NOTA DEL
EDITOR DE ESTE BLOG: Esta revista es de las tantas tendencias de partidos
trotskistas que hay en el mundo.De los diferentes contenidos de la revista, de
algunos estoy encontra de los análisis que hacen, por ejemplo ver revoluciones
socialistas en las revoluciones que colores (http://luchadeclases.org/internacional/temas/revolucion-paises-arabes.html)y
como también la revolución de colores o disidencia controlada del movimiento del 15M (http://luchadeclases.org/inicio/estado-espanol/movimiento-15m.html)
y además hay artículos en la revista que dan apoyo a PODEMOS. Con respecto
estos artículos, hace un análisis marxista revolucionario.
Escrito por
David Rey
Viernes 09
de Mayo de 2014
Suelen
reprocharnos a los marxistas que defendemos ideas viejas. A esto respondemos:
si defendemos las “viejas” ideas del marxismo es porque perviven los mismos
viejos problemas del capitalismo – la explotación, la pobreza, la miseria, las
guerras, y la desigualdad creciente entre ricos y pobres.
La validez
de las ideas no tiene que ver con su antigüedad, sino con su utilidad. La rueda
fue inventada hace 7.500 años y nadie duda de su enorme utilidad aún en la
sociedad moderna; sigue teniendo forma circular y girando alrededor de un eje.
Pero tendrían serios problemas quienes, con la pretensión de inventar una rueda
“nueva”, le dieran una forma cuadrada o rectangular, convirtiéndola en algo
inútil para el propósito que se precisa.
Lo
“nuevo” de Podemos
PODEMOS,
plataforma electoral impulsada por el profesor de la Universidad Complutense de
Madrid, Pablo Iglesias, tertuliano asiduo de La Sexta, Cuatro y otros programas
de radio y TV, ha emplazado a la juventud y a sectores de la población no
organizados, a que le den la espalda a la “vieja” izquierda y a sus ideas
anticuadas, y a que se les unan en un movimiento “nuevo” con ideas “nuevas”.
PODEMOS
plantea que tiene ideas “nuevas” que le van a permitir “desbordar” los límites
de la izquierda “que no pasa del 15%”. Según sus máximos dirigentes, quieren
ganar las elecciones “con al menos el 50% de los votos”, y quieren hacerlo
ahora.
Según los
referentes de PODEMOS, Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero, ya no tiene
sentido la vieja división entre “Izquierda” y “Derecha”. Dicen que la palabra
“izquierda” asusta o aleja a un sector de la población, lo que resta votos. En
su lugar, proponen la dicotomía “Democracia” contra “Dictadura”, “demócratas”
contra “no demócratas”. PODEMOS plantea que la emoción, el sentimiento, deben
ocupar un lugar central en la política y por ello quieren arrebatar a la
“derecha” el patrimonio de los términos “patria” y “patriota”, e incorporarlos
a su ideario político. Se supone que eso sí les dará más votos. No reconocen la
división entre clases sociales como el eje central de la sociedad; el objeto de
su agitación son los “ciudadanos”, que deben “empoderarse”, un neologismo de
significado ambiguo, que puede asimilarse a algo así como asumir el poder.
En esta
iniciativa política e ideológica, los compañeros de PODEMOS vienen acompañados
de otras corrientes y organizaciones, como Izquierda Anticapitalista, que por
razones que se nos escapan aún sigue definiéndose a sí misma como “marxista”, y
que ha manifestado su solidaridad con estos planteamientos de PODEMOS.
No hay lugar
en el espacio de un artículo para tratar a fondo todos los aspectos políticos e
ideológicos que plantea PODEMOS, por lo que tocaremos varios de ellos en el
presente artículo y abordaremos otros en un segundo artículo.
Ciudadanos
Como
decíamos, PODEMOS hace sujeto de su apelación a los “ciudadanos”. El concepto
moderno de “Ciudadano” nace con la revolución burguesa – especialmente en la
Gran Revolución Francesa – con el significado de que los seres humanos nacen
“iguales” en derechos. Pero el concepto “ciudadano”, en la sociedad
capitalista, ya fue situado hace tiempo en sus justos términos por el escritor
francés Anatole France, cuando proclamó: “La ley, en su majestuosa igualdad,
prohíbe tanto a los ricos como a los pobres dormir debajo de los puentes, pedir
en las calles, y robar el pan”.
Efectivamente,
Emilio Botín, Florentino Pérez, Mariano Rajoy, la Infanta Cristina, Artur Mas,
son todos “ciudadanos” con iguales derechos políticos a los trabajadores de
Coca-Cola amenazados con despidos y cierres de fábrica, a las 300.000 familias
desahuciadas de sus viviendas y a los más de 100.000 jóvenes españoles
emigrados en busca de trabajo fuera de nuestras fronteras.
Analizar la
estructura de la sociedad partiendo del concepto de “ciudadanía” nos lleva a
enfrentarnos a la siguiente contradicción: ¿qué hace que en una sociedad de
“ciudadanos”, nacidos iguales en derechos políticos y legales, se desarrollen
intereses diferentes y opuestos? ¿Por qué el bienestar de un grupo determinado
de “ciudadanos”, tales como banqueros y grandes empresarios, necesita del
malestar de la gran mayoría de los “ciudadanos”, tales como trabajadores,
estudiantes y pensionistas?
Bienestar
significa satisfacer medios de vida que hacen dichosa la existencia de los
ciudadanos en una sociedad dada. Estos medios de vida son la comida, la
vivienda, el vestido, la atención sanitaria y educativa, viajar y conocer
mundo, acceder al conocimiento y a la cultura, etc. Pero dichos medios de vida
no brotan en la sociedad moderna directamente de la naturaleza – del aire, del
agua, del sol, de la lluvia, de los árboles, o de la caza y de la pesca – como
lo hacían en un pasado remoto de nuestra especie. La vivienda, la ropa, la
comida, viajar, la cultura, etc. – todas las cosas que conforman los
fundamentos de nuestro “bienestar” y de nuestra sociedad – sólo pueden
satisfacerse a través de medios u objetos que proceden del trabajo
humano. Es, pues, la manera en que se organiza la producción social de los
medios de vida (el trabajo en el seno de la sociedad) y el acceso al fruto de
dicho trabajo social lo que configura nuestra sociedad. Los ciudadanos no se
relacionan entre sí como miembros de una comunidad humana abstracta de
individuos iguales, sino como grupos humanos que ocupan lugares diferentes en
la división social del trabajo y en el acceso a sus productos.
Luego, la
base sobre la que se estructura nuestra sociedad no la constituye la
“ciudadanía” – como afirma PODEMOS – sino la manera en que se organiza la
división social del trabajo y el acceso a los medios de vida que emanan de la
misma.
El lugar
donde hay que buscar la base sobre la que funciona la sociedad es su estructura
económica, no la política, las leyes o la democracia. Todos estos elementos
derivan y toman forma a partir de lo primero.
Sociedad
de clases y democracia
Nuestra
sociedad está configurada, en sus rasgos fundamentales, de una parte, por la
minoría de ciudadanos que ostenta la propiedad de los factores que producen,
distribuyen y venden los medios de vida de los que depende toda la sociedad– la
clase capitalista o burguesa –; y, de otra parte, por la mayoría de ciudadanos
que sólo puede adquirir dichos medios de vida trabajando para los primeros a
cambio de un salario – la clase obrera o trabajadora. Estos últimos constituyen
el 75%-85% de la población en los países capitalistas desarrollados, y una
proporción creciente en gran parte de los países del llamadoTercer Mundo,
e incluyen también a los trabajadores del Estado y a los desempleados, que no
son más que trabajadores sin ocupación.
La clase
capitalista adquiere su riqueza, poder y privilegios en la sociedad
apropiándose de la mayor parte del trabajo que no le paga a la clase obrera, y
que obtiene con la venta de los medios de vida producidos – las mercancías –
cuyo precio incluye ese trabajo no pagado a la clase obrera.
Ciertamente,
existe una franja de la población que trabaja por sus propios medios – pequeños
propietarios, profesionales, etc. – pero carece de la fuerza numérica y de la
relevancia social y económica que ostenta la clase obrera.
La causa de
que una minoría de poderosos imponga su voluntad a la mayoría de la población
no es, como afirma PODEMOS, la “falta de democracia”, sino el control que la
clase capitalista ejerce sobre la producción de los medios de vida que necesita
el conjunto de la sociedad. Lo que hace poderosa a esa minoría de la población
es la dependencia que sufre la mayoría de la sociedad del control que ejercen
sobre la economía ese puñado de grandes empresarios y monopolios que dominan la
industria, la agricultura, el comercio y los bancos.
Un
programa concreto
De manera,
que sólo a través de un proceso de transformación social que expropie la gran
propiedad a los grandes capitalistas y la transfiera al conjunto de la sociedad
será posible tomar nuestro destino en nuestras manos, controlando y
administrando la riqueza social como propiedad común, de manera democrática. De
esta manera, podríamos disponer de los recursos suficientes para resolver los
problemas acuciantes que padecemos, y que la democracia deje de ser una palabra
vacía y se llene de verdadero contenido. En definitiva, sólo terminando con la
sociedad de clases, podremos terminar con la dictadura velada del gran capital
y con la barbarie que genera el sistema capitalista.
Por eso,
quien acepta la existencia de la gran propiedad capitalista tiene que aceptar
sus consecuencias. Los gobiernos de los países capitalistas no son, entonces,
más que una junta que administra los negocios comunes de toda la burguesía. Por
eso gobiernan contra el pueblo. Se puede echar a los actuales gobernantes y
elegir a otros, se puede reformar la Constitución e instaurar el sistema de
elecciones primarias abiertas para elegir a los candidatos de los partidos,
podemos elegir incluso un gobierno formado por las personas más honestas y
democráticas imaginables, y hasta proclamar la República; pero nada
sustancialcambiará mientras las palancas fundamentales de la economía
permanezcan en manos de unos pocos y no estén en manos del conjunto de la
población para que las administre de manera democrática para la satisfacción de
las necesidades sociales, y no para enriquecer “a los de arriba”; es decir,
hablando con propiedad, a los banqueros y grandes empresarios.
Los
compañeros de PODEMOS suelen poner como ejemplo de su modelo a los gobiernos de
Venezuela, Ecuador, Bolivia o Argentina; pero estamos viendo que – pese a los
avances sociales habidos en dichos países – en la medida que las palancas
fundamentales de la economía siguen en manos de oligarquías antipopulares,
éstas usan su poder para boicotear la economía y desestabilizar a dichos
gobiernos, provocando el desabastecimiento, la subida de los precios, la fuga
de capitales al extranjero, y disturbios callejeros, con el fin de hacer caer a
esos gobiernos o propiciar golpes de Estado, como fue el caso de Honduras o
Paraguay.
En la medida
que PODEMOS no incluya en su programa – y no lo hace – la expropiación de los
grandes capitalistas, monopolios y bancos – y lo lleve a la práctica si alguna
vez fuera gobierno – será un juguete en manos de esas fuerzas oscuras de la
sociedad una vez llegue al poder. Por tanto, fracasará en su intento de
transformar la sociedad, frustrando las ilusiones de quienes le depositaron su
confianza. Esta es la importancia de dotarse de un programa correcto, que se
deriva de un estudio científico de la realidad y no de la mera voluntad o de una
visión idealista abstracta, confusa y ambigua sobre la “democracia”, la
“dictadura” y la “ciudadanía”.
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