Índice:
De los orígenes a la Alianza Obrera
El POUM, la revolución y la guerra
La lucha contra el estalinismo en plena guerra
La clandestinidad franquista y el exilio político
NOTAS:
De los
orígenes a la Alianza Obrera
El Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) fue fundado en
Barcelona, en plena clandestinidad, el 29 de septiembre de 1935, sobre la base
de la fusión del Bloque Obrero y Campesino y de la Izquierda Comunista. Su
creación se produjo en un período crucial de la historia del movimiento obrero
español: el comprendido entre la revolución de octubre de 1934 y la sublevación
militar-fascista de julio de 1936.
El Bloque Obrero y Campesino(1) había nacido en Tarrasa el 1º de
marzo de 1931 —en vísperas de la caída de la monarquía y de la proclamación de
la República— como resultante de la fusión del Partit Comunista Catalá,
organización de jóvenes militantes (Jordi Arquer, Víctor Colomer, Joan Farré
Gassó, Josep Rodes, Josep Coll) procedentes del sindicalismo revolucionario y
del catalanismo radical y surgida durante la dictadura del general Primo de
Rivera, y la Federación Catalano-Balear del Partido Comunista de España
(Joaquín Maurín, Pedro Bonet, David Rey [seudónimo de Daniel Rebull Cabré].
Éstas organizaciones coincidieron en tres
puntos capitales: el análisis del carácter de la revolución española, la
interpretación del problema de las nacionalidades y la oposición a los métodos
que la Internacional Comunista en plena degeneración, bajo la dirección de
Stalin, quería imponer en el movimiento obrero de nuestro país.
La Federación Catalano-Balear había ocupado siempre una posición especial
en el seno del Partido Comunista. Sus animadores y su dirigente más destacado
procedían del movimiento anarcosindicalista, en el que habían asumido
responsabilidades importantes. En 1921-1922 formaron los Comités Sindicalistas
Revolucionarios, lanzaron La Batalla y levantaron la bandera
de la Revolución Rusa. Fueron, pues, con los jóvenes socialistas que fundaron
en Madrid el Partido Comunista en 1920 (Luis Portela y Juan Andrade, entre
otros), los pioneros del movimiento comunista en España y los más enérgicos
defensores de la revolución de Octubre.
La formación del Bloque Obrero y Campesino (BOC) consagró la ruptura de
la Federación Catalano-Balear con el Partido Comunista, que se encontraba
entonces en plena crisis. En efecto, en Madrid se había creado una Agrupación
Comunista autónoma y las organizaciones de Valencia, Castellón y ciertos
núcleos de Asturias mantenían relaciones políticas muy estrechas con "el
grupo de La Batalla", como se decía entonces. Por otra parte,
desde hacía algún tiempo, en el exilio (Francia y Bélgica) y en España (Madrid
y Asturias) había militantes significados que no ocultaban sus simpatías por la
Oposición de Izquierda Internacional animada por León Trotsky. En el espacio de
dos años apenas, el Bloque Obrero y Campesino se convirtió en el primer partido
obrero de Cataluña. Introdujo el marxismo en un movimiento obrero en el que hasta
entonces predominaba el anarcosindicalismo, se implantó sólidamente en el
movimiento sindical (las federaciones sindicales de Gerona, Tarragona y Lérida
fueron excluidas de la CNT por estar animadas por militantes del BOC), creó
potentes organizaciones campesinas como la Unión Agraria de Lérida y un
movimiento revolucionario de la juventud (la Juventud Comunista Ibérica). El
semanario La Batalla, los libros de Maurín y los folletos lanzados
por su servicio de publicaciones llevaron las ideas del BOC a todo el país y
facilitaron la extensión del partido a otras regiones de la Península, en
particular Valencia, Aragón y Asturias. En el congreso que el BOC celebró en
abril de 1934 se comprobó que la organización tenía 4.500 militantes, 74
secciones y 145 núcleos en período de formación. Estas cifras resultaban
relativamente importantes en una época en que los partidos obreros eran
partidos de cuadros y las centrales sindicales organizaciones de masas. Por
esta razón la importancia real de los partidos no se medía por el número de sus
militantes, sino por la influencia que éstas y aquéllos tenían en el rico
tejido social de entonces, formado por los sindicatos, las asociaciones, los
ateneos y todos los demás centros culturales y recreativos.
La Izquierda Comunista (ICE) procedía de la Oposición que en 1930 se
constituyó en el seno del Partido Comunista de España a partir de la plataforma
de la Oposición rusa e internacional creada por Trotsky (2). Formada por
militantes muy valiosos, como Nin, Andrade, García Palacios, Loredo Aparicio,
Fersen [seudónimo de Enrique Fernández Sendón] y tantos otros, la ICE realizó
una labor considerable de formación y educación política gracias a su revista
teórica Comunismo (3), a sus folletos y libros y a sus
conferenciantes y propagandistas; pero quizás por el hecho de aparecer durante
mucho tiempo como un grupo de oposición al Partido Comunista y no como una
organización plenamente independiente, no consiguió progresar al mismo ritmo
que el BOC (4). Sin embargo, sus ideas y sus militantes influyeron notablemente
en la evolución del movimiento obrero español, en particular en Madrid,
Asturias y Extremadura.
El Bloque Obrero y Campesino y la Izquierda Comunista actuaron por
separado durante los primeros años de la República, pese a que las diferencias
que les separaban no eran fundamentales y pese a que sus principales dirigentes
—Nin, Andrade y García Palacios, por una parte, Maurín, Bonet y Portela, por
otra— habían marchado juntos para defender la Revolución Rusa e introducir el
marxismo revolucionario en España. Pero éstos volvieron a encontrarse en el
seno de la Alianza Obrera (5) a finales de 1933 y comienzos de 1934.
La Alianza Obrera, creada en Cataluña por iniciativa del Bloque Obrero y
Campesino, tuvo la virtud de reunir en un período de reflujo, después de la
victoria electoral de la coalición Lerroux-Gil Robles, a todas las
organizaciones políticas y sindicales catalanas con la excepción de la CNT, que
se mantuvo en su apoliticismo tradicional. El éxito de esta
iniciativa de frente único favoreció la recuperación del movimiento obrero en
toda la Península.
El triunfo de Hitler en Alemania y sus graves consecuencias para el
movimiento obrero europeo dieron un fuerte impulso a los sentimientos unitarios
y a la lucha contra el fascismo en todas partes. La Alianza Obrera de Cataluña
se convirtió en el gran heraldo de la unidad en el momento en que el Partido
Socialista iniciaba una importante rectificación política tras los resultados
de su colaboración ministerial con los republicanos en el llamado "primer
bienio" (6). El Socialista de Madrid proclamó en
un célebre editorial que "Cataluña estaba a la cabeza". Y ello era
tan cierto que el ejemplo de Barcelona se imitaba en otros lugares. La Alianza
Obrera se extendió rápidamente a Valencia, Madrid y Asturias, y en esta última
región obtuvo el concurso entusiasta y precioso de la CNT.
Sin embargo, el movimiento revolucionario de octubre de 1934 fracasó
porque la Alianza Obrera no había logrado dotarse de las estructuras apropiadas
en todo el país y establecer una coordinación efectiva de las luchas obreras y
campesinas. La Comuna de Asturias —los
trabajadores conquistaron el poder y se mantuvieron durante quince días—apareció
como una vanguardia aislada. La Alianza Obrera organizó una huelga general
impresionante en Cataluña sin el concurso de la CNT, mas no pudo llevar la
lucha a un nivel superior a causa de la capitulación de la Generalitat y de la
inhibición de los anarcosindicalistas. Sin embargo, el fracaso mayor se produjo
en Madrid y en otras ciudades importantes, donde el Partido Socialista, fuerza
predominante, no fue capaz de organizar y dirigir la lucha.
Después del fracaso del movimiento de Octubre, todas las organizaciones
obreras hicieron, mejor o peor, el análisis crítico de la experiencia vivida.
El Bloque Obrero y Campesino y la Izquierda Comunista, cada día más próximos
desde la creación de la Alianza Obrera, coincidieron en la interpretación de
las causas del fracaso de Octubre y en la definición de las nuevas perspectivas
políticas. Para Nin, el movimiento no había podido triunfar a causa de las
insuficiencias del Partido Socialista y de la ausencia de un
gran partido revolucionario. Para el Bloque Obrero y Campesino, las
lecciones de la insurrección de Octubre conducían a replantearse toda la
perspectiva política y a fijarse los siguientes objetivos: "Unidad de acción: Alianza Obrera. Unidad
sindical: una sola central sindical. Unidad política: un solo partido
socialista revolucionario" (7). Tales eran las conclusiones de
un largo análisis de la situación política del movimiento obrero escrito en
enero de 1935 y suscrito por el Bloque Obrero y Campesino y la Juventud
Comunista Ibérica.
Los problemas planteados por la ICE y el BOC estaban en discusión en
todos los sectores del movimiento obrero. Y la realidad es que en 1935 se abrió
en todo el país un importante proceso de reagrupación y de unificación. Las dos
principales tendencias de la CNT, organización que había sufrido graves crisis
y escisiones en los años anteriores, se reunificaron en el congreso de Zaragoza
en mayo de 1936. Las Juventudes Comunistas y las Socialistas se unieron en
una sola organización, las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU), que no
tardó en caer bajo la dependencia del estalinismo. Para ser más precisos,
conviene decir que el equipo de Carrillo-Melchor-Laín, que había mantenido
excelentes relaciones con la Izquierda Comunista, el Bloque Obrero y Campesino
y la Juventud Comunista Ibérica en su período de bolchevización,
sobre todo meses antes y meses después de octubre de 1934, y que había llegado
a solicitar que dichas organizaciones ingresaran en el Partido y las Juventudes
Socialistas para facilitar la radicalización del socialismo, dio un viraje
sorprendente en otoño de 1935.
Ese viraje consistió en una aproximación hacia Moscú y la Internacional
Comunista, el abandono de las tesis bolchevizadoras y la
aceptación de las concepciones del Frente Popular y del Frente de la Nueva
Generación. Todo concluyó en un viaje de Carrillo a Moscú, donde se
establecieron las bases definitivas de la unificación de las Juventudes
Socialistas y Comunistas. Este resultado iba a tener consecuencias enormes en
la correlación de fuerzas en el movimiento obrero y en las luchas políticas
antes y después de julio de 1936. Como se sabe, las Juventudes Socialistas
Unificadas salieron de la órbita del Partido Socialista y se situaron, en la
práctica, en el terreno del Partido Comunista.
El POUM,
la revolución y la guerra
El proceso de unificación se desarrolló de un modo diferente en Cataluña.
Se inició con todas las organizaciones políticas que figuraban en la Alianza
Obrera, puesto que todas habían comprobado juntas sus insuficiencias en octubre
de 1934. Esas organizaciones eran el Bloque Obrero y Campesino, la Izquierda
Comunista, el Partit Catalá Proletari, el Partit Comunista de Catalunya, la
Federación Catalana del PSOE y la Unió Socialista de Catalunya. Las principales
reuniones de discusión se realizaron los días 6 y 13 de abril de 1935. En la
primera reunión se fijaron unos puntos básicos de la discusión para la fusión sobre la base del marxismo revolucionario
(8). Pero no tardó en comprobarse que en el fondo había dos bloques: los
que se reclamaban del marxismo
revolucionario de un modo efectivo y los grupos reformistas que se acercaban
ideológicamente al estalinismo atraídos por la nueva política frentepopulista
de éste. Los primeros, que poseían secciones, militantes y simpatizantes en
diversas nacionalidades y regiones de la península, es decir, el Bloque Obrero
y Campesino y la Izquierda Comunista, se negaron a integrarse en una
organización reducida a Cataluña, y decidieron formar el Partido Obrero de
Unificación Marxista (POUM). Los segundos crearon más tarde, precipitadamente,
en julio de 1936, el Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC),
formación que no tardó en adherirse a la Internacional Comunista y en
colocarse, como las JSU, bajo la dependencia del estalinismo.
El POUM surgió, el 29 de septiembre de 1935, tras largas discusiones en
el seno de las dos organizaciones que lo formaron, con una triple finalidad:
llevar hasta el fin la estrategia de la Alianza Obrera, impulsar la unificación
de la CNT, la UGT y los sindicatos autónomos en una sola central sindical y
reunir a todos los marxistas revolucionarios en un solo partido. Estos
objetivos, largamente pensados y madurados, obedecían a un proyecto sin
equívocos: colocar al proletariado español en condiciones de coronar el proceso
político iniciado en 1930-1931 con la caída de la monarquía con la victoria de
la revolución socialista, único medio, tras el fracaso de la II República, de
transformar radicalmente la sociedad española, superando la impotencia de la
burguesía para realizar las tareas que la historia imponía desde hacía luengos
años.
El POUM no fue, por tanto, una improvisación de circunstancias, un
reflejo de un fenómeno exterior al país y a sus inquietudes profundas, sino el
producto de una larga elaboración en el seno mismo del movimiento obrero, que
arrancaba de la doble ruptura de los años 20 con el oportunismo socialdemócrata
y con el aventurerismo anarquista, bajo la influencia determinante de la
revolución de Octubre de 1917. Por eso mismo, una buena parte de los militantes
que se solidarizaron con Lenin y Trotsky y fundaron el Partido Comunista
volvieron a encontrarse en el POUM tras las experiencias del Bloque Obrero y
Campesino y de la Izquierda Comunista, organizaciones surgidas frente a la
degeneración burocrática de la Revolución Rusa y de la Internacional Comunista.
Se realizaba así una especie de síntesis de un largo proceso dialéctico. Era
natural, pues, que el nuevo partido se encontrara mejor armado que otros para
comprender e interpretar el proceso revolucionario hispano.
El POUM aparecía en la escena política española e internacional con su
tríptico unitario (frente único obrero,
unidad sindical, unidad de los marxistas revolucionarios) porque estaba
firmemente convencido, como se puede colegir de su literatura política, de que
en la Europa avasallada por el fascismo, donde la clase obrera había sufrido
derrota tras derrota, se acercaba la hora del enfrentamiento brutal entre las
fuerzas reaccionarias y revolucionarias españolas, enfrentamiento del que iba a
depender el destino de Europa durante largo tiempo.
Había que armarse ideológica, política y orgánicamente para vencer en
España y cerrar así el paso a la expansión del fascismo en Europa, impidiendo
la segunda guerra mundial y abriendo una perspectiva de liberación al
movimiento obrero de nuestro continente. Y el POUM desvelaba sus armas.
En el momento de su fundación, el POUM tenía unos 8.000 militantes y
cerca de 40.000 simpatizantes. En Cataluña, animaba la Federación Obrera de
Unidad Sindical (FOUS), formada por los sindicatos de Lérida, Tarragona y
Gerona excluidos de la CNT por "estar dirigidos por marxistas", y
multitud de sindicatos autónomos. Y animaba también potentes organizaciones
campesinas, como la Unión Agraria de Lérida, aparte de tener una influencia
nada desdeñable en la Unió de Rabassaires (9). Por otra parte, el POUM
contaba con una organización juvenil, la Juventud Comunista Ibérica, que era ya
bastante fuerte en Cataluña y Levante, organización que iba a conocer un
ascenso considerable algunos meses después.
EL POUM brotó como una gran esperanza y fue muy pronto algo más que la
suma de dos organizaciones. Fue en seguida el primer partido obrero de
Cataluña. Luego, con relativa rapidez, sobre la base de las posiciones que ya
tenía en Valencia, Madrid, Asturias, Andalucía y Extremadura, se fue
extendiendo por toda la Península. La organización de Galicia, en pleno
desarrollo, estaba celebrando un pleno en Santiago de Compostela el día que
estalló la insurrección militar-fascista, el 18 de julio. Según un documento
del comité ejecutivo del POUM del 10 de diciembre de 1935, la Izquierda
Comunista había aportado en el momento de la fusión secciones o núcleos en
Pamplona, Astillero (Santander), Gijón, Santiago de Compostela, Salamanca,
Madrid, Villada (Palencia), Llerena (Badajoz), Sevilla, Bilbao, Lugo "y
otros repartidos en las diversas provincias de España".
En el curso de los primeros meses de 1936, año que definió como "año
crucial"(10), el POUM, fiel a su política de unidad obrera, puso en
guardia a los trabajadores ante la euforia artificial del Frente Popular y
recordó sin descanso que la alternativa histórica se presentaba así: socialismo
o fascismo. Sin hipotecar su independencia de clase, formó parte de la
coalición obrero-republicana del 16 de febrero y contribuyó así a asegurar la
victoria electoral, que supuso la liberación de los presos de octubre de 1934 y
la apertura de una nueva etapa política en el país.
Los días 19, 20 y 21 de julio de 1936, los militantes del POUM se
movilizaron en todo el país para hacer frente a la agresión militar-fascista.
La intervención del POUM en las batallas de Barcelona, de Valencia, de Lérida y
en las luchas de Madrid y de otras ciudades está en la historia. Germinal
Vidal, secretario general de la JCI, murió en la plaza de la Universidad de
Barcelona junto con otros militantes, combatiendo contra los sublevados. En
Barbastro, la acción decidida de un grupo de soldados de la JCI y de José
Rodes, comisario político de Lérida, evitó que la brigada del coronel Villalba
se incorporara a la rebelión. En Galicia, Luis Rastrollo, secretario de la
Federación del POUM, se puso al frente de la resistencia armada. En Llerena
(Extremadura), los mejores militantes del POUM cayeron defendiendo la ciudad
contra las tropas de Queipo de Llano. En Asturias, Luis Grossi, Emilio García y
otros militantes valiosos murieron en los frentes de Oviedo.
Apenas terminados los combates de julio, el POUM organizó unidades de
milicias en Cataluña, Levante, Aragón y Madrid. La primera "brigada internacional" que se formó
en España fue la Columna Internacional Lenin, creada por el POUM en el frente
de Aragón en julio de 1936 (11). En ella combatieron, junto con
militantes revolucionarios de Italia, Alemania, Francia, Bélgica y otros
países, los grandes escritores George Orwell (12) y Benjamín Péret (13).
Las milicias de Cataluña, agrupadas en la División Lenin, más tarde 29ª
División, combatieron en los frentes de Aragón. Centenares de militantes
sucumbieron en la desgraciada operación de Mallorca. Las milicias de Castellón
y Valencia intervinieron en la conquista de Ibiza, en el cerco de Teruel y en
la defensa de Madrid. La Columna motorizada del POUM de Madrid, inmortalizada
en el libro de la escritora argentina Mika
Etchebéhère (Mi guerra de España (14)),
participa en la toma de Sigüenza y sus componentes se cubrieron de gloria
después, bajo el mando de Mika, en las trincheras de la Moncloa, en la División
de Cipriano Mera.
En los primeros meses del proceso revolucionario y de la guerra, el
impulso general aseguró la unidad de las organizaciones obreras y
antifascistas. El POUM participó en el Comité de Milicias (15) y en el
Consejo de Economía de Cataluña, en el Comité Ejecutivo Popular de Valencia, en
el Comité Revolucionario de Lérida y en infinidad de organismos y comités de
frente único que se constituyeron en toda la zona controlada por las fuerzas
obreras y republicanas. En cambio, no participó en la Junta de Defensa de
Madrid porque la embajada rusa opuso su veto directamente y el PCE y las JSU lo
impusieron a las demás organizaciones.
El POUM realizó un esfuerzo de información, de propaganda y de educación sin
precedentes. En la reunión del comité central ampliado celebrada en Barcelona
en diciembre de 1936 —en el preciso momento en que, bajo la presión de los
representantes de Stalin en España, se preparaba la eliminación del POUM del
Consell de la Generalitat de Cataluña—, el partido hizo un balance de semejante
esfuerzo (16). El POUM
contaba con unos 45.000 militantes y una cifra de simpatizantes mucho más
importante. Publicaba seis periódicos diarios: La Batalla (30.000
ejemplares) en Barcelona; Adelante en Lérida, L'Espurna en
Gerona, Front en Tarrasa, El Pla de Bages en
Manresa y El Combatiente Rojo en Madrid. Tenía una serie de
semanarios importantes: POUM en Madrid, El Comunista de
Valencia, L'Hora de Barcelona, entre otros; más los publicados
por la Juventud Comunista Ibérica: Juventud Comunista, órgano
central, en Barcelona (15.000 ejemplares), La Antorcha en
Madrid, Juventud Roja en Castellón, Combat en
Lérida, Acció en Tarragona. Por otra parte, la Secretaría
internacional del POUM publicaba regularmente La Revolución Española en
francés, inglés, alemán e italiano, y una revista teórica en francés, Juillet.
A este conjunto conviene añadir La Nueva Era, órgano teórico y,
asimismo, Generación Roja, revista de educación política de la JCI.
Toda esta labor en el dominio de la prensa fue completada con la actividad de
la Editorial Marxista que, bajo la dirección de Juan Andrade, lanzó al mercado
numerosos libros de teoría marxista y una serie impresionante de folletos de
divulgación política, y en particular muchas obras que los estalinistas no
publicaban ya o tenían proscritas a causa de los cambios que se habían operado
en Moscú en el período 1926-1936. Los nombres de Gregori Zinoviev (17),
de Víctor Serge, de Nikolai Bujarin (18) y de tantos otros volvieron a
aparecer en los kioscos y librerías con gran escándalo de los representantes de
Stalin en España.
Durante todo el curso de la revolución —incluso en el breve período de
participación en el Consell de la Generalitat de Cataluña (19), cuando
Andreu Nin organizó la justicia revolucionaria, impuso la mayoría de edad a los
dieciocho años y sentó las bases de una legislación liberadora de la mujer— el
POUM se afirmó claramente como una fuerza marxista revolucionaria, defendiendo
intransigentemente su concepción de la revolución democrático-socialista,
sosteniendo contra viento y marea que la guerra y la revolución eran
inseparables, buscando la alianza con las fuerzas susceptibles de conducir el
proceso revolucionario hasta la victoria. Su consigna central fue: "sobre el fascismo haremos triunfar la
revolución socialista" (20).
La lucha
contra el estalinismo en plena guerra
A mediados de 1936 y en los años 1937 y 1938, el POUM tuvo que
enfrentarse con una de las realidades más trágicas del proceso revolucionario:
la intervención declarada de la burocracia rusa (hecho que han terminado por
reconocer la mayor parte de los dirigentes del Partido Comunista) y la acción
contrarrevolucionaria del estalinismo. Mientras los oposicionistas rusos, los
compañeros de armas de Lenin y Trotsky sucumbían en condiciones ignominiosas
(procesos de Moscú (21)) o iban a parar a los campos del Gulag, en la
otra punta de Europa los militantes del POUM luchaban y morían para abrir una
perspectiva de renovación al movimiento surgido de la Revolución Rusa.
Tomando como pretexto las Jornadas de Mayo de 1937 —sublevación del
proletariado de Barcelona contra una provocación preparada para despojarle de
sus conquistas revolucionarias—, los consejeros extranjeros del PCE (Togliatti,
Stepanov, Gerö, Codovila, etc.) comenzaron por derribar el gobierno de Largo
Caballero, que, como se sabe, se había opuesto reiteradamente a sus exigencias,
y abrieron paso a la "fórmula Negrín",
que les ofrecía casi todas las garantías que Stalin reclamaba para proseguir su
"ayuda a la República Española",
una ayuda pagada con creces económica y políticamente. Eliminado Largo
Caballero, los objetivos fueron la limitación drástica de la autonomía de
Cataluña (22), la neutralización de la CNT y la destrucción del POUM.
El 16 de junio de 1937, una brigada de la policía estalinista, controlada
y dirigida por agentes de la GPU rusa, dio un golpe contra el POUM, sus
dirigentes, sus locales y sus medios de expresión, sirviéndose de los resortes
del aparato del Estado que estaban en sus manos o que no se atrevían a
resistirles. Andreu Nin y la mayor parte de los dirigentes del POUM fueron
detenidos y secuestrados sin que las autoridades de la Generalitat de Cataluña
fueran advertidas ni consultadas. Nin fue trasladado rápidamente a Valencia y
luego a Madrid y Alcalá de Henares, donde, al parecer, fue torturado y
asesinado. Todo esto sin que los ministros de Gobernación (el socialista
Zugazagoitia) y de Justicia (el nacionalista vasco Irujo) tuvieran la menor
noticia de lo sucedido. Juan Andrade, Pedro Bonet, Julián Gorkin [seudónimo de
Julián Gómez García], David Rey y José Escuder fueron trasladados de Barcelona a
Valencia, de Valencia a una checa (23) de Madrid y,
finalmente, de nuevo a Valencia, saliendo así de su incomunicación.
Cartel de las Juventudes Socialistas Unificadas
[JSU] (comunistas) denunciando al POUM como “fascista”.
Evidentemente, para justificar semejantes desmanes y el crimen cometido
con Nin, la prensa estalinista, tras unos días de vacilaciones, lanzó una
campaña infamante presentando a los dirigentes del POUM como "espías" y "agentes de Franco", insinuando que
Nin podía estar "en Salamanca o en
Berlín". La reacción fue inmediata. Los militantes del POUM,
organizados en la clandestinidad, iniciaron una vasta campaña para exigir
aclaraciones públicas sobre la desaparición de Nin, la libertad de los
militantes detenidos y el retorno a la legalidad de su partido. Algunos
periódicos cenetistas y socialistas denunciaron los hechos represivos y
salieron en defensa del POUM. Pero nadie pudo contener el furor destructor de
la GPU y de los dirigentes estalinistas, que, desgraciadamente, ocupaban posiciones
cada vez más importantes en el aparato del Estado.
Contrariamente a lo que han sostenido algunos historiadores, el POUM no
desapareció tras el golpe del 16 de junio de 1937. Al contrario, las
organizaciones del POUM y de la Juventud Comunista Ibérica se mantuvieron en la
clandestinidad hasta el fin de la guerra. La mejor prueba de ello son sus
publicaciones, en particular La Batalla y Juventud
Obrera, que se publicaron con una regularidad asombrosa hasta mayo de 1938,
semana tras semana, provocando la irritación pública de los dirigentes del PCE,
del PSUC y de las JSU. Esas publicaciones constituyen una mina de informaciones
para los historiadores de hoy.
En medio de grandes dificultades, el POUM hizo frente a la campaña de
calumnias organizada por los estalinistas, protegió a sus militantes en los
frentes, mantuvo relaciones regulares con todas las organizaciones
antifascistas y, en particular, con la CNT y la izquierda socialista de Largo
Caballero —a los que incitó constantemente a la resistencia al terrorismo y a
las manipulaciones estalinistas— y alimentó una campaña internacional destinada
a denunciar los asesinatos de Andreu Nin, Kurt Landau (24), Camillo
Berneri (25), José María Martínez y muchos otros, y a evitar que se
reprodujeran en España los procesos de Moscú.
Porque la intención era esa: descubrir y condenar a "traidores
trotskistas" en España para justificar a posteriori los
procesos de Moscú contra las primeras figuras del bolchevismo, procesos que
habían suscitado un movimiento de repulsa y de horror en los círculos más
avanzados del movimiento socialista y de la intelectualidad europea de
izquierda.
Después de un golpe policiaco destinado a desbaratar el aparato
clandestino del POUM, del que fuimos víctimas los dirigentes del POUM y de la
JCI que habíamos logrado escapar a la represión de junio de 1937 (José Rodes,
Joan Farré, Jordi Arquer y yo), golpe que tuvo consecuencias bastante
desastrosas para la resistencia organizada de los poumistas, se aceleraron los
preparativos del gran proceso que tenía que justificar toda la
operación estalinista, confundir a los dirigentes del POUM y reducir a la
impotencia a la tendencia Largo Caballero-Araquistain e incluso a la propia
CNT. Más todo esto fracasó estrepitosamente gracias al sacrificio de Andreu Nin
y a la resistencia de sus compañeros más representativos.
España, pese a todo, no era la Rusia de Stalin. El Tribunal Central
Especial de Espionaje y Alta Traición estaba formado por hombres que
simpatizaban con el socialismo y que no se rindieron ante las presiones que se
ejercieron sobre ellos (26). Por lo demás, aparte de que personalidades como
Francisco Largo Caballero, Luis Araquistain, Federica Montseny y Josep
Tarradellas garantizaron públicamente que los procesados eran militantes
revolucionarios con un brillante historial político, Andrade, Bonet, Gorkin,
Gironella [seudónimo de Enrique Adroher Pascual] y Escuder defendieron su honor
de revolucionarios, refutaron todas las acusaciones estalinistas y denunciaron
vigorosamente el asesinato de Nin.
El tribunal descartó en seguida todas las acusaciones de "espionaje
y alta traición" y condenó a unos años de cárcel a los encausados por su
actuación durante... las jornadas de mayo de 1937 en Barcelona. En la sentencia
se hacía casi un elogio de los procesados al recordar y destacar su prestigiosa
historia militante. La decepción y el furor de la GPU y de los dirigentes
estalinistas fueron tan grandes que la censura del gobierno Negrín, controlada
por ellos, prohibió la publicación de la sentencia del tribunal, razón por la
cual ésta se convirtió en un documento político de propaganda en favor del
POUM.
Este hecho, como muchos otros que se produjeron en los meses siguientes,
demostró que España no podía ser sometida a un régimen de democracia
popular como los que iban a organizarse diez años después en varios
países del Este europeo. No obstante, la intención era ésa, como ha confesado
el propio Santiago Carrillo en declaraciones recientes (27). Es decir,
instaurar un régimen en el que el Partido Comunista, a través de sus
organizaciones y de sus compañeros de viaje (28)
instalados en el aparato del Estado, el Ejército y la Policía, pudiera ejercer
francamente su dictadura, eliminando a todos los que se oponían a sus designios
y, en primer término, al POUM, a la CNT y a la izquierda socialista de Largo
Caballero.
En todo caso, el POUM no cedió, no transigió, no capituló ni en los
frentes ni en la retaguardia, ni en las prisiones ni ante los tribunales de
represión. Sus militantes prosiguieron la guerra contra Franco en todos los
frentes y militaron por la causa del socialismo hasta el último día. Andreu
Nin, torturado y asesinado en condiciones odiosas, simboliza en la historia la
resistencia heroica del movimiento obrero español, en plena revolución, a la
reacción estalinista. Y, con él, todos los militantes que, como el economista
vasco José Mª Arenillas, el comisario político Marciano Mena, los maestros Juan
Hervás, Joan Baptista Xuriguera y Jaime Trepat, animadores de la Escuela Nueva
Unificada de Cataluña, fueron también víctimas de los crímenes del estalinismo.
El caso del POUM no tiene precedentes ni puede compararse con ningún
otro. Mientras Joaquín Maurín y muchos otros militantes destacados se
encontraban en las prisiones de Franco acusados de comunistas o marxistas —por
lo que no pocos comparecieron ante los pelotones de ejecución, como José Luis
Arenillas, secretario del partido en Euskadi, Luis Rastrollo, secretario del
partido en Galicia, Julio Alutiz o Eusebio Cortezón, miembros del comité
central—, Nin era asesinado en la zona republicana y se organizaba un proceso y
una violenta represión contra el POUM y la JCI, represión que se cebaba también
con los oficiales y los soldados del POUM que combatían en el Jarama y el Ebro,
en las riberas del Segre y en el corazón de Cataluña, a los que no se vacilaba
en acusar de ser "agentes de Franco". Los principales organizadores
de la derrota, los que a la sombra de Negrín preparaban el desastre o la
capitulación, contrajeron así una inmensa responsabilidad ante la historia.
La
clandestinidad franquista y el exilio político
Terminada la Guerra Civil, los militantes del POUM que por las causas más
diversas permanecieron en España, pasaron sin solución de continuidad de la
resistencia al estalinismo a la nueva resistencia al terror franquista. Uno de
los primeros periódicos clandestinos que aparecieron en 1939 en el país
fue El Combatiente Rojo, órgano de nuestros camaradas de Madrid. En
Cataluña el Frente de la Libertad, primera organización de resistencia, fue
creada y animada por militantes del POUM. Entre 1944 y 1950, es decir, en los
años más duros del franquismo, La Batalla, Adelante, Catalunya
Socialista y otras muchas publicaciones aseguraron la presencia del
POUM en las luchas contra la dictadura. Estas actividades, así como las
realizadas durante la revolución y la guerra, supusieron para los militantes
que cayeron en manos de la policía muchos y largos años de prisión o de
presidio.
Pero tampoco el exilio fue fácil para los que lograron salir de España.
No hubo en ninguna parte cuarteles de invierno. Los principales
dirigentes del POUM —los que nos encontrábamos en la Prisión del Estado de
Barcelona— fuimos evacuados de Barcelona por orden de González Peña, ministro
de Justicia socialista, y conducidos cerca de la frontera; consiguieron
liberarnos y fuimos acogidos por un grupo especial del Partido Socialista
Obrero y Campesino de Francia (PSOP) organizado por Marceau Pivert y Daniel
Guerin, que logró trasladarnos a París. Pero millares de militantes fueron a
parar a los campos de concentración de Argelés y de Barcarés, de Bram y de
Vernet, de donde no fue tarea fácil arrancarlos.
Dentro o fuera de los campos de concentración, encerrados o asignados a
residencia en poblaciones donde se carecía de los derechos más elementales, la
vida de los exiliados en Francia fue muy ingrata en los primeros años y durante
la Segunda Guerra Mundial. En noviembre de 1941, un tribunal francés, bajo la
presión de la Gestapo, condenó a largas penas de prisión o de trabajos forzados
a varios militantes del POUM acusados de haber reorganizado su partido en
Francia y de mantener contactos con los primeros grupos franceses de
resistencia a la ocupación por los nazis. Este proceso injusto y bárbaro supuso
largos años de encarcelamiento para hombres como Rodes, Andrade, Solano, Farré
Gasso, Coll, Iglesias, Comabella o Zayuelas. Algunos de ellos fueron deportados
a Alemania en 1944, donde coincidieron a veces con otros militantes del POUM
detenidos en otros lugares de Francia y enviados a Dachau, Mauthausen o
Buchenwald...
De un modo general puede decirse que, en contacto con la organización
clandestina de España, los militantes exiliados del POUM aportaron su apoyo a
las organizaciones socialistas revolucionarias clandestinas y facilitaron la
evasión por España de numerosos combatientes y perseguidos de distintas
nacionalidades. Por otra parte, ciertos militantes tuvieron la posibilidad de
incorporarse a las guerrillas organizadas en Francia o de crear grupos de
combate españoles, como en el caso del batallón Libertad que,
junto con una brigada vasca, contribuyó a reducir los últimos fortines de la
resistencia alemana en la costa sur del Atlántico.
Después del fin de la Segunda Guerra Mundial, el POUM pudo operar en la
legalidad en el exilio, manteniendo sus organizaciones y publicando su prensa,
en particular La Batalla, que ha asegurado la continuidad del
marxismo revolucionario durante más de treinta años, celebrando sus
conferencias, realizando múltiples actividades, estableciendo lazos de
camaradería y de fraternidad con las tendencias más avanzadas del movimiento
obrero internacional. Toda esta labor se desarrolló en el marco de la lucha
global contra la dictadura franquista y por la reconstrucción del movimiento
obrero en nuestro país, en relación constante con los grupos clandestinos del
POUM y con las nuevas organizaciones que fueron surgiendo en la clandestinidad,
inspirándose a veces en nuestra tradición histórica y en el marxismo
revolucionario.
Para todas las organizaciones obreras, incluso las más fuertes y las que
contaban con mayores apoyos internacionales, fue muy difícil resistir en los
años más duros de la represión y el terror y, luego, en la época de reflujo de
los años 1950 a 1962, conservar y renovar sus cuadros militantes clandestinos.
Esta tarea resultó todavía más ingrata para el POUM, víctima, a la vez, de la
represión franquista y de las campañas de calumnias del estalinismo.
La reconstrucción del movimiento obrero a través del movimiento
huelguístico de 1962 y el proceso iniciado tras la muerte de Stalin y el XX
Congreso del Partido Comunista de la URSS (PCUS) en 1956, comenzaron a
modificar fundamentalmente la situación y las perspectivas. La lucha histórica
del POUM contra la degeneración estalinista y su interpretación de la
revolución española de 1936 —evolución socialista y no mera "guerra de
independencia nacional"— comenzaron a insertarse en la nueva realidad
española. Y ello provocó la aparición de nuevos grupos y organizaciones,
formados generalmente por jóvenes obreros y estudiantes, muchos de los cuales
se situaban en el terreno del marxismo revolucionario y de la renovación del
socialismo frente al despotismo burocrático. Pero esto es ya otra historia.
NOTAS:
1. Un buen
trabajo monográfico sobre el Bloque Obrero Campesino es el de Andrew Charles
Durgan, BOC 1930-1936 (El Bloque Obrero y Campesino), Barcelona,
Editorial Laertes, 1996.
2. La
Oposición de Izquierda (bolchevique-leninista) fue creada por Trotsky en 1923
como fracción organizada contra el creciente burocratismo. Tras el exilio de
Trotsky en Prinkipo estableció un contacto más estrecho con los grupos
oposicionistas de otros países, constituyéndose en 1930 la Oposición de
Izquierda Internacional como fracción de la IC que perseguía el objetivo de
hacerla volver a sus principios revolucionarios. Hasta 1933 lucharon por la
reforma de la IC y de sus partidos, aunque estaban expulsados de su seno.
Después de la victoria de Hitler ern Alemania, los partidarios de Trotsky
empiezan a impulsar la formación de una nueva internacional, tomando el nombre
de Liga Comunista Internacional que, a partir de la conferencia de Ginebra de
1936, dio paso al Movimiento por la Cuarta Internacional, antecedente para la
fundación oficial de ésta en septiembre de 1938.
3. Una
antología de la revista Comunismo (1931-1934) fue publicada en
1978 por Editorial Fontamara, Barcelona.
4. Un
estudio riguroso sobre la Izquierda Comunista de España puede encontrarse en la
obra de Pelai Pagès El movimiento trotskista en España (1930-1935),
Barcelona, Ediciones Península, 1977.
5. La
Alianza Obrera representó una experiencia de unidad de la izquierda política y
sindical, para oponerse al avance del fascismo. Surgió en Cataluña,
extendiéndose especialmente a Levante, Andalucía, Asturias y Madrid. Su mayor
trascendencia se produjo en Asturias, donde la Alianza Obrera desempeñó,
gracias a la participación en ella de UGT y CNT, un papel fundamental durante
la revolución de octubre de 1934. La Alianza Obrera representaba en aquel
momento una expresión de la táctica de frente único, cuyo objetivo es permitir
la unidad de los trabajadores contra un enemigo común, aun cuando estén
divididos en organizaciones reformistas o revolucionarias de diferente signo.
Esta idea del frente único fue objeto de expresión programática en el II
Congreso de la IC (1920). Tras la consolidación del dominio estalinista en la
IC se abandona la idea del frente único por los partidos comunistas.
6. La II
República atravesó, desde abril de 1931 hasta julio de 1936, tres etapas
básicas: el "primer bienio" social-azañista, el bienio
radical-cedista y el Frente Popular. Durante el "primer bienio" la
dirección política correspondió a los socialistas (mayoritarios en las Cortes) aliados
a la izquierda burguesa representada por Manuel Azaña. En 1933 se produjo el
triunfo electoral de la derecha, la CEDA, gobernando inicialmente los radicales
de Lerroux. La entrada de la CEDA en el gobierno, en octubre de 1934,
desencadenó la insurrección de Asturias. El Frente Popular obtuvo su victoria
electoral en febrero de 1936.
7. "Las
lecciones de la insurrección de Octubre", fechado a 1 de enero de 1935 y
publicado clandestinamente en Barcelona, en febrero de 1935 por el BOC (este
texto está incluido en el apéndice documental de la obra de Víctor
Alba, La Alianza Obrera (Historia y análisis de una táctica de unidad
en España), Madrid, Ediciones Júcar, 1977,
pp. 214-231).
8. La
primera reunión se celebró el día 3 de febrero de 1935 y a la misma asistieron
el Partit Catalá Proletari, el BOC, la Unió Socialista de Catalunya, la
Federación Catalana del PSOE, el Partit Comunista de Catalunya y la Izquierda
Comunista. En esa reunión se acordaron entre otros puntos que esta fusión debía
llevarse a cabo sobre la base del marxismo revolucionario (el acta de la
reunión se publicó en Justicia Social, Barcelona, nº 8, 25 de mayo
de 1935).
9. La Unió de
Rabassaires fue una importante organización campesina de pequeños
arrendatarios, fundada a comienzos de los años veinte, que alcanzó un peso
social y político importante en Cataluña en los años siguientes. Ligada
especialmente a ERC, formó parte de la Alianza Obrera de Cataluña constituida a
finales de 1933 y de la coalición electoral Front d´Esquerres en 1936. Durante
la guerra estuvo representada en el Comité Central de Milicias Antifascistas de
Cataluña y participó en los sucesivos gobiernos de la Generalitat.
10.
Editorial de La Batalla del 3 de
enero de 1936.
11.
La decisión de formar las Brigadas Internacionales,
bajo la iniciativa y el control de la Internacional Comunista, tuvo lugar,
según la mayoría de los historiadores, en septiembre de 1936. El 12 de octubre
de 1936 llegaron a Alicante los primeros voluntarios alistados en las Brigadas
Internacionales. Desde allí se dirigieron a su base de entrenamiento en
Albacete. En dicha fecha ya combatían en España un cierto número de militantes
antifascistas extranjeros integrados en diversas unidades.
12.
George Orwell es el nombre literario de Eric Blair
(1903-1950). A mediados de los años treinta simpatizó con el ILP británico, de
cuyo periódico New Leader fue corresponsal al inicio de la
Guerra Civil española, en la cual participó en el frente de Aragón encuadrado
en una unidad del POUM. Las jornadas de mayo de 1937 le sorprenden en Barcelona
y, acosado por los estalinistas, debe abandonar España. De su etapa en España
es reflejo su famoso y magistral testimonio Homenaje a Cataluña. La
experiencia española marcó su evolución política posterior, en el marco de una
izquierda antitotalitaria, y ese antitotalitarismo está presente en sus obras
más conocidas, Rebelión en la granja y 1984.
13.
Benjamin Péret (1899-1959) fue un destacado poeta
surrealista. Al poco tiempo de estallar la Guerra Civil española llegó a
Barcelona, como integrante de una delegación del POI, partido trotskista
francés, junto a Jean Rous, para incorporarse posteriormente a las milicias en
el frente de Aragón. Regresó a París en abril de 1937. Con motivo de la Segunda
Guerra Mundial se exilió en México, donde mantuvo una fuerte colaboración con
G. Munis y Natalia Sedova, junto a quienes desarrolló un proceso de ruptura con
la IV Internacional que se materializó en 1948.
15.
Se refiere al Comité Central de Milicias
Antifascistas de Cataluña, producto de la situación revolucionaria creada el 19
de julio, creado formalmente por decreto de la presidencia de la Generalitat de
Cataluña el 23 de julio de 1936, que tenía por objeto "aniquilar los
últimos núcleos fascistas existentes y prevenirse contra posibles peligros de
fuera", así como atender a la "defensa de la República y a la lucha
contra la reacción". Desde el primer momento de su constitución se
convirtió en un órgano decisivo, símbolo del nuevo poder revolucionario en
Cataluña, pues de él dependían los abastecimientos, la administración de
justicia, la formación de unidades milicianas y su envío a los frentes, el
orden público, los problemas económicos, etc. El 1º de octubre de 1936 el
Comité acordó su autodisolución y sus unidades se fueron integrando en el
ejercito regular de la República. Sus competencias fueron asumidas por el
gobierno de la Generalitat formado el 28 de septiembre de 1936 por Josep
Tarradellas.
16.
En esta reunión, celebrada los días 12, 13, 14, 15 y
16 de diciembre, coincidiendo con la exclusión del POUM del Consell de la
Generalitat se aprobaron una serie de resoluciones que fueron publicadas en su
día por la Editorial Marxista y que han sido recogidas en una antología a cargo
de Víctor
Alba (La revolución española en la práctica, Madrid,
Ediciones Júcar, 1977, p. 104 y ss.).
17.
Gregori Zinoviev (1883-1936) fue un bolchevique de
la vieja guardia, estecho colaborador de Lenin y dirigente de la IC. Junto a
León Kamenev (editor de Pravda en 1917) ayudó a Stalin en la
campaña contra el trotskismo, pero posteriormente formaron un bloque con la
Oposición de Izquierda, capitulando ante Stalin en 1927. En 1932 fue expulsado
del PC ruso, readmitido en 1993, sentenciado a diez años de prisión en 1935 y
ejecutado, junto a Kamenev, bajo falsas acusaciones tras el primer proceso de
Moscú.
18.
Nikolai Bujarin (1888-1938) fue un militante
histórico bolchevique. Se alió con Stalin frente a la Oposición de Izquierdas
de Trotsky. Fue presidente de la IC entre 1926 y 1929. A partir de 1929
encabezó la oposición de derecha contra Stalin y fue expulsado
del partido. Capitulo ante Stalin y fue ejecutado tras el tercer proceso de
Moscú en 1938.
19.
El 28 de septiembre de 1936 se formó, con Josep
Tarradellas a la cabeza, un Consell de la Generalitat con presencia de ERC (3),
CNT (3), PSUC (2), Unió de Rabassaires, Acció Catalana Republicana, dos
independientes y, por el POUM, Nin como conseller de Justicia.
El 16 de diciembre de 1936 se formó un nuevo Consell, presidido también por
Tarradellas, en el que a la expulsión del POUM, y a la formalista retirada
voluntaria del PSUC, se acompañaba una mayor presencia comunista, no como PSUC,
sino a través de tres representantes de la UGT que fueron Joan Comorera, Miguel
Valdés y Rafael Vidiella, conocidos miembros del comité ejecutivo del PSUC que,
a las pocas semanas se convirtieron en miembros del comité central del PCE.
20.
Véase el discurso de Andreu Nin en el mitin del Gran
Price de Barcelona el 6 de junio de 1936 en el cual destaca las ideas clave
reseñadas por Solano de que la revolución y la guerra son inseparables y de que
el proletariado no lucha por la república democrática. Para Nin "contra el
fascismo sólo hay un medio eficaz de lucha: la revolución proletaria". Ese
discurso está incluido en Andreu
Nin, Los problemas de la revolución española, Ruedo Ibérico,
Barcelona, 1978.
21.
En agosto de 1936, enero de 1937 y marzo de 1938 se
celebraron en Moscú otros tantos procesos contra "el centro terrorista
trotskysta-zinovietista", el "centro trotskista antisoviético" y
"el bloque antisoviético de derechistas y trotskistas". A través de
dichos procesos fueron ejecutados los miembros más destacados de la vieja
guardia bolchevique que junto a Lenin habían dirigido la revolución y los
primeros pasos del estado soviético. El principal acusado de los procesos, León
Trotsky, estuvo ausente, aunque sería finalmente asesinado en 1940 por Ramón
Mercader, un agente de la GPU. Para esclarecer las acusaciones contra Trotsky
se creó una comisión de encuesta independiente formada por personalidades de
prestigio, bajo la presidencia del filósofo norteamericano John Dewey, que se
reunió en abril de 1937 y declaró a Trotsky inocente de las acusaciones
formuladas en Moscú. Los procesos de Moscú fueron acompañados de la etapa más
cruel de deportaciones en masa a los campos de exterminio del Gulag. Las
víctimas de esta represión, el gran terror, fueron millones de
obreros y campesinos, entre ellos numerosos militantes comunistas.
22.
La derrota de la sublevación militar en Cataluña
puso, a partir de julio de 1936, en manos de la Generalitat, primero de hecho y
luego de derecho, importantes funciones no previstas en el estatuto de
Autonomía de 1932 en materia de economía, justicia, orden público y defensa. A
raíz de las Jornadas de Mayo de 1937 el gobierno republicano central recuperó
con creces sus competencias, llegando a nombrar un delegado de Orden Público.
23.
Se llaman checas a los locales,
muchas veces secretos, utilizados por la policía política estalinista. El
nombre es una derivación de la CHEKA —Comisión Pan-rusa Extraordinaria de Lucha
contra la Contrarrevolución, la Especulación y el Sabotaje—, policía política
soviética, creada por Lenin en diciembre de 1917 y reemplazada en 1922 por la
GPU.
24.
Kurt Landau (1903-1937): ex-miembro del PC
austriaco, fue uno de los dirigentes de la Oposición de Izquierda trotskista
hasta 1931. Llegó a España en noviembre de 1936, colaborador de La
Batalla. Detenido el 23 de septiembre de 1937 y asesinado, con toda
probabilidad, por agentes de la GPU en España.
25.
Camillo Berneri (1897-1937): filósofo y periodista
anarquista, una de las grandes figuras del pensamiento libertario del siglo XX.
Exiliado de Italia tras la victoria del fascismo, llega a España en 1936, se
incorporó a la columna miliciana Ascaso, colaboró con la emisora de radio de la
CNT-FAI de Barcelona, ciudad en la que edita el periódico Guerra di
classe. Fue asesinado durante las Jornadas de Mayo. Su muerte es un
misterio sin resolver, siendo la hipótesis más probable su muerte a manos de
agentes de la GPU, aunque también se ha atribuido a la policía secreta de
Mussolini. Uno de los últimos textos que escribió fue "En defensa del
POUM" (incluido en la recopilación de textos de Camillo Berneri, Humanismo
y anarquismo, Madrid, Los Libros de la Catarata, 1998).
26.
En el apéndice de este libro se publica, por vez
primera en España, un extracto del informe del comunista Luigi Longo, uno de
los máximos dirigentes de las Brigadas Internacionales, en el que se describen
los esfuerzos del estalinismo en relación con el proceso al POUM.
27.
Las declaraciones a las que se refiere Solano fueron
realizadas a la profesora francesa Lilly Marcou y recogidas en el libro Le
Communisme malgré tout (Entretiens avec Santiago Carrillo), Éditions PUF,
París, 1984.
28.
En la literatura política dedicada al estalinismo
reciben ese calificativo quienes sin ser afiliados de los partidos comunistas
colaboran de forma activa con éstos, prestándoles una imagen de pluralismo en
sus actuaciones.
Este texto tiene su origen en la ponencia presentada por Wilebaldo Solano
en el coloquio organizado por el Centro de Estudios Internacionales de la
Universidad de Barcelona en 1986 y que finalmente se convirtió en el
libro El POUM en la historia. Andreu Nin y la Revolución Española,
Libros de la Catarata-Fundación Andreu Nin, Madrid 1999
Verdades
elementales. Andreu Nin Por la unificación marxista
1934-01
Constitución de la Alianza Obrera en Cataluña
CONSTITUCIÓN
DE LA ALIANZA OBRERA
Compañeros:
El avance de la reacción capitalista es un hecho de carácter
mundial que nadie puede negar, aunque en cada país adopta características especiales.
mundial que nadie puede negar, aunque en cada país adopta características especiales.
En Italia y Alemania se ha condensado en un fascismo criminal y
destructor que quiere retrotraer a aquellos pueblos a las formas políticas del tiempo medieval.
En otros países de Europa y América adopta modalidades que, sin
disminuir su carácter odioso, tiende a conseguir lo que se propone, aunque aparentemente se muestre inclinada a respetar las condiciones económicas y políticas que en estos casos predominen.
En el nuestro, en España, vémos la claramente con trazas de triunfar.
Primero corrompe el sistema electoral, recurriendo a los procedimientos
más infames para llevar al parlamento, si no una mayoría absoluta, sí una
minoría que, sin contar con ella, es imposible gobernar. Después impulsa al gobierno a proclamar el estado de prevención señalado en la ley de Orden Público, con lo cual deja a la clase trabajadora inerme y sin medios de defensa contra los atropellos que el gobierno quiera acometer y que
favorecen a las derechas reaccionarias.
Y más tarde, como tercera etapa de su acción infame y canallesca, se vale
de la inconsciencia de las masas trabajadoras agrupadas en torno de la FAI
y de la CNT con el fin de lanzarlas a la calle y llevarlas al choque brutal
contra la fuerza pública, y consigue con este maquiavelismo dos finalidades igualmente favorables para ella: conmover la opinión para justificar las más grandes monstruosidades del poder público, y sembrar el terror, la desolación y la muerte, que justifique un golpe de estado reaccionario y fascista. Cálculos deducidos lógicamente de los hechos.
Pero no prevalecerán.
Para impedirlo aquí estamos nosotros. Las entidades abajo firmantes, de
tendencias y aspiraciones doctrinales diversas, pero unidas en un común
deseo de salvaguardar todas las conquistas conseguidas hasta hoy por la
clase trabajadora española, hemos constituido “La Alianza Obrera” para
oponernos al entronizamiento de la reacción en nuestro país, para evitar
cualquier intento de golpe de estado o instauración de una dictadura, si así se pretende, y para mantener intactas, incólumes, todas aquellas ventajas conseguidas hasta hoy, y que representan el patrimonio más estimado de la clase trabajadora.
¡Trabajadores de Cataluña y de España! Haced como nosotros hemos
hecho. Abandonad las querellas que os apartan de vuestros compañeros de explotación, aunque conservéis y defendáis vuestros puntos de vista
doctrinales, a fin de constituir los comités locales y comarcales antifascistas y de oposición al avance de las fuerzas reaccionarias, en forma que sinteticen sus aspiraciones en un organismo representativo nacional.
Oponed al fascismo y a la reacción el muro infranqueable de nuestra
voluntad y de nuestras decisiones.
A las organizaciones de Cataluña que quieran unirse y cooperar con
nosotros les invitamos a enviar su adhesión a la dirección siguiente: Rauric, 14, principal, Comité de Alianza Obrera.
También les anunciamos que cuando las circunstancias lo permitan,
convocaremos una conferencia regional de todas aquellas organizaciones
que estén de acuerdo con la obra que nos proponemos realizar.
¡Trabajadores organizados de Cataluña: Enviad vuestras adhesiones! ¡Que
ninguno falte en este frente obrero antifascista!
¡Viva el frente obrero antifascista!
¡Viva la unión de la clase obrera para la defensa de todas sus conquistas!
Por la Unión General de Trabajadores, Vila Cuenca;
por la Unión Socialista, Martínez
Cuenca; por la Izquierda Comunista,
Andrés Nin; por el Bloque Obrero y
Campesino, Maurín; por el Partido
Socialista Obrero Español, Vidiella; por los Sindicatos de oposición, A. Pestaña, y por la Unión de Rabassaires, J. Calvet.
Nota: Siendo
esto un frente obrero exclusivamente, las organizaciones políticas y partidos
que no sean de clase habrán de adherirse moralmente, pero no ser miembros
efectivos de él.
Pacto de
Alianza Obrera
Proyecto
de Pacto de Alianza Obrera (Asturias)
Las
organizaciones que suscriben convienen entre sí en reconocer que frente la
situación económico política del régimen burgués en España, se impone la acción
mancomunada de todos los sectores obreros con el exclusivo objeto de promover y
llevar a efecto la revolución social.
A tal fin, cada organización de las que suscribe queda comprometida a cumplir
el compromiso fijado en este pacto, bajo las condiciones siguientes:
1) Las
organizaciones firmantes trabajarán de común acuerdo hasta conseguir el triunfo
de la revolución social en España y llegar a la conquista del poder político y
económico para la clase trabajadora, cuya concreción inmediata será la
República Socialista Federal. (1)
2) Para la consecución de este fin se constituirá en
Oviedo un Comité Ejecutivo en representación de todas las organizaciones
adherentes a este pacto, el que actuará de acuerdo con otro nacional y del
mismo carácter para los efectos de la acción general en toda España.
3) Como consecuencia lógica de los apartados 1 y 2 del
Pacto, queda entendido que la constitución del Comité Nacional es premisa
indispensable (en caso de que los acontecimientos se desenvuelvan normalmente)
para poder emprender toda acción revolucionaria con el objeto de este pacto,
por cuanto el pacto trata y pretende la realización de un hecho nacional. El
Comité Nacional que ha de constituirse será el único que autorizadamente, podrá
ordenar al que quede constituido en Oviedo los movimientos a emprender en
relación con el general en toda España.
4) Se constituirá en toda Asturias un comité en cada
localidad cuya composición deberá estar integrada por delegaciones de cada una
de las organizaciones firmantes de este pacto y aquellas otras que adhiriéndose
sean admitidas por el Comité Ejecutivo.
5) Las
organizaciones firmantes de este pacto conservan su independencia con respecto
a la propaganda de sus puntos de vista políticos y sociales y el derecho a la
crítica siempre que no contradiga las líneas generales de la orientación
adoptada en virtud del pacto ni sus resoluciones concretas.
6) El Comité Ejecutivo elaborará un plan de acción que
asegure el triunfo de la revolución en sus diferentes aspectos y consolidación
del mismo.
7) Serán cláusulas adicionales al presente Pacto, todos
los acuerdos del Comité Ejecutivo, cuyo cumplimiento es obligatorio para todas
las organizaciones representadas, siendo estos acuerdos considerados de
obligada vigencia, tanto en el periodo preparatorio de la revolución, como
después de triunfar.
8) El compromiso contraído por las organizaciones que suscriben terminará en el momento en el cual las República Socialista Federal (2) quede constituida con sus órganos propios, elegidos voluntariamente por la clase trabajadora y por el procedimiento que haya preceptuado la obra revolucionaria dimanante del presente pacto.
9) Considerando que este acuerdo constituye un acuerdo de organizaciones de la clase trabajadora para coordina su acción contra el régimen burgués, aquellas organizaciones que tuvieran relación orgánica con partidos burgueses las romperán automáticamente para consagrarse exclusivamente a la consecución de los fines que determina el pacto.
Comentarios:
(1) El comité regional de la CNT sustituyó esta fórmula, que resultaba poco grata para los anarcosindicalistas por la de “Régimen de igualdad económica, política y social fundado sobre principios federalistas”. Los socialistas defienden su forma, aunque dado que el problema surge cuando se deriva hacia el centralismo o federalismo, se sustituye la fórmula por la de “Régimen Socialista Federalista”.
(2) Ver
comentario 1.
Notas:
-Este Pacto
es presentado por los socialistas siguiendo el modelo de los firmados en
Zaragoza, Cataluña y Valencia. La reunión se celebra a las seis de la tarde del
18 de marzo de 1934 en Gijón, y a ella asisten los tres delegados de la CNT (José
María Martínez, Avelino González Entrialgo y Horacio Argüelles) y los dos
enviados de la UGT y la FSA (Graciano Antuña
y Bonifacio Martín), que formarán parte luego del Comité Revolucionario, al que
se sumarán en Octubre los dos representantes del PC (Carlos Vega y José
Lafuente). Los cenetistas acuerdan que se someterá al comité regional de la CNT
para su aprobación. Se determina por el momento de que el pacto no se puede
tratar con los comunistas o sus organizaciones sindicales mientras éstos no
rectifiquen la actitud que vienen siguiendo.
-Se celebra
el 27 de marzo, una reunión a las 8 de la tarde en una secretaría de la UGT en
Gijón, en la que los cenetistas exponen sus puntos de vista sobre el Pacto.
-El Pacto se
firma el 31 de marzo en la trastienda de Casa Manfredo en Gijón a las siete y
media. Se decidió que se publicara en Avance la noticia del Pacto aunque
enmascarada por motivos de seguridad.
-El 2 de
abril la Izquierda Comunista pide su ingreso en la Alianza.
-El 4 de
abril hace lo mismo el Bloque Obrero y Campesino.
-El 29 de
abril el comité de Alianza confirma la incorporación del BOC y la IC.
-El 27 de
septiembre el Partido Comunista solicita su ingreso en la
Alianza, quedando el Comité de Alianza en tratarla el día 2 de octubre. Se
cierra así la etapa de sectarismo izquierdizante que había dominado la
actuación del PC desde el nacimiento de la República, tras el viraje de la
Komintern que apuntaba a la línea de los Frentes Populares que cuajaría después
en varios países europeos.
Publicado
en: Historia
General de Asturias, tomo VII: Octubre 1934 (El ascenso); Paco Ignacio Taibo II. Editor
Silverio Cañada. Gijón, 1978.
Digitalización: El cielu por asaltu.
Andreu
Nin. Las lecciones de la Insurrección de
Octubre
Es
necesario un partido revolucionario del proletariado
Escrito: 1934.
Primera
vez publicado: L’Estrella Roja, 1 diciembre 1934.
Esta
edición: Marxists Internet Archive, noviembre de 2010.
Las
situaciones de equilibrio inestable no pueden sostenerse durante largo tiempo.
La tensión producida entre las fuerzas de la revolución y de la
contrarrevolución desde el otoño de 1933 tenía forzosamente que encontrar una
salida, y la encontró en el alzamiento del mes de octubre.
Constituían
las fuerzas de la revolución la pequeña burguesía radical y el proletariado. No
se contaba, sin embargo, con la alianza de la gran masa campesina y
semiproletaria, desmoralizada por la huelga de junio. Puede afirmarse, pues,
que el movimiento comprendía la lucha de las regiones industriales y mineras
contra la España agrícola, en sus formas arcaicas de producción.
El Partido
Socialista se había lanzado, durante un año, a una campaña de agitación
revolucionaria, en el transcurso de la cual se preconizaba la dictadura del proletariado, sin fijar,
no obstante, objetivos concretos a la lucha. En realidad, los dirigentes (como
quedó de manifiesto en el discurso de Prieto en el Monumental Cinema) aspiraban
a tomar el poder para instaurar un régimen democrático avanzado, que contase
con la ayuda de la pequeña burguesía radical e incluso de la burguesía
industrial. Esperaban que el presidente de la República les entregaría el poder
sin recurrir a la violencia, y, por eso mismo, al verse arrastrados por las
circunstancias, llevaron al movimiento el espíritu derrotista que les animaba.
Presionados
por las masas, aceptaron el reto del Gobierno reaccionario, presentando
combates en inferioridad de condiciones, porque no habían hablado a la clase
obrera con la claridad necesaria sobre los objetivos que se perseguían, porque
desconocían el arte de la insurrección y no crearon los organismos que tenían
que traducir en hechos la voluntad de las masas.
La
insurrección, a excepción de Asturias y Cataluña (ésta constituye un caso
especial, aunque se mueve en la órbita de la revolución española), ha sido un
movimiento sectario que movilizaba exclusivamente a los miembros del Partido
Socialista, se apoyaba en comités secretos, en lugar de apoyarse en la clase
avanzada, y en la oficialidad del ejército, que les traicionó al comprobar las
vacilaciones de los dirigentes, en lugar de apoyarse en los soldados y en la
voluntad de las masas trabajadoras. Allí donde los jefes pudieron controlar las
iniciativas y los deseos de las masas, el movimiento no fue más que un deseo
frustrado.
La clase
obrera se encontraba en la reserva, esperando instrucciones que no llegaban. En
cambio, allí donde las masas estaban organizadas en frente único, los líderes
socialistas fueron desbordados en sus intenciones. Así nos explicamos que en
Asturias, donde los organismos de Alianza Obrera existían y actuaban desde
hacía cerca de un año, se constituyera rápidamente el Ejército Rojo, los comités de abastos, el Tribunal Revolucionario
y tantas otras instituciones peculiares de los primeros momentos de la
revolución proletaria. Los trabajadores asturianos lucharon como leones porque
se sentían unidos en la acción y tenían confianza en los organismos directores.
Para llevar
a cabo con éxito un movimiento revolucionario, es indispensable seguir un plan
preconcebido, con ligeras variantes adaptadas a las circunstancias del lugar.
De lo contrario, se corre el peligro no sólo de no alcanzar el objetivo
propuesto, sino que al realizar actos sin ningún objetivo o poco preciso, pueda
desvanecerse fácilmente el camino que conduce a la victoria. Si se hubiesen
tenido en cuenta estos preceptos
insurreccionales del marxismo, a estas horas el proletariado sería la clase
dominante en España. Pero los dirigentes del movimiento no sabían lo que se
hacían. Permanecieron a la expectativa, aguardando a que los nacionalistas
catalanes y vascos proclamasen la República federal. En la pretensión de ser el
juez que ha de fallar la suerte de las clases fundamentales de la sociedad, la
pequeña burguesía no hizo otra cosa que servir los intereses históricos de la
burguesía. Una vez más, esta clase social se ha mostrado incapaz de dirigir el
movimiento revolucionario hasta el fin. El haberse mantenido a la defensiva,
sobre todo en lugares como Cataluña, donde las condiciones eran
excepcionalmente favorables para una ofensiva, fue la muerte de la
insurrección.
Excepto de
la gloriosa insurrección de Asturias, al proletariado español le ha
faltado conciencia de la necesidad de la conquista del poder. Allí donde el
Partido Socialista gozaba de más influencia, la clase obrera no había recibido
las enseñanzas que el partido revolucionario del proletariado tiene la
obligación de infiltrar en la conciencia de las masas populares. Los
anarquistas no secundaron el movimiento por su “carácter político” y porque no establecían distinciones entre Gil
Robles, Azaña y Largo Caballero. Por eso era necesario un partido que,
interpretando los intereses legítimos de la clase obrera, se esforzara en
constituir previamente los organismos del frente único, con el fin de
conquistar a través de las Alianzas Obreras, la mayoría de la población. Le ha
faltado al ejército revolucionario un estado mayor con jefes capaces,
estudiosos y experimentados. SIN PARTIDO
REVOLUCIONARIO, NO HAY REVOLUCIÓN TRIUNFANTE. Esta es la única y verdadera
causa de la derrota de la insurrección de octubre. Que no se atribuya este
fracaso a la traición de los anarquistas, con los cuales no se había contado,
ni a la deserción de los campesinos, mal trabajados por la propaganda, ni a la
traición evidente de los nacionalistas vascos y catalanes, temerosos por el
cariz que tomaban los acontecimientos, que sobrepasaban sus intenciones
democráticas. El partido revolucionario de la clase obrera tiene la obligación
de prever estas contingencias, con el fin de obrar, como es menester, antes y
después de producirse.
A pesar de
todo, este fracaso no significa que el movimiento obrero esté liquidado. La clase trabajadora ha sido vencida, pero
no eliminada, con la particularidad de que el movimiento ha permanecido
intacto en la mayoría de las poblaciones españolas, porque la clase obrera se
ha mantenido a la reserva sin agotarse. El proletariado español se ha
enriquecido con una experiencia más, que si se analiza en todos sus aspectos
con espíritu crítico y sin tratar de justificar actitudes fracasadas, redundará
en provecho de la causa revolucionaria, como también demostrará el fracaso de
dos ideologías que tienen las mismas raíces económicas: del reformismo y del estalinismo, como ideologías de la pequeña
burguesía burocrática.
El tiempo de
la contrarrevolución es pasajero, a costa de la destrucción de todas las
ilusiones y de todas las esperanzas que la revolución española habrá hecho
concebir a los obreros españoles. Pero este triunfo no ha conseguido, ni
conseguirá, conciliar aquello que está separado por un profundo antagonismo de
intereses; no podrá unir a la clase obrera con la burguesía y sus aliados. La
oligarquía dominante espera llevar a feliz término sus planes explotadores,
inhabilitando las asociaciones obreras que han tomado parte en el movimiento,
revisando la Constitución, derogando las leyes sociales vigentes y creando
dificultades a la organización sindical y política del proletariado. Aspira a
un Estado corporativo, más o menos definido; pero, por ahora, no se atreve a
poner fuera de la ley a los partidos políticos del proletariado, porque el fascismo español está falto de
masas y de jefes, y no supo aprovecharse de la descomposición intensa que
se inició en los primeros momentos que siguieron al fracaso, sin que llegasen a
producirse mayores males. Ahora el movimiento se ha reanudado, la clase obrera
se siente confiada y optimista y las posibilidades fascistas son menores.
La
contrarrevolución sigue temiendo a la revolución, porque sabe que ha sido
vencida y porque, además, hay tres
grandes problemas que no admiten aplazamiento. La libertad que anhelan las nacionalidades oprimidas y las mejoras de
los proletarios y campesinos españoles no
las puede otorgar la oligarquía dominante, porque implicaría su derrota. El
pan que pide el ejército de los sin
trabajo no lo puede dar el Estado burgués agrario, porque la penuria es el
resultado de su política explotadora. La
tierra que reclaman millones de campesinos no quieren entregarla los
terratenientes, lo mismo que se niegan a conceder todo aquello que signifique
un ataque a la propiedad privada, base de su dominación.
Si no
tuviéramos la seguridad de que el movimiento de la clase obrera hacia un fin
ideal, aunque haya sufrido un retroceso, no es una tarea de hacer y deshacer,
la Izquierda Comunista no reclamaría
el lugar que le corresponde en las tareas de reagrupamiento y de
reorganización, difíciles, pero no imposibles, y de resultados prácticos
indudables en el marco de un Estado en descomposición y en la órbita de una
revolución que no ha llegado, ni mucho menos, a su última etapa. Si sólo nos fijásemos
en los fracasos que ha experimentado el movimiento obrero durante estos últimos
años, decaerían nuestra moral y nuestras convicciones. Pero son precisamente
estos fracasos los que vienen a confirmar la teoría marxista con tanta o más
insistencia que las victorias obtenidas.
Más que
nunca, hay que propagar la necesidad de organizar al proletariado en las
Alianzas Obreras y en los comités de fábrica, y, a través de estos organismos,
conquistar la mayoría de la población, que se moverá con impulso irresistible
bajo la influencia del partido revolucionario que todavía no se ha formado,
pero que surgirá, potente, como guía de los explotados en su lucha por la
emancipación de la Humanidad.
Historia
del BOC y del POUM
[El
marxismo en España (1919-1939)]
4. La
Alianza Obrera
[El marxismo
en España (1919-1939)] Historia del BOC y del POUM
Víctor Alba.
La revolución española en la práctica. Documentos del POUM
[Libro]
Las colectivizadores Víctor Alba
Andrés Nin
La concepción marxista del poder y la revolución española
Andreu Nin.
Los órganos de poder y la revolución española mayo 1937
Escritos de
Andreu Nin y Joaquín Maurín durante la II República. ¿Revolución
democrático-burguesa o revolución democrático-socialista?
Víctor Alba.
Sobre el frente único proletario, documentos complementarios.
POUM. La
experiencia española 1939
Pelai Pagès
y Blanch “Estalinistas y alborotadores”: la campaña contra el POUM
Resolución
del Comité Ejecutivo del POUM en los procesos de Moscú (28 de agosto de 1936)
Trotsky, el
POUM y los hechos de mayo. Andy Durgan
Wilebaldo
Solano. La larga marcha por la verdad sobre Andreu Nin
Vida, obra y
muerte de Andreu Nin
Andreu Nin y
Joaquín Maurín: vidas paralelas, por Wilebaldo Solano
El terror
estalinista en Barcelona 1938 (Agustín Guillamón)
Los crímenes
de Stalin. Nikita Khrushchev Informe Secreto al XX Congreso del PCUS, 25 de
febrero de 1956
LAS
JUVENTUDES COMUNISTAS IBÉRICAS DEL POUM
Ramón
Casterás
No hay comentarios:
Publicar un comentario