El programa secreto, paralelo al Plan Colombia, fue aprobado
por Bush y continua bajo Obama
23-12-2013
Dana
Priest The
Washington Post
[NOTA DE REBELION: Reproducimos a continuación la
traducción literal del reportaje del Washington Post, advirtiendo que contiene
afirmaciones no contrastadas, descalificaciones, estereotipos y eufemismos que
se encuentran en la línea editorial habitual de la gran prensa estadounidense
al "informar" sobre el conflicto colombiano y sus actores. Con
independencia de su "cuento de buenos y malos", este material revela
la envergadura y la profundidad del programa secreto de asistencia militar y de
inteligencia con el que Estados Unidos participa en el conflicto armado interno
colombiano].
Acción encubierta en Colombia
Inteligencia y kits de bombas GPS de Estados Unidos ayudan a la nación latinoamericana a paralizar a las fuerzas rebeldes
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), de 50 años de antigüedad y en su día consideradas la insurgencia mejor financiada del mundo, se encuentra en su estado más reducido y vulnerable en décadas, debido en parte a un programa de acción encubierta de la CIA que ha ayudado al Ejército colombiano a matar al menos a dos docenas de líderes rebeldes, de acuerdo con entrevistas realizadas a más de 30 funcionarios retirados y en ejercicio de Estados Unidos y de Colombia.
Acción encubierta en Colombia
Inteligencia y kits de bombas GPS de Estados Unidos ayudan a la nación latinoamericana a paralizar a las fuerzas rebeldes
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), de 50 años de antigüedad y en su día consideradas la insurgencia mejor financiada del mundo, se encuentra en su estado más reducido y vulnerable en décadas, debido en parte a un programa de acción encubierta de la CIA que ha ayudado al Ejército colombiano a matar al menos a dos docenas de líderes rebeldes, de acuerdo con entrevistas realizadas a más de 30 funcionarios retirados y en ejercicio de Estados Unidos y de Colombia.
La ayuda secreta, que también incluye ayuda en espionaje electrónico y escuchas por parte de la Agencia de Seguridad Nacional, se sostiene gracias a un presupuesto secreto de varios miles de millones de dólares. No es parte del paquete público de 9 mil millones de dólares fundamentalmente en ayuda militar denominado Plan Colombia, que comenzó en 2000.
El programa de la CIA desclasificado previamente fue autorizado por el presidente George W.Bush a comienzos de los años 2000 y ha sido continuado bajo el presidente Obama, de acuerdo con funcionarios militares, de inteligencia y diplomáticos. La mayoría de los entrevistados declararon bajo anonimato debido a que el programa es secreto y continúa en marcha.
El programa
encubierto en Colombia proporciona dos servicios esenciales a la batalla de
esta nación contra las FARC y un grupo insurgente de menor tamaño, el Ejército
de Liberación Nacional (ELN): inteligencia en tiempo real que permite a las
fuerzas militares de Colombia cazar a los cabecillas de las FARC
individualmente y, desde 2006, una herramienta particularmente efectiva para
matarlos.
El arma es un kit
de guiado por GPS que transforma una bomba de gravedad de 500 libras muy poco
precisa en una bomba inteligente de alta precisión. Las bombas inteligentes,
también denominadas munición guiada de precisión o PGMs, son capaces de matar a
un individuo en una selva triplemente frondosa si su localización exacta puede
determinarse y se programan las coordenadas geográficas en el pequeño cerebro
computerizado de la bomba.
En marzo de 2008,
de acuerdo con nueve funcionarios estadounidenses y colombianos, la Fuerza
Aérea Colombiana, con la aprobación tácita de Estados Unidos, lanzó bombas
inteligentes de fabricación estadounidense a través de la frontera de Ecuador
para matar al alto dirigente de las FARC, Raúl Reyes. El rol indirecto de
Estados Unidos en ese ataque no ha sido previamente desclasificado.
El programa de
acción encubierta en Colombia es una más dentro de un puñado de iniciativas de
inteligencia que han escapado del conocimiento público desde los ataques del 11
de septiembre de 2001. La mayor parte de estos otros programas, pequeños pero
crecientes, se localizan en países donde los violentos cárteles de la droga han
causado inestabilidad.
Encabezando la
lista se encuentra México, donde la ayuda de inteligencia de Estados Unidos es
mayor que en ningún otro lugar aparte de Afganistán, tal como el Washington
Post reportó en abril. También incluye Centroamérica y África Occidental, a
donde se han desplazado las rutas del tráfico como consecuencia de la presión
estadounidense contra los cárteles en los demás lugares.
Cuando se le
pidió un comentario sobre la ayuda de inteligencia estadounidense, el
presidente Juan Manuel Santos declaró al Post durante un reciente viaje a
Washington que no deseaba hablar de ello en detalle, por resultar un tema
sensible. "Ha sido de ayuda", afirmó. "Parte de la experiencia y
de la eficiencia de nuestras operaciones y nuestras operaciones especiales han
sido el producto de un mejor entrenamiento y conocimiento que hemos adquirido
de muchos países, entre ellos los Estados Unidos".
Un portavoz de la
CIA rechazó hacer declaraciones.
Colombia y las
FARC han sostenido negociaciones de paz durante un año en La Habana. Hasta el
momento han acordado los marcos de trabajo para la reforma agraria, el
desarrollo rural y para permitir a los insurgentes participar en el proceso
político una vez finalice la guerra. Ambas partes se encuentran discutiendo
actualmente un nuevo enfoque de la lucha contra el narcotráfico.
Al borde del
colapso
Hoy una
comparación entre Colombia, con su dinámica economía y el estiloso ámbito
social de Bogotá, y Afganistán podría parecer absurda. Pero hace poco más de
una década Colombia tenía la tasa de homicidios más alta del mundo. Los
bombardeos aleatorios y fuertes operaciones militares invadían la vida
cotidiana. Unas 3.000 personas fueron secuestradas en un año. Los profesores,
defensores de derechos humanos y los periodistas sospechosos de simpatizar con
las FARC aparecían muertos cotidianamente.
La mezcla
explosiva de las FARC, los cárteles, los paramilitares y unas fuerzas de seguridad
corruptas creaban un hervidero de violencia sin precedentes en la América
Latina contemporánea. Casi un cuarto de millón de personas han muerto durante
la larga guerra, y muchos miles han desaparecido.
Las FARC fueron
fundadas en 1964 como un movimiento campesino marxista en busca de tierra y
justicia para los pobres. para 1998, el presidente de Colombia en aquel
entonces, Andrés Pastrana, concedió a las FARC una zona desmilitarizada del
tamaño de Suiza para animar las negociaciones de paz, pero sus violentos
ataques no hicieron sino aumentar, así como sus vínculos con el narcotráfico.
Para el año 2000,
una envalentonada insurgencia de 18.000 efectivos apuntó hacia los líderes
políticos. Asesinó a representantes electos. Secuestró a una candidata presidencial
e intentó asesinar a un favorito a las presidenciales, el intransigente Álvaro
Uribe, a cuyo padre las FARC habían asesinado en 1983.
Temiendo que
Colombia se convirtiera en un estado fallido con un peso todavía mayor en el
tráfico de drogas dentro de Estados Unidos, la administración Bush y el
Congreso incrementaron la ayuda a los militares colombianos a través del Plan
Colombia.
Para 2003, la
implicación de Estados Unidos en Colombia abarcaba a 40 agencias y 4.500
personas, incluyendo contratistas, todos trabajando para la Embajada
estadounidense en Bogotá, en aquel momento la mayor embajada de Estados Unidos
en el mundo. Siguió siéndolo hasta 2004, cuando fue superada por Afganistán.
"No hay
ningún país, incluido Afganistán, en el que tuviéramos más actividad",
declaró William Wood, quien fuera embajador en Colombia de 2003 a 2007 antes de
ocupar el mismo cargo en el Afganistán destrozado por la guerra durante dos
años.
Cuando Bush se
convirtió en presidente, ya había en los registros dos fallos presidenciales
autorizando acciones encubiertas por todo el mundo. Uno autorizaba operaciones
de la CIA contra organizaciones terroristas internacionales. La otra, firmada a
mediados de los años 80 por el presidente Ronald Reagan, autorizaba la acción
contra narcotraficantes internacionales.
Se requiere una
autorización presidencial para que la CIA pueda hacer cualquier cosa además de
recopilar y analizar información de inteligencia en el exterior. Proporcionar
equipamiento de espionaje a un socio, apoyar a partidos políticos extranjeros,
sembrar propaganda y participar en operaciones o entrenamientos letales son
todas acciones que requieren una autorización y una notificación a los comités
de inteligencia del Congreso.
La autorización
antinarcóticos había permitido a la CIA y a una unidad técnica del clandestino
Comando de Operaciones Especiales Conjuntas (JSOC) proporcionar apoyo a la caza
que duró años contra el señor de las drogas colombiano Pablo Escobar, de cuyo
asesinato por las fuerzas colombianas se cumplen 20 años este mes. También hizo
posible operaciones apoyadas por la CIA contra traficantes y terroristas en
Bolivia y Perú hace años.
Bajo el programa
colombiano, la CIA no tiene autorización para participar directamente en las
operaciones. Las mismas restricciones aplican para la participación militar en
el Plan Colombia. Tal actividad ha sido constreñida por los miembros del
Congreso que vivieron el escándalo del rol secreto de Estados Unidos en las
guerras centroamericanas en los años 80. El Congreso rechazó autorizar que la
participación militar de Estados Unidos en Colombia escalara como lo hizo en
Nicaragua, El Salvador, Honduras y Panamá.
Las FARC calculan
mal
El nuevo golpe
encubierto contra las FARC comenzó de forma no oficial el 13 de febrero de
2003. Aquel día un Cessna 208 con un solo motor se estrelló en la selva
dominada por los rebeldes. Los guerrilleros en la zona ejecutaron al oficial
colombiano a bordo y a uno de los cuatro contratistas estadounidenses que
estaban trabajando en la erradicación de coca. Los otros tres fueron tomados
como rehenes.
Estados Unidos ya
había declarado a las FARC como organización terrorista por sus asesinatos
indiscriminados y el narcotráfico. Aunque la CIA tenía las manos ocupadas en
Iraq y Afganistán, Bush "presionó a [l director de la CIA George]
Tenet" para ayudar a encontrar a los tres rehenes, según un ex oficial
superior de inteligencia que tomó parte en las discusiones.
La designación de
las FARC como terrorista hizo que fuera más fácil encontrar un presupuesto
negro. "Conseguimos dinero de muchos botes diferentes", declaró un
alto diplomático.
Uno de los
oficiales de la CIA que Tenet envió a Bogotá era un agente de unos cuarenta
años cuyo nombre el Washington Post se reserva porque permanece encubierto. Él
creó la Célula de Fusión de Inteligencia de la Embajada de Estados Unidos,
apodada "el Bunker".
Era una
habitación estrecha, de 30 por 30 pies con techo bajo y tres hileras de
computadoras. Ocho personas se sentaban en cada fila de consolas. Unos peinaban
mapas satelitales de la selva; otros buscaban lugares ocultos de las FARC en el
subsuelo. Algunos hacían seguimiento a imágenes del movimiento de vehículos
marcados con dispositivos de rastreo. Las interceptaciones de voz de
comunicaciones de radio y teléfonos celulares eran desencriptadas y traducidas
por la Agencia de Seguridad Nacional.
Los analistas del
Bunker fusionaban las pistas de los informantes con información obtenida a
partir de medios técnicos. Los analistas buscaban vincular a individuos con el
flujo de la insurgencia de drogas, armas y dinero. Ya que la mayor parte,
dejaban solo los violentos grupos paramilitares.
Los expertos
técnicos y los contratistas del Bunker construyeron para los colombianos su
propio sistema informático de inteligencia de alcance nacional. También
ayudaron posteriormente a crear centros de fusión regionales para llevar la
inteligencia táctica a los comandantes. La agencia también pagó el mecanismo de
comunicaciones encriptadas.
"Teníamos
mucho interés en pillar a las FARC, y no era tanto cuestión de capacidad como
de inteligencia", afirmó Wood, "específicamente la habilidad de
localizarlos en la franja horaria de una operación".
Fuera del Bunker,
agentes asignados de la CIA y contratistas enseñaron el arte de reclutar
informantes a unidades colombianas que habían sido investigadas y a las que se
había sometido al polígrafo. Entregaron dinero a personas con información sobre
los rehenes.
Mientras tanto,
la otra agencia secreta estadounidense que había estado en la primera línea en
la localización y asesinato de miembros de al-Qaeda apareció en escena.
Comandos de élite del JSOC comenzaron sesiones periódicas de entrenamiento
anual y misiones de reconocimiento con pequeñas unidades para intentar
encontrar a los rehenes.
A pesar de todo
el esfuerzo, la localización de los rehenes resultó ser escurridiza. Buscando
otra cosa que hacer con el nuevo equipamiento y personal de inteligencia, el
jefe del Bunker y su agregado militar del Comando de Operaciones Especiales de
Estados Unidos asignaron a sus hombres una segunda misión: convertir en
objetivo a la dirigencia de las FARC. Esto era exactamente lo que la CIA y el
JSOC habían estado haciendo contra al-Qaeda al otro lado del mundo. La
metodología era familiar.
"Hubo
polinización cruzada en ambas direcciones", declaró un alto oficial con
acceso al Bunker en aquel momento. "No necesitábamos inventar la
rueda".
Una petición del
presidente de Colombia
Localizar a los
dirigentes de las FARC resultó ser más sencillo que capturarlos o matarlos.
Unas 60 veces las fuerzas colombianas habían obtenido o se les había entregado
información confiable pero fallaron en capturar o matar a algún alto dirigente,
de acuerdo con las declaraciones de dos oficiales estadounidenses y un alto
oficial colombiano en retiro. Era siempre la misma historia. Helicópteros Black
Hawk proporcionados por Estados Unidos transportaban tropas colombianas dentro
de la selva a unos seis kilómetros de un campamento. Los hombres se adentraban
en el denso follaje pero los campamentos estaban siempre vacíos para cuando
ellos llegaban. Luego supieron que las FARC tenían un sistema de alerta
temprana: anillos de seguridad a varios kilómetros de los campamentos.
Para 2006, el
deprimente record llamó la atención del recién llegado jefe de misión de la
Fuerza Aérea estadounidense. El coronel estaba perplejo. ¿Por qué el tercer
receptor en ayuda militar de Estados Unidos [detrás de Egipto e Israel] había
hecho tan pocos progresos?
"Estoy
pensando: ¿con qué matamos a las FARC?", dijo en una entrevista el
coronel, quien declaró bajo la condición de anonimato.
El coronel, un
experto en aviones de carga, afirmó que "empezó a buscar en Google bombas y
bombarderos" buscando ideas. Eventualmente llegaron al Paveway II
Mejorado, un kit de guiado relativamente barato que se podía atar con correas a
una bomba de gravedad Mark-82 de 500 libras.
El coronel
aseguró que le habló al entonces ministro de Defensa Santos sobre su idea y
escribió un informe de una página para que se lo entregara a Uribe. Santos
llevó la idea al Secretario de Defensa estadounidense Donald Rumsfeld. En junio
de 2006, Uribe visitó a Bush en la Casa Blanca. Mencionó el reciente asesinato
del jefe de al-Qaeda en Iraq, Abu Musab al-Zarqawi. Un F-16 había lanzado dos
bombas inteligentes de 500 libras al interior de su escondite y lo habían
matado. Uribe presionó para obtener la misma capacidad.
"Claramente
esto era muy importante" para Uribe, afirmó el General retirado de la
Fuerza Aérea Michael V.Hayden, quien había pasado a ser director de la CIA unos
meses antes.
Primero, estaba
el asunto de montar bombar pequeñas en una aeronave colombiana. Colombia no
tenía F-16. Raytheon, el fabricante del kit, envió ingenieros para encontrar la
forma de montar el equipo en un avión. Primero intentaron montarlo en un
Embraer A-29 Super Tucano de fabricación brasileña, una aeronave
turbopropulsada diseñada para misiones de contrainsurgencia de baja altura.
Pero para fijar el cable que iba del cerebro computerizado de la bomba a la
cabina de mando había que taladrar demasiado cerca del depósito de combustible.
En lugar de eso, lo montaron de cualquier forma en un Cessna A-37 Dragonfly más
antiguo, una aeronave de ataque ligera que se desarrolló por la fuerza aérea de
Operaciones Especiales para Vietnam y posteriormente se utilizó en la guerra
civil salvadoreña.
Entonces los
ingenieros y los pilotos colombianos probaron el primero de tres PGMs en un
campo aéreo remoto cerca de la frontera venezolana. El objetivo era de 2 por 4
y estaba clavado en el suelo. El avión lanzó la bomba desde una altura de
20.000 pies. "Aterrizó a un pie de distancia", dijo el coronel. El
resultado fue tan bueno, que pensó: "¿Por qué malgastar dos kits
más?". Las bombas inteligentes estaban listas para ser utilizadas.
Pero los abogados
de la Casa Blanca, junto con sus colegas de la CIA y de los departamentos de
Justicia, Defensa y Estado, tenían sus propias preguntas que hacer. Una cosa
era usar un PGM para derrotar a un enemigo en el campo de batalla -la fuerza
aérea estadounidense llevaba años haciéndolo-. Pero otra cosa era usarlo para
alcanzar a un lider individual de las FARC. ¿Constituiría eso un asesinato,
prohibido por la legislación de Estados Unidos? Y, "¿Podríamos ser
acusados de participar en asesinato, incluso si no lo hacíamos nosotros?",
dijo un abogado implicado.
La Oficina de
Asesoramiento Legal de la Casa Blanca y otros decidieron finalmente que el
mismo análisis legal que habían aplicado a al-Qaeda podía aplicarse a las FARC.
Matar a un líder de las FARC no sería asesinato porque la organización suponía
una amenaza para Colombia. Además, no se podía esperar que ningún comandante de
las FARC se rindiera.
Y, como organización
narcotraficante, el estatus de las FARC como una amenaza contra la seguridad
nacional de Estados Unidos había sido fijado anteriormente, con la autorización
de Reagan antidrogas. Para ese tiempo, la epidemia del crack estaba en su punto
álgido, y el Gobierno decidió que las organizaciones que llevaban drogas a las
calles de Estados Unidos eran una amenaza para la seguridad nacional.
Existía otra
preocupación. Algunos altos oficiales estabann preocupados porque las fuerzas
colombianas podrían utilizar los PGMs para asesinar a quienes consideraban
enemigos políticos. "Las preocupaciones eran grandes, dados sus problemas
de derechos humanos", declaró un ex alto oficial del Ejército.
Para asegurarse
de que los colombianos no darían mal uso a las bombas, los oficiales de Estados
Unidos idearon una solución innovadora. La CIA mantendría el control sobre la
clave de encriptación insertada en la bomba, que descodificaba las
comunicaciones con los satélites GPS de forma que pudieran ser leídos por las
computadoras de la bomba. La bomba no podía alcanzar su objetivo sin la clave.
Los colombianos tendrían que solicitar aprobación para algunos objetivos, y si
daban mal uso a las bombas, la CIA podía denegar la recepción de GPS para uso
futuro.
"Queríamos
un mecanismo de refrendación", declaró un alto oficial que participó en
las deliberaciones.
Para cortar la
cinta roja inicial, los primeros 20 kits de bombas inteligentes -sin las llaves
de encriptación- llegaron a través de la CIA. La cuenta fue por menos de 1
millón de dólares. Después de eso, a Colombia se le permitió adquirirlos a
través del Programa Exterior de Ventas Militares.
Un primer golpe
Tomás Medina
Caracas, también conocido como Negro Acacio, el jefe narcotraficante de las
FARC y comandante del Frente 16, fue el primer hombre que la Célula de Fusión
de Inteligencia de la Embajada de Estados Unidos puso en la cola de un ataque
con PGM.
Sobre las 4:30am
del 1 de septiembre de 2007, pilotos con gafas de visión nocturna soltaron
varias bombas inteligentes Enhanced Paveway II sobre su campamento en el
oriente colombiano mientras oficiales en ambas capitales esperaban. Las tropas
sólo pudieron recuperar una pierna. Parecía por su complexión oscura pertenecer
a Acacio, uno de los pocos líderes negros de las FARC. Los tests de ADN
confirmaron su muerte.
"Hubo gran
excitación", recuerda William Scoggins, jefe del programa antinarcóticos
del Comando Sur del Ejército de Estados Unidos. "No sabíamos qué impacto
tendría, pero pensamos que esto era un factor que cambiaba el juego".
Seis semanas
después, bombas inteligentes mataron a Gustavo Rueda Díaz, alias Martín
Caballero, líder del Frente 37, mientras hablaba por su teléfono celular. Las
muertes de Acacio y Caballero causaron el derrumbe de los frentes 16 y 37.
También desencadenaron deserciones masivas, según un cable secreto del
Departmento de Estado fechado el 6 de marzo de 2008 y hecho público por el
grupo anti-secretismo Wikileaks en 2010. Este era justo el comienzo de la
desintegración de las FARC.
Para ocultar el
uso de los PGMs al conocimiento del público, y para asegurar el máximo daño al campamento
de los líderes de las FARC, la fuerza aérea y los asesores de Estados Unidos
desarrollaron nuevas tácticas de ataques aéreos. En una misión típica, varios
Dragonfys A-37 volando a 20.000 pies de altura llevaban bombas inteligentes.
Tan pronto como los aviones entraban en una "cesta" a tres millas del
objetivo, el software GPS de una bomba se activaba automáticamente.
Los Dragonflys
eran seguidos por varios Super Tucanos A-29, volando mucho más bajo. Ellos
lanzaban una serie de bombas tontas en un patrón cercano. Su presión de
explosión mataría a cualquiera que se encontrara cerca y además despejaría la
densa selva y oscurecería el uso de bombas inteligentes.
Entonces, volando
bajo, aviones artillados AC-47 de la era de Vietnam, apodadas Puff the Magic
Dragon, ametrallaban la zona con ametralladoras fijas, "disparando a los
heridos que trataran de ponerse a cubierto", según uno de los varios
oficiales del ejército que describieron el mismo escenario.
Sólo entonces
llegaban las fuerzas de infantería colombianas para hacer prisioneros, y
recoger a los muertos, así como teléfonos celulares, computadores y discos
duros. La CIA también pasó tres años entrenando a los equipos de apoyo aéreo
colombianos en el uso de lasers para guiar clandestinamente a los pilotos y a
las bombas inteligentes guiadas por láser a sus objetivos.
Casi todas las
operaciones dependían en gran medida de las interceptaciones de señales de la
Agencia de Seguridad Nacional, que alimentaban con inteligencia a las tropas en
el terreno o a los pilotos antes y durante una operación. "Las
interceptaciones.... eran un factor que cambiaba el juego", afirmó
Scoggins, del Comando Sur de Estados Unidos.
La naturaleza
ininterrumpida del trabajo de la NSA fue recogido en un cable secreto del Departamento
de Estado publicado por Wikileaks. En la primavera de 2009, el objetivo era el
traficante de droga Daniel Rendón Herrera, conocido como Don Mario, entonces el
hombre más buscado de Colombia y responsable de 3.000 asesinatos en 18 meses.
"Durante siete
días, utilizando inteligencia humana y de señales", activos de la NSA
"trabajaron día y noche" para reposicionar a 250 comandos
aerotransportados entrenados y equipados por Estados Unidos cerca de Herrera
mientras intentaba escapar, según un cable de abril de 2009 y un alto
representante del Gobierno que confirmaron el rol de la NSA en la misión.
La CIA también
entrenó a los interrogadores colombianos para preguntar con mayor efectividad a
miles de desertores de las FARC, sin el uso de las técnicas "mejoradas de
interrogatorio" aprobadas para al-Qaeda y luego rechazadas como abusivas
por el Congreso. La agencia creó asimismo bases de datos para hacer seguimiento
de informes de forma que se pudieran hacer búsquedas y referencias cruzadas
para construir una imagen más completa de la organización.
El gobierno
colombiano pagaba a los desertores y les permitía reintegrarse a la sociedad
civil. Algunos, a cambio, ofrecieron valiosa información sobre la cadena de
mando de las FARC, rutas de viaje estandar, campamentos, línea de suministros,
fuentes de droga y dinero. Ayudaron a dar sentido a las interceptaciones de voz
de la NSA, que habitualmente utilizaban palabras clave. Los desertores también
se utilizaron en ocasiones para infiltrar los campamentos de las FARC sembrando
aparatos de escucha o balizas que emitían una coordenada GPS para las bombas
inteligentes.
"Aprendimos
de la CIA", afirmó un alto oficial de la seguridad nacional colombiana
sobre el programa de informes. "Anteriormente no le prestábamos mucha
atención a los detalles".
Ecuador y los
rehenes no olvidados
En febrero de
2008, el equipo estadounidense-colombiano consiguió su primer avistamiento de
los tres rehenes estadounidenses. Tras una espera de cinco años, la reacción
fue rápida en el cuartel general del Comando de Operaciones Especiales de
Estados Unidos en Tampa, que empezó a enviar comandos del JSOC, declaró un alto
oficial de Estados Unidos que se encontraba en Colombia cuando arribaron.
El equipo del
JSOC estaba encabezado por un comandante del Equipo Seis de las fuerzas de
operaciones especiales de la Marina. Pequeñas unidades establecieron tres áreas
de operaciones cerca de los rehenes y llevaron a cabo reconocimiento de largo
alcance, afirmó el alto oficial. La NSA aumentó su vigilancia. Todos los ojos
estaban puestos en la remota localización de la selva. Pero al tiempo que las
preparaciones preliminares se desarrollaban, las operaciones se calentaban en
otro lugar.
Justo al otro
lado del río Putumayo, una milla dentro de Ecuador, la inteligencia
estadounidense y un informante colombiano confirmaron el escondite de Luis
Edgar Devia Silva, también conocido como Raúl Reyes y considerado el número 2
en el secretariado de las FARC integrado por siete miembros.
Era un
descubrimiento delicado para Colombia y Estados Unidos. Llevar a cabo un ataque
aéreo significaba que un piloto colombiano a bordo de un avión colombiano
impactara el campamento utilizando una bomba fabricada en Estados Unidos con un
cerebro controlado por la CIA.
El coronel de la
Fuerza Aérea tenía un sucinto mensaje para el comandante de operaciones aéreas
colombiano a cargo de la misión. "Le dije: Mira, todos sabemos dónde está
este tipo. Simplemente no la jodas".
Los abogados de
seguridad nacional de Estados Unidos vieron la operación como un acto de
defensa propia. A raíz del 11-S habían elaborado una nueva interpretación del
uso de la fuerza permisible contra actores no estatales como al-Qaeda y las
FARC. Era así: Si un grupo terrorista era controlado desde un país que no podía
o no quería detenerlo, entonces el país atacado -en este caso, Colombia- tenía
el derecho de defenderse utilizando la fuerza, incluso si eso suponía
adentrarse en otro país soberano.
Esta era la
justificación legal para los ataques con drones de la CIA y otras operaciones
letales en Pakistán, Yemen, Somalia y mucho después, para el asalto en Pakistán
que mató a Osama bin Laden.
De esta forma,
minutos después de la medianoche del 1 de marzo, tres Dragonflys A-37
despegaron de Colombia, seguidos por cinco Super Tucanos. El sistema de guiado
de las bombas inteligentes se activó una vez que los aviones alcanzaron el
radio de tres millas de la localización de Reyes.
Como se les había ordenado, los pilotos colombianos permanecieron en el espacio aéreo colombiano. Las bombas impactaron donde se había programado, destruyendo el campamento y matando a Reyes, quien, de acuerdo a los informes de los noticieros colombianos, estaba durmiendo en pijama.
Las fuerzas colombianas se apresuraron a cruzar la frontera y se adentraron en Ecuador para recolectar los restos de Reyes y se alzaron asimismo con un gran tesoro oculto de equipos informáticos que resultó ser el más valioso descubrimiento de inteligencia de las FARC obtenido nunca.
El bombardeo desencadenó una seria crisis diplomática. El líder venezolano Hugo Chávez llamó a Colombia "estado terrorista" y desplacó tropas a la frontera, igual que hizo Ecuador. Nicaragua rompió relaciones. Uribe, bajo presión, se disculpó ante Ecuador.
La disculpa, si bien calmó las relaciones en América Latina, enfadó al pequeño círculo de oficiales estadounidenses que conocían la historia detrás, uno de ellos dijo: "Recuerdo haber pensado: no puedo creer que estén diciendo esto", afirmó. "Para ellos era una locura renunciar a una importante argumentación legal".
Pero la conmoción no dañó los profundos lazos entre Estados Unidos y las fuerzas colombianas ni desalentó la misión para rescatar a los rehenes. De hecho, el número de tropas JSOC continuó aumentando hasta llegar a más de 1.000, afirmó un alto funcionario en Colombia en aquel entonces. Los funcionarios pensaron que con seguridad serían avistados, pero no lo fueron. Un ejercicio militar conjunto de Estados Unidos y Colombia proporcionó la cobertura suficiente cuando el Comité Internacional de la Cruz Roja apareció en bases aisladas y tropezó con unos estadounidenses corpulentos, afirmaron dos funcionarios de Estados Unidos.
Después de seis semanas esperando encontrar a los rehenes, casi todas las tropas del JSOC abandonaron el país para ir a misiones en otros lugares. Una unidad permaneció. El 2 de julio de 2008, tuvo el papel poco habitual de suplente en la dramática y bien documentada Operación Jaque, en la que fuerzas colombianas haciéndose pasar por miembros de un grupo humanitario engañaron a las FARC para que entregaran a los tres rehenes de Estados Unidos y otros 12 sin disparar un tiro. El equipo del JSOC y una flota de aeronaves de Estados Unidos estaban posicionados como Plan B, en caso de que la operación colombiana saliera mal. Santos continua la guerra de bombas inteligentes
Como señal de
confianza, a comienzo de 2010 el Gobierno estadounidense dio a Colombia el
control sobre la clave de encriptación GPS. No había habido informes de mal
uso, fallos o daño colateral de las bombas inteligentes. La transferencia fue
precedida por rápidas negociaciones sobre las normas de compromiso para el uso
de bombas inteligentes. Entre las normas figura que solamente se lanzarían
contra campamenors aislados en la selva.
El presidente Santos,
que fue ministro de Defensa bajo Uribe, ha aumentado enormemente el ritmo de
las operaciones contra las FARC. Se han asesinado casi tres veces más
dirigentes de las FARC -47 frente a 16- bajo Santos que bajo Uribe. Entrevistas
y análisis de páginas web gubernamentales e informes de prensa muestran que al
menos 23 de los ataques bajo el Gobierno de Santos fueron operaciones aéreas.
Las bombas inteligentes se usaron solamente contra los más importantes líderes
de las FARC, afirmaron funcionarios colombianos en respuesta a las preguntas.
En los demás casos se utilizaron bombas de gravedad.
Colombia continúa
mejorando sus capacidades aéreas. En 2013, la fuerza aérea mejoró su flota de
bombardeos a reacción Kfir, de fabricación israelí, equipándolos con bombas
guiadas por láser Griffin de fabricación israelí. También ha montado bombas
inteligentes en algunos de sus Super Tucanos.
Habiendo diezmado
a la máxima dirigencia de las FARC entre los comandantes del frente, el
ejército, con la ayuda continuada de la CIA y otras agencias de inteligencia,
parece que se abre camino entre los rangos de nivel medio, incluyendo a los
comandantes de compañía móvil, los cuadros más curtidos en combate y con más
experiencia que quedan. Según funcionarios colombianos, un tercio de estos
últimos han sido muertos o capturados.
La administración
Santos también ha apuntado a las redes de suministro financiero y de armas que
apoyan a las FARC. Algunos críticos piensan que el Gobierno ha estado demasiado
concentrado en matar a los dirigentes y no lo suficiente en usar al ejército y
la policía para ocupar y controlar el territorio rebelde.
Matar a un
individuo nunca ha sido la medida del éxito en la guerra, dicen los expertos en
contrainsurgencia. Lo que importa es el caos y la disfunción que causa en la
organización matar a la dirigencia. Las operaciones aéreas contra la dirigencia
de las FARC "han puesto la organización patas arriba", afirma un
funcionario del Pentágono que ha estudiado la historia estadounidense
clasificada de la guerra en Colombia.
Algunos han huido
a Venezuela. Un miembro del secretariado se esconde intermitentemente en
Ecuador, según altos funcionarios de Colombia, lo que rompe el importante lazo
psicológico con las tropas en el terreno y dificulta el reclutamiento.
Por el temor de
ser localizados y bombardeados, las unidades ya no duermen dos días seguidos en
el mismo lugar, por lo que los campamentos deben esparcirse más. "Saben
que el Gobierno tiene ahora tanta información sobre ellos e inteligencia en
tiempo real", declaró Germán Espejo, consejero de seguridad y defensa de
la Embajada colombiana. Preocupados por los espías en sus filas, son comunes
las ejecuciones.
Las FARC todavía
lanzan ataques -un coche bomba en una estación de policía rural el 7 de
diciembre mató a seis oficiales de policía y dos civiles- pero ya no viajan en
grupos grandes, y esto limita a la mayoría de las unidades a menos de 20. Ya no
son capaces de lanzar asaltos a gran escala, el grupo ha tenido que volver a
tácticas de golpear y correr, utilizando francotiradores y explosivos.
El desgaste de 50
años de vida errante en la selva ha pasado cuentas en el equipo negociador de
las FARC, también. Aquellos que han vivido en el exilio parecen más dispuestos
a continuar la lucha que aquellos que han estado combatiendo, afirman
funcionarios colombianos. Las negociaciones, afirmó Santos en la entrevista,
son resultado de la exitosa campaña militar, "la guinda en el
pastel".
El 15 de
diciembre las FARC declararon que comenzarían un cese al fuego unilateral de 30
días como señal de buena voluntad durante las fiestas. La administración Santos
despreció el gesto y prometió continuar su campaña militar. Más tarde ese mismo
día, las fuerzas de seguridad mataron a un guerrillero de las FARC implicado en
un ataque con bomba contra un ex ministro. Tres días después, el Ejército mató
a otros cinco.
Elyssa Pachico y
Julie Tate contribuyeron a este reportaje.
Fuente: http://www.washingtonpost.com/sf/investigative/2013/12/21/covert-action-in-colombia/?hpid=z1
Álvaro Uribe admite que la CIA ayudó a matar a jefes de las
FARC durante su gobierno
Publicado: 25 dic 2013 |
El expresidente de Colombia Álvaro Uribe ha
admitido el miércoles que la Agencia Central de Inteligencia de EE.UU. (CIA)
proporcionó ayuda secreta durante su gobierno que permitió a las fuerzas
colombianas eliminar a varios líderes de las FARC.
Según informa el periódico colombiano 'El Universal', el expresidente, que gobernó el país latinoamericano entre 2002 y 2010, escribió en su cuenta de Twitter, que "EE.UU. ayudó [a Colombia] a detectar la ubicación de los jefes guerrilleros", pero especificó que esos operativos militares se desarrollaron con hombres y equipos colombianos. Uribe también reconoció que las operaciones militares se realizaron bajo su responsabilidad.
El pasado 22 de diciembre el periódico 'The Washington Post' reveló que desde el año 2000 Colombia recibe ayuda secreta del Gobierno de EE.UU., incluyendo un programa de acción encubierta realizado por la CIA durante el cual las fuerzas colombianas lograron eliminar al menos a dos docenas de líderes rebeldes y el espionaje intensivo de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés).
Según las revelaciones del periódico, los agentes estadounidenses supuestamente poseían una unidad de inteligencia instalada en la embajada de EE.UU. en Bogotá que detectaba, a través de información obtenida vía satélite, la ubicación de los campamentos guerrilleros. Los datos conseguidos se compartían con las autoridades colombianas.
Uno de los ataques militares más importantes del programa revelado por el periódico se llevó a cabo en el año 2008 contra un campamento de las FARC ubicado a pocos metros de la frontera entre Ecuador y Colombia en el que murió el número dos de la guerrilla, Raúl Reyes.
En respuesta a la publicación de esta información el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, calificó de "gravísimo" el apoyo que prestó la CIA a las fuerzas colombianas en el ataque y opinó que su revelación precisamente en estos momentos podría estar destinada a socavar el proceso de paz que están negociando actualmente las Farc y el Gobierno
Texto completo en: http://actualidad.rt.com/actualidad/view/115305-uribe-admite-cia-matar-jefes-farc
Según informa el periódico colombiano 'El Universal', el expresidente, que gobernó el país latinoamericano entre 2002 y 2010, escribió en su cuenta de Twitter, que "EE.UU. ayudó [a Colombia] a detectar la ubicación de los jefes guerrilleros", pero especificó que esos operativos militares se desarrollaron con hombres y equipos colombianos. Uribe también reconoció que las operaciones militares se realizaron bajo su responsabilidad.
El pasado 22 de diciembre el periódico 'The Washington Post' reveló que desde el año 2000 Colombia recibe ayuda secreta del Gobierno de EE.UU., incluyendo un programa de acción encubierta realizado por la CIA durante el cual las fuerzas colombianas lograron eliminar al menos a dos docenas de líderes rebeldes y el espionaje intensivo de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés).
Según las revelaciones del periódico, los agentes estadounidenses supuestamente poseían una unidad de inteligencia instalada en la embajada de EE.UU. en Bogotá que detectaba, a través de información obtenida vía satélite, la ubicación de los campamentos guerrilleros. Los datos conseguidos se compartían con las autoridades colombianas.
Uno de los ataques militares más importantes del programa revelado por el periódico se llevó a cabo en el año 2008 contra un campamento de las FARC ubicado a pocos metros de la frontera entre Ecuador y Colombia en el que murió el número dos de la guerrilla, Raúl Reyes.
En respuesta a la publicación de esta información el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, calificó de "gravísimo" el apoyo que prestó la CIA a las fuerzas colombianas en el ataque y opinó que su revelación precisamente en estos momentos podría estar destinada a socavar el proceso de paz que están negociando actualmente las Farc y el Gobierno
Texto completo en: http://actualidad.rt.com/actualidad/view/115305-uribe-admite-cia-matar-jefes-farc
Correa
critica el apoyo de la CIA a Colombia contra las FARC
http://actualidad.rt.com/themes/view/45118-farc
http://actualidad.rt.com/themes/view/45118-farc
Correa: "La participación de la CIA en la lucha contra
las FARC es gravísima"
Texto completo en: http://actualidad.rt.com/actualidad/view/115133-correa-cia-ataque-colombia-farc
Texto completo en: http://actualidad.rt.com/actualidad/view/115133-correa-cia-ataque-colombia-farc
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