sábado, 9 de abril de 2016

Espacio de Encuentro Comunista. Boletín Rojo. 9 Abril 2016.










Documentos III Asamblea


Por fin podemos entregaros los documentos de la III Asamblea. Debido a su extensión no resulta práctico incluirlos en el propio Boletín, así que podéis consultarlos tranquilamente en los siguientes enlaces:




En el acta tenéis una descripción pormenorizada del desarrollo de la asamblea y de las decisiones acordadas.


Sobre el logo del EEC y el diseño de web y boletín.


Selección del logo del EEC.


Una vez que nos hemos constituido creemos conveniente disponer de un logo que identifique al EEC de forma permanente, ya que hasta ahora hemos estado usando imágenes más o menos caseras que han ido cambiando con el tiempo. Como hasta ahora no hemos despuntado por nuestras habilidades creativas, en la asamblea se acordó abrir un período para que cualquier camarada pudiera mandar una propuesta de logo. Las propuestas recibidas serán mostradas en la web y anunciadas en un futuro boletín para que tod@s podamos votar por la que más nos gusta. Enviad vuestras propuestas al correo de siempre: encuentrocomunista@yahoo.es


Diseño de la web y del boletín.


Entre las tareas de la nueva Coordinadora Estatal está la de mejorar la página web. Hay varios camaradas informáticos que están trabajando en el aspecto técnico, pero no tenemos a nadie con preparación en diseño gráfico. Así que como habréis podido comprobar todos estos meses, la página no se destaca por diseño, estética o claridad. Si trabajas con gráficos o diseñas páginas web desde el punto de vista de su usabilidad y presentación, nos vendría genial que pudieras echarnos una mano para arrancar. Una vez más, te puedes poner en contacto con nosotros en el correo encuentrocomunista@yahoo.es


El EEC ante el 14 de abril.


Como todos los años, alrededor del 14 de abril se celebran manifestaciones y actos en todo el Estado coincidiendo con el aniversario de la proclamación de la II República. La significación histórica de la fecha es evidente, tratándose del período en el que las luchas de la clase trabajadora alcanzaron sus niveles más álgidos en la historia del Estado español. En el tiempo que va desde 1931 hasta el dramático final causado por la acción de la oligarquía y su ejército fascista, la II República registró etapas que, con sus claroscuros, dejaron una memoria de luchas y conquistas. Sirvan a modo de ejemplo: el fomento de la cultura como un bien al servicio de las clases populares destinado a satisfacer sus deseos de emancipación y no como un mero mecanismo para dotar al sistema de profesionales cualificados y acríticos; el impulso, aunque de modo parcial, de la reforma agraria, algo que en nuestros días sigue teniendo relevancia sobre todo en Andalucía, así como de la lucha obrera por la mejora de sus condiciones de vida; la Revolución de Asturias de 1934, de carácter socialista, salvajemente reprimida por la derecha -en el gobierno entonces- y a mano de sectores militares que dos años más tarde se levantarían contra el gobierno legal y legítimamente constituido y contra esta forma de Estado.


Para quienes componemos el Espacio de Encuentro Comunista (EEC) la significación del 14 de abril no es algo limitado a rememorar el pasado, sino con proyección de futuro; de reivindicación de poder para la clase trabajadora y los sectores populares, para lo cual es precisa la ruptura con el tinglado político instaurado por la llamada transición en 1978 y todo su entramado de élites económicas, políticas, judiciales, mediáticas y sindicales, coronadas por la monarquía heredera de Franco.


Para el EEC defender la forma republicana de Estado tiene que ver con el derecho de toda persona a ser elegido máximo representante del Estado (sin interferencia de ningún “derecho de sangre o de cuna”) y con el de revocabilidad de dicho representante, con el laicismo frente a toda creencia religiosa y con la austeridad en el comportamiento político y en sus símbolos.



Pero, puesto que como comunistas no tenemos una idea neutral respecto al Estado, ya que éste tiene siempre un carácter de clase, nuestra visión de la República no es “neutral”. No nos imaginamos una República que represente por igual a opresores y a oprimidos, a sectores reaccionarios o a sectores progresivos porque ello nunca es cierto. Frente a un republicanismo “sin adjetivos”, que los tiene pero los esconde, nuestro proyecto es la República de Trabajadores, al cuál incluso sin alcanzar el socialismo, sobrepone el derecho de nuestra clase a un empleo y a un vida dignos por encima del objetivo del enriquecimiento personal.


En otro orden de cosas, pensamos que la percepción social de la masividad de la corrupción no debe llevarnos al error de creer que ésta es reciente o que ha comenzado con la actual fase de la crisis de superproducción capitalista.



La corrupción política es consustancial al capitalismo. La economía de mercado no puede sostenerse sin poner a los aparatos del Estado a su servicio. En el caso del Estado español, el engranaje institucional corrupto de la Dictadura encabezado por la Monarquía, se transmutó íntegramente en la llamada democracia. Lo único nuevo fue la incorporación al latrocinio de las cúpulas políticas de Gobiernos municipales y autonómicos de todos los colores, y sobre todo y a gran escala, del PP y del PSOE.


Lo que ahora se pone de manifiesto son tres hechos claves para entender lo que sucede:


1.     Las acusaciones de corrupción, que salen de las mismas esferas del poder, se utilizan como arma arrojadiza entre facciones enfrentadas y son la expresión más rotunda de su descomposición.
2.     La integración y colaboración con el entramado del poder por parte de importantes sectores de la izquierda institucional, incluidos los grandes aparatos sindicales, ha servido desde la Transición para poner a los supuestos representantes de la clase obrera al servicio del capital y para destruir organizaciones construidas a fuerza de muertos y de años de cárcel.
3.     Las nuevas opciones electorales que se alzan con el objetivo de “acabar con la casta” ocultan sistemáticamente “la mano que mece la cuna” y que no es otra que la de la gran burguesía (de aquí y de fuera) que corrompe a los políticos para realizar sus negocios. El objetivo es hacer creer a la gente que cambiando las caras del Gobierno y renovando el aparato del Estado se pueden solucionar los problemas.


Ante la agudeza de la crisis general del capitalismo, que azota con especial fuerza al Estado español, y que parecía hace pocos años que hacía tambalear los cimientos del engranaje institucional de la Transición, se ha impuesto una estrategia de renovación formal que se puede resumir en la frase de Lampedusa “es preciso que algo cambie para que todo siga igual”, intentando una segunda transición que deje intactos los privilegios económicos de los poderosos, utilizando la ilusión de que es posible a vuelta al “estado del bienestar”, que además no fue nunca general ni idílico, pero que, en cualquier caso, no es posible según la tendencia actual del sistema capitalista a nivel planetario, que pasa en el aumento de la opresión de la clase trabajadora y el incremento de sus guerras de rapiña.


Las luchas obreras y populares, las huelgas que utilizan nuevas formas de resistencia, las movilizaciones que expresan formas radicales de combate, dan cuenta de formas inéditas de organización al margen de las “grandes” organizaciones políticas y sindicales, pese al innegable reflujo producido por la inestimable contribución a la desmovilización ejercida por las opciones ciudadanistas de izquierda.


La brutal represión ejercida contra los sectores más combativos y especialmente contra la juventud muestra en qué medida las clases dominantes usan el terror del Estado contra quienes saben que su único camino es la lucha. Todo ello, mientras las bandas fascistas campan libremente por barrios y pueblos, haciendo gala impunemente de violencia sobre la población inmigrantes, a fin de presentarla como la responsable del patente deterioro de las condiciones de vida de la clase trabajadora.


Frente a un Régimen capitalista que intenta renovarse en sus formas políticas, conservando en lo sustancial su naturaleza explotadora e injusta, y unas medidas económicas que atenazan las condiciones de vida de la inmensa mayoría, El Espacio de Encuentro Comunista denuncia los intentos de organizaciones políticas que se presentan como “alternativa”, de camuflar lo que sucede con el Pago de la Deuda (que la sociedad española no ha contraído), consecuencia directa de la imposición de las políticas de la Unión Europea y de la pertenencia a la Zona Euro. Aceptando la permanencia a ese marco económico y político se imponen férreamente recortes, privatizaciones, desahucios y contrarreformas laborales como garantía del pago de la Deuda y de beneficios empresariales. La clase obrera, tanto en sentido amplio como específicalmente en los sectores juveniles, de mujeres y de inmigrantes que pertenecen a ella, están pagando con sus vidas destrozadas una Deuda que se ha generado trasladando masivamente a la gran banca y a las grandes multinacionales fondos públicos


Es un círculo infernal sin fin. Las previsiones del Gobierno fracasan una tras otra porque la crisis capitalista no tiene salida. Sus profecías, que ni ellos mismos se creen, no tienen otro objetivo que intentar impedir que los sectores populares sean conscientes de que no hay salida ni en la UE, ni en el capitalismo, y actúen en consecuencia.


Porque ningún gobierno, municipal, autonómico o el del Estado – sea del color que sea – va a poder resolver los gravísimos problemas del pueblo trabajador sin enfrentar el Tratado de Estabilidad de la Zona Euro y las leyes que lo desarrollan en el Estado español, y que aseguran la disolución de cualquier Gobierno cuyas políticas no ejecuten sus mandatos.


Por ello, la primera prioridad es la construcción del poder organizado de los sectores oprimidos y castigados por las medidas anticrisis capaces de imponer, por encima de la Troika, del FMI y del BCE, que primero están sus derechos y sus condiciones laborales y de vida.


Para ello, gobierne quien gobierne, es preciso enfrentarse, tanto a toda la oligarquía que con la Transición se perpetuó, empezando por la Monarquía y las grandes corporaciones españolas como a una Unión Europea que impone políticas incompatibles con derechos sociales y laborales.


Es necesario que los sectores populares juveniles, que se enfrentan hoy a la aniquilación de sus esperanzas de vida, retomen el hilo rojo de quienes (con la misma juventud y esperanzas) supieron encarnar en su día la voluntad combativa que ahora necesitamos.


No hay otra salida poner al servicio de nuestra clase la riqueza para que ella la administre. Y no hay otra solución que expropiar a los expropiadores. En resumen, construir una sociedad socialista donde el ser humano sea valorado como tal, y no en función de sus riquezas materiales.




Redifusión libre

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