"El 8M
no necesita ser transversal porque es internacionalista; la solidaridad de
clase es su principal motor"
En las
manifestaciones del pasado 8 de Marzo, que, como se sabe, fueron de nuevo
organizadas, junto a la huelga feminista, por la Comisión 8-M, se vio a algunas
manifestantes increpando a otras que portaban banderas rojas: "¿Qué hacéis
vosotras aquí?", "Esto es transversal".
Esa misma
pregunta podríamos hacérsela, esta vez con fundamento, a las empresarias que la
alcaldesa de Madrid sentó a su mesa en ese día tan señalado "para todas
las mujeres", que recuerda mucho a los saraos que montaba la Junta de
Damas de Honor y Mérito en siglos pasados. Se la haríamos igualmente a las
ejecutivas y banqueras, a las Anasrrosas y las profesionales de elite, a la
reina y a las mismas que espetaron "¿Qué hacéis vosotras aquí?". No
al resto, que seguramente tenían legítimos motivos para manifestarse y
conocimiento de lo que ello representa.
El 8 de
Marzo existe porque en 1910 la Conferencia de Mujeres Socialistas, sección de
la Internacional, la propuso como fecha conmemorativa de la lucha de las
trabajadoras por el socialismo (la bandera roja es su símbolo, por si alguien no lo
sabe). El 8 de Marzo nació como fiesta del trabajo -como el 1 de Mayo-, para
ser liderada por las mujeres de clase trabajadora, el "batallón de
modistillas", no por la elite de las empresarias de la moda que las
explotan y no están en absoluto interesadas en acabar con esta situación.
Históricamente, han sido las organizaciones de clase trabajadora -socialistas,
comunistas y anarquistas- las que más han contribuido al avance de la lucha por
la emancipación femenina. De ello hay montones de evidencia.
Llevan, sin
embargo, varias décadas intentando borrar nuestra historia -o, peor, cooptarla-
como parte de una ofensiva generalizada contra la clase trabajadora y sus
tradiciones, que tomó impulso durante la década de los 70 en los países del
centro capitalista. Así, mientras en los despachos de políticos, patronal y
sindicatos se concertaba ir limando derechos adquiridos a la masa laboral, en
los círculos intelectuales se creaban herramientas ideológicas para ir limando,
a su vez, el concepto y la conciencia de clase, incluso la propia idea de
sociedad -no digamos de socialismo. Se trataba de fragmentar a la sociedad y en
particular a la clase trabajadora en un crisol de identidades individuales. Se
trataba de cambiar el lenguaje para que cambiara nuestra forma de pensar,
mientras todo seguía igual e iba a peor. En este contexto, no puede sorprender
que, en 1975, la ONU proclamara
conmemoración oficial el 8 de Marzo como Día Internacional de la Mujer. A la trabajadora la arrojaban del
pedestal, aunque por un tiempo hizo resistencia en las capas populares.
Dos años
después, en 1977, se celebraron en Madrid las Primeras Jornadas de la Mujer
Trabajadora, cuyas actas se editaron. No vendría mal a muchas y muchos la
lectura de lo que constituye un importante testimonio de nuestra historia
reciente. Estuvieron organizadas por el Movimiento Democrático de
Mujeres/Movimiento de Liberación de la Mujer, asociado al PCE. Hubo un partido
político detrás, en efecto. En la actualidad también los hay, no uno sino
varios, en la Huelga de Mujeres del 8-M y su Comisión organizadora, todos en la
órbita de la socialdemocracia transmutada en social-liberalismo. No sacan sus
banderas, no les hace falta, ya tienen el color morado y hasta el nombre de la
marca electoral en femenino (que equiparan a feminista).
No ha habido
Segundas Jornadas de la Mujer Trabajadora. El motivo, aunque no puede llamar a extrañeza,
sería largo de explicar. Pero hay y habrá organización de trabajadoras que las
convocará, a pesar de que, con toda probabilidad, no se anunciará en la prensa
ni saldrá en los telediarios.
En los años
90 todavía coleaba la confusión entre Día de la Mujer y Día de la Mujer
Trabajadora. A una consejera de la Comunidad de Madrid, del PP, se le preguntó
al respecto en una entrevista televisada, y respondió que eso de trabajadora
venía a ser una redundancia, porque "todas las mujeres somos trabajadoras".
Lo decía una señora de la alta burguesía, con chófer y un nutrido servicio
doméstico en su casa. Esa apropiación del adjetivo "trabajadora" por
parte de quienes nunca han tenido que vender su fuerza de trabajo para
subsistir, ni se han ocupado personalmente del trabajo reproductivo, posee la
finalidad de uniformar a las mujeres, borrando las diferencias de clase que nos
atraviesan.
Ahora, una
vez hecho el milagro mediático de convertir "el feminismo" en un
fenómeno de masas, vaciado de contenido crítico y puesto a la venta en
baratillos de lujo (como los que organizan las damas del madrileño barrio de
Salamanca por Navidad), políticas de altos vuelos del PP y, sobre todo,
Ciudadanos, se apuntan sin problema a versiones propias de la ola violeta "transversal" -es decir,
interclasista-, que parece puede dar réditos electorales. El PSOE no podía
faltar a la fiesta. Su secretario general, Pedro Sánchez, ha dicho que las
políticas sociales del actual gobierno -que sólo él sabe dónde están- son
"la opción política que mejor se identifica con movimientos transversales
como el que este 8 de marzo sacó a cientos de miles de españoles a la calle" (1). Y más supuestamente a la izquierda,
se celebra que esta haya sido "la segunda huelga general completa en
España"; una huelga, de la que no se dan cifras, que ni ha sido completa
ni general; y un discurso, el de que "el feminismo puede construir un
mundo en el que las vidas se sitúen en el centro de la acción política",
absolutamente vacío (2). Si este es el movimiento
revolucionario, la clase capitalista puede dormir tranquila.
Pero es el
protagonismo que "la derecha" ha asumido en esta última edición del
8-M lo que disgusta realmente al bando de la autoproclamada izquierda, que
ahora diferencia entre ese que llama "feminismo liberal" -que, por
otro lado, siempre ha existido- del suyo, que es alegadamente
"revolucionario" y está al lado de las que sufren. Aunque con mucho
más de liberal que de feminista, ese "feminismo liberal" o
"neoliberal", que tanto critican Irene Montero y epígonas, tiene
largo recorrido en los Estados Unidos y un claro referente, Hillary Clinton.
También llamado "corporate" o "leaning in feminism", cuenta
asimismo con una oposición que está tomando fuerza, ahora que el feminismo de
elite está cada vez más desprestigiado y que figuras de corte fascistoide
llegan a las presidencias. Esta oposición se llama Feminismo del 99%, del que
trataré en otro lugar. Pero adelanto que ya tiene versiones españolas en
artículos y libros, así como adhesiones públicas entre las que figuran cabezas
de la Comisión 8-M. Parece, por tanto, que por ahí discurrirán los raíles en
adelante (3).
Es reseñable
y no casual que, paralelamente, aquí y en otras latitudes, los mismos partidos
que aúpan la Huelga Feminista estén difundiendo la consigna de que "el
feminismo es actualmente la única fuerza organizativa capaz de parar al
fascismo". El fascismo que siempre ha estado ahí, por cierto, y al que
ahora los medios corporativos han puesto cara, subido a un caballo y paseado
por los platós, agitándolo como espantajo con el que asustar y dirigir al
electorado hacia el "mal menor". Ya hay también un libro en el
mercado sobre el tema, debidamente publicitado en los medios (4). Y gente haciendo caja no falta. La ola violeta no es
sólo un caladero electoral, sino también fuente de beneficio para la
constelación de empresas multi-media y académicas que engrasan la maquinaria
del 8-M.
Los partidos
social-liberales necesitaban un Trump y un Bolsonaro para desviar la atención del que es nuestro principal enemigo: la clase capitalista, que hoy se
viste de demócrata y mañana de fascista, lo que convenga en cada coyuntura para
su único fin: acumular. Para frenar esto y darle la vuelta no podemos contar,
obviamente, con las fascistas, que no son pocas, ni con la parte femenina de la
patronal, ni con esas clases medias profesionales y gerencialistas que viven
muy bien en este sistema. Únicamente la
clase trabajadora organizada -mujeres y hombres- podría parar los pies a la
explotación y las múltiples opresiones que sólo una parte padece. Por eso
es importante defender el 8 de Marzo como Día de la Mujer Trabajadora, como
jornada reivindicativa y de lucha que no necesita ser transversal porque es
internacionalista; la solidaridad de clase es su principal motor, sin
distinción de colores, procedencias, géneros o preferencias sexuales. Y en este
día las banderas rojas pueden ondear junto a las moradas, arcoiris y todas las
que no representan los intereses de la burguesía.
Marzo de
2019.
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Notas:
(2) https://www.elsaltodiario.com/huelga-feminista/8-de-marzo-de-2019-el-feminismo-es-imparable Este triunfalista editorial
incluye algunas afirmaciones demenciales, como que la movilización feminista va
contra "un esencialismo que nunca existió realmente, basado en el sujeto
del hombre revolucionario de pelo en pecho".
(3) En este
8 de marzo se ha publicado simultáneamente en varios países y en 13 idiomas el
Manifiesto para un feminismo del 99%, escrito por Cinzia Arruza, Nancy Fraser y
Tithi Bhattacharya. Pero parece que hay otra versión española que presentó
Clara Serra en las pasadas Jornadas Feministas organizadas por la revista CTXT,
en la que ella misma aporta un capítulo.
(4) María
Eugenia Rodríguez Palop, Revolución feminista y políticas de lo común frente a
la extrema derecha, libro que se presentó el 11 de marzo, junto a la directora
de Público, Ana Pardo Vera, y Cristina Fallarás, en el Espacio Eco Centro de
Madrid: https://www.publico.es/sociedad/maria-eugenia-r-palop-comun-feminismo-extrema-derecha.html
Fuente: http://canarias-semanal.org/art/24826/el-8-de-marzo-un-dia-que-no-puede-ser-de-todas-las-mujeres
Juan
Andrade. El antifascismo genérico encubre la confusión política
Juan
Andrade. Alianza Revolucionaria
Rosa
Luxemburgo: Sufragio femenino y lucha de clases (1912), La mujer proletaria
(1914). Cuestión de táctica [Sobre Bélgica] 4 de abril 1902
Feminismo
emancipador o revolucionario. Las mujeres revolucionarias de la clase
trabajadora contra el feminismo burgués. El origen del 8 de marzo, día
internacional de la mujer trabajadora.
15 de
junio de 2018
De "New York Times" a "Público": Las cocinas
mediáticas del feminismo 'low cost'(Este feminismo burgués posmoderno es ciego
a las clases sociales, sólo ve identidades de género, raza, religión,
nacionalidad u orientación sexual.)
27 de
febrero de 2019
Las mujeres en la Libia pos-Gadafi: Bajo una abaya de silencio cómplice.
De cómo se utiliza la “identidad de género” para ocultar la “identidad de
clase”.
22 de
agosto de 2018
La Marcha
Internacional de mujeres o la artera instrumentalización del feminismo
16 de
junio de 2018
La señora
Clinton y su techo de cristal.
17 de
noviembre de 2016
Tita
Barahona
La señora
Clinton y su techo de cemento: sobre la incongruencia del discurso liberal y
feminista posmoderno
17 de
noviembre de 2016
Tita
Barahona
Desenmascarando
a Manuela Carmena Castrillo de Ahora Madrid, marca blanca de Podemos.
27
de mayo de 2015
LA ALCALDESA DE MADRID RECONOCE AL PERIÓDICO "LE
FIGARO" QUE LAS PROMESAS ELECTORALES DE SU GRUPO ERAN ENGAÑOSAS. PERLAS DE
LOS PERLAS DE SU EQUIPO MUNICIPAL
21 de
junio de 2015
Carmena
ahonda en el abandono del programa electoral
11 de
septiembre de 2015
El
Ayuntamiento de Madrid, La Comunidad de Madrid, junto a la Fundación
Alternativas, organiza un acto con entidades vinculadas al yihadismo. Cascos
Blancos y la Asociación de Apoyo al Pueblo Sirio (AAPS) entre otros
31
de enero de 2017
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