VIENTO SUR
Número 93/Septiembre 2007
1936-1937 combates por la revolución
en la guerra civil española
Número 93 /
septiembre 2007
Monográfico
sobre el POUM
El análisis
de Trotsky sobre la revolución española ha sido un punto de referencia por toda
una generación de revolucionarios antiestalinistas, incluso sus durísimas
críticas al POUM /1. Andreu Nin, la
única vez que contestó a Trotsky, rechazó tanto estas críticas como el método
utilizado por él y sus seguidores incondicionales:
Aunque la
reacción de Nin sea comprensible, no es suficiente dejarlo así. A pesar de
cualquier aspecto discutible que se puede plantear con la ventaja del tiempo,
la trayectoria intelectual y militante de Trotsky sigue siendo de gran interés
para la izquierda revolucionaria. El trotskismo en su conjunto ha mantenido
vivo, a menudo en condiciones sumamente complicadas, la vigencia de un marxismo
revolucionario internacionalista y radicalmente democrático durante décadas /3. La experiencia de la revolución
española ilustra nítidamente temas tan claves como la naturaleza del poder de
la clase trabajadora, el papel del anarquismo, del estalinismo y del Frente Popular,
la relación entre la guerra y la revolución, la naturaleza del fascismo, así
como las cuestiones nacionales y agrarias.
Los escritos
de Trotsky sobre estas cuestiones son de indudable interés pero sería un error
convertirlos en textos sagrados. Además, mientras que sus artículos sobre la
situación política a principios de la República son algunos de sus más
perceptivos, a finales de 1931 los acontecimientos de otras partes, especialmente
en Alemania, atraían cada vez más su atención y escribió con menos frecuencia
sobre el Estado español. No escribiría sistemáticamente otra vez sobre la
cuestión hasta 1937, por eso comentó muy por encima aquellos acontecimientos
cruciales en los años previos a la guerra civil, como la radicalización del
Partido Socialista, las implicaciones de la victoria electoral de la derecha en
1933, la creación y la naturaleza de las Alianzas Obreras, las insurrecciones
anarcosindicalistas de enero y diciembre de 1933, el movimiento revolucionario
de octubre de 1934, las divisiones dentro de la CNT y la naturaleza del
movimiento campesino.
Para Trotsky
la lección principal de la revolución española era la necesidad de un partido
revolucionario. Por lo tanto, no sorprende que mucho de lo que escribió durante
y después de la guerra civil tuviera que ver con lo que vio como los errores
del POUM, partido que Trotsky no consideró como revolucionario. La actuación de
este partido durante los hechos de mayo de 1937, un momento determinante en el
destino de la revolución, sería para el viejo líder bolchevique la prueba
definitiva de su bancarrota política.
Sin embargo,
como veremos, es más que discutible que Trotsky y los suyos tuvieron una visión
acertada del POUM y su papel. A pesar de ser un partido joven, forjado en
muchos sentidos en plena guerra y revolución, bastantes de los militantes y
líderes del POUM se mostraron capaces de ofrecer una crítica penetrante de las
limitaciones de su actuación. Como diría Enric Adroher (Gironella), dirigente
poumista que nadie podría sospechar de ‘izquierdismo’, en 1939:
“El mal de un partido no está en el
hecho de cometer o haber cometido errores. Todos los grandes partidos
revolucionarios los han cometido. Y casi nos atreveríamos a decir que han sido
precisamente los errores los que más han ayudado a que los partidos
revolucionarios elaborasen la política y la táctica justa y capaz de llevarlos
más tarde a la victoria. El verdadero problema no está precisamente en los
errores, sino en saber aprender de los errores, en saber comprender y asimilar las
experiencias pasadas.” /4
Trotsky y el POUM
Ya durante
la República había una serie de desencuentros entre Trotsky y sus seguidores
españoles. El apoyo del POUM al manifiesto del Frente Popular a principios de
1936, significaría la ruptura definitiva entre el trotskismo internacional y
los antiguos militantes de la Izquierda Comunista. No obstante, antes de la
guerra no era inevitable la ruptura completa. Ante la realidad de la existencia
del nuevo partido, Trotsky sentenció:
“El nuevo partido ha sido proclamado.
Tomamos acta. En la medida en que esto pueda depender del factor internacional,
debemos hacer todo lo posible para hacer ganar autoridad y poderío a este
partido. Esto no es posible más que por medio del marxismo consecuente e
intransigente. Yo estoy dispuesto a seguir este camino y estoy seguro de que
todos los camaradas del SI [Secretariado Internacional] colaborarán en todo lo
que se nos pida.” /5
A principios
de la guerra, Nin, Juan Andrade y otros ex militantes de la ICE aún mantuvieron
contactos con la dirección del movimiento trotskista internacional. El POUM
acordará seguir publicando artículos de Trotsky en su prensa, como había sido
el caso antes de la guerra, y plantea al gobierno catalán la cuestión de
conceder a Trotsky asilo en Catalunya. Se acordó también que los trotskistas
extranjeros presentes en el Estado español se alistarían en las milicias
poumistas.
La reacción
de Trotsky ante estos contactos iniciales fue muy conciliadora. Escribió en
agosto de 1936 a Jean Rous, el representante trotskista en Barcelona, lo
siguiente:
Tres días
más tarde admitió, cuando especulaba sobre cómo el POUM podía colaborar con los
anarquistas, que “no somos más que espectadores […] estos problemas sólo pueden
resolverse sobre el propio terreno” /7.
La carta de Trotsky a Rous fue interceptada por la policía secreta de Mussolini
y nunca llegó a su destino. Las viejas fricciones pronto volvieron a surgir, en
un momento en que Trotsky tuvo que aceptar el silencio impuesto por su
internamiento en Noruega. Como indica Pierre Broué, la incapacidad de Trotsky
para intervenir en la situación española tuvo lugar cuando en su relación con
Nin y otros antiguos militantes de la ICE “la
menor iniciativa política, podía tener consecuencias de un significado
incalculable” /8.
Con la
entrada de Nin en la Generalitat a finales de septiembre de 1936, la actitud de
Trotsky hacia el POUM se endureció aún más. Cuando pudo volver a centrarse en
la situación española, pareció haber abandonado cualquier idea acerca de
ganarse al POUM a sus posiciones. El “centrismo” y la “traición” del partido, acusaciones que
ahora se convirtieron en habituales en los escritos de Trotsky, fueron, según
él, la consecuencia lógica de la política de Nin y la Izquierda Comunista en
los años anteriores a la guerra. Según el antiguo dirigente bolchevique “a pesar de sus intenciones, el POUM, ha
resultado ser el principal obstáculo en la vía de la construcción de un partido
revolucionario” y así el daño real causado por la dirección del POUM durante la
revolución española consistió en que “dadas sus fórmulas generales de izquierda
los dirigentes del POUM han creado la ilusión de que existía en España un
partido revolucionario y han impedido la aparición de tendencias auténticamente
proletarias, intransigentes” /9.
El POUM durante los hechos de mayo
Los
acontecimientos de mayo 1937 fueron la culminación de una serie de
provocaciones y ataques a la revolución que ya empezaron meses antes. En la
prensa estalinista aumentaban las calumnias contra los “trotskistas-fascistas”
del POUM, así como las exigencias sobre su prohibición. Los llamamientos del
POUM a favor de una revolución socialista y sus denuncias constantes a los Procesos de Moscú resultaban
particularmente hirientes para los estalinistas, tanto fuera como dentro del
Estado español. En Madrid, la represión contra el POUM ya había comenzado. En
octubre, militantes de la juventud comunista-socialista unificada (las
Juventudes Socialistas Unificadas) asaltaron la sede de la JCI. Pronto la
prensa y la radio del partido en la capital del Estado fueron clausuradas. En
diciembre, el POUM fue echado del gobierno catalán, a instancias del cónsul
soviético, Antonov Ovseenko. Como comentó más tarde Julián Gorkín, el
estalinismo “comprendió que, mientras
estuviera el POUM en la Generalidad, sería muy difícil reducir a la CNT y
preparar la liquidación contrarrevolucionaria desde las alturas del Poder” /10
Durante los
primeros meses de 1937, el POUM avisó repetidamente de los intentos de minar la
revolución, particularmente sobre cualquier intento de desarmar a los
trabajadores en la retaguardia. Aun así, los líderes del POUM, que estaban
mucho más preocupados por los peligros que enfrentaba la revolución que los
anarcosindicalistas, sobreestimaron su propia fortaleza. Por ejemplo, Nin
argumentó en marzo de 1937 que todavía era posible tomar el poder
pacíficamente, sin recurrir a una insurrección armada /11. Trotsky, escribiendo desde miles de kilómetros de distancia,
menospreció este optimismo “Ya hoy, el
poder se encuentra en manos de los altos mandos militares y de la burocracia,
aliados con los estalinistas y los anarco-reformistas […] [apoyados por] la
burguesía extranjera y […] la burocracia soviética. En estas condiciones, ha blar
de la conquista pacífica del poder, es engañarse a uno mismo y a la clase
obrera” /12. Desafortunadamente para el POUM, muy
pronto se vería que estaba en lo cierto.
Una vez que
comenzó la sublevación obrera el 3 de mayo, el POUM inmediatamente se colocó
junto a los trabajadores y propuso la creación de ‘Comités de Defensa de la
Revolución’ en cada barrio y lugar de trabajo basados no sólo en los
anarcosindicalistas, sino en todos que estuvieron dispuestos a defender las
conquistas revolucionarias. El partido creía que era posible tomar Barcelona y
posteriormente forzar a las autoridades a pactar con los revolucionarios. El
problema vino una vez más del intento del POUM de influenciar al liderazgo de
la CNT. Desde el primer día de la revuelta, el POUM hizo un gran esfuerzo para
coordinar la lucha con los anarcosindicalistas y se realizaron varias reuniones
entre representantes de la dirección del partido y de la CNT, FAI y FIJL
(Juventudes Libertarias). Pero la CNT sólo estaba interesada en finalizar la
revuelta tan pronto como fuera posible. El líder de la JCI, Wilebaldo Solano,
describió cómo los representantes del POUM quedaron “atónitos ante la ligereza y la miopía política de los dirigentes
cenetistas” /13. Los militantes
del POUM trabajaron estrechamente con los Comités de Defensa de la CNT, pero
como explicaría Nin, no hubo ningún caso donde la concepción poumista de
comités más amplios “en defensa de la
revolución” se convirtiera en realidad /14.
La patética
llamada del ministro anarquista García Oliver a los trabajadores para que
depusieran las armas y abrazaran a sus enemigos fue suficiente para dar al
liderazgo de la CNT en Barcelona la excusa para replegarse completamente. El
POUM reconocía internamente que la CNT había traicionado la lucha, pero, como
informó Gorkín, “la táctica nos impone
hacer esta crítica con precaución, para no aislarnos. Si la cabeza de la CNT
fuera atacada frontalmente, la base de la CNT se levantaría unánime en su
defensa” /15. Como no estaba
preparado para romper públicamente con los líderes de la CNT, el POUM tuvo poco
donde elegir y se vio obligado a abandonar las barricadas para evitar una
“represión sangrienta”. La dirección del partido ya había intervenido para
frenar una columna conjunta de JCI-FIJL, que iba a marchar sobre los pocos edificios
gubernamentales en el centro de la ciudad todavía en manos de la Generalitat,
porque la CNT no habría apoyado esa acción. Inicialmente, la dirección del POUM
incluso intentaba presentar el resultado de la lucha como una victoria,
insistiendo en que la provocación de la contrarrevolución había sido aplastada
por la magnífica reacción de la clase trabajadora /16. No pasaría mucho tiempo hasta que
se pudieran ver las consecuencias de lo que realmente fue una derrota decisiva
para la izquierda revolucionaria.
Trotsky y los hechos de mayo
Desde el
punto vista de Trotsky, el hecho de que el POUM no liderara la toma del poder
en mayo de 1937 fue quizá su mayor traición. Los anarcosindicalistas habían
confirmado que la toma del poder estaba al orden del día al clamar en su prensa
que podrían haber tomado el poder “si hubieran querido”. Unos meses después
Trotsky escribió:
“Prever’ los acontecimientos de mayo
y prepararse para ellos, sólo podía hacerse de una manera, declarando una
guerra implacable a los gobiernos de Cataluña y España, negándoles toda
colaboración política, oponiendo su partido a todos los demás, es decir a sus
direcciones, en particular… la de la CNT. […] Una política intransigente de
este tipo, evidentemente con la participación activa en la lucha militar y en
los movimientos revolucionarios de las masas, hubiera asegurado al POUM una
inquebrantable autoridad entre los obreros anarquistas. En vez de esto, el POUM
relama la vuelta de sus dirigentes al gobierno contrarrevolucionario, mientras
que aseguraba […] que los obreros podían apoderarse del poder sin combate.
[…] Si el
proletariado de Catalunya se hubiera apoderado del poder en mayo de 1937,
habría encontrado el apoyo de toda España. La reacción burguesa-estalinista no
hubiera encontrado ni siquiera dos regimientos para aplastar a los obreros
catalanes. En el territorio ocupado por Franco, no solo los obreros, sino
incluso los campesinos, se habrían colocado del lado de los obreros de la
Catalunya proletaria, habrían aislado al ejército fascista, introduciendo en él
una irresistible disgregación. En tales condiciones, es dudoso que algún
gobierno extranjero se hubiese arriesgado a lanzar sus regimientos sobre el
ardiente suelo de España. La intervención hubiera sido materialmente imposible,
o por lo menos peligrosa.
[…] Evidentemente en toda insurrección existe un
elemento imprevisto y arriesgado, pero todo el curso ulterior de los
acontecimientos ha demostrado que, incluso en caso de derrota, la situación del
proletariado español hubiera sido incomparablemente más favorable que la
actual…” /17
Y después de
la guerra añadió:
“Los dirigentes del POUM no habían
hecho nada serio para preparar (la revolución socialista) ya que esta
preparación sólo podía pasar por una movilización desapiadada, valiente,
implacable, de los obreros anarquistas, socialistas y comunistas contra sus
dirigentes traidores. No había que tener miedo separase de estos dirigentes, de
convertirse en los primeros tiempos en una secta, […] había que lanzar
consignas justas, claras, predecir el porvenir y, apoyándose en los
acontecimientos, desacreditar a los dirigentes oficiales y expulsarse de sus
puestos. En ocho meses los bolcheviques pasaron ser un pequeño grupo a
convertirse en una fuerza decisiva. […] Si no lo ha hecho, no es […] por la
culpa de los imperialismos democráticos o de los burócratas de Moscú, sino el
resultado de causas internas; su propia dirección no sabía donde ir ni por qué
vía.” /18
¿Habría sido
posible que la clase trabajadora tomara el poder en mayo de 1937? Es razonable
pensar, tal y como hizo Trotsky, que si los trabajadores hubieran dado ese paso
en Catalunya en mayo, o incluso antes, esto podría haber tenido tremendas
repercusiones no solo en las zonas republicana y fascista del Estado español, sino
también a nivel internacional. Particularmente, los sectores más radicales de
la CNT y de la izquierda socialista se habrían visto muy fortalecidos. Sin
embargo, en mayo de 1937 las circunstancias objetivas no eran tan favorables
como Trotsky explicaba. Era muy dudoso que la “reacción burguesa-estalinista no hubiera encontrado ni siquiera dos
regimientos para aplastar a los obreros catalanes”. La realidad era que el
gobierno republicano contaba por entonces con fuerzas militares bastante
extensas para utilizar. Además de las unidades de la Guardia Republicana (antes
la Guardia Civil) y la recientemente reorganizada policía de fronteras, los
carabineros, los estalinistas habían consolidado una fuerza militar masiva, en
particular junto a Madrid, que se reforzó aún más con la presencia de las
Brigadas Internacionales. La base del apoyo a los estalinistas podría haberse
visto severamente mermada con la toma del poder por parte de los trabajadores
en Catalunya, pero considerando los hechos posteriores re sulta difícil pensar que no hubieran
sido capaces de reunir tropas suficientes para defender seriamente el Estado
republicano.
Desde luego,
esto no descarta la posibilidad de una victoria revolucionaria. Como el mismo
Trotsky apuntó, “ninguna revolución tiene la victoria garantizada”, pero la
situación militar y política en mayo de 1937 era más desfavorable de lo que
parece que éste apreció. En comparación con el primer mes de guerra, la
revolución ya se había visto seriamente socavada cuando los estalinistas provocaron
el levantamiento de mayo. Más que la gran oportunidad perdida, los hechos mayo
fueron, como ha escrito Miguel Romero, “el
choque entre un proceso revolucionario en descenso y a la defensiva y otro de
contrarrevolución democrática en ascenso y ofensiva”, aunque “el resultado de
este enfrentamiento no estaba decidido de antemano” /19
Una crítica necesaria
Cualquier
observación crítica sobre la visión de Trotsky respecto a los hechos de mayo de
1937 no implica que no hubiera alternativa a la posición que adoptó el POUM.
Dentro del partido un análisis crítico de su actuación no solamente vino desde
lo que se puede considera como su izquierda, por ejemplo de parte de Josep
Rebull, cuya influencia ha sido muy exagerada por observadores extranjeros, /20 sino desde la propia dirección.
Gorkín, dos semanas después del levantamiento, dio una cierta credibilidad al
análisis de Trotsky cuando informó de que:
“sise hubiera tomado el poder, el
Gobierno Central habría tratado con Cataluña, pues Cataluña es la región más
antifascista de toda España. Y habría temido las repercusiones de una represión
violenta, pues la CNT, en los frentes de Madrid por ejemplo, ha suministrado
los mejores combatientes. No hay duda que un tal gobierno revolucionario
hubiera podido tratar con el resto de partidos de España y habría extendido la
situación revolucionaria.” /21
Gironella
admitiría unos meses después del final de la guerra que su partido falló a la
hora de comprender el curso de los hechos hasta mayo, por lo que no se había
preparado para la lucha y no sabía cómo tomar ventaja a la “gran traición del anarquismo”. En lugar de plantear la situación “como
era: una lucha violenta por el poder”, escribió, el POUM “lo planteó como una
sencilla provocación contrarrevolucionaria”. No fue tan solo una provocación,
sino “la solución definitiva” de la contradicción que había surgido en julio de
1936 “a favor de la contrarrevolución.” /22
La posición
del POUM en mayo de 1937 fue el resultado lógico de la política practicada
desde que la guerra comenzó. Como explicaría Gorkín:
“El POUM cometió […] un error: no
plantear el problema del mantenimiento y la defensa del Comité Central de
Milicias, con toda claridad y toda energía, ante las masas obreras y campesinas
de Cataluña. […] Pero este error de actuación y de táctica era producto
evidente de otro fundamental: no haber sabido plantearse, ni teórica ni
prácticamente, el problema del Poder y, por consiguiente, de los órganos de
Poder […] Esto le obligó, evidentemente, a ir a remolque de las demás fuerzas,
principalmente de la CNT, en lugar de provocar la consiguiente diferenciación
en su seno y de arrastrar en pos nuestro por lo menos a la parte más avanzada y
revolucionaria de la gran organización confederal.
“Las fuerzas opuestas a la revolución
no quedaron en la impotencia “en nombre de un prejuicio, que ha jugado un papel
altamente reaccionario en el curso de los acontecimientos: el mantenimiento de
la ‘unidad antifascista’, opuesto a la necesidad de la diferenciación
revolucionaria.” /23
Gironella,
quien, como Gorkín, se puede considerar de haber sido hasta este momento un
representante de la ortodoxia poumista, también opinó después de la guerra que:
“Nuestro Partido, no sólo no ha
comprendido la gravedad de los problemas que se plantean al Comité Central de
Milicias, no sólo no comprende el verdadero significado de su disolución, sino
que ayuda a que ésta se realice”.
Incomprensión
que llevó el POUM a participar en el Gobierno de la Generalidad, gobierno que:
“…se constituyó con esta sola misión
histórica: liquidar [los] Comités [locales], integrándolos a los Ayuntamientos
tradicionales. Ésta fue la única labor realizada por aquel Gobierno. Nuestro
Partido se encargó de convencer a las fuerzas revolucionarias de las comarcas
de la necesidad de aceptar aquel sacrificio, que debía ser un paso más en el
retroceso revolucionario” /24
En mayo,
temeroso de quedar aislado y de romper públicamente con la dirección de la CNT,
fue muy difícil para el POUM afrontar los hechos. Si los anarcosindicalistas hubieran
aceptado la propuesta del POUM y ambas organizaciones hubieran tomado el
control de Barcelona completamente, cogiendo aliento así para la revolución, el
resultado de los hechos de mayo podría haber sido muy diferente. Sólo se puede
especular sobre si las fuerzas revolucionarias pudieron haber tomado el poder
en la zona republicana. Sin embargo, la línea tomada por el liderazgo
anarcosindicalista significó una rendición abismal y el fracaso final de la
revolución.
Partido y clase
Con la
guerra civil más o menos finalizada y dada la gran magnitud de la derrota de la
clase trabajadora española, Trotsky concluyó que “si el POUM no se hubiese situado a remolque de los anarquistas, si no
hubiese confraternizado con el Frente Popular, si hubiera llevado una política
revolucionaria intransigente, entonces, en el momento de la insurrección de
1937, o probablemente mucho antes, se habría visto situado naturalmente a la
cabeza de las masas y habría asegurado su victoria” /25
Mientras que
lo “correcto” de la posición de Trotsky puede ser evidente para muchos, la
relación entre las ideas y la práctica siempre ha sido más compleja. Como
concluyó el líder bolchevique-leninista, Erwin Wolf, poco antes de que los
estalinistas lo secuestraran, analizando el fracaso de su grupo para
influenciar al POUM, “las ideas
correctas, en sí mismas, no son suficientes” /26.
Ya a finales
de los años treinta se puede ver una tendencia “casi milenarista y mesiánica”
en la política de Trotsky; una tendencia convertida después en habitual en
muchos de sus seguidores y que fue producto de las cada vez más desesperadas
circunstancias tanto personales como las del movimiento que estaba intentando
construir /27. Para Trotsky, la
brecha existente entre las necesidades objetivas y la realidad subjetiva se
tenía que superar tan rápido como fuera posible. Había una urgente necesidad de
construir un nuevo liderazgo revolucionario, no sólo en cada país sino también
a nivel internacional. Como Trotsky escribió en 1938, “la crisis actual de la civilización humana es la crisis de la
dirección proletaria”. Estaba seguro de que “durante los próximos diez años el
programa de la Cuarta Internacional se transformará en la guía de millones de
personas y estos millones de revolucionarios sabrán cómo darle la vuelta al
cielo y la tierra”. Cuando escribía a finales de 1937 sobre la derrota de
la revolución española, había concluido que a lo largo del mundo “los cuadros revolucionarios actualmente se
agrupan bajo la bandera de la IVª Internacional. Ha nacido bajo el estruendo de
la derrota, para conducir a los trabajadores hacia la victoria” /28.
Como ha
comentado Duncan Hallas, “las
expectativas creadas por esas afirmaciones hicieron extremadamente dificultosas
para los seguidores de Trotsky unas sensatas y realistas valoraciones de los
cambios en la conciencia de la clase trabajadora, de los cambios en el
equilibrio de fuerzas de clase, y de los cambios tácticos para obtener la
máxima ventaja de ellas (la esencia de la práctica política de Lenin)”. ”. Lo
mismo ocurría con el énfasis que se puso en la centralidad de las demandas
programáticas como una forma de superar las debilidades de los revolucionarios,
lo que provocaba que las reivindicaciones en sí mismas parecieran tener “algún valor independiente respecto a la
organización revolucionaria” /29.
Trotsky se
basaba en la experiencia de los bolcheviques para creer en la posibilidad de
que, en una situación revolucionaria, un pequeño grupo se transformara
rápidamente en un partido de masas y en el liderazgo de la clase trabajadora.
No obstante, resultan más que evidentes las importantes diferencias que
existían entre el minúsculo grupo bolchevique-leninista español, o incluso el
POUM, y los bolcheviques. Antes de liderar la toma del poder, pese a ser una
organización relativamente pequeña, el partido ruso no sólo tenía un programa
claro (aunque fuera posterior a abril de 1917) y un brillante liderazgo en
Lenin, sino también cerca de veinte años de una experiencia dura y rica en
lecciones políticas. Además, los bolcheviques, incluso siendo una minoría,
contaban con una base consolidada entre sectores clave del proletariado ruso.
En contraste
con algunos de los escritos de Trotsky de esa época, su último artículo sobre
las lecciones de la revolución español, en el que estaba trabajando cuando fue
asesinado en agosto de 1940, reflejaba los problemas reales que suponía
construir un partido revolucionario. Además de requerir un programa correcto,
un partido así necesitaba cuadros experimentados, algo que no podía constituirse
en un corto espacio de tiempo.
[…] en el curso de una revolución […]
cuando los acontecimientos se suceden a un ritmo acelerado, un partido débil
puede convertirse en un partido poderoso, con la única condición de que
comprenda con lucidez el curso de la revolución y que posea cuadros probados
que no se dejen exaltar por las palabras o aterrorizar por la represión. Pero
es necesario que un partido de estas condiciones exista desde mucho antes de la
revolución en la medida en que el proceso de formación de cuadros exige plazos
considerables y que la revolución no deja tiempo para ello.” /30
La realidad
era tal en 1936 y 1937 que no existió otro camino que el que pasaba por el
POUM; un partido que por su juventud y su dinamismo no fue un proyecto cerrado,
ni mucho menos terminado, una apuesta imprescindible para la unidad de los
marxistas revolucionarios.
Andy Durgan
es historiador. Autor de El Bloque Obrero y Campesino 1930-1936 (Laertes, 1996)
y The Spanish Civil War (Palgrave, 2007). Es miembro de la Fundació Andreu Nin
1/ Entre 1930 y 1940 Trotsky escribió al menos treinta
y nueve artículos y sesenta y seis cartas, la mayoría de los cuales fueron
publicados en esa época, que se refieren a los acontecimientos del Estado
español. La colección más completa, a pesar de algunos fallos de edición y
traducción, se encuentra en: L. Trotsky, La Revolución Española, 2
tomos(Barcelona, 1977), editados por Pierre Broué.
2/ Nin, A. “El problema de los órganos de poder en la
revolución española”, Juillet. Revue Internationale du POUM nº 1,
París-Barcelona, junio de 1937.
Andrés Nin / El
problema de los órganos de poder en la revolución española* (1937)
3/ Por un
análisis matizado y inteligente del desarrollo del trotskismo ver, Bensaïd, D.
(2007) Trotskismos Barcelona: Viejo Topo; Callinicos, A. (1990) Trotskyism.
OUP; Cliff, T. (2005) El trotskismo después de Trotsky. En lucha.
4/ Gironella
(Enric Adroher) (1939), “Sobre los errores cometidos por el POUM”, POUM,
L’experience Espagnole, París.
5/ Citado
en: Rous,J(1935) Rapportsurla fusion de la Gauche Communiste d’Espagne (Section
de la LCI) et le BOC (Bloc ouvrier et paysan, Maurín), septiembre de 1935;
reproducido en: Trotsky, op.cit., tomo 2, pág. 370.
6/ “Es
preciso superar las divergencias pasadas”, 16 de agosto de 1936, op. cit.,
págs. 65-66.
7/ “No somos
más que espectadores” (Extracto de una carta a Víctor Serge), 19 de agosto
de1936, op.cit., pág. 68.
(Extractos de cartas a Víctor Serge)
Fuente
Leon Trotsky LA REVOLUCIÓN
ESPAÑOL (1930-1939)
León
Trotsky, escritos sobre España (La revolución española al día)
Fuente:
León Trotsky ESCRITOS SOBRE ESPAÑA (1830- 1932)
8/ Ídem, pág. 22.
9/ “Lección
de España: última advertencia”, 17 de diciembre de 1937, op.cit, pág. 228; “El POUM, Partido centrista”, Carta a Daniel Guerin, 10 de
marzo de 1939, op. cit., pág. 279.
10/ Gorkín,
J. “EI error fundamental”, POUM, L’experience Espagnole.
11/ La
Batalla, 14 de marzo de 1937.
12/ “¿Es
posible la victoria?”, 23 de abril de 1937, Trotsky, op. cit., pág. 107
(traducción corregida desde la versión inglesa).
13/ Solano, W. (1999) El POUM en la historia.
Madrid, pág. 94.
15/ “Reunión
del Subsecretariado Internacional del POUM, 14 de mayo de 1937. Informe del
camarada Gorkín sobre las jornadas de Mayo”, reproducido en Balance, Cuaderno
nº 2, junio de 1995.
16/ “El significado y alcance de las jornadas de mayo frente a la
contrarrevolución” (Manifiesto del Comité Central del POUM), 12 de mayo de 1937,
Nin, A.(1978) La Revolución Española. Barcelona, pág. 286.
17/ “La
verificación de las ideas y de los individuos a través de la experiencia de la
revolución española”, 24 de agosto de 1937, Trotsky, op. cit., págs. 144,
147-8.
18/ “El POUM, Partido centrista…”, ídem pág.
280.
19/ Romero,
M. (1988) “Catalunya, mayo de 1937 el final de la revolución”, en Fundación
Andreu Nin, Lossucesos de mayo de 1937. Una revolución en la República. Madrid.
pág.101.
20/ Para los
escritos de Rebull ver Trotsky, op. cit., págs.507-516; y Balance: http://es.geocities.com/hbalance2000/.
21/ “Reunión
del Subsecretariado Internacional…”.
22/ Gironella, “Sobre los errores…”.
23/ Gorkín,
“EI error fundamental…”.
24/
Gironella, “Sobre los errores…”.
25/ “El
POUM, un Partido centrista…”, Trotsky, op.cit, págs. 280-281.
26/ B.N., “Rapport Interieur”, Barcelona,
6.7.37, en A. Guillamón (ed.), (1996) Documentación histórica del trosquismo
español (1936-1948). Madrid, págs. 139-140.
27/ Molyneux,J. (1981) Leon Trotsky’s Theory of
Revolution. Brighton, pág. 185.
28/ Trotsky,
L. (1973) El programa de transición para la revolución socialista.
Buenos Aires, pág. 52; “The founding of the Fourth International”, 18 de
octubre de 1938, Writings of Leon Trotsky 1938-39 (1974) Nueva York, pág. 87;
“Lección de España…”, Trotsky, op. cit., pág. 239.
29/ Hallas,
D. (1979) Trotsky’s Marxism. Londres, págs. 103-104.
30/ “Clase, Partido y dirección: ¿por qué ha sido vencido el
proletariado español?”, 20 de agosto de 1940, Trotsky, op.
cit., págs. 313-314
Vida, obra y
muerte de Andreu Nin
Los crímenes
de Stalin. Nikita Khrushchev Informe Secreto al XX Congreso del PCUS, 25 de
febrero de 1956
El terror
estalinista en Barcelona 1938 (Agustín Guillamón)
Andreu Nin y
Joaquín Maurín: vidas paralelas, por Wilebaldo Solano
Wilebaldo
Solano. La larga marcha por la verdad sobre Andreu Nin
Trotski y el
POUM: un balance. Ignacio Iglesias
(Carta a Daniel Guérin, 10 de marzo de 1939)
Publicado en mayo de 1938: Programa de Transición: La agonía del capitalismo y las tareas de la IV Internacional
Andrés Nin.
Los problemas de la revolución española
Andreu Nin.
Los órganos de poder y la revolución española mayo 1937
Andrés Nin
La concepción marxista del poder y la revolución española
Burocracia y
capitalismo de Estado. Ignacio
Iglesias
Trotsky
justificando la represión de la insurrección de Kronstadt.
La Comuna de
Cronstadt Crepúsculo sangriento de los Soviets
León Trotsky ESCRITOS SOBRE ESPAÑA 1930- 1932
Leon Trotsky LA REVOLUCIÓN
ESPAÑOLA (1930-1939)
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