Una opinión acerca del problema de las clases
medias
Por Graco Perez el jueves, 19 de Julio de 2012 a la(s) 16:13 ·
Una
condición necesaria para pensar con claridad y no incurrir en error, es el de
utilizar conceptos precisos y bien delimitados. Si usan términos ambiguos,
imprecisos, de significado ambivalente, es natural acabar hecho un lío, llegar
a conclusiones falsas, extraviarse por las amplias veredas de la confusión.
Uno de
esos términos trampa es el de "trabajadores". Ciertamente, hay
trabajadores. Pero ¿Qué es un trabajador? ¿EL que trabaja? Eso abarca desde el
peón de albañil hasta al Rey de España; desde el minero Asturiano hasta el alto
ejecutivo del Banco de Santander, a parados y a pequeños empresarios (que
suelen darse de alta en la Seguridad Social como trabajadores autónomos) . Eso
abarca a todo el mundo, abarca a "víctimas y a verdugos", a justos y
a pecadores, y los mete a todos en un mismo saco. ¿El que no vive nada más que de
su sueldo? Andamos en las mismas: sigue siendo un término impreciso, ambiguo.
No vive nada más qeu de su sueldo el policía antidisturbios ni el coronel del
Ejército. El Director de Producción de la empresa. El capataz que está para
arrear a los obreros en nombre del capital. El cura. Lo concibamos como lo
concibamos, es un término viscoso, inútil, nada claro: ahí hay de todo.
Siguiendo
ese término, será imposible analizar las relaciones entre el capital y el
trabajo, el por qué la policía se dedica a aporrear a sus "hermanos
trabajadores", o por qué "los políticos" están al servicio de
"los mercados" (entre comillas, diversos términos ambiguos y
despistadores). Ni podemos entender ningún fenómeno de la vida social. Y,
claro, sólo llegaremos a conclusiones conspiranoicas, a que todo ocurre porque
uno señores muy, pero que muy malosos están en la sombra dedicando todas sus
energía a ver cómo putearnos, a que la policía, no es que sea el instrumento
del Estado para defender violentamente el orden establecido (en lo que pueda
tener esto de bueno, como perseguir violadores de niños, o de malo, como el
disparar pelotas de goma a los obreros en lucha y salvaguardar la propiedad del
capitalista sobre los medios de producción), sino que son "hermanos trabajadores"
a los que es posible concienciar para que los policías no sean policías.
Táctica que, como la historia demuestra, nunca ha funcionado, ni, de absurda
que es, podría funcionar.
Hay que
usar términos más precisos. En concreto, clase obrera. Uno ocupa una posición
de clase en la sociedad según las relaciones de producción que establezca. La
clase obrera está formada por todos aquellos que intervienen en la producción
aportando el trabajo que permite al capitalista, que aporta el capital,
acumular dicho capital, es decir: como resultado de ese trabajo que actúa sobre
el capital, este aumenta de valor, el cual a su vez acrecienta el capital
inicial, y así sucesivamente. Es así de simple. Un policía, por tanto, no es
clase obrera. Ni lo es un pequeño empresario. Ni un cura. Ni el ejecutivo de
una gran empresa.
¿Un
pequeño empresario es capitalista? Sin duda. Pero todos podemos ver que no es
lo mismo que el típico magnate de las finanzas ni el Consejero Delegado de un
banco. Y esto es porque no todas las formas de capital son iguales, el capital
no es homogéneo. Pero sí que hay, hoy en día, una forma que es la dominante,
alrededor de la cual se organiza la producción de toda la sociedad, es la clase
que detenta el poder político a través de los vericuetos del Estado burgués, y
alrededor de la cual, subyugados por sus hermanos mayores, se organizan también
las pequeñas empresas, o como mucho en los nichos de libre mercado que deja y
que brotan espontáneamente con el desarrollo del capitalismo. Esa forma
dominante, esa fracción de una clase que es el alma y razón de ser de toda la
clase capitalista, es el capital monopolista, el gran capital, que en la producción
aparecen como las grandes corporaciones, de las finanzas, de la industria del
automóvil, del comercio, del "agribusiness", del transporte, del
ocio, del armamento...
Así
que, tenemos por un lado la clase obrera y por otro la capitalista, y luego ya
vemos que un montón de capas intermedias, que sí, que vale, que no puede
decirse que no sean trabajadores, al menos muchas de ellas, pero no son clase
obrera. Es a esto a lo que se llama clases medias, en plural, si bien es un
término que se adopta siguiendo la costumbre, pues aunque es cierto que están
entre los capitalistas y los obreros, no es tan cierto que sean propiamente
dichas. ¿Por qué? Porque una clase social tiende a constituirse en un todo
orgánico, relativamente homogéneo, tiende a organizarse como tal clase,
separada en este aspecto del resto de las demás clases, a destilar su propia
ideología, a luchar por sus intereses y por hacer valer su visión de lo que
debe ser la sociedad. Y si bien la clase de los grandes capitalistas tienen sin
duda este carácter de clase, son toda una clase que hace ya tiempo es clase
para sí, y por eso es la clase dominante. La clase obrera, tienen también esa
tendencia a constituirse en clase para sí, esa comunidad de intereses, esa homogeneidad
de situaciones objetivas, por mucho que el capital ha tratado de fraccionarla
(pero ahora en plenas crisis del capitalismo, vemos como la tendencia dominante
es a la homogeneización). De las clases medias no puede decirse lo mismo. Unas
tiran para un lado, otras para otro. Se entremezclan y se separan. Cada una va
a lo suyo, que mira que mala suerte, se da de bofetadas con tal otro sector. Se
trata de capas y de estamentos, algunos de otras clases de las que están
parcialmente desprendidas, como los pequeños empresarios, (incluso en un
tiempo, en la época del keynesianismo, la superprivilegiada aristocracia
obrera, que provenía de la clase obrera), otros sería difícil asignarla a una
de las dos clases de la sociedad. Como es la tradición, usaré ese término,
"clases medias", pero no olvidemos que el término "clase"
les viene ancho.
¿Esto
tiene consecuencias políticas? Sí, las tiene. Podemos ver cómo las clases
medias, cuando se juntan, tienen que callar para alcanzar un consenso. Huyen
despavoridos ante la presencia de banderas y de siglas, porque eso trasluce su
temor a que uno de los sectores, o peor aún, una de las dos clases de la sociedad,
se haga con la hegemonía de la unión de las clases medias. Rechazan las
ideologías, porque las ideologías completas, coherentes, son las ideologías de
las otras dos grandes clases, y entre los suyos no son capaces de hacer nada
coherente en el terreno ideológico. De ellos sólo puede emanar el
"ciudadanismo", el "olvidemos nuestras diferencias", el
"no digamos nada que pueda molestar a uno u otro sector", la
autocensura y la censura expresa, tanto de palabra como de pensamiento. Vemos
que precisamente esa es la expresión en nuestros días de los movimientos de
clases medias. Algo muy diferente de lo que ocurre en la clase obrera, en que
no nos dá ninguna vergüenza ni ningún temor a que, en nuestras movilizaciones,
cada organización de clase lleve sus banderas y su ideología, que haga su
propaganda, que diga lo que tiene que decir, porque nosotros no tenemos ese
problema de falta de identidad, de colisión de intereses, que tienen las clases
medias. Nosotros sí somos una verdadera clase social, lo que nos permite darnos
el lujo de la libertad de expresión y de pensamiento, sin censuras, sin temor,
sin ruborizarnos ni lloriquear aterrorizados cuando incurrimos en los más
acalorados debates, por mucho que se alce la voz y se digan palabras fuertes.
Nosotros podemos hablar claro y pensar por nosotros mismos. Retengamos que
hemos localizado la base objetiva del "ciudadanismo" que integra uno
de los principales rasgos ideológicos que han parido las clases medias.
Pero
aún hay más. No olvidemos que el carácter de clase viene del lugar en la
producción. Los pequeños empresarios, por mucho que estén acogotados por el
gran capital, son ellos mismos capitalistas. Ellos defienden el "libre
mercado", el capitalismo, porque sin él no podrían existir. Así,
discutiendo con ellos, nos encontramos con que, al ponerlos contra las cuerdas
y recordarles que la responsabilidad de crear empleo es de ellos, que son los
propietarios de los medios de producción, te responden (dando un clarísimo
ejemplo de que están en medio del gran capital y del trabajo, de las dos clases
verdaderas de la sociedad) que no pueden sin ayuda, que no son capaces, que se
hunden, que no queda más remedio que el que los obreros pensemos en el bien de
la empresa y aceptemos vivir en la miseria (también dicen: "es que vivís
por encima de vuestras posibilidades). Es decir: cuando reconocen que el
capitalismo no es capaz de funcionar eficientemente, no es capaz de cumplir los
objetivos sociales de una economía, no es capaz de mantener a la economía en
pie y, al mismo tiempo, proveer a la gente ni tan siquiera de un mínimo de
bienestar material y moral, sino que para que la economía capitalista funcione,
la sociedad ha de renunciar a aquello por lo que necesita una economía y
hundirse en la miseria. Pero claro, ellos, por su posición de clase, no pueden
aceptar que la culpa sea del capitalismo, no. La culpa es de los gestores, de
"los políticos". No, "otro capitalismo es posible". Lo
mismo puede decirse de otras capas medias, profesionales, mandos intermedios
(cuya remuneración tendrá la forma de salario, pero el origen de ese salario no
es el trabajo productivo, que no realizan por ser su función la de ejecutar el
control del capital sobre el trabajo, sino parte de la plusvalía extraída del
trabajo), etc. Estos sectores, no pueden romper por sí mismos con el
capitalismo, es evidentísimo que no pueden ser la vanguardia de la lucha
anticapitalista, porque en su naturaleza está el cabrearse continuamente contra
el capitalismo y a la vez tender constantemente hacia él, defenderlo. Tenemos
aquí, por tanto, identificada la fuente de otro rasgo ideológico de estas
capas: su demagogia populista del linchamiento del "político" y del
"banquero", contra la corrupta democracia burguesa y el régimen plutocrático.
¿Podrá
un obrero seguir esta demagogia populista? ¿No debe saber todo obrero que hasta
la más democrática de las democracias burguesas es la dictadura de la
burguesía, y que no es la corrupción la causa, sino una consecuencia, de que
"los políticos" actúen en nombre del gran capital? ¿No significa este
linchamiento del "político" nada más y nada menos que el cargar
contra las libertades civiles y políticas que, por muy limitadas que sean,
hemos conseguido con nuestra lucha a lo largo del tiempo? Porque eso es lo que
significa abolir la falsa democracia burguesa dejando el capitalismo: que la
forma política de la dictadura de la burguesía, si no es la democracia
burguesa, no sea más que la única alternativa posible dentro del régimen
burgués: la dictadura abierta de la burguesía.
Así
pues, cuando la clase obrera habla de unidad, ¿a qué unidad nos referimos? A la
unidad de la clase obrera, que no es meramente unidad, sino la articulación de
la clase en clase para sí, de impulsar lo más acelerada y completamente posible
la tendencia natural de la clase en constituirse en un organismo autónomo de la
sociedad, que piensa para sí, que lucha para sí. Eso que no pueden hacer las
capas medias y que la burguesía ha hecho hace ya mucho tiempo en torno al gran
capital. La unidad de la clase obrera no es, en el fondo, otra cosa que eso: la
constitución de la clase obrera en clase para sí.
¿Podemos
considerar a las capas medias como enemigas? ¿Hay que ir a por ellas como contra
el gran capital? Como es un sector muy heterogéneo, no podemos dar una
respuesta para todas las capas medias. Pero sí para su inmensa mayoría. Está
iniciándose la confrontación abierta entre las dos clases verdaderas de la
sociedad. Si vamos a atacar al capitalismo, dicta la más elemental de las leyes
de la estrategia que hay que tratar de aislar al enemigo. Hay que esforzarse
por tratar de atraer a estas capas medias al lado de la clase obrera. ¿Es esto
"ciudadanismo"? No, no lo es. Porque no hablamos de unidad en el
sentido que hablamos de unidad de la clase obrera, sino de alianza de esas
capas sociales con la clase obrera. No entramos todos en el mismo saco, sino
que sellamos una alianza. Y cuando se firma una alianza, cada sujeto ha de
reforzar la identidad de sí mismo, la conciencia de sí mismo, ha de trazar de
forma perfectamente nítida sus límites y sus objetivos, y saber qué objetivos
son comunes y cuáles no. De no hacerlo así, para l único que servirá esa
alianza es para acabar corriendo tras banderas ajenas, para debilitar a la
clase obrera como sujeto, para debilitar con ello la lucha contra el
capitalismo y la posibilidad de superación del capitalismo. Son las clases
medias las que se deben agrupar en torno a la clase obrera, y no al revés. Si
las clases medias, por sus características de no ser verdaderas clases, no son
capaces de hacer esto que sí es capaz de hacer la burguesía y sí es capaz de
hacer la clase obrera, pues, bien, no podemos hacer nada al respecto, lo que no
podemos hacer es renunciar a constituirnos en clase para sí porque otros no son
capaces de avanzar tanto. Eso, lo único que significa es el peso que ha de
ocupar cada uno en la alianza, quién ha de ocupar, por razones objetivas, el
centro de la alianza. Aunque no podamos hacer nada, ni en realidad nos
interese, hay que tenerlo en cuenta a la hora de tratar con esta gente,
porque explica mucho de su conducta y de su rencor ante la clase obrera, de su
furia y frustración al ver que, pese a todos sus aires de superioridad, no
alcanzan la altura de la clase obrera. Quizás ala instrumentos por ahí, tipo
plataformas republicanas y demás, que sirvan como instrumento para fraguar esta
alianza en torno a la clase obrera. Quizás me equivoque. Puede que haya otros
instrumentos más apropiados. Sobre este particular no voy a decir más, porque no
he pensado mucho en ello, así que no puedo más que divagar.
Otra
consecuencia de no ocuparnos de las clases medias, sería el siguiente: todos
esos rasgos que vemos en las clases medias, ciudadanismo, demagogia populista,
etc., son rasgos característicos del fascismo tradicional, del fascismo como
movimiento de masas que precedió a la instauración de las dictaduras fascistas.
Esto lo ven muy bien los propios fascistas, no hay más que ver el entusiasmo de
falangistas y demás ante el 15M o ante el frente ciudadanista que presenta
Anguita. Si no forjamos algún tipo de alianza con estas capas, o con las que
sean susceptibles de hacerlo, bajo la forma que resulte más adecuada y sin
olvidar que nuestro objetivo prioritario es la constitución de nuestra clase en
clase para sí, y que el centro de la alianza ha de ser la clase obrera, estamos
dejando a estas clases medias avanzar por el camino en que ya lo hicieron en el
pasado: el camino del fascismo, al que servirán de base social.
La
tarea que se plantea ante nosotros es, pues, muy diferente al ciudadanismo
pequeño-burgués: unidad de la clase obrera entendida como constitución de la
clase en clase para sí, y unidad popular entendida como alianza en torno a la
clase obrera entre las diversas capas medias susceptibles de tal cosa.
Hablar
con términos precisos y exactos conduce pro muy diferente camino y permite
llegar mucho más lejos que usando términos imprecisos y vagos.
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