Recogemos
en esta entrada relatos de tres sectores de actividad en tres lugares del
mundo. Si puedes entender perfectamente de qué están hablando, es porque se
trata de la misma clase trabajadora global.
Yo te
llevo tu comida. ¿No me merezco las protecciones básicas?
Como unos
ingresos de emergencia, para empezar.
Por Mariah
Mitchell, Seattle, Wa, Estados Unidos. 17/3/2020
SEATTLE –
Soy una madre soltera, y trabajo duro para mantenerme en esta ciudad, donde
nací. Me gradué en la Universidad de Washington, pero ningún empresario me daba
la flexibilidad de horarios que necesitaba para cuidad de mis tres hijas. Este
es el motivo por el que empecé a repartir para Caviar hace cinco años. Ahora
hago lo mismo para Postmates, DoorDash, Uber Eats e Instacart. También soy
conductora para Lyft.
Los trabajos
de este tipo de economía me han mantenido con vida, pero suponen un montón de
horas para una paga que apenas es nada. Me levanto a las 4:30 de la mañana para
llevar los pedidos de desayunos, después me paso a Lyft, para llevar a la gente
a sus trabajos. Después, dejo a mis hijas en el colegio y vuelvo online para la
hora punta de los desayunos. Por la tarde, recojo a mis hijas de la escuela y
trato de ajustar tiempos para darles de comer sin perder las horas puntas de la
cena de 5 a 9. Algunos días tengo que trabajar dieciséis horas para que los
números cuadren.
Esto era
antes del coronavirus.
Desde
entonces, el trabajo ha descendido considerablemente. Conduciendo para Lyft
cinco horas el viernes, llevé solo tres viajeros. Normalmente hubiera llevado
quince. La gente no va al trabajo. No hay recogidas en el aeropuerto, nadie
vuela. El reparto de comida ha ido bien, pero hay restaurantes que están
cerrando. Si no se mantienen los pedidos, no hay trabajo para mí.
En Postmates
las ordenes de trabajo entran rápido, pero la compañía no paga más. En su lugar
está contratando a otros trabajadores. La semana pasada nos pagaba primas por
buscarlos por ellos – y con tanta gente que se está quedando en el paro, será
fácil.
Además de
esto, el estado cerró las escuelas, así que mis hijas están en casa.
Afortunadamente, no tengo que preocuparme por el cuidado de los niños, como
tantos otros trabajadores. Mi hija pequeña se puede quedar en casa con la
mayor, que tiene 17. O puede venir conmigo mientras hago repartos. Pero mis hijas
recibían desayunos y almuerzos gratuitos en el colegio, y ahora tenemos que ir
a recogerlos allí a la hora del almuerzo – justo cuando yo tenía que estar
haciendo repartos.
En Seattle,
las autoridades han tomado algunas medidas de ayuda. Han prohibido los cortes
de suministro de electricidad y agua, y han anunciado una moratoria en el
desahucio de inquilinos que no pagan la renta. Eso es bueno, porque el tiempo
está siendo muy frio. No necesitamos tener más gente sin hogar – y los
trabajadores de mi tipo de trabajo que pierden ingresos serían los primeros.
Mientras el
Gobernador rebaja los requisitos para acceder a la baja remunerada y al
desempleo, estaría bien que estas medidas se extendieran a las empresas en las
que yo trabajo, para las cuales somos trabajadores autónomos. Nosotros también
necesitamos ingresos de emergencia. Yo no tendré desempleo si me quedo sin
trabajo por culpa del coronavirus. Hay muchas dudas en el aire con nuestra
situación, y necesito saber si tendré un ingreso si todo cierra, o si alguien
en mi familia se pone enfermo.
Pero eso no
puede pasar. Yo no me puedo poner en cuarentena porque no trabajar no es una
opción. Si no gano el dinero suficiente, no podré alimentar a mis hijas durante
las seis próximas semanas. No voy a parar, con fiebre o sin fiebre. Y esto es
lo que otros muchos trabajadores en mi situación van a hacer, porque ninguno de
nosotros tiene los ingresos suficientes para ahorrar para una emergencia como
esta.
Las
compañías como estas deberían ayudarnos durante esta crisis. Nos merecemos
ingresos de emergencia para seguir a flote – y los trabajdores de estos
sectores necesitan salarios mínimos estándar a largo plazo, de forma que
tengamos algo ahorrado cuando llegue la próxima crisis. Por ello es por lo que
hemos estado trabajando en la campaña Pay Up,
para que se aprueben leyes que protejan las propinas, poner un salario base que
garantice los quince dólares a la hora más gastos, y que permita a los
trabajadores saber lo que están cobrando y por qué.
Estas
empresas deberían pagar a sus trabajadores incluso cuando no pueden trabajar.
Si quieren que no propaguemos el virus, deberían pagarnos un salario básico
para que nos quedemos en casa. También deberían proveernos con útiles como desinfectante
para prevenir la exposición cuando hacemos repartos sin contacto y mantener a
los trabajadores sanos. También sería más seguro no tener contacto con el
personal de los restaurantes.
Necesitábamos
estas protecciones antes de que nos golpeara la crisis, y las necesitamos ahora
más que nunca. De alguna forma, los trabajadores en este sector estamos
actuando como fuerza de primera línea – asegurando que la gente pueda ir al
médico, y conseguirles medicinas y comida si deben quedarse en casa. Cuando tú
nos das tu apoyo, lo estás haciendo por la comunidad.
Mariah
Mitchell es miembro de la campaña Pay Up a
través de la organización Working Washington.
“Teóricamente,
se supone que debo hacer 40 horas. En la práctica, no hay más que una montaña
de horas.” La distribución alimentaria en Italia en cuarentena.
Senza
Tregua; Milán, Monza y Roma, Italia. 19/3/2020
Continuamos
con los testimonios de los trabajadores en el momento de la emergencia
sanitaria debida al Covid-19, esta vez informando de los jóvenes operarios del
sector de la distribución de alimentos. Aunque una gran parte del país está
bloqueada, muchos siguen obligados a trabajar. La distribución de alimentos es
claramente uno de los servicios esenciales, a diferencia de otros sectores en
los que los jefes insisten en continuar con la producción a pesar de que sólo
es necesaria para su beneficio, y por ninguna otra razón. Sin embargo, esto no
significa que en la distribución de alimentos la emergencia del coronavirus no
esté llevando a un aumento de la explotación de los trabajadores. Al contrario,
esto es precisamente lo que está sucediendo, ya que hemos recibido varios informes
tanto de grandes cadenas (Esselunga, Carrefour, Pam, por nombrar algunas) como
de supermercados más modestos.
“Vivimos en
un clima de sospecha mutua, ya ni siquiera confiamos en nuestros colegas. Las
reglas que han decidido son inviables – dice Andrea (nombre ficticio), un joven
trabajador milanés de una conocida cadena – entran escalonadamente pero la
distancia de un metro entre los que trabajamos y los clientes nunca existe. Es
imposible de mantener. Las máscaras que nos dan son pocas, se terminan y ni
siquiera se pegan a la cara, son totalmente inútiles. Justo en estos días
muchos colegas están cogiendo la baja por enfermedad para cuidar de sus hijos o
simplemente por miedo, y para nosotros que seguimos, los turnos aumentan. La
empresa hace todo lo posible para no cerrar aunque el balance sea deficitario,
a nadie le importa si estamos tirando una montaña de productos caducados que no
se están vendiendo, lo importante es mantener abierto. Tenemos un blanco en
nuestras espaldas, nosotros que trabajamos allí, somos los primeros”. Las
palabras de Andrea se hacen eco de las de otros trabajadores con los que hemos
tenido contacto y que describen una situación similar. Giovanni, empleado en
otra cadena de la provincia de Monza, nos cuenta un detalle fundamental: “Los
chicos y chicas con contrato estacional, que por ley deberían haberse quedado
en casa, recibieron un contrato (no sé de qué tipo ni por qué duración) para
hacerlos trabajar, poniéndolos en las condiciones de los demás empleados y
exponiéndolos al riesgo de contagio. ¡Quien hizo la ley, hizo la trampa! Es en
esta situación de emergencia cuando sale a la luz el estado de explotación en
el que se encuentran miles de jóvenes en nuestro país, donde el papel esencial
de estos jóvenes en el lugar de trabajo se corresponde con los contratos y los
salarios de hambre.
Sin embargo, las peores condiciones se encuentran en los pequeños puntos de venta de las cadenas más pequeñas, tanto en el norte, donde hemos visto una situación muy dramática, como en el centro-sur. “Donde trabaja mi hermano, los trabajadores se ven obligados a trabajar muchas horas extras sin que se les pague, probablemente porque al ser un pequeño particular no tiene ningún control y no tiene nada que ver con los sindicatos – dice Elisa (nombre ficticio) de Roma – Ten en cuenta que les hacen trabajar doce horas y les pagan seis. También en lo que respecta a la seguridad están en mal estado: no tienen máscaras y guantes, ni siquiera zapatos de seguridad. No tienen nada propio. ¡Entra ahí y te llevas las manos a la cabeza de como están!”.
Finalmente,
en el muy céntrico Corso Sempione de Milán, Luca (siempre un nombre ficticio)
nos da un cuadro estremecedor: “Teóricamente debería hacer cuarenta horas a la
semana, en la práctica no hay más que una montaña de horas a la semana, va de
un mínimo de cuarenta a un máximo indefinido (mi superior esta semana hizo
ochenta y cinco horas, mientras que un colega mío hizo cincuenta y ocho). Hay
una enorme escasez de personal en todas partes y actualmente cogen nuestro día
libre y lo dividen en dos turnos libres a la semana; esto lleva a un mínimo de
seis/siete horas extras hasta que termina la situación de emergencia. Somos tan
pocos que aunque algunos colegas están enfermos, aunque no han dado positivo en
el test, y el médico de cabecera les ha aconsejado que se queden en casa,
tienen que venir a trabajar porque no pueden tomar días de enfermedad”. Cuando
se le pregunta sobre las medidas de seguridad, responde: “No tenemos máscaras
por el momento, tenemos que conseguirlas nosotros mismos; lo único que nos dan
son guantes y un pequeño frasco de medicina parecida a la Amuchina [gel
desinfectante] que debe ser suficiente para todos, incluso para los clientes.
Objetivamente hablando, es imposible mantener el metro de distancia cuando se
trabaja demasiado, ya que somos dos a la vez; se pueden higienizar los carros y
las cestas una vez y, desgraciadamente, hay diez veces que no, porque hay
demasiado trabajo, se olvida o los clientes se los llevan antes de hacerlo. La
situación a veces también se vuelve peligrosa: tuvimos que cerrar nuestras
tiendas online durante tres días porque llegaron cincuenta o sesenta pedidos
con los repartidores apiñados y algunos de ellos incluso nos atacaron, hasta el
punto que tuvimos que llamar a la policía varias veces”. Luca concluye,
visiblemente quemado: “Es un desastre, no podemos seguir así. Las empresas no
pueden garantizar en absoluto los estándares higiénicos y sanitarios que nos
piden y sobre todo no pueden garantizar la salud física y mental de cada uno de
nosotros. La semana que viene no sé cuántas horas haré, sólo sé lo que haré
mañana y me pidieron “flexibilidad diaria extrema en cada turno”.
Nos han
dejado solos
Coordinadora
Antiprivatización de la Sanidad Pública de Madrid. España. 20/3/2020
La crisis del
covid19 ha permitido descubrir en manos de quienes estamos. Por si alguien no
lo hubiera visto aún. La Administración Sanitaria carente de planificación,
hace aguas por todas las partes. Y de nuevo los paganos son los trabajadores de
la sanidad y la población. Queremos denunciar:
1.-Absoluta
falta de previsión en la compra de sistemas de protección (epis, mascarillas,
batas, calzas, gafas, pantallas faciales…) ante un virus que se podría
transmitir por vía aérea (1). Incluso los servicios de cuidados críticos se
están encontrado en muchas ocasiones sin material. Y el existente, es de
inferior calidad al de muchos países (2).
y (aquí).
2-
Modificaciones continuas, incluso en un mismo día, de las recomendaciones en
materia de prevención y de los protocolos de actuación (3), lo que hace
prácticamente imposible seguirlos.
3.- Caos en
la salud laboral: citas eternas para conseguir que se nos hagan los test a los
trabajadores sospechosos o incluso con síntomas. Los equipos volantes para la
realización de pruebas están absolutamente desbordados. Sus teléfonos no
contestan y los buzones están llenos. Criterios cambiantes para solicitarlas y
lentitud en avisar con los resultados, lo que implica que nos reincorporemos
más tarde al trabajo si somos negativos.
4.-
Intereses economicistas por encima de la situación de emergencia. En diferentes
hospitales de Madrid los gerentes han dado más importancia a mantener la
“normalidad estética” en la asistencia sanitaria. Más preocupados en no afectar
a las listas de espera quirúrgicas o de consultas, que a prepararse para la
debacle que se avecinaba. Parece que lo importante para los gestores es lograr
sus “objetivos”, y sus jugosos incentivos a fin de año. Los gestores y mandos
intermedios han conformado en estos años una estructura sobredimensionada y
absolutamente ineficaz, mientras las plantillas han sido reducidas
drásticamente. ¡¡Moved el culo, dejad los despachos y dad ejemplo, poneos en
primera línea para echar una mano!!.
Incongruencia
rayando en la chapuza más burda al utilizar hoteles, que nos pasarán luego la
factura, es decir, más negocio para la privada, mientras existen plantas
enteras cerradas en hospitales.
5.- Escaso
número de camas de UCI y de hospitalización, fruto del proceso de privatización
y recortes ejecutado a partir de 2005, mediante la Ley 15/97 (aprobada por PSOE, PP, CiU, PNV
y CC). Así como la inexistente planificación sanitaria, lo que explica la
elevada mortalidad de España, especialmente en Madrid, en contraste con la baja
mortalidad de países como Alemania. Este es el único país europeo que cumple
con las recomendaciones de la O.M.S., de no tener menos de 800 camas cada
100.000 habitantes (4). Madrid dispondría de 277,09 camas por cada
100.000 habitantes (5). En lo que respecta a cuidados
intensivos, España tiene 9,7 camas de hospital por 100.000 habitantes, frente a
29,2 de Alemania (6).
Salas de
urgencias en las que no es posible la separación entre pacientes sospechosos y
pacientes con otras patologías, falta de respiradores, supresión de cirugías
absolutamente necesarias, etc.
6.- ¿Cómo es
posible abandonar a quienes más riesgo tienen?. Los más vulnerables, como es el
caso de las residencias de ancianos, están abandonadas a su suerte, lo que raya
en la negligencia más absoluta. A estas alturas, aun no se han intervenido por
el Ministerio de Sanidad las residencias de ancianos.
Como
reflexión final, como trabajadores y trabajadoras, así como usuarios de la
sanidad, entendemos que somos parte del engranaje de una máquina que funcionará
hasta la destrucción de todo lo que conocemos. Si no salimos de esta,” hay
gente de sobra” para sustituirnos. Además de una “nueva oportunidad para nuevos
negocios”. Si salimos fabricando vacunas, antivirales, nuevos métodos de
control social (como los controles masivos telemáticos de geolocalización en
China), pues tanto mejor. Les damos igual, somos parte de la maquinaria
prescindible del sistema. Y lo peor es que estamos obligados a ser
inconsecuentes y salvar la maquinaria si queremos seguir vivos.
Señores
políticos, gestores sanitarios, sindicatos oficiales, inspección de
trabajo……las medidas cosméticas no sirven. Los aplausos solo son ruido, solo
sirven para distraer la atención de los gravísimos problemas que tiene el
sistema sanitario en este momento. Nos habéis dejado solos. A los trabajadores
sanitarios y a los más vulnerables: personas mayores, “sin papeles”, internos
de psiquiátricos, presos, CIEs….y lo que es peor, sin medios para atenderlos,
porque vuestros intereses son otros.
(2) Carta de
un equipo de intensivos de Singapur donde muestran que están años por delante de
nosotros. Están utilizando en UCI y quirófano sistemas de filtrado portátiles
de aire (PAPR), aquí posiblemente sólo los tenga el ejército. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/32151274
(3) “Primero
mascarillas ffp3, luego ffp2, ahora quirúrgicas, primero una por paciente,
luego una por turno…, según la disponibilidad”
(4)
Coronavirus y la otra pandemia: el desmantelamiento de la salud en el mundo
Número de
camas en cuidados intensivos de algunos países
Estados
Unidos 34,7 camas por cada 10.000
habitantes.
Alemania 29,2 camas por cada 10.000 habitantes.
Italia 12,5
Francia 11,6
Corea del
Sur 10,6
España 9,7
Japón 7,3
Reino Unido 6,6
https://cronicadeclase.wordpress.com/2020/03/21/coronavirus-estampas-de-la-clase-trabajadora-global/
La pandemia del coronavirus COVID-19 en el BOE, desde el martes 10 de
marzo de 2020 hasta el domingo 29 de marzo de 2020.
Libro-manual (PDF): Los científicos chinos nos enseñan cómo prevenir y
tratar el contagio de coronavirus
Robots, automatización y trabajo asalariado (parte I, II y III) por Duval
para el blog Crónica de Clase
6º Cronología de las contrarreformas en
la sanidad. La privatización o saqueo sanitario en España “mata”.
Desenmascarando
las mareas ciudadana de colores o tides
El
Constitucional avala la ley madrileña que inició la privatización sanitaria
5 MAY 2015
La ley
estatal al que se refiere:
Ley 15/1997,
de 25 de abril, sobre habilitación de nuevas formas de gestión del Sistema
Nacional de Salud.
Ley 15/97, Ley que
facilitó, en 1997, la gestión privada de centros sanitarios públicos.
Votaron a
favor PSOE, PP, CC, CIU y PNV; y en contra: IU y BNG
¿Cómo se
gesta y a quién beneficia la privatización de la sanidad?
9 de enero
de 2014
La política
reaccionaria de CIU en Cataluña
CIU aplicó la segunda ley de privatización de la Sanidad
comenzó en Cataluña.
Ley 15/1990,
de 9 de julio, de Ordenación Sanitaria de Cataluña
LEY 15/1990,
de 9 de julio, de ordenación sanitaria de Cataluña
Y siguió con
la misma política reaccionaria
Los recortes
de la Generalitat, en directo
15/05/2012
Cómo Cataluña
lideró los recortes sociales
28
SEP 2017
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