lunes, 26 de noviembre de 2018

Franz Pfempfert. La Enfermedad Infantil de Lenin. . .y la Tercera Internacional








Esta es la fuente en castellano: Franz Pfempfert  (1879 - 1954)



En inglés



En inglés

El desorden infantil de Lenin. . . y la Tercera Internacional - Franz Pfempfert






Datos de publicación: En 1920 como respuesta a El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo de V.I. Lenin.

Traducción al castellano: Por Ricardo Fuego y el 
Círculo Internacional de Comunistas Antibolcheviques (CICA) en base a la version publicada en libcom.org.

Esta edición: Marxists Internet Archive, marzo de 2009. 





Paul mattick. Luxemburgo contra Lenin (1935)









Celebrado antes del Congreso] Moscú, del 22 de junio al 12 de julio de 1921 





Presentación del Texto por el Traductor


Este texto se inscribe en la polémica entre el bolchevismo y la izquierda comunista germano-holandesa. Polémica frecuentemente conocida en el ambiente de izquierda solamente desde la campana leninista, especialmente a través del panfleto El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo.


En este caso el contendiente de Lenin es Franz Pfempfert. Nacido en 1879 en Prusia Oriental (hoy parte de Polonia), fallece en 1954 en México. Fue periodista, político, crítico de literatura y fotógrafo de retrato. Desde 1911 a 1932 editó la revista Die Aktion (La Acción), en cuyas páginas dio lugar a opiniones políticas internacionalistas y al movimiento del expresionismo. Desde su principio dio apoyo a las facciones de extrema izquierda dentro de la socialdemocracia (incluyendo a los bolcheviques y especialmente a Lenin), se puso del lado de los únicos diputados socialdemócratas en votar en contra de los créditos de guerra en 1914 (Karl Liebknecht y Otto Rühle), mantuvo una oposición artística a la guerra sufriendo censura, siguió militando por el internacionalismo y saludó la revolución de Octubre, apoyó la formación de la Liga Espartaco hasta la burocratización del KPD, donde terminó apoyando al KAPD siendo miembro por un breve tiempo.


Es en esta época donde se sitúa este escrito, durante el ataque político del bolchevismo hacia los comunistas de los países euro-occidentales. Los revolucionarios comunistas de Alemania, Holanda e Inglaterra reciben con sorpresa y desagrado este ataque considerándolo como una terrible equivocación o a lo sumo como un signo de oportunismo político. La principal respuesta-acusación de los comunistas alemanes a Lenin fue su desconocimiento de la situación alemana pues, como puede verse abajo, tenían todavía en la memoria al Lenin que había mantenido sus principios internacionalistas en plena guerra y que había condenado tanto a los “social-patriotas” y “social-imperialistas” que se habían alineado con la burguesía como al centrismo de Kautsky. La defensa del parlamentarismo y los frentes con reformistas vino del mismo Lenin que había condenado al “cretinismo parlamentario” y llamaba a “convertir la guerra imperialista en guerra civil contra la burguesía”.


El proletariado alemán estaba solo contra prácticamente todas las clases sociales, y tenía como enemigos políticos directos desde la ultraderecha hasta la socialdemocracia. La situación económica alemana era desastrosa, desempleo permanente, escasez de alimentos, precios altísimos. Si a esto le sumamos el sufrir un ataque de tamaña magnitud desmoralizante por un personaje a quienes los revolucionarios admiraban y tenían por compañero, sólo ahí comenzaremos a entender las dificultades por las que estaban pasando los proletarios conscientes alemanes.


Sólo será tiempo después cuando los elementos más lúcidos de la izquierda comunista germano-holandesa (por ejemplo, Pannekoek) reflexionen sobre el carácter de clase burgués de la cosmovisión leninista y de la política bolchevique. Sin embargo en este texto y en la Carta Abierta al Camarada Lenin de Hermann Gorter, aunque se considera erróneamente que el régimen bolchevique representa la toma del poder por parte de los obreros rusos, se conserva sin embargo una posición comunista independiente y una mirada crítica de la política bolchevique.


Muchas de las posiciones de Pfempfert son rescatables hoy en día pues constituyen principios básicos de la praxis revolucionaria proletaria. Por ejemplo, que la revolución es un asunto de toda la clase y no de uno o más partidos; que tanto el sindicalismo como el parlamentarismo no son factores positivos en la creación de actividad proletaria-revolucionaria sino elementos de integración del proletariado al capitalismo; y que la democracia proletaria, en el sentido de la participación directa de los proletarios en sus propios asuntos, es una premisa necesaria de la actividad revolucionaria, y no solamente algo ‘deseable’ de lo cual podría prescindirse.


Sin embargo, más que contrastar la radicalidad de la propuesta de la izquierda comunista alemana con el reformismo rancio de la propuesta leninista (cuyas propuestas ‘pragmáticas’ como la “utilización comunista del parlamento” eran un refrito de los socialdemócratas alemanes) de lo que se trata aquí es de contrastar las distintas propuestas y cursos de acción con la realidad social de Alemania de ese entonces. Es sólo contextualizando esta polémica donde puede comprobarse históricamente que la propuesta de la izquierda comunista alemana estaba mucho más adaptada a la realidad alemana que la propuesta leninista, la cual cumplía un papel reaccionario y, por lo tanto, contrarrevolucionario.


Por más censura y olvido que se haya querido imponer desde la historiografía burguesa y la historiografía ‘marxista’ oficial, la experiencia de los proletarios alemanes nos llega hoy como un rico e importante componente para el arsenal teórico de la revolución proletaria. Desde el CICA queremos socializar este legado para todos aquellos revolucionarios sinceros que se encuentran en ruptura con la extrema izquierda del capital y también para aquellos compañeros anarquistas desconocedores de posturas marxistas no-leninistas e inclusive anti-leninistas.


Sin embargo, más que reivindicar estas posiciones históricas de la izquierda comunista alemana contra las posiciones históricas bolcheviques-leninistas, lo que reivindicamos aquí es su método subyacente: observar, por encima de la coherencia lógica interna de las ideas, su coherencia histórica con la realidad. La actividad teórica viva, es decir, aquella donde el pensamiento abstracto no se autonomiza de la experiencia concreta pretendiendo ajustarla a sus parámetros, sigue siendo una prioridad para desarrollar una praxis comunista en conformidad con las necesidades concretas de la autoliberación proletaria tal como se presentan en la lucha de clases actual.


Ricardo Fuego, Marzo de 2008



                                                 I

La Tercera Internacional debería ser la asociación del proletariado revolucionario de todos los países en lucha contra la dictadura del capitalismo, contra el Estado burgués, por el poder de la humanidad trabajadora, por el comunismo. El tener su origen en un país donde los obreros ya han conquistado este poder mediante grandes esfuerzos, ha ayudado a la Tercera Internacional a ganar las simpatías del proletariado mundial. El entusiasmo por esta nueva asociación mundial de los explotados va de la mano con el entusiasmo por la Rusia soviética y por el incomparable y heroico combate del proletariado ruso. Pero la nueva estructura de la Tercera Internacional no tiene ni ha tenido todavía el tiempo ni la oportunidad de conseguir resultados morales como organización.









La Tercera Internacional puede ser y será una fuerza moral si representa la expresión de la voluntad del proletariado revolucionario del mundo, y entonces será indestructible e irremplazable como Internacional de la clase proletaria en lucha. Pero la Tercera Internacional sería una imposibilidad y una frase vacía si quisiera ser el instrumento de propaganda de uno o varios partidos.

Si la Tercera Internacional fuera realmente la asociación del proletariado revolucionario del mundo, éste tendría entonces el sentimiento de pertenecer a ella, más allá de las formalidades de ingreso. Pero si la Tercera Internacional se presenta como el instrumento del poder central de un país particular, entonces llevará dentro de sí misma la semilla de la muerte y será un obstáculo para la revolución mundial.


La revolución es un asunto del proletariado como clase; la revolución social no es un asunto de partido.

Debemos ser más precisos aún:

La Rusia soviética fallecerá sin la ayuda de todos los combatientes revolucionarios. Todos los obreros con conciencia de clase (¡y los sindicalistas, por ejemplo, también forman parte de esta categoría incondicionalmente!) están listos a acudir activamente a su ayuda. La Tercera Internacional actuaría en una manera criminal y contrarrevolucionaria si, en interés de un partido, hiciera algo que pudiera extinguir el fuego sagrado de la solidaridad fraternal que arde en los corazones de todos los proletarios por la Rusia soviética (¡y no todavía por la Tercera Internacional como organización separada!).


¿Es esto tan difícil de entender? ¿Es una tontería, camarada Lenin, que nosotros le gritemos: no somos nosotros quienes en este momento necesitamos a la Tercera Internacional, sino la Tercera Internacional la que nos necesita?


                                         II


Lenin piensa que, en efecto, es una tontería. En su obra que acaba de lanzar contra el proletariado revolucionario, El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo, Lenin piensa que la Tercera Internacional debe cumplir con los estatutos del Partido Comunista Ruso (Bolchevique) y que el proletariado revolucionario de todos los países debe someterse a la autoridad de la “Tercera Internacional” y, por lo tanto, a las tácticas de los Bolcheviques. Los Bolcheviques deberían determinar las armas que el proletariado combatiente del resto del mundo debe utilizar. Y sólo aquellos proletarios que obedezcan incondicionalmente serán elegidos para pertenecer a esta asociación mundial. En los Principios del Segundo Congreso de la Tercera Internacional, Lenin ha formulado este postulado de un modo aún más claro: no sólo ha dado instrucciones generales, sino todos los detalles de táctica, de organización, e incluso ha dictaminado hasta el nombre que deberían asumir los partidos en todos los países. Y como último toque:



“Todas las decisiones de los congresos de la Internacional Comunista, así como de su Comité Ejecutivo, son vinculantes a todos los partidos afiliados a la Internacional Comunista.”

¡Incluso si esto es metódico, es una locura!

En un país tan pequeño como Alemania, tenemos repetida experiencia, más recientemente en marzo de 1920, del hecho que una táctica que conduce a la victoria, por ejemplo, en el Ruhr, era imposible en otra parte; que la huelga general de los obreros industriales en Alemania central era una broma para el Vogtland, donde el proletariado ha sido condenado al paro desde noviembre de 1918. ¿Y es Moscú quien debería ser el Estado Mayor supremo para nosotros y para todos los otros países?


Lo que nos atrae hacia la Tercera Internacional es el objetivo compartido de la revolución mundial: la dictadura del proletariado, el comunismo. La Tercera Internacional debe estar de pie junto a los proletarios combatientes de todos los países, instruyéndolos acerca de las diversas situaciones y tipos de guerra civil revolucionaria. Los combatientes serían asnos en vez de combatientes si no quisieran tener nada que ver con la tarea de examinar las armas usadas por los compañeros que luchan aquí y en otra parte. Pero serían corderos si se dejaran arrastrar por caminos que han reconocido desde hace mucho como imprácticos para ellos y que por consiguiente han abandonado.

El ataque de Lenin contra nosotros es, en su tendencia y en sus detalles, simplemente monstruoso. Su texto es superficial. No se conforma a los hechos. Es injusto. Sólo en su fraseología muestra alguna dureza. Del rigor del Lenin pensador, que generalmente se manifestaba en sus polémicas, no hay ni un rastro.






¿Qué pretende Lenin? Él quiere decir al Partido de Obreros Comunistas de Alemania (KAPD ) y al proletariado revolucionario de todos los otros países, que son imbéciles, idiotas, y, peor aún, que no se arrodillan dócilmente bajo a la sabiduría de los bonzos , ya que no se dejan conducir de un modo sumamente centralizado por Moscú (a través de sus intermediarios, Radek y Levi). Cuando la vanguardia revolucionaria de Alemania rechazó la participación en los parlamentos burgueses, cuando esta vanguardia comenzó a demoler las instituciones sindicales reaccionarias, cuando volvió la espalda a los partidos políticos de jefes, de acuerdo con la consigna “la emancipación de los obreros sólo puede ser la tarea de los obreros mismos”, entonces esta vanguardia estaba conformada por imbéciles, entonces cayó en el “infantilismo de izquierda”, entonces necesariamente tuvo que serle negado el derecho de afiliarse a la Tercera Internacional (tal fue el resultado del folleto de Lenin). Sólo cuando los obreros del KAPD regresen, como pecadores arrepentidos, a la Liga Espartaco, la única fuente de la salvación, se les permitirá afiliarse a la Tercera Internacional. Así es como son las cosas: ¡de vuelta al parlamentarismo! ¡Entremos a los sindicatos de Legien ! ¡Afíliense al KPD, aquel partido de jefes en sus convulsiones de muerte! ¡Esto es lo que Lenin le grita al proletariado alemán consciente!


Como dije antes: ¡un libro monstruoso! También debo llamar la atención a la inutilidad de los argumentos de los años 1880 a los cuales Lenin desempolva para persuadir a los izquierdistas alemanes que él sabe emplear las comillas contra ellos. Todas sus explicaciones acerca del centralismo y el parlamentarismo están al nivel del USPD. ¡Y lo que Lenin escribe a favor del trabajo en los sindicatos es tan extraordinariamente oportunista que los bonzos de los sindicatos se han dedicado urgentemente a reproducir y distribuir como volante esta sección del trabajo de Lenin!





La polémica que Lenin dirige hacia el KAPD es escandalosamente superficial e imperdonablemente inepta. Por ejemplo, en un pasaje, dice:


“En primer lugar, los comunistas "de izquierda" alemanes, como se sabe, ya en enero de 1919 consideraban el parlamentarismo como "políticamente caduco", contra la opinión de dirigentes políticos tan eminentes como Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht. Como es sabido, los "izquierdistas" se equivocaron. Este hecho basta para destruir de golpe y radicalmente la tesis según la cual el parlamentarismo "ha caducado políticamente".”


¡Este es lo que el lógico Lenin escribe! ¿De qué modo, por favor dígame, está "claro" que estuvimos equivocados? ¿Quizás en el hecho que, en la Asamblea Constituyente nacional, Levi y Zetkin no se sentaron al lado de la gente de Crispien? ¿Quizás en el hecho de que este dúo comunista se encuentra ahora sentado en el Reichstag? ¿Cómo puede Lenin, tan estúpidamente y sin ofrecer la sombra de una prueba, escribir que nuestro “error” está claro y luego añadir la afirmación que “este hecho basta para destruir la tesis,” etc.? ¡Monstruoso! También es monstruoso el modo en que Lenin responde afirmativamente a la pregunta, “¿debemos participar en los parlamentos burgueses?”:


“La crítica -- la más violenta, más implacable, más intransigente -- debe dirigirse no contra el parlamentarismo o la acción parlamentaria, sino contra los jefes que no saben -- y aún más contra los que no quieren -- utilizar las elecciones parlamentarias y la tribuna parlamentaria a la manera revolucionaria, a la manera comunista.”

¡Es Lenin quien escribe esto! Lenin de repente quiere “utilizar la democracia”, un método con el cual él había saldado cuentas refiriéndose a ello como “la demanda de los renegados” (en El Estado y la Revolución, en El Renegado Kautsky… ¡y en Democracia Burguesa y Dictadura Proletaria!).









El proletariado revolucionario de Alemania se ha distanciado “del parlamentarismo venal y corrupto de la sociedad burguesa”, aquel “sistema de ilusión y engaño”. Este proletariado ha reconocido totalmente el grito de guerra: “¡todo el poder a los consejos!”. Ha llegado a entender que no puede "utilizar" el parlamento burgués. Ha reconocido a los sindicatos como instituciones que necesariamente conducen a una comunidad de trabajo entre explotadores y explotados, y por esta sola razón al sabotaje de la lucha de clases, y es de poca importancia si sus miembros deberían criticar esto o aquello. El proletariado revolucionario de Alemania ha tenido que expiar su sumisión a los jefes con hecatombes de cadáveres de obreros. El infame Comité Central de la Liga Espartaco ha destruido aquella ilusión. ¡El proletariado definitivamente ha tenido suficiente de todo esto!

¿Y ahora Lenin viene y trata de hacernos olvidar las amargas lecciones de la revolución alemana así como las lecciones que él mismo ha enseñado? ¿Está tratando de hacernos olvidar que Marx enseñó que no son los individuos los que son responsables? ¡Y que es el parlamentarismo contra que lo que hay que luchar y no contra los parlamentaristas individuales!


Varios meses han pasado desde que los "comunistas" tomaron sus asientos en el Reichstag. ¡Lean las minutas de las sesiones parlamentarias, ahora que Levi-Clara Zetkin “han utilizado” esta tribuna “a la manera revolucionaria, a la manera comunista” (en realidad, no más que verborrea periodística sin sentido)! Usted ha leído las minutas, camarada Lenin. ¿Dónde está su “más violenta, más implacable, más intransigente” crítica? ¿Está satisfecho usted con ellos? . . .


Es fácil de demostrar: el KAPD ha utilizado con mayor efectividad la ‘lucha electoral’ en el sentido de llevar a cabo la agitación revolucionaria, y ha sido capaz de utilizarla más efectivamente que los comunistas parlamentarios precisamente porque no tiene ningún ‘candidato’ que persiga la victoria electoral. El KAPD ha desenmascarado el timo parlamentario y ha llevado las ideas de los consejos a los pueblos más remotos. Pero los cazadores de votos han confirmado, durante los pocos meses de su actividad en el parlamento, que teníamos razón al ser antiparlamentarios. Camarada Lenin, ¿nunca se le ocurrió la idea, una idea Leninista, que en un país con 40 años de tontería parlamentaria socialdemócrata (¡ese partido también quiso, al principio, "utilizar" aquella tribuna únicamente para la propaganda!), es un acto totalmente reaccionario entrar en el parlamento? ¿No entiende usted que en un país caracterizado por el cretinismo parlamentario, el parlamentarismo sólo puede ser estigmatizado por medio del boicot? ¡No hay estigmatización más violenta, ninguna que penetre más profundamente en la conciencia de los obreros! Un parlamento desenmascarado por un boicot realizado por proletarios nunca sería capaz de engañar a los proletarios. ¡Pero un discurso ‘programático’ correcto, que Clara Zetkin entrega con la aprobación de los periódicos burgueses y socialdemócratas, y del cual la prensa toma lo que le parece conveniente, tal discurso engendra respeto en el parlamento burgués! Si los jefes del USPD no hubieran ido a la Asamblea Constituyente, la conciencia de los proletarios alemanes estaría mucho más desarrollada hoy en día.


                                                    III


Lenin favorece “la centralización más severa” y “una disciplina férrea”. Él quiere que la Tercera Internacional respalde sus opiniones y que expulse a todos aquellos que, como el KAPD, se oponen críticamente al liderazgo omnipotente.


Lenin quiere que la autoridad al estilo militar prevalezca en los partidos de cada país.

¡Las instrucciones del Primer Congreso de la Tercera Internacional tenían un sabor algo diferente! En aquellas instrucciones, dirigidas contra los Independientes cuyo espíritu de lucha era incierto, recomendaba:

“. . . separar a los elementos revolucionarios del ‘Centro’, algo que sólo puede ser conseguido mediante la crítica resuelta y despiadada de los líderes del ‘Centro’.”

Allí también decía:

“Por otra parte, es necesario realizar un bloque con aquellos elementos del movimiento obrero revolucionario que, aunque no hayan pertenecido antes al partido socialista, se ubican ahora totalmente en el terreno de la dictadura proletaria bajo su forma soviética, es decir con los elementos correspondientes del sindicalismo.”

Pero ahora prevalece una táctica diferente. En cambio, el lema es: ¡Abajo con los sindicalistas! ¡Abajo con los ‘idiotas’ que no se someten a los bonzos! El Comité Ejecutivo está al mando, y sus órdenes son la ley.




Lenin pensó que él podría citar a Karl Liebknecht contra "los Izquierdistas". Yo citaré a Karl Liebknecht contra Lenin:


“El círculo vicioso en el cual funcionan las grandes organizaciones centralizadas, provistas de funcionarios a sueldo bastante bien pagos considerando su trasfondo social, consiste no sólo en el hecho de que estas organizaciones crean, con esta burocracia profesional, una capa social directamente hostil a los intereses revolucionarios del proletariado, sino también en el hecho de que confieren el poder a un líder, que fácilmente se convierte en tirano y es elegido de entre aquellos que tienen un violento interés en oponerse a la política revolucionaria del proletariado, mientras la independencia, la voluntad, la iniciativa y la acción autónoma intelectual y moral de las masas son reprimidas o completamente eliminadas. Los parlamentarios a sueldo también pertenecen a esta burocracia.”


“Hay sólo un remedio, en el plano organizativo, para este mal: la supresión de la burocracia rentada o su exclusión de toda la toma de decisiones, y la limitación de su actividad al trabajo administrativo técnico. La prohibición de la reelección de todos los funcionarios después de un cierto tiempo en oficina, que será establecida de acuerdo con la disponibilidad de los proletarios que mientras tanto se hayan hecho expertos en la administración técnica; la posibilidad de revocar sus mandatos en cualquier momento; la limitación de la competencia de las diversas oficinas; descentralización; la consulta de todos los miembros sobre cuestiones importantes (veto o referéndum). En la elección de funcionarios se le debe dar la mayor importancia a las pruebas que ofrezcan acerca de su determinación y preparación en la acción revolucionaria, de su espíritu de lucha revolucionario, de su espíritu de sacrificio ilimitado en el compromiso activo de su existencia. La educación de las masas y de cada individuo en la autonomía intelectual y moral, en su capacidad para cuestionar la autoridad, en su propia autoiniciativa resuelta, en la irrestricta preparación y capacidad para la acción, constituye en general la única base para garantizar el desarrollo de un movimiento de obreros acorde a sus tareas históricas, y también comprende las condiciones esenciales para extirpar los peligros de la burocracia.”


“Cada forma de organización que obstruya la educación en un espíritu revolucionario internacional, la capacidad autónoma para la acción y la iniciativa de las masas revolucionarias, debe ser rechazada. . . . Ningún obstáculo para la libre iniciativa. La tarea educativa más urgentemente necesaria en Alemania, un país de obediencia ciega y pasiva de masas, es favorecer esta iniciativa entre las masas; y este problema debe ser resuelto aun a riesgo de exponerse al peligro que, momentáneamente, toda la ‘disciplina’ y todas las ‘organizaciones sólidas’ se vayan al diablo (!). Debe darse al individuo un margen de libertad mucho más grande que el que le ha sido atribuido hasta el presente por la tradición en Alemania. Ninguna importancia en absoluto debe ser concedida a la profesión de fe en palabras. Todos los elementos radicales dispersados se fundirán en un todo decidido de acuerdo con las leyes inmanentes del internacionalismo si la intransigencia es practicada hacia todos los oportunistas y la tolerancia es practicada hacia todos los esfuerzos hechos en pos de un espíritu combatiente revolucionario en el proceso de fermentación.”


                                           IV


Sé que Lenin no se ha convertido en un ‘renegado’ o en un socialdemócrata, aunque El izquierdismo. . . tiene un efecto puramente socialdemócrata (los jefes alemanes decían casi exactamente las mismas cosas en 1878). ¿Cómo, entonces, puede explicarse la publicación de este texto contra la revolución mundial?

Los monárquicos tienen la costumbre, a fin de perdonar las estupideces (o los crímenes) de sus monarcas, de alegar siempre que sus majestades fueron “mal informadas”. Los revolucionarios no pueden (no tienen derecho a) esgrimir tal excusa. Somos bien conscientes, por supuesto, que Karl Radek (sus obras en inglés aquí) y la Liga Espartaco, a fin de distraer la atención de Lenin de las causas de su fracaso político, le han mentido resueltamente sobre la situación y el proletariado revolucionario en Alemania. La carta insolente dirigida por Karl Radek  (sus obras en castellano aquí) a los miembros del KAPD es una muestra de cómo le han sido presentadas las cosas al camarada Lenin. ¡Pero esto de ningún modo disculpa a Lenin! En cualquier caso, tal disculpa es inútil: el hecho es que Lenin, con su estúpido folleto, ha complicado la lucha del proletariado revolucionario en Alemania, aunque él no haya abolido esa lucha.


Es verdad que Lenin ha sido desvergonzadamente engañado sobre los asuntos de la Liga Espartaco y el KAPD, pero sin embargo él debería haber dicho que es un serio error identificar la situación alemana con la situación rusa. Lenin era absolutamente capaz, a pesar de Radek, de ver la diferencia entre los sindicatos alemanes, que siempre habían tenido una existencia contrarrevolucionaria, y los sindicatos rusos. Lenin sabía perfectamente bien que los revolucionarios rusos no tuvieron que luchar contra el cretinismo parlamentario porque el parlamento no tenía ni tradición ni ningún crédito entre el proletariado ruso. ¡Lenin sabía (o debería haber sabido) que en Alemania los líderes del partido y de los sindicatos necesariamente provocaron el 4 de agosto de 1914 "utilizando" el parlamento! Que el carácter autoritario y militarista del partido, acompañado por la obediencia ciega, había sofocado las fuerzas revolucionarias en el movimiento obrero alemán durante décadas. Lenin debería haber considerado todas estas cosas antes de emprender su batalla contra los “Izquierdistas”. Si él hubiera hecho esto, un sentido de responsabilidad le habría impedido escribir este folleto imperdonable.


                                        V


Para convencer al proletariado mundial que El izquierdismo… indica el camino correcto a la revolución para cada país, Lenin presenta el camino que los Bolcheviques siguieron y que condujo a su victoria, porque era (y es) el camino correcto.

Aquí también, Lenin se encuentra en una posición completamente insostenible. ¡Cuándo él cita la victoria de los Bolcheviques como la prueba de que su partido había trabajado "correctamente" durante los quince años de su existencia, está alucinando! ¡La victoria de los Bolcheviques en noviembre de 1917 no se debió únicamente a la fuerza revolucionaria del partido! ¡Los Bolcheviques asumieron el poder y consiguieron la victoria gracias al lema pacifista-burgués de "Paz"! ¡Sólo este lema derrotó a los nacional-Mencheviques, y permitió que los Bolcheviques ganaran al ejército!


De tal manera, no es su victoria por sí misma lo que puede convencernos que los Bolcheviques trabajaron "correctamente" en el sentido de mantener la firmeza de sus principios. ¡Es, en cambio, el hecho que sepan defender esta victoria ahora, después de casi tres años!

Pero - y esta es una pregunta planteada por los “Izquierdistas” - ¿acaso los Bolcheviques siempre han dirigido su dictadura de partido en la manera en que Lenin demanda, en El Izquierdismo…, que el proletariado revolucionario de Alemania dirija su partido? O la situación de los Bolcheviques ha sido tal que ellos no necesitaron cumplir con la “condición” de Lenin, que demanda que el partido revolucionario “sea capaz de mezclarse con, fraternizar con y, si así lo desea, hasta cierto punto unirse con las masas más amplias de los obreros, principalmente con las masas proletarias, pero también con las masas no proletarias” (El Izquierdismo…).


Hasta ahora, los Bolcheviques han sido capaces de poner en práctica, y sólo han tenido éxito en poner en práctica una sola cosa: la estricta disciplina militar del partido, la dictadura "férrea" del centralismo de partido. ¿Han sido capaces de “mezclarse con, fraternizar con, y, si así [ellos] lo desea[n], hasta cierto punto unirse” con “las masas más amplias” de las cuales habla Lenin?


                                         VI


Las tácticas empleadas por los camaradas rusos son su propio asunto. Protestamos, y tuvimos que tratar al señor Kautsky como contrarrevolucionario, cuando él se permitió difamar a las tácticas de los Bolcheviques. Debemos deferir a los camaradas rusos en el asunto de su elección de armas. Pero sabemos una cosa: en Alemania, una dictadura de partido es imposible; en Alemania, sólo una dictadura de clase, la dictadura de los consejos obreros revolucionarios, es capaz de alcanzar la victoria (¡y será victoriosa!), y (lo que es más importante) será capaz de defender su victoria.


Yo podría escribir ahora, siguiendo la receta de Lenin en El Izquierdismo…, que esto “está claro”, y luego cambiar de tema. Pero nosotros no necesitamos evadir la cuestión.


El proletariado alemán está organizado en distintos partidos políticos que son partidos de jefes con características claramente autoritarias. Los sindicatos reaccionarios, controlados por la burocracia sindical debido a la naturaleza estrictamente centralizada de sus estructuras, están a favor de “la democracia” y de la recuperación del mundo capitalista, sin el cual ellos no podían existir. Una dictadura de partido en esta Alemania significa obreros contra obreros (¡la era Noske comenzó con la dictadura de partido del SPD!). Una dictadura de partido del KPD-Liga Espartaco (¡y Lenin no propone ninguna otra!) tendría que ser impuesta contra los obreros del USPD, los obreros del SPD, los sindicatos, los sindicalistas, y las Organizaciones de Fábrica, así como contra la burguesía. Karl Liebknecht nunca aspiró a tal dictadura de partido con la Liga Espartaco, como demuestra el cuerpo entero de su obra revolucionaria (y como se demuestra en los pasajes que cité antes).

Obras de Karl Liebknecht (en castellano aquí, y en inglés aquí) (1871 - 1919)


Es indiscutible que todos los obreros (¡incluso los obreros que responden a Legien y a Scheidemann!) deben ser partidarios del nuevo orden comunista, para que sus divisiones internas no imposibiliten la represión de la burguesía. ¿Debemos esperar el juicio final, cuándo todos los proletarios, o sólo unos millones de ellos, sean miembros del KPD (el cual está compuesto hoy de no más que un puñado de empleados y un pequeño número de gente de buena fe)? ¿Quizás la Tercera Internacional será el incentivo que obligará a los obreros revolucionarios a entrar en el KPD (como Karl Radek y el Sr. Levi han imaginado)? ¿Puede el egoísmo de sus líderes permanecer ignorante del hecho de que, en este mismo momento, la mayoría de los obreros industriales y el proletariado rural está madura y lista a ser ganada para una dictadura de clase?


Necesitamos un lema para convocar al proletariado alemán a unirse. Lo tenemos: “¡todo el poder a los consejos obreros!”. Necesitamos un lugar de reclutamiento donde todos los obreros clasistas puedan encontrarse sin la interferencia de los bonzos de los partidos. Lo tenemos: es el lugar de trabajo. El lugar de trabajo, la célula reproductiva de la nueva comunidad, es también la base para el reclutamiento. Para la realización victoriosa de la revolución proletaria en Alemania, no necesitamos bonzos, sino proletarios conscientes. ¡Aquellos que actualmente se llaman sindicalistas o independientes, comparten con nosotros el objetivo de destruir el Estado capitalista y realizar la comunidad humana comunista y por lo tanto ellos son parte de nosotros, y “nos mezclaremos, fraternizaremos y nos uniremos” con ellos en las Organizaciones de Fábrica revolucionarias!


¡El Partido Obrero Comunista no es, por lo tanto, un partido en el sentido malo de la palabra, porque no es un fin en sí mismo! ¡Hace propaganda por la dictadura en su sentido de la palabra, porque esta dictadura no es un fin en sí mismo! Hace propaganda por la dictadura del proletariado, por el comunismo. Entrena a sus combatientes en las Organizaciones de Fábrica, donde están concentradas todas las fuerzas que abolirán el capitalismo, establecerán el poder de los consejos y permitirán la construcción de la nueva economía comunista. Las Organizaciones de Fábrica confluyen en la Unión. Las Organizaciones de Fábrica sabrán garantizar el régimen del proletariado como clase contra todas las manipulaciones de los jefes de partido, contra todos los traidores. ¡Sólo el poder de la clase proporciona una fundación amplia y firme (como lo demuestra el capitalismo)!


El Partido Obrero Comunista de Alemania ha tenido que soportar El Izquierdismo… de Lenin, las maldiciones de Radek, y las calumnias de la Liga Espartaco y todos los partidos de jefes, porque está luchando por el régimen de clase del proletariado, porque comparte las opiniones de Karl Liebknecht acerca del centralismo. El KAPD sobrevivirá bastante bien a El Izquierdismo… y todo lo demás. Y, aunque Karl Radek no lo entienda, y aunque Lenin escriba un folleto contra nosotros (y contra él): la revolución proletaria en Alemania tomará caminos diferentes que en Rusia. Cuando Lenin nos trata de "imbéciles" no somos nosotros, sino él mismo quien es el objetivo, ya que en este asunto nosotros somos los Leninistas. Sabemos esto: ¡aun si congresos nacionales o internacionales prescriben los más detallados itinerarios para la revolución mundial, ésta seguirá sin embargo el curso impuesto por la historia! Incluso si el Segundo Congreso de la Tercera Internacional pronuncia un juicio condenando el KAPD a favor de un partido de jefes, los comunistas revolucionarios de Alemania sabrán tratar fácilmente con esto y no gemirán como los bonzos del USPD. ¡Somos parte de la Tercera Internacional, porque la Tercera Internacional no es Moscú, no es Lenin, no es Radek, es el proletariado mundial que lucha por su liberación!
(Die Aktion)


Paul mattick. Luxemburgo contra Lenin (1935)

















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