viernes, 8 de noviembre de 2019

Buceando en la resolución reaccionaria anticomunista del Parlamento Europeo, que amenaza con ilegalizar la ideología comunista. Crítica del Libro negro del comunismo: crímenes, terror, represión. Los procesos de Moscú y el proceso de Moscú en la España republicana. (1936-1939)












Índice del contenido.

1.    Introducción.

2.    El pasado 19 de septiembre de 2019 se aprobó la Resolución 2019/2819(RSP) del Parlamento Europeo, sobre la importancia de la memoria histórica europea para el futuro de Europa.

3.    Todas las resoluciones surgen desde 2005  por iniciativa del Partido Popular Europeo, para la futura “Ley de Memoria Histórica Europeo”.

4.    Diferenciar el comunismo marxista revolucionario del comunismo estalinista.

5.    Aclarando el concepto totalitarismo
Otra aberración del estalinismo es el Nacional-Bolchevismo (NazBol)
6.    Sobre el fascismo italiano o gobierno burgués fascista

7.    Algunos aspectos de la resolución anticomunista

8.    Países donde están prohibido los símbolos comunistas por iniciativa del Partido Popular Europeo.

9.    Historiadores reaccionarios cuenta cadáveres

10.                      La manipulación política de la historia.

11.                      Primero vinieron….

12.                      Relación directa del libro negro del comunismo de Stéphane Courtois, con las Resoluciones Europeas anticomunistas por iniciativa del Partido Popular Europeo.

13.                      Sobre el apoyo de la Unión Europea al gobierno nazi-fascista de Ucrania.

14.                       Distinción sobre el Pacto Ribbentrop-Mólotov y el Pacto de Múnich.

15.                      Comparación con la guerra civil española.

16.                      Pacto Antikomintern (las resoluciones europeas, confunde el invasor con el invadido)

17.                      Conferencia de Yalta

18.                      Conferencia de Potsdam

19.                      Sobre la ley de Memoria Histórica de España del PSOE

20.                      Participación directa del PSOE en la génesis de la futura “ley de Memoria Histórica de Europea”

21.                      Copia íntegra de la  Resolución 2019/2819(RSP)

22.                      Las Resoluciones Europeas anteriores (2005- 2019)

23.                      Dossier de prensa de noticias falsas, creada por la derecha reaccionaria sobre la Resolución 2019/2819(RSP)


24.                      [Libro] El año I de la Revolución rusa de Víctor Serge

El año I de la revolución proletaria -o sea, de la República de los Soviets- empieza el 7 de noviembre de 1917 (el 25 de octubre, según el antiguo-calendario) y se cierra, como es natural, el 7 de noviembre de 1918, en el momento en que estalla la esperada revolución alemana.”

Víctor Serge.   Represión estalinista  En 1928, Serge fue expulsado del Partido Comunista e inhabilitado para trabajar para el Gobierno. En los años siguientes, escribió El Año I de la Revolución rusa (1930),


25.                      [Libro] negro del comunismo: crímenes, terror, represión

26.                      Crítica del libro negro del comunismo por Viktor Zemskov.

27.                      La aplicación del Artículo 58 (Código Penal de la RSFS de Rusia) Se puso en vigor el 25 de febrero de 1927






28.                      Con la política del Socialfascismo dio la cuartada perfecta para el desarrollo del nazismo en Alemania, se aprobó en el VI Congreso de la Internacional Comunista tuvo lugar entre julio y septiembre de 1928 en Moscú   
estuvo vigente hasta el cambió  política en el VII Congreso tuvo lugar entre el 25 de julio y el 20 de agosto de 1935 en Moscú por la de los frentes populares 


29.                      Juicios de los Veintiuno o Proceso del Bloque Trotskista- derechista o tercer juicio de Moscú, la Gran Purga.

30.                      La última declaración en los Procesos de Moscú por Nikolái Ivanovich Bujarin

31.                      Los procesos de Moscú


33.                      “Fueron detenidos el 16 de junio de 1937.
¿Cuánto tiempo va a durar aún esta monstruosa iniquidad contra nosotros? ¿Durante cuánto tiempo se va a estar dando el escandaloso espectáculo de que se nos difame y calumnie a diario, sin que nos esté permitido defendernos? Esas prácticas son completamente ajenas a las tradiciones del socialismo: los socialistas no las han aceptado jamás. Y hay una cosa grave: es que la opinión pública internacional empieza a conocer nuestro proceso como "el proceso de Moscú en Barcelona". ¿Beneficia esto en algo a la causa antifascista? ¿No compromete nuestra lucha por la independencia?”


35.                      Victor Serge 1937 Adiós a Andres Nin


Las Jornadas de Mayo en Barcelona (Julián Gorkin, 1974)

Este texto reproduce el final del capítulo 2 y el capítulo 3 completo del libro El proceso de Moscú en Barcelona (El sacrificio de Andreu Nin), publicado en 1974



36.                      Todo sobre los Gulag (acrónimo de Administración Principal de Campos de Trabajo Correctivo)

37.                      Rebelión de Krontadt (1-18 de mayo 1921)

38.                      La tragedia de León Trotski

39.                      Rosa Luxemburgo. La revolución Rusa 1918

40.                      Rolando Astarita. Represión stalinista en la URSS en los 1930.

41.                      Rolando Astarita. “Una falta de verdadera humanidad comunista”

42.                      Los muertos de Stalin

43.                      Datos de Viktor Zemskov

44.                      Crítica del libro negro del comunismo por Pablo Rieznik y Daniel Bensaid


45.                      El proceso de Moscú en la España republicana. (1936-1939)


46.                      Breve bibliografía de Lenin y Rosa Luxemburgo


                                       
                               Introducción


Cuando un dedo señala el cielo, el tonto mira el dedo.

Este dicho para los que tienen el discurso en genérico contra los “políticos”, el “todos son iguales”, el populismo del cuestionamiento sólo de lo institucional, dejando al margen al poder económico empresarial, favorece a los intereses del partido del gobierno que nunca creyó en la política como medio transformador sino meramente legitimador del orden económico del capital.

La burguesía financiera internacional atreves de sus órganos financieros como son el Banco Mundial, El FMI Fondo Monetario Internacional ,  el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF), la OMC  Organización Mundial del Comercio, la OCDE Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos , el Banco Central Europeo , etc., con las burguesía financiera – industrial nacionales, son los que dictan las políticas de los Estados capitalistas.



Como dijo Carlos Marx y Federico Engels



Cuando  use la frase “La manipulación política de la histórica a través de Wikipedia”, me refiero a esto. Es administrada por la Fundación Wikimedia, una organización sin ánimo de lucro cuya financiación está basada en donaciones. Cuya Presidenta de la Junta Directiva actual desde julio de 2018 es María Sefidari de España. Wikimedia Endowment (En enero de 2016, la fundación Wikimedia anunció la creación de una dotación (reserva financiera) para garantizar la continuidad del proyecto en el futuro.30La dotación, llamada Wikimedia Endowment fue establecida como un fondo de acción colectiva en la Fundación Tides y con el objetivo de recaudar 100 millones de dólares en 10 años siguientes. Craig Newmark fue uno de los donantes iniciales, donando 1 millón de dólares a la dotación. Entre los benefactores de Wikimedia Endowment se encuentran Google y George Soros.31








El objetivo fundamental es construir la ideología de la clase dominante, como dijo Carlos Marx  y Federico EngelsLas ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época; o, dicho en otros términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante.

 La clase que tiene a su disposición los medios para la producción material dispone con ello, al mismo tiempo, de los medios para la producción espiritual, lo que hace que se le sometan, al propio tiempo, por término medio, las ideas de quienes carecen de los medios necesarios para producir espiritualmente.

Las ideas dominantes no son otra cosa que la expresión ideal de las relaciones materiales dominantes, las mismas relaciones materiales dominantes concebidas como ideas; por tanto, las relaciones que hacen de una determinada clase la clase dominante, o sea, las ideas de su dominación. Los individuos que forman la clase dominante tienen también, entre otras cosas, la conciencia de ello y piensan a tono con ello; por eso, en cuanto dominan como clase y en cuanto determinan todo el ámbito de una época histórica, se comprende de suyo que lo hagan en toda su extensión, y, por tanto, entre otras cosas, también como pensadores, como productores de ideas, que regulan la producción y distribución de las ideas de su tiempo; y que sus ideas sean; por ello mismo, las ideas dominantes de la época. Por ejemplo, en una época y en un país en que se disputan el poder la corona, la aristocracia y la burguesía, en que, por tanto, se halla dividida la dominación, se impone como idea dominante la doctrina de la división de poderes, proclamada ahora como «ley eterna».









El pasado 19 de septiembre de 2019 se aprobó la Resolución 2019/2819(RSP) del Parlamento Europeo, sobre la importancia de la memoria histórica europea para el futuro de Europa.




Con esta resolución u otras resoluciones, están creando las bases  ideológicas para la futura “Ley de Memoria Histórica Europea por iniciativa fundamentalmente por los miembros del Partido Popular Europeo, en inglés  Partido Popular Europeo, y la con colaboración del Grupo de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas. Grupo S&D  vinculado al Partido de los Socialistas Europeos en el Parlamento Europeo,  confunde adrede el concepto del comunismo  marxista de Carlos Marx y de Federico Engels,  Rosa Luxemburgo, Lenin y otros marxistas revolucionarios, con el comunismo estalinista, o del estalinismo

Como botón de muestra





Esta resolución anticomunista, une nazismo y estalinismo bajo un mismo concepto como fuera hermanos gemelos, le llama regímenes totalitarios . Mussolini (que usó por primera vez el término "totalitarismo graficó esto en el eslogan "todo en el estado, todo para el estado, nada fuera del estado, nada contra el estado".


Los marxistas revolucionarios estamos en contra de todas las dictaduras, menos, la dictadura del proletariado.



Andreu Nin. Las Dictaduras de nuestro tiempo
Escrito: 1930.

Benito Mussolini como todos los fascistas,  utilizó la demagogia.











totalitarismo en el mismo enlace de Wikipedia aclara: “Tras el paréntesis de la segunda guerra mundial, a lo largo de la guerra fría va a aparecer una teoría científica del totalitarismo, es en estos años cuando aparece la obra capital de Hannah ArendtLos orígenes del totalitarismo, dicha obra va a constituir la consolidación de la teoría del totalitarismo.”

“Por primera vez una pensadora [Arendt] unía nazismo y estalinismo bajo un mismo concepto: "Totalitarismo", que significa la supresión radical por parte del poder de "la política" (la actividad de los ciudadanos libres para interactuar en el mundo) y, con ello, la instauración como derecho de Estado del desprecio absoluto hacia los individuos, poco menos que objetos prescindibles.5​”

“En la guerra fría, organizaciones anticomunistas, muchas de ellas subvencionadas por el bloque capitalista van a construir un edificio ideológico sobre el totalitarismo con un enfoque anticomunista, dicho enfoque va a encontrar oposición en los intelectuales europeos comunistas siendo estos hostiles a la teoría del totalitarismo.”




Lenin (falleció el 21 de enero de 1924)




Citas de una de las cartas

Carta de  Lenin de 30 de diciembre de 1922 y Continuación de las notas de 31 de diciembre de 1922


Supongo que he sido muy negligente con respecto a los trabajadores de Rusia por no haber intervenido de manera enérgica y decisiva en la notoria cuestión de la autonomización, que parece ser oficialmente llamada la cuestión de las repúblicas socialistas soviéticas.

Sólo he tenido tiempo para hablar con el camarada Félix Dzerzhinski, que vino formar el Cáucaso y me dijo cómo este asunto se puso en Georgia. También he podido intercambiar algunas palabras con el camarada Zinoviev y expresar mis aprehensiones sobre este asunto. De lo que me dijeron por el camarada Dzerzhinski, que estaba a la cabeza de la comisión enviada por el CC para "investigar" el incidente de Georgia , sólo podía sacar las mayores aprehensiones. Si las cosas habían llegado a un extremo tal que Serge Orjonikidze podría llegar al extremo de la aplicación de la violencia física, como el camarada Dzerzhinski me informó, podemos imaginar qué lío nos hemos metido. Obviamente, todo el asunto de "autonomización" era radicalmente errónea y mal sincronizado.”

“Creo que la prisa de Stalin y su enamoramiento con la administración pura, junto a su pesar en contra de la notoria "nacional-socialismo" [Stalin crisis de las naciones minoritarias por no ser "internacionalista", ya que querían unirse con Rusia], desempeñó un papel fatal aquí. A pesar juega la política en general, el más bajo de los papeles.”

Continuación de las notas. 

El 31 de diciembre de, 1922

Creo que no es necesario explicar esto a los bolcheviques, a los comunistas, con mayor detalle. Y creo que en el presente caso, en lo que se refiere a la nación de Georgia, tenemos un caso típico en el que una actitud genuinamente proletaria hace profunda cuidado, consideración y una disposición a comprometer una cuestión de necesidad para nosotros. El georgiano [Stalin] que es negligente de este aspecto de la cuestión, o que por descuido se arroja sobre las acusaciones de "nacional-socialismo" (mientras que él mismo es un real y verdadero "nacional-socialista", e incluso un vulgar matón gran ruso ), viola, en sustancia, los intereses de la solidaridad de clase proletaria, pues nada detiene el desarrollo y fortalecimiento de la solidaridad de clase proletaria tanto como la injusticia nacional; nacionales "ofendidos" no son sensibles a nada tanto como a la sensación de la igualdad y la violación de esta igualdad, aunque sólo sea por negligencia o jest- a la violación de que la igualdad por sus compañeros proletarios. Es por ello que en este caso es mejor que sobretodo en lugar de someterse a las concesiones y indulgencia hacia las minorías nacionales. Es por ello que, en este caso, el interés fundamental de la lucha de clases proletaria, requiere que no adoptamos una actitud formal a la cuestión nacional, pero siempre se tiene en cuenta la actitud específica del proletario de la nación oprimida (o pequeño) hacia la opresor (o grande) nación.

En tercer lugar, se debe infligir un castigo ejemplar al camarada Orjonikidze (lo digo con más pesar porque soy uno de sus amigos personales y he trabajado con él en el extranjero) y la investigación de todo el material que la comisión de Dzerzhinsky ha recopilado debe completarse o iniciarse una vez más para corregir la enorme masa de errores y juicios sesgados que sin duda contiene. La responsabilidad política de toda esta campaña nacionalista verdaderamente gran-rusa debe, por supuesto, recaer sobre Stalin y Dzerzhinsky.





Otra aberración del estalinismo es el Nacional-Bolchevismo (NazBol) https://es.wikipedia.org/wiki/Nacional-bolchevismo

Se dice que tiene su origen en Karl Radek, que mantuvo posturas cercanas al nacionalismo dentro del Partido Bolchevique.






¿Qué es el 'Nacional-Comunismo'?

31 DE DICIEMBRE DEL 2016




Gennady Ziuganov es uno de los comunistas nazis



Y su Partido Comunista de la Federación Rusa, es un partido (NazBol)

Fundación y primeros años
: Entre los primeros colaboradores externos del PCFR estaba el filósofo eurasianista Aleksandr Dugin, que ayudó a redactar los primeros documentos del Partido y empujó al mismo en la dirección del nacionalismo


Eurasianismo, la Cuarta Teoría Política y la "Nueva Derecha" europea. «El Espía Digital»: la extrema derecha española como repetidor de la propaganda de guerra rusa. Alexander Dugin: El hombre en la sombra que inspira a Putin


De Gustavo Bueno a los nazbol, pasando por todo lo que arrastran sus "discípulos" (1) y (2)



TIEMPOS OSCUROS DE CONFUSIÓN IDEOLÓGICA



KEEP CALM (MANTÉN LA CALMA), ARMESILLA


Rusia y China actual, países imperialistas




¿Comunistas nazis? Sí, existen




Hungría equipara el comunismo al nazismo

10 junio 2010 
Según el líder del Partido Comunista, Gennady Ziuganov, la medida es un eco del régimen nazi, que aterrorizó a Europa en las décadas de 1920 y 1930


Rusia Unida



Partido Nacional Bolchevique




La Otra Rusia (partido político)






Eduard Limónov : "Europa no puede acoger a millones de inmigrantes; no es racismo, son extranjeros"



Eduard Limónov. "Una vez conseguida la independencia por los catalanes, los aragoneses y los castellanos también querrán lograrla"






Partido Nacional Bolchevique de España (PNBE)












Soldados soviéticos con algunos de los prisioneros que liberaron en Auschwitz en enero de 1945. "Por todos los terribles crímenes de la URSS, no se puede comparar a las personas que construyeron Auschwitz con las personas que lo liberaron", dijo el cazador de nazis Efraim Zuroff. Fotografía: Reuters




La resolución omite las dictaduras fascistas más relevantes en los años treinta-cuarenta-cincuenta…: las de Mussolini, Franco y Salazar





Algunos aspectos de la resolución dice entre otras cosas:


E.  Considerando que, mientras que los crímenes del régimen nazi fueron evaluados y castigados gracias a los juicios de Núremberg, sigue existiendo la necesidad urgente de sensibilizar sobre los crímenes perpetrados por el estalinismo y otras dictaduras, evaluarlos moral y jurídicamente, y llevar a cabo investigaciones judiciales sobre ellos.



Esta reivindicación  de Jean-Marie Le Pen   es anterior de editar en 1997 el libro negro del comunismo.



Aviso a navegante, la resolución anticomunista dice entre otras cosas:





La Prohibición de símbolos comunistas se introdujeron o sugirieron en varios países como parte de sus políticas de "descomunización".1




En enero de 2005, Vytautas Landsbergis, respaldado por un miembro del Parlamento Europeo de Hungría, Jozsef Szajer, instó a una prohibición de los símbolos comunistas en la Unión Europea, además de los símbolos nazis.41En febrero de 2005, la Comisión Europea rechazó los pedidos de una propuesta de prohibición en toda Europa de los símbolos nazis que se extendería para cubrir también los símbolos del Partido Comunista. Sin embargo, este rechazo no descarta que los estados individuales tengan sus propias leyes al respecto.4243En diciembre de 2013, un grupo de eurodiputados, incluido Landsbergis, dirigió una carta al presidente del Parlamento Europeo, en la que solicitaba la prohibición de los símbolos de los regímenes totalitarios.



41  El eurodiputado estonio apoya la prohibición de los símbolos comunistas

26-01- 2005

Tunne Kelam (Es miembro de la Unión Pro Patria y Res Publica , parte del Partido Popular Europeo) de BRUSELAS, un eurodiputado de Estonia, dijo que los símbolos comunistas deben ser condenados de la misma manera que los símbolos nazis, lo que sugirió la semana pasada el eurodiputado de Lituania, Vytautas Landsbergis.


"En mi opinión, la prohibición es la medida definitiva para ser utilizada en una sociedad libre y democrática. Lo que es más importante es la condena pública", dijo Kelam, miembro del Partido Popular Europeo, al Servicio de Noticias Báltico.


Dijo que el mundo occidental había condenado públicamente los símbolos nazis pero no había hecho lo mismo con los comunistas. Hizo hincapié en que los símbolos de ambos regímenes criminales debían tratarse de la misma manera.


Landsbergis y el eurodiputado húngaro
Jozsef Szajer hicieron una propuesta al comisionado de Justicia y Asuntos de Interior de la UE, Franco Frattini, para imponer una prohibición igual a la exhibición de símbolos comunistas si la UE prohibiera la esvástica en toda la UE.


"Si se consideran tales medidas legislativas sobre la esvástica utilizada como símbolo nazi, los símbolos comunistas deben ser tratados de manera similar", decía la carta de Landsbergis y Szajer al comisionado de la UE.


"Es bien conocido y está bien documentado que las dictaduras comunistas son responsables de la muerte de decenas de millones de civiles inocentes, en un número no menor que las dictaduras nazis", agregó la carta. "El mismo código moral debería aplicarse al comunismo, la otra ideología extremista del siglo pasado".


Durante una reunión de ministros de justicia de la UE esta semana, Frattini dijo que consideraría la cuestión de prohibir la esvástica en toda la UE.


43  La UE rechaza la prohibición del símbolo comunista

 8 de febrero de 2005





Descomunización



Matthew White encontró un artículo del LA Times de 1998 y un artículo del Times of London del 2000, que informaron que entre 3 y 6 millones de rusos y nativos de otros estados ex comunistas murieron o no nacieron debido a la disminución de las condiciones de vida después de la caída del comunismo.7





Historiadores reaccionarios  cuenta cadáveres, omiten  algunas matanzas anticomunistas.               1. 14  España




Matthew White  Cuenta cadáveres y clasifica atrocidades en la historia






¿Cuántas personas murieron en todas las guerras, masacres, matanzas y opresiones del siglo XX? Aquí hay algunos atrocitólogos que han hecho estimaciones:


Algunos de los historiadores que aportan los datos,



Cartel fabricado por los fascistas, debería decir 25 millones y 100 millones, según estimación personal de Stéphane Courtois 



Stéphane Courtois (25 de noviembre de 1947), es un historiador francés y director de la investigación académica en el CNRS (Universidad de París X), profesor en el Instituto Católico de Estudios Avanzados (CIEM) La Roche-sur-Yon, Director colección que se especializa en la historia de los movimientos y los regímenes comunistas. El libro negro del comunismo

Víctimas del comunismo solamente: 100.000.000 Millones

CNRS Centro Nacional para la Investigación Científica.

El CNRS tiene 32.000 empleados permanentes entre investigadores, ingenieros, y personal administrativo y al menos 6000 empleados temporales. Su presupuesto anual esta alrededor de 3400 millones de euros.

Zbigniew Brzezinski Fuera de control: agitación global en la víspera del siglo XXI (1993)

"Vidas extinguidas deliberadamente por una carnicería motivada políticamente"

Opresión comunista: 60.000.000

Rudolph J. Rumme Muerte por el gobierno
"Democidios": muertes infligidas por el gobierno (1900-87)

Opresión comunista: 110.286.000



Necrometría


Peajes de la muerte a través de la historia




La manipulación política de la histórica a través de Wikipedia

Lenin

Intentando hacer un balance de las víctimas durante este periodo, Nicolas Werth, en El libro negro del comunismo, obra publicada en 1997, afirma que durante el tiempo en que Lenin controlaba el poder hubo numerosas ejecuciones de adversarios o de quienes eran declarados peligrosos para el régimen. Presuntamente en otoño de 1918 habrían sido eliminadas de entre 10 000 y 15 000 personas, o tal vez más. Se habría fusilado a decenas de miles de rehenes o a personas confinadas en prisión entre 1918-1922.263(Véase Terror rojo.)



La manipulación y uso político de la historia

Historiadores reaccionarios  cuentacadáveres , mercenarios pagado por la burguesía, tienen como objetivo, la manipulación política de la historia o revisionismo histórico (negacionismo)
Motivaciones del negacionismo
, el objetivo fundamental es construir la ideología de la clase dominante , como dijo Carlos Marx  y Federico EngelsLas ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época; o, dicho en otros términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante….




Primero vinieron...




 “Primero se llevaron a los judíos,
Pero a mí no me importó porque yo no lo era;
Luego, arrestaron a los comunistas,
Pero como yo no era comunista tampoco me importó;
Más adelante, detuvieron a los obreros,
Pero como no era obrero, tampoco me importó;
Luego detuvieron a los estudiantes,
Pero como yo no era estudiante, tampoco me importó;
Finalmente, detuvieron a los curas,
Pero como yo no era religioso, tampoco me importó;
Ahora me llevan a mí, pero ya es tarde.”





                                              Stéphane Courtois

Buceando en la resolución, se demuestra que desde el 1995 comienza su génisis de esta resolución.  Todas las resoluciones se basan en el libro negro del comunismo de Stéphane Courtois, editado en 1997, para que coincidiera con el 80º aniversario de la Revolución rusa de 25 Octubre de  1917


La manipulación política de la histórica a través de Wikipedia.


(En el mismo enlace que hace Wikipedia  en el libro negro del comunismo, se lee en el apartado de referencia  6 Véase también a estos documentos.



Como botón de muestra.


Necesidad de la condena internacional de crímenes de regímenes comunistas totalitarios

Doc. 10765

16/12/2005

Autor Göran Lindblad es un político sueco miembro del Partido Moderado  y pertenece al Partido Popular Europeo

Los regímenes comunistas totalitarios que gobernaron en Europa Central y Oriental en el siglo pasado, y que todavía están en el poder en varios países del mundo, se han caracterizado, sin excepción, por la violación masiva de los derechos humanos.

11. El Consejo de Europa está bien situado para tal debate a nivel internacional. Todos los antiguos países comunistas europeos, a excepción de Bielorrusia, son ahora sus miembros y la protección de los derechos humanos y el estado de derecho son valores básicos por los que se defiende.

28. La característica importante de los crímenes comunistas ha sido la represión dirigida contra categorías enteras de personas inocentes cuyo único "crimen" era ser miembros de estas categorías. De esta manera, en nombre de la ideología, los regímenes han asesinado a decenas de millones de campesinos ricos (kulaks), nobles, burgueses, cosacos, ucranianos y otros grupos.

29. Estos crímenes son resultados directos de la teoría de la lucha de clases que impuso la necesidad de "eliminar" a las personas que no se consideraban útiles para la construcción de una nueva sociedad. Un gran número de las víctimas eran nacionales.

APÉNDICE I
Audiencia parlamentaria sobre la necesidad de condena internacional de los crímenes del comunismo
París - 14 de diciembre de 2004

Sesión de trabajo I Delitos del comunismo
- Sr. Stéphane Courtois, Director de investigación, CNRS, redactor jefe de «Comunismo», autor de «Libro negro del comunismo: crímenes, terror y represión».

CNRS   Centro Nacional para la Investigación Científica

El CNRS tiene 32.000 empleados permanentes entre investigadores, ingenieros, y personal administrativo y al menos 6000 empleados temporales. Su presupuesto anual esta alrededor de 3400 millones de euros.






Doc. 10765

16 de diciembre de 2005

Necesidad de la condena internacional de crímenes de regímenes comunistas totalitarios

Ponente: Sr. Göran Lindblad, del Partido Moderado (Suecia), pertenece al grupo del Partido Popular Europeo.






Primavera nazi en Ucrania







Esta resolución reaccionaria tiene como objetivo distorsionar la Historia, al considerar al Pacto Molotov-Ribbentrop firmado en Moscú  el 23 de agosto de 1939,como la presunta causa del estallido de la II Guerra Mundial, mientras se sabe que el Pacto de Múnich del 29 de septiembre de 1938 con el objeto de solucionar la Crisis de los Sudetes  ,entre Gran Bretaña, Francia, Italia y la Alemania de Hitler, existía anteriormente y entregó Checoslovaquia a Hitler, conduciendo al preludio de la II GM.



Las resoluciones europeas, confunde el invasor por el invadido


El Pacto Antikomintern o Tratado Antikomintern fue firmado el 25 de noviembre de 1936 entre el Imperio del Japón y la Alemania nazi, siendo el documento relanzado y de nuevo firmado el 25 de noviembre de 1941, tras la invasión de la URSS por Alemania. En el documento, las naciones firmantes se comprometían a tomar medidas para salvaguardarse de la amenaza de la Internacional Comunista o Komintern, liderada por la Unión Soviética.




        
De izquierda a derecha: Churchill, Roosevelt y Stalin.

Conferencia de Yalta (del 4 al 11 de febrero de 1945)




Fin de la Segunda Guerra Mundial en Europa.

El Fin de la Segunda Guerra Mundial reúne tanto el cierre del Teatro Europeo en la Segunda Guerra Mundial como la rendición alemana. Tuvo lugar entre finales de abril y principios de mayo de 1945 y finalizaría, el 8 de mayo de 1945, tras la firma de la capitulación alemana, en Berlín, entre los mariscales Keitel y Zhúkov.



Segunda Guerra Mundial en Europa. 1 de septiembre de 1939- 2 de septiembre de 1945 (6 años y día)




Conferencia de Potsdam   (entre el 17 de julio y el 2 de agosto de 1945)



                                                                                                
Mientras el PSOE hizo la Ley de Memoria Histórica de España, ellos participaban activamente en la génisis de la supuesta “Ley de Memoria Histórica Europea. Aprobando el 23 de septiembre de 2008, el Día Europeo Conmemorativo de las Víctimas del Estalinismo y del Nazismo.



En esta resolución se demuestra




Textos aprobados

Martes, 23 de septiembre de 2008

P6_TA (2008) 0439

Declaración del Parlamento Europeo sobre la proclamación del 23 de agosto como Día Europeo Conmemorativo de las Víctimas del Estalinismo y del Nazismo

(2010 / C 8 E / 10)

Lista de firmantes
Entre otros están los del PSOE, y aquí están algunos ellos Alexander Alvaro, Enrique Barón Crespo, Josep Borrell Fontelles, Inés Ayala Sender,






La manipulación política de la histórica a través de Wikipedia.


Represión franquista o terror banco en España





La manipulación política de la histórica a través de Wikipedia.

Terror Rojo en Terror Rojo (España): expresión utilizada por el bando sublevado para referirse a la represión en la zona republicana durante la Guerra Civil Española;



Ley de Memoria Histórica de España

Durante el mandato de José Luis Rodríguez Zapatero





Ley 46/1977, de 15 de octubre, de Amnistía



Genocidio (Derecho español)



El Partido popular, se opuso a esta ley desde el principio e incluso, bajo el gobierno de Mariano Rajoy (X Legislatura), la Ley de Memoria Histórica quedó derogada de facto, ya que en los Presupuestos Generales del Estado para 2013 y 2014 quedó sin dotación presupuestaria para su aplicación.56


Proyecto de ley de Memoria Histórica de España


Proyecto de ley de 8 de septiembre de 2006. Por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la Guerra Civil y la Dictadura



Artículo 18. Valle de los Caídos.
1.    El Valle de los Caídos se regirá estrictamente por las normas aplicables con carácter general a los lugares de culto y a los cementerios públicos.

2.    En ningún lugar del recinto podrán llevarse a cabo actos de naturaleza política ni exaltadores de la Guerra Civil, de sus protagonistas, o del franquismo.

3.    La Fundación gestora del Valle de los Caídos incluirá entre sus objetivos honrar la memoria de todas las personas fallecidas a consecuencia de la Guerra Civil de 1936-1939 y de la represión política que la siguió, con el objeto de profundizar en el conocimiento de ese período histórico y en la exaltación de la paz y de los valores democráticos.


El Gobierno pretende eliminar la fundación del Valle de los Caídos
8 AGO 2019





La ley de Memoria Histórica de España del PSOE, no incluye la represión que hubo durante la España Republica (1936-1939) o guerra civil española, con su mismo partido, anarquistas y del POUM, que ejecutaron Stalin y su representación en España el PCE.



LEY 52/2007, de 26 de diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la Guerra Civil y la Dictadura




Artículo 15. Símbolos y monumentos públicos.
1. Las Administraciones públicas, en el ejercicio de sus competencias, tomarán las medidas oportunas para la retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura. Entre estas medidas podrá incluirse la retirada de subvenciones o ayudas públicas.

2. Lo previsto en el apartado anterior no será de aplicación cuando las menciones sean de estricto recuerdo privado, sin exaltación de los enfrentados, o cuando concurran razones artísticas, arquitectónicas o artístico-religiosas protegidas por la ley.



Artículo 16. Valle de los Caídos.

1. El Valle de los Caídos se regirá estrictamente por las normas aplicables con carácter general a los lugares de culto y a los cementerios públicos.

2. En ningún lugar del recinto podrán llevarse a cabo actos de naturaleza política ni exaltadores de la Guerra Civil, de sus protagonistas, o del franquismo.


Como se puede comprobar difiere mucho entre  el Proyecto de ley de 8 de septiembre de 2006 en el (Artículo 18. Valle de los Caídos. ) y el de La ley de 26 de diciembre de 2007 en el artículo (Artículo 16. Valle de los Caídos.) e incluso omite el punto 3 (sobre la Fundación gestora del Valle de los Caídos)


El  oportunismo del PSOE  y su política de efecto

 El día de la noticia es el  día de la raza o   Fiesta nacional de España




El día de la raza de 12 octubre de 1936. Venceréis, pero no convenceréis de  Miguel de Unamuno


12 años después. El ritmo de la aplicación de la Ley de Memoria Histórica de España.

Los restos de Franco saldrán del Valle de los Caídos antes del 25 de octubre

 12 de octubre de 2019 





Algunas pinceladas sobre la historia del movimiento obrero en España, desde  principio del siglo XX, y las políticas de los partidos que han gobernado en España, después de la dictadura de Francisco Franco , o llamada transición española




Este año hace 100 años de estas conquistas, fueron conquistadas al calor de la Revolución rusa de 1917







Resolución copiada íntegramente

PROPUESTA DE RESOLUCIÓN COMÚN

18.9.2019


Para sustituir a las propuestas de Resolución siguientes:


B9‑0098/2019 (ECR)  


B9‑0100/2019 (Renew)


Resolución del Parlamento Europeo sobre la importancia de la memoria histórica europea para el futuro de Europa
2019/2819(RSP)

Michael Gahler, Andrius Kubilius, Rasa Juknevičienė, Željana Zovko, David McAllister, Antonio Tajani, Sandra Kalniete, Traian Băsescu, Radosław Sikorski, Andrzej Halicki, Andrey Kovatchev, Ewa Kopacz, Lukas Mandl, Alexander Alexandrov Yordanov, Andrea Bocskor, Inese Vaidere, Elżbieta Katarzyna Łukacijewska, Vladimír Bilčík, Ivan Štefanec, Liudas Mažylis, Loránt Vincze, Arba Kokalari en nombre del Grupo PPE



 Michal Šimečka, Frédérique Ries, Ramona Strugariu, Katalin Cseh, Ondřej Kovařík, Vlad-Marius Botoş, Izaskun Bilbao Barandica, Jan-Christoph Oetjen, Sheila Ritchie, Olivier Chastel, Petras Auštrevičius en nombre del Grupo Renew

Ryszard Antoni Legutko, Anna Fotyga, Tomasz Piotr Poręba, Dace. Melbārde, Witold Jan Waszczykowski, Ryszard Czarnecki, Jadwiga Wiśniewska, Bogdan Rzońca, Anna Zalewska, Jacek Saryusz-Wolski, Grzegorz Tobiszowski, Joanna Kopcińska, Elżbieta Rafalska, Joachim Stanisław Brudziński, Beata Szydło, Beata Mazurek, Andżelika Anna Możdżanowska, Beata Kempa, Patryk Jaki, Charlie Weimers en nombre del Grupo ECR


– Vistos los principios universales de los derechos humanos y los principios fundamentales de la Unión Europea como una comunidad basada en valores comunes.

– Vista la declaración realizada por el vicepresidente primero Frans Timmermans y la comisaria Vĕra Jourová el 22 de agosto de 2019, víspera del Día Europeo en Conmemoración de las Víctimas del Estalinismo y del Nazismo

– Vista la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, adoptada el 10 de diciembre de 1948

– Vista su Resolución, de 12 de mayo de 2005, sobre el 60.º aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial en Europa el 8 de mayo de 1945[1],

– Vista la Resolución 1481 de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, de 26 de enero de 2006, sobre la necesidad de una condena internacional de los crímenes de los regímenes comunistas totalitarios,

– Vista la Decisión Marco 2008/913/JAI del Consejo, de 28 de noviembre de 2008, relativa a la lucha contra determinadas formas y manifestaciones de racismo y xenofobia mediante el Derecho penal[2],

– Vista la Declaración de Praga sobre la Conciencia Europea y el Comunismo, adoptada el 3 de junio de 2008,

– Vista su Declaración sobre la proclamación del 23 de agosto como Día Europeo Conmemorativo de las Víctimas del Estalinismo y del Nazismo, adoptada el 23 de septiembre de 2008[3],

– Vista su Resolución, de 2 de abril de 2009, sobre la conciencia europea y el totalitarismo[4],

– Visto el informe de la Comisión, de 22 de diciembre de 2010, sobre la memoria de los crímenes cometidos por los regímenes totalitarios en Europa (COM(2010)0783),

– Vistas las Conclusiones del Consejo, de 9 y 10 de junio de 2011, sobre la memoria de los crímenes cometidos por los regímenes totalitarios en Europa,

– Vista la Declaración de Varsovia pronunciada el 23 de agosto de 2011, con ocasión del Día Europeo Conmemorativo de las Víctimas del Estalinismo y el Nazismo,

– Vista la declaración conjunta realizada el 23 de agosto de 2018 por representantes del Gobierno de los Estados miembros en conmemoración de las víctimas del comunismo,

– Vista su histórica Resolución sobre la situación en Estonia, Letonia y Lituania, aprobada el 13 de enero de 1983 como respuesta al «Llamamiento Báltico» de 45 ciudadanos de esos países,

– Vistas las resoluciones y declaraciones sobre los crímenes de los regímenes comunistas totalitarios adoptadas por varios Parlamentos nacionales,

– Visto el artículo 132, apartados 2 y 4, de su Reglamento interno,

A. Considerando que este año se conmemora el 80.º aniversario del estallido de la Segunda Guerra Mundial, que provocó un sufrimiento humano sin precedentes y dio lugar a la ocupación de varios países europeos durante décadas;

B. Considerando que hace 80 años, el 23 de agosto de 1939, la Unión Soviética comunista y la Alemania nazi firmaron un Tratado de no Agresión, conocido como el Pacto Molotov-Ribbentrop, y sus protocolos secretos, por el que Europa y los territorios de Estados independientes se repartían entre estos dos regímenes totalitarios y se agrupaban en torno a esferas de interés, allanando así el camino al estallido de la Segunda Guerra Mundial;

C. Considerando que, como consecuencia directa del Pacto Molotov-Ribbentrop, al que le siguió el Tratado de Amistad y Demarcación nazi-soviético de 28 de septiembre de 1939, la República de Polonia fue invadida en primer lugar por Hitler y, dos semanas después, por Stalin, lo que privó al país de su independencia y conllevó una tragedia sin precedentes para el pueblo polaco; que la Unión Soviética comunista comenzó, el 30 de noviembre de 1939, una agresiva guerra contra Finlandia y, en junio de 1940, ocupó y se anexionó partes de Rumanía (territorios que nunca fueron devueltos) y se anexionó las repúblicas independientes de Lituania, Letonia y Estonia;

D. Considerando que, tras la derrota del régimen nazi y el fin de la Segunda Guerra Mundial, algunos países europeos pudieron reconstruirse y acometer un proceso de reconciliación, pero otros siguieron sometidos a dictaduras, a veces bajo la ocupación o la influencia directa de la Unión Soviética, durante medio siglo, y continuaron privados de libertad, soberanía, dignidad, derechos humanos y desarrollo socioeconómico;

E. Considerando que, mientras que los crímenes del régimen nazi fueron evaluados y castigados gracias a los juicios de Núremberg, sigue existiendo la necesidad urgente de sensibilizar sobre los crímenes perpetrados por el estalinismo y otras dictaduras, evaluarlos moral y jurídicamente, y llevar a cabo investigaciones judiciales sobre ellos;

F. Considerando que, en algunos Estados miembros, las ideologías comunista y nazi están prohibidas por ley;

G. Considerando que, desde su inicio, la integración europea ha sido una respuesta a los sufrimientos provocados por dos guerras mundiales y por la tiranía nazi, que condujo al Holocausto, y a la expansión de los regímenes comunistas totalitarios y antidemocráticos en la Europa Central y Oriental, así como una manera de superar las profundas divisiones y hostilidades en Europa mediante la cooperación y la integración y de acabar con las guerras y consolidar la democracia en Europa; que para los países europeos que sufrieron la ocupación soviética y las dictaduras comunistas, la ampliación de la Unión, que comenzó en 2004, supuso su regreso a la familia europea, a la que pertenecen;

H. Considerando que deben mantenerse vivos los recuerdos del trágico pasado de Europa, con el fin de honrar la memoria de las víctimas, condenar a los autores y establecer las bases para una reconciliación basada en la verdad y la memoria;

I. Considerando que recordar a las víctimas de los regímenes totalitarios y reconocer y divulgar el legado común europeo de los crímenes cometidos por las dictaduras comunista, nazi y de otro tipo es de vital importancia para la unidad de Europa y de los europeos, así como para consolidar la resiliencia europea frente a las amenazas externas actuales;

J. Considerando que hace treinta años, el 23 de agosto de 1989, se celebró el 50.º aniversario del Pacto Molotov-Ribbentrop y se recordó a las víctimas de los regímenes totalitarios mediante la Cadena Báltica, una manifestación sin precedentes en la que participaron dos millones de lituanos, letones y estonios que, tomándose de la mano, formaron una cadena humana desde Vilna hasta Tallin, pasando por Riga;

K. Considerando que, a pesar de que el 24 de diciembre de 1989 el Congreso de los Diputados del Pueblo de la URSS condenó la firma del Pacto Molotov-Ribbentrop, junto con otros acuerdos celebrados con la Alemania nazi, las autoridades rusas negaron, en agosto de 2019, ser responsables de este acuerdo y de sus consecuencias, y en la actualidad están fomentando la idea de que Polonia, los Estados bálticos y Occidente fueron los verdaderos instigadores de la Segunda Guerra Mundial;


“El 24 de diciembre de 1989, el Congreso de los Diputados del Pueblo de la Unión Soviética condenó la firma del Protocolo adicional secreto del Tratado, así como la de otros documentos secretos firmados entre la URSS y Alemania nazi.8

En junio de 2019, en vísperas de cumplirse el 80º aniversario de la firma del Pacto, el Departamento histórico-documental del ministerio de Exteriores de Rusia por primera vez ha publicado las imágenes originales del documento.910​”


L. Considerando que recordar a las víctimas de los regímenes totalitarios y autoritarios, y reconocer y divulgar el legado común europeo de los crímenes cometidos por las dictaduras estalinista, nazi y de otro tipo es de vital importancia para la unidad de Europa y de los europeos, así como para consolidar la resiliencia europea frente a las amenazas externas actuales;

M. Considerando que grupos y partidos políticos abiertamente radicales, racistas y xenófobos incitan al odio y a la violencia en la sociedad, por ejemplo mediante la difusión de discursos de incitación al odio en línea, lo que a menudo genera un aumento de la violencia, la xenofobia y la intolerancia;

1. Recuerda que, tal como se consagra en el artículo 2 del TUE, la Unión se fundamenta en los valores de respeto de la dignidad humana, libertad, democracia, igualdad, Estado de Derecho y respeto de los derechos humanos, incluidos los derechos de las personas pertenecientes a minorías; recuerda, asimismo, que estos valores son comunes a todos los Estados miembros;

2. Pone de relieve que la Segunda Guerra Mundial, la guerra más devastadora de la historia de Europa, fue el resultado directo del infame Tratado de no Agresión nazi-soviético de 23 de agosto de 1939, también conocido como Pacto Molotov-Ribbentrop, y sus protocolos secretos, que permitieron a dos regímenes totalitarios, que compartían el objetivo de conquistar el mundo, repartirse Europa en dos zonas de influencia;

3. Recuerda que los regímenes nazi y comunista cometieron asesinatos en masa, genocidios y deportaciones y fueron los causantes de una pérdida de vidas humanas y de libertad en el siglo XX a una escala hasta entonces nunca vista en la historia de la humanidad; recuerda, asimismo, los atroces crímenes del Holocausto perpetrado por el régimen nazi; condena en los términos más enérgicos los actos de agresión, los crímenes contra la humanidad y las violaciones masivas de los derechos humanos perpetrados por los regímenes comunista, nazi y otros regímenes totalitarios;

4. Expresa su profundo respeto por cada una de las víctimas de estos regímenes totalitarios y pide a todas las instituciones y agentes de la Unión que hagan todo lo posible para asegurarse de que los atroces crímenes totalitarios contra la humanidad y las graves violaciones sistemáticas de los derechos humanos sean recordados y llevados ante los tribunales, y que garanticen que estos crímenes no vuelvan a repetirse jamás; hace hincapié en la importancia de mantener viva la memoria del pasado, puesto que no puede haber reconciliación sin memoria, y reafirma su posición unida contra todo régimen totalitario sea cual sea su ideología de base;

5. Pide a todos los Estados miembros de la Unión que hagan una evaluación clara y basada en principios de los crímenes y los actos de agresión perpetrados por los regímenes comunistas totalitarios y el régimen nazi;

6. Condena toda manifestación y propagación de ideologías totalitarias, como el nazismo y el estalinismo, en la Unión;

7. Condena el revisionismo histórico y la glorificación de los colaboradores nazis en algunos Estados miembros de la Unión; expresa su gran preocupación ante la creciente aceptación de ideologías radicales y la regresión al fascismo, el racismo, la xenofobia y otras formas de intolerancia en la Unión Europea; manifiesta su inquietud ante los casos que se han denunciado, en algunos Estados miembros, de colusión entre, por un lado, líderes políticos, partidos políticos y fuerzas de seguridad y, por otro, movimientos radicales, racistas y xenófobos de distintas denominaciones políticas; pide a los Estados miembros que condenen estos actos de la forma más enérgica posible, ya que menoscaban los valores de paz, libertad y democracia de la Unión;

8. Pide a todos los Estados miembros que conmemoren el 23 de agosto como Día Europeo Conmemorativo de las Víctimas del Estalinismo y del Nazismo a escala tanto nacional como de la Unión, y que sensibilicen a la nueva generación con respecto a estas cuestiones incluyendo la historia y el análisis de las consecuencias de los regímenes totalitarios en los planes de estudios y los libros de texto de todas las escuelas de la Unión; pide a los Estados miembros que apoyen la documentación del turbulento pasado de Europa, por ejemplo mediante la traducción de los procedimientos de los juicios de Núremberg a todas las lenguas de la Unión;

9. Pide a los Estados miembros que condenen y contrarresten todas las formas de negación del Holocausto, incluidas la trivialización y la minimización de los crímenes cometidos por los nazis y sus colaboradores, y que eviten su banalización en el discurso político y en los medios de comunicación;

10. Pide una cultura común de memoria histórica que rechace los crímenes de los regímenes fascistas y estalinistas, y de otros regímenes totalitarios y autoritarios del pasado, como medio para fomentar, en particular entre las generaciones más jóvenes, la resiliencia ante las amenazas modernas que se ciernen sobre la democracia; anima a los Estados miembros a promover, a través de la cultura en general, la educación relativa a la diversidad de nuestra sociedad y nuestra historia común, incluida la enseñanza de las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial, como el Holocausto, y la deshumanización sistemática de sus víctimas durante años;

11. Pide, además, que el 25 de mayo (aniversario de la ejecución del capitán Witold Pilecki, héroe de Auschwitz) sea declarado Día internacional de los héroes de la lucha contra el totalitarismo, que será una muestra de respeto y un homenaje hacia todos aquellos que, al luchar contra la tiranía, demostraron su heroísmo y su sincero amor por la humanidad, y también ofrecerá a las generaciones futuras un claro ejemplo de la actitud que se debe asumir ante la amenaza de esclavización totalitaria;

12. Pide a la Comisión que preste apoyo efectivo a los proyectos que promueven la memoria histórica y el recuerdo en los Estados miembros y a las actividades de la Plataforma de la Memoria y la Conciencia Europeas, y que asigne recursos financieros suficientes en el marco del programa Europa para los Ciudadanos, con el fin de apoyar la conmemoración y el recuerdo de las víctimas del totalitarismo, tal y como se establece en la posición del Parlamento sobre el programa Derechos y Valores 2021-2027;


13. Declara que la integración europea como modelo de paz y reconciliación ha sido una opción libre de los pueblos de Europa para comprometerse en favor de un futuro compartido y que la Unión Europea tiene la responsabilidad especial de promover y proteger la democracia, el respeto de los derechos humanos y el Estado de Derecho, no solo dentro sino también fuera de la Unión Europea;

14. Señala que, a la luz de su adhesión a la Unión y a la OTAN, los países de Europa Central y Oriental no solo han regresado a la familia europea de países democráticos libres, sino que también han demostrado el éxito, con la ayuda de la Unión, de las reformas y el desarrollo socioeconómico; subraya, no obstante, que la posibilidad de adhesión debe seguir abierta a otros países europeos, como estipula el artículo 49 del TUE;

15.  Sostiene que Rusia sigue siendo la mayor víctima del totalitarismo comunista y que su evolución hacia un Estado democrático seguirá obstaculizada mientras el Gobierno, la élite política y la propaganda política continúen encubriendo los crímenes comunistas y ensalzando el régimen totalitario soviético; pide, por tanto, a la sociedad rusa que acepte su trágico pasado;

16. Muestra su profunda preocupación por los esfuerzos de los actuales dirigentes rusos por distorsionar los hechos históricos y ocultar los crímenes perpetrados por el régimen totalitario soviético, esfuerzos que constituyen un peligroso elemento de la guerra de la información librada contra la Europa democrática con el objetivo de dividirla, y pide a la Comisión, por tanto, que luche firmemente contra ellos;

17. Expresa su preocupación por el hecho de que se sigan usando símbolos de los regímenes totalitarios en la esfera pública y con fines comerciales, y recuerda que varios países europeos han prohibido el uso de símbolos nazis y comunistas;

18. Señala que en algunos Estados miembros siguen existiendo en espacios públicos (parques, plazas, calles, etc.) monumentos y lugares conmemorativos que ensalzan los regímenes totalitarios, lo que facilita la distorsión de los hechos históricos sobre las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial y la propagación del sistema político totalitario;

19. Condena el hecho de que las fuerzas políticas extremistas y xenófobas en Europa recurran cada vez más a la distorsión de los hechos históricos y utilicen símbolos y retóricas que evocan aspectos de la propaganda totalitaria, como el racismo, el antisemitismo y el odio hacia las minorías sexuales y de otro tipo;

20. Insta a los Estados miembros a que garanticen el cumplimiento de las disposiciones de la Decisión Marco del Consejo y hagan frente a las organizaciones que difunden discursos de incitación al odio y a la violencia en los espacios públicos y en línea;

21. Destaca que el trágico pasado de Europa debe seguir sirviendo de inspiración moral y política para afrontar los retos del mundo actual y, en particular, luchar por un mundo más justo, crear sociedades abiertas y tolerantes y comunidades que acepten a las minorías étnicas, religiosas y sexuales, y fomentar unas condiciones en las que todos puedan beneficiarse de los valores europeos;

22. Encarga a su presidente que transmita la presente Resolución al Consejo, a la Comisión, a los Gobiernos y los Parlamentos de los Estados miembros, a la Duma rusa y a los Parlamentos de los países de la Asociación Oriental.

http://www.europarl.europa.eu/doceo/data/img/hr.gif
[1] DO C 92 E de 20.4.2006, p. 392.
[2] DO L 328 de 6.12.2008, p. 55.
[3] DO C 8 E de 14.1.2010, p. 57.
[4] DO C 137 E de 27.5.2010, p. 25.



En pdf



A iniciativa de 19 diputados, 18 de ellos polacos y uno letón, una feliz coalición de conservadores, liberales, nacionalistas, socialdemócratas y algunos verdes, aprobó, por 535 votos a favor, 66 en contra y 52 abstenciones, “un retroceso ideológico hacia los peores tiempos de la guerra fría”, en palabras de la Federación Internacional de combatientes de la Resistencia (FIR).

Este es el informe que hace referencia la Resolución Europea.
– Visto el informe de la Comisión, de 22 de diciembre de 2010, sobre la memoria de los crímenes cometidos por los regímenes totalitarios en Europa (COM(2010)0783),



INFORME DE LA COMISIÓN AL PARLAMENTO EUROPEO Y AL CONSEJO

Memoria de los crímenes cometidos por los regímenes totalitarios en Europa

Bruselas, 22.12.2010



Citas del documento anterior

“En 2009 la Comisión financió un estudio de un instituto independiente con el fin de ofrecer un análisis fáctico de los métodos utilizados en los Estados miembros para abordar los problemas relativos a la memoria de los crímenes cometidos por los regímenes totalitarios [4].”

“[4] Study on how the memory of crimes committed by totalitarian regimes in Europe is dealt with in the Member States . Presentado por el profesor Dr. D. Carlos Closa Montero. Instituto de Políticas y Bienes Públicos. Centro de Ciencias Humanas y Sociales. CSIC. Madrid, España.
Si pincha el enlace:



He buscado el documento traducido al castellano, algunos enlaces lo han 
Estudiar cómo se trata la memoria de los crímenes cometidos por los regímenes totalitarios en Europa en los Estados miembros

Investigador principal: Carlos Closa Montero (CSIC-IPP)



Estudiar cómo se trata la memoria de los crímenes cometidos por los regímenes totalitarios en Europa en los Estados miembros




Resolución 1481 del Consejo de Europa


Resolución 1481 (2006)

Necesidad de la condena internacional de crímenes de regímenes comunistas totalitarios



Resolución 1481 (2006)

Necesidad de la condena internacional de crímenes de regímenes comunistas totalitarios

1. La Asamblea Parlamentaria se refiere a su Resolución 1096 (1996) sobre medidas para desmantelar el patrimonio de los antiguos sistemas totalitarios comunistas.



Resolución

Medidas para desmantelar la herencia de los antiguos sistemas totalitarios comunistas.

RES 1096    28/06/1996




Necesidad de la condena internacional de crímenes de regímenes comunistas totalitarios

Autor (es): Asamblea Parlamentaria

Origen: debate de la Asamblea el 25 de enero de 2006 (5ª sesión) (véase el Doc. 10765 , informe de la Comisión de Asuntos Políticos, ponente: Sr. Lindblad). Texto aprobado por la Asamblea el 25 de enero de 2006 (5ª sesión).

Véase el Doc. 10765

Necesidad de la condena internacional de crímenes de regímenes comunistas totalitarios

Doc. 10765

16/12/2005
Autor Göran Lindblad es un político sueco miembro del Partido Moderado  y pertenece al Partido Popular Europeo





Medidas para desmantelar la herencia de los antiguos sistemas totalitarios comunistas.

Doc. 7568

3 de junio de 1996

INFORME [1]
Ponente: Sr. SEVERIN, Rumania, Grupo Socialista.


DECISIÓN No 1904/2006/CE DEL PARLAMENTO EUROPEO Y DEL CONSEJO de 12 de diciembre de 2006 por la que se establece el programa «Europa con los ciudadanos» para el período 2007-2013 a fin de promover la ciudadanía europea activa



Diario Oficial de la Unión Europea



Textos aprobados

Martes, 23 de septiembre de 2008

P6_TA (2008) 0439
Declaración del Parlamento Europeo sobre la proclamación del 23 de agosto como Día Europeo Conmemorativo de las Víctimas del Estalinismo y del Nazismo

(2010 / C 8 E / 10)

Lista de firmantes



Declaración del Parlamento Europeo sobre la proclamación del 23 de agosto como Día Europeo Conmemorativo de las Víctimas del Estalinismo y del Nazismo

23 de septiembre de 2008 – Bruselas



Borrador original propuesto al Parlamento Europeo. Declaración final aprobada por el Parlamento Europeo


Derechos fundamentales - 03-10-2008 

El 23 de agosto de 1939, Hitler y Stalin firmaron el "pacto de no agresión" por el que se repartían Europa en dos zonas de influencia. Casi setenta años después, cinco eurodiputados propusieron que la fecha sea desde 2009 el Día Europeo de las Víctimas del Estalinismo y el Nazismo para "preservar la memoria de las víctimas de las deportaciones y las exterminaciones" y reforzar "la paz y la estabilidad". Apoyada por más de la mitad de la Cámara, la propuesta fue aprobada el 22 de septiembre.


El pacto Molotov-Ribbentrop, bautizado así por los ministros de Asuntos Exteriores de Alemania y la URRSS firmantes del acuerdo, tuvo lugar apenas una semana antes de que estallara la II Guerra Mundial.

Apoyo de todos los partidos

El eurodiputado británico del Partido Popular Europeo Christopher Beazley, Uno de los impulsores de la iniciativa, destaca que la declaración ha sido apoyada por parlamentarios "de todos los grupos políticos y de cada uno de los Estados miembros".

Esto representa, para la letona del grupo Unión por la Europa de las Naciones "un paso hacia en entendimiento mutuo del pasado y la construcción de un futuro común". Recuerda que "la historia de los veintisiete países que forman la Unión Europea ha sido muy distinta", y que "como consecuencia del telón de acero, en el Este no tuvimos mucha información sobre la represión, las deportaciones y los asesinatos". "Yo misma no descubrí lo que había ocurrido realmente hasta principios de los años 90", confiesa.

Una fecha con significado

El liberal alemán Alexander Alvaro explica que la fecha del 23 de agosto "tiene un significado especial en Europa oriental y occidental", y opina que "elegir esta jornada como día conmemorativo de las víctimas nos recordará los crímenes del pasado y que es una tarea común asegurarse de que los horrores no vuelvan a repetirse nunca".

A su vez, la socialista húngara Zita Gurmai apunta que "en un momento en el que la extrema derecha está fortaleciéndose en Europa, es aún más importante recordar a las víctimas, para que este sea un continente de paz y estabilidad también en el futuro".

Trascendencia política

Por su parte, la socialista estonia Marianne Mikko asegura que "como miembros electos del Parlamento Europeo, teníamos que responder a este acontecimiento histórico de gran trascendencia política, con el que dos hombres marcaron el futuro de Europa por medio siglo".

El primer Día Europeo conmemorativo de las Víctimas del Estalinismo y el Nazismo se celebrará en toda la Unión Europea el 23 de agosto de 2009, setenta años después de la forma del pacto de no-agresión.







Resolución del Parlamento Europeo, 23 de octubre de 2008, sobre la conmemoración del Holodomor, la hambruna artificial en Ucrania (1932-1933)




Declaración de Praga sobre Conciencia Europea y Comunismo


Declaración de Praga sobre la conciencia europea y el comunismo

3 de junio de 2008, Praga, Senado del Parlamento de la República Checa




Alexandr Vondra, Ján Figeľ, Jana Hybášková, Jan Marinus Wiersma, István Szent-Iványi, Hanna Foltyn-Kubicka, László Tőkés, Vladimír Remek (en inglés aquí), su opiniónen nombre del Grupo GUE/NGL. – (CS) Señora Presidenta, Señorías, los esfuerzos por afirmar que el comunismo es igual que el nazismo o el fascismo y crear los denominados nuevos institutos o plataformas de investigación huelen a oportunismo político. La derecha radical lo necesita también debido a las próximas elecciones. No tiene nada que ver con valoraciones objetivas, realmente independientes. Ya hay suficientes institutos y centros históricos que se ocupan de eso. Por supuesto, no estoy ciego y es cierto que bajo el llamado comunismo hubo represión, injusticia y coacción. Sí, hace falta investigar y condenar justamente los crímenes. Incluso Jan Zahradil del ODS comentó en las audiencias: «La identificación del comunismo con el nazismo alemán es y no es correcta. Ha de hacerse de manera que se tengan en cuenta las relaciones y se analicen». Si alguien no quiere ver la diferencia entre comunismo y nazismo, entre comunistas del pasado y comunistas del presente, quienes, como yo, representan, cifras importantes de votantes comunistas tras unas elecciones democráticas, es que quizá sencillamente esté intentando meterme en el mismo saco que a los nazis.”
 Philip Claeys (NI), Tunne Kelam (PPE-DE), Józef Pinior (PSE), Ģirts Valdis Kristovskis (UEN), Gisela Kallenbach (Verts/ALE), su opinión “ (DE) Señora Presidenta, Señorías, casi 20 años después de la caída del Telón de Acero, este es el primer debate que tiene lugar en esta Cámara sobre un tema que podría abrir una brecha entre los pueblos del Este y el Oeste, incluso en el seno de nuestra Comunidad Europea. ¿Por qué? La visión de un régimen totalitario desde fuera es muy diferente de la visión que del mismo se tiene desde dentro. La forma de abordar y contar la historia europea del siglo XX difiere mucho, en particular en los distintos Estados miembros. Además, en algunos Estados miembros de Europa Central y del Este, siguen estando en el poder y gozan de gran estima personas que no respetaron los derechos humanos o enviaron a personas a los campos o a la muerte sin seguir los procedimientos que contempla la ley. Esto envenenará nuestro futuro común si no sabemos reconocerlo debidamente. Por tanto, Europa no debería quedarse quieta.

Acojo con agrado el hecho de que ahora hayamos otorgado a este problema una plataforma europea. Confío en que ello no frene el debate de hoy y que nosotros y la Comisión iniciemos juntos un proceso para aplicar los proyectos que se han mencionado. Espero que consigamos completar este proceso para pedir cuentas a los responsables que aún están vivos y conmemorar a las víctimas, con el fin de fomentar un mayor entendimiento entre todos con vistas a un futuro común.

Athanasios Pafilis del Grupo GUE/NGL,  su opinión “(EL) Señora Presidenta, la intensificación de la lamentable estrategia anticomunista de la Unión Europea es un insulto descarado al pueblo: con la falsificación de la historia, la difamación y las mentiras, el fascismo se está equiparando al comunismo. El régimen más reaccionario y bárbaro al que ha dado origen el capitalismo, es decir, el fascismo, está siendo equiparado con la idea más progresista concebida por el hombre, es decir, el comunismo y la abolición de la explotación del hombre por el hombre.

Es un insulto a la memoria de veinte millones de soviéticos que sacrificaron sus vidas para vencer al fascismo. Este anticomunismo vulgar más que al pasado está orientado en particular al presente y al futuro. Su objetivo en la actualidad es reducir la resistencia popular y hacer recaer la carga de la crisis capitalista sobre los trabajadores, y su objetivo para el día de mañana es anticipar el inevitable reto general y derrocamiento del sistema capitalista. Por eso está atacando a los comunistas y echando por tierra las posibilidades socialistas o comunistas, o ambas. Además pretende coaccionar a los partidos comunistas, que permanecen firmes a sus principios, a abandonarlos e integrarse.

Se engañan a ustedes mismos. Los comunistas no tienen intención de agachar la cabeza. Han defendido su ideología incluso con sus vidas. No vamos a firmar ninguna declaración de arrepentimiento a los imperialistas. Su derrocamiento es una necesidad social y nosotros haremos que se cumpla de forma consistente. No les tenemos miedo. La evolución social continuará; eso es lo que les horroriza y por lo que están llevando a cabo esta campaña.”
 Roberto Fiore (NI), József Szájer (PPE-DE), Katrin Saks (PSE), Wojciech Roszkowski (UEN),  Christopher Beazley (PPE-DE), Luis Yañez-Barnuevo García (PSE) su opinión “(ES) Señora Presidenta, no nos olvidemos –estoy de acuerdo– y no maticemos demasiado, desde el punto de vista político, que los totalitarismos son todos condenables y que el comunismo y el fascismo hicieron daño irreparable a este continente.

Hoy somos un continente unido, de 27 naciones, de 500 millones de personas que compartimos valores de libertad, de democracia, de derechos humanos, y debemos condenar por igual el comunismo totalitario que asoló la Europa Central y del Este y el nazifascismo que años antes había asolado muchos países de Europa, entre ellos el mío.

Yo viví 32 años bajo la dictadura de Franco y no debo olvidar eso, como tampoco lo habrán olvidado algunos de los oradores, como en Grecia o en Portugal.

Yo no olvidé nunca, ni cuando era joven, el sufrimiento que estaban pasando los pueblos bajo la dictadura comunista. Nunca fui comunista y siempre condené aquello. Y eso no es óbice para que fuera un luchador antifranquista y condenara el franquismo.

La lucha es la misma. Tenemos que luchar por los mismos principios, por los mismos valores y recordar permanentemente a las víctimas de todas esas formas de totalitarismo.

Inese Vaidere (UEN), Rihards Pīks (PPE-DE), Csaba Sándor Tabajdi (PSE), Roberts Zīle (UEN),  Marian-Jean Marinescu (PPE-DE), Ljudmila Novak (PPE-DE), Ewa Tomaszewska (UEN), Bogusław Sonik (PPE-DE), György Schöpflin (PPE-DE), Vytautas Landsbergis (PPE-DE), Alexandr Vondra,  Ján Figeľ,  Filip Kaczmarek (PPE-DE)



Resolución del Parlamento Europeo, de 2 de abril de 2009, sobre la conciencia europea y el totalitarismo


2 de abril de 2009 – Bruselas

“(Vistas las declaraciones efectuadas el 4 de julio de 2006 por su Presidente y por los grupos políticos "70 años después del Golpe de Estado del General Franco en España)”

11.  Pide, a este respecto, al Consejo y a la Comisión que apoyen y defiendan las acciones de las ONG, como Memorial en la Federación de Rusia, comprometidas activamente con la investigación y la recopilación de documentos relativos a los crímenes perpetrados durante el periodo estalinista;


13.  Solicita que se cree una Plataforma de la Memoria y de la Conciencia Europeas que preste apoyo a la creación de redes y a la cooperación entre los institutos nacionales de investigación especializados en la historia de los regímenes totalitarios así como un centro paneuropeo de documentación o un monumento conmemorativo dedicado a las víctimas de todos los regímenes totalitarios;

14.  Pide que se refuercen los instrumentos financieros existentes en este ámbito con vistas a prestar apoyo a la investigación histórica profesional sobre las cuestiones recogidas anteriormente;

16.  Expresa su convencimiento de que el objetivo final de la divulgación y de la evaluación de los crímenes perpetrados por los regímenes totalitarios comunistas es la reconciliación, que puede lograrse mediante la admisión de responsabilidades, la petición de perdón y el fomento de la renovación moral;



Dossier de prensa

Parlamento Europeo: una resolución infame sobre memoria histórica




Noticias falsas creada por los fascistas.

El Parlamento Europeo no va a obligar a España a quitar calles dedicadas a Carrillo o la Pasionaria


Noticias falsas

Una resolución del Parlamento Europeo obliga a la retirada de los símbolos y personajes comunistas de las calles. Por Francisco Lanzas



Noticias falsas


Creando noticias falsas


La «Verdad Histórica» europea… no como en España



Los fascistas se frotan las manos

El 19 de septiembre el Parlamento Europeo condenó los crímenes y genocidios cometidos por los regímenes totalitarios instaurados por el comunismo y el nacional-socialismo durante el siglo XX.


La fuente de este fascista , es del el libro negro del Comunismo




La manipulación política de la histórica a través de Wikipedia.


Terror Rojo (España): expresión utilizada por el bando sublevado para referirse a la represión en la zona republicana durante la Guerra Civil Española;



El libro negro de Federico

Federico Jiménez Losantos.  Memoria del comunismo de Lenin a Podemos


Crítica a Memoria del comunismo de Federico Jiménez Losantos




Federico Jiménez Losantos entrevista a Stephane Courtois, autor de 'El libro negro del Comunismo'.




El libro negro, puesto a medir la "dimensión criminal" de la historia contemporánea, no menciona el signo emblemático de las dos matanzas masivas y planetarias de los últimos 100 años, es decir, las dos Guerras Mundiales

.



[Libro] negro del comunismo: crímenes, terror, represión


Stéphane Courtois, Nicolas Werth, Jean-Louis Panné, Andrzej Paczkoski, Karel Bartosek, Jean-Louis Margolin. Espasa-Planeta, 1998.


 [Libro] negro del comunismo: crímenes, terror, represión

Índice y el libro en otro formato




Traducción por César Vidal

                                                Índice

¿Cuántos antiguos celosos estalinistas, por no haber sabido distinguir estalinismo y comunismo, han dejado de ser comunistas dejando de ser estalinistas, para unirse a la causa liberal con el fervor de los conversos?

 En este caso concreto representado por ejemplo  Stéphane Courtois,  que hizo campaña 1968/71 a la organización marxista-leninista maoísta Vive el comunismo, que cambió su nombre en 1969 para vivir la revolución alrededor de Roland Castro. Dirigió durante un tiempo la organización de la biblioteca, rue Geoffroy-Saint-Hilaire en París. Se define como que fue "anarco-maoísta", al igual que muchos "se arrepintió" de pertenecer a la extrema izquierda y más tarde se convirtió en partidario de la democracia representativa de partidos múltiples y en un furibundo anticomunista.

25 millones de muertos contra 100 millones, 20 años de terror contra 60


Introducción: Los crímenes del comunismo - Stéphane Courtois    pág. 13

Cita:

“Estimación personal.

Los regímenes comunistas cometieron crímenes que afectaron a 100.000 millones, contra unos 25.000.000 millones aproximadamente el nazismo”

                                       Primera parte



Observaciones al texto del anticomunista- cuenta cadáveres de Nicolas Werth


UN ESTADO CONTRA SU PUEBLO. Violencias, terrores y represiones en la Unión Soviética - Nicolas Werth y  en inglés   Nicolas Werth          pág.      52

Advertencia del traductor             pág.        52

1º Paradojas y malentendidos de Octubre           pág.           54

Citas del texto:

«Con la caída del comunismo, la necesidad de mostrar el carácter históricamente ineluctable» de la «gran revolución socialista de octubre» ha desapercibido. 1917 podía finalmente convertirse en un objeto histórico «normal». Desgraciadamente, ni los historiadores ni nuestra sociedad están dispuestos a romper con el mito fundado del año cero, de este año en el que todo habría comenzado: la fortuna a la desgracia del pueblo »      
              
Estas frases de un historiador ruso contemporáneo, la «batalla por el relato» de 1917 continua.

Para una primera escuela histórica se califica de «liberal», la revolución de octubre no fue sino un golpe impuesto por la violencia sobre la sociedad pasiva, resultado de una hábil conspiración tramada por un puñado de fanáticos disciplinado y cínicos, desprovisto de todo base real en el país. Hoy en día, la práctica totalidad de los historiadores rusos, tanto las élites cultivadas como los dirigentes de la Rusia poscomunista, ha hecho suya la vulgata natural…………Si el Golpe de Estado bolchevique de 1917 no fue más que un accidente, entonces el pueblo ruso no fue más que una víctima inocente.            
          
Con estas citas del texto se pueden comprobar la posición ideológica que tiene este historiador. ”. Omite la primera revolución en Rusia de 1905, que se consideró como “ensayo general” de la revolución de 1917

“La primera revolución rusa costó al pueblo ruso cerca de 15.000 muertos, más de 18.000 heridos y 79.000 encarcelados”


“EN MOSCÚ: CRISIS ECONÓMICA Y SUBLEVACIÓN   pág.  61

El 25 de octubre, cuando ya en Petrogrado se ha entablado la batalla, constituye el Soviet de Moscú -demasiado tarde- su comité militar revolucionario. Los socialistas revolucionarios y los mencheviques exhortan al proletariado a reaccionar, a no seguir el ejemplo nefasto de los usurpadores de Petrogrado. La Asamblea Constituyente será la única que tenga poder para decidir sobre los destinos de Rusia. Vencidos en las votaciones, entran, sin embargo, los mencheviques en el C.M.R. para “provocar un desenlace, lo menos doloroso posible, a la tentativa del golpe de Estado de los bolcheviques”. Dicho en otros términos, entran en él ¡para sabotear la insurrección! Son admitidos...”



Esta es la visión de los marxistas revolucionarios, protagonistas en las revoluciones en Rusia.



2º      El « brazo armado de la dictadura de proletariado » pág.   69
                           
3º     El terror rojo          pág.       88
 
4º     La « guerra sucia »     pág.        100

El Tambov a la hambruna   129

Cita de la página 146
“A pesar de este movimiento internacional al menos 5 millones de personas murieron de hambre en 1921-1922 de las 29 millones de personas afectada por el hambre” nota 31

Nota 31. Serguei Adamets. Catrastrophe démographiques en Russie soviétique en 1918-1923 (Tésis doctoral EHESS, diciembre de 1995) pág. 191

Observaciones a la cita:

La manipulación política de la histórica a través de Wikipedia


En el enlace de Wikipedia sobre la Hambruna rusa de 1921, hace referencia al libro negro del comunismo. Historia de la hambruna

Hambruna rusa de 1921 5 millones de personas murieron de hambre en 1921-1922. Esta es la misma cifra que da Wikipedia.

Dice una cosa y después la fuente dice otra

En este enlace: Algunas fuentes estiman las víctimas en un millón de muertos.4


François Furet y aquí) pertenece al Centro Nacional para la Investigación Científica el mismo Centro que pertenece el equipo del libro negro del comunismo, estimó que hubo cinco millones de muertes por hambre; como comparación, el peor fracaso de cosecha de la Rusia Zarista tardía, en 1892, causó de 375 000 a 400 000 muertes. A aquel fracaso siguieron años de cosechas normales y abundantes, permitiendo acumular reservas; la cosecha de 1888 fue "excelente más allá de las esperanzas más optimistas". Además ello ocurrió en tiempos de paz, buen comercio internacional, y orden; es de notar que no hubo guerra extendida en Rusia antes de 1917.



Víctor Serge. La hambruna rusa es solo un episodio trágico de la guerra de clases internacional

 Victor Serge. Ayuda para Rusia. Las causas de la hambruna rusa (23 de octubre de 1921)


Victor Serge. Ayuda para Rusia. La realidad de la hambruna  (8 de noviembre de 1921)



Utiliza cifras oficiales

Victor Serge. Alivio para Rusia. Cara a cara con la hambruna (21 de febrero de 1922)



De la tregua al «gran giro»   155


Colectivización forzosa y deskucalikización  171


La gran hambre 185


Por su parte, El libro negro del comunismo, publicado en 1997 en coincidencia con el 80º aniversario de la revolución bolchevique, estima unos seis millones de muertes para el bienio 1932-33.7

Robert Conquest  once millones de campesinos habían muerto en el período 1932-33 


Elementos socialmente extraño y ciclos represivos    pág. 197

Serguéi Kírov Su asesinato fue el detonante de la gran represión de los años 30.

10º El gran terror (1936- 1938)       pág.  214


11º El imperio de los campos de concentración    pág. 235

12º  El reverso de una victoria        pág.  249

13º   Apogeo y crisis del gulag         pág.  267

14º La última conspiración              pág. 278

15º  La salida del estalinismo         pág. 287


A modo de conclusión                    pág. 299


                                     Segunda parte

               Revolución mundial, guerra civil y terror


1.  La Komintern en acción -    Stéphane Courtois y Jean-Louis Panné     pág.  309

Estos historiadores anticomunistas, todos ellos subvencionados por burguesía, utilizan la represión que hubo contra los marxistas revolucionarios del POUM, para justificar su visión ideológica  reaccionaria de la historia.

2. La sombra del NKVD proyectada en España - Stéphane Courtois y Jean-Louis Panné   pág.    377

Índice del contenido

La línea general de los comunistas «Consejeros » y agentes

Después de las calumnias… las balas en la nuca, Victor Serge

Mayo de 1937 y la eliminación del POUM

El NKVD en acción

Un «proceso de Moscú» en Barcelona

En las Brigadas internacionales

El exilio y la muerte en la « Patria de los trabajadores » 


3. Comunismo y terrorismo - Rémi Kauffer   pág.   399

                                     Tercera parte

             La otra Europa víctima del comunismo

1.    Polonia, la «nación-enemigo» - Kamil Kaos Jr.  409
2.    Europa central y del sureste - Kamil Kaos   441

                                      Cuarta parte

Comunismos de Asia: entre la «reeducación» y la matanza

1  China: una larga marcha hacia la noche – Jean-Louis Margolin  516


2  Corea del Norte, Vietnam, Laos: la semilla del dragón - Jean-Louis MargolinPierre Rigoulot  614

3 Camboya: en el país del crimen desconcertante - Jean-Louis Margolin  648

                                   Quinta parte

                                  El tercer mundo

América Latina, campo de pruebas de todos los comunismos - Pascal Fontaine  725

Afrocomunismos: Etiopía, Angola y Mozambique - Jonathan Diallo y Delfín Mosibe   762
3 El comunismo en Afganistán - 




La manipulación política de la histórica a través de Wikipedia.


Terror Blanco. La expresión Terror Blanco puede designar periodos de represión, persecución o acciones violentas cometidas por fuerzas monárquicas o conservadoras como parte de una contrarrevolución.

  • Terror Blanco en Francia: nombre que designa varios episodios de represión y terror llevados a cabo por los monárquicos contra sus oponentes.
  • Terror Blanco en Rusia: periodo de violencia de masas y atrocidades contrarrevolucionarias perpretadas por el Ejército Blanco y los oponentes al gobierno soviético, durante la Guerra Civil Rusa.
  • Terror Blanco en Hungría: un periodo de dos años (1919-1921) de violenta represión contrarrevolucionaria por parte de bandas reaccionarias que intentaban borrar todo vestigio de la breve república comunista.
  • Terror Blanco en España, nombre que designa en la historiografía no española a la represión franquista.




  • Terror Rojo (Francia): parte de la época conocida como El Terror, período inmediatamente posterior a la Revolución francesa, caracterizada por su extrema violencia y numerosas ejecuciones a cargo de los jacobinos;
  • Terror Rojo (Rusia): en la Rusia Soviética previa a la formación de la Unión Soviética existió una campaña de arrestos y ejecuciones masivas conducida por las fuerzas bolcheviques inmediatamente después de la Revolución de Octubre, entre 1918 y 1922;
  • Terror Rojo (Hungría): atrocidades cometidas en 1919 en la República Soviética Húngara;
  • Terror Rojo (España): expresión utilizada por el bando sublevado para referirse a la represión en la zona republicana durante la Guerra Civil Española;
  • Terror Rojo (China): campaña llevada a cabo por la Guardia Roja china entre 1966 y 1967;
  • Terror Rojo (Etiopía): campaña de represión llevada a cabo por el Derg, presidido por Mengistu Haile Mariam en 1977 y 1978;



Del libro negro del comunismo

Referencias:

El « brazo armado de la dictadura del proletariado enemigo»   69

3º     El terror rojo  
      
4º     La « guerra sucia »     pág.        100
Referencias

Checa. Comisión Extraordinaria Panrusa para la lucha con la Contrarrevolución y el Sabotaje' fue la primera de las organizaciones de inteligencia política y militar soviética, creada el 20 de diciembre de 1917 por Feliks Dzerzhinski y disuelta el  6 de febrero de 1922  La checa soviética sucedió a la antigua Ojrana zarista, cuya organización interna emuló. Su cometido era «suprimir y liquidar», con amplísimos poderes y casi sin límite legal alguno, todo acto «contrarrevolucionario» o «desviacionista».

Por extensión, se denominaron «checa» a diversas policías políticas secretas que surgieron en otros países con posterioridad. En la España republicana, también recibieron el nombre de «checas» los locales que durante la Guerra Civil utilizaban organismos análogos, a menudo parapoliciales, para detener, interrogar, torturar y juzgar de forma sumarísima.1






Historiador socialista-revolucionario en su [Libro] Serguei  P. Melgunov. El terror rojo en Rusia 1918-1924


El Tambov a la hambruna   129

Hambruna rusa de 1921  llamada la hambruna de la región del Volga,  tuvo lugar en Rusia a principios de la primavera de 1921 y que duró hasta 1922.  La hambruna fue tan severa que era dudoso que el grano fuera sembrado más bien que comido. En cierta ocasión, las agencias de alivio tuvieron que dar el grano al personal de ferrocarril para mover sus provisiones.

La hambruna resultó del efecto combinado de la interrupción de la producción agrícola, que comenzó durante la Primera Guerra Mundial y siguió por las perturbaciones producto de la Revolución rusa de 1917 y la Guerra Civil Rusa. A lo anterior hubo que añadir el efecto de una de las sequías intermitentes de Rusia que tuvo lugar en 1921 y que agravó la situación hasta el nivel de catástrofe nacional. En muchos casos, las imprudencias de las administraciones locales, que reconocieron los problemas demasiado tarde, contribuyeron a la tragedia.

La Intervención aliada en la Guerra civil rusa que sufrió la Rusia soviética (por parte de Estados UnidosJapón y las principales potencias europeas) llevaron a que los alimentos se destinasen al frente de batalla (comunismo de guerra), lo que sumado a los anteriores años de guerra, las sequías y el crudo invierno ruso, provocó la muerte por inanición de más de un millón de personas.


Algunas fuentes estiman las víctimas en un millón de muertos.4

4

Historia de la hambruna   Los bolcheviques sospechaban que los kúlaks trataban de minar el esfuerzo de guerra. El Libro Negro del Comunismo declara que Lenin pidió que se incautaran los alimentos que los campesinos habían cultivado para su subsistencia y las semillas para plantar la nueva cosecha en represalia por este "sabotaje"[cita requerida]. En 1920, Lenin había ordenado aumentar la confiscación de comida de la clase campesina. León Trotsky sostuvo con Lenin que esto fallaba tan pronto como en la primavera de 1920; Lenin finalmente admitió los errores.

El período post-alivio
  Los bolcheviques permitieron a las agencias de alivio seguir distribuyendo comida libre en 1923, mientras los bolcheviques vendieron el grano en el extranjero. El efecto neto, ya que el grano es fungible, era que ellos recibieron el dinero para nada de los filántropos occidentales. Cuando se descubrió este esquema, las organizaciones de alivio extranjeras suspendieron la ayuda. El primer ataque cardíaco de Lenin fue en la primavera 1922, y su afasia fue en 1923; por lo tanto, el grado de su responsabilidad en las ventas de grano es confuso. Sin embargo, el aprovechamiento de capitalistas crédulos habría concordado con las políticas que había expresado Lenin.

François Furet y aquí) estimó que hubo cinco millones de muertes por hambre; como comparación, el peor fracaso de cosecha de la Rusia Zarista tardía, en 1892, causó de 375 000 a 400 000 muertes. A aquel fracaso siguieron años de cosechas normales y abundantes, permitiendo acumular reservas; la cosecha de 1888 fue "excelente más allá de las esperanzas más optimistas". Además ello ocurrió en tiempos de paz, buen comercio internacional, y orden; es de notar que no hubo guerra extendida en Rusia antes de 1917.




Crítica del libro negro del comunismo


Entrevista a Viktor Zemskov. El Terror Rojo: la verdadera cifra de víctimas de Stalin. Todos los muertos de Stalin



Todos los muertos de Stalin


El Terror Rojo: la verdadera cifra de víctimas de Stalin






03/06/2001

Actualizado a  19/12/2008

El fin de la guerra fría ha permitido el primer estudio documentalmente respaldado de las represiones del régimen soviético entre 1921 y 1953


La guerra fría concluyó hace una década y ya es hora de que la propaganda dé paso a la historia, y la suposición al documento. Hace diez años que en Rusia se sabe que Stalin y su régimen mataron mucho menos de lo que se ha dicho. Que haya que quitarle un cero a la cifra de represaliados, en millones, no cambia absolutamente ninguna conclusión, ni altera los adjetivos. Simplemente, la capacidad de horrorizarse no debería estar reñida con la seriedad.


Encuentro al historiador
Viktor Zemskov en el Instituto de Historia de la Academia de Ciencias rusa. En 1989, cumpliendo una directiva del Politburó de Mijail Gorbachov, la Academia de Ciencias, encargó a Zemskov aclarar un gran enredo; las dimensiones reales de la represión estalinista. Hasta entonces, el tema había estado en manos de quienes el profesor Moshe Lewin (en inglés aquí), uno de los mayores especialistas occidentales en historia de la URSS define como, "personas con una fértil imaginación". En esa categoría se incluyen muchos "Cold warriors", cruzados de la "guerra fría". Algunos de ellos siguen hoy con el reloj parado.


Zemskov, un hombre humilde y discreto, tuvo, por primera vez, acceso a uno de los sectores más secretos de los archivos del Ministerio del Interior (Mvd-Mgb) y de la policía de estado (Ogpu-Nkvd) de Stalin. Allí se encontró con una documentación pormenorizada y exhaustiva de la máquina represora de Stalin; el Gulag, las cárceles, la estadística de fusilados, deportados, etc. Resultó que el estado y sus matarifes llevaban las cuentas de sus crímenes y fechorías con el rigor de un esmerado y pedante oficinista.


Hace casi diez años que los documentos de estos archivos han hablado, pero Zemskov y sus conclusiones siguen siendo desconocidos. "A mí no me invitan a hablar por televisión", dice sin el menor atisbo de falsa modestia. Esta es la primera entrevista de Zemskov a un medio de prensa extranjero, porque nadie se había interesado por el testimonio del hombre que alteró las cifras, no la esencia, de uno de los grandes dramas del siglo XX.


En el momento culminante de la represión estalinista, el "gran terror" de 1937-1938 en la URSS se practicaron 2,5 millones de detenciones, y entre 1921 y 1953 se fusiló por motivos políticos a 800.000 personas. La cifra es tan impresionante que, a su lado, poco importa que hasta ahora se hablara de 20 millones de detenciones o de 7 millones de fusilados.


Artículo 58 (Código Penal de la RSFS de Rusia)


Artículo 58 (Código Penal de la RSFS de Rusia) en inglés





- ¿Existen cifras exactas sobre la represión estalinista?

- El criterio "represión" puede interpretarse de diferentes formas. Yo me limito a la "represión política", es decir a los incriminados según el artículo 58 del código penal ("actividad contrarrevolucionaria y otros crímenes graves contra el estado"), que fueron condenados a muerte o a otras penas. Entre 1921 y 1953, pertenecen a este grupo unos 4 millones de personas. De ellos, cerca de 800.000 fueron condenados a fusilamiento. Además, suponemos que alrededor de 600.000 murieron en presidio, por lo que las muertes políticas fueron 1,4 millones.


- ¿Incluye ésta cifra de 4 millones, de ellos 1,4 muertos, a los "kulaks" (campesinos acomodados), los pueblos deportados, etc?


- Los "kulaks" se dividían en tres categorías. Una es la de los detenidos y juzgados como delincuentes políticos. Estos sí que entran en nuestra estadística. Otra es la de los apresados y enviados a regiones del norte, y otra la de aquellos que simplemente eran expulsados de los pueblos y se buscaban la vida en las fábricas. Los dos últimos grupos, los más numerosos, no entran en nuestra estadística, de manera que entre los 4 millones el grupo de los "kulaks" es pequeño.


- ¿Por qué no los incluyen? ¿Acaso el destierro al Norte y la deportación no son represión?

- Si, pero no eran juzgados. Sólo se les deportaba y se les confiscaba sus propiedades. Hay motivo para un debate...

- ¿O sea que si no es



El Terror Rojo: la verdadera cifra de víctimas de Stalin


La guerra fría concluyó hace ya varias décadas y ya es hora de que la propaganda dé paso a la historia, y la suposición al documento. Hace diez años que en Rusia se sabe que Stalin y su régimen mataron mucho menos de lo que se ha dicho. Que haya que quitarle un cero a la cifra de represaliados por Stalin, no cambia ninguna conclusión, ni altera los adjetivos. Simplemente, la capacidad de horrorizarse no debería estar reñida con la seriedad.


Entrevisto al historiador Viktor Zemskov en el Instituto de Historia de la Academia de Ciencias rusa. En 1989, cumpliendo una directiva del Politburó de Gorbachov, la Academia de Ciencias, encargó a Zemskov aclarar las dimensiones reales de la represión estalinista.

Zemskov tuvo, por primera vez, acceso a los archivos más secretos del Ministerio del Interior (Mvd-Mgb) y de la policía de estado (Ogpu-Nkvd) de Stalin. Allí se encontró con una documentación pormenorizada y exhaustiva de la máquina represora de Stalin; el Gulag (Administración Principal de Campos de Trabajo), las cárceles, la estadística de fusilados, deportados, etc. Resultó que el estado y sus matarifes llevaban las cuentas exactas de sus crímenes y fechorías con rigor burocrático.

¿Existen cifras exactas sobre la represión estalinista?

El criterio “represión” puede interpretarse de diferentes formas. Yo me limito a la “represión política”, es decir a los incriminados según el artículo 58 del código penal (“actividad contrarrevolucionaria y otros crímenes graves contra el estado”), que fueron condenados. Entre 1921 y 1953, pertenecen a este grupo unos 4 millones de personas.

De ellos, cerca de 800.000 fueron condenados a fusilamiento. Además, suponemos que alrededor de 600.000 murieron en presidio, por lo que las muertes por causas políticas fueron 1,4 millones.

¿Incluye ésta cifra de 4 millones, a los “kulaks” (campesinos acomodados), los pueblos deportados, etc?

Los “kulaks” se dividían en tres categorías. La de los detenidos y juzgados como delincuentes políticos que sí que entra en nuestra estadística, pero no la de los apresados y enviados a regiones del norte, ni la de aquellos que simplemente eran expulsados de los pueblos y se buscaban la vida, que eran las más numerosas.

¿Por qué no los incluyen? ¿Acaso el destierro y la deportación no son formas de represión?

Si, pero no eran juzgados. Sólo se les deportaba y se les confiscaba sus propiedades. Hay motivo para un debate…

¿O sea que si no está formalizado jurídicamente, todo eso no es represión?

Es la única manera de distinguir a los represaliados políticos del sufrimiento general.

Consideramos que a partir de 1918, cuando empieza la expropiación de los terratenientes, de los capitalistas, del clero, fueron represaliados quienes eran detenidos por la VCHK (la policía de estado), aunque, incluso si no ser detenidos, todos estos grupos perdieron todas sus propiedades.

Con los “kulaks” aplicamos el mismo criterio; los represaliados eran los detenidos, mientras que los deportados eran simplemente víctimas de las transformaciones socioeconómicas, crueles e igualitaristas. Esa circunstancia puede aplicarse a la mayoría de la población de la URSS, pues, de una u otra forma, la gente sufría, pasaba hambre, vivía mal, etc.

Los estudios más convincentes señalan que entre 1,1 y 1,2 millones de familias “kulaks” fueron destruidas en la colectivización, ¿cuántos miembros de ese colectivo de 5,5 a 6 millones de personas murieron?

La cifra aún no se ha establecido. Gracias a la estadística demográfica sabemos que en 1932 en Ucrania nacieron 782.000 y murieron 668.000, mientras que en 1933 nacieron 359.000 y murieron 1,3 millones. Está claro que la primera causa de muerte durante esos años fue el hambre.

Los nacionalistas ucranianos lo consideran un genocidio nacional, ¿está de acuerdo?

No, porque esa misma situación se dio con la población del Cáucaso del Norte, la región del Volga y Kazajstán, donde también se produjeron hambrunas. El estado soviético cometió un crimen contra todos los campesinos, independientemente de su nacionalidad.

Catorce nacionalidades de la URSS fueron deportadas por completo y 48 parcialmente. Sólo entre las etnias del Cáucaso se deportó a 650.000 personas en tres operaciones militares, vigiladas por un ejército de 100.000 hombres, sin contar 19.000 soldados del NKVD. ¿Qué se sabe de esa mortandad?


En la propia operación de deportación la mortandad no fue muy elevada. En el caso de los tártaros de Crimea, por ejemplo, murieron dos o tres personas en cada convoy ferroviario, en general ancianos. En total 191 personas.

Pero al llegar a su destino, en Uzbequistán, murieron por decenas de miles. En los primeros años de destierro la mortalidad superó con creces a la natalidad. Sobre los chechenos, no se sabe con exactitud, pero sucedió algo similar.

¿Por qué la estudiar sólo franja temporal 1921-1953? ¿Acaso concluyó la represión después de 1953?

Entre 1937 y 1953 la represión fue enormemente mortífera. En su periodo más cruel, 1937-1938, fueron condenados más de un 1.300.000 personas de las que casi 700.000 fueron fusiladas. En 1951 fueron condenados casi 55.000, y en 1952, 29.000…

En 1958, con Stalin ya muerto los condenados fueron menos de 2,000, y los ejecutados por fusilamiento 69. Es decir, el volumen de la represión se redujo veinte veces en comparación con los primeros años cincuenta, y en centenares de veces comparado con los años 30.

¿Qué le parecen las cifras sobre represión y mortandad en la URSS barajadas durante la Guerra Fría?

De lo que se trataba era de desacreditar al adversario. Occidente afirmaba que 50 o 60 millones habían sido víctimas de la represión, la colectivización, el hambre, etc. Es difícil rebatir ésas tonterías. La realidad es que la población del país fue aumentando por encima del 1%, superando el crecimiento demográfico de Inglaterra o Francia. En 1926 la URSS tenía 147 millones de habitante, en 1937 162 millones, y en 1939 170,5 millones. Los censos son fiables, y sus cifras son incompatibles con matanzas de decenas de millones.

Hoy día son mis cifras las que se barajan en las universidades.

¿Hasta qué punto son exactos los archivos del Gulag, del NKVD, etc., a los que usted accedió por primera vez gracias a Gorbachov?

La estadística del Gulag es considerada por nuestros historiadores como una de las mejores.

¿O sea, que los dirigentes conocían exactamente las dimensiones de su represión y de sus fusilamientos?

Sí. Informaban regularmente a Stalin. Un solo caso de un preso desaparecido en un naufragio o fugado, genera todo un dossier de documentos y correspondencia.

¿Se conoce cómo justificaban y argumentaban Stalin y su entorno estas matanzas y violencias?

Creo que de lo que se trataba era de deshacerse de la gente que no cuadraba con el proyecto comunista, así como de aquellos que tenían un gran instinto de preservación, aunque formalmente no fueran culpables de nada. Era una medida preventiva.

Mólotov le dijo una frase reveladora al periodista Felix Chuyev; “no esperábamos a que nos traicionaran, nosotros tomábamos la iniciativa y nos anticipábamos a ellos”.

¿Qué piensa como historiador? ¿Hasta qué punto es única la historia rusa desde el punto de vista de la gran mortandad política?

Con respecto a la historia de Inglaterra del XVII, la Francia del XVIII y la Alemania del XIX, lo de Rusia es único en el sentido de que eso ocurrió en el siglo XX, cuando ya existía una economía compleja e integrada que se hundió con la revolución. Se desmontaban las vías férreas, no había electricidad y todo se hundía, la gente moría de frío y hambre. Y antes de eso Rusia había sido un país civilizado. Es decir, que cuanto más civilizado es un país, tanto menos deseable es la revolución, por las terribles consecuencias que ésta tiene.

¿Quiere decir, que la modernidad, en lo que tiene de capacidad de matar, es lo que hace más temible a Stalin que a Gengis Kan?

Sí.

¿Se puede acusar a Marx por Stalin?

Marx hizo su teoría para Europa, no para Rusia y menos aún para China.

La represión no es posible en cualquier régimen comunista, sino sólo allí donde hay un fuerte y cruel despotismo, como en la Rusia de Stalin o en la China de Mao. Una represión como aquella ya no fue posible con Jrushov, Brezhnev o Deng Xiao Ping.

¿Qué pensó al entrar por primera vez en los archivos secretos del Gulag y constatar que las cifras de la represión eran mucho más bajas de lo que todos creían y decían?

Al principio me asombré. Luego comprendí rápidamente que en Occidente se había mentido mucho al respecto, pese a lo cual, todas las conclusiones acerca del carácter terrorista del régimen, por la represión a la que sometió a la gente, mantenían toda su vigencia. Sobre todo para que nada de eso vuelva a repetirse.
(Extracto. Adaptación libre)


Imágenes: Jano blogger|La Republica EC|Cordon Press|Publimetro
Fuente:

Rafael Poch de Feliu      Blog personal

Todos los muertos de Stalin

Entrevista con Viktor Zemskov, historiador ruso
(Moscú, 5 de junio de 2001)





El Juicio de los Veintiuno, también conocido como el Tercer Juicio de Moscú, aunque oficialmente denominado “Proceso del Bloque Trotskista-Derechista” (делo право-троцкистского блока), fue el último juicio-espectáculo de prominentes bolcheviques. Se llevó a cabo en Moscú en el Colegio Militar de la Corte Suprema de la URSS entre el 2 y 13 de marzo de 1938 y es el punto culminante de la Gran Purga.
Índice




Bibliografía

Cohen, Stephen F. (1973). Bukharin and the Bolshevik Revolution: A political biography, 1888-1938 (en inglés). Knopf. p. 495. ISBN 0394460146.



En inglés

Bujarin y la revolución bolchevique. Una biografía política 1888-1938

Knopf: Nueva York, 1973   Knopf. 495 páginas




Interrogatorio de Nikolái Bujarin  en el proceso en Moscú de 1938


ARCHIVO NICOLAS IVANOVICH BUJARIN 1888 – 1938



En inglés

1938: El caso de Bujarin , de los juicios de Moscú.
Grabado: 5 de marzo - 12 de marzo de 1938
Fuente: "El caso del bloque antisoviético de derechos y trotskistas", Red Star Press, 1973, páginas 369-439, 767-779;

Publicado por primera vez en inglés: "El caso del bloque antisoviético de derechos y trotskistas", Comisario Popular de Justicia de la URSS, 1938;
Versión en línea: Marxists Internet Archive (marxists.org) 2001;
Transcripción / Marcado: 
Mathias Bismo .




El caso de Nikolai Bujarin se estableció durante el último de los juicios de Moscú. El 13 de marzo de 1938 fue, junto con Alexei Rykov, Genrikh Yagoda, Nikolai Krestinsky, Arkady Rosengoltz, Vladimir Ivanov, Mikhail Chernov, Grigori Grinko, Isaac Zelensky, Akmal Ikramov, Faizulla Khodjayev, Vasili Sharangovich, Prokopy Zubarev, Prokopy Zubarev, Prokopy Zubarev, Prokopy Zubarev, Prokopy Zubarev , Ignaty Kazakov, Veyamin Maximov-Dikovsky y Pyotr Kryuchkov, declarados culpables "de haber cometido delitos estatales extremadamente graves cubiertos por los artículos 58-1a, 58-2, 58-7, 58-8, 58-9 y 58-11 del Código Penal de la RSFSR (...) y guiado por los artículos 319 y 320 del Código de Procedimiento Penal de la RSFSR (...) para ser fusilado, con la confiscación de todos los bienes personales ".

Artículo 58 (Código Penal de la RSFS de Rusia)


Artículo 58 (Código Penal de la RSFS de Rusia) en inglés


Fue declarado culpable de: "ser enemigos irreconciliables del poder soviético, siguiendo instrucciones de los servicios de inteligencia de estados extranjeros hostiles a la URSS, en 1932-33 organizaron un grupo conspiratorio conocido como el" bloque de derechos y trotskistas ". , que unió grupos antisoviéticos clandestinos de trotskistas, derechos, zinovievitas, mencheviques, socialistas revolucionarios y nacionalistas burgueses de Ucrania, Bielorrusia, Georgia, Armenia, Azerbaiyán y las Repúblicas de Asia Central ".

El Tribunal Soviético también encontró que: "Siguiendo las instrucciones del enemigo del pueblo L. Trotsky, y de los principales participantes en el" bloque de derechos y trotskistas "- Bujarin, Ryjkov y Yagoda - (...) con propósitos obviamente traicioneros, entabló relaciones directas con representantes de estados extranjeros hostiles a la URSS y negoció con ellos sobre las formas de asistencia a los agresores en caso de ataque contra la Unión Soviética (organización de actos terroristas, actos de demolición y destrucción y espionaje). Los líderes del 'bloque de derechos y trotskistas', Rykov, Bujarin y Yagoda entre su número, no solo fueron informados completamente de las actividades de espionaje de sus cómplices, sino que alentaron en todos los sentidos la extensión de las conexiones de espionaje,

El Tribunal afirmó además que "en 1918 Bujarin y el grupo de" comunistas de izquierda "encabezados por él, junto con Trotsky y los socialistas revolucionarios de" izquierda”. El objetivo de Bujarin y sus compañeros conspiradores era frustrar el tratado de Brest-Litovsk, derrocar al gobierno soviético, arrestar y asesinar a VI Lenin, JV Stalin y JM Sverdlov y formar un nuevo gobierno compuesto por Bujarinitas, trotskistas y ' Izquierda 'socialista-revolucionarios. Al ejecutar el plan de la conspiración, los socialistas revolucionarios de "izquierda" en julio de 1918, con el conocimiento y el consentimiento de Bujarin, levantaron una revuelta en Moscú con el objeto de derrocar al gobierno soviético; Se ha establecido además que el atentado contra la vida de VI Lenin cometido por el socialista revolucionario Kaplan el 20 de agosto de 1918,

En 1961, la esposa de Bujarin, Anna Larina, finalmente pudo entregar el "último testamento" de Bujarin, repudiando por completo estas "confesiones", a una comisión de control del Partido que investigaba el caso para su rehabilitación. Mirando hacia atrás en su testimonio y juicio, Anna Larina dijo:
“Pero lo más sorprendente es que, a pesar de todo, el tiempo de brillantes esperanzas no había pasado por él. Pagaría por estas esperanzas con la cabeza. Además, una razón para sus absurdas confesiones en el muelle, confesiones incompletas, pero lo suficientemente atroces, fue precisamente esta: todavía esperaba que triunfara la idea a la que había dedicado su vida”. [Anna Larina, Esto no puedo olvidar, Pandora, 1994]



Lenin

Intentando hacer un balance de las víctimas durante este periodo, Nicolas Werth, en El libro negro del comunismo, obra publicada en 1997, afirma que durante el tiempo en que Lenin controlaba el poder hubo numerosas ejecuciones de adversarios o de quienes eran declarados peligrosos para el régimen. Presuntamente en otoño de 1918 habrían sido eliminadas de entre 10 000 y 15 000 personas, o tal vez más. Se habría fusilado a decenas de miles de rehenes o a personas confinadas en prisión entre 1918-1922.263(Véase Terror rojo.)



Los procesos de Moscú.  Pierre Braué

                                     ÍNDICE

El golpe de teatro                                 pág. 4

1. El último acto                                     pág. 8

2. Hombres que confiesan                   pág. 18

3. La acusación                                       pág. 32

4. Las declaraciones: Trotsky o la conspiración permanente
pág. 37

5. Las declaraciones: los actos de terrorismo    pág. 64

6. Las declaraciones: el sabotaje                        pág. 80

7. Las declaraciones: espionaje y traición         pág. 94

8. Denegaciones y resistencias                           pág. 108

9. Un edificio coherente                                       pág. 141

10. Las brechas                                                       pág.156

11. La demolición                                                   pág.166

Conclusión: las interpretaciones posibles        pág. 193



Todo sobre los Gulag



Hambruna rusa de 1921



Rebelión de Kronstadt (1-18 de marzo de 1921)



La Comuna de Kronstadt (Crespúsculo sangriento de los Soviets)


Claudio Albertani. La tragedia de León Trotsky




Escrito: 1918
Cretinismo parlamentario: Un término aplicado por primera vez por Marx a aquellos parlamentarios que piensan que toda la historia se decide por mociones, votos y puntos de debate parlamentario.

“La libertad sólo para los partidarios del gobierno, sólo para los miembros de una de las partes - por muy numerosos que sean - no es libertad en absoluto. La libertad es siempre y exclusivamente libertad para el que piensa de manera diferente. No por cualquier concepto fanático de la "justicia", sino porque todo lo que es instructivo, saludable y purificante en la libertad política depende de esta característica esencial, y su efectividad se desvanece cuando la "libertad" se convierte en un privilegio especial.”


“Cuando todo esto se elimina, lo que realmente queda? En lugar de los órganos representativos, creados por las elecciones populares generales, Lenin y Trotsky han establecido los soviets como única representación verdadera de la vida política en el país como un todo, la vida en los soviets también debe ser cada vez más paralizado. Sin elecciones generales, sin una irrestricta libertad de prensa y de reunión, sin una libre lucha de opiniones, la vida muere en toda institución pública, se convierte en una mera apariencia de vida, en la que sólo queda la burocracia como elemento activo.”







En unnota anterior polemicé con la idea de que la política de Stalin, de fines de los años 1920 y de los 1930, significó una profundización de la revolución de Octubre de 1917. Contra los defensores de las políticas de Stalin, sostengo que en la década de 1930 el stalinismo acabó con cualquier posibilidad de gobierno de los obreros y campesinos en Rusia. La razón fundamental: es imposible avanzar al socialismo –esto es, al control y administración de los medios de producción por los productores- en una sociedad en la que imperan la sospecha generalizada, la delación, la regimentación policial del trabajo, las muertes de hambre por millones, las limpiezas étnicas de millones, los fusilamientos de cientos de miles y los campos de trabajo forzado para millones. No hay crecimiento de la industria, o de granjas colectivas, que pueda “compensar” en términos de “avance socialista” esas atrocidades. Por eso, es imposible desconocer las consecuencias duraderas del miedo, a escala social, sobre lo político e ideológico; o de la exacerbación de la xenofobia y el racismo.

En lo que sigue me focalizo en aspectos de la represión interna; o sea, no trato episodios como la actuación de la GPU durante la guerra civil en España, o en otros países. Con esta nota no tengo, por otra parte, ninguna pretensión de originalidad; simplemente sintetizo y transcribo pasajes de algunos estudios que se han beneficiado de la apertura de los archivos del ex ministerio del Interior soviético; y complemento con algunos datos. En todo sentido, debe entenderse como complemento de la nota anterior, y de la que estoy publicando, por partes, sobre el giro de 1928-9 y la naturaleza social de la URSS, en la que se pone el acento en las raíces sociales y políticas de la consolidación del régimen stalinista.

Los treinta

En términos generales puede decirse que en la década de 1930 se profundiza y consolida el extrañamiento del aparato estatal con respecto al ciudadano común. Debajo de la pantalla del “socialismo alcanzado en lo fundamental”, los obreros y campesinos son despojados, por medio de una brutal y extendida violencia, de toda posibilidad de influir en sus destinos, que quedan a merced del régimen burocrático. “Esos fueron tiempos de dislocación social masiva, cuando millones de personas cambiaron sus ocupaciones y lugares de residencia. (…) Se declaró que era una era de lucha para destrozar el viejo mundo y crear un nuevo mundo y un nuevo hombre. El régimen se abocó a la transformación económica, cultural y social, llevada a cabo a través de cambios radicales sin importar el costo humano… Castigos salvajes, peores que cualquier cosa que se hubiera conocido bajo el antiguo régimen, fueron infligidos a los “enemigos”, y a veces aleatoriamente en la población.  (…) Los ciudadanos se sintieron a merced de funcionarios y del régimen; especulaban sin cesar acerca de la gente ‘de ahí arriba’ y qué sorpresas nuevas podían guardar para la población, pero se sentían impotentes para influenciarlos” (Fitzpatrick, 1999).

Vigilancia y terror

En ese proceso de extrañamiento el terror, establecido a nivel de la población, constituye una mediación esencial. Es que el miedo paraliza y ayuda a la opresión. “La vigilancia significa que la población es vigilada; el terror significa que sus miembros están sujetos de forma impredecible, pero en gran escala, al arresto, ejecución y otras formas de violencia estatal”. En la URSS la vigilancia era un recordatorio diario de la posibilidad del terror.

“Para una sociedad, la experiencia del terror es más complicada que solo el sufrimiento de las víctimas y sus familias, y el miedo de otros en la población de que puedan convertirse en víctimas. La experiencia de la sociedad acerca del terror incluye al victimario así como a la víctima, el infligir violencia y el sufrirla. Esto también es cierto para la experiencia individual del terror; aun personas que nunca denunciaron voluntariamente a sus compañeros ciudadanos en la Gran Purga, no defendieron a amigos que eran acusados públicamente, cortaron contacto con las familias de los ‘enemigos del pueblo’ y en una variedad de formas se encontraron convirtiéndose en participantes del proceso del terror” (Fitzpatrick, 1999).

Oleadas de terror

Fitzpatrick destaca que hubo varias olas de terror. Al finalizar los 1920 y el comienzo de los 1930 las principales víctimas fueron los kulaks, los hombres de la NEP, los sacerdotes y, en una menor medida, los “especialistas burgueses”. En 1935, luego del asesinato de Serguéi Kírov (Su asesinato 1 de diciembre de 1934 fue el detonante de la gran represión de los años 30 o La Gran Purga.)

(Purga política. Esta purga (La purga de funcionarios y educadores en el marco de la represión franquista después de la Guerra Civil Española, entre 1939 y 1945.6​) no tiene que ver con el sentido de la definición de purga. ( Antecedentes Antes de la Gran Purga, el término «purga» era utilizado para expresar la expulsión masiva de miembros del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), la purga más grande de este tipo había ocurrido en 1933 con 400 000 personas expulsadas.

Entre 1936 y 1956 al término se le añadió no solo la expulsión sino el arresto, el cautiverio, la deportación y en algunos casos la ejecución.” sufrieron ciudadanos de Leningrado, especialmente miembros de las viejas clases privilegiadas y antiguos oposicionistas en el Partido Comunista y el Konsomol.  Luego vino la Gran Purga de 1937-8, focalizada en la elite comunista, así como en la inteligentsia, además de “sospechosos usuales”, los kulaks y gente que pertenecía a la vieja clase dominante. Una característica fundamental fue que ahora los “enemigos del pueblo” ya no tenían un atributo específico de clase. Supuestamente la Constitución de 1936 proclamaba el fin de las clases antagónicas, de manera que los enemigos ahora lo eran “del pueblo”; y  cualquiera podía ser un enemigo. Agreguemos las masivas deportaciones de nacionalidades, a partir de 1933 y especialmente desde 1935.

Constitución de la Unión Soviética de 1936


Constitución soviética de 1936


1936 CONSTITUCIÓN DE LA URSS (en inglés)


Artículo 58 (Código Penal de la RSFS de Rusia)
El artículo 58 del Código Penal de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia se puso en vigor el 25 de febrero de 1927 para detener a las personas sospechosas de actividades contrarrevolucionarias. El artículo fue objeto de revisión varias veces, en particular, su artículo 58-1 fue actualizado por los subapartados enumerados y puesto en vigor el 8 de junio de 1934.

Este artículo introdujo la noción formal del enemigo de los trabajadores: los sujetos a los artículos 58-2 al 58-13 (los del 58-1 eran "traidores", y los del 58-14 eran "saboteadores").


enemigo de los trabajadores - Enemigo del pueblo



Artículo 58 (Código Penal de la RSFS de Rusia) en inglés



Represión sobre los obreros

“Un giro político de finales de los 1930 que merece atención debido a su impacto en la vida cotidiana fue el endurecimiento de la disciplina laboral con las leyes de 1938 y 1940, que introdujeron  castigos más estrictos por ausentismo y llegadas tarde al trabajo” (Fitzpatrick). La ley de 1940 imponía penas criminales para todo trabajador que llegara 20 minutos tarde. Dado que el transporte público no era confiable, para no mencionar el estado de los relojes soviéticos, esto puso a cada persona empleada bajo riesgo y generó un gran resentimiento entre la población urbana. Agrega Fitzpatrick que “el impacto negativo de las leyes laborales fue posiblemente mayor que el de las Grandes Purgas, o de cualquier otra cosa desde las agudas carencias de comida y la fuerte caída de los niveles de vida al inicio de la década”.

Medidas sociales generales

En 1934 se dispuso el castigo de la homosexualidad con penas que iban de tres a cinco años de trabajos forzados. Recordemos que después del triunfo de la Revolución se habían legalizado las relaciones homosexuales voluntarias para toda persona mayor de 14 años. Avance que se había consolidado con el Código Criminal Soviético de 1922, donde los crímenes sexuales fueron referidos solo a las violaciones. Junto con la prohibición de la homosexualidad, se definió a esta como una “perversión sexual” (Gran Enciclopedia Soviética de 1936). En 1935 se aprobó una ley que bajó la edad de responsabilidad penal a los 12 años; de esta manera los niños recibían trato y penas de adultos. En 1936 el Gobierno emitió un decreto por el que se hizo más difícil el divorcio: por el mismo se disponía que las partes tuvieran que ir a la Corte y negociar. Ese año también se prohibió el aborto, a menos que la vida de la mujer estuviera en peligro; el aborto había sido legalizado en noviembre de 1920, y volvió a legalizarse recién en 1955. Se lanzaron campañas oficiales de exaltación del rol de la mujer en el hogar. Se creó un movimiento de mujeres, principalmente compuesto por esposas de directores de empresas, funcionarios y oficiales del Ejército, que promovió ese rol (sobre este movimiento, véase Balmas, 1999).

Además, la represión en términos estrictamente política se combinó con la represión a personas consideradas antisociales, tales como vagabundos, ladrones y criminales, niños de la calle, mendigos, y otros. El régimen fue muy duro para el conjunto de la población. Podía haber fuertes condenas por violaciones a la exigencia de pasaporte interno, robo en una granja colectiva, además de las violaciones a las leyes laborales, ya mencionadas. En la mayor parte de los años los prisioneros políticos –acusados de actividades contrarrevolucionarias bajo el ¿artículo 59? del Código Criminal- oscilaron entre el 20 y 30% (Bell, 2011). Esto demuestra que no se trató solo ni tal vez principalmente de los prisioneros políticos.


Por otra parte, en 1932 se suprimió el movimiento izquierdista de “Revolución Cultural” (que fue utilizado por Stalin entre 1928 y ese año para eliminar al ala bujarinista; sobre esto, Fitzpatrick 1974). También se liquidó el movimiento de comunas y colectivos obreros, que había surgido espontáneamente y aplicaba criterios comunistas o socialistas de reparto de ingresos entre los obreros. Había llegado a abarcar casi el 8% de los obreros industriales, y no era controlado por los funcionarios (sobre este movimiento, véase Siegelbaum, 1986).

Los campos y colonias de trabajo forzado

El Gulag (acrónimo de Administración Principal de Campos de Trabajo Correctivo), es el término que se utiliza para designar el vasto complejo de campos, colonias, prisiones y otras instituciones penales (por ejemplo, asentamientos forzados) durante el stalinismo. Surgió en 1930 y se prolongó hasta 1960.

El sistema represivo era complejo, y de vastas proporciones. Por un lado estaban los asentamientos especiales, que no eran colonias penales propiamente dichas. Se poblaron primero con campesinos deportados; fueron 400.000 familias, o sea, unos dos millones de personas. Más tarde llegaron varios grupos étnicos no rusos, considerados sospechosos o traidores. Las condiciones eran muy duras, en especial a comienzos de los 1930 (Bell, 2011).

Por otra parte estaban los campos y colonias de trabajo forzado, cuyo crecimiento explosivo arranca en 1930. Las Colonias de Trabajo Correctivo eran campos penales. Se suponía que tenían prisioneros sentenciados a menos de tres años, pero podía haber internos con sentencias más largas. Las diferencias con los Campos de Trabajo Correctivo no eran muy claras. Estos últimos tenían prisioneros sentenciados a tres o más años. Hacia mediados de los 1930 los campos se habían expandido en número y tamaño y constituían la forma predominante de confinamiento de los  convictos (Ertz, 2008).


Los internados en campos y colonias debían realizar trabajos forzados, en tanto los deportados debían trabajar en condiciones que estaban más cercanas a las del trabajador común. Los encarcelados no debían trabajar.  Y por otra parte hubo millones de soviéticos que estaban obligados a realizar trabajo forzado en sus lugares de empleo, pero no estaban privados de su libertad física.


La magnitud de la represión


Según Ellman, entre 1928 y 1953 el número de personas que fueron sentenciadas a prisión, campos y colonias estuvo entre 17 y 18 millones. La cifra no incluye a los deportados, prisioneros de guerra e internados en los campos de filtración, después de la Segunda Guerra. Tampoco a los que fueron condenados a trabajos forzados, pero en sus lugares de trabajo habituales; aunque la cifra puede estar un poco sesgada hacia arriba porque hay casos de doble sentencia. El número de 17 o 18 millones no debe tomarse como medida de la represión política, ya que incluye convictos por delitos comunes. Pero es demostrativo del carácter de la sociedad soviética bajo el dominio de Stalin. Por otra parte, también hay que decir que las diferencias entre detenidos por razones políticas u ofensas criminales no siempre eran claras (Ellman, 2002).

La represión en términos estrictamente políticos se intensificó a partir de 1934, y alcanzó sus máximos niveles a fines de la década. En aquellos años se eliminaron dirigentes y militantes del Partido, de los sindicatos (en 1940 fueron expulsados 128.000 funcionarios sindicales), el Estado, el Ejército, y líderes en todo tipo de actividades del arte y la ciencia. Según el informe Kruschov al XX Congreso del PCUS, de los 139 titulares y suplentes del Comité Central elegidos en 1934 (esto es, ya bajo completo dominio del aparato stalinista), 98 fueron ejecutados, principalmente entre 1937-8; en tanto, 1108 delegados de los 1966 delegados al XVII Congreso fueron detenidos bajo la acusación de crímenes contrarrevolucionarios” (citado por Rosefielde, 1996). Ellman (2002) calcula que solo en el período 1937-1938 hubo entre 950.000 y 1,2 millones de muertos por la represión; la mayoría por fusilamiento.

La magnitud que alcanzó la represión a lo largo de la historia del régimen soviético puede verse también en el siguiente dato: desde 1921 y hasta su desaparición, los sentenciados por motivos políticos habrían sido 6 millones de personas, de las cuales entre 3 y 3,5 millones habrían muerto fusiladas o en los campos de detención (Ellman, 2002, en base a archivos oficiales).

“Autocríticas”, delaciones, aislamiento social, terror

Dice Fitzpatrick sobre las acusaciones y detenciones en los 1930: “El señalamiento en las reuniones de ‘autocrítica’ en oficinas y empresas, la acusación pública en periódicos, y la denuncia privada de ciudadanos estaban dentro de los mecanismos de selección. Las cadenas de asociaciones también fueron muy importantes. La NKVD [Ministerio del Interior] arresta a una persona y la interroga preguntando el nombre de sus socios criminales; cuando  finalmente se quiebra y da algunos nombres, estos serían a su vez detenidos y el proceso continuaba. Cuando alguien era arrestado por ‘enemigo del pueblo’, familia, amigos y compañeros de trabajo, todos se convertían en candidatos de alto riesgo”.

“Cualquiera cuyo nombre estaba en alguna de las listas sobre características dudosas –antiguos oposicionistas, ex miembros de partidos políticos, ex curas y sacerdotes, ex oficiales del Ejército Blanco, y similares- que mantenían las organizaciones locales, era pasible de ser señalado en aquel tiempo. En las aldeas, las familias que habían perdido un miembro durante la deportación de comienzos de los 1930, tenían elevada probabilidad de sufrir otra en 1937-8. En las fábricas, trabajadores que habían huido de las aldeas para escapar de la dekulakización unos pocos años antes, eran pasibles de ser ‘desenmascarados’ durante la Gran Purga. En las universidades, estudiantes eran denunciados como elementos ‘socialmente peligrosos’ por haber tenido padres kulaks o haber sido criados por un comerciante”. (…)

“Para los comunistas y miembros del Konsomol (organización juvenil), cualquier mancha de una anterior asociación con las oposiciones de los 1920, contactos con oposicionistas, pasadas reprimendas partidarias, suspensiones o expulsiones del Partido, podían ser reflotadas de nuevo en 1937-8, ya fuera por señalamiento en las reuniones o denuncias secretas (…) Un hombre que, en el espíritu del deber partidario, había denunciado a su suegro como un kulak años antes era expulsado del Partido por sus conexiones con elementos ‘ajenos’ en 1937”.

El terror se expandía tanto por los que denunciaban a otros, como por los que eran portadores de la plaga y contaminaban a los que entraban en contacto ellos. El clima que se respiraba era de recelo y miedo. Un testigo de la época, citado por Fritzpatrick: “El menor incidente era fatal. Tu esposa tiene una discusión con su vecino y ese vecino escribirá una carta anónima a la NKVD y estarás en problemas”.

Una dimensión humana muchas veces pasada por alto: “Las esposas de los ‘enemigos’ más importantes también eran arrestadas, y sus hijos enviados (con otros nombres) a orfanatos si los parientes no se presentaban inmediatamente y (arriesgándose) no asumían la guarda legal. Las esposas de detenidos menos importantes conservaban la libertad, pero tenían grandes dificultades para mantener sus trabajos a causa del destino de sus maridos. (…) Los hijos de los padres arrestados eran pasibles de ser expulsados de la universidad o incluso del colegio de secundaria luego de una ritual humillación pública de sus pares, ante la cual algunos trataban de defender a sus padres. (…) A pesar de lo que sintieran en privado los amigos, parientes por fuera del círculo familiar inmediato y colegas acerca de la culpabilidad de los arrestados, el comportamiento prudente era cortar todo contacto. Era lo que hacía casi toda la gente, dejando a la familia aislada”.

 Xenofobia, nacionalismo y limpiezas étnicas

Aunque se suponía que la colectivización no tendría una dimensión étnica, en la práctica rápidamente evolucionó hacia ella (Martin, 1998). Es que en muchos lugares los que perdían con el quiebre de la NEP tomaban revancha contra grupos étnicos. Por ejemplo en Kajastán los rusos se vengaron en los vulnerables kazajos nómades. En Ucrania la opinión popular consideraba a los alemanes como kulaks. También los polacos eran identificados con kulaks. Este sentimiento llevó a que durante la colectivización alemanes o polacos fueran tratados de manera especialmente ruda. Tratamientos similares inspiraron el desarrollo de movimientos de emigración menores entre 1929 y 1930 de minorías “occidentales”: polacos, finlandeses, griegos, estonios, lituanos, checos, suecos, búlgaros. En el Extremo Oriente de la URSS la colectivización también incrementó las tensiones étnicas; la violencia anti-coreana y anti-china se incrementó dramáticamente entre 1928 y 1932 (Martin). De manera que la colectivización exacerbó la xenofobia y las rivalidades nacionales.

A partir de 1933  y hasta 1953 predominaron las deportaciones en masa basadas en clasificaciones étnicas. Utilizando una terminología actual, se trata de limpieza étnica. Por limpieza étnica entiende la remoción forzada de una población étnicamente definida de un territorio dado (Martin). A finales de 1933 el Politburó decretó la deportación de toda la ciudad cosaca Kuban de Poltava acusada de “sabotaje en la entrega de grano”. En los dos meses siguientes otras dos ciudades cosacas Kuban fueron deportadas. En total unos 60.000 cosacos Kuban fueron deportados acusados de sabotajes en la entrega del grano y sabotaje kulak. Pero las deportaciones kulaks nunca habían comprendido ciudades enteras (idem). Esta deportación marcó la transición desde deportaciones basadas en divisorias de clase a deportaciones étnicas.


Solo entre 1935 y 1938 al menos nueve nacionalidades soviéticas fueron sometidas a limpieza étnica: polacos, alemanes, finlandeses, estonios, latvianos, coreanos, kurdos, chinos e iraníes (Martin). Las limpiezas étnicas se extendieron a todas las fronteras de la URSS. Los campesinos deportados de las zonas fronterizas eran reemplazados por soldados del Ejército Rojo desmovilizados. “El proyecto nacionalista de hacer coincidir las fronteras estatales con las fronteras étnicas parecían implicar la asimilación, la segregación o la limpieza étnica” (Martin).


Aunque no entre en el período en que nos hemos focalizado, destaquemos que luego de la retirada del Ejército alemán en 1943-4 el Estado soviético deportó a tártaros de Crimea, calmucos, cechenos, inguses, balkarios, karachais y turcos mesketios al Asia Central bajo el cargo de “traición colectiva”, esto es, haber ayudado a los nazis. Además, entre 1944 y 1953 fueron deportados kurdos, armenios musulmanes, griegos, búlgaros, armenios de la region del Mar Negro, e iraníes desde las regiones fronterizas en Crimea y Transcáucaso.

Precisiones sobre la represión nacional

“Oficialmente se proclamaba la amistad entre los pueblos dentro de la Federación soviética, y se repudiaba el racismo. Sin embargo el Estado, especialmente entre 1937 y 1953, no solo reprimió fuertemente expresiones de nacionalismo que consideraba peligrosas, sino también deportó grupos nacionales enteros. A poblaciones particulares se les endilgó poseer rasgos inmutables que poseían todos los miembros del grupo y que pasaban de generación en generación. Estos rasgos particulares podían ser fuente de elogio y poder, como sucedía con los rusos, o llevar a deportaciones y relocalizaciones forzadas en condiciones horrendas. Bajo el régimen de Stalin se practicaron, aunque de manera intermitente e inconsistente, políticas raciales sin el concepto y la ideología abierta de raza. Esto no quiere decir que la URSS haya sido un régimen racista, como la Alemania nazi o Sudáfrica bajo el apartheid. No fue una política sistemática, y hubo períodos en que se dio completa libertad a los mayores de 16 años para elegir la nacionalidad que deseaban. Pero en los 1930 hubo grupos nacionales que fueron considerados enemigos del socialismo y “racializados”, en el sentido de que sus características sospechosas eran atribuidas a todos sus miembros. La raza está presente cuando a un grupo de la población es visto poseyendo características que son indelebles, inmutables y trasgeneracionales (Weitz, 2002).

Ejecuciones de las “operaciones nacionales”

Según las estadísticas de los archivos de la antigua KGB de Moscú, desde julio de 1937 a noviembre de 1938 un total de 335.513 individuos fueron convictos en las operaciones nacionales; es el 21,4% del total de convictos. De las 681.692 ejecuciones durante el período 1937-8, las correspondientes a operaciones nacionales fueron 247.157; el 36,3%. De todos los arrestados en las “operaciones nacionales”, el 73,7% fueron ejecutados, un porcentaje mucho más elevado que los correspondientes a las otras categorías de detenidos (Martin).

La violencia de las limpiezas étnicas

“Las operaciones [de traslados masivos] eran altamente organizadas, y Stalin era informado a diario sobre su progreso. Tropas del NKVD (Ministerio del Interior) arribaban con amplia exhibición de los símbolos de poder que disponían… Sellaban la ciudad o el barrio, luego iban puerta por puerta informando a la gente que tenían 45 minutos (a veces menos) para reunir sus pertenencias. A veces simplemente sacaban a las personas de los campos o fábricas. Las personas eran acarreadas en camiones y luego en vagones de carga sellados, donde a veces languidecían durante un mes antes de ser depositados a cielo abierto en el lugar de deportación. Luego del traslado de la gente, se cambiaban los nombres del lugar, se destruían edificios, y se pasaban topadoras en los cementerios en un esfuerzo por borrar los signos visibles del pueblo y la cultura que una vez habían existido. En muchos transportes cerca del 50% eran niños o ancianos. Existe evidencia de que personas que estaban muy débiles para moverse eran simplemente ejecutados y los cuerpos de aquellos que morían en los superpoblados vagones eran arrojados fuera del tren. En 1948 la tasa de mortalidad de las 600.000 personas deportadas del Cáucaso entre 1943 y 1944 había alcanzado el 25%” (Weitz, 2002).

En conclusión, hacia finales de los 1930 las masas trabajadoras estaban muy lejos de una movilización revolucionaria –creación de soviets, levantamientos campesinos, control obrero, formación de milicias, confraternidad entre obreros y soldados, toma del poder, confianza en los revolucionarios- como la que había sacudido al mundo en 1917. La situación era la opuesta. No cabe por eso hablar de “profundización” alguna de las tradiciones de Octubre. Termino con este pasaje de El cero y el infinito, en el que Rubashov, viejo bolchevique, que había pertenecido al aparato y es procesado, interpela a los burócratas:


“¿Es que realmente creen que el pueblo está detrás de ustedes? Los soporta, callado y resignado, igual que soporta a otros en otros países, pero no hay ninguna respuesta en sus entrañas. Las masas se han vuelto otra vez sordas y mudas, se han convertido en la gran incógnita silenciosa de la historia, tan indiferente a los sucesos como lo es el mar a los barcos que surcan su superficie. Cada luz que pasa se refleja en sus ondas, pero debajo hay oscuridad y silencio. Hace mucho tiempo, ‘nosotros’ removimos esas profundidades, pero eso se acabó”.

Bibliografía:

Balmas Neary, R, (1999): “Mothering Socialist Society: The Wife-Activists Movement and the Soviet Culture of  Daily Life, 1934-41”, Russian Review, vol. 58, pp. 396-412.

Bell, W. T. (2011): “The Gulag and Soviet Society in Western Siberia, 1929-1953”, Tesis, Universidad de Toronto.

Ellman, M. (2002): “Soviet Repression Statistics: Some Comments”, Europa-Asia Studies, vol. 54, 1151-1172.

Ertz, S. (2008): “Making Sense of the Gulag: Analyzing and Interpreting the Function of the Stalinist Camp System”, Political Economy Research in Soviet Archives, University of Warwick, Working Paper 50.

Fitzpatrick, S. (1974): “Cultural Revolution in Russia 1928-32”, Journal of Contemporary History, vol. 9. pp. 33-52.

Fitzpatrick, S. (1999): Everyday Stalinism Ordinary Life in Extraordinary Times. Soviet Rusia in the 1930s, Oxford University Press.

Koestler, A.: El cero y el infinito, Buenos Aires, Emcé.
Martin, T. (1998): “The Origins of Soviet Ethnic

Cleansing”, Journal of Modern History, Vol. 70, pp. 813-861.
Rosefielde, S. (1996): “Stalinism in Post-Communist Perspective: New Evidence on Killings, Forced Labour and Economic Growth in the 1930s”, Europe-Asia Studies, vol. 48, pp. 959-87.

Siegelbaum, L. (1986): “Production Collectives and Communes and the ‘Imperatives’ of Soviet Industrialization, 1929-1931”, Slavic Review, vol. 45, pp. 65-84.

Weitz, E. D. (2002): “Racial Politics without the Concept of Race: Reevaluating Soviet Ethnic and National Purges”, Slavic Review, vol. 61, pp. 1-29.

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Represión stalinista en la URSS en los 1930





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 “Una falta de verdadera humanidad comunista”
A partir de una crítica que realicé a la censura “socialista” (aquíaquí aquí), se me ha calificado de “tonto pacifista” por haber cuestionado la brutalidad de la colectivización forzosa en la URSS. Recuerdo que la colectivización habría costado entre seis y siete millones de muertes. El tema no es menor. En una nota que consta de varias partes, que estoy publicando de a poco en el blog, intento explicar por qué la colectivización y la industrialización acelerada significaron el quiebre definitivo de cualquier posibilidad de poder real de los obreros y campesinos en la Rusia soviética.

Pero no es esto lo que quiero tratar en esta nota, sino una cuestión mucho más elemental. Sostengo que es una aberración, una contradicción en los términos, pretender construir una sociedad libre de toda explotación y opresión sobre la base de millones de cadáveres. Por supuesto, una revolución tiene todo el derecho y el deber de defenderse de sus enemigos. Pero esto es una cosa, y otra muy distinta es imponer el socialismo a sangre y fuego a millones de campesinos, artesanos, pequeños propietarios u obreros “atrasados y ganados por la ideología pequeño-burguesa”. Y la colectivización en la URSS fue precisamente eso, un gigantesco intento de imponer el socialismo a fuerza de represión, generando un drama humano de proporciones inimaginables. Millones de vidas humanas se perdieron por la hambruna; otros muchos millones sufrieron la represión, de una u otra forma, y cientos de miles murieron. Durante la colectivización, el escenario de las deportaciones fue sencillamente horroroso. Tomo algunos pasajes de lo que publicaré en próximas entradas:


“El número de los deportados en 1930 es considerable. Trenes enteros, llamados por los campesinos ‘trenes de la muerte’, llevan a los deportados hacia el norte, las estepas y los bosques. Muchos mueren en el trayecto de frío, hambre o epidemias” (Bettelheim, 1978, citando un testigo). “Los preparativos para la deportación –transporte, alojamiento, comida, ropa, medicinas- parecen haberse hecho en simultáneo con las deportaciones. Los resultados fueron catastróficos. Se desataron epidemias en los “asentamientos especiales”, golpeando a los muy jóvenes y a los ancianos. De acuerdo a un informe de julio de 1931, para mayo de ese año más de 20.000 personas habían muerto solo en la región norte” (Viola, 1996).

Un registro del drama se encuentra en el diario de Alejandra Kollontai, embajadora de la URSS en Noruega cuando la colectivización. Antigua oposicionista de izquierda, en 1927 Kollontai se había alineado con Stalin contra Trotsky y Zinoviev. Un huésped, a quien no identifica en su diario, camarada del Partido que acababa de participar en el XVI Congreso, le describe las consecuencias de la orden de Stalin, de enero, de colectivizar rápidamente. El huésped había acompañado trenes cargados de kulaks deportados en el invierno de 1930. Kollontai desespera por las historias de desdichados campesinos, “niños, padres, los ancianos y los enfermos, todos arreados en carros como ovejas… Tomaron gente de aldeas prósperas, kulaks, por supuesto, pero de todas maneras personas, no ganado”. La helada era tal que “los niños morían en los brazos de sus madres y eran arrojados de los carros en montones de nieve, mientras sus madres lloraban… No pude dormir después que se fue: madres y niños hambrientos aparecían ante mí… nadie tiene el derecho de matar de hambre a la gente o aumentar innecesariamente sus sufrimientos. ¿Cuántos niños murieron y por qué? Torpe, estúpido, una falta de verdadera humanidad comunista” (citado por Farnsworth, 2010; énfasis agregado).

Es significativo que a partir de esta sangrienta divisoria de aguas, ya no hubo posibilidad de involucrar a los campesinos “colectivizados” en cualquier proyecto que oliera siquiera a socialismo. Como tampoco lo hubo en la industria, luego de la industrialización impuesta con represión a escala masiva. Es que el policía stalinista puede obligar a actuar de determinada manera, pero no puede dominar las mentes. El campesino fue obligado a entrar en una granja colectiva, pero no por eso los medios de producción pasaron a ser controlados por los productores, ni estos adhirieron al socialismo. Por el contrario, mantuvieron una permanente actitud de resistencia, más o menos pasiva, u hostilidad hacia el Estado. Es el desemboque inevitable del método bestial. Son las heridas que dejan las “construcciones socialistas” sobre montañas de cadáveres, y que jamás cicatrizan. Para ponerlo con un ejemplo menos dramático: el burócrata censura y prohíbe a los Rolling Stones, pero no puede anular el gusto por los Rolling Stones en millones de seres humanos que piensan y gustan con sus cerebros, y no con los del burócrata. Son casos históricos, pero actuales porque interpelan programas y proyectos que deberían ser actuales.

Parafraseando a Marx, digamos que el socialismo debe convocar al hombre a pensar, a obrar y a organizar su sociedad como hombre que sepa girar en torno a sí mismo y su yo real. Pero esto es imposible si en la sociedad se ha entronizado el miedo, la delación, la hipocresía, el doble discurso, o el cinismo del burócrata que habla de socialismo y se enriquece a manos llenas. Con lo que ha sucedido en los “socialismos reales”, ¿no pueden entender algo tan elemental los defensores de las burocracias?

Rosa Luxemburgo. La Revolución Rusa

Escrito: 1918

        

La realidad es que por el camino de la brutalización de las relaciones humanas, solo se construirá un futuro de gulags. Eliminar las clases sociales es acabar con las relaciones sociales que dan lugar a la explotación del hombre por el hombre. No es acabar físicamente con todo aquel que no sea proletario y no tenga carné de comunista. Y no habrá recomposición política e ideológica del socialismo mientras no se arreglen las cuentas con ese criterio del “todo vale porque estamos construyendo el futuro”. En una nota anterior sobre Cuba, escribí:

… la transición al socialismo no se hace con “hombres nuevos”, sino con seres humanos comunes, de carne y hueso. En particular, porque los procesos sociales –que involucran cambios en puntos de vista, ideologías, prácticas sociales y costumbres arraigadas durante siglos- son necesariamente lentos, y porque las conciencias y voluntades no pueden ser dirigidas “desde las cumbres de la dirección iluminada con la ciencia del marxismo leninismo”. (…) “Las premisas de que partimos no tienen nada de arbitrario, no son ninguna clase de dogmas, sino premisas reales, de las que solo es posible abstraerse en la imaginación. Son los individuos reales, su acción y sus condiciones materiales de vida, tanto aquellas con que se han encontrado como las engendradas por su propia acción” (Marx y Engels, La ideología alemana, Ediciones Pueblos Unidos, p. 19). Hoy el punto de partida son esos individuos reales que viven y han vivido el “socialismo real”, con sus historias y sus experiencias, con su lucha cotidiana por la supervivencia y sus sueños y aspiraciones, y no el idealizado “hombre comunista”, forjado en la imaginación del intelectual de izquierda que todo lo justifica en su nombre.

Por eso, debemos recuperar al comunismo como un humanismo. Y no me vengan con la pavada de que me falta “endurecerme en la lucha de clases”. Por supuesto, soy un “intelectual pequeño burgués”, como reza el discurso partidario usual, pero he vivido (en 1976) el descenso a los infiernos de las desapariciones forzadas, la tortura y la muerte, y no hay nada de esa experiencia que me haya “endurecido” como para renegar del humanismo socialista. Si queremos cambiar el mundo, no es para convertirlo en un infierno para la “otra mitad” que no está de acuerdo con el socialismo.

Todo esto implica superar esa indiferencia del que se ve a sí mismo por encima del sufrimiento humano porque se cree cumpliendo una “misión histórica”. Hay que dejar atrás ese argumento deshumanizante. Al respecto, un periodista norteamericano, citado por Viola, comenta una carta que le había enviado una activista de la colectivización en Rusia, y le llama la atención que no tuviera alusión alguna a la convulsión que padecía el campo. “Revolucionaria sin pasión como era, no podía estar preocupada con el daño al individuo. No era que le pasara inobservado, pero no le generaba ninguna simpatía. (…) Su mente y corazón estaban fijos en las glorias del mañana, como ella las visualizaba, y no en los padecimientos de hoy”. Y agrega Viola, sobre el sentimiento en la militancia comunista: “Las deportaciones forzadas y las expropiaciones de cientos de miles de familias campesinas indefensas eran explicadas por necesidad revolucionaria. Los terribles sufrimientos experimentados por gente apretujada como ganado en carros en su camino al exilio o enfermos o muriendo de enfermedades que llovían a cántaros en los asentamientos especiales, eran consideradas necesidades revolucionarias”.

Hay que decirlo con todas las letras: así no se construye ninguna “gloria del mañana”; como lo ha demostrado la suerte ulterior de la URSS y de los otros socialismos “reales”. Todo esto pone en evidencia que lo que está en la médula de los debates sobre la censura o el “precio” de la colectivización soviética son diferencias en torno al porqué luchamos. En definitiva, en muchos el problema pasa por “una falta de verdadera humanidad comunista”.

Textos citados:
Betttelheim, C. (1978): La lucha de clases en la URSS. 
Segundo período (1923-1930), México, Siglo XXI.

Farnsworth, B. (2010): “Conversing with Stalin, Surviving the Terror: The Diares of Aleksandra Kollontai and the Internal Life of Politics”, Slavic Review, vol. 69, pp. 944-970.

Viola, S. (1996): Peasant Rebels under Stalin. Collectivization and the Culture of Peasant Resistance, Oxford University Press.
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“Una falta de verdadera humanidad comunista”




Contra la censura “socialista” en el arte


Marx sobre la censura y algunas reflexiones


Respuesta de Razón y Revolución a la nota contra la censura



Victor Serge. Memorias de un revolucionario



Una explicación histórica del estalinismo

Los muertos de Stalin


Datos de Viktor Zemskov




Crítica del "libro negro del comunismo"... realmente negro

Foto del libro es español


·       Estafa histórica, estafa

·       A matar las ideas o el demócrata fascista

·       Un pedacito de historia verdadera

·       La revolución y el diablo

·       Nazismo y comunismo

·       Reacción política y capitalismo

·       No hay peor ciego...

·       Una empresa frustrada

·       Democracia y revolución

·       Bolchevismo, es decir, comunismo y stalinismo

Notas


Genocidio y trabajo esclavo en la URSS stalinista

Por Pablo Rieznik


“Notas:

R. W. Davies: "Torced Labour Under Stalin: The Archive Revelations

R. W. Davies: Trabajo forzado bajo Stalin: Las revelaciones del archive”



Daniel Bensaïd
1997
Comunismo y estalinismo
Una respuesta al Libro negro del comunismo


Daniel Bensaïd Comunismo y estalinismo Una respuesta al libro negro del comunismo

19 de abril de 2012



Acaba de publicarse en español, el libro que, sobre el final del 97, provocó un enorme revuelo en el continente europeo y, en particular en Francia, el país en el cual fue originalmente editado por sus autores. Su impacto tuvo un alcance mediático muy extenso, con notas, artículos y entrevistas del más diverso carácter en la prensa escrita, en las radios y en la televisión. Hasta el presidente de la República el socialista Lionel Jospin se vio obligado a intervenir en la polémica.
La obra tiene un volumen monumental son casi 900 páginas y una pretensión acorde: se propone demostrar científicamente que el comunismo es el responsable de los mayores crímenes de la historia de la humanidad, levantando un tabú que habría escamoteado hasta el momento una evidencia tan cierta y verdadera como la transparencia del agua pura. En su apego a la investigación y a la mera difusión de los hechos, el titulado El libro negro del comunismo (1) no vacila en cuantificar: 100.000.000 de cadáveres serían el testimonio, en el siglo XX, de un caso excepcional, por su "dimensión criminal, de un régimen político sin precedentes en el largo recorrido de la civilización", dada su naturaleza específica que "erigió (precisamente) el crimen en masa como forma de gobierno".



                    Stèphane Courtois

Estafa histórica, estafa

El fraude, sin embargo, es tan monumental como la extensión de la obra y la verdadera operación de prensa con la cual fue lanzada como negocio editorial y como campaña política. No hay una sola idea original en todo el trabajo, que es una colección de artículos de varios autores, coordinados por un renegado ex maoísta, de nombre Stèphane Courtois. La pretensión de agregar algo nuevo en función de la consulta de archivos ahora disponibles en Rusia es absolutamente falsa y siquiera se ocupan de indicarlo, al margen del autobombo que, al respecto, se hace en la introducción. El libro negro repite lo que innumerables textos, autores, folletos y libelos dijeron en los últimos 80 años y, en particular, la saga de obras anticomunistas elaboradas y/o financiadas por la CIA y los servicios yanquis aunque, como señaló algún comentarista, con el nivel propio del Readers Digest de la década del 50 (2).

A pesar de su extensión, no estamos frente a una obra de largo aliento. Fue elaborada a las apuradas, en tres años con el propósito de que su lanzamiento coincidiera con el 80º aniversario de la Revolución de Octubre y con el aditamento propagandístico de reclamar un Juicio de Nüremberg para el comunismo. Llegados a este punto, los propios autores debieron retroceder. Cuando semejante propuesta fue alentada por el dirigente fascista francés Jean Marie Le Pen, temieron que su propio negocio se derrumbara, hundiendo todo el marketing del operativo montado: la defensa de la democracia ante el totalitarismo. De todos modos, el asunto no quita un gramo a las conclusiones fascistoides de El libro negro (sic), como tendremos oportunidad de verificarlo.

La pretensión de constituirse en una expresión de "historia científica" es una farsa, inclusive en términos formales. El texto, en este sentido, escapa a las normas académicas más vulgares. La extensión de los capítulos (están divididos por continentes y países) en los cuales se desenvolvieron los crímenes es completamente arbitraria, carece totalmente de unidad y, de un modo general, no se señalan las fuentes utilizadas ni se revela o polemiza con los estudios y la extensa bibliografía sobre el tema. El tono monocorde y la pontificación sin fundamento que recorren toda la obra recuerdan el tono staliniano de la producción literaria de la vieja URSS aunque, obviamente, con un ángulo distinto (ya veremos, asimismo, otras coincidencias más significativas). No hay en, realidad, ninguna historia sino un inventario de asesinatos sin ton ni son, en una contabilidad completamente ridícula donde un muerto en la guerra civil, un muerto por hambre, un muerto bajo el terror stalinista, la ejecución de un torturador, en cualquier latitud y en cualquier época, se suman de un modo absurdo (3).

Esta misma contabilidad es un puro golpe publicitario. Cuando el organizador de El libro negro fue interrogado sobre cómo llegaba a la "shockeante" cifra de 100 millones de muertos por los comunistas, que no surge de los propios textos reunidos en la obra, respondió sin sonrojarse que se trataba de una "estimación personal". Para calificar semejante estimación, téngase en cuenta que en ella se incluyen, por ejemplo, a las víctimas de las guerras imperialistas, como es el caso de Corea; de modo tal que los coreanos muertos por los marines norteamericanos son parte del genocidio de los comunistas que serían los causantes de la guerra. En China, el absurdo llega al paroxismo porque la mayor parte de los muertos son el resultado de hambrunas provocada por... los comunistas. Esto cuando lo poco que cualquier individuo sabe sobre China es que la Revolución del 49 logró una solución sin precedentes a la escasez alimentaria que diezmó históricamente al pueblo de este país continental. Con relación a Cuba, se habla de 15.000 a 17.000 muertos ante los pelotones de fusilamiento de Castro y Guevara; una cifra que, al margen de cualquier otra consideración, multiplica en casi diez veces las víctimas de los tribunales revolucionarios, encargados del juicio a los esbirros de Batista y el imperialismo yanqui, que organizó la invasión a la isla en 1961. En el mismo texto, luego de citar como fuente a Amnesty International, se habla de la existencia de 12.000 a 15.000 presos políticos en la misma Cuba a mediados de los años 80. Para esa época, los informes oficiales de Amnesty denuncian una cifra total de 450 detenidos por "razones de conciencia" (4).

A matar las ideas o el demócrata fascista

Toda esta grosera falsificación de los hechos, cuya sola denuncia podría superar las páginas del propio El libro negro, tiene un propósito de naturaleza inconfundiblemente nazófila. Porque sucede que, después de la cuenta macabra y puestos a tratar de explicar lo que sería un desvarío loco de la humanidad, la explicación oficial del libro para semejante carnicería es una sola: se trata de las consecuencias de una teoría y aun de un hombre, de la "voluntad de Lenin de poner en práctica su idea sobre la construcción del socialismo". Este es el "auténtico motor del terror": la "ideología leninista" (5) e inclusive "la idea misma de la revolución" (6). Naturalmente El libro negro, en función de esto, protesta contra "los activos grupos revolucionarios... que se expresan con toda legalidad" (sic), buscando dejar claro que si las "ideas" matan, lo primero que debiéramos hacer es matar a las ideas, proscribiendo en masa a sus portadores. Un argumento de este tipo tiñó el accionar de los Pinochet y Videla que, como se sabe, al igual que los autores de El libro negro justificaron su acción en nombre de la democracia y de la tradición occidental y cristiana. Uno de los prohombres de la derecha argentina Alvaro Alsogaray acaba de justificar el secuestro y robo de niños en la Argentina del 70 porque los militares debían evitar que las criaturas volvieran a sus familias para "ser educados como guerrilleros".

Pero, claro, El libro negro es un libro a la mode, lo que significa que sus planteos más reaccionarios deben disfrazarse de democráticos y centroizquierdistas. Para justificar sus anatemas, el mentor de la obra no vacila en apelar al anarquismo y a teóricos o representantes de la socialdemocracia, mientras declara su repudio a la extrema derecha. En su visión groseramente maniquea, Courtois divide el mundo entre Lenin, el criminal, y el resto de la humanidad, partidaria de la paz y la democracia; entre los cuales deberíamos sumar a Bakunin y a Kautsky, convenientemente citados por el ex maoísta. Rescata por eso al "marxismo de la IIª Internacional" y, jugando a presentarse como historiador, nos informa de sus bondades puesto que ya "en vísperas de la Guerra del 14, (el socialismo segunda internacionalista) se orientaba hacia soluciones pacíficas sustentadas en la movilización de masas y en el sufragio universal" (7). Semejante afirmación es propia, no de un historiador sino de un delincuente: la Primera Guerra Mundial se transformó en una enorme carnicería imperialista sólo por medio de la colaboración de... la socialdemocracia, en particular del partido alemán que Kautsky, entre otros, encabezaba y que votó los créditos de guerra el 4 de agosto del 14 en beneficio del Kaiser y la burguesía alemana. Los criminales reagrupados en torno de Lenin son los que denunciaban la guerra intercapitalista, pregonaban la paz y llamaban a los trabajadores a liquidar no a sus hermanos de clase sino a acabar con el dominio de los explotadores.

Un pedacito de historia verdadera

Fue la incondicional oposición contra la guerra imperialista, a favor de la paz entre los pueblos, lo que constituyó el factor decisivo en la conquista del poder por parte de los bolcheviques. Cuando el zar es derrocado, en febrero de 1917, los demócratas y buena parte del propio partido bolchevique son partidarios de mantener a Rusia en el bloque anglofrancés para seguir la guerra, por supuesto, ahora en nombre de la... democracia. Era, apenas, una excusa de los hipócritas demócratas rusos (la hipocresía democratizante tiene un carácter general en nuestra época): la democracia suponía la revolución agraria y la entrega del poder a las instituciones que expresaban la movilización de masas que liquidó al zar, es decir, los soviets. Pero era esto precisamente a lo que se oponía el gobierno democrático que, entre febrero y octubre, tomara la forma de kerenskismo (por Kerensky, socialdemócrata que llegará a la jefatura del entonces gobierno provisional). Cuando Lenin y los bolcheviques toman el poder, lo primero que concretan es el ofrecimiento de paz, una paz sin anexiones, a los carniceros del imperialismo germano. Ahí tenemos, pues, al Lenin... criminal.

¿Qué le importa, sin embargo, la historia al historiador Courtois? Un año después de la publicación de su libro, nos acaba de resumir su versión sobre el punto: "mientras que la revolución de febrero de 1917 vio emerger estructuras democráticas y una reorganización espontánea de las relaciones sociales en el campo, es el putsch de Lenin y los bolecheviques el que quebró las esperanzas nacidas de esta revolución. En el sentido literal del término, Lenin fue un putschista contrarrevolucionario que debe ser considerado como uno de los principales responsables de la tragedia rusa en el siglo XX, el reintroductor de una nueva forma de servilismo, tanto de los obreros como de los campesinos" (8). Sin saberlo u, ocultándolo, el demócrata-fascistizante retoma aquí una de las tesis de la historiografía-ficción del stalinismo: la de la llamada teoría de la revolución por etapas, según la cual, precisamente, la revolución de febrero de 1917 fue una revolución democrática; cuando lo cierto es que llevó al poder a la burguesía, incapaz de asegurar las condiciones elementales del régimen democrático. Como en el caso de Courtois, la versión stalinista no está fundada por el apego a la historia o idea alguna de cualquier carácter; surgió apenas como un expediente para combatir al bolchevismo, es decir, a Trotsky y la oposición de izquierda y, por sobre todas las cosas, para justificar la colaboración del stalinismo con la burguesía en el caso de la revolución china (1927). Recordemos que, en función de esto, Stalin llegó a designar al demócrata-fascistizante Chiang Kai-shek como presidente de la Internacional Comunista stalinista.

La revolución y el diablo

Un punto alto y relevante de la estafa de El libro negro se plantea casi de pasada cuando, en menos de un renglón, Courtois tiene que admitir que "hasta el momento, los crímenes del comunismo sólo habían sido denunciados (entre otros), por los disidentes trotskistas". Algo que no le impide incluir poco después a Trotsky entre los mismos criminales; una evidencia de la seriedad y rigor con la cual los autores pretenden hacer pasar al mamotreto como obra de ciencia.

Este procedimiento por medio del cual se suman así como así víctimas y victimarios, es típico de la impostura del demócrata fingido, que juzga los hechos desde el sillón en el que escribe o desde el cual le pagan para que escriba y desde el cual observa como un espectador lo que sucede arriba y abajo, a izquierda y derecha como si el escriba y su sillón fueran el centro mismo de la historia. Así han juzgado nuestros demócratas, por ejemplo, los crímenes sin igual de los 60 y los 70 en América Latina. Un extremista por aquí, otro por allá; un terrorista o guerrillero a la izquierda, un represor o un torturador a la derecha; un violento arriba, un revolucionario desbocado abajo. En el medio, siempre el sillón y su escriba, o el político correspondiente, el que pontifica contra todos los totalitarismos, el que rechaza los extremos definidos a su arbitrio, el que esboza teorías sobre los "dos demonios", el que juega a colocar los soldaditos del fascismo de un lado y los del comunismo del otro y repudia a ambos porque le afecta una digestión tranquila y sus propios negocios o placeres con la democracia. Una democracia que no tiene nombre, que no reviste contenido social, que carece de historia porque es como una divinidad abstracta que la humanidad hubiera perseguido siempre, forzada por una compulsión indefinible. Pero no es todo, puesto que los demócratas juegan al "justo medio" en tanto su neutralidad es apenas de papel: sin su colaboración directa o indirecta los fascistoides y dictadores criminales no hubieran progresado como lo sabe cualquier historiador serio, entre los cuales, debemos excluir, naturalmente, a nuestros criticados en esta oportunidad.


El libro negro no puede ni aproximarse a la historia real porque su función ideológica es distorsionarla en función del macartismo barato que informa toda su configuración. Por este motivo el historiador Courtois tiene que ocultar, por sobre todas las cosas, a un personaje clave en la historia de este siglo y de los acontecimientos que ocupan al propio El libro negro. Nos referimos, claro está, a León Trotsky. En contrapartida, la culpa de todo es de un solo individuo, loco y endiablado, sediento de poder y de sangre: Vladimir Ulianov Lenin. Nadie más. El planteo es absurdo, pero funcional a la demonización que se empeña en promover el mamotreto con una energía digna de mejores causas. No hay nada que en esto se conecte con la historia tal como fue: El libro negro nos pinta el desatino del Hombre que, no se sabe ni por qué ni cómo, es sometido por el Mal. Para que el Bien triunfe hay que exorcizar a la humanidad, habitada por el demonio Lenin. El Papa canoniza; Courtois organiza la inquisición purificadora contra el Diablo Lenin, el asesino más brutal de todos los tiempos (para completar el burdel, Courtois ni siquiera se priva de disculpar a la propia Inquisición medieval ante, una vez más... "los crímenes del comunismo"). El Cielo y sus dioses agradecen al Torquemada de las letras en este final de siglo.

En el ámbito más sólido de la terrenalidad, importa, sin embargo, entender el porqué del ocultamiento deliberado del papel del principal líder de la Revolución de Octubre, junto a Lenin. Es que esto supera a los autores de El libro negro que tampoco en esto pueden invocar originalidad. Siguen aquí una suerte de mandato que informa a todos los analistas, historiadores, cientistas políticos y demás integrantes de la diversa fauna intelectual moderna. Courtois y sus compinches tienen que impedir que Trotsky aparezca por el simple motivo de que no hay nada en los descubrimientos de El libro negro que ya no haya sido dicho por Trotsky; claro que no en los términos de una afirmación fraudulenta, no en términos de historia-ficción, caprichosa y amañada, sino en términos de historia, es decir, de examen de las fuerzas sociales en pugna, del análisis de las contradicciones vivas, de la lucha real de intereses y hombres de carne y hueso.

Nazismo y comunismo

Tomemos, en particular, el caso del nazismo y el comunismo que los autores del libelo grueso que comentamos colocan como hermanos gemelos de la criminalidad del siglo XX. Aclaremos, de entrada, que hacemos una concesión porque, en numerosos párrafos del texto, el nazismo es considerado como una "singularidad", mientras que el comunismo es un "sistema mundial", y porque, en las cuentas de cadáveres a la que se dedica El libro negro, los comunistas se cargan cuatro muertos por cada asesinado por los nazis. Fascistas menores y no tan menores como Batista o como Franco son, a su turno, presentados como partícipes del mundo occidental y cristiano. ¡Y El libro negro se considera a sí mismo como fiel representante del principio y juramento que proclama encarnar "la verdad y sólo la verdad..."!

En cualquier caso, fue Trotsky el que más de medio siglo atrás puso en evidencia el carácter criminal del comunismo stalinista, es decir, de la política anticomunista y antiobrera de la burocracia que expropió en su beneficio las conquistas de la revolución. Poner en evidencia significa que explicó y analizó las implicancias del desarrollo particular que tomó la Revolución de Octubre, como resultado del desangre resultante de la monstruosa guerra civil, del apoyo a la reacción contrarrevolucionaria de un batallón de países capitalistas, del aislamiento de la revolución como consecuencia de las derrotas del movimiento obrero en el resto del mundo, de las dificultades planteadas por el enorme atraso del país, de la brutal fractura en el seno de la propia clase obrera como producto de este conjunto de circunstancias, de la naturaleza excepcional de un fenómeno inédito por el cual el capital carecía de fuerzas para imponer directamente la restauración de un modo directo y el proletariado de las fuerzas para imponer una gestión colectiva, de la realimentación de este conjunto de factores y la política conservadora y crecientemente hostil a la revolución de la misma casta gobernante, etc... Todo esto Trotsky lo desenvolvió no como un espectador sino como un protagonista activo de un proceso que, cualquiera sea la trinchera política o ideológica, es considerado como uno de los signos marcantes del siglo XX. Nada de esto importa al colectivo de estafadores que organizaron El libro negro. Cuando más lejos de la vida y de los acontecimientos, de su concatenación, de las contradicciones que expresan, de las fuerzas sociales que encarnan, más se facilita su tarea de... historiadores.


Pues bien, en 1936, sesenta años antes del gris El libro negro, Trotsky dijo que la represión stalinista contenía, por sus métodos bárbaros, analogías semejantes a la represión hitleriana (9). Más aún: señaló que el salvajismo de la burocracia del Kremlin podía ser aún mayor, en la misma medida en que se trataba de una burocracia más libre, menos restringida en relación con los hombres del nazismo, que nunca dejaron de ser los mandantes de la gran burguesía alemana. Cuando ahora el presidente socialista de Francia se horroriza de que en El libro negro se compare al nazismo con el stalinismo, que al igual que los autores de la obra en cuestión llama... comunismo, demuestra hasta qué punto la pacífica IIª Internacional es cómplice del horror staliniano y de la deshonestidad intelectual de los autores del mamotreto. De todos modos, Jospin salió al cruce del libro que comentamos por motivos bastante más pedestres que los que tienen que ver con la verdad histórica porque simplemente trataba de salvar a sus propios ministros comunistas, empeñados en enfrentar las huelgas y el ascenso obrero del proletariado francés. Si es por la verdad histórica, recordemos que los partidos obreros franceses, los demócratas y fascistas galos han hecho un oficio propio del ocultamiento de las masacres del imperialismo francés, que probablemente no tiene parangón. Es, por lo menos, lo que se desprende de lo que dice Perrault en un reciente artículo (10) al plantear que, si se trata de contabilizar cadáveres, las masacres de los colonialistas franceses en Indochina, Argelia, Madagascar y otros territorios de ultramar, con relación a la población nativa no hay estado más criminal y genocida que la Francia democrática que los autores de El libro negro toman como modelo de civilización.

Reacción política y capitalismo

La verdad elemental que ni El libro negro ni muchos de sus detractores quieren plantear es que el nazismo y el stalinismo pueden ser comparados en términos de fenómenos derivados de una misma causa: la sobrevida, hasta la descomposición, del sistema capitalista. Los monopolios, el capital financiero, su asociación directa con el aparato bélico más sofisticado de la historia, la tendencia a suprimir la competencia en el campo nacional para llevarla al paroxismo en el campo internacional, la lucha despiadada por los mercados, el aplastamiento a sangre y fuego de las rebeliones en los países periféricos, las intervenciones e invasiones militares en los más variados puntos del planeta, las catástrofes económicas, los millones de niños y seres humanos condenados a una existencia ya no infrahumana sino infra-animal, las guerras mundiales; todo esto es el testimonio de un modo de producción que ha llevado hasta el extremo posible el carácter social de la producción y, al mismo tiempo, el carácter privado de la propiedad de los medios de esa misma producción y de sus resultados, que ha desenvuelto hasta límites inimaginables la producción planificada al interior de la gran empresa moderna mientras la anarquía se glorifica como el método propio de regulación de la enorme ingeniería social del mundo productivo en su conjunto. La manifestación de toda esta putrefacción de la sociedad contemporánea ha sido, en un polo, el genocidio nazi y, en el extremo opuesto, la brutalidad stalinista. En un caso para afirmar y no para negar el monopolio capitalista aunque el nazismo mismo se encubriese con veleidades sociales, en el otro para negar el gobierno de los trabajadores y la expropiación del capital y establecer el dominio de una casta completamente criminal.

No es la revolución socialista sino el atraso de la revolución, la fuente de la barbarie propia del siglo XX. No por casualidad, El libro negro, puesto a medir la "dimensión criminal" de la historia contemporánea, no menciona el signo emblemático de las dos matanzas masivas y planetarias de los últimos 100 años, es decir, las dos Guerras Mundiales. ¿A quién adjudicarles sus millonarias víctimas? Hasta el manual más imbécil le explica a nuestros escolares el drama moderno de la lucha de nuestras democracias por los mercados y por la conquista del planeta. Un registro, sin embargo, que no han anotado nuestros historiadores, que reivindican la tradición "occidental y cristiana". Los muertos de la democracia permanecen vivos en el cielo de los negros autores del oscuro libro sobre el comunismo. De otra manera, serían aplazados en el examen de su misión específica de contadores de cadáveres.

No hay peor ciego...

En ese ejercicio rutinizado para no decir nada que sea novedoso, El libro negro repite la vieja vulgaridad de que los crímenes del comunismo no han sido dimensionados ni apreciados debido a la "ceguera de Occidente". Se trata de una mentira por partida doble.

En primer lugar, porque Occidente no sólo no fue ciego a la Revolución sino que organizó una fenomenal expedición contrarrevolucionaria, financiada por más de una decena de países capitalistas, que llevó a la devastación al territorio de la recién constituida Unión Soviética. Sin este apoyo de la burguesía mundial, la guerra civil que siguió a la toma del poder por parte de los bolcheviques es simplemente incomprensible, salvo, claro está, para nuestros grises historiadores de El libro negro. Por supuesto, no se trató de un paseo ni de un torneo de esgrima entre caballeros sino de una monstruosa matanza (¿qué otra cosa es una guerra civil?): la revolución no sucumbió, pero fue terriblemente golpeada. Por eso, tres años después de la toma del poder, la situación era desesperante: la población de Moscú y Petrogrado era apenas de un tercio de la existente en octubre del 17, restaban 80 mil proletarios de un total de 460 mil, la producción en ramas claves de la economía era una décima parte de la que correspondía a la de los últimos años del zarismo.


¿Saben, acaso, nuestros historiadores de qué están hablando? Citémoslos: "Las insurrecciones campesinas (se refiere a 1919) desempeñaron un papel determinante en la victoria sin futuro de las tropas blancas... Sus consignas no admitían equívocos: ...fuera los bolcheviques y judíos... libertad de empresa y de comercio... (y) derivaron en decenas de progroms contra las comunidades judías... asesinando a todos los representantes del poder soviético..." (11).¿Qué debían hacer los revolucionarios ante esta situación? ¿Entregar el poder pacíficamente, para ahorrarse el trago amargo de la guerra civil impuesta por la feroz resistencia de los propietarios expropiados en un territorio continental, apoyados en todos los recursos del bandidismo capitalista occidental y democrático? ¿O pretenden una guerra civil basada en las reglas de la moral y las buenas costumbres? Ninguna pregunta que importe será respondida por los cuentacadáveres.


El libro es tan deshonesto que es hasta deshonesto consigo mismo: "la violencia no había esperado para desencadenarse a la llegada de los bolcheviques al poder... En el verano de 1917, la violencia era omnipresente... una violencia urbana reactivada por la brutalidad de las relaciones capitalistas en el seno del mundo industrial; una violencia campesina tradicional y la violencia moderna de la Primera Guerra Mundial, portadora de una extraordinaria regresión y una enorme brutalización de las relaciones humanas... una combinación explosiva... (12) ¿Entonces? El autor de esta cita (Nicolás Werth) es quien redacta el artículo más voluminoso y documentado de El libro negro que acabó casi a las trompadas con su editor, en medio de los debates suscitados por la obra. Pero su propio trabajo reitera todas las afirmaciones sobre los crímenes del comunismo, no explica nada sobre las características posteriores de la guerra civil, atribuye los "asesinatos en masa" a la naturaleza sanguinaria de... Lenin e identifica a Stalin con la continuidad del bolchevismo del 17. Nada nuevo bajo el sol.  Estructura del libro


Por otra parte, en segundo lugar, hablar de la ceguera de Occidente es un enorme encubrimiento de lo que fue la colaboración de la burguesía mundial y el comunismo; así entre comillas, es decir, el anticomunismo de la burocracia stalinista. Lo cierto es que Occidente vio muy bien la naturaleza contrarrevolucionaria del stalinismo y se apoyó sistemáticamente en la colaboración con la burocracia del Kremlin para aplastar las tendencias revolucionarias urbi et orbe. Se trata de algo tan banal que apenas nos referiremos solamente al caso paradigmático de la historia contemporánea. Cualquier manual de historia tiene, por ejemplo, la foto de Churchill, Roosevelt y Stalin, cuando en 1945 acordaron la división del mundo, la masacre del pueblo alemán para que no diera cuenta del nazismo, el lanzamiento de la bomba atómica sobre el Japón derrotado, el desarme de las guerrillas europeas, la reconstrucción de los Estados capitalistas en Europa, la conformación de un aparato clerical mafioso en Italia, el aplastamiento de cualquier rebeldía en sus respectivos cotos de caza, la colaboración contrarrevolucionaria con las oligarquías de los países periféricos contra los movimientos nacionalistas (recordemos la entente del PC argentino y la embajada norteamericana contra el peronismo en 1945), etc... Sobre todo esto y los respectivos cadáveres de esta colaboración entre el stalinismo y la democracia occidental, ni una palabra en El libro negro consagrado al "drama criminal" del siglo XX. Como se ve, cuando se trata de omitir y engañar, nuestros historiadores no se andan con pequeñeces.




Una empresa frustrada

Los negociantes de El libro negro no tuvieron demasiada suerte en un aspecto nada despreciable. La obra fue concebida en el apogeo de la propaganda derivada de la desaparición de la ex URSS y en plena euforia capitalista. A mediados de los 90 proliferaban las teorías sobre el destino irreversible y final de la humanidad, eternizado en los moldes propios de la sociedad burguesa. La historia había llegado, entonces, a su estación terminal. Los economistas y sociólogos del capital celebraban la expansión de la economía mundial y pronosticaban, inclusive, el desarrollo cíclico y las crisis como una rémora del viejo capitalismo. Los tigres asiáticos se presentaban como la evidencia misma de la posibilidad de los países atrasados de alcanzar un desenvolvimiento moderno. Brasil, el país continente latinoamericano en nuestras latitudes, se plegaba a la globalización bajo la dirección de un intelectual progresista y estudioso ni más ni menos que de El Capital de Marx. Como en aquellas calles estrechas que abandonan la doble mano para transformarse en rutas de una sola dirección, la humanidad avanzaría por un sendero definitivo y ya trazado. Se había acabado, en consecuencia, con la era de los grandes cambios, la utopía de las transformaciones violentas y súbitas y hasta con las grandes catástrofes del siglo. La vida se tornaría más cómoda y aburrida. No más alternativas.

La ocasión parecía bienvenida para una suerte de ajuste final. Celebrar, con el 80º aniversario de la Revolución de Octubre, el entierro definitivo del horror que no habíamos querido mirar. Más que la fanfarria de combate, los autores de El libro negro nos acercaban la música de un funeral y celebraban la vida, para siempre, del Occidente victorioso.

Sin embargo, el mamotreto tuvo la desdicha de aparecer cuando el castillo de naipes comenzaba a derrumbarse. La crisis, dada por muerta, surgió con una virulencia inusitada allí donde se dijo que el capitalismo presentaba sus mejores frutos. En Indonesia un viejo dictador caía bajo el telón de fondo de una insurrección popular. En Rusia colapsaba de un modo virulento el cuento del mercado para revelarse como una empresa depredadora al mejor estilo de cualquier debut del capitalismo, es decir, "chorreando sangre y lodo" por los cuatro costados; de un capitalismo que ahora se presenta no como un bebé robusto, con perspectiva vital, sino más bien como un individuo senil con su existencia agotada. En el sufrido pueblo ruso se difundía la historia conocida ahora como una suerte de chiste trágico: los comunistas mintieron siempre respecto de la naturaleza del propio comunismo... pero sobre el capitalismo nos habían dicho la verdad. En la propia tierra de El libro negro el movimiento obrero comenzó a levantar cabeza en la misma medida en que los historiadores pretendían acabar con su propia historia: la huelga de los camioneros abrió, sobre el final del 95, una nueva etapa de la situación política francesa.

En estas condiciones, la fiesta de El libro negro quedó relativamente aguada, como aquellas bebidas convenientemente adulteradas. Su finalidad más sutil, atacar al movimiento obrero, su tendencia instintiva a la revolución, su lugar irreemplazable en la labor de poner en pie un nuevo orden social, quedó opacada por los nuevos acontecimientos. Esta finalidad de El libro negro se expresó por sobre todas las cosas en el esfuerzo por poner un signo igual entre el marxismo revolucionario y sus enterradores contrarrevolucionarios, entre Lenin, Trotsky y Stalin, entre la lucha contra el capital y la colaboración con los explotadores. La cosmética científica de la parte más elaborada del mamotreto, vinculada a la revelación de los datos ocultos que aparecieron con la apertura de los archivos de la ex URSS estaba al servicio de tal empresa fundamental: probar que el comunismo siempre mató; que Lenin, al frente de la guerra civil contra la contrarrevolución mató, que Stalin como agente de esa misma contrarrevolución mató, que Trotsky mató y luego lo mataron como consecuencia de que él mismo mató. Los cadáveres inundan la historia del comunismo y nada más hay que decir: queda la versión más penosa de la moderna historia cuantitativa, numerar a los muertos. No por casualidad el libro comienza con una frase que define a la historia como "la ciencia de la desgracia de los hombres" (13). Expurgar la desgracia en el altar de la democracia, con la colaboración de estos investigadores era la función que se autoimpusieron nuestros autores, en el 80º aniversario del 17.



Democracia y revolución

Mucho antes que los escribas de El libro negro, fue un auténtico comunista el que habló no de la desgracia sino de la "prehistoria" del hombre, para resumir la explotación secular de la humanidad, en las sociedades divididas entre explotadores y explotados. Fueron los comunistas los que pusieron de relieve la lógica implacable de la civilización que conducía a una sociedad humana a través de la inhumanidad. Hace un siglo y medio, Marx y Engels nos mostraron, entonces, cómo, bajo el extremo de vidas masacradas, territorios arrasados y guerras monstruosas, el capitalismo ponía en pie la base material la única posible para terminar con la lucha por la vida, para sustituir el penoso trabajo directo por la herramienta y la máquina que sustituye la labor del propio hombre; mostraron cómo el capitalismo creaba el mercado mundial y las escalas de producción susceptibles de hacer del hombre y su entorno una potencia, humana y natural, universal, planetaria. Fueron los comunistas los que comprendieron que el pasaje de la prehistoria a la historia no tendría otra forma que la revolución, puesto que se trataba de liquidar el viejo orden, es decir, los intereses y las clases dominantes que los encarnaban. Una enseñanza, por otra parte, heredada del pasado, bárbara y también bestial, pero inevitable. Nadie ha descubierto hasta ahora otro remedio mejor para acabar con la miserable subsistencia de un sistema que sólo puede sobrevivir a costa de la victimización creciente del hombre.


Nadie va a una revolución porque quiere o porque lo desea. Ya se sabe, y esto no lo inventaron los comunistas, se trata del momento culminante de una sociedad, cuando una parte de la misma trata de imponer a la otra la razón de su historia o la razón de su barbarie. Es una lucha. Daniel Bensaid, dirigente del Secretariado Unificado de la IVª Internacional, reacciona defensivamente ante los demócratas fascistoides: quiere salvar la revolución y la democracia burguesa; todo al mismo tiempo y se pone a dar recetas: "la defensa del pluralismo político no es una cuestión de circunstancias sino una condición esencial de la democracia socialista" (14). Pero la revolución misma es la abolición del pluralismo en el sentido corriente y normal (es decir, burgués, del término) y también es una condición de la democracia socialista. La dictadura del proletariado es sinónimo de revolución, en el sentido de que, en la instancia decisiva de la lucha por el poder, no son las leyes y los códigos sino la fuerza de los contendientes lo que, precisamente, decide. Esto no puede ser resuelto por fórmulas convencionales donde se combinan en forma armónica dosis convenientes de pluralismo, autoritarismo y algo de dulzona moral genérica. Peor es cuando Bensaid trata de aplicar su fórmula y cita el caso de Nicaragua, omitiendo que el pluralismo de la dirección sandinista acabó por hundir la revolución y devolvió el poder a la reacción y a los empresarios y amigo de la... contrarrevolución. Flaco favor le prestamos al desenmascaramiento de los demócratas fascistoides con semejantes respuestas.


Bolchevismo, es decir, comunismo y stalinismo

La identificación entre stalinismo y comunismo o bolchevismo es naturalmente una vulgar reiteración de la política criminal del... stalinismo. Aún más, es un hecho que el stalinismo surgió en el seno mismo del viejo partido bolchevique. Sobre esto no hacía falta esperar a El libro negro hace décadas que se procura buscar en el bolchevismo el secreto último de su posterior degeneración. La conclusión normal es una vulgaridad: "un Partido revolucionario es malo cuando no lleva en sí mismo garantías contra su degeneración". "Enfocado con un criterio semejante, comunismo y bolchevismo están condenados: no poseen ningún talismán. Pero ese mismo criterio es falso. El pensamiento científico exige un análisis concreto: ¿cómo y por qué el partido se ha descompuesto? Hasta el momento nadie ha hecho este análisis fuera de los bolcheviques. No por eso han tenido necesidad de romper con el bolchevismo. Por el contrario es en el arsenal del propio bolchevismo donde han encontrado todo lo necesario para explicar su destino. La conclusión a la cual llegamos es la siguiente: evidentemente el stalinismo ha surgido del bolchevismo, pero no surgió de una manera lógica sino dialéctica; no como su afirmación revolucionaria sino como su negación thermidoriana. Que no es una misma cosa. Buscar el origen del stalinismo en el bolchevismo o en el marxismo es exactamente la misma cosa, en un sentido más general, que querer buscar el origen de la contrarrevolución en la revolución". Fue escrito hace 60 años. Por León Trotsky.


Notas:
1. Stèphane Courtois y otros, El libro negro del comunismo crímenes, terror y represión, Editorial Planeta-Espasa, España, 1998.
2. Mario Maestri, Livro Negro: Um titanic contra o comunismo, Paper, Porto Alegre, Brasil, febrero de 1998.
3. Idem.
4. Ver comentarios de diversos autores en Le Monde Diplomatique, diciembre de 1997.
5. Stèphane Courtois, op. cit., pág. 825.
6. Idem, pág. 37.
7. Idem, pág. 827.
8. Stèphane Courtois, "Comprendre la tragédie communiste", en Le Monde Diplomatique, noviembre de 1998.
9. Pablo Rieznik, "Genocidio y Trabajo esclavo en la URSS", en En Defensa del Marxismo, Nº 13, julio de 1996.

Genocidio y trabajo esclavo en la URSS stalinista

Por Pablo Rieznik

        
10. Giles Perrault, en Le Monde Diplomatique, noviembre de 1997.
11. Stèphane Courtois, op. cit., págs. 116, 117 y 130.
12. Idem, págs. 75 y 76.
13. Idem, pág. 13.
14. Daniel Bensaid, Communisme et stalinisme, une réponse au Livre Noir...




Comunismo y estalinismo. Una respuesta al Libro negro del comunismo.  Daniel Bensaïd  1997

Daniel Bensaïd.  Comunismo y estalinismo.

Una respuesta al libro negro del comunismo

Escrito: En 1997 en respuesta al Libro Negro del Comunismo de Stéphane Courtois.



Ya en 1995, François Furet en 1956, entra en el CNRS y (aquí en inglés) había propuesto como lápida funeraria de un comunismo difunto su grueso volumen El Pasado de una Ilusión, ensayo sobre la idea comunista en el siglo XX. En 1997, un equipo de historiadores coordinado por Stéphane Courtois (es un historiador francés y director de la investigación académica en el CNRS (Universidad de París X) publica una obra aún más monumental, El Libro negro del comunismo. Crímenes, terror, represión. Ochocientas páginas para inventariar los crímenes del comunismo por todo el mundo y contar los cadáveres que jalonan su historia.

Se trata esta vez de sacar al comunismo de su tumba para juzgarle.

Por temor, quizá, de que siga recorriendo el mundo… El nazismo tuvo su Nuremberg. ¿Qué se espera para erigir un Nuremberg del comunismo?, pregunta nuestro historiador, que se nombra juez y entrega su veredicto: el comunismo, indisociable del estalinismo, se ha mostrado al menos tan criminal como el nazismo. Formidable empresa de oscurecimiento de puntos de referencia, de desorientación de las conciencias, al término de la cual el siglo no es ya más que un amontonamiento de cadáveres, la revolución de Octubre un horrible desliz y el ideal comunista una funesta monstruosidad. Para que la historia no se reduzca solo a la represión, para que la razón no ceda al furor, y no se confundan víctimas y verdugos, conviene en primer lugar volver sobre Octubre, para estudiarlo, sacar de él lecciones para el futuro. Un Octubre demasiado grande para un historiador entronizado como inquisidor.

“Pues un fenómeno semejante en la historia humana no se olvida jamás, al haber revelado en la naturaleza humana una disposición y una capacidad hacia lo mejor que político alguno hubiera podido argüir a partir del curso de las cosas acontecidas hasta entonces, lo cual únicamente puede augurar una conciliación de naturaleza y libertad en el género humano conforme a principios intrínsecos al derecho, si bien solo como un acontecimiento impreciso y azaroso por lo que atañe al tiempo.

Pero, aun cuando tampoco ahora se alcanzase con este acontecimiento la meta proyectada, aunque la revolución o la reforma de la constitución de un pueblo acabara fracasando, o si todo volviera después a su antiguo cauce después de haber durado algún tiempo (tal como profetizan actualmente los políticos), a pesar de todo ello, ese pronóstico filosófico no perdería nada de su fuerza. Pues ese acontecimiento es demasiado grandioso, se halla tan estrechamente implicado con el interés de la humanidad y su influencia sobre el mundo se ha diseminado tanto por todas partes, como para no ser rememorado por los pueblos en cualquier ocasión donde se den circunstancias propicias y no ser evocado para repetir nuevas tentativas de esa índole”.

Emmanuel Kant, El conflicto de las facultades, 1798.

“Tal es el problema a dilucidar, esta marcha de los acontecimientos es efectivamente continua o bien se trata de dos series de acontecimientos intrínsecamente ligados, pero que remiten a pesar de todo a vidas diferentes, a dos mundos políticos y morales distintos ?. Si no logramos dilucidar este problema, hoy aún podemos por descuido volvernos peligrosos. Pues el pasado no meditado reanima los peores prejuicios y prohíbe a la conciencia histórica penetrar en el campo político”.

Mikhaël Guefter, “Staline est mort hier”, L’Homme et la société, 1987.

En 1798, en pleno período de reacción, Emmanuel Kant escribía a propósito de la Revolución francesa que un acontecimiento así, más allá de los fracasos y retrocesos, no se olvida. Pues, en ese desgarro del tiempo, se dejó entrever, aunque fuera de forma fugitiva, una promesa de humanidad liberada. Kant tenía razón. Nuestro problema es saber hoy si la gran promesa ligada al nombre propio de Octubre, ese estremecimiento del mundo, ese resplandor surgido de las tinieblas de la primera carnicería mundial, podrá ser él también “rememorado por los pueblos”. Es lo que está en juego no por un “deber de memoria” (noción hoy degradada), sino para un trabajo y una batalla por la memoria. El 80 aniversario de la revolución de octubre de 1917 corría el riesgo de pasar desapercibido. La publicación del Libro negro del Comunismo habrá tenido al menos el mérito de poner encima de la mesa “el asunto Octubre”, una de esas grandes querellas sobre las que no habrá jamás reconciliación. Claramente enunciado por Stéphane Courtois, director del conjunto, el objetivo de la operación es establecer una estricta continuidad, una perfecta coherencia entre comunismo y estalinismo, entre Lenín y Stalin, entre la radiación del inicio revolucionario y el crepúsculo helado del Gulag: “Estalinista y comunista, es lo mismo”, escribe en el Journal du dimanche (9 de noviembre). Es crucial responder sin rodeos a la pregunta planteada por el gran historiador soviético Mikhaël Guefter: “Tal es el problema a dilucidar: esta marcha de los acontecimientos es efectivamente continua o bien se trata de dos series de acontecimientos intrínsecamente ligados, pero que remiten a pesar de todo a vidas diferentes, a dos mundos políticos y morales distintos?” (“Stalin murió ayer”, en L’Homme et la société, 2-3, 1988). Pregunta decisiva, en efecto, que domina tanto la inteligibilidad del siglo que acaba como nuestros compromisos en el siglo atormentado que se anuncia: si el estalinismo no fuera, como algunos lo sostienen o lo conceden, más que una simple “desviación” o “una prolongación trágica” del proyecto comunista, habría que sacar de ello las conclusiones más radicales en cuanto al propio proyecto.

Un proceso de fin de siglo

Es por otro lado lo que intentan los promotores del Libro negro. Sería en efecto extraño el tono de guerra fría, bastante anacrónico, de Stéphane Courtois y de ciertos artículos de prensa.

Cuando el capitalismo, púdicamente rebautizado “democracia de mercado”, se proclama de buena gana como sin alternativa tras la desintegración de la Unión Soviética, vencedor absoluto del fin de siglo, esta obstinación revela en realidad un gran miedo reprimido: el temor de ver las llagas y los vicios del sistema tanto más patentes, en la medida en que ha perdido, con su doble burocrático, su mejor coartada. Es importante pues proceder a la diabolización preventiva de todo lo que podría dejar entrever un posible futuro diferente. Es en efecto en el momento en que su imitación estalinista desaparece en la debacle, cuando se acaba su confiscación burocrática, cuando el espectro del comunismo puede de nuevo volver a recorrer el mundo.

 ¿Cuántos antiguos celosos estalinistas, por no haber sabido distinguir estalinismo y comunismo, han dejado de ser comunistas dejando de ser estalinistas, para unirse a la causa liberal con el fervor de los conversos?


Estalinismo y comunismo no son solo distintos, sino irreductiblemente antagónicos. Y el recordatorio de esta diferencia no es el menor deber que tengamos hacia las numerosas víctimas comunistas del estalinismo.

El estalinismo no es una variante del comunismo, sino el nombre propio de la contrarrevolución burocrática. Que militantes sinceros, en la urgencia de la lucha contra el nazismo, o debatiéndose en las consecuencias de la crisis mundial de entre guerras, no hayan tomado inmediatamente conciencia, que hayan continuado ofreciendo generosamente sus existencias desgarradas, no cambia nada del asunto. Se trata claramente, por responder a la pregunta de Mikhaël Guefter, de “dos mundos políticos y morales” distintos e irreconciliables. Esta respuesta está en las antípodas de las conclusiones de Stéphane Courtois en el Libro negro. Se defiende a veces de haber reclamado un Nuremberg del comunismo, probablemente molesto por unirse en este tema a una fórmula querida de M. Le Pen. Sin embargo, la puesta en escena del Libro negro tiende no solo a borrar las diferencias entre nazismo y comunismo, sino a banalizar sugiriendo que la comparación estrictamente “objetiva” y contable va en ventaja del primero: 25 millones de muertos contra 100 millones, 20 años de terror contra 60. La primera banda de presentación del libro anunciaba escandalosamente 100 millones de muertos. El descuento de los autores llega a 85 millones. A M. Courtois no le va de 15 millones. Maneja los cadáveres de forma turbia.

Esta contabilidad macabra de comerciante al por mayor, mezclando países, épocas causas y campos tiene algo de cínico y de profundamente irrespetuoso de las propias víctimas. En el caso de la Unión Soviética, llega a un total de 20 millones de víctimas sin que se sepa lo que la cifra incluye exactamente. En su contribución al Libro negro, Nicolas Werth rectifica más bien a la baja las estimaciones aproximativas corrientes. Afirma que los historiadores, sobre la base de archivos precisos, evalúan hoy en 690 000 las víctimas de las grandes purgas de 1936-1938. Es ya enorme, más allá del horror. Llega además a un número de detenidos del Gulag de alrededor de dos millones como media anual, una proporción de los cuales más importante de lo que se creía pudo ser liberada, reemplazada por nuevos recién llegados. Para alcanzar el total de 20 millones de muertos, habría por tanto que añadir a las cifras de las purgas y del Gulag, los de las dos grandes hambrunas (cinco millones en 1921-1922 y seis millones en 1932-1933), y los de la guerra civil, que los autores del Libro negro no pueden demostrar, y por motivos sobrados, que se trate de “crímenes del comunismo”, dicho de otra forma de un exterminio fríamente decidido. Con tales procedimientos ideológicos, no sería muy difícil escribir un Libro rojo de los crímenes del capital, sumando las víctimas de los pillajes y de los populicidios coloniales, de las guerras mundiales, del martirologio del trabajo, de las epidemias, de las hambrunas endémicas, no solo de ayer, sino de hoy. Solo en el siglo veinte, se podrían contar sin esfuerzo varios centenares de millones de víctimas.


En la segunda parte demasiado a menudo olvidada de su trilogía, Hannah Arendt veía en el imperialismo moderno la matriz del totalitarismo y en los campos de concentración coloniales en África el preludio a muchos otros campos (Hannah Arendt, Los Orígenes del totalitarismo, tomo II, “El imperialismo”). Si se trata no ya de examinar regímenes, períodos, conflictos precisos, sino de incriminar una idea, ¿cuántos muertos se imputará, a través de los siglos, al cristianismo y a los evangelios, al liberalismo y al “laisser-faire”?. Incluso aceptando las cuentas fantásticas de M. Courtois, el capitalismo habría costado bastante más de veinte millones de muertos a Rusia en el curso de este siglo en dos guerras mundiales que el estalinismo. Los crímenes del estalinismo son suficientemente espantosos, masivos, horribles, para que haya necesidad de añadir más. A menos que se quieran deliberadamente borrar las pistas de la historia, como hemos visto que se hacía con ocasión del bicentenario de la Revolución francesa, cuando ciertos historiadores hacían a la Revolución responsable no solo del Terror o de la Vendée, sino también de los muertos del terror blanco, de los muertos en la guerra contra la intervención coaligada, ¡o incluso de las víctimas de las guerras napoleónicas!

Que sea legítimo y útil comparar nazismo y estalinismo no es nuevo – ¿no hablaba Trotsky de Hitler y Stalin como de “estrellas gemelas”? Pero comparación no es justificación, las diferencias son tan importantes como las similitudes. El régimen nazi cumplió su programa y mantuvo sus siniestras promesas. El régimen estalinista se edificó en contra del proyecto de emancipación comunista. Tuvo para instaurarse que machacar a sus militantes. ¿Cuántas disidencias, oposiciones, ilustran, entre dos guerras, este viraje trágico? ¿Suicidados Maïakovski, Joffé, Tucholsky, Benjamin [1] y tantos otros? ¿Se puede encontrar, entre los nazis, esas crisis de conciencia ante las ruinas de un ideal traicionado y desfigurado? La Alemania de Hitler no tenía necesidad como la Rusia de Stalin de transformarse en “país de la gran mentira”: los nazis estaban orgullosos de su obra, los burócratas no podían mirarse de frente en el espejo del comunismo original.

A base de diluir la historia concreta en el tiempo y en el espacio, de despolitizarla deliberadamente, por una opción de método (Nicolas Werth reivindica francamente “la puesta en segundo plano de la historia política” para mejor seguir el hilo lineal de una historia descontextualizada de la represión), no queda más que un teatro de sombras. No se trata ya entonces de instruir el proceso de un régimen, de una época, de verdugos identificados, sino de una idea: la idea que mata. En el género, algunos periodistas se han entregado con delectación. Jacques Amalric registra con satisfacción “la realidad engendrada por una utopía mortífera” (Libération, 6 de noviembre). Philippe Cusin inventa una herencia conceptual: “Está inscrito en los genes del comunismo: es natural matar” (Le Figaro, 5 de noviembre). ¿Para cuándo la eutanasia conceptual contra el gen del crimen? Instruir el proceso no con hechos, crímenes precisos, sino con una idea, es ineluctablemente instituir una culpabilidad colectiva y un delito de intención. El tribunal de la historia según Courtois no es solo retroactivo. Se convierte en peligrosamente preventivo, cuando lamenta que el “trabajo de duelo de la idea de revolución esté aún lejos de haber sido acabado” y se indigna de que ¡“grupos abiertamente revolucionarios estén activos y se expresen con absoluta legalidad”!


El arrepentimiento está ciertamente de moda. Que Furet o Le Roy Ladurie, Mme Kriegel o el propio M. Courtois no hayan llegado nunca al fin de su trabajo de duelo, que arrastren como un grillete su mala conciencia de estalinistas arrepentidos, que su expiación se cueza en el resentimiento, es su problema. Pero, quienes han seguido siendo comunistas sin jamás haber celebrado al padrecito de los pueblos ni salmodiado el libro rojo del gran timonel, ¿de qué quiere Vd., M. Courtois, que se arrepientan ?.  Sin duda se han equivocado a veces. Pero, visto cómo va el mundo, ciertamente no se han equivocado ni de causa ni de adversario. Para comprender las tragedias del siglo que acaba y sacar de ello lecciones útiles para el futuro, hay que ir más allá de la escena ideológica, abandonar las sombras que se agitan en ella, para hundirse en las profundidades de la historia y seguir la lógica de los conflictos políticos en los que se toma una opción entre varias posibles.

¿Revolución o golpe de estado?


Una vuelta crítica sobre la Revolución rusa, con ocasión del 80 aniversario de Octubre, plantea cantidad de cuestiones, de orden tanto histórico como programático. Lo que está en juego es enorme. Se trata ni más ni menos de nuestra capacidad en un futuro abierto al actuar revolucionario, pues todos los pasados no tienen el mismo futuro. Sin embargo, antes incluso de entrar en la masa de los nuevos documentos accesibles debido a la apertura de los archivos soviéticos (que permitirán sin ninguna duda nuevas aclaraciones y una renovación de las controversias), la discusión viene a tropezarse con el pret-a-porter ideológico dominante, cuyo dominio está bien ilustrado por el reciente homenaje necrológico consensual a François Furet. (En inglés, es más completo aquí)

En estos tiempos de contrarreforma y de reacción, nada de extraño en que los nombres de Lenín y de Trotsky se conviertan en tan impronunciables como lo fueron los de Robespierre o de Saint-Just bajo la Restauración. Para comenzar a despejar el terreno, conviene pues retomar tres ideas bastante ampliamente extendidas hoy:

1. Aunque presentado como revolución, Octubre sería más bien el nombre emblemático de un complot o de un golpe de estado minoritario que impuso enseguida, por arriba, su concepción autoritaria de la organización social en beneficio de una nueva élite.

2. Todo el desarrollo de la revolución rusa y sus desventuras totalitarias estarían inscritas en germen, por una especie de pecado original, en la idea (o la “pasión” según Furet) revolucionaria: la historia se reduciría entonces a la genealogía y al cumplimiento de esta idea perversa, despreciando grandes convulsiones reales, acontecimientos colosales, y el resultado incierto de toda lucha.

3. En fin, la Revolución rusa habría sido condenada a la monstruosidad por haber nacido de un parto “prematuro” de la historia, de una tentativa de forzar su curso y su ritmo, cuando las “condiciones objetivas” de una superación del capitalismo no estaban reunidas: en lugar de tener la sabiduría de “autolimitar” su proyecto, los dirigentes bolcheviques habrían sido los agentes activos de este contratiempo.

Un verdadero impulso revolucionario

La Revolución rusa no es el resultado de una conspiración sino la explosión, en el contexto de la guerra, de las contradicciones acumuladas por el conservadurismo autocrático del régimen zarista. Rusia, a comienzos del siglo, es una sociedad bloqueada, un caso ejemplar de “desarrollo desigual y combinado”, un país a la vez dominante y dependiente, aliando rasgos feudales de un campo en el que la servidumbre está oficialmente abolida hace menos de medio siglo, y los rasgos de un capitalismo industrial urbano de los más concentrados. Gran potencia, está subordinada tecnológicamente y financieramente (¡el préstamo ruso de divertida memoria!). El cuaderno de quejas presentado por el pope Gapone en la revolución de 1905 es un verdadero registro de la miseria que reina en el país de los zares. Las tentativas de reformas son rápidamente bloqueadas por el conservadurismo de la oligarquía, la terquedad del déspota, y la inconsistencia de una burguesía atropellada por el naciente movimiento obrero. Las tareas de la revolución democrática corresponden así a una especie de tercer estado en el que, a diferencia de la Revolución francesa, el proletariado moderno, aunque minoritario, constituye ya el ala más dinámica.

Es en todo esto en lo que la “santa Rusia” puede representar “el eslabón débil” de la cadena imperialista. La prueba de la guerra da fuego a este polvorín. El desarrollo del proceso revolucionario, entre febrero y octubre de 1917, ilustra bien de que no se trata de una conspiración minoritaria de agitadores profesionales, sino de la asimilación acelerada de una experiencia política a escala de masas, de una metamorfosis de las conciencias, de un desplazamiento constante de las correlaciones de fuerzas. En su magistral Historia de la Revolución rusa, Trotsky tomo 1 y 2 analiza minuciosamente esta radicalización, de elección sindical en elección sindical, de elección municipal en elección municipal, entre los obreros, los soldados y los campesinos. Mientras que los bolcheviques no representaban más que el 13% de los delegados al congreso de los soviets en junio, las cosas cambian rápidamente tras las jornadas de Julio y la tentativa de golpe de Kornilov: representan entre el 45% y el 60% en octubre, en el segundo congreso. Lejos de un golpe de mano logrado por sorpresa, la insurrección representa pues la culminación y el desenlace provisional de una prueba de fuerzas que ha madurado a lo largo de todo el año, durante la cual el estado de espíritu de las masas plebeyas se ha encontrado siempre a la izquierda de los partidos y de sus estados mayores, no solo de los de los socialistas revolucionarios, sino incluso los del partido bolchevique o de una parte de la dirección (incluso sobre la decisión de la insurrección).

Los historiadores convienen generalmente que la insurrección de Octubre fue el desenlace, apenas más violento que la toma de la Bastilla, de un año de descomposición del antiguo régimen. Es por lo que, comparativamente a las violencias que hemos conocido luego, fue poco costosa en vidas humanas. Esta “facilidad” relativa de la toma insurreccional del poder por los bolcheviques ilustra la impotencia de la burguesía rusa entre febrero y octubre, su incapacidad para poner en pie un estado y edificar sobre las ruinas del zarismo un proyecto de nación moderna. La alternativa no estaba ya entre la revolución y la democracia sin frases, sino entre dos soluciones autoritarias, la revolución y la dictadura militar de Kornilov o de alguno similar. Si se entiende por revolución un impulso de transformación venido de abajo, de las aspiraciones profundas del pueblo, y no el cumplimiento de algún plan grandioso imaginado por una élite esclarecida, ninguna duda de que la Revolución rusa fue una de ellas, en el pleno sentido del término, a partir de las necesidades fundamentales de la paz y de la tierra.

Basta con recordar las medidas legislativas tomadas en los primeros meses y el primer año por el nuevo régimen para comprender que significan un cambio absolutamente radical de las relaciones de propiedad y de poder, a veces más rápido de lo previsto y querido, a veces más allá incluso de lo deseable, bajo la presión de las circunstancias. Numerosos libros testimonian de esta ruptura en el orden del mundo (ver Los diez días que conmovieron el mundo, de John Reed) y de su repercusión internacional inmediata (cf. La Révolution d’Octubre et le mouvement ouvrier européen, collectif, EDI, 1967). Marc Ferro subraya (principalmente en La Révolution de 1917, Albin Michel 1997 ; y Naissance et effondrement du régime communiste en Russie, Livre de poche 1997), que no hubo en aquel momento mucha gente que lamentase la caída del régimen del zar y que llorase por el último déspota. Insiste al contrario sobre el derrocamiento del mundo tan característica de una auténtica revolución, hasta en los detalles de la vida cotidiana : en Odessa, los estudiantes dictan a los profesores un nuevo programa de Historia ; en Petrogrado, trabajadores obligan a sus patronos a aprender “el nuevo derecho obrero” ; en el ejército, soldados invitan al capellán castrense a su reunión “para dar un nuevo sentido a su vida” ; en algunas escuelas, los niños reivindican el derecho al aprendizaje del boxeo para hacerse oír y respetar por los mayores.

La prueba de la guerra civil

Este impulso revolucionario inicial opera aún, a pesar de las desastrosas condiciones, durante la guerra civil a partir del verano de 1918. En su contribución, Nicolas Werth enumera de forma documentada todas las fuerzas con las que tuvo que enfrentarse el nuevo régimen: no solo los ejércitos blancos de Koltchak y Denikin, no solo la intervención extranjera franco-británica, sino también los levantamientos campesinos masivos contra las requisiciones y los disturbios obreros contra el racionamiento. Leyéndole casi no se ve de dónde pudo el poder revolucionario sacar la fuerza para vencer a tan potentes adversarios. Parece que fuera por el único efecto del terror minoritario y el enrolameinto en las tchekas de un lumpen proletariado dispuesto a todo. La explicación es demasiado limitada para dar cuenta de la organización, en algunos meses, del Ejército rojo y de sus victorias. Es más realista dar a la guerra civil su pleno alcance y admitir que se oponen en ella sin tregua fuerzas sociales antagónicas. Según los autores del Libro negro, la guerra civil habría sido querida por los bolcheviques y el terror puesto en pie a partir del verano de 1918 sería la matriz original de todos los crímenes cometidos después en nombre del comunismo.


La historia real, hecha de conflictos, de luchas, incertidumbres, victorias y derrotas, es irreducible a esta sombría leyenda del autodesarrollo del concepto, en la que la idea engendraría al mundo. La guerra civil no fue querida sino prevista. Es más que un matiz. Todas las revoluciones desde la Revolución francesa habían inculcado esta dolorosa lección: los movimientos de emancipación se enfrentan a la reacción conservadora; la contrarrevolución sigue a la revolución como su sombra, en 1792, cuando las tropas de Brunswick marchan sobre París, en 1848 en las masacres de junio (sobre la ferocidad burguesa de entonces, releer a Michelet, Flaubert o Renan), en la Semana sangrienta de 1871.


La regla luego no ha sido nunca desmentida, desde el pronunciamiento franquista de 1936 al golpe de estado de Sukarno [2] (que hizo 500 000 muertos en 1965 en Indonesia) o el de Pinochet en Chile en 1973. No más que los revolucionarios franceses de 1792, los revolucionarios rusos no declararon la guerra civil. ¡No llamaron a las tropas francesas y británicas para que les derrocaran !. Desde el verano de 1918, recuerda Nicolas Werth, los ejércitos blancos estaban sólidamente establecidos en tres frentes y los bolcheviques “no controlaban ya más que un territorio reducido a la Moscovia histórica”. Las disposiciones del terror fueron tomadas en agosto-septiembre de 1918, cuando la agresión extranjera y la guerra civil comenzaron. Igualmente, en la Revolución francesa, Danton proclama el terror para canalizar el terror popular espontáneo que estalla con las masacres de septiembre ante la amenaza que hacía pesar sobre Paris el avance de las tropas coaligadas de Brunswick. Admite pues que la responsabilidad en el desencadenamiento de la guerra civil no estuvo del lado de la revolución.

Si los horrores de la guerra civil son desde entonces compartidos entre “rojos” y “blancos”, la matriz de todas los terrores del futuro residiría sin embargo en una guerra oculta, una guerra en la guerra, contra el campesinado. A fin de inscribir las víctimas de la hambruna de 1921-1922 en el cuadro de los crímenes del comunismo, Nicolas Werth tiende a veces a presentarla como el resultado de una decisión de exterminio deliberada del campesinado. Los documentos sobre la represión de los pueblos, de las pequeñas ciudades son abrumadores. Pero, ¿es posible sin embargo, disociar los dos problemas, el de la guerra civil y el de la cuestión agraria ?. Para enfrentarse a la agresión, el Ejército rojo tuvo que movilizar en algunos meses cuatro millones de combatientes que hubo que equipar y alimentar. En dos años, Petrogrado y Moscú perdieron más de la mitad de su población. La industria devastada no producía ya nada. En estas condiciones, para alimentar las ciudades y el ejército, ¿qué otra solución que las requisiciones ?. Sin duda se puede imaginar otras formas, tener en cuenta, mirando desde la distancia del tiempo transcurrido, la lógica propia de una policía política, los peligros de arbitrariedad burocrática ejercida por tiranuelos improvisados. Pero es una discusión concreta, en términos de decisiones políticas, de alternativas imaginables ante pruebas reales y no de juicios abstractos.

A la salida de la guerra civil, no es ya la base la que empuja a la cúspide, sino la voluntad de la cúspide la que se esfuerza por arrastrar a la base. De ahí la mecánica de la sustitución: el partido sustituye al pueblo, la burocracia al partido, el hombre providencial al conjunto. En el curso de ese proceso, emerge una nueva burocracia, fruto de la herencia del antiguo régimen y de la promoción social acelerada de nuevos dirigentes. Tras el reclutamiento masivo de la “promoción Lenín” en 1924, los pocos miles de militantes de Octubre no influyen ya demasiado en los efectivos del partido en relación a los centenares de miles de nuevos bolcheviques, entre los cuales están los carreristas volando en socorro de la victoria y los elementos reciclados de la vieja administración.

La pesada herencia de la guerra civil

La guerra civil constituye una terrible experiencia fundadora. Crea una costumbre hastiada a las formas más extremas e inhumanas de una violencia que se añade a los ensañamientos de la guerra mundial. Forja una herencia de brutalidad burocrática, de la que Lenín tomará conciencia con ocasión de la crisis con los comunistas georgianos, y de la que Trotsky da cuentas en su Stalin. El “Testamento de Lenín” y el “Diario de sus secretarias”


(ver Moshe Lewin, El último combate de Lenín, Minuit, 1979) dan fe, en su agonía, de esta conciencia patética del problema. Mientras que la revolución es un asunto de pueblos y multitudes, Lenín agonizante se ve reducido a sopesar los vicios y las virtudes de un puñado de dirigentes de los que casi todo parece depender en adelante. En definitiva, la guerra civil ha significado un “gran salto hacia atrás”, una “arcaización” del país en relación al nivel de desarrollo alcanzado antes de 1914. Ha dejado al país exhausto. De los cuatro millones de habitantes que tenían Petrogrado y Moscú a comienzos de la revolución, no quedaban más que 1,7 millones a fines de la guerra civil. En Petrogrado, 380 000 obreros abandonaron la producción quedando 80 000. Las ciudades devastadas se convirtieron en parásitas de la agricultura, obligando a retenciones autoritarias de aprovisionamientos. Y el Ejército rojo alcanzó un efectivo de 4 millones. “Cuando el nuevo régimen pudo al fin conducir el país hacia su objetivo declarado, escribe Moshe Lewin, el punto de partida se reveló bastante más atrasado de lo que habría sido en 1917, por no decir en 1914”.

A través de la guerra civil se forja “un socialismo atrasado” y estatalista, un nuevo estado edificado sobre ruinas: “En verdad, el estado se formaba sobre la base de un desarrollo social regresivo”. (Moshe Lewin, Russia, URSS, Russia, Londres 1995). Ahí reside la raíz esencial de la burocratización de la que ciertos dirigentes soviéticos, entre ellos Lenín, toman bastante pronto conciencia a la vez que se desesperan de no lograr contenerla. Aquí, el peso terrible de las circunstancias y la ausencia de cultura democrática acumulan sus efectos. No queda así ninguna duda de que la confusión mantenida, desde la toma del poder, entre el estado, el partido, y la clase obrera, en nombre de la extinción rápida del estado con que se contaba y de la desaparición de las contradicciones en el seno del pueblo favorece considerablemente la estatización de la sociedad y no la socialización de las funciones estatales. El aprendizaje de la democracia es un asunto largo, difícil. No va al mismo ritmo que los decretos de reforma económica, tanto menos en la medida que el país no tiene prácticamente tradiciones parlamentarias y pluralistas. Reclama tiempo, energía, también medios. La efervescencia en los comités y los soviets del año 1917 ilustra los primeros pasos de un aprendizaje así, en el curso del cual se dibuja una sociedad civil.

Ante la prueba de la guerra civil, la solución más sencilla consiste en subordinar los órganos de poder popular, consejos y soviets, a un tutor ilustrado: el partido. Prácticamente, consiste también en reemplazar el principio de la elección y del control de los responsables por su nominación a iniciativa del partido, desde 1918 en ciertos casos. Esta lógica lleva finalmente a la supresión del pluralismo político y de las libertades de opinión necesarias a la vida democrática, así como a la subordinación sistemática del derecho a la fuerza. El engranaje es tanto más temible en la medida en que la burocratización no procede solo de una manipulación desde arriba. Responde también a veces a una demanda de abajo, a una necesidad de orden y de tranquilidad nacida de los cansancios de la guerra y de la guerra civil, de las privaciones y del desgaste, que las controversias democráticas, la agitación política, la demanda constante de responsabilidad molestan. Marc Ferro ha subrayado muy pertinentemente en sus libros esta terrible dialéctica. Recuerda así que existían claramente “dos focos democrático-autoritarios en la base, centralista-autoritario en la cumbre”, al comienzo de la revolución, mientras “que ya no queda más que uno en 1939”.

Pero, para él, la cuestión está prácticamente zanjada al cabo de algunos meses, desde 1918 o 1919, con el decaimiento y el control de los comités de barrio y de fábrica (ver Marc Ferro, Les Soviets en Russie, collection Archives es aún más explícito declarando al bolchevismo “contrarrevolucionario a partir de 1920-1921” (es decir antes de Kronstadt). (Cf. Revue Lignes n° 31, mayo 1997). El asunto es de la mayor importancia. No se trata de oponer punto por punto, de forma maniquea, una leyenda dorada del “leninismo bajo Lenin” al leninismo bajo Stalin, los luminosos años veinte a los sombríos años treinta, como si nada hubiera aún comenzado a pudrirse en el país de los soviets. Por supuesto la burocratización está inmediatamente en marcha, por supuesto la actividad policial de la tcheka tiene su lógica propia, por supuesto el penal político de las islas Solovski es abierto tras el fin de la guerra civil y antes de la muerte de Lenin, por supuesto la pluralidad de partidos es suprimida, la libertad de expresión limitada, los derechos democráticos incluso en el partido son restringidos desde el X Congreso de 1921.


Pero el proceso de lo que llamamos la contrarrevolución burocrática no es un acontecimiento simple, fechable, simétrico de la insurrección de Octubre. No se hace en un día. Pasa por decisiones, enfrentamientos, acontecimientos. Los propios actores no han dejado de debatir sobre su periodización, no por gusto de precisión histórica, sino para intentar deducir de ello tareas políticas. Testigos como Rosmer, Eastman, Souvarine, Istrati, Benjamin, Zamiatine y Boulgakov (en su carta a Stalin), la poesía de Maiakowski, los tormentos de Mandelstam o de Tsétaïeva, los carnets de Babel [3], etc, pueden contribuir a esclarecer las múltiples facetas del fenómeno, su desarrollo, su progresión. Así, cuando la desastrosa represión de Kronstadt hace tomar conciencia en la primavera de 1921 de una reorientación necesaria de la política económica, cuando la guerra civil es victoriosamente terminada, las libertades democráticas son de nuevo restringidas en lugar de ser ampliadas: el X congreso del Partido prohíbe entonces las tendencias y las fracciones. Con la visión histórica, es necesario volver sobre estas cuestiones de la democracia representativa, del pluralismo político, de la censura, de la disolución de la Asamblea constituyente, para formular teóricamente los problemas a los que se han enfrentado los pioneros del socialismo y para meditar sus lecciones.

No hay ninguna duda de que la herencia del zarismo, los cuatro años de carnicería mundial durante los cuales fueron movilizados más de quince millones de soldados rusos, las violencias y las atrocidades de la guerra civil, influyeron infinitamente más sobre el futuro del régimen revolucionario que las faltas doctrinales de sus dirigentes, por graves que fueran. Es sin embargo necesario volver, con la distancia histórica, sobre las cuestiones democráticas en la revolución, no para rehacer la historia, sino para formular teóricamente los problemas a los que se han enfrentado los pioneros del socialismo y para asimilar sus lecciones. En un artículo sobre “la Revolución y la ley” publicado por Pravda el 1 de diciembre de 1917 (¡), Anatole Lunatcharski, futuro ministro de educación, comenzaba con esta constatación : “Una sociedad no está unificada como un todo”. Se necesitó mucho tiempo y muchas tragedias para sacar todas las consecuencias de esta pequeña frase.

Porque una sociedad no está unificada como un todo, incluso tras el derrocamiento del antiguo orden, no se puede pretender socializar el estado por decretos sin correr el riesgo de estatizar la sociedad. Porque la sociedad no está unificada como un todo, los sindicatos deben permanecer independientes en relación al estado y a los partidos, los partidos independientes en relación al estado. Las contradicciones entre los intereses existentes en la sociedad deben poder ser expresados por una prensa independiente y por una pluralidad de formas de representación. Es también por ello que la autonomía de la forma y de la norma jurídica debe garantizar que el derecho no se reduce a arbitrariedad perennizada de la fuerza. La defensa del pluralismo político no es por tanto una cuestión de circunstancias, sino una condición esencial de la democracia socialista. Es la conclusión que Trotsky saca de la experiencia en La Revolución Traicionada : “En realidad las clases son heterogéneas, desgarradas por antagonismos internos, y no llegan a fines comunes más que por la lucha de las tendencias, de los agrupamientos y de los partidos”. Esto quiere decir que la voluntad colectiva no puede expresarse más que a través de un proceso electoral libre, cualesquiera que sean sus formas institucionales, combinando democracia participativa directa y democracia representativa. Sin constituir una garantía absoluta contra la burocratización y los peligros profesionales del poder, pueden sin embargo desprenderse algunas respuestas y orientaciones de la experiencia.

– La distinción de las clases, de los partidos y del estado, debe traducirse en el reconocimiento del pluralismo político y sindical, como única forma de permitir la confrontación de programas y de opciones alternativas sobre todas las grandes cuestiones de sociedad, y no el simple intercambio de puntos de vista provenientes de las instancias locales del poder.

– Una forma de democracia que combine consejos de producción y consejos territoriales, con una expresión directa y un derecho de control, no solo de los partidos, sino de los sindicatos, asociaciones, movimientos de mujeres.

– La responsabilidad y la revocabilidad de los electos por quienes les han elegido, y no un mandato imperativo que bloquearía toda función deliberativa de las asambleas elegidas.

– La limitación de la acumulación y de la renovación de los mandatos electivos y la limitación del salario del electo a nivel del obrero/a cualificado/a o del empleado/a de los servicios públicos, a fin de restringir la personalización y la profesionalización del poder.

– La descentralización del poder y la redistribución e las competencias a nivel local, regional, o nacional más cercano a los ciudadanos, con el derecho de veto suspensivo de las instancias inferiores sobre las decisiones que les afecten directamente y posible recurso a referendums de iniciativa popular.

Una democracia de los productores libremente asociados es perfectamente compatible con el ejercicio del sufragio universal. Consejos comunales o asambleas populares territoriales pueden estar formados de representantes de las unidades de trabajo y de habitación y someter toda decisión importante al voto de las poblaciones concernidas. Experiencias recientes, la de Polonia en 1980-1981, la de Nicaragua en 1984, han puesto al orden del día la posibilidad de un sistema de dos cámaras, una elegida directamente mediante el sufragio universal, la otra representando directamente a los obreros, los campesinos, más ampliamente las diferentes formas asociativas del poder popular. Esta respuesta (que puede incluir en los estados plurinacionales una cámara de las nacionalidades) satisface teóricamente a la vez la exigencia de elecciones generales y la preocupación por la democracia popular más directa posible. permite no confundir por decreto la realidad de la sociedad y la esfera del estado, llamada a ir debilitándose a medida que se desarrolla, se extiende y se generaliza la autogestión. Estas grandes orientaciones resumen las lecciones de una historia dolorosa. No constituyen ni un arma absoluta contra los peligros profesionales del poder, ni una receta para cada situación concreta.

Se puede discutir retrospectivamente sobre las consecuencias de la disolución de la Asamblea Constituyente por los bolcheviques, la representatividad respectiva de esta Asamblea y el Congreso de los Soviets a fines de 1917, sobre saber si no hubiera sido preferible mantener duraderamente una doble forma de representación (especie de dualidad prolongada de poder). Puede preguntarse si no habría habido que organizar desde el final de la guerra civil elecciones libres, a riesgo de ver, en un contexto de destrucción y de presión internacional ver a los Blancos militarmente vencidos ganar. Esta situación particular depende de relaciones de fuerzas  específicas, nacionales e internacionales. Toda la experiencia histórica en cambio confirma la advertencia lanzada por Rosa Luxemburg en 1918: “Sin elecciones generales, sin una libertad de la prensa y de reunión ilimitada, sin una lucha de opinión libre, la vida se apaga en todas las instituciones públicas, vegeta, y la burocracia sigue siendo el único elemento activo” (La Revolución Rusa). La democracia más amplia es inseparablemente una cuestión de libertad y una condición de eficacia económica: solo ella puede permitir una superioridad de la planificación autogestionaria sobre los automatismos del mercado.

¿Voluntad de potencia o contrarrevolución burocrática?

La suerte de la primera revolución socialista, el triunfo del estalinismo, los crímenes de la burocracia totalitaria constituyen uno de los hechos más importantes del siglo. Para algunos, el principio del mal residiría en un mal fondo de la naturaleza humana, en una irreprimible voluntad de poder que puede manifestarse bajo diferentes máscaras, incluso la de la pretensión de hacer la felicidad de los pueblos a su pesar, de imponerles los esquemas preconcebidos de una ciudad perfecta. El objetivo polémico del Libro negro consiste en establecer una estricta continuidad entre Lenin y Stalin, arruinando “la vieja leyenda de la revolución de Octubre traicionada por Stalin” : “Los horrores del estalinismo son consustanciales al leninismo” (Jacques Amalric) ; “El impulso criminal precoz corresponde a Lenín” (Eric Conan, L’Express, 6 de noviembre).

A falta de haber llevado la crítica de su propio pasado hasta un examen riguroso de la periodización de la revolución rusa, de las orientaciones que se enfrentaron a lo largo de los años veinte y treinta, algunos responsables del PCF se contentan por su parte con una autocrítica vaga y se dejan llevar a hablar de los crímenes del estalinismo como de la “prolongación trágica” del acontecimiento revolucionario (Claude Cabanes, L’Humanité, 7 de noviembre). Si un destino implacable, portador de tales desastres, estuviera en marcha desde el primer día, ¿por qué pretenderse aún comunista?

Los años veinte: ¿“pausa” o bifurcación?

A pesar de la reacción burocrática, que comienza muy pronto a “helar la revolución”, a pesar de las penurias y del atraso cultural, el impulso revolucionario inicial se hace aún sentir a lo largo de los años veinte, en las tentativas pioneras en el frente de la transformación del modo de vida: reformas escolares y pedagógicas, legislación familiar, utopías urbanas, invención gráfica y cinematográfica. Es aún ese impulso el que permite explicar las contradicciones y las ambigüedades de la “gran transformación” operada en el dolor entre las dos guerras, donde se mezclan aún el terror burocrático y la energía de la esperanza revolucionaria. No fue la menor de las dificultades para tomar conciencia del sentido y del alcance histórico del fenómeno.

Es importante por tanto captar en la organización social, en las fuerzas que se constituyen y se oponen en ella, las raíces y los resortes profundos de lo que a veces se ha llamado “el fenómeno estalinista”. El estalinismo, en circunstancias históricas concretas, remite a una tendencia más general a la burocratización, que actúa en todas las sociedades modernas. Es alimentada fundamentalmente por el auge de la división social del trabajo (entre trabajo manual e intelectual principalmente), y por “los peligros profesionales del poder” que le son inherentes. En la Unión Soviética, esta dinámica fue tanto más fuerte y rápida en la medida en que la burocratización se produjo sobre un fondo de destrucción, de penuria, de arcaísmo cultural, en ausencia de tradiciones democráticas.

Desde el origen, la base social de la revolución era a la vez amplia y estrecha. Amplia en la medida en que reposaba en la alianza entre los obreros y los campesinos que constituían la aplastante mayoría social. Estrecha en la medida en que su componente obrera, minoritaria, fue rápidamente laminada por los desastres de la guerra y las pérdidas de la guerra civil. La brutalidad burocrática es proporcional a la fragilidad de su base social. Es constitutiva de su función parasitaria. No deja de haber una ruptura, una discontinuidad irreductible, tanto en la política interna como en la política internacional, entre el comienzo de los años veinte y los terribles años treinta. Las tendencias autoritarias comenzaron ciertamente a hacerse visibles bastante antes. Obsesionados por el “enemigo principal” (en este caso bien real) de la agresión imperialista y de la restauración capitalista, los dirigentes bolcheviques comenzaron por ignorar o subestimar “el enemigo secundario”, la burocracia que les minaba desde el interior y acabó por devorarles.

Este inédito escenario era difícil de imaginar. Se necesitó tiempo para comprenderlo, interpretarlo, para sacar las consecuencias. Si Lenin percibió sin duda la señal de alarma que significó la crisis de Kronstadt, hasta el punto de impulsar una profunda reorientación económica, no será sino bastante más tarde, en La Revolución traicionada, cuando Trotsky llegará a fundar como principio el pluralismo político sobre la heterogeneidad del proletariado mismo, incluso tras la toma del poder. La mayor parte de los testimonios y de los documentos sobre la Unión soviética o sobre el Partido bolchevique mismo (ver el Moscú bajo Lenin de Rosmer, el Leninismo bajo Lenín de Marcel Liebman, la Historia del Partido bolchevique de Pierre Broué, el Stalin de Souvarine y el de Trotsky, los trabajos de E.H. Carr, de Tony cliff, de Moshe Lewin, de David Rousset) no permiten ignorar, en la estrecha combinación de ruptura y de continuidad, el gran giro de los años treinta.

La ruptura gana de lejos, atestiguada por millones y millones de muertos de hambre, de deportados, de víctimas de los procesos y de las purgas. Fue preciso el desencadenamiento de tal violencia para llegar al “congreso de los vencedores” de 1934 y a la consolidación del poder burocrático.

El gran giro

Entre el terror de la guerra civil y el gran terror de los años treinta, Nicolas Werth privilegia la continuidad. Debe para ello relativizar la significación de los años veinte, de las opciones que se presentan en ellos, los conflictos de orientación en el seno del partido, reducirlos a una simple “pausa” o “tregua” entre dos auges terroristas. Aporta sin embargo él mismo los elementos que testimonian un cambio (cuantitativo) de la escala represiva y un cambio (cualitativo) de su contenido. En 1929, el plan de “colectivización de masas” fija el objetivo de trece millones de explotaciones a colectivizar por la fuerza. La operación provoca las grandes hambrunas y las deportaciones de masas de 1932-1933 : “La primavera de 1933 marcó sin duda el apogeo de un primer gran ciclo de terror que había comenzado a finales de 1929 con el lanzamiento de la deskoulakizción” (N. Werth, Libro negro, p. 199). Tras el asesinato de Kirov, comienza en 1934 el segundo gran ciclo, marcado por los grandes procesos y sobre todo por la “gran purga” (iejovschina) de 1936-1938, cuyo número de víctimas está evaluado en 690 000. La colectivización forzosa y la industrialización acelerada conllevan un desplazamiento masivo de poblaciones, una “ruralización” de las ciudades, y una masificación vertiginosa del Gulag.

A lo largo del proceso, la legislación represiva se desarrolla y se refuerza. En junio de 1929, al mismo tiempo que la colectivización de masas, es puesta en pie una reforma capital del sistema de detención: los detenidos condenados a penas de más de tres años serán en adelante transferidos a los campos de trabajo. Ante la importancia incontrolable de las migraciones interiores, una decisión de diciembre de 1932 introduce los pasaportes interiores. Algunas horas después del asesinato de Kirov (dirigente del partido en Petrogrado), Stalin redacta un decreto conocido como “ley del 1 de diciembre de 1934” legalizando los procedimientos expeditivos y proporcionando el instrumento privilegiado del gran terror. Más allá del aplastamiento de los movimientos populares urbanos y rurales, este terror burocrático liquida lo que subsiste de la herencia de Octubre. Se sabe que los procesos y las purgas produjeron enormes claros en las filas del partido y del ejército. La mayor parte de los cuadros dirigentes del período revolucionario son deportados o ejecutados.

De los 200 miembros del Comité Central del Partido Comunista ukraniano, no hubo más que tres supervivientes. En el ejército, el número de los arrestos alcanzó más de 30 000 cuadros de 178 000. Paralelamente, el aparato administrativo requerido para esta empresa represiva y para la gestión de una economía estatalizada se dispara. Según Moshe Lewin, el personal administrativo pasó entonces de 1 450 000 miembros en 1928 a 7 500 000 en 1939, el conjunto de los trabajadores de cuello blanco de 3 900 000 a 13 800 000. La burocracia no es una palabra vana. Se convierte en una fuerza social: el aparato burocrático de estado devora lo que quedaba de militante en el partido. Esta contrarrevolución hace también sentir sus efectos en todos los terrenos, tanto en el de la política económica (colectivización forzosa y desarrollo a gran escala del Gulag), de la política internacional (en China, en Alemania, en España), de la política cultural (ver el libro de Varlam Chalamov, Les années vingt que subraya el contraste entre esos años aún efervescentes y los terribles años treinta), de la vida cotidiana, con lo que Trotsky llamó el “thermidor en el hogar”, de la ideología (con la cristalización de una ortodoxia de Estado, codificación del “diamat” y redacción de una Historia oficial del partido).

Hay que llamar a las cosas por su nombre, y a una contrarrevolución una contrarrevolución, de otra forma masiva, de otra forma visible, de otra forma desgarradora que las medidas autoritarias, por inquietantes que fueran, tomadas en el fuego de la guerra civil. Nicolas Werth, por su parte, está desgarrado entre el reconocimiento de lo que hay de radicalmente nuevo en esos años treinta y su voluntad de establecer una continuidad entre la promesa revolucionaria de octubre y la reacción estalinista triunfante. Habla así de “episodio decisivo” en la puesta en pie del sistema represivo o de “último episodio del enfrentamiento comenzado en 1918-1922”. Episodio o giro decisivo, hay que elegir. Optar por la continuidad lleva a saltar por encima de los años veinte, sus controversias y sus envites, como si se tratara de un simple paréntesis. El relato lineal de la represión sala entonces de su contexto. Relega a un segundo plano difuso los conflictos alrededor de opciones cruciales, tanto en materia de política internacional (orientación durante la revolución china, actitud ante el ascenso del nazismo, oposiciones sobre la guerra de España), como en materia de política interna (oposición tanto trotskysta como bujariniana a la colectivización forzosa, ¡alternativas económicas y sociales propuestas en nombre de una otra idea del comunismo!).


Contrarrevolución y restauración

La idea de contrarrevolución turba a algunos con el pretexto de que no lleva al restablecimiento de la situación anterior. El tiempo histórico no es reversible como el de la física mecánica. La película no va hacia atrás. Tras Thermidor, Jospeh de Maistre [4], el ideólogo conservador durante la revolución y buen conocedor en materia de reacción, señalaba ya finamente que una contrarrevolución no es una revolución en sentido contrario, sino lo contrario de una revolución. Los dos procesos no son simétricos. Una contrarrevolución puede así producir algo nuevo e inédito. Fue el caso en la Alemania bismarckiana tras el fracaso de las revoluciones de 1848.Igualmente, Thermidor no es todavía la Restauración. El imperio constituye una larga zona gris en la que se mezclan las aspiraciones revolucionarias y la consolidación de un orden nuevo.

Es en una zona gris análoga donde se han perdido numerosos militantes comunistas sinceros, impresionados por los éxitos de la “patria del socialismo” sin conocer o medir su coste. A condición de querer saber, se sabía mucho, aunque no se supiera todo, en los años treinta sobre el terror estalinista. Estaban los testimonios de Victor Serge, de Ante Ciliga [5], el contraproceso presidido por John Dewey [6], los testimonios contra la represión de los anarquistas y del POUM en España. Pero en aquellos tiempos de lucha antifascista y de “heroísmo burocratizado” (según la fórmula de Isaac Deutscher), fue a menudo difícil combatir a la vez al enemigo principal y el enemigo no tan secundario, que derrota desde el interior. Numerosos actores (Jan Valtin, Elizabeth Poretsky, Jules Fourier, Charles Tillon, los supervivientes de la Orquesta roja, y tantos otros) son testimonio de esas “existencias desgarradas”.

En efecto, la Unión Soviética bajo Stalin no era la del estancamiento brejneviano. Se transformaba a toda marcha, bajo el látigo de una burocracia emprendedora. El secreto de esta energía no deja de tener relación con el de la energía napoleónica que fascinó a Chateaubriand :


“Si los boletines, discursos, alocuciones y proclamas de Bonaparte se distinguen por la energía, esta energía no le pertenecía como algo suyo propio; era de su tiempo, venía de la inspiración revolucionaria que se debilitaba en Bonaparte, porque él marchaba en sentido inverso a ella”. (Memorias de ultratumba, II, p. 643). No es por otra parte la única analogía llamativa entre los dos personajes: “La Revolución que había sido la nodriza de Napoleón no tardó en presentársele como una enemiga, por lo que nunca no dejó de combatirla” (ibid, p. 647).

Nunca ningún país del mundo habrá conocido una metamorfosis tan brutal como la Unión Soviética de los años treinta, bajo el puño de una burocracia faraónica : entre 1926 y 1939, las ciudades van a aumentar en 30 millones de habitantes y su parte en la población global pasar del 18% al 33% de la población ; solo durante el primer plan quinquenal, su tasa de crecimiento es del 44%, es decir prácticamente tanto como entre 1897 y 1926 ; la fuerza de trabajo asalariado aumenta más del doble (pasa de 10 a 22 millones) ; lo que significa la “ruralización” masiva de las ciudades, un esfuerzo enorme de alfabetización y de educación, la imposición a marchas forzadas de una disciplina del trabajo. Esta gran transformación se acompaña de un renacimiento del nacionalismo, de un auge del carrerismo, de la aparición de un nuevo conformismo burocrático. En este gran barullo, ironiza Moshe Lewin, la sociedad estaba en un cierto sentido “sin clases” pues todas las clases se encontraban informes, en fusión (Moshe Lewin, La formación de la Unión Soviética, Gallimard 1985).

A la pregunta esencial de Mikhaël Guefter, una “marcha continua” entre Octubre y el Gulag, o “dos mundos políticos y morales distintos”, el análisis de la contrarrevolución estalinista aporta una respuesta clara. La periodización de la revolución y de la contrarrevolución rusa no es una pura curiosidad histórica. Ordena posiciones, orientaciones y tareas políticas: antes, se puede hablar de error que corregir, orientaciones alternativas en un mismo proyecto; después, son fuerzas y proyectos que se oponen, opciones organizativas. No se trata de una querella de familia que permita exhibir a posteriori a las víctimas de ayer como prueba de un “pluralismo comunista” que reúne víctimas y verdugos. La periodización rigurosa permite así, por retomar la fórmula de Guefter, a la “conciencia histórica penetrar en el campo político”.

¿Una revolución “prematura”?

Desde la caída de la Unión Soviética, ha recobrado vigor una tesis: aquella según la cual la revolución habría sido de entrada una aventura condenada debido a su carácter prematuro. Es la que defiende Henri Weber en una tribuna de Le Monde (14 noviembre de 1997). Esta tesis encuentra su origen muy temprano, en el discurso de los mencheviques rusos mismos y en los análisis de Kautsky, desde 1921: mucha sangre, lágrimas y ruinas, escribe entonces habrían sido ahorrados “si los bolcheviques hubieran poseído el sentido menchevique de la autolimitación a lo que es accesible, sentido en el que se revela la maestría de alguien” (Von der Demokratie zur Staatsktaverei, 1921, citado por Radek en Les Voies de la Révolution russe, EDI, p. 41). La fórmula es reveladora. Kautsky polemiza contra la idea de un partido de vanguardia, pero imagina de buena gana un partido-maestro, educador y pedagogo, capaz de regular a su guisa la marcha y el ritmo de la historia.

Como si las luchas y las revoluciones no tuvieran también su propia lógica. Por querer autolimitarlas cuando se presentan, se pasa al lado del orden establecido. No se trata ya entonces de “autolimitar” los objetivos del partido, sino de limitar sin más las aspiraciones de las masas. En este sentido, los socialdemócratas, los Ebert y los Noske, asesinando a Rosa Luxemburg y aplastando los soviets de Baviera se ilustraron como los virtuosos de la “autolimitación”. La toma del poder en octubre de 1917 resulta de la incapacidad, desde febrero, de los burgueses liberales y de los reformistas de aportar una respuesta a la crisis de la sociedad y del estado. A la cuestión “¿Había opción en 1917”?, la respuesta de Mikhaël Guefer parece mucho más fecunda y convincente que la tesis de “prematura”:


“La cuestión es cardinal. Habiendo reflexionado mucho sobre este problema, me puedo permitir una respuesta categórica: no había opción. Lo que se hizo entonces era la única solución que se oponía a una transformación infinitamente más sangrienta, a una debacle privada de sentido.

La opción se ha planteado después. Una opción que no trataba sobre el régimen social, sobre la vía histórica que tomar, sino que debía ser efectuada en el interior de esa vía. Ni variantes (el problema era más amplio), ni escaleras que subir para alcanzar la cumbre, sino una ramificación, ramificaciones”. (Mikhaël Guefter, artículo citado).

Estas ramificaciones, estas bifurcaciones, no han dejado en efecto de presentarse y de suscitar respuestas diferentes y opuestas: en 1923, ante el octubre alemán, sobre la NEP y la política económica, sobre la colectivización forzada, sobre la industrialización acelerada y las formas de planificación, sobre la democracia en el país y en el partido, sobre el ascenso del fascismo, sobre la guerra de España, sobre el pacto germano-soviético. Sobre cada una de estas pruebas, propuestas, programas, se enfrentaron diferentes orientaciones, mostrando otras opciones y otros posibles desarrollos. En verdad, la tesis del carácter prematuro conduce ineluctablemente a la idea de una historia bien ordenada, reglada, como un reloj, en donde todo llega a su hora, justo a tiempo. Recae en las platitudes de un estricto determinismo histórico, tan a menudo reprochado a los marxistas, donde el estado de la infraestructura determina estrechamente la superestructura correspondiente. Elimina simplemente el hecho de que la historia no tiene la fuerza de un destino, está horadada de acontecimientos que abren un abanico de posibilidades, no todas ciertamente, sino un horizonte determinado de posibilidad.

Si leemos hoy a los autores del Libro negro, se tiene la impresión de que los bolcheviques, una vez triunfado el golpe de mano de Octubre, se habrían aferrado a cualquier precio al poder por el poder. Es olvidar que nunca pensaron en la Revolución rusa como una aventura solitaria, sino como el primer elemento de una revolución europea y mundial. Si Lenin, se dice, bailó encima de la nieve el 73° día de la toma del poder, es porque no esperaba, inicialmente, aguantar más tiempo que la Comuna. El futuro de la revolución dependía a sus ojos de la extensión de la revolución a escala europea y en Alemania principalmente.

Las convulsiones que sacudieron, entre 1918 y 1923, Alemania, Italia, Austria, Hungría, indican una verdadera crisis europea. Los fracasos de la revolución alemana o de la guerra civil española, los desarrollos de la revolución china, la victoria del fascismo en Italia y en Alemania no estaban escritos por adelantado. Los revolucionarios rusos no son a pesar de todo responsables de las dimisiones y de las cobardías de los socialdemócratas franceses y alemanes. A partir de 1923, se hizo claro que no podían ya contar a corto plazo con una extensión de la revolución en Europa.

Una reorientación radical se imponía. Fue lo que estuvo en juego en el enfrentamiento entre las tesis del “socialismo en un solo país” y las de la “revolución permanente”, que desgarró el partido a mediados de los años veinte. Sin contestar la legitimidad inicial de la revolución rusa, algunos estiman pues que se basaba en un pronóstico erróneo y en una apuesta imposible. No se trataba sin embargo de una predicción, sino de una orientación que intentaba eliminar las causas de la guerra derrocando el sistema que la había engendrado. La onda de choque a la salida de la guerra quedó bien confirmada, de 1918 a 1923. Tras el fracaso del Octubre alemán, en cambio, la situación se había duraderamente estabilizado. ¿Qué hacer entonces? Intentar ganar tiempo sin la ilusión de poder “construir el socialismo en un solo país”, que además está arruinado ?. Es todo lo que está en juego de las discusiones de las luchas de los años veinte. Es toda la dimensión política de la cuestión, lo importante del asunto.

En el plano económico y social, la NEP aportó un elemento de respuesta, pero habría sido necesario para aplicarla un personal cultivado de otra forma que el formado en los métodos expeditivos del comunismo de guerra. En el plano político, hubiera sido necesario una orientación democrática, que buscara una legitimación mayoritaria por la expresión electoral de un pluralismo soviético. En el plano internacional, hubiera sido necesario una política internacionalista que no subordinara, a través de la Komintern, los diferentes partidos comunistas y su política a los intereses del estado soviético. Estas opciones fueron, al menos parcialmente planteadas. No tomaron la forma de discusiones apacibles, sino de enfrentamientos sin piedad. Los vencidos de estas luchas no estaban equivocados. Pues, si bien se realiza con entusiasmo la contabilidad macabra de las revoluciones, se evalúa más difícilmente el coste de las revoluciones abortadas o aplastadas: la no-revolución alemana de 1918-1923 y la revolución española vencida de 1937 no pueden dejar de tener relación con la victoria del nazismo y los desastres de la segunda guerra mundial.


Para establecer las responsabilidades reales, periodizar la historia alrededor de las grandes alternativas políticas, es este hilo el que hay que retomar y reexaminar. Hablar simplemente de revolución prematura remite al contrario a enunciar un juicio de tribunal histórico, en lugar de comprender la lógica interna del conflicto y de las políticas que en él se enfrentan. Pues las derrotas no son más pruebas de error que las victorias pruebas de verdad: “Si el éxito fuera reputado inocencia ; si, corrompiendo hasta la posteridad, la cargara con sus cadenas ; si, esclava futura, engendrada de un pasado esclavo, esta posteridad sobornada se convirtiera en la cómplice de cualquiera que hubiera triunfado, ¿dónde estaría el derecho, dónde estaría el precio de los sacrificios ? El bien y el mal no siendo ya más que relativos, toda moralidad se borraría de las acciones humanas” (Chateaubriand, Memorias de Ultratumba).

Si no hay juicio último en historia, importa que sea trazado paso a paso, ante cada gran opción, cada gran bifurcación, la pista de otra historia posible. Es lo que preserva la inteligibilidad del pasado y permite sacar de él lecciones para el futuro. Lo que, en diez días, conmovió el mundo, no podría ser borrado. La promesa de humanidad, de universalidad, de emancipación que se apareció en el fuego efímero del acontecimiento está “demasiado mezclada a los intereses de la humanidad” para que pueda olvidarse. Depositarios y responsables de una herencia amenazada por el conformismo, tenemos la tarea de suscitar las circunstancias en las que podrá ser “rememorado”.
Traducción: Alberto Nadal


Notes

[1Maïakovski, poeta, cantor de la revolución. Emprende una crítica de la burocracia. Adolf Joffé, jugó durante la revolución un papel de primer plano al lado de Lenín. Representó al poder bolchevique en Berlín, y luego en Tokyo. Amigo de Trotsky, fue detenido y deportado, se suicidó en 1927, dejando una carta de adiós a Trotsky. Kurt Tucholsky, escritor alemán, que critica violentamente el nacionalismo y el militarismo. Sus libros son quemados por los nazis, que le privan de su nacionalidad. Refugiado en Suecia, se suicida en 1935. Walter Benjamin, escritor y filósofo de primera línea. Huyendo de la barbarie nazi, quiere abandonar Francia para refugiarse en los Estados Unidos, bloqueado en la frontera española, se suicida el 26 de septiembre de 1940.

[2] Sukarno, general que toma el poder en Indonesia mediante un golpe de estado, en 1965, y emprende una eliminación sangrienta de los comunistas (varios centenares de miles de muertos). Será él mismo apartado del poder por el general Suharto, su ministro de la guerra en 1967.

[3Rosmer, colaborador de la Vie ouvrière y responsable del PC. Ligado a Trotsky a partir de 1915, fue excluído del PC en 1924. Colaborará en Révolution proletarienne, luego en La Verité. Eastman, eminente intelectual americano. Se liga a Trotsky, en 1922 en Moscú. Souvarine, uno de los animadores del Comité de la III Internacinal, delegado del PC en la IC. En 1924 toma posición en favor de Trotsky y es excluído del PC. Autor de una gran obra crítica sobre Stalin. Panait Istrati, escritor rumano. Tras un viaje a la URSS en 1929, escribe una viva crítica del régimen (Vers l’autre flamme). Zamiatine, novelista ruso, emigrado en 1931 con la autorización de Stalin. Boulgakov, escritor ruso, cuya obra no será publicada en su mayor parte más que tras la muerte de Stalin. Mandelstam, poeta ruso, detenido en 1933, deportado, exiliado, luego de nuevo deportado, muere en 1937 en un campo de tránsito. Anna Tsétaïeva, escritora y poeta, se suicida en 1941 tras su vuelta a la URSS. Babel, ovelista, autor de Caballería roja ; fue ejecutado en 1941. Será rehabilitado en 1954.

[4] Joseph de Maistre, político y escritor. Emigra en 1793. Monárquico, escribe Consideraciones sobre Francia (1796) y Sobre el Papa (1819).

[5] Victor Serge : Militante revolucionario, miembro dela Oposición de Izquierdas. Escritor, autor de numerosos cuentos y novelas Ante Ciliga : Miembro del CC del PC yugoeslavo y del Komintern. Va a la URSS en 1928 y se convierte en opositor de izquierdas. Detenido, deportado a Siberia, fue expulsado en 1936. Autor del libro En el país de la mentira desconcertante.
[6] John Dewey : Eminente pedagogo y filósofo americano. Participó en 1936 en el Comité americano para la defensa de Trotsky.





El libro negro del comunismo





Este es uno de libros que señala en la bibliografía de Wikipedia, para contabilizar la cifra de “38.000 a 85.000 en España”, señala (7. El terror rojo. Pág. 64) del libro Antony Beevor


[Libro] La Guerra Civil Española. Antony Beevor

28 de septiembre de 2017


Víctimas de la guerra civil española








La manipulación política de la histórica a través de Wikipedia.

Terror Rojo (España)



España Traicionada (Stalin y la guerra civil) Ronald Radosh, Mary R. Haberck (eds). Primera parte.

4 de agosto de 2017




Extracto (capítulos 48 y 49) del libro La Guerra Civil Española – Revolución y Contrarrevolución por Burnett Bolloten

28 de septiembre de 2017



Burnett Bolloten


El Gran Engaño. Las izquierdas y su lucha por el poder en la zona republicana" (The Grand Camouflage)



1931-1936. REPÚBLICA Y REVOLUCIÓN. El movimiento obrero y sus partidos. Teoría aplicada

30 de septiembre de 2017



Stalin en la guerra civil española

España Traicionada (Stalin y la guerra civil) Ronald Radosh, Mary R. Haberck 

24 de octubre de 2017


LIBRO.  Jesús Hernández  Yo fui un ministro de Stalin
Editado en 1974



España traicionada

España Traicionada (Stalin y la guerra civil) Ronald Radosh, Mary R. Haberck 

Por         Wilebaldo Solano

5 de noviembre de 2017


La apertura de los archivos soviéticos y la guerra civil española

5 de noviembre de 2017




Walter Germanovich Krivitsky. La mano de Stalin sobre España.

6 de noviembre de 2017



Esta introducción lo he complementado con una variada bibliografía.


Introducción del [libro] España Traicionada (Stalin y la guerra civil) Ronald Radosh, Mary R. Haberck (eds)

 9 de noviembre de 2017




Burnett Bolloten


El Gran Engaño. Las izquierdas y su lucha por el poder en la zona republicana" (The Grand Camouflage)


François Furet, El pasado de una ilusión: ensayo sobre la idea comunista en el siglo XX



EL PROCESO CONTRA EL POUM. (Un episodio de la revolución española)


La represión y el proceso contra el POUM (Ignacio Iglesias, 1938)


Monográfico sobre el P.O.U.M., un partido marxista revolucionario, reprimido por Stalin y los estalinistas y criticado por Trotsky y los trotskistas


Segunda campaña de difamaciones y calumnias contra el POUM, indirectamente a través George Orwell por escribir contra el estalinismo



Nosotros los rojos (la distopía de Yevgueni Zamiatin, inspiradora de otras obras como “Un mundo feliz” (1932) de A. Huxley o “1984” (1948) de George Orwel. Lenin y el taylorismo




Juan Manuel Vera. Experiencia y pensamiento anti-totalitario en Julián Gorkin

26 de octubre de 2017



Experiencia y pensamiento anti-totalitario en Julián Gorkin (Juan Manuel Vera)



Algunos capítulos del [Libro] Julián Gorkin. Contra el estalinismo. Editorial Laertes. Primera edición 2001
26 de octubre de 2017


Julián Gorkin, la vida de un luchador (Marc Ferri Ramírez)


Los asesinos de Trotski (Julián Gorkin)


Julián Gorkin, un libertario en las filas del Partido Socialista




Desenmascarando a Santiago Carrillo, Julio Anguita, Francisco Fruto, Gaspar Llamazares, Alberto Garzón y muchos más: caballos de Troya en el movimiento obrero.



Partido Comunista de España




LIBRO.  Jesús Hernández  Yo fui un ministro de Stalin y sus tovarich rusos


Capítulo I        pág. 7

“(Nubes de sangre sobré España. Triunfo del Frente Popular. La táctica de la Internacional Comunista. Los comunistas, al servicio de Moscú. Diálogo de pistolas. Sublevación militar. La guerra ha comenzado)”


“EL 16 de febrero de 1936 amaneció fajado de pasquines. En las paredes de Madrid la batalla electoral gritaba sus consignas roncas y distintas. El conglomerado de derechas —monárquicos, agrarios, cedistas— aullaba en azul, en verde y en blanco: «¡Votad contra el marxismo!» Los carteles del Frente Popular agitaban las cifras tremendas de octubre: «Por la libertad de los 30.000 presos, la readmisión de los 70.000 represaliados, la exigencia de responsabilidades por la represión asturiana; por el pan, por la tierra...»”  Las víctimas, La Alianza Obrera en Asturias

Capítulo II    pág. 23

COMIENZA la traición del Kremlin. ¡Armas! ¡Armas! ¡Armas! El primer atraco a nuestra fe. Reunión del Buró Político. Moscú manda «consejeros», pero no envía armas. Stalin asesina a sus consejeros en España. Se lleva el oro español.

Capítulo III    pág. 40

“Madrid, una bandera y una bayoneta. La «no intervención» y las armas soviéticas. Una delegación española en la U. R. S. S. La sombra siniestra de la G. P. U. en España. Preparando la trampa al P. O. U. M. El complot contra Largo Caballero. Escándalo en el Buró Político. Amagos de rebelión contra los «tovarich»”

Capítulo IV  pág. 58

“Stalin, contra Largo Caballero. Consumatum est. Las razones políticas del odio de Moscú. Sabotaje militar de los «tovarich». Negrín, candidato del Kremlin. El «Gobierno de la Victoria». Guerra al P. O. U. M. La G. P. U. secuestra a Andreu Nin.”

“Pocos días después, la sublevación anarco-poumista del 5 de mayo en Barcelona nos daba el pretexto a los ministros comunistas para provocar la crisis del Gobierno de Largo Caballero.”

Capítulo V  pág. 90

Asesinato de Andrés Nin. Protestas en el Gobierno. El bombardeo de Almería. Prieto quiere declarar la guerra a Alemania. Ordenes de Moscú. El S. I. M., en manos de los rusos. La banda de Orlov consuma el crimen. Se intenta matar a Prieto.

El crimen fue así      en la pág. 103

Capítulo VI  pág. 111

El ocaso de los «dioses». Crecimiento y decadencia del Partido Comunista. Las Brigadas Internacionales. La «no intervención-Comité de No Intervención». Influencia de los suministros soviéticos. El proselitismo. La U. R. S. S. se defiende en España. Batalla de Teruel. «¡Fuera Prieto!». Crisis de marzo de 1938.

Capítulo VII  pág. 138

Ludibrio y traición soviéticos. Una victoria contra Moscú. ¡Viva Negrín! La epopeya del Ebro. El «suicidio» del Ebro, Moscú aconseja retirar los voluntarios. La batalla de Cataluña. Con la sangre del Ebro se comenzó a redactar el pacto germano-soviético. La U. R. S. S. coincide con Casado. El Gobierno en la zona Centro Sur.

Capítulo VIII  pág. 158
Antes que Franco, nos vence Moscú. La mentira de la resistencia. Sin Gobierno y sin Buró Político. La provocación soviética. Sublevación de Cartagena. La Junta de Casado. La fuga de los cobardes. Togliatti apuñala la lucha.


Capítulo IX  pág. 180

EL Buró Político, reo de deserción. La obra de la «troika» Stepanov-Togliatti-Pasionaria. La lucha contra la Junta de Casado. El fin de la guerra. Camino del exilio.






Tratado franco-soviético de asistencia mutua

2 de mayo de 1935


Legislación electoral de la Segunda República Española




'El caso Orlov'

Boris Volodarsky



El caso Orlovlos, servicios secretos soviéticos en la Guerra Civil española


La purga de Stalin en la España republicana


Brigadas Internacionales








La URSS en la guerra del pueblo español


 Pronunciado: Ante alumnos de la Escuela Superior de Cuadros del Partido Comunista Yugoslavo, Belgrado, octubre de 1951.


A los comunistas de España


Pronunciado: Via emisión radial por medio de Radio Yugloslavia durante su estancia en Yugoslavia.

Primera vez publicado: Acción Socialista, número 22-23, París, 15/12/1951, p.5 y 6.



Archivo  JESUS HERNANDEZ TOMAS  (1907 - 1971)



Juan Andrade. Crítica de la Crisis del movimiento comunista Tomo I: De la Komintern al Kominform de Fernando Claudín


Fernando Claudín y "la Revolución inoportuna" disidencia y revisión en un intelectual del exilio



Por Fernando  Claudín - ‎2017


Fernando Claudín


Fernando Claudín


Colectivización en la Unión Soviética


Otra visión de Stalin (de un stalinista)

Ludo Martens: Poco tiempo después abrazaría el marxismo-leninismo.


Ludo Martens

Octubre 20 de 1992



Anexo: Consejeros soviéticos en la Guerra Civil Española



A la memoria de todos los consejeros soviético caídos en España luchando contra el fascismo


TÍTULO: PROPAGANDA Y POLÍTICA DE LA UNIÓN SOVIIÉTICA EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)

Doctorado: Miguel Vázquez Liñón

7.1.2.4. Comparación España-URSS: El POUM    pág. 289- 295


Referencias:

José Díaz Ramos. TRES AÑOS DE LUCHA


Primera campaña de difamaciones y calumnias, en la que se identificaba al POUM con el fascismo internacional, se intensificó desde finales de 1936 y en los primeros meses de 1937




El Juicio de los Veintiuno, también conocido como el Tercer Juicio de Moscú, aunque oficialmente denominado “Proceso del Bloque Trotskista-Derechista” (делo право-троцкистского блока), fue el último juicio-espectáculo de prominentes bolcheviques. Se llevó a cabo en Moscú en el Colegio Militar de la Corte Suprema de la URSS entre el 2 y 13 de marzo de 1938 y es el punto culminante de la Gran Purga.
Índice




Bibliografía

Cohen, Stephen F. (1973). Bukharin and the Bolshevik Revolution: A political biography, 1888-1938 (en inglés). Knopf. p. 495. ISBN 0394460146.



En inglés

Bujarin y la revolución bolchevique. Una biografía política 1888-1938

Knopf: Nueva York, 1973   Knopf. 495 páginas




Interrogatorio de Nikolái Bujarin  en el proceso en Moscú de 1938


ARCHIVO NICOLAS IVANOVICH BUJARIN 1888 – 1938



En inglés

1938: El caso de Bujarin , de los juicios de Moscú.
Grabado: 5 de marzo - 12 de marzo de 1938
Fuente: "El caso del bloque antisoviético de derechos y trotskistas", Red Star Press, 1973, páginas 369-439, 767-779;

Publicado por primera vez en inglés: "El caso del bloque antisoviético de derechos y trotskistas", Comisario Popular de Justicia de la URSS, 1938;
Versión en línea: Marxists Internet Archive (marxists.org) 2001;
Transcripción / Marcado: 
Mathias Bismo .




El caso de Nikolai Bujarin se estableció durante el último de los juicios de Moscú. El 13 de marzo de 1938 fue, junto con Alexei Rykov, Genrikh Yagoda, Nikolai Krestinsky, Arkady Rosengoltz, Vladimir Ivanov, Mikhail Chernov, Grigori Grinko, Isaac Zelensky, Akmal Ikramov, Faizulla Khodjayev, Vasili Sharangovich, Prokopy Zubarev, Prokopy Zubarev, Prokopy Zubarev, Prokopy Zubarev, Prokopy Zubarev , Ignaty Kazakov, Veyamin Maximov-Dikovsky y Pyotr Kryuchkov, declarados culpables "de haber cometido delitos estatales extremadamente graves cubiertos por los artículos 58-1a, 58-2, 58-7, 58-8, 58-9 y 58-11 del Código Penal de la RSFSR (...) y guiado por los artículos 319 y 320 del Código de Procedimiento Penal de la RSFSR (...) para ser fusilado, con la confiscación de todos los bienes personales ".

Fue declarado culpable de: "ser enemigos irreconciliables del poder soviético, siguiendo instrucciones de los servicios de inteligencia de estados extranjeros hostiles a la URSS, en 1932-33 organizaron un grupo conspiratorio conocido como el" bloque de derechos y trotskistas ". , que unió grupos antisoviéticos clandestinos de trotskistas, derechos, zinovievitas, mencheviques, socialistas revolucionarios y nacionalistas burgueses de Ucrania, Bielorrusia, Georgia, Armenia, Azerbaiyán y las Repúblicas de Asia Central ".

El Tribunal Soviético también encontró que: "Siguiendo las instrucciones del enemigo del pueblo L. Trotsky, y de los principales participantes en el" bloque de derechos y trotskistas "- Bujarin, Ryjkov y Yagoda - (...) con propósitos obviamente traicioneros, entabló relaciones directas con representantes de estados extranjeros hostiles a la URSS y negoció con ellos sobre las formas de asistencia a los agresores en caso de ataque contra la Unión Soviética (organización de actos terroristas, actos de demolición y destrucción y espionaje). Los líderes del 'bloque de derechos y trotskistas', Rykov, Bujarin y Yagoda entre su número, no solo fueron informados completamente de las actividades de espionaje de sus cómplices, sino que alentaron en todos los sentidos la extensión de las conexiones de espionaje,
El Tribunal afirmó además que "en 1918 Bujarin y el grupo de" comunistas de izquierda "encabezados por él, junto con Trotsky y los socialistas revolucionarios de" izquierda ". El objetivo de Bujarin y sus compañeros conspiradores era frustrar el tratado de Brest-Litovsk, derrocar al gobierno soviético, arrestar y asesinar a VI Lenin, JV Stalin y JM Sverdlov y formar un nuevo gobierno compuesto por Bujarinitas, trotskistas y ' Izquierda 'socialista-revolucionarios. Al ejecutar el plan de la conspiración, los socialistas revolucionarios de "izquierda" en julio de 1918, con el conocimiento y el consentimiento de Bujarin, levantaron una revuelta en Moscú con el objeto de derrocar al gobierno soviético; Se ha establecido además que el atentado contra la vida de VI Lenin cometido por el socialista revolucionario Kaplan el 20 de agosto de 1918,

En 1961, la esposa de Bujarin, Anna Larina, finalmente pudo entregar el "último testamento" de Bujarin, repudiando por completo estas "confesiones", a una comisión de control del Partido que investigaba el caso para su rehabilitación. Mirando hacia atrás en su testimonio y juicio, Anna Larina dijo:

“Pero lo más sorprendente es que, a pesar de todo, el tiempo de brillantes esperanzas no había pasado por él. Pagaría por estas esperanzas con la cabeza. Además, una razón para sus absurdas confesiones en el muelle, confesiones incompletas, pero lo suficientemente atroces, fue precisamente esta: todavía esperaba que triunfara la idea a la que había dedicado su vida ". [Anna Larina, Esto no puedo olvidar , Pandora , 1994]




Los procesos de Moscú

Pierre Braué



Historia del POUM



80 aniversario de su fundación: el POUM en la historia


03/10/2015


Dolores ibarruri; Mundo Obrero, Edición de la Mañana Para los Frentes, 12 de agosto de 1937

El periódico “Mundo Obrero”, órgano propagandístico del Partido Comunista de España, en su Edición de la Mañana Para los Frentes, del día 12 de agosto de 1937, publica un “magnífico discurso” de Pasionaria celebrado en Valencia. De él se destacan dos fragmentos que recogemos íntegramente:


Es necesario dedicarnos todos a la obra de ayudar al Gobierno en su acción de limpieza, y también cada uno vigilar a los que tenemos al lado. Denunciar sin ninguna vacilación, sin ningún sentimentalismo, a todos aquellos que nosotros creamos que son sospechosos de desafección a nuestro régimen; y si en época normal hay un adagio que dice que es preferible absolver a cien culpables a castigar a un inocente, cuando está en peligro la vida de un pueblo es preferible condenar a cien inocentes antes que el culpable pueda ser absuelto.

El periódico “Mundo Obrero”, órgano propagandístico del Partido Comunista de España, en su Edición de la Mañana Para los Frentes, del día 12 de agosto de 1937, publica un “magnífico discurso” de Pasionaria celebrado en Valencia. De él se destacan dos fragmentos que recogemos íntegramente:
Es necesario dedicarnos todos a la obra de ayudar al Gobierno en su acción de limpieza, y también cada uno vigilar a los que tenemos al lado. Denunciar sin ninguna vacilación, sin ningún sentimentalismo, a todos aquellos que nosotros creamos que son sospechosos de desafección a nuestro régimen; y si en época normal hay un adagio que dice que es preferible absolver a cien culpables a castigar a un inocente, cuando está en peligro la vida de un pueblo es preferible condenar a cien inocentes antes que el culpable pueda ser absuelto.

Es necesario extirpar, como se extirpan del campo las plantas dañosas, al trotskismo de las filas proletarias de nuestro país. Es necesario extirparlo y aplastarlo como a fieras rabiosas, porque, si no, nos encontraremos en cada momento decisivo, cuando nuestros soldados estén dispuestos a la ofensiva, con que no se puede comenzar la ofensiva porque hay que atender a los disturbios que ellos promueven en la retaguardia. Y es necesario terminar de una vez para siempre con esto, para que nuestros hombres en el frente puedan luchar con seguridad y con tranquilidad, pensando en que no van a ser asesinados por la espalda…” (Pasionaria).

Estas arengas reflejan el enconado odio del Partido Comunista hacia el POUM, partido fundado por Joaquín Maurín y Andreu Nin. El Partido Obrero de Unificación Marxista, que formó parte del Gobierno del Frente Popular, surgió como alternativa al comunismo stalinista del Partido Comunista y estuvo inspirado en las tesis de Trotski, jefe y fundador del Ejército Rojo y contrario a Stalin, asesinado por éste en 1941 en su exilio de Méjico.

Con la comnivencia del Gobierno de la República, Andreu Nin fue torturado y ejecutado por personal del Partido Comunista de España y dirigentes soviéticos dos meses antes, el 20 de junio de 1937. Iniciándose entonces una campaña de aniquilación de este partido y de sus afiliados por parte de la República que acabó ilegalizándolo. Por su parte Joaquín Maurín tuvo mejor suerte. Detenido por Franco en Aragón al inicio del golpe franquista, fue condenado a 30 años de prisión, donde permaneció hasta 1944, fecha en la que fue indultado. Dos años después emigró a Nueva York donde creó su propia agencia de prensa y donde falleció el 5 de Noviembre de 1973.

Los motivos de estas divergencias mortales se centraban, entre otras cosas, en las críticas de Andreu Nin a Stalin, desde antes del inicio de la contienda, por el golpe de estado gubernamental dado por éste en la URSS. Por la campaña de terror que había instaurado, desde su llegada al poder, con millones de asesinatos de bolcheviques que habían participado en la revolución gracias a la cual él accedió al poder; así como por la instauración de las Jerarquías comunistas, en contra de Trotski.

Ya durante la contienda el POUM criticó la escasa y tardía ayuda de la URSS a la República Española, lo que provocó las iras del Partido Comunista oficialista ruso-español que conminó al Gobierno a permitir la persecución de sus miembros y la prohibición del partido.

En las milicias de este partido, combatió el periodista, escritor y político inglés George Orwell durante 4 meses. Las mismas se destacaron por su gran organización y disciplina. Por suerte y por cuestión de minutos pudo abandonar España antes de ser detenido y apresado por los comunistas, durante la campaña de aniquilación del POUM y los trotskistas españoles a las órdenes del dictador Stalin; que mientras tanto era venerado por la República como símbolo de la libertad y de la “verdadera” democracia.



Pasionaria: "Extirpemos el trotskismo, es preferible condenar a cien inocentes antes que el culpable pueda ser absuelto"




Dolores Ibárruri
“Mundo Obrero”, en su Edición de la Mañana Para los Frentes, del día 12 de agosto de 1937.
"Si en época normal hay un adagio que dice que es preferible absolver a cien culpables a castigar a un inocente, cuando está en peligro la vida de un pueblo, es preferible condenar a cien inocentes antes que el culpable pueda ser absuelto."


Dolores Ibárruri

 “Si en época normal hay un adagio que dice que es preferible absolver a cien culpables a castigar a un inocente, cuando está en peligro la vida de un pueblo, es preferible condenar a cien inocentes antes que el culpable pueda ser absuelto”.

Dolores Ibárruri, La Pasionaria: Sus frases y discursos

Es necesario extirpar, como se extirpan del campo las plantas dañosas, al trotskismo de las filas proletarias de nuestro país. Es necesario extirparlo y aplastarlo como a fieras rabiosas, porque, si no, nos encontraremos en cada momento decisivo con que no se puede comenzar la ofensiva porque hay que atender a los disturbios que ellos promueven en la retaguardia.» (En Mundo Obrero, Edición de la Mañana Para los Frentes, del día 12 de agosto de 1937.)
Si en época normal hay un adagio que dice que es preferible absolver a cien culpables a castigar a un inocente, cuando está en peligro la vida de un pueblo, es preferible condenar a cien inocentes antes que el culpable pueda ser absuelto. (Mundo Obrero”, Edición de la Mañana Para los Frentes, del día 12 de agosto de 1937.)





Más vale condenar a cien inocentes a que se absuelva un solo culpable. La cita aparece en el libro de Julián Gorkín "Les Communistes contre la révolution espagnole".

Un mito llamado "Pasionaria"


Primera campaña de difamaciones y calumnias, en la que se identificaba al POUM con el fascismo internacional, se intensificó desde finales de 1936 y en los primeros meses de 1937


Segunda campaña de difamaciones y calumnias contra el POUM, indirectamente a través George Orwell por escribir contra el estalinismo


¿Por qué perdimos la guerra? Diego Abad de Santillán

Editado en Buenos Aires en 1940




El proceso de Moscú en Barcelona (El sacrificio de Andreu Nin),


Las Jornadas de Mayo en Barcelona (Julián Gorkin, 1974)

Este texto reproduce el final del capítulo 2 y el capítulo 3 completo del libro El proceso de Moscú en Barcelona (El sacrificio de Andreu Nin), publicado en 1974


Víctor Serge, que se había ofrecido a ser nuestro corresponsal en Bruselas -algunos valiosos textos publicados sin firma en La Batalla se debían a su pluma-, nos hizo saber poco después: «Ha estado aquí un militante responsable del PSUC y les ha anunciado fríamente a los militantes comunistas belgas que la NKVD se dispone a suprimir, en la primera ocasión propicia, a cinco militantes del POUM. Es sin duda una bravata; no la echéis, sin embargo, en saco roto. Conozco bien a Stalin y a su NKVD, y sé que son capaces de los peores crímenes si así conviene a su política. Ved lo que hace en Rusia, y no olvidéis lo que hizo en China. Cuidado, mucho cuidado, que con vosotros se propone suprimir a la vanguardia española e internacional».

El mismo Víctor Serge, que leía cotidianamente los principales periódicos soviéticos, nos había comunicado un recorte de Pravda, correspondiente al 17 de diciembre- luego cinco días después de la eliminación de Nin del Consejo de la Generalidad-, conteniendo una clara amenaza: En Cataluña ha empezado la eliminación de los trotskistas y de los anarco-sindicalistas; esta eliminación será llevada a cabo con la misma energía que en la Unión Soviética. Es decir: ¿mediante las mismas acusaciones de agentes del nazi-fascismo y las consiguientes purgas terroristas? ¿quizá mediante la tentativa de montarnos un proceso? Esto último, lo confieso, estábamos lejos de creer que fuera posible en España. ¿Y cómo era posible que involucrara ya con nosotros a los anarco-sindicalistas, que constituían una gran fuerza y formaban parte del Gobierno de la República y del Consejo de la Generalidad de Cataluña?

Por el momento estábamos en el período de las calumnias, las amenazas y las pequeñas provocaciones. ¿Cuándo y cómo se produciría la gran provocación?

El artículo de Pravda, comprendiendo en la misma amenaza terrorista a los anarco-sindicalistas y a los llamados trotskistas, denunciaba sin tapujos los móviles de Stalin y, por consiguiente, los de su cada día más numerosos servidores en la España republicana. Guardando las debidas proporciones, desde el punto de vista del número, si no de la resolución y de la conciencia política, la CNT-FAI y el POUM constituíamos [en Cataluña], desde el comienzo de la guerra civil, las dos fuerzas mayoritarias, lo mismo en los frentes que en la retaguardia. Las dos fuerzas, por consiguiente, capaces de oponer una mayor resistencia a sus objetivos de infiltración y de conquista. A este respecto, conviene hacer una primera observación: desde la constitución de las Milicias de Cataluña, una buena parte de nuestros cuadros políticos y sindicales, generalmente jóvenes y obedeciendo a una generosa espontaneidad, habíanse apresurado a alistarse en ellas y a salir hacia el frente, no obstante el escaso y deficiente armamento de disponían, con la mirada puesta en dos posiciones clave: Huesca y Zaragoza. Mientras tanto, el PSUC estalinista y sus muy hábiles consejeros, conscientes de que una disciplinada masa de maniobra en la retaguardia les era indispensable para ir conquistando posiciones, habían sabido imponerles a sus militantes un freno en consecuencia.

De todos los sectores españoles, aquel que se encontró en una situación más contradictoria fue el anarco-sindicalismo. En nombre del comunismo libertario, habíase distinguido como el detractor más firme y virulento lo mismo del comunismo autoritario o estatal que del tradicional socialismo democrático. Y en nombre del apoliticismo y de la acción directa -y salvo en las elecciones del Frente Popular, de cuyo triunfo dependía la suerte de los 30.000 presos de octubre de 1934-, habían favorecido, con sus campañas abstencionistas, a las derechas. Creía servir así el ideal libertario y constituir la auténtica vanguardia revolucionaria; no es ello menos cierto que durante los seis años de República había logrado canalizar preponderantemente el descontento popular, suscitado por las tímidas reformas del primer bienio y por la política reaccionaria del segundo, impidiendo con ello el desarrollo de un verdadero partido revolucionario dotado de un programa transformador de las estructuras tanto económicas como políticas y sociales. El anarco-sindicalismo habíase pasado la vida, en suma, negando y combatiendo la acción política, el Estado, el Gobierno, el Ejército, la Policía, la Magistratura, y, de repente, el poder de la calle le venía mayoritariamente a las manos, principalmente en las zonas industriales y mineras de Cataluña. ¿Qué hacía con este poder? No se pasa de la noche a la mañana, claro está, de unos enunciados negativos a un programa y unas realizaciones de gobierno, así como a la creación de los órganos correspondientes.

Luis Companys, Presidente de la Generalidad, convocó a sus militantes más representativos para ofrecerles en principio su dimisión y, si la aceptaban, el poder efectivo. No se trataba, evidentemente, de un gesto insincero, sino de la comprensión de la realidad y de la relación de fuerzas en presencia. Deseando armonizar en lo posible la revolución social, impuesta por las masas trabajadoras, con la legalidad republicana, la CNT y la FAI decidieron que Companys siguiera en su puesto, e incluso la subsistencia del Gobierno de la Generalidad; sin embargo, el verdadero poder pasó a ejercerlo el recién constituido Comité Central de Milicias, completado tres semanas más tarde por la constitución del Consejo Económico. Tratábase, en realidad, de un Frente Popular ampliado y dominado por las organizaciones obreras. En efecto, de los quince miembros que componían el nuevo poder, diez pertenecían a las organizaciones sindicales y a los partidos obreros.

En estas condiciones, ¿podía hablarse de dualidad de poderes? Lenin y Trotski habían sabido explotar a fondo esta dualidad entre un Kerenski que, por fidelidad a la alianza contraída por la Rusia zarista con Francia e Inglaterra, se obstinaba en continuar una guerra impopular contra la Alemania kaiserista -y preparaba incluso una ofensiva condenada al fracaso-, y el Partido Bolchevique que, en nombre de los soviets, de la paz y la tierra para los soldados campesinos, preparaba el asalto al poder. Nadie creía entonces en Cataluña, empezando por el POUM, en la existencia de una dualidad de poderes. Nos equivocábamos. Cierto es que el auténtico poder lo ejercían las masas obreras y campesinas a través de los órganos creados por la revolución, y cuyas realizaciones se apresuraba a sancionar el Gobierno de la Generalidad. Correspondió esta situación de hecho a la primera etapa; sin embargo y potencialmente, esta dualidad se dibujaba ya, si se me permite la expresión, por partida doble, e incluso triple: entre las fuerzas reales y los órganos creados en Cataluña, considerada al comienzo como una fortaleza y una vanguardia; respecto del Gobierno central, que tenía que ir colocando a Cataluña poco menos que en cuarentena, tanto desde el punto de vista del suministro en armas como de la ayuda financiera a sus industrias de guerra; y, finalmente, entre el conjunto de los poderes y de las fuerzas de la zona republicana y la Rusia estalinista, bajo cuyo control íbamos cayendo debido a la No Intervención de las democracias occidentales. Tenía que ser ésta una experiencia original y única hasta entonces, de imprevisibles consecuencias nacionales e internacionales.

Los primeros en captar las posibilidades de esta dualidad de poderes y en planear, con una habilidad consumada, las etapas en consecuencia, fueron los agentes de Stalin en España. Empezaron presentándose como los campeones de la unidad antifascista. En este punto pudieron engañar a los socialistas y, en primer lugar -y como veremos más adelante-, a su jefe más prestigioso: a Largo Caballero. Y aunque en menor grado y por otras razones, incluso a los anarco-sindicalistas. A los hombres del POUM, que, por suerte o por desgracia, los conocíamos bien, no nos engañaron. Sobre su concepción de la unidad nos habían dado dos pruebas concluyentes: una, de carácter nacional, absorbiendo a las Juventudes Socialistas, extraordinariamente superiores en número a las Comunistas, unos meses antes del comienzo de la guerra civil; la otra, en los primeros días de la guerra, mediante la fusión de cuatro partidos minoritarios y la constitución del PSUC, cuyo verdadero lazo unitario fue su sometimiento completo a los dictados de Antonov-Ovseenko y de quien en la sombra lo decidía y lo controlaba todo: Erno Gerö (1). Esta unidad resultó así una auténtica absorción, y lo más grave es que arrastró en ella a la UGT de Cataluña. Grave porque, no obstante su escasa influencia respecto de la CNT, ésta, obedeciendo al prurito sindicalista, le concedió inmediatamente una categoría semejante a la suya. En efecto, tanto en el Comité Central de Milicias como en los órganos dependientes de él, a la UGT se le concedió la misma representación que a la CNT, y al PSUC minoritario la misma que al POUM. Lo mismo en Cataluña que en el resto de la zona republicana, teníamos que pagar muy caras las concesiones hechas por el anarco-sindicalismo, así como por el socialismo, a la taimada táctica unitaria del estalinismo.

Emplazadas así sus baterías en Cataluña, el estalinismo hizo todo lo posible por ir aislando al POUM, principalmente respecto de la CNT. No tardamos en tener conocimiento, por ejemplo, de un hecho insólito por su carácter de intervención en los asuntos interiores de la región autónoma. El Cónsul General, Antonov-Ovseenko, venía manifestando vivos deseos de sentar a su mesa al conocido militante cenetista Aurelio Fernández, presidente de la Junta de Seguridad de Cataluña. Tras insistentes y reiteradas invitaciones, Aurelio había acabado por aceptar. Creía que iba a encontrarse en medio de otros invitados, más grande fue su sorpresa al verse, en un discreto saloncito del Consulado, completamente solo con Antonov. Había empezado éste diciéndole: Sabemos que es usted un excelente jefe de policía, y nadie piensa en disputarle el cargo. Por el contrario, querríamos poder ayudarle a usted eficazmente. ¿Por qué no acepta los consejos y la desinteresada ayuda de los técnicos que tenemos en Barcelona? Teniendo en cuenta su gran experiencia, le serán de mucho provecho. Aurelio, sorprendido, se limitó a decirle que estaba dispuesto siempre a aceptar un consejo útil. Hábilmente, Antonov pasó entonces revista a la posición adoptada por cada una de las fuerzas políticas catalanas respecto de la Unión Soviética. y de repente: Aquí tenemos nosotros un enemigo decidido y peligroso: el POUM ¿Qué opinión le merecen a usted los hombres del POUM?. Aurelio Fernández le respondió que los tenía por sinceros revolucionarios. Antonov hizo un gesto de disgusto y exclamó: Se han declarado enemigos nuestros y tendremos que tratarlos como tales. Durante esta comida, Aurelio tuvo una impresión extraña: alguien había escuchado la conversación detrás de una puerta, hacia la que Antonov volvía instintivamente la mirada. No tardó en presentársele este alguien en su oficina y en ofrecerle sus servicios: era Pedro, el todopoderoso agente del Komintern y de la NKVD en Cataluña.

Confiados, y, en el fondo, orgullosos de su fuerza, y cediendo insensiblemente a un cierto oportunismo, la verdad es que los anarco-sindicalistas, de concesión en concesión, facilitaron los planes de los agentes del Kremlin. Empezaron aceptando, no obstante la resistencia de su propia base y nuestras propias advertencias públicas y privadas, la disolución del Comité Central de Milicias en favor de la reorganización del Gobierno de la Generalidad. Formalmente, la representación de las fuerzas parecía la misma; realmente, la presión del estalinismo pudo hacerse así cada día más fuerte a medida que el nuevo Gobierno fue escapando al control directo de las organizaciones revolucionarias. La operación se llevó a cabo en los últimos días de septiembre. Tres meses y medio más tarde, el 12 de diciembre exactamente, Antonov-Ovseenko y Pedro, a través del PSUC y de la UGT, y gracias a la nueva relación de fuerzas que se había ido creando, provocaron la crisis del Gobierno de Cataluña con el único fin de eliminar de la Consejería de Justicia a Andrés Nin. La CNT se prestó a esta maniobra sin comprender que la eliminación del POUM la hacía más vulnerable respecto del estalinismo, cuya etapa inmediata iba a consistir en la formación de un nuevo bloque de fuerzas en torno al PSUC y a la UGT, llamada a preparar su propia eliminación. Todo ello a cubierto del socorrido chantaje de las armas (2)

Los acontecimientos, como era fácil prever, se precipitaron desde este momento. Lenin admitía la mentira como arma política contra sus adversarios; la escuela estaliniana convirtió la mentira y la doblez, disimuladas a los ojos de las masas por los flotes de una propaganda obsesional, en sus principales armas tácticas al servicio de su política interior y exterior. Mediante una centralización y una disciplina sin falla, impuesta por sus aparatos secretos en Cataluña, en toda la zona republicana e internacionalmente -formando realmente un todo de la cúspide a la base-, el empleo de estas armas tácticas tenía que constituir una experiencia de valor universal y que sólo más tarde teníamos que comprender cabalmente sus víctimas, e incluso una parte de sus instrumentos. El estalinismo, principal responsable del control y del bien dosificado suministro de armamento, lanzó una consigna a primera vista lógica y justa: Todas las armas al frente. Creo así la idea de que los frentes carecían del armamento necesario porque éste lo acumulaban sus adversarios en la retaguardia. Pero al mismo tiempo era el primero en armar a sus huestes, en detrimento de los frentes, y en infiltrarse fuertemente entre los guardias de asalto, la guardia civil, los carabineros y los mozos de escuadra de la Generalidad, situándolos en los lugares estratégicos y creando un cinturón en torno a Barcelona y a las otras importantes poblaciones de Cataluña. Llegó, incluso, a falsificar la firma del responsable de un depósito de la capital catalana para apoderarse de doce tanques y ocultarlos en uno de sus cuarteles; descubierta la operación, produjo el consiguiente escándalo (3). Su política se nos aparecía por demás clara: el máximo de armas para los suyos -o para quienes se prestaban a servirles de dóciles instrumentos- y el desarme progresivo de todos los otros.

Doblez asimismo en la administración de la violencia y el terror. Todos los períodos revolucionarios, precedidos o seguidos de una guerra civil, ponen las pasiones al rojo vivo y desencadenan el terror y el contraterror. Sería absurdo negar que hubo excesos, sobre todo los primeros meses. Y no menos absurdo creer que fueron un producto exclusivo de los extremistas y los incontrolados. Tuve ocasión de recorrer durante aquellos meses, interviniendo en numerosos actos públicos, las regiones valenciana y catalana, y confieso que, aun explicándome el fundamento psicológico de tales excesos, me produjeron verdadero horror. Producto de esta reacción, sensitiva y a la vez política, fue un editorial en La Batalla, con un título a toda página, definiendo este terror como de efectos contrarrevolucionarios. ¿Pues no estaba llamado a provocar una viva reacción en la masa popular sana? ¿Y a servir de arma contra nuestra causa en el extranjero? En Cataluña, este artículo tenía que constituir el origen de la creación de los Tribunales Populares por Andrés Nin. Añadiré en honor suyo que, sin dejar de ser un revolucionario íntegro -o porque lo era-, trató de evitar siempre las injusticias de que tuvo conocimiento. Durante dicho período, los estalinistas practicaron este terror lo mismo que las otras organizaciones. Pero poco a poco, y so pretexto de atajar a los extremistas y a los incontrolados, diéronse a la metódica tarea de organizar, bajo la dirección de sus especialistas extranjeros, la peor forma de terror contra sus adversarios políticos, declarados o potenciales, y lo mismo en los frentes que en la retaguardia. De los casos aislados no tardaron en pasar, como tendremos ocasión de ver a lo largo de este relato, a la creación de sus propias checas, a la aplicación de la tortura y al asesinato, a la creación de su propia policía dentro y al margen de la policía oficial. En una palabra, a la trasplantación a España de los métodos puestos en práctica en la Rusia estaliniana.

Dos de los casos aislados me parecieron particularmente significativos a la vez que odiosos. A finales de 1936, durante uno de mis viajes a París, el secretario general del Partido Socialista Maximalista Italiano en el exilio me presentó a un ex capitán y diputado que me produjo una viva impresión: Guido Picelli. Cerca de la cincuentena, noble presencia, rostro abierto e inteligente. Había luchado valientemente contra el fascismo, creo recordar que en Parma, antes de la marcha sobre Roma. Acababa de llegar de Moscú, donde había sido, durante sus años de exilio, capitán instructor en el Ejército Rojo. Yo no he sido nunca comunista -me dijo-. He logrado salir de Rusia y quiero poner mis conocimientos militares al servicio de la causa antifascista española e internacional. Pero con los comunistas no quiero ya nada. ¿Puedo serles útil a ustedes? Me ofrezco a organizar un batallón de choque. Me apresuré a facilitarle los medios para que se trasladara a Barcelona y le fijé cita allí para unos días más tarde. Lo encontré en nuestro Comité Ejecutivo el día señalado. Y decidimos mandarle al frente con el grado de capitán. Podía salir, dos horas después, con el ayudante de nuestro comandante José Rovira, que se encontraba casualmente allí. Se mostró en todo de acuerdo. Al poner el pie en el estribo del automóvil, no lejos del Hotel Colón, donde estaba instalado el Comité Central del PSUC, se acercó un extranjero a él y le invitó a seguirle por breves momentos. Guido Picelli lo siguió. No volvimos a verle. Como un mes y medio más tarde leí en los periódicos, con la consiguiente sorpresa, que el capitán italiano Guido Picelli había muerto luchando heroicamente en el frente de Madrid. ¿Qué había sucedido? Hice una serie de averiguaciones. Mi entrevista con Picelli en París se había celebrado en el local que ocupaba la Delegación del Gobierno de la Generalidad, a cuyo frente estaba un ex colaborador de Nin en la Consejería de Justicia: León Dalty. El estalinismo había logrado introducir allí a la recepcionista y a una secretaria: sus servicios de espionaje, lo mismo en España que en el extranjero, lo invadían todo. No cabía duda: la NKVD había tenido conocimiento de mi entrevista con el capitán italiano y le había seguido los pasos. No dudaba tampoco de que lo habían obligado, bajo las peores amenazas, a trasladarse a Albacete, donde permaneció como mes y medio sometido a la disciplina de las Brigadas Internacionales. Lo mandaron a combatir al frente de Madrid, donde cayó muerto el primer día de entrar en fuego. ¿Por qué no enterraron su cadáver en Madrid mismo, como habían hecho con el cadáver del ex diputado comunista alemán Hans Beimler, asesinado por la espalda? Lo trasladaron a Barcelona, donde le dispensaron un imponente funeral: desfiló la muchedumbre, encuadrada por fuerzas militares y de orden público con un extraordinario lujo de armas, por delante de nuestro local y seguidamente por el del Comité Central del PSUC. Era, sin lugar a dudas, una clara advertencia al POUM.

Un crimen más monstruoso aún, por su carácter a la vez gratuito y vengativo, fue el cometido con el joven periodista Marc Rein (y aquí), hijo del jefe menchevique Rafael Abramovitch, exiliado en París. Con Teodoro Dan y Julio Martov, había sido una de las grandes figuras del Soviet de Petrogrado y, durante el período de Kerenski, había luchado por la democracia soviética y por la Asamblea Constituyente en contra del golpe del Estado de Lenin y Trotski. Gozaba de gran prestigio desde que se exilió, como representante de la social-democracia rusa en la Internacional Socialista, y era uno de los amigos de confianza de León Blum y de los ministros socialistas franceses. Constituía todo esto un crimen imperdonable para el estalinismo. Marc Rein cumplía su papel de corresponsal extranjero en Barcelona sin la menor intervención en el militantismo político. Desapareció de repente, en los primeros días de abril de 1937, del Hotel Continental donde ocupaba una habitación. Dos de mis buenos amigos y colaboradores, los militantes socialistas franceses Nicolás Sundelevitch y Marcel Ollivier, íntimos de Marc Rein, vinieron a comunicarme sus inquietudes sobre tan extraña desaparición. Abramovitch se trasladó a Barcelona y removió el cielo y la tierra en busca de su hijo. La Oficina de la Internacional Socialista había decidido tomar cartas en el asunto, y lo mismo Largo Caballero que Luis Companys se mostraban altamente inquietos. Marc Rein no apareció nunca; lo único que se encontró fue una tarjeta de su puño y letra, dirigida al gerente del Continental, diciendo simplemente que se veía obligado a ausentarse por unos días y rogándole que le reservara la habitación. Esta tarjeta estaba fechada el 13 de abril de 1937; pero, tanto los números como la letra de la fecha, y como pudo comprobar el propio Abramovitch, habían sido trazados por una mano extraña. Marc Rein había caído en una trampa. Por mi parte, no lo he dudado nunca: los agentes de Stalin lo habían hecho desaparecer, con el único fin de vengarse de su padre, de la misma manera que habían asesinado a los hijos de Trotski (4).

El conocimiento de estos y otros muchos hechos de sangre, no sólo en Cataluña sino en Valencia, sede del Gobierno de la República, y mucho más aún en un Madrid poco menos que sitiado y donde el estalinismo ejercía una verdadera dictadura terrorista; la evidencia de que se escamoteaba la revolución so pretexto de ganar la guerra, cuando es lo cierto que íbamos perdiendo la guerra y la revolución debido a la escasez de armamento moderno, provocaba una irritación cada vez mayor en la masa revolucionaria. Esta irritación se dejaba sentir, muy particularmente, en la base de la CNT: ¿y todo esto ocurría a cubierto de la colaboración de sus ministros en el Gobierno central y en el Consejo de la Generalidad? Estos y otros dirigentes responsables se justificaban: Necesitamos mantener la unidad antifascista y transigir con los comunistas. Después les daremos el zarpazo y recobraremos el terreno perdido (5). No parecían comprender que después sería demasiado tarde. Hubo un momento en que nuestros militantes estuvieron mucho más cerca de la base de la CNT que sus propios dirigentes. Asistía a nuestros mítines y parecía asimilar perfectamente nuestro lenguaje. El estalinismo se daba perfecta cuenta de ello: el divorcio que se iba creando entre la una y los otros, así como su progresivo acercamiento a nuestras posiciones, podía ser altamente peligroso para él. Se decidió, en consecuencia, a emplear los grandes medios: fue intensificando las provocaciones mientras preparaba la gran provocación. ¿Cuándo y cómo se pronunciaría ésta? El Comité Ejecutivo del POUM se dio cuenta del peligro y, en su manifiesto del Primero de Mayo, lanzó una clara advertencia: “¡No os lancéis a ningún movimiento esporádico e impremeditado! ¿No respondáis a ninguna provocación! ¡Cuidado!. No nos hacíamos, sin embargo, ninguna ilusión: sentíamos que el enfrentamiento era inevitable. Y por fin estalló.

El día 3 de mayo, como a las tres y media de la tarde, me dirigía a la redacción de La Batalla cuando fue interceptado mi automóvil a la entrada de la Plaza de Cataluña. Me pareció que todas las entradas estaban asimismo interceptadas por la fuerza pública. Llegué al periódico dando un rodeo y me enteré allí de que, una hora antes, tres camiones de guardias de asalto habían intentado apoderarse por sorpresa del edificio de la Telefónica. Desde el comienzo de la guerra civil, este edificio estaba bajo el control de los respectivos sindicatos de la CNT y de la UGT, con una representación oficial del Consejo de la Generalidad. ¿Cómo había podido producirse el ataque en estas condiciones? El pretexto que parecía invocarse era que los elementos de la CNT intervenían las comunicaciones oficiales; pero, si esto era así, ¿por qué no se había resuelto el asunto en el propio Consejo de la Generalidad, en el que todas las fuerzas catalanas, salvo el POUM, estaban representadas? Era evidente, por lo tanto, que este acto de fuerza estaba dirigido principalmente contra la organización anarco-sindicalista. Exhibiendo una orden firmada por Artemi Ayguadé, consejero de Gobernación, había dirigido el ataque Eusebio Rodríguez Salas, comisario de Orden Público. Conocía bien a este último: admirador de Joaquín Maurín, había pertenecido antaño al Bloque Obrero y Campesino y se había autonombrado guardián del orden en nuestros mítines. Manco del brazo izquierdo, ponía un rostro feroz y adoptaba actitudes de matamoros. Era por sobre todo un primario. Pasado al estalinismo, se había convertido en uno de los instrumentos del famoso Pedro. Sabíamos por experiencia -una experiencia que se estaba comprobando en España- que los agentes de Moscú, aplicando una selección a la inversa, echaban mano para estos menesteres de este tipo primario de hombre de acción, engreído, fanatizado y fácilmente manejable. Luego estaba por demás claro que la provocación venía del estalinismo.

En unas horas, y sin que mediara una consigna por arriba, cerraron sus puertas cafés y comercios, cesó la circulación de los transportes urbanos, se vaciaron las Ramblas y las calles del animado gentío que tanto carácter le han dado siempre a la gran urbe catalana, se paralizaron las empresas, salieron de sus escondites las armas de que era posible disponer y se concentraron en los lugares estratégicos, a una con los militantes obreros, los milicianos y los miembros de las patrullas de control. Y desde el comienzo de la noche aparecieron las primeras barricadas. Había bastado un simple tiroteo entre la fuerza pública y el personal de la Telefónica para desencadenar esta espontánea y sorprendente avalancha. Ni aun en las jornadas de julio de 1936 se había asistido en Barcelona -y como reacción en cadena en casi toda Cataluña- a una explosión de tal envergadura. No cabía la menor duda: las masas populares sentían, no sólo por instinto, sino con una clara conciencia, que estaban en juego sus conquistas y sus esperanzas, su ser y su destino, tanto respecto del enemigo de enfrente, inequívocamente definido, como del que, a las órdenes de un dictador extranjero, se había ido desarrollando en su propio seno. Sin cesar el combate contra el primero, había que pararle los pies al otro en defensa de nuestra independencia.

Aquella misma noche, y por iniciativa del Comité Ejecutivo del POUM, Andrés Nin, Pedro Bonet y yo celebramos una reunión con los Comités Regionales de la CNT, de la FAI y de las Juventudes Libertarias en pleno. Planteamos el problema con toda claridad: Ni vosotros ni nosotros hemos lanzado a las masas trabajadoras a ese movimiento. Ha sido una reacción espontánea ante la provocación del estalinismo: una provocación, sin duda alguna bien meditada y secretamente preparada. Suponemos que sentís como nosotros mismos la gravedad del momento, tanto para el destino de la revolución como de la propia guerra. O nos colocamos a la cabeza del movimiento, con el fin de trazarle unos objetivos claros y responsables, así como de neutralizar al enemigo interior, o condenamos el movimiento al fracaso y este enemigo, envalentonado, dará buena cuenta de todos nosotros. Se impone una decisión sin perder momento. Se mostraron reticentes, indecisos; su reivindicación máxima era la destitución del Consejero de Gobernación y del Comisario de Orden Público, responsables visibles de la provocación. ¡Como si detrás de ellos no existieran unas fuerzas, cada día más poderosas y audaces, contrarias a las aspiraciones y a los intereses de las masas populares! Era evidente su caída en el ministerialismo, que tanto habían combatido antaño, olvidando que sin la adhesión y el apoyo de estas masas se condenaban a sí mismos a la impotencia. En vista de esta actitud, hice yo una sugerencia: podíamos mandar inmediatamente una delegación a Valencia con el fin de explicarles a Largo Caballero y a sus ministros que el movimiento no iba dirigido contra el Gobierno central, sino contra los provocadores estalinistas. No logramos ningún resultado.

Diríase que nadie durmió aquella noche en Barcelona, o que la noche había servido para levantar las conciencias y aunar las voluntades. En efecto, en la madrugada del día 4 se reanudó la lucha con mayor intensidad que la tarde anterior. Las calles y las plazas de la ciudad aparecieron cubiertas de barricadas. Fuerzas combatientes sobre los tejados, protegiendo unas los edificios oficiales, prácticamente sitiados, y otras los ocupados por las organizaciones políticas y sindicales, así como los puntos estratégicos. Constantes descargas de fusilería. No ignorábamos que, para el mantenimiento del orden público contaban los organismos oficiales con unos once mil hombres: guardias de asalto, guardias civiles, mozos de escuadra… Algunas de estas fuerzas, bajo el control del estalinismo, cuyos agentes poseían la técnica de la infiltración y poderosos medios de corrupción. Disponían, por otra parte, de las mejores armas. Un signo inequívoco, sin embargo: algunas de estas fuerzas se habían dejado desarmar, sin oponer resistencia, por la masa revolucionaria, dueña por lo demás de las cuatro quintas partes de la capital y de sus industriales suburbios. Lo único que funcionaba, como por milagro, era el teléfono: la Central Telefónica, siempre en manos de la CNT, no había cortado las comunicaciones. A pesar de que se disparaba contra sus defensores desde los tejados del Hotel Victoria, en el ángulo de la Ronda de San Pedro, y del Hotel Colón, convertido en fortaleza del PSUC.

En las primeras horas de la tarde de esta segunda jornada, los redactores de La Batalla  me telefonearon al Comité Ejecutivo diciendo que se encontraban secuestrados y bajo el fuego graneado de un cuartel de guardias de asalto cercano al edificio del periódico. Estaba situado este edificio en la calle de Baños Nuevos. Con mi compañero Saló, jefe de los talleres, traté de llegar a la puerta de entrada. Pero, ya cerca de ella, empezaron a disparar contra nosotros desde el tejado del cuartel. ¿Habíamos caído en una ratonera? Si seguíamos avanzando, nos mataban sin remedio, y era evidente que correríamos la misma suerte si permanecíamos inmóviles. Pegados a la pared, y ganando un portal tras otro bajo los disparos, logramos llegar indemnes a una de las barricadas defendidas por los milicianos del POUM. No cabía duda alguna de que se proponían impedir la publicación del periódico. No lejos del Comité Ejecutivo había una imprenta cuyo dueño, miembro del partido de Luis Companys y excelente amigo mío, la puso a nuestra disposición, si bien hubo que simular que le forzábamos la mano encerrándolo en una de las dependencias. En cambio, el persona1 de los talleres nos ofreció voluntariamente su concurso. El hecho es que La Batalla, aunque en formato reducido, apareció cada mañana.


El Gobierno de la Generalidad se había declarado en crisis. Companys, contando con el apoyo del Comité Regional de la CNT, condenó por radio la iniciativa de Rodríguez Salas y lanzó un patético llamamiento al desarme. A la caída de la tarde llegaron en avión, de Valencia, Carlos Hernández Zancajo, en representación de la UGT -ex líder de las Juventudes Socialistas, habíase opuesto a su absorción por los comunistas y seguía fiel a Largo Caballero-, y los ministros de la CNT Juan García Oliver y Federica Montseny, pidiendo no menos patéticamente «el fin inmediato de la lucha fratricida» y anunciando que el Gobierno se disponía a tomar las medidas necesarias. La respuesta vino de los comités de barriada, movidos principalmente por las Juventudes Libertarias, los Amigos de Durruti, organizados en fracción intransigente en el seno de la CNT, el POUM y su propia Juventud, pidiendo la constitución de un Gobierno CNT-FAI-POUM. Dichos Comités constituían el poder de la calle, y es lo cierto que en la consigna por ellos lanzada no tuvo nada que ver nuestro Comité Ejecutivo.

El miércoles 5 de mayo nos enteramos de que una parte de la 26 División, perteneciente a la CNT, y otra de la 29 División, bajo el control del POUM, se habían concentrado en Barbastro y puesto en movimiento hacia Barcelona, decididas a sostener el movimiento revolucionario. Sin necesidad de ponernos de acuerdo, tanto el Comité de la CNT como el del POUM, despachamos emisarios a su encuentro con la orden de hacer marcha atrás y de asegurar los frentes. Esta orden fue obedecida con toda disciplina. Partido revolucionario responsable, el POUM quería evitar una guerra civil dentro de la guerra civil.

Esta jornada del 5 de mayo tenía que ser decisiva para el movimiento insurreccional -pues eso fue: la última resistencia insurreccional de las masas populares- y, por ende, para la salvaguardia de la autonomía de Cataluña. El comunismo, que había pretendido ser siempre el campeón del derecho de los pueblos a disponer de sí mismos, había preparado la provocación con ese fin: someter a Cataluña a su voluntad de dominio desde arriba. Y en esta operación de sometimiento centralista encontró el concurso decidido de todas las fuerzas que habían votado en las Cortes Constituyentes el principio autonómico, e incluso el anarco-sindicalista de signo federalista. En efecto, por orden de Indalecio Prieto, ministro de Marina, llegaron en el curso de la tarde tres buques de guerra. Por su parte, Largo Caballero, de acuerdo con Luis Companys, dejó a cargo del Gobierno central el orden público de Cataluña, despachó una columna motorizada de 5.000 hombres, procedente del frente del Jarama, y puso a la cabeza de la Comandancia militar al general Sebastián Pozas, ex director de la Guardia Civil y, como el general Miaja y no pocos oficiales de carrera, bajo la influencia del estalinismo. (A este respecto veníamos observando un fenómeno curioso: numerosos oficiales, de tradición y mentalidad reaccionarias, iban cayendo más fácilmente que los otros bajo la absorbente disciplina comunista).

Aun reivindicando plenamente -y con todas sus consecuencias- el movimiento popular, el POUM aconsejó el día 6 la retirada, si bien preconizó la activa vigilancia de la clase obrera, así como el mantenimiento de los comités de barriada y la salvaguardia de las armas. Teníamos el convencimiento de que, sin la reacción popular, los provocadores hubieran realizado su designio: la brutal eliminación de todos los militantes revolucionarios de Cataluña. (Exactamente como lo había anunciado Pravda). El día 7, saliendo de sus escondrijos al sentirse protegidos por la nueva situación creada por el cambio de la relación de las fuerzas en presencia, los estalinistas desencadenaron la represión que no habían podido aplicar antes: al millar de heridos y a los quinientos muertos registrados durante los cuatro días de combates, vinieron a sumarse numerosos asesinatos, entre ellos el de Alfredo Martínez, secretario de las Juventudes Libertarias -había asistido a la reunión conjunta, celebrada el 3 de mayo por la noche, y me pareció que compartía los puntos de vista de los delegados del POUM-, así como el del teórico del anarquismo Camillo Berneri, defensor consecuente de las tradiciones anarco-sindicalistas, y el de su colaborador Barbieri. (Estos últimos habían condenado públicamente los procesos de Moscú y habían mantenido una viva oposición al estalinismo en España e internacionalmente). Los tres aparecieron, como otros muchos, horriblemente mutilados y, sin lugar a dudas, torturados.

Los días del Gobierno de Largo Caballero estaban contados y los de la salida de los cuatro ministros de la CNT. Todos tenían que ser víctimas de su incomprensión durante las Jornadas de Mayo en Cataluña y de la tela de araña hábilmente tejida por los agentes de Stalin en España. Pero la víctima principal -el chivo expiatorio- iba a ser el POUM y, en primer lugar, Andrés Nin.

Un hombre, con su imaginación de pensador y de poeta, tenía que comprender quizá como nadie -y en todo caso el primero- este drama: George Orwell, llamado a convertirse en un novelista universalmente famoso. Habíase alistado como voluntario en la brigada británica del POUM, organizada por el Partido Laborista Independiente y dirigida políticamente por Bob Edwards, el futuro líder de la Federación de Industrias Químicas de las Trade Unions y futuro. diputado laborista. Combatieron durante ciento quince días en el frente de Huesca al lado de nuestras Milicias. Gozaba Orwell de un permiso en Barcelona cuando le sorprendió el levantamiento del 3 de mayo. Pasó la noche con la masa sublevada, levantando barricadas, y desde el día siguiente, y sin abandonar su puesto en un tejado, protegió el edificio de nuestro Comité Ejecutivo. Como a todos nuestros militantes, se le había comunicado una orden estricta: no debían disparar los primeros y sólo debían responder en caso de ataque a nuestros locales. Pudo comprobar, por otra parte, que, contrariamente a las calumnias lanzadas por los estalinistas sobre nuestra acumulación de armas en Barcelona, sólo disponíamos de veintiséis fusiles para nuestra defensa. Producto de esta experiencia, de la persecución contra el POUM y de la desaparición y el asesinato de Andrés Nin, tenía que ser su libro-documento Homenaje a Cataluña o La Cataluña Libre. (Con uno u otro título tenía que editarse este libro, tras un largo período de incomprensión y de sabotaje, en numerosos idiomas). De todos los escritores e intelectuales de izquierda, George Orwell tenía que ser, con Víctor Serge y el gran novelista italiano Ignacio Silone, el primero en comprender que el fascismo y el estalinismo eran el anverso y el reverso de la misma medalla totalitaria. y esta comprobación tenía que inspirarle sus extraordinarias novelas satíricas Rebelión en la granja (Animal Farm) y 1984. ¡Y cuántos y cuántos escritores de fama universal, defensores un día del estalinismo, tendrían que seguir la genial intuición del novelista inglés! (6).
Notas
(1) Después del aplastamiento de Budapest por el Ejército Rojo. en octubre de 1956, la prensa internacional no alcanzó a establecer el pasado de Erno Gerö conocido durante nuestra guerra civil por Pedro y Gueré. En El asesinato de Trotski trazo un retrato bastante completo de este viejo agente terrorista.
(2)  En su libro Por qué perdimos la guerra, editado en Buenos Aires en 1940, Diego Abad de Santillán, uno de los militantes más cultos y responsables de la CNT -y una de sus mejores plumas-, explica así el comportamiento de su organización respecto del Comité Central de Milicias de Cataluña: Se nos decía constantemente, en respuesta a nuestras gestiones cerca del Gobierno central (el de Giral lo mismo que el de Largo Caballero), que no se nos prestaría ayuda en tanto que el poder del Comité Central de Milicias fuera tan visible. Una presión semejante se ejercía sobre nosotros por parte de Ovseenko, cónsul ruso en Barcelona. Por consiguiente, tuvimos que optar por la disolución, es decir, por el abandono de una posición revolucionaria. Y todo esto con el fin de obtener armas o la ayuda financiera necesaria para la prosecución con éxito de la guerra.

(3) Cierto día se presentó un grupo de milicianos, pertenecientes al Cuartel Vorochilov, en el Depósito del Consejo de la Defensa, exhibiendo una orden firmada por Vallejo, comisario de la Industria de Guerra, reclamando la entrega de once tanques recién salidos de la fábrica y destinados al frente. Les fueron entregados. Pero inmediatamente después se descubrió que se trataba de una orden falsa. Las patrullas de control se apresuraron a cercar el Cuartel Vorochilov y obligaron a los responsables a devolver los tanques. La operación se nos aparecía por demás clara: el estalinismo concentraba el mayor armamento posible en Barcelona con el fin de darle el asalto a la ciudad en la primera ocasión.
(4) Víctor Serge supuso siempre, y así lo expresó públicamente, que Marc Rein había sido trasladado a Rusia como un arma de chantaje contra su padre. Terminada la guerra civil, tenía que unirme una excelente amistad con Rafael Abramovitch, hombre entero y bondadoso, primero en París y más tarde en Nueva York, donde hasta su muerte no cesó en su combate y en la obsesionante investigación sobre la desaparición de su hijo. En ambas ciudades, y más tarde en México, donde se habían refugiado algunos de los agentes secretos que habían actuado en España, le ayudé cuanto pude en esta investigación.
(5) Uno de los mejores testimonios sobre los errores y las concesiones del anarco-sindicalismo sigue siendo, a mi juicio, el de Diego Abad de Santillán anteriormente citado: Por qué perdimos la guerra.
(6) Un joven y honesto intelectual inglés, J. M. Russell, tras una larga y minuciosa investigación -y tras de recorrer en motocicleta, armado de un aparato fotográfico, las calles de Barcelona y el antiguo frente de Huesca-, tenía que presentar en la Sorbona, a mediados de 1972, una voluminosa y meritoria tesis de doctorado dedicada a las fuentes de inspiración y a la obra de George Orwell. Quizá lo mejor que se ha escrito hasta ahora sobre el gran novelista.






LAS JUVENTUDES COMUNISTAS IBÉRICAS DEL POUM
Ramón Casterás


Los sucesos de Mayo de 1937 en Barcelona, por EPB


LOS ANARQUISTAS EN LA CRISIS POLÍTICA ESPAÑOLA
José Peirats.
(1976).


Anarquismo en España




Bibliografía de Lenin y de Rosa Luxemburgo










Nota.13 La Liga de la Paz y la Libertad, organización pacifista burguesa, fue fundada en 1867 en Suiza por un grupo de pequeñoburgueses republicanos y liberales (V. Hugo y G. Garibaldi así como otros tomaron parte activa en sus actividades). De 1867 a 1868, Bakunin participó en su trabajo. Al comienzo, la Liga trató de utilizar el movimiento obrero para sus propios fines. Difundía entre las masas la ilusión de que la creación de unos "Estados Unidos de Europa" permitiría poner fin a las guerras, y desviaba así al proletariado de la lucha de clases. Carlos Marx Crítica del programa de Gotha 1875




Debate de Rosa Luxemburgo con Lenin, sobre la cuestión nacional y el derecho de autodeterminación.






















Cretinismo parlamentario: Un término aplicado por primera vez por Marx a aquellos parlamentarios que piensan que toda la historia se decide por mociones, votos y puntos de debate parlamentario

El Espacio de Encuentro Comunista ante la oleada electoral


35 Webs y blogs en español imprescindibles para la clase trabajadora







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  3. Daniel Bensaïd Comunismo y estalinismo Una respuesta al libro negro del comunismo

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