Escrito: A
mediados de junio de 1877.
Primera edición: En Brunswick, Alemania, en el almanaque Volks-Kalender, 1878.
Edición electrónica: Marxists Internet Archive, marzo de 2000.
Carlos Marx por Federico Engels
Carlos Marx,
el hombre que dio por vez primera una base científica al socialismo, y por
tanto a todo el movimiento obrero de nuestros días, nació en Tréveris, en 1818. Comenzó a estudiar jurisprudencia
en Bonn y en Berlín, pero pronto se entregó exclusivamente al estudio de la
historia y de la filosofía, y se disponía, en 1842, a habilitarse como profesor de filosofía, cuando el
movimiento político producido después de la muerte de Federico Guillermo III
orientó su vida por otro camino. Los caudillos de la burguesía liberal renana,
los Camphausen, Hansemann, etc., habían fundado en Colonia, con su cooperación,
la "Reinische Zeitung" 1; y en el
otoño de 1842, Marx, cuya crítica de los debates de la Dieta provincial renana
había producido enorme sensación, fue colocado a la cabeza del periódico. La
"Rheinische Zeitung" publicábase, naturalmente, bajo la censura, pero
ésta no podía con ella 2. El
periódico sacaba adelante casi siempre los artículos que le interesaba
publicar: se empezaba echándole al censor cebo sin importancia para que lo
tachase, hasta que, o cedía por sí mismo, o se veía obligado a ceder bajo la
amenaza de que al día siguiente no saldría el periódico. Con diez periódicos
que hubieran tenido la misma valentía que la "Rheinische Zeitung" y
cuyos editores se hubiesen gastado unos cientos de táleros más en composición
se habría hecho imposible la censura en Alemania ya en 1843. Pero los
propietarios de los periódicos alemanes eran filisteos mezquinos y miedosos, y
la "Rheinische Zeitung" batallaba sola. Gastaba a un censor tras
otro, hasta que, por último, se la sometió a doble censura, debiendo pasar,
después de la primera, por otra nueva y definitiva revisión del Regierungspräsident.
Más tampoco esto bastaba. A comienzos de 1843, el gobierno declaró que no se
podía con este periódico, y lo prohibió sin más explicaciones.
Marx, que
entretanto se había casado con la hermana de von Westphalen, el que más tarde
había de ser ministro de la reacción, se trasladó a París, donde editó con A.
Ruge los "Deutsch-Französische Jahrbücher" 3, en los
que inauguró la serie de sus escritos socialistas, con una "Crítica de la filosofía hegeliana del Derecho".
Después, en colaboración con F. Engels, publicó "La Sagrada Familia. Contra Bruno Bauer y consortes",
crítica satírica de una de las últimas formas en las que se había extraviado el
idealismo filosófico alemán de la época.
El estudio
de la Economía política y de la historia de la gran Revolución francesa todavía
le dejaba a Marx tiempo para atacar de vez en cuando al Gobierno prusiano; éste
se vengó, consiguiendo del ministerio Guizot, en la primavera de 1845 -y parece
que el mediador fue el señor Alejandro de Humboldt-, que se le expulsase de
Francia 4. Marx
trasladó su residencia a Bruselas, donde, en 1847, publicó en lengua francesa
la "Miseria de la Filosofía", crítica de
la "Filosofía de la Miseria", de Proudhon, y, en 1848, su
"Discurso sobre el libre cambio". Al mismo tiempo encontró ocasión de
fundar en Bruselas una Asociación de obreros alemanes 5, con lo
que entró en el terreno de la agitación práctica. Esta adquirió todavía mayor
importancia para él al ingresar en 1847, en unión de sus amigos políticos, en
la Liga de los Comunistas, liga secreta, que llevaba ya largos años
de existencia. Toda la estructura de esta organización se transformó
radicalmente; la que hasta entonces había sido una sociedad más o menos
conspirativa, se convirtió en una simple organización de propaganda comunista
-secreta tan sólo porque las circunstancias lo exigían-, y fue la primera organización
del Partido Socialdemócrata Alemán. La Liga existía dondequiera que hubiese
asociaciones de obreros alemanes; en casi todas estas asociaciones, en
Inglaterra, en Bélgica, en Francia y en Suiza, y en muchas asociaciones de
Alemania, los miembros dirigentes eran afiliados a la Liga, y la participación
de ésta en el naciente movimiento obrero alemán era muy considerable. Además,
nuestra Liga fue la primera que destacó, y lo demostró en la práctica, el
carácter internacional de todo el movimiento obrero; contaba entre sus miembros
a ingleses, belgas, húngaros, polacos, etc., y organizaba, principalmente en
Londres, asambleas obreras internacionales.
La
transformación de la Liga se efectuó en dos congresos celebrados en 1847, el
segundo de los cuales acordó la redacción y publicación de los principios del
partido, en un manifiesto que habían de redactar Marx y Engels. Así surgió
el Manifiesto del Partido Comunista que apareció por vez primera en
1848, poco antes de la revolución de Febrero, y que después ha sido traducido a
casi todos los idiomas europeos.
La “ Deutsche Brüsseler Zeitung” 6, en la
que Marx colaboraba y en la que se ponían al desnudo implacablemente las
bienaventuranzas policíacas de la patria, movió nuevamente al Gobierno prusiano
a maquinar para conseguir la expulsión de Marx, pero en vano. Mas, cuando la
revolución de Febrero provocó también en Bruselas movimientos populares y
parecía ser inminente en Bélgica una revolución, el Gobierno belga detuvo a
Marx sin contemplaciones y lo expulsó. Entretanto, el gobierno provisional de
Francia, por mediación de Flocon, le había invitado a reintegrarse a París,
invitación que aceptó.
En París, se
enfrentó ante todo con el barullo creado entre los alemanes allí residentes,
por el plan de organizar a los obreros alemanes de Francia en legiones armadas,
para introducir con ellas en Alemania la revolución y la república. De una
parte, era Alemania la que tenía que hacer por sí misma la revolución, y de
otra parte, toda legión revolucionaria extranjera que se formase en Francia
nacía delatada, por los Lamartines del gobierno provisional, al gobierno que se
quería derribar, como ocurrió en Bélgica y en Baden.
Después de
la revolución de marzo, Marx se trasladó a Colonia y fundó allí la "Neue Rheinische Zeitung", que vivió
desde el 1 de junio de 1848 hasta el 19 de mayo de 1849. Fue el único periódico
que defendió, dentro del movimiento democrático de la época, la posición del
proletariado, cosa que hizo ya, en efecto, al apoyar sin reservas a los
insurrectos de junio de 1848 en París 7, lo que
le valió la deserción de casi todos los accionistas. En vano la
"Kreuz-Zeitung" 8 señalaba el "Chimborazo de insolencia"
con que la "Neue Rheinische Zeitung" atacaba todo
lo sagrado, desde el rey y el regente del imperio hasta los gendarmes, y esto
en una fortaleza prusiana, que tenía entonces 8.000 hombres de guarnición: en
vano clamaba el coro de filisteos liberales renanos, vuelto de pronto
reaccionario, en vano se suspendió el estado de sitio decretado en Colonia, en
el otoño de 1848; en vano el Ministerio de Justicia del imperio denunciaba
desde Francfort al fiscal de Colonia artículo tras artículo, para que se
abriese proceso judicial; el periódico seguía redactándose e imprimiéndose
tranquilamente, a la vista de la Dirección General de Seguridad, y su difusión
y su fama crecían con la violencia de los ataques contra el gobierno y la
burguesía. Al producirse, en noviembre de 1848, el golpe de Estado de Prusia,
la "Neue Rheinische Zeitung" incitaba al pueblo, en la cabecera de
cada número, para que se negase a pagar los impuestos y contestase a la
violencia con la violencia. Llevado ante el Jurado, en la primavera de 1849,
por esto y por otro artículo, el periódico salió absuelto las dos veces. Por
fin, al ser aplastadas las insurrecciones de mayo de 1849, en Dresde y la
provincia del Rin 9, y al
iniciarse la campaña prusiana contra la insurrección de Baden-Palatinado,
mediante la concentración y movilización de grandes contingentes de tropas, el
gobierno se creyó lo bastante fuerte para suprimir por la violencia la
"Neue Rheinische Zeitung". El último número -impreso en rojo-
apareció el 19 de mayo.
En inglés
La supresión sumaria de Neue Rheinische Zeitung19 de mayo de 1849
Hungría19 de mayo de 1849
"A mi gente"19 de mayo de 1849
Para los trabajadores de Colonia19 de mayo de 1849
Marx se
trasladó nuevamente a París, pero pocas semanas después de la manifestación del
13 de junio de 1849 10 el
Gobierno francés lo colocó ante la alternativa de trasladar su residencia a la
Bretaña o salir de Francia. Optó por esto último y se fue a Londres, donde ha
vivido desde entonces sin interrupción.
La tentativa
de seguir publicando la "Neue Rheinische Zeitung" en forma de revista
(en Hamburgo, en 1850) 11, hubo
de ser abandonada algún tiempo después, ante la violencia creciente de la
reacción. Inmediatamente después del golpe de Estado de diciembre de 1851 en
Francia, Marx publicó "El 18 Brumario de Luis Bonaparte"
(Boston, 1852; segunda edición, Hamburgo, 1869, poco antes de la guerra). En
1853, escribió las "Revelaciones sobre el proceso de los comunistas en
Colonia" (obra impresa primeramente en Basilea, más tarde en Boston y
reeditada recientemente en Leipzig).
Después de
la condena de los miembros de la Liga de los Comunistas en Colonia 12,
Marx se retiró de la agitación política y se consagró, de una parte, por
espacio de diez años, a estudiar a fondo los ricos tesoros que encerraba la
biblioteca del Museo Británico en materia de Economía política, y de otra
parte, a colaborar en "New-York Tribune" 13,
periódico que, hasta que estalló la guerra norteamericana de Secesión 14, no
sólo publicó las correspondencias firmadas por él, sino también numerosos
artículos editoriales sobre temas europeos y asiáticos salidos de su pluma. Sus
ataques contra lord Palmerston, basados en minuciosos estudios de documentos
oficiales ingleses, fueron editados en Londres como folletos de agitación.
Como primer
fruto de sus largos años de estudios económicos apareció en 1859 la "Contribución a la crítica de la Economía política.
Primer cuaderno" (Berlín, Duncker.) Esta obra contiene la primera exposición
sistemática de la teoría del valor de Marx, incluyendo la teoría del dinero.
Durante la guerra italiana 15, Marx
combatió desde las columnas de "Das Volk" 16,periódico
alemán que se publicaba en Londres, el bonapartismo, que por entonces se teñía
de liberal y se las daba de libertador de las nacionalidades oprimidas, y la
política prusiana de la época, que, bajo la manto de la neutralidad, procuraba
pescar en río revuelto. A propósito de esto, hubo de atacar también al señor
Karl Vogt, que por entonces hacía agitación en pro de la neutralidad de
Alemania, más aún, de la simpatía de Alemania, por encargo del príncipe
Napoleón (Plon-Plon) y a sueldo de Luis Napoleón. Como Vogt acumulase contra él
las calumnias más infames, infundadas a sabiendas, Marx le contestó en "El
señor Vogt" (Londres, 1860), donde se desenmascara a Vogt y a los demás
señores de la banda bonapartista de seudo-demócratas, demostrando con pruebas
de carácter externo e interno que Vogt estaba sobornado por el imperio
decembrino. A los diez años justos, se tuvo la confirmación de esto; en la
lista de las gentes a sueldo del bonapartismo, descubierta en las Tullerías en
1870 17 y
publicada por el gobierno de septiembre 18, aparecía en la letra "V" esta partida:
"Vogt: le fueron entregados, en agosto de 1859... 40.000 francos".
Por fin, en
1867, vio la luz en Hamburgo el tomo primero de "El Capital,
Crítica de la Economía política", la obra principal de Marx, en la que se exponen las
bases de sus ideas económico-socialistas y los rasgos fundamentales de su
crítica de la sociedad existente, del modo de producción capitalista y de sus
consecuencias. La segunda edición de esta obra que hace época se publicó en
1872; el autor se ocupa actualmente de la preparación del segundo tomo.
Entretanto,
el movimiento obrero de diversos países de Europa había vuelto a fortalecerse
en tal medida, que Marx pudo pensar en poner en práctica un deseo acariciado
desde hacía largo tiempo: fundar una asociación obrera que abarcase los países
más adelantados de Europa y América y que había de personificar, por decirlo
así, el carácter internacional del movimiento socialista tanto ante los propios
obreros como ante los burgueses y los gobiernos, para animar y fortalecer al
proletariado y para atemorizar a sus enemigos. Dio ocasión para exponer la
idea, que fue acogida con entusiasmo, un mitin popular celebrado en el Saint
Martin's Hall de Londres, el 28 de septiembre de 1864, a favor de Polonia, que
volvía a ser aplastada por Rusia. Quedó fundada así la Asociación
Internacional de los Trabajadores. En la Asamblea se eligió un Consejo
General provisional, con residencia en Londres. El alma de este Consejo
General, como de los que le siguieron hasta el Congreso de La Haya 19, fue Marx. El redactó casi todos los documentos
lanzados por el Consejo General de la Internacional, desde el Manifiesto
Inaugural de 1864, hasta el manifiesto sobre la guerra civil de Francia en 1871. Exponer la
actuación de Marx en la Internacional, equivaldría a escribir la historia de
esta misma Asociación que, por lo demás, vive todavía en el recuerdo de los
obreros de Europa.
K. Marx: ESTATUTOS GENERALES DE LA ASOCIACIÓN INTERNACIONAL DE LOS
TRABAJADORES (Primera internacional)
Discurso inaugural de la Asociación Internacional de los Trabajadores
"La Primera Internacional" 1.864
La caída de
la Comuna de París colocó a la Internacional en una situación imposible. Viese
empujada al primer plano de la historia europea, en un momento en que por todas
partes tenía cortada la posibilidad de una acción práctica y eficaz. Los
acontecimientos que la erigían en séptima gran potencia le impedían, al mismo
tiempo, movilizar y poner en acción sus fuerzas combativas, so pena de llevar a
una derrota infalible al movimiento obrero y de contenerlo por varios decenios.
Además, por todas partes pugnaban por colocarse en primera fila elementos que
intentaban explotar, para fines de vanidad o de ambición personal, la fama, que
tan súbitamente había crecido, de la Asociación, sin comprender la verdadera
situación de la Internacional o sin preocuparse de ella. Había que tomar una
decisión heroica, y fue, como siempre, Marx quien la tomó y la hizo prosperar
en el Congreso de La Haya. En un acuerdo solemne, la Internacional se
desentendió de toda responsabilidad por los manejos de los bakuninistas, que
eran el eje de aquellos elementos insensatos y poco limpios; luego, ante la
imposibilidad de cumplir también, frente a la reacción general, las exigencias
redobladas que a ella se le planteaban y de mantener en pie su plena actividad,
más que por medio de una serie de sacrificios, que necesariamente habrían
desangrado el movimiento obrero, la Internacional se retiró provisionalmente de
la escena, trasladando a Norteamérica el Consejo General. Los acontecimientos
posteriores han venido a demostrar cuán acertado fue este acuerdo, tantas veces
criticado por entonces y después. De una parte, quedaron cortadas de raíz, y
siguieron cortadas en adelante, las posibilidades de organizar en nombre de la
Internacional vanas intentonas, y de otra parte, las constantes y estrechas
relaciones entre los partidos obreros socialistas de los distintos países
demostraban que la conciencia de la identidad de intereses y de la solidaridad
del proletariado de todos los países, despertada por la Internacional, llega a
imponerse aun sin el enlace de una asociación internacional formal que, por el
momento, se había convertido en traba.
Después del
Congreso de La Haya, Marx volvió a encontrar, por fin, tiempo y sosiego para
reanudar sus trabajos teóricos, y es de esperar que en un período de tiempo no
muy largo pueda dar a la imprenta el segundo tomo de "El Capital".
De los
muchos e importantes descubrimientos con que Marx ha inscrito su nombre en la
historia de la ciencia, sólo dos podemos destacar aquí.
El primero es la revolución que ha llevado a
cabo en toda la concepción de la historia universal. Hasta aquí, toda la
concepción de la historia descansaba en el supuesto de que las últimas causas
de todas las transformaciones históricas habían de buscarse en los cambios que
se operan en las ideas de los hombres, y de que de todos los cambios, los más
importantes, los que regían toda la historia, eran los políticos. No se preguntaban
de dónde les vienen a los hombres las ideas ni cuáles son las causas motrices
de los cambios políticos. Sólo en la escuela moderna de los historiadores
franceses, y en parte también de los ingleses, se había impuesto la convicción
de que, por lo menos desde la Edad Media, la causa motriz de la historia
europea era la lucha de la burguesía en desarrollo contra la nobleza feudal por
el Poder social y político. Pues bien, Marx
demostró que toda la historia de la humanidad, hasta hoy, es una historia de
luchas de clases, que todas las
luchas políticas, tan variadas y complejas, sólo giran en torno al Poder social
y político de unas u otras clases sociales; por parte de las clases viejas,
para conservar el poder, y por parte de las ascendentes clases nuevas, para
conquistarlo. Ahora bien, ¿qué es lo que hace nacer y existir a estas clases?
Las condiciones materiales, tangibles, en que la sociedad de una época dada
produce y cambia lo necesario para su sustento. La dominación feudal de la Edad
Media descansaba en la economía cerrada de las pequeñas comunidades campesinas,
que cubrían por sí mismas casi todas sus necesidades, sin acudir apenas al
cambio, a las que la nobleza belicosa defendía contra el exterior y daba
cohesión nacional o, por lo menos, política. Al surgir las ciudades y con ellas
una industria artesana independiente y un tráfico comercial, primero interior y
luego internacional, se desarrolló la burguesía urbana, y conquistó, luchando
contra la nobleza, todavía en la Edad Media, una incorporación al orden feudal,
como estamento también privilegiado. Pero, con el descubrimiento de los
territorios no europeos, desde mediados del siglo XV, la burguesía obtuvo una
zona comercial mucho más extensa, y, por tanto, un nuevo acicate para su
industria. La industria artesana fue desplazada en las ramas más importantes
por la manufactura de tipo ya fabril, y ésta, a su vez, por la gran industria,
que habían hecho posible los inventos del siglo pasado, principalmente la
máquina de vapor, y que a su vez repercutió sobre el comercio, desalojando, en
los países atrasados, al antiguo trabajo manual y creando, en los más
adelantados, los modernos medios de comunicación, los barcos de vapor, los
ferrocarriles, el telégrafo eléctrico. De este modo, la burguesía iba
concentrando en sus manos, cada vez más, la riqueza social y el poder social,
aunque tardó bastante en conquistar el poder político, que estaba en manos de
la nobleza y de la monarquía, apoyada en aquélla. Pero al llegar a cierta fase
-en Francia, desde la gran Revolución-, conquistó también éste y se convirtió,
a su vez, en clase dominante frente al proletariado y a los pequeños
campesinos. Situándose en este punto de vista -siempre y cuando que se conozca
suficientemente la situación económica de la sociedad en cada época;
conocimientos de que, ciertamente, carecen en absoluto nuestros historiadores
profesionales-, se explican del modo más sencillo todos los fenómenos
históricos, y asimismo se explican con la mayor sencillez los conceptos y las
ideas de cada período histórico, partiendo de las condiciones económicas de
vida y de las relaciones sociales y políticas de ese período, condicionadas a
su vez por aquéllas. Por primera vez se erigía la historia sobre su verdadera
base; el hecho palpable, pero totalmente desapercibido hasta entonces, de que
el hombre necesita en primer término comer, beber, tener un techo y vestirse, y
por tanto, trabajar, antes de poder luchar por el mando, hacer
política, religión, filosofía, etc.; este hecho palpable, pasaba a ocupar, por
fin, el lugar histórico que por derecho le correspondía.
Para la idea
socialista, esta nueva concepción de la historia tenía una importancia
culminante. Demostraba que toda la historia, hasta hoy, se ha movido en
antagonismos y luchas de clases, que ha habido siempre clases dominantes y
dominadas, explotadoras y explotadas, y que la gran mayoría de los hombres ha
estado siempre condenada a trabajar mucho y disfrutar poco. ¿Por qué?
Sencillamente, porque en todas las fases anteriores del desenvolvimiento de la
humanidad, la producción se hallaba todavía en un estado tan incipiente, que el
desarrollo histórico sólo podía discurrir de esta forma antagónica y el
progreso histórico estaba, en líneas generales, en manos de una pequeña minoría
privilegiada, mientras la gran masa se hallaba condenada a producir,
trabajando, su mísero sustento y a acrecentar cada vez más la riqueza de los
privilegiados. Pero, esta misma concepción de la historia, que explica de un
modo tan natural y racional el régimen de dominación de clase vigente hasta
nuestros días, que de otro modo sólo podía explicarse por la maldad de los
hombres, lleva también a la convicción de que con las fuerzas productivas, tan
gigantescamente acrecentadas, de los tiempos modernos, desaparece, por lo menos
en los países más adelantados, hasta el último pretexto para la división de los
hombres en dominantes y dominados, explotadores y explotados; de que la gran
burguesía dominante ha cumplido ya su misión histórica, de que ya no es capaz
de dirigir la sociedad y se ha convertido incluso en un obstáculo para el
desarrollo de la producción, como lo demuestran las crisis comerciales, y sobre
todo el último gran crac 20 y
la depresión de la industria en todos los países; de que la dirección histórica
ha pasado a manos del proletariado, una clase que, por toda su situación dentro
de la sociedad, sólo puede emanciparse acabando en absoluto con toda dominación
de clase, todo avasallamiento y toda explotación; y de que las fuerzas
productivas de la sociedad, que crecen hasta escapársele de las manos a la
burguesía, sólo están esperando a que tome posesión de ellas el proletariado
asociado, para crear un estado de cosas que permita a cada miembro de la
sociedad participar no sólo en la producción, sino también en la distribución y
en la administración de las riquezas sociales, y que, mediante la dirección
planificada de toda la producción, acreciente de tal modo las fuerzas
productivas de la sociedad y su rendimiento, que se asegure a cada cual, en
proporciones cada vez mayores, la satisfacción de todas sus necesidades
razonables.
El segundo descubrimiento importante de
Marx consiste en haber puesto definitivamente en claro la relación entre el
capital y el trabajo; en otros términos, en haber demostrado cómo se opera,
dentro de la sociedad actual, con el modo de producción capitalista, la
explotación del obrero por el capitalista. Desde que la Economía política sentó
la tesis de que el trabajo es la fuente de toda riqueza y de todo valor, era
inevitable esta pregunta: ¿cómo se concilia esto con el hecho de que el obrero
no perciba la suma total de valor creada por su trabajo, sino que tenga que
ceder una parte de ella al capitalista? Tanto los economistas burgueses como
los socialistas se esforzaban por dar a esta pregunta una contestación
científica sólida; pero en vano, hasta que por fin apareció Marx con la
solución. Esta solución es la siguiente: El
actual modo de producción capitalista tiene como premisa la existencia de dos
clases sociales: de una parte, los capitalistas, que se hallan en posesión de
los medios de producción y de sustento, y de otra parte, los proletarios, que,
excluidos de esta posesión, sólo tienen una mercancía que vender: su fuerza de
trabajo, mercancía que, por tanto, no tienen más remedio que vender, para
entrar en posesión de los medios de sustento más indispensables. Pero el
valor de una mercancía se determina por la cantidad de trabajo socialmente
necesario invertido en su producción, y también, por tanto en su reproducción;
por consiguiente, el valor de la fuerza de trabajo de un hombre medio durante
un día, un mes, un año, se determina por la cantidad de trabajo plasmada en la
cantidad de medios de vida necesarios para el sustento de esta fuerza de
trabajo durante un día, un mes o un año. Supongamos que los medios de vida para
un día exigen seis horas de trabajo para su producción o, lo que es lo mismo,
que el trabajo contenido en ellos representa una cantidad de trabajo de seis
horas; en este caso, el valor de la fuerza de trabajo durante un día se
expresará en una suma de dinero en la que se plasmen también seis horas de
trabajo. Supongamos, además, que el capitalista para quien trabaja nuestro
obrero le paga esta suma, es decir, el valor íntegro de su fuerza de trabajo.
Ahora bien; si el obrero trabaja seis horas del día para el capitalista, habrá
reembolsado a éste íntegramente su desembolso: seis horas de trabajo por seis
horas de trabajo. Claro está que de este modo no quedaría nada para el
capitalista; por eso éste concibe la cosa de un modo completamente distinto.
Yo, dice él, no he comprado la fuerza de trabajo de este obrero por seis horas,
sino por un día completo. Consiguientemente, hace que el obrero trabaje, según
las circunstancias, 8, 10, 12, 14 y más horas, de tal modo que el producto de
la séptima, de la octava y siguientes horas es el producto de un trabajo no
retribuido, que, por el momento, se embolsa el capitalista. Por donde el obrero
al servicio del capitalista no se limita a reponer el valor de su fuerza de
trabajo, que se le paga, sino que, además crea una plusvalía que,
por el momento, se apropia el capitalista y que luego se reparte con arreglo a
determinadas leyes económicas entre toda la clase capitalista. Esta plusvalía
forma el fondo básico del que emanan la renta del suelo, la ganancia, la
acumulación de capital; en una palabra, todas las riquezas consumidas o
acumuladas por las clases que no trabajan. De este modo, se comprobó que el
enriquecimiento de los actuales capitalistas consiste en la apropiación del
trabajo ajeno no retribuido, ni más ni menos que el de los esclavistas o de los
señores feudales, que explotaban el trabajo de los esclavos o de los siervos, y
que todas estas formas de explotación sólo se diferencian por el distinto modo
de apropiarse el trabajo no pagado. Y con esto, se quitaba la base de todas
esas retóricas hipócritas de las clases poseedoras de que bajo el orden social
vigente reinan el derecho y la justicia, la igualdad de derechos y deberes y la
armonía general de intereses. Y la sociedad burguesa actual se desenmascaraba,
no menos que las que la antecedieron, como un establecimiento grandioso montado
para la explotación de la inmensa mayoría del pueblo por una minoría
insignificante y cada vez más reducida.
Estos dos
importantes hechos sirven de base al socialismo moderno, al socialismo
científico. En el segundo tomo de "El Capital" se desarrollan estos y
otros descubrimientos científicos no menos importantes relativos al sistema
social capitalista, con lo cual se revolucionan también los aspectos de la
Economía política que no se habían tocado todavía en el primer tomo. Lo que hay
que desear es que Marx pueda entregarlo pronto a la imprenta.
NOTAS
1 Rheinisehe Zeitung fiir
Politik, Handel und Gewerbe («Periódico del Rin para cuestiones de política,
comercio e industria»): diario que se publicó en Colonia del I de enero de 1842
al 31 de marzo de 1843. En abril de 1842, Marx comenzó a colaborar en él, y en
octubre del mismo año pasó a ser uno de sus redactores; Engels colaboraba
también en el periódico
2 "Kölnische Zeitung" («Periódico de Colonia»): diario alemán que se publicó con ese nombre desde 1802 en Colonia; en el período de la revolución de 1848-1849 y la reacción que le sucedió reflejaba la política de traición y cobardía de la burguesía liberal prusiana; en el último tercio del siglo XIX estuvo ligado al partido nacional-liberal.
3 "Deutsch-Französische Jahrbücher" («Anales franco-alemanes»): se publicaba en París, en alemán, bajo la redacción de C. Marx y A. Ruge. No salió más que el primer fascículo (doble) en febrero de 1844. En él se publicaron las obras de Carlos Marx: "Contribución al problema hebreo" y "Contribución a la crítica de la filosofía del Derecho de Hegel. Introducción", así como las de Federico Engels: "Esbozos para la crítica de la Economía Política" y "Situación de Inglaterra. Tomás Carlyle, El pasado y el presente". Estas obras marcaban el paso definitivo de Marx y de Engels del democratismo revolucionario al materialismo y al comunismo. La causa principal del cese de la publicación del anuario residía en las divergencias en cuestiones de principio entre Marx y el radical burgués Ruge.
4 El Gobierno francés dispuso la expulsión de Marx de Francia el 16 de enero de 1845 bajo la presión del Gobierno de Prusia.
5 La "Asociación de Obreros Alemanes en Bruselas" fue fundada por Marx y Engels a fines de agosto de 1847, con el fin de educar políticamente a los obreros alemanes residentes en Bélgica. Bajo la dirección de Marx, Engels y sus compañeros, la Asociación se convirtió en un centro legal de unión de los proletarios revolucionarios alemanes en Bélgica. Los mejores elementos de la Asociación integraban la Organización de Bruselas de la Liga de los Comunistas. Las actividades de la Asociación de Obreros Alemanes en Bruselas se suspendieron poco después de la revolución de febrero de 1848 en Francia, debido a las detenciones y la expulsión de sus componentes por la policía belga.
6 "Deutsche-Brüsseler-Zeitung" («Periódico Alemán de Bruselas»): periódico fundado por los emigrados políticos alemanes en Bruselas; se publicó desde enero de 1847 hasta febrero de 1848. A partir de septiembre de 1847, Marx y Engels colaboraban permanentemente en él y ejercían una influencia directa en su orientación. Bajo la dirección de Marx y Engels, se hizo órgano de la Liga de los Comunistas.
7 Insurrección de junio: heroica insurrección de los obreros de París el 23-26 de junio de 1848, aplastada con excepcional crueldad por la burguesía francesa. Fue la primera gran guerra civil entre el proletariado y la burguesía.
8 "Kreuz-Zeitung" («Periódico de la Cruz»): nombre con que se conocía (por llevar en el título una cruz, emblema de las milicias, el landwehr) el diario alemán "Neue Preussische Zeitung" («Nuevo Periódico Prusiano»); se publicó en Berlín desde junio de 1848 hasta 1939, fue órgano de la camarilla contrarrevolucionaria de la corte y de los junkers prusianos.
9 Se trata de la insurrección armada en Dresde del 3 al 8 de mayo y de las insurrecciones en Alemania del Sur y del Oeste de mayo a julio de 1849 en defensa de la Constitución imperial aprobada por la Asamblea Nacional de Francfort el 28 de marzo de 1849, pero rechazada por varios Estados alemanes. Las insurrecciones tenían carácter aislado y espontáneo y fueron aplastadas hacia mediados de julio de 1849.
10 El 13 de junio de 1849, en París, el partido pequeñoburgués La Montaña organizó una manifestación pacífica de protesta contra el envío de tropas francesas para aplastar la revolución en Italia. La manifestación fue disuelta por las tropas. Muchos líderes de La Montaña fueron arrestados y deportados o tuvieron que emigrar de Francia.
11 "Neue Rheinische Zeitung. Politisch-ökonomische Revue" («Nuevo Periódico del Rin. Revista político-económica»): revista, órgano teórico de la Liga de los Comunistas, fundada por Marx y Engels. Se publicó desde diciembre de 1849 hasta noviembre de 1850; salieron seis números.
12 Se trata del proceso organizado en Colonia (del 4 de octubre al 12 de noviembre de 1852) con fines provocativos por el Gobierno de Prusia contra 11 miembros de la Liga de los Comunistas. Acusados de crimen de alta traición sobre la base de documentos falsos y perjurios, siete fueron condenados a reclusión en la fortaleza por plazos de 3 a 6 años.
13 "New-York Daily Tribune" («Tribuna diaria de Nueva York»): diario progresista burgués que se publicó de 1841 a 1924. Marx y Engels colaboraron en él desde agosto de 1851 hasta marzo de 1862.
14 La guerra civil de Norteamérica (1861-1865) se llevó a cabo entre los Estados industriales del Norte de los EE.UU. y los sublevados Estados esclavistas del Sur, que querían conservar la esclavitud y resolvieron en 1861 separarse de los Estados del Norte. La guerra fue resultado de la lucha de dos sistemas: el de la esclavitud y el del trabajo asalariado.
15 La guerra italiana: guerra de Francia y Piamonte contra Austria, desencadenada por Napoleón III so falso pretexto de liberación de Italia. Lo que quería Napoleón III, en realidad, era conquistar nuevos territorios y consolidar el régimen bonapartista en Francia. Sin embargo, asustado por la gran envergadura del movimiento de liberación nacional en Italia y empeñado en mantener el fraccionamiento político de ésta, Napoleón III concertó una paz separada con Austria. Francia se quedó con Saboya y Niza. Lombardía pasó a pertenecer a Cerdeña, y Venecia siguió bajo la dominación de Austria.
16 "Das Volk" («El pueblo»): semanario que se publicó en alemán en Londres desde el 7 de mayo hasta el 20 de agosto de 1859, con la más activa participación de Marx, el cual fue, en realidad, su redactor a partir de principios de julio.
17 Trátase del Palacio de las Tullerías, de París, residencia de Napoleón III durante el Segundo Imperio.
18 El 4 de septiembre de 1870 se produjo un alzamiento revolucionario de las masas populares que condujo al derrocamiento del régimen del Segundo Imperio, a la proclamación de la República y a la formación del Gobierno Provisional, en el que entraron monárquicos, además de republicanos moderados. Este Gobierno, encabezado por Trochu, gobernador militar de París, y Thiers, su auténtico inspirador, tomó el camino de la traición nacional y la componenda alevosa con el enemigo exterior.
19 El Congreso de la Asociación Internacional de los Trabajadores de La Haya se celebró del 2 al 7 de septiembre de 1872, con la asistencia de 65 delegados de 15 organizaciones nacionales. Dirigían las labores del Congreso Marx y Engels. En él se dio cima a la lucha de largos años de Marx y Engels y sus compañeros contra toda clase de sectarismo pequeñoburgués en el movimiento obrero. La actuación escisionista de los anarquistas fue condenada, y sus líderes expulsados de la Internacional. Los acuerdos del Congreso de La Haya colocaron los cimientos para la futura fundación de partidos políticos de la clase obrera con existencia propia en los distintos países.
20 Trátase de la crisis económica mundial de 1873. En Alemania, la crisis comenzó con una «grandiosa bancarrota» en mayo de 1873, preludio de la crisis que duró hasta fines de los años 70.
Karl
Marx (Engels) en ingles
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