Solidaridad
con el pueblo sirio
"Desde
Marruecos a Bahréin la reivindicación es la misma: un cambio pacífico y radical
que instaure una democracia que ampare los derechos sociales y económicos de la
mayoría"
Hace meses
que amplios sectores de la sociedad siria se unieron a la esperanzadora ola
cívica que recorre el Magreb y el Machreq bajo la denominación de “primavera árabe”. Sin embargo,
la primavera siria se ha tornado en un terrible baño de sangre. Millares
de manifestantes pacíficos han sido asesinados por las fuerzas de seguridad del
régimen de Bachar Al-Asad, que no ha dudado en recurrir al bombardeo de
ciudades y pueblos. Un número aún más elevado de personas han sido detenidas y
sistemáticamente torturadas. Los derechos humanos básicos, desde el derecho a
la vida al de expresión, están siendo masivamente violados por las autoridades
sirias en un país cerrado a la información independiente.
Quienes
suscribimos esta declaración queremos expresar nuestra condena por estos
hechos: no hay justificación posible para esta guerra abierta que el régimen
sirio libra impunemente contra su propio pueblo.
El régimen
sirio miente para justificar la brutal represión de su propia población. Como
tantas otras veces, la dictadura de Bachar Al-Asad vuelve
a agitar como un espantajo el peligro de la ruptura sectaria o del terrorismo
islamista, o la falsa disyuntiva entre la soberanía y la dignidad del Estado y
los derechos y las libertades de sus ciudadanos. Sin embargo, no hay indicio
alguno que permita conjeturar sobre una inducción exterior de las protestas o
que permita argumentar que las aspiraciones de los ciudadanos sirios son
distintas a las que otros ciudadanos árabes manifiestan en sus países. Desde
Marruecos a Bahréin la reivindicación es esencialmente la misma: un cambio
pacífico y radical que instaure una democracia política real y que ampare y
promueva los derechos sociales y económicos de la mayoría. El hilo que engarza
las cuentas de las nuevas rebeliones árabes de 2011 —también la de Siria— es la
esperanza colectiva en que las próximas generaciones puedan crecer en libertad,
hombres y mujeres amparados por el principio universal de ciudadanía, no como
súbditos sometidos al pillaje, al terror, a la humillación y a las
arbitrariedades de sus dirigentes.
¿Acaso no
son éstas nuestras propias aspiraciones, las de cualquier sociedad? Sin
embargo, sorprendentemente, cuando más solidaridad demandan los hombres y las
mujeres de Siria y cuando parece más justificado y necesario hacérsela llegar
desde Europa y América Latina, sectores de la izquierda internacional,
defensores en sus propios países de proyectos emancipatorios con los que nos
identificamos y que apoyamos, abonan argumentos justificativos de la dictadura
siria, basándose en teorías conspirativas y estereotipos ideológicos que han
dejado de ser válidos. No hay dictaduras “progresistas”, y condenar
selectivamente los crímenes de unos gobiernos mientras se silencian los de
otros nos lleva a incurrir en el mismo doble rasero que tan justamente
denunciamos en nuestros dirigentes.
Ante la
inoperancia internacional, la sociedad siria parece abandonada a su suerte.
Conocemos muy bien las reglas que rigen el mundo contemporáneo, aquellas que
permiten al tiempo que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas vete la
creación de un Estado Palestino y la condena de la represión del régimen sirio.
Los árabes son víctimas del cinismo mercantilista que rige las relaciones
internacionales, que valora en cada caso cuándo es conveniente intervenir y
cuándo no lo es, siempre en función de intereses ajenos a los de las
poblaciones afectadas. Nuestra condena no encubre la solicitud de ninguna
intervención militar occidental ni la imposición de un asedio medieval contra
la población siria. Rechazamos abiertamente —como lo hacen los propios sirios,
que luchan por su libertad— cualquier forma de presión militar y de tutelaje
colonial. Pero nos resistimos a aceptar que nada pueda hacerse frente a lo que
está ocurriendo en Siria, que la pasividad y el silencio amparen los crímenes
que se están cometiendo en Siria.
PRIMERAS
FIRMAS
Santiago Alba Rico, o aquí, Carlos Varea, Piedad Córdoba Ruiz (Colombia),
José Luis Sampedro, Sami Naïr, Javier de Lucas, José
Camilo López Valls (Cuba), Carlos
Taibo, Gilberto López y Rivas (México), Javier
Sádaba, Gaspar
Llamazares, Atilio Borón (Argentina), Teresa Aranguren, Jaime Pastor, diputada Liliana Olivero (Argentina), Francisco Fernández Buey,
Jorge Reichmann, Angélica Lagunas (Argentina), Roberto Montoya, Lobna Dahech
(Túnez), Carlos Fernández Liria, o aquí), Juan Carlos Monedero, Olga Rodríguez,
John Brown (Bélgica), Miguel Romero, Manuel García Fonseca, Juan Luis Ruiz
Giménez, Enrique Santiago, Olga Lucas, Yayo
Herrero López, Antonio Cuesta Marín, Miguel Lamas (Bolivia), Carlos Alberto
Ruiz Socha (Colombia), Carlos Sanchís, Luis González Reyes, Itziar Ruiz
Giménez, Joaquín Sempere Carreras, Igor Sádaba, Isabel Alba, Javier Barreda,
Patricia Rivas, Luis Alegre Zahonero, Inmaculada
Jiménez Morell, Francisco Puche, Alberto Montero, Antonio Crespo, Esther Vivas, Ignacio
Gutiérrez de Terán, Alejandro
Del Águila Mejía (Guatemala), Ángeles Ramírez, Raúl Maíllo García, Javier
Couso Permuy, Salvador
López Arnal, Antoni
Domènech, Alerce Fernández Sánchez, Ana Ruth Vidal Luengo, Miguel Urbán,
Houmad el-Kadiri el-Mahdi, María Jesús Fuentes Rebollo, Gladys Martínez López,
Sara Sánchez Moreno, Dolores Nauffal Manzur, Dionisio Vacas Cosmo, Paloma
Valverde, Agustín Velloso Santisteban, Susana Merino (Argentina), Ester Sanz
Murillo, Juan Antonio Baeza Labat, Julio Rodríguez Bueno, Carlos Varias García,
Ernest Garcia, Ricardo García Zaldívar, Carlos Ballesteros García, Francisco
Altermir, Hector Grad, Cristina Ruiz-Cortina Sierra, Anne Martin, Fina Alemany
Costa, Francisco Ruiz De Pablos, Decio Machado Flores, María Rosa de Madariaga
Álvarez-Prida, José Luis Lalueza Sazatornil, Joaquina Ramilo Rouco, Nadia Hindi
Mediavilla, Santiago González Vallejo, Jaume Saura Estapà, Antonio Martínez
Castro, Cristina García Cecilia, Jesús Zanón Bayón, José Luis Carretero
Miramar, Aurora Lago, Lucía Molina Martínez, Maria Josefa Sabriá Pau, Ana Ruth
Vidal Luengo, Husein Khzam, Gorka Larrabeiti (Italia), José Díaz Sánchez de la
Blanca, Toño Hernández, Sinfo Fernández, Luis Martín-Cabrera (EEUU), Cristina
Mas, Josep Lluís del Alcázar, Miquel Blanch, Marga Olalla, Luis Carlos
Gómez-Pintado, Muhittin Karkin (Turquía), Franck Gaudichaud (Francia), Soledad
Delgado Moracho, Fernando Beltrán Llavador, Evgeny A. Shlevkov, Miguel Brieva
Estrada, Mª Pau Vila Pastor, Javier Mestre Marcotegui, Manuela Valadés Feito,
Lluís Isern Sitjà, Alerce Fernández Sánchez, María Camacho Castaño, Ana García
Romero, Guillermo García del Busto Miralles, Ana Andrea Sánchez López,
Francisco García Pérez, Lucía Mazarrasa Alvaer, Joan Tenorio Martínez, Lola
Bernal Armengol, Ramón Farres Puntí, Carmen Safont Edo, Carlos Javier Moreno
García, Jónatham F. Moriche, Anahí Seri, Javier de Vicente, Manuel Zaguirre,
Patricio Suárez, Nelly Benavides (Ecuador), María Aurora Álvarez Suárez, Diego
López Álvarez, Diego García Bautista (México), Germán Hurtado Aldana (México),
Sergio Medina (México), Pascual de Jesús González (México), Isabel Hernández
(México), Sandra Gómez (México), Magdalena Trejo (México), Andrés García
Galeana (México), Miguel Ángel Álvarez (México), Leonardo Uribe Hernández
(México, Enrique González Rui, Sirin Adlbi Siba, Teresa Arenillas Parra, Manoli
Etxeberri, Mikel Goenaga Aramburu, Mila Larburu Agirre
Los
pseudoizquierdistas en guerra imperialista, cuando dicen “Ni OTAN, Ni Al-Assad”
es decir en la práctica “Sí a la OTAN”.
El
imperialismo orquestó la Primavera Árabe
2011 año del
Dupe. A un año de la ingeniería "Primavera Árabe", un paso más hacia
la hegemonía global
Desinformación
mediática y las revoluciones de color de la "Primavera árabe" y
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el conductor de la "primavera árabe" y el Califa
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