El
primer capítulo del libro El Frente Popular por Víctor Alba (publicado en
1976). Víctor Alba (1916-2003) fue miembro del partido POUM español. El libro
Frente Popular trata del Frente Popular en España 1936-39
Índice
1. La teoría
La táctica de Lenin
El frente común
El frente único por la base
El ascenso de Hitler
Una lección perdida
1. La teoría
Los pactos o
frentes de distintas organizaciones o facciones políticas no son cosa nueva.
Los hubo en Grecia y Roma. En la Edad Media. En las luchas bajo la monarquía
absoluta. En las revoluciones burguesas. En las democracias parlamentarias
capitalistas. En el movimiento obrero.
Del mismo modo que hay alianzas de Estados,
hay alianzas de partidos. Esas alianzas pueden ser defensivas u ofensivas. Son
para evitar que el adversario tome el poder o para tomarlo los componentes de
la alianza. A veces empiezan de un modo para acabar en otro.
Hay más
alianzas allí donde la fragmentación política es crecida que donde funcionan
pocos partidos. La presión popular por una alianza es más fuerte cuando se
siente la amenaza de lo que suele llamarse un ”enemigo común”.
La idea de
frente político, pues, no tiene nada de original. El Frente Popular, empero, no
fue un frente político del modelo tradicional, sino que tuvo características
peculiares, distintivas.
En toda
alianza hay ciertamente la esperanza en cada uno de sus componentes (o por lo
menos en lo más fuertes) de llegar a controlar y orientar la alianza. Pero en
el Frente Popular ese rasgo se presentó de modo singular.
Las alianzas
responden a iniciativas de partidos. El Frente Popular, como táctica, fue el
resultado de la iniciativa de un Estado. Esto solo bastaría para hacerlo distinto,
sin precedentes. Para entender este carácter excepcional precisa hacer una
excursión por la teoría que inspiró a sus inspiradores.
La táctica de Lenin
Lenin
consideraba que la clase obrera padecía una especie de incapacidad
revolucionaria. En esto, su experiencia de Rusia – con un proletariado pequeño
y todavía muy cercano a su origen rural – le apartaba del marxismo. El
proletariado – decía – si logra organizarse en sindicatos, no va más allá de
buscar su beneficio inmediato, sin darse cuenta de su misión histórica. La
conciencia de clase no le viene espontáneamente, sino que ha de serle dada por
los mismos que formularon las teorías socialistas, es decir, los intelectuales.
La
revolución no será, pues, obra de la clase obrera. Ésta ayudará a hacerla, pero
no la dirigirá. La dirección de la revolución corresponde a una ”vanguardia”, la ”organización de los revolucionarios profesionales”, formando ”un partido de un tipo nuevo” basado en
el ”centralismo democrático”.1
1.
La socialista de izquierdas germano-polaca Rosa Luxemburgo sostuvo varias
polémicas con Lenin, antes y durante la revolución rusa – que ella defendía –,
porque consideraba que esta concepción del partido implicaba el menosprecio de
la clase obrera y entrañaba fuertes peligros de dictadura.
Un partido
así ha de ser necesariamente débil en relación con el resto del mundo político.
Es un partido de oficiales y no de regimientos. La fuerza del número ha de
encontrarla en ”organizaciones de masas”,
que atraigan a aquellos que no se sentirían atraídos por los comunistas. No es
preciso crearlas; existen ya y basta con apoderarse de sus puestos dirigentes
para utilizarlas. Los sindicatos forman la más importante de esas
organizaciones de masas. Además, hay partidos que, sin ser comunistas, pueden
ser arrastrados por éstos, mediante alianzas, y utilizados por ellos. Esto es
más necesario aun cuando los comunistas, por razones tácticas, aceptan la
posibilidad de la conquista del poder mediante el proceso electoral. El
partido, en suma, necesita alianzas.
En 1899,
Lenin – que entonces es todavía Ulianov – escribe una carta a su amigo
Potresov, en la cual critica al dirigente socialista Axelrod por haber
defendido la necesidad de que los socialistas se aliaran con la oposición
democrática al zarismo y la apoyaran: ”En mi opinión, la palabra ‘utilizar’ es mucho más exacta y adecuada
que los términos ‘apoyar’ y ‘alianza’.” 2
2.
B. D. Wolfe, Three Who Made a
Revolution, Nueva York, 1948, pág. 122.
En esta
frase se encuentra, en síntesis, la táctica del Frente Popular. Los
socialdemócratas rusos – que no se habían dividido todavía en bolcheviques y
mencheviques – eran una minoría exigua. Los comunistas fueron, más tarde, en
todo el mundo, minorías dentro del movimiento obrero y en la política en
general. Cuando los bolcheviques subieron al poder, en Rusia, no representaban
siquiera el tres por ciento de la población del país, y hoy mismo los miembros
del Partido Comunista Soviético no llegan a ser el seis por ciento del total de
los habitantes de la URSS.
El lógico
que un partido minoritario busque tácticas que amplíen su influencia y le den
posibilidades de predominio. La táctica obvia es la de los frentes, entre los
cuales el Frente Popular ha sido el único que ha tenido cierto éxito.
Es una de
las características del movimiento comunista que siempre busque una
justificación teórica, una autoridad doctrinal en la cual apoyar todo nuevo
viraje o línea. Esto es natural en un movimiento que considera que actúa de
acuerdo con un cuerpo de doctrina (antes el marxismo, luego el
marxismo-leninismo, más tarde el marxismo-leninismo-stalinismo), que
es, a sus ojos, un cuerpo cerrado, completo, único depositario de la verdad.
Para muchos marxistas el marxismo es, como lo fue para Marx, un método de
análisis de la realidad. Para los comunistas es la realidad misma hecha
doctrina. Por lo tanto, han de encontrar en lo que llaman marxismo una
justificación a todas sus actitudes, pues de lo contrario aparecerían como
carentes de fundamento, erróneas.
La táctica
del frentismo dispone de una copiosa serie de citas para justificarse en
términos del marxismo-leninismo. No es una táctica inédita, inventada por el
movimiento comunista. Es tan vieja como la política. Maquiavelo la aconsejaba a
su príncipe: ”Los príncipes sabios atenderán con la mayor diligencia a no
desesperar a los nobles y a satisfacer al pueblo, teniéndolo contento.” 3 La Primera Internacional fue, en
realidad, un intento de crear un frente entre los diversos tipos de
organización obrera. Pero el Frente Popular introdujo tales cambios en esas
tácticas tradicionales, que bien puede considerarse como característicamente
comunista.
3.
Maquiavelo, El Príncipe, San Juan, 1955, pág. 383.
El primero
de noviembre de 1914, Lenin publica un artículo titulado ”Situación y tareas de
la Internacional Socialista”.4 Hacía
apenas dos meses que se había declarado la primera guerra mundial. Al final de
ese artículo, Lenin escribe:
”La Segunda Internacional está muerta,
vencida por el oportunismo. ¡Abajo el oportunismo y viva la Tercera
Internacional!, desembarazada no sólo de los tránsfugas, sino también del
oportunismo.
La Segunda Internacional ha cumplido
su misión, útil, preparatoria, de organización de las masas proletarias durante
una larga época de paz, que ha sido la de la esclavitud capitalista más cruel y
la del progreso capitalista más rápido (último tercio del siglo XIX y
principios del XX). A la Tercera Internacional le corresponde organizar la
fuerza del proletariado para el asalto revolucionario de los gobiernos
capitalistas, para la guerra civil contra la burguesía de todos los países, por
el poder político, por la victoria del socialismo.”
Lenin
considera que la Segunda Internacional ha muerto debido a su oportunismo. Lo
describe así:
“La defensa de la colaboración de clases, la
renuncia a las ideas de la revolución socialista y a los métodos
revolucionariós de lucha, la adaptación al nacionalismo burgués, el olvido del
carácter histórico transitorio de las nacionalidades y de las patrias, el
fetichismo de la legalidad burguesa, la abdicación del punto de vista de clase
y aun de la lucha de clases, por temor a enajenarse la masa de la población
(léase la pequeña burguesía); tales son, incontestablemente, las bases
ideológicas del oportunismo.”
Y agrega:
”La guerra no ha hecho más que revelar
bruscamente y de modo agudo las proporciones reales de este predominio [del
oportunismo] en la Segunda Internacional.”
Sin
preverlo, Lenin definía, al describir el oportunismo, lo que iba a ser la
táctica del Frente Popular veintiún años más tarde.
En esos
veinte años, muchas cosas cambiaron. Antes de primera guerra mundial la
colaboración de elementos socialistas en los gobiernos burgueses se consideraba
como una traición y los colaboradores eran expulsados del partido socialista,
como les ocurrió a Briand y Viviani en Francia. Este principio de no
colaboración era aceptado lo mismo por revolucionarios que por reformistas, por
marxistas que por idealistas.
El frente común
Lenin llega
al poder en Rusia. Se organizan partidos comunistas en muchos países, a base de
escisiones e los partidos socialistas. Con el fin de dirigirlos se funda la
Tercera Internacional, Internacional Comunista o Komintern. Entre los
dirigentes comunistas de Alemania, Holanda, Suecia, Italia, los hay que se
muestran partidarios de una absoluta intransigencia, antiparlamentarios y
favorables a la acción directa: Karl Ehrler, Otto Ruhle, K. Horner, S. Höglund,
Amadeo Bordiga. Contra esta posición Lenin escribe en abril y mayo de 1920 un
libro que titula “El extremismo
enfermedad infantil [o ‘de crecimiento’, según en qué versiones] del comunismo”.
En ediciones posteriores agregó un subtítulo: “Ensayo de popularización de la estrategia y de la táctica marxista.”
Lenin prevé
que los dirigentes “oportunistas”
recurrirán a toda clase de trucos para evitar que los comunistas entren en los
sindicatos. Y da estos consejos:
”Es necesario, para oponerse a todo esto,
acceder a todos y cada uno de los sacrificios, e incluso, si fuera preciso,
recurrir a toda clase de estratagemas, maniobras y métodos ilegales, a
evasiones y subterfugios, para penetrar en los sindicatos, permanecer en ellos
y desarrollar a toda costa un trabajo comunista.” 5
5. Lenin, El extremismo, enfermedad infantil del
comunismo, Barcelona, 1932, pág. 64.
En las
conclusiones del libro, Lenin afirma:
”En política se puede saber aún menos [que en
la guerra] qué método de lucha será aplicable y ventajoso para nosotros en
tales o cuales circunstancias futuras.”6
6.
Lenin, ibid, pág. 125.
Para vencer
al capitalismo, los comunistas han de conquistar primero al movimiento obrero,
viene a decir Lenin, con el fin de emplearlo como instrumento de su lucha. En
esta conquista, todos los métodos son aceptables. Por la misma época, en su “Resumen de la discusión sobre la
autodeterminación”, Lenin escribía, aplicando este principio, que los
comunistas” deben aprovechar todas las
ocasiones, incluso las ocasiones más pequeñas, para conquistar un aliado de
masas, aunque ese aliado pueda ser sólo temporal, vacilante, inestable,
condicional y poco digno de confianza”
Pero Lenin
no cree que haya que ocultar las intenciones de los comunistas. En su libro de
1905 ”Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución
democrática”, afirma que para aniquilar al feudalismo se
necesita una revolución burguesa, y para aniquilar al capitalismo, una
revolución proletaria. Los socialistas (no había todavía comunistas) deben
participar, en ciertas circunstancias, en las revoluciones burguesas, al lado
de los partidos democrático burgueses. Pero una vez destruido el feudalismo,
los socialistas volverán a emprender la lucha contra el capitalismo y contra
los partidos de la coalición que llevó a cabo la revolución democrática, hasta
que triunfe la revolución socialista. En 1905 Lenin está dispuesto a aliarse
con la burguesía democrática, pero dejando bien claro, desde el principio, que
una vez derrotado el feudalismo, trataría de destruir a sus aliados de la
víspera, precisamente porque formaban partidos burgueses.7
7.
Lenin, Las dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución
democrática, Barcelona, 1932, passim.
Hecha ya la
revolución y después de haber escindido, a, los partidos socialistas para
formar los comunistas, Lenin, al ver fracasadas las posibilidades
revolucionarias en Europa, da marcha atrás. En Rusia instaura la NEP (Nueva Política Económica). En el plano
internacional inicia negociaciones con Alemania. En el plano del movimiento
obrero ordena que se sugieran a los socialistas posibilidades de bloques de
clase, es decir, de cuantos deseen destruir el capitalismo. La guerra estaba
todavía cercana; Lenin encontró un nombre con resonancias militares: frente
común (que a veces se sustituyó por frente único o, como traducen mal algunos,
frente unido). El 18 de diciembre de 1921, el Comité Ejecutivo de la
Internacional, siguiendo las sugestiones de Lenin, publicó una “Tesis sobre el frente único proletario” que
ordenaba a los partidos comunistas lanzar la consigna del frente común y tratar
de que se realizara.
Muchos
fundadores de los partidos comunistas, que hasta la víspera habían estado
atacando a los ”socialpatriotas” y ”social-traidores” (como llamaban a los
socialistas), se rebelaron contra este viraje y abandonaron el movimiento
comunista. No se daban cuenta de que Lenin no quería, realmente, aliarse con
los socialistas, sino maniobrar para quitarles sus tropas. Consideraba que para
derrotar a la burguesía había que debilitar primero a los socialistas. No
ocultaba que si sugería a los comunistas ingleses que propusieran un bloque
electoral a los laboristas, para” marchar
juntos contra la coalición de Lloyd George y los conservadores”, era con el
fin de combatir mejor a los laboristas.
”Si Henderson y Snowden [dirigentes
laboristas] aceptan la coalición [...] habremos ganado, pues llevaremos nuestra
agitación a las masas... y ayudaremos no sólo a los laboristas a formar su
gobierno, sino a las masas a comprender más de prisa la propaganda que
lanzaremos sin la menor reticencia contra los Henderson [...] La formación del
gobierno de los Henderson acelerará la muerte política de los Henderson, como
ocurrió con sus correligionarios de Alemania y de Rusia [...]
Si los Henderson y los Snowden se
niegan a hacer bloque con nosotros [...] ganaremos todavía más. Pues habremos
mostrado a las masas que los Henderson ponen por encima del interés de los
trabajadores su intimidad con los capitalistas.” Hay que sostener a los
laboristas, dice Lenin, ”de la misma manera que la cuerda sostiene al
ahorcado”.8
8.
Lenin, El extremismo, enfermedad infantil del comunismo, capítulo X.
Albert
Treint, secretario auxiliar del Partido Comunista francés, decía, para explicar
esta táctica, que “el frente común
consiste en acercarse y apartarse de los socialistas como la mano se acerca y
se aparta del pollo que está desplumando”.9
9. Citado por Claude Harmel, ”Du front
unique au front national", en Est & Ouest, París, 1-15 de junio de
1974.
Lenin, pues,
proporcionó a sus sucesores los instrumentos para dar a los cambios de táctica
– los virajes, como se les llama en la jerga del movimiento comunista – cierta
respetabilidad teórica.
He aquí
otras frases de Lenin, citadas a menudo para justificar los distintos aspectos
del frentismo:
”La Internacional Comunista ha de
establecer una alianza transitoria con la democracia burguesa en los países
coloniales y atrasados, pero no ha de fundirse con ella y ha de conservar
incondicionalmente la independencia del movimiento proletario, incluso en sus
formas más rudimentarias.” 10
10.
Lenin, ”Borrador preliminar provisional de tesis sobre la cuestión
nacional y colonial”, en Selected Works, Nueva York, 1943, vol. X, pág. 237. En
esta y otras citas de Lenin se traducen los títulos de los artículos, para
facilitar al lector su busca en otras ediciones que la inglesa, caso de que le
interesen.
Es fácil
adivinar cómo truncando esta frase se puede ”explicar” casi todo.
A los
hombres que debían aplicar esta táctica, Lenin les decía en 1918:”Si no sabéis adaptaros, si no estáis
dispuestos a arrastraros sobre el vientre por el fango, no sois
revolucionarios, sino charlatanes.” 11
11.
Lenin, ”Guerra o Paz”, en Selected Works, vol. VII, pág. 297.
Sobre la
manera de aplicar esta táctica Lenin escribió, en períodos distintos de su
vida, cosas que pueden servir, según las situaciones, para justificar cualquier
posición. Por ejemplo, en 1900:
”Con referencia a las cuestiones de
táctica, nos limitaremos a afirmar lo siguiente: la socialdemocracia [es decir,
el partido de Lenin, a la sazón] no se ata de manos, no restringe su actividad
a algún método o plan preconcebido de lucha política; reconoce todos los
métodos de lucha política, mientras correspondan a las fuerzas a disposición
del partido y mientras faciliten la obtención de los mayores resultados posibles
en unas condiciones dadas.” 12
12.
Lenin, ”Tareas urgentes del movimiento”, en Selected Works, vol. III,
pág. 14.
En 1917, en
vísperas de la revolución:
”La tarea de un partido
verdaderamente revolucionario no consiste en renunciar a los compromisos de una
vez, sino en saber, a través de todos los compromisos, y cuando éstos son
inevitables, permanecer fiel a sus principios, a sus objetivos revolucionarios,
a su tarea de preparar el camino para la revolución y educar a las masas para
su victoria revolucionaria.” 13
13. Lenin, ”Compromisos”, en Selected
Works, vol. VI, pág. 208
Lenin
acerca de los compromisos
Rabochi
Put N º 3 del 6 (19) de setiembre de 1917
Para que no
hubiera equívocos, Lenin afirmaba también:
”Ningún marxista olvidará que el
capitalismo es progresivo comparado con el feudalismo, y que el imperialismo es
progresivo comparado con el capitalismo premonopolista. Por lo tanto, no es
deber nuestro apoyar cualquier lucha contra el imperialismo. No apoyaremos la
lucha de las clases reaccionarias contra el imperialismo. No apoyaremos un
alzamiento de las clases reaccionarias contra el imperialismo y el capitalismo.”
14
14.
Lenin, ”Caricatura del marxismo y economismo imperialista”, en Selected
Works, vol. V, pág. 299.
Sobre la caricatura
del marxismo y el “economismo imperialista”
Lenin no
creía que estas posiciones tácticas debían ocultarse. Por eso las defendía
abiertamente en la prensa de su partido. De todos modos, su aplicación las
revelaría y en ningún caso los militantes podrían aplicarlas con éxito si
recibían estas consignas en secreto, como órdenes confidenciales.
Ahí está,
sin duda, la diferencia principal entre el frentismo concebido a la manera de
Lenin y el concebido a la manera de Stalin. Es la diferencia entre dos hombres:
Lenin, político, y Stalin, burócrata. Diferencia también entre dos regímenes: el bolchevique, internacionalista y
subjetivamente revolucionario, y el stalinista, nacionalista y subjetivamente
conservador.
Para Stalin
– cuando se trata de alianzas y frentes – hay que ocultar los objetivos de los
comunistas, hacer creer que el fin público es el único, pero buscar, en cambio,
objetivos secretos, conocidos sólo por los militantes y a veces únicamente por
los dirigentes. Lenin no cree que se pueda engañar a la gente interesada por la
política. Stalin cree que se puede y que se debe engañarla.
Estas
diferencias se vieron claras al aplicar Stalin las tesis de Lenin
El frente único por la base
Cuando los
bolcheviques se hicieron cargo del poder en 1917, Lenin consideraba que la revolución
rusa debía ser la chispa que propagara el incendio revolucionario en Europa y,
ante todo, en Alemania. La ofensiva contra Polonia, al final de la guerra
civil, con ejércitos exhaustos y el país en ruinas, tenía por objeto establecer
precisamente contacto físico con Alemania, para ayudar a la revolución en ella.
Cuando las
perspectivas revolucionarias europeas se desvanecieron, con el fracaso de los
espartaquistas, el asesinato de Rosa Luxemburgo y Karl Liebnick, la derrota de
la comuna húngara, el aplastamiento de los soviets de Baviera y de la
insurrección de Hamburgo, de las ocupaciones de fábricas en Italia, Lenin y los bolcheviques tuvieron que hacer frente a una
realidad que no habían previsto: la de la revolución en un solo país.
Un país, además, agrícola, feudal, con un proletariado débil (y debilitado aún
más a causa de la eliminación por los bolcheviques de todas las tendencias
obreras: socialista revolucionaria, menchevique, anarquista).
La
desaparición de la esperanza revolucionaria europea fue de consecuencias
considerables. Al no contar con la industria alemana, la URSS tuvo que
industrializarse; al carecer de capitales para hacerlo, se recurrió a la
superexplotación y el subconsumo de la mano de obra y, más tarde, a los
trabajos forzados, para aumentar la plusvalía y consagrar este aumento a la
capitalización del país. Por otra parte, al fracasar en sus insurrecciones, los
partidos comunistas europeos quedaron reducidos a grupos minoritarios,
aislados. Esto condujo a la aplicación de las tácticas frentistas preconizadas
por Lenin. Pero esta aplicación ya no la hizo Lenin, fallecido en enero de
1924, sino su sucesor, Stalin.
Los partidos
comunistas, sometidos a la campaña de ”bolchevización” de los mismos emprendida
por Zinoviev desde la Komintern, dedicaron sus energías a la defensa de la
URSS, ”patria del proletariado” y ”patria del socialismo”. Necesitaban
aumentar su influencia en las masas si querían que esa defensa fuese eficaz.
Los
comunistas consideran que la URSS se halla asediada, que todo el mundo está
contra ella. Defenderla equivale a defender la posibilidad futura de acciones
revolucionarias en el propio país. Eso, por lo menos, es lo que les dice la
Internacional. No toman en consideración la realidad; olvidan, por ejemplo, que
hay una gran simpatía por la URSS en muchos intelectuales y que fuerzas tan
moderadas como las trade union británicas y políticos obreros tan conservadores
como el laborista Ernst Bevin, se opusieron enérgicamente a cualquier tentativa
de intervención contra la revolución rusa.
Stalin,
después de eliminar a Trotsky como rival (mandándolo finalmente asesinar en 1940),
impuso la teoría del socialismo en un solo país (para justificar su política
nacionalista) y la teoría de que cuando las clases sociales van desapareciendo
se agudiza la lucha de clases (para justificar las represiones que iban a
proporcionar millones de huéspedes a los campos de trabajos forzados, con los
cuales capitalizar sus planes quinquenales de industrialización).
Para
comprender la política de Stalin – y las tácticas frentistas que le sirvieron
de expresión – es preciso señalar las diversas etapas de la política de la
Tercera Internacional, desde su creación hasta la constitución de los frentes
populares. Helas aquí:
1) Etapa de fundación. La aceptación de los 21 puntos, que Lenin redactó, era condición
indispensable para el ingreso en la Internacional Comunista. Por negarse a
aceptarlos se retiró la CNT española y no llegó a adherirse el Partido
Socialista de la Argentina, y retiraron su adhesión los partidos socialistas
español e italiano. Sin embargo, esos 21 puntos fueron el instrumento con que
se forjó lo que iba a llamarse el monolitismo de la Internacional y que
permitió cambiar de línea a menudo, y a veces por sorpresa, sin exponerse a
perder muchos efectivos.
2) El frente único. El Congreso de la
Internacional celebrado en 1921 llegó a la conclusión de que el capitalismo se
había estabilizado y que, de momento,
quedaba aplazada la revolución mundial. Adoptó dos consignas: fortalecer las luchas anticoloniales,
con la esperanza de que la pérdida de las colonias desintegraría el capitalismo
o lo debilitaría bastante para que el movimiento comunista pudiera destruirlo,
y proponer el frente único no a las
organizaciones obreras, sino a las masas.
Esta táctica
ya había sido iniciada por Lenin, como se ha visto, con su oposición a los
elementos extremistas, que sostenían la conveniencia de organizar
conspiraciones y alzamientos armados. La táctica frentista, pensaba, debía dar
al movimiento comunista el control de la mayoría de la clase obrera. Libró una
verdadera batalla verbal, que duró hasta el IV
Congreso de la Internacional, en 1922, para que se aceptara la expresión “mayoría del proletariado”.
Contaba
Lenin con que la clase trabajadora, cuya unidad apenas se había comenzado a
lograr en el siglo XX, se olvidaría de que los comunistas habían escindido el
movimiento obrero para formar sus partidos, si éstos se mostraban defensores
encarnizados de la unidad. Esperaba que si los dirigentes socialistas y
sindicalistas se oponían a la unidad, la masa los daría de lado. El frente único, pues, no era un mecanismo
para establecer una verdadera unidad dé acción, sino un medio para acercarse a
las masas, conseguir que escucharan a los comunistas y propagandear con el fin
de controlarlas.
Muerto Lenin
y descartado Trotsky, la táctica de frente único adquiere una nueva modalidad.
Los comunistas propugnan por lo que llaman el frente único por la base.
Consiste en atraerse a los militantes y afiliados de sindicatos y partidos
socialistas y conseguir que se pronuncien contra los dirigentes que han
elegido. Pero esta táctica fracasa. Era lógico. Los militantes y afiliados no
se apartan de sus dirigentes, precisamente porque ellos mismos los han elegido.
En realidad,
esta táctica refleja la situación en el interior de la URSS y del Partido
Comunista soviético, donde los militantes bolcheviques se ven solicitados por
los hombres de Stalin para que abandonen a los dirigentes locales y apoyen a
los que Stalin desea. En la URSS, Stalin dispone de una fuerza de coacción que
hace eficaz su método. Pero en el resto del mundo falta esa fuerza, y por ello
la táctica fracasa.
3) El ”socialfascismo”,
consigna característica del llamado tercer período, o de ”clase contra clase”,
iniciado por el VI Congreso de la Internacional, en septiembre de
1928. La Komintern se halla dirigida por amigos de Stalin. Grigory Zinoviev ha
sido sustituido por Nicolai Bujarin, a su vez desplazado luego. Bujarin se
opone a la nueva táctica, pero por disciplina de partido la defiende en el
Congreso, cuando el Comité Central (stalinista) del partido ruso la ha adoptado.15
15. Zinoviev y Bujarin fueron ejecutados en 1936-37,
después de sometidos a proceso y de ”confesar” que eran agentes imperialistas y
fascistas. Otros viejos bolcheviques corrieron la misma suerte.
El VI
Congreso aprueba un programa de siete puntos. En realidad, los delegados al
Congreso han sido, de hecho, nombrados por Moscú, puesto que es la Komintern la
que designa a los dirigentes de los partidos locales. Los siete puntos afirman
la desigualdad de desarrollo del capitalismo mundial, la posibilidad de
establecer el socialismo en un solo país, la convicción de que el mundo se
hallaba en vísperas de una crisis general del capitalismo y cerca de la
revolución, y que si ésta no estalla se debe a que los socialistas son la ”antesala del fascismo” y los más fieles
aliados de éste. Allí donde no había socialistas o donde, como en España y la
Argentina, existía un potente movimiento anarcosindicalista, además de la
expresión ”socialfascismo” los comunistas empleaban la de ”anarcofascismo”. Al
mismo tiempo que atribuían a socialistas y anarquistas el papel de aliados del
fascismo, continuaban su campaña de frente único por la base.
Mientras
Moscú acusaba al Gobierno laborista británico y a los socialdemócratas alemanes
de ser traidores e instrumentos del a capitalismo, ordenaba a los comunistas
chinos, aliados de la clase media en el Kuo Min-tang, que entregaran las armas
a Chiang Kai-shek, lo que permitió a éste, en 1927, hacer una matanza de
comunistas, decapitar al partido y desorganizarlo.
El caso de
China sintetiza la política comunista antiimperialista del tercer período.16 Para los pueblos coloniales y
semicoloniales, que tenían una ”política
atrasada”, según frase de Losovsky17
(uno de los dirigentes de la Internacional en su rama sindical o Profintern),
Moscú adoptó una táctica que era una prefiguración del Frente Popular. Organizó
en 1927, en Bruselas, un Congreso Antiimperialista, del cual salió una Liga
Antiimperialista, cuyo animador fue un genio de la propaganda, el alemán Willy
Münzenberg.18 La Liga tuvo secciones
en varios países de América Latina 19
y Asia. En 1930 celebró su último Congreso, en Frankfurt.
Una idea de
la habilidad con que Münzenberg actuaba, la da el hecho de que Nehru, que
asistió al Congreso de Bruselas, dice en sus memorias 20 que creía que el Congreso fue organizado por el Kuo Min-tang, lo
cual indica que no se dio cuenta de que era una iniciativa de Moscú. Otros se
dejaron arrastrar también, como el viejo laborista británico George Landbury,
los socialdemócratas alemanes, los latinoamericanos Víctor Raúl Haya de la
Torre y José Vasconcelos.
17 Víctor Alba, Historia del comunismo en América
Latina, México, 1954, pág. 62.
18 Münzenberg fue luego el coordinador de la propaganda
comunista en favor del Frente Popular. Separado de la Internacional en 1939, a
causa del pacto nazi-soviético, desapareció en Francia, donde estaba refugiado,
durante la ocupación alemana.
19 El secretario de la Liga en América Latina fue el
estudiante cubano Julio Antonio Mella, exiliado en Méjico, donde la Liga tenía
su sede y donde Mella fue asesinado en circunstancias sospechosas, en enero de
1929, unos días después de separarse del Partido Comunista.
20 J. Nehru, Ma vie et mes prisons, París, 1952, págs.
151 y ss. Por cierto que cuenta también que un policía francés, embadurnado de
negro, logró asistir a todas las sesiones del Congreso de Bruselas,
presentándose como delegado africano.
En el
Congreso de Bruselas se aceptaron toda clase de movimientos anticolonialistas,
sin formularse ninguna crítica a sus tácticas. Pero en el de Frankfurt, tres
años después, se afirmó que la Liga debía apoyarse no en los movimientos y
partidos nacionalistas, sino en las masas obreras y campesinas (léase el
movimiento comunista). Un año más tarde, por negarse a seguir esta línea, Nehru
fue declarado traidor y expulsado de la Liga. Ésta declaró que ”la lucha antiimperialista exige que se
acentúe la lucha por la defensa de la URSS”. A pesar de que se presentaba
como un frente único – en realidad un
frente popular a través del cual los comunistas se aliaban con la clase media
antiimperialista – hubo ocasiones en que quedó claro su verdadero carácter.
Así, el norteamericano Simons, delegado en la Conferencia Comunista de Buenos
Aires en 1930, afirmó que en América Latina ”la Liga ni siquiera arrastra a las masas bajo la influencia del
partido; es una organización sin masas”, y propuso, para remediar esto, que ”el
partido asuma el control de la Liga”.21
21 Alba, Historia del comunismo en América Latina,
pág. 83.
La táctica
del frente único por la base fue resumida por Zinoviev (entonces presidente de
la Internacional Comunista) en el V Congreso de la misma, en 1924:
”Esta
táctica es realmente 'siempre necesaria... incluso durante los períodos agudos
de lucha en las barricadas... Cuando Kerensky marchaba contra Petrogrado
logramos movilizar a una parte de los obreros del Partido Socialista
revolucionario contra su propio Gobierno. Frente único por la base siempre.” 22
22 Internacional Comunista, Protokolle des V Kongresses,
Moscú, 1925, pág. 183.
Pero éste no
es el único frente posible. Hay también el frente único por la base y por la
dirección al mismo tiempo. ”Esta forma también puede aplicarse con frecuencia”,
dice Zinoviev. ”No siempre, pero a
menudo, en los países en que somos minoría... como método de agitación y de
movilización de las masas, no como método de coalición política con la
socialdemocracia.”
Es decir, proponer el frente único a la base y a la
dirección, pero no para marchar juntos, sino para separar la base de la
dirección. Hay otro tipo todavía: ”El frente único por la dirección
constituye una tercera forma. Y creo que acerca de ella hemos de decir: Nunca
“Resumiendo,
con palabras de Zinoviev:
”Frente único por la base: casi
siempre. Frente único por la base y al mismo tiempo por la dirección: con
frecuencia, con las garantías necesarias, como táctica de movilización
revolucionaria de las masas. Frente único por la dirección: nunca.”
Estas formas
de frente único fracasaron. Era evidente en ellas que quienes las proponían no
buscaban la unidad, sino la utilización. Aunque quienes recibían la propuesta
no conocían, la mayoría de las veces, la frase de Lenin reproducida antes (”la
palabra ’utilizar’ es mucho más
exacta y adecuada que los términos ’apoyar’
y ’alianza’ ”), adivinaban que la
propuesta era sólo un medio para utilizarlos. Y, lógicamente, la rechazaban.
En cambio,
el Frente Popular tuvo éxito, por lo menos, desde el punto de vista de quienes
lo propugnaban. ¿Por qué este éxito donde las otras propuestas de frente habían
fracasado?
La respuesta
es múltiple. Las circunstancias históricas eran diferentes; los proponentes
habían aprendido las lecciones del fracaso del frente único; los elementos
sociales a quienes iba dirigida la propuesta se hallaban en una situación de
extrema vulnerabilidad ideológica.
Sobre todo,
la amenaza era mucho más precisa y concreta que las ideas abstractas de
capitalismo e imperialismo. Tan concreta que cabía personificarla en un hombre.
El ascenso de Hitler
La subida de
Benito Mussolini al poder, en 1922, fue un factor determinante en la política
mundial. Significó el fin de la esperanza de cambiar la sociedad italiana; en
realidad el fascismo del Duce era el castigo por el fracaso de las ocupaciones
de fábricas llevadas a cabo por los obreros italianos y no seguidas por la toma
del poder por sus partidos.
A pesar de
que el Duce ayudó a algunos movimientos reaccionarios europeos, y su doctrina
sirvió de aglutinante a los hombres de aspiraciones totalitarias, su triunfo no
tuvo consecuencias graves. No se veía como una amenaza para el mundo. Mussolini
no estaba en condiciones de hacer que estallase una guerra mundial ni amenazaba
directamente a ningún país, por lo menos de momento.
Pero la
marcha de Adolfo Hitler hacia el poder no podía mirarse con los mismos ojos.
Alemania representaba, en potencia, o bien un factor de progreso social (puesto
que contaba con el movimiento obrero más poderoso del mundo), o bien una amenaza
para las libertades elementales y la paz (puesto que contaba con el movimiento
totalitario más potente del mundo).
Sin embargo,
cuando Hitler salió de la cárcel – donde había escrito el Mein Kampf –, cuando
ya no era el pequeño cabo desmovilizado e histérico de las cervecerías de
Munich, sino el jefe de un partido fascista en ascenso, Moscú, a través de la
Tercera Internacional, lanzó la consigna del ”socialfascismo”. Era en 1928. En
todos los países, los comunistas aplicaron la frase de Stalin: ”Socialdemocracia
y fascismo no son opuestos, sino mellizos.”
Con esta
frase en la mente, los comunistas no veían ninguna razón para apoyar a los
socialistas germanos en su oposición a Hitler ni para aliarse con ellos contra
los nazis. Aunque los socialistas cometieron errores graves con su política del
mal menor, no hay duda de que deseaban cerrarle el camino a Hitler. Pero los
comunistas – que tenían un partido potente en Alemania – consideraban que lo
mismo daba un Estado gobernado por socialistas que un Estado nazi. Esta actitud
escindió irremediablemente en dos a la clase obrera alemana. Por la brecha
entre socialistas y comunistas se coló Hitler.
En noviembre
de 1927, Stalin declaró a una delegación obrera extranjera que los socialistas
eran ”un partido semigubernamental en
coalición con la burguesía liberal contra las fuerzas más reaccionarias del
capitalismo y contra el movimiento más revolucionario del proletariado”. En
aquel momento, todavía la Komintern hablaba de frente único. Siete meses más
tarde, en julio de 1928, el mismo Stalin decía:
”La socialdemocracia forma el
principal apoyo del capitalismo dentro de la clase obrera y el principal
enemigo del comunismo.” 23
23 La primera declaración de Stalin se encuentra en la
revista Leninismo, vol. 1, Moscú, 1928. La segunda está en la misma revista,
vol. II, Moscú, 1928, en el texto de su discurso sobre ”Resultados del Pleno de
julio del Partido Comunista (Bolchevique) de la Unión Soviética”
SOBRE EL
PELIGRO DE DERECHA EN EL P.C.(b) DE LA U.R.S.S
Discurso en
el Pleno del Comité de Moscú y de la Comisión de Control de Moscú del P.C.(b)
de la U.R.S.S. 19 de octubre de 1928
Pero no
todos aceptaban esta posición. El dominio de Stalin era todavía vacilante.
Había transcurrido apenas un año desde que logró eliminar a Trotsky. Por eso,
el mismo Stalin reconocía que
”la desviación de derecha en el
comunismo representa la tendencia de parte de un grupo de comunistas a
apartarse de la línea revolucionaria del marxismo en dirección a la
socialdemocracia. Cuando ciertos grupos de comunistas niegan la justeza de la
consigna de ’clase contra clase’ en las campañas electorales (Francia), o se
oponen a que el Partido Comunista presente candidatos propios (Gran Bretaña), o
no se muestran inclinados a luchar enérgicamente contra la socialdemocracia ’de
izquierdas’ (Alemania), ello indica que en el Partido Comunista hay individuos
que se esfuerzan en adaptar el comunismo a la socialdemocracia. ¿Y qué
significa el reforzamiento de la socialdemocracia? Significa la consolidación y
el reforzamiento del capitalismo, pues la socialdemocracia es el principal
baluarte del capitalismo en el seno de la clase obrera. Así pues, el triunfo de
la desviación de derechas en Partidos Comunistas de los países capitalistas
favorecería las condiciones necesarias para la conservación del capitalismo”. 24
24 Stalin, ”Peligro derechista en el Partido Comunista
(Bolchevique) de la Unión Soviética”, en Leninismo, vol. I, Moscú, 1928.
SOBRE EL
PELIGRO DE DERECHA EN EL P.C.(b) DE LA U.R.S.S
Discurso en
el Pleno del Comité de Moscú y de la Comisión de Control de Moscú del P.C.(b)
de la U.R.S.S. 19 de octubre de 1928
En realidad,
Stalin calificaba de desviación de derechas el deseo de algunos comunistas de
aplicar de buena fe la táctica del frente único, es decir, de formar realmente
un frente en vez de ”utilizar” el
frente.
A pesar de
su oposición a los regímenes democráticos capitalistas y a los gobiernos
socialistas, los comunistas (y en especial los seis millones de votantes
comunistas alemanes) encontraban soportables estos regímenes, pues permitían la
organización, el movimiento sindical, la oposición y algunas reformas. La
consigna del ”socialfascismo” deformó esta realidad, a los ojos de los
comunistas, hasta el punto de que algunos de sus dirigentes llegaron a afirmar
que ”Nacht Hitler, kommen wir” (”Después de Hitler vendremos nosotros”). Muchos
de esos dirigentes sólo vieron la diferencia esencial entre los socialistas y
Hitler, entre la democracia capitalista y el nazismo, a la lúgubre luz de los
campos de concentración nazis o a los destellos del hacha que iba a
decapitarlos.
Los
socialistas presentaron en 1925 un candidato contra el mariscal Paul Hindenburg,
que, elegido, dio el poder a Hitler. Los comunistas presentaron su propio
candidato, Ernst Thaelman, a pesar de que sabían que no reunirían bastantes
votos para triunfar, y con esos votos hubieran podido dar la victoria a un
candidato antinazi. Los nazis, en 1930, promovieron un plebiscito contra el
Gobierno socialista de Prusia; los comunistas votaron con los nazis contra los
socialistas, y el gobierno socialista desapareció.
Esa actitud
se justifica, a los ojos de los comunistas, con una frase: ”El fascismo destruirá las ilusiones
democráticas de las masas y abrirá el camino al bolchevismo alemán.” Así lo
escribía, en 1931, ”La Correspondencia
Internacional”, órgano de la Komintern.
En noviembre
de 1932 hubo elecciones. Los candidatos nazis y pronazis recogieron 14 937 081
votos, de los cuales once millones pertenecían directamente al partido nazi.
Los candidatos antinazis recogieron 20 292 244 votos, de los cuales seis
millones correspondían a los socialistas. Comparadas con las de elecciones anteriores,
esas cifras indicaban no sólo el mantenimiento de las fuerzas antinazis
(obreras y capitalistas liberales), sino un ligero retroceso de las fuerzas
nazis respecto a las elecciones de cuatro meses antes.
En 1921 el
general Von Kapp dio un golpe de Estado; los obreros alemanes se declararon en
huelga y en 48 horas liquidaron la tentativa militarista. En 1932 eso ya no era
posible, porque los comunistas se opondrían a cualquier reacción socialista.
Muy claramente lo ordena una declaración de la Internacional Comunista de julio
de 1929:
”En aquellos países donde existen
poderosos partidos socialdemócratas, el fascismo asume la forma especial de
socialfascismo, el cual, en un grado cada día mayor, sirve a la burguesía como
instrumento que paralice la actividad de las masas en la lucha contra la
dictadura fascista.”
El anatema
se extiende también a la izquierda socialista, pues
”el ala izquierda de la
socialdemocracia retrasa el proceso de desintegración de la socialdemocracia,
al fomentar la esperanza de que ella – la tendencia izquierdista – representa
una oposición a la política de la dirección de los partidos socialdemócratas,
cuando en realidad apoya de todo corazón la política del socialfascismo”.
Por esto,
Rote Fahne, el diario del Partido Comunista alemán, decía en noviembre de 1931,
apenas 14 meses antes de la victoria de Hitler:
”Nuestros golpes más duros se dirigen
contra la socialdemocracia.”
Y en julio
de 1932, cuando los nazis acababan de obtener 13 millones de votos (la votación
más alta de su historia), Pravda, de Moscú, escribía:
”La república de Weimar está en bancarrota. El
proletariado revolucionario no debe apoyar ni un solo momento a los quebrados
de Weimar. Debe movilizar sus fuerzas contra el Tercer Reich de Hitler y la
Segunda República socialdemócrata y en favor de la República de los Soviets.”
Faltaban
seis meses para que Hitler subiera al poder.
El día 30 de
enero de 1933, el mariscal Hindenburg, presidente de la República alemana,
nombró canciller del Reich a Adolfo Hitler, jefe (o Führer) del Partido
Nacionalsocialista. El 5 de marzo, en nuevas elecciones, los nazis consiguieron
el 44 por ciento de los votos. El Reichstag (edificio del Parlamento) fue
incendiado, y eso sirvió de pretexto para suprimir de un plumazo todas las
garantías y libertades e iniciar la persecución en masa de socialistas,
comunistas, sindicalistas y judíos. En cinco días fueron detenidas 60 000
personas y se establecieron los primeros campos de concentración. Para abolir ”constitucionalmente” la Constitución de
Weimar, el Parlamento destituyó a 81 diputados comunistas y 94
socialdemócratas. En mayo de 1933 se suprimieron los sindicatos. En junio se
prohibieron todos los partidos políticos, menos el nazi (incluso los partidos
aliados del nazi fueron suspendidos). El 16 de julio, Hitler se proclamó
Reichcanciller y estableció ”legalmente”
el Estado totalitario alemán.25
Entretanto,
en abril, el periódico comunista de los exiliados alemanes en Basilea (Suiza),
Rundschau, publicó un artículo del diputado comunista Heckert, en el cual se
leía esta frase:
”La marea revolucionaria subirá
ineluctablemente. La dictadura fascista destruye las ilusiones democráticas y
libera a las masas de la influencia de la socialdemocracia, y así acelera la
marcha de Alemania hacia la revolución proletaria. Hay que ser ignorante e
idiota para decir que los comunistas alemanes han sido vencidos.” 26
26 Heckert se refugió más tarde en la URSS y allí lo
ejecutaron durante las depuraciones de 1936-38.
Ningún
dirigente comunista podía confesar que Hitler había triunfado. Eso hubiera
equivalido a su suicidio político. En efecto, en noviembre de 1932, tres meses
antes de la subida de Hitler al poder, el Politburó del Partido Comunista
soviético – organismo personalmente dirigido por Stalin – se reunió especialmente
para examinar la situación de Alemania. Casi todos sus componentes se mostraron
partidarios de hacer un viraje, tratar de aliarse con los socialistas y
oponerse juntos a Hitler. Casi todos. Pero no Stalin. Éste afirmó: ”Hitler no vencerá. El general Von Schleicher lo aniquilará.” Stalin
había hablado. No hubo viraje. Los hechos desmintieron a Stalin. Von Schleicher
no aniquiló a Hitler. Al contrario, Hitler aniquiló a Schleicher, en la llamada
Noche Negra de 1934, cuando el Führer ordenó matar a algunos de sus
lugartenientes demasiado ”radicales”
(Von Röhm, jefe de las S. A., entre otros) y aprovechó la coyuntura para
desembarazarse de paso de algunos conservadores, como el general. Stalin
prefirió confiar en un general a reconocer un error de táctica. El burócrata no confía en las masas, sino en
las maniobras.
Cuando
Hitler subió al poder, la prensa soviética tardó 24 horas en anunciarlo, porque
los periodistas moscovitas creyeron que se trataba de una noticia falsa. No
podían creer que el Führer hubiera triunfado. Era imposible que Stalin se
hubiese equivocado. Era impensable que los seis millones de electores
comunistas alemanes no se lanzaran a una guerra civil.
El cuarto de
millón de militantes comunistas, disciplinados, combativos; los 27 diarios
comunistas con cinco millones de ejemplares de circulación; las 4 000 células
del partido; las 87 organizaciones ”fraternales”; la sede de la Komintern para
Europa (que sólo a última hora pudo ser trasladada de Berlín a Praga), no
sirvieron de nada. Una frase de Stalin había paralizado toda esta formidable
maquinaria.
Una lección perdida
En Moscú, de
momento, no se aprovechó la lección. En diciembre de 1933, cuando Hitler
llevaba ya once meses en el poder, un dirigente comunista ruso, Korin, habló
ante el Pleno de la Internacional Comunista y dijo:
”Los éxitos del fascismo son
consecuencia de la fascistización de la socialdemocracia, consecuencia del
hecho de que la socialdemocracia se ha convertido en un partido socialfascista
[...] La socialdemocracia ha muerto porque se suicidó política, moralmente, al
negarse a luchar contra el fascismo, al capitular ante el fascismo, al entrar
al servicio del fascismo.” 27
27 Korin, El fascismo, la socialdemocracia y el Partido
Comunista, Moscú, 1933.
En febrero
de 1934 ocurrieron dos acontecimientos amenazadores. En Viena, las tropas del
canciller católico Dollfuss aplastaron una insurrección socialista que se
oponía a su política reaccionaria.28
En París, los camelots du roi monárquicos, las Cruces de Fuego fascistas y
otras organizaciones de extrema derecha, aprovechando un escándalo financiero
(el ”affaire” Stavisky), provocaron sangrientos incidentes delante de la Cámara
de Diputados, incendiaron autobuses en muchos lugares de París y, por unas
horas, pareció que iban a asaltar el gobierno. Pues bien, el Partido Comunista
austríaco ordenó a sus militantes que no participaran en la lucha armada de los
socialistas contra Dollfuss, y el Partido Comunista francés ordenó a sus
militantes que tomaran parte en los motines de la derecha, porque servían para
desacreditar el régimen democrático.
28 Dollfuss fue asesinado por un agente nazi, cuatro
meses después, porque pretendía establecer en Austria su propia forma de
fascismo y se negaba a unir su país a la Alemania de Hitler.
Unos días
antes de esa noche del 6 de febrero de 1934, cuando la agitación de las ligas
fascistas era enorme, el Comité Central del Partido Comunista francés decidió
(el 24 de enero) ”rechazar cualquier sugerencia en el sentido de ofrecer un
frente unido a la dirección de la SFIO [Partido Socialista Francés]. Un
ofrecimiento así tendería a crear ilusiones acerca de las posibilidades de
regeneración del partido socialista”. Cuando el régimen republicano francés se
hallaba vacilante, Jacques Duelos, dirigente comunista, declaró:
”En las calles y plazas de nuestras ciudades
se enfrentan, no tres fuerzas, como pretenden los socialfascistas, sino dos
clases. Nuestra lucha antifascista no entraña la defensa de la democracia
burguesa, que es el vivero del fascismo,” 29
29 En Cahiers du Communisme, París, 15 de febrero de
1934.
El 13 de
abril, cuando ya se había formado una alianza circunstancial de socialistas,
sindicalistas y demócratas de centro-izquierda,30 Maurice
Thorez, jefe máximo del Partido Comunista francés,
escribía en L’Humanité de París:
30 El 7 de febrero, a las 24 horas de comenzar la
ofensiva de las ligas fascistas, la CGT (Confederación General del Trabajo de
Francia, dirigida por socialistas y sindicalistas) convocó una reunión de todas
las organizaciones obreras y democráticas para organizar la defensa de la
República; los únicos convocados que no acudieron fueron el Partido Comunista y
su central sindical, la CGTU (Confederación General del Trabajo Unitaria). Así,
pues, la iniciativa de una alianza antifascista, en Francia, no se debió a los
comunistas, sino a la CGT. Detalles acerca de esto se encuentran en la
abundante literatura sobre el Frente Popular francés. Un buen resumen puede
hallarse en Franz Borkenau, European Communism, Nueva York, 1953, capítulo V
”Algunos oportunistas proponen a
nuestro partido que renuncie a su política de frente único por la base para
practicar una política de bloque con la socialdemocracia [...] No tenemos nada
en común con el Partido Socialista, principal sostén de la burguesía.”
Seis días
después, el mismo Thorez agregaba en su diario:” ¿Cómo se puede luchar por el
poder en común con los socialistas? El Partido Socialista quiere ’arrancar la
República a los partidos del fascismo y la reacción’. El Partido Comunista, al
contrario, lucha por el poder de los Soviets.”
Thorez, jefe
del único partido importante que le quedaba a la Komintern, después de la
débácle alemana, es quien mejor refleja las consignas de Moscú. Por ejemplo,
afirma que hay que
”concentrar los esfuerzos del partido
[comunista] en la lucha contra la socialdemocracia y por la organización de un
frente único por la base. [...] No buscamos, en ningún caso, un acuerdo con la
dirección del Partido Socialista, con el Partido Socialista que consideramos
como enemigo. Queremos organizar la lucha común con los obreros socialistas, a
pesar y contra los jefes y las organizaciones socialistas [...] Escuchamos a
veces un razonamiento de oportunista, que dice que no hay ninguna diferencia
entre un obrero comunista y un obrero socialista. Sí, hay una diferencia entre
ellos, entre el obrero revolucionario, que combate por su clase en las filas
del único partido de la clase obrera [el partido Comunista] [...] y el obrero
socialista que ha sido engañado, que se engaña de buena fe, pero que sostiene a
los enemigos de su clase.” Y Thorez concluye: ”El frente único no es el fin,
sino el medio. Nuestro fin es la dictadura del proletariado [...] Todo frente
único que no conduce al fortalecimiento de la influencia y de la organización
del Partido Comunista, no es un frente único, sino su caricatura.” 31
31 Maurice Thorez, ”Le travail syndical et les conquétes
des ouvriers reformistes”, en Oeuvres, París, 1951, vol. V.
Como el
movimiento comunista es monolítico la lección de Alemania no se aprovecha
tampoco fuera de Europa. En América Latina, los comunistas atacan a los
socialistas argentinos que denuncian las maniobras nazis – a través de la
colonia germana en el país –, y en Méjico critican al nuevo presidente de la
República, general Lázaro Cárdenas, a cuyo Gobierno califican de instrumento
del imperialismo:
”El Gobierno [de Cárdenas] está
encargado de llevar adelante el plan sexenal de Calles, el programa de
fasciszación y reforzamiento del dominio yanqui en Méjico, amparándose bajo el
biombo de las izquierdas cardenistas, que es socialismo embustero y
escandaloso.” 32
32 Hernán Laborde, dirigente comunista mejicano, citado
en Grupos de Acción Socialista, Comunismo de nombre y traición de hecho,
Méjico, DF, 1937, Pág. 4.
En Chile,
los comunistas se opusieron a la breve República Socialista de 1932 y en Cuba
combatieron al Gobierno antiimperialista del doctor Ramón Grau San Martín, que
en 1934 tenía graves dificultades con el de los Estados Unidos.33
33
Robert J. Alexander, Communism in Latin America, New Brunswick, N.J., 1957,
pág. 22.
El 27 de
abril de 1934 – es decir, una semana después de la publicación del último de
los artículos citados de Thorez – los dirigentes de los principales partidos
comunistas son llamados a Moscú. Todos ellos, sin excepción, han escrito en sus
periódicos, durante años y aún muy recientemente, cosas idénticas a las
firmadas por Thorez.
En mayo,
cuando regresan a sus países, al cabo de un mes de estancia en Moscú, emplean
otro lenguaje. El proceso contra Georgy Dimitrov y sus compañeros por el
incendio del Reichstag, la reacción obrera y democrática en Francia por los
acontecimientos de febrero, las negociaciones en España por una coalición
electoral socialista-republicana, habían indicado a la Komintern que precisaba
una nueva táctica. De lo contrario, los comunistas se encontrarían más aislados
todavía y aún más incapacitados que antes para hacer algo efectivo en defensa
de la URSS. Esta vez Stalin aprobó la nueva táctica.
Se trataba
de ponerla en práctica sin que pareciera que se entonaba un mea culpa. Al
contrario, debía servir, entre otras cosas, para hacer olvidar los errores
cometidos y para librar a los comunistas, a los ojos de la opinión, de su grave
parte de responsabilidad en la catástrofe de Alemania.
Esta nueva
táctica fue la del Frente Popular.
El Frente
Único Proletario
Documentos de la Internacional Comunista
Índice
Tesis sobre la unidad del frente proletario 1
(Comité
Ejecutivo de la Internacional Comunista, 1921)
Discurso sobre el Frente Único
8
León Trotsky
(Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, 26 de febrero de 1922)
El frente
único y el comunismo en Francia 19
(Trotsky 2
de marzo de 1922)
León
Trotsky
Las
Tácticas del Frente Único
Escrito: En Moscú en marzo de 1922 para
el Pleno del Comité Ejécutivo de la Internacional Comunista que entro en sesión
en febrero del mismo año como material para un informe sobre la cuestión de los
comunistas franceses.
El origen
del concepto de Frente Popular o Frente interclasista
Frente
Popular o Frente Único Proletario y el Populismo de Podemos
La farsa de
la “unidad popular” (Unidad popular para torpes)
Lenin y el socialismo en un solo
país. El término marxismo-leninismo fue creado por José Stalin
Nosotros los
rojos (la distopía de Yevgueni Zamiatin, inspiradora de otras obras como “Un
mundo feliz” (1932) de A. Huxley o “1984” (1948) de George Orwel. Lenin y el
taylorismo
La situación
política y las tareas del proletariado
Víctor Alba.
La revolución española en la práctica. Documentos del POUM
Historia
del BOC y del POUM
[El
marxismo en España (1919-1939)]
4. La
Alianza Obrera
[El marxismo
en España (1919-1939)] Historia del BOC y del POUM
Primera
campaña de difamaciones y calumnias, en la que se identificaba al POUM con el
fascismo internacional, se intensificó desde finales de 1936 y en los primeros
meses de 1937
Juan Andrade
El marxismo y los problemas de la revolución española. Lenin y el Leninismo
Juan Andrade
Apuntes para una historia del PCE
[Libro] Las
colectivizadores Víctor Alba
1934-01
Constitución de la Alianza Obrera en Cataluña
CONSTITUCIÓN
DE LA ALIANZA OBRERA
Compañeros:
El avance de la reacción capitalista es un hecho de carácter
mundial que nadie puede negar, aunque en cada país adopta características especiales.
mundial que nadie puede negar, aunque en cada país adopta características especiales.
En Italia y Alemania se ha condensado en un fascismo criminal y
destructor que quiere retrotraer a aquellos pueblos a las formas políticas del tiempo medieval.
En otros países de Europa y América adopta modalidades que, sin
disminuir su carácter odioso, tiende a conseguir lo que se propone, aunque aparentemente se muestre inclinada a respetar las condiciones económicas y políticas que en estos casos predominen.
En el nuestro, en España, vémos la claramente con trazas de triunfar.
Primero corrompe el sistema electoral, recurriendo a los procedimientos
más infames para llevar al parlamento, si no una mayoría absoluta, sí una
minoría que, sin contar con ella, es imposible gobernar. Después impulsa al gobierno a proclamar el estado de prevención señalado en la ley de Orden Público, con lo cual deja a la clase trabajadora inerme y sin medios de defensa contra los atropellos que el gobierno quiera acometer y que
favorecen a las derechas reaccionarias.
Y más tarde, como tercera etapa de su acción infame y canallesca, se vale
de la inconsciencia de las masas trabajadoras agrupadas en torno de la FAI
y de la CNT con el fin de lanzarlas a la calle y llevarlas al choque brutal
contra la fuerza pública, y consigue con este maquiavelismo dos finalidades igualmente favorables para ella: conmover la opinión para justificar las más grandes monstruosidades del poder público, y sembrar el terror, la desolación y la muerte, que justifique un golpe de estado reaccionario y fascista. Cálculos deducidos lógicamente de los hechos.
Pero no
prevalecerán.
Para impedirlo aquí estamos nosotros. Las entidades abajo firmantes, de
tendencias y aspiraciones doctrinales diversas, pero unidas en un común
deseo de salvaguardar todas las conquistas conseguidas hasta hoy por la
clase trabajadora española, hemos constituido “La Alianza Obrera” para
oponernos al entronizamiento de la reacción en nuestro país, para evitar
cualquier intento de golpe de estado o instauración de una dictadura, si así se pretende, y para mantener intactas, incólumes, todas aquellas ventajas conseguidas hasta hoy, y que representan el patrimonio más estimado de la clase trabajadora.
¡Trabajadores de Cataluña y de España! Haced como nosotros hemos
hecho. Abandonad las querellas que os apartan de vuestros compañeros de explotación, aunque conservéis y defendáis vuestros puntos de vista
doctrinales, a fin de constituir los comités locales y comarcales antifascistas y de oposición al avance de las fuerzas reaccionarias, en forma que sinteticen sus aspiraciones en un organismo representativo nacional.
Oponed al fascismo y a la reacción el muro infranqueable de nuestra
voluntad y de nuestras decisiones.
A las organizaciones de Cataluña que quieran unirse y cooperar con
nosotros les invitamos a enviar su adhesión a la dirección siguiente: Rauric, 14, principal, Comité de Alianza Obrera.
También les anunciamos que cuando las circunstancias lo permitan,
convocaremos una conferencia regional de todas aquellas organizaciones
que estén de acuerdo con la obra que nos proponemos realizar.
¡Trabajadores organizados de Cataluña: Enviad vuestras adhesiones! ¡Que
ninguno falte en este frente obrero antifascista!
¡Viva el frente obrero antifascista!
¡Viva la unión de la clase obrera para la defensa de todas sus conquistas!
Por la Unión General de Trabajadores, Vila
Cuenca; por la Unión Socialista,
Martínez Cuenca; por la Izquierda
Comunista, Andrés Nin; por el Bloque
Obrero y Campesino, Maurín; por el Partido
Socialista Obrero Español, Vidiella; por los Sindicatos de oposición, A. Pestaña, y por la Unión de Rabassaires, J. Calvet.
Nota:
Siendo esto un frente obrero exclusivamente, las organizaciones políticas y
partidos que no sean de clase habrán de adherirse moralmente, pero no ser
miembros efectivos de él.
Pacto de
Alianza Obrera
Proyecto
de Pacto de Alianza Obrera (Asturias)
Las
organizaciones que suscriben convienen entre sí en reconocer que frente la
situación económico política del régimen burgués en España, se impone la acción
mancomunada de todos los sectores obreros con el exclusivo objeto de promover y
llevar a efecto la revolución social.
A tal fin, cada organización de las que suscribe queda comprometida a cumplir
el compromiso fijado en este pacto, bajo las condiciones siguientes:
1) Las
organizaciones firmantes trabajarán de común acuerdo hasta conseguir el triunfo
de la revolución social en España y llegar a la conquista del poder político y
económico para la clase trabajadora, cuya concreción inmediata será la
República Socialista Federal. (1)
2) Para la consecución de este fin se constituirá en
Oviedo un Comité Ejecutivo en representación de todas las organizaciones
adherentes a este pacto, el que actuará de acuerdo con otro nacional y del
mismo carácter para los efectos de la acción general en toda España.
3) Como consecuencia lógica de los apartados 1 y 2 del
Pacto, queda entendido que la constitución del Comité Nacional es premisa
indispensable (en caso de que los acontecimientos se desenvuelvan normalmente)
para poder emprender toda acción revolucionaria con el objeto de este pacto,
por cuanto el pacto trata y pretende la realización de un hecho nacional. El
Comité Nacional que ha de constituirse será el único que autorizadamente, podrá
ordenar al que quede constituido en Oviedo los movimientos a emprender en
relación con el general en toda España.
4) Se constituirá en toda Asturias un comité en cada
localidad cuya composición deberá estar integrada por delegaciones de cada una
de las organizaciones firmantes de este pacto y aquellas otras que adhiriéndose
sean admitidas por el Comité Ejecutivo.
5) Las
organizaciones firmantes de este pacto conservan su independencia con respecto
a la propaganda de sus puntos de vista políticos y sociales y el derecho a la
crítica siempre que no contradiga las líneas generales de la orientación
adoptada en virtud del pacto ni sus resoluciones concretas.
6) El Comité Ejecutivo elaborará un plan de acción que
asegure el triunfo de la revolución en sus diferentes aspectos y consolidación
del mismo.
7) Serán cláusulas adicionales al presente Pacto, todos
los acuerdos del Comité Ejecutivo, cuyo cumplimiento es obligatorio para todas
las organizaciones representadas, siendo estos acuerdos considerados de
obligada vigencia, tanto en el periodo preparatorio de la revolución, como
después de triunfar.
8) El compromiso contraído por las organizaciones que suscriben terminará en el momento en el cual las República Socialista Federal (2) quede constituida con sus órganos propios, elegidos voluntariamente por la clase trabajadora y por el procedimiento que haya preceptuado la obra revolucionaria dimanante del presente pacto.
9) Considerando que este acuerdo constituye un acuerdo de organizaciones de la clase trabajadora para coordina su acción contra el régimen burgués, aquellas organizaciones que tuvieran relación orgánica con partidos burgueses las romperán automáticamente para consagrarse exclusivamente a la consecución de los fines que determina el pacto.
Comentarios:
(1) El comité regional de la CNT sustituyó esta fórmula, que resultaba poco grata para los anarcosindicalistas por la de “Régimen de igualdad económica, política y social fundado sobre principios federalistas”. Los socialistas defienden su forma, aunque dado que el problema surge cuando se deriva hacia el centralismo o federalismo, se sustituye la fórmula por la de “Régimen Socialista Federalista”.
(2) Ver
comentario 1.
Notas:
-Este Pacto
es presentado por los socialistas siguiendo el modelo de los firmados en
Zaragoza, Cataluña y Valencia. La reunión se celebra a las seis de la tarde del
18 de marzo de 1934 en Gijón, y a ella asisten los tres delegados de la CNT (José
María Martínez, Avelino González Entrialgo y Horacio Argüelles) y los dos
enviados de la UGT y la FSA (Graciano Antuña
y Bonifacio Martín), que formarán parte luego del Comité Revolucionario, al que
se sumarán en Octubre los dos representantes del PC (Carlos Vega y José Lafuente).
Los cenetistas acuerdan que se someterá al comité regional de la CNT para su
aprobación. Se determina por el momento de que el pacto no se puede tratar con
los comunistas o sus organizaciones sindicales mientras éstos no rectifiquen la
actitud que vienen siguiendo.
-Se celebra
el 27 de marzo, una reunión a las 8 de la tarde en una secretaría de la UGT en
Gijón, en la que los cenetistas exponen sus puntos de vista sobre el Pacto.
-El Pacto se
firma el 31 de marzo en la trastienda de Casa Manfredo en Gijón a las siete y
media. Se decidió que se publicara en Avance la noticia del Pacto aunque
enmascarada por motivos de seguridad.
-El 2 de
abril la Izquierda Comunista pide su ingreso en la Alianza.
-El 4 de
abril hace lo mismo el Bloque Obrero y Campesino.
-El 29 de
abril el comité de Alianza confirma la incorporación del BOC y la IC.
-El 27 de
septiembre el Partido Comunista solicita su ingreso en la
Alianza, quedando el Comité de Alianza en tratarla el día 2 de octubre. Se
cierra así la etapa de sectarismo izquierdizante que había dominado la
actuación del PC desde el nacimiento de la República, tras el viraje de la
Komintern que apuntaba a la línea de los Frentes Populares que cuajaría después
en varios países europeos.
Publicado
en: Historia
General de Asturias, tomo VII: Octubre 1934 (El ascenso); Paco Ignacio Taibo II. Editor
Silverio Cañada. Gijón, 1978.
Digitalización: El cielu por asaltu.
Wilebaldo
Solano (1916-2010)
Páginas
españolas La Batalla socialista
El
extremismo, enfermedad infantil del comunismo: ensayo de popularización de la
estrategia y de la táctica marxistas
Vladimir
Ilʹich Lenin
El
extremismo, enfermedad infantil del comunismo: Ensayo de popularización de la
Estrategia y de la táctica Marxistas
La
enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo
Vladimir
Ilich Lenin
V. I.
LENIN LA ENFERMEDAD INFANTIL DEL "IZQUIERDISMO" EN EL COMUNISMO
Vladimir
Lenin
Comunismo
“izquierdismo”, enfermedad infantil
Escrito: Abril-Mayo 1920
Claudio
Albertani. La tragedia de León Trotsky
No hay comentarios:
Publicar un comentario