miércoles, 11 de noviembre de 2015

INFILTRADOS: DESENMASCARANDO A LA IZQUIERDA GLOBALISTA







Cuando surgieron los movimientos del 15M y Occupy Wall Street, parecía como si la izquierda antiimperialista hubiese olvidado de pronto que aquellos mismos medios “alternativos” que en ese momento estaban prestando todo su apoyo y cobertura mediática al movimiento indignado, habían guardado pocos meses antes un más que sospechoso silencio acerca de la estrecha conexión entre la denominada “primavera árabe” y la orquestación por parte de la CIA y el gobierno de EEUU de la desestabilización de Oriente Próximo mediante el uso de ONGs y las redes sociales en lo que en aquel momento empezaba a conocerse como una nueva generación de “revoluciones de colores” que ya habían ocasionado tan fecundos resultados en los Balcanes y Europa del Este diez años atrás.


En realidad, los argumentos en favor de ese olvido “premeditado” eran tan claros como simples: si el 15M y Occupy Wall Street eran movimientos sociales que se identificaban claramente con la izquierda más antisistema y antiimperialista, entonces era de cajón que tanto el apoyo como la cobertura mediática ofrecida por medios “alternativos” como el Huffington Post, Adbusters o Global Voices a los indignados que acampaban en la plaza Sol y en el Zuccotti Park, no eran sino la indiscutible confirmación de que tales medios, a pesar de todo, seguían manteniendo su compromiso con los valores clásicos de la izquierda.


Pero tras la invasión de Libia y la desestabilización de Siria, si algo bueno ha tenido el conflicto de Ucrania es que ha servido para que finalmente podamos poner a cada uno en su lugar. Porque cuando a alguien supuestamente “progre” se le sorprende manteniendo su apoyo a un golpe de Estado de claro corte fascista como el de Kiev en 2014, entonces se hace evidente que no se trata de una ceguera fruto de la desinformación, sino que estamos ante un manipulador nato. Así, a medios como a el País o a periodistas como Santiago Alba Rico se les ha caído su careta progre mostrando su verdadera faceta al servicio del imperialismo, dado su público e incondicional apoyo tanto al Euromaidán como al gobierno golpista y fascista que sobrevino después. Pero como vamos a mostrar en este artículo, el problema es que los “infiltrados” dentro de la izquierda antiimperialista son más, muchos más de los que en un principio podríamos imaginar.


Sin embargo, al mismo tiempo que ocurría esto, comenzó a surgir un nuevo paradigma dentro de la izquierda que, como veremos, no es menos erróneo: éste ha consisitido en dividir las revoluciones del siglo XXI en “buenas” y “malas”. Así, los movimientos del 15M y Occupy Wall Street se corresponderían con las revoluciones “buenas”, “espontáneas”, y que por supuesto todavía hoy representan la vertiente más en auge de una izquierda antiimperialista que aún tiene mucho que decir en el siglo XXI. En cambio, en el otro extremo se hallarían los movimientos revolucionarios “malos”, “no espontáneos”, que serían el producto de la mano negra de EEUU en su versión más agresiva e imperialista: los movimientos de Euromaidán, Venezuela o Hong Kong serían ejemplos de esta categoría.


Uno de los responsables directos de que semejante paradigma haya triunfado, además de la consabida propaganda occidental, es el sectarismo un tanto acrítico que es típico de la izquierda, lo que lleva a muchos de sus miembros a apoyar a uno u otro bando movido más por sus prejuicios, producto de sus inclinaciones ideológicas, que de una reflexión madurada y de un análisis concreto y coherente de los hechos.


Por todo ello es muy necesario, incluso indispensable, que abandonemos por una vez los clichés ideológicos que gobiernan nuestra psique, el cual es un hándicap que suelen aprovechar muy bien los poderes globalistas que manipulan nuestra conciencia, y empecemos a someter a crítica los hechos a través de la lógica y el sentido común. Quizá sólo así podramos descubrir que detrás de las anomalías que veníamos detectando en un amplio sector de la izquierda antiimperialista, y a las que no quisimos prestar la suficiente atención en su debido momento, se esconden claves reveladoras que una vez sopesadas y asimiladas en toda su dimensión, supondrán un cambio radical a nuestra comprensión de la situación actual del mundo.


Así que empecemos a desenmascarar a estos agentes del Imperialismo, para conocer quién es quién en esta Historia. Empecemos nuestra andadura en la génesis de uno de los pilares básicos de la izquierda contemporánea: el movimiento Occupy Wall Street.

SOMBRAS SOBRE ZUCCOTTI PARK: EL ORÍGEN DE OCCUPY WALL STREET
Desde el 13 de agosto al 10 de septiembre de 2011, asistí a los encuentros de la Asamblea General de Nueva York (AGNY) en el parque de Tompkins Square, en Manhattan. (…) Fui, por tanto, testigo de la prehistoria de Occupy Wall Street, aunque reconozco que fue más por curiosidad que por convicción.


Así relata el investigador del movimiento Occupy Wall Steet Jeffrey Lawrence su experiencia vivida de primera mano en un artículo sobre los orígenes de este fenómeno social titulado “Las raíces internacionales del 99%”. La tesis que sostiene este testigo de excepción es que, en contra de la versión difundida por los medios sobre que OWS surgió a través de una “inspiración indirecta” que movió a cientos de estadounidenses a emular de manera espontánea el movimiento 15M de España, en realidad fueron activistas extranjeros, y muy especialmente los españoles, quienes viajaron hasta Nueva York con el objetivo expreso de plantar la semilla de un movimiento revolucionario similar al de los indignados:


Hay muchas percepciones falsas sobre la historia del movimiento Occupy en EE.UU. Desde los primeros días de Occupy Wall Street, cuando la periodista del New York Times Gina Belafonte se refirió al campamento de Zuccotti Park como “la protesta política convertida en espectáculo”, los medios masivos norteamericanos presentaron a Occupy como un hatajo de individuos insatisfechos y con dificultades para encontrar un propósito en sus vidas. Al mismo tiempo, los simpatizantes del movimiento a menudo han dado una versión sobre sus orígenes que gira en torno a las actividades de un grupo de organizadores americanos que consiguieron de alguna manera capturar la imaginación pública. Este texto propone una narrativa diferente: la historia de cómo un grupo de extranjeros que trajeron tácticas y experiencias de movimientos sociales recientes en otros países articularon algunas de las ideas más persuasivas y de las prácticas más duraderas que iban a surgir del movimiento Occupy.


La historia estándar de Occupy Wall Street en los Estados Unidos es que la izquierda americana fue capaz finalmente de promover un movimiento colectivo para combatir los abusos de las élites político-financieras, en la estela de la crisis económica de 2008. Incluso los artículos que han reconocido las conexiones internacionales de Occupy normalmente las han caracterizado en términos de inspiración indirecta de los movimientos sociales de 2011 en Egipto, Grecia, España y otros lugares.


Sin embargo, lo que yo vi en estos encuentros y lo que he sido capaz de reconstruir estudiando los primeros documentos de la Asamblea General de NYC, es que cerca de un 40 o 50% de los participantes en las asambleas de agosto y septiembre de 2011 provenían de lugares que no eran Estados Unidos: España, Brasil, Irán, Grecia, Armenia, Japón, India, Palestina, Argentina, Rusia e Italia, además de la nación Choctaw y Puerto Rico. Solamente un artículo aparecido en los medios durante el primer mes de Occupy Wall Street se enfocaba parcialmente en las raíces internacionales del movimiento, “Cómo empezó realmente Occupy Wall Street”, publicado por Andy Kroll en la revista Mother Jones el día 17 de octubre. Bajo mi punto de vista, su provocadora pero legítima afirmación de que los participantes extranjeros eran al menos tan importantes como los americanos en la organización de Occupy Wall Street, no fue tomada en serio en ningún otro lugar.


Lo más sorprendente, quizá, sea el modo en el que destacados intelectuales de la izquierda, y muchos del movimiento mismo, comenzaron a ensayar ese relato de la inspiración indirecta, y no la participación directa, una vez que Occupy se extendió por el mundo. Al contrario de lo que uno esperaría, los principales teóricos académicos de Occupy se han basado en gran medida en la versión mediática de los orígenes del movimiento, aunque hayan dado más relevancia al impulso internacional del movimiento, frente al nacional, e idealizado lo que la prensa ha tendido a demonizar. Me inquietó que el académico y teórico político norteamericano Michael Hardt hablase de las “continuidades invisibles” de los nuevos movimientos sociales durante una charla sobre “El derecho a los comunes” en la Universidad de Princeton en noviembre de 2012, como si Occupy solo se pudiera conectar con Madrid y Atenas mediante una analogía. En su ahora famosa “Declaración” de mayo del 2012, Hardt y Antonio Negri emplean un lenguaje metafórico casi idéntico al de los medios de comunicación masivos para describir los movimientos sociales de 2011: las acampadas “se inspiraron en” las revueltas, los ocupadores de Wall Street “tomaron el relevo” de los indignados europeos, y los manifestantes de todo el mundo “reconocieron la resonancia”. En su empeño por atribuir los movimientos alrededor del mundo a una “multitud” horizontal, sin rostro ni nombre, Hardt y Negri no parecen contemplar la posibilidad de que alguno de esos manifestantes hubieran tomado un avión. ¿Los historiadores materialistas no dan ninguna importancia al hecho de que la participación de extranjeros en estos movimientos no fue sólo virtual sino también presencial?


Lo que más me llamó la atención de estas declaraciones por parte de alguien que presenció in situ los orígenes de este movimiento de protesta es cuando se refiere al reducido grupo de extranjeros que iniciaron las primeras acampadas de OWS: “trajeron tácticas y experiencias de movimientos sociales recientes en otros países, y articularon algunas de las ideas más persuasivas y de las prácticas más duraderas que iban a surgir del movimiento Occupy.” Y es que queriéndolo o no, lo cierto es que Jeffrey nos hace una descripción bastante aproximada de una especie de variante de una de las ONG más influyentes en los movimientos revolucionarios de los últimos quince años, considerada como una “máquina de exportar revoluciones”: me refiero a la organización serbia OTPOR/CANVAS.
Pero nos ocuparemos de OTPOR y sus conexiones con el movimiento Occupy más adelante. Baste por ahora señalar que al parecer, la “versión oficial” que hasta ahora nos han contado los medios sobre el gérmen de OWS no encaja demasiado con la versión que nos relata uno de sus testigos presenciales, lo que arroja una sombra de duda sobre la supuesta “espontaneidad” que los medios han intentado otorgar a este movimiento desde el principio.

Una mano “española” mueve los hilos de las revueltas indignadas en Wall Street. Se trata de Vlad Teichberg, un ex broker de 38 años, hijo de disidentes rusos y casado con una madrileña, Nikki.


De esta manera arranca el artículo del diario Libertad Digital sobre el movimiento Occupy Wall Street publicado el 11 de noviembre de 2011 titulado “Un ex- broker casado con una española lidera a los indignados de Occupy Wall Street. El artículo continúa:


El diario francés Le Figaro le define como un hombre de “aspecto un poco descuidado”, con un “tono exaltado”, propio de los “revolucionarios”, que, sin embargo, está acostumbrado a las buenas costumbres de los intelectuales educados en la prestigiosa (y cara) Universidad de Princeton.


Se define como un indignado “global”. Quizá por ello cruzó el charco para estar en el epicentro de las protestas en España, la Puerta de Sol de Madrid para trasladar el movimiento 15-M a EEUU.


Así que según este artículo, y a pesar de todo lo que se ha dicho sobre este movimiento, contaba con “líderes” que viajaron desde España hasta Nueva York con la misión nada disimilada de plantar frente a Wall Street la semilla de un movimiento social muy similar al del 15M.


Pero, ¿quiénes son realmente Vlad Teichberg y su esposa española Nikki?


Según el investigador ruso Daniel Estulin, logró dar con él en febrero de 2011:


Yo conozco a Vlad Teichberg, que vino a mediados de febrero y dijo que en mayo habría una revolución en España. Éste, que salió en muchos medios de comunicación, iba de indignado, pero es un genio informático y matemático que trabaja para grandes empresas de Wall Street como JP Morgan diseñando programas informáticos para que ganen más dinero en la Bolsa. Vive en un loft de Nueva York construido por FrankWright, de 250m2, y por el que paga 37.000 dólares al mes. Yo estuve en el palacete que tenía alquilado en la calle Pez de Madrid, donde tenía medio millón de dólares sólo en ordenadores y 100.000 dólares en cableado. Cuando lo desenmascaré en mi programa de radio recibí un SMS en mi teléfono ocho segundos después en el que me decía ‘te estoy oyendo desde Nueva York’.
No sabemos hasta qué punto el testimonio del excéntrico Estulin puede ser cierto o tratarse de un cúmulo de exageraciones, pero la realidad es que la descripción que hace sobre el estudio de trabajo donde opera Teichberg es muy similar al del Newyorker: “El estudio es un derroche de cables pegados a las paredes, cubos de cargadores de baterías, y los ordenadores portátiles en todas partes.”
Al parecer, Teichberg habría crecido su infancia en una familia judía emigrada de Rusia que huyó a Estados Unidos por motivos políticos, lo que habría motivado a generar un ambiente familiar muy propicio para la rusofobia.


Según su propia versión, Teichberg abandonó a los 20 años su acomodada vida como bróker sin escrúpulos y genio informático para dedicarse al “activismo y la lucha por la justicia social.” Las casualidades de la vida lo llevaron a vivir muy de cerca los sucesos de las revueltas árabes, y más tarde lo condujeron hasta los eventos del 15M, donde conoció a su actual esposa, la española Nikky Schiller.


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DESENMASCARANDO A LA IZQUIERDA GLOBALISTA, 1ª PARTE: DISIDENCIA BAJO CONTROL



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