El terror estalinista en Barcelona (1938). Conclusiones. [Capítulo 5 y último]
De la represión de la clase obrera contra la burguesía y la Iglesia de julio del 36 se pasó, en 1938, al terror estatal estalinista contra las minorías revolucionarias y el movimiento anarquista.
Agustín Guillamón | Balance. Cuaderno de historia número 33 | 15-2-2010 a las 9:05 | 2173 lecturas
7.- De la guerra de España a la masacre de Budapest en 1956.
"Pedro" dejó España, vía Estocolmo y Helsinki, llegando a Moscú el 14 de setiembre de 1938 ([1]). Se convirtió en secretario de Manuilski, residió en el Hotel Lux y durante toda la segunda guerra mundial gozó de gran consideración ([2]) y desempeñó una gran actividad. En Hungría, en noviembre de 1945, formó parte del gobierno de coalición constituido por Rakosi, a quien sustituyó en la dirección del partido comunista en julio de 1956. En octubre ordenó disparar sobre la multitud, lo que provocó una insurrección contra el régimen estalinista, que fue aplastada con ayuda de los tanques rusos. Huyó a la URSS. Regresó a Hungría en 1961 y fue expulsado del partido. Falleció en 1973.
8.- Conclusiones sobre el terror en Cataluña.
Las insurrección obrera de julio de 1936, que se enfrentó al levantamiento militar, produjo, en el verano de 1936 en Cataluña, una situación revolucionaria en la que el proletariado armado impuso una represión despiadada de las personas y símbolos de la burguesía (empresarios, curas, fascistas y ex-pistoleros del Libre), la expropiación de sus propiedades, el descalabro de sus fuerzas represivas (el Ejército y la policía) y la supresión de la Iglesia. Era una coerción obrera espontánea, violenta, festiva, que puede calificarse como represión de clase contra la burguesía y la Iglesia, como represalia inmediata contra su intento de imponer por las armas una dictadura militar, y en la que apenas se dieron casos de tortura. Posteriormente se crearon, el 11 de agosto de 1936, las patrullas de control como organismo policíaco del Comité Central de Milicias Antifascistas (CCMA).
Las Patrullas de Control tuvieron una vida más larga que el Comité Central, ya que no fueron disueltas hasta primeros de junio de 1937, un mes después de los sucesos conocidos como “Los Hechos de Mayo” de 1937. Estaban constituidas por once secciones, distribuidas por todos los barrios de Barcelona. Totalizaban, en sus inicios, setecientos hombres, más once responsables, uno por cada sección. Algunos de ellos procedían de las patrullas de requisa y otros de los comités de defensa, aunque muchos de éstos se mostraron reacios a ejercer de “policías” por cuestiones ideológicas, dando entrada a nuevos elementos inseguros. Por otra parte, sólo la mitad aproximada de los patrulleros tenía carné de la CNT, o eran de la FAI; la otra mitad estaba afiliada al resto de organizaciones componentes del CCMA: POUM, Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y PSUC-UGT. Sólo cuatro secciones de las once tenían un delegado de la CNT-FAI: eran las secciones de San Andrés (Armonía), Pueblo Nuevo, Clot y Sants. ERC contaba con cuatro delegados de sección: Ensanche, Barceloneta-Estación del Norte, Gracia y Horta-Carmelo-Guinardó, mientras PSUC-UGT tenía tres: Casco Viejo, Pueblo Seco-Casa Antúnez y Bonanova-Pedralbes.
Los patrulleros de las distintas secciones pertenecían a todas esas organizaciones en proporciones similares. La sección de Pueblo Nuevo, por ejemplo, contaba con esta distribución de un total de 65 patrulleros: 30 de CNT, 20 de ERC, 10 PSUC-UGT, 5 POUM; mientras la del Ensanche, formada por un total de 48 patrulleros, tenía esta filiación: 20 de CNT, 15 de ERC, 10 de PSUC-UGT y 3 del POUM.
Las Patrullas de Control dependían del Comité de Investigación del CCMA, dirigido por Aurelio Fernández (FAI) y Salvador González (PSUC), que sustituyó a Vidiella. Su sección Central estaba en el número 617 de la Gran Vía, dirigida por los dos delegados de Patrullas, esto es, José Asens (FAI) y Tomás Fábregas (Acció Catalana). La nómina de los patrulleros, de diez pesetas diarias, era abonada por el gobierno de la Generalidad. Aunque en todas las secciones se hacían detenciones, y algunos detenidos eran interrogados en la antigua Casa Cambó, la prisión central estaba en el antiguo convento de monjas clarisas de San Elías. El jefe de la prisión se llamaba Silvio Torrents (FAI), delegado de la patrulla central. En San Elías se había constituido un tribunal, creado por las mismas Patrullas de Control, sin el consentimiento formal de ninguna organización, que tenía la misión de juzgar a los detenidos de forma rápida. Este tribunal estaba formado por los patrulleros Riera, hermanos Arias, Aubí y Bonet, de la FAI; África de las Heras y Salvador González, por el PSUC; Coll de ERC y Barceló del POUM. El funcionamiento de este tribunal era absolutamente autónomo e independiente del CCMA, cualquier organización o la Generalidad. Los detenidos eran interrogados someramente, sin garantías judiciales de ningún tipo.
La prisión de San Elías y su tribunal dependían de las Patrullas de Control del Comité Central de Milicias Antifascistas (CCMA). El CCMA se había constituido como organismo de colaboración de clases, en julio de 1936, conjuntamente por CNT-FAI, PSUC, POUM, ERC, Acció Catalana y el gobierno de la Generalidad.
Manuel Escorza del Val era el responsable de los Servicios de Investigación e Información de la CNT-FAI, organismo que no dependía del CCMA, sino de los comités regionales de la CNT y de la FAI, esto es, era un organismo libertario que, en línea con la propuesta de Escorza en el Pleno del 21 de julio de 1936, pretendía crear una fuerza armada cenetista, autónoma e independiente, capaz algún día de “dar la patada” al gobierno de la Generalidad.
Este Servicio de Investigación de la CNT-FAI, ejercía labores de información y espionaje, incluso en Francia, donde Minué, cuñado de Escorza, constituyó una eficiente red de información. Escorza, instalado en el ático de la antigua Casa Cambó, se había incautado de los archivos de Fomento del Trabajo y de la Lliga, que le proporcionaron nombres, datos, relaciones y direcciones de derechistas, del clero y de individuos desafectos al “nuevo orden revolucionario”.
Salvador González estableció en el Hotel Colón y el Círculo Ecuestre una prisión y una red represiva del PSUC, similar a la de Escorza, con la ayuda de Olaso, Rodríguez Sala, África de las Heras ([3]) y Sala. Soler Arumí, de ERC, hizo lo propio en el Centro Federal del Paseo de Gracia ([4]).
Tras las Jornadas de Mayo y la disolución de las patrullas de control, a principios de junio de 1937, desaparecieron todos los centros de detención anarquistas. En 1938 todas las checas existentes pertenecían al PSUC o al SIM.
Con la formación el día 17 de mayo de 1937 del gobierno Negrín, impuesto por los estalinistas, se inició la progresiva implantación de un terror de Estado, dirigido propagandísticamente contra la casi inexistente y débil "quinta columna" de los fascistas, pero que en realidad descargó toda su fuerza contra las minorías revolucionarias ([5]) existentes y contra el movimiento obrero, que en Cataluña era mayoritariamente anarquista.
El traslado del Gobierno de la República a Barcelona en noviembre de 1937 supuso, además de la anulación casi absoluta de las competencias del gobierno de la Generalidad, y las correspondientes disputas con los representantes de la burguesía catalana, la definitiva consolidación en Cataluña de un régimen de terror de Estado. Un Estado minado por la penetración de los estalinistas en todos los puestos claves, en todos los aparatos del Estado, en todos los organismos decisivos, y en el que el SIM (españolización y extensión de la NKVD) contaba con la colaboración y complicidad del gobierno de Negrín, de la policía, del Ejército, de unos tribunales modelados a su gusto, de una amplia red de checas en las que se podía torturar o asesinar a cualquiera con total impunidad.
De la situación revolucionaria de julio de 1936, caracterizada por la represión de la clase obrera contra la burguesía y la Iglesia se había pasado, en 1938, a un Estado, dominado por los estalinistas, nacionales y soviéticos, que implantaron un terror estatal contra las minorías revolucionarias y el movimiento anarquista.
La táctica política de "Pedro" intentaba que la represión fuese SELECTIVA y EFICAZ, diferenciando entre una burocracia cenetista, que era necesario integrar en el aparato de Estado ([6]), y unas minorías revolucionarias ([7]) que debían liquidarse, de forma que el movimiento obrero (mayoritariamente anarquista en Cataluña) dejara de ser potencialmente revolucionario y pudiera ser militarizado. Esta táctica triunfó casi por completo, pero a un precio costosísimo. "Pedro" había conseguido su frente único entre las burocracias estalinista, socialista y libertaria; en el camino se había perdido la fuerza combativa de las masas obreras que en julio de 1936 habían vencido casi desarmadas al ejército y el fascismo ([8]). El proletariado, que en su combate por la revolución había derrotado al fascismo en media España; una vez derrotado y anulado políticamente por el SIM, no estaba dispuesto a dejarse masacrar en los frentes de batalla. La derrota de la revolución suponía la pérdida de la guerra.
El movimiento revolucionario iniciado en julio de 1936 en España no fue aplastado por la victoria militar de Franco en 1939; sino que ya había sido derrotado y aniquilado en 1938 por la feroz represión de la República del SIM ([9]), presidida por Negrín.
9.- Características del estalinismo ([10]).
Las características de la contrarrevolución estalinista, en los distintos regímenes estalinistas que surgieron tras la Segunda guerra mundial, fueron:
a) Terrorismo policíaco incesante, omnipresente y casi omnipotente. b) Imprescindible falsificación de su propia naturaleza, y de la naturaleza de sus enemigos, especialmente de los revolucionarios. c) Explotación de los trabajadores mediante un capitalismo de Estado, dirigido por el Partido-Estado, que militariza el trabajo.
El gobierno Negrín-Stalin transformó la inicial colaboración de clases en el Comité Central de Milicias Antifascistas, y la ideología de unidad antifascista, en UNIDAD NACIONAL y gobierno de orden; convirtió la impotencia reformista contra la revolución de socialistas, catalanistas y la burocracia anarcosindicalista en un acabado programa contrarrevolucionario, que suprimía el menor vestigio de democracia obrera, y transformaba la democracia burguesa en dictadura policíaca de la NKVD y el SIM.
Los estalinistas no han sido nunca, en ningún lugar, un sector reformista del movimiento obrero, sino que siempre han sido el partido de la contrarrevolución y de la represión feroz del movimiento revolucionario. Con el estalinismo no ha sido posible jamás colaboración alguna, sólo la lucha sin cuartel.
El estalinismo, siempre y en todo lugar, ha encabezado y guiado las fuerzas contrarrevolucionarias, promoviendo la unidad sagrada de los trabajadores con la burguesía y las nacionalizaciones económicas, encontrando su fuerza en la idea de unidad nacional, en la práctica de una política de orden, en su lucha por establecer un gobierno fuerte, en la penetración de los militantes del partido estalinista en el aparato de Estado, y sobre todo disfrazando su naturaleza reaccionaria en el seno del movimiento obrero.
Agustín Guillamón. Del cuaderno número 33 de Balance.
[1] Dato extraído de la solicitud del permiso de residencia en la unión Soviética de Gerö (“Pedro”).
[2]Notas redactadas por Jordi Arquer para B. Bolloten. [Depositadas en Hoover Institution, Stanford University].
JUÁREZ, Javier: Patria. Una española en el KGB. Debate, Barcelona, 2008.
MIRAVITLLES, Jaume: Gent que he conegut. Destino, Barcelona, 1980.
[5]Minorías que, según "Pedro", eran peligrosas no tanto por su escasa importancia numérica, como por su capacidad para dar objetivos políticos revolucionarios al proletariado.
[6]En octubre de 1938, en el Pleno nacional de Regionales del Movimiento Libertario, reunido en Barcelona, estalló un desacuerdo táctico entre el CN de la CNT (partidario de participar en todas las instituciones políticas), y el CP de la FAI (que planteaba una tardía resistencia a seguir renunciando a todos los principios ideológicos). Para el movimiento obrero en Cataluña (mayoritariamente anarcosindicalista) se trataba de un debate teórico entre dos fracciones de la burocracia de los "comités superiores" sin interés alguno, que no hacía más que constatar el abismo existente entre una burocracia totalmente extraña y ajena a los trabajadores de base; y que no afectaba a sus preocupaciones reales de hambre, miseria, injusticia, represión del SIM, bombardeos, militarización del trabajo y de la vida cotidiana, levas militares, profunda desmoralización y deseos de acabar con la guerra.
[7]Los Amigos de Durruti, la Sección BL de España y el POUM, además del sector mayoritario de las Juventudes Libertarias de Cataluña y varios grupos anarquistas, tan críticos con los comités superiores, en las reuniones de la Federación Local de Grupos anarquistas de Barcelona, que llegaron a plantearse la ruptura.
[8]Como bien había observado Orwell: "si se colabora con el Gobierno [...] capitalista en la lucha contra el fascismo [...], en realidad se deja entrar el fascismo por la puerta de servicio".
[9]El SIM desde su creación en agosto de 1937, como agencia de contraespionaje, no cesó de ampliar e incrementar sus actividades policiales y su ámbito de acción; llegó a penetrar, aterrorizar o influenciar todos los cargos, ministerios y aparatos del Estado republicano, hasta conseguir crear una estructura paralela, una especie de Estado dentro del Estado, que podía calificarse como un gobierno en la sombra.
[10] Características inspiradas en el detallado análisis que hizo Munis del estalinismo, en su libro Partido-Estado, estalinismo, revolución, ahora incluido en el tomo I de sus Obras Completas, Muñoz Moya editores.
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