Esta es la fuente en castellano: Franz Pfempfert (1879
- 1954)
En inglés
En inglés
El desorden infantil de Lenin. . . y la Tercera Internacional -
Franz Pfempfert
Datos de
publicación: En 1920 como respuesta a El
izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo de V.I.
Lenin.
Traducción al castellano: Por Ricardo Fuego y el Círculo Internacional de Comunistas Antibolcheviques (CICA) en base a la version publicada en libcom.org.
Esta edición: Marxists Internet Archive, marzo de 2009.
. Paul
mattick. Luxemburgo contra Lenin (1935)
Celebrado antes del Congreso] Moscú, del 22 de junio al 12 de julio
de 1921
Presentación
del Texto por el Traductor
Este texto
se inscribe en la polémica entre el bolchevismo y la izquierda comunista
germano-holandesa. Polémica frecuentemente conocida en el ambiente de izquierda
solamente desde la campana leninista, especialmente a través del panfleto El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo.
En este caso
el contendiente de Lenin es Franz
Pfempfert. Nacido en 1879 en Prusia Oriental (hoy parte de
Polonia), fallece en 1954 en México. Fue periodista, político, crítico de
literatura y fotógrafo de retrato. Desde 1911 a 1932 editó la revista Die
Aktion (La Acción), en cuyas páginas dio lugar a opiniones políticas
internacionalistas y al movimiento del expresionismo. Desde su principio dio
apoyo a las facciones de extrema izquierda dentro de la socialdemocracia
(incluyendo a los bolcheviques y especialmente a Lenin), se puso del lado de
los únicos diputados socialdemócratas en votar en contra de los créditos de
guerra en 1914 (Karl Liebknecht y Otto Rühle), mantuvo una oposición artística
a la guerra sufriendo censura, siguió militando por el internacionalismo y
saludó la revolución de Octubre, apoyó la formación de la Liga Espartaco hasta
la burocratización del KPD, donde terminó apoyando al KAPD siendo miembro por
un breve tiempo.
Es en esta
época donde se sitúa este escrito, durante el ataque político del bolchevismo
hacia los comunistas de los países euro-occidentales. Los revolucionarios
comunistas de Alemania, Holanda e Inglaterra reciben con sorpresa y desagrado
este ataque considerándolo como una terrible equivocación o a lo sumo como un
signo de oportunismo político. La principal respuesta-acusación de los
comunistas alemanes a Lenin fue su desconocimiento de la situación alemana
pues, como puede verse abajo, tenían todavía en la memoria al Lenin que había
mantenido sus principios internacionalistas en plena guerra y que había
condenado tanto a los “social-patriotas” y “social-imperialistas” que se habían
alineado con la burguesía como al centrismo de Kautsky. La defensa del
parlamentarismo y los frentes con reformistas vino del mismo Lenin que había
condenado al “cretinismo parlamentario” y llamaba a “convertir la guerra
imperialista en guerra civil contra la burguesía”.
El
proletariado alemán estaba solo contra prácticamente todas las clases sociales,
y tenía como enemigos políticos directos desde la ultraderecha hasta la
socialdemocracia. La situación económica alemana era desastrosa, desempleo
permanente, escasez de alimentos, precios altísimos. Si a esto le sumamos el
sufrir un ataque de tamaña magnitud desmoralizante por un personaje a quienes
los revolucionarios admiraban y tenían por compañero, sólo ahí comenzaremos a
entender las dificultades por las que estaban pasando los proletarios
conscientes alemanes.
Sólo será
tiempo después cuando los elementos más lúcidos de la izquierda comunista
germano-holandesa (por ejemplo, Pannekoek) reflexionen sobre el carácter de
clase burgués de la cosmovisión leninista y de la política bolchevique. Sin
embargo en este texto y en la Carta Abierta al Camarada Lenin de Hermann Gorter, aunque
se considera erróneamente que el régimen bolchevique representa la toma del
poder por parte de los obreros rusos, se conserva sin embargo una posición
comunista independiente y una mirada crítica de la política bolchevique.
Muchas de
las posiciones de Pfempfert son rescatables hoy en día pues constituyen
principios básicos de la praxis revolucionaria proletaria. Por ejemplo, que la
revolución es un asunto de toda la clase y no de uno o más partidos; que tanto el sindicalismo como el parlamentarismo
no son factores positivos en la creación de actividad proletaria-revolucionaria
sino elementos de integración del proletariado al capitalismo; y que la
democracia proletaria, en el sentido de la participación directa de los
proletarios en sus propios asuntos, es una premisa necesaria de la actividad
revolucionaria, y no solamente algo ‘deseable’ de lo cual podría prescindirse.
Sin embargo,
más que contrastar la radicalidad de la propuesta de la izquierda comunista alemana
con el reformismo rancio de la propuesta leninista (cuyas propuestas
‘pragmáticas’ como la “utilización comunista del parlamento” eran un refrito de
los socialdemócratas alemanes) de lo que se trata aquí es de contrastar las
distintas propuestas y cursos de acción con la realidad social de Alemania de
ese entonces. Es sólo contextualizando esta polémica donde puede comprobarse
históricamente que la propuesta de la izquierda comunista alemana estaba mucho
más adaptada a la realidad alemana que la propuesta leninista, la cual cumplía
un papel reaccionario y, por lo tanto, contrarrevolucionario.
Por más
censura y olvido que se haya querido imponer desde la historiografía burguesa y
la historiografía ‘marxista’ oficial, la experiencia de los proletarios
alemanes nos llega hoy como un rico e importante componente para el arsenal
teórico de la revolución proletaria. Desde el CICA queremos socializar este
legado para todos aquellos revolucionarios sinceros que se encuentran en
ruptura con la extrema izquierda del capital y también para aquellos compañeros
anarquistas desconocedores de posturas marxistas no-leninistas e inclusive
anti-leninistas.
Sin embargo,
más que reivindicar estas posiciones históricas de la izquierda comunista
alemana contra las posiciones históricas bolcheviques-leninistas, lo que
reivindicamos aquí es su método subyacente: observar, por encima de la
coherencia lógica interna de las ideas, su coherencia histórica con la
realidad. La actividad teórica viva, es decir, aquella donde el pensamiento
abstracto no se autonomiza de la experiencia concreta pretendiendo ajustarla a
sus parámetros, sigue siendo una prioridad para desarrollar una praxis
comunista en conformidad con las necesidades concretas de la autoliberación
proletaria tal como se presentan en la lucha de clases actual.
Ricardo
Fuego, Marzo de
2008
I
La Tercera
Internacional debería ser la asociación del proletariado revolucionario de
todos los países en lucha contra la dictadura del capitalismo, contra el Estado
burgués, por el poder de la humanidad trabajadora, por el comunismo. El tener
su origen en un país donde los obreros ya han conquistado este poder mediante
grandes esfuerzos, ha ayudado a la Tercera Internacional a ganar las simpatías
del proletariado mundial. El entusiasmo por esta nueva asociación mundial de
los explotados va de la mano con el entusiasmo por la Rusia soviética y por el
incomparable y heroico combate del proletariado ruso. Pero la nueva estructura
de la Tercera Internacional no tiene ni ha tenido
todavía el tiempo ni la oportunidad de conseguir resultados morales como
organización.
La Tercera Internacional puede ser y será una fuerza moral si
representa la expresión de la voluntad del proletariado revolucionario del
mundo, y entonces será indestructible e irremplazable como Internacional de la
clase proletaria en lucha. Pero la Tercera Internacional sería una
imposibilidad y una frase vacía si quisiera ser el instrumento de propaganda de
uno o varios partidos.
Si la
Tercera Internacional fuera realmente la asociación del proletariado
revolucionario del mundo, éste tendría entonces el sentimiento de pertenecer a
ella, más allá de las formalidades de
ingreso. Pero si la Tercera Internacional se presenta como el instrumento
del poder central de un país particular, entonces llevará dentro de sí misma la
semilla de la muerte y será un obstáculo para la revolución mundial.
La
revolución es un asunto del proletariado como clase; la revolución social no es
un asunto de partido.
Debemos ser
más precisos aún:
La Rusia
soviética fallecerá sin la ayuda de todos los combatientes revolucionarios.
Todos los obreros con conciencia de clase (¡y los sindicalistas, por ejemplo,
también forman parte de esta categoría incondicionalmente!) están listos a
acudir activamente a su ayuda. La Tercera Internacional actuaría en una manera
criminal y contrarrevolucionaria si, en interés de un partido, hiciera algo que
pudiera extinguir el fuego sagrado de la solidaridad fraternal que arde en los
corazones de todos los proletarios por la Rusia soviética (¡y no todavía por la
Tercera Internacional como organización separada!).
¿Es esto tan
difícil de entender? ¿Es una tontería, camarada Lenin, que nosotros le
gritemos: no somos nosotros quienes en este momento necesitamos a la Tercera
Internacional, sino la Tercera Internacional la que nos necesita?
II
Lenin piensa
que, en efecto, es una tontería. En su obra que acaba de lanzar contra el
proletariado revolucionario, El izquierdismo, enfermedad infantil del
comunismo, Lenin piensa que la Tercera Internacional debe cumplir con los
estatutos del Partido Comunista Ruso (Bolchevique) y que el proletariado
revolucionario de todos los países debe someterse a la autoridad de la “Tercera
Internacional” y, por lo tanto, a las tácticas de los Bolcheviques. Los
Bolcheviques deberían determinar las armas que el proletariado combatiente del
resto del mundo debe utilizar. Y sólo aquellos proletarios que obedezcan
incondicionalmente serán elegidos para pertenecer a esta asociación mundial. En
los Principios del Segundo Congreso de la
Tercera Internacional, Lenin ha formulado este postulado de
un modo aún más claro: no sólo ha dado instrucciones generales, sino todos los
detalles de táctica, de organización, e incluso ha dictaminado hasta el nombre
que deberían asumir los partidos en todos los países. Y como último toque:
“Todas las
decisiones de los congresos de la Internacional Comunista, así como de su
Comité Ejecutivo, son vinculantes a todos los partidos afiliados a la
Internacional Comunista.”
¡Incluso si
esto es metódico, es una locura!
En un país
tan pequeño como Alemania, tenemos repetida experiencia, más recientemente en
marzo de 1920, del hecho que una táctica que conduce a la victoria, por
ejemplo, en el Ruhr, era imposible en otra parte; que la huelga general de los
obreros industriales en Alemania central era una broma para el Vogtland, donde
el proletariado ha sido condenado al paro desde noviembre de 1918. ¿Y es Moscú
quien debería ser el Estado Mayor supremo para nosotros y para todos los otros
países?
Lo que nos
atrae hacia la Tercera Internacional es el objetivo compartido de la revolución mundial: la dictadura del
proletariado, el comunismo. La Tercera Internacional debe estar de pie
junto a los proletarios combatientes de todos los países, instruyéndolos acerca
de las diversas situaciones y tipos de guerra civil revolucionaria. Los
combatientes serían asnos en vez de combatientes si no quisieran tener nada que
ver con la tarea de examinar las armas usadas por los compañeros que luchan
aquí y en otra parte. Pero serían corderos si se dejaran arrastrar por caminos
que han reconocido desde hace mucho como imprácticos para ellos y que por
consiguiente han abandonado.
El ataque de
Lenin contra nosotros es, en su tendencia y en sus detalles, simplemente
monstruoso. Su texto es superficial. No se conforma a los hechos. Es injusto.
Sólo en su fraseología muestra alguna dureza. Del rigor del Lenin pensador, que
generalmente se manifestaba en sus polémicas, no hay ni un rastro.
¿Qué
pretende Lenin? Él quiere decir al Partido de Obreros
Comunistas de Alemania (KAPD ) y al proletariado revolucionario de todos los otros países,
que son imbéciles, idiotas, y, peor aún, que no se arrodillan dócilmente bajo a
la sabiduría de los bonzos , ya que no se dejan conducir de un modo sumamente
centralizado por Moscú (a través de sus intermediarios, Radek y Levi). Cuando
la vanguardia revolucionaria de Alemania rechazó la participación en los
parlamentos burgueses, cuando esta vanguardia comenzó a demoler las
instituciones sindicales reaccionarias, cuando volvió la espalda a los partidos
políticos de jefes, de acuerdo con la consigna “la emancipación de los
obreros sólo puede ser la tarea de los obreros mismos”, entonces esta vanguardia estaba
conformada por imbéciles, entonces cayó en el “infantilismo de izquierda”,
entonces necesariamente tuvo que serle negado el derecho de afiliarse a la
Tercera Internacional (tal fue el resultado del folleto de Lenin). Sólo cuando
los obreros del KAPD regresen, como pecadores arrepentidos, a la Liga Espartaco, la única fuente de la salvación, se
les permitirá afiliarse a la Tercera Internacional. Así es como son las cosas:
¡de vuelta al parlamentarismo! ¡Entremos a los sindicatos de Legien !
¡Afíliense al KPD, aquel partido de jefes en sus convulsiones de muerte! ¡Esto
es lo que Lenin le grita al proletariado alemán consciente!
Como dije
antes: ¡un libro monstruoso! También debo llamar la atención a la inutilidad de
los argumentos de los años 1880 a los cuales Lenin desempolva para persuadir a
los izquierdistas alemanes que él sabe emplear las comillas contra ellos. Todas
sus explicaciones acerca del centralismo y el parlamentarismo están al nivel
del USPD. ¡Y lo que Lenin escribe a favor del trabajo en los sindicatos es tan
extraordinariamente oportunista que los bonzos de los sindicatos se han
dedicado urgentemente a reproducir y distribuir como volante esta sección del
trabajo de Lenin!
La polémica
que Lenin dirige hacia el KAPD es escandalosamente superficial e
imperdonablemente inepta. Por ejemplo, en un pasaje, dice:
“En primer
lugar, los comunistas "de izquierda" alemanes, como se sabe, ya en
enero de 1919 consideraban el parlamentarismo como "políticamente
caduco", contra la opinión de dirigentes políticos tan eminentes como Rosa
Luxemburgo y Karl Liebknecht. Como es sabido, los "izquierdistas" se equivocaron.
Este hecho basta para destruir de golpe y radicalmente la tesis según la cual
el parlamentarismo "ha caducado políticamente".”
¡Este es lo
que el lógico Lenin escribe! ¿De qué modo, por favor dígame, está
"claro" que estuvimos equivocados? ¿Quizás en el hecho que, en la
Asamblea Constituyente nacional, Levi y Zetkin no se sentaron al lado de la
gente de Crispien? ¿Quizás en el hecho de que este dúo comunista se encuentra
ahora sentado en el Reichstag? ¿Cómo puede Lenin, tan estúpidamente y sin
ofrecer la sombra de una prueba, escribir que nuestro “error” está claro y
luego añadir la afirmación que “este hecho basta para destruir la tesis,” etc.?
¡Monstruoso! También es monstruoso el modo en que Lenin responde
afirmativamente a la pregunta, “¿debemos participar en los parlamentos
burgueses?”:
“La crítica
-- la más violenta, más implacable, más intransigente -- debe dirigirse no
contra el parlamentarismo o la acción parlamentaria, sino contra los jefes que
no saben -- y aún más contra los que no quieren -- utilizar las elecciones
parlamentarias y la tribuna parlamentaria a la manera revolucionaria, a la
manera comunista.”
¡Es Lenin
quien escribe esto! Lenin de repente quiere “utilizar la democracia”, un método
con el cual él había saldado cuentas refiriéndose a ello como “la demanda de
los renegados” (en El Estado y la Revolución, en El Renegado Kautsky… ¡y en Democracia Burguesa y Dictadura
Proletaria!).
El
proletariado revolucionario de Alemania se ha distanciado “del parlamentarismo
venal y corrupto de la sociedad burguesa”, aquel “sistema de ilusión y engaño”.
Este proletariado ha reconocido totalmente el grito de guerra: “¡todo el poder
a los consejos!”. Ha llegado a entender que no puede "utilizar" el
parlamento burgués. Ha reconocido a los sindicatos como instituciones que
necesariamente conducen a una comunidad de trabajo entre explotadores y
explotados, y por esta sola razón al sabotaje de la lucha de clases, y es de
poca importancia si sus miembros deberían criticar esto o aquello. El
proletariado revolucionario de Alemania ha tenido que expiar su sumisión a los
jefes con hecatombes de cadáveres de obreros. El infame Comité Central de la Liga Espartaco ha destruido aquella ilusión. ¡El
proletariado definitivamente ha tenido suficiente de todo esto!
¿Y ahora
Lenin viene y trata de hacernos olvidar las amargas lecciones de la revolución
alemana así como las lecciones que él mismo ha enseñado? ¿Está tratando de
hacernos olvidar que Marx enseñó que no son los individuos los que son
responsables? ¡Y que es el parlamentarismo contra que lo que hay que luchar y
no contra los parlamentaristas individuales!
Varios meses
han pasado desde que los "comunistas" tomaron sus asientos en el
Reichstag. ¡Lean las minutas de las sesiones parlamentarias, ahora que Levi-Clara Zetkin “han utilizado” esta tribuna
“a la manera revolucionaria, a la manera comunista” (en realidad, no más que
verborrea periodística sin sentido)! Usted ha leído las minutas, camarada
Lenin. ¿Dónde está su “más violenta, más implacable, más intransigente”
crítica? ¿Está satisfecho usted con ellos? . . .
Es fácil de
demostrar: el KAPD ha utilizado con mayor efectividad la ‘lucha electoral’ en
el sentido de llevar a cabo la agitación revolucionaria, y ha sido capaz de
utilizarla más efectivamente que los comunistas parlamentarios precisamente
porque no tiene ningún ‘candidato’ que persiga la victoria electoral. El KAPD
ha desenmascarado el timo parlamentario y ha llevado las ideas de los consejos
a los pueblos más remotos. Pero los cazadores de votos han confirmado, durante
los pocos meses de su actividad en el parlamento, que teníamos razón al ser
antiparlamentarios. Camarada Lenin, ¿nunca se le ocurrió la idea, una idea
Leninista, que en un país con 40 años de tontería parlamentaria socialdemócrata
(¡ese partido también quiso, al principio, "utilizar" aquella tribuna
únicamente para la propaganda!), es un acto totalmente reaccionario entrar en
el parlamento? ¿No entiende usted que en un país caracterizado por el
cretinismo parlamentario, el parlamentarismo sólo puede ser estigmatizado por
medio del boicot? ¡No hay estigmatización más violenta, ninguna que penetre más
profundamente en la conciencia de los obreros! Un parlamento desenmascarado por
un boicot realizado por proletarios nunca sería capaz de engañar a los
proletarios. ¡Pero un discurso ‘programático’ correcto, que Clara Zetkin entrega con la aprobación de los
periódicos burgueses y socialdemócratas, y del cual la prensa toma lo que le
parece conveniente, tal discurso engendra respeto en el parlamento burgués! Si
los jefes del USPD no hubieran ido a la Asamblea
Constituyente, la conciencia de los proletarios alemanes estaría mucho más
desarrollada hoy en día.
III
Lenin
favorece “la centralización más severa” y “una disciplina férrea”. Él quiere
que la Tercera Internacional respalde sus opiniones y que expulse a todos
aquellos que, como el KAPD, se oponen críticamente al liderazgo omnipotente.
Lenin quiere
que la autoridad al estilo militar prevalezca en los partidos de cada país.
¡Las
instrucciones del Primer Congreso de la Tercera Internacional tenían
un sabor algo diferente! En aquellas instrucciones, dirigidas contra los
Independientes cuyo espíritu de lucha era incierto, recomendaba:
“. . .
separar a los elementos revolucionarios del ‘Centro’, algo que sólo puede ser
conseguido mediante la crítica resuelta y despiadada de los líderes del
‘Centro’.”
Allí también
decía:
“Por otra
parte, es necesario realizar un bloque con aquellos elementos del movimiento
obrero revolucionario que, aunque no hayan pertenecido antes al partido
socialista, se ubican ahora totalmente en el terreno de la dictadura proletaria
bajo su forma soviética, es decir con los elementos correspondientes del
sindicalismo.”
Pero ahora
prevalece una táctica diferente. En cambio, el lema es: ¡Abajo con los
sindicalistas! ¡Abajo con los ‘idiotas’ que no se someten a los bonzos! El
Comité Ejecutivo está al mando, y sus órdenes son la ley.
Lenin pensó
que él podría citar a Karl Liebknecht contra "los Izquierdistas".
Yo citaré a Karl Liebknecht contra Lenin:
“El círculo
vicioso en el cual funcionan las grandes organizaciones centralizadas,
provistas de funcionarios a sueldo bastante bien pagos considerando su
trasfondo social, consiste no sólo en el hecho de que estas organizaciones
crean, con esta burocracia profesional, una capa social directamente hostil a
los intereses revolucionarios del proletariado, sino también en el hecho de que
confieren el poder a un líder, que fácilmente se convierte en tirano y es
elegido de entre aquellos que tienen un violento interés en oponerse a la
política revolucionaria del proletariado, mientras la independencia, la
voluntad, la iniciativa y la acción autónoma intelectual y moral de las masas
son reprimidas o completamente eliminadas. Los parlamentarios a sueldo también
pertenecen a esta burocracia.”
“Hay sólo un
remedio, en el plano organizativo, para este mal: la supresión de la burocracia
rentada o su exclusión de toda la toma de decisiones, y la limitación de su
actividad al trabajo administrativo técnico. La prohibición de la reelección de
todos los funcionarios después de un cierto tiempo en oficina, que será
establecida de acuerdo con la disponibilidad de los proletarios que mientras
tanto se hayan hecho expertos en la administración técnica; la posibilidad de
revocar sus mandatos en cualquier momento; la limitación de la competencia de
las diversas oficinas; descentralización; la consulta de todos los miembros
sobre cuestiones importantes (veto o referéndum). En la elección de
funcionarios se le debe dar la mayor importancia a las pruebas que ofrezcan
acerca de su determinación y preparación en la acción revolucionaria, de su
espíritu de lucha revolucionario, de su espíritu de sacrificio ilimitado en el
compromiso activo de su existencia. La educación de las masas y de cada
individuo en la autonomía intelectual y moral, en su capacidad para cuestionar
la autoridad, en su propia autoiniciativa resuelta, en la irrestricta
preparación y capacidad para la acción, constituye en general la única base
para garantizar el desarrollo de un movimiento de obreros acorde a sus tareas
históricas, y también comprende las condiciones esenciales para extirpar los
peligros de la burocracia.”
“Cada forma
de organización que obstruya la educación en un espíritu revolucionario
internacional, la capacidad autónoma para la acción y la iniciativa de las
masas revolucionarias, debe ser rechazada. . . . Ningún obstáculo para la libre
iniciativa. La tarea educativa más urgentemente necesaria en Alemania, un país
de obediencia ciega y pasiva de masas, es favorecer esta iniciativa entre las
masas; y este problema debe ser resuelto aun a riesgo de exponerse al peligro
que, momentáneamente, toda la ‘disciplina’ y todas las ‘organizaciones sólidas’
se vayan al diablo (!). Debe darse al individuo un margen de libertad mucho más
grande que el que le ha sido atribuido hasta el presente por la tradición en
Alemania. Ninguna importancia en absoluto debe ser concedida a la profesión de
fe en palabras. Todos los elementos radicales dispersados se fundirán en un
todo decidido de acuerdo con las leyes inmanentes del internacionalismo si la
intransigencia es practicada hacia todos los oportunistas y la tolerancia es
practicada hacia todos los esfuerzos hechos en pos de un espíritu combatiente
revolucionario en el proceso de fermentación.”
IV
Sé que Lenin
no se ha convertido en un ‘renegado’ o en un socialdemócrata, aunque El
izquierdismo. . . tiene un efecto puramente socialdemócrata (los jefes alemanes
decían casi exactamente las mismas cosas en 1878). ¿Cómo, entonces, puede
explicarse la publicación de este texto contra la revolución mundial?
Los
monárquicos tienen la costumbre, a fin de perdonar las estupideces (o los
crímenes) de sus monarcas, de alegar siempre que sus majestades fueron “mal
informadas”. Los revolucionarios no pueden (no tienen derecho a) esgrimir tal
excusa. Somos bien conscientes, por supuesto, que Karl Radek (sus obras en inglés aquí) y la Liga Espartaco, a fin de distraer la atención de Lenin
de las causas de su fracaso político, le han mentido resueltamente sobre la
situación y el proletariado revolucionario en Alemania. La carta insolente
dirigida por Karl Radek (sus obras en
castellano aquí) a los miembros del KAPD es una
muestra de cómo le han sido presentadas las cosas al camarada Lenin. ¡Pero esto
de ningún modo disculpa a Lenin! En cualquier caso, tal disculpa es inútil: el
hecho es que Lenin, con su estúpido folleto, ha complicado la lucha del
proletariado revolucionario en Alemania, aunque él no haya abolido esa lucha.
Es verdad
que Lenin ha sido desvergonzadamente engañado sobre los asuntos de la Liga
Espartaco y el KAPD, pero sin embargo él debería haber dicho que es un serio
error identificar la situación alemana con la situación rusa. Lenin era
absolutamente capaz, a pesar de Radek, de ver la diferencia entre los
sindicatos alemanes, que siempre habían tenido una existencia
contrarrevolucionaria, y los sindicatos rusos. Lenin sabía perfectamente bien
que los revolucionarios rusos no tuvieron que luchar contra el cretinismo parlamentario
porque el parlamento no tenía ni tradición ni ningún crédito entre el
proletariado ruso. ¡Lenin sabía (o debería haber sabido) que en Alemania los
líderes del partido y de los sindicatos necesariamente provocaron el 4 de
agosto de 1914 "utilizando" el parlamento! Que el carácter
autoritario y militarista del partido, acompañado por la obediencia ciega,
había sofocado las fuerzas revolucionarias en el movimiento obrero alemán
durante décadas. Lenin debería haber considerado todas estas cosas antes de
emprender su batalla contra los “Izquierdistas”. Si él hubiera hecho esto, un
sentido de responsabilidad le habría impedido escribir este folleto
imperdonable.
V
Para
convencer al proletariado mundial que El izquierdismo… indica el camino
correcto a la revolución para cada país, Lenin presenta el camino que los
Bolcheviques siguieron y que condujo a su victoria, porque era (y es) el camino
correcto.
Aquí
también, Lenin se encuentra en una posición completamente insostenible. ¡Cuándo
él cita la victoria de los Bolcheviques como la prueba de que su partido había
trabajado "correctamente" durante los quince años de su existencia,
está alucinando! ¡La victoria de los Bolcheviques en noviembre de 1917 no se
debió únicamente a la fuerza revolucionaria del partido! ¡Los Bolcheviques
asumieron el poder y consiguieron la victoria gracias al lema pacifista-burgués
de "Paz"! ¡Sólo este lema derrotó a los nacional-Mencheviques, y
permitió que los Bolcheviques ganaran al ejército!
De tal
manera, no es su victoria por sí misma lo que puede convencernos que los
Bolcheviques trabajaron "correctamente" en el sentido de mantener la
firmeza de sus principios. ¡Es, en cambio, el hecho que sepan defender esta
victoria ahora, después de casi tres años!
Pero - y
esta es una pregunta planteada por los “Izquierdistas” - ¿acaso los
Bolcheviques siempre han dirigido su dictadura de partido en la manera en que
Lenin demanda, en El Izquierdismo…, que el proletariado revolucionario de
Alemania dirija su partido? O la situación de los Bolcheviques ha sido tal que
ellos no necesitaron cumplir con la “condición” de Lenin, que demanda que el
partido revolucionario “sea capaz de mezclarse con, fraternizar con y, si así
lo desea, hasta cierto punto unirse con las masas más amplias de los obreros,
principalmente con las masas proletarias, pero también con las masas no
proletarias” (El Izquierdismo…).
Hasta ahora,
los Bolcheviques han sido capaces de poner en práctica, y sólo han tenido éxito
en poner en práctica una sola cosa: la estricta disciplina militar del partido,
la dictadura "férrea" del centralismo de partido. ¿Han sido capaces
de “mezclarse con, fraternizar con, y, si así [ellos] lo desea[n], hasta cierto
punto unirse” con “las masas más amplias” de las cuales habla Lenin?
VI
Las tácticas
empleadas por los camaradas rusos son su propio asunto. Protestamos, y tuvimos
que tratar al señor Kautsky como contrarrevolucionario, cuando él se permitió
difamar a las tácticas de los Bolcheviques. Debemos deferir a los camaradas
rusos en el asunto de su elección de armas. Pero sabemos una cosa: en Alemania,
una dictadura de partido es imposible; en Alemania, sólo una dictadura de
clase, la dictadura de los consejos obreros revolucionarios, es capaz de
alcanzar la victoria (¡y será victoriosa!), y (lo que es más importante) será
capaz de defender su victoria.
Yo podría
escribir ahora, siguiendo la receta de Lenin en El Izquierdismo…, que esto “está
claro”, y luego cambiar de tema. Pero nosotros no necesitamos evadir la
cuestión.
El
proletariado alemán está organizado en distintos partidos políticos que son
partidos de jefes con características claramente autoritarias. Los sindicatos
reaccionarios, controlados por la burocracia sindical debido a la naturaleza
estrictamente centralizada de sus estructuras, están a favor de “la democracia”
y de la recuperación del mundo capitalista, sin el cual ellos no podían
existir. Una dictadura de partido en esta Alemania significa obreros contra
obreros (¡la era Noske comenzó con la dictadura de partido del SPD!). Una
dictadura de partido del KPD-Liga Espartaco (¡y Lenin no propone ninguna otra!)
tendría que ser impuesta contra los obreros del USPD, los obreros del SPD, los
sindicatos, los sindicalistas, y las Organizaciones de Fábrica, así como contra
la burguesía. Karl Liebknecht nunca aspiró a tal dictadura de
partido con la Liga Espartaco, como demuestra el cuerpo entero de su obra
revolucionaria (y como se demuestra en los pasajes que cité antes).
Es
indiscutible que todos los obreros (¡incluso los obreros que responden a Legien
y a Scheidemann!) deben ser partidarios del nuevo orden comunista, para que sus
divisiones internas no imposibiliten la represión de la burguesía. ¿Debemos
esperar el juicio final, cuándo todos los proletarios, o sólo unos millones de
ellos, sean miembros del KPD (el cual está compuesto hoy de no más que un
puñado de empleados y un pequeño número de gente de buena fe)? ¿Quizás la
Tercera Internacional será el incentivo que obligará a los obreros
revolucionarios a entrar en el KPD (como Karl Radek y el Sr. Levi han
imaginado)? ¿Puede el egoísmo de sus líderes permanecer ignorante del hecho de
que, en este mismo momento, la mayoría de los obreros industriales y el
proletariado rural está madura y lista a ser ganada para una dictadura de
clase?
Necesitamos
un lema para convocar al proletariado alemán a unirse. Lo tenemos: “¡todo el
poder a los consejos obreros!”. Necesitamos un lugar de reclutamiento donde
todos los obreros clasistas puedan encontrarse sin la interferencia de los
bonzos de los partidos. Lo tenemos: es el lugar de trabajo. El lugar de
trabajo, la célula reproductiva de la nueva comunidad, es también la base para
el reclutamiento. Para la realización victoriosa de la revolución proletaria en
Alemania, no necesitamos bonzos, sino proletarios conscientes. ¡Aquellos que
actualmente se llaman sindicalistas o independientes, comparten con nosotros el
objetivo de destruir el Estado capitalista y realizar la comunidad humana
comunista y por lo tanto ellos son parte de nosotros, y “nos mezclaremos,
fraternizaremos y nos uniremos” con ellos en las Organizaciones de Fábrica
revolucionarias!
¡El Partido
Obrero Comunista no es, por lo tanto, un partido en el sentido malo de la
palabra, porque no es un fin en sí mismo! ¡Hace propaganda por la dictadura en
su sentido de la palabra, porque esta dictadura no es un fin en sí mismo! Hace
propaganda por la dictadura del proletariado, por el comunismo. Entrena a sus
combatientes en las Organizaciones de Fábrica, donde están concentradas todas
las fuerzas que abolirán el capitalismo, establecerán el poder de los consejos
y permitirán la construcción de la nueva economía comunista. Las Organizaciones
de Fábrica confluyen en la Unión. Las Organizaciones de Fábrica sabrán
garantizar el régimen del proletariado como clase contra todas las
manipulaciones de los jefes de partido, contra todos los traidores. ¡Sólo el
poder de la clase proporciona una fundación amplia y firme (como lo demuestra
el capitalismo)!
El Partido
Obrero Comunista de Alemania ha tenido que soportar El Izquierdismo… de Lenin,
las maldiciones de Radek, y las calumnias de la Liga Espartaco y todos los
partidos de jefes, porque está luchando por el régimen de clase del
proletariado, porque comparte las opiniones de Karl Liebknecht acerca del
centralismo. El KAPD sobrevivirá bastante bien a El Izquierdismo… y todo lo
demás. Y, aunque Karl Radek no lo entienda, y aunque Lenin escriba un folleto
contra nosotros (y contra él): la revolución proletaria en Alemania tomará
caminos diferentes que en Rusia. Cuando Lenin nos trata de "imbéciles"
no somos nosotros, sino él mismo quien es el objetivo, ya que en este asunto
nosotros somos los Leninistas. Sabemos esto: ¡aun si congresos nacionales o
internacionales prescriben los más detallados itinerarios para la revolución
mundial, ésta seguirá sin embargo el curso impuesto por la historia! Incluso si
el Segundo Congreso de la Tercera Internacional pronuncia un juicio condenando
el KAPD a favor de un partido de jefes, los comunistas revolucionarios de
Alemania sabrán tratar fácilmente con esto y no gemirán como los bonzos del
USPD. ¡Somos parte de la Tercera Internacional, porque la Tercera Internacional
no es Moscú, no es Lenin, no es Radek, es el proletariado mundial que lucha por
su liberación!
(Die
Aktion)
Paul
mattick. Luxemburgo contra Lenin (1935)
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