Por Espacio
de Encuentro Comunista
07 Abril 2019
El Espacio
de Encuentro Comunista no es un partido. Cuando nos constituimos hace unos años
dejamos claro que casi nos veíamos arrastrados a salir a la arena pública
debido a la falta de una Organización Comunista en la que pudiéramos hacer el
trabajo de militantes. Desde entonces tratamos de aportar ideas al debate
marxista y sumar nuestro grano de arena a la construcción de organización.
Sirvan estos apuntes para adelantar que nos sentimos muy lejos de ver una
opción comunista con perspectivas de medir sus fuerzas de igual a igual con las
distintas marcas burguesas en unas elecciones. Sin embargo, esa constatación no
significa que pasemos de largo con desdén o con cuatro frases hechas ante la
avalancha electoral que se avecina en los próximos dos meses. Todo lo
contrario, pensamos que es un momento clave para que ubiquemos cuál debe ser el
discurso comunista cuando la clase trabajadora está pensando cómo debería
actuar.
Pero antes
de llegar a unas conclusiones, hagamos un repaso a los postulados que hemos
defendido estos años [1] y veamos cómo nos sirven para ubicarnos en el momento presente.
En noviembre[2] del año pasado el Espacio de Encuentro Comunista celebró
una reunión de trabajo que se prolongó en un segundo encuentro en el mes de febrero[3]. El objetivo era poner en común datos para iniciar un trabajo que,
debido a la falta de fuerzas, habíamos postergado mucho tiempo: la elaboración
de un informe sobre la situación actual de la clase trabajadora. La alta
participación y el hecho de que se haya prolongado en dos sesiones, ha
permitido que, aprovechando el intervalo entre una y otra, el debate se haya
podido completar con datos muy útiles que nos han dado una visión fundamentada
del proceso económico y político que ha arrastrado a los trabajadores hasta
alcanzar esta situación tan lamentable que ahora ponemos en común.
Estamos
convencidos de que cualquier trabajador o trabajadora se reconocerá en muchas
de las situaciones laborales y vitales que han expuesto los camaradas presentes
en las reuniones (temporalidad, subcontratación, horas extra no pagadas, pagos
en negro, trabajos sin contrato, EREs, etc.). Pero si algo detectamos
rápidamente los asistentes es que, más allá de las situaciones concretas que
cada uno pudiéramos haber vivido o no, había un proceso común que atravesaba
las diferentes ocupaciones, niveles de formación o tipos de contrato. En el
mundo actual de dispersión ideológica, ese proceso recibe muchos nombres, lo
que indica que se intenta analizar y presentar de forma fraccionada y parcial:
precariedad, incremento de las desigualdades, liberalización, inseguridad, etc.
Sin embargo, como marxistas, ese proceso tiene para nosotros un nombre que lo
define de manera precisa: explotación
creciente.
La
explotación es un ingrediente básico e inevitable del capitalismo. También lo
es el hecho de que deba incrementarse, aunque el ritmo de ese crecimiento no
está dado, pues se ve afectado por las condiciones materiales y la fuerza que
logran oponer los trabajadores. En palabras de Diego Guerrero: “el capitalismo español, como el
de todos sitios, se basa en la explotación del trabajo asalariado y la opresión
de los demás tipos de trabajo. Lo hace de forma que depaupera cada vez más a
los trabajadores, a pesar de que los incrementos de productividad permiten que
ese salario relativo decreciente sea compatible con un alza en el salario real.
Ese mismo capitalismo se mueve, como es natural, por el estímulo de la
maximización de la ganancia, y su dinámica responde por tanto a sus resultados
en términos de rentabilidad. Si los beneficios no son suficientes, la
acumulación de capital entra en crisis, y la sociedad entera paga las
consecuencias. Mientras el capital está sometido a los efectos de la depresión
que sigue a la crisis, las mejoras que recibían los obreros en la etapa
expansiva desaparecen. Los salarios reales se estancan o bajan; la jornada
laboral se intensifica y se alarga; los contratos laborales se hacen más
precarios, menos seguros, y contribuyen al deterioro de las condiciones de
trabajo y de vida; el desempleo agudiza la competencia interna entre una masa
de trabajadores que deben vender, como los capitalistas, su mercancía en un
mercado, en este caso el de trabajo, pero frecuentemente no pueden y se
convierten en parados que no pueden ejercer su actividad esencial mínima de ser
persona activa [y]contribuir a la producción social.” [4]
Transformación y evolución
del capitalismo español: desde los Pactos de la Moncloa a los retos de
competitividad. Diego Guerrero (enero 2006)
Así pues, el
capital tiene una lógica interna de actuación que le obliga a incrementar la
explotación para poder seguir aumentando las ganancias, mientras mantiene
inversiones crecientes en medios de producción. Pero una cosa es que la lógica
interna fuerce el movimiento en una dirección predefinida, y otra cosa es que
ese movimiento se mantenga solo. El problema surge porque esa lógica también
alimenta una serie de contradicciones que pueden actuar como freno, y que son
tan inevitables como la necesidad de la explotación. Una de las dos
contradicciones primarias dentro del capitalismo surge precisamente de la
propia explotación, y es la que enfrenta a los capitalistas con los trabajadores,
al explotador y al explotado. Los trabajadores siempre tenderán a actuar, más
instintiva o más organizadamente, en contra del capital. La otra es la que
enfrenta mediante la competencia a los capitalistas entre sí. Este
enfrentamiento, que es permanente, se manifiesta de una forma más o menos
civilizada cuando hay beneficios para todos. Pero es en momentos de crisis
cuando realmente muestra el nivel que puede llegar a alcanzar, tal y como
estamos viendo en los últimos años en el recrudecimiento de tensiones
proteccionistas, nacionalistas o imperialistas. El siglo XX nos enseñó que no
se detienen ante ningún nivel de destrucción.
Por eso el
capitalismo necesita de herramientas que le permitan gestionar la cohesión del
sistema. Las más antiguas operan al nivel del Estado-nación burgués -en forma
de parlamentos, judicatura, fuerzas de orden público, etc-. Pero, conforme la
necesidad expansiva del capitalismo lo hizo necesario, estas herramientas se
diversificaron en forma de instituciones internacionales en su más amplio
espectro, desde una Unión Europea que cada día acumula más funciones de Estado
plurinacional, pasando por las organizaciones, acuerdos, pactos y alianzas
económicas y militares, hasta la multitud de supervisores e interventores “técnicos”,
como puedan ser el FMI o la OCDE. Todas ellas son herramientas creadas por y
para el capital y, por tanto, carecen de neutralidad desde su origen. Deben
aparentar una cierta ecuanimidad que preserve su legitimidad, pero puestas en
la disyuntiva, siempre defenderán los intereses del capital. Podrás entender
con total claridad cómo han actuado estas herramientas en el caso del Estado
español durante los últimos cuarenta años echando un vistazo a la sección de conclusiones[3] de la reunión del EEC ya
mencionada.
Pero hace
mucho tiempo que el capital descubrió que la legitimidad de su modo de
producción no se puede apoyar solo en estamentos e instituciones, y que es
infinitamente más seguro instalarlo directamente en la mente de los
trabajadores. Este mecanismo se da, en parte, de forma casi automática; ya lo
señaló Marx cuando escribió que “Las ideas de la clase dominante son las ideas
dominantes en cada época; o, dicho en otros términos, la clase que ejerce el
poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder
espiritual dominante” [5]. Desde el
momento que las relaciones sociales se adaptan al modo de producción, las
partes asumen su rol sin cuestionarlo. Así, el trabajador que solo conoce en su
vida el trabajo asalariado, da por hecho que el salario paga la totalidad del
trabajo. A pesar de ser la razón de ser del trabajo asalariado, a sus ojos no
existe la explotación, o la confunde con la sobre-explotación. Sin embargo, con
la aparición del marxismo, la clase trabajadora comienza a tomar conciencia de
que da su trabajo para que otros vivan muy bien sin trabajar. En ese momento se
hace necesario para el sistema actuar conscientemente para volver a naturalizar
la explotación.
No nos
referimos solo al papel que juegan los medios de comunicación y de formación.
Desde finales del siglo XIX se descubrió que lo más efectivo era integrar en el
sistema a partidos y a organizaciones sindicales que hablaran en nombre de los
trabajadores, pero desde una perspectiva de comunidad de intereses
capital-trabajo. Esta táctica alcanzó su máxima efectividad en la segunda mitad
del siglo XX, cuando la época de beneficios fáciles que siguió a la Segunda
Guerra Mundial permitió al capitalismo conjugar las ganancias empresariales con
ciertas concesiones materiales a los trabajadores de occidente. Es en ese
momento cuando las antiguas organizaciones de los trabajadores se atreven a dar
el paso definitivo al abandonar la línea de pensamiento que explica el
capitalismo hasta sus últimas contradicciones y adoptan como credo determinadas
teorías burguesas que en su origen no buscaban más que estabilizar el sistema
tras la crisis de los años treinta. La idea de un capitalismo sin
contradicciones y sin crisis siempre ha sido criticada por los economistas
marxistas como algo que, en el mejor de los casos, no pasa de ser una idea
utópica. Como veremos ahora -y como hemos experimentado en nuestras vidas-,
llevaban razón.
Acabada a
principios de los años setenta la fase de crecimiento más o menos estable,
desde entonces hemos vivido en una permanente montaña rusa de crisis capitalistas,
recuperaciones más o menos inseguras y estallidos especulativos. La búsqueda
del incremento del beneficio ha adoptado diversas formas, desde la expansión
del capitalismo a nivel mundial que hemos conocido como globalización [6a], la deriva hacia la financiarización
del capital que no encuentra beneficios en la producción, hasta el recurso
sempiterno a la sobre-explotación aplicada sobre la clase trabajadora -esta vez
global-, que ha vivido permanentemente en un carrusel que Arrizabalo describe
como de “crisis-ajuste-crisis”[7].
Este proceso
ha sido internacional, pero sus manifestaciones son dependientes del contexto
económico de cada lugar. España se encuadra en la segunda división del
capitalismo, entre los países de baja productividad. Ello hace que los
capitales nacionales se defiendan de la mayor calidad y menor coste de los
capitales extranjeros a base de explotar más a la mano de obra local. O
sencillamente intentan escapar a la competencia, y se especializan en sectores
como la agricultura, el turismo o la construcción. La entrada en el euro -una
moneda creada según las necesidades de países más fuertes- ha puesto más de
relieve esta carencia, y la solución decretada por Europa, por el PSOE de
Zapatero y el PP de Rajoy fue la de la devaluación interna, por el mecanismo de
la bajada de salarios directos, de nuestras pensiones y de la reducción y
empeoramiento de nuestros servicios públicos [6b].
Es
importante subrayar que no se trata de algo limitado a los últimos diez años de
crisis. Como hemos indicado unos párrafos atrás, en la sección de conclusiones de la charla
del 9 de febrero, tuvimos la oportunidad de hacer un repaso bastante exhaustivo de cómo
en los últimos cuarenta años todo el aparato del Estado ha estado fomentando el
trasvase de riqueza desde los productores directos -los trabajadores- a las
cuentas de los capitalistas. En ello se han volcado todos los poderes del
estado burgués, independientemente de su adscripción momentánea a la marca PSOE
o a la marca PP. Además, se ha contado con la colaboración necesaria de los
sindicatos de concertación, que trabajan con toda naturalidad movidos por la
lógica del capital.
Aquellos que
acostumbran a ver el fin del sistema detrás de cualquier tumulto, afirman que
este proceso de ataque sistemático a los trabajadores ha terminado por dañar la
imagen del régimen, y que estallidos como el del 15 de mayo de 2011 son síntomas de que las semillas revolucionarias
pueden prender en el seno de la clase trabajadora. Nuestra opinión no es esa en
absoluto. El régimen -entendido como los propietarios y gestores del capital-
no está nada intranquilo, goza de una salud perfecta. Lo que ha sufrido un
desgaste evidente ha sido su sistema de representación, ante lo cual pusieron
en marcha inmediatamente las acciones necesarias para cerrar la herida abierta.
Es en ese momento cuando se demuestra la eficacia de un trabajo de décadas:
desde el momento en que mucho antes ya habían conseguido que los trabajadores
naturalizaran las relaciones de explotación, la culpa del empeoramiento de las
condiciones de trabajo y de vida ya no se buscan en la raíz, en la lógica del
capital, sino que se dispersan en sus manifestaciones externas: no nos
representan, son unos corruptos, “no es una crisis, es una estafa”, la culpa es
del neoliberalismo y de la financiarización, son una casta, etc.
De este
modo, ha bastado con poner en escena a nuevos actores para volver a encauzar la
confianza de la gente hacia las mismas instituciones. Si la campechanía del
monarca anterior ya no basta para compensar su grotesca desfachatez, se le
sustituye por un monarca “preparado” a base de cursillos de formación que ríase
usted de los másteres de la Universidad que lleva el nombre del campechano. Si
los de antes no nos representaban, los de ahora sí lo hacen. Lo importante es
que los que habían perdido la confianza en la representación y pudieran estar
pensando en organizarse con otros como ellos, puedan volver a asumir que su
papel es simplemente votar. Total, si los problemas tienen orígenes parciales
como el neoliberalismo, la financiarización, la corrupción, el patriarcado o el
racismo, debe ser posible atacar estos defectos uno a uno y dejar un
capitalismo que funcione. Así pues, una vez sustituido el cuadro de actores y
convenientemente modernizado el discurso, el sistema ha cargado las pilas para
poder seguir funcionando con la misma lógica de explotación creciente que
necesitan los capitalistas.
Había, sin
embargo, un riesgo latente. Estamos lejos de afirmar que el PCE de la
transición tenga las características de un partido comunista revolucionario.
Sin embargo, si Felipe González llevó a cabo la catarsis de extirpar el
marxismo del PSOE en 1979 como paso previo a ser una pieza clave del nuevo
período de democracia capitalista moderna, el Partido Comunista se había
quedado peligrosamente anclado en una dialéctica de clase -aunque traicionada
en una práctica socialdemócrata-. Hacer el tránsito por una etapa de crisis de
representación con el riesgo de que una parte importante de los votantes se
volcaran hacia ese discurso era un peligro que el sistema no podía asumir.
Se diseña
así el mecanismo por el que se va a extirpar definitivamente la semilla del
discurso de confrontación de clase del menú de opciones de voto mayoritario.
Para ello no basta con crear Podemos [8],
pues el riesgo de que la trampa se descubra demasiado rápido, hace necesario
que simultáneamente haga falta meter a alguien en Izquierda Unida para hundirla
desde dentro.
Podemos e
Izquierda Unida están actuando, pues, como restauradores de la confianza en la
representación. Ya han realizado ese papel con creces al rehabilitar la confianza
en el PSOE, un partido que hace ocho años realizó su propia reforma de las
pensiones, su reforma laboral y una modificación de la Constitución pactada con
el PP y con Bruselas. Pero seríamos muy cortos de miras si pensáramos que su
traición queda ahí.
Toda la
nueva hornada de progres que ahora afirman que no tiene sentido hablar de
izquierdas y de derechas son furiosamente anticomunistas [9]. Su discurso se mueve hábilmente
entre la naturalización del capitalismo, el guiño canalla que haga patente que
se ha leído a los clásicos y la constante reclamación de parches que alivien
las penas extremas -no las cotidianas- de los explotados y oprimidos. Para
dotarse de un programa allí donde no plantean alternativa alguna al capital,
rebuscan entre las teorías keynesianas, los idealismos más toscos e incluso
entre las propuestas más liberales. Por eso se puede prometer cualquier cosa
para renunciar a ella al poco tiempo: si hoy se promete el repudio de la deuda,
mañana se asegura el trabajo garantizado, pasado mañana el no respeto al techo
de gasto de Bruselas y al otro el fin de las desigualdades de género. Nada
parece sujeto a condiciones materiales, pero cuando las condiciones materiales
hacen patente la imposibilidad de la propuesta, se apela a la responsabilidad
de gobierno o se echa uno a un lado para volver a reengancharse en la próxima
lista.
Cayendo en
la trampa de elegir entre las falsas dualidades presentadas por el sistema, se
opta por la transversalidad, que no esconde más que la naturalización del
entramado capitalista. De pronto nos enteramos de que estamos con los
empresarios patriotas [10], con “nuestra” Guardia Civil o por
“nuestra” bandera. Se firman textos para que los jueces actúen en favor de los
intereses de “la gente”[11] o sus
expertos en economía firman un manifiesto marciano que reclama nada menos que “la democracia en la empresa”[12]. ¿Cómo es posible tomar elementos tan
opuestos a los intereses del trabajo y convertirlos en objeto de valoración por
los trabajadores? Pero no es solo que se tomen como propios conceptos ajenos,
es que además se adoptan como luchas propias las que responden a otros
intereses de clase. Así, se acepta en comunidad de intereses a cualquier
burgués desconcertado que se siente víctima de la crisis capitalista: los
pequeños y medianos empresarios, más propensos a la sobreexplotación por su
incapacidad de competir mediante inversión tecnológica, son ensalzados como
representantes del capitalismo “productivo”; los burgueses de la periferia, que
juegan la carta del nacionalismo como medio desesperado de elevar en el reparto
su tasa de ganancia, son considerados como oprimidos demócratas a “la europea”…
Por supuesto, en el análisis no se contempla que son esos mismos burgueses,
asustados ante la perspectiva de su proletarización, los que, por el otro
extremo, alimentan las filas de la reacción más retrógrada a la que tanto se
dice temer.
La supuesta
falta de base material para explicar los problemas hace que la sociedad sea una
infinita fragmentación de luchas en busca de preferencias personales
individuales. En su discurso el feminismo se confronta al patriarcado, y
aparentemente une en el mismo bando a la mujer que quiere entrar en un Consejo
de Administración con aquella que, en la misma empresa, no le renuevan el
contrato cuando se queda embarazada. En ningún momento se hace un análisis de
la necesidad del capitalismo para concentrar en determinados colectivos la
sobreexplotación y la opresión [13]. La
clase social, que es el eje que une a todos los que realmente sufren estas
situaciones, es ignorado, rompiendo en mil pedazos las luchas allí donde
podrían confluir con daño real para el capital.
A cambio de
todos estos servicios, merecen el honor de ser calificados de “izquierda
radical” por los telediarios de Antena 3. Pudiera parecer un ataque, pero no es
más que un favor que les hacen, pues es la única manera en la que pueden
conservar el espacio de voto a la izquierda del PSOE ante el riesgo de que
quedara libre para ser ocupado por una izquierda radical sin comillas. En
realidad, todos estos ciudadanistas que apelan a la gente, al sentido común -no
dicen el de quién- o al noventa y nueve por ciento, ni son izquierda radical y
ni siquiera cuestionan el capitalismo. No se diferencian del resto de partidos
que componen la oferta electoral.
Es innegable
el éxito del sistema para generar una y otra vez nuevas confrontaciones
“ineludibles” que hacen necesario que los desencantados se vean en la
obligación de volver a ir a votar, aunque afirmen hacerlo con la nariz tapada.
En estos momentos, mantener este teatro funcionando requiere, aparte de tres
partidos de derecha, otros tres que dicen ser de izquierda con la boca pequeña,
además de un buen número de clones nacionalistas. Cada uno va a recibir un buen
puñado de votos. ¡Qué bien montado está todo para que ni uno solo de ellos
afirme querer sentar a alguien con conciencia de clase en el congreso, para que
ni uno solo diga que su objetivo es acabar con el capitalismo! Dicen que el
bipartidismo ha muerto, cuando la única diferencia es que ahora necesita de una
actuación coral en cada uno de los bandos.
Nuestro
proyecto no encuentra una zona de intersección con el reformismo. Una
concepción marxista de la realidad y una línea política comunista exigen que la
perspectiva de clase ocupe el lugar central de nuestra elaboración teórica y
que dé sentido coherente al conjunto de nuestra acción política. No apelamos a
los ciudadanos, a “la gente”, al 99% ni al interclasismo. Como trabajadores con
conciencia de clase, defendemos ante todo nuestros intereses y la lucha de
clase contra el capital. Estudiamos, nos formamos, difundimos, hacemos
propaganda, nos organizamos con la clase e intentamos participar en los
procesos de lucha que ésta emprende. Puede que este discurso resulte seco, pero
no pretendemos ilusionar ni prometer utopías, lo que podamos conseguir
dependerá de nuestro trabajo militante.
Tampoco
entramos a jugar desde la base de las dicotomías que presenta la burguesía, ni
pretendemos gestionar para salvar al capitalismo de sus problemas. No vamos a
entrar a disputar el concepto o el sentimiento de patria o nación, nuestra
postura solo puede ser internacionalista. No pretendemos introducir la
democracia en las empresas, queremos el control de los medios de producción. No
nos vanagloriamos de pagar la deuda capitalista antes de tiempo ni de cumplir
los objetivos de déficit, ambos son mecanismos de transferencia de riqueza de
los trabajadores al capital. No queremos consensuar las pensiones dentro del Pacto
de Toledo ni ligar los salarios a la productividad de la empresa, queremos el
control social del excedente. No vamos a defender que el futuro de los
trabajadores locales esté en el euro o en la peseta, una opción u otra nos
mantienen con las manos atadas mientras permanezcamos dentro de un capitalismo
cada vez más globalizado. Si alguien quiere sentarse a hablar de alguno de
estos aspectos como alternativa táctica o paliativo, desde una posición de
clase y asumiendo la situación coyuntural, bienvenido sea el debate. Pero al
que esté pidiendo el voto usando estos conceptos para salvar a la ciudadanía
desde el parlamento, no lo consideraremos más que un charlatán.
Nosotros no reconocemos el capitalismo de estado como paso previo
al socialismo.
Reivindicamos mejoras en nuestras condiciones de explotación y queremos que
tengan el máximo rango de garantía en el Estado capitalista para que sea más
difícil arrebatárnoslas. Por eso peleamos para que se hagan ley. Pero nosotros
estamos contra el Estado, contra el Gobierno de turno, contra la Ley, contra
los jueces y contra las instituciones, pues todas ellas no son más que piezas
del Estado burgués. No se trata de ninguna contradicción. Si conseguimos
arrancar un buen Convenio Colectivo, lo que queremos es asentarlo para que nos
dé cobertura durante un tiempo, pero sabemos que la vía para acabar con la
explotación no son los Convenios Colectivos. Estamos siempre jugando con la
utilización de elementos políticos, pero sin reconocer a la institución. Los jueces defienden al Estado capitalista,
así que no podemos esperar resolver nuestras reivindicaciones por la vía
judicial; nos da igual que esté Marchena o que estén los de Jueces para la
Democracia. Si se consigue una sentencia favorable, es porque se aplica al caso
particular, pero cuando se trata de obtener o mantener derechos de clase, los
criterios que vuelven a primar son los de
la clase capitalista.
Tampoco
estamos en ningún caso por martirizar a la clase trabajadora. Estamos por la
defensa de las libertades democráticas. Como sabemos lo que significa la
dictadura, queremos libertad de asociación y libertad de reunión. Sabemos lo
que son las detenciones y las multas, por tanto estamos en contra de la Ley
Mordaza: nos quita libertad de asociación a la clase trabajadora y nos
penaliza. Pero eso no significa que estemos de acuerdo con el resto del Código
Penal. Queremos que el sistema no nos reprima, por eso estamos por la defensa
de las libertades básicas dentro de la democracia burguesa: libertad de
organización, libertad de manifestación. Como sabemos que la acción represiva
tiene una orientación de clase, exigimos poder convocar una huelga general sin
acabar con trescientos camaradas presos. Sin embargo, todo esto no quiere decir
que creamos en la democracia burguesa, pues sabemos perfectamente que ésta no
es más que la forma más cómoda para el capital de intensificar la explotación.
Tenemos que
luchar porque no nos bajen el salario, tenemos que luchar porque no nos
repriman, tenemos que luchar contra los trabajos temporales, tenemos que luchar
contra las opresiones, etc. Pero tenemos que ser conscientes de que todas estas
luchas necesarias no acaban con el sistema; todas ellas no son más que
paliativos mientras acabamos con el sistema.
De igual
modo, nosotros no evitamos la lucha política en cualquier terreno que se pueda
dar: desde los comités de empresa, desde los sindicatos de clase, desde las
asociaciones vecinales, desde las asambleas o desde el parlamento burgués, si
llegara el caso. Pero no es lo mismo acudir a las elecciones y entrar en el
parlamento como herramienta de lucha que pretender que la participación en el
gobierno puede acabar con los males de los trabajadores cambiando el sistema
desde dentro. Es mentira que algún gobierno pueda aplicar mediadas
anticapitalistas; y tenemos ejemplos en la historia que lo demuestran. En este
país, cuando se intentó ir más allá de lo que el sistema permite, provocaron
una guerra civil y cuarenta años de dictadura. En Argentina y en Chile mataron
y desaparecieron a decenas de miles de personas. En Grecia, el gobierno
reformista tuvo que aceptar la humillación de tener que aplicar la política
contraría a la que su pueblo le había reclamado en referéndum unos días antes [14]. Y es que esta gente no va a permitir que nosotros apliquemos por la vía
electoral más que los paliativos que mejoren ligeramente nuestras condiciones,
y sólo mientras no interfieran con su necesidad de incrementar los beneficios.
Y, por supuesto, tampoco es lo mismo presentarse a las elecciones como
movimiento calculado tras un trabajo organizativo de largo recorrido ajeno a
los ciclos electorales, que hacerlo de forma rutinaria cada cuatro años para
limitarse a comprobar si se han perdido o ganado mil votos [15].
Como
comunistas, debemos tener claro que lo prioritario es la organización de la
clase. Pensar en un voto táctico en función de las dificultades del momento
está bien; si un camarada piensa con ese criterio, adelante. En lo que no
podemos caer es en la ilusión de que por ahí vaya a venir ni siquiera el alivio
a nuestros problemas. Si queremos actuar con coherencia entre el análisis y la
praxis marxista, lo importante es que, votemos o no, estemos a continuación
trabajando en la calle por la organización de los trabajadores y por un
proyecto de sociedad socialista.
Espacio de
Encuentro Comunista, abril de 2019
¡No os
lametéis, organizaos!
Notas y
referencias
[1] EEC. IV
Asamblea, líneas de trabajo político futuro. https://encuentrocomunista.org/articles/documento-iv-asamblea-lineas-de-trabajo-politico-futuro/
[2] EEC.
Crónica de la reunión del 17 de noviembre de 2018. https://encuentrocomunista.org/articles/cronica-de-la-reunion-del-17-de-noviembre-de-2018/
[3] EEC.
Crónica de la reunión del 9 de febrero de 2019. https://encuentrocomunista.org/articles/cronica-de-la-reunion-del-9-de-febrero-de-2019/
[4] Diego
Guerrero. Transformación y evolución del capitalismo español desde los pactos
de la Moncloa a los retos de la competitividad.https://www.researchgate.net/publication/327249817_'Transformacion_y_evolucion_del_capitalismo_espanol_desde_los_pactos_de_la_Moncloa_a_los_retos_de_competitividad
[5] Karl Marx y Friedrich Engels. Feuerbach. Oposición entre las
concepciones materialista e idealista. (Primer Capítulo de La Ideología
Alemana) https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/feuerbach/3.htm
[6a] Duval;
Crónica de clase. Contexto económico y social 2019 (y 2). Globalización,
proteccionismo y nacionalismo. https://cronicadeclase.wordpress.com/2019/02/24/contexto-economico-y-social-2019-parte-2/
[6b] Duval;
Crónica de clase. Contexto económico y social 2019 (y 3). La situación en
el Estado español. https://cronicadeclase.wordpress.com/2019/03/06/contexto-economico-y-social-2019-parte-3/
Referencias:
Agenda del
Cambio. Viernes 8 de febrero de 2019
Agenda del
Cambio
La mochila austriaca
ciudadanos en google
[7] Xabier
Arrizabalo. Capitalismo y economía mundial (2014). Capítulo 8.
[8] Ángeles
Diez. Podemos, un fenómeno mediático que pretende ser político. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=181945
[9] Marat.
Anticomunismo y prefascismo. https://encuentrocomunista.org/articles/anticomunismo-y-prefascismo/
Anticomunismo
y prefascismo.
[10] Marat.
Podemos encontró a los “empresarios patrióticos” en el hotel Ritz. https://encuentrocomunista.org/articles/podemos-encontro-los-empresarios-patrioticos-en-el-hotel-ritz/
[11] Desde
el PCE siguen pensando, y por lo tanto trasmitiendo, la
idea de que en el capitalismo es posible otra justicia. Se lamentan ingenuamente
de que “España no tiene un Poder Judicial a la altura de las exigencias
democráticas de nuestra sociedad”. Deciden olvidar cómo el poder judicial no es
más que una de las piezas que salvaguarda, en última instancia, los intereses
del capital. Ver sección “Conclusiones” en el enlace [2]
[12] El “Manifiesto fundacional. Reivindicando la
democracia en la empresa” está firmado por responsables de economía de los partidos
socialdemócratas (PSOE, Podemos) y de sindicatos de concertación. La petición
que hacen deja ver que no deben haber trabajado nunca en una empresa. Tampoco
deben conocer la legislación laboral; si no, sabrían que según el artículo 5
del Estatuto de los Trabajadores (que supuestamente defiende nuestros derechos)
“los trabajadores deben cumplir las órdenes e instrucciones del empresario
en el ejercicio regular de sus facultades directivas…”.
[13] T.
Barahona; Canarias Semanal. El 8 de marzo. Un día que no puede ser de
todas las mujeres. http://canarias-semanal.org/art/24826/el-8-de-marzo-un-dia-que-no-puede-ser-de-todas-las-mujeres
El 8 de
marzo: un día que no puede ser de todas las mujeres.
[14] R.
Astarita. Lección práctica de capitalismo, nacionalismo e
internacionalismo. https://rolandoastarita.wordpress.com/2015/07/13/leccion-practica-de-capitalismo-nacionalismo-e-internacionalismo/
[15] Este
enfoque ya se presentó desde que se realizaron los textos de discusión para la
tercera asamblea del EEC. Aunque los textos no fueron formalmente consensuados,
se puede consultar el planteamiento desarrollado en el borrador de propuesta de
programa político, en el apartado 8: el papel del parlamentarismo en el
comunismo.https://encuentrocomunista.org/static/media/medialibrary/2016/06/DocumentoPropuestaProgramaPolitico.pdf
Referencias complementarias.
V. I. Lenin: Cinco años de la revolución rusa y perspectivas de la
revolución mundial (sigo revindicando el capitalismo de Estado)
Antes de
tomar el poder defiende el capitalismo
de estado.
V. I. Lenin La catástrofe que nos amenaza y cómo combatirla
Defiende el capitalismo de estado
V. I. Lenin. Acerca del infantilismo "izquierdista" y del
espíritu pequeñoburgués. 1918
(Friedrich Engels,
Protective tariffs or free trade system, 1847)
Tarifas
de protección o sistema de libre comercio
Por
Frederick Engels
Artículos
de Marx y Engels en Deutsche-Brüsseler Zeitung 1847
Rosa
Luxemburgo. Una cuestión de táctica. Escrito: julio de 1899 (La participación
activa de los socialistas con un gobierno burgués. La clase obrera no puede
aliarse con el enemigo de clase para defender sus conquistas democráticas).
Rosa
Luxemburgo. ¿Qué es la Economía? (Bibliografía complementaria)
Desde del
1977 hasta el 2018
‘Saqueo y sabotaje de los fondos de pensiones. Cronología de las
contrarreformas laborales, sanitarias y de las pensiones, por la burguesía
contra la clase obrera en el Estado capitalista español
Los expertos aprueban el informe sobre pensiones con un único voto en
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Sobre el
concepto de Pueblo
Vladímir
Ilich Uliánov Lenin. Informe sobre la revolución de 1905
V. I. Lenin.
Acerca del infantilismo "izquierdista" y del espíritu pequeñoburgués
Escrito: El 5 de mayo de 1918.
Escrito: El 5 de mayo de 1918.
Lenin y el
socialismo en un solo país. El término marxismo-leninismo fue creado por José
Stalin
George Soros y Barack Obama defiende la permanencia de Gran Bretaña en la
Unión Europea, está en contra del Brexit
Vladimir Ilich Lenin. La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el
comunismo. 1920
Herman Gorter. Carta
abierta al camarada Lenin (1920). [Respuesta al folleto de Lenin "El
izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo"].
Franz Pfempfert. La Enfermedad Infantil de Lenin. . .y la Tercera
Internacional
Carlos
Marx Crítica del programa de Gotha 1875
“[3] La Liga de la Paz y la
Libertad, organización pacifista burguesa, fue fundada en 1867 en Suiza por un
grupo de pequeñoburgueses republicanos y liberales (V. Hugo y G. Garibaldi así
como otros tomaron parte activa en sus actividades). De 1867 a 1868, Bakunin
participó en su trabajo. Al comienzo, la Liga trató de utilizar el movimiento
obrero para sus propios fines. Difundía entre las masas la ilusión de que la
creación de unos "Estados Unidos de Europa" permitiría poner
fin a las guerras, y desviaba así al proletariado de la lucha de clases.
Rosa
Luxemburgo: Utopías pacifistas - Estados Unidos de Europa 1911
Lenin y Trotsky: la consigna los Estados
Unidos de Europa, el socialismo en un solo país y el capitalismo de
Estado
V. I. Lenin. El imperialismo y la escisión del socialismo. 1916
Anticomunismo
y prefascismo
Rosa Luxemburgo La cuestión nacional (1909) (segunda parte)
Georges
Haupt Los marxistas frente a la cuestión nacional: La historia del problema.
Rosa Luxemburgo La cuestión nacional (tercera
parte)
Rosa
Luxemburgo En defensa de la nacionalidad (1900). Lenin El orgullo nacional de
los rusos 1914. Rosa Luxemburgo La cuestión nacional (cuarta parte)
Rosa
Luxemburgo: La memoria del "Proletariado" 1903. Rosa Luxemburgo La
cuestión nacional (quinta parte)
Rosa
Luxemburgo: La acrobacia programática de los socialpatriotas (1902). Rosa
Luxemburgo: La cuestión nacional (sexta
parte)
Carlos Marx,
Federico Engels y Rosa Luxemburgo LOS NACIONALISMOS CONTRA EL PROLETARIADO
Diego Guerrero Jiménez. Sobre la cuestión nacional y los nacionalistas.
Este documento
está en el documento anterior
Diego Guerrero Jiménez.
Texto
presentado a las X Jornadas de Economía Crítica en Marzo de 2006
La
izquierda y Lenin, sobre imperialismo y explotación de países
EL IMPERIALISMO, FASE SUPERIOR DEL CAPITALISMO (esbozo popular) V. I.
Lenin
El imperialismo, fase superior del capitalismo
C. Marx. Salario, precio y ganancia. (Resume las principales categorías
desarrolladas en detalle en El Capital) 1865
Rosa Luxemburgo. Introducción a la economía política (1916-1917)
(Friedrich Engels, Protective tariffs or free trade system, 1847)
Tarifas
de protección o sistema de libre comercio
Por
Frederick Engels
Artículos
de Marx y Engels en Deutsche-Brüsseler Zeitung 1847
Monográfico: introducción al debate sobre la economía en el comunismo
Maxi Nieto Ferrández: “Cómo funciona la economía capitalista: una
introducción a la teoría del valor-trabajo de Marx
Reabriendo el debate sobre la planificación socialista de la economía.
Maxi Nieto – Lluís Catalá
Desenmascarando al gobierno atrapalotodo griego de Syriza-ANEL, que
preside Alexis Tsipras de la Coalición de la Izquierda Radical (Syriza), (la
relación con el partido atrapolotodo de Podemos y los tontos útiles de IU)
Gobierno Syriza de Grecia promete servir a la Troika. Varoufakis hace
públicas sus intervenciones y propuestas al Eurogrupo. La presentación de su
proyecto
Cinco huelgas generales en Grecia, por la política reaccionaria del
gobierno de Tsipras
Deutsche Bank pone en su lista de partidos populistas: a Podemos y a la
Coalición Radical de izquierda (Syriza)
Claves internacionales de Podemos: la delgada línea floja
El Manifiesto Comunista cumple 169 años de su publicación. Berth Andreas.
La Liga de los Comunistas. Documentos constitutivos
Rusia y
China actual, países imperialistas
Imperialismo humanitario: Los Derechos Humanos como arma de destrucción
masiva. Primera parte.
Desenmascarando la hipocresía de las ONGs “humanitarias” al servicio del
imperialismo, deciden qué países deben ser intervenidos militarmente,
fabricando pruebas falsas. Segunda parte.
Desenmascarando el engendro del movimiento 15 M o Spanish Revolution. Las
tides o mareas ciudadanas de colores. Tercera parte.
Desenmascarando las primaveras o revoluciones de colores en el mundo (la
no violencia al servicio del imperialismo). Cuarta parte
PROGRAMA
POLÍTICO
Apartado 8:
el papel del parlamentarismo en el comunismo.
8. EL PAPEL
DEL PARLAMENTARISMO EN EL COMUNISMO pág. 44
NOTA: Dado
que se trata de un documento de debate hemos tratado de plantear las preguntas
a las que debemos responder y la que a nuestro entender debería ser la postura
del Espacio de Encuentro.
En primer
lugar debemos dejar claro que el papel del Espacio de Encuentro Comunista (EEC)
no es el de convertirse en un partido político, por ello, el objeto de este
documento es discutir cómo debe un partido comunista plantearse la
participación o no dentro del sistema parlamentario burgués y cuál debe de ser
la relación del EEC con estos partidos en los procesos electorales y con el
proceso electoral en sí.
En este
sentido también debemos plantear la posibilidad de que aunque el EEC no se
organice como partido sí pueda tomar una posición en las citas electorales,
tanto de denuncia de la impostura de la democracia burguesa como de apoyo
concreto a algún partido que se decida representa los principios ideológicos
comunistas.
El problema
básico radica en el mismo concepto de democracia burguesa y hasta qué punto es
posible una revolución dentro del sistema 1.
Es evidente que aunque se trata de un debate que ha permanecido latente durante
toda la historia del comunismo 2 es
necesario que el EEC tenga una posición clara. A medida que consigamos que el
Espacio de Encuentro se afiance como una referencia de todos los comunistas con
y sin partido será necesario definir nuestra participación en los procesos
electorales, ya sea tomando la decisión de ignorarlos completamente o de
usarlos como oportunidad de difusión de nuestras ideas. Así como nuestra
posición respecto a la representación política en el sistema capitalista.
Estamos en
una situación en la cual la revolución es imposible a corto y medio plazo, y
por tanto se nos plantea la pregunta de si la participación en la democracia
burguesa es una opción aceptable para un movimiento o partido comunista. Esta
participación tiene dos aspectos fundamentales, la concurrencia a citas
electorales y la participación de los representantes elegidos en las
instituciones de la democracia capitalista. En principio el que un partido
comunista participe en un proceso electoral y en las instituciones implica una
serie de interesantes oportunidades.
En primero
lugar la no participación puede suponer la existencia casi clandestina que hace
muy difícil que el mensaje de denuncia del capitalismo y la propuesta de una
economía socialista sea difundido.
Es por ello
que las citas electorales se pueden plantear como un momento interesante para
la concienciación y la batalla ideológica, denunciando las contradicciones del
sistema capitalista y la farsa de la democracia burguesa. Exponer como la
democracia burguesa solo permite que las elecciones se celebren sobre unos
parámetros en los cuales las bases del sistema capitalista no puedan ser
modificadas, ni incluso discutidas, se puede hacer con mucha más facilidad en
una etapa electoral. La participación posterior en las instituciones con el
mismo objetivo también puede ser un altavoz adecuado a las ideas comunistas.
1
Personalmente creo que no es posible ningún cambio real del sistema capitalista
desde dentro de las instituciones como nos demuestra la historia.
Por otro lado,
la participación en las elecciones y las instituciones tiene la posibilidad de
acceder a medios de comunicación e incluso a fuentes de financiación que pueden
ser instrumentos valiosos para la lucha ideológica.
Sin embargo,
es evidente que como demuestra una y otra vez la historia de los partidos
comunistas en todo el mundo, la participación en la democracia burguesa entraña
enormes riesgos que han llevado a que la práctica totalidad de partidos
comunistas que han tenido una representación parlamentaria reseñable hayan
migrado primero a la social democracia e incluso en muchos casos, como en
Italia, al social liberalismo.
Podemos
exponer los riesgos de participación en las elecciones e instituciones más
importantes como los siguientes:
· Apuntalamiento del sistema capitalista mediante la
apariencia de existencia de una democracia real donde la clase trabajadora está
en condiciones de defender sus derechos de igual manera que el capital. La
participación de partidos comunistas es así la coartada para defender que todas
las ideas son defendibles y que solo es necesario conseguir el apoyo de los
votantes para implementar las ideas políticas que uno defiende. El abrumador
poder del capital y sus medios para imponer el pensamiento único quedan así
enmascarados en una apariencia de libertad que es muy útil al sistema.
· Derivación del proyecto comunista de sus bases ideológicas
para convertir las elecciones no en un medio sino en un fin. Es claro que esto
le ha ocurrido a la mayoría de los partidos comunistas en el mundo. La
participación en los procesos electorales suele traer de forma inevitable el
enorme error de empezar la casa por el tejado. En lugar de reconocer que los
resultados electorales deben ser un reflejo de la victoria en la lucha
ideológica, se tiende a modificar el mensaje en función de lo que quiere la
mayoría de la población, que no es más que lo que quiere el capital. Así se
pasa de ser un partido de trabajadores a un partido de clase media, que no es
otra cosa que la pequeña burguesía.
· Institucionalización del partido y sus dirigentes. La
participación en las elecciones suele convertir a los partidos comunistas en
organizaciones estructuradas en torno a sus cargos electos, en lugar de en
torno a los militantes y a la centralidad de la clase trabajadora. A medio
plazo, en incluso a corto plazo, esto convierte a los partidos comunistas en
meras estructuras burocráticas donde sus dirigentes convierten al partido en su
puesto de trabajo y todo se supedita a ello. En muy poco tiempo esto consigue
convertir al partido en una estructura sin principios ideológicos de ningún
tipo y una organización endógena que hace de su propia supervivencia su único
fin. Esta ha sido una de las razones que han llevado a la destrucción
ideológica de la mayoría de partidos comunistas en Europa y el resto del mundo.
Ante estos
riesgos es evidente que debemos decidir si existen propuestas de participación
que puedan evitar estos peligros y que por lo tanto puedan ser aceptables para
el EEC.
Tratar de
resolver este problema puede resultar un tanto ambicioso, dados los continuos
fracasos que el parlamentarismo ha traído a los partidos comunistas. Sin
embargo podríamos plantear al menos unos principios mínimos que serían
necesarios para incluso estimar la posibilidad del parlamentarismo. Esto no
significa que el cumplimiento de estos principios fuera suficiente, pero sí que
ellos deberían ser necesarios.
La primera
condición debería ser que la participación debe de hacerse siempre plateando el
parlamentarismo como una estrategia, nunca como un fin en sí mismo. Las
elecciones deben ser una forma de plantear las contradicciones y la profunda
perversión del sistema capitalista. Aprovechar las citas electorales y los
posibles instrumentos que el sistema ponga a disposición de los partidos
comunistas para avanzar en la lucha ideológica y en la creación de conciencia
de clase trabajadora.
Un segundo
punto importante es la postura que debe tener el EEC sobre la participación de
los partidos comunistas en las instituciones una vez se haya celebrado el
proceso electoral.
En este
sentido debemos distinguir dos aspectos. Por un lado la participación
representativa en los parlamentos nacional o autonómico y los ayuntamientos y
la participación en los gobiernos ya sea como fuerza hegemónica o como
coaligada con otros partidos no comunistas.
En la
práctica, el caso de la institucionalización de los partidos comunistas nos
demuestra que mantener una postura comunista dentro de las instituciones
resulta tarea casi imposible. El recorrido realizado en los últimos años por el
Partido Comunista de España, el Partido Comunista Italiano o el Partido
Comunista Francés nos alerta de los riesgos de participación en las
instituciones burguesas. En Portugal el Partido Comunista de Portugal (PCP) ha
decidido apoyar un gobierno social liberal de Antonio Costa, defensor de las
políticas de destrucción de la clase trabajadora que se están llevando a cabo
en toda Europa. Como manejará el PCP este apoyo será un interesante lección
sobre los límites que tiene una partido comunista cuando decide participar en
las instituciones de los estados que ya
son meros consejos de administración del capital que es quién detenta el poder
real.
La
participación de los comunistas en las estructuras de poder implica un riesgo
aún mayor. Resulta muy evidente que los límites a la acción del poder político
son muy estrechos. Ni siquiera opciones meramente socialdemócratas, como Syriza
en Grecia, son consideradas admisibles por el capitalismo. Incluso cuando estas
opciones consiguen la mayoría de representantes que teóricamente en el sistema
capitalista les daría la legitimidad para implantar cualquier política
prometida.
Es por ello
que cualquier participación de un partido comunista en las instituciones de
poder del capitalismo solo tendría la posibilidad de gestionar la miseria del
capitalismo dentro de estrechos límites. Creemos por lo tanto que el EEC debe
rechazar siempre la participación en instituciones de poder sin margen de
maniobra del capitalismo y cuya presencia solo sirve para apuntalar el sistema
actual.
8.1. Conclusiones
Aunque como
hemos expresado se trata de un documento de trabajo y por lo tanto estas
conclusiones son solamente una propuesta para ser debatida en el encuentro,
creemos que es interesante plantear una serie de conclusiones que puedan
centrar la discusión.
La propuesta
tendría los siguientes puntos:
1. El Espacio de Encuentro Comunista
debe permanecer como un punto de encuentro de todos los comunistas con o sin
partido. Por lo tanto no debe aspirar a convertirse en un partido ni a
participar en procesos electorales con el objetivo de obtener representación.
2. Existe la posibilidad de que el EEC
pueda participar en procesos mediante la elaboración de documentos destinados a
denunciar la farsa de la democracia burguesa y del teatro de las elecciones.
Esta participación, aunque necesita un debate muy profundo para definir nuestra
propuesta nos puede servir de escaparate para hacernos más visibles y atraer a
todos aquellos comunistas que en la actualidad se encuentran desorientados y
sin saber qué hacer.
3. Existe también la posibilidad de que
el EEC pueda apoyar a determinados partidos comunistas en los procesos
electorales, siempre que se piense que estos partidos defienden sin ambages los
principios comunistas. Esta última posibilidad debe manejarse con mucho cuidado
ya que entraña muchos riesgos. Por un lado, los riesgos de identificarse con un
proyecto comunista que puede acabar cayendo en todos los problemas de
institucionalización que hemos descrito. Por otro lado, el apoyo a un cierto
partido puede tener el efecto no deseado de dejar de ser percibidos como un
espacio de encuentro donde todos los comunistas tienen cabida. Es por ello, que
creemos que está posibilidad debe ser descartada a corto plazo y debatida de
forma profunda antes de tomar una decisión en esta dirección
Estas creemos
que serían las conclusiones globales. Como comentario final, creemos que el
Espacio de Encuentro debe visibilizarse en las citas electorales para usar
estas citas como forma de denuncia del capitalismo, pero con un extremo cuidado
en no caer en la enfermedad de la “electoralitis” que ha tenido efectos tan
nefastos para todos los partidos comunistas y no confundir que el objetivo en
unas elecciones es poner en evidencia la contradicción del sistema capitalista
y la farsa de una elecciones que no tiene capacidad de realizar ningún cambio
real para la clase trabajadora.
Tarifas
de protección o sistema de libre comercio
Por Frederick Engels
Artículos de Marx y Engels en Deutsche-Brüsseler Zeitung 1847
Fuente: MECW
Volumen 6, p. 92;
Escrito: a principios de junio de 1847;
Publicado por primera vez: en Deutsche-Brüsseler-Zeitung el 10 de junio de 1847.
Escrito: a principios de junio de 1847;
Publicado por primera vez: en Deutsche-Brüsseler-Zeitung el 10 de junio de 1847.
Desde el momento en que la falta de dinero y crédito obligó al Rey de
Prusia a emitir la Patente de Cartas del 3 de febrero [65]ninguna
persona razonable podría dudar más de que la monarquía absoluta en Alemania y
el manejo "cristiano-germánico" tal como ha existido hasta ahora,
también conocido bajo el nombre de "gobierno paterno", tuvieron, a
pesar de toda resistencia y ruido de sables. Discursos desde el trono,
abdicados para siempre. Ahora había amanecido el día desde el cual la
burguesía en Alemania puede fechar su gobierno. Las Cartas de Patentes en
sí mismas no son más que un reconocimiento, aunque todavía envuelto en una gran
cantidad de niebla y niebla de Potsdam, del poder de la burguesía. Gran
parte de esta niebla y niebla ya se ha desvanecido por un poco de soplo débil
de la Dieta Unida, y muy pronto todo el fantasma brumoso cristiano-germánico se
disolverá en su nada.
Pero tan pronto como comenzó el gobierno de las clases medias, la primera
exigencia que se hizo estaba destinada a ser que toda la política comercial de
Alemania, o de la Unión Aduanera, [66] se
eliminara de las manos incompetentes de los príncipes alemanes, sus ministros,
y arrogantes, pero en asuntos comerciales e industriales son burócratas
ignorantes e ignorantes, y se hacen dependientes y decididos por aquellos que
poseen tanto la intuición necesaria como el interés más inmediato en el
asunto. En otras palabras: la cuestión de los aranceles proteccionales y
diferenciales o el libre comercio debe caer dentro de la única decisión de la
burguesía.
La Dieta Unida en Berlín le ha demostrado al gobierno que la burguesía
sabe lo que necesita; En las recientes negociaciones arancelarias, se dejó
claro al Sistema de Gobierno de Spandau [67] con
palabras bastante claras y amargas, que es incapaz de captar, proteger y
promover los intereses materiales en cuestión. El asunto de Cracovia [68] solo
habría sido suficiente para marcar la frente de la Santa Alianza
William [Federico Guillermo IV] y sus ministros con el sello de la más
cruda ignorancia o la traición más culpable contra el bienestar de la
nación. Para horror de su majestad suprema y de sus excelencias, se
discutieron otras muchas cosas, en el curso de las cuales las capacidades y el
discernimiento reales y ministeriales, tanto vivos como difuntos, podían
sentirse cualquier cosa menos halagada.
En la propia burguesía, de hecho, dos opiniones diferentes dominan con
respecto a la industria y el comercio. No obstante, no hay duda de que la
parte a favor de las tarifas protectoras o, más bien, las tarifas diferenciales
es, con mucho, la más poderosa, numerosa y predominante. La burguesía no
puede, de hecho, mantenerse a sí misma, no puede consolidar su posición, no
puede alcanzar un poder ilimitado a menos que resguarde y fomente su industria
y comercio por medios artificiales. Sin protección contra la industria
extranjera, sería aplastada y pisoteada en una década. Es muy posible que
ni siquiera la protección ayude mucho o por mucho tiempo. Ha esperado
demasiado tiempo, ha permanecido demasiado tranquila en las ropas envueltas en
que ha sido atada durante tantos años por sus preciosos príncipes. Ha sido
superado y superado por todos lados.
Ahora se ha dado vuelta a una nueva página. Los príncipes alemanes
solo pueden ser, en adelante, siervos de la burguesía, solo el punto sobre la
"i" de la burguesía. En la medida en que todavía haya tiempo y
oportunidad para la regla de este último, la protección para la industria
alemana y el comercio alemán es la única base sobre la cual puede
descansar. Y lo que la burguesía quiere y debe querer de los príncipes
alemanes, también podrá lograrlo.
Existe, sin embargo, junto a la burguesía, un número considerable de
personas llamadas proletarios, la clase trabajadora y sin propiedad.
Por lo tanto, surge la pregunta: ¿qué gana esta clase con la introducción
del sistema de protección? ¿Recibirá así más salarios, podrá alimentarse y
vestirse mejor, albergarse de manera más saludable, disponer de algo más de
tiempo para la recreación y la educación, y algunos medios para la educación
más sensible y cuidadosa de sus hijos?
Los caballeros de la burguesía que defienden el sistema de protección
nunca dejan de poner en primer plano el bienestar de la clase
trabajadora. A juzgar por sus palabras, una vida verdaderamente
paradisíaca comenzará para los trabajadores con la protección de la industria,
Alemania se convertirá entonces en un canaan "que fluye con leche y
miel" para los proletarios. Pero, por otro lado, escuche a los
hombres de libre comercio que hablan, y solo bajo su sistema, los
que no tienen propiedad podrán vivir "como Dios en Francia", es
decir, en la mayor alegría y alegría.
Entre ambas partes todavía hay muchas mentes limitadas que más o menos
creen en la verdad de sus propias palabras. Los inteligentes entre ellos
saben muy bien que todo esto es un vano engaño, simplemente calculado, además,
para engañar y ganar a las masas.
La burguesía inteligente no necesita que se le diga que si el sistema en
vigor es el de las tarifas de protección o el libre comercio o una combinación
de ambos, el trabajador no recibirá un salario mayor por su trabajo del que
bastará para su escaso mantenimiento. De un lado a otro, el trabajador
obtiene precisamente lo que necesita para seguir trabajando como una máquina de
trabajo.
Por lo tanto, podría parecer una cuestión de indiferencia para el
proletario, para los que no tienen propiedad, ya sea que los proteccionistas o
los comerciantes libres tengan la última palabra.
Sin embargo, como se ha dicho anteriormente, la burguesía en Alemania
requiere protección contra países extranjeros para eliminar los restos
medievales de una aristocracia feudal y los parásitos modernos por la Gracia de
Dios, y desarrollarse de manera pura y simple. , la esencia más interna (!) -
entonces la clase obrera también tiene interés en lo que ayuda a la burguesía a
gobernar sin impedimentos.
No se verá a una sola clase, la burguesía, explotar y oprimir, sino hasta
que ya no se pueda culpar a la penuria y la miseria en este estado, ahora en
eso, o simplemente en la monarquía absoluta y sus burócratas, solo entonces
será la última decisión decisiva. estalló la batalla, la batalla entre los
propietarios y los sin propiedad, entre la burguesía y el proletariado.
Sólo entonces el campo de batalla habrá sido barrido de todas las
barreras innecesarias, de todo lo que es engañoso y accesorio; La posición
de los dos ejércitos hostiles será clara y visible de un vistazo.
Con el gobierno de la burguesía, los trabajadores, obligados por las
circunstancias, también harán el avance infinitamente importante de que ya no
se presentarán como individuos, como máximo un par de cientos o miles, en
rebelión contra el orden establecido, pero todos juntos, como una clase, con
sus intereses y principios específicos, con un plan común y una fuerza unida,
lanzarán su ataque contra el último y el peor de sus enemigos mortales, la
burguesía.
No puede haber ninguna duda sobre el resultado de esta batalla. La
burguesía caerá y deberá caer ante el proletariado, al igual que la
aristocracia y la monarquía absoluta han recibido su golpe de gracia de la
clase media.
Con la burguesía, la propiedad privada al mismo tiempo será derrocada, y
la victoria de la clase obrera pondrá fin a toda regla de clase o casta para
siempre.
Anton Pannekoek 1937: Capitalismo de estado y dictadura
ResponderEliminarhttps://www.marxists.org/espanol/pannekoek/1937/dictadura.htm
"COMO COMUNISTAS DEBEMOS TENER CLARO QUE LO PRIORITARIO ES LA ORGANIZACIÓN DE LA CLASE"
ResponderEliminarhttp://canarias-semanal.org/art/24999/como-comunistas-debemos-tener-claro-que-lo-prioritario-es-la-organizacion-de-la-clase