Escrito: 1932.
Primera
vez publicado: Los
Soviets: su origen, desarrollo y funciones (Valencia, Cuadernos de
cultura LXV, 1932).
Fuente/Edición digital: En Lucha.
Fuente/Edición digital: En Lucha.
Esta edición: Marxists Internet Archive, agosto de 2006.
Origen y carácter de los
Soviets
La palabra
rusa “Soviet” significa sencillamente Consejo o
Junta. Sin embargo, es aún corriente la ignorancia del significado de este
término a pesar de que la Revolución rusa lo ha incorporado definitivamente al
vocabulario de todos los países. El término, pues, no tiene nada de misterioso,
y el Soviet no es una creación propia exclusivamente del “alma eslava”, como
pretenden los interesados en hacer aparecer la gran revolución de octubre como
un fenómeno específicamente ruso, sino una forma de organización y combate que
la clase obrera rusa creó y que el proletariado de todos los países se ha
asimilado. Es posible que una gran parte de las masas explotadas desconozcan el
verdadero sentido de este término, opero éstas saben perfectamente que fue con
la divisa de “todo el poder a los soviets” que el proletariado ruso abatió el
régimen capitalista en 1917, y que, con los Soviets como base, está edificando
una nueva sociedad sin explotadores. Y esto, añadido al odio profundo que la
burguesía siente por la idea de los Soviets, basta para que los trabajadores de
todo el mundo comprendan que su emancipación está indisolublemente ligada al
triunfo de esta idea.
Pero esta
comprensión, dictada por el instinto de clase no basta. Para los obreros y
campesinos españoles el problema de los Soviets adquiere un carácter
eminentemente práctico, puesto que sin la creación de los mismos o de otros
organismos análogos, su victoria será imposible. Es, pues, de una utilidad
manifiesta que las masas trabajadoras tengan una idea clara del origen,
desarrollo, funciones de esas organizaciones.
Los Soviets
surgieron en el transcurso de la primera revolución rusa, la de 1905. Su
creación no fue debida a la iniciativa de ningún partido ni grupo político,
sino que fue obra espontánea de las masas durante el desarrollo de los
acontecimientos revolucionarios. Los Soviets no surgieron de una vez, con las
formas relativamente definidas que tomó octubre de dicho año, cuando e
movimiento alcanzó su apogeo, sino que fue el resultado de la transformación de
los distintos organismos de combate creados en el curso de la lucha. Se
producía un proceso muy original. “La Historia —como dice el escritor ruso
Nevski— por medio de las masas obreras que la creaban, parecía pasar de una
forma de organización a otra, modificándola cada vez, eliminando unos
elementos, introduciendo otros, ora simplificando, ora complicando la
organización.” En unos puntos, surgieron Soviets como un desarrollo natural de
los Comités de huelga creados por los obreros ferroviarios. En otros, el
desarrollo de los mismos Comités de fábricas y talleres. Así ocurrió, por
ejemplo, en Ekaterinos-lav, Rostov, Novorosisk, Kransnoyarsk, Kiev, Libau,
Reval y otros puntos. Dichos comités, que en un principio no ‘perseguían otra
misión que dirigir el movimiento huelguístico, se transformaban paulatinamente,
bajo el impulso de los acontecimientos revolucionarios, en organismos
representativos de toda la clase obrera, que se ponían de acuerdo con los
representantes de los distintos partidos proletarios estableciendo una
coalición de combate. Un origen igual tuvieron los Soviets en Petersburgo. En
un principio se trataba únicamente de un sistema de representantes de fábricas,
delegados por sus compañeros para tratar con los patronos, recaudar dinero para
los huelguistas, etcétera, etcétera.
La aparición
de estas organizaciones desempeñó un papel inmenso en el desarrollo de la
Revolución de 1905. Sin ellas, el movimiento habría escapado al control del
proletariado, pues antes de su creación, al frente del movimiento, se hallaban
organizaciones de carácter netamente burgués, que habrían desviado al
movimiento, privándole de la hegemonía del proletariado y subordinándolo a la
dirección de la burguesía liberal. Sin estas organizaciones creados por el
proletariado en el fuego de la lucha, el poderoso movimiento de 1905 no se
habría podido transformar en insurrección.
Sea como
sea, el hecho es que la clase obrera rusa creó una organización completamente
original que se distinguía de todas las demás organizaciones, tanto por el
hecho de que fue iniciativa suya exclusivamente, como por los procedimientos
empleados para su creación y los fines para que fueron constituidos. Los
Soviets son creados únicamente por las clases revolucionarias (obreros,
campesinos, empleados); se constituyen, no de acuerdo con la ley, sino por la
vía revolucionaria, por la actividad directa de las masas explotadas, y se
transforman en instrumentos de la insurrección y en el embrión del futuro Poder
proletario. En realidad, son ya un Poder, la dictadura del proletariado en
germen. “Obraban como si fueran ya poder —dice Lenin— apoderándose por ejemplo,
de las imprentas (Petersburgo), deteniendo a los agentes de la policía que
impedían que el pueblo revolucionario realizara sus derechos. Actuaban como
poder al incitar al pueblo a no dar dinero al Gobierno. Confiscaban los fondos
de este último (Comités de Huelga de Ferroviarios en el Sur) y los dedicaban a
satisfacer las necesidades del Gobierno, del Gobierno Popular, revolucionario.
“Los órganos de Poder descritos por nosotros —dice asimismo Lenin— eran la
dictadura en germen pues, pues ese Poder no reconocía ningún otro poder,
ninguna otra ley, ninguna otra norma, procediera de donde procediera. Un poder
limitado, extralegal, que se apoya en la fuerza en el sentido más directo de
esta palabra, es la dictadura. Pero la fuera en que se apoya y aspiraba a
apoyarse este nuevo Poder, era no la fuerza de las bayonetas, no la fuerza del
dinero ni de cualquiera de las instituciones anteriores. Nada de esto. El nuevo
Poder no tenía ni las armas, ni el dinero, ni las antiguas instituciones. ¿En
qué se apoyaba esta fuerza? En la masa popular. He aquí el rasgo distintivo
fundamental de este nuevo Poder en comparación con los órganos del Poder
anterior. Estos eran órganos de Poder de la minoría sobre el pueblo, sobre la
masa de los obreros y los campesinos, Aquéllos eran los órganos del Poder del
pueblo, de los obreros y campesinos sobre la minoría, sobre un puñado de
agentes policiacos, de nobles u funcionarios privilegiados.
En un
principio, los partidos obreros no se dieron cuenta de la inmensa importancia
de los Soviets. Hasta diciembre, cuando la lucha tomó la forma de insurrección
armada, no comprendieron toda su profunda significación. Hubo incluso
tentativas de los representantes de dichos partidos para retirarse de los
nuevos órganos de nuevo Poder revolucionario. Pero, sin embargo, los
bolcheviques fueron los primeros en comprender la importancia de los Soviets
como órganos de la insurrección, como el marco más apropiado para realizar el
frente único de todos los elementos revolucionarios del proletariado, y así, a
medida que los acontecimientos tomaban un carácter decisivo, eran los
bolcheviques los que desempeñaban el papel principal de los Soviets.
Lo que no
ofrece la menor duda es que el proletariado ruso, al crear los Soviets, dio al
proletariado internacional una nueva forma de organización de la clase obrera.
Los Soviets son, en realidad, organismos netamente revolucionarios,
inconcebibles en la época de desarrollo pacífico y que persiguen como fin la
transformación inmediata y radical de todas las relaciones sociales. El
prestigio de esa nueva forma de organización era inmenso entre la masa obrera
rusa. Los trabajadores decían: “Lo que el Soviet diga, haremos”; y en efecto,
lo consideraban como su propio Gobierno, y sus órdenes y decretos los llevaban
a la práctica sin vacilar. Nunca ha existido organización alguna que contara
con una confianza tan ilimitada de las masas y que estuviera ligada con ellas
de un modo tan estrecho. Los obreros en las fábricas elegían a sus diputados al
Soviet. Estos debían dar cuenta de su gestión a sus electores y era cosa
corriente que el diputado que no cumpliera a satisfacción de estos últimos la
misión que le había sido confiada, fuera destituido y sustituido por otro. Como
veremos más adelante, al estudiar las estructuras de los Soviets, veremos que
casi todos ellos contaban con un Comité Ejecutivo para el trabajo corriente;
pero todas las cuestiones importantes eran ampliamente discutidas en las
sesiones plenarias. Los Soviets era una organización de base y funcionamiento
ampliamente democráticos.
Las
funciones y el papel de los Soviets se modifican según las circunstancias del
momento. En un principio, como hemos visto, no son más que simple Comité de
Huelga; más tarde, se convierten en organismos representativos de toda la clase
obrera; luego, en órganos de la insurrección y en embrión del Poder;
finalmente, con la victoria de la revolución proletaria, la forma soviética es
la que toma precisamente la dictadura del proletariado. La forma soviética de
la dictadura del proletariado es, pues, la forma del proletariado organizado
como Poder estatal que da la posibilidad de la dominación política completa y
se convierte en un poderoso instrumento de transformación social y política.
Los
Soviets antes de la toma del poder
El primer
Soviet
El primer
Soviet surgió en Ivánovo-Vosnesensk.
Ivánovo-Vosnesensk
es el centro más importante de la industria textil rusa. El movimiento obrero
de dicha ciudad era uno de los más antiguos del país. La influencia de las
ideas socialistas era muy fuerte, pero el movimiento se distinguía por una
característica especial: la de que el papel directivo no lo desempeñaba el
agitador de fuera ni el intelectual, como ocurría a menudo, sino los elementos
de la propia masa obrera de la localidad. La masa, sin embargo, era
generalmente inculta, como ocurre a menudo en los obreros de esa rama de
industria. La cual se ha distinguido siempre, en todos los países, por las
pésimas condiciones de trabajo.
El
movimiento revolucionario de 1905 tuvo una repercusión inmediata sobre esa masa
de obreros explotados, sobre todo por la proximidad de centros proletarios tan
importantes como Moscú y Oréjovo-Zúgeo, donde la fermentación revolucionaria
había alcanzado el grado máximo.
El 12 de
mayo estalló en Ivánovo-Vosnesensk la huelga de los obreros
textiles, que se transformó en una huelga general y desempeño un inmenso papel
en la historia del movimiento obrero ruso. El 13, en la orilla de río Talki, en
una Asamblea de huelguistas, a la cual asistieron 30.000 obreros, fue elegido
un Consejo o Soviet de 110 delegados, designados para llevar a cabo las
negociaciones con los patronos y las autoridades en nombre de todos y para la
dirección de la huelga. Ese Comité no era un Comité de huelga ordinario, tanto
por su forma de elección como por su carácter. Desde el primer momento se
estableció un estrecho contacto entre el Soviet y el Partido Socialdemócrata,
cuyo Comité local inspiraba todas las resoluciones del nuevo organismo.
El Soviet,
bajo la influencia de los acontecimientos que se desarrollaban en el país,
adquirió rápidamente importancia extraordinaria y un carácter revolucionario
definido. Su fuerza y su prestigio eran inmensos. En realidad, durante ese
período existió ya en Ivánovo-Vosnesensk el poder dual. No se podía imprimir
nada en ninguna imprenta sin la autorización del Soviet. Este se negó, por
ejemplo, a autorizar la impresión de un documento en que un representante de la
autoridad se dirigía al nuevo organismo creado por los trabajadores. Mientras
que el Soviet sometía a su control la publicación de todos los documentos que
emanaban la clase enemiga, publicaba libremente todo lo que se le antojaba. La
propaganda socialdemócrata, por ejemplo, se efectuaba absolutamente sin ningún
obstáculo. El Soviet utilizaba libremente los locales públicos, sin pedir
permiso a nadie, para sus Asambleas y mítines. Este derecho se lo había
conquistado por la fuerza, y nadie ni nada pudo impedir que la clase obrera lo
ejerciera, ni aun la matanza organizada del 3 de julio por las autoridades
zaristas. Era, naturalmente, el Soviet el que dirigía la huelga. No se admitía
ninguna negociación separada; nada podía volver al trabajo si no era por
acuerdo del Soviet. Éste organizó el servicio de protección de las fábricas y
de los bienes de la ciudad, y durante todo el período en que fue dueño absoluto
de la ciudad, y durante todo el período en que fue dueño absoluto de la
población no se registró ni un solo acto de robo o de saqueo. Fue precisamente
cuando se disolvió el Soviet que empezaron los asaltos a las tiendas.
El Soviet
tomó decisiones de carácter netamente político, que fueron transmitidas el
ministro de la Gobernación en un mensaje que firmaron todos los diputados al
Soviet, a cuya firma se añadió la de millares de huelguistas. En dicho mensaje
se reclamaba la libertad de palabra, de reunión y de asociación y la
convocatoria de una Asamblea Constituyente. El Soviet exigió la
formación de un tribunal para juzgar a los responsables de las cargas de la
fuerza pública contra los huelguistas el día 3 de julio, organizó comisiones
para recolectar fondos para los pardos, destacamentos para guardar las
fábricas, etc., etc. Inmediatamente después de su constitución, se organizó una
Mesa, compuesta de cinco miembros, que fue un organismo indudablemente análogo
a los Comités Ejecutivos elegidos en los Soviets que surgieron posteriormente
en distintos puntos del país.
Las
asambleas plenarias se celebraban todas las mañanas a las nueve. Una vez
terminada la sesión, empezaba la Asamblea general de los obreros, que examinaba
todas las cuestiones relacionadas con la huelga. Se daba cuenta de la marcha de
esta última, de las negociaciones con los patronos y las autoridades, etc.
Después de la discusión, eran sometidas a la Asamblea las proposiciones
preparadas por el Soviet. Luego, los militantes del partido pronunciaban
discursos de agitación sobre la situación de la clase obrera, y el mitin
continuaba hasta que el público se cansaba. Entonces, la multitud entonaba
himnos revolucionarios y la Asamblea se disolvía. Así repetía todos los días.
Después de
las matanzas del 3 de julio, las Asambleas se interrumpieron durante dos
semanas, y, al reanudarse, acudieron ya a la primera reunión hasta 40.000
obreros. A las Asambleas siguieron manifestaciones pacíficas y mítines en el
centro de la ciudad. El 25 de julio, el Soviet decidió dar por terminada la
huelga en vista de que el hambre empezaba a reinar en los hogares obreros y de
que los patronos habían hecho concesiones considerables.
El día en que se dio por terminada la huelga, el Soviet de Ivánovo-Vosnesenk se disolvió espontáneamente, pero los miembros del mismo siguieron desempeñando un papel de representantes de los obreros. En todas las fábricas éstos seguían considerándose como a sus “diputados”, y en todos los conflictos con la administración actuaban como representantes de la masa obrera, y los patronos aceptaban este hecho.
Deutscher, Isaac (1997). The
Prophet Armed: Trotsky, 1879-1921
Isaac Detacher (1997). El
profeta armado: Trotsky 1879-1921
El
Sóviet de Petersburgo
Petersburgo era, no solamente la capital oficial
del país, sino el centro del movimiento revolucionario. Era allí donde había el
proletariado más activo y dotado de un espíritu de combate más ardiente. De
allí partía la iniciativa, el pensamiento revolucionario incluso en los días de
diciembre en que mientras la capital permanecía pasiva, en Moscú se
desarrollaban una lucha sangrienta. Petersburgo estaba ligado a mil hilos con
el resto del país, y esta circunstancia le ayudaba a asimilarse la experiencia
de los demás centros proletarios y los resultados obtenidos, a elaborarlos en
su laboratorio revolucionario, y dar, finalmente, en octubre de 1905, la forma
más perfecta de organización, el Soviet de Diputados Obreros, que ejerció una
influencia enorme sobre el movimiento revolucionario de todo el país.
El Soviet
surgió en el momento de la lucha revolucionaria más aguda. La idea de su
creación fue lanzada el 12 de octubre en una Asamblea celebrada en el instituto
Tecnológico. Pero las masas, en realidad, lo habían ido ya creando al
desarrollar, desde los comienzos de la revolución, las distintas formas de
representación en fábricas y talleres. El 13 de octubre, el Soviet celebra su
primera reunión plenaria. Uno de los principales acuerdos adoptados por dicha
primera sesión es el de dirigir un manifiesto a todos los obreros y obreras, en
el cual, entre otras cosas, se dice: “No
se puede permitir que las huelgas surjan y se extingan de un modo esporádico.
Por esto hemos decidido concentrar la dirección del movimiento en manos de un
Comité Obrero Común. Proponemos a cada fábrica, a cada taller y a cada
profesión que elija diputados a razón de uno por cada quinientos obreros. Los
diputados de cada fábrica o taller constituyen el Comité de Fábrica o de
taller. La reunión de los diputados de todas las fábricas y talleres constituyen
el Comité general de Petersburgo”. Este manifiesto lleva la firma de:
“Soviet de diputados de las fábricas y talleres de Petersburgo.” Al principio,
lo obreros, al elegir a sus diputados, los consideran como sus representantes
en el Comité de huelga general, que se llama, ora “Soviet Obrero General”, ora
sencillamente “Soviet Obrero”, pero ya desde el primer momento empieza a
generalizarse el término “Soviet de Diputados Obreros”, conocido ahora en todo
el mundo, y que aparece ya en el primer número de las Izvestias (las noticias),
órgano oficial del Soviet.
Ni a un solo
de los participantes en el movimiento se le ocurría la inmensa importancia que
tenía el papel que estaba llamada a desempeñar la organización a la cual
mandaban sus representantes. Sin embargo, los militantes más conscientes
comprendían perfectamente que no se trataba de un simple Comité de huelga y que
su misión era la huelga política, no sólo para conseguir la jornada laboral de
trabajo de ocho horas, sino para luchar por la convocatoria de la Asamblea
Constituyente y la consecución de la libertad política.
A mediados
de noviembre, el número de diputados al Soviet era de 562, delegados de 147
fábricas, 34 talleres y 16 sindicatos. De esos diputados, 508 representaban a
las fábricas y a los talleres y 54 a los sindicatos. En conjunto representaba a
no menos de 250.000 obreros, esto es, a la mayoría aplastante del proletariado
de la capital. Al frente iban, como
siempre, los metalúrgicos, que constituyen la avanzada obligada del movimiento
revolucionario. El número de sus diputados ascendía a 351; les seguía los
obreros textiles, con 57 diputados. Luego los tipógrafos, con 32; los
trabajadores de la madera, con 23, etcétera, etc. Pero en el Soviet estaban
representados asimismo los empleados, los funcionarios de Correos y telégrafos
y los partidos revolucionarios. De los 50 miembros que componían el Comité
Ejecutivo, 28 representaban a fábricas y talleres, 13 a los sindicatos y 9 a
los partidos socialistas. El Soviet de Petrogrado realizaba —según la
definición de Lenin— la unión efectiva de la socialdemocracia revolucionaria:
en esto consistía su fuerza y su debilidad. Su fuerza, porque agrupaba a todo
el proletariado; su debilidad se veía neutralizada, hasta cierto punto, por las
indecisiones y las vacilaciones propias de la pequeña burguesía radical.
Petersburgo
era en 1905 el centro de todos los acontecimientos, y en la capital misma, el
Soviet era el centro de todo el movimiento, y esto, ante todo, como ha dicho Trotski, “porque esta organización
proletaria, puramente de clase era una organización de la revolución como tal.
El Soviet de diputados obreros —dice el que fue su presidente— surgió como una
respuesta a la necesidad objetiva, engendrada por el curso de los
acontecimientos, de una organización que fuera una autoridad, sin tradiciones,
agrupaba a todas las masa dispersas de la capital, uniera a las tendencias
revolucionarias en el proletariado, fuera capaz de iniciativa, se controla
automáticamente a sí misma y, sobre todo, que pudiera hacer surgir de bajo
tierra en veinticuatro horas”.
Ninguno de
los partidos revolucionarios existentes, ninguno de los sindicatos, poco
numerosos por otra parte, que se habían fundado, podía desempeñar este papel. A
pesar de la enorme influencia que ejercía entre la masa obrera, los bolcheviques y mencheviques agrupaban de
dos a tres mil miembros a fines de verano y de cinco a seis mil a fines de año.
Con ayuda del Soviet, la socialdemocracia arrastraba a toda la masa. El Soviet
era un centro que arrastraba a la organización y a la lucha, bajo la dirección
de la socialdemocracia, no sólo el proletariado, sino también a los sectores
pequeñoburgueses de la población.
En el momento en que surgió el Soviet, existía en Petersburgo la Duma Municipal, que era únicamente un órgano nominal de administración municipal, cuyas facultades el Gobierno zarista cercenaba sistemáticamente. Ese organismo era elegido exclusivamente por la clase dominante. Uno de los primeros actos del Soviet fue presentar una serie de reivindicaciones a la Duma Municipal. Estas reivindicaciones eran las siguientes:
En el momento en que surgió el Soviet, existía en Petersburgo la Duma Municipal, que era únicamente un órgano nominal de administración municipal, cuyas facultades el Gobierno zarista cercenaba sistemáticamente. Ese organismo era elegido exclusivamente por la clase dominante. Uno de los primeros actos del Soviet fue presentar una serie de reivindicaciones a la Duma Municipal. Estas reivindicaciones eran las siguientes:
1) Tomar
medidas inmediatas para regular el abastecimiento de la masa obrera de la
capital. 2) Conceder los edificios públicos para asambleas obreras. 3) Abolir
la concesión de locales y de subvenciones a la policía, los gendarmes, etc.,
etcétera. 4) Entregar dinero a la Caja Municipal al Soviet para el armamento
del proletariado de Petersburgo, que la lucha por la libertad del pueblo.
Estas
demandas fueron entregadas a la Duma, durante una de las sesiones de esta
última, por una delegación especial del Soviet. Ni que decir tiene que los
miembros de la Duma permanecieron sordos a las reivindicaciones del
proletariado. Prometieron examinar la cuestión en una sesión especial, pero la
cosa no pasó de aquí.
El programa
político del Soviet estaba inspirado por la socialdemocracia. Sus consignas
fundamentales eran el derrumbamiento de la autocracia, la Asamblea
Constituyente, la República democrática y l jornada laboral de ocho horas.
Dirigió tres huelgas, las generales de octubre y noviembre y la de Correos y Telégrafos. Lanzó medio millón de proclamas, llevó a la práctica, por la vía revolucionaria, la jornada de ocho horas en fábricas y talleres, proclamó la libertad de prensa y de reunión, realizándola por medio de la confiscación de las imprentas y de los locales públicos: organizó el auxilio a los obreros parados; se puso al frente del movimiento que arrebató a la autocracia el Manifiesto de 17 de octubre, que prometía la convocación de la Duma y una serie de libertades políticas, y, con las huelgas de noviembre, obligó al zarismo a levantar el estado de guerra en Polonia. Durante algún tiempo, esto es, en el período de auge de la Revolución, actuó realmente como Poder y fue de victoria. El Soviet lanzó la consigna “Armaos” y halló un eco ardiente entre el proletariado. En las fábricas se organizaron grupos armados. El Soviet adquiría por su cuenta, formaba la milicia obrera, que guardaba la imprenta en que se tiraban las Izvestias, luchaba contra las bandas reaccionarias, protegía la Asambleas, etc., etc.
Dirigió tres huelgas, las generales de octubre y noviembre y la de Correos y Telégrafos. Lanzó medio millón de proclamas, llevó a la práctica, por la vía revolucionaria, la jornada de ocho horas en fábricas y talleres, proclamó la libertad de prensa y de reunión, realizándola por medio de la confiscación de las imprentas y de los locales públicos: organizó el auxilio a los obreros parados; se puso al frente del movimiento que arrebató a la autocracia el Manifiesto de 17 de octubre, que prometía la convocación de la Duma y una serie de libertades políticas, y, con las huelgas de noviembre, obligó al zarismo a levantar el estado de guerra en Polonia. Durante algún tiempo, esto es, en el período de auge de la Revolución, actuó realmente como Poder y fue de victoria. El Soviet lanzó la consigna “Armaos” y halló un eco ardiente entre el proletariado. En las fábricas se organizaron grupos armados. El Soviet adquiría por su cuenta, formaba la milicia obrera, que guardaba la imprenta en que se tiraban las Izvestias, luchaba contra las bandas reaccionarias, protegía la Asambleas, etc., etc.
La autoridad
del Soviet era inmensa. Todo el mundo, todos los explotados, los que eran
víctimas de atropellos, acudían a él en demanda de ayuda. En su último período
eran cada día más frecuentes las visitas de delegaciones campesinas, y empezaba
ya asimismo a entablar relaciones con los soldados. Los tribunales dejaban
salir a los testigos, si eran diputados al Soviet, para que pudieran cumplir
con sus funciones. Si la policía detenía a alguno de ellos con motivo de algún
desorden público, era puesto en libertad tan pronto presentaba su carnet. Las
autoridades militares que guardaban la central eléctrica, dieron la corriente
para la impresión de las Izvestia, por orden del Soviet, y comunicaron
oficialmente a este último que la orden estaba cumplida. Los ferrocarriles y
los telégrafos estaban enteramente a su disposición, mientras que el presidente
del Consejo de Ministros no podía disponer de ellos cuando quería. Entre los
suscriptores al órgano del Soviet figuraban Witte, jefe del Gobierno, y Birlov,
ministro de Marina. Cuando empezaron los pogromos,
organizados por los “cien negros” en todo el país, el Soviet dio a los obreros
la orden de que le armaran. Pero éstos no tenían medios de adquirir armas y
empezaron a fabricar armas blancas en fábricas y talleres. En el Soviet se
formó un verdadero museo, nunca visto por su variedad. Pero más tarde, como ya
se ha dicho, se compraron armas. La milicia estaba compuesta de 6.000 obreros,
la institución funcionaba normalmente de un modo abierto, hasta tal punto, que
los periódicos publicaban los números de los teléfonos de los puestos de la
milicia a los cuales podía dirigirse la población en caso de necesidad urgente.
El 26 de
noviembre fue detenido Jrustaliev, primer presidente del Soviet. Este contestó
con el siguiente acuerdo: “El presidente del Soviet de Diputados Obreros ha
sido hecho prisionero por el Gobierno. El Soviet elige a otro presidente y
sigue preparándose para la insurrección.” En efecto, fue elegido Trotski. Pero
la vida del Soviet fue ya de breve duración.
El 2 de diciembre el Soviet dirigió un manifiesto al pueblo invitándole a retirar el dinero de las Cajas de Ahorros y del banco del estado, exigiendo el pago en oro. El llamamiento halló un gran eco en la población, lo cual representó un serio golpe para el Gobierno.
El Soviet se
había convertido en una gran fuerza. Bajo su influencia se creaban organismos
análogos en otras poblaciones. Acercábase el momento en que debía unirse con
los campesinos para la acción decisiva, pero la democracia revolucionaria,
representada en el Soviet, y los grupos de la oposición burguesa liberal, se
contentaron con la victoria de octubre y a espaldas del pueblo se entendieron
con el zar. Este dio confianza y fuerza a la autocracia, la cual acabó por
vencer. El día 3 de diciembre la fuerza pública cercó el edificio en que se
hallaba reunido el Comité Ejecutivo del Soviet y procedió a su detención. Sus
miembros fueron juzgados y condenados a la deportación a Siberia.
Posteriormente se realizaron tentativas para crear un “Soviet clandestino; pero
la tentativa no tuvo éxito. Es verdad que siguió funcionando un Comité
Ejecutivo, pero en realidad se trataba de una organización puramente nominal
que había perdido toda su fuerza y su prestigio. Ese Comité Ejecutivo fue
detenido a su vez en la primavera de 1906. El Soviet de Petersburgo no fue,
como el de Moscú, un órgano de la insurrección armada, lo cual se explica en gran
parte por la influencia predominante que los mencheviques ejercían en el mismo.
El Soviet
de Moscú
El Soviet de
Moscú surgió más tarde, incluso que algunos de provincias. Formalmente, empezó
su existencia el 22 de noviembre, pero la idea de su creación surgió ya en
septiembre, durante la huelga de tipógrafos, que provocó un poderoso movimiento
de solidaridad de la clase obrera de Moscú, con mítines, manifestaciones,
choques con las tropas y barricadas. Los tipógrafos eligieron un Comité que fue
en realidad el embrión del futuro Soviet. En efecto, ese Comité de huelga se
convirtió en un organismo revolucionario que llevó a la práctica, por su
voluntad, la libertad de reunión y de palabra, organizó asambleas en locales
públicos, consiguiendo después su legalización, y presentando después una serie
de reivindicaciones de carácter político. En un principio, cada taller eligió
un diputado. Después se estableció la norma de un diputado por cada 20 obreros.
El Comité de tipógrafos se convirtió, en el curso de los acontecimientos, en
Soviet de Moscú. En los últimos días de su existencia, éste contaba con 200
diputados, que representaban a más de 100.000 obreros, es decir, a la mayoría
aplastante de la clase obrera de Moscú.
La necesidad
de crear el Soviet nació de la circunstancia de que existiera un Comité de
huelga —que dirigía el movimiento político contra la autocracia— compuesta
principalmente de elementos burgueses, con una reducida representación de los
obreros. Lo mismo había debido hacerse en otras poblaciones, como por ejemplo,
Samar y Kiev. Se hicieron distintas proposiciones de unificación, estimulados
incluso por una parte de los obreros, que estimaban imprescindible la
colaboración de todos los esfuerzos para luchar contra el enemigo común. El Soviet,
sin embargo en este sentido, sin negarse, por ello, a colaborar en casos
concretos de lucha contra la autocracia. El Soviet de Diputados Obreros
representó un gran paso adelante en el desarrollo del movimiento,
convirtiéndose en órgano de la insurrección. El Soviet de Moscú tomó una
actitud mucho más decidida que el de Petersburgo con respecto al armamento y a
la labor de propaganda y organización entre los soldados. Funcionó incluso,
aunque efímeramente, un Soviet de soldados, que no celebró más que una reunión.
En el Soviet los socialistas revolucionarios y los mencheviques desempeñaron un
papel secundario. El papel principal lo desempeñaron los bolcheviques, cuya
influencia era predominante, a pesar de que formalmente los tres partidos
tenían representación absolutamente igual en el Comité Ejecutivo (dos diputados
cada uno).
Además del
Soviet central existían Soviets en las barricadas, las cuales tomaron una
participación muy activa en todo el movimiento.
El Soviet se
puso al frente de la insurrección de diciembre. La decisión de ir a la huelga
general adoptada por el Partido Socialdemócrata fue refrenada por el Soviet y
las Asambleas generales celebradas en cada fábrica.
El Soviet gozaba, como en Petersburgo, de un gran prestigio entre las masas trabajadoras. En las elecciones de los diputados al mismo participaba literalmente toda la clase trabajadora de Moscú, que habitualmente acompañaba a los diputados a la primera reunión en medio de un entusiasmo delirante. Para formarse una idea del entusiasmo de los trabajadores y de la participación de los mismos en las elecciones, son muy características las palabras pronunciadas por un viejo fundidor del barrio de Lefórtovo, elegido por sus compañeros. “Camaradas -decía- sólo ahora comprendo la fuerza que puede llegar a tener la unión de la clase obrera. He visto que en la acción colectiva en la lucha con nuestros enemigos, los burgueses, podemos obtener todos los derechos y todas las libertades. YO, que ya soy viejo, ni tan siquiera podía soñar con ser elegido para defender nuestros derechos obreros y llevar el título honroso de representante del Soviet de Diputados Obreros; pero creo que no podremos pasarnos de una lucha sangrienta con nuestros opresores, y por esto, vuestros elegidos os pedimos que sostengáis con las armas en la mano vuestros Soviets de Diputados Obreros.”
Sin los
Soviets, la organización del Partido no hubiera podido arrastrar a las masas a
la lucha armada ni crear aquella atmósfera de combate y de solidaridad que
alentó a inmensas masas obreras.
Los
Soviets en provincias
La mayoría
de los Soviets de provincias fueron organizados en noviembre y algunos incluso
en diciembre, bajo la influencia inmediata del que había sido creado por la
clase obrera de Petersburgo. Tanto éste como el de Moscú habían mandado, por
otra parte, delegados a provincias que fomentaron activamente la constitución
de dichas organizaciones.
Claro está
que la labor de estos representantes habría sido estéril en el caso de no
existir ya previamente condiciones favorables. En efecto, ya desde mucho antes
existían por doquier organizaciones embrionarias de las cuales surgieron más
tarde los Soviets. Bajo la influencia de los acontecimientos, del desarrollo de
las huelgas, de las agresiones de la fuerza pública, de la situación
revolucionaria general existente en el país, esas organizaciones embrionarias
se fueron transformando rápidamente. Y es que no hay nada tan fecundo como la
revolución. La revolución ofrece un campo de acción inmenso a la actividad
creadora de las masas, las cuales, en esas circunstancias, llevan a la práctica
en pocas horas todos los planes y proyectos que los dirigentes del movimiento
han meditado durante días y semanas en sus despachos.
Se poseen
pocos datos sobre el origen y el carácter de los Soviets en provincias. Unos se
acercan por su tipo al de Moscú, otros al de Petersburgo. En algunos sitios se
convierten en el poder auténtico. Los campesinos crean también, bajo la
influencia de la Alianza Campesina, organismos revolucionarios de masas que en muchas
ocasiones llevan asimismo el nombre de Soviets y se ponen en relación con los
Soviets obreros. Todos ellos disponen de grupos armados, bien organizados y
sujetos a una disciplina rigurosa. En muchos puntos, tanto patronos como
autoridades tratan oficialmente con el Soviet, al cual dirigen documentos
oficiales. En Kostromá, por ejemplo, bajo la presión del Soviet, la Duma
Municipal concede un subsidio a los huelguistas y 1.000 rublos para los
parados. Bajo esa misma presión las autoridades se vieron obligadas a poner en
libertad a cuatro obreros que habían sido detenidos. Las mujeres —y no fue ésta
una de las características menos importantes del movimiento— tomaban una
participación activísima en la vida de los Soviets.
Donde éstos
tomaron un carácter más acentuadamente revolucionario convirtiéndose en
realidad en órganos del Poder, fue en Siberia. Esto se explica, sobre todo, por
la influencia de los soldados que regresaban del frente del extremo Oriente,
que constituían Soviets de soldados y establecían un estrecho contacto con los
organizados por los obreros. En Krasnoyarsk, por ejemplo, el Soviet procedió a
la expropiación de los ferrocarriles y de la tierra y colocó enteramente bajo
su control el servicio de Correos y Telégrafos. Medidas de análogo carácter
fueron tomadas en otros puntos de aquella región. En algunos puntos, los
elementos reaccionarios consiguieron temporalmente desorganizar el movimiento,
pero la masa obrera reaccionaba enérgicamente reduciendo al silencio y a la inactividad
las bandas de “cien negros”.
En general,
los Soviets de provincias ejercían el control absoluto sobre las imprentas y la
prensa. Cuando no publicaban un órgano propio, se editaba un boletín del Partido Socialdemócrata Obrero Ruso, que lo
reemplazaba, y que se trataba las mismas cuestione con el mismo espíritu. Cada
Soviet que surgía convertíase en un centro al cual acudían los obreros e
incluso los campesinos de los pueblos vecinos a exponer sus quejas y a buscar
consejo.
No existe
una lista completa de los Soviets de Diputados Obreros que funcionaron en Rusia
durante la Revolución de 1905. Con respecto a los Soviets de campesinos y
soldados, los datos que se poseen son todavía más incompletos. Sin embargo, lo
que se puede afirmar sin ningún género de dudas es que desempeñaron un gran
papel. Todos los documentos de la época lo atestiguan de un modo irrefutable.
No obstante. Cuando en 1927 la oposición comunista rusa preconizaba la creación
inmediata de Soviets en China y, en apoyo de su criterio, recordaba el papel
desempeñado por dichas organizaciones en la Revolución rusa de 1905, Stalin,
para justificar su política menchevique de infeudación del proletariado al
Kuomintang burgués, afirmaba con su proverbial desprecio de la verdad
histórica, que en 1905 no había surgido más que dos o tres Soviets cuya
influencia en el desarrollo de los acontecimientos había sido casi nula. Ahora
bien, entre mayo y octubre, se constituyeron Soviets, además de
Ivánovo-Vosnesensk, Petersburgo, Moscú, en las siguientes poblaciones:
Novorosisk, Rostov, Samara, Kiev, Chitá, Irkustk, Krasnoyarsk, Kostromá,
Sártov, Mitischí, Tver, Oriéjovo-Zúyevo, Viatka, Ekateringburg, Nadéjadino,
Vódkino, Odesa, Nikoláiev, Kremenchuck, Ekaterinbug, Yúsovka, Mariúpol,
Tanganrog, Bakú, Bielostok, Smoliensk, Libau y Réval.
Hay que
tener en cuenta que esta lista, como hemos hecho ya notar, es muy incompleta, y
que en ningún número de Soviets creados fue mucho mayor. A pesar de todo, esta
lista incompleta de una idea de la magnitud del movimiento. Los Soviets no
surgieron en una región determinada, sino en toda la inmensidad de la tierra
rusa, tanto en el Norte como en el Sur, en el centro del país, como en las
lejanas regiones de Siberia, aunque, naturalmente, los que desempeñaron el
papel más importante fueron los de Petersburgo y de Moscú.
Estructura
de los Soviets
La fábrica
era la ciudadela general de los Soviets. Las normas de elección variaban mucho
según las poblaciones, pero en todas partes participaban en la elección de los
diputados absolutamente todos los obreros, sin excepción ni restricción de
ninguna clase, que trabajaban en el establecimiento. En Petersburgo y Moscú se
elegían diputados por cada 500 obreros; en Odesa, uno por cada 100; en
Kostromá, uno por cada 25; en otros, no había ninguna forma definida. En todo
caso, los Soviets representaban en todas partes a la mayoría aplastante de la
clase obrera, y en Petersburgo, Moscú y Ekaterinburg a la casi totalidad. Su
prestigio era tan grande, que en algunas poblaciones pretendieron elegir
Soviets incluso los pequeños comerciantes.
¿Cómo se
organizaron? En Petersburgo, Rostov, Novorosisk y otras localidades se procedió
a elegir inmediatamente Soviets generales; en Moscú, Odesa y otros puntos se
elegían paralelamente Soviets de barriada. En Moscú, éstos mandaban
representantes directos al Soviet general o central: en otras localidades se
procedía primeramente a elegir Soviets de barriada, cuya reunión formaba el
Soviet local.
Por regla
general se designaba un Comité o Comisión Ejecutiva o una Mesa de discusión. El
presidente, el secretario y otros cargos importantes eran elegidos por la
Asamblea general del Soviet.
Se creaban
órganos auxiliares, tales como comisiones de ayuda a los parados, de
organizaciones de mítines, secciones de publicaciones y propaganda, de
hacienda, etc. Y allí donde dirigían la insurrección o se convertían en órganos
de Poder, se creaban grupos armados o milicias y se procedía al nombramiento de
los jefes de las instituciones que el Soviet tomaba bajo su control (Correos,
Telégrafos, Ferrocarriles). Algunos tales como el Soviet de Krasnoyarsk y de
Chitá, en cuya constitución, como hemos visto, desempeñaron un papel tan
importante los soldados que regresaban del frente, disponían de fuerzas armadas
considerables.
No todos los
Soviets contaban con prensa propia. Algunos utilizaban prensa legal o la del
partido. Las Izvestias (Noticias) se imprimían —como hemos visto— tomando
posesión de las imprentas. Todos los Soviets lanzaban hojas y proclamas que
ejercían una extraordinaria influencia desde el punto de vista de la agitación.
En general, no había ninguna norma fija de organización. Las formas de la misma, así como su carácter y funciones, se iban concretando según las circunstancias.
Los
Soviets y los partidos
En el primer
Soviet que surgió en Rusia, el de Ivánovo-Vosnesensk, no se planteó la cuestión
de las relaciones entre aquél y los partidos, por cuanto el Soviet se hallaba
dirigido de hecho por la organización socialdemócrata de la localidad.
Esta cuestión se planteó de un modo bastante agudo únicamente en Petersburgo. Como es sabido, el Soviet de la capital era en principio un Comité obrero encargado de dirigir la huelga. Pero a medida que se desarrollaban los acontecimientos revolucionarios, el Soviet se convertía en el centro de toda la lucha del proletariado. El Soviet lanzaba consignas políticas, presentaba reivindicaciones económicas, ejercía las funciones de los Sindicatos, inexistentes en aquel entonces. En una palabra, era una nueva fuerza revolucionaria que llevaba a cabo una lucha política activa contra la autocracia. En estas condiciones, venía a eliminar hasta cierto punto a los partidos socialistas de las posiciones avanzadas de la lucha de clases, y, por tanto, no podía dejar de plantearse la cuestión del papel del Soviet y de las relaciones entre éste y los partidos obreros.
Esta cuestión se planteó de un modo bastante agudo únicamente en Petersburgo. Como es sabido, el Soviet de la capital era en principio un Comité obrero encargado de dirigir la huelga. Pero a medida que se desarrollaban los acontecimientos revolucionarios, el Soviet se convertía en el centro de toda la lucha del proletariado. El Soviet lanzaba consignas políticas, presentaba reivindicaciones económicas, ejercía las funciones de los Sindicatos, inexistentes en aquel entonces. En una palabra, era una nueva fuerza revolucionaria que llevaba a cabo una lucha política activa contra la autocracia. En estas condiciones, venía a eliminar hasta cierto punto a los partidos socialistas de las posiciones avanzadas de la lucha de clases, y, por tanto, no podía dejar de plantearse la cuestión del papel del Soviet y de las relaciones entre éste y los partidos obreros.
Ya el 19 de
octubre, con motivo de la proposición e que se pusiera término a la huelga, el
representante de los bolcheviques indicó la necesidad de que coordinara la
acción del Soviet con el Partido Socialdemócrata Obrero Ruso. El 27, la sección
Viborg del Soviet examinó la cuestión y decidió proponer que éste aceptara el
programa socialdemócrata, y los delegados bolcheviques propusieron incluso
retirarse del Soviet en el caso de que este último no aceptara el mencionado
programa.
La cuestión fue discutida sucesivamente en las distintas barriadas y en las fábricas. Provocando por doquier enconados debates. El Comité federativo el Partido Social-demócrata Obrero Ruso, del cual formaba parte, sobre la base paritaria, representantes bolcheviques y mencheviques, decidió proponer al Soviet que se pronunciara de un modo concreto sobre su plataforma política. El Soviet se hallaba en una situación muy crítica. No ofrecía dificultades adoptar una resolución en el sentido de adherir al programa socialdemócrata, pues la inmensa mayoría de los representantes eran miembros del partido o simpatizaban con su programa. Pero en el Soviet había asimismo delegados de otros partidos —de los social revolucionarios, por ejemplo— y obreros que no pertenecían a ninguno de ellos, y, sobre todo, la adhesión al programa socialdemócrata se hallaba en contradicción con el principio mismo sobre cuya base se había constituido el Soviet: la representación de toda la masa obrera en una organización de combate.
Teniendo en
cuenta estas consideraciones, después de una breve discusión, el Soviet decidió
retirar la cuestión del orden del día. A pesar de ello, los representantes
bolcheviques, contrariamente a lo que se había decidido, no se retiraron.
En realidad,
no se hizo más que rehuir la cuestión, la cual siguió siendo objeto de
apasionados debates en las reuniones políticas y en la prensa obrera. No
obstante, el planteamiento de la cuestión en una forma terminante en el Soviet
de Diputados Obreros hubiera podido producir la escisión en este último y
provocar la desorganización del proletariado de Petersburgo en uno de los
momentos más críticos.
Hemos visto
ya la visión adoptada en general por los bolcheviques. Pero por la importancia
de la cuestión, vale la pena detenerse en ella con un poco más de atención. En
este momento se demostró una vez más que siempre que Lenin se hallaba ausente,
los directores bolcheviques incurrían en errores groseros. Desde el primer
momento, esos dirigentes adoptaron una actitud negativa con respecto al Soviet.
Para ejercer la dirección política —venían a decir— es necesario tener un
programa político bien definido y fines bien concretos. Por su estructura
política el Soviet no puede convertirse en director y, en todo caso, es incapaz
de reemplazar al partido. Se indicaba además el hecho de que el Soviet fuera
una organización infeudada formalmente a ningún partido, podía empujarlo por el
camino del oportunismo y convertirse en un instrumento de que se valdría la
burguesía para desviar a los obreros. La conclusión que se desprendía de ese
racionamiento era lógica: el Soviet no sólo no era necesario, sino que incluso
resultaba peligroso para el proletariado. La llegada de Lenin a Petersburgo
puso fin a esta actitud absurda. Lenin comprendió inmediatamente la importancia
inmensa de los Soviets, y en los artículos publicados en Nóvaya Zhizn se limitó
únicamente a recomendar que se reforzara la influencia del partido en el
interior de los Soviets. Con ello se halló la forma de las relaciones entre el
Soviet y el partido que sirvió de base, después de la Revolución de octubre, a
las resoluciones tomadas en el Congreso VII y VIII del partido, en las cuales
se reconocía que formalmente los Soviets eran una organización neutra, pero
cuya dirección por el partido era absolutamente necesaria.
Los
mencheviques, a pesar de que cometieron el indudable acierto de lanzar la
consigna de la creación de Comités obreros, tenían una idea muy confusa de los
fines de los mismos. Tan pronto el Soviet se constituyó y empezó a intervenir
en la vida política, los propios mencheviques se asustaron del resultado
insospechado que había producido su propaganda y, lo mismo que los
bolcheviques, exigieron que el nuevo organismo adoptara el programa
socialdemócrata. El líder menchevique Martínov, en un artículo publicado en
Nachalo, después de reconocer que el Soviet de diputados obreros será la
primera experiencia brillante de representación autónoma del proletariado
decía: “El Soviet y el partido son las organizaciones proletarias
independientes que no pueden coexistir durante mucho tiempo.” Los mencheviques
no comprendían el papel que los Soviets estaban destinados a desempeñar. Estos
luchaban por el Poder, pues era éste el problema que la historia ponía a la
orden el día. En general, consideraba a lo sumo a los Soviets como especie de
Parlamentos Obreros, sin ninguna función en la lucha de clases y en las
acciones de masas.
Por lo que a
los socialistas revolucionarios se refiere, hay que observar que este partido
pequeño burgués no tenía ninguna actitud definida, como no la tuvo en ninguna
de las cuestiones importantes planteadas. Por otra parte, la influencia de ese
partido en el Soviet era mínima. Sólo un año más tarde, en el otoño de 1906,
los social revolucionarios se solidarizaron con el punto de vista de los
mencheviques.
Los
anarquistas, a pesar de su demanda, no fueron admitidos en el Soviet. Lenin, en
un artículo sobre esta cuestión, aprobó esta resolución por cuanto, según él,
el Soviet no era un Parlamento Obrero, sino una organización de combate para la
obtención de fines concretos, y en esta organización no podían tener un sitio
los representantes de una tendencia que se hallaba en contradicción con los
fines fundamentales de la Revolución. Este punto de vista, profundamente
erróneo a nuestro juicio fue de hecho rectificado por los bolcheviques, puesto
que en los Soviets de 1917 los anarquistas estuvieron representados con los
mismos derechos que los demás sectores del movimiento obrero revolucionario.
La social
democracia, tanto bolcheviques como mencheviques, no concentraron
definitivamente su punto de vista sobre los Soviets, como hemos hecho ya notar
en las páginas anteriores, hasta el período del Congreso de Estocolmo, cuando
era ya posible formular un juicio retrospectivo de los acontecimientos.
En los
proyectos de resolución, propuesto al Congreso de unificación del Partido
Socialdemócrata Obrero Ruso, proyectos no discutidos, por otra parte, por el
mismo, los mencheviques dan a los Soviets la significación de órganos
destinados a unir los intereses de dichas masas ante el resto de la población.
Los
bolcheviques, sin negar la importancia de los Soviets como organización de la
representación de las masas, indicaban que en el curso de la lucha, de simples
Comités de huelga se convertía en “órganos de lucha revolucionaria general” y
que eran el “embrión del Poder revolucionario”.
Los
Soviets y sus enemigos
Después de
haber expuesto la actitud de los distintos sectores del movimiento obrero con
respecto a los Soviets, conviene exponer, aunque sea brevemente, el juicio que
esas organizaciones merecieron a los elementos que, por si significación de
clase, habían de series forzosamente hostiles.
Los
representantes de los elementos reaccionarios extremos, fueron en el campo
enemigo, los que mejor comprendieron el papel y la importancia de los Soviets,
Novoie Vremia, órgano de los agrarios y de la burocracia, después de la
ocupación de su imprenta para impresión del órgano de Soviet de Petersburgo, al
comentar este hecho señalaba la existencia indudable de dos Poderes y añadía:
“Si mañana se les ocurre detener a Witte y encerrarlo en fortaleza de Pedro y
Pablo junto con sus propios ministros, no nos sorprenderemos en lo más mínimo.
Si los revolucionarios no recurren aún a ello es únicamente porque no lo
consideran necesario.” En el mismo número en que apareció el artículo de que
entresacamos estos párrafos, se publicó otro en el cual se decía: Ahora en
Petersburgo tenemos dos gobiernos, uno dotados de inmensas atribuciones, pero
sin ninguna influencia: es el Gobierno de Witte. Otro que no tiene ninguna
atribución, pero al cual todo mundo obedece: el Soviet de Diputados Obreros.
Pero más elocuente es todavía el artículo firmado por N. Menschikov, en el cual
se dice: “hasta ahora Rusia había tenido el placer de contar con un mal
gobierno. Ahora contamos con dos. Al lado del viejo Poder histórico, ya
decrépito, se ha formado otro, que se irrita y grita, y nosotros, por
costumbre, nos sometemos a él con enternecedora sumisión. El imperio espera
intranquilo lo que le ordenará un puñado de proletarios: trabajar o declarar la
huelga.”
Esos
párrafos muestran de un modo elocuente que los representantes más típicos de la
reacción rusa comprendían perfectamente que el Soviet era un órgano que luchaba
por el Poder y el embrión de un nuevo régimen.
La impresión
de la constitución y desarrollo del Soviet produjo en el Gobierno fue la de
miedo y de. Hemos relatado ya en otra parte de este folleto que la autoridad
del Soviet era tan inmensa, que algunos órganos gubernamentales ejecutaban sin
vacilar todas sus órdenes. Las reuniones del Soviet se celebraban abiertamente;
los periódicos publicaban las convocatorias y la policía controlaba los
billetes en la entrada del edificio. Esto, mientras otras Asambleas eran
prohibidas e incluso disueltas por la fuerza.
Los testigos
en el proceso contra los diputados del Soviet de Petersburgo afirmaban
unánimemente que éste era de hecho un gobierno y que el Zar, desconcertado, no
hacía más que provocar el desorden. Sólo en noviembre, los ministros empezaron
a volver en sí y, formando un bloque con la gran burguesía reaccionaria,
modificaron fundamentalmente su táctica y tomaron medidas para poner fin a
aquel estado de cosas tan peligrosas para él. Ya el 3 de dicho mes el jefe de
policía de Petersburgo declara que la población “está cansada” del Soviet. Este
publica una contestación que termina del modo siguiente: “El Soviet de
Diputados obreros expresa su convicción de que los próximos acontecimientos
mostrarán de quién está cansado el país, si el proletariado revolucionario
había empezado ya a descender, el proletariado de Petersburgo comenzaba a
mostrar signos de fatiga, y por esto esa declaración no fue ya más que una vana
amenaza. Las circunstancias favorecían la adopción de medidas enérgicas por el
Gobierno y, en efecto, el 3 de diciembre el Soviet de Diputados Obreros de
Petersburgo, como ya hemos visto, fue disuelto y detenido por la fuerza
pública.
La burguesía
tuvo con respecto al Soviet una actitud análoga a la que había tenido en
general con respecto al proletariado y a su papel en la Revolución de 1905.
Pero en un principio no se dio cuenta del carácter que iban a mostrar los
Soviets e incluso se mostró favorablemente dispuesta a tratar de preferencia
con él que no con una representación múltiple. Pero este punto de vista no
subsistió mucho tiempo. Cuando el proletariado, bajo la dirección inmediata de
los <Soviets, no se limitó luchar contra autocracia, con la cual podía hasta
cierto punto coincidir la burguesía liberal, sino que atacó de frente al
capitalismo, reclamando la jornada de ocho horas y una legislación social, la
burguesía, temerosa de que el movimiento obrero saliera de estos límites y
arrastrara el régimen de dominación capitalista, volvió la espalda a la
Revolución y se alió con la autocracia. A partir de aquel momento se inicia la
ofensiva del Gobierno contra los Soviets, con la colaboración activa de la
burguesía liberal.
Los
Soviets como órganos de Poder
Los
Soviets y la Revolución de febrero
La
Revolución de 1905 fue vencida, pero la clase obrera no perdió ni por un
momento la esperanza en la victoria. Como se ha dicho repetidamente, la
insurrección de 1905 no fue más que un ensayo general de la Revolución de 1917.
En 1905 las masa eran aún inexpertas; el partido bolchevique empezaba únicamente
a formas sus cuadros. Habían surgido los Soviets en numerosos puntos del país,
pero no existía una acción coordinada entre ellos. Se intentó convocar un
Congreso general de los Soviets, cuya reunión hubiera podido tener inmensa
trascendencia, pero la cosa no pasó de proyecto. Por otra parte, si bien en
muchos puntos los campesinos acudían los Soviets en demanda de apoyo, no
existió la conexión debida entre el movimiento proletario y los levantamientos
del campo. Hemos visto también que sólo Siberia y de una manera efímera en
Moscú, se constituyeron Soviets de Soldados. Todas estas circunstancias
contribuyeron poderosamente al fracaso de la Revolución. Pero este fracaso no
tenía nada de sorprendente. Era la primera vez que el proletariado ruso se
lanzaba a la lucha en gran escala contra la autocracia. El proletariado en la
experiencia puede aprender. Y se puede afirmar que la lección de aquellos
grandes acontecimientos no cayó en el vacío. La experiencia de los Soviets de
1905 desempeñó, en 1917, un papel d primer orden. A pesar de los doce años
transcurridos, la idea de los Soviets seguía viva en el corazón de los obreros
rusos y así, cuando en febrero de 1917 los obreros y soldados de Petrogrado se
lanzaron a la calle y derrumbaron el poder secular de la autocracia, la idea de
los Soviets resurgió con nuevo vigor.
Como es
sabido, el zarismo fue derribado por un movimiento espontáneo de las masas
trabajadoras, Por una serie de circunstancias, y muy particularmente a
consecuencia del hecho de que en el momento de estallar la Revolución las
figuras más eminentes del bolchevismo se hallaran en la cárcel, en la
deportación y en el extranjero, el movimiento se halló sin dirección, y el
Poder, en vez de pasar a la clase trabajadora, pasó a las manos de la burguesía,
representada por la Duma de Estado, esa misma burguesía que cuando se iniciaron
los acontecimientos, incitaba al Gobierno del zar a ahogar el movimiento en
sangre. La Revolución se efectuó sin los Soviets, pero el mismo día en que la
burguesía liberal procedía al nombramiento del Gobierno Provisional, se
constituía el Soviet de Diputados Obreros de Petrogrado. Bajo el impulso de los
acontecimientos, la organización creada en 1905 y destruida por la autocracia
victoriosa, surgía nuevamente.
Por las circunstancias
que hemos mencionado más arriba, en ese primer Soviet, como en todos loe que
surgieron aquellos días en casi todo el país, los bolcheviques ejercían una
influencia secundaria. Se apoderó de la dirección de dichos organismos la
pequeña burguesía radical, los mencheviques y socialistas revolucionarios que
representaban, con su fraseología rimbombante y huera, la ideología confusa,
los anhelos y aspiraciones indefinidos de los primeros momentos de la
revolución. El orador brillante se llevaba fácilmente a las multitudes y el
representante pequeño burgués no pasaba, como siempre, de la fraseología
revolucionaria, para hacer en realidad el juego de los enemigos del
proletariado. Lo más lógico era que los dirigentes de los Soviets se hubieran
puesto al frente de la revolución y entregado el Poder a la clase obrera, con
cuyo único esfuerzo había sido destruir la autocracia. Pero, temerosos ante el
movimiento de las masas, consecuentes, por otra parte, con la opinión que
habían sostenido siempre de que hallándose la revolución en su fase
democráticoburguesa el Poder había de pasar naturalmente a la burguesía, lo
entregaron sumisamente a esta última. Y la burguesía —ni que decir tiene— se
apresuró a aceptar el encargo con el fin de hacer todos los posibles para
decapitar la revolución y evitar que las masas arrastraran en su impulso os
privilegiados de la propiedad agraria y de la burguesía industrial. El Soviet
se limitó a mandar a uno de sus representantes, Kerenski, al Gobierno
provisional y a nombrar una Comisión de control, encargada de vigilar la
actuación de este último.
Pero la
Revolución tiene su lógica, y a pesar de todos los esfuerzos de los dirigentes,
los Soviets se desarrollaron con un ímpetu irresistible, y gobernar contra
ellos se hizo cada vez más difícil. Esta circunstancia creó lo que se ha venido
en llamar dualidad de poderes, es decir, la existencia paralela de dos poderes;
el de la burguesía, representado por el Gobierno Provisional, y el de las masas
trabajadoras, representado por el Soviet, la historia de la Revolución entre
febrero y octubre no es más que la de la pugna entre estos dos poderes. Según
la correlación de fuerzas, esto es, según la mayor o la menor pujanza del
proletariado y de la burguesía, la lucha toma uno u otro carácter: ora el
Gobierno provisional ataca y el Soviet se ve obligado a ceder, ora es éste el
que toma la ofensiva y aquél el que se ve precisado a hacer concesiones.
Relatar en detalle los episodios de esta lucha, tan rica en enseñanzas, no
obliga a salirnos de los límites que nos hemos impuesto y a dar a este trabajo
un carácter distinto del que le hemos asignado. El lector que quiera estudiar
fundamentalmente ese período interesantísimo, le remitimos a la magnífica
Historia de la Revolución rusa, de L. Trotski, (Tomo I y Tomo II) publicada recientemente en español. Nuestra misión ha de reducirse a
señalar el desarrollo, en líneas generales, de los Soviets, hasta convertirse
en órganos del Poder.
¿Cuál era la
actitud de los bolcheviques respecto al nuevo régimen? Los elementos dirigentes
que se hallaban en Petrogrado en el momento de la Revolución no supieron
comprender, desde el primer momento, la importancia de los acontecimientos.
Estos, en realidad, les cogieron desprevenidos y la insurrección fue obra
directa de los militantes de base. Ya triunfante la Revolución, los nuevos
elementos que habían llegado de la deportación —y muy especialmente Stalin y
Kámenev— practicaron una política netamente oportunista. Esclavos del esquema
de la “dictadura democrática de los
obreros y campesinos”, preconizada por Lenin desde 1905 y superada ya por
los acontecimientos, se atrincheraron en sus antiguas posiciones y propugnaron
una política, que consistía en no salirse del marco de la Revolución
democrático-burguesa y apoyar al Gobierno provisional en la medida en que éste
realizara dicha Revolución.
Lenin, llegó
a Rusia el 3 de abril, puso fin a esas vacilaciones, Tanto él, que se hallaba
en Suiza, como Trotski, que estaba en América, coincidieron en la apreciación
de los acontecimientos. Y así se dio el caso curioso de que los dos grandes
jefes de la Revolución, que durante años habían estado separados por su
diferencia de apreciación de la Revolución rusa, coincidieron en el momento
decisivo, mientras que la “vieja guardia bolchevique”, sin comprender nada de
las enseñanzas del maestro, adoptaba una actitud inequívocamente oportunista.
Lenin, ya
desde su retiro a Suiza, apreció desde el primer momento el verdadero carácter
de los acontecimientos. Al recibir la noticia de la Revolución de Petrogrado, y
del nombramiento del Gobierno provisional, escribía: “La composición de este
Gobierno no tiene nada de casual. Se trata de representantes de la nueva clase
que ha subido al Poder político en Rusia, la clase de los terratenientes
capitalistas y de la burguesía, que dirigen económicamente nuestro país desde hace
mucho tiempo, y tanto durante la Revolución de 1905.1907, como en el período de
contrarrevolución del 1907.1914 y, sobre todo, con particular rapidez durante
la guerra de 1914-1917 se ha organizado con rapidez extraordinaria
políticamente, tomando en sus manos la administración local, la instrucción
pública, la Duma, los Comités Industriales de Guerra, los distintos Congresos,
etc., etc. Esta nueva clase se hallaba ya “casi completamente” en el Poder en
1917; por eso basaron los golpes asestados al zarismo para que éste se
desmoronara, cediendo el sitio a la burguesía. La guerra imperialista, que
exige una tensión de fuerzas inverosímiles, ha acelerado hasta el punto la
evolución de las atrasada Rusia, que “de una vez” (en realidad aparentemente)
hemos alcanzado a Italia, a Inglaterra casi a Francia y obteniendo un Gobierno
“parlamentario”, “de coalición”, “nacional” (est es, propio para seguir la
guerra imperialista y engañar al pueblo). Al lado de este Gobierno —que en el
fondo non es más que un simple criado, desde el punto de vista de la guerra, de
las “firmas” de las multitudinarias Francia e Inglaterra— ha surgido un nuevo
gobierno, no oficia, poco desarrollado aún, relativamente débil, un Gobierno
obrero que expresa los intereses del proletariado y de los elementos más pobres
de la población urbana u rural: el Soviet de Diputados Obreros y Soldados de
Petrogrado.”
Vladimir
Ilich Lenin. Cartas desde lejos. Suiza 1917, Informe sobre la revolución de
1905, las Tesis de abril.
Vladimir
Ilich Lenin. Las tareas del proletariado en la revolución actual [También
conocido como Las Tesis de Abril]
V. I.
Lenin: Las tareas del proletariado en la presente revolución ("Tesis de
abril")
De esta
apreciación de la situación se desprende toda la táctica seguida con rigurosa
consecuencia por Lenin. Este, al llegar a Petrogrado, resuelve contra la
posición adoptada por los dirigentes del partido y desarrolla sus ideas
fundamentalmente en sus famosas “tesis
de abril”, que sirvieron de base a toda la actuación posterior del partido
y los condujeron al Poder. He aquí las ideas esenciales de dichas tesis,
después del derrumbamiento de la autocracia el Poder ha pasado a manos de la
burguesía. La guerra sigue siendo una guerra imperialista, y por esto el
proletariado no puede tenerla sin traicionar al socialismo. Hay que “explicar
pacientemente” a las masas que es imposible terminar la guerra de un modo
verdaderamente democrático sin derrumbar al capitalismo. La particularidad
característica del momento consiste en la dualidad de poderes, en que “al lado
del Gobierno provisional, Gobierno de la burguesía, se ha formado otro
gobierno, en estado aún muy embrionario, de importancia creciente cada día: los
Soviets de diputados obreros y soldados. No se puede otorgar ninguna confianza
ni prestar apoyo al Gobierno Provisional: todo el Poder, de abajo a arriba, ha
de pertenecer a los Soviets. En el período actual el partido bolchevique está
en minoría. La mayoría de los Soviets pertenece a los mencheviques y
socialistas revolucionarios, que se hallan bajo la influencia de la burguesía,
que la sostienen, que temen romper con los capitalistas y tomar el Poder en sus
manos. Para el período inmediato, la consigna “todo el Poder a los Soviets” ni
significa todavía la dictadura del proletariado, sino que equivale a exigir el
poder a manos de la democracia perqueñoburguesa, con el fin de separarla de la
burguesía. Mientras estamos en minoría, hay que poner al descubierto la
política conciliadora de los partidos pequeñoburgueses, explicar a las masas
sus errores, y, mediante una labor paciente y tenaz entre los obreros, soldados
y campesinos, conquistar su confianza, conquistar la mayoría en los Soviets.
Lenin confiaba convencer a las masas de la razón que asistía a los
bolcheviques, y una vez obtenido resultado, llevarlas a la conciencia de la
necesidad de la dictadura del proletariado como única fuerza capaz de poner fin
a la guerra imperialista y solucionar la crisis económica del país.
La experiencia
había de demostrar de una manera brillante la justeza de la táctica preconizada
por Lenin, que venció rápidamente las resistencias con que tropezaba y
consiguió que la inmensa mayoría del partido aceptara su punto de vista. Paso a
paso, los bolcheviques van poniendo al descubierto el papel de mencheviques y
socialista revolucionarios y conquistándose la confianza de las grandes masas.
Uno tras otro, los Soviets van cayendo en manos de los bolcheviques, Este
magnífico resultado se obtiene no de una manera mecánica, sino por la
aplicación acertada de una táctica justa. El coronamiento de esta paciente
labor es conquista de la mayoría en el Soviet de Petrogrado. Este hecho tiene
su importancia decisiva para porvenir de la Revolución. Petrogrado es el centro
del movimiento revolucionario del país; es allí donde se halla concentrado el
proletariado más consciente y combativo de Rusia. Petrogrado es, por otra
parte, la capital. La conquista del Soviet de esta última había de tener una
importancia decisiva, y, en efecto, la tiene. A partir de aquel momento, la
Revolución toma un ritmo acelerado. El Gobierno Provisional va perdiendo todos
sus puntos de apoyo. El movimiento de las masas se hace irresistible. Los
campesinos exigen la tierra, sin más demoras y aplazamientos. Todo el mundo
pide la paz y la constitución de un Gobierno verdaderamente popular. Este
Gobierno no puede ser más que el de los Soviets, la consigna “todo el poder
para los Soviets”, lanzada por los bolcheviques, es sostenida ahora por millones
de obreros, soldados y campesinos. El proletariado de Petrogrado, corazón y
cerebro de la revolución, arde de impaciencia. Los dirigentes del Partido
bolchevique preparan febrilmente la acción decisiva. El Soviet es, como en
1905, el centro en que se converge todo el movimiento, La creación del Comité
Militar revolucionario indica que de la fase de la propaganda se pasa ya a la
de organización. El Comité Militar revolucionario concentrará en sus manos la
dirección técnica del movimiento. Todo está maduro para la toma el poder. Falta
sólo fijar el momento de la acción. Después de dudas y vacilaciones se decide
fijarlo, desacuerdo con la proposición de Trotski, para el día en que se reúna
el Segundo Congreso de los Soviets. Así, toma violenta del Poder, dirigida y
organizada por el Soviet de Petrogrado, seguirá la consagración del acto de
fuerza por el voto y el consentimiento de los representantes de toda la masa
trabajadoras de Rusia.
La
victoria de Octubre y su significación
En efecto,
el día 25 de octubre de 1917, las fuerzas armadas del Soviet de Petrogrado
ocupan todos los edificios públicos, toman el palacio de invierno y detienen al
Gobierno provisional. La victoria se obtiene casi sin derramamiento de sangre.
La lucha será más dura en Moscú, donde el combate se prolongará durante una
semana. El Congreso de los Soviets declara depuesto el Gobierno Provisional y
proclama la constitución de la república de los Soviets.
Con este acto se abre una nueva página en la Historia de la Humanidad. Los
obreros y campesinos rusos, al fundar la República Soviética, ofrecen a las
masas explotadas de todo el mundo un nuevo tipo de organización del Estado —la
dictadura del proletariado— que es la realización más perfecta de la
democracia, puesto que el régimen soviético, contrariamente a lo que sucede en
los demás países, es el Gobierno de la inmensa mayoría de la población. Los
Soviets son elegidos directamente por los obreros de las fábricas, por los
soldados de cada regimiento, por los campesinos de cada aldea, y con este
sentido son la expresión perfecta de su voluntad y de sus aspiraciones. Los
miembros de los Soviets, a diferencia de los representantes en los Parlamentos burgueses,
no perciben retribución alguna por el ejercicio de sus funciones, y pueden ser
relevados en cualquier momento de su cargo si los que los han elegido
consideran que no representan ya sus aspiraciones ni son dignos de su
confianza.
Como todo
sistema de representación, el de los Soviets tiene, naturalmente, sus defectos,
pero, aún así, son incomparablemente inferiores a los de lo de la democracia
burguesa. La experiencia rusa ha demostrado que la dictadura del proletariado
halla su expresión más perfecta precisamente en el régimen soviético, y, en
este sentido, la idea de los Soviets es patrimonio de todo el proletariado
internacional. Es evidente que la revolución proletaria tendrá distintas
modalidades en los demás países, pero está fuera de duda —la experiencia rusa
lo demuestra de un modo irrefutable— que no podrá prescindir de organizaciones
substancialmente iguales a los Soviets.
Los
Soviet de campesinos y la Revolución de octubre
Antes de
estudiar el nuevo régimen creado por la Revolución de octubre, queremos dedicar
unas palabras a los Soviets de campesinos, hasta aquí hemos hablado
exclusivamente de los Soviets de diputados obreros y soldados. Hasta después de
la historia de octubre no existieron Soviets de campesinos propiamente dichos.
Esto no significa, ni mucho menos, que los campesinos no tomaran parte en el
movimiento soviético. Los Soviets de soldados estaban constituidos, en su
aplastante mayoría, por campesinos. Por otra parte, existían en las aldeas
organizaciones, que aun sin llevar el nombre de Soviets, desempeñaban
esencialmente el papel de lo mismo. Nos referimos a los Comité agrarios. Dichos
Comités fueron designados por el Gobierno provisional, con el fin de que
prepararan los materiales de estudio necesarios para la reforma agraria, que
había de llevar a cabo la Asamblea Constituyente. En un principio, dichos
Comité estaban formados por los elementos de la intelectualidad rural (médicos,
empleados, agrimensores, etc.). Pero, bajo la influencia de los acontecimientos
revolucionarios, fueron perdiendo rápidamente su carácter, y los elementos
“intelectuales” de ayer fueron sustituidos por representantes directos de los
campesinos. Y así, esos Comités, a los cuales se asignaban atribuciones tan
modestas, se convirtieron en órgano de lucha de los campesinos, que dictaban su
ley a los propietarios y a menudo procedían por iniciativa propia a la
expropiación de la tierra u ordenaban a los campesinos que suspendieran el pago
de los arriendos a los terratenientes y depositaran el importe de aquéllos en
los Comités hasta que la Asamblea Constituyente resolviera definitivamente el
problema de la tierra.
Potencialmente,
pues, los Soviets existían ya en las aldeas antes de la Revolución de octubre.
Después de ésta fueron creados en todo el país, y junto con los Soviets de
diputados obreros, constituyeron la base del nuevo régimen instituido por la
Revolución triunfante.
La
estructura de la república de los Soviets
Los
Soviets rurales
La base del
nuevo régimen creado por la Revolución de febrero está constituida por los
Soviets urbanos y rurales.
Los Soviets
rurales se eligen a razón de un diputado por cada cien habitantes y un diputado
por cada veinte electores de los obreros de las fábricas, talleres, haciendas
agrarias del estado, unidades del Ejército y de la Armada, que se hallan en territorio,
los diputados se eligen en las Asambleas generales de los ciudadanos que gocen
de derechos electoral mediante Asambleas separadas. Los obreros de las
fábricas, los empleados de instituciones y los regimientos proceden a la
elección en los establecimientos y las instituciones. La legislación de la
República Soviética Ucraniana y de la república Soviética Rusa prevé la
organización de Soviets nacionales en aquellos puntos donde las minorías
nacionales representan una masa compacta.
Las
principales funciones de los Soviets rurales con las siguientes: a) llevar a la
práctica y controlar la ejecución de todas las resoluciones de los órganos
superiores del Poder; b) ayudar a los representantes de estos últimos a cumplir
con su misión en la aldea; c) tomar medidas para elevar el nivel económico y
cultural de la población, d) garantizar la conservación del orden
revolucionario y luchar contra la contrarre-volución y el bandolerismo; e)
utilizar a la población trabajadora para la conservación de los pozos, puentes,
etc., y para la lucha contra las calamidades naturales, f) contribuir a la
conservación de los bosques, sembrados, ferrocarriles, teléfonos y telégrafos
en el territorio del Soviet; g) asegurar el justo usufructo de las tierras; h)
efectuar el reparto de las tierras y organizar las reservas de semillas, i)
apoyar la cooperación agraria, las haciendas del Estado, la organización de
bibliotecas, etcétera; j) contribuir a la liquidación del analfabetismo y a la
labor de cultura entre las minorías nacionales.
No todos los
Soviets rurales tienen el presupuesto independiente, sin embargo los hay que
gozan de personalidad jurídica y pueden concertar contractos.
En general,
con el fin de incorporar a la labor activa a todos los miembros del Soviet se
organizan cerca del mismo Comisiones especiales. Estas Comisiones tienen el
derecho, con autorización de Soviet, de solicitar la colaboración de ciudadanos
que no formen parte del Soviet y gocen de los derechos electorales. Cerca de
los Soviets existen Comisiones de control, elegidas de la misma manera que los
Soviets y que ejercen el control de la actividad financiera de aquéllos y dan
cuenta de su misión ante la Asamblea general de los ciudadanos.
Los
Soviets urbanos
Los Soviets
urbanos son elegido por los ciudadanos que se hallan en su territorio y gozan
de los derechos electorales a razón de diputados por cada cien electores de los
obreros, del ejército rojo, de la escuadra y de la milicia y de una diputado
por cada trescientos electores de los empleados de las instituciones estatales
y privadas y de las demás categorías de electores. Compete a los Soviets
urbanos solucionar todas las cuestiones locales y discutir todos los problemas
de interés general.
Dichos
organismos tienen sus presupuestos, gracias lo cual toman una participación
activa en la reconstrucción y transformación de la economía popular y de la
vida social y cultural. Este presupuesto se halla constituido por la
utilización de todos los bienes de significación local. De acuerdo con ello
tienen derecho a explotar la tierra, los establecimientos y otros establecer
impuestos locales, negociar empréstitos, controlar los bienes que se hallan
bajo su jurisdicción, abrir nuevos establecimientos, arrendarlos, etc. Tienen,
asimismo, el derecho de garantizar el orden, contribuir a la organización
acertada del mecanismo judicial, de la labor normal de todos los órganos
locales del poder estatal.
El órgano
directivo del Soviet es la reunión plenaria del mismo, que se convoca al menos
una vez al mes. La reunión plenaria examina y resuelve todas las cuestiones
fundamentales de su competencia y ratifica el presupuesto.
Las
reuniones del Soviet son públicas. Se admite en las mismas, con voz pero sin voto, a los representantes de los Comités
de fábrica, Sindicatos, Regimientos y otras organizaciones, excepto en aquellos
casos en que se convocan sesiones secretas. Con el fin de establecer un
contacto más estrecho con los trabajadores, el Soviet, en la medida de lo
posible, organiza sus sesiones de fábricas, los clubs, etc. las reuniones
plenarias pueden celebrarse cuando asisten a las mismas no menos de la mitad de
los miembros.
Los
diputados a los Soviets urbanos se eligen
por un año, esto es, hasta las nuevas elecciones. Los miembros del Soviet
no pueden ser detenidos sin advertir previamente a la Mesa del Soviet o al
presidente mismo. En casos excepcionales se puede proceder a la detención,
dando cuenta de la misma a la Mesa no más tarde de veinticuatro horas después.
En la
actividad del Soviet tiene una gran importancia sus Secciones, que deben
incorporar a la labor del mismo a toda la masa trabajadora. Dichas Secciones
son, generalmente, las siguientes: a) de administración municipal; b)
financiera; c) de instrucción pública; d) de sanidad; e) comercial-cooperativa;
f) de la inspección obrera y campesina. Por acuerdo del Soviet, las Secciones
mencionadas se pueden dividir en Secciones independientes o se pueden crear de
nuevas (administrativa, jurídica, e la vivienda, del trabajo, de la industria,
de seguros sociales, agrícola, etc., etc.). Dichas secciones examinan el plan
de trabajo que les está encomendado, estudian las cuestiones fundamentales
encomendadas a los órganos ejecutivos, eligen, cuando las circunstancias lo
exigen, comisiones permanentes para establecer un contacto más estrecho con los
distintos organismos del mecanismo ejecutivo participa en las reuniones de las
Comisiones y en las conferencias convocadas por los Soviets, investigan la
actuación de las distintas instituciones, dan su opinión sobre las cuestiones
sometidas a las Secciones por las reuniones plenarias o la mesa del Soviet,
etc., etc.
Para servir
mejor los intereses de las masas trabajadoras desde el punto de vida cultural y
administrativo y ayudar a los Soviets urbanos en la resolución de los problemas
fundamentales de la transformación socialista del país, paralelamente con los
Soviets generales se organizan los de la barriada, que están subordinados al Soviet
urbano, funcionan bajo su dirección y dan cuenta al mismo de su labor.
Los
Congresos de los Soviets y sus Comités ejecutivos.
Los órganos
supremos del régimen supremo son los Congresos y sus Comités ejecutivos.
Los Soviets
rurales de un distrito eligen a un Congreso de distrito, a razón de un diputado
por cada diez miembros del Soviet. Para el Congreso del cantón eligen
representantes todos los Soviets rurales, a razón de un diputado por cada dos
mil habitantes, y todos los Soviets urbanos, a razón de un delegado `por cada
doscientos electores. El Congreso Provincial se elige de acuerdo con la
siguiente norma de representación: de los Congresos de distrito y de cantón, a
razón de un diputado por cada 10.000 habitantes, de los Soviets urbanos y de las
fábricas, a razón de un diputado por cada 2.000 electores. Los Congresos
regionales, allí donde existen, se constituyen por los representantes de los
Soviets urbanos y de los Congresos de cantón, a razón de un delegado por
25.000n habitantes, y uno por cada 5.000 electores de las ciudades. Los
Congresos de los Soviets de la Repúblicas federadas se eligen de acuerdo con
las normas de los Congresos regionales o provinciales. El Congreso Panruso de
los Soviets obreros, campesinos y soldados rojos y cosacos se constituye a base
de la siguiente representación: a) de los Soviets urbanos, a razón de un
diputado por cada 25.000 electores; b) de los Congresos provinciales, a razón
de un diputado por cada 125.000 habitantes. El Congreso de los Soviets de la
U.R.S.S. se constituye de acuerdo con las mismas normas que el Congreso
panruso.
La
diferencia entre los Soviets y los Congresos consiste en que los diputados a
los primeros se eligen por un plazo determinado (un año), mientras que los
delegados a los Congresos se eligen sólo para cada uno de éstos, y al terminar
sus tareas, pierden su título, dejando únicamente el Comité Ejecutivo elegido
por ellos.
El Congreso
de distrito se reúne una vez al año y elige un Comité ejecutivo de tres
miembros. Se pueden convocar sesiones extraordinarias a propuesta del Comité
ejecutivo del cantón o demanda de no menos en la tercera parte de la población
del distrito. El Congreso de cantón elige también un Comité ejecutivo de once
miembros y cinco suplentes. El Comité ejecutivo del congreso provincial debe
estar compuesto de no más de veinticinco miembros, con excepción de Leningrado
y Moscú, donde asciende a cuarenta. Los Congresos de las Repúblicas
federativas, el panruso y el de la Unión eligen también a sus Comité
ejecutivos. El segundo está compuesto de 270 miembros y 117 suplentes, y el
tercero, de 371 y 138 respectivamente.
Tal es, en líneas generales, la estructura del régimen soviético. Veamos ahora, las funciones de dichos órganos.
Los
Congresos de distrito examinan y resuelven todas las cuestiones relativas a
este último y dirigen la actuación de los órganos del Poder que le están
subordinados. El Congreso elige una Comisión de control. Las amplias
atribuciones de que goza dan la posibilidad de obtener en su presupuesto el 40 por
100 del impuesto agrario, el 25 por 100 del impuesto de construcciones y de las
instituciones judiciales y buscar nuevas fuentes de ingresos de los bienes que
se hallan bajo su jurisdicción. Los miembros del Comité Ejecutivo gozan de la
inmunidad y no pueden ser detenidos sin el consentimiento previo de la Mesa o
del presidente.
El órgano
supremo del Poder en el territorio del cantón es el Congreso del Soviet. Las
funciones derechos y obligaciones de los Comités Ejecutivos de cantón son las
siguientes: a) cumplimiento en los límites del cantón de las disposiciones y
decretos del Poder central; b) publicación de resoluciones vigentes en los
límites del cantón; c) adopción de medidas disciplinarias contra los
funcionarios y los miembros de los Comités Ejecutivos inferiores; d)
realización del control de la actividad de todos los órganos del territorio,
sin excluir los que dependen directamente del poder de la república o de la
Unión. Este control no se extiende a las instituciones del Ejército rojo y a los
órganos judiciales, e) examen y aprobación de los presupuestos de distrito; f)
conservación del orden; g) control del funcionamiento de todos los órganos del
Poder; h) fomento e la agricultura; i) adopción de medidas para levar el nivel
cultural y político de la población; j) conservación de la salud pública y
protección de la maternidad y de la infancia, k) dirección de los
establecimientos comerciales e industriales que dependen de él, etc., etc. Los
Congresos provinciales examinan y aprueban el presupuesto de la provincia, los
informes del Comité Ejecutivo y sus Secciones y proceden a la elección de dicho
Comité.
El Comité
Ejecutivo tiene el derecho de pedir al órgano correspondiente de la República
de los Soviets la abolición o modificación de las resoluciones de los órganos
centrales si considera perjudiciales estas últimas desde el punto de vista de
las condiciones locales.
Las
Repúblicas autónomas forman parte de una república de la Unión, y tiene un
Comité Ejecutivo y un Consejo de Comisarios del Pueblo.
En las
repúblicas confederadas de la Unión, el órgano supremo es el Congreso de los
Soviets, al cual corresponde la totalidad del poder legislativo, ejecutivo y
judicial. Los Congresos de los Soviets se reúnen regularmente cada dos años y
extraordinariamente siempre que lo juzgue necesario el Comité Ejecutivo o lo
exijan los Soviets de las localidades que representen a no menos de una tercera
parte de toda la población de la República. El Consejo de Comisarios del Pueblo
de cada República es el órgano ejecutivo del Comité Ejecutivo Central.
Finalmente,
el órgano supremo del régimen soviético es el Congreso de los Soviets de la
U.R.S.S., constituida definitivamente el 30 de diciembre de 1922. Las funciones
principales de dicho Congreso son las siguientes: a) elección del Comité
Central Ejecutivo, y, asimismo, ratificación de los miembros del Consejo de las
Nacionalidades elegidos por las Repúblicas y las regiones autónomas de la
Unión; b) aprobación y modificación de los principios fundamentales de la
Constitución de la U.R.S.S.; c) solución de los desacuerdos en aquellos casos
en que fueron eliminados por las comisiones de conciliación y los órganos
directivos; d) modificación de las resoluciones del Comité central Ejecutivo de
la U.R.S.S. a propuesta de los delegados o de los Congresos o Comités
Ejecutivos de las Repúblicas confederadas.
El Comité
Central Ejecutivo está compuesto del Consejo de la Unión y del Consejo de las
Nacionalidades. Esos dos organismos gozan de una igualdad completa de derechos.
El Consejo de Comisarios del Pueblo es el órgano ejecutivo del Comité central.
Los decretos y resoluciones de dicho Consejo son obligatorios en todo el
territorio de la Unión.
El
derecho electoral
En la
U.R.S.S. no existe sufragio universal. El proletariado, al tomar el poder, en
octubre de 1917, no se dejó alucinar por el espejismo de la democracia forma, y
estableció su dictadura. Como consecuencia de ello, es lógico que se
establezcan ciertas limitaciones en el ejercicio del derecho electoral.
Según la Constitución soviética (Constitución soviética de 1918 y aquí), pueden elegir y ser elegidos todos
los mayores de dieciocho, de uno y otro sexo, que reúnan las siguientes
condiciones: a) todos aquellos que obtengan sus medios de existencia mediante
el trabajo útil o que realicen un trabajo casero que dé la posibilidad a los
primeros de realizar su misión (por ejemplo, la esposa u otra persona que cuide
de los niños de las obreras, etc.); b) los soldados del ejército y la armada
rojos; c) los ciudadanos de la categoría enumerada en los dos puntos anteriores
que hayan perdido la capacidad de trabajo; d) los extranjeros que vivan y
trabajen en el territorio de la U.R.S.S.
No pueden
elegir ni ser elegidos, aunque formen parte de las categorías mencionadas: a)
los que recurren al trabajo asalariado con el fin de obtener beneficio, b) las
personas que vivan de ingresos no procedentes del trabajo; c)los comerciantes e
intermediarios comerciales; d) los frailes y servidores del culto; e) los
empleados y agentes de la antigua policía, así como los miembros de la casa
reinante; f) las personas mentalmente anormales, así como las que se hallen
bajo tutela; g) las personas condenadas por los tribunales.
El Comité
Central Ejecutivo de los Soviets o el Congreso de estos últimos tienen derecho
de abrogar estas limitaciones en general o con respecto a determinadas
personas, aunque hacen uso de este derecho con extrema prudencia.
La
democracia soviética
Hemos
descrito a grandes rasgos el origen y desarrollo de los Soviets en el período
anterior a la Revolución y la forma concreta tomada por el régimen soviético
después de la victoria proletaria de octubre de 1917. De este rápido estudio se
desprende una conclusión; que el régimen de los Soviets no es una creación
artificial, sino la obra directa de las masas trabajadoras y la realización más
perfecta de la democracia. Es fácil prever la objeción de los tartufos de la
democracia burguesa: ¿se puede hablar de democracia cuando se limita el
ejercicio electoral y se priva de este derecho a una parte de los ciudadanos? En
efecto, en la U.R.S.S. no existe la democracia formal, forma encubierta de la
dictadura burguesa, sino la democracia obrera. El lector nos permitirá que a
este propósito reproduzcamos unos párrafos de nuestra obra Las Dictaduras de nuestros días: “Los
liberales y los socialdemócratas oponen a la dictadura del proletariado de la
democracia pura. Pero mientras existan las clases —y por consiguiente la
explotación y la desigualdad social— no se puede hablar de democracia pura.
Todo el mecanismo del Estado, incluso en los países de régimen más democrático,
está puesto al servicio de la clase explotadora, que constituye una minoría
insignificante. Es más, en los países de democracia, la subordinación del Poder
a la banca y a la Bolsa es más directa que en ninguna parte. No hay ninguna
Constitución, por liberal que sea que no deje las manos libres al Poder para
anular las garantías constitucionales y adoptar medidas de represión extralegal
contra la clase obrera si ésta amenaza el orden de cosas de democracia en
general. El marxista no se olvida nunca de preguntar: ¿Para qué clase? En ningún país capitalista civilizado existe la
democracia en general; existe únicamente la democracia de la burguesía. Entre
la dictadura burguesa y la dictadura proletaria existen, sin embargo,
diferencias esenciales. La primera, incluso en democracia, es el Gobierno de
una minoría sobre la mayoría; la segunda es el Gobierno es el Gobierno ejercido
por la inmensa mayoría de la población…” “…Sin dictadura no se ha realizado en
el mundo ninguna revolución profunda. Pero la diferencia entre la dictadura
burguesa (aun en sus formas más democráticas) y la dictadura del proletariado
estriba en que la primera consiste en el aplastamiento violento de la
resistencia de la mayoría de la población, constituida por las masas
trabajadoras de las ciudades y los campos, y la segunda, en el aplastamiento de
la resistencia de los explotadores, los cuales constituyen una minoría
evidente… Bajo el régimen de los Soviets, la inmensa mayoría de la población
—es decir, todos los ciudadanos que viven de su trabajo y no de la plusvalía
del trabajo ajeno—, tiene el derecho efectivo —y no el derecho nominal de las
democracias burguesas— de participar directamente en la gestión pública, de ser
electores y elegidos, de destituir en cualquier momento a los representantes
que no se hayan mostrado dignos de la confianza otorgada, y el deber de velar
por la conservación de estos derechos reduciendo violentamente a la impotencia
de la clase enemiga. En resumen, siendo como es un régimen que se inspira en
los intereses de la inmensa mayoría de la población, la cual ejerce
directamente su poder con ayuda de vastas organizaciones populares como son los
Soviets, la dictadura proletaria, o por decirlo en otros términos, la
democracia soviética, es un sistema de Gobierno infinitamente más democrático
que la República burguesa más libre.”
Esta
profunda democracia del régimen soviético es lo que le ha dado su fuerza
inmensa y le ha permitido rechazar eficazmente todos los ataques del mundo
capitalista. Tan grande es la vitalidad de este régimen, que ha podido soportar
incluso los profundos errores cometidos, desde la muerte de Lenin (21
de enero de 1914), por la dirección del Partido Comunista. Razón de más
para que todo los verdaderos amigos de la Rusia soviética combatan
implacablemente las deformaciones del régimen, y luchen incansablemente por el
restablecimiento de la verdadera democracia soviética.
Andreu Nin (Los soviets: su origen, desarrollo y funciones)
Congreso de
los Sóviets de Todas Las Rusias
El último "Testamento" de Lenin o Carta al Congreso del Partido
Comunista de Rusia bolchevique
(22 dic. 1922 - 4 enero 1923)
V. I.
Lenin. DISCURSO SOBRE EL ANIVERSARIO DE LA REVOLUCION
pronunciado ante el VI Congreso Extraordinario de los Soviets de Toda
Rusia de Diputados Obreros, Campesinos, Cosacos y Soldados Rojos
Pronunciado: El 6 de noviembre de 1918.
“Pues bien, la mayor revolución que nos ha traído en plazo tan breve al
socialismo en el campo muestra que toda esta lucha ha sido coronada por el
éxito. Lo muestra de la manera más evidente el Ejército Rojo. Sabéis en qué
situación hemos estado en la guerra imperialista mundial, cuando Rusia se vio
en una situación en la que las masas populares no podían soportarla. Sabemos
que entonces nos vimos en la situación más desamparada. Dijimos abiertamente
toda la verdad a las masas obreras. Denunciamos los tratados imperialistas
secretos de la política que sirve de instrumento más grande de engaño, política
que ahora, en Norteamérica, la república democrática del imperialismo burgués
más avanzada, engaña a las masas como nunca y les toma el pelo. Cuando el
carácter imperialista de la guerra quedó claro para todos, el único país que
desmoronó hasta los cimientos la política exterior secreta de la burguesía fue
la República Soviética de Rusia. Denunció los tratados secretos y dijo por boca
del camarada Trotski, dirigiéndose a los países de todo el mundo; os llamamos a
que terminéis esta guerra por vía democrática, sin anexiones ni contribuciones,
y decimos abiertamente y con orgullo la dura verdad, pero la verdad al fin y al
cabo, que para acabar esta guerra hace falta la revolución contra los gobiernos
burgueses. Nuestra voz quedó sola. Por ello hubimos de pagar con una paz de inverosímiles
dureza y sacrificio que nos impuso el tiránico Tratado de Brest, que sembró el abatimiento
y la desesperación entre muchos simpatizantes. Eso fue porque estábamos solos. Pero
cumplimos con nuestro deber y dijimos a todos. ¡Tales son los fines de la
guerra! Y si se desbordó sobre nosotros el alud del imperialismo alemán fue
porque hacía falta un gran lapso para que nuestros obreros y campesinos
llegasen a una organización sólida. Entonces carecíamos de ejército; teníamos
el viejo ejército desorganizado de los imperialistas, que llevaban a la guerra
por fines que los soldados no compartían y con los que no simpatizaban. Resultó
que hubimos de pasar por un período muy doloroso. Fue un período en el que las
masas debían descansar de la atormentadora guerra imperialista y comprender que
empezaba otra guerra. Tenemos derecho a llamar guerra nuestra la guerra en que
defendamos nuestra revolución socialista. Eso tenían que comprenderlo por
experiencia propia millones y decenas de millones. Se tardaron meses en ello.
Esa conciencia se fue abriendo paso durante mucho tiempo y a duras penas. Pero
en el verano de este año quedó claro para todos que se había abierto paso al
fin, que el viraje se había empezado, que el ejército, producto de la masa
popular, el ejército, que se sacrifica, que después de la sangrienta matanza de
cuatro años va otra vez a la guerra, para que ese ejército combata por la
República Soviética necesita nuestro país que el cansancio y la desesperación
de la masa, que va a esa guerra, sean sustituidos por una conciencia clara de
que van a morir verdaderamente por su causa: por los Soviets obreros y
campesinos, por la república socialista. Eso lo hemos logrado.
V. I.
Lenin. Acerca del infantilismo "izquierdista" y del espíritu
pequeñoburgués. 1918
Escrito: El 5
de mayo de 1918.
Rosa
Luxemburgo. La Revolución en Alemania de noviembre de 1918 y la Revolución en
Rusia de octubre de 1917
Claudio
Albertani. La tragedia de León Trotsky
Rosa
Luxemburgo. Tesis sobre las tareas de la socialdemocracia de la
socialdemocracia internacional (1916)
Lenin:
Discurso al Primer Congreso de los Soviets 1917.
Tomo VII
(1917-1918)
Obras
escogidas Tomo II
Rosa
Luxemburgo. Tesis sobre las tareas de la socialdemocracia de la
socialdemocracia internacional (1916)
[Libro] Debate sobre los consejos de fábrica. Antonio Gramsci; Amedo Bordiga
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Antonio Gramsci. Los seis tomos de los Cuadernos de la cárcel. Bibliografía complementaria.
http://eljanoandaluz.blogspot.com/2017/04/antonio-gramsci-los-seis-tomos-de-los.html