Pelai Pagès
y Blanch “Estalinistas y alborotadores”: la campaña contra el POUM /1
Fuente:
1936-1937
combates por la revolución en la guerra civil española
Número 93 /
septiembre 2007
Monográfico
sobre el POUM
Los hechos
de mayo de 1937, en plena guerra civil, no representaron sólo un momento
fundamental en la evolución de la España republicana. Fueron además, y sobre
todo, el pretexto que utilizaron los estalinistas para desencadenar la más
intensa represión política contra el POUM. Hoy, después de la apertura de los
archivos de Moscú -y a pesar de que haya quienes quieran negar las evidencias-
adopta una nueva dimensión la sospecha según la cual los acontecimientos de
mayo respondieron a un plan diseñado meticulosamente desde Moscú para poner
freno definitivo a la revolución española y, al mismo tiempo, desembarazarse
del partido que más molestias e impedimentos representaba para la política que
Stalin estaba desarrollando en España. Como intentamos demostrar en este
artículo, el POUM se convirtió en una auténtica obsesión para Stalin y para los
estalinistas de todos los pelajes. La necesidad de eliminarlo aparece en muchos
de los documentos enviados desde España a Moscú antes y después de mayo de
1937. Sólo falta la constatación final y definitiva de que, ciertamente, la
provocación de mayo se coció en el Kremlin. Porque a la vista de los resultados
finales, hubiese sido la eventualidad más lógica.
Ciertamente,
entre los meses de diciembre de 1936 y mayo de 1937 se produjo la campaña
sistemática que desarrollaron el Partido Comunista de España y el PSUC en
contra del POUM y que, tras los hechos de mayo de 1937, culminó con la
persecución del partido de Nin y Maurín y su eliminación de la escena política
republicana. La fecha de inicio coincide, no por casualidad, con la exclusión
del POUM del gobierno catalán, merced a las presiones ejercidas por el PSUC, el
partido de los comunistas catalanes. Ciertamente, a estas alturas de la guerra,
existían ya numerosos puntos de desacuerdo y fricción entre el POUM y los
estalinistas españoles y catalanes. Sería largo hacer un inventario de todos
ellos, pero cabe recordar, ni que sea a vuela pluma, la política de defensa de
la revolución que mantuvo el POUM desde el primer momento del estallido de la
guerra, en un momento en que, en cambio, los comunistas y el propio Stalin
habían apostado ya por el mantenimiento del “orden republicano” en aras a mantener la “unidad antifascista”: la revolución debía supeditarse a las
necesidades de la guerra.
El POUM, por
otra parte, había surgido en 1935 como una clara alternativa al proceso de
degeneración que estaban sufriendo los partidos comunistas y la propia Unión
Soviética desde que Stalin se hizo con el control del poder. Su propia
existencia, el hecho de que el POUM acogiera en su seno a muchos de los
fundadores del comunismo en España, era, pues, una afrenta clara al
estalinismo. Además, desde que se inició la guerra, en julio de 1936, el POUM
no había renunciado a criticar a la URSS y a Stalin en todo aquello que
consideraba criticable: desde su posicionamiento cuando se iniciaron los
procesos de Moscú, que acabaron con la vieja guardia bolchevique, la actitud
inicial soviética de firmar y cumplir escrupulosamente el Pacto de No
Intervención en la guerra de España, el cambio de posición soviética, cuando
empezó a enviar armas a la España republicana, que a su vez inició el
intervencionismo político de Stalin en España, muchos fueron los elementos que
permitieron al POUM ser crítico con la URSS.
Por todo
ello, muy pronto se habían iniciado también las réplicas por parte de los
comunistas, que desde el primer momento rehusaron a llevar a cabo una discusión
en el terreno de las estrategias y tácticas políticas que ambos defendían, y
cayeron en el insulto, el ataque indiscriminado y la calumnia en la perspectiva
de proceder a la eliminación, pura y simple, del disidente. En definitiva, se
trataba de aplicar los mismos métodos que se estaban desarrollando en la URSS y
desde el primer momento aparecieron las insinuaciones que pretendían relacionar
el POUM -y, naturalmente, a los trotskistas- con el fascismo internacional. No
es tampoco casual que el día 17 de diciembre de 1936, el mismo día en que se
resolvía la crisis del gobierno catalán, con la exclusión definitiva del POUM,
el periódico Pravda de Moscú, el órgano del Partido Comunista de la Unión
Soviética, publicaba un aserto, que luego el consulado soviético de Barcelona
negó en una parte -en la que se refería a los anarquistas- según el cual “en lo que concierne a Cataluña, la
eliminación de trotskistas y anarquistas ha comenzado y continuará con la misma
energía que en la URSS”. Era el punto de partida del segundo asalto que los estalinistas
planteaban llevar a cabo contra el POUM: la campaña de calumnias, en la que se
identificaba al POUM con el fascismo internacional se intensificó desde finales
de 1936 y en los primeros meses de 1937, desde todos los ámbitos posibles con
el objetivo de eliminar físicamente al partido: Mundo Obrero, Treball, Claridad, Ahora, Frente Rojo..., la
totalidad de la prensa controlada por los estalinistas españoles participó
activamente en la campaña.
Pero, a
pesar de ello, los agentes enviados directamente desde Moscú, para dirigir la
campaña contra el POUM, consideraron excesivamente moderada la actitud que
tanto el PCE como el PSUC llevaron a cabo contra el POUM. Entre la multitud de
informes, cartas, comunicaciones que los diferentes agentes estalinistas que
operaban en España enviaron a Moscú, sorprenden aquellos que se referían al
POUM, sobre todo por la importancia que Moscú concedió a la lucha contra este
partido y contra los “trotskistas”.
En una primera etapa -justamente la que lleva de diciembre de 1936, inicio de
la campaña de calumnias, hasta los hechos
de mayo de 1937- la obsesión de los agentes soviéticos pasaba por destacar
los peligros que implicaba no desarrollar con contundencia un ataque
sistemático contra el POUM que le apartase tanto de los cargos de
responsabilidad política como de la relación que mantenía con el conjunto de
las fuerzas del bloque antifascista, en especial de los anarquistas.
En un primer
informe, anónimo, que recoge las conversaciones mantenidas con Escrich, el
secretario del Comité Provincial de Valencia del Partido Comunista, durante los
días 30 de enero, 3, 8 y 13 de febrero de 1937, se insiste de manera especial
en eliminar al POUM de la representación municipal de la capital del Turia, que
en aquel momento era también la capital de la República /2. El informe empieza explicando que los comunistas aceptaron
entrar en el consejo municipal de Valencia, a pesar de que en él había “dos trotskistas”, Eduardo de Sirval “hermano del famoso escritor muerto en
Asturias” y susceptible de ser influenciado por los comunistas y “un sencillo trabajador” -Josep Grimalt
Pérez, taxista de profesión, que era el secretario de organización del POUM
valenciano-. Según Escich, en la conversación mantenida el día 30 de enero, el
POUM valenciano -que contaba con cerca de 400 miembros-se hallaba en plena oposición
a la dirección catalana, hasta el punto que se plantearon absorberla, lo cual
para el delegado internacional “no era
correcto” y en cambio “era peligroso”
porque “conducía a la formación de una
fracción trotskista en el seno del partido”. En conversaciones posteriores
siempre se confiaba en la actitud que podía mantener Eduardo de Sirval contra
el POUM, pero inexorablemente siempre fallaba: “vaciló y prácticamente se negó a intervenir para presentarla
declaración contra el POUM y salir de la formación.” Escrich lo atribuye a
que Sirval está muy ligado personalmente a los poumistas locales, “con los cuales le es muy difícil romper”,
se escribía el 3 de febrero. Y esta actitud se seguía manteniendo en los días 8
y 13 de febrero. Era claro que los estalinistas pretendían aprovecharse de las
discrepancias políticas que algunos poumistas de Valencia mantenían con la
dirección.
El 20 de
febrero era el vicejefe del servicio de inteligencia militar soviético en
España, el comandante Nikonov, quien en su análisis sobre la situación militar
que se vivía en la España republicana, tras la caída de Málaga, hacía una
referencia a las milicias del POUM, con un tono claramente provocativo:
“Aún peor (se acababa de referir a
las milicias anarquistas) es el pequeño grupo de trotskistas
contrarrevolucionarios, principalmente en Cataluña y en parte del País Vasco,
que están desarrollando una vil actividad y propaganda antisoviética contra el
VKP(b) -Partido Comunista (bolchevique) de Toda Rusia-, sus dirigentes, la URSS
y el Ejército Rojo. Con la connivencia de los anarquistas ortodoxos, los
trotskistas (POUMistas) tenían al comienzo de la guerra su propio regimiento
especial, con dos mil fusiles en el frente de Cataluña, que ha crecido ahora
hasta 3.200 hombres, y han recibido además armas para todos. Ese regimiento es
la unidad más podrida de todo el ejército republicano, pero aún así se ha
mantenido hasta ahora y recibe suministro, dinero y municiones. No hace falta
decir que es imposible ganar la guerra contra los rebeldes si no se liquida esa
escoria dentro del campo republicano.” /3
Más
incisivo, a nivel político general, era el informe “Sobre la situación política de España”, que el encargado de
negocios Marchenko enviaba al ministro soviético de Asuntos Exteriores, Maxim
Litvinov, el 22 de febrero de 1937 /4.
. En él se
destacaba que “actualmente el POUM no es
peligroso porque cuente en sus filas algunos miles de personas, sino porque
intenta atraerse a su órbita de provocación capas significativas de la CNT,
actuando a través de anarquistas extremistas”. Ponía de relieve,
especialmente, la influencia que el POUM mantenía en la juventud anarquista,
clara alusión a la constitución del Frente de la Juventud Revolucionaria, que
las juventudes del POUM y de la FAI habían constituido en Barcelona, el 14 de
febrero de 1937, y se criticaba al PSUC, cuyo periódico “publicó un artículo, en el cual se elogiaba a Trotsky como salvador de
Petrogrado”. Y mientras “los trotskistas
utilizan el más mínimo pretexto para atacar al partido comunista, la prensa
comunista no lleva a cabo una tarea sistemática para desenmascarar al POUM”.
Finalmente se hacía una significativa referencia a las discrepancias que habían
existido en el POUM, entre la sección valenciana y la dirección, para poner de
relieve que “el comité provincial del
Partido Comunista de Valencia maniobró de manera tan incorrecta que, a pesar
que los trotskistas de Valencia representan una fuerza insignificante, el
Partido Comunista salió derrotado en la lucha, resultó aislado del resto de
organizaciones del Frente Popular y tuvo que salir manifiestamente de la
formación del consejo provincial y municipal”. La conclusión a que llegaba
Marchenko era que estas actitudes eran “el
resultado de la infravaloración del peligro trotskista por parte de algunos
camaradas”
En marzo de
1937 existen, como mínimo, dos referencias directas al POUM en sendos
documentos. El primero, es la carta que el embajador de la URSS en España,
entonces Ivan Gaikis, mandó el 21 de marzo de 1937 al vicecomisario popular de
Asuntos Exteriores Nikolai Nikolaevich Krestinsky, a propósito de las
declaraciones que había realizado el cónsul soviético en Barcelona
Antonov-Ovseenko, en contra de los anarquistas. Las críticas de Gaikis en
contra del cónsul ruso en Barcelona se debían, básicamente, al “perjuicio político que causan tales
polémicas, especialmente cuando tienen lugar en este período en que se agrava
la lucha entre partidos en España, en la que los anarquistas y, bajo su
protección, los trotskistas locales están intensificando sus ataques contra la
Unión Soviética. La interferencia del consulado no hace más que aportar ayuda a
nuestros enemigos” /5.
Dos días más
tarde, el 23 de marzo de 1937, el secretario general de la Internacional Comunista
Georgi Dimitrov, enviaba a Kliment Voroshilov, un informe “de nuestro
confidente político en España” -presumiblemente André Marty- que había sido
escrito a principios de mes. En él, por primera vez, se ponía de relieve la
preocupación soviética por las buenas relaciones que el POUM mantenía con el
Partido Socialista:
“Se inició un flirteo sistemático y cada vez
más descarado entre los socialistas españoles y los trotskistas (POUM). Se
puede apreciar el crecimiento de una sucia campaña de los socialistas de otros
países, junto con los trotskistas y la GESTAPO, contra la KOMINTERN, contra la
URSS, contra el Partido Comunista de España. Al mismo tiempo, se produjo la
advertencia de la Segunda Internacional y la de Ámsterdam en relación con el
envío de algunos alimentos a los obreros españoles. A continuación, los
censores eliminaban en los artículos de Frente Rojo todos los ataques a los
trotskistas, especialmente los argumentos que muestran su labor
contrarrevolucionaria y el sabotaje fascista que está haciendo esa gente en
España.” /6
A principios
de abril de 1937 la preocupación de los agentes estalinistas se concentraba en
la actitud favorable que mantenía el POUM con la izquierda socialista y Largo
Caballero, en un momento en que el PCE había iniciado también su campaña de
acoso y derribo contra el presidente del gobierno de la República. En un
informe “estrictamente confidencial”
firmado por “Kitaiets” el 7 de abril
de 1937 y dirigido a “G.M. y D.Z.” se
hablaba del proceso de polarización de fuerzas que se estaba produciendo en el
seno del Frente Popular y, en general en el campo republicano, entre dos
bloques particulares: “el primer bloque
puede proceder del POUM a través de los anarquistas-extremistas hasta la
dirección de la CNT y desde allí a la dirección de la UGT, más Caballero, más
algunos elementos reaccionarios del ejército” /7. Este bloque tenía su plena configuración en torno a una serie de
cuestiones fundamentales, que iban desde la “lucha contra el comunismo y, en particular, contra la influencia del
Partido Comunista en el ejército”, “la
lucha contra la influencia de la URSS”, “la demagogia relativa a la revolución socialista y contra la república
democrática”, “la lucha contra la
centralización de la dirección militar y la formación de un ejército único”
o la propaganda “de la colectivización en
el campo y el socialismo en la ciudad”. Según el autor del informe “el POUM y las organizaciones anarquistas
principales no sólo pusieron fin a los ataques contra Caballero y el gobierno,
sino que coquetean con él, asumiendo parcialmente su defensa contra los ataques
imaginarios de los comunistas”. Esta situación, en parte, se debía a los
errores cometidos por el Partido Comunista. Y para enderezar la situación se
aconsejaba una aproximación hacia los anarquistas “a través de una serie de concesiones tácticas (la cuestión nacional en
Cataluña, concesiones en relación con el papel de los sindicatos en la
industria, en la cuestión sobre la ayuda a los campesinos)”, puesto que de
lo que se trataba era conseguir “el
aislamiento político del POUM y de sus socios”.
También a
principios de abril de 1937, un nuevo informe firmado por “K”, presumiblemente
el mismo Kitaiets, se refería, con tono de preocupación, a una “serie de intentos de coquetear con los
socialistas de izquierda por parte del diario trotskista La Batalla” y, en
concreto, se refería a un artículo que publicó Juan Andrade el día 1 de abril
dedicado a las relaciones entre los partidos socialista y comunista /8.
Que los
agentes estalinistas seguían paso a paso todos los movimientos que realizaba el
POUM durante estos meses, nos viene corroborado por un nuevo informe, que desde
Barcelona mandó “Malkov” a “A.P.
Rozengolin”, el día 9 de abril de 1937 /9.
En él se informaba del mitin que el POUM había celebrado en el teatro Olimpia
de la ciudad condal el día 9 de marzo de 1937, con asistencia de unas 4.500
personas. Además de recoger frases sueltas de algunos de los participantes en
el mitin, como Pere Bonet o Andreu Nin, se apuntaban algunas “observaciones”,
respecto al mitin, como que entre los asistentes había “algunas decenas de miembros del PSUC (con la finalidad de informarse)”
y que en su inmensa mayoría los asistentes tuvieron un comportamiento muy
activo, aplaudiendo con entusiasmo a los oradores. Se hacía hincapié, además, “de un crecimiento sinuoso de la acción y
actividad [del POUM] en cuatro puntos básicos”: el establecimiento de una
unión del POUM con los anarquistas; la intensificación de la lucha contra el
PSUC “gracias a la atracción en esta lucha activa contra el PSUC de sus
camaradas anarquistas”; la política de descrédito de la URSS, “empezando por el estalinismo, pasando por la
burocracia estalinista hasta la equiparación del cam. Stalin con Nosk[e].”;
y finalmente, “una demagogia increíble”,
“llama al pueblo, al proletariado revolucionario, a los combatientes de la
revolución, para que no permitáis que os roben vuestra revolución”
La
preocupación de los agentes de Stalin, llegados a España, sobre la incidencia
que el POUM tenía en la vida política de la República era más que evidente.
Estaba claro que el POUM, más que ningún otro partido, representaba la
antítesis de los valores políticos, ideológicos y éticos del estalinismo. La oportunidad -en esta
ocasión, evidentemente, la eventualidad no fue casual- para desmadejar el
conflicto llegó a raíz de los acontecimientos luctuosos ocurridos en Barcelona
a partir del 3 de mayo de 1937. Los hechos de mayo, la guerra civil en el seno
de la guerra civil, resultado de una provocación estalinista, en un momento en
que los ánimos estaban especialmente caldeados entre las diferentes
organizaciones del bloque antifascista, ofreció la oportunidad para recolocar
al POUM en el ojo del huracán. En ningún momento se planteó que el responsable
de los enfrentamientos fuese el penoso Eusebio Rodríguez Sales, el comisario del
Orden Público de la Generalitat catalana, y militante comunista, que con sus
guardias de asalto protagonizó el ataque contra el local de la Telefónica de
Barcelona, con el que se iniciaron los hechos. En ningún momento se planteó que
la provocación protagonizada por Rodríguez Sales tuviera sus orígenes más allá
de nuestras fronteras. Pero es harto sospechoso el hecho de que inmediatamente
después de haber terminado los enfrentamientos, la prensa comunista culminó su
propaganda previa señalando al POUM como responsable de los enfrentamientos y
ya empezó a hablar de una organización de espionaje al servicio de Franco y del
fascismo. El mismo día 9 de mayo, dos días después de la pacificación de las
calles de Barcelona, José Díaz, el secretario general del PCE, en un mitin
pronunciado en Valencia, iniciaba con contundencia su ataque señalando la
responsabilidad del POUM en la preparación de los hechos de mayo y su ubicación
como un “partido fascista”. Si hasta
ahora se había hablado sólo de una organización que, por sus ataques a Stalin y
a la URSS, por su política revolucionaria, hacía el juego a Franco y al
fascismo internacional, a partir de ahora se habían “descubierto” las pruebas según las cuales el POUM no era más que
una organización quintacolumnista, de espionaje, al servicio de Franco. El paso
para llevar a cabo el intento de exterminio contra el POUM estaba servido.
Pelai Pagès
i Blanch es profesor de la Universidad de Barcelona
1/ He tomado
prestado para el título de este artículo el subtítulo de un apartado de la
introducción “El POUM durante la guerra civil: la obsesión del estalinismo”,
que he escrito para el libro de Max Rieger: Espionaje en España, próximo a
aparecer en las Ediciones Espuela de Plata de Sevilla. Al mismo tiempo, parte
de este artículo tiene su origen en dicha introducción.
2/ Esta
documentación se encuentra depositada en el antiguo archivo de la Internacional
Comunista, ahora rebautizado como el Centro Ruso para la Conservación y el
Estudio de Documentos de la Historia Contemporánea, CRCEDHC. Este primer
documento en el Fondo 495, Inventario 74, Expediente 207. Una parte han sido
publicados en Radosh, R., Habeck M. R. y Sevostianov, G. (eds.) (2002). España traicionada. Stalin y la guerra civil.
Barcelona. Planeta.
3/ En
Radosh, R., Habeck M. R. y Sevostianov, G. (eds.) op. cit., Pág. 178.
4/ CRCEDHC,
Fondo 495, Inventario 74, Expediente 207.
5/ Radosh,
R., Habeck M. R. y Sevostianov, G. (eds.) (2002). op. cit. Pág. 201-202.
6/ En
Radosh, R., Habeck M. R. y Sevostianov, G. (eds.) (2002). op. cit. Pág.
211-212.
7/ CRCEDHC,
Fondo 495, Inventario 74, Expediente 207.
8/ CRCEDHC,
Fondo 495, Inventario 74, Expediente 207. El artículo de Juan Andrade al que se
refiere al texto era “Discrepancias socialcomunistas” y fue publicado en La
Batalla, del día 1 de abril de 1937.
9/ CRCEDHC,
Fondo 495, Inventario 74, Expediente 211. No hemos podido identificar a ninguno
de los dos personajes, ni al autor ni al receptor del informe.
Trotsky, el
POUM y los hechos de mayo. Andy Durgan
Primera
campaña de difamaciones y calumnias, en la que se identificaba al POUM con el
fascismo internacional, se intensificó desde finales de 1936 y en los primeros
meses de 1937
Resolución
del Comité Ejecutivo del POUM en los procesos de Moscú (28 de agosto de 1936)
Wilebaldo
Solano. La larga marcha por la verdad sobre Andreu Nin
Vida, obra y
muerte de Andreu Nin
Andreu Nin y
Joaquín Maurín: vidas paralelas, por Wilebaldo Solano
El terror
estalinista en Barcelona 1938 (Agustín Guillamón)
Los crímenes
de Stalin. Nikita Khrushchev Informe Secreto al XX Congreso del PCUS, 25 de
febrero de 1956
EL PROCESO
CONTRA EL POUM. (Un episodio de la revolución española)
La represión
y el proceso contra el POUM Ignacio Iglesias
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