18 de agosto de 2013
Sobre
Egipto ya había escrito dos artículos donde mostraba su trayectoria histórica
para conocer su situación actual. Uno de ellos hablaba de los conflictos que
había tenido este país: ¿Qué ocurre en Egipto?
El
otro escrito trataba sobre la trayectoria histórica de los Hermanos
Musulmanes: Los Hermanos Musulmanes,
necesaria para entender lo que son realmente y lo que hacen y están haciendo.
En
esta nueva actuación que hemos visto en Egipto la izquierda, otra vez más, se
ha posicionado del lado de los medios de comunicación que muestran Egipto desde
el punto de vista exterior, desde el punto de vista del poder económico
occidental.
Les
dejo con este artículo donde se relata una visión diferente, una visión
que puede tener un egipcio o egipcia normal.
¿Qué está ocurriendo en Egipto?
Durante las últimas tres semanas, la mayoría egipcios han estado
viviendo en el miedo, la comunidad copta más que cualquier otro grupo.
Desde el derrocamiento de Mohamed Morsi por el pueblo y con la
ayuda de las fuerzas armadas, ha habido ataques sistemáticos contra edificios
de cristianos en todo el país.
Hasta el jueves, 45 iglesias habían sido atacadas, muchas joyas
arquitectónicas han sido completamente quemadas. Tiendas y edificios
pertenecientes a cristianos han sido marcados en Al-Minya, en el Alto Egipto,
conocido por su comunidad copta, con una "X" negra por los radicales.
Los coptos vivían con temor viendo muchas de sus iglesias,
escuelas y orfanatos atacados e incendiados, mientras eran insultados por los
atacantes. Los musulmanes que formaron controles en los barrios para proteger a
sus vecinos cristianos, ofrecieron poco consuelo a los que viven en el miedo en
su propio país.
A los musulmanes que no pertenecen o simpatizan con la Hermandad
Musulmana no les ha ido mucho mejor en el plano psicológico. Jeques radicales
los insultaron en sus canales privados, cuestionaron su fe y a veces los
llamaban infieles. Atrapados en una guerra emocional impulsada por el abuso de
la religión, muchos musulmanes se llenaron de ira por su religión y por el uso
de dicha religión para perseguir a los coptos, chiíes y cualquier persona que
no se ajusta a la forma de pensar de la Hermandad.
Pero vamos a retroceder un poco para examinar los hechos que
llevaron al país a este estado de congestión.
En junio de 2012, los egipcios voluntariamente* ayudaron a
Mohamed Morsi convertirse en el primer presidente civil, creyendo que él y su
Hermandad eran hombres piadosos, lo eligieron con la esperanza de una vida
mejor.
En su año en el poder, el gobierno de Morsi mostró una falta de
visión que era alarmante; mientras la situación de los derechos humanos no
mejoraba y sus dos declaraciones institucionales lo pusieron en el camino de
convertirse en un dictador que irritó a muchos, fueron las equivocadas
decisiones económicas y la falta de seguridad las que condujeron a los ya cansados
egipcios al borde de su paciencia.
Por lo tanto, la campaña (rebelión) Tamarod surgió, recogiendo
22 millones de firmas y números de identificación de los que querían expulsar a
Morsi dentro de dos meses. Algunos dudaban de los números, pero los millones de
personas que salieron a las calles el 30 de junio eran la prueba viviente de la
voluntad de la mayoría.
En cada provincia, los ciudadanos se reunían para demandar
pacíficamente la dimisión de Morsi. Aunque la gente preveía enfrentamientos
mortales con los seguidores de la Hermandad, salieron a las calles. Aquella
noche descubrieron que no estaban solos; que millones sentían de la misma
forma. Ese descubrimiento fue eufórico para muchos, especialmente aquellos que
nunca participaron en una manifestación antes.
Durante tres días Morsi permaneció desafiante, creyendo que las
protestas se extinguirían, pero la voluntad de la gente cansada y desesperada
prevaleció y el 3 de julio las fuerzas armadas se pusieron del lado de la
gente, quitando a Morsi.
En las calles la gente estaba exultante. No se preocuparon y
todavía no se preocupan si occidente lo llamó un “golpe de Estado”, un “golpe
militar” o una invasión espacial. Ellos han estado viviendo en un país
desgarrado por la incitación sectaria hecha por los jeques radicales, apoyados
por Morsi y la Hermandad, cuando ellos apenas podían llegar a final de mes.
Así, mientras muchos reporteros extranjeros escribieron sobre la
pérdida de la Primavera Árabe, los egipcios estaban demasiado ocupados con un
sentimiento que casi habían olvidado: esperanza.
Mientras Egipto comenzó a avanzar con la hoja de ruta para unas
nuevas y justas elecciones y un gobierno interino, los seguidores de Morsi
decidieron mantener una sentada en la mezquita de Rabaa Al-Adweya, pidiendo por
la vuelta “legítima” de Morsi. Con sus fotos mantenidas en cada mano, la
sentada fue una fiesta de amor hacia Morsi.
Tras una semana en la sentada, la Hermandad decidió cambiar sus
tácticas: las fotos de Morsi desaparecieron, las demandas para su vuelta se
calmaron y la sentada se convirtió en una sentada “anti-golpe”. La nueva imagen
se adecuaba mejor a la perspectiva occidental, y a su vez a los medios de
comunicación.
De lo que no se informó fue de los continuos ataques sobre los
residentes en Rabaa, los puntos de control que tenían que pasar diariamente,
las mujeres que tenían que cubrirse su pelo para pasar por el lugar por miedo
de ataques y la tortura que tuvo lugar dentro de la sentada a gente que era
sospechosas de “no pertenecer”.
Varios periodistas egipcios fueron atacados dentro de la sentada
incluyendo un reportero de AFP. El centro de medios dentro de Rabaa confiscó
cámaras para “comprobar las fotos”. Por supuesto, esto fue hecho principalmente
a los reporteros egipcios, y a no todos ellos. Los reporteros extranjeros, sin
embargo, estaban bastante impresionados con el tour por Rabaa ofrecido por los
organizadores de la sentada.
Otra sentada surgió en la plaza Al-Nahda en Giza. Está sentada
fue más pequeña y mucho menos organizada. Los problemas comenzaron a aparecer
entre los manifestantes y los residentes, hasta que el fatídico 2 de julio,
cuando sobrevinieron los enfrentamientos y 23 residentes de Bein Al-Sarayat,
cerca de la sentada, fueron brutalmente asesinados. Hasta el día de hoy hay una
vendetta entre la Hermandad y los residentes.
Los seguidores de Morsi asesinaron a residentes en esporádicos
choques a lo largo de julio y agosto en diferentes áreas: Bein Al-Sarayat,
Al-Manial, Al-Kit Kat, Boulaq, Al-Haram, October bridge y esto fue solo en el
Gran Cairo. Alejandría además fue testigo de la brutalidad de la Hermandad y de
los seguidores de Mursi, enterrando ocho personas la última semana.
Las vendettas perduran en este país.
Informes de manifestantes armados se extienden y la gente estaba
más preocupada.
El miércoles Egipto se despertó con las noticias de la
dispersión de las sentadas. En las calles muchos estaban animando y ayudando a
la policía. La sentada de Al-Nahda, a pesar de tener armas, fue dispersada con
pocas bajas. Rabaa, sin embargo, fue un caos. Oficialmente hay más de 600
muertos, 51 perteneciendo a la policía.
A pesar de los pasos seguros para las mujeres y niños que
querían dejar la sentada, la muerte prevaleció.
El ministro del interior lo vio como una victoria que desalojó a
miles de la sentada armada, las víctimas fueron cientos. La Hermandad lo llamó
una masacre. La gente de la calle estaba sorprendida por la cantidad de sangre
y por el número de armas encontradas en la sentada.
En Mohandessin, un barrio cerca de las oficinas del Daily News
Egypt, los partidarios de Morsi estaban corriendo por ahí con AK-47. Muchos se
sintieron mal por los muertos, pero, al mismo tiempo estaban muy preocupados
tratando de proteger a sus familias de los hombres armados que andaban por las calles
de Egipto en busca de su presidente depuesto.
El punto culminante fue el viernes. La Hermandad llamó para
nuevas manifestaciones. Sus pacíficos seguidores llevaban AK47 en mi
vecindario, que da al puente 15 de Mayo, el cual habían bloqueado. La ventana
de un vecino fue atravesada por una bala, y otro residente local recibió un
disparo mientras estaba mirando la escena desde su ventana.
Varias comisarías de policía fueron atacadas, además de dos
iglesias en Al-Minya. Estallaron enfrentamientos en varias provincias con los
residentes que hacían frente a los seguidores de Morsi armados.
En Ramsés, cuando miembros de la Hermandad se dirigieron a la
mezquita de Al-Fatah, después del toque de queda que fue impuesto por el
presidente Adly Mansour, sucedió una guerra en la calle. La violencia se
extendió, con los seguidores de la Hermandad disparando a cualquiera a la
vista, y la policía y los militares respondiendo. Un banco de sangre y un
edificio adyacente fueron quemados después.
Los residentes de Ramsés, que tienen su propia vendetta con la
Hermandad después de los enfrentamientos en el puente 6 de Octubre a finales de
julio, ayudaron a la policía de acuerdo a los testigos visuales.
Actualmente hay nuevas llamadas para manifestaciones de la
Hermandad, la cual, a lo largo de este mes, ha rechazado varias iniciativas
ofrecidas por diferentes grupos, incluyendo el órgano islámico más importante
Al-Azhar, para volver a la mesa de negociación.
Como periodistas, les llamamos casi a diario y su respuesta
estoica fue "Morsi tiene que ser restituido", negándose a ofrecer una
alternativa o un término medio. Ellos se negaron a reconocer a los millones de
personas que acabaron con Morsi, permaneciendo tan arrogantes como siempre en
el pensamiento de que Egipto sucumbiría a sus amenazas.
A lo largo del último mes ha habido numerosos ataques en el
Sinaí. El líder del partido Hermandad, Libertad y Justicia, Mohamed El-Beltagy,
en una entrevista en video dijo: “Los ataques en el Sinaí continuarán hasta que
Morsi vuelva al poder”.
Estos ataques han dejado un número estimado de personal del
ejército muerto de 50 hasta ahora. Los ataques se centran en puntos de control
y comisarías de la policía con RPG [granadas impulsadas por cohete] y bombas
caseras, además de armas de fuego.
El mismo grupo ha estado además pidiendo la intervención
extranjera en Egipto durante la mayor parte del último mes, por lo que los
egipcios los desprecian aún más. En la cultura egipcia esto es un tabú.
Los coptos, a los que les han quemado completamente sus iglesias
y que son considerados por la comunidad internacional como un grupo
minoritario, no han pedido ayuda a nadie salvo a sus compatriotas egipcios.
Muchos activistas coptos encabezaron una iniciativa rechazando una
“intervención extranjera” en su nombre.
La comunidad cristiana está muy enojada ahora con los gobiernos
occidentales por su postura en los últimos acontecimientos. La Iglesia Ortodoxa
Copta dio un paso histórico el viernes y emitió una declaración denunciando la
cobertura occidental de los últimos acontecimientos, rechazando la intervención
extranjera y prometiendo que Egipto no será víctima de la violencia sectaria.
Para muchos egipcios, esta es la definición de patriotismo.
En la actualidad los egipcios están luchando para proteger su
forma de vida en contra de un grupo armado que está claramente respaldado por
las administraciones occidentales. Este respaldo está haciendo a los egipcios
ser más decididos que nunca a deshacerse de la Hermandad y lo harán. Este grupo
está siendo aislado por la sociedad, no sólo por el aparato de seguridad.
El problema es cómo curar Egipto después de toda la muerte y
sangre; la comunidad egipcia es un ser familiar donde la gente siempre
está metiendo la nariz en los asuntos de los demás. En cada barrio,
las personas se conocen, sus familias y sus "afiliaciones". ¿Cómo
podrán reintegrarse en la sociedad los simpatizantes de la Hermandad?
La gente de todos los lados que ha enterrado sus hijos están
ahora sufriendo: los residentes que fueron cogidos en el fuego cruzado, los
inocentes que fueron utilizados por un grupo radical, los coptos y los chiíes
que fueron insultados e injuriados, la mujer que fue atacada por no llevar el
velo, entre otros.
La comunidad egipcia en el periodo venidero necesita líderes espirituales
y políticos para reconstruirla y ayudarla a sanar: tener debates en vivo en la
televisión estatal para que todos puedan ver que el dolor se comparte y se
muestran puntos de vista opuestos. Formas de aceptar al otro y de renunciar a
la violencia tienen que ser inculcadas en esta comunidad dolorida.
Hay un montón de retos por delante para este país, pero aceptar
un grupo armado en la mesa de negociación no es uno de ellos, a pesar del apoyo
occidental.
Y a los contribuyentes occidentales, en particular a los
estadounidenses; su dinero es usado por su gobierno para apoyar a este tipo de
grupos por todo el mundo en desarrollo. En marzo John Kerry liberó 250 millones
de dólares como ayuda después de reunirse con Morsi, y esto es la punta del
iceberg. ¿No es tiempo para cuestionar a dónde va su dinero duramente
ganado?
Traducción:
Mikel Itulain.
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