NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG: Voy a utilizar diferentes fuentes sobre los escritos Federico Engels y Carlos
Marx, sobre la polémica que tuvieron con Karl Heinzen.
La traducción que hace google de los textos de ellos en inglés al
castellano, es mejor redactada y las notas que hacen es muy aclaratorias.
En este libro está el documento “Los comunistas y Karl Heinzen” desde la
página 641 hasta 655
Federico Engels Escritos de juventud
Bruselas, 26 de septiembre. El número de hoy de la Deutsche Brüsseler
Zeitung incluye un artículo firmado por Heinzen en el que con la excusa de
defenderse de una trivial acusación por parte de los editores, se embarca en
una larga polémica contra los comunistas.
Los editores han aconsejado a ambas partes que renuncien a la polémica.
En tal caso ellos se limitarían a reproducir sólo aquella parte del artículo de
Heinzen en la que se defiende de la acusación de haber atacado él primero a los
comunistas. Pero aunque "Heinzen no tenga ningún periódico a su
disposición", no hay razón para ofrecerle uno para que publique unos
ataques que los propios editores del periódico consideran estúpidos.
Dicho sea de paso, no se podría
haber prestado mejor servicio a los comunistas que publicando este artículo.
Nunca antes ningún partido había criticado a los comunistas de manera tan
estúpida y obtusa como lo hace Heinzen. Este artículo es la reivindicación más
brillante de los comunistas, y demuestra que si estos aún no han atacado a
Heinzen, no deberían tardar en hacerlo.
En principio el Sr. Heinzen se presenta como un representante de todos
radicales alemanes no comunistas; su intención es debatir con los comunistas
como hace un partido contra otro. Tiene “derecho a reclamar", según
proclama con la tanta seguridad, qué "se puede esperar de los
comunistas", qué "se les puede pedir", cuál es "el deber de
los verdaderos comunistas". Sus diferencias con los comunistas son las
mismas que las que mantienen "los republicanos y demócratas alemanes
", y cuando dice "nosotros" habla en nombre de estos
republicanos.
¿Quién es el Sr. Heinzen y a quién representa, pues?
El Sr. Heinzen es un antiguo liberal, un funcionario de baja categoría
que en 1844 aún se entusiasmaba con el legítimo progreso y la precaria Constitución
alemana y no iba más allá de susurrar en privado que quizá sería deseable y
posible una república, por supuesto en un futuro lejano. El Sr. Heinzen sin
embargo se equivocó sobre las posibilidades para la oposición legal en Prusia.
El mal libro que escribió sobre la burocracia [Die Preussische Bureaukratie]
(incluso Jacob Venedey lo hizo bastante mejor hace años [Preussen und
Preussenthum]) le obligó a huir del país. Entonces cayó en la cuenta. Declaró
que la oposición legal era algo imposible, se hizo revolucionario y,
naturalmente, también republicano. En Suiza trabó amistad con el savant sérieux1
Ruge, quien le enseño la poca filosofía que sabe, que consiste en un
batiburrillo de ateísmo y humanismo feuerbachiano, reminiscencias de Hegel y
alguna frase retórica de Stirner. Con semejante bagaje, el Sr. Heinzen pensó
que ya estaba preparado e inauguró su propaganda revolucionaria, inclinándose
hacia Ruge por la derecha y hacia Freiligrath por la izquierda.
1 Gran sabio o gran erudito.
Ciertamente, no criticamos a Heinzen por haber pasado del liberalismo a
este radicalismo sediento de sangre. Lo que afirmamos es que esto se debió a
meras circunstancias personales. Mientras el Sr. Heinzen podía oponerse
legalmente, atacaba a quienes admitían que la revolución era necesaria. Y
cuando le fue ya imposible seguir resistiendo legalmente, declaró que la
oposición legal era imposible, sin tener en cuenta que en realidad este tipo de
oposición es perfectamente posible para la burguesía alemana, la cual nunca ha
dejado de hacer una enérgica oposición legal.
En cuanto se cerró el camino de vuelta para él, empezó a declarar que era
necesaria una revolución inmediata. En lugar de estudiar la situación de
Alemania, haciéndose una idea general de ella y deduciendo a partir de ahí qué
progreso, qué desarrollo y qué pasos son necesarios y posibles; en lugar de
adquirir una clara visión de la compleja situación de cada clase en Alemania en
relación con las demás y con gobierno y deducir qué política hay que seguir; en
resumen, en lugar de adaptarse al desarrollo de Alemania, el Sr. Heinzen exige
bruscamente que el desarrollo de Alemania es el que tiene que adaptarse a él.
El Sr. Heinzen fue un violento adversario de la filosofía cuando ésta aún
era progresista. En cuanto se hizo reaccionaria, en cuanto se convirtió en un
refugio para los vacilantes y enclenques escritorzuelos, el Sr. Heinzen se hizo
a sí mismo el flaco favor de unirse a ella. Y lo que es peor, el destino quiso
que el Sr. Ruge, que en toda su vida no ha sido más que un mero prosélito,
hallara a su único prosélito en el Sr. Heinzen. El Sr. Heinzen es el único
consuelo del Sr. Ruge, pues es la única persona que ha logrado penetrar en sus
construcciones verbales.
¿Cuáles son entonces las verdaderas intenciones del Sr. Heinzen? Que se
establezca inmediatamente una República alemana, combinando la tradición
norteamericana y la de 1793 con un puñado de medidas que toma prestadas de los
comunistas, todo muy negro, rojo y dorado. Debido a su letargo industrial,
Alemania ocupa una posición tan precaria en Europa que nunca será capaz de
tomar la iniciativa, nunca será la primera en proclamar una gran revolución, ni
establecerá una República por su cuenta al margen de Francia e Inglaterra.
Pensar que puede surgir una República alemana al margen del desarrollo de los
países civilizados, pensar que la revolución alemana puede salir adelante por
sí misma, como hace el Sr. Heinzen, es desdeñar completamente el verdadero
desarrollo de las clases en Alemania, y toda república o revolución de este
tipo no es más que una ensoñación tricolor. Y para convertir a esta gloriosa
República alemana en algo aún más glorioso, el Sr. Heinzen la adorna con ese
humanismo feuerbachiano y rugeano y proclama que este reino "del hombre"
está casi al alcance de la mano. ¿Y los alemanes supuestamente deben sacar algo
en claro de todas estas disparatadas ensoñaciones?
¿Y cómo conduce el gran "agitador" Sr. Heinzen su propaganda?
Declara a los príncipes culpables de toda pobreza y sufrimiento. Esta
afirmación no sólo es ridícula, sino tremendamente dañina. El Sr. Heinzen no
podía halagar más a estos príncipes alemanes, marionetas impotentes y cortas de
miras, que atribuyéndoles esta fantástica, sobrenatural y demoniaca
omnipotencia. Cuando el Sr. Heinzen afirma que los príncipes son capaces de
hacer tanto daño, está afirmando al mismo tiempo que también serían capaces de
actuar correctamente. Esto no nos lleva a la necesidad de la revolución, sino a
los piadosos deseos de un príncipe virtuoso, del buen Emperador José. En
cualquier caso, el pueblo sabe mucho mejor que el Sr. Heinzen quiénes son sus
opresores. El Sr. Heinzen nunca logrará que el siervo odie tanto a los
príncipes como a su señor feudal o como odia el trabajador a su patrón. Pero,
por supuesto, el Sr. Heinzen favorece los intereses de los propietarios y
capitalistas al culpar de la explotación del pueblo no ya a estas clases, sino
a los príncipes; ¡y la explotación de los terratenientes y capitalistas,
después de todo, es la responsable del noventa y cinco por ciento de la miseria
en Alemania!
El Sr. Heinzen apela a una insurrección inmediata. Ha impreso panfletos a
este efecto [Teutsche Revolution] y ha intentado distribuirlos en Alemania.
Podríamos preguntarnos si arremeter ciegamente con esta propaganda sin sentido
no es altamente perjudicial para los intereses de la democracia alemana.
Podríamos preguntarnos si la experiencia no ha demostrado ya lo inútil que es
esto. Si, en una época mucho más agitada, en los años treinta, acaso no se
distribuyeron cientos de miles de estos panfletos, folletos, etc., en Alemania
y si es que acaso uno sólo de ellos tuvo algún tipo de éxito. Podríamos
preguntarnos si alguien en sus cabales puede imaginarse que el pueblo va a
prestar atención a este tipo de sermones y exhortaciones políticas. Podríamos
preguntarnos si el Sr. Heinzen, en sus panfletos, alguna vez ha hecho algo más
que sermonear y exhortar. Podríamos preguntarnos si no es realmente ridículo
hacer sonar las trompetas de la revolución a los cuatro vientos de esta manera,
sin ningún sentido ni entendimiento, sin conocimiento ni consideración de las
circunstancias.
¿Cuáles son las tareas de la prensa de un partido? Debatir, lo primero y
lo más importante, explicar, exponer y defender las reivindicaciones del
partido, así como combatir y refutar las reivindicaciones y las afirmaciones
del partido enemigo. ¿Cuál es la tarea de la prensa democrática alemana?
Demostrar la necesidad de la democracia dada la incapacidad de actual gobierno,
que representa principalmente a la nobleza, dada la ineficiencia del sistema
constitucional que pretende poner a la burguesía al mando, y dado que al pueblo
le es imposible salir adelante por sí mismo mientras no tenga el poder
político. Su tarea es desvelar la
opresión que sufren los proletarios, los pequeños campesinos y la pequeña
burguesía urbana, que son los que en Alemania constituyen el "pueblo",
por parte de la burocracia, la nobleza y la burguesía; explicar cómo surge esa
opresión, que no sólo es política sino sobre todo social, y con qué medidas se
puede suprimir; su tarea es mostrar que la conquista del poder por los
proletarios, los pequeños campesinos y la pequeña burguesía urbana es el primer
requisito para que puedan aplicarse estas medidas. Su tarea es examinar
profundamente qué alcance tendría una rápida realización de la democracia, de
qué recursos dispone el partido y con qué otros partidos podría aliarse
mientras siga siendo demasiado débil como para actuar solo. Bien, ¿acaso el Sr.
Heinzen se ha dedicado alguna vez a todo esto?
No. No se ha metido en esos berenjenales. No ha demostrado nada al pueblo,
en otras palabras al proletariado, a los pequeños campesinos y a la pequeña
burguesía urbana. Nunca ha examinado la posición de las clases y los partidos.
Lo único que ha hecho ha sido tocar variaciones sobre un mismo tema: ¡A por
ellos!, ¡a por ellos!, ¡a por ellos!
¿Y a quienes dirige el Sr. Heinzen su sermón revolucionario? Ante todo a
los pequeños campesinos, la clase que hoy en día se muestra más incapaz que
ninguna otra para tomar la iniciativa revolucionaria. Durante los últimos 600
años todos los movimientos progresistas han surgido exclusivamente en las
ciudades, hasta tal punto que los movimientos democráticos independientes de la
población rural (Wat Tyler, Jack Cade, las jaquerías, la Guerra de los
Campesinos), primero, siempre fueron manifestaciones reaccionarias, y segundo,
siempre terminaron siendo derrotados. El
proletariado industrial de las ciudades se ha convertido en la vanguardia de
toda la moderna democracia; la pequeña burguesía urbana depende completamente
de su iniciativa, y los campesinos aún más. La Revolución Francesa de 1789
y la historia reciente de Inglaterra, Francia y los Estados orientales de
Norteamérica lo demuestran. ¿Y el Sr. Heinzen confía en que los campesinos
luchen ahora, en el siglo XIX?
Pero el Sr. Heinzen también promete reformas sociales. Por supuesto, la
indiferencia del pueblo a sus llamamientos le ha ido obligando a ello. ¿Y qué
tipo de reformas son estas? Las mismas que proponen los propios comunistas como
preparación de la supresión de la propiedad privada. El único punto del Sr.
Heinzen que merece ser tenido en cuenta se lo ha cogido prestado a los
comunistas, esos comunistas a los que ataca con tanta violencia, pero incluso
estas propuestas pierden el sentido en sus manos y se convierten en meras
ensoñaciones. Todas las medidas encaminadas a restringir la competencia y la
acumulación de capital en manos privadas, toda restricción o supresión del
derecho de herencia, toda organización del trabajo por parte del Estado, etc.,
todas estas medidas no son sólo posibles medidas revolucionarias, sino que de
hecho son medidas necesarias. Son
posibles en la medida en que todo el proletariado insurgente las defiende e
impone con la fuerza de las armas. Son posibles, a pesar de todas las
dificultades e inconvenientes que alegan los economistas, porque todas estas
dificultades e inconvenientes impelerán al proletariado a dar un paso tras otro
hasta que la propiedad privada haya sido completamente abolida, para no perder
de nuevo lo ya conquistado. Son posibles como pasos preparatorios, fases
temporales y de transición hacia la abolición de la propiedad privada, y no van
encaminadas a otra cosa
Sin embargo el Sr. Heinzen pretende que estas medidas tengan un carácter
permanente, que sean medidas finales. No son la preparación de nada, sino que
son definitivas. Para él no son un medio, sino un fin. No están diseñadas para
una situación revolucionaria, sino para una situación pacífica, burguesa. Todo
esto las convierte en medidas imposibles y reaccionarias al mismo tiempo. Los
economistas burgueses tienen razón cuando presentan estas medidas del Sr.
Heinzen como reaccionarias, comparadas con la libre competencia. La libre
concurrencia es la última, la forma más avanzada y desarrollada de la propiedad
privada. Por tanto, toda medida que partiendo de la base de la propiedad
privada vaya dirigida sin embargo contra la libre competencia, es reaccionaria,
pues tiende a restaurar fases anteriores del desarrollo de la propiedad, y por
eso finalmente terminará sucumbiendo de nuevo ante la competencia, provocando
el retorno a la actual situación. Estas objeciones que hace la burguesía, que
pierden todo valor desde el momento en que consideramos las medidas antes
mencionadas como puras mesures de salut public, como medidas revolucionarias
transitorias, estas objeciones, son devastadoras en lo que respecta a la república campesino-socialista tricolor
del Sr. Heinzen.
El Sr. Heinzen, por supuesto, se imagina que las relaciones de propiedad,
la ley de sucesión, etc., pueden ser y serán modificadas y retocadas. El Sr.
Heinzen –uno de los hombres más ignorantes de este siglo–, desde luego, quizá
ignore que las relaciones de propiedad de una determinada época son
necesariamente el resultado del modo de producción e intercambio de dicha
época. El Sr. Heinzen quizá ignore que no se pueden transformar los latifundios
en minifundios sin transformar toda la estructura agrícola, y que, por otra
parte, los latifundios volverían a aparecer por sí mismos. El Sr. Heinzen quizá
ignore la estrecha relación que existe entre la gran industria actual, la
concentración de capital y el surgimiento del proletariado. El Sr. Heinzen
quizá ignore que un país industrialmente tan dependiente y subordinado como
Alemania nunca podrá transformar por su propia cuenta sus relaciones de
propiedad de otro modo que no sea siguiendo los intereses de la burguesía y la
libre competencia.
Resumiendo: Con los comunistas estas medidas son apropiadas y tienen
sentido porque no se conciben como medidas arbitrarias sino como consecuencias
necesarias que en sí mismas son fruto del desarrollo de la industria, la
agricultura, el mercado y las comunicaciones, del desarrollo de la lucha de
clases entre la burguesía y el proletariado, que depende de aquel otro; no las
consideran medidas definitivas, sino transitorias, mesures de salut public que
surgen de la lucha transitoria entre las propias clases.
Con el Sr. Heinzen, no son apropiadas ni tienen sentido, pues él las
concibe arbitrariamente, como visiones obtusamente burguesas para enderezar el
mundo; porque no hace mención alguna a la conexión entre estas medidas y el
desarrollo histórico; porque al Sr. Heinzen no le preocupa en absoluto la
viabilidad material de sus propuestas; pues su objetivo no es formular las
necesidades industriales, sino por el contrario anularlas por decreto.
El propio Sr. Heinzen, que sólo es capaz de adoptar las reivindicaciones
de los comunistas después de confundirlas terriblemente y transformarlas en
puras fantasías, ¡critica luego a los comunistas por "confundir las mentes
de los analfabetos", por "andar persiguiendo fantasías" y por
"no tener los pies en el suelo (!) de la realida “!
Esa es la actividad del Sr. Heinzen como agitador, y estamos seguros de
que lo único que hace es dañar y descreditar a todo el partido radical alemán.
Un escritor de partido requiere unas cualidades bastantes distintas a las del
Sr. Heinzen, quien como ya hemos dicho es uno de los hombres más ignorantes de
nuestro siglo. El Sr. Heinzen puede tener las mejores intenciones del mundo,
puede ser el hombre con convicciones más firmes de toda Europa. También sabemos
que personalmente es un hombre honrado, valiente y resistente. Pero eso no le
convierte en un escritor de partido. Para ello se requiere algo más que
convicciones, buenas intenciones y una voz estentórea, se quiere un poco más de
inteligencia, un poco más de lucidez, un mejor estilo y más conocimientos de los
que tiene el Sr. Heinzen y de los que es capaz de adquirir, como la larga
experiencia ha demostrado
Sin embargo, los vuelos del Sr. Heinzen le han llevado a convertirse en
propagandista. Se vio obligado a tratar de formar su propio partido entre los
radicales. Esto le colocó en una singular situación, en la que sus infructuosos
esfuerzos por estar a la altura de las circunstancias lo único que hacían era
ponerle en ridículo. Y terminará logrando que los radicales alemanes parezcan
igual de ridículos si éstos le siguen dejando que les represente, si le siguen
dejando hacer el ridículo en su nombre.
Pero el Sr. Heinzen no representa a los radicales alemanes. Ellos tienen
otros representantes, como Jacoby y demás. El Sr. Heinzen no representa a nadie
y nadie le reconoce como su representante, excepto quizá algunos burgueses
alemanes que le mandan dinero para que prosiga su agitación. Pero quizá nos
equivoquemos: hay una clase que sí le reconoce como representante, le adora y
pierde la cabeza por él, que arma más escándalo que todas las mesas de
borrachos de las tabernas (parafraseando al Sr. Heinzen, que dice que los
comunistas "arman más escándalo que toda la literatura de la
oposición"). Esta clase es la numerosa, ilustrada, noble e influyente clase
de los commis-voyageurs 2 .
¿Y este es el mismo Sr. Heinzen que pide a los comunistas que le
reconozcan como representante de la burguesía radical y debatan con él en
calidad de tal?
De momento, estas ya son razones suficientes y que justifican la polémica
que desarrollan los comunistas contra el Sr. Heinzen. En la segunda parte
analizaremos las críticas del Sr. Heinzen a los comunistas en el nº 77 del
periódico.
2 Viajantes
de comercio.
Si no estuviéramos completamente convencidos de que el Sr. Heinzen es absolutamente
incompetente como propagandista de partido, le recomendaríamos que estudiase
detenidamente la Miseria
de la filosofía de Marx. Pero tal y como están las cosas, y
después de que nos haya recomendado la lectura de la Neue Politik de Fröbel, no
podemos más que aconsejarle que guarde silencio absoluto y espere
tranquilamente hasta "que empiece la lucha". Estamos convencidos de
que el Sr. Heinzen nos demostrará que es tan bueno comandando batallones como
malo es escribiendo.
Para que el Sr. Heinzen no pueda quejarse de que sufre ataques anónimos,
firmamos este artículo.
F. Engels.
***
Como ya dijimos en el primer artículo, los comunistas no atacan a Heinzen
por no ser comunista, sino porque es un mal propagandista del partido
demócrata. No lo atacan como comunistas, sino como demócratas. Los comunistas
han iniciado esta polémica contra él por pura casualidad; aunque no hubiera
comunistas en el mundo, los demócratas tendrían que posicionarse contra
Heinzen. De lo que se trata es de saber si: 1) si el Sr. Heinzen es un
propagandista y agitador capaz de servir a la democracia alemana, lo cual
negamos; 2) si la manera que tiene el Sr. Heinzen de agitar es correcta o
simplemente tolerable, lo que también negamos. Por tanto no se trata ni de
comunismo ni de democracia, sino del Sr. Heinzen y sus excentricidades.
En las actuales circunstancias, lejos de emprender fútiles disputas con
los demócratas, los comunistas se posicionan como demócratas a la hora de
abordar todas las cuestiones prácticas del partido, de momento. En todos los países civilizados, la
consecuencia necesaria de la democracia es el dominio político del
proletariado, y este poder proletario es la primera condición para implantar
cualquier medida comunista. Hasta que se logre la democracia, los
comunistas y los demócratas luchan juntos, mientras sus intereses coinciden.
Hasta entonces, las diferencias entre ambos partidos son puramente teóricas y
pueden debatirse a nivel teórico sin que ello suponga perjudicar su acción
común. De hecho, podrán ponerse de acuerdo en muchas medidas que se tendrán que
llevar a cabo en interés de las clases anteriormente oprimidas, cuando se logre
la democracia, como por ejemplo la gestión de la gran industria y los
ferrocarriles por el Estado, la educación de todos los niños a expensas del
Estado, etc.
Vamos ahora con el Sr. Heinzen.
El Sr. Heinzen declara que han sido los comunistas quienes han comenzado
la polémica contra él, y no al revés. Aunque este es el típico argumento del
policía, se lo aceptamos. Califica su conflicto con los comunistas como
"una absurda ruptura entre los radicales alemanes provocada por los
comunistas". Dice que él ha tratado de evitar esta ruptura, que se viene
preparando desde hace tres años, en la medida en que las circunstancias y su
capacidad se lo permitían. Estos esfuerzos estériles, según él, vinieron
seguidos de los ataques de los comunistas.
El Sr. Heinzen, como todos saben perfectamente, hace tres años no se
contaba entre los radicales. En aquella época el Sr. Heinzen era un progresista
liberal legalista. Por tanto, romper con él no significaba romper con los
radicales.
El Sr. Heinzen conoció a algunos comunistas aquí, en Bruselas, a
comienzos de 1845. Estos no le atacaron por su ostensible radicalismo político,
sino al contrario, les costó mucho trabajo convertir al entonces liberal Sr.
Heinzen al radicalismo. Pero fue en vano. El Sr. Heinzen únicamente se hizo
demócrata en Suiza.
¡"Más tarde me fui convenciendo (!) poco a poco de que era necesario
luchar enérgicamente contra los comunistas". En otras palabras, ¡era
necesario dividir absurdamente a los radicales! ¡Que nos digan los demócratas alemanes
si alguien que se contradice de manera tan absurda puede ser buen propagandista
de partido!
¿Pero quiénes son los comunistas que, según Heinzen, le han atacado? Las
anteriores insinuaciones y particularmente los siguientes reproches contra los
comunistas demuestran claramente quiénes eran. Los comunistas, según podemos
leer:
"[…] armaban más escándalo que toda la literatura de la oposición
junta, confundiendo las cabezas de los analfabetos, denunciando incluso a los
hombres más radicales de la manera más desinhibida, [...] intentaron paralizar
la lucha política en la medida de lo posible, [...] de hecho, llegaron incluso
a aliarse [...] con la reacción. Es más, en la práctica su doctrina a menudo
les llevaba a vulgares y falsas intrigas [...]."
Más allá de la confusión y la vaguedad de estas críticas, se distingue
una figura fácilmente reconocible: el escritorzuelo Karl Grün. Hace tres años
el Sr. Grün trató personalmente con el Sr. Heinzen, por lo que fue el Sr. Grün
quien atacó al Sr. Heinzen en la Triersche Zeitung, quien gritaba más alto que
toda la literatura de la oposición, quien se esforzaba por paralizar la lucha
política todo lo posible, etc
¿Pero desde cuándo el Sr. Grün representa a los comunistas? Si bien hace
tres años frecuentaba los círculos comunistas, nunca se ha considerado uno de
ellos, nunca se ha declarado abiertamente comunista, y hace más de un año
incluso empezó a vituperar a los comunistas.
Es más, en aquel momento, para beneficio del Sr. Heinzen, Marx ya
repudiaba al Sr. Grün, y mostró públicamente su verdadero rostro en cuanto tuvo
oportunidad.
En lo que respecta a esta última "vulgar y falsa" insinuación
del Sr. Heinzen sobre de los comunistas, lo que hay detrás no es más que un
incidente entre el Sr. Grün y el Sr. Heinzen, y nada más. Este incidente
concierne a los dos caballeros en cuestión y no a los comunistas. Ni siquiera
estamos lo suficientemente al tanto del asunto como para poder emitir un juicio
sobre el tema. Pero supongamos que es el Sr. Heinzen el que tiene razón. Si
después de que Marx y otros comunistas hayan repudiado a este adversario, si
después de haberse demostrado más allá de toda duda que no se trata de un
comunista, el señor Heinzen sigue presentando el incidente como una
consecuencia necesaria de la doctrina comunista, la causa sólo puede ser su
monstruosa perfidia.
Y es más, si en sus anteriores reproches el Sr. Heinzen tenía en mente a
otras personas además del Sr. Grün, sólo puede tratarse de esos verdaderos
socialistas cuyas ciertamente reaccionarias teorías ya han sido repudiadas
desde hace mucho tiempo por los comunistas. Todos los miembros de este
movimiento, hoy completamente disuelto, capaces de aprender algo se han
acercado a los comunistas y ahora atacan el verdadero socialismo allí donde
éste todavía se manifiesta. El Sr. Heinzen, pues, habla de nuevo con su crasa
ignorancia habitual, dedicándose una vez más a desenterrar estas visiones
caducas para endosárselas a los comunistas. Aunque en este caso el Sr. Heinzen
culpa a los verdaderos socialistas, a quienes confunde con los comunistas, en
realidad se dedica a hacer la misma crítica sin sentido de los comunistas que
hacían dichos verdaderos socialistas. De este modo ni siquiera tiene derecho a
atacar a los verdaderos socialistas, pues él mismo es uno de ellos. Y mientras
los comunistas escribían vivos ataques contra estos socialistas, el Sr. Heinzen
permanecía sentado en Zúrich, siendo iniciado por el señor Ruge en esos
fragmentos de verdadero socialismo que más tarde hallarían buen nicho en su
confundida cabeza. ¡El Sr. Ruge había encontrado un discípulo digno de su
maestro!
¿Y qué hay de los verdaderos comunistas, entonces? El Sr. Heinzen
menciona honrosas excepciones y hombres de talento, quienes piensa que acabarán
rechazando la solidaridad comunista (!). Los comunistas ya han rechazado la
solidaridad de los escritos y acciones de los verdaderos socialistas. De todos
los reproches anteriores, ni uno solo se puede aplicar a los comunistas,
excepto quizá la conclusión de todo el pasaje, que dice lo siguiente:
"Los comunistas [...] con esa arrogancia que les da su supuesta
superioridad, se ríen con desprecio de todo aquello que es indispensable para
formar la base de una asociación de gente honrada."
El Sr. Heinzen parece que alude aquí el hecho de que los comunistas se
han reído de su severa conducta moral y se han mofado de todas esas ideas
sagradas y sublimes, la virtud, la justicia, la moralidad, etc., ideas que el
Sr. Heinzen cree que constituyen la base de toda la sociedad. Aceptamos este
reproche. La indignación moral del honrado señor Heinzen no evitará que los
comunistas se burlen de estas verdades eternas. Los comunistas, por otra parte,
sostienen que estas verdades eternas no son en absoluto una base, sino por el
contrario un producto de la sociedad en la cual se presentan.
Si, por casualidad, el Sr. Heinzen ha querido decir que los comunistas no
se solidarizarán con aquellas personas con las que él piensa asociarse, ¿cuál
es el sentido de todos estos reproches absurdos y falsas insinuaciones? Si el
señor Heinzen sólo conoce de oídas a los comunistas, como parece ser el caso,
si apenas sabe quiénes son, hasta el punto de que llega a exigir que se
muestren más a las claras y, por así decirlo, que sean ellos quienes se
presenten ante él, ¿a qué viene todo ese descaro que muestra al polemizar con
ellos?
"La elección de aquellos [...] que [...] representan en realidad al
comunismo o lo defienden en su forma pura, [...] probablemente excluiría
completamente a la gran mayoría de los que se basan en el comunismo y son
utilizados por él, y no sería sólo la gente de la Triersche Zeitung la que
protestaría contra la exigencia de semejante reivindicación."
Y unas líneas más abajo:
"Quienes realmente son comunistas deberían tener hoy la coherencia y
la honradez" (¡así habla un filisteo respetable!) "de dar un paso
adelante, mostrar abiertamente su doctrina y separarse de aquellos que no son
comunistas [...]. Tienen la obligación moral", (típica expresión de filisteo),
"de no seguir amparando sin ningún tipo de escrúpulos (!) esa confusión
que se ha creado en la cabeza de millares de personas que sufren y carecen de
educación, pues dadas las condiciones reales es imposible (!) poner en práctica
esta doctrina (!), aunque esta quimera se anuncie falsamente como posible. Es
el deber" (el filisteo asoma de nuevo) "de los verdaderos comunistas
o bien aclarar completamente esto a todos sus adherentes no ilustrados y
conducirlos a una meta definida, o bien apartarse de ellos y no utilizarlos."
Si el Sr. Ruge es responsable de estas tres últimas citas, debe estar
orgulloso. Estas reivindicaciones de filisteo casan perfectamente con ese
desorden mental al que sólo le preocupa el contenido y no la forma, y por ello
termina diciendo exactamente lo contrario de lo que pretendía decir. El Sr.
Heinzen exige que los verdaderos comunistas se aparten de aquellos que sólo lo
parecen. Deben acabar con la confusión (esto es a lo que se refiere) que surge
de la mezcla de estas dos tendencias diferentes. Pero tan pronto como las
palabras “comunismo” y “confusión” se juntan en su cabeza, surge allí también
la confusión. El Sr. Heinzen pierde el hilo, la constante reiteración de esa
fórmula que dice que los comunistas en general se dedican a confundir las
mentes de los ignorantes, le hace tropezar y olvidarse de los verdaderos
comunistas y los falsos comunistas, patina con torpeza ridícula con toda una
serie de sueños imposibles que se anuncian falsamente como posibles, y
finalmente cae de bruces en el duro suelo de las condiciones reales, donde
recupera su facultad de reflexión. Ahora se acuerda de que lo que él quería
decir era una cosa distinta, que no se trataba de saber si es posible o no.
Vuelve a su tema, pero está tan aturdido que ni siquiera tacha la frase
magnífica en la que ejecuta este salto mortal que acabamos de describir.
Y hay más cosas por el estilo. En lo que se refiere a la cuestión en sí,
reiteramos que, como honrado alemán que es, las exigencias del Sr. Heinzen
llegan demasiado tarde, pues los comunistas repudiaron a los verdaderos
socialistas hace mucho tiempo. Pero aquí podemos ver de nuevo que las
insinuaciones maliciosas no son para nada incompatibles con su carácter de
respetable filisteo. Para el Sr. Heinzen está claro que los escritores
comunistas sólo están utilizando a los trabajadores comunistas. Afirma,
prácticamente en estas palabras, que si estos escritores mostraran sus
intenciones abiertamente, la gran mayoría de los que están siendo utilizados
por el comunismo les abandonarían completamente. Considera a los escritores
comunistas como profetas, sacerdotes o predicadores que poseen una sabiduría
secreta que está vedada a los ignorantes, para así mantenerlos con andadores.
Todas estas exigencias de respetable filisteo, eso de que hay que aclarar a los
ignorantes y de que estas personas no deben ser utilizadas, obviamente parten
de la suposición de que los representantes literarios del comunismo están
interesados en mantener a los trabajadores en la oscuridad, como si simplemente
estuvieran utilizándolos como hacían los
Illuminati con el pueblo llano en el siglo pasado. Esta idea insípida impele al Sr.
Heinzen a proseguir con esa charla inoportuna sobre la confusión en las mentes
de los ignorantes y, como castigo por no saber expresarse con claridad, le
obliga a dar esas piruetas estilísticas.
Nos limitaremos a tomar nota de estas insinuaciones, no nos pondremos a
discutirlas. Dejemos que los obreros comunistas las valoren por sí mismos.
Por fin, después de todos estos preliminares, desvíos, apelaciones,
insinuaciones y volteretas del Sr. Heinzen, llegamos a sus ataques teóricos y
sus reflexiones sobre los comunistas.
El Sr. Heinzen
"considera que el núcleo de la
doctrina comunista es simplemente [...] la abolición de la propiedad privada
(incluida la que se ha logrado a través del trabajo) y el principio del empleo
común de las riquezas de la tierra, como inevitable consecuencia de aquella
abolición."
El Sr. Heinzen se imagina que el comunismo es una doctrina que procede de
un principio teórico central y saca conclusiones a partir de aquí. El Sr.
Heinzen está muy equivocado. El comunismo
no es una doctrina, sino un movimiento; no procede de principios, sino de
hechos. Los comunistas no parten de tal o cual filosofía, sino de todo el curso
de la historia anterior y particularmente de los resultados reales a los que se
ha llegado actualmente en los países civilizados. El comunismo procede de la gran industria y sus consecuencias,
del establecimiento del mercado mundial, de su correspondiente competencia
desatada, de las crisis comerciales cada vez más violentas y universales, que
se han convertido ya en crisis en toda regla del mercado mundial, de la
creación del proletariado y de la concentración del capital, de la lucha de
clases resultante entre proletariado y burguesía. El comunismo, como
teoría, es la expresión teórica de la posición del proletariado en esta lucha y
la síntesis teórica de las condiciones para la liberación del proletariado.
Ahora el Sr. Heinzen, sin duda, se dará cuenta de que valorar el
comunismo consiste en algo más que simplemente considerar la abolición de la
propiedad privada como su eje; de que más le valdría estudiar un poco de
economía política que ponerse a cotorrear salvajemente sobre la abolición de la
propiedad privada; de que nunca sabrá nada acerca de las consecuencias de la
abolición de la propiedad privada si no conoce también sus condiciones
necesarias.
Sin embargo, en este terreno, el señor Heinzen se mueve con tal grosera
ignorancia que llega incluso a decir que "el empleo común de las riquezas
de la tierra" (qué expresión más fina) es consecuencia de la abolición de
la propiedad privada. Precisamente es todo lo contrario. A consecuencia de la
gran industria, el desarrollo de la maquinaria, de las comunicaciones y del
comercio mundial está adquiriendo proporciones tan gigantescas que su
explotación por los capitalistas individuales cada día se vuelve más difícil; y
las crisis crecientes del mercado mundial son la prueba más palpable de todo
esto; las fuerzas productivas y medios de intercambio que caracterizan al
actual modo de producción e intercambio se desarrollan constantemente, hasta
llegar a un punto en que se hacen incompatibles con el intercambio individual y
la propiedad privada; porque, en fin, se acerca el momento en el que la gestión
común de la industria, de la agricultura y del intercambio se convertirá en una
necesidad material para la industria, la agricultura y el intercambio mismos –y
por esta razón la propiedad privada será abolida–.
Así que cuando el señor Heinzen separa violentamente la abolición de la
propiedad privada, que por supuesto es la condición para la liberación del
proletariado, de las condiciones que ello implica, cuando deja esto
absolutamente al margen de toda relación con el mundo real y lo considera
simplemente como una fantástica torre de marfil, se convierte en un puro cliché
del que sólo se pueden decir perogrulladas sin sentido. Lo cual hace de la
siguiente manera:
"Con la mencionada abolición de toda la propiedad privada [...], el
comunismo también suprime necesariamente la existencia individual [El Sr.
Heinzen nos reprocha así que queramos convertir a las personas en gemelos
siameses]. La consecuencia de esto es una vez más [...] la incorporación de
todo individuo quizá [¡!] a unos cuarteles comunes y organizados [...] para la
economía [El lector notará que esto es una clara consecuencia de las propias
declaraciones absurdas del Sr. Heinzen acerca de la existencia individual]. De
esta forma el comunismo destruye, [...] la individualidad, [...] la
independencia, [...] la libertad [Las mismas tonterías de siempre, pronunciadas
ya por los verdaderos socialistas y la burguesía. ¡Como si hubiera alguna
individualidad que destruir en las personas a las que la división del trabajo
ha convertido hoy en día, en contra de su voluntad, en zapateros, obreros,
burgueses, abogados, campesinos, es decir, en esclavos de una forma particular
de trabajo y de las costumbres, de la forma de vida, los prejuicios y la
cortedad de miras, etc., que se corresponden con dicho trabajo!]. Sacrifica al
individuo, como atributo necesario o base [este "o" es maravilloso]
de la propiedad privada adquirida, al ‘fantasma de la comunidad o de la
sociedad’ [¿estamos ante Stirner?], cuando la comunidad no puede ni debe [¡¡no
debe!!] ser un objetivo, sino sólo un medio para los individuos."
El Sr. Heinzen concede especial importancia a la propiedad privada
adquirida y, al hacerlo, demuestra una vez más que no está en absoluto
familiarizado con el tema del que habla. La justicia de filisteo del Sr.
Heinzen, que permite que los hombres disfruten de lo que han adquirido, por
desgracia se ve frustrada por la gran industria. Mientras la gran industria no
esté tan avanzada como para liberarse totalmente de los grilletes de la
propiedad privada, no permitirá otra forma de distribución de sus productos que
la que se existe actualmente, el capitalista se guardará su ganancia en el
bolsillo y el trabajador ira aprendiendo en la práctica poco a poco lo que es
el salario mínimo. El Sr. Proudhon intentó desarrollar un sistema para
disfrutar de la propiedad adquirida, ligado a las condiciones existentes, y
como todos sabemos fracasó estrepitosamente. El Sr. Heinzen, es cierto, nunca
se arriesgará a emprender un experimento similar, ya que para hacerlo tendría
que estudiar, y él no se dedica a eso. Pero esperemos que el ejemplo del Sr.
Proudhon al menos le enseñe a no exponer tanto su propiedad adquirida a la
opinión pública.
El señor Heinzen critica a los comunistas por perseguir fantasías y por
no tener los pies en el suelo de la realidad, ¿pero a quién es al que hay que
aplicar estas críticas en realidad?
El Sr. Heinzen continúa con toda una serie de cosas en las que no
necesitamos entrar. Nos limitamos a señalar que sus frases empeoran conforme se
va avanzando. La torpeza de su lenguaje, que nunca logra hallar la palabra
correcta, ya sería de por sí suficiente para desacreditar a cualquier partido
que lo reconociera como representante y propagandista. Sus firmes convicciones
le llevan constantemente a decir algo muy diferente a lo que pretende. Así,
cada frase contiene un doble absurdo: por un lado el absurdo que pretende
explicar, y en segundo lugar el que no quiere decir pero sin embargo termina
diciendo. Ya dimos un ejemplo de ello más arriba. Sólo nos queda señalar que el
señor Heinzen repite su vieja superstición sobre el poder de los príncipes al
afirmar que el poder que debe ser derrocado, y que no es otro que el poder del
Estado, es y siempre ha sido el progenitor y el responsable de toda injusticia,
y que su objetivo es establecer un Estado realmente basado en la justicia (!)
dentro de toda esta estructura fantástica...
¡¡¡"para llevar a cabo todas aquellas reformas sociales que han
surgido en el curso de los acontecimientos en general (!) y que sean a la vez
correctas (!) en teoría y posibles (!) en la práctica"!!!
Sus intenciones son tan buenas como malo es su estilo, y es que este es
el destino de todos los bien intencionados en este mundo infame.
“Del seductor Zeitgeist,
Nacido y hecho sansculotte,
Es mal danzante, pero aún alberga
Buenas intenciones en su salvaje seno;
[…] Carente de talento, más célebre.”
[Heine, Atta Troll]
Nuestros artículos llenarán al Sr. Heinzen de toda esa indignación de
honrado filisteo ultrajado, pero por nada en el mundo va a renunciar a su
estilo de escritura o a su vergonzosas e ineficaces formas de agitación. Cuando
llegue el entretenido día de la acción y las decisiones, nos encontraremos con
su amenaza de colgarnos en el poste más cercano.
En resumen: los comunistas deben cooperar con los radicales alemanes, y
desean hacerlo. Sin embargo, se reservan el derecho de atacar a cualquier
escritor que desacredite a todo el partido. Esta, y no otra, era nuestra
intención al atacar Heinzen.
Bruselas, 3 de octubre de 1847.
F. Engels
N.B. Acabamos de recibir un folleto escrito por un trabajador [Stephan
Born]: Der Heinzen'sche Staat, eine Kritik von Stephan, Berna, Rätzer. Si el
señor Heinzen escribiera la mitad de bien que este trabajador, podría estar
bien contento. Con este folleto el Sr. Heinzen podrá ver con claridad, entre
otras cosas, por qué los trabajadores no quieren saber nada de su república
campesina. También podemos ver que este folleto es el primero escrito por un
trabajador en el que no se adopta una actitud moral, sino que se intenta
relacionar las luchas políticas actuales con la lucha de las distintas clases
de la sociedad entre sí.
En inglés
Frederick Engels en The Deutsche-Brüsseler
Zeitung
Fuente: MECW
Volumen 6, p. 291
Escrito: el 26 de septiembre y el 3 de octubre de 1847;
Primera publicación: en Deutsche-Brüsseler-Zeitung Nos. 79 y 80, 3 y 7 de octubre de 1847;
Firmado: F. Engels.
Escrito: el 26 de septiembre y el 3 de octubre de 1847;
Primera publicación: en Deutsche-Brüsseler-Zeitung Nos. 79 y 80, 3 y 7 de octubre de 1847;
Firmado: F. Engels.
Segundo
artículo
Deutsche-Brüsseler-Zeitung No. 80, 7 de octubre de 1847
Karl Marx
en el Deutsche-Brüsseler Zeitung
Una
contribución a la historia cultural alemana
Contra Karl Heinzen
Contra Karl Heinzen
Fuente: MECW
Volumen 6, p. 312;
Escrito: a fines de octubre de 1847;
Primera publicación: en Deutsche-Brüsseler-Zeitung Nos. 86,87,90,92 y 94; 28 y 31 de octubre; 11, 18 y 25 de noviembre de 1847.
Escrito: a fines de octubre de 1847;
Primera publicación: en Deutsche-Brüsseler-Zeitung Nos. 86,87,90,92 y 94; 28 y 31 de octubre; 11, 18 y 25 de noviembre de 1847.
Fuente:
Marx y
Engels en
Abril de
1847 - febrero de 1848
Índice cronológico
Carlos
Marx LA CRÍTICA MORALIZANTE O LA MORAL CRÍTICA.
CONTRIBUCION A LA HISTORIA DE LA CIVILIZACION ALEMANA.
CONTRA CARLOS HEINZEN
Escrito: El
presente texto fue escrito por Marx a fines de octubre de 1847.
En inglés
Frederick Engels en The Deutsche-Brüsseler
Zeitung
Fuente: MECW
Volumen 6, p. 291
Escrito: el 26 de septiembre y el 3 de octubre de 1847;
Primera publicación: en Deutsche-Brüsseler-Zeitung Nos. 79 y 80, 3 y 7 de octubre de 1847;
Firmado: F. Engels.
Escrito: el 26 de septiembre y el 3 de octubre de 1847;
Primera publicación: en Deutsche-Brüsseler-Zeitung Nos. 79 y 80, 3 y 7 de octubre de 1847;
Firmado: F. Engels.
Primer artículo
Deutsche-Brüsseler-Zeitung No. 79, 3 de octubre de
1847
Bruselas, 26 de
septiembre. El número actual del D-Br-Ztg contiene un artículo
de Heinzen [publicado como una declaración en la columna de Polemik con
una nota de los editores titulada "Karl Heinzen und die
Kommunisten"] en el que con el pretexto de defender contra una
acusación trivial de los editores, se embarca en una larga polémica contra los
comunistas.
Los editores aconsejan a ambas partes que
abandonen la polémica. En ese caso, sin embargo, solo deberían reproducir
esa parte del artículo de Heinzen en la que Heinzen realmente se defiende
contra la acusación de haber atacado primero a los comunistas. Incluso si
"Heinzen no tiene papel a su disposición", no hay razón para poner
uno a su disposición para la publicación de ataques que los propios editores
consideran estúpidos.
A propósito, no se podría haber prestado a los
comunistas un servicio mayor del que se ha prestado a través de la publicación
de este artículo. Críticas más tontas y de mente más cerrada que las que
Heinzen hace aquí de los comunistas nunca se han hecho de ningún partido. El
artículo es la vindicación más deslumbrante de los comunistas. Esto prueba
que si no hubieran atacado a Heinzen, se verían obligados a hacerlo de
inmediato.
Desde el principio, Herr Heinzen se presenta
como el representante de todos los radicales alemanes no comunistas; su
intención es debatir con los comunistas como una parte con otra. Él
"tiene derecho a exigir", anuncia con la mayor seguridad qué "se
debe esperar de" los comunistas, qué "se les debe exigir", cuál
es el "deber de los verdaderos comunistas". Identifica sus
diferencias con los comunistas en todos los aspectos con los "republicanos
y demócratas alemanes" que tienen con ellos y habla de " nosotros "
en nombre de estos republicanos.
¿Quién es Herr Heinzen, entonces, y qué
representa?
Herr Heinzen es un ex funcionario liberal de
rango inferior que en 1844 todavía estaba entusiasmado con el progreso legítimo
y la miserable Constitución alemana, y que en el mejor de los casos confesó en
un susurro confidencial que una república podría ser deseable y posible, por
supuesto en el lejano Futuro lejano. Herr Heinzen estaba equivocado, sin
embargo, sobre la posibilidad de resistencia legal en Prusia. El mal libro
que escribió sobre la burocracia [Heinzen, Die Preussische Bureaukratie] (incluso
Jacob Venedey escribió un libro mucho mejor sobre Prusia años
atrás [Venedey, Preussen und Preussenthum] ) lo obligó a huir del
país. Ahora la verdad cayó en cuenta de él. Declaró que la
resistencia legal era imposible, se convirtió en un revolucionario y
naturalmente republicano también. En Suiza conoció a esesavant sérieux Ruge,
que le enseñó la pequeña filosofía que tiene, que consiste en una mezcolanza
confusa de ateísmo y humanismo feuerbachiano, reminiscencias de Hegel y frases
retóricas de Stirner. Así equipado, Herr Heinzen se consideró maduro e
inauguró su propaganda revolucionaria, apoyándose en Ruge a la derecha y
Freiligrath a la izquierda.
Ciertamente, no estamos criticando a Herr
Heinzen por su transición del liberalismo al radicalismo sediento de sangre. Pero
sí mantenemos que él ha hecho esta transición como resultado de circunstancias
meramente personales. Mientras Herr Heinzen fue capaz de oponer
resistencia legal, atacó a todos los que admitieron la necesidad de una
revolución. Apenas se le hizo imposible la resistencia legal cuando lo
declaró absolutamente imposible, sin tomar en cuenta que por el momento esta
resistencia es perfectamente posible para la burguesía alemana, que
constantemente está oponiendo una resistencia muy legal. Apenas había
el camino de regreso sido cortado para él cuando declaró la necesidad de
una revolución inmediata. En lugar de estudiar las condiciones en
Alemania, hacer un inventario general de ellas y deducir de ellas qué progreso,
qué desarrollo y qué pasos eran necesarios y posibles, en lugar de obtener para
él una imagen clara de la compleja situación de las clases individuales en
Alemania con respecto a entre sí y al gobierno y concluyendo a partir de esto
qué política debía seguirse, en cambio, en una palabra, de acomodarse al
desarrollo de Alemania, el señor Heinzen exige sin miramientos que el
desarrollo de Alemania se acomode a él.
Herr Heinzen era un opositor violento de la
filosofía mientras siguiera siendo progresivo. Apenas se había
vuelto reaccionario, apenas se había convertido en el refugio de todos los
indecisos, débiles y literarios, cuando Herr Heinzen se perjudicó a sí mismo
por unirse a él. Y, lo que es peor, el destino es que Herr Ruge, que ha
sido solo un prosélito toda su vida, haya encontrado su único prosélito en Herr
Heinzen. Herr Heinzen está así condenado a proporcionar a Herr Ruge el
consuelo de que al menos una persona creía haber penetrado en sus edificios
verbales.
¿Para qué está trabajando Herr Heinzen
entonces? Para el establecimiento instantáneo de una república alemana que
combina las tradiciones americanas y de 1793 con algunas medidas tomadas de los
comunistas, y con un aspecto muy negro, rojo y dorado. [125] Como resultado de su letargo industrial, Alemania ocupa una posición
tan miserable en Europa que nunca puede tomar una iniciativa, nunca ser el
primero en proclamar una gran revolución, nunca establecer una república por su
propia cuenta sin Francia e Inglaterra. Cualquier república alemana que se
supone creada independientemente del desarrollo de los países civilizados,
cualquier revolución alemana que se supone que se lleve a cabo por sí misma y,
como sucede en el caso de Herr Heinzen, deja totalmente fuera el verdadero
desarrollo de las clases en Alemania. de consideración, cualquier república o
revolución de este tipo no es más que soñar despierto en negro, rojo y
dorado. Y para hacer que esta gloriosa república alemana sea aún más gloriosa,
Herr Heinzen la adorna con el humanismo Feuerbachiano, Rugificado, y la
proclama como el reino "del hombre" que está a punto de llegar.
Pero, ¿cómo hace el gran "agitador"
Herr Heinzen su propaganda? Él declara que los príncipes son los
principales autores de toda la pobreza y la angustia. Esta afirmación
no es solo ridícula sino extremadamente dañina. Herr Heinzen no podía
halagar a los príncipes alemanes, esos títeres impotentes y débiles, más que
atribuyéndoles una omnipotencia fantástica, sobrenatural y demoníaca. Si
Herr Heinzen afirma que los príncipes pueden hacer tanto mal, también les está
concediendo el poder de realizar tantas buenas obras. La conclusión a la
que esto conduce no es la necesidad de una revolución, sino el deseo piadoso de
un príncipe virtuoso, de un buen emperador José. En cualquier caso, la
gente sabe mucho mejor que Herr Heinzen quiénes son sus opresores. Herr
Heinzen nunca transferirá a los príncipes el odio que el siervo siente por el
señor feudal y el trabajador por su patrón. Pero, por supuesto, Herr
Heinzen está trabajando en interés de los terratenientes y capitalistas cuando
culpa a la explotación de la gente de estas dos clases no de ellos, sino de los
príncipes; ¡y la explotación de los terratenientes y los capitalistas es,
después de todo, seguramente la responsable de los diecinueve vigésimos de toda
la miseria en Alemania!
Herr Heinzen llama a una insurrección
inmediata. Él tiene panfletos [Heinzen, Teutsche
Revolution. Gesammelte Flugschriften]impreso a este efecto e intenta
distribuirlos en Alemania. Nos preguntaríamos si arremeter ciegamente con
una propaganda tan absurda no es perjudicial en el más alto grado para los
intereses de la democracia alemana. Preguntamos si la experiencia no ha
demostrado cuán inútil es. Si en un momento de mayor agitación, en los
años treinta, cientos de miles de folletos, panfletos, etc., no se
distribuyeron en Alemania y si alguno de ellos tuvo algún
éxito. Preguntamos si alguien que está en su sano juicio puede imaginar
que la gente prestará atención a sermones políticos y exhortaciones de este
tipo. Preguntamos si Herr Heinzen alguna vez ha hecho algo más en sus
folletos, excepto exhortar y sermonear.
¿Cuál es la tarea de una fiesta de
prensa? Debatir, antes que nada, para explicar, exponer, defender las
demandas del partido, refutar y refutar las afirmaciones y afirmaciones de la
parte contraria. ¿Cuál es la tarea de la prensa democrática
alemana? Demostrar la necesidad de la democracia por la inutilidad del
gobierno actual, que en general representa a la nobleza, por la insuficiencia
del sistema constitucional que lleva a la burguesía al timón, por la
imposibilidad de que la gente se ayude mientras lo haga no tiene poder
político. Su tarea es revelar la opresión de los proletarios, los pequeños
campesinos y la pequeña burguesía urbana, ya que en Alemania estos constituyen
el "pueblo", la burocracia, la nobleza y la
burguesía; cómo se ha producido no solo la opresión política, sino sobre
todo la social, y de qué manera puede ser eliminado; su tarea es
mostrar que la conquista del poder político por parte de los proletarios, los
pequeños campesinos y la pequeña burguesía urbana es la primera condición para
la aplicación de estos medios. Su tarea es, además, examinar hasta qué
punto se puede esperar una rápida realización de la democracia, qué recursos
puede mandar el partido y a qué otras partes debe aliarse mientras sea
demasiado débil para actuar solo. - Bueno, y ¿ha hecho Herr Heinzen
incluso una de estas cosas? qué recursos puede mandar el partido y a qué
otras partes debe aliarse mientras sea demasiado débil para actuar solo.
No. Él no se ha metido en tantos
problemas. No ha revelado absolutamente nada al pueblo, en otras
palabras, a los proletarios, a los pequeños campesinos y a la pequeña
burguesía urbana. Él nunca ha examinado la posición de las clases y
fiestas. No ha hecho más que jugar variaciones sobre untema:
Fight'em, fight'em, fight'em!
¿Y a quién se dirige Herr Heinzen su sermoneo
revolucionario? Primero y principalmente a los pequeños campesinos,
a esa clase que en nuestros días es menos capaz de tomar una iniciativa
revolucionaria. Durante 600 años, todos los movimientos progresistas han
emitido tan exclusivamente desde las ciudades que los movimientos democráticos
independientes de los campesinos (Wat Tyler, Jack Cade, Jacquerie, la Guerra de
los Campesinos [126])
fueron, en primer lugar, manifestaciones siempre reaccionarias y, en segundo
lugar, siempre aplastadas. El proletariado industrial de las ciudades
se ha convertido en la vanguardia de toda la democracia moderna; la
pequeña burguesía urbana y aún más los campesinos dependen completamente de su
iniciativa. La Revolución Francesa de 1789 y la historia más reciente de
Inglaterra, Francia y los estados del este de América lo demuestran. ¿Y
Herr Heinzen espera que los campesinos pelearán ahora, en el siglo diecinueve?
Pero Herr Heinzen también promete reformas sociales. Por
supuesto, la indiferencia de la gente hacia sus apelaciones lo ha forzado
gradualmente a hacerlo. Y qué tipo de las reformas son
estas? Son como los comunistas ellos mismos sugieren en
preparación para la abolición de la propiedad privada. El único punto que
hace Herr Heinzen merece reconocimiento que ha tomado prestado de los
comunistas, a los comunistas a quienes ataca tan violentamente, e incluso eso
se reduce a sus manos para decir tonterías y soñar despierto. Todas las
medidas para restringir la competencia y la acumulación de capital en manos de
individuos, toda restricción o supresión de la ley de herencia, toda
organización de trabajo por parte del estado, etc., todas estas medidas no solo
son posibles como medidas revolucionarias, sino que en realidad
necesario. Son posibles porque todo el proletariado
insurgente está detrás de ellos y los mantiene por la fuerza de las armas. Son
posibles, a pesar de todas las dificultades y desventajas que les alegan
los economistas, porque estas mismas dificultades y desventajas obligarán
al proletariado a ir cada vez más lejos hasta que la propiedad privada haya
sido completamente abolida, a fin de no volver a perder lo que ya ha ganado. Son
posibles como pasos preparatorios, etapas transitorias temporales hacia la
abolición de la propiedad privada, pero no de otra manera.
Herr Heinzen, sin embargo, quiere que todas
estas medidas sean permanentes y definitivas. No deben ser una preparación
para nada, deben ser definitivos. Para él no son un medio sino un fin. No
están diseñados para un revolucionario sino para una condición pacífica y
burguesa. Pero esto los hace imposibles y al mismo tiempo
reaccionarios. Los economistas de la burguesía tienen toda la razón con
respecto a Herr Heinzen cuando presentan estas medidas como reaccionarias en
comparación con la libre competencia. La libre competencia es la última,
más alta y más desarrollada forma de existencia de la propiedad
privada. Todas las medidas, por lo tanto, que parten de la base de la propiedad
privada y que, sin embargo, están dirigidas contra la libre competencia, son
reaccionarias y tienden a restaurar etapas más primitivas en el desarrollo de
la propiedad, y por esa razón, deben finalmente ser derrotados una vez más
por la competencia y resultar en la restauración de la situación
actual. Estas objeciones levanta la burguesía, que pierde toda su fuerza
tan pronto como uno considera las reformas sociales anteriores como puramesures
de salut public , como medidas revolucionarias y transitorias, estas
objeciones son devastadoras en lo que se refiere a la república socialista,
negra, roja y dorada de Herr Heinzen.
Herr Heinzen, por supuesto, imagina que las
relaciones de propiedad, la ley de herencia, etc., pueden ser alteradas y
arregladas a su manera. Herr Heinzen, uno de los hombres más ignorantes de
este siglo, puede, por supuesto, no saber que las relaciones de propiedad de
cualquier época son el resultado necesario del modo de producción e intercambio
de esa época. Es posible que el señor Heinzen no sepa que no se puede
transformar la propiedad de la tierra en gran escala en pequeña escala sin que
se modifique todo el modelo de la agricultura, y que, de otro modo, la
propiedad de la tierra en gran escala se reafirmará rápidamente. Herr
Heinzen puede no saber qué relación estrecha existe entre la industria en gran
escala de hoy, la concentración de capital y la creación del proletariado.
En resumen: con los comunistas estas medidas
tienen sentido y razón porque no se conciben como medidas arbitrarias, sino
como consecuencias que necesariamente y por sí mismas resultarán del desarrollo
de la industria, la agricultura, el comercio y las comunicaciones, del
desarrollo de la lucha de clases entre burguesía y proletariado que depende de
estos; que no se traducirá en medidas definitivas sino transitorias, mesures
de salut public quesurgen de la lucha transitoria entre las clases mismas.
Con Herr Heinzen, no tienen ni sentido ni
razón, porque toman la forma de visiones burdamente burdamente concebidas y arbitrariamente
arbitrarias de poner al mundo en el derecho; porque no se menciona una
conexión entre estas medidas y el desarrollo histórico; porque Herr
Heinzen no está en absoluto preocupado por la viabilidad material de sus
propuestas; porque no es su objetivo formular necesidades industriales
sino, por el contrario, anularlas por decreto.
El mismo Herr Heinzen, que solo puede adoptar
las demandas de los comunistas después de haberlas confundido y transformarlas
en fantasías puras, ese mismo Hern Heinzen critica a los comunistas por
"confundir las mentes de los incultos", por "perseguir
fantasías". "Y por" no poder mantener los pies en el suelo (!)
De la realidad "!
Ahí tenemos a Herr Heinzen en toda su
actividad como agitador, y no dudamos en nuestra opinión de que solo trae daño
y descrédito a todo el partido radical alemán. Un escritor del partido
requiere cualidades muy diferentes de las poseídas por Herr Heinzen, quien,
como dijimos, es uno de los hombres más ignorantes de nuestro siglo. Herr
Heinzen puede tener la mejor voluntad del mundo, puede ser el hombre más firme
en sus convicciones en toda Europa. También sabemos que él es
personalmente un hombre de honor y tiene coraje y resistencia. Pero todo
eso no lo convierte en un escritor del partido. Para ser eso, uno requiere
más que convicciones, buena voluntad y una voz estentórea, para ser eso, uno
requiere un poco más de inteligencia, un poco más de lucidez, un mejor estilo y
más conocimiento que Herr Heinzen posee y, como la experiencia ha demostrado.
El vuelo de Herr Heinzen lo ha enfrentado con
la necesidad de convertirse en escritor de partidos, sin embargo. Se vio
obligado a intentar formar un partido propio entre los radicales. De este
modo, se metió en una situación en la que no estaba a la altura, en la que a
través de sus infructuosos esfuerzos por satisfacer las demandas de esta
situación, solo se pone a sí mismo ridículo. Haría que los radicales
alemanes parecieran igualmente ridículos si le dejaban fingir que los
representaba, que se estaba poniendo ridículo en su nombre.
Pero Herr Heinzen no representa a los
radicales alemanes. Tienen otros representantes, por ejemplo, Jacoby y
otros. Herr Heinzen no representa a nadie y no es reconocido por nadie
como su representante, aparte quizás de algunos pocos burgueses alemanes que le
enviaron dinero con fines de agitación. Pero estamos equivocados: una
clase en Alemania lo reconoce como su representante, lo adora y le ruge la
cabeza, grita tablas enteras de bebedores en las tabernas para él (justo como,
según Herr Heinzen, los comunistas "salen -gritó toda la oposición
literaria "). Esta clase es la clase numerosa, ilustrada, noble e
influyente de commis-voyageurs . [viajeros comerciales]
¿Y este señor Heinzen exige que los comunistas
lo reconozcan como representante de la burguesía radical y debatan con él en
esa capacidad?
Por el momento, estas son razones suficientes
para justificar la polémica que los comunistas están llevando a cabo contra
Herr Heinzen. En el próximo número investigaremos las críticas que Herr
Heinzen hace de los comunistas en el número 77 del periódico
Si no estuviéramos completamente convencidos
de que Herr Heinzen es totalmente incompetente como escritor de un partido, le
aconsejaríamos que someta a la Misère de la Philosophie de Marx a un estudio
detallado. Pero tal como están las cosas, en respuesta a su consejo para
que leamos Neue Politik de Fröbel , solo podemos darle el
consejo alternativo de mantener un silencio absoluto y esperar en silencio
hasta que "comience la lucha". Estamos convencidos de que Herr
Heinzen será tan buen comandante de batallón como mal escritor.
Para que Herr Heinzen no pueda quejarse de
ataques anónimos, firmamos este artículo.
F. Engels
Segundo artículo
Deutsche-Brüsseler-Zeitung No. 80, 7 de octubre de
1847
Los comunistas -estamos establecido en el
primer artículo- están atacando a Heinzen no porque no sea comunista, sino
porque es un mal escritor democrático del partido. Lo están atacando no en
su calidad de comunistas, sino en su calidad de demócratas. Es
pura coincidencia que son precisamente los comunistas quienes han abierto la
polémica contra él; incluso si no hubiera comunistas en absoluto en el
mundo, los demócratas aún tendrían que tomar el campo contra Heinzen. En
toda esta controversia, solo se trata de: 1. si Herr Heinzen, como escritor y
agitador del partido, es capaz de servir a la democracia alemana, lo que negamos; 2.
Si la manera de agitación de Herr Heinzen es correcta, si es meramente
tolerable, lo cual también negamos. Por lo tanto, no se trata de comunismo
ni de democracia, sino solo de la persona de Herr Heinzen y sus excentricidades
personales.
Lejos de comenzar inútiles disputas con los
demócratas, en las circunstancias actuales, los comunistas por el momento toman
el campo como demócratas en todos los asuntos prácticos del partido. En
todos los países civilizados, la democracia tiene como consecuencia necesaria
el gobierno político del proletariado, y el gobierno político del proletariado
es la primera condición para todas las medidas comunistas. Mientras no se
haya logrado la democracia, los comunistas y los demócratas lucharán tanto
tiempo juntos, por lo tanto, los intereses de los demócratas son al mismo
tiempo los de los comunistas. Hasta ese momento, las diferencias entre las
dos partes son de naturaleza puramente teórica y pueden perfectamente debatirse
en un nivel teórico sin que se perjudique de ninguna manera la acción
común. En efecto,
Ahora a Herr Heinzen.
Herr Heinzen declara que los comunistas habían
comenzado una pelea con él, no él con ellos. El conocido argumento del
porteador de calle, entonces, que le concederemos fácilmente. Él llama a
su conflicto con los comunistas "la división absurda que los comunistas
han provocado en el campo de los radicales alemanes". Dice que, hasta
hace tres años, había estado preocupado por evitar la división que se acercaba
tanto como sus poderes y circunstancias lo permitían. Estos esfuerzos
infructuosos fueron seguidos, dice, por ataques a él por parte de los
comunistas.
Herr Heinzen, como todos saben perfectamente,
todavía no estaba en el campo radical hace tres años. En
ese momento Herr Heinzen era progresista dentro de la ley y liberal. Por
lo tanto, una división con él no era una división en el campo de los radicales.
Herr Heinzen se encontró con algunos
comunistas aquí en Bruselas a principios de 1845. Lejos de atacar a Herr
Heinzen por su ostensible radicalismo político, se tomaron la mayor molestia
para llevar al entonces liberal Herr Heinzen a este radicalismo. Pero en
vano. Herr Heinzen solo se convirtió en demócrata en Suiza
"Más tarde me convencí cada vez más (!)
De la necesidad de una lucha enérgica contra los comunistas", en otras
palabras, de la necesidad de una división absurda en el campo
radical. Preguntamos a los demócratas alemanes si alguien que se
contradice a sí mismo tan absurdamente está preparado para ser un escritor de
partidos.
¿Pero quiénes son los comunistas por quienes
Herr Heinzen afirma que fue atacado? Las insinuaciones anteriores y
particularmente los reproches que se producen contra los comunistas muestran
quién fue claramente. Los comunistas, leemos,
"Gritaban por todo el campo de la oposición
literaria, confundiendo las mentes de los incultos, censurando incluso a los
hombres más radicales de la manera más desinhibida, ... intentaban paralizar la
lucha política en la medida de lo posible, ... de hecho, finalmente se estaban
aliando positivamente ... incluso con la reacción. Además, a menudo
descendieron, obviamente como resultado de su doctrina, a base y falsas
intrigas en la vida práctica ......
de la niebla y la vaguedad de estas críticas
se cierne una figura fácilmente reconocible: la del pirata literario, Herr Karl
Grün. Hace tres años, Herr Grün tuvo algunos tratos personales con Herr
Heinzen, después de lo cual Herr Grün atacó a Herr Heinzen en el Trier'sche
Zeitung , Herr Grün intentó vencer a todo el campo de la
oposición literaria, Herr Grün se esforzó por paralizar la lucha política como
lejos, como sea posible, etc.
Pero, ¿desde cuándo Herr Grün ha sido un
representante del comunismo? Si se lanzó sobre los comunistas hace tres
años, nunca ha sido reconocido como comunista, nunca se ha declarado
abiertamente como comunista, y hace más de un año creyó oportuno lanzar una
ofensa contra los comunistas.
Además, incluso en ese momento, para beneficio
de Herr Heinzen, Marx repudió a Herr Grün, al igual que más tarde le mostró
públicamente sus verdaderos colores en la primera oportunidad
Con respecto a la última insinuación
"base y falsa" de Herr Heinzen acerca de los comunistas, un incidente
que ocurrió entre Herr Grün y Herr Heinzen, y nada más, está detrás de
esto. Este incidente concierne a los dos caballeros en cuestión y no a los
comunistas en absoluto. Ni siquiera estamos tan familiarizados con este
incidente como para poder juzgarlo. Pero supongamos que Herr Heinzen está
en lo cierto. Si luego, después de que Marx y otros comunistas repudiaran
a su adversario, después de haber demostrado sin lugar a dudas que su
adversario nunca fue comunista, si Herr Heinzen todavía presenta el incidente
como una consecuencia necesaria de la doctrina comunista, es monstruosamente pérfido
de él.
Y, además, si en sus reproches anteriores Herr
Heinzen tiene en mente a otras personas además de Herr Grün, solo puede
significar aquellos verdaderos socialistas cuyas teorías ciertamente
reaccionarias han sido repudiadas hace tiempo por los comunistas. Todos
los miembros de este movimiento ahora completamente disuelto que son capaces de
aprender algo han pasado a manos de los comunistas y ahora están atacando al
verdadero socialismo dondequiera que se presente. Herr Heinzen vuelve a
hablar con su habitual ignorancia crasa cuando una vez más deshace estas
visiones abrumadas para colocarlas en la puerta de los
comunistas. Mientras Herr Heinzen aquí reprocha a los verdaderos
socialistas, a quienes confunde con los comunistas, posteriormente hace las
mismas críticas sin sentido a los comunistas que los verdaderos
socialistas. Por lo tanto, ni siquiera tiene el derecho de atacar a los
verdaderos socialistas, él pertenece, en cierto sentido, a ellos él
mismo. Y mientras los comunistas escribían duros ataques contra estos
socialistas, el mismo Herr Heinzen estaba sentado en Zurich siendo iniciado por
Herr Ruge en aquellos fragmentos del verdadero socialismo que habían encontrado
un nicho para sí mismos en el confuso cerebro de este último. ¡Herr Ruge
había encontrado un alumno digno de él!
¿Pero qué hay de los verdaderos comunistas
entonces? Herr Heinzen habla de excepciones honorables y hombres
talentosos, de quienes prevé que rechazarán la solidaridad comunista
(!). Los comunistas ya han rechazado la solidaridad con los escritos y las
acciones de los verdaderos socialistas. De todos los reproches anteriores,
ni uno solo se aplica a los comunistas, a menos que sea la conclusión de todo
el pasaje, que dice lo siguiente:
"Los comunistas ... en la arrogancia
de su supuesta superioridad se rieron despreciando todo lo que es indispensable
para formar la base de una asociación de personas honorables ".
Herr Heinzen aparece, aludiendo aquí al hecho
de que los comunistas se han burlado de su actitud severamente moral y se han
burlado de todas esas ideas sagradas y sublimes, virtud, justicia, moralidad,
etc., que Herr Heinzen imagina que forman la base de toda la
sociedad. Aceptamos este reproche. Los comunistas no permitirán la
indignación moral de ese honorable Herr Heinzen para evitar
que se burlen de estas verdades eternas. Los comunistas, por
otra parte, sostienen que estas verdades eternas no son de ninguna manera la
base, sino todo lo contrario, el producto de la sociedad en la que aparecen
Si, por cierto, Herr Heinzen previó que los
comunistas rechazarían la solidaridad con aquellas personas a las que se toma
en serio asociarse con ellas, ¿de qué sirven todos sus absurdos reproches e
insinuaciones mentirosas? Si el señor Heinzen sólo conoce los comunistas
de oídas, ya que casi parece ser el caso, si sabe tan poco lo que son que exige
que deben designarse más de cerca, y por así decirlo introducir a
sí mismos a él, lo descaro es esto, exhibe en polemicising contra
ellos
"Una designación de aquellos ... que ... en
realidad representan el comunismo o lo manifiestan en su forma pura ...
probablemente tendrían que excluir completamente a la gran mayoría de aquellos
que se basan en el comunismo y son usados para ello , y lo haría
difícilmente serían las personas del Trier'sche
Zeitung las únicas que protestarían en contra de la afirmación
de tal reclamo ".
Y unas pocas líneas más tarde:
"A los que son realmente comunistas
ahora se les debe permitir la consistencia y
la honestidad " (¡qué filisteo decente habla aquí!) "De
presentar y profesar abiertamente su doctrina y declarar su disociación de
aquellos que no son comunistas ... Están bajo la obligación
moral "(cuán típicas son estas expresiones de filisteo)" no
mantener inescrupulosamente (!) la confusión que se crea en
las mentes de mil mentes sufridas e incultas por la imposibilidad
(!!), soñado o anunciado falsamente como una posibilidad, de encontrar un
camino, basado en condiciones reales, para implementar esa doctrina
(!). Es el deber"(El filisteo otra vez)" de los comunistas
reales, ya sea completamente para aclarar las cosas para todos sus adherentes
no iluminados y para conducirlos a un objetivo definido, o bien
para desprenderse de ellos y no usarlos”.
Si Herr Ruge hubiera producido estos últimos
tres períodos, podría haber estado muy contento. Combinando completamente
las demandas filisteas es la confusión filistea del pensamiento, que se refiere
solo al asunto y no a la forma y por esa misma razón dice exactamente lo
contrario de lo que quiere decir. Herr Heinzen exige que los verdaderos
comunistas se separen de los que simplemente parecen. Deberían poner fin a
la confusión que (eso es lo que él quiere decir) surge de la confusión de dos
tendencias diferentes. Pero tan pronto como las dos palabras
"comunistas" y "confusión" colisionan en su mente, la
confusión surge allí también. Herr Heinzen pierde el hilo; su fórmula
constantemente reiterada, que los comunistas en generales tán
confundiendo las mentes de los incultos, lo hacen tropezar, se olvida de los
verdaderos comunistas y de los comunistas irreales, tropieza con una torpeza
absurda sobre una serie de imposibilidades soñadas o anunciadas falsamente como
posibilidades, y finalmente cae de bruces sobre el sólido terreno de
condiciones reales, donde recupera su facultad de reflexión. Ahora se le
recuerda que tenía la intención de hablar sobre algo bastante diferente, que no
se trataba de si esto o eso era posible. Él vuelve a su tema, pero todavía
está tan aturdido que ni siquiera tacha esa frase magnífica en la que ejecutó
el salto mortal que acabo de describir.
Demasiado para el estilo. En cuanto al
asunto, repetimos que, sinceramente alemán, Herr Heinzen llega demasiado tarde
con sus demandas, y que los comunistas repudiaron a los verdaderos socialistas
hace mucho tiempo. Pero luego vemos aquí una vez más que la aplicación de
insinuaciones astutas no es de ninguna manera irreconciliable con el carácter
de un filisteo decente. Herr Heinzen lo da con la suficiente claridad para
que se entienda que los escritores comunistas solo están usando a los
trabajadores comunistas. Él dice en casi tantas palabras que si estos
escritores avanzaran abiertamente con sus intenciones, la gran mayoría de
aquellos que están siendo usados para el comunismo serían excluidos por
completo. Considera a los escritores comunistas como profetas, sacerdotes
o predicadores que poseen una sabiduría secreta propia, pero la niegan a los
incultos para mantenerlos en la vanguardia, ser aclarado para los
no iluminados y que estas personas no deben ser usadas, obviamente proceden de
la suposición de que los representantes literarios del comunismo tienen interés
en mantener a los trabajadores en la oscuridad, como si lo fueran. Meramente
usarlos, tal como los Illuminati [127] deseaban usar a la gente común en el siglo pasado. Esta idea
insípida también hace que Herr Heinzen irrumpa con conversaciones siempre
inoportunas sobre la confusión en las mentes de los no educados, y lo obliga,
como una pena por no decirlo claramente, a realizar saltos mortales
estilísticos.
Simplemente tomamos nota de estas
insinuaciones, no tenemos problemas con ellas. Dejamos que los
trabajadores comunistas juzguen ellos mismos.
Finalmente, después de todos estos
preliminares, desviaciones, llamados, insinuaciones y saltos mortales del señor
Heinzen, llegamos a sus ataques teóricos y reflexiones sobre los comunistas.
Herr Heinzen
"Discierne el núcleo de la doctrina comunista
simplemente en ... la abolición de la propiedad privada (incluida la ganada a
través del trabajo) y en el principio de la utilización comunitaria de las
riquezas de la tierra que se deriva inevitablemente de esa abolición".
Herr Heinzen imagina que el comunismo es una
cierta doctrina que parte de un principio teórico definido
como su núcleo y extrae conclusiones adicionales de eso. Herr Heinzen está
muy equivocado. El comunismo no es una doctrina sino un movimiento; no
procede de principios sino de hechos. Los comunistas no
se basan en esta o aquella filosofía como punto de partida, sino en todo el
curso de la historia previa y, específicamente, en sus resultados reales en los
países civilizados en la actualidad. El comunismo ha seguido
desde la industria a gran escala y sus consecuencias, desde el establecimiento
del mercado mundial, de la competencia desinhibida concomitante, crisis
comerciales cada vez más violentas y más universales, que ya se han convertido
en crisis del mercado mundial, desde la creación del proletariado y la
concentración del capital, de la subsiguiente lucha de clases entre el
proletariado y la burguesía. El comunismo, en la medida en
que es una teoría, es la expresión teórica de la posición del proletariado en
esta lucha y la suma teórica de las condiciones para la liberación del
proletariado.
Herr Heinzen ahora sin duda se dará cuenta de
que al evaluar el comunismo tiene que hacer algo más que discernir su núcleo
simplemente en la abolición de la propiedad privada; que haría mejor en
emprender ciertos estudios en economía política que charlar salvajemente sobre
la abolición de la propiedad privada; que no puede saber, en primer lugar,
las consecuencias de la abolición de la propiedad privada si
no conoce sus condiciones.
Sin embargo, a este respecto, Herr Heinzen
trabaja bajo tal ignorancia que incluso dice que "la utilización
comunitaria de las riquezas de la tierra" (otra bella expresión) es
la consecuencia de la abolición de la propiedad
privada. Exactamente lo contrario es el caso. Debido a que la
industria en gran escala, el desarrollo de la maquinaria, las comunicaciones y
el comercio mundial están asumiendo proporciones tan gigantescas que su
explotación por capitalistas individuales se vuelve cada día más imposible; porque
las crecientes crisis del mercado mundial son la prueba más sorprendente de
esto; porque las fuerzas productivas y los medios de
intercambio que caracterizan el modo actual de la producción y
el intercambio son cada vez más frecuentes que el intercambio individual y la
propiedad privada puede gestionar; porque, en una palabra, se acerca el
momento en que la gestión comunitaria de la industria, de la agricultura y del
intercambio se convertirá en una necesidad material para la industria, la agricultura
y el intercambio, por esta razón la propiedad privada será abolida.
Entonces cuando Herr Heinzen separa
forzosamente la abolición de la propiedad privada, que es por supuesto la
condición para la liberación del proletariado, de las condiciones que se le
atribuyen, cuando lo considera completamente fuera de toda conexión con el
mundo real simplemente como un marfil -la fantasía de la torre, se convierte en
un puro cliché del que solo puede hablar tonterías absurdas. Esto lo hace
de la siguiente manera:
"Por el descarte arriba mencionado de toda la
propiedad privada ..., el comunismo necesariamente también anula la
existencia individual. "(Así que Herr Heinzen nos está reprochando por
querer convertir a las personas en gemelas siamesas)." La consecuencia de
esto es una vez más ... la incorporación de cada individuo en una quizás (!!)
barracas organizadas comunalmente ... economía. "(¿El lector amablemente
notaría que esto es solo la consecuencia de los propios y absurdos comentarios
de Herr Heinzen sobre la existencia individual?)" Por estos medios, el
comunismo destruye ... la individualidad ... la independencia ... la libertad
". (El mismo viejo chisme como lo habíamos hecho de los verdaderos
socialistas y la burguesía. Como si hubiera una individualidad que destruir en
los individuos a quienes la división del trabajo ha convertido hoy contra su
voluntad en zapateros, obreros, burgueses, abogados, campesinos, en otras
palabras, en esclavos de una forma particular de trabajo y de las costumbres, modo
de vida, prejuicios y actitudes ciegas, etc.,¡que van con esa forma de
trabajo!) "Sacrifica a la persona individual con su atributo o base
necesaria" (que "o "es maravilloso") de la
propiedad privada ganada al "fantasma de la comunidad o
sociedad" (¿está Stirner aquí también?), "mientras que la comunidad
no puede y no debería" (¡¡no debería !!) "ser el objetivo pero solo
los medios para cada persona individual ".
Herr Heinzen concede particular importancia
a la propiedad privada ganada y, al hacerlo, demuestra
una vez más su falta de familiaridad con el asunto sobre el que está
hablando. La justicia filistea de Herr Heinzen, que permite a cada hombre
lo que ha ganado, lamentablemente se ve frustrada por la industria en gran
escala. Mientras la industria en gran escala no esté tan avanzada que se
libere por completo de los grilletes de la propiedad privada, en la medida en
que no permita otra distribución de sus productos que la que está ocurriendo
actualmente, el capitalista se quedará con sus ganancias y el trabajador sabe
cada vez más por práctica lo que es un salario mínimo. M. Proudhon intentó
desarrollar un sistema para ganar propiedad que lo relacionaría con
las condiciones existentes, y, como todos sabemos, fracasó
espectacularmente. Herr Heinzen, es cierto, nunca arriesgará un
experimento similar, porque para hacerlo necesitaría estudiar y no lo
hará. Pero deje que el ejemplo del señor Proudhon le enseñe a exponer su
propiedad ganada menos al escrutinio público.
Y si Herr Heinzen reprocha a los comunistas
por perseguir fantasías y no mantener los pies en la realidad, ¿a quién se
aplica correctamente este reproche?
Herr Heinzen continúa diciendo una serie de
otras cosas en las que no necesitamos entrar. Simplemente observamos que
sus oraciones empeoran a medida que avanza. La torpeza de su lenguaje, que
nunca puede encontrar la palabra correcta, sería suficiente para desacreditar a
cualquier partido que lo reconociera como su representante literario. La
solidez de su convicción le hace decir constantemente algo muy diferente de lo
que intenta decir. Por lo tanto, cada una de sus oraciones contiene un
doble sinsentido: en primer lugar, las tonterías que intenta decir, y en
segundo lugar, el que no tiene la intención de decir pero que, sin embargo, dice. Le
dimos un ejemplo de esto arriba. Estado realmente basado en la justicia (!)
Y dentro de esta estructura de fantasía
"Emprender todas aquellas reformas sociales que
han surgido en el curso de los eventos m generales (!), Como correctas (!) En
teoría y posibles (!) En la práctica".
Sus intenciones son tan buenas como su estilo
es malo, y ese es el destino de los bien intencionados en este mundo malo.
De la seducción del Zeitgeist,
sansculotte alimentado por la Naturaleza
Bailando mal, pero aún teniendo
Buenas intenciones en un pecho áspero;
. . . . . . . . . . . . . .
Vacío de talento, pero un personaje.
[Heine, Atta Troll]
sansculotte alimentado por la Naturaleza
Bailando mal, pero aún teniendo
Buenas intenciones en un pecho áspero;
. . . . . . . . . . . . . .
Vacío de talento, pero un personaje.
[Heine, Atta Troll]
Nuestros artículos llenarán a Herr Heinzen con
toda la justa indignación de un indignante filisteo indignado, pero a pesar de
todo, no va a renunciar ni a su estilo de escritura ni a su manera de agitación
inadmisible e ineficaz. Descubrimos su amenaza de encerrarnos en la farola
más cercana cuando el día de acción y decisión resulta más entretenido.
En resumen: los comunistas deben cooperar con
los radicales alemanes y desean hacerlo. Pero se reservan el derecho de
atacar a cualquier escritor que desacredite a todo el partido. Esta, y
ninguna otra, fue nuestra intención al atacar a Heinzen
Bruselas, 3 de octubre de 1847
F. Engels
NB Acabamos de recibir un panfleto escrito por
un trabajador [Stephan Born] : Der Heinzen'sche Staat, eine
Kritik von Stephan , Bern, Rätzer. Si Herr Heinzen escribió la
mitad de bien que este trabajador, podría estar muy satisfecho. A partir
de este folleto, Herr Heinzen puede ver con claridad, entre otras cosas, por
qué los trabajadores no quieren tener nada que ver con su república
campesina. También observamos que este folleto es el primero escrito por
un trabajador que no adopta una actitud moral sino que intenta rastrear las
luchas políticas del presente hacia la lucha de las diversas clases de la
sociedad entre sí.
124 Los
dos artículos de Engels contra Karl Heinzen fueron escritos en respuesta a los
ataques difamatorios de este pequeño burgués demócrata contra los comunistas y
el comunismo como una tendencia social. En particular, la columna Polemik
del Deutsche-Brüsseler-Zeitung No. 77 del 26 de septiembre de
1847 contenía la declaración de Heinzen en la que, entre otras cosas, acusaba a
los comunistas de intentar dividir el movimiento revolucionario
alemán. Heinzen utilizó como pretexto una nota editorial en el número 73
de la Deutsche-Brüsseler-Zeitung , del 12 de septiembre de
1847, en la que, al refutar la acusación de un determinado periódico alemán, se
publicó el artículo "Der deutsche Hunger und die deutschen Fürsten"
en Deutsche-Brüsseler-Zeitung(No. 49, 20 de junio de 1847) era de
carácter comunista, los editores señalaron que el autor de dicho artículo era
Heinzen, quien "como se sabe ... atacó repetidamente al
comunismo". Al publicar la respuesta de Heinzen a esta nota, Adalbert
Bornstedt, el editor en jefe del periódico, en lugar de refutar las
insinuaciones que contenía, pidió el apaciguamiento entre "varias sombras
de revolucionarios alemanes en el exterior"; en particular, escribió
en nombre de los editores: "Consideramos que es nuestro deber aconsejar a
ambas partes en caso de que surja una polémica en otro lugar para renunciar a ella".
Como se ve en la carta de Engels del 30 de
septiembre de 1847 a Marx, el primer artículo con una respuesta a Heinzen fue
presentado al Deutsche-Brüsseler-Zeitung el 27 de septiembre.
Sin embargo, Bornstedt, a pesar de su acuerdo con Marx y Engels sobre su
contribución regular al periódico, no publicó el artículo de Engels en el
próximo número (No. 78) con el pretexto de la falta de espacio. Obligado a
publicarlo en el número 79 el 3 de octubre de 1847 en la columna de Polemik,
repitió una vez más en la nota editorial su llamamiento a ambas partes para
evitar acusaciones mutuas.
125 Heinzen
visualizó el futuro de Alemania como una federación republicana de
tierras autónomas, similar a la Confederación Suiza. Este fue el
significado dado por muchos demócratas pequeñoburgueses a la consigna de la
unidad alemana, cuyo símbolo era la bandera negra, roja y dorada. Marx y
Engels consideraban que tal interpretación del lema era inconsistente con la
lucha contra las supervivencias de la reclusión medieval y la desunión
política. Para oponerse a esto, presentaron la demanda de una sola
república democrática centralizada de Alemania.
126 Engels
enumera algunas de las principales rebeliones campesinas de la Edad Media: las
rebeliones de Wat Tyler (1381) y Jack Cade (1450) en Inglaterra, la revuelta
campesina en Francia en 1358 (Jacqueric) y la guerra campesina en Alemania
(1524-25). En años posteriores, como resultado del estudio de la historia
de la lucha campesina contra el feudalismo y basándose en la experiencia de las
acciones revolucionarias del campesinado durante la revolución de 1848-1849,
Engels cambió su estimación del carácter de los movimientos
campesinos. En The
Peasant War in Germany (1850) y en
otras obras mostró el carácter revolucionario de la liberación de las revueltas
campesinas y su papel en sacudir los cimientos del feudalismo.
127 Los Illuminati (del
latín illuminatus ) - miembros de una sociedad secreta fundada
en Baviera en 1776, una variedad de Francmasonería. La sociedad consistía
en elementos aposicionables de la burguesía y la nobleza, que estaban
insatisfechos con el despotismo principesco. Al mismo tiempo, un rasgo
característico de esta sociedad era el miedo al movimiento democrático,
reflejado en las reglas, que hacía que los miembros de la base fueran ciegos.
herramientas de sus líderes. En 1785, la sociedad fue prohibida por las
autoridades bávaras. Sociedades similares existieron también en España y
Francia.
En inglés
Obras de
Frederick Engels
La guerra
campesina en Alemania
En castellano
Friedrich
Engels
LA GUERRA
DE LOS CAMPESINOS EN ALEMANIA
Primera
vez publicado: En los números 5 y 6 de la Neue
Rheinische Zeitung. Politisch-ökonomische Revue, dirigida por Karl
Marx, en Hamburgo, 1850.
Segundo
artículo
Deutsche-Brüsseler-Zeitung
No. 80, 7 de octubre de 1847
Carlos
Marx LA CRÍTICA MORALIZANTE O LA MORAL CRÍTICA.
CONTRIBUCION A LA HISTORIA DE LA CIVILIZACION ALEMANA.
CONTRA CARLOS HEINZEN
Escrito: El
presente texto fue escrito por Marx a fines de octubre de 1847.
Primera
vez publicado: En 1847 en varias ediciones de Deutsche-Brüsseler-Zeitung.
La porción aquí reproducida -las tres últimas partes de cinco en total- se
publicó en los nos. 90 (11 de noviembre), 92 (18 de noviembre) y 94 (25
de noviembre).
Traducción al castellano: La traducción fue realizada por Carlos Liacho y publicada en Buenos Aires en 1938 por Editorial Claridad al final de F. Engels & C. Marx, La Sagrada Familia, o Crítica de la crítica crítica. El presente ha sido tomado de la 2da. ed. de 1971, págs. 239-263.
Transcripción/HTML: Julio Rodríguez/Juan R. Fajardo, 2011.
Esta edición digital: Marxists Internet Archive, 2011. Corregido el 20 de marzo de 2013, gracias a la gentil ayuda del Sr. Pedro Vivono.
Deutsche-Brüsseler-Zeitung No. 90, noviembre 11, 1847
¡Pero dejemos que el buen hombre se deleite cómodamente con su
propio valor! Veamos con él los pasajes en que cree ir al fondo de la cuestión.
En todos ellos encontraremos el mismo método.
"No es culpa mía que el señor Engels y nuestros comunistas sean
demasiado ciegos para comprender que la fuerza domina igualmente a la propiedad
y que la injusticia en el estado de propiedad es mantenida únicamente por la
fuerza. Loco o malvado, así llamo a cualquiera que ataque a un burgués a causa
del dinero que gana y deje tranquilo a un rey a propósito del poder que
adquiere".
"La fuerza domina igualmente a la propiedad". En todo caso,
también la propiedad es una especie de fuerza o poder. Así, por ejemplo, los
economistas llaman al capital "el poder sobre el bien ajeno". Nos
hallamos, pues, en presencia de dos especies de poder: por una parte, el poder
de la propiedad, es decir, de los propietarios, y, por otra parte, el poder
político, el poder del Estado. Decir: "La fuerza domina igualmente a la
propiedad", equivale a decir: la propiedad no está en manos del poder
político y éste, al contrario, no deja de vejarla, por ejemplo, mediante
impuestos arbitrarios, confiscaciones, privilegios, intromisión molesta de la
burocracia en la industria, el comercio, etc.
En otros términos: la burguesía aún no está constituida políticamente
como clase, y el poder político todavía no es su poder personal. En los países
donde la burguesía ya conquistó el poder político, donde la dominación política
no es otra cosa que la supremacía, no del burgués aislado sobre sus obreros,
sino de la clase burguesa sobre el conjunto de la sociedad, la frase del señor
Heinzen ha perdido su significado. Naturalmente, los que nada poseen no son
afectados por el poder político, en cuanto éste se refiere directamente a la propiedad.
Mientras que el señor Heinzen creía enunciar, pues, una verdad tan eterna como
original, ha enunciado simplemente este hecho: La burguesía alemana debe
conquistar el poder político. Sólo enuncia patéticamente, como una verdad
eterna, la relación pasajera de la burguesía alemana con el poder político
alemán, y así muestra cómo se puede hacer un "núcleo sólido" de un
"movimiento".
"La injusticia en el estado de la propiedad -continúa el señor
Heinzen-es mantenida únicamente por la fuerza". O bien Heinzen sólo
entiende "por injusticia en el estado de la propiedad" a la presión,
mencionada anteriormente, que aún soporta la burguesía alemana -incluso en sus
intereses "más sagrados"-, ejercida por la monarquía absoluta y, en
este caso, repite lo que acaba de decir; o bien entiende por "injusticia
en el estado de la propiedad", la situación económica de los obreros, y
entonces el sentido de su revelación es el siguiente: el actual estado burgués
de la sociedad es "mantenido" por el poder del Estado, poder que la
burguesía ha organizado para la protección de sus propias condiciones de
propiedad. Es necesario, pues, que los proletarios destruyan el poder político
en todos los lugares en que ya se encuentra en manos de la burguesía. Es
necesario que ellos mismos devengan el poder, el poder revolucionario. Una vez
más, Heinzen dice inconscientemente lo que dijo Engels, pero siempre con la
ingenua convicción de decir lo contrario. No piensa lo que dice y no dice lo
que piensa.
Por lo demás, si la burguesía mantiene políticamente, esto es, por su
poder político, "la injusticia en el estado de la propiedad", no es
ella quien la crea. "La injusticia en el estado de la propiedad, tal como
es condicionada por la moderna división del trabajo, por la forma moderna del cambio,
de la concurrencia, de la concentración, etc., para nada tiene su origen en la
supremacía política de la burguesía; por el contrario, la supremacía política
de la burguesía tiene su origen en esas condiciones modernas de la producción,
que los economistas burgueses proclaman leyes necesarias y eternas. Si el
proletariado destruye, por lo tanto, la supremacía política de la burguesía, su
victoria sólo será pasajera, un simple factor al servicio de la misma
revolución burguesa, como lo fue en 1794, mientras que en el curso de la
historia, es decir, en su "movimiento", no se encuentren creadas las
condiciones materiales que hagan necesarias la derogación del modo de
producción burgués y, por consecuencia, la caída definitiva de la supremacía
política burguesa. En Francia, el Terror no debía servir, pues, más que para
hacer desaparecer como por encantamiento, bajo sus terribles martillazos, las
ruinas feudales del territorio francés. Con sus concepciones timoratas y
demasiado conciliantes, la burguesía habría necesitado varias decenas de años
para terminar esta tarea. En consecuencia, la intervención sangrienta del
pueblo no hizo más que prepararle el terreno. Del mismo modo, la caída de la
monarquía absoluta sólo sería momentánea, si las condiciones económicas
necesarias para la supremacía de la clase burguesa no hubiesen llegado aún a la
madurez. Los hombres se construyen un mundo nuevo no con "bienes
terrenales" -como lo cree la superstición grosera-, sino con las
conquistas históricas de su mundo a punto de naufragar. En el curso de la
evolución, necesitan producir ellos mismos las condiciones materiales de una
nueva sociedad, y ningún esfuerzo del espíritu y de la voluntad puede
substraerlos a este destino.
Toda la rusticidad del "buen sentido" que toma "en plena
vida" y no deja atrofiar sus disposiciones naturales ni por estudios
filosóficos, ni por otros estudios, puede caracterizarse de la siguiente
manera: cuando logra ver la diferencia no ve la unidad, y cuando consigue ver
la unidad no ve la diferencia. Cuando establece caracteres distintivos, éstos
se petrifican inmediatamente entre sus manos; y considera como la sofística más
condenable el hacer arder a esos conceptos informes frotándolos entre sí.
Cuando, por ejemplo, dice que el dinero y el poder, la propiedad y el poder, la
adquisición del dinero y la adquisición del poder no son la misma cosa, enuncia
una tautología ya implícita en los mismos términos; y esta simple distinción de
las palabras la considera como un descubrimiento que hace valer -con toda la
conciencia de un hombre que ve claro- en contra de los comunistas, bastante
ciegos para no detenerse en esta primera constatación pueril.
Si quiere darse cuenta rápidamente de cómo "la adquisición del
dinero" se transforma en "adquisición de poder" y la "propiedad"
en "poder político", y cómo, por consecuencia, la diferenciación bien
neta que el señor Heinzen sanciona como un dogma, es más bien substituida por
relaciones de ambos poderes, y esto hasta el momento de su reunión, el señor
Heinzen solamente tiene que ver lo que ha pasado: los siervos han comprado su
libertad; las comunas han adquirido los derechos municipales; los burgueses han
substraído, por una parte, mediante el comercio y la industria, el dinero de
los bolsillos de los señores feudales, cuyas propiedades fundiarias, además,
han hecho volatilizar en letras de cambio, y por otra parte, ayudaron a la
monarquía absoluta a triunfar sobre los grandes señores feudales así minados, y
le compraron privilegios, del mismo modo que después explotaron las crisis
financieras de la monarquía absoluta, etc., etc.; gracias al sistema de la
deuda pública -producto de la industria moderna y del comienzo moderno-, las
monarquías más absolutas cayeron bajo la dependencia de los barones de la finanza;
en las relaciones internacionales de los pueblos, el monopolio industrial se
transforma inmediatamente en supremacía política; y es así cómo los príncipes
de la Santa Alianza no fueron más que lansquenetes a sueldo de Inglaterra en la
guerra de la independencia alemana, etc.
Pero dedicándose con su testarudez grosera a convertir esas diferencias
-tales como las diferencias entre la adquisición del dinero y la adquisición
del poder-, en verdades eternas (teniendo, naturalmente, tal o cual expresión),
en dogmas inquebrantables, el buen sentido se pone en la ubicación soñada para
verter su indignación sobre "la ceguera, la imbecibilidad, la
"corrupción" de los adversarios de esos artículos de fe-placer que en
sus ardientes expecto-raciones debe, asimismo, dar el caldo donde nadan, pobres
y resecas, escasísimas verdades.
El señor Heinzen vivirá lo suficiente para ver, incluso en Prusia, al
poder de la propiedad realizando un casamiento forzado con el poder político.
Escuchémosle todavía: "Ustedes quieren orientar a nuestra época
particularmente hacia las cuestiones sociales, y no se dan cuenta que no existe
cuestión social más importante que la cuestión de la realeza o de la
república". Recién el señor Heinzen no veía más que la diferencia entre el
poder financiero y el poder político, y ahora no ve más que la unidad entre la
cuestión política y la cuestión social. Es cierto que, además, ve "la
ceguera ridícula" y "la mentalidad cobarde y despreciable" de
sus antípodas.
Las relaciones políticas de los hombres son también, naturalmente,
relaciones sociales, como todas las relaciones en que los hombres se encuentran
frente a otros hombres. Todas las cuestiones que se refieren a las relaciones
de los hombres entre sí son, pues, asimismo, cuestiones sociales. Mediante esta
concepción -que tiene un lugar apropiado en un catecismo para niños de ocho
años-, esta ingenuidad grosera cree haber dicho no sólo algo, sino también
haber arrojado un peso en uno de los platillos de la balanza de las colisiones
modernas.
Por azar resulta que las "cuestiones sociales" que se "han
tratado en nuestra época" aumentan a medida que salimos del dominio de la
monarquía absoluta. El socialismo y el comunismo no han nacido en Alemania,
sino en Inglaterra, en Francia y en la América del Norte. La primera aparición
de un partido comunista realmente actuante se produce en el cuadro de la
revolución burguesa, en el momento en que la monarquía constitucional acaba de
ser puesta de lado. Los más consecuentes republicanos, los niveladores en Inglaterra,
Babeuf, Buonarotti, etc. en Francia, son los primeros que han proclamado esas
"cuestiones sociales". La Conspiración de Babeuf -escrita por su
amigo y camarada Buonarotti- señala cómo esos republicanos han tomado en el
"movimiento" la idea muy clara de que desembarazándose de la cuestión
social: Monaquía o República, no se había resuelto aún la menor cuestión social
en el sentido del proletariado.
La cuestión de la propiedad, tal como ha sido planteada en nuestra época,
aun cuando estuviera formulada como simple cuestión, no se reconoce en la forma
que le da Heinzen: "¿Es justo que uno posea todo y otro nada, incluso, es
justo que el individuo pueda poseer algo?", o en otras simples cuestiones
de conciencia o de derecho. La cuestión de la propiedad varía enorme-mente, de
acuerdo al grado de desarrollo general de la industria y al grado de desenvolvimiento
particular de los diferentes países.
Para el campesino de Galicia, por ejemplo, la cuestión de la propiedad se
reduce a la transformación de las posesiones feudales en pequeña propiedad
burguesa. Tiene para él el mismo sentido que para el campesino francés de 1789.
Pero el jornalero agrícola inglés no tiene ninguna relación con el
terrateniente. Sólo tiene relaciones con el arrendatario, es decir, con el
capitalista industrial que trabaja industrialmente la agricultura. Pero, por su
lado, este capitalista industrial que paga una renta, se encuentra en relación
directa con el terrateniente. Para la burguesía industrial inglesa, la
derogación de la propiedad fundiaria constituye, pues, la cuestión más
importante de la propiedad, y la lucha contra las leyes cerealistas no tiene
otro sentido. Pero, para el jornalero agrícola inglés, como para el obrero de
fábrica inglés, la supresión del capital constituye la cuestión de la
propiedad.
En el curso de la revolución inglesa, como en el curso de la revolución
francesa, se trataba, en la cuestión de la propiedad, de hacer prevalecer la
libre concurrencia y suprimir todas las condiciones feudales de la propiedad,
tales como el dominio eminente del señor feudal, las corporaciones, los
monopolios, etc., que, para la crecida industria de los siglos XVI y XVII, se
habían convertido en otras tantas trabas. En "nuestra época",
finalmente, la cuestión de la propiedad significa que se trata de la supresión
de las colisiones surgidas de la gran industria, de la extensión del mercado y
de la libre concurrencia.
Siguiendo el diferente desarrollo de la industria, la cuestión de la
propiedad fue siempre la cuestión vital de una clase determinada. En los siglos
XVII y XVIII, en los que se trataba de la supresión de las condiciones feudales
de la propiedad, la cuestión de la propiedad fue la cuestión vital de la clase
burguesa. En el siglo XIX, en el cual se trata de suprimir las condiciones
burguesas de la propiedad, la cuestión de la propiedad es una cuestión vital
para la clase obrera.
La cuestión de la propiedad, que en nuestra época es una cuestión
mundial, no tiene sentido, pues, más que en la sociedad burguesa moderna.
Cuanto más desarrollada está esa sociedad, mayor desarrollo ha alcanzado, desde
el punto de vista económico, la burguesía de un país y, en consecuencia, de más
en más el poder político asume el carácter de una expresión burguesa, y tanto
más aguda aparece la cuestión social; es más aguda en Francia que en Alemania,
en Inglaterra que en Francia, en una monarquía constitucional que en una
monarquía absoluta, en una república que en una monarquía constitucional. Es
así, por ejemplo, cómo las colisiones del crédito, de la especulación, etc., en
ninguna parte son más agudas que en los Estados Unidos de América. Y en ninguna
parte la desigualdad social se afirma más netamente que en los Estados del Este
de la América del Norte, porque en ningún lado está menos cubierta por la
desigualdad política. Si todavía el pauperismo no se ha desarrollado allí como
en Inglaterra, hay que buscar la causa en las condiciones económicas; pero no
es este el momento de hablar de ello. No obstante, el pauperismo realiza los más
sorprendentes progresos:
"En este país, donde no hay clases privilegiadas, donde todas las
clases de la sociedad tienen iguales derechos (pero la dificultad reside en la
misma existencia de clases), y donde nuestra población está lejos de pesar sobre
los medios de subsistencia, es verdaderamente alarmante el hecho de ver
aumentar al pauperismo con tanta rapidez". (Informe del señor Meredith al
Congreso de Pensilvania). "Está probado que en Massachusetts el pauperismo
ha crecido, en 25 años, en un 60 %". (Notas del americano Niles).
Uno de los economistas políticos más famosos de la América del Norte,
miembro del partido radical, Thomas Cooper, propone: 1°, prohibir el matrimonio
de los vagabundos; 2°, suprimir el sufragio universal; pues -exclama-, "la
sociedad fue establecida para la protección de la propiedad. ¿Cómo es posible
que gentes que según leyes económicas eternas, estarán eternamente privadas de
propiedad, puedan pretender razonablemente el derecho de legislar sobre la
propiedad ajena? ¿Qué finalidad común, qué interés común hay entre esas dos
clases de habitantes? O la clase obrera no es revolucionaria y en este caso
representa los intereses de los empleadores de quienes depende su existencia.
Así, en las últimas elecciones de Nueva Inglaterra, los propietarios de
fábricas hicieron imprimir sobre indiana, para asegurarse votos, el nombre del
candidato, y cada uno de sus obreros llevaba un trozo de indiana prendido como
insignia. O bien la clase obrera se hace revolucionaria a causa de la vida en
común. etc., y en este caso el poder político del país caerá tarde o temprano
en sus manos y, en ese sistema, ya no habrá propiedad segura". (Lectures
on political economy, Columbia, 361, 365).
Del mismo modo que en Inglaterra los obreros constituyen un partido
político con el nombre de cartismo, los obreros norteamericanos forman un
partido político con el nombre de reformistas nacionales; y su grito de guerra
no es absolutamente: monarquía o
república, sino dictadura de la clase obrera o dictadura de la clase burguesa.
Mientras que en la sociedad burguesa moderna, con sus formas políticas
correspondientes: Estado representativo constitucional o republicano, la
cuestión de la propiedad se ha transformado en la cuestión social más
importante, el burgués alemán experimenta, en su mentalidad limitada, la
necesidad de gritar en las nubes que la cuestión social más importante de
nuestra época es la cuestión de la monarquía. De manera absolutamente análoga,
en la introducción a su Economía política, el doctor List exhala su ingenua
indignación al ver gentes que consideran equivocadamente al pauperismo, y no h
las tarifas aduaneras, como la cuestión más importante de nuestra época.
Deutsche-Brüsseler-Zeitung No. 92, noviembre 18, 1847
La distinción entre el dinero y el poder era al mismo tiempo una
diferencia personal entre ambos campeones:
El "pequeño" resulta una especie de pickpocket que sólo se
interesa por las gentes que tienen "dinero". El hombre fuerte y
arriesgado, por el contrario, lucha contra los "poderes" de esta
tierra, con "la coraza en la espalda y el casco en la cabeza".
(Ariosto: Orlando Furioso: indosso la corazza, e l'elmo in
testa). "Vuestra persona -murmura- se encuentra, por lo demás, mejor
que la mía".
No obstante, los que mejor se encuentran son los "poderes" de
la tierra que respiran visiblemente, mientras que el señor Heinzen sermonea a
su discípulo: "Actualmente, como todos los comunistas, ha llegado a ser
incapaz de reconocer la conexión que existe entre la política y las condiciones
sociales". Acabamos de asistir a una lección de moral en la que el gran
hombre, con una simplicidad sorprendente, ha revelado la relación general de la
política y de las condiciones sociales. Y helo aquí que, empuñando a los
príncipes, da a su alumno una aplicación material de su teoría.
Los príncipes o el principado -explica- son los "autores principales
de toda miseria y de toda situación angustiosa". Claro está que una vez
suprimidos los príncipes, esta declaración también cae; y el sistema esclavista
que condujo a su ruina a las repúblicas antiguas, el sistema esclavista que
provocará las más terribles colisiones en los Estados del Sur de la república
norteamericana[1], el
sistema esclavista puede exclamar como John Falstaff: ¡Pugliese al Cielo que
las razones fueran tan baratas como las moras! Pero, ante todo: ¿quién hizo a
los príncipes y a su autoridad?
En interés de los asuntos generales, el pueblo tuvo que colocar en cierta
época a su frente a los personajes más eminentes. Después, este puesto se
transmitió hereditariamente en la misma familia, etc. Y finalmente, la
estupidez y la abyección de la humanidad han tolerado este abuso durante
siglos. Si se reuniese en un congreso a todos los "charlatanes" de
Europa, no podrían dar otra respuesta. Y si se consultase a todas las obras del
señor Heinzen, no darían otra respuesta.
El vigoroso sentido común cree explicar el sistema monárquico
declarándose su adversario. Pero la dificultad consistiría, para ese buen
sentido normal, en explicar cómo ha nacido el adversario del buen sentido y de
la dignidad moral humana y cómo ha arrastrado durante siglos su existencia
singularmente tenaz. Nada más simple. Muchos siglos carecieron de buen sentido
y dignidad moral humanas. En otros términos, la razón y la moral de un cierto
número de siglos correspondían al régimen monárquico, en lugar de
contradecir-lo. Y precisamente a esta razón y a esta moral de los siglos
pasados no las comprende el buen sentido de hoy. Y no sólo no las comprende,
sino que, por el contrario, las desprecia. Abandona la historia para refugiarse
en la moral, y así puede descargar toda la artillería pesada de su indignación
moral.
De igual modo que el buen sentido político se explica aquí el origen y la
duración del régimen monárquico como obra de la sinrazón, el buen sentido
religioso explica la herejía y la incredulidad como obras del diablo. Y de
igual manera el buen sentido irreligioso explica la religión como obra de esos
diablos, los curas.
Pero una vez que el señor Heinzen corroboró por medio de lugares comunes
morales el origen del régimen monárquico, resulta de ello, naturalmente,
"la relación entre el régimen monárquico y las condiciones sociales".
Oigámoslo: "Un solo individuo acapara para él solo el Estado, sacrifica
más o menos a todo un pueblo -no solamente desde el punto de vista material,
sino también desde el punto de vista moral- a su persona y a las gentes que le
rodean directamente; gradúa en él al envilecimiento, lo separa en diversas
castas, como ha ganado flaco y ha ganado gordo, y únicamente en interés de su
propia persona hace oficialmente de cada miembro de la sociedad un enemigo de
otro".
El señor Heinzen ve a los príncipes en la cúspide del edificio social de
Alemania. Ni siquiera por un instante duda que ellos hayan establecido y
establezcan cada día de nuevo su fundamento social. ¡Nada más simple que
explicar la relación de la monarquía con las condiciones sociales -de las cuales
es la expresión política oficial-, haciendo establecer esa relación por los
mismos príncipes! ¿Cuál es la relación entre las cámaras representativas y la
sociedad burguesa moderna que representan? ¡Las Cámaras han hecho a la
sociedad! El Olimpo político, con todo su aparato y su jerarquía, ha creado de
igual modo al mundo profano, del cual es el Santo de los Santos. Y es así,
también, cómo el Olimpo religioso habría creado las condiciones profanas que se
reflejan en él con aspectos fantásticos y divinizados.
El imbécil que declama con el énfasis conveniente esta sabiduría barata,
debe estar, naturalmente, tan asombrado como moralmente indignado contra el
adversario que se esfuerza en demostrarle que no es la manzana la que ha
producido al manzano.
Los historiadores modernos han demostrado que la monarquía absoluta se
presenta en las épocas de transición en que la vieja organización feudal
declina y la burguesía medieval evoluciona hacia la clase burguesa moderna, sin
que uno de los partidos en lucha haya podido aún liquidar al otro. Los
elementos sobre los cuales edifica la monarquía absoluta, no son absolutamente,
pues, su producto; más bien forman la condición social, cuyo desarrollo
histórico es demasiado conocido para que tengamos necesidad de explicarlo aquí.
El hecho de que la monarquía absoluta se haya constituido más tarde en Alemania
y dure más tiempo en ella, se explica por la evolución raquítica de la clase
burguesa alemana. La solución de esta evolución se encuentra en la historia del
comercio y de la industria.
La decadencia de las ciudades libres burguesas alemanas; el
aniquilamiento de la caballería; la derrota de los campesinos y, por
consiguiente, el poder absoluto de los príncipes; la ruina de la industria y
del comercio alemanes -enteramente basados en condiciones medievales-, en el
preciso momento en que se abre el mercado mundial moderno y se instala la
manufactura; la despoblación y el estado bárbaro, consecuencias de la guerra de
los Treinta años; el carácter de las industrias nacionales renacientes, tales
como la pequeña industria linera, a las cuales corresponden situaciones y
condiciones patriarcales; la naturaleza de los artículos de exportación que
pertenecían en su mayor parte a la agricultura y, no hacían, pues, más que aumentar
casi exclusivamente las ganancias materiales de los gentilhombres campesinos y
acrecentar su poder relativo frente a los burgueses; la situación inferior de
Alemania en el mercado mundial en general, gracias a lo cual los subsidios
pagados a los príncipes por extranjeros se transformaban en una fuente
principal de la renta nacional, encontrándose los burgueses, por consecuencia,
dependiendo de la Corte, etc., todas estas condiciones en que se desarrollaron
la forma de la sociedad alemana y la organización política correspondiente, se
transforman, para el grosero sentido común, en algunas fórmulas sentenciosas
cuyo fundamento viene a decir precisamente que "el régimen monárquico
alemán" hizo a la "sociedad alemana" y la "rehace"
todos los días.
Es fácil explicar la ilusión óptica que le permite al sentido común ver
en el régimen monárquico la fuente de la sociedad burguesa, en lugar de ver en
la sociedad alemana la fuente del régimen monárquico.
A la primera mirada ve -y estima que su primera mirada es siempre una
prueba de sagacidad- que los príncipes alemanes mantienen y conservan el
antiguo estado de cosas social cuya vida o muerte es la condición sine qua non
de la continuación o desaparición de su existencia política, y reaccionan
violentamente contra los elementos disolventes. Y asimismo ve, por otra parte,
a los elementos disolventes luchando contra el poder de los príncipes. Los
cinco sentidos, pues, demuestran, todos a la vez, que el régimen monárquico es
la base de la vieja sociedad, de sus gradaciones, de sus prejuicios y de sus
antítesis.
Pero cuando se lo examina de cerca, ese fenómeno no hace más que refutar
la opinión simplista de la que ha sido causa inocente.
El papel violentamente reaccionario en que se manifiesta el régimen
monárquico, prueba simplemente que se ha formado con lentitud, en los poros de
la vieja sociedad, una sociedad nueva que no puede dejar de sentir como una
traba contra natura y de querer hacer saltar la caparazón política -la
envoltura natural de la vieja sociedad-. Cuanto menos desarrollados están esos
nuevos elementos sociales disolventes, tanto más conservadora aparece, incluso,
la reacción más violenta del antiguo poder político. Cuanto más desarrollados
están los nuevos elementos sociales disolventes, tanto más reaccionaria aparece
hasta la menor tentativa conservadora del antiguo poder político. En lugar de
probar que ha hecho a la vieja sociedad, la reacción del régimen monárquico
prueba, por el contrario, que se le liquida cuando las condiciones materiales
de la vieja sociedad resultan anticuadas. La reacción del régimen monárquico
es, al mismo tiempo, la reacción de la vieja sociedad que aún es la sociedad
oficial y, por consecuencia, todavía se encuentra en posesión oficial del
poder, o en posesión del poder oficial.
Cuando las condiciones materiales de vida de la sociedad se han
desarrollado suficientemente para hacer de la modificación de su forma política
oficial una necesidad vital, toda la fisonomía del viejo poder político se
transforma. Es así como la monarquía absoluta, en lugar de centralizar -lo que
constituía su verdadera acción civilizadora-, trata entonces de descentralizar.
Surgida de la derrota de las castas feudales -en la destrucción de las cuales
ella misma toma la parte más activa-, trata de salvaguardar al menos la
apariencia de las distinciones feudales. Mientras que anteriormente favorecía
al comercio y a la industria, al mismo tiempo que al crecimiento de la clase
burguesa, como a otras tantas condiciones necesarias de la potencia nacional y
no menos de su propio esplendor, la monarquía absoluta obstaculiza en todas
partes al comercio y a la industria, convertidas en armas cada vez más
peligrosas entre las manos de una burguesía ya fuerte. De la ciudad, cuna de su
elevación, ella lanza una mirada ansiosa y debilitada sobre el campo
fertilizado por los cadáveres de sus antiguos y gigantescos adversarios.
Pero el señor Heinzen no entiende, en realidad, por "relación de la
política y de las condiciones sociales", más que la relación de los príncipes
alemanes con la miseria y la vida angustiosa alemana.
Desde el punto de vista material, la monarquía -como cualquier otra forma
de gobierno- sólo existe directamente para la clase obrera en la forma de
impuestos. Los impuestos son la expresión económica de la existencia del
Estado. Funcionarios y curas, soldados y bailarinas, maestros de escuela y
agentes de policía, museos griegos y torres góticas, lista civil y jerarquía
social: los impuestos son el embrión común donde dormitan todas esas existencias
famosas.
¿Y qué burgués razonador no habría atraído la atención del pueblo
muriéndose de hambre sobre los impuestos, sobre la parte de león de los
príncipes y sobre la fuente de su miseria? ¡Los príncipes alemanes y la miseria
alemana! En otros términos, los impuestos con que se regalan los príncipes y
que el pueblo paga sudando sangre. ¡Qué inagotable materia para todos esos
charlatantes salvadores de la humanidad!
La monarquía ocasiona muchos gastos. Sin duda alguna. ¡Véase, pues, el
presupuesto de los Estados Unidos y compáreselo a lo que pagan nuestras 38
minúsculas patrias para ser administradas y reglamentadas! A las ardientes
recriminaciones de esa demagogia pretensiosa, no responden los comunistas, sino
los economistas burgueses, tales como Ricardo, Senior, y esto en dos palabras.
Los impuestos constituyen la existencia económica del Estado. El salario
es la existencia económica de los trabajadores. Se trata de determinar la
relación que media entre los impuestos y el salario.
El salario medio es reducido necesariamente al mínimo por obra de la
competencia, esto es, a un salario que permita a los obreros asegurarse bien o
mal su subsistencia y la subsistencia de su raza. Los impuestos constituyen una
fracción de ese mínimo, pues la tarea política de los obreros consiste
precisamente en pagar impuestos. Si se suprimieran radicalmente todos los
impuestos que pesan sobre la clase obrera, su consecuencia necesaria seria que
el salario disminuiría en todo el monto de los impuestos que entra hoy en él.
Y, entonces, de dos cosas una: o el beneficio de los empleadores crecería
inmediatamente en la misma medida, o bien no habría más que una simple
modificación en la forma de percibir el impuesto. En lugar de adelantar
directamente en el salario, como lo hace hoy, los impuestos que el obrero debe
pagar, ya no los pagaría al Estado por esta vía indirecta, sino directamente.
Si en la América del Norte el salario es más elevado que en Europa, de ninguna
manera es debido a que los impuestos sean menos grandes; es debido a la
situación territorial, comercial e industrial. La demanda de obreros, en
comparación con la oferta, es mucho más grande que en Europa. Y no importa qué
principiante conoce esta verdad por la lectura de Adam Smith. Para la
burguesía, por el contrario, el modo de repartición y de percepción, tanto como
el modo de emplear los impuestos, constituye una cuestión vital por su
influencia sobre el comercio y la industria, como porque es el garrote de oro
con que se estrangula la monarquía absoluta.
Después de haber hecho observaciones tan profundas sobre la
"relación de la política y de las condiciones sociales", así como
sobre la "relación de las condiciones sociales con el poder
político", el señor Heinzen exclama triunfalmente: "Es cierto que en
mi propaganda revolucionaria no me he dejado arrastrar por "el espíritu
limitado de los comunistas", que divide simplemente a los hombres en
"clases", o los excita a unos contra otros de acuerdo al
"oficio", puesto que yo dejo subsistir la "posibilidad" de
no clasificar siempre a la "humanidad" según la "clase o la
amplitud de su portamonedas" y la oposición de clase en "querella de
oficio". ¿La medida de la cartera es una diferencia purameute
cuantitativa, por la cual se puede siempre lanzar a uno contra otro, a dos
individuos de la misma clase? Todo el mundo sabe que las corporaciones de la
Edad Media se oponían unas a otras "de acuerdo al oficio". Y,
asimismo, se sabe que la distinción moderna de clases no descansa para nada en
el "oficio", sino que la división del trabajo en el seno de la misma
clase produce, por el contrario, modos de trabajo muy diferentes, Y a esta
"miopía" tomada en plena vida y solicitada al buen sentido más
personal, la llama el señor Heinzen "miopía comunista".
Admitamos por un instante que el señor Heinzen sabe de qué habla, y no
hablemos, pues, de la "diferencia de amplitud" de las carteras y de
las "querellas de oficio". Es muy "posible" que individuos
particulares no siempre sean determinados por la clase a la cual pertenecen;
pero este hecho es tan poco decisivo para la lucha de clases como lo fue para
la revolución francesa el paso de algunos nobles al Tercer Estado. Y, además,
esos nobles al menos se unían a una clase, a la clase revolucionaria, a la
burguesía. Pero el señor Heinzen hace desaparecer a todas las clases delante de
la idea solemne de "la humanidad".
Pero si el señor Heinzen cree que clases enteras, que descansan sobre
condiciones económicas independientes de su voluntad, y que están colocadas por
esas condiciones en la oposición más hostil, pueden escapar a sus condiciones
reales gracias a la propiedad de "humanidad" inherente a todos los
hombres, ¡cuán fácil debe ser para un príncipe elevarse, por la humanidad, por
encima de su "oficio de príncipe"! ¿Por qué agravia a Engels,
acusándole que detrás de sus frases revolucionarias distingue "un buen
emperador José"?
Pero si el señor Heinzen borra, por una parte, todas las diferencias,
dirigiéndose de una manera imprecisa a la "humanidad" de los alemanes
en forma de englobar a los mismos príncipes en sus exortaciones, por otra parte
se ve obligado a establecer una distinción entre los hombres alemanes, pues sin
diferencia no hay oposición, y sin oposición no hay materia para
grandilocuentes tiradas políticas.
Por esto, el señor Heinzen divide a los hombres alemanes en príncipes y
sujetos. El hecho de ver y enunciar esta oposición, constituye de su parte una
manifestación de fuerza moral, una prueba de osadía individual, de inteligencia
política, de sentimiento humano en rebeldía, de perspicacia seria, de bravura
estimable. Pero, asimismo, da pruebas de ceguera intelectual, de mentalidad
policial, haciéndonos notar que existen sujetos privilegiados y sujetos no
privilegiados, que los primeros ven en la jerarquía política no una gradación
degradante, sino una línea ascendente que les permite elevarse y que, en fin,
entre los sujetos -por quienes la cualidad de sujetos es considerada como un
obstáculo- existen diferentes modos de apreciar este obstáculo.
Y he aquí que los comunistas "limitados" no solamente ven la
distinción política entre príncipes y sujetos, sino también la diferencia
social de las clases. Mientras que la grandeza moral del señor Heinzen
consistía recién en ver y expresar la diferencia, esta grandeza actualmente
consiste más bien en mirar a otra parte, en no verla más, en ocultarla.
Enunciando esta oposición, ya no habla el lenguaje revolucionario, sino el
lenguaje reaccionario, y no hace más que excitar malévolamente a unos contra
otros, a los hermanos unidos en la "humanidad".
Todo el mundo sabe que poco después de la revolución de julio, la
burguesía victoriosa decretó, en las leyes de setiembre, y probablemente por
humanidad, "que excitar a diversas clases del pueblo a que luchen entre
sí" constituía un gran crimen político, pasible de prisión, de multa, etc.
También es sabido que los diarios burgueses de Inglaterra no conocen un medio
mejor para denunciar a los jefes y escritores cartistas que reprocharles de
excitar a las diferentes clases de la sociedad, a unas contra otras. Incluso se
sabe que por haber excitado así a las diferentes clases de la sociedad para que
luchen unas contra otras, hay escritores alemanes que gimen en los calabozos de
las fortalezas. ¿No habla esta vez el señor Heinzen el lenguaje de las leyes
francesas de setiembre, de los diarios burgueses de Inglaterra y del código
penal alemán?
Pero no. El señor Heinzen simplemente teme, en su benevolencia, que los
comunistas "aseguren a los príncipes escapatorias revolucionarias".
De igual modo los liberales belgas afirman que los demócratas se entienden con
los legitimistas. Y el liberal Heinzen afirma que los comunistas se entienden
con los príncipes.
Alemania -como ya lo expuse en la Deutsch-Franzosische Jahrbucher- tiene
una marca germano-cristiana particular. Su burguesía se ha retardado tanto, que
comienza su lucha contra la monarquía absoluta y trata de fundar su poder
político en el preciso momento en que, en todos los países desarrollados, la
burguesía ya está comprometida en la lucha más violenta contra la clase obrera
y sus ilusiones políticas pasan ya al último plano de la conciencia europea. En
ese país, donde la miseria política de la monarquía absoluta existe aún con
toda su secuela de castas y de condiciones semifeudales en descomposición, ya
existen, por otra parte, parcialmente, las oposiciones modernas entre la
burguesía y la clase obrera, con la lucha que de ellas resulta, consecuencia
del desenvolvimiento industrial y de la dependencia de Alemania del mercado
mundial. Ejemplos: los motines obreros en Silesia y Bohemia. Por lo tanto, la
burguesía alemana ya se encuentra también en oposición con el proletariado,
incluso antes de haberse constituido políticamente como clase. La lucha entre
los "sujetos" ha estallado incluso antes que los príncipes y la
nobleza hayan sido expulsados del país, y esto a pesar de todas las canciones
de Hambach.
Esta situación contradictoria, que se refleja naturalmente en la
literatura alemana, no puede explicársela el señor Heinzen más que haciendo
responsables de ella a sus adversarios y explicándola como consecuencia de los
complots contrarrevolucionarios de los comunistas.
Pero los obreros alemanes saben muy bien que la monarquía absoluta, al
servicio de la burguesía, no vacilará nunca y no podrá vacilar nunca un
instante en recibirlos a cañonazos y latigazos. ¿Por qué, pues, preferirán las
vejaciones brutales del gobierno absoluto, con su séquito semifeudal, al poder
directo de la burguesía? Los obreros saben muy bien que la burguesía no
solamente deberá hacerles, desde el punto de vista político, concesiones más
amplias que la monarquía absoluta, sino, también, que, en beneficio de su
comercio y de su industria, hace nacer, a pesar de ella, las condiciones más
favorables para la unión de la clase obrera; y la unión de los obreros es la
primera condición de la victoria de éstos. Los obreros saben que no se puede
llegar a suprimir los modos burgueses de la propiedad manteniendo los modos
feudales. Saben que el movimiento revolucionario de la burguesía contra las
castas feudales y la monarquía absoluta no puede sino acelerar su propio
movimiento revolucionario. Saben que su propia lucha contra la burguesía no
podrá estallar más que el día en que la burguesía haya logrado triunfar. Y a
pesar de esto, no comparten las ilusiones burguesas del señor Heinzen. Pueden y
deben aceptar encima a la revolución burguesa como una condición de la
revolución obrera. Pero ni por un instante pueden mirarla como el objetivo
final.
Los cartistas ingleses han dado un brillante ejemplo de que tal es
realmente la actitud de los obreros, en la reciente agitación de la
anticornlawleague (liga contra las leyes sobre cereales).
Ni aún por un instante han prestado fe a las mentiras y a las falaces
promesas de los radicales; ni siquiera por un instante han dejado de luchar
contra ellos; pero ayudaron a sus enemigos a triunfar sobre los tories, con
pleno conocimiento de causa; y al día siguiente de la derogación de las leyes
sobre los cereales chocaban en el campo de batalla, no ya los tories y los
libre-cambistas, sino los librecambistas y los cartistas. Y contra esos
radicales burgueses, los obreros conquistaron bancas en el Parlamento.
Así como no comprende a los obreros, el señor Heinzen no comprende a los
liberales burgueses, pese a todo el ardor que pone inconscientemente en
trabajar al servicio de ellos. Cree necesario retomar alternativamente las
viejas fórmulas contra la Gemútlichkeit y la humildad alemanas.
Hombre honesto, toma en serio lo que un Camphausen o un Hansemann
derrochan en cuestión de fórmulas serviles. Los señores burgueses sonríen
delante de esta ingenuidad. Saben perfectamente dónde les duele la matadura.
Saben que, en las revoluciones, el pueblo se hace insolente y se sirve a sí mismo.
Por esto, los señores burgueses se esfuerzan en todo lo posible para
transformar dulcemente y sin revolución a la monarquía absoluta en monarquía
burguesa.
Pero en Prusia, como antaño en Inglaterra y Francia, la monarquía
absoluta no se deja transformar sin resistencias en monarquía burguesa. No
abdica voluntariamente. Incluso sin hablar de las ventajas personales, los
príncipes tienen atadas las manos por toda una burocracia civil, militar y
eclesiástica -otras tantas partes de la monarquía absoluta-, que no quiere
cambiar en nada su situación de dirigentes por una situación de sirvientes de
la burguesía. Además, las clases feudales detienen la marcha hacia adelante;
para ellas se trata de una cuestión de vida o muerte, es decir, de propiedad o
de expropiación. Pese a todos los homenajes serviles de la burguesía, es
evidente que la monarquía absoluta ve su venerable interés del lado de esas
castas feudales.
Así como las palabras almibaradas de un Lally Tollendal, de un Monnier,
de un Malouet. de un Mirabeu, no pudieron decidir a Luis XVI para que se uniera
resueltamente a la burguesía contra el feudalismo y los últimos vestigios de la
monarquía absoluta, los cantos de sirena de un Camphausen o de un Hansemann no
persuadieron a Federico Guillermo IV.
Pero el señor Heinzen nada tiene de común con la burguesía ni con el
proletariado de Alemania. Su partido es el "partido de los hombres",
esto es, el partido de los soñadores de corazón honesto y generoso que, con el
pretexto de fines "humanos", defienden intereses
"burgueses", sin ver claramente la relación que media entre la
fraseología idealista y el fondo realista.
Deutsche-Brüsseler-Zeitung No. 94, noviembre 25, 1847
A su partido, al partido de los hombres, o a la "humanidad" que
brota en Alemania, el hacedor de Estados, Carlos Heinzen, les ofrece la
"mejor república", la mejor república imaginada por él, la "república federativa con instituciones
sociales". Rousseau y Mably hicieron antiguamente -el primero para los
polacos y el segundo para los corsos-, el esquema del mejor mundo político. El
gran ciudadano de Ginebra ha encontrado un sucesor aún más grande.
"Me siento satisfecho -¡qué modestia!- con poder componer una
república únicamente de elementos republicanos, lo mismo que una flor no se compone
más que de pétalos". Un hombre que sabe componer con pétalos una flor,
aunque no fuera más que una margarita, no puede correr el riesgo de un fracaso
-piensen como quiera los malvados-, cuando se propone componer la "mejor
república".
A despecho de todas las invectivas, el bravo hacedor de Estados toma como
ejemplo las constituciones de la República norteamericana. Con su pincel
grosero tacha lo que le parece condenable. Y así pone en pie una edición
corregida -ad usum delphini- es decir, para uso y en interés del "hombre
alemán". Y después de haber esbozado de este modo "la imagen de la
república, y de una república determinada", levanta "por sus orejas
comunistas" a su "pequeño" alumno irrespetuoso y le aplasta
contra el suelo, preguntándole si también puede "hacer" un mundo,
"el mejor de los mundos". Y no se cansa en "levantar" por
sus "orejas comunistas" al "pequeño", hasta que le ha
puesto la "nariz" sobre la imagen gigantesca del mundo
"nuevo", sobre la mejor república. La colosal imagen del mundo
elaborado por él mismo, la ha colgado, en efecto, con sus propias manos, en la
cima más elevada de los Alpes suizos.
Cacatum non est pictum, silba la "pequeña" serpiente, que de
ningún modo está dispuesta a hacer enmienda honorable. Y presa del terror, el
Ajax republicano deja caer al suelo al Thersitas comunista y de su pecho
velludo hace salir estas palabras terribles: "¡Lleva usted el ridículo
hasta el colmo, señor Engels!"
¿Y en verdad, señor Engels, no cree usted que "el sistema federativo
americano" es "la mejor forma política que ha imaginado hasta hoy la
ciencia política?" ¿Sacude usted su pequeña cabeza? ¿Qué? ¿En resumen,
niega que "el sistema federativo americano" ha sido imaginado por la
"ciencia política"? ¿Y que existan "las mejores formas sociales
y políticas" in abstracto? ¡Pero esto es el fin de todo!
Es usted bastante "impúdico y está bastante desprovisto de
conciencia" a la vez, para hacernos creer que el bravo alemán que quiere
que su querida patria aproveche la constitución norteamericana -embellecida y
corregida encima-, se parece a ese comerciante idiota que había copiado los
libros de su rico competidor y, en posesión de esa copia, se imaginaba asimismo
estar en posesión de su envidiada riqueza.
¿Y usted nos amenaza -con el hacha de verdugo bajo su pequeño brazo-, con
la pequeña guillotina que en 1794 se daba como juguete? Usted murmura que
Barbaroux y otros hombres bastante crecidos en altura y talla fueron reducidos
en toda una cabeza porque, por azar, no tomaban al sistema federativo americano
por la mejor forma política, mientras que nosotros jugábamos a la guillotina. Y
es ésta la suerte que les espera a todos los Goliath que, en el momento en que
estalle una revolución democrática cualquiera en Europa, y particularmente en
nuestra Alemania todavía víctima de todas las divisiones feudales, quieran
poner en lugar de la república unitaria e
indivisible, y de su centralización niveladora, al sistema federativo
americano.
¡Pero, Dios mío! ¡Los hombres del Comité de salud pública y los
sanguinarios jacobinos que marchaban tras ellos eran monstruos, y la
"mejor república" de Heinzen fue "imaginada" por "la
vieja ciencia política" como la "mejor forma política" para
"hombres", para hombres buenos, para hombres humanos!
¡Verdaderamente! "¡Lleva usted el ridículo hasta el colmo, señor
Engels!"
Nuestro Hércules hacedor de Estados no copia, por lo demás, crudamente a
la república federativa norteamericana. La adorna con "instituciones
sociales"; "reglamentará las condiciones de la propiedad de acuerdo a
principios razonables"; y las siete grandes "medidas" por medio
de las cuales suprime los "abusos" de la vieja burguesía, por nada
del mundo son lamentables y miserables desechos mendigados, aquí y allá, en esos
malditos figones modernos comunistas y socialistas! ¡A los "Incas" y
a los "cuentos para niños" de Campe les debe el gran Carlos Heinzen
esas recetas para la "humanización de la sociedad", lo mismo que debe
su última frase, en el sentido profundo, a un peruano envejecido en el estudio
de la sabiduría, y no al filósofo y pomeranio Ruge! ¡Y esto es lo que el señor
Engels califica de sueños pequeño-burgueses elaborados de modo completamente
arbitrario para la regeneración del mundo!
Es cierto que vivimos en una época en que los buenos desaparecen de más
en más y en que los mejores ni son comprendidos.
Tomad, por ejemplo, a un buen burgués cualquiera y pedidle os diga, a su
saber y entender, de qué sufren las condiciones actuales de la propiedad. Y el
buen hombre tocará con el dedo índice la punta de su nariz, respirará
profundamente dos veces, devanándose completamente los sesos, y luego os dirá a
la buena de dios que es una verguenza que muchas gentes no posean nada, incluso
ni lo estrictamente necesario, mientras que otras amasan millones aristocráticamente
insolentes, y esto no sólo en perjuicio de los descamisados sin un cobre, sino
también de los buenos burgueses. ¡Mediocridad dorada! - tal será el grito del
buen miembro de la clase media. ¡Ante todo hay que evitar los extremos! ¿Cuál
es la constitución razonable que podría conciliarse con esos extremos, con esos
extremos tan condenables?
Y lanzad ahora una mirada sobre la "república federativa" de
Heinzen con sus "instituciones sociales" y sus siete medidas aptas
para "humanizar a la sociedad". A cada ciudadano se le garantiza un
mínimo de fortuna por debajo del cual no puede caer, al mismo tiempo que se le
prescribe un máximo de fortuna por encima del cual no puede ascender. ¿No ha
resuelto el señor Heinzen todas las dificultades, retomando y realizando en
forma de decretos oficiales el piadoso deseo de todos los buenos burgueses, el
deseo de no ver a nadie teniendo demasiado ni demasiado poco?
Y de esta misma manera tan simple como grandiosa, el señor Heinzen ha
resuelto todos los conflictos económicos. De acuerdo a principios razonables y
congruentes con la honesta equidad, ha reglamentado a la propiedad. Y no vayáis
a objetarle particularmente que las "reglas razonables" de la
propiedad son precisamente las "leyes económicas", cuya fría
necesidad hace fracasar todas las "medidas" equitativas, incluso si
son recomendadas por los Incas y los cuentos para niños de Campe, y mantenidas
al calor por los patriotas más ardientes.
¡Qué injusticia hacer valer consideraciones económicas contra un hombre
que no se vanagloria, como tantos otros, de sus "estudios
económicos", pero que ha sabido conservar hasta hoy, en sus obras, por
modestia, la apariencia virginal de que todavía no ha comenzado sus estudios de
economía política! Hay que agradecer precisamente a la formación primitiva de
este hombre, el verle citar a su pequeño enemigo comunista -dándose aires de
importancia-, todos los temores que, por el canal de la Augsburger Atlgemeine
Zeitung, han penetrado, desde 1842, toda la vida alemana, tales como las ideas
de la riqueza adquirida, de la libertad personal y de la individualidad, etc.
Lo que en verdad denota una gran desmoralización en los escritores comunistas,
es el hecho que buscan adversarios que tengan una cultura económica y
filosófica, y no honran con una respuesta las elucubraciones superficiales del
grosero sentido común, al cual están obligados a darle primero los rudimentos
de las condiciones económicas del actual estado de cosas burgués, a fin de
poderlos discutir después con él.
Puesto que la propiedad privada, por ejemplo, no es una simple relación y
mucho menos un concepto abstracto, un principio, sino que se compone de la
totalidad de las condiciones de producción burguesas, no se trata, en efecto,
de la propiedad privada subordinada, periclitada, sino de la propiedad privada
burguesa existente; -puesto que todas esas condiciones de producción burguesas
son relaciones de clase-, como cualquier colegial puede saberlo leyendo a Adam
Smith o a Ricardo se reduce naturalmente que la modificación o la supresión de
esas condiciones no puede resultar más que de una modificación de esas clases y
de sus relaciones recíprocas; pero la modificación en las relaciones de las
clases es una modificación histórica, un producto del conjunto de la actividad
social, el producto de un movimiento histórico determinado. Un movimiento
histórico puede servir perfectamente de órgano al escritor, pero es evidente
que éste no podría crearlo.
Para explicar, por ejemplo, la implantación de las condiciones burguesas
de la propiedad, los historiadores modernos han debido exponer el movimiento
mediante el cual la burguesía se desarrolló hasta el punto en que sus
condiciones de existencia se hicieron suficientes para permitirle suprimir
todas las castas feudales y su propio modo de existencia feudal y, por
consiguente, las condiciones de producción feudales en el cuadro de las cuales
esas castas feudales producían. La supresión de las condiciones feudales de la
propiedad y el establecimiento de la sociedad burguesa moderna no fueron, pues,
de ningún modo, el resultado de una cierta acción que, partiendo de un
principio teórico determinado elegido como centro, hubiera sacado de él otras
consecuencias. Por el contrario, los principios y las teorías que los
escritores de la burguesía establecieron en el curso de su lucha contra el
feudalismo, sólo fueron la expresión teórica del movimiento práctico, e incluso
se puede constatar paso a paso que esa expresión fue más o menos utópica,
dogmática, doctrinaria, según perteneciese a una fase más o menos desarrollada
del movimiento real.
Y en este sentido Engels cometió la imprudencia de hablarle a su terrible
adversario -al Hércules hacedor de Estados-, del comunismo como teoría, como
expresión teórica de un "movimiento".
Mas -exclama nuestro hombre violento con una indignación impresionantes-:
"Yo quería sacar las consecuencias prácticas, quería llevar a los
"representantes del comunismo a reconocer esas consecuencias", es
decir, esas consecuencias insensatas que se refieren necesariamente a la
supresión de la propiedad para un hombre que no tenga ideas fantásticas de la
propiedad privada burguesa. De este modo quería obligar a Engels "a
representar todos los absurdos" que "habría presentado", según
el honesto plan del señor Heinzen. Y ese maligno Goupil de Engels ha
desilusionado de tal manera a ese bravo Isengrin que ni encuentra en el
comunismo "una almendra para partir" y se pregunta, por lo tanto,
completamente asombrado, "cómo se prepara ese fenómeno para poder
comerlo".
Y en vano el buen hombre trata de tranquilizarse haciéndose el ingenioso,
preguntando, por ejemplo, si un movimiento histórico es un "movimiento del
espíritu" etcétera, e incluso llama en su ayuda al espíritu del gran Ruge
para explicar este enigma de la naturaleza.
"Después de lo que acaba de pasar -exclama nuestro desengañado
hombre- escucho en mi corazón aires de Sibéric, olfateo sólo traición y sueño
con ardides astutos." (Carlos Heinzen, Steck brief).
Y en realidad todo termina, en última instancia, de la manera siguiente:
Engels "reniega su escuela", "inicia una retirada tan cobarde
como ridícula", "compromete a todo el género humano para no verse
comprometido en su propia persona", "abandona al partido en el
momento decisivo". En estos términos exhala Heinzen su furor. En cuanto a
las distinciones que hace Engels entre el "verdadero socialismo" y el
comunismo, entre los sistemas utópicos y el comunismo crítico, únicamente se
trata de traición y astucia. Más aún: no son más que diferenciaciones
jesuíticas, hechas fuera de tiempo, porque al parecer hasta hoy nadie le había
hablado al señor Heinzen de ellas y ni el mismo huracán de la plena vida se las
había aportado.
¡Y con qué espíritu sabe interpretar el señor Heinzen esas oposiciones
cuando ellas han encontrado una explicación literaria! "Mire a Weitling,
por ejemplo, que es más maligno que usted y que, sin embargo, puede ser
ciertamente considerado como comunista". O también: "¿Qué sucedería
si el señor Grün resolviera hacerse comunista y excluyera al señor
Engels?" Llegado a este punto, claro está que el buen hombre que "no
ha podido emanciparse hasta el punto de considerar como superfluas en las
gentes razonables la buena fe y la fidelidad, aunque ellas sean completamente
anticuadas", nos sirve las mentiras más absurdas y nos afirma que Engels,
por ejemplo, había acariciado asimismo el proyecto de escribir "el
movimiento social de Inglaterra y Francia", pero que Carlos Grün se le
había adelantado. Y entonces Engels "no habría podido encontrar editor
para repeticiones aburridas"; y toda una serie de invenciones que el señor
Heinzen saca de "un cierto principio como otras tantas
consecuencias".
Está en su "naturaleza" el hecho de que la crítica moralizante
tenga un fin lamentable y no por esto hay que ver en ello una tara personal del
Telémaco Ajax. Pese a todas sus estupideces y a todas sus vulgaridades, nuestro
grosero personaje tiene, al menos, la satisfacción de ser estúpido y vulgar por
convicción, y por lo tanto, "un buen muchacho de una sola pieza".
Y cualquier cosa que pueda resultar de los "hechos" gue el gran
Carlos Heinzen mismo "deja tranquilamente librados a su curso":
"En cuanto a mí -exclama golpeando tres veces su honesto pecho-, continúo
exhibiendo sin falsa vergüenza mi principio, y no lo oculto si alguien me
interroga a su respecto".
Enrique XLII de Reuss-Schleiz-Ebersdorf también cabalga en su principio
desde hace cerca de veinte años.
Fin de la Moral Crítica
______________
[1] Véase las memorias de Jefferson, uno de los
fundadores de la República Norteamericana y presidente de ella durante varios
períodos.
En inglés
Karl Marx
en el Deutsche-Brüsseler Zeitung
Una
contribución a la historia cultural alemana
Contra Karl Heinzen
Contra Karl Heinzen
Fuente: MECW
Volumen 6, p. 312;
Escrito: a fines de octubre de 1847;
Primera publicación: en Deutsche-Brüsseler-Zeitung Nos. 86, 87, 90,92 y 94; 28 y 31 de octubre; 11, 18 y 25 de noviembre de 1847.
En inglés
Karl Marx
en el Deutsche-Brüsseler Zeitung
Una
contribución a la historia cultural alemana
Contra Karl Heinzen
Contra Karl Heinzen
Fuente: MECW Volumen
6, p. 312;
Escrito: a fines de octubre de 1847;
Primera publicación: en Deutsche-Brüsseler-Zeitung Nos. 86, 87, 90,92 y 94; 28 y 31 de octubre; 11, 18 y 25 de noviembre de 1847.
Escrito: a fines de octubre de 1847;
Primera publicación: en Deutsche-Brüsseler-Zeitung Nos. 86, 87, 90,92 y 94; 28 y 31 de octubre; 11, 18 y 25 de noviembre de 1847.
Deutsche-Brüsseler-Zeitung
No. 86, 28 de octubre de 1847
Poco antes y durante el período de la Reforma, se desarrolló entre los
alemanes un tipo de literatura cuyo nombre es muy llamativo:
la literatura grobian. En nuestros días nos acercamos a
una era de revolución análoga a la del siglo XVI. No es de extrañar que
entre los alemanes la literatura grobian esté emergiendo una vez más. El
interés por el desarrollo histórico supera con facilidad la repugnancia estética
que este tipo de escritura provoca incluso en una persona de gusto poco
refinado y que provocó en los siglos XV y XVI.
Flat, bombástico, fanfarrón, thrasonical, mostrando un gran espectáculo
de rudo vigor en el ataque, pero histéricamente sensible a la misma calidad en
los demás; blandiendo la espada con una enorme pérdida de energía,
elevándola en el aire solo para dejarla caer; predicando constantemente la
moralidad y constantemente ofenderla; sentimiento y torpeza más
absurdamente unidos; preocupado solo por el punto en cuestión, pero
siempre faltando el punto; usando con igual arrogancia la erudición
erudita pequeño burguesa contra la sabiduría popular y el llamado "sentido
común sano" contra la ciencia; descargándose en una amplitud ingobernable
con cierta ligereza complaciente; vestir un mensaje filisteo en una forma
plebeya; luchando con el lenguaje literario para darle, por así decirlo,
un carácter puramente corpóreo; Señalando de buena gana el cuerpo del
escritor en el fondo, que está picando en cada fibra para dar algunas
exhibiciones de su fuerza, para mostrar sus hombros anchos y públicamente para
estirar sus extremidades; proclamando una mente sana en un cuerpo
sano; inconscientemente infectado por las controversias más abstrusas del
siglo dieciséis y por la fiebre del cuerpo; esclavo del pensamiento
dogmático, estrecho y al mismo tiempo apelando a la práctica mezquina frente a
todo pensamiento real; furioso contra la reacción, reaccionando contra el
progreso; incapaz de hacer que el oponente parezca ridículo, pero abusando
ridículamente de él a través de toda la gama de tonos; Salomón y Marcolph,
Don Quijote y Sancho Panza, un visionario y filisteo en una sola
persona; una forma grosera de indignación, una forma de indignidad
grosera; y suspendido como una nube envolvente sobre todo, de su propia
virtud , tal fue la literatura grobian del siglo
dieciséis. Si nuestra memoria no nos engaña, la anécdota popular alemana
ha creado un monumento lírico en la canción de Heineke, der starke
Knecht. A Herr Heinzen pertenece el crédito de ser uno de los
re-creadores de la literatura grobian y en este campo una de las golondrinas
alemanas que anuncia la llegada de la primavera de las naciones.
El manifiesto de Heinzen contra los comunistas en el número 84 de
la Deutsche-Brüsseler-Zeitung ha sido nuestra instigación más
inmediata para estudiar esa variedad degenerada de literatura cuyo aspecto
históricamente interesante para Alemania hemos indicado. Describiremos la
especie literaria representada por Herr Heinzen sobre la base de su manifiesto,
exactamente como los historiadores literarios caracterizan a los escritores del
siglo XVI a partir de los escritos sobrevivientes del siglo XVI, por ejemplo el
"predicador de ganso" [Thomas Murner]
Deutsche-Brüsseler-Zeitung
No. 87, 31 de octubre de 1847 *
* Mi razón para responder a Herr Heinzen no es refutar el ataque a
Engels. El artículo de Herr Heinzen no necesita una refutación. Estoy
respondiendo porque el manifiesto de Heinzen proporciona material entretenido
para el análisis. KM [134]
Biron . Esconde
tu cabeza, Aquiles: aquí viene Héctor en brazos.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Rey . Héctor era solo un Troyan con respecto a esto.
Boyet. ¿Pero es este Hector?
Dumain . Creo que Héctor no estaba tan limpio de madera.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Biron . Esto no puede ser Héctor.
Dumain . Él es un dios o un pintor; porque él hace caras.
[Shakespeare, El trabajo del amor perdido [135] ]
. . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Rey . Héctor era solo un Troyan con respecto a esto.
Boyet. ¿Pero es este Hector?
Dumain . Creo que Héctor no estaba tan limpio de madera.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Biron . Esto no puede ser Héctor.
Dumain . Él es un dios o un pintor; porque él hace caras.
[Shakespeare, El trabajo del amor perdido [135] ]
Pero que Herr Heinzen es Héctor, de eso no hay duda.
"Durante
mucho tiempo fui visitado", nos confiesa, "por la premonición de que
iba a caer de la mano de un Aquiles comunista". Ahora que he sido
atacado por un Thersites, el peligro así evitado me hace audaz una vez más
", etc.
Solo un Héctor puede tener la premonición de que caerá de la mano de un
Aquiles.
¿O acaso Herr Heinzen obtuvo su imagen de Aquiles y Thersites no de
Homero, sino de la traducción de Shakespeare hecha por Schlegel?
Si eso es así, se asigna a sí mismo la parte de Ajax.
Echemos un vistazo al Ajax de Shakespeare.
Ajax . Te
ganaré en belleza.
Thersites. Antes te haré ingenio; pero tu caballo pronto condenará más que aprendas una oración sin libro. Puedes atacar, ¿puedes? ¡una plaga roja de los trucos de tu jade!
Ajax . Toadstool, aprendeme la proclamación.
. . . . . . . . . . . . . . . . .
Thersites . Tú eres proclamado tonto, creo.
. . . . . . . . . . . .
Ajax . Tu puto cur.
Thersites. Haz, hazlo
Ajax , ¡heces para una bruja!
Thersites. Ay, haz, hazlo ... ¡tú, escorbuto, valiente, culo! tú estás aquí, pero para golpear a los troyanos; y tú eres comprado y vendido entre los ingenuos, como un esclavo bárbaro ... una gran parte de tu ingenio también yace en tus tendones, o bien hay mentirosos.
. . . . . . . . . . . . . . . . .
Thersites. ¡Una maravilla!
Aquiles . ¿Qué?
Thersites. Ajax sube y baja por el campo, preguntándose por sí mismo.
Aquiles. ¿Cómo es eso?
Thersites. Debe luchar individualmente mañana, y está tan proféticamente orgulloso de un desafío heroico que se enardece al no decir nada.
Aquiles. ¿Cómo puede ser?
Thersites. Por qué, él acecha hacia arriba y hacia abajo como un pavo real, una zancada y un soporte; rumia como una anfitriona que no baña aritmética, sino su cerebro para establecer sus cálculos; se muerde el labio con una mirada política. como quién diría: "Hubo ingenio en esta cabeza y un 'doblez'". Prefiero ser un tic en una oveja que una ignorancia tan valiente . *
Thersites. Antes te haré ingenio; pero tu caballo pronto condenará más que aprendas una oración sin libro. Puedes atacar, ¿puedes? ¡una plaga roja de los trucos de tu jade!
Ajax . Toadstool, aprendeme la proclamación.
. . . . . . . . . . . . . . . . .
Thersites . Tú eres proclamado tonto, creo.
. . . . . . . . . . . .
Ajax . Tu puto cur.
Thersites. Haz, hazlo
Ajax , ¡heces para una bruja!
Thersites. Ay, haz, hazlo ... ¡tú, escorbuto, valiente, culo! tú estás aquí, pero para golpear a los troyanos; y tú eres comprado y vendido entre los ingenuos, como un esclavo bárbaro ... una gran parte de tu ingenio también yace en tus tendones, o bien hay mentirosos.
. . . . . . . . . . . . . . . . .
Thersites. ¡Una maravilla!
Aquiles . ¿Qué?
Thersites. Ajax sube y baja por el campo, preguntándose por sí mismo.
Aquiles. ¿Cómo es eso?
Thersites. Debe luchar individualmente mañana, y está tan proféticamente orgulloso de un desafío heroico que se enardece al no decir nada.
Aquiles. ¿Cómo puede ser?
Thersites. Por qué, él acecha hacia arriba y hacia abajo como un pavo real, una zancada y un soporte; rumia como una anfitriona que no baña aritmética, sino su cerebro para establecer sus cálculos; se muerde el labio con una mirada política. como quién diría: "Hubo ingenio en esta cabeza y un 'doblez'". Prefiero ser un tic en una oveja que una ignorancia tan valiente . *
* Shakespeare, Troilus y Cressida.
Cualquiera que sea la máscara de personaje que Herr Heinzen ahora aparece
usando (Héctor o Ajax), apenas ha entrado a la arena cuando proclama a los
espectadores con voz poderosa que su adversario no le ha dado el "golpe
de gracia”. Con toda la compostura y la amplitud épica de un
antiguo héroe homérico, él explica las razones de su escape. "Le debo
mi escape", nos dice, "a un error en la naturaleza parte.
"" Naturaleza "no me ha" ajustado "para el nivel de mi
adversario. Él se eleva sobre él, el más alto por dos cabezas, y es por
eso que los dos "golpes oscilantes" de su "pequeño verdugo"
no pudieron alcanzar su "cuello literario". Herr Engels, se
enfatiza más enfática y repetidamente, Herr Engels es "pequeño", un
"pequeño verdugo", una "pequeña persona". Luego dice,
con uno de esos giros de la frase, como el que solo encontramos en las antiguas
estancias heroicas, o en la obra de marionetas del gigante Goliat y el pequeño
David: "Si estuvieras colgando tan alto" -desde una lámpara- post -
"nadie volvería a encontrarte". Ese es el humor del gigante, a
la vez caprichoso y escalofriante.
No es solo su "cuello", sino toda su "naturaleza",
todo su cuerpo, por lo que Herr Heinzen encuentra aplicación
"literaria". Él ha puesto a su "pequeño" adversario a
su lado para poner en marcha su propia perfección física en el ajuste de
contraste. El "enano" deformado lleva un hacha de verdugo debajo
de su pequeño brazo, tal vez una de esas
pequeñas guillotinas que fueron entregadas a los niños como juguetes en 1794.
Él, el terrible guerrero, por otro lado, no empuña ninguna otra arma en su
furiosa arrogancia que la "varilla de abedul", de la que, nos
informa, ha utilizado durante mucho tiempo para "castigar" la
"maldad" de esos malos "muchachos", los comunistas. El
gigante se contenta con enfrentarse a su "enemigo del tamaño de un
insecto" como un pedagogo, en lugar de aplastar al
pequeño compañero impetuoso. Él está contento de hablar con él como el
amigo de los niños , para enseñarle una lección de moralidad y
reprenderlo con la mayor severidad por malicia perversa, especialmente
"mentir", "tonta, mentira pueril", "insolencia",
su "tono juvenil", falta de respeto y otras deficiencias de la
Juventud. Y si, en el proceso, la vara del maestro de escuela riza
cruelmente sobre las orejas del alumno, si de vez en cuando el lenguaje
excesivo interrumpe sus oraciones morales e incluso destruye parcialmente su
efecto, uno no debe olvidar por un momento que un guerrero no puede impartir
moral instrucción de la misma manera que los maestros de escuela normales, por
ejemplo un Quintus Fixlein , y esa naturaleza vuelve
a entrar por la ventana si uno la persigue por la puerta. Más aún,
deberíamos reflejar que lo que nos rechazaría como la obscenidad de la boca de
un elfo como Engels, tiene para el oído y el corazón la espléndida resonancia
de la naturaleza cuando proviene de la boca de un coloso como Heinzen. ¿Y
debemos medir el lenguaje de los héroes según los estándares lingüísticos
restringidos del ciudadano común? No más de lo que deberíamos pensar,
Homer desciende al nivel de, por ejemplo, la literatura grobian, cuando llama a
uno de sus héroes favoritos, Ajax , "tan tieso como un
asno".
Las intenciones del gigante fueron honestas cuando mostró a los
comunistas su varilla de abedul en el número 77 de la Deutsche-Brüssseler-Zeitung . Y
el "pequeño" desgraciado por cuya opinión ni siquiera preguntó, varias
veces expresa su asombro como guerrero por la incomprensible audacia del
pigmeo, le devolvió tan cruelmente. "No fue pensado como un
consejo", se queja. "Herr Engels quiere matarme, quiere
asesinarme a mí, el malvado”.
¿Y qué hay de su parte? Como cuando se enfrentó al gobierno
prusiano, aquí también había "iniciado con entusiasmo una batalla en la
que presentó propuestas de paz, un corazón de reconciliación humana entre
las fuerzas opuestas de la época, bajo su escudo guerrero". [Karl
Heinzen, Steckbrief .] Pero: "El entusiasmo fue
ridiculizado con el agua ácida de la malicia" [Ibid].
Isegrim mostrando su furia y furia, extendió sus patas y se
acercó a él con las fauces abiertas y con poderosos saltos.
Reineke , más ligero que él, escapó de su enfurecido oponente,
y luego se mojó apresuradamente su cepillo de cola de pelo áspero con su
agua ácida y lo arrastró a través del polvo para cargarlo con granos de arena.
Isegrim pensó, ¡ahora lo tenía a raya! Pero astutamente, Reineke lo golpeó
sobre los ojos con su cola, impidiéndole ver y oír.
Había usado una estratagema semejante, muchas criaturas. A
su costa había sentido la fuerza nociva de su agua ácida. [Goethe, Reineke Fuchs ]
acercó a él con las fauces abiertas y con poderosos saltos.
Reineke , más ligero que él, escapó de su enfurecido oponente,
y luego se mojó apresuradamente su cepillo de cola de pelo áspero con su
agua ácida y lo arrastró a través del polvo para cargarlo con granos de arena.
Isegrim pensó, ¡ahora lo tenía a raya! Pero astutamente, Reineke lo golpeó
sobre los ojos con su cola, impidiéndole ver y oír.
Había usado una estratagema semejante, muchas criaturas. A
su costa había sentido la fuerza nociva de su agua ácida. [Goethe, Reineke Fuchs ]
Deutsche-Brüsseler-Zeitung
No. 90, 11 de noviembre de 1847
"He sido republicano, Herr Engels,
siempre y cuando me haya preocupado por la política, y mis convicciones no han cambiado,
han sido sin vacilaciones y volubles a diferencia de lo que ha
pasado en la cabeza de tantos comunistas. [Manifiesto de Heinzen, Deutsche-Brüsseler-Zeitung No.
84.]
"Es
verdad, acabo de convertirme en
revolucionario . Es parte de las tácticas comunistas que,
conscientes de su propia incorregibilidad ,
critican a sus adversarios tan pronto como se corrigen " [Ibid].
Herr Heinzen nunca se volvió republicano, ha sido uno
desde su nacimiento político. Por su parte, por lo tanto, la
inmutabilidad, la inmovilidad de un estado final, la consistencia. Del
lado de sus adversarios, vacilante, voluble, dando vueltas. Herr Heinzen
no siempre ha sido revolucionario, se ha convertido en uno. Ahora,
por supuesto, el cambio está de parte de Herr Heinzen, pero
luego el carácter inmoral de dar la vuelta también se ha
cambiado; ahora se conoce como "corregir a sí mismos". Por
el lado de los comunistas, por otro lado, la inmutabilidad ha
perdido su carácter de alta moralidad. ¿Qué ha sido de
eso? "Incorregibilidad".
Permanecer constante o darse
la vuelta, ambos son morales, ambos son inmorales; moral en el lado
del filisteo, inmoral en el lado de su adversario. Pues el arte del
filisteo como crítico consiste en llamar a rouge et noir [rojo
y negro, como en la mesa de juego, se dio en la errata en el número del 18 de
noviembre en lugar del original "wohl und weh" - bueno y
malo] en el momento correcto, la palabra correcta en el momento correcto.
La ignorancia generalmente se considera una
falla. Estamos acostumbrados a considerarlo como una cantidad negativa. Observemos
cómo la varita mágica del filisteo como crítico convierte una cantidad menos de
inteligencia en una cantidad más de moralidad.
Herr Heinzen informa, entre otras cosas, que sigue siendo tan ignorante de
la filosofía como en 1844. El "lenguaje" de Hegel
"ha continuado siendo indigerible”.
Hasta aquí los hechos del asunto. Ahora para el procesamiento moral
de ellos.
Como Herr Heinzen siempre ha encontrado que el lenguaje de Hegel es
"indigerible", él no, como "Engels y otros", sucumbió a la
arrogancia inmoral de enorgullecerse de ese mismo lenguaje hegeliano, más que,
según todos los relatos hasta ahora, los campesinos westfalianos "Se
enorgullecen" en el idioma sánscrito. Sin embargo, el verdadero
comportamiento moral consiste en evitar la motivación para el
comportamiento inmoral, y ¿cómo puede uno asegurarse mejor contra el
"orgullo mismo" inmoral en un idioma que teniendo cuidado de no
entender ese lenguaje?
Herr Heinzen, que no sabe nada de filosofía, tiene por esa razón, como él
piensa, tampoco asistió a la "escuela" de filósofos. Su escuela
era "sentido común sano" y
la "plenitud de la vida".
"Al
mismo tiempo", exclama con el modesto orgullo del justo, "esto me ha
preservado del peligro de negar mi
escuela".
¡No existe un remedio más probado para el peligro moral de negar la
escuela que no ir a la escuela!
Cualquier desarrollo, cualquiera que sea su sustancia, se puede
representar como una serie de diferentes etapas de desarrollo que están
conectadas de tal forma que uno forma la negación del
otro. Si, por ejemplo, un pueblo se desarrolla de la monarquía absoluta a
la monarquía constitucional, niega su antiguo ser
político. En ninguna esfera se puede experimentar un desarrollo sin negar
el modo previo de existencia de uno. Negar traducido al
lenguaje de la moralidad significa: negar.
¡Negando! Con esta palabra clave, el
filisteo como crítico puede condenar cualquier desarrollo sin
entenderlo; él puede establecer solemnemente su desarrollo subdesarrollado
junto a él como inmaculada moral. Así, la fantasía religiosa de las
naciones ha estigmatizado la historia en general, al trasponer la
edad de inocencia, la edad de oro, a la prehistoria , al
tiempo en que no tuvo lugar ningún desarrollo histórico y, por lo tanto, no
negó ni negó. Así, en las ruidosas épocas de la revolución, en tiempos de
fuerte negación y negación apasionada, como en el siglo XVIII, surgen hombres
honestos y bien intencionados, siervos respetables y bien educados como Gessner, que
se oponen al estado no evolutivo de los idilios, a la corrupción de
la historia. Sin embargo, se debe tener en cuenta el mérito de estos
idílicos poetas, que también fueron críticos moralistas y críticos moralizantes
de una especie, que deliberadamente vacilan sobre a quién se debe otorgar la
palma de la moral, el pastor o la oveja.
¡Pero dejemos a nuestro digno filisteo en paz con su propia diligencia! Permítanos
seguirlo a donde él cree que ataca el "corazón de la
cuestión". A lo largo encontraremos el mismo método.
"No
puedo evitarlo si Herr Engels y otros comunistas son demasiado ciegos para darse cuenta de que
el poder también
controla la propiedad y
que la injusticia en las
relaciones de propiedad solo se mantiene por el poder. - Llamo
a cualquier hombre un tonto y
un cobarde que tiene
la malicia burguesa a causa de su adquisición
de dinero y lo deja a un rey por su adquisición de poder”. [Manifiesto de Heinzen, No. 84 de
la DBZ .]
"¡El poder también controla la propiedad!"
La propiedad, en cualquier caso, también es un tipo de poder. Los
economistas llaman al capital, por ejemplo, "poder sobre el trabajo de otros".
Por lo tanto, nos enfrentamos a dos tipos de poder, por un lado el poder
de la propiedad, en otras palabras, de los propietarios, por otro lado el poder
político, el poder del estado. "El poder también controla la
propiedad" significa: la propiedad no controla el poder político, sino que
es acosada por ella, por ejemplo, mediante impuestos arbitrarios,
confiscaciones, privilegios, interferencia disruptiva de la burocracia en la
industria y el comercio, etc.
En otras palabras: la burguesía aún no ha tomado forma política como
clase. El poder del estado todavía no es su propio poder. En países
donde la burguesía ya ha conquistado el poder político y el gobierno político
no es sino la regla, no del individuo burgués sobre sus trabajadores, sino de
la clase burguesa sobre la sociedad en su conjunto, el dicho de Herr Heinzen ha
perdido su significado. Los desposeídos, por supuesto, permanecen
intocados por el gobierno político en la medida en que afecta directamente a la
propiedad.
Mientras tanto, Herr Heinzen creía que estaba expresando una verdad tan
eterna como original, solo ha expresado el hecho de que la burguesía alemana
debe conquistar el poder político, en otras palabras, dice lo que Engels dice,
pero inconscientemente, honestamente pensando que él está diciendo lo contrario. Él
solo está expresando, con cierta emoción, una relación transitoria entre la
burguesía alemana y el poder estatal alemán, como una verdad eterna, y
mostrando así cómo hacer un "núcleo sólido" a partir de un
"movimiento".
"La injusticia en las relaciones de propiedad", continúa Herr
Heinzen, "solo se mantiene por el poder".
O Herr Heinzen entiende aquí la "injusticia en las relaciones de
propiedad" como la presión antes mencionada a la que la monarquía absoluta
todavía somete a la burguesía incluso en sus intereses "más
sagrados", en cuyo caso solo está repitiendo lo que se acaba de decir, o
él entiende "injusticia en las relaciones de propiedad" como las
condiciones económicas de los trabajadores, en cuyo caso su pronunciamiento
tiene el siguiente significado:
Las
actuales relaciones de propiedad burguesas son "mantenidas" por el poder estatal
que la burguesía ha organizado para la protección de sus relaciones de
propiedad. Por lo tanto, el proletariado debe derrocar al poder político
donde ya está en manos de la burguesía. Debe convertirse en un poder, en
primer lugar, un poder revolucionario.
Una vez más, Herr Heinzen inconscientemente está diciendo lo mismo que
Engels, pero nuevamente con la firme convicción de que está diciendo lo
contrario. Lo que dice que no quiere decir, y lo que quiere decir que no
dice.
Incidentalmente, si la burguesía es políticamente, es decir, por su poder
estatal, "manteniendo la injusticia en las relaciones de propiedad",
no la está creando. La "injusticia en las relaciones de
propiedad", que está determinada por la división moderna del trabajo, la
forma moderna de intercambio, competencia, concentración, etc., de ninguna
manera surge del dominio político de la clase burguesa, pero viceversa, la
regla política de la clase burguesa surge de estas modernas relaciones de
producción que los economistas burgueses proclaman como leyes necesarias y
eternas. Si, por lo tanto, el proletariado derroca el gobierno político de
la burguesía, su victoria será solo temporal, solo un elemento al servicio de
la revolución burguesa, mismo, como en el año 1794, mientras en el
curso de la historia, en su "movimiento", las condiciones materiales
aún no se han creado, lo que hace necesaria la abolición del modo de producción
burgués y, por lo tanto, también el derrocamiento definitivo del gobierno
político de la burguesía. El terror en Francia podría así por sus
poderosos golpes de martillo solo servir para alejar, como si fuera, las ruinas
del feudalismo de suelo francés. La burguesía tímidamente considerada no
habría logrado esta tarea en décadas. La sangrienta acción de la gente
solo preparó el camino para ello. Del mismo modo, el derrocamiento de la
monarquía absoluta sería meramente temporal si las condiciones económicas para
el dominio de la clase burguesa aún no hubieran madurado. Los hombres
construyen un mundo nuevo para ellos, no de los "tesoros de esta
tierra", como imagina la superstición grobian, pero a partir de los
logros históricos de su mundo en decadencia. En el curso de su desarrollo,
primero tienen que producir las condiciones materiales de
una nueva sociedad en sí misma, y ningún esfuerzo de la mente o la voluntad
puede liberarlos de este destino.
Es característico de todo el grobianismo del "sano
sentido común", que se alimenta de la "plenitud de la vida" y no
obstaculiza sus facultades naturales con ningún estudio
filosófico o de otro tipo, que cuando logra ver las diferencias, no
ve la unidad, y que cuando ve la unidad, no ve diferencias. Si
propone determinantes diferenciados, de inmediato se vuelven
fosilizados en sus manos, y solo puede ver el sofisma más reprensible cuando
estos conceptos de madera se combinan para que se incendien.
Cuando Herr Heinzen, por ejemplo, dice que el dinero y
el poder, la propiedad y el gobierno,
la adquisición de dinero y la adquisición de poder no
son lo mismo, está cometiendo una tautología inherente
a las meras palabras, y esta mera diferenciación verbal considera un acto
heroico que con todas las facultades de un clarividente pone en juego
contra los comunistas, que son tan "ciegos" como para no detenerse en
esta primera percepción infantil.
Cómo "adquisición de dinero" se convierte en "adquisición
de poder", cómo "propiedad" se convierte en "regla
política", en otras palabras, cómo en lugar de la diferencia rígida a la
que Herr Heinzen da la fuerza de dogma , hay relaciones
bastante efectivas entre las dos fuerzas hasta el punto donde se fusionan, de
esto puede convencerse rápidamente al observar cómo los siervos compraron su
libertad, cómo las comunas [136] compraron sus
derechos municipales, cómo los ciudadanos por un lado, por el comercio y la
industria, atrajo el dinero de los bolsillos de los señores feudales y vaporizó
su propiedad territorial en letras de cambio, y por otro lado ayudó a la
monarquía absoluta a su victoria sobre los magnates feudales así socavados,
y compró privilegios de eso; cómo más tarde ellos mismos
explotaron las crisis financieras de la monarquía absoluta en sí, etc., etc
.; cómo las monarquías más absolutas se vuelven dependientes de los
barones bursátiles a través del sistema de deudas estatales, un producto de la
industria moderna y el comercio moderno; cómo en las relaciones
internacionales entre los pueblos, el monopolio industrial se convierte
directamente en un gobierno político, como por ejemplo, los Príncipes de la
Santa Alianza en la "guerra de liberación alemana" no fueron más que
los mercenarios contratados de Inglaterra, [137] etc.
Sin embargo, este grobianism autoimportante del
"sentido común sano", fijando tales distinciones como entre la adquisición
de dinero y la adquisición del poder en forma de
verdades eternas cuya naturaleza es, reconocida por todos "ser" tal y
tal ", en la forma de dogmas inquebrantables , crea
para sí la posición deseada para derramar su indignación moral sobre la
"ceguera", "necedad" o "maldad" de los oponentes
de tales artículos de fe, un acto de autocomplacencia que en su blustering las
expectoraciones inevitablemente arrojan un desorden de retórica en el que
flotan unas pocas verdades magras y huesudas.
Herr Heinzen vivirá para ver el poder de la propiedad, incluso en Prusia,
lograr una fuerza de matrimonio con poder
político. Escuchemos lo que dice a continuación:
"Estás
tratando de hacer que las
cuestiones sociales sean la preocupación central de nuestra época,
y no ves que no hay una cuestión
social más importante que la de la monarquía o la república”.
[Manifiesto de Heinzen, n. 84].
Hace un momento, Herr Heinzen solo veía la distinción entre
el poder del dinero y el poder político; ahora solo ve la unidad de
la cuestión política y la cuestión social. Por
supuesto, continúa viendo la "ceguera ridícula" y la "ignominia
cobarde" de sus antagonistas.
Las relaciones políticas de los hombres son, por
supuesto, también relaciones sociales, sociales , como todas
las relaciones entre hombres y hombres. Todas las preguntas que se
refieren a las relaciones de los hombres entre sí son, por lo tanto, también
preguntas sociales.
Con esta visión, que pertenece a un catecismo para niños de ocho años,
esta ingenuidad grobian cree que no solo ha dicho algo, sino que también ha
afectado el equilibrio en los conflictos de los tiempos modernos.
Sucede que las "cuestiones sociales" que han sido
"tratadas en nuestros días" aumentan en importancia
a medida que dejamos atrás el reino de la monarquía absoluta. El
socialismo y el comunismo no emanaron de Alemania, sino de Inglaterra, Francia
y América del Norte.
La primera manifestación de un partido comunista verdaderamente activo
está contenida dentro de la revolución burguesa, en el momento en que se
elimina la monarquía constitucional. Los republicanos más
consistentes, en Inglaterra los Levellers , [138] en
Francia Babeuf, Buonarroti , etc., fueron los primeros en
proclamar estas "cuestiones sociales". La Conspiración Babeuf ,
del amigo de Bubauf y camarada del partido Buonarroti, muestra cómo estos
republicanos derivaron del "movimiento" de la historia la comprensión
de que la eliminación de la cuestión social del gobierno por príncipes y república no
significaba ni siquiera una sola "cuestión social" "Ha sido
resuelto en interés del proletariado".
La cuestión de la propiedad tal como ha sido planteada
en " nuestros días" es irreconocible, incluso
formulada como una pregunta en la forma que Heinzen le da: "si es justo que
un hombre posea todo y otro hombre nada ... si se debe
permitir que el individuo posea algo en absoluto "y
cuestiones simplistas similares de conciencia y clichés sobre la justicia.
La cuestión de la propiedad asume diferentes formas según los diferentes
niveles de desarrollo de la industria en general y de acuerdo con su nivel
particular de desarrollo en los diferentes países.
Para el campesino gallego, por ejemplo, la cuestión de
la propiedad se reduce a la transformación de la propiedad terrateniente feudal
en una pequeña propiedad burguesa de la tierra. Para él tiene el mismo
significado que tenía para el campesino francés antes de
1789, el inglés jornalero agrícola, por otro lado, no tiene ninguna
relación con el propietario de la tierra en absoluto. Simplemente tiene
una relación con el arrendatario, en otras palabras, con el capitalista
industrial que practica la agricultura de manera industrial. Este capitalista
industrial a su vez, que le paga una renta al terrateniente, tiene, por otra
parte, una relación directa con el terrateniente. La abolición de la
propiedad de la tierra es, por lo tanto, la cuestión más importante de la
propiedad tal como existe para la burguesía industrial inglesa, y su lucha
contra las Leyes del Maíz [139] no
tenía otro significado. La abolición del capital por otro lado es la
cuestión de la propiedad, ya que afecta al jornalero agrícola inglés tanto como
el obrero inglés.
Tanto en la revolución inglesa como en la francesa, la cuestión de la
propiedad se presentó de tal manera que se trataba de afirmar la libre
competencia y de abolir todas las relaciones feudales de propiedad, tales como
tierras, gremios, monopolios, etc. se había transformado en grilletes para la
industria que se había desarrollado entre el siglo XVI y el siglo XVIII.
En " nuestro propio día", finalmente, la
importancia de la cuestión de la propiedad consiste en que se trata de eliminar
los conflictos surgidos de la industria en gran escala, el desarrollo del
mercado mundial y la libre competencia.
La cuestión de la propiedad, dependiendo de los diferentes niveles de
desarrollo de la industria, siempre ha sido la pregunta vital para una clase en
particular. En los siglos XVII y XVIII, cuando el punto en cuestión era la
abolición de las relaciones de propiedad feudales,
la cuestión de la propiedad era la cuestión vital para la clase burguesa. En
el siglo XIX, cuando se trata de abolir las relaciones de
propiedad burguesas, la cuestión de la propiedad es una cuestión
vital para la clase trabajadora.
La cuestión de la propiedad, que en " nuestros días"
es una cuestión de importancia histórica mundial, tiene, por lo tanto, un
significado solamente en la sociedad burguesa moderna. Cuanto
más avanzada está esta sociedad, en otras palabras, cuanto más se ha
desarrollado económicamente la burguesía en un país y, por lo tanto, mientras más
poder estatal ha asumido un carácter burgués, más claramente se impone la
cuestión social, en Francia más evidente que en Alemania, en
Inglaterra más deslumbrante que en Francia, en una monarquía constitucional más
evidente que en una monarquía absoluta, en una república más evidente que en
una monarquía constitucional. Por lo tanto, por ejemplo, los conflictos
del sistema de crédito, la especulación, etc., son en ningún lugar más agudos
que en América del Norte. En ninguna parte, tampoco, lo hace la desigualdad social
se impone con mayor dureza que en los estados del este de América del
Norte, porque en ninguna parte está menos disimulada por la desigualdad
política. Si el pauperismo aún no se ha desarrollado tanto como en
Inglaterra, esto se explica por las circunstancias económicas que no es nuestra
tarea dilucidar más aquí. Mientras tanto, el pauperismo está haciendo el
progreso más gratificante.
"En
este país, donde no hay órdenes privilegiadas, donde todas las clases de la sociedad tienen
los mismos derechos" (la
dificultad radica en la existencia de clases ) "y donde nuestra población está lejos de ...
presionar los medios de subsistencia, de hecho es alarmante ver que el aumento
del pauperismo progresa con tanta rapidez ". (Informe del Sr. Meredith al
Congreso de Pensilvania. [140] )
"Está
demostrado que el pauperismo en Massachusetts ha aumentado en tres quintas
partes en 25 años". (Desde Niles ' Register, Niles siendo estadounidense).
Uno de los economistas políticos más famosos de América del Norte, Thomas
Cooper , que también es radical, propone:
1. Prohibir que aquellos sin propiedad se casen.
2. Para abolir el sufragio universal,
porque, él exclama:
"La
sociedad fue instituida para la protección de la propiedad... ¿Qué reclamo
razonable pueden tener, que por las leyes económicas eternas eternamente
carecerán de propiedad propia, para legislar sobre la propiedad de los
demás? ¿Qué motivo común e interés común existe entre estas dos clases de habitantes?
"O la
clase obrera no es revolucionaria, en cuyo caso representa los intereses de los
empleadores, de quienes depende su sustento. En las últimas elecciones en
Nueva Inglaterra, los maestros fabricantes, para asegurarse los votos, tenían
los nombres de los candidatos impresos en calicó, y cada uno de sus
trabajadores usaba un pedazo de calicó en sus pantalones.
"O la
clase obrera se vuelve revolucionaria, como consecuencia de la convivencia
comunitaria, etc., y luego el poder
político del país tarde o temprano caerá en sus manos, y ninguna
propiedad estará a salvo bajo este sistema"
Al igual que en Inglaterra los trabajadores forman un
partido político bajo el nombre de los cartistas, también lo hacen
los trabajadores en América del Norte bajo el nombre de
los Reformadores Nacionales [142] y su grito de batalla no es en absoluto regla de los príncipes o
la república, pero la regla de la
clase obrera o la regla
de la clase burguesa.
Por lo tanto, es precisamente en la sociedad burguesa moderna con sus
correspondientes formas de estado, el estado representativo constitucional o
republicano, que la "cuestión de la propiedad" se ha convertido en la
"cuestión social" más importante, es la estrecha necesidad del alemán, burgués
que interviene: la cuestión de la monarquía es la
"cuestión social más importante de la época". Es de una manera
muy similar que el Dr. List, en el prólogo de su Nationalökonomie [F. List,
Das nationale System der politischen Oekonomie] expresa su irritación tan
ingenua que el pauperismo y las tarifas no proteccionistas
deberían haber sido "malinterpretadas" como la cuestión social más
importante de nuestro tiempo.
Deutsche-Brüsseler-Zeitung
n. ° 92, 18 de noviembre de 1847
La distinción entre dinero y poder era
al mismo tiempo una distinción personal entre los dos
combatientes.
El "pequeño" aparece como una especie de bolsa cortada que
solo ataca a los enemigos que tienen "dinero". El osado hombre
musculoso, por el contrario, lucha con los "poderosos" de esta
tierra.
Indosso la corazza, e l'elmo in testa .
[Ariost Orlando Furioso: arnés en la espalda y casco en la cabeza]
[Ariost Orlando Furioso: arnés en la espalda y casco en la cabeza]
Y, murmura,
"Y,
por cierto, estás mejor que yo".
[Manifiesto de Heinzen, Deutsche-Brüsseler-Zeitung No. 84]
[Manifiesto de Heinzen, Deutsche-Brüsseler-Zeitung No. 84]
Pero lo mejor de todo es que los "poderosos" de la tierra
emiten un suspiro de alivio mientras Herr Heinzen ataca a su alumno:
"Al
igual que todos los comunistas, ahora ha perdido la capacidad de reconocer la conexión entre la política y
las condiciones sociales”.
[Ibid].
[Ibid].
Acabamos de estar presentes en una lección moral, en la que el gran
hombre reveló con sorprendente simplicidad la conexión entre
la política y las condiciones sociales
en general. En la regla de los príncipes, ahora
proporciona a su alumno una aplicación tangible.
Los príncipes, o la regla de los príncipes, nos dice, son los
"principales autores de toda la pobreza y la angustia". Donde se
elimina el gobierno de los príncipes, esta clase de explicación también se
elimina, y la economía esclavista, que causó la caída de las repúblicas de la
antigüedad, la economía esclavista , que provocará los
conflictos más temibles en el sur Estados de la América republicana,
[Cf. sobre este tema las memorias de Jefferson, quien fue uno de los
fundadores de la República Americana y fue dos veces presidente.] la economía
de esclavos puede exclamar, como John Falstaff, "¡si las razones fueran,
tan abundantes como las moras!" [Shakespeare , Henry IV]
Y, en primer lugar, ¿quién o qué ha creado los príncipes o
la regla de los príncipes?
Érase una vez, la gente tuvo que colocar a las personalidades más
eminentes en su cabeza para llevar a cabo asuntos generales. Más tarde,
esta posición se volvió hereditaria dentro de las familias, etc. Y, finalmente,
la estupidez y la depravación de los hombres toleraron este abuso durante
siglos.
Si se convocara un congreso de todos los políticos potenciales más
primitivos de Europa, no podrían dar otra respuesta. Y si uno abriera
todas las obras de Herr Heinzen, no darían otra respuesta.
Doughty "sonido de sentido común" cree que explica la regla
de los príncipes al declararse opuesta a
ella. La dificultad, desde el punto de vista de esta norma de sentido
común, sin embargo, parece consistir en explicar cómo nació el oponente del
sano sentido común y de la dignidad moral del hombre y cómo arrastró su vida
notablemente tenaz durante siglos. Nada es más simple. Los siglos
pasaron sin el sentido común y la dignidad moral del hombre. En otras
palabras, el sentido y la moralidad de los siglos estaban de acuerdo con el
gobierno de los príncipes en lugar de contradecirlo. Y es precisamente
este sentido y la moralidad de siglos pasados que el "sentido común
sano" de hoy en día no comprende. No lo entiende, pero desprecia
eso. Se refugia de la historia en la moralidad, y ahora puede dar
rienda suelta a toda la armería de su indignación moral.
De la misma manera que el "sentido común" político aquí explica
el origen y la existencia continuada del gobierno de los príncipes como el
trabajo de la sinrazón, de la misma manera el "sentido común"
religioso explica la herejía y la incredulidad como obras del diablo. De
la misma manera, el "sentido común sano" irreligioso explica la
religión como el trabajo de los demonios, los sacerdotes.
Sin embargo, una vez que Herr Heinzen ha demostrado por medio de tópicos
morales el origen del gobierno de los príncipes, la
"conexión entre el gobierno de los príncipes y las condiciones
sociales" se desprende con bastante naturalidad de
esto. Escucha:
"Un
hombre individual toma posesión del estado por sí mismo, sacrifica a toda una
nación, más o menos, no solo materialmente, sino también moralmente, a su
propia persona y su séquito; instituye dentro de ella una escala de humillación
por grados, la clasifica diversamente en propiedades como tantas vacas gordas y delgadas, y
básicamente solo para el beneficio de la suya, la persona individual hace que cada miembro de la
sociedad estatal sea oficialmente
el enemigo del otro”. [Heinzen's Manifesto, loc. cit.]
Herr Heinzen ve a los príncipes en la cima de la estructura social en
Alemania. Él no duda por un momento de que hayan creado su base social y
la vuelvan a crear cada día. ¡Qué explicación más
simple podría haber para la conexión entre la monarquía y las
condiciones sociales, cuya expresión política oficial es,
que hacer que los príncipes creen esta conexión! ¿Cuál es
la conexión entre las asambleas representativas y la sociedad burguesa moderna
que representan? Ellos lo crearon. La deidad política con
sus aparatos y gradaciones ha creado así el mundo
secular, cuyo objeto más sagrado es. De la misma manera los religiosos la
deidad habrá creado condiciones terrenales, que se reflejan fantásticamente y
en forma deificada en él.
El grobianism que vende tal sabiduría casera con el sentimiento apropiado
no puede por supuesto fallar igualmente asombrado y moralmente indignado en el
opositor que se esfuerza demostrarle que la manzana no creó el manzano.
Las historias modernas han demostrado que la monarquía absoluta aparece
en los períodos de transición cuando los antiguos estados feudales están en
declive y el estado medieval de los burgueses se está convirtiendo en la clase
burguesa moderna, sin que una de las partes contendientes haya finalmente
eliminado la otra. Los elementos en los que se basa la monarquía absoluta
no son, de ninguna manera, su propio producto; más bien forman su
prerrequisito social, cuyos orígenes históricos son demasiado conocidos como
para repetirse aquí. El hecho de que la monarquía absoluta se formó más
tarde en Alemania y persiste más tiempo, se explica únicamente por el patrón de
desarrollo raquítico de la clase burguesa alemana. Las respuestas a los
rompecabezas presentados por este patrón de desarrollo se encuentran en la
historia del comercio y la industria.
El declive de las ciudades libres filisteas alemanas, la destrucción de
la propiedad caballeresca, la derrota de los campesinos [143] - la
soberanía territorial resultante de los príncipes - la decadencia de la
industria alemana y el comercio alemán, que se fundaron enteramente en
condiciones medievales, en el mismo momento en que se abre el mercado mundial
moderno y está surgiendo la fabricación a gran escala: la despoblación y las
condiciones bárbaras que la Guerra de los Treinta Años [144]había
dejado atrás -el carácter de las ramas nacionales de la industria que ahora
están volviendo a surgir- a partir de la pequeña industria del lino a la que
corresponden las condiciones y relaciones patriarcales, la naturaleza de los
bienes exportados que en su mayoría derivan de la agricultura, y que por lo
tanto fue casi exclusivamente para aumentar las fuentes materiales de riqueza
de la aristocracia rural y por lo tanto su poder relativo con respecto a la
gente del pueblo: posición baja de Alemania en el mercado mundial en general,
como resultado de lo cual los subsidios pagados por los extranjeros a los
príncipes se convirtió en una fuente principal del ingreso nacional, la
dependencia de la gente del pueblo en la corte consecuente a esto - etc., etc.,
todas estas relaciones, dentro de las cuales la estructura de la sociedad
alemana y una organización política en consonancia con ella tomaban forma, se
convirtieron ,a los ojos de un grobianismo sensato-común-sensitivo, solo unas
cuantas declaraciones concisa, cuya médula consiste sin embargo en la
declaración de que el "gobierno de los príncipes en Alemania" ha
creado la "sociedad alemana" y la está "recreando" cada
día.
La ilusión óptica, que permite que el buen sentido común
"discierna" el manantial de la sociedad alemana en el gobierno de los
príncipes en lugar de ser la fuente del gobierno de los príncipes en la
sociedad alemana, se explica fácilmente.
Percibe a primera vista -y siempre considera que su primera mirada es
particularmente perceptiva- que los príncipes alemanes preservan y mantienen el
control sobre las antiguas condiciones sociales en Alemania con las cuales su
existencia política se mantiene y cae, y que reaccionan violentamente
contra el elementos de descomposición Igualmente, ve, por otro lado, los elementos
de descomposición que luchan contra el poder de los príncipes. Los cinco
sentidos sanos dan testimonio unánimemente de que el gobierno de los príncipes
es la base de la vieja sociedad, de sus gradaciones, sus
prejuicios y sus contradicciones.
Cuando se observa más de cerca, estas apariencias, sin embargo, solo
refutan la cruda opinión de que son la ocasión inocente.
El papel violentamente reaccionario desempeñado por la regla de los
príncipes solo demuestra que en los poros de la vieja sociedad se ha formado
una nueva sociedad, que además no puede sino sentir la concha política, la
cobertura natural de la vieja sociedad, como un freno antinatural y volarlo por
los aires. Cuanto más primitivos sean estos nuevos elementos de
descomposición social, más conservadora aparecerá la reacción más vigorosa del
viejo poder político. Cuanto más avanzados estén estos nuevos elementos de
descomposición social, más reaccionarios aparecerán incluso los intentos más
inofensivos de conservación por parte del antiguo poder político. La
reacción del gobierno de los príncipes, en lugar de probar que crea la vieja
sociedad, demuestra más bien que su día ha terminado tan pronto como las
condiciones materiales de la vieja sociedad se han vuelto obsoletas, posesión
oficial de poder o en posesión de poder oficial.
Una vez que las condiciones materiales de existencia de la sociedad se
han desarrollado tanto que la transformación de su forma política oficial se ha
convertido en una necesidad vital para ella, se transforma toda la fisonomía
del viejo poder político. Así, la monarquía absoluta ahora intenta,
no centralizar, que era su función progresiva real, sino descentralizar. Nacido
de la derrota de los estados feudales y teniendo la participación más activa en
su destrucción, ahora busca retener al menos la apariencia de
distinciones feudales. Antes fomentando el comercio y la industria y al
mismo tiempo el ascenso de la clase burguesa, como condiciones necesarias tanto
para la fortaleza nacional como para su propia gloria, la monarquía absoluta
ahora obstaculiza el comercio y la industria, que se han convertido en armas
cada vez más peligrosas en manos de una burguesía ya poderosa. Desde la
ciudad, el lugar de nacimiento de su ascenso al poder, dirige su mirada alarmada
y ahora aburrida hacia el campo, que es fértil con los
cadáveres de sus viejos oponentes poderosos.
Pero por "la conexión entre la política y las condiciones
sociales" Herr Heinzen realmente entiende solo la conexión entre el
gobierno de los príncipes en Alemania y la angustia y la miseria en Alemania.
La monarquía, como cualquier otra forma de estado, es una carga directa
sobre la clase trabajadora en el lado material solo en forma de impuestos. Los
impuestos son la existencia del estado expresado en términos
económicos. Funcionarios y sacerdotes, soldados y bailarines de ballet,
maestros de escuela y policías, museos griegos y campanarios góticos, lista
civil y lista de servicios: la semilla común dentro de la cual todos estos
seres fabulosos duermen en embrión son los impuestos.
¿Y qué ciudadano de razonamiento no habría referido a los hambrientos a
los impuestos, a las ganancias mal habidas de los príncipes, como la fuente de
su miseria?
¡Los príncipes alemanes y la angustia de Alemania! En otras palabras,
¡impuestos sobre los que los príncipes se atiborran y que la gente paga con su
sudor y sangre!
¡Qué material inagotable para expresar a los salvadores de la humanidad!
La monarquía es la causa de grandes gastos. Sin duda. ¡solo
considere el presupuesto nacional de América del Norte y compare lo que
nuestras 38 pequeñas patrias tienen que pagar para ser gobernados y
disciplinados! No son los comunistas quienes responden los atronadores
estallidos de una demagogia tan importante, no, son los economistas burgueses como
Ricardo, Senior, etc., en solo dos palabras.
La existencia económica del estado es impuestos.
La existencia económica del trabajador es el salario.
Para ser comprobado: la relación entre impuestos y
salarios.
La competencia necesariamente reduce
el salario promedio al mínimo, es decir, a un salario que permite a los
trabajadores ganarse la vida penosamente y la vida de su raza. Los
impuestos forman parte de este mínimo, porque la vocación política de los
trabajadores consiste precisamente en pagar impuestos. Si todos los
impuestos que pesan sobre la clase obrera fueran abolidos de raíz y de rama, la
consecuencia necesaria sería la reducción de los salarios por la cantidad total
de impuestos que hoy les corresponde. O bien la ganancia de los
empleadores aumentaría como consecuencia directa en la misma cantidad, o
bien no más que una alteración en la forma de recaudación de
impuestos habría tenido lugar. En lugar del sistema actual, mediante el
cual el capitalista también avanza, como parte del salario, los impuestos que
el trabajador tiene que pagar, él [el capitalista] ya no los pagaría
de esta manera indirecta, sino directamente al estado.
Si en América del Norte los salarios son más altos que en Europa, esto de
ninguna manera es la consecuencia de impuestos más bajos allí. Es la
consecuencia de la situación territorial, comercial e industrial allí. La
demanda de trabajadores en relación con la oferta de trabajadores es
significativamente mayor que en Europa. Y cualquier novato sabe la verdad
de esto desde Adam Smith.
Para la burguesía, por otra parte, tanto la forma en que se distribuyen y
recaudan los impuestos, como el uso que se les da, son una cuestión vital,
tanto por su influencia en el comercio y la industria como porque los impuestos
son el cordón dorado con que estrangular a la monarquía absoluta.
Habiendo proporcionado una comprensión tan profunda sobre "la
conexión entre la política y las condiciones sociales" y entre las
"relaciones de clase" y el poder del estado, Herr Heinzen clama
triunfante:
"La
'visión comunista de mente estrecha' que solo trata a las personas en términos
de 'clases' y las incita contra
las demás según su 'oficio', es algo de lo que debo confesar que he sido
inocente en mi propaganda revolucionaria, porque hago concesión para la
'posibilidad' de que 'humanidad' no siempre esté determinada por 'clase' o
'tamaño de la bolsa' ".
El sentido común "grobianista" transforma la distinción entre
clases en "distinción entre el tamaño de los bolsos" y las contradicciones
de clase en "disputas artesanales". El tamaño de la bolsa es una
distinción puramente cuantitativa por la cual dos individuos de la misma clase
pueden ser incitados entre sí a voluntad. Que los gremios medievales
se oponen entre sí "de acuerdo con su oficio "
es de conocimiento común. Pero también es de conocimiento común que las
distinciones de clase modernas no se basan de ninguna manera en el
"oficio" sino que la división del trabajo genera modos de
trabajo muy diferentes dentro de la misma clase.
Y esto, su propia "visión estrecha", derivada completamente de
su propia "plenitud de vida" y su propio "sentido común" es
lo que Hern Heinzen llama humorísticamente una "visión comunista de mente
estrecha".
Pero supongamos por un momento que el señor Heinzen sabe de lo que está
hablando, que por lo tanto no está hablando de "la distinción entre el
tamaño" de los bolsos y las "disputas artesanales".
Es perfectamente "posible" que lo que las personas individuales
hacen no esté "siempre" determinado por la clase a la que pertenecen,
aunque esto no es más crucial para la lucha de clases que un aristócrata que
pasó a los niveles fue crucial para los franceses
Revolución. Y luego estos aristócratas al menos se unieron a
una clase específica, la clase revolucionaria, la
burguesía. Pero para Herr Heinzen, todas las clases se desvanecen ante el
solemne concepto de "humanidad".
Sin embargo, si Herr Heinzen cree que clases enteras que
se basan en condiciones económicas independientes de su
propia voluntad y son forzadas a la más virulenta contradicción por estas
condiciones, pueden por medio de la calidad de "humanidad", que se
adhiere a todos los hombres, derramar sus relaciones reales, ¿qué tan fácil
debe ser para un príncipe en particular elevarse
por el poder de la "humanidad" por encima de su "condición de
príncipe", por encima de su "arte principesco"? ¿Por qué
entonces se resiente cuando Engels discierne a un "buen emperador
José" "Detrás de sus frases revolucionarias?
Pero si, por un lado, Herr Heinzen borra todas las diferencias,
dirigiéndose vagamente a la "humanidad" de los alemanes, lo que
también lo obligaría a incluir a los príncipes en sus exhortaciones, por otro
lado, se ve obligado a reconocer la existencia de una diferencia en medio
de la humanidad alemana, porque sin una diferencia no puede
haber contradicción y sin una contradicción no puede haber material para la
sermoneo político.
Así que Herr Heinzen divide a la humanidad alemana
en príncipes y súbditos. La percepción y
expresión de esta contradicción es, por su parte, una exhibición de fortaleza
moral, una prueba de audacia personal, comprensión política, sentimiento humano
indignado, perspicacia seria y valentía loable. Y sería un signo de
ceguera intelectual, de la mentalidad de un policía, señalar que hay sujetos
privilegiados y desfavorecidos; que el primero de ninguna manera vea
gradaciones humillantes en la jerarquía política, sino una línea ascendente y
ascendente; que, finalmente, entre los sujetos cuya sujeción se considera
un grillete, sin embargo se considera un grillete de maneras muy diferentes.
Ahora vienen los comunistas "de mente estrecha" y ven no solo
la diferencia política entre el príncipe y
el sujeto, sino también la diferencia social entre las clases.
Mientras que la grandeza moral de Herr Heinzen un momento antes consistía
en percibir y expresar la diferencia, su grandeza ahora consiste más bien en
pasarlo por alto, desviar la mirada de él y silenciarlo. La expresión de
la contradicción deja de ser el lenguaje de la revolución y se
convierte en el lenguaje de la reacción y la maliciosa "incitación"
de los hermanos, unidos en su humanidad, uno contra el otro.
Es de conocimiento común que poco después de la revolución de julio, la
burguesía victoriosa, en las Leyes de septiembre, hizo de la
"incitación de las diversas clases de la nación una contra la otra"
una ofensa política seria, probablemente por razones de "humanidad"
también, con penas de encarcelamiento, multas, etc. [145] También
es de conocimiento público que los periódicos burgueses ingleses no conocen
mejor manera de denunciar a los líderes cartistas y escritores cartistas que
acusarlos de incitar a las diversas clases de la nación en contra de los
demás. Incluso es de conocimiento común que los escritores alemanes están
mintiendo en mazmorras profundas para esta incitación de las diversas clases de
la nación en contra de los demás.
¿Acaso Herr Heinzen no habla el lenguaje de las Leyes francesas de
septiembre, de los periódicos burgueses ingleses y del código penal prusiano?
No es un poco de eso. El bien intencionado señor Heinzen teme sólo
que los comunistas “estaban buscando a garantizar los
príncipes fontanela revolucionaria.” [146]
Así, los liberales belgas nos aseguran que
los radicales tienen un entendimiento secreto con los
católicos; los liberales franceses nos aseguran que
los demócratas tienen un entendimiento con los
legitimistas; los comerciantes libres ingleses nos aseguran que los cartistas tienen
un entendimiento con los tories. Y el liberal Herr Heinzen nos asegura que
los comunistas tienen un entendimiento con los príncipes.
Alemania, como ya dejé claro en el Deutsch-Französische
Jahrbücher , [Marx,
Contribución a la Crítica
de la Filosofía del Derecho de Hegel. Introducción] tiene su
propia marca de mala suerte cristiano-germánica. Su burguesía se ha
retrasado mucho en los momentos en que comienza su lucha contra la monarquía
absoluta y busca crear las bases para su propio poder político en el momento en
que en todos los países avanzados la burguesía ya está involucrada en la lucha
más violenta contra el clase trabajadora y cuando sus ilusiones políticas ya
están anticuadas en la mente europea. En este país, donde la miseria
política de la monarquía absoluta aún persiste con todo su apéndice de estados
y relaciones degradadas y semifeudales, también existe parcialmente, por otro
lado, la mano, como consecuencia del desarrollo industrial y de la Alemania.
Dependencia del mercado mundial,[147] Por
lo tanto, la burguesía alemana ya se encuentra en conflicto con el proletariado
incluso antes de ser constituida políticamente como una clase. La lucha
entre los "súbditos" ha estallado incluso antes de que los príncipes
y la aristocracia hayan sido expulsados del país, a pesar de todas las
canciones cantadas en Hambach [148] .
Herr Heinzen no puede pensar en ninguna otra explicación para estas
circunstancias contradictorias, que por supuesto también se reflejan en la
literatura alemana, excepto al ponerlas en las conciencias de sus
oponentes e interpretarlas como una consecuencia de la actividad
contrarrevolucionaria de los comunistas.
Los obreros alemanes, por su parte, saben muy bien que la monarquía
absoluta no vacila por un momento, ni puede hacerlo, al saludarlos,
al servicio de la burguesía, con balas de cañón y
latigazos. ¿Por qué, entonces, preferirían el brutal hostigamiento del
gobierno absoluto con su séquito semifeudal para dirigir el gobierno burgués? Los
trabajadores saben muy bien que no es solo políticamente que la burguesía
tendrá que hacerles más concesiones que la monarquía absoluta, sino que al
servir a los intereses de su comercio e industria, creará, quiera o no, las
condiciones para la unión de la clase obrera y la unión de los trabajadores es
el primer requisito para su victoria. Los trabajadores saben que la
abolición del as relaciones de propiedad burguesas no
se logran preservando las del feudalismo. Saben que el
movimiento revolucionario de la burguesía contra los estados feudales y la
monarquía absoluta solo puede acelerar su propio movimiento
revolucionario. Saben que su propia lucha contra la burguesía solo puede
comenzar con el día en que la burguesía salga victoriosa. A pesar de todo
esto, no comparten las ilusiones burguesas de Herr Heinzen. Pueden y deben
aceptar la revolución burguesa como una precondición para
la revolución obrera. Sin embargo, por un momento no pueden
considerarlo como su objetivo final.
El hecho de que los trabajadores realmente reaccionen de esta manera ha
sido magníficamente ejemplificado por los cartistas ingleses en
el movimiento más reciente de la Anti-Corn Law League. Ni por un momento
creyeron en las mentiras y los inventos de los radicales burgueses, ni por un
momento abandonaron la lucha en su contra, sino que ayudaron conscientemente a
sus enemigos a vencer a los tories, y el día después de la abolición del maíz Las
leyes se enfrentaban entre sí, ya no eran conservadores y comerciantes libres,
sino comerciantes libres y cartistas. Y ganaron escaños en el parlamento,
en oposición a estos radicales burgueses. [149]
No más de lo que Herr Heinzen entiende de los trabajadores, ¿comprende a
los liberales burgueses, por todo lo que inconscientemente
está trabajando a su servicio? Cree que es necesario repetir, en lo que a
ellos respecta, las viejas advertencias contra los "modos fáciles y la
sumisión de los alemanes". Él, el filisteo, toma en serio las
expresiones obsequiosas que fueron servidas por un Camphausen o un
Hansemann. Los caballeros burgueses sonreirían ante tal ingenuidad. Saben
mejor dónde pellizca el zapato. Son conscientes de que en las revoluciones
la chusma se pone insolente y se da la mano con las
cosas. Los señores burgueses, por lo tanto, buscan en la medida de lo
posible hacer el cambio de lo absoluto a lo burgués monarquía
sin revolución, de manera amistosa.
Pero la monarquía absoluta en Prusia, como antes en Inglaterra y Francia,
no se dejará convertir amistosamente en una monarquía burguesa. No
abdicará de manera amistosa. Las manos de los príncipes están atadas tanto
por sus prejuicios personales como por toda una burocracia de funcionarios,
soldados y clérigos, partes integrantes de la monarquía absoluta, que están
lejos de querer cambiar su posición de gobierno por una subordinada con
respecto a la burguesía. Entonces los estados feudales también se
detienen; para ellos es una cuestión de vida o muerte, en otras palabras,
de propiedad o expropiación. Está claro que el monarca absoluto, a pesar
del homenaje servil de la burguesía, ve su verdadero interés del lado de estas
fincas.
Las canciones de sirenas de un Camphausen o un Hansemann no convencerán
más a Federico Guillermo IV, por lo tanto, que la melosa lengua de un
Lally-Tollendal, un Mounier, un Malouet o un Mirabeau podría hablar de un Luis
XVI para participar en su suerte con el burguesía en lugar de con los señores
feudales y los restos de la monarquía absoluta.
Pero Herr Heinzen no se preocupa ni de la burguesía ni del proletariado
en Alemania. Su partido es la "fiesta de los hombres", en otras
palabras, de soñadores dignos y generosos que abogan por los intereses
"burgueses" disfrazados de fines "humanos", sin comprender
claramente la conexión entre la frase idealista y su sustancia real.
Deutsche-Brüsseler-Zeitung
n. ° 94, 25 de noviembre de 1847
Para este partido, el partido de los hombres, o para la humanidad residente
en Alemania, el fundador de los estados Karl Heinzen ofrece la "mejor
república", la mejor república que él mismo ha incubado, la "república federal con las instituciones
sociales". Rousseau una vez diseñó un
"mejor" mundo político para los polacos [Rousseau,
Considerations sur le gouvernement de Pologne, et sur sa réformation
projettée] como lo hizo Mably para los corsos. [150] El gran
ciudadano de Ginebra ha encontrado un sucesor aún mayor.
"Estoy
contento" - ¡qué modestia! - "reclamar eso como yo puedo
armar". una flor solo de pétalos, así también puedo armar una
república solo a partir de elementos republicanos ".
[Heinzen's Manifesto, Deutsche-Brüsseler-Zeitung No. 84]
Un hombre que sabe cómo ensamblar una flor a partir
de pétalos, aunque solo sea una margarita, no puede
fallar en la construcción de la "mejor república", deje que el mundo
perverso piense en ello como quiera.
A pesar de todas las lenguas difamatorias, el valiente fundador de los
estados toma como modelo las cartas de la América republicana. Lo que sea
que parezca ofensivo para él, lo pinta con su cepillo grobian. Por lo
tanto, trae una edición enmendada - en usum delphini , [para
el uso del Delfín. - Estas palabras fueron utilizadas en el siglo XVII
para marcar la edición de obras latinas destinadas al heredero del trono
francés, del cual se había eliminado el material "ofensivo", en otras
palabras, para el uso y la edificación del "hombre alemán". Y
habiendo así "esbozado las características de la república, es decir, de
una república específica", levanta a su "pequeño" alumno
irrespetuoso en el aire "por sus oídos comunistas" y lo arrincona con
la pregunta de si él también podría " crear "un mundo, y de hecho,
un" mejor mundo "? Y él no desiste de izar al" pequeño
"al" aire "por sus" orejas comunistas "hasta que
haya" golpeado "su" nariz "contra el gigantesco imagen del
"nuevo" mundo, la mejor república, ya que con sus propias manos colgó
una imagen colosal del mundo, ideado por él mismo, en el pico más alto de los
Alpes suizos.
"Cacatum non est pictum ", [Mierda no es
pintar] sisea la voz de la impenitente "pequeña" serpiente.
Y horrorizado, el Ajax republicano arroja al suelo a los comunistas de
Thesites y saca de sus cabelleras peludas las terribles palabras:
"¡Llevas el absurdo al extremo, Herr Engels!"
¡Y realmente, Herr Engels! ¿No cree "que el sistema federal
estadounidense" es la "mejor forma política" "que el arte
de la política ha ideado todavía"? ¿Sacude su pequeña cabeza? ¿Qué? Niega
absolutamente que el "sistema federal estadounidense" se haya ideado
por "el arte de la política"? ¿Y que las "mejores formas
políticas de la sociedad" existen en abstracto? ¡Eso está
yendo demasiado lejos!
Usted es, al mismo tiempo, "tan desprovisto de vergüenza y
conciencia" como para sugerirnos que el honesto alemán que desea que su
fiel patria disfrute de los beneficios de la Constitución de América del Norte,
embellecida y mejorada, se asemeja a ese idiota comerciante, quien copió las
cuentas de su rico competidor y luego imaginó que teniendo posesión de esta
copia, ¡también había tomado posesión de la codiciada riqueza!
¿Y nos amenazaron con el "hacha del verdugo" bajo su pequeño
brazo, con la guillotina en miniatura que le dieron como juguete en
1794? Barbaroux, murmuras, y otras personas de impresionante estatura y
circunferencia, fueron acortados por una cabeza llena en esos días en que
solíamos tocar la guillotina porque proclamaban que "el sistema federal
estadounidense" era "la mejor forma política". [151] Y así
será el destino de todos los otros Goliats, a quienes se produce en cualquier
revolución democrática en Europa y especialmente en Alemania, que todavía está
bastante feudalmente fragmentada, desear poner el "sistema federal
estadounidense" en lugar de una república indivisible y
su centralización de nivelación.
¡Pero Dios mío! Los hombres del Comité de salut público [152] y los
sabuesos de los jacobinos detrás de ellos eran monstruos, y la "mejor
república" de Heinzen ha sido "ideada" por el "arte de
gobernar de ahora" como la "mejor forma política" para los
"hombres" , para hombres buenos, para humanos humanos!
¡De Verdad! "¡Llevas el absurdo al extremo, Herr Engels!
Y lo que es más, este hercúleo fundador de los estados no copia la
"república federal" norteamericana en todos los detalles. Lo
adorna con "instituciones sociales", "regulará las relaciones de
propiedad según los principios racionales", y las siete grandes
"medidas" con las que eliminó los "males" de la vieja
sociedad burguesa no son de ninguna manera miserables, basura insustancial
suplicaron a las puertas de: abominables cocinas de socorro socialistas y
comunistas modernos. Es para los "Incas" y "Campe's Books
for Children" [153]que el gran
Karl Heinzen debe sus recetas para la "humanización de la sociedad",
así como le debe este último eslogan profundo no al filósofo de Pomerania Ruge
sino a algunos "peruanos" crecidos en sabiduría. Y Herr Engels
describe todo esto, ¡como sueños filisteos arbitrariamente inventados de
mejoramiento mundial!
Vivimos, por supuesto, en una época en la que "las personas mejores
están desapareciendo cada vez más" y los "mejores" ni siquiera
se comprenden.
Tomemos, por ejemplo, a cualquier ciudadano con buenas intenciones y
pregúntele a su honesta opinión sobre lo que está mal con las "relaciones
de propiedad" actuales. Y el hombre decente se pondrá el dedo índice en la
punta de la nariz, respira profundamente dos veces y pensativo y luego exprese
su punto de vista "humilde" de que es una vergüenza que mucha gente
no tenga "nada", ni siquiera las necesidades más básicas, y que
otros, en detrimento no solo de infelices sin propiedades sino también de
ciudadanos honestos, están con aristocrática descaro acumulando millones! Aurea
mediocritas! ¡Mediocridad dorada! ¡El miembro honesto de la clase
media exclamará! ¡Es solo cuestión de evitar los extremos! ¡Qué constitución
política racional sería compatible con estos extremos, estos extremos tan
abominables!
Y ahora eche un vistazo a la "república federal" de Heinzen con
"instituciones sociales" y sus siete medidas para la "humanización
de la sociedad". Encontramos que a cada ciudadano se le asegura un
"mínimo" de riqueza por debajo del cual no puede caer, y se prescribe
un máximo de riqueza que no puede exceder.
¿No ha solucionado Herr Heinzen todas las dificultades, entonces, al
reiterar en forma de decretos de estado el deseo piadoso de todos los buenos
ciudadanos de que ninguna persona debería tener muy poco y nada, de hecho,
demasiado, y simplemente hacerlo así lo hizo realidad?
Y de la misma manera, que es tan simple como espléndida, Herr Heinzen ha
resuelto todos los conflictos económicos. Él ha regulado la propiedad
de acuerdo con los principios racionales correspondientes a
una equidad burguesa honesta. Y por favor no se opongan a que las
"reglas racionales" de la propiedad sean precisamente las "leyes
económicas" sobre cuya inevitabilidad a sangre fría se fundan
necesariamente todas las "medidas" bien intencionadas, aunque son
recomendadas por Incas y Campe's Books for Children y apreciadas por los patriotas
más fuertes!
Qué injusto es poner en juego las consideraciones económicas contra
un hombre que, a diferencia de algunas personas, "no se jacta de estudios
en economía política", sino que ha logrado desde modestia hasta ahora en
todas sus obras más bien preservar la apariencia virginal de tener todavía
delante de él ¡Su primer estudio de economía política! Debe atribuirse al
crédito del primitivo nivel de educación del hombre que con semblante solemne
sirve a su pequeño comunista por todas las consideraciones que ya en 1842
habían penetrado en la plenitud alemana a través de los canales de la Allgemeine
de Augsburgo. Zeitung , [154]tales como
los relativos a la propiedad "adquirida", "libertad personal e
individualidad" y similares. Realmente muestra cuán bajo han caído
los escritores comunistas que buscan oponentes que estén escolarizados en
economía y filosofía, pero por otro lado no dan respuesta a las fantasías
"no presumidas" de sentido común grobianist, a las cuales tendrían
primero enseñar los elementos de las relaciones económicas en la sociedad
burguesa existente, para luego poder entrar en debate con ella.
Como privado apropiadamente, por ejemplo, no es una relación
simple o incluso un concepto abstracto, un principio, sino que consiste en la
totalidad de las relaciones de producción burguesas, ya que no se trata de una
cuestión de subordinación o extinción sino de la propiedad privada burguesa
existente, ya que todos estos las relaciones burguesas de producción son
relaciones de clase, una visión que cualquier novicio debe haber adquirido de
su Adam Smith o Ricardo; un cambio en estas relaciones o incluso la abolición
de ellas solo puede derivarse de un cambio en estas clases y sus relaciones con
cada uno otro, y un cambio en la relación de clases es un cambio histórico, un
producto de la actividad social como un todo, en una palabra, el producto de un
"movimiento histórico" específico. El escritor puede muy bien servir
a un movimiento de la historia como portavoz, pero no puede, por supuesto,
crearlo.
Por ejemplo, para explicar la eliminación de las relaciones de propiedad
feudal, los historiadores modernos han tenido que describir cómo evolucionó la
burguesía, el punto donde había desarrollado sus condiciones de vida lo
suficiente como para poder eliminar todas las propiedades feudales y su propio
modo feudal de existencia y, por lo tanto, también las relaciones de producción
feudal, que constituían el fundamento económico de estas propiedades
feudales. La eliminación de las relaciones feudales de propiedad y los
cimientos de la sociedad burguesa moderna no fueron de ninguna manera el
producto de una doctrina particular basada y elaborada a partir de un principio
específico como su núcleo. Fue mucho más el caso de que los
principios y teorías planteados por los escritores de la burguesía durante su
lucha contra el feudalismo no fueron más que la expresión teórica de una serie
de eventos reales; de hecho, uno puede ver que el grado en que esta
expresión era más o menos utópica, dogmática o doctrinaria correspondía
exactamente al grado de avance de la fase del desarrollo histórico real.
Y a este respecto, Engels fue lo suficientemente temerario como para
hablar con su terrible oponente, el fundador hercúleo de estados, sobre el
comunismo, en tanto que es teoría, como la expresión teórica de un
"movimiento".
Pero, expone al hombre poderoso con sincera indignación: "Mi
propósito era instar a las consecuencias prácticas, lograr que los
'representantes' del comunismo reconocieran esas consecuencias", es decir,
esas absurdas consecuencias que, para un hombre que tiene solo concepciones
fantásticas de la propiedad privada burguesa, están necesariamente vinculados
con su abolición. Por lo tanto, quería obligar a Engels a "defender
todo el absurdo", que según el esquema digno de Herin Heinzen "habría
desenterrado". Y Reineke Engels ha decepcionado tan amargamente al
honesto Isegrim que ya no encuentra en el comunismo ni siquiera un
"núcleo" para "morder" y así se pregunta con asombro
"cómo se va a servir este fenómeno, para que pueda ser comido"
"¡!
Y en vano, el hombre honesto busca calmarse con giros ingeniosos, por
ejemplo, preguntando si un movimiento histórico es un "movimiento de las
emociones", etc., e incluso evoca el espíritu del gran "Ruge"
para interpretar este enigma de la naturaleza para él!
"Después
de lo que sucedió", exclama el hombre decepcionado, "mi corazón late
a la manera de Siberia,
después de lo que sucedió, solo
huelo la traición y sueño
con la malicia”. [Karl Heinzen, Steckbrief ]
Y realmente se explica el asunto para sí mismo diciendo que Engels
"niega su escuela", "supera una retirada que es tan cobarde como
ridícula", "compromete a toda la raza humana solo para salvar a su
propia persona de verse comprometida". "," Niega la fiesta o la
abandona en el momento crucial ", y una serie de estallidos moralizadores
similares de furia. Del mismo modo, las distinciones de Engels entre el
"socialismo verdadero" y el "comunismo", entre los sistemas
comunistas utópicos y el comunismo crítico, no son más que "traición y
malicia". ¡De hecho, nada más que distinciones jesuíticas de
"pensamiento posterior", porque parecen no haber sido puestas al
menos hasta ahora para Herr Heinzen, ni haber sido arrastradas por la tempestad
de la plenitud de la vida!
¡Y cuán ingeniosamente Herr Heinzen logra interpretar estas
contradicciones para sí mismo, en la medida en que han encontrado expresión
literaria!
"Luego
está Weitling, que es más listo que usted, y sin embargo, ciertamente puede
considerarse un comunista".
Si no:
"¿Y si
Herr Grün afirmaba ser
un comunista y debía expulsar a Herr Engels?"
Llegado a este punto, es evidente que el hombre honesto, que no pudo
"emanciparse hasta el punto de considerar la lealtad y
la fe, por anticuadas que puedan ser, ser superfluas entre los
seres racionales" - sirve las mentiras más absurdas, por
ejemplo, que Engels también intentó escribir sobre un "movimiento social
en Bélgica y Francia". Pero K Grün lo había
"prevenido". Y luego había sido "incapaz de encontrar un
editor por su aburrida repetición" y otras fabricaciones similares que
Herr Heinzen ha derivado como "conclusiones" de un "cierto
principio".
Esa crítica moralizante ha resultado ser tan miserable debido a su
"naturaleza" y de ninguna manera debe considerarse como una
deficiencia personal del Ajax de Telamonia. A pesar de todas sus
estupideces y bajezas, este St. Grobian tiene la satisfacción moral de ser
estúpido y estar basado en la convicción y, por lo tanto, ser un tipo con
cierto afecto en él.
Lo que los "hechos" pueden hacer, lo que incluso el gran Karl
Heinzen permite "seguir su curso" sin impedimentos:
"Yo",
proclama, golpeando tres veces su seno honesto, "Yo, mientras tanto, llevo
conmigo mi principio de forma inquebrantable y no lo abandono cuando una
persona me pregunta sobre ello".
Heinrich LXXII de Reuss-Schleitz-Ebersdorf también ha estado desfilando
su "principio" hace unos 20 años.
NB Recomendamos la crítica de Stephan [Born] , Der
Heinzen'sche Staat , a los lectores de la Deutsche-Brüssseler-Zeitung. El
autor, por supuesto, solo ha utilizado Herr Heinzen como una estaca, bien
podría haberse aprovechado de cualquier otra entidad literaria en Alemania para
confrontar a los pequeños burgueses con el punto de vista del trabajador
realmente revolucionario. Herr Heinzen no conoce otra manera de responder
a Stephan que afirmar ante todo que lo que ha escrito es
basura; tanto para la crítica objetiva. Como no conoce
personalmente a Stephan, recurre simplemente a llamarlo con el nombre de gamin y commis-voyageur .[guttersnipe
y viajero comercial] Pero aún no ha ennegrecido a su oponente lo
suficiente, finalmente lo convierte en un policía. Uno puede ver, de paso,
cuán justa es esta última acusación, ya que la policía francesa, supuestamente
en alianza con Herr Heinzen, ha confiscado 100 copias del panfleto de Stephan.
Después de haber dado al trabajador Stephan una lección moral práctica
como se describió anteriormente, lo apostrofista en los siguientes términos
ingenuos:
"Por
mi parte, con mucho gusto aunque hubiera entablado conversaciones con un
trabajador, no veo en la insolencia un sustituto adecuado de la
competencia".
[Heinzen, "Ein 'Representant' der Kommunisten"]
[Heinzen, "Ein 'Representant' der Kommunisten"]
Los trabajadores alemanes se sentirán eufóricos ante la perspectiva de
que el demócrata Karl Heinzen entable discusiones con ellos
tan pronto como se acerquen al gran hombre con la debida modestia. Herr
Heinzen está tratando de ocultar su incompetencia con respecto a Herr Stephan
por la insolencia de su arrebato.
KM
133 El
trabajo es una continuación de la polémica con Karl Heinzen. Este último
respondió a Engels (ver este volumen, pp. 291-306) con un largo artículo
"Ein 'Repräsentant' der Kommunisten" lleno de rudo abuso de su
oponente y de la teoría del comunismo científico en general (Marx irónicamente
llamó a este artículo "Manifiesto de Heinzen contra los comunistas"). Después
de la publicación de este artículo completo en Deutsche-Brüsseler-Zeitung(No.
84, 21 de octubre de 1847) Bornstedt, el editor del periódico, volvió a apelar
a las partes contendientes para llevar la polémica a otro lado, ya que el
periódico no podía permitirse publicar artículos tan largos. Sin embargo,
el consejo editorial tuvo que aceptar publicar la respuesta de Marx a Heinzen
en su totalidad. Cuando comenzaron a publicar la respuesta en el número 86
el 28 de octubre de 1847, los editores incluso censuraron a Heinzen en una nota
editorial por el tono áspero de sus ataques. El 14 de noviembre, antes de
que apareciera todo el artículo de Marx, los editores publicaron una nota
especial en respuesta al intento de Heinzen de continuar la polémica:
"Rehusamos publicar en el Deutsche-Brüsseler-ZeitungLa carta
de Heinzen del 1 de noviembre desde Ginebra en la que ataca al comité editorial
de este periódico de una manera infame e intenta involucrar al periódico ya
Karl Marx, para su primer artículo en el número 86, sin esperar la
continuación, en un vil privado disputa común. Declaramos que esta es la
forma en que trataremos las siguientes cartas de Heinzen, a pesar de sus
afirmaciones filisteas de que tiene derecho a usar nuestro documento para
expresar sus puntos de vista. Responderemos a las posibles acusaciones
públicas en el momento y lugar adecuados si lo consideramos necesario”.
El trabajo de Marx fue publicado en la columna de Polemik en varios
números. Hubo algunas notas editoriales a la primera parte de la misma (a
la expresión "literatura grobian", personajes literarios
"Solomon y Marcolph", "predicador de
ganso"). Posteriormente, sin embargo, se proporcionaron las notas del
autor. Los números 92 y 94 del 18 y 25 de noviembre de 1847 contenían
errata. Todas las correcciones, algunas de las cuales son mejoras del
autor, se han tenido en cuenta en la presente edición.
Este trabajo fue publicado en inglés abreviado en K. Marx, Selected
Essays, Parsons, Londres, 1926.
134 Esta nota (al título de la
segunda entrega del artículo) publicada en el Deutsche-Brüsseler-Zeitung n.
° 87, del 31 de octubre de 1847, fue escrita evidentemente por Marx en
respuesta al llamamiento editorial de las partes contendientes (véase la Nota
133). ) abstenerse de polémicas privadas.
135 Aquí
y abajo, Marx cita a Shakespeare de August Schlegel y la edición de Ludwig
Tieck: el dramatismo de Shakespeare, Werke , Th. 1-9),
Berlín, 1825-33.
136 comunas - comunidades urbanas autónomas
en la Francia medieval e Italia. Para su descripción, véase la nota de
Engels a la edición en inglés de 1888 y la edición alemana de 1890 del Manifiesto
del Partido Comunista (este volumen, página 486).
137 Por
la guerra de liberación alemana se entiende la lucha por la
liberación del régimen napoleónico en 1813-14 (para más detalles, véase la Nota
22). En esta guerra, así como en la campaña de 1815, después de la restauración
efímera de Napoleón, Los estados alemanes, incluidos Austria y Prusia, que eran
miembros de la Santa Alianza (véase la Nota 24), lucharon contra la
Francia napoleónica en la 6ª coalición antifrancesa, cuyo principal organizador
fue Gran Bretaña.
Nota 22
22 En sus artículos "El Estado de
Alemania" Engels intentó refutar la interpretación nacionalista
reaccionaria de la historia alemana y, en particular, la glorificación del
papel desempeñado por las clases dominantes alemanas en las guerras de 1813-14
y 1815 contra la Francia napoleónica. Pero dio una apreciación unilateral
de la guerra en sí misma. La guerra para liberar a Alemania de la
dominación francesa tras la derrota del ejército de Napoleón en Rusia en 1812
fue, de hecho, de naturaleza contradictoria. Su carácter se vio afectado
por los objetivos y la política contrarrevolucionaria y expansionista de los
círculos gobernantes en los estados monárquicos feudales. Pero
especialmente en 1813, cuando la lucha estaba destinada a liberar el territorio
alemán de la ocupación francesa, asumió el carácter de una guerra de liberación
nacional genuinamente popular contra la opresión extranjera. Luego, El
papel de la fuerza en la historia (1888) escribió: "La guerra de
los pueblos contra Napoleón fue la reacción del sentimiento nacional de todos
los pueblos, que Napoleón pisoteó".
Nota 24
24 La Santa
Alianza : una asociación de monarcas europeos fundada el 26 de
septiembre de 1815 por iniciativa del zar ruso Alejandro I y el canciller
austríaco Metternich para suprimir los movimientos revolucionarios y preservar
las monarquías feudales en los países europeos.
138 Marx
se refiere a los "verdaderos niveladores" o "cavadores" que
se separaron del movimiento republicano nivelador republicano durante la
revolución burguesa inglesa de mediados del siglo XVII. Representando a
los sectores más pobres de la población y sufriendo de la explotación feudal y
capitalista en la ciudad y el campo, los Diggers, en contraste con el resto de
los Levellers, que defendían la propiedad privada, realizaron propaganda para
la comunidad de propiedad y otras ideas de comunismo igualitario. Intentando
establecer la propiedad común de la tierra a través del arado colectivo de la
tierra baldía comunal.
139 Sobre
la lucha de la burguesía inglesa contra las Leyes del maíz, ver Nota 47.
Nota 47.
47 La
referencia es a la Abrogación de las Leyes de Maíz aprobadas en junio de 1846.
(En las Leyes de Maíz, véase la Nota 28.) El movimiento para la derogación de
las Leyes de Maíz fue liderado por la Anti-Corn Law League fundada en 1838 por
el Manchester fabricantes Cobden y Bright. Actuando bajo el lema de libre
comercio irrestricto, la Liga luchó por debilitar la posición económica y
política de la aristocracia terrateniente y, al mismo tiempo, reducir los
salarios de los trabajadores.
Nota 28
28 Las Leyes
del Maíz (introducidas por primera vez en el siglo XV) imponían
aranceles elevados a las importaciones agrícolas a fin de mantener los altos
precios de los productos agrícolas en el mercado interno. Por la Ley de
1815, se prohibieron las importaciones de grano siempre que los precios de los
granos en Inglaterra permanecieran por debajo de 80 sh. por
cuarto. Más tarde se adoptaron nuevas leyes (1822, 1828 y otros) cambiando
los términos para las importaciones de granos.
La lucha entre la burguesía industrial y la aristocracia terrateniente
sobre las leyes del maíz terminó en su derogación en junio de 1846.
140 Marx
cita el informe de la comisión bajo la presidencia de William Morris Meredith
para investigar el funcionamiento de la Ley de pobres. El informe
presentado al Congreso de Pennsylvania el 29 de enero de 1825 se publicó
en The Register of Pennsylvania el 16 de agosto de 1828.
141 Aparentemente
Marx está citando la siguiente edición: Th. Cooper, Lectures on the Elements of Political Economy ,
Londres, 1831. (La primera edición se publicó en Columbia en 1826).
Esto se demuestra por la coincidencia de las páginas mencionadas y los pasajes
relevantes en la edición mencionada anteriormente, y también por los extractos
copiados por Marx (incluido el pasaje citado) en sus cuadernos preparatorios
(ver MEGA, Abt. 1, Bd. 6, Berlín 1932, S. 604).
142 Ver
nota 38.
Nota 38
38 joven
América- una organización de artesanos y trabajadores
estadounidenses; formó el núcleo de la masiva Asociación Nacional de
Reforma fundada en 1845. En la segunda mitad de la década de 1840, la
Asociación agitó la reforma agraria, proclamando como objetivo la asignación
gratuita de una parcela de 160 acres a todo hombre trabajador; salió
contra plantadores y propietarios de esclavos. También presentó demandas
para una jornada laboral de diez horas, abolición de la esclavitud, del
ejército permanente, etc. Muchos artesanos emigrantes alemanes, incluidos los
miembros de la Liga de los Justos, participaron en el movimiento encabezado por
la Asociación Nacional de Reforma. En 1846, el movimiento entre los
trabajadores alemanes comenzó a disminuir. Una de las razones de esto fue
la actividad del grupo de Kriege cuyo "verdadero socialismo" desvió a
los emigrantes alemanes de la lucha por objetivos democráticos.
143 La
referencia es al fracaso de la Guerra Campesina en Alemania (1524-25)
144 Guerra de
los Treinta Años, 1618-48 - una guerra europea, en la que el
Papa, los Habsburgo de Austria y España y los príncipes católicos alemanes se
unieron bajo el estandarte del catolicismo lucharon contra los países
protestantes: Bohemia, Dinamarca, Suecia, la República del Países Bajos y una
serie de estados alemanes que se habían convertido en protestantes. Los
gobernantes de la Francia católica, rivales de los Habsburgo, apoyaron el
campamento protestante. Alemania fue el principal escenario de esta lucha,
objeto de saqueo y reivindicaciones territoriales. El Tratado de Westfalia
concluyó en 1648 escaló el desmembramiento de Alemania
145 Las leyes
de septiembre promulgadas por el gobierno francés en septiembre de
1835 restringieron los derechos de los tribunales de jurados e introdujeron
medidas severas contra la prensa. Se previó un aumento de los depósitos de
dinero para publicaciones periódicas y se introdujo el encarcelamiento y
grandes multas por publicar ataques contra la propiedad privada y el sistema
político existente. La promulgación de estas leyes en condiciones de la
monarquía constitucional de julio que había proclamado formalmente la libertad
de prensa, hizo hincapié en la naturaleza antidemocrática del sistema burgués.
146 Fontanel: úlcera
artificial practicada en la medicina medieval para la eliminación de tumores
dañinos del cuerpo.
147 La
referencia es al levantamiento de los tejedores de Silesia del 4 al 6 de junio
de 1844, la primera gran batalla de clase entre el proletariado y la burguesía
en Alemania, que asumió el mayor alcance en los pueblos de Langenbielau y
Peterswaldau, y al levantamiento de los trabajadores de Bohemia en la segunda
mitad de junio de 1844. (Véase la Nota 104).
Nota 104
104 La
referencia es a un surgimiento espontáneo de trabajadores textiles en Praga en
la segunda mitad de junio de 1844. Los acontecimientos en Praga dieron lugar a
levantamientos obreros en muchos otros centros industriales de Bohemia. El
movimiento de los trabajadores, que estuvo acompañado por la destrucción de
fábricas y máquinas, fue reprimido por las tropas gubernamentales.
148 La
referencia es a los llamamientos a la unidad de todos los alemanes contra los
monarcas alemanes en nombre de las libertades burguesas y las reformas
constitucionales, que fueron presentadas por los participantes en el festival
de Hambach, un evento político que tuvo lugar cerca del castillo de Hambach en
el Palatinado bávaro el 27 de mayo de
1832.
149 Movimiento
para la derogación de las Leyes de Maíz - ver Nota 47. Sobre la elección del
líder cartista Feargus O'Connor para el Parlamento - ver Nota 46.
Nota 46
46 La
dirección del Comité de Correspondencia Comunista de Bruselas para el líder
cartista Feargus O'Connor fue escrita en relación con su victoria en la reunión
electoral de Nottingham a principios de julio de 1846, cuando defendió la
erección de la Cámara de los Comunes. La votación en tales reuniones
(hasta 1872) fue a mano alzada, y todos los presentes tomaron parte en
ella. Sin embargo, solo los electores "legítimos" (los que
tienen propiedades y otras calificaciones) podrían participar en la votación
posterior, en la que, en consecuencia, los candidatos que habían sido votados a
mano alzada podrían ser elegidos. A pesar de este sistema antidemocrático,
O'Connor fue debidamente elegido para el Parlamento en la votación de agosto de
1847.
La dirección de los comunistas de Bruselas se leyó en una reunión
ordinaria de los Demócratas Fraternos celebrada el 20 de julio de 1846 y fue
muy bien recibida allí (ver The Northern Star No. 454, 25 de
julio de 1846).
150 La
referencia a Mably no es exacta: el proyecto de constitución para los corsos
fue redactado por Rousseau y no por Mably. (JJ Rousseau, Lettres
sur la législation de la Corse , París, 1765). Mably, además de
Rousseau, elaboró el proyecto de constitución para los polacos. (G.
Mably, " Du gouvernement et des lois de Pologne "
en: Collection complète des oeuvres , t. 8, París, 1794 A
1795.)
151 Una
alusión a la conducta de los representantes del partido de la gran burguesía -los girondinos- después de haber sido
destituidos del gobierno y los jacobinos establecieron su dictadura en Francia
tras el levantamiento popular del 31 de mayo al 2 de junio de 1793. En el En
verano del mismo año, los girondinos se sublevaron contra el gobierno jacobino para defender los derechos de los
departamentos a la autonomía y la federación. Después de que se
reprimió la revuelta, muchos líderes girondinos (entre ellos, Barbaroux) fueron
condenados por el tribunal revolucionario y ejecutados.
152 El
Comité de seguridad pública (El Comité de Seguridad Pública)
establecido por la Convención el 6 de abril de 1793 durante la dictadura
jacobina (2 de junio de 1793 - 27 de julio de 1794) fue el principal organismo
gubernamental revolucionario en Francia. Duró hasta el 26 de octubre de
1795.
153 La
referencia es a las historias para niños escritas por el pedagogo alemán JH
Campe, en particular su libro Die Entdeckung von Amerika , una
sección dedicada a los incas peruanos y la conquista española del Perú.
154 Una
alusión a los artículos que aparecieron en el Allgemeine Zeitung ,
distorsionando las ideas del comunismo utópico y el socialismo e intentando
atribuir puntos de vista comunistas a los órganos radicales de la prensa
alemana. Marx expuso este intento en su artículo "Communism and the
Augsburg Allgemeine Zeitung " publicado en el Rheinische
Zeitung del 16 de octubre de 1842 (véase la presente edición, Vol. 1).
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