Las verdades científicas son siempre paradójicas, si
se las mide por el rasero de la experiencia cotidiana, que sólo percibe la
apariencia engañosa de las cosas.
Intelectualidad
(¿burguesa o proletaria?) A propósito de Gramsci:
“Un intelectual es aquella persona que dedica una parte importante de su
actividad vital al estudio y a la reflexión crítica sobre la realidad.”[I]
Lo
que no nos dicen:
Durante mucho tiempo se ha dado la primacía al cerebro como órgano del
cual deviene todo el desarrollo del trabajo. Ese dictamen viene asociado a la
intención de sobreestimar el rol de la dirección (trabajo intelectual) y
subestimar el papel del trabajo de índole manual realizado por clases
dominadas. En defensa del trabajo, tuvo que venir la investigación de Engels
(El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre) en la cual
se demuestra precisamente lo contrario, que a voz de Eduardo Sartelli es: “Esa
actividad, el trabajo, desarrollaba las capacidades intelectuales y, por ende,
el cerebro.”[ii] Es decir,
el trabajo ha construido a la humanidad y no las ideas, el lenguaje o la
“narrativa”. La negativa de aceptar esta premisa, deviene de la necesidad de la
clase no trabajadora, de imponer la ideología explotadora de los no
trabajadores.
Ser intelectual es dirigir, es pensar y organizar desde la
clase a la que se pertenece, las acciones que permitan desarrollar la
reproducción social desde la hegemonía de una clase. Por ello, reyes (a pesar
de su sobradamente certera reputación de estólidos) militares y toda clase de
gobernantes, son intelectuales cuya labor direcciona enormes cantidades de
trabajo ajeno, en pos de determinados objetivos de dominación de clase. Así, el
sentido común (la apariencia falaz de los fenómenos) nos hace pensar
erróneamente, que la última rueda de la carreta letrada: escritores,
periodistas, ideólogos etc. son precisamente los únicos que detentan la
intelectualidad.
Los términos de Intelectualidad orgánica e inorgánica se
los debemos a aquel luchador marxista preso por un exmilitante del Partido
Socialista Italiano (Benito Mussolini). Sí, nos referimos a Antonio Gramsci
quien explicó con meridiana claridad, que los intelectuales no son una clase
social en sí, ni para sí, ni tampoco
son pequeño burguesía. Tal como cuenta Gramsci: “Cada grupo social, al nacer en
el terreno originario de una función esencial en el mundo de la producción
económica, se crea conjunta y orgánicamente uno o más rangos de intelectuales
que le dan homogeneidad y conciencia de la propia función” [iii] Así
las cosas, cada clase posee una capa de intelectualidad que recoge lo más
avanzado de cada proyecto que procura hegemonía. Ese intelectual que trabaja
los problemas más avezados de cada clase es el intelectual orgánico, que no
solamente piensa y escribe; sino que se plantea la necesidad de direccionar a
su clase social, en pos de darle forma material a sus planteamientos. El
intelectual inorgánico cumple funciones secundarias de repetición generalmente
acrítica de material producido por otros; éste no tiene ninguna vinculación
concreta con la necesidad de construcción y organización de la potencialidad
transformativa de su clase social.
Hay intelectualidad burguesa, proletaria y hasta lumpen. Los pensadores
de la burguesía son lo que acaparan la cuasi totalidad
del pensamiento social. En voz de Marx, las
ideas de la sociedad son las ideas de la clase dominante. Por ello, si
subsistimos en una sociedad capitalista, la cuasi totalidad
del pensar es burgués, lleva su óptica y la apariencia de que los intereses de
la burguesía: (crecimiento del PIB, devaluación, incrementos de impuestos
regresivos como el IVA) son intereses favorables para toda la sociedad. La
intelectualidad burguesa es la que diseña a imagen y semejanza los libros que
estudiamos en la escuela (La editorial española Santillán, con su ideología de
Colón el Gran “descubridor”), las guías de la universidad, los programas de TV
y casi todo lo que oímos y después reproducimos sin darnos cuenta, lo que
Ludovico Silva llamó: Plusvalía ideológica. Sí, según
Ludovico, sin saberlo, andamos por la calle reproduciendo ideología burguesa,
es decir, a cada instante voceamos la falsa conciencia de los opresores de
manera gratuita y justo en nuestro perjuicio.
Aunque el pequeño burgués parezca muy “radical” y
exprese cosas como: abolir toda organización estatal, destruir las maquinarias
(la secta antitecnología), luchar contra la modernidad “occidental”
(posmodernos), superar el capitalismo y a la vez el comunismo (de nuevo, los
majaderos posmodernos) destruir los partidos (de izquierda y de derecha) y
liquidar todos los sindicatos; es de Perogrullo advertir que su razonamiento es
evidentemente individualista e hijo bastardo de la ideología liberal-burguesa.
Esta charlatanería pequeñoburguesa se limita a soñar con una sociedad de
productores independientes haciendo mercancías baratas. Esta ensoñación
ideológica, se traduce en una serie de idioteces como: “igualdad de clases” (¡)
de Bakunin, el fementido Banco Popular de interés cero (¡) y
los bonos de trabajo del inefable Proudhon. Marx se encargó en la
indispensable Miseria de la Filosofía [iv] de sepultar
en la prehistoria del movimiento obrero, tamañas sandeces. En palabras de
Gramsci podemos entrever el carácter mísero de esos adefesios: “(…) consideraciones pesimistas acerca de la
capacidad revolucionaria del obrero y del obrero comunista, son expresión del
espíritu antiproletario del pequeñoburgués intelectual, que se cree la sal de
la tierra y ve en el obrero el instrumento material de la alteración social y
no el protagonista consciente e inteligente de la revolución.”[v]
El intelectual de la clase trabajadora (Marx,
Engels, Lenin) es quien labora por la destrucción de la
sociedad de explotación y plantea la edificación de una organización social
comunista, que pueda convertir el trabajo privado en trabajo directamente
social, es decir, una sociedad dirigida por personas libres y conscientes que
organizan el trabajo social, de forma tal que cada uno de ellos pueda
satisfacer sus crecientes necesidades, superar la alienación y
desarrollar al máximo sus potencialidades productivas cercenadas por el
capital.
Dentro de los intelectuales de la clase obrera, se suelen erigir una
serie de lenguaraces que procuran distorsionar la radical y revolucionaria
lucha por la emancipación de la clase obrera. De nuevo, Gramsci nos comenta
sobre esas personitas: “En Italia, el marxismo (…) ha sido más estudiado por
los intelectuales burgueses para desnaturalizarlo y adecuarlo al uso de la
política burguesa, que por los revolucionarios.[vi] Pero claro,
el socialismo científico, ha sufrido ataques “internos” de quienes partiendo de
una “critica” a la sociedad capitalista, elaboran una serie de panfletos
idealistas que confunden dramáticamente a la base proletaria. Veamos por
ejemplo a uno de los más alegóricos “exégetas” de la emancipación obrera, el
inefable Jacques
Laca y su “mejoramiento” del término plusvalía: “Marx (…) sino
hubiera fundado el capitalismo, [¡] se habría dado cuenta de que la
plusvalía es el plus del goce”[vii] (¡) Tamaño delirio es escrito
por quien se cree anticapitalista.
¿Más? Bueno, podemos traer a colación las aventuras anticomunistas que
emergen desde las entrañas del atrio burgués universitario, nos referimos a los
empalagosos posmodernos. Aunque le
dedicaremos más espacio alguna vez, podemos decir que estos rumiantes se
dedican a “criticar” la sociedad, denostando
del marxismo, del comunismo, de la clase obrera (que según ellos, ya no
existe), del partido político (según ellos, todo partido es “malo”), de la
noción de integralidad (para ellos todo es fragmentario) etc. Después de
ver cuáles son sus enemigos, es fácil entender porque las universidades de la
derecha más ortodoxa, les financian investigaciones, libros, les dan espacios
para desarrollar sus cátedras, foros y conferencias de todo tipo. La obsesión
por la micropolítica, lo fragmentario, la lucha parcial y la cavernícola
negación a tomar el poder; los lleva a como nos cuenta Eduardo
Sartelli, en la Cajita Infeliz (libro que
editará el perro para mayo de 2011) a construir estolideces como: “movimientos
en defensa de los VVHN-TPA: (Vegetarianos Varones Homosexuales No Travestis del
Piso de Arriba). Einstein decía que la estupidez humana era infinita; en este
caso se ha quedado corto.
Medios de
comunicación (Aparatos de Propaganda Ideológica [API] o (AP) científica):
“Se trata de mecanismos que permiten la diseminación masiva de
información facilitando la construcción de consensos sociales, la construcción
y reproducción del discurso público y ciertos niveles de interacción…” [viii]
Lo
que no nos dicen:
Salvo los diminutos aparatos de propaganda marxista, los aparatos de
propaganda ideológica (mal llamados medios de comunicación) están en dos manos:
en la burguesía y en el Estado de la burguesía. Por tanto, los aparatos de
propaganda son las expresiones informativas del parecer de una clase sobre un
asunto particular o sobre las generalidades de la sociedad. La palabra medio trata
de hacer creer que obviamente, esos espacios comunicacionales, detentan un
cierto equilibrio, que no son ni una cosa ni la otra o que sólo informan o comunican lo
que ven. Siempre, tratan de mostrarse imparciales y continuamente intentan
sugerir que son la voz heterodoxa de la sociedad, a pesar de
que son meras empresas capitalistas, cuyo obligado afán de ganancia les impele
no sólo a explotar a sus trabajadores, sino adular y justificar la explotación
y miseria de los trabajadores de otros burgueses que “generosamente” pagan la publicidad
que da vida al aparato propagandístico.
Cuando el especialista Racboy habla de: consenso social y discurso
público; lo que sugiere es que el aparato de propaganda ideológica (API) trata
de buscar espacios para hacer valer la voz de todos y expresarla de la manera
más equilibrada. Nada más falso. Los API tienen la estricta función de
ser vehículos de las expresiones de cada fracción de la burguesía con la cual
trabajan. A tenor de Gramsci, cada periódico es un partido, es el vivo
pensamiento de cada clase social o de alguna de sus fracciones. Cuando nos
referimos a ello, no estamos hablando de un API vulgarmente alevoso como RCTV,
nos referimos a la totalidad de los API, que dependen económicamente de la
fracción de la burguesía que los apoya. Los API expresan las voces de
sus patrocinantes y promueven los valores de sus capitalistas dueños y
ni de milagro dan vitrina a marxistas para que puedan denostar del sistema,
debido a que el dueño del API, es un capitalista que (como todos) vive de la
explotación de sus trabajadores y tiene todo por perder si se despliega una
revolución que destroce las cadenas que atan a la clase obrera a sus fauces.
Hay casos muy abiertos, como: Cisneros, Berlusconi o Collor de Melo,
donde los API de su propiedad son fieles cajas de resonancia de su patrón y lo
publicitan con vívido ahínco. ¿Pero son todos los periodistas furibundos
anticomunistas de pagados por la CIA? Aunque la CIA detenta oficinas para
financiar periodistas y escritores anticomunistas, la respuesta a lo anterior
es un: No. La mayoría de los comunicadores son honestos, y sólo expresan lo que
creen correcto y universalmente válido. La reproducción de la ideología
burguesa en ellos, es inconsciente, ellos no planean perjudicar a los líderes
revolucionarios de manera voluntaria. ¿Pero por qué CNN se comporta así? Veamos
el ejemplo de las campañas militares estadounidenses: “Justicia Infinita” y
“Libertad Duradera”.
Para quien no conozca estos rutilantes nombres, ambos traducen un par de
invasiones bélicas (genocidios) llevados a cabo por EEUU y sus perros falderos
(varios gobiernos de Europa y Japón) en los años 2000, contra Irak y
Afganistán. Aunque parezca pomposo y cursi, estos trajes lingüísticos fueron
repetidos a coro por CNN, FOX, EL PAÍS y casi todas las cadenas comunicación
masiva del mundo. Entre la mar de apologías y panegíricos probélicos que
desplegaron los API, también es de destacar la labor infamante de llenar de
terror a la gente dando por cierto los absurdos y falaces rumores sobre las
armas de destrucción masiva, el poder nuclear de Ben Laden, el poder atómico de
los pueblos nómadas de Afganistán y sugiriendo que los terroristas llenarían de
atentados a EEUU si no atacaban primero (“Guerra Preventiva”) ¿Por qué? ¿No hay
periodistas críticos que se levanten ante este cobarde genocidio? La verdad sí,
pero son trabajadores y siguen estrictas líneas editoriales fabricadas por sus
patronos, que determina qué y cómo apoyar o denigrar. Por tanto, lejos
de la ridícula fantasía burguesa de la libertad de expresión, los API que
llegan a las masas, están férreamente controlados por directrices de la alta
esfera de la burguesía. Así, con el fenómeno de concentración y centralización
de capitales, los dueños de los API, son también dueños de bancos, cervecerías
y un sin fin de empresas; no sólo pasa esto en EEUU, también en un capitalismo
tan pequeño y débil como el venezolano, donde la burguesía mediática o patrones
de empresas de “comunicación” (Mezerhane, Camero y Cisneros) también es dueña
de centenares de empresas más. Por lo tanto, son capitalistas hechos y
derechos, lo cual hace que quienes trabajen con ellos, deban seguir sus
lineamientos políticos e ideológicos. Quien se niegue es despedido y quien lo
haga “mejor” es ascendido.
Por la necesidad de complacer genuflexamente a su patronos, para defender
los escasos empleos de calidad o por su propia (mal)educación burguesa, es
frecuente oír de los periodistas cosas como: “la gente sabe que han exagerado
los escasos crímenes contra la izquierda en Argentina”, “la gente entiende que
Pinochet ha sentado las bases económicas del progreso chileno”, “la gente está
harta del comunismo cubano, todos lo odian”, “la gente entiende perfectamente
que mientras mejor le vaya a los ricos, mientras más dinero tengan, más
empleos y mejores salarios tendremos todos” … ¿Da risa la realidad?
Desde el pudor y sólo por la mera ignorancia, se puede también ser
cómplice activo en los crímenes burgueses y apoyar las atrocidades del capital
desde la pequeña trinchera de un API. ¿Por qué? Los trabajadores de los API son
formados en universidades que sólo explicitan la adulación hacia el sistema
capitalista. En esas (j)aulas, extirpan las posibilidades de toda reflexión
crítica, borran de la historia los proyectos anticapitalistas y les venden que
el capitalismo es eterno y que es lo mejor del mundo. Cuando esos trabajadores
de los API van a un barrio y ven la pobreza trepidante, ahí vienen las escasas
clases que le dieron en la universidad sobre la teoría del subdesarrollo, que
les explica que América Latina está “atrasada” y que le hace falta desarrollo
(es decir, más capitalismo), por tanto, el problema no es el
capitalismo, sino la falta del mismo. Con esa ideología, nuestros
comunicadores van a la calle y nos cuentan desde esos burgueses lentes…su realidad,
que dan por universal. Sólo narran la vida desde el cristal capitalista.
¿Quiénes educan a nuestros comunicadores? Fácil, profesores que deben
realizar trabajos que aplaudan al sistema capitalista para que la universidad
les de espacios para investigar, becas y prebendas (in)necesarias como
fastuosos premios. Así, quienes no siguen esa línea, rara vez pueden dar
clases, les cierran los espacios de publicación y jamás aparecen en televisión.
Los materiales de formación burguesa que utilizan para ideologizar se remiten a
los extraños y acientíficos manuales gringos (batiburrillos) donde machacan una
serie de audaces encomios a la sociedad de la opresión. ¿Exagero? Veamos lo que
dice un profesor de Cambridge sobre la teoría económica que imparten en las
carreras de índole social y la que memorizan nuestros comunicadores: “Hasta que
los econometristas nos den respuestas, confiar en la teoría económica
neoclásica [lo que la gente conoce como neoliberalismo] es una cuestión
de fe. (…) lo mejor que puedo hacer para convencer a otros es invocar el
peso de la autoridad de Samuelson [ix]…”[x]
Como nos dice Mónica Oporto, los intelectuales de la burguesía: “Trabajan
en las diferentes organizaciones culturales ((…) -periódicos, revistas, radio,
cine- etc.) con el fin de asegurar el consentimiento pasivo, sino el activo, de
las clases dominadas en la dirección que la clase dominante imprime a la
sociedad. [xi]
Cuando los propagandistas trabajan en el estado
capitalista, es peor, allí la línea editorial es más obligante y prohibitiva. Por
lo general, la línea de los “medios” radica en: apoyar y resaltar de manera
elogiosa todas las acciones positivas del gobierno de turno. Claro, esa línea
tiene su reverso en que los API del estado burgués deben: ocultar o minimizar
cualquier fallo del gobierno, restarle importancia o achacar la responsabilidad
de los problemas a otros factores (el pasado, la cultura, gobiernos anteriores,
problemas heredados etc.) Así, estos “medios” desaparecen las fervientes
protestas de la clase obrera, entrevistan a los más connotados esquiroles, les otorgan
la voz mediática a los sindicalistas más protervos e invisibilizan la lucha que
sostienen millones contra el absolutismo burgués. ¿Se ha enterado alguien de
las tomas de fábricas y enormes protestas de la clase obrera en EEUU?
Por todo
lo anterior, pedirles a los API: equilibrio, ética y sinceridad es un completo
despropósito, digno del castigo de Sísifo y el pedrusco que
eternamente deberá empujar montaña arriba y ver como al llegar a la cima, la
roca desciende inexorablemente. Los “medios” son elementos de propaganda de una
clase social, son espacios de reproducción de su ideología o de su conocimiento
científico. No hay equilibrio, porque a ellos les interesa la continuación
del status quo y evitar cualquier distorsión que atente contra
el cementerio de ilusiones, o sea, la paz social de la esclavitud asalariada.
No hay que pedirle ética, ellos ya portan su ética capitalista y funcionan de
acuerdo a los preceptos que ellos consideran correctos. Es decir, su conjunto
de valores, normas de comportamiento y abordaje de la realidad, deviene de su
ser social capitalista, es el reflejo invertido e idealista, de las relaciones
sociales de producción burguesas; por ello, naturalizan la pobreza, hacen
exordios a la invasión en Irak y creen devotamente que el comunismo es una
utopía que les impediría cumplir sus sueños de acumular más capital.
¿Qué
hacer?
Los
aparatos de propaganda marxista, deben construirse bajo hegemonía
plena de la clase obrera, en desmedro de alianzas oportunistas con elementos
que planteen alternativas que impliquen conciliación de clases (reformistas),
que nieguen la revolución (socialdemócratas) o que piensen que la revolución es
repartir empanadas, curitas y educación burguesa expelida por “facilitadores”
los sábados y los viernes en la noche dentro de chozas (populistas). Ese
aparato de propaganda socialista debe ser científico, no debe apelar a la
distorsión de la realidad, al fraude o a la piratería intelectual. Ese aparato
de propaganda revolucionaria, no debe profesarse imparcial, tiene que entender
su papel histórico como vehículo de educación proletaria y como órgano de
articulación de una clase social que busca las formas de construir una sociedad
donde la explotación y la miseria sean horrendos recuerdos. Por ello, hay que
hacer énfasis en la investigación científica, en el rigor que impida deformar
la realidad y en el diseño de profundas y críticas reflexiones a nuestro
accionar. Esa tarea inmensa requiere de un esfuerzo notable, de una vocación a
conocer para transformar, de un claro sentido teórico-práctico que guíe el
trabajo que permita emerger la expresión más profunda de la realidad de la
clase obrera, de sus necesidades y de sus opciones de emancipación.
Posdata:
Se necesita urgentemente el órgano que partiendo del reconocimiento de
nuestra alienación en el sistema capitalista, construya la conciencia que
vea como necesidad incontrovertible, la rotura de las ataduras que la oprimen.
[ii] Eduardo
Sartelli (2005), La Cajita Infeliz. Un viaje marxista a
través del capitalismo. -3ª ed.- Edit. RyR. Buenos Aires, 2008. Pág.
639.
La Cajita
Infeliz. Un viaje marxista a través del capitalismo – Eduardo Sartelli
"La Cajita Infeliz. Un viaje a través del capitalismo" de
Eduardo Sartelli
[iii] Antonio
Gramsci, La formación de los intelectuales y la
formación de la cultura, Edit. Nueva visión. Buenos Aires, 1972
La formación de los intelectuales Antonio Gramsci
Libro. La formación de los intelectuales Antonio Gramsci
Programa 77 - Escuela de cuadros - La formación de los intelectuales
(Gramsci)
Antonio Gramsci. Los seis tomos de los Cuadernos de la cárcel.
Bibliografía complementaria.
[iv] Carlos
Marx (1867), Miseria de la Filosofía, Edit. Suramérica. Colombia,
1963.
K. Marx
MISERIA DE LA FILOSOFIA. Respuesta a la “Filosofía de la miseria” del señor
Proudhon. 1847
[v] Antonio
Gramsci (1926), La situación italiana y las tareas del PCI,
disponible en http://www.marxists.org/espanol/gramsci/tareas.htm
[vi] Antonio
Gramsci (1925), Necesidad de una preparación ideológica de las masas, disponible
en http://www.marxists.org/espanol/gramsci/mayo1925.htm
A. Gramsci. Necesidad de una preparación ideológica de la masa
[vii] Jacques
Lacan (1970), El reverso del psicoanálisis, Edit. Paidós.
Buenos Aires, 1992. Pág 113.
[viii] Marc
Raboy y Marcelo Solervincens (2006), Medios de Comunicación.
Artículo disponible en: http://vecam.org/article683.html
[ix] Paul
Samuelson, es quizás el economista gringo más conocido de los últimos 30 años.
Su “manual” intitulado Economía es el recetario de nociones
económicas neoclásicas (asociadas al neoliberalismo) que machacan el libre
mercado, el poder de la autorregulación, lo inviable de las economías
planificadas, el desempleo cuasi-voluntario. Es la savia anticomunista que
transpira por las venas de quienes repiten ese batiburrillo a
diario.
[x] Charles
Fergunson, The neoclassical Theory of Production and Distribution. Cambridge
University Press, Cambridge, 1969. Pág. 28. [Traducción de Juan Iñigo Carrera,
en Conocer el capital hoy. Usar críticamente El Capital. Pág.
120] El subrayado es mío. [MS]
[xi] Mónica
Oporto (2007), Antonio Gramsci: El intelectual Orgánico (1), Artículo
disponible en: http://www.nodo50.org/mariategui/antoniogramsciintelectualorganico.htm
‘Saqueo y sabotaje de los fondos de pensiones. Cronología de las
contrarreformas laborales, sanitarias y de las pensiones, por la burguesía
contra la clase obrera en el Estado capitalista español.
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