pesada. Al reconocer que ahora hay que recuperar lo perdido en cuanto a la utilización de la artillería pesada, en modo alguno reconocemos que la carga victoriosa de la caballería ha sido un error.

 

Los lacayos de la burguesía nos han reprochado con frecuencia que atacábamos al capital a lo "Guardia Roja". Reproche absurdo, digno justamente de los lacayos de la bolsa de oro. · Pues, en su tiempo, el ataque a lo "Guardia Roja" contra el capital estuvo dictado categóricamente por las circunstancias: primero, el capital oponía entonces una resistencia militar, personificada en Kerenski y Krasnov, Sávinkov y Gots (aún hoy Gueguechkori resiste de esta manera), Dútov y Bogaevki. Una resistencia militar no puede romperse más que por medios militares, y los guardias rojos realizaban la obra histórica más noble y grande de liberar a los trabajadores y explotados del yugo de los explotadores.

 

Segundo, por entonces no hubiésemos podido colocar en primer· plano los métodos de gobierno en lugar de los de represión, aunque sólo fuese porque el arte de gobernar no es innato en los hombres, sino producto de la experiencia. Entonces no poseíamos esta experiencia, ahora sí. Tercero, entonces no podíamos tener a nuestra disposición a especialistas de las diferentes ramas de la ciencia y de la técnica, pues estos especialistas luchaban en las filas de los Bogaevski o tenían aún la posibilidad de oponer, mediante el sabotaje, una resistencia pasiva regular y tenaz. Ahora, este sabotaje ha sido vencido. El ataque a lo "Guardia Roja" contra el capital ha sido eficaz y victorioso porque hemos vencido tanto la resistencia militar del capital como la que éste oponía mediante el sabotaje.

 

¿Quiere decir esto, acaso, que el ataque a lo "Guardia Roja" contra el capital es apropiado siempre, en todas las circunstancias, que no poseemos otros medios de combatirlo? Sería infantil pensar así. Hemos vencido con caballería ligera, pero también disponemos de artillería pesada. Hemos vencido reprimiendo, pero también sabremos vencer gobernando. Hay que saber variar los ·métodos de lucha contra el enemigo cuando cambian las circunstancias. No renunciaremos ni Por un instante a aplastar a lo "Guardia Roja" a los señores Sávinkov y Gueguechkori, así como a todos los demás terratenientes y burgueses contrarrevolucionarios. Pero no seremos tan tontos que pongamos en primer plano los métodos a lo "Guardia Roja" cuando, en lo fundamental, ha terminado la época en que eran necesarios los ataques de este tipo (y ha terminado en nuestro triunfo) y· cuando llama a la puerta la época de la utilización de los especialistas burgueses por el Poder estatal proletario para remover el terreno de manera que en él no pueda crecer en absoluto ninguna burguesía.

 

 

Es una época peculiar o, más bien, una fase peculiar del desarrollo, y, para vencer definitivamente al capital, tenemos que saber adoptar las formas de nuestra lucha a las condiciones peculiares de esta fase.

 

Sin la dirección de las diversas ramas de la ciencia, de la técnica, de la práctica por parte de los especialistas es imposible la transición al socialismo, ya que el socialismo exige un avance consciente y masivo hacia una productividad del trabajo superior a la del capitalismo y basada en lo alcanzado por éste. El socialismo debe impulsar este avance a su manera, con métodos propios, y para ser más concretos, con métodos soviéticos. Pero, debido a las condiciones de la vida social que ha permitido a los especialistas hacerse especialistas, éstos pertenecen por fuerza y en masa a la burguesía. Si después de tomar el poder, nuestro proletariado resolviera rápidamente el problema de la contabilidad, del control y de la organización a escala que abarque a todo el pueblo (todo esto era irrealizable a causa de la guerra y del atraso de Rusia), entonces, una vez vencido el sabotaje y llevando a cabo una contabilidad y un control generales, subordinaríamos también por completo a los especialistas burgueses. Como vamos muy "atrasados" en la contabilidad y el control en general, pese a haber conseguido vencer el sabotaje, no hemos creado todavía las condiciones que puedan poner a nuestra disposición a los especialistas burgueses. El grueso de los saboteadores "acepta el empleo", pero los mejores organizadores y los más grandes especialistas pueden ser utilizados por el Estado, ya sea a la antigua, a lo burgués (es decir, mediante una elevada remuneración), o a lo nuevo, a lo proletario (es decir, creando las condiciones que permitan ejercer la contabilidad y el control desde abajo, por todo el pueblo, condiciones que, por sí. solas, subordinarían y atraerían inevitablemente a los especialistas).

 

Hemos tenido que recurrir ahora al viejo método, al método burgués, y aceptar los "servicios" de los especialistas burgueses más reputados a cambio de una remuneración muy elevada. Quienes conocen la situación lo comprenden; pero no todos se detienen a meditar sobre el significado de semejante medida tomada por un Estado proletario. Es evidente que tal medida constituye un compromiso, una desviación de los principios sustentados por la Comuna de París y por todo - poder proletario, que exigen la reducción de los sueldos al nivel del salario del obrero medio, que exigen se combata el arribismo con hechos y no con palabras.

 

Pero esto no es todo. Es evidente que semejante medida no es sólo una interrupción -en cierto terreno y en cierto grado- de la ofensiva contra el capital (ya que el capital no es una simple suma de dinero, sino determinadas relaciones sociales), sino también un paso atrás de nuestro poder estatal socialista, soviético, que desde el primer momento proclamó y comenzó a poner en práctica la política de reducción de los sueldos elevados hasta el nivel del salario del obrero medio 75.

 

75   El Consejo de Comisarios del Pueblo aprobó el 18 de noviembre (1 ° de diciembre) de 1917, a propuesta de Lenin, el decreto Sobre las proporciones de la remuneración a los comisarios del pueblo, y altos empleados y funcionarios (publicado el 23 de noviembre (6 de diciembre) de 1917 en el núm. 16 de Gazeta Vrémennogo Rabechego y Krestiánskogo Pravlte/stva (Periódico del Gobierno Provisional Obrero y Campesino)). En este decreto que estipulaba que el sueldo mensual máximo de los comisarios del pueblo fuese de 500 rublos con un plus de 100 rublos por cada miembro de la familia no apto para el trabajo. Esta suma equivalía, aproximadamente, al salario medio de un obrero. El 2 (15) de enero de 1918, el Consejo de Comisarios del Pueblo, respondiendo a una interpelación del comisario del Trabajo, A. G. Shliápnikov, aclaró que el decreto del 18 de noviembre (1° de diciembre) de 1917 no prohibía retribuir a los especialistas por encima del límite señalado, dando así su aprobación a que se pagase sueldos más elevados a los especialistas de la ciencia y la técnica.-184.

 

Naturalmente, los lacayos de la burguesía, sobre todo los de poca monta, como los mencheviques, los de Nóvaya Zhizn y los eseristas de derecha, sonreirán malignamente por haber reconocido nosotros que damos un paso atrás. Pero no debemos hacer caso de esas sonrisitas. Debemos estudiar las peculiaridades del camino, tortuoso en extremo y nuevo, que lleva al socialismo, sin velar nuestros errores ni debilidades sino procurando coronar a tiempo lo que aún nos queda por hacer.

 

Ocultar a las masas que la incorporación de los especialistas burgueses mediante sueldos muy elevados es apartarse de los principios de la Comuna sería descender al nivel de los politicastros burgueses y engañar a las masas. En cambio, explicar abiertamente cómo y por qué hemos dado este paso atrás, discutir públicamente los medios de que disponemos para recuperar lo perdido significa educar a las masas y, con la experiencia reunida, aprender junto a ellas a construir el socialismo. No es probable que la historia conozca una sola campaña militar  victoriosa en la que el vencedor no haya cometido algunos errores, no haya sufrido derrotas parciales, no haya tenido que retroceder temporalmente en algo y en alguna parte. Y la "campaña" contra el capitalismo, comenzada por nosotros, es un millón de veces más difícil que la más dura expedición militar; por lo tanto, sería necio y bochornoso dejarse dominar por el abatimiento a causa de una retirada particular y parcial.

 

Abordemos ahora la cuestión desde el lado práctico: Admitamos que, para dirigir el trabajo del pueblo con objeto de alcanzar el más rápido ascenso económico del país, la República Soviética de Rusia necesita mil· especialistas y sabios de primera fila en los diversos dominios de la ciencia, la técnica y la práctica. Admitamos que a cada una de estas "estrellas, de primera magnitud" (la mayoría de ellas está tanto más corrompida por las costumbres burguesas cuanto más grato le es vociferar sobre la corrupción de los obreros) hay que pagarle 25.000 rublos al año. Admitamos que esta suma (25 millones de rublos) tiene que ser duplicada (en concepto de pago de primas por el cumplimiento más rápido y mejor de los encargos técnicos y de organización más importantes) o, incluso, cuadruplicada (por haber invitado a varios centenares de especialistas extranjeros, que exigen más). Cabe preguntar: ¿puede considerarse excesivo o imposible para la República Soviética el gasto de cincuenta o cien millones de rublos al año para reorganizar el trabajo del pueblo según la última palabra de la ciencia y de la técnica? Claro que no. La inmensa mayoría de los obreros y campesinos conscientes aprobará este gasto; aleccionados por la práctica, saben que nuestro atraso nos hace perder miles de millones de rublos y que no hemos alcanzado aún el grado suficiente de organización, contabilidad y control en nuestro trabajo para lograr la participación general y voluntaria de las "estrellas" de la intelectualidad burguesa.

 

Por supuesto, el problema tiene también otro aspecto. Es indiscutible que los sueldos altos influyen también, corrompiendo, tanto en el Poder soviético (con tanto. mayor motivo que la rapidez de la revolución no ha podido impedir que se arrime a este poder cierto número de aventureros y granujas, que, junto con algunos comisarios ineptos o sin escrúpulos, no tienen inconveniente en llegar a "estrellas" de... la malversación de fondos públicos) como en las masas obreras. Pero todos los obreros y campesinos pobres honrados y que piensan convendrán con nosotros y reconocerán que no podemos librarnos de golpe y porrazo de la herencia nociva del capitalismo, que no podemos librar a la República Soviética del "tributo" de cincuenta o cien millones de rublos (tributo que pagamos por nuestro atraso en la organización de la contabilidad y del control ejercidos desde abajo por todo el pueblo), sino únicamente organizándonos, disciplinándonos más, depurando nuestras filas de cuantos "guardan la herencia del capitalismo" y "siguen las tradiciones del capitalismo", es decir, de los haraganes, de los parásitos y de los malversadores de fondos públicos (ahora toda la tierra, todas las fábricas, todas las vías férreas constituyen el "Tesoro" de la República Soviética). Si los obreros y los campesinos pobres conscientes y avanzados, ayudados por las instituciones soviéticas, logran en un año organizarse, disciplinarse, poner sus fuerzas en tensión Y crear una fuerte disciplina del trabajo, podremos librarnos en un año de este "tributo”, que incluso podrá ser reducido antes... proporcionalmente a los éxitos de la disciplina laboral y organización nuestras, de obreros y campesinos. Cuanto antes aprendamos nosotros mismos, los obreros y campesinos, a tener una disciplina laboral mejor y una técnica del trabajo más elevada, aprovechando para ello a los especialistas burgueses, tanto antes nos libraremos de todo "tributo" a estos especialistas.

 

Nuestro trabajo, dirigido por el proletariado, de organización de la contabilidad y el control de la producción y distribución de los productos por todo el pueblo se halla muy rezagado de nuestra labor directa de expropiación de los expropiadores. Es éste un principio fundamental para comprender· las peculiaridades del momento presente y las tareas del Poder soviético que de aquí se derivan. El centro de gravedad en la lucha contra la burguesía se desplaza hacia la organización de esta contabilidad y de este control. Únicamente partiendo de esto podremos determinar con acierto las tareas inmediatas de la política económica y financiera en el terreno de la nacionalización de los bancos, de la monopolización del comercio exterior, del control del Estado sobre la circulación fiduciaria, del establecimiento de un impuesto sobre los bienes y los ingresos aceptable desde el punto de vista proletario, de la implantación del trabajo obligatorio.

 

En todos estos dominios (que son muy esenciales, esencialísimos), nuestra labor de transformación socialista se ha retrasado de un modo extraordinario, y el retraso se debe precisamente a la insuficiente organización de la contabilidad y del control en general. Por supuesto, ésta es una de las tareas más difíciles, que, con el desbarajuste causado por la guerra, sólo admite una solución a la larga; pero no hay que olvidar que es aquí justamente donde la burguesía -sobre todo la pequeña burguesía y la burguesía campesina, particularmente numerosas- nos presenta una batalla muy seria, socavando el control que vamos estableciendo, socavando, por ejemplo, el monopolio de cereales, conquistando posiciones para la especulación y el trapicheo. Estamos aún lejos de haber llevado suficientemente a la práctica lo que ya ha sido decretado, y la tarea principal del momento consiste precisamente en concentrar todos los esfuerzos en la realización práctica, efectiva, de las bases de las transformaciones que se han convertido ya en leyes (pero que no son todavía una realidad).

 

Para proseguir la nacionalización de los bancos y marchar tesoneros hacia la transformación de los mismos en puntos centrales de la contabilidad social en el régimen socialista, es necesario, ante todo y sobre todo, lograr éxitos reales en el aumento del número de sucursales del Banco Nacional, atraer las imposiciones, facilitar al público las operaciones de depósito y entrega de dinero, acabar con las "colas", detener y fusilar a los concusionarios y granujas, etc. Hay que empezar por poner en práctica con eficacia lo más simple, organizar de manera satisfactoria lo existente y, luego ya, preparar lo complicado.

Afianzar y poner en orden los monopolios del Estado (del cereal, el cuero, etc.) ya implantados y, con ello, preparar la monopolización del comercio exterior por el Estado sin la cual no podremos "librarnos" del capital extranjero mediante el pago de "tributos" 76 • Ahora bien, todas las posibilidades de la construcción socialista dependen de que logremos poner a salvo durante cierto período de transición nuestra independencia económica interior, pagando cierto tributo al capital extranjero.

 

 

En cuanto a la recaudación de impuestos en general, y de los establecidos sobre los bienes e ingresos en particular, también llevamos mucho retraso. La imposición de contribuciones a la burguesía -medida que, en principio, es absolutamente aceptable y que merece la aprobación del proletariado- nos demuestra que, en este terreno, nos hallamos todavía más cerca de los métodos de ganar (Rusia a los ricos para los pobres) que de los métodos de gobernar. Pero, para fortalecernos y pisar más firmes, debemos pasar a estos últimos métodos, debemos sustituir la contribución exigida a la burguesía por un impuesto sobre los bienes e ingresos, aplicado con regularidad y acierto, impuesto que rendirá más al Estado proletario y que requiere de nosotros precisamente una organización mayor de la contabilidad y del control y más orden en su ejercicio 77•

 

Nuestro retraso en la implantación del trabajo obligatorio nos demuestra una vez más que es precisamente la labor preparatoria y de organización la que se plantea al orden del día, labor que, por un lado, debe consolidar definitivamente lo conquistado y, por otro, es necesaria para preparar la operación que "cercará" al capital y le obligará a "entregarse". Deberíamos comenzar inmediatamente la implantación del trabajo obligatorio, pero hay que hacerlo de una manera muy gradual y cautelosa, comprobando cada paso en la práctica y, naturalmente, implantándolo en primer término para los ricos. La implantación de la cartilla de trabajo y de la presupuestaria y de consumo para todo burgués, incluida la burguesía rural, representaría un avance serio hacia el "cerco" total del enemigo y hacia la creación de una contabilidad y de un control verdaderamente popular de la producción y de la distribución de los productos.

 

76   El control del comercio exterior empezó a ejercerse desde los primeros días del Poder soviético. Al principio, este comercio lo regulaba el Comité Militar Revolucionario de Petrogrado, que estudiaba los pedidos de exportación e importación de mercancías y vigilaba la labor de las aduanas. Por decreto del Consejo de Comisarios· de Pueblo del 29 de diciembre de 1917 (11 de enero de 1918), el comercio exterior fue puesto bajo el control del Comisariado del Pueblo de Comercio e Industria. Pero la organización del control y de la protección aduanera no podía por si sola defender de modo seguro la economía soviética frente al capital extranjero. Ya en diciembre de 1917, Lenin planteó la necesidad de implantar el monopolio estatal del comercio exterior (véase O. C., T. 35, pág. 445). El decreto correspondiente fue aprobado por el Consejo de Comisarios del Pueblo el 22 de abril de 1918.   -187.

Para el proyecto de decreto sobre la nacionalización de la banca y las medidas conexas necesarias *  (pág. 444-445)

1. Borrador del proyecto de decreto

2. Tesis del proyecto de decreto

 

 

77  En los primeros meses del Poder soviético una de las principales fuentes de ingresos del presupuesto, sobre todo en las localidades, eran las contribuciones y los impuestos extraordinarios. Con el fortalecimiento del Poder soviético se planteó el problema de pasar a un sistema de pago regular de impuestos, en el que el papel principal debían desempeñarlo los impuestos progresivos de utilidades y bienes, que permitían descargar el peso fundamental de las contribuciones sobre los sectores pudientes de la población. En el informe presentado al I Congreso de toda Rusia de Representantes de las Secciones de Hacienda de los Soviets, Lenin señaló: "Nos hemos planteado muchas cosas en esta esfera, descombrado el suelo para poner los cimientos de este edificio, pero aún no los hemos puesto. Ahora llega ese momento" (véase el presente volumen, pág. 363). El Congreso aprobó la proposición de Lenin sobre la necesidad de establecer el impuesto de utilidades y bienes y eligió una comisión especial para redactar la disposición correspondiente, tomando como base las tesis de Lenin.

 

El 17 de junio de 1918, el Consejo de Comisarios del Pueblo aprobó el Decreto sobre los cambios y adiciones al del 24 de noviembre de 1917 sobre la exacción de los impuestos directos que determinó un orden riguroso del cobro de los impuestos de utilidades y bienes.-188.

 

El impuesto de utilidades y bienes     (pág. 363).

 

La segunda tarea que se nos presenta es el planteamiento acertado del impuesto progresivo de utilidades y bienes. Ustedes saben que todos los socialistas estamos contra los impuestos indirectos, pues el único impuesto justo, desde el punto de vista socialista, es el impuesto progresivo de utilidades y bienes. No oculto que, al implantar este impuesto, tropezaremos con dificultades extraordinarias; la resistencia de las clases poseedoras será desesperada.

 

Ahora la burguesía rehúye los impuestos, sobornado a unos y utilizando sus relaciones con otros; debemos cerrarle todas las escapatorias. Nos hemos planteado muchas cosas en esta esfera, descombrado el suelo para echar los cimientos de este edificio, pero aún no los hemos echado. Ahora llega ese momento.

 

La cuestión del impuesto de utilidades es de tal índole que, para llevarlo a la vida, no bastan decretos solos; hacen falta, además, métodos prácticos, experiencia.

 

 Nuestra opinión es que necesitamos pasar a la recaudación mensual del impuesto de utilidades. Aumenta la parte de la población que obtiene ingresos del erario; debemos adoptar medidas para recaudar este impuesto a dicha gente, descontándolo de los sueldos. .

 El impuesto de utilidades se debe descontar de todos los ingresos y salarios sin excepción; la emisión de cantidades excesivas de papel moneda, que se venía practicando hasta el presente, se puede justificar como medida temporal y debe ceder el paso al impuesto progresivo de utilidades y bienes con frecuentes plazos de recaudación.

 

 Les rogaría que detallaran esta medida y determinasen en la práctica y con exactitud los planes que pudiéramos convertir en brevísimo plazo en decretos e instrucciones.

 

Tratando de las contribuciones, Lenin dice: No soy, en absoluto, enemigo de las contribuciones en general; para acabar con la burguesía, el proletariado no puede prescindir de las contribuciones; es una medida justa del período de transición, pero este período transitorio ha acabado ahora, Y los impuestos sobre las clases pudientes deben dar paso al impuesto estatal único y centralizado.

 

No cabe duda de que la burguesía procurará eludir con todas sus fuerzas nuestras leyes y poner en juego el pequeño engaño. Lucharemos contra eso a fin de quebrantar totalmente los restos de la burguesía.

 

https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oc/progreso/tomo36.pdf

 

 

Importancia de la lucha por una contabilidad y un control de todo el pueblo.

 

El Estado, que ha sido durante siglos un órgano de opresión y expoliación del pueblo, nos ha dejado en herencia un odio y una desconfianza inmensos de las masas por todo lo estatal. Vencerlos es una tarea ardua que sólo está al alcance del Poder soviético, pero que también requiere de éste largo tiempo y gran perseverancia. Sobre el problema de la contabilidad y del control -problema cardinal con que la revolución socialista se enfrenta ya al otro .día de haber derrocado a la burguesía-, esta "herencia" se deja sentir con mucha agudeza. Pasará inevitablemente cierto tiempo hasta que las masas, que· se vieron libres por primera vez después del derrocamiento de los terratenientes y de la burguesía, comprendan -no por los libros, sino por su propia experiencia, experiencia soviética- y sientan que sin una contabilidad y un control muy amplios y ejercidos por el Estado sobre la producción y la distribución de los productos, el poder de los trabajadores, la libertad de los trabajadores no puede sostenerse y que el retorno al yugo del capitalismo es ineludible.

 

Artículo 33  de la Constitución Española (“sacrosanta” propiedad privada)

 

Artículo 38   de la Constitución Española (“sacrosanta" empresa privada)

 

Todos los hábitos y todas las tradiciones de la burguesía en general, especialmente de la pequeña burguesía, se oponen también al control estatal y defienden la inviolabilidad de la "sacrosanta propiedad privada", de la "sacrosanta" empresa privada. Hoy vemos con la mayor claridad hasta qué grado es exacta la tesis marxista de que el anarquismo Y el anarcosindicalismo son corrientes burguesas; de  que están en pugna inconciliable con el socialismo la dictadura del proletariado, el comunismo. La lucha por inculcar a las masas la idea de la contabilidad y del control ejercidos por el Estado, de la contabilidad y del control soviéticos, la lucha por llevar a la práctica dicha idea, por romper con el maldito pasado que ha acostumbrado a la gente a tener la conquista del pan y del vestido por asunto "privado", la compraventa por un negocio que "sólo a mí me incumbe", es una lucha grandiosa, de importancia histórica universal, de la conciencia socialista contra la espontaneidad anárquica burguesa.

 

 

Hemos implantado el control obrero como una ley; pero en la práctica cotidiana, y aun en la conciencia de las grandes masas proletarias, no hace más que empezar a penetrar. En nuestra agitación hablamos poco, y nuestros obreros y campesinos avanzados piensan y hablan poco, de que el no llevar la contabilidad ni ejercer el control sobre la producción Y la distribución de los productos es la muerte de los gérmenes del .socialismo, es malversar los fondos públicos (ya que todos los bienes pertenecen al Tesoro, y el Tesoro es precisamente el Poder soviético, el poder de la mayoría de los trabajadores), y que la negligencia en la contabilidad y en el control significa una complicidad directa con los Kornílov alemanes y rusos, que sólo pueden derrocar el poder de los trabajadores en caso de que no logremos resolver el problema de la contabilidad y del control, y que con ayuda de toda la burguesía campesina, con ayuda de los demócratas constitucionalistas, los mencheviques y los eseristas de derecha nos "acechan" en espera del momento propicio. Pero en tanto el control obrero no sea un hecho, en tanto los obreros avanzados no hayan organizado y llevado a efecto su cruzada victoriosa e implacable contra los infractores de este control o contra los negligentes en este dominio no podremos, después de haber dado este primer paso (el del control obrero), dar el segundo hacia el socialismo, es decir, pasar a la regulación de la producción por los obreros.

 

El Estado socialista puede surgir únicamente como una red de comunas de producción y consumo que calculen concienzudamente su producción y consumo, economicen el trabajo, aumenten incesantemente la productividad del mismo Y consigan con ello reducir la jornada laboral hasta siete, seis y aun menos horas. Aquí no es posible eludir la ·organización de una contabilidad y un control completos rigurosísimos, ejercidos por todo el pueblo, sobre el cereal y La obtención del cereal (y, a continuación, de los demás productos indispensables). El capitalismo nos ha legado organizaciones de masas capaces de facilitar el tránsito a la contabilidad y al control a vasta escala de la distribución de productos: las cooperativas de consumo. En Rusia están menos desarrolladas que en los países avanzados, pero, no obstante, han abarcado a más de diez millones de asociados. El decreto promulgado hace unos días sobre las cooperativas de consumo 78 tiene una significación extraordinaria y demuestra palpablemente la peculiaridad de la situación y de las tareas de la República Socialista Soviética en el momento presente.

 

El decreto es un acuerdo concertado con las cooperativas burguesas y con las cooperativas obreras que siguen manteniendo un punto de vista burgués. El acuerdo o compromiso consiste, primero, en que los representantes de estas instituciones no sólo han participado en la discusión del decreto, sino que, de hecho, han gozado durante la discusión del derecho de voto, pues las partes del decreto a las que dichas cooperativas se oponían con denuedo, fueron suprimidas. Segundo, el compromiso consiste, en realidad, en que el Poder soviético renuncia al principio del ingreso gratuito en las cooperativas (único principio consecuentemente proletario), así como a la asociación de toda la población de un lugar dado en una sola cooperativa. Al renunciar a este principio, único principio socialista que responde al objetivo de la supresión de las clases, se ha autorizado a las "cooperativas obreras de clase" (que se llaman "de clase" en este caso únicamente porque se subordinan a los intereses de clase de la burguesía) para seguir subsistiendo. Por último, la propuesta del Poder soviético de excluir totalmente a la burguesía de las directivas de las cooperativas también ha sido muy debilitada, y la prohibición de entrar en las directivas de las cooperativas se ha hecho extensiva sólo a los propietarios de las empresas comerciales e industriales de tipo capitalista privado.

 

 

No habría necesidad de tales compromisos si el proletariado hubiese conseguido, a través del Poder soviético, organizar la contabilidad y el control a escala nacional o, aunque sólo fuese, sentar las bases de dicho control. Mediante las secciones de abastecimiento de los Soviets y los organismos similares anejos a los Soviets agruparíamos a la población en una cooperativa única, dirigida por el proletariado y sin la ayuda de las cooperativas burguesas, sin hacer concesiones al principio puramente burgués de que la cooperativa obrera ha de seguir subsistiendo como tal al lado de la cooperativa burguesa en vez de supeditar totalmente la cooperativa burguesa, uniendo las dos y asumiendo toda la dirección, tomando en sus manos el control del consumo de los ricos.

 

Al concertar semejante acuerdo con las cooperativas burguesas, el Poder soviético ha determinado de un modo concreto sus tareas tácticas y sus métodos peculiares de obrar en la presente fase de desarrollo, a saber: aprovechar y dirigir a los elementos burgueses, haciéndoles algunas concesiones parciales, con lo cual creamos las condiciones para un avance que será más lento de lo que en un comienzo suponíamos, pero que, al mismo tiempo, será más firme, tendrá mejor aseguradas la base y las vías de comunicación y mejor fortificadas las posiciones conquistadas. Por, lo demás, los Soviets pueden (y deben) evaluar hoy día sus éxitos en la obra de la edificación del socialismo con un criterio extraordinariamente claro, sencillo y práctico: en qué número exacto de comunidades (comunas, pueblos o barrios, etc.) y en qué grado se aproxima el desarrollo de las cooperativas a abarcar a toda la población.

 

78  El Decreto sobre las Cooperativas de Consumo se publicó con la firma de Lenin en los periódicos Pravda, núm. 71, del 13 de abril, e hvestia VTs/K, núm. 75, del 16 de abril.

El primer proyecto de decreto, escrito -por Lenin (véase O. C., T. 35, págs. 219-221), tropezó con la furiosa resistencia de los cooperativistas burgueses que defendían la independencia de las cooperativas respecto de los órganos de Poder soviético. Con el fin de utilizar el mecanismo cooperativista existente para organizar el registro y el control de la distribución de comestibles, el Consejo de Comisarios del Pueblo hizo algunas concesiones a los cooperativistas burgueses durante las conversaciones sostenidas con ellos (marzo-principios de abril de 1918). El 9 y el 10 de abril el Consejo de Comisarios del Pueblo discutió el proyecto de decreto presentado por los cooperativistas. Lenin hizo muchas enmiendas y adiciones al proyecto (además escribió completos los puntos 11, 12 y 13). El decreto fue aprobado por el Consejo de Comisarios del Pueblo, con las enmiendas de Lenin, y luego ratificado por el CEC de toda Rusia.-190.

Tomo 35 (págs. 219-221) Proyecto de decreto sobre las comunas de consumo

1    Tesis preliminares

2    Proyecto de decreto

 

 

             El aumento de la productividad del trabajo.     

 

En toda revolución socialista, una vez resuelto el problema de la conquista del poder por el proletariado y en la medida en que se va cumpliendo en lo fundamental la tarea de expropiar a los expropiadores y aplastar su resistencia, va colocándose necesariamente en primer plano una tarea cardinal: la de crear un tipo de sociedad superior a la del capitalismo, es decir, la tarea de aumentar la productividad del trabajo y, en relación con esto (y para esto), dar al trabajo una organización superior. Nuestro Poder soviético se encuentra precisamente en una situación en que, gracias a las victorias sobre los explotadores, desde Kerenski hasta Kornílov, ha obtenido la posibilidad de abordar de lleno esta tarea y entregarse a ella por entero. Y aquí es donde se ve en el acto que, si bien es posible apoderarse en pocos días del poder central del Estado, si bien es posible aplastar en pocas semanas la resistencia militar (y el sabotaje) de los explotadores, incluso en los diversos confines de un país grande, no lo es menos que para cumplir con eficacia la tarea de elevar la productividad del trabajo se necesitan, en todo caso (especialmente después de una guerra de las más penosas y devastadoras), varios años. Lo prolongado de esta labor se debe sin duda a circunstancias objetivas.

 

El aumento de la productividad del trabajo exige, ante todo, que se asegure la base material de la gran industria: el incremento de la extracción de combustible y de la fabricación de hierro, maquinaria y productos químicos. En este sentido, la República Soviética de Rusia se encuentra en condiciones favorables porque dispone, incluso después de la Paz de Brest, de gigantescas reservas de minerales (en los Urales); de combustible en Siberia Occidental (hulla), en el Cáucaso y Sureste (petróleo) y en el Centro (turba); posee también inmensas riquezas forestales, energía hidráulica y materias primas para la industria química (Kara Bogas), etc. La explotación de estas riquezas naturales con los medios técnicos modernos echará los cimientos para un progreso jamás visto de las fuerzas productivas.

 

Otra de las condiciones del aumento de la productividad del trabajo es, en primer lugar, elevar el nivel de cultura e instrucción de las grandes masas de la población. Esta elevación marcha ahora con enorme celeridad, cosa que no ven los obcecados por la rutina burguesa, incapaces de comprender cuán grande es el ansia de luz y el espíritu de iniciativa que se extiende hoy entre las capas "bajas" del pueblo gracias a la organización soviética. En segundo lugar, condiciones del fomento de la economía son también el fortalecimiento de la disciplina de los trabajadores, la ·elevación de la maestría y de la aplicación en el trabajo, el aumento de la intensidad y una organización mejor del mismo.

 

 En este aspecto, de creer a quienes se han dejado intimidar por la burguesía o la sirven, guiados por intereses egoístas, las cosas marchan entre nosotros muy mal e incluso no tienen solución. Estas gentes no comprenden que no ha habido ni puede haber una revolución en la que los partidarios del viejo régimen no griten a voz en cuello sobre el desbarajuste, la anarquía, etc. Es natural que en las masas, que se acaban de sacudir un yugo de increíble salvajismo, haya una profunda y amplia efervescencia y agitación; que el proceso de formación por las masas de las nuevas bases de la disciplina laboral sea muy largo y que ni siquiera pudiera comenzarse antes de la victoria completa sobre los terratenientes y la burguesía.

 

Pero, sin dejarnos llevar en absoluto de la desesperación, a menudo fingida, que propagan los burgueses y los intelectuales burgueses (que han perdido las esperanzas de poder defender sus viejos privilegios), nosotros en modo alguno debemos encubrir un mal evidente. Todo lo contrario, lo iremos poniendo de manifiesto y reforzaremos los métodos soviéticos de lucha contra este mal, ya que el triunfo del socialismo es inconcebible sin el triunfo de la disciplina proletaria consciente sobre la anarquía espontánea pequeñoburguesa, verdadera premisa de que pueda ser restaurado el régimen de Kerenski o de Kornílov.

 

 

La vanguardia más consciente del proletariado de Rusia se ha planteado ya la tarea de fortalecer la disciplina en el trabajo. Por ejemplo, el Comité Central del Sindicato de Obreros Metalúrgicos y el Consejo Central de los Sindicatos han comenzado a redactar las medidas y proyectos de decretos respectivos 79 • Esta labor debe ser apoyada e impulsada con todas las fuerzas. Se debe poner al orden del día la aplicación práctica y el ensayo de la remuneración por unidad de trabajo realizados, el aprovechamiento de lo mucho que hay de científico y progresista en el sistema Taylor, la observancia de las proporciones entre el salario y los resultados generales de la producción de artículos o de la explotación del transporte ferroviario, marítimo, fluvial, etc., etc.

 

El ruso es un mal trabajador comparado con los de las naciones adelantadas. Y no podía ser de otro modo en el régimen zarista, dada la vitalidad de los restos del régimen de la servidumbre. La tarea que el Poder soviético debe plantear con toda amplitud al pueblo es la de aprender a trabajar. La última palabra del capitalismo en este terreno -el sistema Taylor-, al igual que todos los progresos del capitalismo, reúne toda la refinada ferocidad de la explotación burguesa y varias conquistas científicas de sumo valor concernientes al estudio de los movimientos mecánicos durante el trabajo, la supresión de movimientos superfluos y torpes, la adopción de los métodos de trabajo más racionales, la implantación de los sistemas óptimos de contabilidad y control, etc. La República Soviética debe adquirir a toda costa las conquistas más valiosas de la ciencia y- de la técnica en este dominio. La posibilidad de realizar el socialismo quedará precisamente determinada por el grado en que logremos combinar el Poder soviético y la forma soviética de administración· con los últimos progresos del capitalismo. Hay que organizar en Rusia el estudio y la enseñanza del sistema Taylor, su experimentación y adaptación sistemáticas. Al mismo tiempo, y con el propósito de elevar la productividad del trabajo, hay que tener presentes las peculiaridades del período de transición del capitalismo al socialismo que reclaman, por un lado, el establecimiento de las bases de la organización socialista de la emulación y, por otro, la aplicación de medidas coercitivas para que la consigna de la dictadura del proletariado no quede empañada por una blandenguería del poder proletario en la práctica.

 

79   La organización de la producción social según los principios socialistas exigió nuevas reglas de orden interno para las empresas nacionalizadas, un nuevo reglamento sobre la disciplina laboral y la incorporación al trabajo socialmente útil de todas las personas aptas para el mismo. Estas cuestiones adquirieron especial importancia en el período de la tregua pacífica de la primavera de 1918.

 

Los sindicatos soviéticos junto con los organismos de economía elaboraron el primer reglamento sobre la disciplina laboral. La elaboración del proyecto de reglamento general sobre la disciplina laboral se encomendó al Consejo Central de los Sindicatos de toda Rusia. El 1 ° de abril, el Presidium del Consejo Superior de Economía Nacional examinó la resolución correspondiente redactada por el Consejo Central de los Sindicatos y propuso darle la forma de decreto, teniendo en cuenta las observaciones y propuestas de Lenin (véase el presente volumen, págs. 219-220). El Reglamento sobre la disciplina laboral fue aprobado el 3 de abril, después de reelaborado, por el Consejo Central de los Sindicatos de toda Rusia y se publicó en la revista Naródne Jeciaistvo (Economía Nacional), núm. 2, correspondiente a abril de 1918. El Consejo de los Sindicatos proponía introducir en todas las empresas estatales del país rigurosas reglas de orden interno, establecer normas de trabajo y contabilidad de la productividad, introducir el pago a destajo y un sistema de primas por el sobre cumplimiento de las normas y aplicar severas medidas de castigo a los infractores de la disciplina laboral. Sobre la base del Reglamento se elaboraron en las fábricas normas concretas de orden interno que desempeñaron un gran papel en la organización de la producción socialista.

 

El Comité Central del Sindicato de Obreros Metalúrgicos fue uno de los primeros en comenzar a aplicar las indicaciones de Lenin para elevar la productividad del trabajo mediante la introducción del sistema de pago a destajo y de primas. Cuando en el Consejo Central de los Sindicatos se discutió el problema de la elevación de la disciplina laboral, los representantes del Comité Central del Sindicato de Obreros Metalúrgicos lograron que se incluyera en la resolución presentada el 10 de abril al Presidium del CSEN la tesis acerca de la necesidad de introducir el pago a destajo. Basándose en las resoluciones aprobadas por el Consejo Central de los Sindicatos, el CC del Sindicato de Obreros Metalúrgicos envió en abril a todas las organizaciones de base las indicaciones de aplicar el principio del pago a destajo y un sistema de primas en la industria del metal.-194.

 

 

80.    Después de la Revolución Socialista de Octubre, en casi todas las empresas el pago a destajo se sustituyó con el pago por horas, lo que influyó de modo negativo en la productividad del trabajo y la disciplina laboral.

 

El pago a destajo, que responde más plenamente al principio socialista de la distribución según la cantidad y la calidad del trabajo realizado, comenzó a aplicarse en las primeras empresas nacionalizadas. En el período de la tregua pacífica, el pago a destajo tuvo amplia difusión en la industria. Por ejemplo, en las empresas de Petrogrado, hacia julio de 1918 la cuarta parte de los obreros había pasado al trabajo a destajo. El principio del pago a destajo fue ratificado definitivamente por el Código laboral publicado en diciembre de 1918.-194.

Emulación socialista https://es.wikipedia.org/wiki/Emulaci%C3%B3n_socialista

 

V. I. Lenin ¿Cómo debe organizarse la emulación?

Escrito: Del 24 al 27 de diciembre de 1917 (del 6 al 9 de enero de 1918), firmado "V. I. Lenin".

 Primera publicación: El 20 de enero de 1919, en el núm. 17 de Pravda.

https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1910s/24-xii-1917.htm

 

 

                        La organización de la emulación.

 

Al cúmulo de absurdos que la burguesía difunde gustosa sobre el socialismo pertenece también el de que los socialistas niegan la importancia de la emulación. Pero, en realidad, sólo el socialismo, al suprimir las clases y, en consecuencia, la esclavización de las masas, abre por vez primera el camino para la emulación a escala amplia de verdad. Y es precisamente el régimen soviético el que, pasando de la democracia formal de la república burguesa a la verdadera participación de las masas trabajadoras en el gobierno, plantea por primera vez a gran escala el problema de la emulación. Es mucho más fácil plantearlo en el terreno político que en el económico; pero, para el éxito del socialismo, este último es precisamente el que importa.

 

Examinemos el problema de la publicidad como medio de organizar la emulación. La república burguesa la garantiza únicamente de una manera formal, subordinando de hecho la prensa al capital, distrayendo al "populacho" con nimiedades políticas picantes, ocultando lo que sucede en los talleres, en las transacciones comerciales, en los suministros, etc., bajo el manto del "secreto comercial" que cubre la "sacrosanta propiedad". El Poder soviético ha suprimido el secreto comercial 81 y emprendido una nueva senda; pero aún no hemos hecho casi nada para aprovechar la publicidad en beneficio de la emulación económica. Debe procurarse periódicamente que, al mismo tiempo que se reprime sin piedad la prensa burguesa, impregnada totalmente de falsedades y calumnias descaradas, se cree una prensa que no se dedique a distraer y embaucar a las masas con anécdotas picantes y nimiedades políticas, sino que someta al juicio de las masas los problemas económicos cotidianos y les ayude a estudiarlos en serio. Cada fábrica y cada aldea es una comuna de producción y consumo que tiene el derecho y el deber de aplicar a su manera las leyes soviéticas generales ("a su manera" no en el sentido de infringirlas, sino de la diversidad de formas de su aplicación), resolver a su manera el problema de la contabilidad de la producción y la distribución de los productos. En el capitalismo, esto era un "asunto privado" de cada capitalista, de cada terrateniente o kulak. En el Poder soviético, esto no es un asunto privado, sino público y de la mayor importancia.

 

Apenas si hemos comenzado aún la inmensa, difícil y, a la vez, grata labor de organizar la emulación entre las comunas, de implantar la rendición de cuentas y la publicidad en la producción del cereal, del vestido, etc., de convertir los balances burocráticos, escuetos y sin vida, en ejemplos vivos, unas veces repulsivos y otras atrayentes. Con el modo capitalista de producción la importancia de cada ejemplo por separado, digamos, de una cooperativa cualquiera de producción, quedaba sin falta limitada hasta el último grado, y sólo la fantasía pequeñoburguesa podía soñar con "corregir" el capitalismo con la influencia de los ejemplos de las instituciones rebosantes de virtudes. Después de pasar el poder político a manos del proletariado, después de la expropiación de los expropiadores, la situación cambia de raíz y -conforme a las reiteradas indicaciones de socialistas destacados- la fuerza del ejemplo adquiere  por vez primera la posibilidad de ejercer su influencia a vasta escala. Las comunas modelo deben servir y servirán de ejemplo educador, instructivo y estimulante para las comunas atrasadas. La prensa debe ser un instrumento de la construcción del socialismo que difunde con lujo de pormenores los éxitos de las comunas modelo, analiza las causas de estos éxitos y los métodos de organización de la hacienda de las mismas y pone, por otro lado, en la picota a las comunas que se obstinan en conservar las "tradiciones del capitalismo", es decir, de la anarquía, la holgazanería, el desorden, la especulación. En la sociedad capitalista, la estadística era de la incumbencia exclusiva de los funcionarios públicos o de profesionales; nosotros debemos llevar a las masas, popularizarla para que los trabajadores vayan aprendiendo poco a poco a comprender y ver ellos mismos cómo y cuánto hay que trabajar, cómo y cuánto se puede descansar; para que la comparación de los balances económicos de la hacienda de las distintas comunas se transforme en objeto de interés y estudio para todos, para que las comunas que se destaquen sean recompensadas en el acto (reduciéndoles la jornada de trabajo durante cierto tiempo, aumentando en ellas la retribución, concediéndoles mayores bienes y valores culturales o estéticos, etc.).

 

Cuando en el escenario histórico entra una clase nueva como jefe y dirigente de la sociedad, por un lado, siempre hay un período de grandes "sacudidas", conmociones, luchas y tempestades, y, por otro lado, tampoco falta un período de titubeos, experimentos, vacilaciones y dudas respecto a la elección de nuevos métodos correspondientes a la nueva situación objetiva. La nobleza feudal agonizante se vengaba de la burguesía que triunfaba y que la desplazaba; se vengaba no sólo mediante conspiraciones e intentos de insurrección y restauración, sino también mediante torrentes de burlas a costa de la incapacidad, la torpeza y los errores de esos "advenedizos" e "insolentes" que se atrevían a empuñar el "sagrado timón" del Estado sin poseer la preparación secular que para ello tienen los príncipes, barones, nobles y aristócratas. Del mismo modo, los Kormlov y los Kerenski, los Gots y los Mártov, toda esa cofradía de héroes de la chalanería y del escepticismo burgués, se están vengando ahora de la clase obrera de Rusia por su "atrevido" intento de tomar el poder.

 

 

Se requieren, por supuesto, largos meses y años, y no semanas, para que la nueva clase social, una clase hasta ahora oprimida y aplastada por la miseria y la ignorancia, pueda familiarizarse con la nueva situación, orientarse, organizar su trabajo y destacar a sus organizadores. Se comprende que el partido que dirige al proletariado revolucionario no podía adquirir la experiencia ni los hábitos de las grandes medidas destinadas a organizar a millones y decenas de millones de ciudadanos, que el rehacer los viejos hábitos, que se reducían casi exclusivamente a la agitación, es una obra muy larga. Pero en esto no hay nada imposible, y lo conseguiremos en cuanto tengamos la clara conciencia de que ese cambio es necesario, la firme decisión de realizarlo, la constancia imprescindible en la lucha por este objetivo grande y difícil. Es inmenso el número de organizadores de talento que existen en el "pueblo", es decir, entre los obreros y los campesinos que no explotan trabajo ajeno; el capital los oprimía, los aplanaba y lanzaba por la borda por millares. Nosotros aún no sabemos descubrirlos, animarlos, ponerlos en pie, destacarlos. Pero lo aprenderemos si nos aplicamos a ello con todo el entusiasmo revolucionario, sin el cual no puede haber revoluciones victoriosas.

 

No ha habido ningún movimiento popular profundo y caudaloso en la historia que no llevara esa inmunda espuma de aventureros y granujas, de fanfarrones y vocingleros que se arriman a los innovadores sin experiencia; no ha habido movimiento sin ajetreos absurdos, sin confusión, sin agitación vana, sin que algunos "jefes" intenten hacer veinte cosas a la vez y no acabar ninguna. Que ladren y gruñan los gozques de la sociedad burguesa, desde Belorússov hasta Mártov, a propósito de cada astilla que salte al talar ese bosque grande y vetusto. Para eso son gozques, para !adrarle al elefante proletario 82 • Que ladren. Nosotros seguiremos nuestro camino, tratando de poner a prueba y estudiar pacientemente, con el mayor cuidado posible, a los verdaderos organizadores, a los hombres demente clara y visión práctica, a los hombres que reúnan la fidelidad al socialismo con la capacidad de organizar sin alboroto (y a pesar del desorden y del alboroto) el trabajo unido, solidario. y común de gran número de personas en el marco de la organización soviética. SóLo· a hombres así, después de probarlos diez veces y pasarlos de los trabajos más sencillos a los más complejos, debemos llevarlos a los puestos de responsabilidad de dirigentes del trabajo del pueblo, de dirigentes administrativos. Todavía no hemos aprendido a hacerlo. Pero aprenderemos.

 

81 Secreto comercial: derecho protegido por las leyes burguesas a mantener en secreto las operaciones de producción, comercio y finanzas, así como toda la documentación referente a ellas de las empresas privadas capitalistas.

 

La resolución Sobre la situación económica, aprobada en el VI Congreso del POSD (b)R, exigió, como medida imprescindible para aplicar el control obrero, la abolición del secreto comercial. Después de la Gran Revolución Socialista de Octubre, el secreto comercial fue abolido por el Reglamento sobre el control obrero, aprobado por el CEC de toda Rusia y el Consejo de Comisarios del Pueblo el 14 (27) de noviembre de 1917.-196.

 

82 De la fábula EL elefante y el gozque, del poeta ruso l. A. Krilov.-198

 

                     “Buena organización” y dictadura.

 

La tarea primordial del momento que plantea la resolución del último Congreeso de los Soviets, celebrado en Moscú, es crear una "buena ·organización" y fortalecer la disciplina*. Hoy todos "votan" y "suscriben" gustosos resoluciones de este género; mas, por lo común, no se paran a pensar que su aplicación requiere el empleo de la coerción, y, precisamente, de una coerción en forma de dictadura. Sin embargo, sería la mayor torpeza y la más absurda utopía suponer que se puede pasar del capitalismo al socialismo sin coerción y sin dictadura. La teoría marxista se ha pronunciado hace mucho, y del modo más rotundo, contra esta absurdidad democrática pequeñoburguesa y anarquista. La Rusia de 191 7-1918 confirma con tal evidencia y de un modo tan palpable y convincente la teoría de Marx sobre el particular que sólo tontos de remate o empeñados en volver la espalda a la verdad pueden todavía desorientarse en este terreno. O dictadura de Kornílov (si lo tomamos por el tipo ruso del Cavaignac burgués) o dictadura del proletariado: no puede haber otra salida para un país que se desarrolla con extraordinaria rapidez, con virajes de excepcional brusquedad y en medio del terrible -desbarajuste económico originado por la más penosa de las guerras. Todas las soluciones intermedias serán o un fraude al pueblo, cometido por la burguesía, que no puede decir la verdad, no puede declarar que necesita a Kornílov; o una manifestación de la estupidez de los demócratas pequeñoburgueses, de los Chemov, Tsereteli y Mártov, con su charlatanería acerca de la unidad de la democracia, de la dictadura de la democracia, del frente democrático general y demás tonterías por el estilo. Hay que considerar perdidos sin remedio a quienes no han aprendido siquiera en el curso de la revolución rusa de 1917-1918 que las soluciones intermedias son imposibles.

*  Véase el presente volumen, págs. 128-129. –Ed (Resolución sobre la ratificación del tratado de Brest)

 

Por otra parte, no es difícil convencerse de que, en toda transición del capitalismo al socialismo, la dictadura es imprescindible por dos razones esenciales o en dos aspectos fundamentales. Primero, es imposible vencer y desarraigar el capitalismo sin aplastar sin piedad la resistencia de los explotadores, que no pueden ser privados de golpe de sus riquezas, de las ventajas que les proporcionan su organización y sus conocimientos y que, en consecuencia, se esforzarán inevitablemente, durante un período bastante prolongado, por derrocar el odiado poder de los pobres. Segundo, toda gran revolución, especialmente la revolución socialista, es inconcebible sin guerra interior, es decir, sin guerra civil, aunque no exista una guerra exterior. Y la guerra civil lleva implícita una ruina mayor aún que la ocasionada por la guerra exterior; significa millares y millones de vacilaciones y de deserciones de un campo a otro, un estado de terrible incertidumbre, de desequilibrio y de caos. Como es natural, todos los elementos de descomposición de la sociedad vieja, fatalmente numerosísimos y ligados, sobre todo, a la pequeña burguesía (pues es la primera en quedar arruinada y aniquilada por toda guerra y toda crisis), no pueden menos de "manifestarse" en una conmoción tan profunda. Y los elementos de descomposición sólo pueden "manifestarse" en un aumento de la 'delincuencia, de la golfería, del soborno, de la especulación y de toda clase de escándalos. Para acabar con todo eso se requiere tiempo y hace falta mano de hierro.

 

La historia no conoce ninguna gran revolución en la que el pueblo no haya sentido eso por instinto y no haya mostrado una firmeza salvadora, fusilando a los ladrones en el acto. La desgracia de las revoluciones precedentes consistió en que el entusiasmo revolucionario de las masas, que las tenía en tensión y les daba energías para reprimir sin piedad a los elementos corruptores, duraba poco. La causa social, es decir, de clase, de esa falta de solidez del entusiasmo revolucionario de las masas residía en la debilidad del proletariado, único capaz (cuando es bastante numeroso, consciente y disciplinado) de atraer a la mayoría de los trabajadores y explotados (a la mayoría de los pobres empleando un término más sencillo y popular y sujetar el poder en sus manos el tiempo suficiente aplastar por completo a todos los explotadores y a todos los elementos corruptores.

 

Esta experiencia histórica de todas las revoluciones enseñanza económica y política- de alcance histórica universal fue resumida por Marx en su fórmula prevé, precisa y brillante: dictadura del proletariado. Y la marcha triunfal de la organización soviética por todos los pueblos y naciones de Rusia ha demostrado que la revolución rusa ha abordado con acierto esta tarea de alcance histórico universal. Pues el Poder soviético no es otra cosa que la forma de organización de la dictadura del proletariado, de la dictadura de la clase de vanguardia, que eleva a una nueva democracia y a la _participación efectiva en el gobierno del Estado a decenas y decenas de millones de trabajadores y explotados, los cuales aprenden de su misma experiencia a considerar que su jefe más seguro es la vanguardia disciplinada y consciente del proletariado.

 

Pero la palabra dictadura es una gran palabra. Y las grandes palabras no deben vocearse al viento. La dictadura es un poder férreo, de audacia y rapidez revolucionarias, implacable en la represión tanto de los explotadores como de los malhechores. Sin embargo, nuestro poder es demasía blando y, en infinidad de ocasiones, "°'se parece más a la gelatina que al hierro. No debe olvidarse ni por un instante que el elemento burgués y pequeñoburgués lucha contra el Poder soviético de dos maneras: por un lado, actuando desde fuera con los métodos de los Sávinkov, Gots, Gueguechkori y Kornílov, con conspiraciones y alzamientos, con su inmundo reflejo "ideológico", con torrentes de mentiras y calumnias difundidas en la prensa de los demócratas constitucionalistas, de los eseristas de derecha y de los mencheviques; por otro lado, este elemento actúa desde dentro, aprovechando todo factor de descomposición y toda flaqueza, a fin de practicar el soborno y aumentar la indisciplina, el libertinaje y el caos. Cuanto más nos acercamos al total aplastamiento militar de la burguesía, más peligroso se hace para nosotros el elemento de la anarquía pequeñoburguesa. Y contra este elemento no se puede luchar únicamente con la propaganda, la agitación, la organización de la emulación o la selección de organizadores; hay que oponerle también la coerción.

 

A medida que la tarea fundamental del poder deje de ser la represión militar para convertirse en la labor administrativa, · la manifestación típica de la represión y coerción no será el fusilamiento en el acto, sino el tribunal. Después del 25 de octubre de 1917, las masas revolucionarias emprendieron el camino justo en este terreno y demostraron la vitalidad de la revolución, empezando a organizar sus propios tribunales obreros y campesinos, sín esperar que se promulgasen los decretos de disolución del mecanismo judicial burocrático burgués. Pero .nuestros tribunales revolucionarios y populares son de una debilidad extraordinaria e increíble. Se nota que  aún no se ha borrado del todo la opinión que el pueblo tiene ·de los tribunales como de algo burocrático y ajeno, opinión heredada de la época en que existía el yugo' de los terratenientes y de la burguesía. Todavía no se comprende bastante que el tribunal es un órgano llamado a incorporar precisamente a todos los pobres a la gestión pública del Estado (pues la actividad judicial es una de las funciones administrativas del Estado), que el tribunal es un órgano de poder del proletariado y de los campesinos pobres, que el tribunal es un instrumento para inculcar la disciplina.

 

No se comprende bastante el hecho simple y evidente de que si el hambre y el paro son las mayores plagas de Rusia, estas plagas no podrán ser vencidas con ningún movimiento impulsivo, sino sólo con una organización y una disciplina en todos los órdenes, extensivas a todo y a todo el pueblo, que permitan aumentar la producción de pan para la gente y de pan para la industria (combustible), transportarlo a tiempo y distribuirlo acertadamente; que, por eso, cuantos infringen la disciplina del trabajo en cualquier fábrica, en cualquier empresa o en cualquier obra son los culpables de los tormentos causados por el hambre y el paro; que es necesario saber descubrir a los culpables, entregarlos a los tribunales y castigarlos sin piedad. El elemento pequeñoburgués, contra el que habremos de luchar ahora con el mayor tesón, se manifiesta precisamente en la insuficiente comprensión de la relación económica y política existente entre el hambre y el paro, por un lado, y el relajamiento de todos y cada uno en el terreno de la organización y la disciplina, por otro; en que sigue muy arraigado el punto de vista del pequeño propietario: sacar la mayor tajada posible y, después, ello que sea sonará!

 

En el transporte ferroviario -que tal vez sea donde se plasman con mayor evidencia los vínculos económicos del organismo creado por el gran capitalismo- se manifiesta con singular relieve esta lucha entre el elemento relajador pequeñoburgués y el espíritu proletario de organización. El elemento "administrativo" proporciona en gran abundancia saboteadores y concusionarios; la mejor parte del elemento proletario lucha por la disciplina; pero en uno y otro hay, como es natural, muchos vacilantes, muchos "débiles", incapaces de no caer en la "tentación" de especular, dejarse sobornar y sacar provecho personal a costa de deteriorar todo el mecanismo, de cuyo buen funcionamiento depende el triunfo sobre el hambre y el paro.

 

Es sintomática la lucha entablada en este terreno en torno al último decreto sobre la administración de los ferrocarriles, sobre la concesión de poderes dictatoriales (o "ilimitados") a ciertos dirigentes 83 • Los representantes conscientes (y en su mayoría, probablemente, inconscientes) del relajamiento pequeñoburgués han querido ver en la concesión de poderes "ilimitados" (es decir, dictatoriales) a ciertas personas una abjuración de la norma de dirección colectiva, de la democracia y de los principios del Poder soviético. En algunos lugares, entre los eseristas de izquierda se emprendió una agitación francamente propia de maleantes contra el decreto sobre los poderes dictatoriales, es decir, una agitación en la que se apelaba a los bajos instintos y al afán del pequeño propietario de "sacar" la mayor tajada posible. La cuestión planteada tiene, en efecto, inmensa importancia: primero, se trata de una cuestión de principio, de saber si el nombramiento de determinadas personas investidas de poderes dictatoriales ilimitados es, en general, compatible con los principios cardinales del Poder soviético; segundo, de saber qué relación guarda este caso -o este precedente, si se quiere- con las tareas especiales del poder en el momento concreto actual. Ambas cuestiones deben ser examinadas con la mayor atención.

 

La experiencia irrefutable de la historia muestra que la dictadura de ciertas personas ha sido con mucha frecuencia, en el curso de los movimientos revolucionarios, la expresión de la dictadura de las clases revolucionarias, su portadora y su vehículo. No ofrece duda alguna que la dictadura personal ha sido compatible con la democracia burguesa. Pero los detractores burgueses del Poder soviético, así como sus segundones pequeñoburgueses, recurren siempre al escamoteo y dan pruebas de gran destreza en este punto: por una parte, declaran que el Poder soviético es algo simplemente absurdo, anárquico, salvaje, eludiendo con el mayor cuidado todos nuestros paralelos históricos y las pruebas teóricas de que los Soviets son la forma superior de democracia, más aún, el comienzo de la forma socialista de democracia; por otra parte, exigen de nosotros una democracia superior a la burguesa y dicen: la dictadura personal es absolutamente incompatible con su democracia  soviética, bolchevique (o sea, no burguesa, sino. socialista).

 

Los razonamientos no pueden ser peores. Si no somos anarquistas, debemos admitir la necesidad del Estado, es decir, la coerción, para pasar del capitalismo al socialismo. La forma de coerción está determinada por el grado de desarrollo de la clase revolucionaria correspondiente, por circunstancias especiales -como es, por ejemplo, la herencia recibida de una guerra larga y reaccionaria- y por las formas de resistencia de la burguesía y de la pequeña burguesía. Así pues, no existe absolutamente ninguna contradicción de principio entre la democracia soviética (es decir, socialista) y el ejercicio del poder dictatorial por ciertas personas. La dictadura proletaria se diferencia de la dictadura burguesa en que la primera dirige sus golpes contra la minoría explotadora,  y a favor de la mayoría explotada; además en que la primera es ejercida -también por conducto de ciertas personas- no sólo por las masas trabajadoras y explotadas sino asimismo por organizaciones estructuradas de manera que pueden despertar precisamente a esas masas y elevarlas a hacer la historia ( a este género de organizaciones pertenecen los Soviets).

 

Por lo que se refiere a la segunda cuestión (el significado precisamente del poder dictatorial unipersonal desde el punto de vista de las tareas específicas del momento presente), debemos decir que toda gran industria maquinizada -es decir, precisamente el origen y la base material, de producción, del socialismo- requiere una unidad de voluntad absoluta y rigurosísima que dirija el trabajo común de centenares, miles y decenas de miles de personas. Esta necesidad es evidente desde tres puntos de vista -técnico, económico e histórico-, y cuantos pensaban en el socialismo la han tenido siempre por una condición para llegar a él. Pero, ¿cómo puede asegurarse la más rigurosa unidad de voluntad? Supeditando la voluntad de miles de personas a la de una sola.

 

Si quienes participan en el trabajo común posee una conciencia y disciplina que puede recordar más bien la suavidad con que conduce un director de orquesta. Si no existen esa disciplina y esa conciencia ideales la supeditación puede adquirir las formas tajantes de la dictadura. Pero, de uno u otro modo, la supeditación incondicional a una voluntad única es absolutamente necesaria para el buen éxito de  los  procesos del  trabajo, organizado al estilo de la gran industria maquinizada. Para los ferrocarriles, ello es el doble y el triple necesario. Y esta transición de una tarea política a otra, que no se le parece en nada por fuera, constituye la peculiaridad del momento que vivimos. La revolución acaba de romper las cadenas más antiguas, más fuertes y pesadas, con las que se sometía a las masas por la fuerza. Eso sucedía ayer. Pero hoy, esa misma revolución, en beneficio precisamente de su desarrollo y robustecimiento, en beneficio del socialismo, exige la supeditación incondicional de las masas a la voluntad única de los dirigentes del proceso de trabajo. Está claro que semejante transición es inconcebible de golpe. Está claro que sólo puede llevarse a cabo a costa de enormes sacudidas y conmociones, con retornos a lo viejo, mediante una tensión colosal de las energías de la vanguardia proletaria que conduce al pueblo hacia lo nuevo. En esto no piensan quienes se dejan arrastrar por el histerismo pequeñoburgués de Nóvaya Zhizn o Vperiod  84, Delo Naroda o Nash Vek 85

 

Tomemos la psicología del individuo medio, de base, de la masa trabajadora y explotada y comparémosla con las condiciones objetivas, materiales, de la vida social del mismo. Hasta la Revolución de Octubre no había visto aún en la práctica que las clases poseedoras las clases explotadoras le hubiesen sacrificado o cedido realmente algo de importancia para ellas. No había visto aún que esas clases le hubiesen dado la tierra y la libertad, tantas veces prometidas, que le hubiesen dado la paz, que hubiesen renunciado a sus intereses ?e "nación dominante" y a los tratados secretos imperialistas, que hubiesen sacrificado algo de su capital y de sus ganancias. Lo ha visto únicamente después del .25 de octubre de 1917, cuando él mismo hubo de conquistarlo todo esto por la fuerza y defenderlo también por la fuerza frente a los Kerenski, los Gots, los Gueguechkori, los Dútov y los Kornílov. Se comprende que, durante cierto tiempo, toda su atención, todos sus pensamientos, todas sus fuerzas espirituales hayan tendido a una sola cosa: a respirar libremente, a erguirse, explayarse y gozar de los bienes inmediatos que le ofrecía la vida y le negaban los explotadores derrocados. Se comprende que haga falta cierto tiempo para que el individuo de las masas vea, se convenza y, además, sienta que no se puede simplemente "tomar'>, echar el guante a algo y llevárselo, que esto aumenta el desbarajuste, el desastre, que trae de vuelta a los Kornílov. El viraje correspondiente en las condiciones· de vida (y, por tanto, en la psicología también) de las masas trabajadoras sencillas no hace más que empezar. · Y toda nuestra misión, la misión del Partido Comunista (bolchevique), intérprete consciente del afán de emancipación de los explotados, es conocer este viraje, comprender que es necesario, ponerse a la cabeza de las masas cansadas, que buscan con ansiedad una salida, guiarlas por el buen camino, por el camino de la disciplina laboral, enseñarles a compaginar las discusiones públicas acerca de las condiciones de trabajo con el sometimiento incondicional a la voluntad del dirigente soviético, del dictador, durante el trabajo.

 

Los burgueses, los mencheviques, los de Novaya Zhizn, que sólo ven caos, desorden y explosiones de egoísmo de pequeños propietarios, se burlan de las "discusiones públicas'' o las denigran, furiosos, con más frecuencia aún. Pero sin las discusiones públicas, la masa de oprimidos jamás podría pasar de la disciplina impuesta por los explotadores a la disciplina consciente y voluntaria. Las discusiones públicas son, precisamente, la verdadera democracia, el enderezamiento, el despertar de los trabajadores a la nueva vida; son los primeros pasos que dan por un terreno que ellos mismos han limpiado de reptiles (explotadores, imperialistas, terratenientes y capitalistas) y que ellos mismos quieren aprender a organizar a su manera, para sí, respaldándose en los principies de su propio poder, del Poder soviético, y no de un poder ajeno, señorial o burgués. Ha sido precisa la victoria conquistada en octubre por los trabajadores sobre los explotadores, ha sido precisa toda una etapa histórica de discusión inicial por los propios trabajadores de las nuevas condiciones de vida y de las nuevas tareas, para poder pasar con firmeza a formas superiores de la disciplina de trabajo, a una asimilación consciente de la idea de que es necesaria la dictadura del proletariado, a un sometimiento incondicional a las órdenes personales de los representantes del Poder soviético en las horas de trabajo.

 

Hemos cumplido con éxito la primera tarea de la revolución, hemos visto cómo preparan las masas trabajadoras en su propio seno la condición fundamental para el triunfo de esa revolución: la unificación de los esfuerzos contra los explotadores a fin de lograr su derrocamiento. Etapas como las de octubre de 1905  86 y febrero y octubre de 1917 tienen una importancia histórica universal.

 

Hemos cumplido con éxito la segunda tarea de la revolución: despertar y alzar a esos mismos "sectores bajos" de la sociedad que los explotadores habían echado al fondo y que sólo después del 25 de octubre de 1917 obtuvieron la plena libertad de derrocar a esos explotadores y de comenzar a orientarse y a organizar la vida a su manera. Esta segunda gran etapa de la revolución estriba en las discusiones públicas precisamente de las masas trabajadoras más oprimidas, más atrasadas y menos preparadas, el paso de éstas a los bolcheviques, la instauración por ellas de su organización soviética en todas partes.

 

Empieza la tercera etapa. Hay que afianzar lo conquistado por nosotros mismos, lo que hemos decretado, legalizado, discutido y proyectado: hay que afianzarlo mediante formas estables de una disciplina de trabajo diaria. Es la tarea más difícil, pero también la más grata, pues únicamente su cumplimiento nos permitirá implantar el orden socialista hay que aprender a conjugar la democracia de las discusiones públicas de las masas trabajadoras, que fluye tumultuosa como las aguas primaverales desbordadas, con la disciplina férrea durante el trabajo, con el sometimiento incondicional a la voluntad de una sola persona, del dirigente soviético, en las horas de trabajo.

 

Todavía no hemos aprendido a hacerlo.

 

Pero aprenderemos.

 

La amenaza de restauración de la explotación burguesa, personificada por los Kornílov, los Gots, los Dútov, los Gueguechkori y los Bogaevski, se cernía ayer sobre nosotros. Pero los hemos vencido. Esta restauración esta misma restauración nos amenaza hoy bajo otra forma, bajo la forma del elemento de relajación anarquismo  pequeñoburgués , del espíritu del pequeño propietario: "Eso no reza conmigo"; bajo la forma de ataques e incursiones cotidianos, pequeños, pero numerosos, de este elemento contra la disciplina proletaria. Debemos vencer este elemento de anarquía pequeñoburguesa, y lo venceremos.

 

83  Se refiere al decreto del Consejo de Comisarios del Pueblo Sobre la centralización de la administración, La protección de los ferrocarriles y la elevación de su capacidad de tráfico. Después de analizar, el 18 de marzo de 1918, el proyecto de decreto propuesto por el Comisariado del Pueblo de Vías de Comunicación sobre la no interferencia de las diversas instituciones en los asuntos del Departamento de Ferrocarriles, el Consejo de Comisarios del Pueblo encargó a una comisión especial rehacer el decreto sobre la base de las siguientes tesis de Lenin: "1. Mayor centralización. 2. Nombramiento de responsables ejecutivos en cada centro local, a elección de las organizaciones ferroviarias. 3. Cumplimiento obligatorio de sus órdenes. 4. Derechos dictatoriales a los destacamentos de protección militar encargados de mantener el orden. 5. Medidas para inventariar sin demora el material rodante y su ubicación. 6. Medidas para crear la sección técnica. 7. Combustible". En el proyecto, que fue presentado por la comisión y examinado el 21 de marzo en el Consejo de Comisarios del Pueblo, Lenin introdujo enmiendas esenciales, después de lo cual fue aprobado por el Gobierno. Como el decreto fue recibido con hostilidad por el Comité Ejecutivo del Sindicato de Ferroviarios de toda Rusia (CESFR), en el que tenían gran influencia los mencheviques y los eseristas de izquierda, el Comisariado del Pueblo de Vías de Comunicación propuso en una reunión del Consejo de Comisarios del Pueblo, el 23 de marzo, que se modificara el decreto. Los representantes del CESFR presentes en la reunión atacaron el decreto, considerando que éste "anulaba el papel del CESFR y lo sustituía por la dirección unipersonal del comisario". Al rechazar los ataques de los adversarios del decreto, Lenin explicó la necesidad de adoptar las medidas más firmes para desterrar el sabotaje. y el desorden en los ferrocarriles y propuso enmiendas que hicieron más categórico el decreto. Con estas enmiendas, el 23 de marzo fue aprobado definitivamente el decreto por el Gobierno y el día 26 del mismo mes publicado con la firma de Lenin en el núm. 57 de hvestia VTsJK.-203.

84    "Novaya Zhizn": véase la nota 26.

"Vperiod'' (Adelante): diario menchevique; se publicó en Moscú desde marzo de 1917 como órgano de la organización menchevique de Moscú y más tarde como órgano de los comités del POSDR (menchevique) de la organización de Moscú y de la Región Central. A partir del 2 de abril de 1918 fue asimismo órgano del Comité Central de los mencheviques; integraban su redacción L. Mártov, F. l. Dan y A. S. Martínov. Después de la Revolución Socialista de Octubre la publicación fue suspendida en dos ocasiones por su labor contrarrevolucionaria, y el 10 de mayo de 1918 fue clausurado por decreto de la Cheka y sus dirigentes fueron procesados. El 14 de mayo reapareció con el título de Vsegdá Vperiod! ( ¡Siempre Adelante!), saliendo sólo un número, y reanudó su publicación en enero de 1919. En febrero de 1919, por decreto del CEC de toda Rusia fue clausurado definitivamente debido a su orientación contrarrevolucionaria. -206.

85     "Dew Naroda": véase la nota 26.

"Nash Vek" (Nuestro Siglo): uno de los nombres del periódico Rech, órgano central del contrarrevolucionario Partido Demócrata Constitucionalista, que después de clausurado por orden del Comité Militar Revolucionario de Petrogrado, del 26 de octubre (8 de noviembre) de 1917, siguió apareciendo hasta agosto de 1918 con las denominaciones de .Nasha Rech (Nuestra Palabra), Svohódnaya Rech (La Palabra Libre), Vek (El Siglo), N6vaya Rech (La Nueva Palabra) y .Nash Vek.-206.

86   Octubre de 1905: período de apogeo de la primera revolución rusa de 1905-1907. -208.

 

                  El desarrollo de la organización soviética.

 

El- carácter socialista de la democracia soviética -es decir, proletaria, en su aplicación concreta presente- consiente, primero, en que los electores son las masas trabajadoras y explotadas, quedando excluida la burguesía; segundo, en que desaparecen todas las formalidades y restricciones burocráticas en las elecciones: las propias masas determinan las normas y el plazo de las elecciones, gozando de plena libertad para revocar a los elegidos; tercero, en que se crea la mejor organización de masas de la vanguardia trabajadora, del proletariado de la gran industria, la cual le permite dirigir a las más· vastas masas de explotados, incorporarlas a una vida política independiente y educarlas en el aspecto político, basándose en su propia experiencia; en que, de este modo, se aborda por vez primera la tarea de que aprenda a gobernar y comience a gobernar realmente toda la población.

 

Tales son los principales rasgos distintivos de la democracia aplicada en Rusia, que constituye un tipo superior de democracia, que significa la ruptura con la deformación burguesa de la misma y el paso a la democracia socialista y a condiciones que permitan el comienzo de la extinción del Estado.

 

Por supuesto, el elemento de la desorganización pequeñoburguesa (que se dejará sentir inevitablemente, bajo una u otra forma, en toda revolución proletaria, y que en nuestra revolución se manifiesta con fuerza singular en virtud del carácter pequeñoburgués del país, de su atraso y de las consecuencias de la guerra reaccionaria) no puede menos de imprimir también su sello en los Soviets.

 

Andreu Nin (1892 – 1937)  Los Soviets: Su origen, función y desarrollo (1932)

 

Hay que trabajar infatigablemente para desarrollar la organización de los Soviets y el Poder soviético. Existe la tendencia pequeñoburguesa es a convertir a los miembros de los en parlamentarios' o de otro lado e burócratas. Hay que luchar contra esto, haciendo participar prácticamente a todos los miembros de los Soviets en el gobierno del país. En muchos lugares, las secciones de los ' Soviets se están transformando en órganos que se funden paulatinamente con los comisariados. Nuestro objetivo es hacer participar prácticamente a toda la población pobre en el gobierno del país; y todos los pasos que se den para lograr este objetivo -cuanto más variados, tanto mejor deben ser registrados, analizados y sistematizados minuciosamente, deben ser contrastados con una experiencia más amplia y refrendados por la ley. Nuestro objetivo es lograr que cada trabajador, después de "cumplir la " de ocho horas de trabajo productivo las funciones estatales. El paso a particularmente difícil, pero sólo en él está la garantía de que se consolide definitivamente el socialismo, Como es natural, y la dificultad del cambio motivan la abundancia de pasos que se dan a tientas, por decirlo así; originan multitud de errores y titubeos, sin los cuales no puede haber ningún avance rápido. Toda la originalidad de la situación actual consiste, desde el punto de vista· de muchos que desean considerarse socialistas, en que la gente se ha acostumbrado a oponer en forma abstracta el capitalismo al socialismo, intercalando entre uno y otro, con aire grave, la palabra "salto" (algunos, recordando fragmentos aislados de cosas leídas en las obras de Engels, agregaban con aire aún más grave: "salto del reino de la necesidad al reino de la libertad" 87). La mayoría de los llamados socialistas, que del socialismo "han leído en los libros", pero que jamás han profundizado en serio en este problema, no saben pensar que los maestros del socialismo denominaban "salto" al cambio brusco, considerado desde el punto de vista de los virajes de la historia universal, y que los saltos de esta naturaleza abarcan períodos de diez e incluso más años. Es lógico que la famosa "intelectualidad" suministre en momentos como éste una infinidad de plañideras: una llora por la Asamblea Constituyente 88; otra, por la disciplina burguesa; la tercera, por el orden capitalista; la cuarta, por el terrateniente civilizado; la quinta, por el espíritu imperialista de nación dominante, etc. , etc.

 

El verdadero interés de la época de los grandes saltos consiste en que la abundancia de escombros de lo viejo, amontonados a veces con mayor rapidez que despuntan los brotes de lo nuevo (no siempre perceptibles al primer golpe de vista), requiere que se sepa destacar lo más esencial en· la línea o en la cadena del desarrollo. Hay momentos históricos en que lo más importante para asegurar el éxito de la revolución consiste en amontonar la mayor cantidad posible de escombros, es decir, hacer saltar el mayor número de instituciones caducas; hay momentos en que, logrado esto en grado suficiente, se plantea a la orden del día la labor "prosaica" ("tediosa" para el revolucionario pequeñoburgués) de descombrar el terreno; hay momentos en que lo más importante es cuidar con solicitud los brotes ·de lo nuevo, que surgen de entre los escombros en un terreno aún mal descombrado.

 

No basta con ser revolucionario y partidario del socialismo o comunista en general. Es necesario saber encontrar en cada momento peculiar eslabón articula al cual hay que aferrarse con todas las fuerzas para sujetar toda la cadena cerrarán sólidamente el paso al eslabón siguiente. El orden de los eslabones, su forma, su engarce, la diferencia unos y otros no son tan simples ni tan burdos en la cadena histórica de los acontecimientos como en una cadena corriente-forjada por un herrero.

 

 

La lucha contra la deformación burócrata de la organización soviética está garantizada por la solidez de vínculos de los Soviets con el “pueblo” entendiese por tal a los trabajadores y explotados por la flexibilidad y elasticidad de esos vínculos. Los pobres jamás consideran instituciones suyas los paramentos burgueses, ni siquiera en la república capitalista más democrática del mundo. Los Soviets, en cambio, son instituciones "propias", y no ajenas, para la masa de obreros y campesinos. A los actuales "socialdemócratas" del matiz de Scheidemann o, lo que es casi igual, de Mártov les repugnan los Soviets y les atrae el respetable Parlamento burgués o la Asamblea Constituyente, del mismo modo que a Turguénev, hace sesenta años, le atraía la moderada constitución monárquica Y aristocrática y le repugnaba el espíritu democrático "plebeyo" de Dobroliúbov y Chernishevski.

 

Es precisamente esta proximidad de los Soviets al "pueblo" trabajador la que crea formas especiales de control desde abajo -derecho de revocación, etc.-, que deben ser desarrolladas ahora con un celo singular. Por ejemplo, los Consejos de Instrucción Pública como conferencias periódicas de los electores soviéticos con sus delegados para discutir y controlar la labor de las autoridades soviéticas en este terreno, son dignos de la mayor simpatía y apoyo. No hay nada más necio que transformar los Soviets en algo anquilosado que se basta por sí solo. Cuanto mayor sea la decisión con que debamos defender hoy la necesidad de un poder firme e implacable, de <dictadura de ciertas personas para determinados procesos de trabajo, en determinados momentos del ejercicio de funciones puramente ejecutivas, tanto más variadas habrán de ser las formas y los métodos de control desde abajo, a fin de paralizar toda sombra de posible deformación del Poder soviético, a fin de arrancar reiterada y constantemente la mala hierba burocrática.

 

87  Lenin se refiere y cita la obra de F. Engels Anti-Dühring (véase C. Marx y F. Engels. Obras, T. 20, pág. 295).-211

Anti-Dühring.  La revolución de la ciencia por el señor Eugen Dühring

Federico Engels

https://www.fundacionfedericoengels.net/images/PDF/engels_antiduhring_interior.pdf

Anti-Dühring. La revolución de la ciencia por el señor Eugen Dühring

Federico Engels

https://webs.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/78ad/78AD.htm

 

 

88  En la declaración del Gobierno Provisional del 2 (15) de marzo de 1917 se señalaba la fecha para convocar la Asamblea Constituyente, que debía decidir acerca del sistema estatal de Rusia. Pero la fecha de las elecciones se cambió varias veces, y se celebraron el 12 (25) de noviembre de 1917, es decir, después de triunfar la Revolución Socialista de Octubre. Se hicieron según un decreto ratificado por el Gobierno Provisional y por listas preparadas antes de la Revolución de Octubre. La Asamblea Constituyente se abrió el 5 (18) de enero de 1918 en Petrogrado. La mayoría de los diputados eran representantes de partidos contrarrevolucionarios. Rechazaron el paso del poder a los Soviets y se negaron a ratificar el Decreto de la Paz y el Decreto sobre la Tierra, aprobados por el II Congreso de los Soviets de toda Rusia. La Asamblea Constituyente fue disuelta por resolución del CEC de toda Rusia el 6 (19) de enero.-211.

 

 

                                           Conclusión.

 

Una situación internacional extraordinariamente dura, difícil y peligrosa; la necesidad de maniobrar y replegarse; un período de espera de nuevas explosiones revolucionarias, que maduran con agobiante lentitud en los países occidentales; dentro del país, un período constructivo lento y de implacable "acicate", de lucha prolongada y tenaz de una severa disciplina proletaria contra los elementos amenazadores de la relajación y de la anarquía pequeñoburguesas: tales son, en pocas palabras, los rasgos distintivos de la etapa peculiar de la revolución socialista que estamos atravesando. Tal es el eslabón de la cadena histórica de los acontecimientos al que debemos aferrarnos ahora con todas nuestras fuerzas para estar a la altura de nuestras tareas hasta el momento de pasar al eslabón siguiente, eslabón que nos atrae por su singular esplendor, por el esplendor de las victorias de la revolución proletaria internacional.

 

 

Intentemos comparar con el concepto corriente, habitual, del "revolucionario" las consignas que surgen de las condiciones peculiares de la etapa que atravesamos: maniobrar, replegarse, esperar, construir lentamente, espolear implacablemente, disciplinar con severidad, combatir la relajación ... ¿Qué hay de extraño en que, al oír esto, algunas "revolucionarios" sean presa de una noble indignación y comiencen a "fulminarnos", acusándonos de haber olvidado las tradiciones de la Revolución de Octubre, de conciliarnos con los especialistas burgueses, de concertar compromisos con la burguesía, de tener un espíritu pequeñoburgués, de haber caído en el reformismo, etc., etc.?

 

La desgracia de .estos malhadados revolucionarios consiste en que ni siquiera los impulsados por las mejores intenciones del mundo ni los adictos por completo a la causa del socialismo llegan a comprender el estado singular y particularmente "desagradable" por el que debe pasar sin falta un país atrasado, devastado por una guerra reaccionaria y maldita y que ha iniciado la revolución socialista mucho antes que los países más adelantados, consiste en que les falta la firmeza imprescindible en los momentos difíciles de una difícil transición. Naturalmente, la oposición "oficial" de este género a nuestro Partido se la hace el partido de los eseristas de izquierda. Es evidente que existen y existirán siempre excepciones individuales que se apartan de los modelos típicos de un grupo o de una clase. Pero los tipos sociales quedan. En un país donde el predominio de los pequeños propietarios sobre la población puramente proletaria es enorme, la diferencia entre el revolucionario proletario y el revolucionario pequeñoburgués tiene que reflejarse de manera ineludible (y en ciertas ocasiones con extraordinario contraste). El revolucionario pequeñoburgués duda y vacila ante cada giro de los acontecimientos; pasa de un revolucionarismo furibundo, en marzo de 1917, a glorificar la "coalición" en mayo, a odiar a los bolcheviques (o lamentar su "aventurerismo") en julio, a apartarse temeroso de ellos a fines de octubre, a apoyarles en diciembre y, por último, a decir en marzo y abril de 1918, haciendo una mueca despectiva: "No soy de los que cantan loas al trabajo 'orgánico', al practicismo y al avance pasito a paso".

 

La base social de semejantes tipos es el pequeño propietario exasperado por los horrores de la guerra, por la ruina súbita, por los insoportables sufrimientos del hambre y el desbarajuste económico y que se debate histéricamente, buscando salida y salvación, vacilando entre la confianza y el apoyo al proletariado, por un lado, y los accesos de desesperación, por otro. Hay que comprender claramente y recordarlo muy bien que con tal base social no es posible construir el socialismo. Sólo la clase que sigue su camino sin vacilaciones, que no se desanima ni desespera en los tránsitos más duros, -difíciles y peligrosos puede dirigir a las masas trabajadoras y explotadas. No necesitamos accesos de histeria. Lo que necesitamos es el paso acompasado de los batallones de hierro del proletariado.

 

……

https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oc/progreso/tomo36.pdf

 

Bibliografía imprescindible sobre la concepción marxista del poder (En Francia - Rusia- Alemania-España)

 

http://eljanoandaluz.blogspot.com/2019/11/bibliografia-imprescindible-sobre-la.html

 

 

 

 

                                     Referencias de las notas

 

Seis tesis acerca de las tareas inmediatas del poder soviético 128

 

Escrito entre el 29 de abril y el 3 de mayo de 1918

Publicado el 9 de mayo de 1918 en el periódico "Bednotá", núm. 33

Obras Completas, Tomo 36: Marzo-julio 1918  (pág. 285-288)

 

1. La situación internacional de la República Soviética es difícil y crítica en grado sumo, pues el capital y el imperialismo internacionales, movidos por sus intereses más profundos y cardinales, aspiran no sólo a volver las armas contra Rusia, sino también a llegar a un acuerdo sobre el reparto del territorio de ésta y la estrangulación del Poder soviético.

 

Únicamente el ensañamiento de la matanza imperialista de pueblos., en el Oeste de Europa y la competición imperialista de Japón y de Norteamérica en Extremo Oriente paralizan o frenan esas aspiraciones, y sólo en parte y por cierto tiempo, probablemente corto.

 

Por ello, la táctica obligatoria de la República Soviética debe consistir, por una parte, en poner todas las fuerzas en máxima tensión para lograr el fomento económico más rápido posible del país, aumentar su capacidad defensiva y crear un poderoso ejército socialista; por otra parte, en aplicar en la política internacional una táctica obligatoria de maniobras, de repliegues y espera hasta el momento en que madure definitivamente la revolución proletaria internacional, que está sazonando hoy con mayor rapidez que antes en toda una serie de países adelantados.

 

2. En el terreno de la política interior, en la actualidad se plantea al orden del día, de acuerdo con la resolución aprobada el 15 de marzo de 1918 por el Congreso de los Soviets de toda Rusia, la tarea de organización. Precisamente esta tarea, aplicada a la organización nueva y superior de la producción y de la distribución de los productos, basadas en la gran producción {trabajo) maquinizada socializada, constituye el contenido principal -y la condición principal de la victoria completa- de la revolución socialista iniciada en Rusia el 25 de octubre de 1917.

 

3. Desde el punto de vista puramente político, la clave del momento consiste en que han sido cumplidas, en lo fundamental y a grandes rasgos, la tarea de convencer a la Rusia trabajadora de que el programa de la revolución socialista es justo y la tarea de ganar a Rusia para los trabajadores, arrancándola de manos de los explotadores, planteándose al orden del día la tarea principal: cómo gobernar a Rusia. Organizar con acierto el gobierno del país y el estricto cumplimiento de las disposiciones del Poder soviético: en eso consiste la tarea esencial de los Soviets, la condición de la victoria completa del tipo soviético de Estado, tipo que no basta con decretar oficialmente, que no basta con instituir e implantar en todos los confines del país, sino que es necesario, además, poner a punto y controlar prácticamente en la labor regular, cotidiana de gobierno.

 

4. En el terreno de la construcción económica del socialismo, la clave del momento consiste en que nuestra labor de organización de la contabilidad y del control populares y universales de la producción y de la distribución de los productos y de implantación de la regulación proletaria de la producción se ha rezagado mucho de la labor de expropiación directa de los expropiadores: los terratenientes y los capitalistas. Este es el hecho fundamental que determina nuestras tareas.

 

De él se desprende, por una parte, que la lucha contra la burguesía entra en una nueva fase, a saber: que el centro de gravedad se desplaza a la organización de la contabilidad y del control. Sólo así pueden afianzarse todas las conquistas económicas arrancadas al capital y todas las medidas de nacionalización de algunas ramas de la economía nacional aplicadas por nosotros desde octubre; sólo así puede prepararse la feliz culminación de la lucha contra la burguesía, es decir, el afianzamiento total del socialismo.

 

Del hecho fundamental señalado se desprende, por otra parte, por qué el Poder soviético se ha visto obligado en determinados casos a dar un paso atrás o ·aceptar un compromiso con las tendencias burguesas. Uno de esos pasos atrás y una desviación de los principios sustentados por la Comuna de París fue, por ejemplo, la concesión de sueldos elevados a una serie de especialistas burgueses. Uno de esos compromisos fue el acuerdo con las cooperativas burguesas acerca de los pasos y medidas necesarios para incorporar gradualmente a toda la población a las cooperativas. En tanto el poder proletario no implante del todo el control y la contabilidad populares, los compromisos de ese género serán imprescindibles, y nuestra tarea consiste, sin silenciar en modo alguno al pueblo los aspectos negativos de esos compromisos, en poner las fuerzas en tensión para mejorar la contabilidad y el control como único medio y vía de llegar a la supresión total de semejantes compromisos. En el momento actual, tales compromisos son imprescindibles como único medio (dado nuestro atraso en la contabilidad y el control) de garantizar un avance más lento, pero más seguro. La necesidad de esos compromisos desaparecerá cuando se aplique por entero la contabilidad y el control de la producción y la distribución de los productos.

 

5. Se plantean, en particular, al orden del día las medidas orientadas a elevar la disciplina laboral y la productividad del trabajo. Los pasos emprendidos ya en este sentido, sobre todo por los sindicatos, deben ser apoyados, respaldados e intensificados con todas las fuerzas. Entre ellos figuran, por ejemplo, el establecimiento de la retribución por unidad de trabajo realizado, la aplicación de lo mucho que hay de científico y progresista en el sistema Taylor, la correspondencia de los salarios al balance general del trabajo de la fábrica o a los resultados de la explotación del transporte ferroviario, fluvial y marítimo, etc. Figuran también la organización de la emulación entre las distintas comunas de producción y consumo, la selección de organizadores, etc.

 

6. La dictadura del proletariado es una necesidad absoluta durante la transición del capitalismo al socialismo, y esta verdad se ha visto confirmada plenamente en la práctica de nuestra revolución. Pero la dictadura presupone un poder revolucionario verdaderamente firme e implacable en la represión tanto de los explotadores como de los malhechores, y nuestro poder es demasiado blando. Estamos muy lejos aún de haber asegurado plenamente el sometimiento incondicional, durante el trabajo, a las disposiciones de una sola persona, de los dirigentes soviéticos, de los dictadores, elegidos o designados por las instituciones soviéticas, dotados de plenos poderes dictatoriales (como lo exige, por ejemplo, el decreto ferroviario). En este terreno se manifiesta la influencia del elemento pequeñoburgués, la influencia de las costumbres, aspiraciones y estados de ánimo inherentes a los pequeños propietarios privados, que se hallan en pugna abierta con la disciplina proletaria y el socialismo. Todo lo que hay de consciente en el proletariado debe estar orientado a la lucha contra este elemento pequeñoburgués, que se expresa de modo directo ( en el apoyo de la burguesía y sus lacayos, los mencheviques, eseristas de derecha, etc., a toda resistencia al poder proletario) e indirecto ( en la vacilación histérica que revelan ·en las cuestiones políticas principales tanto el partido pequeñoburgués de los eseristas de izquierda como la corriente de los "comunistas de izquierda" en nuestro Partido, corriente que se desliza a los procedimientos del revolucionarismo pequeñoburgués e imita a los eseristas de izquierda)

 

Disciplina férrea y dictadura del proletariado aplicada hasta el fin contra las vacilaciones pequeñoburguesas: tal es la consigna general y concluyente del momento.

 

128.  Lenin escribió las Seis tesis acerca tú las tareas inmediatas del Poder soviético por encargo del CEC de toda Rusia, después de haberse discutido en dicho organismo, el 29 de abril de 1918, su informe sobre las tareas inmediatas del Poder soviético. El 3 de mayo, el Comité Central del Partido aprobó por unanimidad las tesis de Lenin, con insignificantes enmiendas, y el 4 de mayo el Presídium del CEC de toda Rusia las envió a los Soviets locales, indicando en una circular que las tesis de Lenin "debían ser la base para la labor de todos los Soviets". -285.

Escrito entre el 29 de abril y el 3 de mayo de 1918

Publicado el 9 de mayo de 1918 en el periódico "Bednotá", núm. 33

Se publica según el texto de la segunda edición del folleto: Lenin. "Las tareas inmediatas del Poder soviético ed. 1918, cotejado con el manuscrito.

 

Obras Completas, Tomo 36: Marzo-julio 1918  (pág. 285-288)

https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oc/progreso/tomo36.pdf

 

Rosa Luxemburgo. La tragedia rusa (la capitulación del proletariado revolucionario ruso al militarismo alemán) con la firma del Tratado Brest-Litovsk de 3 de febrero de 1918).

http://eljanoandaluz.blogspot.com/2021/06/rosa-luxemburgo-la-tragedia-rusa-la.html

 

Tratado de Brest-Litovsk de 1918. Frenazo a la Revolución rusa. (Del Comunismo de guerra a la Nueva Política Económica o capitalismo de Estado)

http://eljanoandaluz.blogspot.com/2021/07/tratado-de-brest-litovsk-de-1918.html

 

 

Resolución sobre la ratificación del tratado de Brest

 

                                               4

 

Obras Completas, Tomo 36: Marzo-julio 1918  (págs. 128-129.)

Escrito el 13 o el 14 marzo de 1918

 

El Congreso ratifica el tratado de paz suscrito por nuestros representantes en Brest-Litovsk el 3 de marzo de 1918. El Congreso considera justo el proceder del Comité Ejecutivo Central y del Consejo de Comisarios del Pueblo, que acordaron concluir esta paz, extraordinariamente penosa, impuesta por la violencia y humillante, en vista de que carecemos de ejército y de que la guerra ha agotado hasta el extremo las fuerzas del pueblo, que, lejos de recibir en sus infortunios la ayuda de la burguesía y de la intelectualidad burguesa, ha visto cómo las mismas utilizaban esos infortunios para sus egoístas fines de clase.

 

El Congreso considera también absolutamente justo el proceder de la delegación que ha participado en las negociaciones de paz, la cual se negó a entrar en un examen detallado de las condiciones alemanas de paz, puesto que tales condiciones se nos han impuesto por vía de ultimátum manifiesto y de una violencia descarada.

 

El Congreso plantea con la mayor insistencia ante todos los obreros, soldados y campesinos, ante todas las masas trabajadoras y oprimidas la tarea principal e impostergable del momento: elevar la disciplina y autodisciplina de los trabajadores, crear por doquier organizaciones fuertes y bien cohesionadas, que abarquen a ser posible toda la producción y toda la distribución de los productos, y emprender una lucha sin cuartel contra el caos, la desorganización y el desbarajuste, históricamente inevitables como legado de una guerra tan penosa, pero que al mismo tiempo son el primer impedimento para la victoria definitiva del socialismo y para la consolidación de las bases de la sociedad socialista.

 

Ahora, después de la Revolución de Octubre, después del derrocamiento del poder político de la burguesía en Rusia, después de que hemos roto y hecho públicos todos los tratados secretos imperialistas, después de que hemos anulado los empréstitos extranjeros, después de que el Gobierno obrero y campesino ha propuesto una paz justa a todos los pueblos sin excepción, Rusia, que se ha librado de las zarpas de la guerra imperialista, tiene derecho a declarar que no participa en el saqueo y sometimiento de países ajenos.

 

Desde ahora, la República Federativa Soviética de Rusia, condenando unánimemente las guerras de rapiña, reconoce su derecho y su deber de defender la patria socialista contra todos los posibles ataques de cualquier potencia imperialista.

 

Por eso, el Congreso reconoce que las masas trabajadoras tienen el deber inexcusable de tensar todas sus fuerzas para restablecer y elevar la capacidad defensiva de nuestro país, para restablecer su potencia militar sobre- la base de una milicia socialista -y de la instrucción militar general de todos los adolescentes y ciudadanos adultos de ambos sexos.

 

El Congreso expresa la seguridad absoluta de que el Poder soviético, que ha cumplido con firmeza todas las obligaciones de la solidaridad internacional de los obreros de todos los países· en su lucha contra el yugo del capital y por el socialismo, seguirá haciendo todo lo que esté a nuestro alcance para coadyuvar al movimiento socialista internacional, para asegurar y acelerar la marcha por el camino que conduce a la humanidad a liberarse del yugo del capital y de la esclavitud asalariada, a crear la sociedad socialista y una paz duradera y justa entre los pueblos.

 

El Congreso expresa la convicción más profunda de que la revolución obrera internacional no está lejana y de que la plena victoria del proletariado socialista está asegurada, a pesar de que los imperialistas de todos los países no se detienen ante los medios más feroces para aplastar el movimiento socialista.

Escrito el 13 o el 14 marzo de 1918

https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oc/progreso/tomo36.pdf

 

 

 

 

Para el proyecto de decreto sobre la nacionalización de la banca y las medidas conexas necesarias *

Obras completas, Tomo 35  (pág. 444-445)

Para el proyecto de decreto sobre la nacionalización de la banca y las medidas conexas necesarias * 

 

1. Borrador del proyecto de decreto **

 

2. Tesis del proyecto de decreto

 

1. Borrador del proyecto de decreto **

5. Las normas detalladas sobre los pagos bancarios y sobre las operaciones bancarias de tramitación de cuentas privadas, transacciones crediticias, etc., serán objeto de publicación aparte.

 

El pago por productos alimenticios se descuenta en la proporción de un 50% del precio habitual si se venden a sociedades de consumo y se pagan a través de cuentas corrientes en los bancos * * *

 

7. Todo el dinero de particulares, a excepción de 100-200 rublos por semana para uso personal, deberá ser guardado en las cuentas corrientes del Banco del Estado y sus secciones. El ocultamiento conlleva la pena de confiscación.

 

8. Las personas de las clases adineradas vienen obligadas a tener cartillas laborales y de consumo (presupuestarias) y hacer llegar semanalmente al Banco del Estado los extractos de ellas.

 

9. Pertenecen a las clases adineradas los propietarios de bienes inmuebles por la suma) 25.000 rublos o rentas superiores a 500 rublos mensuales, o reservas monetarias que excedan de los 1.000 rublos

 

10. El Consejo Superior de Economía Nacional constituye grupos móviles de controladores {inspectores, contables, tenedores de libros, etc.) y estos grupos provistos de mandato del CSEN tienen derecho pleno y absoluto a inspeccionar cualquier empresa y cualquier negocio privado.

 

11. El comercio exterior pasa a ser monopolio del Estado.

 

* Véase el presente volumen, págs. 181-183.-Ed.

** No se conserva la primera página del manuscrito .-Ed

* * * Este párrafo está tachado en el manuscrito. Está omitido el número 6.-Ed.

 

2. Tesis del proyecto de decreto

 

1. Todas las empresas por acciones pasan a ser propiedad del Estado.

 

2. Los miembros de las directivas, los directores y los accionistas con un total · de 5.000 rublos en bienes responden con sus bienes y su libertad por una administración escrupulosa ("enemigos del pueblo")

 

3. La población es agrupada forzosamente en sociedades de consumo.

 

4. Ayuda a los sectores humildes (campesinos en particular) en este sentido. Persecución de especuladores y evasores: "enemigos del pueblo".

 

5. Tenencia del dinero en el banco, todo por encima de 500 rublos, so pena de confiscación y detención (luego timbrado, cambio por otro papel moneda y otras medidas). Norma de consumo no) 125 rublos semanales.

 

6. Trabajo general obligatorio: primer paso - libretas laborales y de consumo, presupuestario-laborales para los ricos, control de las mismas. Su deber-trabajar en el sentido indicado, si no- "enemigos del pueblo".

 

7. Saboteadores y funcionarios huelguistas - enemigos del pueblo.

 

8. Los ferrocarriles transportan con urgencia, sin esperar turno , los víveres y cargas necesarias guiándose ante todo por los libramientos del Consejo Superior de Economía Nacional y los Soviets de diputados obreros, soldados y campesinos. Lucha contra los especuladores, acoso general de los mismos.

 

9. Paso a la fabricación de productos útiles y comienzo de un intercambio correcto de grano por productos: trabajo desde abajo y desde arriba, búsqueda de pedidos, materias primas y demás, acometer en todas las direcciones.

 

10. Se anulan los empréstitos públicos. Protección y observancia de los intereses de los pequeños depositantes.

 

11. Grupos móviles de controladores (Consejo Superior de Economía Nacional y Soviets) con participación de personas recomendadas por las organizaciones del Partido

 

12. Evaluadores obreros (y campesinos) para la apreciación de la cantidad y calidad del trabajo.

 

Escrito en diciembre, no antes del 14 (27), de 1917

Publicado por primara vez en 1957 en el libro "Decretos del Poder soviético", tomo 1

Para el proyecto de decreto sobre la nacionalización de la banca y las medidas conexas necesarias *  (pág. 444-445)

 

https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oc/progreso/tomo35.pdf

 

 

 

 

Discurso sobre la nacionalización de la banca pronunciada en la sesión del Comité Ejecutivo Central de toda Rusia 14 (27) de diciembre de 1917   79

 

Véase el presente volumen, págs. 181-183.-Ed.

                                                         ACTA

El orador que me ha precedido en el uso de la palabra ha intentado asustarnos diciendo que vamos hacia el hundimiento seguro y hacia el abismo seguro. Pero esas intimidaciones no son nuevas para nosotros. El mismo periódico que expresa el punto de vista de la fracción a que pertenece el orador -Nóvaya· Zhizn- decía en vísperas de los días de Octubre que de nuestra revolución no resultaría nada, excepto pogromos y motines anarquistas. Por eso, las afirmaciones de que marchamos por un camino falso son el reflejo de la psicología burguesa, con la que no pueden romper ni siquiera gentes no interesadas. (Exclamación de los  internacionalistas: "demagogia!" .) No, esto no es demagogia; en cambio, sus constantes divagaciones acerca del hacha, eso sí que es demagogia auténtica.

 

Todas las medidas que contiene el decreto son exclusivamente la verdadera garantía del control.

 

Ustedes hablan de la complejidad del aparato, de su fragilidad y de lo complicado cie la cuestión. Es una verdad elemental, conocida por todos. Si esa verdad se utiliza únicamente para frenar todas las iniciativas socialistas, nosotros decimos que quien emprende ese camino es un demagogo, un demagogo pernicioso.

 

Queremos comenzar la revisión de las cajas de caudales, pero se nos dice en nombre de los sabios especialistas que en ellas no hay más que documentos y valores. ¿Qué hay de malo, entonces, en que las controlen representantes del pueblo?

 

Si es así, ¿por qué se esconden esos sabios especialistas criticones? Ante todas las decisiones del Soviet nos declaran que están de acuerdo, pero sólo en principio. Es el sistema de los intelectuales burgueses, de todos los conciliadores, que con su constante acuerdo en principio y su desacuerdo en la práctica lo echan a perder todo.

 

Si son tan expertos e instruidos en todos los asuntos, ¿por qué no nos ayudan, por qué en nuestro difícil camino sólo encontramos sabotaje por su parte?

 

 Ustedes arrancan de una acertada teoría científica, pero nosotros consideramos que la teoría es la fundamentación de las acciones emprendidas para estar seguros de ellas, y no para sentir un miedo mortal. Naturalmente, las iniciativas son difíciles, y con frecuencia nos acercamos a cosas frágiles; sin embargo, hemos sabido, sabemos y sabremos salir airosos en esos asuntos.

 

Si los libros sirvieran únicamente como freno y temor eterno a todo paso nuevo, carecerían de valor.

 

Nadie, a excepción de los socialistas utopistas, ha afirmado que se pueda vencer sin resistencia, sin dictadura del proletariado y sin dejar caer la mano de hierro sobre el viejo mundo.

 

Ustedes han aceptado también en principio esta dictadura, pero cuando se traduce  al ruso esa palabra y se la denomina ''mano de hierro", aplicándola en la práctica, advierten que el asunto es frágil y embrollado.

 

Ustedes se niegan obstinadamente a ver que esa mano de hierro, al destruir, construye. Nuestra ventaja indiscutible consiste en que pasamos del principio a los hechos. Para llevar a la práctica el control, llamamos a los banqueros y convenimos con ellos unas medidas que aceptaron, a fin de, conservando el pleno control y la rendición de cuentas, recibir créditos. Pero entre los empleados de la Banca surgieron hombres que sienten como suyos los intereses del pueblo y nos dijeron: "Les engañan, apresúrense a cortar su actividad criminal, orientada directamente a perjudicarlos". Y nos apresuramos.

 

Sabemos que es una medida difícil. Nadie de nosotros, ni siquiera los que tienen conocimientos económicos, se comprometería a llevarla a la práctica. Llamaremos a los especialistas dedicados a esos asuntos, pero sólo cuando tengamos las llaves en la mano. Entonces sabremos incluso encontrar asesores entre los ex millonarios. Quienes deseen trabajar serán recibidos con los brazos abiertos, siempre que no se convierta en letra muerta cualquier iniciativa revolucionaria: no picaremos en ese anzuelo. Las palabras "dictadura del proletariado" las pronunciamos en serio y las llevaremos a la práctica.

 

Queríamos seguir el camino del acuerdo con los bancos y les dimos créditos para subsidiar las empresas, pero ellos emprendieron un sabotaje de proporciones inauditas y la práctica nos llevó a ejercer el control con otras medidas.

 

El camarada eserista de izquierda ha dicho que ellos votarán en principio a favor de la inmediata nacionalización de los bancos para, después, determinar las medidas prácticas en el plazo más breve. Mas eso es un error, pues nuestro proyecto contiene únicamente principios. El Consejo Superior de Economía Nacional está esperando ya para discutirlos, pero la no aprobación del decreto conducirá en el acto a que los bancos adopten todas las medidas para desorganizar al máximo la economía.

 

 La aprobación del decreto es inaplazable, pues de otro modo nos hundirán la resistencia y el sabotaje. (Aplausos que se transforman en ovación.)

 

"Pravda", núm. 216, 29 (16) de diciembre de 1917 e "lzvestia, núm. 253, 16 de diciembre de 1917

 

79   V. I. Lenin pronunció este discurso al debatirse en la reunión del CECR del 14 (27) de diciembre de 1917 el decreto de nacionalización de la Banca.

 

La preparación efectiva de esta medida comenzó inmediatamente después del triunfo de la revolución socialista. El Banco del Estado fue ocupado el 25 de octubre (7 de noviembre); tras de acabar con el sabotaje de los funcionarios burgueses, el Poder soviético no tardó en tomar posesión del Banco del Estado y de establecer el control sobre los bancos privados como medida puente a su nacionalización. Pero el sabotaje de los banqueros forzó al Gobierno soviético a acelerar la nacionalización de la Banca privada. El 14 (27) de diciembre por la mañana, por disposición del Gobierno fueron ocupados todos Los bancos e instituciones crediticias de Petrogrado por destacamentos de obreros y soldados rojos. Aquel mismo día promulgó el CECR los decretos intitulados Sobre la nacionalización de los bancos y Sobre la revisión de las cajas de caudales de los bancos.

 

Ambos fueron publicados el 15 (28) de diciembre en Jzveslia TsJK, núm. 252.-181.

 

https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oc/progreso/tomo35.pdf

 

 

 

Proyecto de decreto sobre las comunas de consumo

 

Tomo 35 (págs. 219-221) Proyecto de decreto sobre las comunas de consumo     96

                                                             1

                                            Tesis preliminares

 

Los proyectos del Comisariado de Abastecimiento sobre las "direcciones de aprovisionamiento", los "comités de delegados", etc., así como del Consejo Superior de Economía Nacional acerca de los "consejos económicos distritales" 97, sugieren la necesidad de fusionar esas organizaciones.

                                         Tesis preliminares:

(Etwa *): ¿Comabasventa?  ¿Comités de abastecimiento y venta? **

 

* Aproximadamente.-Ed

**  Funcionaban adjuntos a los Soviets de diputados obreros, soldados y campesinos.-Ed.

 

Deben constituir la célula las cooperativas subdistritales de producción y consumo (mejor que las de acopies y comercio, etc.), que desempeñen el papel de comités de abastecimiento y de organismos de venta. Los límites de los subdistritos pueden ser modificados en caso de necesidad.

 

En las ciudades podrían ocupar, quizá, un lugar semejante los comités de barriada o de parte de las calles.

 

Si se lograra constituir esos comités-células en las localidades, su fusión proporcionaría una red capaz de organizar acertadamente el abastecimiento de toda la población con cuanto sea necesario y organizar la producción a escala de todo el país.

 

Quizá pudiera tratarse, en lugar de "cooperativas", de · "Soviets de diputados obreros y campesinos" con participación de empleados de comercio, etc., etc.

 

Cada una de esas cooperativas o comités o Soviets (o el comabasventa) se subdividiría en secciones o departamentos por ramas de venta y por tipos de productos de abastecimiento para la regulación general de la producción y del consumo (cada comabasventa debe tener su sección de financiación, o de ingresos y gastos en dinero). Con la admisión del impuesto de utilidades y del derecho a conceder créditos, sin intereses, a los pobres, así como del trabajo general obligatorio, eso podrá constituir la célula de la sociedad socialista. Los bancos subindustriales deberían fusionarse entonces con las cajas de ahorros del Estado, transformándose en una oficina de contabilidad de todo el Estado, en una suma de libros de contabilidad del Estado.

 

Entonces se permitiría el transporte y la compraventa de víveres únicamente de un comité de abastecimiento y venta a otro, prohibiéndose toda venta individual. Con el certificado de los comités de abastecimiento y venta subdistritales (en general, de los "fundamentales", de los inferiores), pueden venderse también a particulares víveres de los depósitos centrales, a condición de que figuren en los libros de los comités de abastecimiento y venta subdistritales y otros ( excepto en el seno de las pequeñas unidades o para minucias). No sería permitido ningún transporte de víveres sin el certificado correspondiente del comité de abastecimiento y venta.

 

Esto sería la fusión de los Comisariados de Agricultura} de Comercio. e Industria de Trabajo de Abastecimiento y del CSEN y de Hacienda y de Vías de Comunicación

 

NB:

 "Comités de· abastecimiento y venta": subdistritales, distritales rurales, provinciales, distritales urbanos (:El:*= CSEN)

 

NB:

Las barriadas ricas en las ciudades (o los poblados de veraneo ricos, etc.) deberían estar subordinados a los emisarios de los Soviets de diputados obreros, soldados y campesinos; las barriadas, etc., en las que el porcentaje de obreros y campesinos es inferior, pongamos por caso, al 60%

 

                                                            2

                                       

                                         Proyecto de Decreto

 

La guerra, que tiene su origen en la lucha entre los capitalistas por el reparto de su botín rapaz, ha conducido a una ruina inaudita. La criminal especulación y la caza de ganancias, sobre todo entre las clases acaudaladas, han agravado más aún esta ruina y han llevado a la tortura del hambre y del desempleo a centenares de miles y a millones de personas. La necesidad de adoptar medidas extraordinarias para ayudar a los hambrientos y combatir implacablemente a los especuladores mueve al Gobierno obrero y campesino a fijar, como ley de la República de Rusia, las siguientes reglas:

 

Todos los ciudadanos del Estado deberán pertenecer a una sociedad local de consuma (rural, subdistrital, de poblado o que agrupe a cierta parte de una ciudad, parte de una calle, etc.).

 

El agrupamiento de familias en sociedades de consumo será libre, con la única limitación de que no menos de 2 /s del número de familias de cada sociedad deberán pertenecer a las clases no acaudaladas (es decir, a los obreros, los campesinos que no contraten en absoluto obreros asalariados, etc.).

 

Cada sociedad de consumo dirigirá, además de la compra y la distribución de víveres, la venta de los productos locales. Las directivas de las sociedades de consumo formarán comités de abastecimiento, y sin un certificado por escrito del correspondiente comité de abastecimiento no se autorizará ningún transporte de víveres.

 

Son nacionalizadas todas las sociedades de consumo existentes, imponiéndoseles la obligación de incluir en ellas a toda la población, sin excepción alguna, de la localidad correspondiente.

 

 Los particulares podrán comprar también víveres en los depósitos centrales, y no en el local, pero sólo a condición de que sus compras sean registradas en los libros de la sociedad local de consumo.

 

El transporte y la compraventa de víveres sin el certificado de un comité de abastecimiento se castigarán con la confiscación de todos los bienes del infractor, el encarcelamiento por seis meses, como mínimo, y la imposición de trabajos forzosos.

 

Los certificados que autorizan el transporte y la compraventa de víveres deberán hacerse en dos ejemplares y estar firmados por tres miembros, como mínimo, de la directiva del correspondiente comité de abastecimiento, guardándose obligatoriamente un ejemplar en el archivo de la directiva.

 

En cada certificado deberá señalarse: qué sociedad de consumo envía el producto y a qué sociedad deberá ser entregado.

 

Las oficinas de Telégrafos transmitirán fuera de turno los telegramas de los comités de abastecimiento.

Todos los comités de abastecimiento actuarán bajo el control y por instrucciones de los Soviets locales de diputados obreros, soldados y campesinos.

 

Cada ciudadano será libre de adquirir a través de su sociedad de consumo toda clase de víveres sin limitación alguna, excepción hecha de las reglas restrictivas que puedan ser establecidas para la importación de productos de otros países.

 

Los víveres destinados a la venta serán entregados obligatoriamente al comité local de abastecimiento de acuerdo con precios libres, excepto en los casos en que la ley señale precios fijos. El dinero en pago de los productos será incluido en la cuenta corriente del propietario en la sucursal local (rural, subdistrital, urbana, fabril, etc.) del Banco Popular.

 

Cada Soviet de diputados obreros, soldados y campesinos estará obligado a formar grupos de controladores, inspectores e instructores para ayudar a la población a organizar sociedades de consumo (comités de abastecimiento) y para fiscalizar sus cuentas y toda su gestión.

 

Serán promulgadas especialmente instrucciones a los comités de abastecimiento acerca de cómo deben llevar la contabilidad y la correspondencia.

 

Escrito el 24-27 de diciembre de 1917 (6-9 de mero de 1918)

Publicado por primera vez el 22 de en ero de 1929, en el periódico "Izvestia", núm. 18

 

96 Proyecto de decreto sobre las comunas de consumo: escrito por Lenin; apareció el 19 de enero ( 1 de febrero) en /zyestia Ts/K tras ser detallado por el Comisariado del Pueblo de Abastecimiento. Suscitó encarnizada resistencia en los cooperativistas burgueses, que preconizaban para las cooperativas independencia de los organismos del Poder soviético. Considerando necesario utilizar el aparato cooperativo para la ordenación del comercio y la distribución de las subsistencias entre la población, el Consejo de Comisarios del Pueblo tuvo que acordar ciertas concesiones a los cooperativistas. Negociaciones entre el consejo Superior de Economía Nacional, y organizaciones cooperativas y abastecedoras, celebradas en marzo y principios de abril de 1918, permitieron redactar un proyecto de decreto que fue estudiado en el Consejo de Comisarios del Pueblo el 9 y 10 de abril y aprobado por éste, con adiciones y enmiendas de Lenin, y convalidado el 11 de abril por el CECR. Se aprobó una resolución del grupo bolchevique del CECR que señalaba que "el decreto sobre las cooperativas de consumo es una solución de compromiso con insuficiencias sustanciales" y que el CECR "aprueba el decreto sobre las cooperativas de consumo como medida transitoria" (Izvestia VTsIK, núm. 72, 12 de abril de 1918). El decreto fue publicado el 13 de abril en Pravda, núm. 71.-217.

 

97    V. l. Lenin se refiere a la directriz a los Soviets locales para la organización del aparato de aprovisionamiento, redactada por el Comisariado del Pueblo de Abastecimiento, al proyecto de dicho comisariado sobre un Comisariado de Suministros y al reglamento del Consejo Superior de Economía Nacional sobre los consejos zonales de economía nacional.

 En vista de que los viejos organismos de abastecimiento saboteaban los decretos del Poder soviético, el Comisariado del Pueblo de Abastecimiento cursó el 22 de diciembre de 1917 (4 de enero de 1918) una directriz a los Soviets locales que recomendaba buscar el apoyo de los "comités de delegados" de las provincias y del ejército consumidores, creados en los organismos de abastecimiento, para asumir las funciones de abastecimiento y organizar su propio aparato al efecto. Paralelamente preparaba el Comisariado del Pueblo de Abastecimiento un proyecto para reorganizarlo como Comisariado de Suministros, que cuidaría de abastecer a la población no sólo de subsistencias, sino también de todas las mercancías, señalándose una fuerte reducción del comercio privado. Según este proyecto los organismos locales del Comisariado de Suministros se transformarían en secciones de aprovisionamiento adjuntas a los Soviets.

Con vistas a organizar y reglamentar la vida económica de cada zona industrial, el 23 de diciembre de 1917 (5 de enero de 1918), el Consejo Superior de Economía Nacional aprobó el Decreto sobre los consejos de economía zonales (regionales) y locales, que bajo la dirección de dicho organismo debían organizar y reglamentar la producción localmente.-217.

 

https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oc/progreso/tomo35.pdf

 

 

Andreu Nin.  Los Soviets: Su origen, función y desarrollo (1932)

 

Origen y carácter de los Soviets

Los Soviets antes de la toma del poder

·        El primer Soviet

·        El Soviet de Petersburgo

·        El Soviet de Moscú

·        Los Soviets en provincias

·        Estructura de los Soviets

·        Los Soviets y los partidos

·        Los Soviets y sus enemigos

Los Soviets como órganos de Poder

·        Los Soviets y la Revolución de febrero

·        La victoria de Octubre y su significación

·        Los Soviet de campesinos y la Revolución de octubre

La estructura de la república de los Soviets

·        Los Soviets rurales

·        Los Soviets urbanos

·        Los Congresos de los Soviets y sus Comités ejecutivos.

·        El derecho electoral

·        La democracia soviética

 

https://www.marxists.org/espanol/nin/1932/soviets.htm

 

FUNDACIÓN ANDREU NIN

Los Soviets: su origen, desarrollo y funciones

Andreu Nin

Publicado en Cuadernos de Cultura, Valencia, 1932

https://web.archive.org/web/20150924020123/http://www.fundanin.org/nin18.htm

 

http://eljanoandaluz.blogspot.com/2019/11/buceando-en-la-resolucion-reaccionaria_8.html

 

León Trotski. Historia de la Revolución rusa   Tomo I

 

https://www.marxists.org/espanol/trotsky/1932/histrev/tomo1/index.htm

León Trotski. Historia de la Revolución rusa   Tomo II

 

https://www.marxists.org/espanol/trotsky/1932/histrev/tomo2/index.htm

 

Bibliografía imprescindible sobre la concepción marxista del poder (En Francia - Rusia- Alemania-España)

 

http://eljanoandaluz.blogspot.com/2019/11/bibliografia-imprescindible-sobre-la.html

 

 

 Andreu Nin. Los Soviets: Su origen, desarrollo y funciones (1932)

 

http://eljanoandaluz.blogspot.com/2018/11/andreu-nin-los-soviets-su-origen.html

 

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario