El
Capital Karl Marx (3 tomos)
CAPITULO XXII: CONVERSION DE LA
PLUSVALIA EN CAPITAL
pág. 350
Índice del
contenido
1. Proceso de producción capitalista en una
escala ampliada. Trastrocamiento de las leyes de propiedad correspondientes
a la producción de mercancías en
leyes de la apropiación capitalista
2. Concepción errónea, por parte de la economía
política, de la reproducción en escala ampliada
3. División
del plusvalor en capital y rédito. La
teoría de la abstinencia
4. Circunstancias que, independientemente de la
división proporcional del plusvalor en capital y rédito, determinan el volumen
de la acumulación: grado de explotación de la fuerza de trabajo; fuerza
productiva del trabajo; magnitud del capital adelantado; diferencia creciente
entre el capital empleado y el consumido m
5. El llamado fondo de trabajo
1. Proceso
de producción capitalista en una escala ampliada. Trastrocamiento de las leyes
de propiedad correspondientes a la producción de mercancías en leyes
de la apropiación capitalista
.
Con
anterioridad debimos considerar cómo el plusvalor surge del capital; ahora
hemos de examinar cómo el capital surge del plusvalor. El empleo de
plusvalor como capital, o la reconversión de plusvalor en capital,
es lo que se denomina acumulación del capital 1.
Supongamos
que un capital asciende a 10.000 libras esterlinas y su parte constitutiva
variable a 2.000 libras esterlinas. Si la tasa del plusvalor es de 100 %, ese
capital producirá en cierto período por ejemplo un año un plusvalor de 2.000 libras
esterlinas. Si nuevamente se adelantan esas 2.000 libras esterlinas como
capital, el capital originario habrá aumentado de 10.000 a 12.000 libras
esterlinas, es decir que se habrá acumulado. Nos resulta indiferente por el
momento, que el capital suplementario se haya sumado al viejo o que se haya
valorizado de manera autónoma [a].
Una suma de
valor de 2.000 libras esterlinas es una suma de valor de 2.000 libras
esterlinas. No se huele ni se ve, en ese dinero, que sea plusvalor.
El carácter de un valor en cuanto plusvalor muestra cómo llegó a las manos de
su propietario, pero no modifica en nada la naturaleza del valor o del
dinero [b]22 [Nota idéntica a la nota 22 de la
2ª edición: ver aquí, p. 719]. 2 3. La
transformación de las [sterling] 2.000 suplementarias en capital, pues, se
efectúa de la misma manera que la transformación de las [sterling] 10.000
originarias. Las condiciones de la metamorfosis siguen siendo las mismas. Una
parte de las [sterling] 2.000 tiene que transformarse en capital
constante, la otra en capital variable; la una en los factores objetivos
del proceso laboral, en material de trabajo y medios de trabajo, la otra en su
factor subjetivo, en la fuerza de trabajo. El capitalista, pues, tiene que
encontrar en el mercado, preexistentes, esos elementos. Así se presenta el proceso
desde el punto de vista del capitalista individual que convierte la suma
dineraria de [sterling] 10.000 en un valor mercantil de [sterling] 12.000,
reconvierte ese valor mercantil en dinero por el importe de [sterling] 12.000 y
ahora, junto al valor originario de [sterling] 10.000, hace que el valor
suplementario de [sterling] 2.000 funcione también como su capital.
[exclamdown]Pero consideremos las [sterling] 10.000 como el capital social o
como el capital global de la clase capitalista, y las [sterling] 2.000 como su
plusvalor producido durante el año, por ejemplo! El plusvalor está
corporificado en un producto suplementario o plusproducto. Una parte de ese
plusproducto entra en el fondo de consumo de los capitalistas o se lo consume
como rédito. Haciendo caso omiso de esa parte y asimismo del comercio
internacional, que sustituye variedades locales de mercancías por extranjeras,
el plusproducto se compone, en su forma natural, únicamente de medios de
producción, materias primas, materias auxiliares, medios de trabajo y de los
medios de subsistencia necesarios, o sea de los elementos materiales del
capital constante y del variable. Estos medios, pues, no se encuentran
casualmente en el mercado, sino que ya son modos de existencia previos del
propio plusvalor producido. En lo que respecta, empero, al trabajo
suplementario requerido, hasta cierto punto es posible ocupar más
plenamente las fuerzas de trabajo que ya están en funcionamiento,
emplearlas en un grado mayor de extensión o intensidad. Por otra parte, el
proceso capitalista de producción ya ha proporcionado, junto a los elementos
materiales del capital suplementario, también fuerzas de trabajo adicionales.
Ocurre, en efecto, que la clase obrera sale del proceso tal como ingresó al
mismo, por lo cual es necesario que sus niños de diversas edades, cuya
existencia es asegurada por el salario medio, entren constantemente junto a
ella al mercado de trabajo. Examinándola concretamente, pues, la acumulación es
el proceso de reproducción capitalista en escala ampliada.
Al plusvalor
de [sterling] 2.000 transformado en capital suplementario denominémoslo
pluscapital nº 1. Para simplificar, supongamos que su división en componentes
constante y variable siga siendo la misma que en el caso del capital
originario, y que otro tanto ocurra con la tasa del plusvalor 100 % ; ya
conocemos, además, el método por el cual este capital de [sterling] 2.000
produce un plusvalor de [sterling] 400. Este plusvalor se transformará a su vez
en capital. Obtenemos, de esta suerte, el pluscapital nº 2, de [sterling] 400,
y así sucesivamente.
Ahora bien,
¿qué se ha modificado? Las [sterling] 10.000 transformadas originariamente en
capital, eran propiedad de su poseedor, quien las lanzó al mercado de mercancías
y al de trabajo. ¿De dónde las había obtenido? No lo sabemos. La ley del
intercambio de mercancías, según la cual por término medio se intercambian
equivalentes y cada uno sólo compra mercancía con mercancía, favorece la
suposición de que las [sterling] 10.000 son la forma dineraria de sus propios
productos y por consiguiente de su propio trabajo, o del trabajo de personas a
las que representa legítimamente.
Conocemos
exactamente, en cambio, el proceso por el que se genera el pluscapital nº 1. Es
la forma transfigurada de plusvalor, y por tanto de plustrabajo, de trabajo
ajeno impago. No hay en él un solo átomo de valor por el cual su poseedor haya
pagado un equivalente. Sin duda el capitalista, así como antes compraba fuerza
de trabajo con una parte del capital originario, ahora reitera esa compra con
una parte del pluscapital, y nuevamente extrae plustrabajo de la fuerza de
trabajo y, por ende, produce de nuevo plusvalor. Pero ahora compra al obrero
con el producto o valor de productos propio de éste y del que lo ha
despojado antes sin equivalente, así como lo ocupa con medios de producción que
son in natura, o por su valor, producto que se le ha confiscado al
obrero, sin equivalente. Nada cambia en la naturaleza de las cosas el hecho de
que los mismos obreros individuales que han producido el pluscapital sean
empleados con éste, o que con el trabajo impago, transformado en dinero, del
obrero A se ocupe al obrero B. Esto no hace más
que modificar la manifestación, sin embellecerla. Como la relación entre el
capitalista individual y el obrero individual es la que existe entre poseedores
de mercancías que no dependen el uno del otro y de los cuales el primero compra
fuerza de trabajo, el segundo la vende, su vinculación es casual. Puede ocurrir
que el capitalista transforme el pluscapital en una máquina que arroje a la
calle a los productores de dicho pluscapital y los remplace por un par de
niños.
En el
pluscapital nº 1 todos los componentes son producto de trabajo ajeno impago, plusvalor
capitalizado. Se desvanece la apariencia de la primera presentación del proceso
de producción o del primer acto de la formación del capital, cuando parecía, en
realidad, como si el capitalista arrojara a la circulación, de su propio fondo,
cualesquiera valores. En un primer momento, la magia invisible del proceso
desvía del obrero el plusproducto, haciéndolo pasar de su polo al polo opuesto,
ocupado por el capitalista. Luego el capitalista transforma esa riqueza, que
para él es una creación de la nada, en capital, en medio para emplear, dominar
y explotar fuerza de trabajo suplementaria [4].
Originariamente,
el proceso capitalista de producción se limitaba a transformar en capital, y
por tanto en fuente de plusvalor, una suma de valor que pertenecía no sabemos
por qué motivos al poseedor de dinero. Esa suma de valor experimenta una
modificación, pero ella misma no es el resultado del proceso, sino más bien su
presupuesto, independiente del mismo. En el proceso de reproducción simple, o
proceso de producción continua, hay una parte del producto del obrero que
siempre se le enfrenta de nuevo como capital variable, pero si su producto
asume siempre de nuevo esa forma es porque el obrero, desde un principio,
vendió su fuerza de trabajo por el dinero del capitalista. Por último, en el
curso de la reproducción todo el valor de capital adelantado se transforma en
plusvalor capitalizado, pero esta transformación misma supone que el fondo haya
surgido, originariamente, de los medios propios del capitalista. Las cosas
suceden de otra manera en el proceso de acumulación o proceso de reproducción
en escala ampliada. El dinero mismo o, hablando materialmente, los medios de
producción y de subsistencia, esto es, la sustancia del nuevo capital, es el
producto del proceso que succiona trabajo ajeno impago. El capital ha producido
capital.
Una suma de
valor de [sterling] 10.000, perteneciente al capitalista, constituía el
supuesto para la formación del pluscapital nº 1, de [sterling] 2.000. El
supuesto del pluscapital nº 2 de [sterling] 400, no es otra cosa que la
existencia del pluscapital nº 1. La propiedad de trabajo pretérito impago se
manifiesta ahora como la única condición en que se funda la apropiación actual
de trabajo vivo impago, en escala siempre creciente.
En la medida
en que el plusvalor del que se compone el pluscapital nº 1 es el resultado de
la compra de la fuerza de trabajo por medio de una parte del capital originario
compra que se ajusta a las leyes del intercambio mercantil y que, desde el
punto de vista jurídico, no presupone otra cosa que la libre disposición por
parte del obrero sobre sus propias capacidades, y por parte del poseedor de
dinero o de mercancías la libre disposición de los valores que le pertenecen ;
en la medida en que el pluscapital nº II, etc., es el mero
resultado del pluscapital nº I, y por tanto consecuencia de esa
primera relación; en cuanto cada transacción singular se ajusta continuamente a
la ley del intercambio mercantil, y el capitalista compra siempre la fuerza de
trabajo y el obrero siempre la vende queremos suponer que a su valor efectivo ,
es evidente que la ley de la apropiación o ley de la propiedad privada,
ley que se funda en la producción y circulación de mercancías, se
trastrueca, obedeciendo a su dialéctica propia, interna e
inevilable, en su contrario directo 5a Nota suprimida en la
3ª y 4ª edición. Con variantes, se la incorpora más adelante (ver nota 24 de la
4ª edición y el texto correspondiente).. El intercambio de equivalentes, que
aparecía como la operación originaria, se falsea a tal punto que los
intercambios ahora sólo se efectúan en apariencia,
puesto que, en primer término, la misma parte de capital intercambiada por
fuerza de trabajo es sólo una parte del producto de trabajo ajeno apropiado sin
equivalente, y en segundo lugar su productor, el obrero, no sólo tiene que
reintegrarla, sino que reintegrarla con un nuevo excedente. La
relación de intercambio entre el capitalista y el obrero, pues, se
convierte en nada más que una apariencia correspondiente al proceso de
circulación, en una mera forma que es extraña al contenido
mismo y que no hace más que mistificarlo. La
compra y venta constantes de la fuerza de trabajo es la forma.
El contenido consiste en que el
capitalista cambia sin cesar una parte del trabajo ajeno ya objetivado, del que
se apropia constantemente sin equivalente, por una cantidad cada vez mayor de
trabajo vivo ajeno. Originariamente, el derecho de propiedad aparecía ante
nosotros como si estuviera fundado en el trabajo propio. Por lo menos habíamos
tenido que admitir esta suposición, ya que sólo se enfrentaban poseedores de
mercancías igualados ante el derecho, el medio para la apropiación de la
mercancía ajena era solamente la enajenación de la mercancía propia, y ésta
sólo podía producirse por el trabajo propio. La propiedad aparece ahora, de
parte del capitalista, como el derecho a apropiarse de trabajo
ajeno impago o de su producto; de parte del obrero, como la
imposibilidad de apropiarse de su propio producto. La escisión entre
propiedad y trabajo se convierte en la consecuencia necesaria de
una ley que aparentemente partía de la identidad de ambos [6]a Nota 23 en la 4ª edición. c24
[Nota de la 4ª edición.] Admírese, pues, la astucia de Proudhon, que quiere
abolir la propiedad capitalista contraponiéndole... [exclamdown]las leyes
eternas de propiedad correspondientes a la producción de mercancías!. Veíamos
que, incluso en el caso de la reproducción simple, todo capital adelantado,
cualquiera que fuese la manera en que originariamente se lo hubiera adquirido,
se transformaba en capital acumulado o plusvalor capitalizado. Pero
en el fluir de la producción, todo capital adelantado originariamente deviene,
en general, una magnitud evanescente (magnitudo evanescens en el
sentido matemático), comparada con el capital acumulado directamente, esto es,
con el plusvalor o plusproducto reconvertido en capital, ya funcione ahora
en las manos que lo acumularon o en manos extrañas. De ahí que la economía
política, en general, presente al capital como "riqueza acumulada"
(plusvalor o rédito transformado) "que se emplea de nuevo para la
producción de plusvalor" [7]a En la 2ª edición se citaba:
"R. Jones, "An Introductory Lecture on Political Economy",
Londres, 1833, p. 16"., o al capitalista, asimismo, como "poseedor
del plusproducto" [8].
El mismo modo de contemplar las cosas posee otra forma de expresión: que todo
el capital existente es interés acumulado o capitalizado, ya
que el interés es meramente una fracción del plusvalor [9].
2. Concepción
errónea, por parte de la economía política, de la reproducción en escala
ampliada
Antes que
pasemos a caracterizar más de cerca la
acumulación, o sea de la reconversión del plusvalor en capital, hemos de
disipar un equívoco fraguado por la economía clásica.
Así como las
mercancías que el capitalista compra con una parte del plusvalor para su propio
consumo no le sirven como medios de producción y de valorización, el trabajo
que adquiere para la satisfacción de sus necesidades naturales y sociales no
es trabajo productivo. Mediante la compra de esas mercancías y de
ese trabajo, en vez de transformar el plusvalor en capital, efectúa una
operación inversa: lo consume o gasta como rédito. Frente al
modo de operar de la vieja aristocracia, que, como dice acertadamente Hegel,
"consiste en el consumo de lo existente" [10] y que se despliega
especialmente también en el lujo de los servicios personales, para la economía
burguesa era decisivamente importante poner de relieve que el evangelio de la
nueva sociedad, o sea la acumulación del capital, predicaba como conditio
sine qua la inversión de plusvalor en la adquisición de obreros
productivos [d]. Hubo que polemizar, por otra parte,
contra el prejuicio popular, que confunde la producción capitalista con el
atesoramiento [11] 12 y que por
tanto se imagina absurdamente que la riqueza acumulada es riqueza sustraída a
la destrucción, y por tanto al consumo, bajo su forma natural existente, o
también salvada de la circulación. Rescatar el dinero de la circulación
sería precisamente lo contrario de valorizarlo como capital, y acumular
mercancías para atesorarlas, pura necedad [e]. La acumulación de mercancías en
grandes cantidades es el resultado de que la circulación se ha estancado o de
la sobreproducción [13]. Ciertamente, en la idea popular
subyace, por una parte, la imagen de los bienes acopiados en el fondo
de consumo de los ricos, bienes que se consumen lentamente, y por otra
parte el almacenamiento, un fenómeno que se da en todos los modos
de producción y en el que nos detendremos un momento cuando analicemos el
proceso de circulación.
La economía
clásica acierta, pues, cuando pone de relieve, como rasgo
característico del proceso de acumulación, el consumo del plusproducto
por trabajadores productivos en vez de por improductivos. Pero
aquí comienza también a errar. Adam Smith ha convertido en una moda el
presentar la acumulación meramente como consumo del
plusproducto por trabajadores productivos, o la capitalización del
plusvalor como la mera conversión del mismo en fuerza de trabajo. Oigamos,
por ejemplo, a Ricardo: "Hemos de comprender que todos los productos de un
país se consumen, pero existe la mayor diferencia imaginable entre que los
consuman quienes reproducen otro valor o que lo hagan aquellos que no lo
reproducen. Cuando decimos que el rédito se ahorra y se agrega al capital, lo
que queremos significar es que la parte del rédito de la que se dice
que se agrega al capital, es consumida por trabajadores productivos
y no por improductivos. No puede haber error mayor que suponer que el
capital se acrecienta por el no consumo" [14]. No puede haber error mayor que el
que repiten siguiendo a Adam Smith, Ricardo y todos los economistas posteriores, cuando afirman que
"la parte del rédito de la que se dice que se agrega al
capital, es consumida por trabajadores productivos". Según
esta representación, todo el plusvalor que se
transforma en capital se convertiría en capital variable. Por el
contrario se distribuye al igual que el valor adelantado originariamente
en capital constante y capital variable, en medios
de producción y fuerza de trabajo. La
fuerza de trabajo es la forma bajo la cual el capital variable existe dentro del
proceso de producción. En este proceso ella misma es consumida por el
capitalista. Por medio de su función el trabajo ella consume
medios de producción. A la vez, el dinero pagado en la adquisición de
la fuerza de trabajo se transforma en medios de subsistencia que no
son consumidos por el "trabajo productivo" sino por el "trabajador
productivo". A través de un análisis cabalmente equivocado, Adam Smith
llega al resultado absurdo de que aun cuando cada capital individual se
divida en un componente constante y otro variable, el capital social se
resuelve únicamente en capital variable, o sea se gasta exclusivamente en el pago
de salarios. Supongamos, por ejemplo, que un fabricante de paños transforma
[sterling] 2.000 en capital. Invierte una parte del dinero en la adquisición de
tejedores, la otra en hilado de lana, maquinaria para elaborar ese textil, etc.
Pero, a su vez, la gente a la que él compra el hilado y la maquinaria, con una
parte de esa suma paga el trabajo, etcétera, hasta que las [sterling] 2.000 en
su totalidad se hayan gastado en el pago de salarios, o sea hasta que todo el
producto representado por las [sterling] 2.000 haya sido consumido por
trabajadores productivos. Como vemos, todo el peso de este argumento radica en
la palabra "etcétera", que nos envía de la Ceca a la Meca. En
realidad, Adam Smith interrumpe la investigación precisamente allí donde
comienzan las dificultades de la misma [15] f. En el capítulo III [g] del libro segundo efectuaré el
análisis de la conexión real [h]32 [Nota idéntica a la 32 de la 2ª
edición]. 16. Se mostrará allí cómo el dogma legado por
Adam Smith a todos sus sucesores ha impedido a la economía política comprender,
incluso, el mecanismo elemental del proceso social de reproducción [17]c En la 4ª edición: "En la
sección tercera del libro segundo y en la séptima del tercero"..
3. División del plusvalor en capital y rédito. La teoría de la abstinencia
En el
capítulo anterior consideramos el plusvalor, o en su caso el plusproducto, sólo
como fondo individual de consumo del capitalista;
en este capítulo, hasta aquí, únicamente como fondo de acumulación.
Pero no es ni una cosa ni la otra, sino ambas a la vez. El capitalista
consume como rédito una parte del plusvalor [18], y emplea o acumula otra parte como
capital.
Una
vez dada la masa del plusvalor, la magnitud de la acumulación
depende, como es obvio, de cómo se divida el plusvalor entre el fondo de
acumulación y el de consumo, entre el capital y el rédito. Cuanto mayor sea una
parte, tanto menor será la otra. La masa del plusvalor o del plusproducto, y
por tanto esa masa de la riqueza disponible de un país a la que es posible
transformar en capital, es siempre mayor, pues, que la parte del plusvalor
transformada efectivamente en capital. Cuanto más desarrollada esté la
producción capitalista en un país, cuanto más rápida y masiva sea la
acumulación, cuanto más rico sea dicho país y más colosal, por consiguiente, el
lujo y el derroche, tanto mayor será esa diferencia. Prescindiendo del
incremento anual de la riqueza, la riqueza que se encuentra en el fondo de
consumo del capitalista y que sólo es susceptible de destrucción gradual, posee
en parte formas naturales bajo las cuales podría funcionar directamente como
capital. Entre los elementos existentes de la riqueza que podrían funcionar en
el proceso de producción, se cuentan todas aquellas fuerzas de trabajo que no
son consumidas o que lo son en prestaciones de servicio puramente formales y a
menudo infames. La proporción en que se divide el plusvalor entre capital y
rédito varía incesantemente y está sujeta a circunstancias que no hemos de
examinar aquí. El capital empleado en un
país, pues, no es una magnitud fija, sino fluctuante, una fracción siempre
variable y elástica de la riqueza existente que puede funcionar como capital.
Puesto que
la apropiación constante del plusvalor o plusproducto producido por el obrero
aparece, a los ojos del capitalista, cual fructificación periódica de su
capital o, dicho de otra manera, puesto que el producto del trabajo ajeno que
él adquiere sin cambiarlo por equivalente de ningún tipo se le presenta
como incremento periódico de su patrimonio privado, resulta también natural que
la división de este plusvalor o plusprodcto en capital suplementario y fondo de
consumo esté mediada por un acto voluntario ejecutado por el capitalista [i].
Sólo en
cuanto capital personificado el capitalista tiene un valor
histórico y ese derecho histórico a la existencia que, como dice el ingenioso
Lichnowski, ninguna fecha no tiene [19]. Sólo en tal caso su propia
necesidad transitoria está ínsita en la necesidad transitoria del modo
capitalista de producción. Pero en cuanto capital personificado, su motivo
impulsor no es el valor de uso y el disfrute, sino el valor de cambio y su
acrecentamiento. Como fanático de la valorización del valor, el capitalista constriñe implacablemente
a la humanidad a producir por producir, y por consiguiente a
desarrollar las fuerzas productivas sociales y a crear condiciones
materiales de producción que son las únicas capaces de constituir la
base real de una formación social superior cuyo principio fundamental sea el
desarrollo pleno y libre de cada individuo. El capitalista sólo es respetable
en cuanto personificación del capital. En cuanto tal, comparte con el
atesorador el afán absotuto de enriquecerse. Pero además, las leyes inmanentes
del modo capitalista de producción, que imponen a todo capitalista individual
la competencia como ley coercitiva externa, lo obligan a expandir continuamente
su capital para conservarlo [j]. Por consiguiente, en la medida en
que sus acciones son únicamente una función del capital que en él está
dotado de voluntad y conciencia, su propio consumo privado se le presenta como
un robo perpetrado contra la acumulación de su capital, así como en la
contabilidad italiana los gastos privados figuran en la columna de lo que el
capitalista "debe" al capital. La acumulación es la conquista del
mundo de la riqueza social. Al expandir la masa del material humano explotado,
dilata el dominio directo e indirecto ejercido por el
capitalista" [20] 21.
Pero el
pecado original acecha en todas partes. Al desarrollarse el modo capitalista de
producción, al crecer la acumulación y la riqueza, el capitalista deja de ser
la mera encarnación del capital. Siente un "enternecimiento humano" [22] por su propio Adán [23] y se civiliza hasta el punto de
ridiculizar como prejuicio del atesorador arcaico la pasión por el ascetismo.
Mientras que el capitalista clásico estigmatizaba el consumo individual como
pecado contra su función y como un "abstenerse" de la acumulación, el
capitalista modernizado está ya en condiciones de concebir la acumulación como
"renunciamiento" a su afán de disfrute. "[exclamdown] Dos almas
moran, ay, en su pecho, y una quiere divorciarse de la otra"! [24]
En los
inicios históricos del modo capitalista de producción y todo capitalista
advenedizo recorre individualmente esa fase histórica el afán de enriquecerse y
la avaricia prevalecen como pasiones absolutas. Pero el progreso de la
producción capitalista no sólo crea un mundo de disfrutes. Con la especulación
y el sistema del crédito, ese progreso abre mil fuentes de enriquecimiento repentino.
Una vez alcanzado cierto nivel de desarrollo el "desgraciado"
capitalista debe practicar, incluso como necesidad del negocio, cierto grado
convencional de despilfarro, que es a la vez ostentación de la riqueza y por
ende medio de crédito. El lujo entra así en los costos de representación del
capital. Por lo demás, el capitalista no se enriquece como sí lo hacía el
atesorador en proporción a su trabajo personal y a su no consumo individual,
sino en la medida en que succiona fuerza de trabajo ajeno e impone al obrero el
renunciamiento a todos los disfrutes de la vida. Por tanto, aunque el derroche
del capitalista no posee nunca el carácter bona fide [de buena
fe] que distinguía al del pródigo señor feudal, y en su trasfondo acechan
siempre la más sucia de las avaricias y el más temeroso de los cálculos,
su prodigalidad se acrecienta, no obstante, a la par de su acumulación, sin que
la una perjudique necesariamente a la otra y viceversa. Con ello, a la vez, se
desarrolla en el noble pecho del individuo capitalista un conflicto fáustico
entre el afán de acumular y el de disfrutar.
"La
industria de Manchester", se afirma en una obra publicada en 1795 por el
doctor Aikin, "puede dividirse en cuatro períodos. En el primero,
los fabricantes se veían obligados a trabajar duramente para ganar su
sustento." Se enriquecían, en particular, robando a los padres que les
confiaban sus hijos como apprentices y que tenían que pagar
buenas sumas por ello, mientras que los aprendices se morían de hambre. Por
otra parte, las ganancias medias eran exiguas y la acumulación exigía un ahorro
estricto. Vivían como atesoradore y no consumían, ni mucho menos, los intereses
de su capital. "En el segundo período comenzaron a adquirir
fortunas pequeñas, pero trabajaban tan duramente como antes" pues la
explotación directa del trabajo cuesta trabajo, como lo sabe todo capataz de
esclavos "y vivían como siempre con la misma frugalidad... En el tercer
período comenzó el lujo, y el negocio se expandió gracias al envío de
jinetes" (commis voyageurs [viajantes de comercio] montados)
"que gestionaban pedidos en todas las ciudades de mercado existentes en el
reino [...]. Es probable que antes de 1690
sólo existieran pocos capitales de 3.000 libras esterlinas a 4.000 libras
esterlinas adquiridos en la industria, o ninguno. Sin embargo, alrededor de esa
fecha o algo después ya los industriales habían acumulado dinero y comenzaron a
construirse casas de piedra, en vez de las de madera y estuco. Todavía en los
primeros decenios del siglo XVIII, un fabricante de Manchester que ofreciera
una pinta [k] de vino importado a sus
huéspedes, se exponía a los comentarios y murmuraciones de todos sus
vecinos." Antes de la aparición de la maquinaria, el consumo de un
fabricante, en las tabernas donde se reunía con sus cofrades, nunca pasaba cada
noche de 6 peniques por un vaso de ponche y 1 penique por un rollo de tabaco.
No fue hasta 1758, y el
acontecimiento hizo época, cuando se vio "que una persona realmente dedicada a los negocios poseyera un
coche". "El cuarto período", el último tercio del
siglo XVIII, "es el de gran lujo y derroche, fundados en el auge de los
negocios" [25]. [exclamdown]Qué diría el bueno del
doctor Aikin si resucitara en el Manchester de hoy día!
[exclamdown]Acumulad,
acumulad! [exclamdown]He ahí a Moisés y los profetas! [26] "La
industria provee el material que el ahorro acumula" [27]. Por tanto, [exclamdown] ahorrad, ahorrad,
esto es, reconvertid en capital la mayor parte posible del plusvalor o del
plusproducto! Acumulación por la acumulación, producción por la producción
misma; la economía clásica expresa bajo
esta fórmula la misión histórica del período burgués. Dicha economía no se
engañó ni por un instante acerca de los dolores que acompañan el parto de la
riqueza [28] 29,
¿pero de qué sirven los lamentos frente a la necesidad histórica? Más si para la economía clásica el proletario
sólo era una máquina destinada a producir plusvalor, tampoco el
capitalista era, para ella, más que
una máquina dedicada a la transformación de ese plusvalor en pluscapital.
Esa escuela toma terriblemente en serio la función histórica del capitalista.
Para que el pecho de éste no pueda ser asaltado por el conflicto funesto entre
el afán de disfrute y el de enriquecerse, Malthus preconizó, a comienzos del tercer decenio de este
siglo, una división del trabajo según la cual al capitalista que efectivamente
interviene en la producción le atañe el negocio de la acumulación, y a los
otros partícipes del plusvalor la aristocracia rural, los prebendados estatales
y eclesiásticos, etcétera el cometido de despilfarrar. Es importantísimo, dice,
"mantener separadas la pasión de gastar y la pasión de acumular (the
passion for expenditure and the passion for accumulation)" [30].
Los señores capitalistas, transformados desde hace mucho tiempo en
derrochadores y hombres de mundo, pusieron el grito en el cielo.
[exclamdown]Cómo!, exclama uno de sus corifeos, un ricardiano, [exclamdown]el
señor Malthus propugna elevadas rentas de la tierra, pesados impuestos,
etc., de manera que los consumidores improductivos se constituyan en un acicate
continuo para el industrial! El shibboleth [la consigna] [31],
sin duda, es producir, producir en una escala ampliada incesantemente, pero
"tal proceso trabará, más que fomentará, la producción. No es
enteramente justo, tampoco (nor is it quite fair), mantener así en la
ociosidad a cierto número de personas, sólo para aguijonear a otras de cuyo
carácter cabe inferir (who are likely, from their characters) que, si fuera
posible obligarlas a funcionar, lo harían con éxito" [32].
Por injusto que le parezca acicatear al capitalista industrial para que
acumule, quitándole la gordura de la sopa, a nuestro ricardiano se le ocurre
que es forzoso reducir al obrero al salario mínimo, en lo posible, "para
que se conserve laborioso". Tampoco oculta, ni por un instante, que el
secreto de la producción de plusvalor es la apropiación de trabajo impago.
"una demanda mayor por parte de los obreros no significa nada más que su
mayor disposición a tomar menos de su propio producto para sí mismos y
a dejar una parte mayor del mismo a sus patrones, y cuando se afirma que
esto, al reducirse el consumo" (por parte de los obreros)
"genera glut" abarrotamiento de los mercados,
sobreproducción), "sólo puede responderse que glut es sinónimo
de ganancias elevadas" [33].
La docta controversia acerca de cómo
el capitalista industrial y el ocioso terrateniente debían repartirse, de la
manera más ventajosa para la acumulación, el botín extraído al obrero, enmudeció ante la Revolución de
Julio [34]. Poco después, en Lyon, el proletariado
urbano tocó las campanas a rebato, y en Inglaterra el proletariado rural le
prendió fuego a la campaña.
Aquende el
Canal cundía el owenismo; allende, el sansimonismo y el furierismo. Había
sonado la hora de la economía vulgar. Justamente un año antes que
Nassau William Senior efectuara en Manchester el hallazgo de que la ganancia
(incluido el interés) del capital era el producto de "la última
hora" (impaga) "de trabajo, de la doceava",
ese mismo autor había anunciado al mundo otro descubrimiento. "Yo" aseveró
con solemnidad, "sustituyo la palabra capital, considerado como
instrumento de producción, por la palabra abstinencia" [35] Agregado
a la 2ª edición. Al economista vulgar nunca se le ha pasado por la cabeza la
sencilla reflexión de que todo acto humano puede concebirse como "abstinencia" del acto contrario.
Comer es abstenerse de ayunar, andar es abstenerse de estar quieto, trabajar es
abstenerse de holgazanear, holgazanear es abstenerse de trabajar, etc. Estos
señores harían bien en meditar alguna vez acerca de la tesis de Spinoza: Determinatio
est negatio (determinar es negar]. [36] 37.
[exclamdown]Insuperable muestra, ésta, de los "descubrimientos" de la
economía vulgar! Lo que la misma sustituye es una categoría económica por una
frase propia de sicofantes. Voilá tout [eso es todo]. "Cuando el salvaje
hace arcos", adoctrina Senior, "ejerce una industria,
pero no practica la abstinencia." Esto nos explica cómo y por
qué, en estadios anteriores de la sociedad, se fabricaban medios de
trabajo "sin la abstinencia" del capitalista. "Cuanto
más progresa la sociedad, más abstinencia requiere la misma" [38],
esto es, más abstinencia por parte de quienes ejercen la industria de
apropiarse de la industria ajena y de su producto. Todas las
condiciones del proceso laboral se transforman, de ahora en adelante, en otras
tantas prácticas de abstinencia ejercidas por el capitalista. Que el trigo
no sólo se coma, sino que además se siembre, [exclamdown]he ahí un caso de
abstinencia del capitalista! Si al mosto se le deja el tiempo necesario para
que fermente totalmente, [exclamdown] abstinencia del capitalista! [39] 40.
El capitalista despoja a su propio Adán [41] cuando
"presta (!) sus medios de producción al obrero", es
decir, cuando los valoriza como capital, mediante la incorporación de la fuerza
de trabajo, en vez de comerse las máquinas de vapor, el algodón, los
ferrocarriles, el abono, los caballos de tiro, etc., o, tal como se lo figura
puerilmente el economista vulgar, en lugar de dilapidar "su valor"
en lujo y otros medios de consumo [42]. Cómo la clase
capitalista podría ejecutar esa tarea, es un misterio guardado
obstinadamente hasta ahora por la economía vulgar. Baste decir que el mundo
vive únicamente de la mortificación que se inflige este moderno penitente de
Visnú [43],
el capitalista. No sólo la acumulación; la simple "conservación de un
capital exige un esfuerzo constante para resistir a la tentación de
consumirlo" [44].
El humanitarismo más elemental exige, evidentemente, que redimamos al
capitalista de ese martirio y esa tentación, del mismo modo como la abolición
de la esclavitud, hace muy poco tiempo, liberó al esclavista de Georgia del
penoso dilema que lo atormentaba: gastarse alegre e íntegramente en champán el
plusproducto de sus esclavos negros, arrancado a latigazos, o reconvertirlo
aunque fuera parcialmente en más negros y más tierra.
En las
formaciones económico-sociales más diversas no sólo nos encontramos con la
reproducción simple sino, aunque en diferente grado, con la reproducción
en escala ampliada. Progresivamente se produce más y se consume más, y por
ende también se transforma más producto en medios de producción. Pero este
proceso no se manifiesta como acumulación de capital, y por ende
tampoco como función del capitalista, hasta tanto al trabajador no
se le enfrentan sus medios de producción, y por consiguiente
también su producto y sus medios de subsistencia, bajo la forma de
capital 45. Richard Jones, sucesor de Malthus en la cátedra de economía política en Hertford [l] y
fallecido hace pocos años, discutió muy acertadamente esta cuestión a la luz de
dos hechos de gran importancia. Como la parte más numerosa del pueblo de la
India se compone de campesinos que cultivan la tierra por sí mismos, su
producto, sus medios de trabajo y de subsistencia, tampoco existen jamás "bajo
la forma (in the shape) de un fondo ahorrado gracias al rédito
ajeno (saved from revenue) [46],
rédito que por tanto ha pasado por un proceso previo de acumulación (a
previous process of accumulation)" [47]b
El pasaje en cuestión figura en la página 37 del libro mencionado por Marx..
Por otra parte, en las provincias donde la dominación inglesa ha disuelto en
menor grado el viejo sistema, los trabajadores no agrícolas laboran
directamente para los potentados, hacia quienes fluye una parte del
plusproducto rural como tributo o como renta de la tierra. Los potentados
consumen en especie una parte de ese producto; otra parte la transforman los
trabajadores, para aquéllos, en medios de lujo y otros artículos de consumo,
mientras que el resto constituye el salario de los trabajadores, que son
propietarios de sus medios de trabajo. La producción, así como la reproducción
en escala ampliada, siguen aquí su curso sin injerencia alguna de aquel santón
extravagante, de aquel Caballero de la Triste Figura: el capitalista
que practica el "renunciamiento".
4. Circunstancias
que, independientemente de la división proporcional del plusvalor en capital y
rédito, determinan el volumen de la acumulación: grado de explotación de la
fuerza de trabajo; fuerza productiva del trabajo; magnitud del capital
adelantado; diferencia creciente entre el capital empleado y el consumido m
Hemos
considerado la masa del plusvalor, hasta ahora, como una magnitud dada. En este
caso su división proporcional en rédito y pluscapital determinaba el volumen de
la acumulación. Pero esta última varía, independientemente de dicha división,
cuando varía la magnitud misma del plusvalor. Las circunstancias que regulan la
magnitud del plusvalor se exponen detalladamente en los capítulos sobre la
producción del mismo. Bajo condiciones en lo demás iguales, esas circunstancias
regulan el movimiento de la acumulación. Si volvemos a ocuparnos de ellas aquí
es en la medida en que ofrecen, con respecto a la acumulación, puntos de vista
nuevos.
Se recordará
qué importante papel desempeña el grado de explotación del trabajo en la
producción del plusvalor [n] "Como
se recordará, la tasa del plusvalor depende en primera instancia del grado
de explotación a que se halle sometida la fuerza de trabajo.". La
economía política justiprecia tanto ese papel que, ocasionalmente, identifica
la aceleración de la acumulación mediante la mayor fuerza productiva
del trabajo con su aceleración mediante una mayor explotación
del obrero 48. En
las secciones referentes a la producción del plusvalor partimos constantemente
del supuesto de que el salario era, cuando menos, igual al valor de la
fuerza de trabajo. Se expuso, además, que el salario, ya sea en cuanto a su
valor o en cuanto a la masa de los medios de subsistencia por él representada,
puede incrementarse aunque se eleve el grado de explotación del obrero. En el movimiento práctico del capital,
empero, también se produce plusvalor mediante la reducción violenta del salario
por debajo del valor de la fuerza de trabajo. De hecho, una parte del fondo
para el consumo necesario del obrero se transforma así en fondo para la
acumulación del capital [o]. "Los salarios", afirma John Stuart Mill, "carecen de fuerza
productiva; son el precio de una fuerza productiva; los salarios no
contribuyen, junto con el trabajo, a la producción de mercancías, como tampoco
lo hace el precio de la maquinaria junto a la maquinaria misma [p] 49. Si
se pudiera obtener trabajo sin adquirirlo, los salarios serían
superfluos" [50].
Pero si los obreros pudieran vivir del aire, tampoco se los podría
comprar, cualquiera que fuere el precio. La gratuidad de
los obreros, pues, es un límite en el sentido matemático,
siempre inalcanzable, aunque siempre sea posible aproximársele. Es una tendencia constante del capital
reducir a los obreros a ese nivel nihilista.
Un escritor dieciochesco que suelo citar, el autor del "Essay on Trade and Commerce", no hace
más que traicionar el secreto más íntimo que anida en el alma del capital
inglés, cuando declara que la misión vital histórica de Inglaterra es
rebajar el salario inglés al nivel del francés y el holandés [51].
Dice ingenuamente, entre otras cosas: "Pero si nuestros pobres"
(término técnico por obreros) "quieren
vivir nadando en la abundancia... entonces su trabajo tendrá que ser caro,
naturalmente. Téngase en cuenta, simplemente, la horripilante masa de
superfluidades (heap of superfluities) que nuestros obreros
manufactureros consumen, tales como aguardiente, ginebra, té, azúcar, frutas
importadas, cerveza fuerte, lienzos estampados, rapé, tabaco etc" [52]. El autor cita el escrito de un fabricante de
Northamptonshire que, mirando torvamente al cielo, se lamenta: "El
trabajo es una tercera parte más barato en Francia que en Inglaterra,
pues los franceses pobres trabajan duramente y economizan en los alimentos y la
vestimenta; su dieta se compone principalmente de pan, frutas, verduras,
zanahorias y pescado salado. Muy raras veces comen carne, y si el trigo está
caro, muy poco pan" [53]. "A lo cual ha de agregarse", prosigue
el ensayista "que su bebida se compone de agua o de otros
licores flojos de ese tipo, de manera que en realidad gastan poquísimo
dinero... Difícilmente se pueda implantar tal estado de cosas, por cierto, pero
no es algo inalcanzable, como lo demuestra de manera contundente su existencia
tanto en Francia como en Holanda" [54].
Dos decenios después un impostor norteamericano, el yanqui baronizado Benjamin Thompson (alias conde de Rumford),
siguió la misma línea filantrópica, con gran complacencia de Dios y de los
hombres. Sus "Essays" son un libro de cocina con recetas de todo
tipo, para remplazar por sucedáneos las comidas normales más caras de los
obreros. Una de las recetas más logradas de este prodigioso
"filósofo" es la siguiente: "Con cinco libras de cebada, cinco
libras de maíz, 3 peniques de arenques, 1 penique de sal, 1 penique de vinagre,
2 peniques de pimienta y otros condimentos (en total 20 3/4 peniques), se
puede obtener una sopa para 64 personas. Teniendo en cuenta los precios
medios del cereal [...], puede abatirse el costo a 1/4 de penique por
cabeza" [55] 56.
Con el progreso de la producción capitalista, la adulteración de
mercancías ha vuelto superfluos los ideales de Thompson [57].
A fines del siglo XVIII y durante los primeros decenios del XIX, los
arrendatarios y terratenientes ingleses impusieron el salario mínimo absoluto,
pagando a los jornaleros agrícolas menos del mínimo bajo la forma de salario, y
el resto como socorro parroquial. Véase un ejemplo del espíritu bufonesco con
que procedían los Dogberries 58ingleses cuando
fijaban "legalmente" la tarifa del salario: "Cuando los squires [hacendados]
fijaron los salarios para Speenhamland, en 1795, ya habían almorzado, pero evidentemente
pensaron que no era necesario que los obreros hicieran otro tanto... Decidieron
que el salario semanal fuera de 3 chelines por persona mientras el pan de 8
libras y 11 onzas [q] costara
1 chelín, la remuneración del obrero debía aumentar regularmente hasta que ese
pan costara 1 chelín y 5 peniques. No bien sobrepasara ese precio, el salario
se reduciría proporcionalmente hasta que el precio del pan llegara a 2 chelines,
en cuyo caso la alimentación del obrero disminuiría en 1/5" [59].
Ante la comisión investigadora de la House of Lords [cámara de
los Lores], en 1814, se le preguntó a un tal A. Bennett, gran arrendatario,
magistrado, administrador de un hospicio y regulador de salarios: "¿Existe alguna relación entre el valor
del trabajo diario y el socorro parroquial a los trabajadores?" Respuesta:
"Sí. El ingreso semanal de cada familia se completa, por encima de su
salario nominal hasta el pan de un galón (8 libras y 11 onzas) y 3 peniques por
cabeza... Suponemos que el pan de un galón alcanza para mantener a todas las
personas de la familia durante la semana, y los 3 peniques son para ropa.
Cuando la parroquia prefiere proporcionar ella misma la vestimenta, se
descuentan los 3 peniques. Esta práctica impera no sólo en todo el oeste de
Wiltshire, sino, a mi parecer, en todo el país" [60].
"De esta manera", exclama un escritor burgués de la época,
"los arrendatarios degradaron durante años a una clase respetable de sus
coterráneos, obligándolos a recurrir al workhouse [hospicio]...
El arrendatario ha aumentado sus propias ganancias impidiéndole al
obrero la acumulación del fondo de consumo más indispensable" [61] 62.
La llamada industria domiciliaria [r], por ejemplo, ha mostrado cual es el papel que
desempeña actualmente, en la formación del plusvalor y por tanto del fondo
de acumulación del capital, el robo directo que se perpetra contra el fondo
de consumo necesario del obrero. En el curso de esta sección expondremos nuevos
hechos relacionados con el punto.
La
elasticidad de la fuerza de trabajo o su capacidad de una tensión mayor en
intensidad o en extensión constituye, dentro de ciertos límites, una fuente
creadora de riqueza adicional y por tanto del fondo de acumulación, fuente que
no depende del volumen dado de los medios de producción en funcionamiento, ya
producidos, ni de los elementos materiales del capital constante. En la industria
extractiva, por ejemplo en la minería, el objeto de trabajo existe por obra de
la naturaleza. Por consiguiente, estando dados los propios medios de trabajo
necesario y la industria extractiva misma suministra a su vez, en su mayor
parte, la materia prima de esos instrumentos de trabajo, metales, madera, etc.,
y los medios auxiliares, como el carbón , el producto de ninguna manera está
limitado por el volumen de esos medios de trabajo. Ocurre, tan sólo, que se los
consume más rápidamente, debido al mayor gasto de fuerza de trabajo, y por
tanto que se abrevia su período de reproducción. Bajo condiciones en lo demás
iguales, en cambio, la masa misma de productos como carbón, hierro se
incrementa en proporción al trabajo gastado en el objeto natural. Como en el
primer día de la producción, convergen aquí el hombre y la naturaleza, esto es,
los creadores originarios del producto, y por tanto los creadores también
de los elementos materiales del capital. En la agricultura propiamente dicha,
en efecto, las simientes y los abonos desempeñan el mismo papel que la materia
prima en la manufactura, y no es posible sembrar más tierra sin disponer
previamente de más semilla. Pero dada esa materia prima y los instrumentos de
trabajo, es conocido el efecto prodigioso que el laboreo puramente mecánico del
suelo cuya intensidad depende de la tensión a que es sometida la fuerza de
trabajo ejerce sobre el carácter masivo del producto. Se trata, nuevamente, de
una acción inmediata del hombre sobre el objeto natural, acción que se
convierte en fuente directa de la riqueza. La industria extractiva y la
agricultura, por otra parte, proporcionan a la manufactura la materia prima y
las materias auxiliares, o sea los elementos materiales que aquí están
presupuestos a todo gasto mayor de trabajo, mientras que los medios de trabajo
propiamente dichos también en esta esfera no hacen más que abreviar su período
de reproducción por la tensión mayor en extensión o intensidad de la fuerza de
trabajo. El capital, pues, al incorporarse los dos creadores originarios de la
riqueza la fuerza de trabajo y la tierra adquiere en ellos otros tantos
factores de la reproducción en escala ampliada y por tanto de la acumulación,
factores elásticos que no dependen del propio volumen material del capital.
Prescindiendo
del grado de explotación del trabajo, la producción del plusvalor y por tanto
la acumulación del capital, acumulación cuyo elemento formativo es el plusvalor
se determina en lo esencial por la fuerza productiva del trabajo [s] "Otro factor importante en la acumulación del
capital es el grado de productividad del trabajo social.".
Al aumentar
la fuerza productiva del trabajo se acrecienta la masa de productos en
los que se manifiesta un valor determinado, y por ende también un plusvalor de
magnitud dada. Si la tasa de plusvalor se mantiene incambiada, e
incluso si baja, siempre que baje más lentamente de lo que aumenta la fuerza
productiva del trabajo, se acrecienta la masa del plusproducto. Manteniéndose
inalterada la división de éste entre rédito y pluscapital, pues, el consumo del
capitalista puede aumentar sin que decrezca el fondo de acumulación. La
magnitud proporcional de dicho fondo, incluso, puede acrecentarse a expensas
del fondo de consumo, mientras que el abaratamiento de las mercancías pone a
disposición del capitalista tantos o más medios de disfrute que antes. Pero, como hemos visto, la productividad
creciente del trabajo va a la par del abaratamiento del obrero, y por tanto de
una tasa creciente del plusvalor, incluso cuando el salario real aumenta.
El aumento de éste nunca está en proporción al de la productividad del trabajo.
Por consiguiente, el mismo valor de capital variable pone en
movimiento más fuerza de trabajo y por tanto más trabajo. El mismo valor
de capital constante se presenta en más medios de producción, esto es,
en más medios de trabajo, material de trabajo y materias auxiliares,
suministra, por tanto, más elementos formadores de producto y asimismo más
elementos formadores de valor, o absorbedores de trabajo. Por ende, si el valor del
pluscapital se mantiene incambiado, e incluso si disminuye, se opera una
acumulación acelerada. No sólo se amplía materialmente la escala de la
reproducción, sino que la producción del plusvalor se acrecienta más
rápidamente que el valor del pluscapital.
El
desarrollo de la fuerza productiva del trabajo reactúa también sobre el
capital original, esto es, sobre el capital que se encuentra ya en
el proceso de producción. Una parte del capital constante en funciones se
compone de medios de trabajo, tales como maquinaria, etc., que sólo se consumen,
y por tanto se reproducen o se los remplaza por nuevos ejemplares del mismo
tipo en períodos prolongados. Pero cada año perece, o alcanza el término final
de su función productiva, una parte de esos medios de trabajo. Esa parte, por
consiguiente, se encuentra cada año en la fase de su reproducción periódica o
de su remplazo por nuevos ejemplares de la misma clase. Si en los lugares
de nacimiento de esos medios de trabajo la fuerza productiva del
trabajo se ha ampliado y se amplía continuamente gracias al aporte
ininterrumpido de la ciencia y de la técnica , las máquinas, herramientas,
aparatos, etcétera, viejos son desplazados por otros más eficaces y,
teniendo en cuenta el volumen de su rendimiento, más baratos. El
capital antiguo se reproduce en una forma más productiva, aun si
prescindimos de la continua modificación de detalle en los medios de trabajo
existentes. La otra parte del capital constante la materia prima y los
materiales auxiliares se reproduce continuamente a lo largo del año; la que
procede de la agricultura, en su mayor parte lo hace anualmente. Por lo tanto,
toda introducción de métodos, etc., perfeccionados, opera aquí casi simultáneamente sobre
el capital adicional y el que ya está en funciones. Todo progreso de la química
multiplica no sólo las aplicaciones útiles del mismo material [t],
extendiendo así, con el crecimiento del capital, las esferas en que éste se
invierte; hace más: enseña a arrojar de nuevo al ciclo del proceso de la
reproducción las deyecciones del proceso de producción y
consumo, creando así, sin una inversión de capital previa, nueva materia de
capital. Al igual que en el caso de una explotación de la riqueza
natural incrementada por el mero aumento en la tensión de la fuerza de
trabajo, la ciencia constituye [u] una potencia
de expansión del capital en funciones, independientemente de
la magnitud dada que haya alcanzado el mismo. Dicha potencia
reacciona a la vez sobre la parte del capital original que ha ingresado a su fase
de renovación. En su nueva forma, el capital se incorpora gratuitamente el
progreso social efectuado a espaldas de su forma precedente. Por cierto, este
desarrollo de la fuerza productiva se ve acompañado, al propio tiempo, por
la depreciación parcial de los capitales en funciones. En la medida en que esa depreciación se
vuelve más aguda por la competencia, su peso principal recae sobre el obrero,
con cuya explotación redoblada el capitalista procura resarcirse.
Cuando
analizamos el plusvalor relativo, vimos como el desarrollo de la fuerza
productiva social del trabajo exigía que aumentara sin cesar la masa de capital
constante puesta en movimiento por la misma fuerza de trabajo. Al aumentar la
riqueza o la abundancia y eficacia del trabajo objetivado en la maquinaria,
etc. trabajo objetivado del cual el obrero parte como de una condición, ya
producida, del proceso de producción, se acrecienta la masa del antiguo valor
de capital, al que se conserva y en este sentido se la reproduce por la mera
adición de trabajo nuevo, esto es, por la producción de valor nuevo. Compárese,
por ejemplo, un hilandero inglés con uno de la India. Supongamos, para
simplificar, que la jornada laboral inglesa y la índica sean de la misma
extensión e intensidad. El hilandero inglés a lo largo de un día transforma en
hilado una masa muchos cientos de veces mayor de algodón, instrumentos de
hilar, etc. Conserva en su producto, por tanto, un valor de capital muchos
cientos de veces mayor. Incluso si el producto de valor de su trabajo diario,
es decir, el valor nuevo añadido por dicho trabajo a los medios de producción,
sólo equivaliera al del indio, pese a ello su trabajo diario no sólo se
representaría en una cantidad mayor de productos, sino en un valor de producto,
en un valor previo, infinitamente mayor, transferido por él al producto nuevo y
en condiciones de funcionar nuevamente como capital [v] "Si
un hilandero inglés y uno chino, por ejemplo, trabajaran el mismo número de
horas con la misma intensidad, ambos producirían en una semana valores iguales.
Pese a esa igualdad, existe una diferencia enorme entre el valor del producto
semanal del inglés, que dispone de un poderoso autómata, y el del chino, que
sólo trabaja con una rueca. En el mismo tiempo en que el chino hila una libra
de algodón, el inglés produce varios cientos de libras. Una suma de valores
anteriores varios cientos de veces mayor abulta el valor del producto de este
último hilandero, producto en el cual aquellos valores se conservan bajo una
nueva forma útil y pueden, de esta manera, volver a funcionar como
capital".. "En 1782", nos informa Friedrich Engels, "toda
la cosecha lanera de los tres años precedentes estaba aún sin elaborar" (en
Inglaterra) "por falta de obreros, y hubiera seguido así de no haber
llegado en su ayuda la maquinaria recién inventada, gracias a la cual se pudo
hilar el textil" [63].
El trabajo objetivado bajo la forma de maquinaria, como es obvio, no sacó
directamente de abajo de la tierra ni un solo hombre, pero permitió a un exiguo
número de obreros, mediante el añadido de relativamente poco trabajo vivo, no
sólo consumir de manera productiva la lana y agregarle valor nuevo, sino conservar bajo
la forma de hilado, etc., el valor antiguo de la misma.
Proporcionó con ello, al mismo tiempo, un medio y un estímulo para la
reproducción ampliada de la lana. Conservar valor viejo mientras crea el nuevo,
es un don natural del trabajo vivo. Al aumentar la eficacia, el volumen y el
valor de sus medios de producción, o sea con la acumulación que
acompaña el desarrollo de su fuerza productiva, el trabajo conserva y perpetúa,
pues, bajo formas siempre nuevas, un valor de capital en crecimiento
incesante [64]. Esta
fuerza natural del trabajo se manifiesta como facultad de
autoconservación del capital que se lo ha incorporado, del mismo modo
que las fuerzas productivas sociales del trabajo aparecen como
atributos del capital, y así como la constante apropiación de plustrabajo por
el capitalista se manifiesta como constante autovalorización del
capital. Todas las potencias del trabajo se proyectan como potencias del
capital, así como todas las formas de valor de la mercancía lo hacen como
formas del dinero.
Bajo
condiciones en lo demás iguales, la magnitud del plusvalor producido y por
tanto la acumulación están determinadas, en último término, por la magnitud del
capital adelantado. Al acrecentarse el capital global crece también su parte
constitutiva variable, aunque no en la misma proporción. Cuanto mayor sea la
escala en que produzca el capitalista individual, tanto mayor será el número de
obreros que explote simultáneamente, o la masa del trabajo impago de la que se
apropia [65]a
Nota suprimida en la 3ª y 4ª ediciones.. Por consiguiente, cuanto más se
acreciente el capital individual, tanto mayor será el fondo que se divide en
fondo de acumulación y fondo de consumo. El capitalista, por tanto, puede vivir
más pródigamente y al mismo tiempo "abstenerse" más [w].
Con el
acrecentamiento del capital, aumenta la diferencia entre el capital
empleado y el consumido. En otras palabras: crece la masa de valor y
la masa material de los medios de trabajo locales, maquinaria, tuberías,
animales de tiro, aparatos de todo tipo que durante períodos más largos o más
breves, en procesos de producción constantemente repetidos, funcionan en todo
su volumen o sirven para obtener determinados efectos útiles, desgastándose
sólo paulatinamente y perdiendo por tanto su valor sólo fracción a fracción, o
sea, transfiriéndolo también sólo de manera fraccionada al producto. En la
misma proporción en que estos medios de trabajo sirven como creadores de
producto sin agregarle valor a éste o sea, en la misma proporción en que se los
emplea de manera total, pero se los consume sólo parcialmente, prestan el
mismo servicio gratuito, como ya hemos indicado, que las fuerzas
naturales, el agua, el vapor, el aire, la electricidad, etc. Este servicio
gratuito del trabajo pretérito, cuando el trabajo vivo se apodera de él y le
infunde un alma, se acumula, a medida que se amplía la escala de la
acumulación.
Como el
trabajo pretérito se disfraza siempre de capital, esto es, como el
pasivo del trabajo de A, B, C, etc., figura
como el activo del no trabajador X, los burgueses y los economistas
se deshacen siempre en alabanzas sobre las excelencias que adornan al
trabajo pretérito, el cual, según el genio escocés MacCulloch, debe incluso
percibir un sueldo [x] 66b
Nota 61 en la 3ª y 4ª ediciones.. El peso siempre creciente del trabajo
pretérito que coopera bajo la forma de medios de producción en el proceso vivo
del trabajo, se asigna así a su figura de capital, la cual ha
sido enajenada al propio obrero y no es más que el
trabajo pretérito e impago del mismo. Los agentes prácticos de la producción
capitalista y sus lenguaraces ideológicos son tan incapaces de quitar mentalmente
al medio de producción la máscara social antagónica que hoy se
le adhiere, como incapaz es un esclavista de concebir al trabajador
mismo separado de su caracterización como esclavo [y].
5. El llamado fondo de
trabajo
En el curso
de esta investigación hemos llegado al resultado de que el capital no es una
magnitud fija, sino una parte elástica de la riqueza social, una parte que
fluctúa constantemente con la división del plusvalor en rédito y pluscapital.
Vimos, además, que aun cuando esté dada la magnitud del capital en
funciones, la fuerza de trabajo, la ciencia y la tierra a él incorporadas (y
por tierra entendemos, desde el punto de vista económico, todos los objetos
de trabajo existentes por obra de la naturaleza, sin intervención del
hombre) son potencias elásticas del capital, las que dentro de ciertos límites,
le dejan un margen de actividad independiente de su propia magnitud.
Hemos hecho caso omiso aquí de todas las relaciones del procese de
circulación, que ocasionan grados muy diversos de eficiencia de la misma masa
de capital. Y como presuponemos los límites de la producción capitalista, o sea
una figura puramente espontánea y natural del proceso social de producción,
hemos prescindido de toda combinación más racional que pudiera efectuarse de
manera directa y planificada con los medios de producción y la fuerza de
trabajo existentes. La economía clásica gustó siempre de concebir el capital
social como una magnitud fija cuyo grado de eficacia también
sería fijo. Pero el prejuicio no fue establecido como dogma sino en las obras
del archifilisteo Jeremy
Bentham (y aquí
en inglés), ese oráculo insípidamente pedante, acartonado y charlatanesco del
sentido común burgués decimonónico [67]a
Nota 62 en la 3ª y 4ª ediciones.. Bentham es entre los filósofos lo que Martir
Tupper entre los poetas [68].
A uno y a otro sólo se los podía fabricar en Inglaterra [69]b
Nota 63 en la 3ª y 4ª ediciones. 70.
Con el dogma benthamiano se vuelven completamente incomprensibles los
fenómenos más comunes del proceso de producción, como por ejemplo sus
expansiones y contracciones súbitas, e incluso la acumulación [71].
Tanto Bentham como Malthus, James Mill, MacCulloch y otros, utilizaron el dogma
con finalidades apologéticas, y en particular para presentar como una magnitud
fija una parte del capital, el capital
variable, o sea el
que se convierte en fuerza de trabajo. La existencia material del capital
variable, esto es, la masa de medios de subsistencia que ese capital representa
para el obrero, o el llamado fondo de trabajo, fue convertida
fantásticamente en una parte especial de la riqueza social, infranqueable y
circunscrita por barreras naturales. Para poner en movimiento la riqueza social
que ha de funcionar como capital constante o,
expresándolo materialmente, como medios de producción, se requiere una masa
determinada de trabajo vivo. Dicha masa está tecnológicamente dada. Pero lo
que no está dado es el número de obreros que se requiere para poner en
acción esa masa de trabajo, ya que varía con el grado de explotación de la
fuerza de trabajo individual, y tampoco está dado el precio de esa fuerza de
trabajo, sino sólo sus límites mínimos, por lo demás muy elásticos. Los hechos
sobre los que reposa el dogma son los siguientes: por una parte, el obrero no
tiene por qué entremeterse en la división de la riqueza social
entre medios de disfrute para el no trabajador, por un lado, y medios de
producción, por el otro. Por otra parte, sólo en casos excepcionalmente
favorables puede ampliar el llamado "fondo de trabajo" a
expensas del "rédito" de los ricos [72]a
Nota 65 en la 3ª y 4ª ediciones..
A qué
insulsa tautología lleva el imaginar que los límites capitalistas del
fondo de trabajo son sus lindes naturales sociales, nos lo
muestra el profesor Fawcett: "El capital circulante 73b
Nota 66 en la 3ª y 4ª ediciones de un país", nos dice, "es su fondo
de trabajo. Por consiguiente, para calcular el salario dinerario medio que
percibe cada obrero, simplemente tenemos que dividir el monto de ese capital
por el número de la población laboriosa" [74]c
Nota 67 en la 3ª y 4ª ediciones.. Es decir: primero sumamos los salarios
individuales efectivamente abonados, y luego sostenemos que esta adición
constituye la suma de valor del "fondo de trabajo" establecido por
Dios y la naturaleza. Por último, dividimos la suma así obtenida entre el
número de obreros, para descubrir nuevamente cuánto puede corresponder,
promedialmente, a cada obrero individual. Es un procedimiento insólitamente astuto.
Pero ello no le impide decir al señor Fawcett, sin detenerse a tomar aliento:
"La riqueza global acumulada anualmente en Inglaterra se divide en dos
partes. Una parte se emplea en Inglaterra para la conservación de nuestra
propia industria. Otra, se exporta a otros países... La parte empleada en
nuestra industria no constituye una porción importante de la riqueza
acumulada anualmente en este país" [75]a
Nota 68 en la 3ª y 4ª ediciones.. Como vemos, la parte mayor del plusproducto
anualmente creciente, sustraído al obrero inglés sin darle un equivalente, no
se capitaliza en Inglaterra, sino en países extranjeros. Pero con el
pluscapital exportado de esta suerte, se exporta también una parte del
"fondo de trabajo" inventado por Dios y Bentham [76]b
Nota 69 en la 3ª y 4ª ediciones.. 1 21 "Acumulación
de capital: el empleo de una parte del rédito como capital." (Malthus,
"Definitions...", ed. Cazenove, p. 11). "Conversión de rédito en
capital." (Malthus, "Principles...", p. 320).
Notas.
[a] a El la 3ª y 4ª ediciones el texto de este
párrafo es el siguiente: "Consideremos este proceso, en primer término,
desde el punto de vista del capitalista individual. Supongamos, por ejemplo,
que el dueño de una hilandería ha adelantado un capital de [sterling] 10.000:
cuatro quintas partes en algodón, máquinas, etc., y el quinto restante en
salarios. Digamos que anualmente produce 240.000 libras de hilado a un valor de
[sterling] 12.000. Si la tasa del plusvalor es de 100 %, el plusvalor quedará
encerrado en el plusproducto o producto neto de 40.000 libras de hilado, o sea
en un sexto del producto bruto con un valor de [sterling] 2.000 que se
realizará por la venta".
[b] b En la 3ª y 4ª ediciones el texto que va desde
"La transformación..." hasta "en escala siempre creciente"
(p. 728), fue sustituido por el siguiente: "Por tanto, para transformar en
capital la suma recién añadida de [sterling] 2.000, el dueño de la hilandería,
manteniéndose iguales todas las demás condiciones, adelantará cuatro quintas
partes de esa suma en la compra de algodón, etc., y un quinto en la adquisición
de nuevos obreros hilanderos que encontrarán en el mercado los medios de
subsistencia cuyo valor les ha adelantado el capitalista. El nuevo capital de
[sterling] 2.000 comienza entonces a operar en la hilandería y rinde, a su vez,
un plusvalor de [sterling] 400.
El valor del
capital era adelantado originariamente bajo la forma de dinero; el plusvalor,
por el contrario, existe en un principio como valor de determinada parte del
producto bruto. Si éste se vende, si se transforma en dinero, el valor del
capital recupera su forma primitiva, pero el plusvalor transforma su modo
originario de existencia. A partir de este momento, sin embargo, tanto el valor
del capital como el plusvalor son sumas de dinero, y su reconversión en capital
se efectúa exactamente de la misma manera. El capitalista invierte tanto una
como otra suma en la adquisición de mercancías que lo ponen en condiciones de
recomenzar la producción de sus artículos, y esta vez, por cierto, en una
escala más amplia. Pero para adquirir esas mercancías, es forzoso que las
encuentre preexistentes en el mercado.
Su propio
hilado sólo circula porque ese capitalista lleva al mercado su producto anual,
tal como hacen todos los demás capitalistas con sus mercancías. Pero antes de
llegar al mercado, las mercancías ya se encontraban en el fondo anual de
producción, esto es, en la masa global de los objetos de todo tipo en los
cuales se transforma, a lo largo del año, la masa global de los capitales
singulares o el capital global social, masa de la cual cada capitalista
singular sólo posee una parte alícuota. Las transacciones en el mercado no
hacen más que llevar acabo la transferencia de los componentes singulares de la
producción anual, los hacen pasar de unas manos a otras, pero no pueden
aumentar la producción anual global ni alterar la naturaleza de los objetos
producidos. El uso que se haga del producto global anual, pues, depende de su
propia composición, pero en modo alguno de la circulación.
Por de
pronto, la producción anual debe suministrar todos los objetos (valores de uso)
con los cuales se debe suplir los componentes materiales del capital consumidos
en el curso del año. Deducidos los mismos, resta el producto neto o
plusproducto, en el que se encierra el plusvalor. Ahora bien, ¿de qué se
compone ese plusproducto? ¿Acaso de cosas destinadas a satisfacer las
necesidades y caprichos de la clase capitalista, cosas que por tanto ingresarían
a su fondo de consumo? Si todo se redujera a eso, se habría despilfarrado
alegremente el plusvalor, sin dejar rastro, y no estaríamos más que ante un
caso de reproducción simple.
Para
acumular, es necesario transformar una parte del plusproducto en capital. Pero,
sin hacer milagros, sólo se puede transformar en capital aquellas cosas que son
utilizables en el proceso de trabajo, esto es, medios de producción, y además
las cosas con las que puede sustentarse el obrero, es decir, los medios de
subsistencia. Por consiguiente, es forzoso emplear una parte del plustrabajo
anual para producir medios de producción y de subsistencia adicionales, por
encima de la cantidad que se requería para remplazar el capital adelantado. En
pocas palabras: el plusvalor es transformable en capital, sólo porque el
plusproducto del cual él es el valor contiene ya los componentes materiales de
un nuevo capital (21bis).
Ahora bien,
para hacer que estos componentes funcionen efectivamente como capital, la clase
capitalista necesita una cantidad suplementaria de trabajo. Si la explotación
de los obreros ya ocupados no se acrecienta en extensión o en intensidad, es
necesario emplear fuerzas de trabajo adicionales. El mecanismo de la producción
capitalista ha ofrecido ya la solución a esto, puesto que reproduce la clase
obrera como clase dependiente del salario, y como clase cuyo salario habitual
no sólo basta para asegurar la conservación de la misma, sino su
multiplicación. Para consumar la transformación del plusvalor en capital, éste
no necesita más que incorporar a los medios de producción suplementarios
contenidos ya en la producción anual, esas fuerzas de trabajo suplementarias
que le proporciona anualmente, y a diferentes niveles de edad, la clase obrera.
Examinándola concretamente, la acumulación se resuelve en la reproducción del
capital en escala progresiva. El ciclo de la reproducción simple se modifica y
cambia su forma, para decirlo con Sismondi, por la de una espiral (21bis2).
Pero
volvamos ahora a nuestro ejemplo. Es la vieja historia: Abraham engendró a
Isaac, Isaac engendró a Jacob, etc . El capital originario de [sterling]
10.000 genera un plusvalor de [sterling] 2.000, que se capitaliza. El nuevo
capital de [sterling] 2 000 genera un plusvalor de [sterling] 400; éste, capitalizado
a su vez, o sea, transformado en un segundo capital adicional, genera un nuevo
plusvalor de [sterling] 80, etcétera.
Prescindimos
aquí de la parte del plusvalor consumida por el capitalista. Por el momento
tampoco nos interesa saber si los capitales adicionales se incorporan al
originario o se separan de él para valorizarse de manera independiente; si los
usa el mismo capitalista que los acumuló o si los transfiere a otro. Lo único
que no debemos olvidar es que junto a los capitales recién formados el capital
originario continúa reproduciéndose y produciendo plusvalor, y que lo mismo se
aplica a todo capital acumulado con respecto al capital adicional generado por
él.
El capital
originario se formó gracias al adelanto de [sterling] 10.000. ¿Cómo las obtuvo
su poseedor? [exclamdown]Gracias a su propio trabajo y al de sus antepasados!,
nos contestan al unísono los portavoces de la economía política (21bis3),
y esta suposición, en realidad, parece ser la única congruente con las leyes de
a producción de mercancías.
Las cosas
son completamente distintas en el caso del capital adicional de [sterling] 2
000. Conocemos exactamente el proceso de su génesis. Se trata de plusvalor
capitalizado. Desde su origen, no contiene un solo átomo de valor que no derive
de trabajo ajeno impago. Los medios de producción a los que se incorpora la
fuerza de trabajo suplementaria, así como los medios de subsistencia gracias a
los cuales aquélla se mantiene, no son nada más que partes integrantes del
plusproducto, del tributo arrancado anualmente por la clase capitalista a la
clase obrera. Cuando aquélla, con una parte del tributo, le compra a ésta
fuerza de trabajo adicional, aunque pague por la misma el precio total de tal
manera que se intercambie equivalente por equivalente, el suyo sigue siendo el
viejo procedimiento del conquistador que compra mercancías a los vencidos con
el dinero de ellos, con el dinero que les ha robado.
Cuando el
capital adicional ocupa a su propio productor, éste no sólo tiene que seguir
valorizando el capital originario, sino, además, volver a comprar el fruto de
su trabajo anterior con más trabajo del que ha costado. Como transacción entre
la clase capitalista y la clase obrera, en nada modifica los hechos el que se
empleen obreros adicionales con el trabajo impago de los obreros ocupados hasta
el presente. Puede ocurrir que el capitalista, asimismo, transforme el capital
adicional en una máquina que arroje a la calle a los productores de dicho
capital adicional y los remplace por un par de niños. En todos los casos, es la
clase obrera la que ha creado, mediante el plustrabajo efectuado hasta este
año, el capital que el próximo año ocupará trabajo adicional. Esto es lo que se
denomina generar capital con capital.
El supuesto
de la acumulación del primer capital adicional de [sterling] 2.000 era una suma
de valor de [sterling] 10.000 adelantada por el capitalista, y que le
pertenecía gracias a su <<trabajo originario>>. El supuesto del
segundo capital adicional de [sterling] 400 no es, en cambio, ninguna otra cosa
sino la acumulación precedente del primero, de las [sterling] 2.000, cuyo
plusvalor capitalizado es precisamente ese segundo capital adicional. La
propiedad del trabajo impago pretérito se manifiesta ahora como la única
condición en que se funda la apropiación actual de trabajo vivo impago, en
escala cada vez mayor. Cuanto más haya acumulado el capitalista, tanto más
podrá acumular".
21bis Se
prescinde aquí del comercio de exportación, por medio del cual una nación puede
convertir artículos suntuarios en medios de producción o de subsistencia,
y viceversa. Para concebir el objeto de la investigación en su
pureza, libre de circunstancias accesorias perturbadoras, hemos de enfocar aquí
a todo el mundo comercial como una nación y presupones que la producción
capitalista ha arraigado en todas partes y que se ha apoderado de todos los
ramos de la industria.
21bis2 El
análisis que Sismondi hace de la acumulación presenta la gran falla de que él
se complace demasiado con la frase "conversión de rédito en capital",
sin investigar las condiciones materiales de esa operación .
21bis3
"El trabajo primitivo, al cual su capital debió su origen."
(Sismondi, "Nouveaux principes...", ed. París, t I, p. 109.)
2 [207] Abraham
engendró a Isaac e Isaac engendró a Jacob: así empieza, en el
"Evangelio de Mateo" (I, 2), la monótona enumeración de 42
generaciones de antepasados de Jesús.-- 716.
3 [206] (W) Simonde de
Sismondi, "Nouveaux principes d'économie politique", t. I, París,
1819, p. 119.-- 716.
[4] 22 "El trabajo crea al capital antes de que
el capital emplee al trabajo". ("Labour creates capital,
before capital employs labour.") E. G. Wakefield, "England and
America", Londres, 1833, vol. II, p. 110.
5 23 Con que la producción de
mercancías, al llegar a cierto grado de su desarrollo deviene producción
mercantil capitalista y sólo sobre el fundamento del modo de producción
capitalista la mercancía se convierte en forma general y dominante del producto,
con la misma necesidad las leyes de propiedad de la producción mercantil se
trastruecan en leyes de la apropiación capitalista. Admírese, pues, la astucia
de Proudhon, [exclamdown] que quiere abolir la propiedad capitalista al mismo
tiempo que reivindica las leyes eternas de propiedad correspondientes a la
producción de mercancías! (a)
[6] 24(a) La propiedad del capitalista
sobre el producto del trabajo ajeno "es la consecuencia rigurosa de la ley
de la apropiación, cuyo principio fundamental era, por
el contrario, el título de propiedad exclusivo de cada trabajador sobre el
producto de su propio trabajo". (Cherbuliez, "Richesse ou
Pauvreté", p. 58, obra en la cual, sin embargo, no se desarrolla
correctamente ese trastrocamiento dialéctico.)
c c En la 4ª edición se agrega
este texto: "No obstante, por más que el modo de producción capitalista
parezca darse de bofetadas con las leyes originarias de la producción de
mercancías, dicho modo de producción no surge del quebrantamiento de esas leyes
sino, por el contrario, de su aplicación. Una breve ojeada retrospectiva a la
secuencia de las fases del movimiento, secuencia cuyo punto terminal es la
acumulación capitalista, bastará para aclarar nuevamente este punto.
"Vimos,
en primer término, que la transformación originaria de una suma de valor en
capital se efectuaba en un todo de acuerdo con las leyes del intercambio. Una
de las partes contratantes vende su fuerza de trabajo, la otra la compra. La
primera recibe el valor de su mercancía, cuyo valor de uso el trabajo se
enajena de esta manera a la segunda. Ésta transforma ahora los medios de
producción que ya le pertenecían, con la ayuda del trabajo que también le pertenece,
en un nuevo producto que le pertenece igualmente, conforme a derecho.
"El
valor de este producto incluye, en primer término, el valor de los medios de
producción consumidos. El trabajo útil no puede consumir esos medios de
producción sin transferir su valor al nuevo producto, pero para que se la pueda
vender, la fuerza de trabajo ha de estar en condiciones de suministrar trabajo
útil en el ramo industrial en que se la debe emplear.
“El valor
del nuevo producto incluye, además, el equivalente del valor de la fuerza de
trabajo y un plusvalor. Y ello se debe precisamente a que la fuerza de trabajo
vendida por un lapso determinado día, semana, etc. posee menos valor que el que
genera su uso durante ese período. El obrero, no obstante, ha obtenido como pago
el valor de cambio de su fuerza de trabajo y enajenado el valor de uso de la
misma, tal como es el caso con cualquier compra y venta.
"El
hecho de que esa mercancía particular, la fuerza de trabajo, posea el valor de
uso peculiar de suministrar trabajo, y por tanto de crear valor, no puede
alterar la ey general de la producción de mercancías. Por tanto, si la suma de
valor adelantada en salario no reaparece mera y simplemente en el producto,
sino que lo hace acrecentada por un plusvalor, ello no deriva de que se haya
embaucado al vendedor, quien obtuvo efectivamente el valor de su mercancía,
sino únicamente del uso que de esa mercancía hizo el comprador.
"La ley
del intercambio sólo condiciona la igualdad con respecto a los valores de
cambio de las mercancías entregadas recíprocamente. Condiciona por anticipado,
incluso, la desigualdad de sus valores de uso, y nada tiene que ver con su
consumo, que sólo puede comenzar una vez celebrada y finiquitada la
transacción.
"Por
tanto, la transformación originaria del dinero en capital se efectúa en la
concordancia más rigurosa con las leyes económicas de la producción de
mercancías, así como con el derecho de propiedad derivado de aquéllas. Pese a
ello, dicha transformación arroja los resultados siguientes:
"1) Que
el producto pertenece al capitalista y no al obrero;
"2) Que
el valor de este producto incluye, además del valor del capital adelantado, un
plusvalor que al obrero le ha costado trabajo pero al capitalista no le ha
costado nada, y que sin embargo se convierte en propiedad legítima del segundo;
"3) Que
el obrero ha conservado su fuerza de trabajo y puede venderla de nuevo, siempre
que encuentre un comprador.
"La
reproducción simple no es más que la repetición periódica de esta primera
operación; todas las veces se vuelve siempre a convertir dinero en capital. La
ley, pues, no se infringe; por el contrario, obtiene la oportunidad de volverse
duraderamente actuante. <<Varios intercambios sucesivos no han hecho más
que convertir al último en el representante del primero>>. (Sismondi,
"Nouveaux principes...", p. 70.)
"Y sin
embargo hemos visto que la reproducción simple basta para imprimir a esta
primera operación en tanto se la concebía como proceso aislado un carácter
totalmente diferente. <<Entre quienes se reparten el réito nacional
unos>> (los obreros) <<adquieren cada año un nuevo derecho a
aquél, gracias a su trabajo nuevo; los otros>> (los capitalistas)
<<ya han adquirido un derecho permanente sobre ese rédito por medio de
un trabajo originario>>. (Ibídem, p.p. 110, 111.) El reino del
trabajo, como es sabido, no es el único donde la primogenitura opera milagros.
"Tampoco
importa nada el que la reproducción en escala ampliada, la acumulación,
sustituya a la reproducción simple. En el caso de ésta, el capitalista gasta el
plusvalor en su totalidad; en el caso de aquélla, el capitalista da pruebas de
sus virtudes cívicas consumiendo tan sólo una parte y transformando el resto en
dinero.
"El
plusvalor es propiedad suya, no ha pertenecido nunca a ninguna otra persona. Si
lo adelanta destinándolo a la producción, lo que hace es efectuar un adelanto
de sus fondos propios, exactamente como lo hizo el primer día en que puso el
pie en el mercado. La circunstancia de que, en esta oportunidad, dicho fondo
proceda del trabajo impago de sus obreros, no modifica en nada el caso. Si el
obrero B está ocupado gracias al plusvalor que ha producido el
obrero A, hemos de tener en cuenta, primero, que A ha
suministrado ese plusvalor sin que se le rebajara ni un centavo del precio justo
de su mercancía, y segundo, que todo este negocio no es en absoluto algo que
incumba a B. Lo que B reclama y tiene derecho a
reclamar es que el capitalista le pague el valor de su fuerza de trabajo.
<<Ambos salían ganando; el obrero porque se le adelantaban los frutos de
su trabajo>> (debería decir: del trabajo gratuito de otros obreros)
<<antes que estuviera hecho>> (debería decir: antes que el suyo
rindiera sus frutos); <<el patrón, porque el trabajo de ese obrero valía
más que el salario>> (debería decir: producía más valor que el de su
salario). (Ibídem, página 135.)
"El
aspecto de la cosa es totalmente diferente, por cierto, cuando examinamos la
producción capitalista en la fluencia ininterrumpida de su renovación y tomamos
en cuenta, en vez de al capitalista singular y al obrero singular, a la
totalidad, a la clase capitalista y, frente a ella, a la clase obrera. Pero con
esto aplicaríamos una pauta que es totalmente extraña a la producción de
mercancías.
"En la
producción de mercancías se enfrentan, independientes el uno del otro, el
vendedor y el comprador. Sus relaciones recíprocas finalizan el día en que
vence el contrato celebrado entre ellos. Si el negocio se repite, ello ocurre
sobre la base de un nuevo contrato que nada tiene que ver con el precedente y
en el cual sólo una casualidad puede llegar a reunir al mismo comprador con el
mismo vendedor.
"Por
ende, si la producción de mercancías o cualquier proceso anexo a ella deben
juzgarse conforme a sus propias leyes económicas, será necesario que consideremos
cada acto de intercambio por separado, al margen de toda conexión con el acto
de intercambio que lo precedió y con el que le sucede. Y como las compras y las
ventas sólo pueden celebrarse entre individuos singulares, es inadmisible que
busquemos en ellas relaciones entre clases enteras de la sociedad.
"Por
larga que sea la secuencia de las reproducciones periódicas y de las
acumulaciones precedentes recorridas por el capital que hoy está en funciones,
el mismo conserva siempre su virginidad originaria. Mientras en cada acto de
intercambio considerado aisladamente se observen las leyes del intercambio, el
modo de apropiación puede experimentar un trastocamiento total sin afectar en
ningún respecto el derecho de propiedad correspondiente a la producción de
mercancías. Este mismo derecho está en vigor como al principio, cuando el
producto pertenecía al producto; como cuando éste, intercambiando equivalente
por equivalente, sólo podía enriquecerse por su propio trabajo, y sigue también
en vigor en el período capitalista, donde la riqueza social deviene, en medida
cada vez mayor, la propiedad de aquellos que están en condiciones de volver
siempre a apropiarse del trabajo impago de otros.
"Este
resultado pasa a ser ineviable no bien el obrero mismo vende libremente la
fuerza de trabajo como mercancía. Pero es también a partir de entonces,
solamente, cuando se generaliza la producción de mercancías y se convierte en
la forma típica de la producción; sólo a partir de ese momento cuando cada
producto se produce de antemano para la venta y cuando toda la riqueza
producida recorre los canales de la circulación. Tan sólo entonces, cuando el
trabajo asalariado constituye su base, la producción de mercancías se impone
forzosamente a la sociedad en su conjunto, y es también en ese momento cuando
despliega todas sus potencias ocultas. Decir que la interferencia del trabajo
asalariado falsea la producción de mercancías es como decir que la producción
de mercancías no se debe desarrollar si quiere mantener su autenticidad. En la
misma medida en que esa producción prosigue su desarrollo, conforme a sus
propias leyes inmanentes, y pasa a convertirse en la producción capitalista, en
esa misma medida las leyes de propiedad de la producción capitalista se
trastruecan en leyes de la apropiación capitalista (24)."
[7] 25 "Capital", esto es, "riqueza
acumulada que se emplea con vistas a la ganancia." (Malthus,
"Principles...", p. 262.) "El capital... consiste en riqueza
ahorrada del rédito y usada con vistas a la ganancia." (R.
Jones, "Text-book of Lectures on the Political Economy of Nations",
Hertford, 1852, p. 16.)(a)
[8] 26 "Los poseedores de plusproducto o
capital." ("Tke Source and Remedy of the National
Difficulties. A Letter to Lord John Russell", Londres, 1821, p. 4.)
[9] 27 "El capital, con el interés compuesto
sobre cada parte del capital ahorrado, se apodera de todo, a tal punto que toda
la riqueza del mundo de la que se obtiene un ingreso, hace mucho tiempo que se
ha convertido en interés de capital." ("Economist", Londres, 19
de julio de 1851.)
[10] [208] Hegel,
"Grundlinien der Philosophie des Rechts, oder Naturrecht und
Staatswissenschaft in Grundrisse", Berlín, 1840, SS 203, agregado:
"Es ésta la disposición simple, no dirigida a la adquisición de la
riqueza; así se puede denominar la de la vieja aristocracia, que consume lo
existente".-- 726.
[d] d En la 3ª y 4ª ediciones, después de
"decisivamente importante" dice: "anunciar la acumulación del
capital como el primer deber cívico y predicar infatigablemente que no es
posible acumular si uno se devora todo su rédito, en vez de gastar una buena
parte del mismo en la contratación de trabajadores productivos suplementarios,
que producen más de lo que cuestan".
[11] 28 "Ningún economista del
presente puede entender por ahorro el mero atesoramiento, y si dejamos a un
lado este procedimiento estrecho e insuficiente {209} es
imposible figurarse ningún otro uso de ese término, con respecto a la riqueza
nacional, que el que ha de surgir de una aplicación diferente de lo que se
ahorra, basada sobre una distinción real entre los diferentes tipos de trabajo
mantenidos por dicho ahorro." (Malthus, "Principles...", pp. 38,
39.)
12 [209] Como indican los
editores de Werke, en Malthus dice "inefficient" en vez
de "insufficient".-- 726.
[e] e Nota 28bis de la 3ª y 4ª ediciones: "Por
ejemplo en Balzac quien había estudiado tan hondamente todos los matices de la
avaricia , el viejo usurero Gobseck muestra ya su chochez cuando comienza a
formar un tesoro almacenando mercancías".
[13] 29 "Acumulación de
capitales... cese del intercambio... sobreproducción." (Th. Corbett,
"An Inquiry...", p. 104.)
[14] 30 Ricardo, "Principles
of...", p. 163, nota.
[15] 31 A pesar de su "Lógica",
el señor John Stuart Mill en ninguna parte llega a descubrir
la falla de este defectuoso análisis de sus predecesores, el cual, incluso
dentro del horizonte burgués, desde un punto de vista puramente profesional,
clama por una rectificación. Por doquier registra, con dogmatismo de discípulo,
la confusión mental de sus maestros. También aquí: "A largo plazo, el
capital se transforma íntegramente en salarios, y
cuando se lo remplaza gracias a la venta del producto, vuelve a
convertirse en salarios.
f f En la 3ª y 4ª ediciones se
inserta aquí: "Mientras sólo tengamos en cuenta el fondo de la producción
global anual, el proceso de reproducción anual resultará fácilmente
comprensible. Pero todos los componentes de la producción anual deben ser
llevados al mercado, y es allí donde comienza la dificultad. Los movimientos de
los capitales singulares y de los réditos personales se entrecruzan,
entremezclan, se pierden en un cambio general de ubicaciones en la circulación
de la riqueza social que confunde nuestra visión y plantea al investigador
problemas muy difíciles de resolver".
[g] g En la 3ª y 4ª ediciones: "en la sección
tercera".
[h] h En la 3ª y 4ª ediciones se sustituye la frase
siguiente por este texto: "El gran mérito de los fisiócratas estriba en
haber efectuado, con su Tableau économique {210}, el
primer intento de ofrecer una imagen de la producción anual, en la figura bajo
la cual surge de la circulación (32).
"Se
comprende de suyo, por lo demás, que la economía política no haya dejado de
explotar, en beneficio de la clase capitalista, la tesis de Adam Smith según la
cual toda la parte del producto neto transformada en capital es consumida por
la clase obrera".
16 [210] Tableau
économique. --Marx analizó detalladamente en otros lugares el Tableau de
Quesnay, el primer intento de representar esquemáticamente la reproducción y
circulación del capital global de la sociedad: "El capital", t. II,
cap. XIX; "Teorías del plusvalor", parte I, cap. VI, y el capítulo X
(redactado por él) de la sección segunda del "Anti-Dühring" de
Engels. En carta a éste, fechada el 6 de julio de 1863, Marx expone su propio
"cuadro económico", contrapuesto al de Quesnay (véase MEW, t. XXX,
pp. 362-367).-- 729.
[17] 32 En muchos aspectos de su
análisis del proceso de reproducción y también, por ende, de la acumulación,
Adam Smith no sólo no ha hecho progreso alguno con respecto a sus predecesores,
en particular a los fisiócratas, sino que ha dado muy importantes pasos atrás.
Con la ilusión suya que mencionamos en el texto está vinculado el dogma,
verdaderamente fabuloso y también legado por Smith a la economía política, de
que el precio de las mercancías se compone de salario,
ganancia (interés) y renta de la tierra, o sea sólo de salario y
plusvalor. Storch, partiendo de esta base, por lo menos admite
ingenuamente: "Es imposihle resolver el precio necesario en sus elementos
más simples". (Storch, "Cours d'économie...", t. II, p. 141,
nota.) [exclamdown]Admirable ciencia económica, esta que declara la imposibilidad de
resolver el precio de las mercancías en sus elementos más simples! En el
capítulo VII del libro tercero ventilaremos más en detalle esta cuestión (c).
[18] 33 El lector observará que la
palabra rédito se usa en dos acepciones: primero, para
designar el plusvalor como fruto que surge periódicamente del capital, y luego
para denotar la parte de ese fruto que el capitalista consume periódicamente o
agrega a su fondo de consumo. Mantengo ese doble sentido porque armoniza con el
uso de los economistas ingleses y franceses.
[i] i En la 3ª y 4ª ediciones figura, en vez de los
dos párrafos precedentes, el siguiente texto: "Dada la masa del
plusvalor, una de esas partes será tanto mayor cuanto menor sea la otra.
Suponiendo que todas las demás circunstancias se mantengan iguales, la magnitud
de la acumulación será lo que determine la proporción en que se verifica esa
división. Pero el que ejecuta la división es el propietario del plusvalor, el
capitalista. La misma, pues, es un acto de su voluntad. De la parte que acumula
del tributo recaudado por él se dice que la ahorra porque no la devora
íntegramente, o sea porque ejerce su función de capitalista, a saber:
enriquecerse".
[19] [211] Ninguna fecha
no tiene. --En "Die Polendebatte in Frankfurt", serie de
artículos publicada por la "Neue Rheinische Zeitung" en
agosto-setiembre de 1848, Marx y Engels se refieren al discurso que pronunciara
en la Asamblea Nacional de Francfort, el 31 de agosto de ese año, el
terrateniente silesio Felix Maria von Lichnowski. En un alemán más bien
heterodoxo (cuya sintaxis reconstruimos aproximadamente en la versión española
de aquella expresión) el representante silesio se pronunció contra el derecho
de Polonia a la existencia, derecho histórico que, dijo, "ninguna fecha no
tiene": "un derecho mayor" (el de los alemanes) "podría
reivindicar" siempre, según Lichnowski, una fecha anterior de ocupación
del territorio polaco. (Cfr. MEW, t. V, pp. 351-353).-- 731.
[j] j En lugar de la frase precedente, en la 3ª y 4ª
ediciones figura este pasaje: "Pero lo que en éste se manifiesta como
manía individual, es en el capitalista el efecto del mecanismo social, en el
que dicho capitalista no es más que una rueda del engranaje. Por lo demás, el
desarrollo de la producción capitalista vuelve necesario un incremento continuo
del capital invertido en una empresa industrial, y la competencia impone a cada
capitalista individual, como leyes coercitivas externas, las leyes
inmanentes del modo de producción capitalista. Lo constriñe a expandir
continuamente su capital para conservarlo, y no es posible expandirlo sino por
medio de la acumulación progresiva".
[20] 34 En la forma arcaica aunque
constantemente renovada del capitalista, o sea en el usurero, Lutero expone con
sumo acierto la pasión de dominio como elemento del afán de enriquecerse.
"Los paganos pudieron llegar a la conclusión, especulando racionalmente,
de que un usurero era un cuádruple ladrón y asesino. Pero nosotros los
cristianos los honramos a tal punto, que casi los adoramos por su dinero...
Quien chupa, roba y quita el alimento a otro, comete un asesinato tan grande
(en lo que de él depende) como el que lo hace morir de hambre o lo arruina por
completo. Pero eso es lo que hace un usurero, y se repantiga muy seguro en su
silla, cuando más bien debería colgar de la horca y ser comido de tantos
cuervos como gúldenes ha robado, si fuera posible que tuviese tanta carne como
para que tantos cuervos pudieran desmenuzarla y repartírsela. Mientras, se
cuelga a los ladronzuelos... A los ladrones pequeños los ponen en el cepo; los
ladrones grandes se pavonean vestidos de seda y oro... De manera, pues, que no
hay sobre la tierra mayor enemigo del hombre (después del diablo), que un avaro
y usurero, pues éste quiere ser Dios sobre todos los hombres.
Turcos, guerreros y tiranos son también hombres malvados, pero se ven obligados
a dejar vivir a la gente y a confesar que son malvados y enemigos. Y alguna vez
que otra pueden, e incluso deben, apiadarse de alguien. Pero un usurero y
avariento querría que todo el mundo muriese de hambre y de sed, de pena y de
miseria, si por él fuera, a fin de poseerlo todo él solo y que todos lo recibieran
como a un dios y fueran eternamente sus siervos. Vestir
suntuosos mantos, ostentar cadenas y anillos de oro, limpiarse el hocico y que
los consideren y reverencien como varones caritativos y piadosos... La usura es
un monstruo grande y descomunal, cual un ogro que todo lo devasta, más que
ningún Caco, Gerión o Anteo. Y sin embargo se acicala y quiere pasar por
piadosa y que no se vea adónde van a parar los bueyes que mete a
reculones en su guarida. Pero Hércules habrá e oír el bramido de los bueyes
y la grita de los prisioneros y buscará a Caco entre peñas y quebradas y
liberará del malvado a los bueyes {212}. Pues Caco significa un
malvado que es un piadoso usurero que arrebata, roba y devora todo. Y pretende
no haber hecho nada, y nadie debe descubrirlo, porque por las huellas
de los bueyes metidos a reculones en su guarida, parece que los ha soltado.
El usurero, pues, quiere embaucar al mundo, como si él fuera útil y diera
al mundo bueyes, cuando no hace más que atraparlos y devorarlos... Y si se
somete al suplicio de la rueda y se decapita a los salteadores de caminos, a
los asesinos y bandidos, cuánto más habría que imponer ese tormento y sangrar a
todos los usureros... cazarlos, anatematizarlos y decapitarlos." (Martin
Luther, "An die Pfarrherrn"...)
21 [212] Caco,
probablemente un viejo dios del fuego al que se había rendido culto en el monte
Palatino, en una leyenda tardía del ciclo de Hércules es apenas un semihombre,
un monstruo que roba a aquél algunos de los toros y terneras robados, a su vez,
por el héroe a Gerión (véase Virgilio, "Eneida", VIII, 192 y
ss.). Gerión era un gigante de tres cuerpos, al que Hércules
dio muerte y despojó de su ganado. El gigante libio Anteo, hijo de
la Tierra (la creencia de que recuperaba sus fuerzas al ser derribado y entrar
en contacto con su madre parece ser una incorporación tardía al mito), también
fue muerto por Hércules.-- 732.
[22] [213] "Enternecimiento
humano" --según el poema de Schiller, "La fianza", verso
132-- es el que experimenta el tirano de Siracusa, Dionisio, cuando comprueba
hasta qué punto los amigos Damón y Fintias están dispuestos a sacrificar la
vida uno por el otro.-- 733.
[23] [214] Su propio Adán,
esto es, él mismo. En la versión francesa de uno de estos pasajes agrega Marx:
"su carne". Véase nuestra nota 56.-- 706; 733; 738.
[24] [215] "[exclamdown]Dos
almas moran, ay, en mi pecho y una quiere divorciarse de la otra!"
--Goethe, "Faust", parte I, "Ante la puerta". Goethe
parafrasea a un autor cuya influencia sobre el gran escritor alemán había
subrayado Marx (en carta a Engels del 3 de mayo de 1854, MEW, t. XXVIII, p.
356), Calderón: "¿Qué es eso, cielos? ¿Hay dos corazones en mi pecho? ¿Hay
en mí dos albedríos, dos almas?" ("Los empeños de un acaso",
jornada I.).-- 706; 733.
[k] k 0,57 litros, aproximadamente.
[25] 35 Dr. Aikin, "Description
of the Country from 30 to 40 miles round Manchester", Londres, 1795, pp.
181, 182 y ss., 188.
[26] [216] [exclamdown]He
allí a Moisés y los profetas!. --Vale decir: [exclamdown]eso es lo
esencial, el precepto al que hay que atenerse! La expresión procede del
"Evangelio de Lucas", XVI, 29-31: desde el infierno el rico pide que
Lázaro, que está en el cielo, prevenga a los hermanos del primero acerca del
terrible futuro que les aguarda si siguen viviendo en el pecado, a lo que
responde Abraham: "A Moisés y los profetas tienen; óiganlos. [...] Si no
oyen a Moisés y los profetas tampoco se persuadirán, si alguno se levantare de
los muertos".-- 735; 963.
[28] 37 Incluso Jean-Baptiste Say
dice: "Los ahorros de los ricos se efectúan a costa de los
pobres" {217}. "El proletario romano vivía
casi enteramente a costa de la sociedad... Casi se podría decir que la sociedad
moderna vive a expensas de los proletarios, de la parte que les descuenta de la
retribución de su trabajo". (Sismondi, "Études...", t.
I, p. 24.)
29 [217] (W) J. B.
Say, "Traité d'économie politique", 5ª ed., t. I, París, 1826, pp.
130-131.-- 735.
[31] [218] La palabra
hebrea shibboleth (espiga) se usa aquí en el sentido de
"consigna", "santo y seña". Según la Biblia
("Jueces", XII, 5-6), los galaaditas, tras derrotar a los efraimitas
se apostaron en los vados del Jordán; para distinguir de los hombres de su
propia tribu a sus enemigos en fuga, obligaban a todo el que quería pasar a
decir shibboleth. Los efraimitas, que no sabían pronunciar el
sonido sh, decían sibboleth y eran degollados.-- 736.
[34] [219] La revolución
del 27-29 de julio de 1830 derrocó a Carlos X, que con sus intentos de
restaurar la monarquía absoluta se había vuelto intolerable para la burguesía,
y puso en el trono de Francia a Luis Felipe, el "rey burgués".-- 736.
[35] 41 Senior, "Principes
fondamentaux de l'économie politique", trad. Arrivabene, París, 1836, p.
309. Esta afirmación, sin embargo, les resultó un poco excesiva a los
partidarios de la vieja escuela clásica. "El señor Senior ha sustituido la
expresión trabajo y capital por la expresión trabajo y abstinencia...
Abstinencia es mera negación. No es la abstinencia, sino el uso del capital
empleado productivamente lo que constituye la fuente de la
ganancia" (John Cazenove, notas a las "Definitions...", de
Malthus, p. 130, nota.) El señor John Stuart Mill, por el contrario, extracta
por una parte la teoría ricardiana de la ganancia y por otra se anexa la
"remuneration of abstinence" [remuneración de la abstinencia]
postulada por Senior. En la misma medida en que le es ajena la
"contradicción" hegueliana, fuente de toda dialéctica, Mill se siente
como un pez en el agua en medio de las contradicciones más vulgares.
[36] En TI 596 la cita se presenta
así: "<<EI señor Senior la ha sustituido>> (la expresión
trabajo y ganancia) <<por la expresión trabajo y abstinencia. Quien
convierte su rédito se abstiene del disfrute que le proporcionaría gastarlo. No
es el capital, sino el uso productivo del capital lo que constituye la causa de
las ganancias>>".-- 737.
37 (W) La fórmula "determinatio
est negatio" figura en una carta de Spinoza del 2 de junio de 1674 a
una persona innominada (véase la correspondencia de Baruch Spinoza, carta 50),
donde se la emplea en el sentido de "delimitación o determinación es
negación". Encontramos la fórmula "omnis determinatio est
negatio", y su interpretación en el sentido de "toda determinación es
negación", en las obras de Hegel, a través de las cuales dicha fórmula
obtuvo amplia difusión. (Véase "Enzyklopädie der philosophischen
Wissenschaften", parte I, SS 91, agregado; "Die Wissenschaft der
Logik, libro I, primera sección, cap. II, b; "Vorlesungen über die
Geschichte der Philosophie, parte I, primera sección, cap. I, parágrafo sobre
Parménides.).-- 737.
[39] 43 "Nadie... sembraría su
trigo, por ejemplo, y lo dejaría permanecer doce meses en la tierra, ni dejaría
durante años su vino en una bodega, en vez de consumir inmediatamente esas
cosas o su equivalente, si no confiara en obtener un valor adicional,
etc." (Scrope, "Political Economy", ed. por A. Potter, Nueva
York, 1841, p. 133.) {222}
40 [222] (W) Se cita aquí
el libro de Potter, "Political Economy: its Objects, Uses and Principles,
Nueva York, 1841. Como se desprende de la introducción, gran parte del libro
es, en lo esencial, una reimpresión de los primeros diez capítulos de la obra
de Scrope, "Principles of Political Economy", publicada en Inglaterra
en 1833. Potter introdujo en el texto algunas variantes.-- 738.
[41] [214] Su propio Adán,
esto es, él mismo. En la versión francesa de uno de estos pasajes agrega Marx:
"su carne". Véase nuestra nota 56.-- 706; 733; 738.
[42] 44 "La privación que se
impone el capitalista al prestar" (este eufemismo se
usa, conforme a la receta más socorrida de la economía vulgar, para identificar
al asalariado, a quien explota el capitalista industrial, con el
capitalista mismo, que obtiene dinero del capitalista prestamista)
"sus instrumentos de producción al trabajador en vez de destinar el valor a
su uso personal, transformándolo en objetos útiles o de
placer." (G. de Molinari, Études économiques", p. 36.)
[43] [223] Visnú (Vishnú,
en sánscrito "el que penetra" o "el que trabaja").
Dialécticamente opuesto y asociado a Brahma, el creador, y Siva, el destructor,
Visnú es el principio conservador de la trimurti o trinidad india. Su culto
incluye distintos tipos de automortificación.-- 738.
[44] 45 "La conservation d'un
capital exige... un effort... constant pour résister à la tentation de
le consommer." (Courcelle-Seneuil, "Traité théorique...", p.
57.)
45 46 "Las diversas clases de
ingreso que contribuyen de la manera más abundante al progreso del capital
nacional, cambian en diferentes fases de su desarrollo y difieren enteramente,
por tanto, en naciones que ocupan posiciones diferentes en ese desarrollo...
Las ganancias... una fuente poco importante de acumulación en los estadios
primitivos de la sociedad, si se las compara con los salarios y rentas...
Cuando se ha operado efectivamente un avance considerable en las fuerzas de la
industria nacional, las ganancias aumentan su importancia relativa como fuente
de acumulación." (Richard Jones, "Text-book...", pp. 16, 21.)
[47] 47 Ibídem, p. 36 y s. {F. E.
Agregado a la 4ª edición . Seguramente se trata de un error; la cita no ha sido
localizada (b).}
m m En la 4ª edición,
"magnitud", etc., está después de "diferencia creciente",
etcétera.
[n] n En lugar de esta frase y del
párrafo precedente, dice así en la 3ª y 4ª ediciones: "Si suponemos como
dada la proporción en que el plusvalor se divide en capital y rédito, es obvio
que la magnitud del capital acumulado se regirá por la magnitud absoluta del
plusvalor. Supongamos que se capitalice el 80 % y se consuma el 20 %; el
capital acumulado ascenderá a [sterling] 2.400 o a [sterling] 1.200 según el
plusvalor global haya sido de [sterling] 3.000 ó de 1.500. Por consiguiente,
todas las circunstancias que determinan la masa del plusvalor, contribuyen a
determinar la magnitud de la acumulación. Resumimos aquí, una vez más, esas
circunstancias, pero sólo en la medida en que ofrecen, con respecto a la
acumulación, nuevos puntos de vista.
48 48 "Ricardo afirma:
<<En diferentes estadios de la sociedad la acumulación de capital o los
medios de emplear trabajo>>" (es decir, de explotarlo)
"<<es más o menos rápida, y depende necesariamente, en todos los
casos, de las fuerzas productivas del trabajo. Éstas, en general, alcanzan su
nivel máximo cuando existe abundancia de tierra fértil.>> Si en
esta frase <<fuerzas prodructivas del frabajo>> significa
la pequeñez de esa parte alícuota de cada producto que toca a aquellos cuyo
trabajo manual lo produce, la frase es tautológica, porque la parte
restante es el fondo a partir del cual se puede acumular capital, si a
su propietario le place (if the owner pleases). Pero esto no suele ocurrir allí
donde existe la tierra más fértil." ("Observations on Certain Verbal
Disputes...", página 74.)
[o] o En la 3ª y 4ª ediciones en
lugar de las tres frases precedentes figura este texto: "La reducción violenta del
salario por debajo de este valor, sin embargo, desempeña un papel demasiado
importante en el movimiento práctico como para no detenernos en ella un
momento. Dicha reducción transforma de hecho, dentro de ciertos límites, el
fondo para el consumo necesario del obrero en fondo para la acumulación del
capital".
49 [225] El arreglo de la
cuarta edición hace que la traducción alemana del texto de Mill difiera
ligeramente de su original inglés (tal como aparece en TI 600), donde figuran
las palabras suprimidas por Engels: "along with the tools
themselves".-- 741.
[51] 50 "An Essay on Trade and
Commerce...", p. 44. De manera análoga, el "Times" de diciembre de 1866 y enero de
1867 publicó las efusiones sentimentales de ciertos propietarios ingleses de
minas, con respecto a la feliz situación de los mineros belgas;
éstos ya no exigían ni obtenían más que lo estrictamente necesario para vivir
al servicio de sus "masters" [patrones]. Los obreros belgas tienen
mucho que soportar, [exclamdown]pero de ahí a que el "Times" los
presente como trabajadores modelos!... A principios de febrero de 1867 la
huelga de los mineros belgas (en Marchienne), aplastada por la pólvora y el
plomo, dio una respuesta al periódico inglés.
[53] 54 El fabricante de
Northamptonshire incurre en un pia fraus [fraude piadoso], que
la fogosidad de su corazón vuelve disculpable. Presuntamente compara la vida de
los obreros manufactureros ingleses con la de los franceses,
pero lo que describe en las frases recién citadas es, como él mismo lo confiesa
irreflexivamente más adelante, [exclamdown]la condición de los obreros
agrícolas franceses!
[54] 53 Ibídem, pp. 70, 71. Nota a
la 3ª edición. Hoy en día, gracias a la competencia que desde entonces se ha
instaurado en el mercado mundial, hemos efectuado considerables progresos en
esa dirección. "Si China", explica el parlamentario Stapleton a sus
electores, "se convirtiera en un gran país industrial, no veo cómo la
población obrera de Europa podría hacer frente a ese desafío sin descender al
nivel de sus competidores." ("Times", 3 de setiembre de 1873.)
No los salarios continentales, oh no, sino los salarios chinos: he ahí el
objetivo que actualmente se ha fijado el capital.
[55] 54 Benjamin Thompson,
"Essays, Political, Economical, and Philosophical...", 3 vols.,
Londres, 1796-1802, vol. I,
p. 294. En su obra "The State of the Poor...", sir Frederic Morton
Eden recomienda encarecidamente la menesterosa sopa rumfordiana a los
directores de hospicios y, con el ceño fruncido, hace presente a los obreros
ingleses que "entre los escoceses hay muchas familias que en lugar de
alimentarse con trigo, centeno y carne, viven durante meses y además muy
confortablemente (and that very comfortably too) comiendo papillas de avena y
harina de cebada a la que sólo se le ha añadido sal y agua". (Ibídem, vol.
I, lib. II, cap. II, p. 503.) {226} "Advertencias"
similares se han formulado en el siglo XIX. "Los obreros agrícolas
ingleses", se dice, por ejemplo, "rehúsan comer mezclas de cereales
de tipo inferior. En Escocia, donde la gente recibe una educación más
esmerada, probablemente no se conozca este prejuicio." (Charles
H. Parry, M. D., "The Question of the Necessity of the Existing Cornlaws
Considered", Londres, 1816, p. 69.) Este mismo Parry, sin embargo, se queja de que el obrero
inglés sea ahora (1815) mucho más enclenque que en tiempos de Eden (1797).
56 [226] Cfr. con la
definición de avena en el Dictionary of the English Language del
doctor Johnson, publicado en 1755: "Un cereal que en Inglaterra
generalmente se les da a los caballos, pero que en Escocia alimenta a la
gente".-- 743.
[57] 55 De los informes de la última
comisión investigadora parlamentaria sobre la adulteración de víveres se
desprende que incluso la falsificación de las sustancias medicamentosas no
constituye en Inglaterra la excepción, sino la regla. El análisis, por ejemplo,
de 34 muestras de opio adquiridas en otras tantas farmacias londinenses, arrojó
el resultado de que 31 estaban adulteradas con cáscaras de adormidera, harina
de trigo, mucílago de goma, arcilla, arena, etc. Muchas no contenían un solo
átomo de morfina.
58 [175] Alusión al
personaje shakespiriano Dogberry (véase vol. I, p. 102); el término se usa para
designar a un funcionario ignorante y fatuo.-- 518; 744.
[59] 56 G. L. Newnham (barrister at
law), "A Review of the Evidence before the Committees of the two Houses of
Parliament on the Cornlaws", Londres, 1815, p. 20, nota.
[61] 58 Ch H. Parry, "The
Question of the Necessity...", pp. 77, 69. Los señores terratenientes, por su parte, no sólo se
"indemnizaron" por la guerra antijacobina , que llevaron a cabo
en nombre de Inglaterra, sino que se enriquecieron enormemente. "Sus
rentas se duplicaron, se triplicaron, se cuadruplicaron y, en casos excepcionales,
se sextuplicaron en 18 años." (Ibídem, pp. 100, 101.)
62 Guerra antijacobina.
--En la versión francesa (TFA 493) Marx atribuye la autoría de esa expresión al
escritor y líder radical y obrerista William Cobbett (1762-1835): "antijacobin
war, tal es el nombre dado por William Cobbett a la guerra contra la
Revolución Francesa".-- 678; 745; 842; 939.
[s] s En la 3ª y 4ª ediciones los
dos párrafos precedentes se sustituyen por este texto: "Aunque en todos
los ramos industriales la parte del capital constante compuesta de medios de
trabajo tiene que bastar para emplear a cierto número de obreros, determinado
por la magnitud de la inversión, de ninguna manera es necesario que esa parte
crezca siempre en la misma proporción en que lo hace la cantidad de trabajo
ocupado. Supongamos que en una fábrica 100 obreros proporcionan, laborando 8
horas, 800 horas de trabajo. Si el capitalista quiere aumentar en la mitad esa
suma, puede emplear 50 obreros más, pero entonces se verá obligado a adelantar
un nuevo capital, no sólo para salarios, sino también para medios de trabajo.
Sin embargo, puede hacer que los 100 obreros antiguos trabajen 12 horas en vez
de 8, en cuyo caso le bastará con los medios de trabajo ya existentes;
ocurrirá, tan sólo, que éstos se desgastarán con mayor rapidez. De esta manera,
el trabajo adicional generado por una mayor tensión de la fuerza de trabajo
puede acrecentar el plusproducto y el plusvalor, esto es, la sustancia de la
acumulación, sin un incremento proporcional de la parte constante del capital.
"En la
industria extractiva, por ejemplo en las minas, las materias primas no forman
parte del adelanto de capital. El objeto de trabajo no es aquí producto del
trabajo precedente, sino gratuito obsequio de la naturaleza. Así
ocurre con los minerales metalíferos, los minerales en general, la hulla, la
piedra, etc. El capital constante se compone aquí casi exclusivamente de medios
de trabajo que pueden tolerar, muy fácilmente, una cantidad de trabajo
acrecentada (turnos diurno y nocturno de obreros, por ejemplo). Pero si todas
las demás circunstancias son iguales, la masa y el valor del producto
alimentarán en razón directa del trabajo empleado. Como en el primer día de la
producción, convergen aquí el hombre y la naturaleza, esto es, los creadores
originarios del producto, y por tanto los creadores también de los elementos
materiales dl capital. Gracias a la elasticidad de la fuerza de trabajo, el
dominio de la acumulación se ha ensanchado sin que se operara un incremento
previo del capital constante.
"En la
agricultura es imposible expandir la tierra cultivada sin un adelanto de
simientes y abono adicionales. Pero una vez efectuado ese adelanto, el laboreo
puramente mecánico del suelo ejerce un efecto prodigioso sobre el carácter
masivo del producto. De esta manera, una cantidad mayor de trabajo,
suministrada por el mismo número de obreros, acrecienta la fertilidad sin
exigir un nuevo adelanto de medios de trabajo. Se trata aquí, una vez más, de
la acción inmediata del hombre sobre la naturaleza, acción que deviene, sin
injerencia de un nuevo capital, en fuente directa de una mayor acumulación.
"Por
último, en la industria propiamente dicha todo gasto adicional de trabajo
presupone el correspondiente gasto adicional de materias primas, pero no
necesariamente de medios de trabajo. Y como la industria extractiva y la
agricultura suministran a la industria fabril sus propias materias primas y las
de sus medios de trabajo, ésta se beneficia también con el suplemento de
productos creado por aquéllas sin necesidad de ningún capital suplementario o
adicional.
"Resultado
general: el capital, al incorporarse los dos creadores originarios de la
riqueza la fuerza de trabajo y la tierra, adquiere una fuerza expansiva que le
permite extender los elementos de su acumulación más allá de los límites
aparentemente fijados por su propia magnitud, límites trazados por el valor y
la masa de los medios de producción ya producidos en los que el capital tiene
su existencia.
[t] t En la 3ª y 4ª ediciones:
"no sólo el número de las materias útiles y las aplicaciones útiles de los
materiales ya conocidos."
[v] v El texto de este párrafo,
hasta aquí, es sustituido en la 3ª y 4ª ediciones por el siguiente: "El
trabajo transfiere al producto el valor de los medios de producción consumidos
por él. Por otra parte, el valor y la masa de los medios de producción puestos
en movimiento por una cantidad de trabajo dada, se acrecientan a medida que el
trabajo se vuelve más productivo. Por tanto, aunque la misma cantidad de
trabajo agregue siempre a sus productos la misma suma de valor nuevo, al
aumentar la productividad del trabajo se acrecienta, sin embargo, el valor
antiguo de capital que aquella cantidad de trabajo transfiere simultáneamente a
los productos.
[64] 60 A causa de su análisis
defectuoso del proceso de trabajo y de valorización, la economía clásica nunca
ha comprendido debidamente este importante elemento de la reproducción, como
puede verse, pongamos por caso, en Ricardo. Dice éste, por ejemplo: sean cuales
fueren los cambios experimentados por la fuerza productiva, "un millón de
hombres siempre produce en las fábricas el mismo valor".
Cuando la extensión y el grado de intensidad de su trabajo están dados, esto es
cierto. Pero ello no impide, y Ricardo lo pasa por alto en algunas de sus
conclusiones, que un millón de hombres, cuando difiere la fuerza productiva de
su trabajo, transforme en producto masas muy diferentes de medios de
producción; conserve, por tanto, masas de valor muy diferentes
en su producto y, en consecuencia, que sean muy diferentes los valores
de los productos que, suministra. Ricardo, dicho sea de pasada,
procura en vano, valiéndose de ese ejemplo, explicarle a Jean-Baptiste Say la
diferencia entre valor de uso (que aquí denomina wealth, riqueza material)
y valor de cambio. Say responde: "En cuanto a la dificultad alegada por el
señor Ricardo cuando dice que gracias a procedimientos mejores un millón de
personas pueden producir dos, tres veces más riqueza sin producir por ello más
valor, esta dificultad deja de serlo cuando se considera, como
es debido, que la producción es un intercambio en el cual se
dan los servicios productivos del trabajo propio, de la tierra y los capitales
propios, para obtener productos. Mediante estos servicios
productivos adquirimos todos los productos que existen en el mundo [...]. Ahora
bien... somos tanto más ricos, nuestros servicios productivos tienen tanto más
valor, cuanto mayor cantidad de cosas útiles obtengan en el intercambio
denominado producción". (J. B. Say, "Lettres à M. Malthus",
París, 1820, pp. 168, 169.) La "difficulté" existente para él, no
para Ricardo que Say debe explicar es: ¿por qué no aumenta el valor de los
valores de uso cuando su cantidad, a causa de unamayor productividad del
trabajo, se acrecienta? Respuesta: la dificultad se resuelve
denominando, gentilmente, valor de cambio al valor de
uso. El valor de cambio es una cosa que one way or another [de
una u otra manera], está vinculada con el intercambio. Llamemos
entonces a la producción"intercambio" de trabajo y
de medios de producción por el producto, y es claro como el agua que se
obtendrá tanto más valor de cambio cuanto más valor de uso le suministre a uno
la producción. En otras palabras: cuantos más valores de uso, por ejemplo
medias, suministre una jornada laboral al fabricante de medias, éste será tanto
más rico en medias. Súbitamente a Say se le
ocurre, sin embargo, que "con la mayor cantidad" de las
medias su "precio" (que, naturalmente, nada tiene que ver con el
valor de cambio) disminuye, "porque la competencia los obliga"
(a los productores) "a entregar los productos por lo que cuestan".
¿Pero de dónde proviene entonces la ganancia, si el capitalista vende las
mercancías al precio que le cuestan? Never
mind [no importa]. Say declara que a causa de la mayor productividad,
cada uno recibe, a cambio del mismo equivalente, dos pares de
medias, en lugar de uno como antes, etc. El resultado al que arriba es
precisamente la tesis de Ricardo que él pretendía refutar. Luego de este
imponente esfuerzo mental, Say apostrofa triunfalmente a Malthus: "Tal es,
señor, la doctrina bien fundada sin la cual es
imposible, afirmo, explicar las mayores dificultades de la economía
política, y en particular cómo puede ocurrir que una nación
sea más rica cuando sus productos disminuyen de valor, pese a que la riqueza
sea valor". (Ibídem, p. 170.) Un economista inglés, refiriéndose a
artilugios similares en las "Lettres" de Say, observa lo siguiente:
"Estas afectadas maneras de charlar (those affected ways of talking)
constituyen en conjunto lo que el señor Say gusta de llamar su doctrina,
doctrina que recomienda encarecidamente a Malthus que enseñe en Hertford, tal
como ocurr ya <<en varias partes de Europa>>. Dice Say: <<Si
usted encuentra un aspecto paradojal en todas estas
proposiciones, examine las cosas que expresan, y me atrevo a
creer que le parecerán muy simples y sumamente razonables>>. Sin duda, y
a consecuencia del mismo proceso aparecerán como cualquier cosa menos
originales o importantes". ("An Inquiry into those
Principles Respecting the Nature of Demand...", p. 110.)
[65] 61 En el libro tercero veremos
cómo la tasa media de ganancia correspondiente a esferas de producción
diferentes, no se ve afectada por la división del capital característica de
cada una de las mismas en sus elementos constante y variable. Veremos,
asimismo, cómo este fenómeno sólo en apariencia contradice las leyes ya
examinadas sobre la naturaleza y producción del plusvalor (a).
66 62(b) MacCulloch
patentó su "salario del trabajo pretérito" mucho antes que
Senior obtuviera la patente correspondiente al "salario de la
abstinencia".
[y] y En la 3ª y 4ª ediciones se
agrega este párrafo: "Dado el grado de explotación a que se somete la
fuerza de trabajo, la masa del plusvalor se determina por el número de obreros
explotados simultáneamente, número que corresponde, aunque en proporción
variable, a la magnitud del capital. Cuanto más crezca el capital por medio de
acumulaciones sucesivas, pues, tanto más crecerá también la suma de valor que
se escinde en fondo de consumo y fondo de acumulación. El capitalista, por
tanto, puede vivir más pródigamente y al mismo tiempo
<<abstenerse>> más. Y, por último, todos los resortes de la
producción funcionan tanto más enérgicamente, cuanto más se amplía su escala al
aumentar la masa del capital adelantado".
[67] 63(a) Cfr., entre
otros trabajos, Jeremy Bentham, "Théorie de peines et des
récompenses", trad. de E. Dumont, 3ª ed., París, 1826 t. II, lib. IV, cap.
II.
[68] [227] Martin Tupper (1810-1889),
objeto de la cordial aversión de Marx, publicó en 1838 la primera de las muchas
ediciones de su "Proverbial Philosophy", caudaloso fárrago de lugares
comunes desganadamente versificados (en la versión francesa Marx habla de la
"prosa rimada" de este prosaico poeta) y presuntamente edificantes.
Ejemplo: "Un libro es el mejor de los amigos, hoy y siempre".-- 755.
[69] 1 64(b) Jeremy Bentham es
un fenómeno puramente inglés. Aun sin exceptuar a nuestro filósofo Christian
Wolf, en ninguna época y en ningún país se ha hecho nunca tal alarde, y con
tanta autosatisfacción, del lugar común más adocenado. El principio de
la utilidad no es ningún invento de Bentham. Éste se limita a
reproducir sin ingenio alguno lo que Helvecio y otros franceses del siglo XVIII
habían dicho ingeniosamente. Cuando se quiere saber, pongamos por caso, qué es
útil para un perro, hay que escudriñar en la naturaleza canina. Es imposible
construir esta naturaleza a partir del "principio de la utilidad".
Aplicando esto al hombre, quien quisiera enjuiciar según el principio de la
utilidad todos los hechos, movimientos, relaciones, etc., del hombre, debería
ocuparse primero de la naturaleza humana en general y luego de la naturaleza
humana modificada históricamente en cada época. Bentham no pierde tiempo en
esas bagatelas. Con la aridez más ingenua parte del supuesto de que el filisteo
moderno, y especialmente el filisteo inglés, es el hombre
normal. Lo que es útil para este estrafalario hombre normal y para su
mundo, es útil en sí y para sí. Conforme a esta pauta, entonces, Bentham
enjuicia lo pasado, lo presente y lo futuro. La religión cristiana es
"útil", por ejemplo, porque repudia religiosamente las mismas
fechorías que el código penal condena jurídicamente. La crítica de arte es
nociva, porque a la gente honesta le perturba su disfrute de Martin Tupper,
etc. Nuestro buen hombre, cuya divisa es "nulla dies sine linea"
[ningún día sin una pincelada] {228}, ha llenado con esa morralla
rimeros de libros. Si yo tuviera la valentía de mi amigo Heinrich Heine,
llamaría a don Jeremías un genio de la estupidez burguesa.
70 [228] Nulla dies sine
linea (ningún día sin una pincelada, o sin un trazo). --Según Plinio
el Viejo ("Historia natural", XXXV, 12) el pintor griego Apeles había
adquirido la costumbre de no dejar pasar un solo día sin trabajar, aunque fuera
poco, en su arte; el dicho proverbial se fundaría en ese hábito.-- 756.
[71] 65(a) "Los
economistas se inclinan demasiado a considerar determinada cantidad de capital
y determinada cantidad de obreros como si fueran instrumentos de producción
dotados de fuerza uniforme y que operan con cierta intensidad uniforme... Los
[...] que afirman [...] que las mercancíasson los únicos agentes de
la producción [...], demuestran que la producción nunca puede acrecentarse, ya
que para que se opere ese acrecentamiento es necesario que previamente aumente
la cantidad de medios de subsistencia, materias primas y herramientas, y esto,
de hecho, significa sostener que ningún incremento de la producción puede tener
lugar sin un incremento precedente, o, en otras palabras, que todo incremento
es imposible." (S. Bailey, "Money and its Vicissitudes", pp. 58
y 70.) Bailey critica el dogma, principalmente, desde el punto de vista del proceso
de circulación.
[72] 66(a) Dice John
Stuart Mill en sus "Principtes of... [lib. II, capitulo I, SS 3]: "El
producto del trabajo se divide hoy día en razón inversa al trabajo:
la parte mayor toca a quienes nunca trabajan; la siguiente a aquellos cuyo
trabajo es solamente nominal, y así, en escala decreciente, la remuneración se
va encogiendo a medida que el trabajo se vuelve más duro y desagradable, hasta
llegar al trabajo más repulsivo y agotador, que ni siquiera puede contar con la
seguridad de obtener la satisfacción de sus necesidades vitales". Para
evitar equívocos, dejemos constancia de que si bien cabe condenar a hombres
como John Stuart Mill, etc., por la contradicción entre sus viejos dogmas
económicos y sus tendencias modernas, sería extremadamente injusto confundirlos
en un mismo montón con el rebaño de los apologistas económico-vulgares.
73 67(b) H. Fawcett,
profesor de economía política en Cambridge: "The Economic Position of the
British Labourer", Londres, 1865, página 120.
[74] 68(c) Recuerdo aquí
al lector que he sido el primero en emplear las categorías de capital
variable y capital constante. Desde Adam Smith, la
economía política entremezcla confusamente las determinaciones contenidas en
ellas con las diferencias formales, resultantes del proceso de
circulación, entre el capital fijo y el circulante.
Más detalles sobre el particular se expondrán en el libro segundo, segunda
sección.
[76] 70(b) Se podría
decir que en Inglaterra no sólo se exporta anualmente capital, sino también,
bajo la forma de la emigración, obreros. En el texto, sin embargo, no se hace
referencia alguna al peculio de los emigrantes, que en gran parte no son
obreros. Los hijos de los arrendatarios constituyen un considerable sector de
los emigrantes. El pluscapital inglés enviado cada año al extranjero para ganar
intereses, guarda una proporción incomparablemente mayor con la acumulación
anual, que la emigración anual con el acrecentamiento experimentado año a año
por la población.
C. Marx.
Salario, precio y ganancia. (Resume las principales categorías desarrolladas en
detalle en El Capital) 1865
Karl
Marx. El Capital. Tomo I .El Proceso de Producción del Capital. Prólogo 1867
Carlos Marx. El Capital, Tomo I "El Proceso de Producción del
Capital", Capítulo VIII, La Jornada Laboral.
Karl Marx. El Capital. Tomo I .El Proceso de Producción del Capital.
Sección7: El Proceso de Acumulación del Capital. Capítulo XXI.
Reproducción Simple.
La acumulación
originaria, acumulación previa o acumulación
primitiva
El Capital Tomo I. Capítulo XXIV. La llamada acumulación
originaria
El Capital Tomo I. Capítulo XXV. La teoría moderna de la
colonización
El
Capital. Crítica de la Economía Política (3 tomos)
El
Capital Karl Marx (3 tomos)
Sección
Séptima. EL PROCESO DE ACUMULACION DEL CAPITAL pag. 341
CAPITULO XXI
REPRODUCCION SIMPLE pag 343
CAPITULO
XXII CONVERSION DE LA PLUSVALIA EN CAPITAL pag 350
CAPÍTULO
XXIII LA LEY GENERAL DE LA ACUMULACIÓN CAPITALISTA pag 369
Karl Marx
Trabajo asalariado y capital (1849)
Rosa
Luxemburgo. Introducción a la economía política (1916-1917)
Rosa
Luxemburgo. ¿Qué es la Economía? (Bibliografía complementaria)
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