Índice del contenido.
1.
Introducción.
2.
El pasado 19 de septiembre de 2019 se aprobó la Resolución 2019/2819(RSP) del Parlamento Europeo, sobre la importancia de la memoria histórica
europea para el futuro de Europa.
3.
Todas las resoluciones surgen desde 2005 por iniciativa del Partido Popular Europeo,
para la futura “Ley de Memoria Histórica Europeo”.
4.
Diferenciar el comunismo marxista revolucionario del comunismo
estalinista.
5.
Aclarando el concepto totalitarismo
Otra aberración del estalinismo es el Nacional-Bolchevismo (NazBol)
6.
Sobre el fascismo italiano o gobierno burgués
fascista
8. Países donde están prohibido los
símbolos comunistas por iniciativa del Partido Popular Europeo.
9. Historiadores reaccionarios cuenta
cadáveres
10.
La
manipulación política de la historia.
12.
Relación
directa del libro negro del comunismo de Stéphane Courtois, con las
Resoluciones Europeas anticomunistas por iniciativa del Partido Popular
Europeo.
13.
Sobre
el apoyo de la Unión Europea al gobierno nazi-fascista de Ucrania.
15.
Comparación
con la guerra civil española.
16.
Pacto
Antikomintern (las resoluciones europeas, confunde el invasor con el invadido)
17.
Conferencia
de Yalta
18.
Conferencia
de Potsdam
20.
Participación
directa del PSOE en la génesis de la futura “ley de Memoria Histórica de
Europea”
22.
Las
Resoluciones Europeas anteriores (2005- 2019)
23.
Dossier
de prensa de noticias falsas, creada por la derecha reaccionaria sobre la Resolución 2019/2819(RSP)
24.
[Libro]
El año I de la Revolución rusa de Víctor Serge
“El
año I de la revolución proletaria -o sea, de la República de
los Soviets- empieza el 7 de noviembre de 1917 (el 25 de octubre,
según el antiguo-calendario) y se cierra, como es natural, el 7 de
noviembre de 1918, en el momento en que estalla la esperada revolución
alemana.”
Víctor Serge. Represión estalinista En 1928, Serge fue expulsado del Partido Comunista e inhabilitado para trabajar
para el Gobierno. En los años siguientes, escribió El Año I de la Revolución
rusa (1930),
25.
[Libro] negro del comunismo: crímenes, terror,
represión
27.
La
aplicación del Artículo 58 (Código Penal de la RSFS de Rusia) Se puso en vigor
el 25 de febrero de 1927
28.
Con
la política del Socialfascismo dio la cuartada perfecta para el
desarrollo del nazismo en Alemania, se aprobó en el VI Congreso de la Internacional Comunista tuvo lugar entre julio y septiembre de 1928 en Moscú
estuvo vigente hasta el cambió política en el VII Congreso tuvo lugar entre el 25 de julio y el 20 de agosto de 1935 en Moscú por la de los frentes populares
29.
Juicios
de los Veintiuno o Proceso del Bloque Trotskista- derechista o tercer juicio de
Moscú, la Gran Purga.
31.
Los
procesos de Moscú
33.
“Fueron detenidos el 16 de junio de
1937.
¿Cuánto tiempo va a durar aún esta
monstruosa iniquidad contra nosotros? ¿Durante cuánto tiempo se va a estar
dando el escandaloso espectáculo de que se nos difame y calumnie a diario, sin que nos esté permitido defendernos? Esas prácticas son
completamente ajenas a las tradiciones del socialismo: los socialistas no las
han aceptado jamás. Y hay una cosa grave: es que la opinión pública
internacional empieza a conocer nuestro proceso como "el proceso de Moscú en
Barcelona". ¿Beneficia esto en algo a la causa antifascista?
¿No compromete nuestra lucha por la independencia?”
Las Jornadas de Mayo en Barcelona (Julián Gorkin, 1974)
Este texto reproduce el final del capítulo 2 y el capítulo 3 completo del libro El proceso de Moscú en Barcelona (El sacrificio de Andreu Nin), publicado en 1974
37.
Rebelión
de Krontadt (1-18 de mayo 1921)
38.
La
tragedia de León Trotski
39.
Rosa
Luxemburgo. La revolución Rusa 1918
40.
Rolando
Astarita. Represión stalinista en la URSS en los 1930.
41.
Rolando
Astarita. “Una falta de verdadera humanidad comunista”
42.
Los
muertos de Stalin
44.
Crítica
del libro negro del comunismo por Pablo Rieznik y Daniel Bensaid
46.
Breve
bibliografía de Lenin y Rosa Luxemburgo
Introducción
Cuando un dedo señala el
cielo, el tonto mira el dedo.
Este dicho para los que
tienen el discurso en genérico contra los “políticos”, el
“todos son iguales”, el populismo del cuestionamiento sólo de lo institucional,
dejando al margen al poder económico empresarial, favorece a los intereses del
partido del gobierno que nunca creyó en la política como medio transformador
sino meramente legitimador del orden económico del capital.
La burguesía financiera internacional atreves de sus órganos financieros
como son el Banco
Mundial, El FMI Fondo
Monetario Internacional , el Banco
Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF), la
OMC Organización
Mundial del Comercio, la OCDE Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económicos , el Banco
Central Europeo , etc., con las burguesía financiera – industrial nacionales,
son los que dictan las políticas de los Estados capitalistas.
Como dijo Carlos Marx y Federico Engels
Cuando use la frase “La manipulación política de
la histórica a través de Wikipedia”, me refiero a esto. Es administrada por la Fundación Wikimedia, una organización sin ánimo de lucro cuya financiación está
basada en donaciones. Cuya Presidenta de la Junta
Directiva actual desde julio de 2018 es María
Sefidari de España. Wikimedia
Endowment (En enero de 2016, la fundación Wikimedia anunció
la creación de una dotación (reserva financiera) para
garantizar la continuidad del proyecto en el futuro.30
La dotación, llamada Wikimedia
Endowment fue establecida como un fondo de
acción colectiva en la Fundación
Tides y con el objetivo de recaudar 100 millones de
dólares en 10 años siguientes. Craig Newmark fue uno de
los donantes iniciales, donando 1 millón de dólares a la dotación. Entre los
benefactores de Wikimedia Endowment se encuentran Google y George
Soros.31”
El objetivo fundamental es construir la
ideología de la clase dominante, como dijo Carlos
Marx y Federico
Engels “Las ideas de la clase
dominante son las ideas dominantes en cada época; o, dicho en otros términos,
la clase que ejerce el poder material dominante
en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante.
La clase que tiene a su disposición los medios
para la producción material dispone con ello, al mismo tiempo, de los medios
para la producción espiritual, lo que hace que se le sometan, al propio tiempo,
por término medio, las ideas de quienes carecen de los medios necesarios para
producir espiritualmente.
Las ideas
dominantes no son otra cosa que la expresión ideal de las relaciones materiales
dominantes, las mismas relaciones materiales dominantes concebidas como ideas;
por tanto, las relaciones que hacen de una determinada clase la clase
dominante, o sea, las ideas de su dominación. Los individuos que forman la
clase dominante tienen también, entre otras cosas, la conciencia de ello y
piensan a tono con ello; por eso, en cuanto dominan como clase y en cuanto
determinan todo el ámbito de una época histórica, se comprende de suyo que lo
hagan en toda su extensión, y, por tanto, entre otras cosas, también como
pensadores, como productores de ideas, que regulan la producción y distribución
de las ideas de su tiempo; y que sus ideas sean; por ello mismo, las ideas dominantes
de la época. Por ejemplo, en una época y en un país en que se disputan el poder
la corona, la aristocracia y la burguesía, en que, por tanto, se halla dividida
la dominación, se impone como idea dominante la doctrina de la división de
poderes, proclamada ahora como «ley eterna».
Fuente: C. Marx & F. Engels.
Feuerbach
El pasado 19
de septiembre de 2019 se aprobó la Resolución 2019/2819(RSP) del Parlamento Europeo, sobre
la importancia de la memoria histórica europea para el futuro de Europa.
Con esta
resolución u otras resoluciones, están creando las bases ideológicas para la futura “Ley de Memoria Histórica Europea” por
iniciativa fundamentalmente por los miembros del Partido
Popular Europeo, en inglés Partido Popular Europeo, y la con
colaboración del Grupo
de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas. Grupo
S&D vinculado al Partido de los Socialistas
Europeos en el Parlamento Europeo, confunde adrede el concepto del comunismo marxista de Carlos
Marx y de Federico Engels, Rosa Luxemburgo, Lenin y otros
marxistas revolucionarios, con el comunismo
estalinista, o del estalinismo
Como botón de muestra
Esta resolución anticomunista, une
nazismo y estalinismo bajo un mismo concepto como fuera hermanos gemelos, le
llama regímenes totalitarios . Mussolini (que usó
por primera vez el término "totalitarismo graficó
esto en el eslogan "todo en el estado, todo para el estado, nada fuera del
estado, nada contra el estado".
Los marxistas revolucionarios estamos en contra de todas las dictaduras,
menos, la dictadura del proletariado.
Andreu Nin. Las Dictaduras de nuestro tiempo
Escrito: 1930.
totalitarismo en el
mismo enlace de Wikipedia aclara: “Tras
el paréntesis de la segunda
guerra mundial, a lo
largo de la guerra fría va a aparecer una teoría científica del totalitarismo, es en estos años
cuando aparece la obra capital de Hannah Arendt, Los orígenes del
totalitarismo, dicha
obra va a constituir la consolidación de la teoría del totalitarismo.”
“Por
primera vez una pensadora [Arendt] unía nazismo y estalinismo bajo un
mismo concepto: "Totalitarismo", que significa la supresión radical
por parte del poder de "la política" (la actividad de los ciudadanos
libres para interactuar en el mundo) y, con ello, la instauración como derecho
de Estado del desprecio absoluto hacia los individuos, poco menos que objetos
prescindibles.5”
“En la
guerra fría, organizaciones anticomunistas, muchas de ellas subvencionadas por
el bloque capitalista van a construir un edificio ideológico sobre el
totalitarismo con un enfoque anticomunista, dicho enfoque va a encontrar
oposición en los intelectuales europeos comunistas siendo estos hostiles a la
teoría del totalitarismo.”
Lenin (falleció
el 21 de enero de 1924)
Citas de una de las cartas
Carta de Lenin de 30 de diciembre
de 1922 y Continuación de las notas de 31 de diciembre de 1922
Supongo que he sido muy negligente con respecto a los trabajadores de
Rusia por no haber intervenido de manera enérgica y decisiva en la notoria
cuestión de la autonomización, que parece ser oficialmente llamada la cuestión
de las repúblicas socialistas soviéticas.
“Sólo he tenido tiempo para hablar
con el camarada Félix Dzerzhinski, que vino formar el Cáucaso y me dijo cómo este asunto se puso en
Georgia. También he podido intercambiar algunas palabras con el camarada
Zinoviev y expresar mis aprehensiones sobre este asunto. De lo que me
dijeron por el camarada Dzerzhinski, que estaba a la cabeza de la comisión
enviada por el CC para "investigar" el incidente de Georgia ,
sólo podía sacar las mayores aprehensiones. Si las cosas habían llegado a
un extremo tal que Serge Orjonikidze podría llegar al extremo de la aplicación de
la violencia física, como el camarada Dzerzhinski me informó, podemos imaginar
qué lío nos hemos metido. Obviamente, todo el asunto de
"autonomización" era radicalmente errónea y mal sincronizado.”
“Creo que
la prisa de Stalin y su enamoramiento con la administración pura, junto a su
pesar en contra de la notoria "nacional-socialismo" [Stalin crisis de las naciones
minoritarias por no ser "internacionalista", ya que querían unirse
con Rusia], desempeñó un papel fatal aquí. A pesar juega la política en
general, el más bajo de los papeles.”
Continuación de las notas.
El 31 de diciembre de, 1922
Creo que no
es necesario explicar esto a los bolcheviques, a los comunistas, con mayor
detalle. Y creo que en el presente caso, en lo que se refiere a la nación
de Georgia, tenemos un caso típico en el que una actitud genuinamente
proletaria hace profunda cuidado, consideración y una disposición a comprometer
una cuestión de necesidad para nosotros. El georgiano [Stalin] que es negligente de este aspecto de la cuestión, o que por
descuido se arroja sobre las acusaciones de "nacional-socialismo"
(mientras que él mismo es un real y verdadero
"nacional-socialista", e incluso un vulgar matón gran ruso ),
viola, en sustancia, los intereses de la solidaridad de clase proletaria, pues
nada detiene el desarrollo y fortalecimiento de la solidaridad de clase
proletaria tanto como la injusticia nacional; nacionales
"ofendidos" no son sensibles a nada tanto como a la sensación de la
igualdad y la violación de esta igualdad, aunque sólo sea por negligencia o
jest- a la violación de que la igualdad por sus compañeros proletarios. Es
por ello que en este caso es mejor que sobretodo en lugar de someterse a las
concesiones y indulgencia hacia las minorías nacionales. Es por ello que,
en este caso, el interés fundamental de la lucha de clases proletaria, requiere
que no adoptamos una actitud formal a la cuestión nacional, pero siempre se
tiene en cuenta la actitud específica del proletario de la nación oprimida (o
pequeño) hacia la opresor (o grande) nación.
En tercer lugar, se debe infligir un castigo ejemplar al
camarada Orjonikidze (lo digo con más pesar porque soy uno de sus
amigos personales y he trabajado con él en el extranjero) y la investigación de
todo el material que la comisión de Dzerzhinsky ha recopilado debe completarse
o iniciarse una vez más para corregir la enorme masa de errores y juicios
sesgados que sin duda contiene. La responsabilidad política de toda esta
campaña nacionalista verdaderamente gran-rusa debe, por supuesto, recaer sobre Stalin y Dzerzhinsky.
Otra aberración del estalinismo es el Nacional-Bolchevismo (NazBol) https://es.wikipedia.org/wiki/Nacional-bolchevismo
Se dice que tiene su origen en Karl Radek, que
mantuvo posturas cercanas al nacionalismo dentro
del Partido Bolchevique.
¿Qué es
el 'Nacional-Comunismo'?
31 DE DICIEMBRE DEL 2016
Gennady Ziuganov es uno de los comunistas nazis
Fundación y primeros años: Entre los primeros colaboradores externos del PCFR estaba el filósofo eurasianista Aleksandr Dugin, que ayudó a redactar los primeros documentos del Partido y empujó al mismo en la dirección del nacionalismo
Eurasianismo, la Cuarta Teoría Política y la "Nueva Derecha"
europea. «El Espía Digital»: la extrema derecha española como repetidor de la
propaganda de guerra rusa. Alexander Dugin: El hombre en la sombra que inspira
a Putin
De Gustavo Bueno a los nazbol, pasando por todo lo que arrastran sus
"discípulos" (1) y (2)
TIEMPOS OSCUROS DE CONFUSIÓN IDEOLÓGICA
KEEP CALM (MANTÉN LA CALMA), ARMESILLA
Rusia y China actual, países imperialistas
¿Comunistas
nazis? Sí, existen
Hungría
equipara el comunismo al nazismo
10 junio 2010
Según el líder del Partido
Comunista, Gennady
Ziuganov, la medida es un eco del régimen nazi, que aterrorizó a Europa en las
décadas de 1920 y 1930
Rusia Unida
Ideología: Partido atrapalotodo123, Conservadurismo45, Conservadurismo nacionalista6, Nacionalismo
ruso789, Estatismo10
Partido Nacional Bolchevique
La Otra Rusia (partido político)
Eduard
Limónov : "Europa no puede acoger a millones de inmigrantes; no es
racismo, son extranjeros"
Eduard
Limónov. "Una vez conseguida la independencia por los catalanes, los
aragoneses y los castellanos también querrán lograrla"
Partido Nacional Bolchevique de España (PNBE)
Soldados soviéticos con algunos de los prisioneros que liberaron en
Auschwitz en enero de 1945. "Por todos los terribles crímenes de la URSS,
no se puede comparar a las personas que construyeron Auschwitz con las personas
que lo liberaron", dijo el cazador de nazis Efraim Zuroff. Fotografía:
Reuters
La resolución omite las dictaduras fascistas más relevantes en los años
treinta-cuarenta-cincuenta…: las de Mussolini, Franco y Salazar
“E. Considerando que, mientras que los crímenes del régimen
nazi fueron evaluados y castigados gracias a los juicios de Núremberg, sigue existiendo la necesidad urgente de sensibilizar sobre los crímenes
perpetrados por el estalinismo y otras dictaduras, evaluarlos moral y
jurídicamente, y llevar a cabo investigaciones judiciales sobre ellos. “
Esta reivindicación de Jean-Marie Le Pen es anterior
de editar en 1997 el libro negro del comunismo.
La Prohibición
de símbolos comunistas se introdujeron o sugirieron en varios países como parte de sus políticas
de "descomunización".1
En enero de
2005, Vytautas
Landsbergis,
respaldado por un miembro del Parlamento
Europeo de Hungría, Jozsef Szajer, instó a una prohibición de los símbolos comunistas en la Unión Europea, además de los símbolos nazis.41 En febrero de 2005, la Comisión
Europea rechazó
los pedidos de una propuesta de prohibición en toda Europa de los símbolos nazis que se extendería para
cubrir también los símbolos del Partido Comunista. Sin embargo, este rechazo no descarta que los
estados individuales tengan sus propias leyes al respecto.42 43En diciembre de 2013, un grupo de eurodiputados, incluido Landsbergis,
dirigió una carta al presidente del Parlamento
Europeo, en la que
solicitaba la prohibición de los símbolos de los regímenes totalitarios.
41 El eurodiputado estonio apoya la
prohibición de los símbolos comunistas
26-01- 2005
Tunne
Kelam (Es miembro de la Unión Pro Patria y Res
Publica , parte del Partido Popular Europeo) de
BRUSELAS, un eurodiputado de Estonia, dijo que los símbolos comunistas deben
ser condenados de la misma manera que los símbolos nazis, lo que sugirió la
semana pasada el eurodiputado de Lituania, Vytautas
Landsbergis.
"En mi opinión, la prohibición es la medida definitiva para ser utilizada en una sociedad libre y democrática. Lo que es más importante es la condena pública", dijo Kelam, miembro del Partido Popular Europeo, al Servicio de Noticias Báltico.
Dijo que el mundo occidental había condenado públicamente los símbolos nazis pero no había hecho lo mismo con los comunistas. Hizo hincapié en que los símbolos de ambos regímenes criminales debían tratarse de la misma manera.
Landsbergis y el eurodiputado húngaro Jozsef Szajer hicieron una propuesta al comisionado de Justicia y Asuntos de Interior de la UE, Franco Frattini, para imponer una prohibición igual a la exhibición de símbolos comunistas si la UE prohibiera la esvástica en toda la UE.
"Si se consideran tales medidas legislativas sobre la esvástica utilizada como símbolo nazi, los símbolos comunistas deben ser tratados de manera similar", decía la carta de Landsbergis y Szajer al comisionado de la UE.
"Es bien conocido y está bien documentado que las dictaduras comunistas son responsables de la muerte de decenas de millones de civiles inocentes, en un número no menor que las dictaduras nazis", agregó la carta. "El mismo código moral debería aplicarse al comunismo, la otra ideología extremista del siglo pasado".
Durante una reunión de ministros de justicia de la UE esta semana, Frattini dijo que consideraría la cuestión de prohibir la esvástica en toda la UE.
8 de febrero de 2005
Descomunización
Matthew
White encontró un artículo del LA
Times de 1998 y un artículo del Times of London del 2000, que informaron
que entre 3 y 6 millones de rusos y nativos de otros estados ex comunistas
murieron o no nacieron debido a la disminución de las condiciones de vida
después de la caída del comunismo.7
Matthew
White Cuenta cadáveres y clasifica
atrocidades en la historia
¿Cuántas personas murieron en todas las guerras, masacres, matanzas y
opresiones del siglo XX? Aquí hay algunos atrocitólogos que han
hecho estimaciones:
Algunos de los historiadores que aportan los datos,
Cartel fabricado por los fascistas, debería decir 25 millones y 100
millones, según estimación personal de Stéphane
Courtois
Stéphane Courtois (25 de
noviembre de 1947), es un historiador francés y director de la investigación
académica en el CNRS (Universidad
de París X), profesor en el Instituto Católico de Estudios Avanzados (CIEM) La Roche-sur-Yon, Director
colección que se especializa en la historia de los movimientos y los regímenes
comunistas. El
libro negro del comunismo
Víctimas del comunismo solamente: 100.000.000 Millones
CNRS Centro
Nacional para la Investigación Científica.
El CNRS tiene 32.000 empleados permanentes entre investigadores,
ingenieros, y personal administrativo y al menos 6000 empleados temporales. Su
presupuesto anual esta alrededor de 3400 millones de euros.
Zbigniew Brzezinski , Fuera
de control: agitación global en la víspera del siglo XXI (1993)
"Vidas extinguidas deliberadamente por una carnicería motivada
políticamente"
Opresión comunista: 60.000.000
"Democidios": muertes infligidas por el gobierno (1900-87)
Opresión comunista: 110.286.000
Necrometría
Peajes de la muerte a través de la historia
La manipulación política de la histórica a través
de Wikipedia
Lenin
Intentando hacer un balance de las víctimas durante este periodo, Nicolas Werth, en El libro negro del
comunismo, obra publicada en 1997, afirma que
durante el tiempo en que Lenin controlaba el poder hubo numerosas ejecuciones
de adversarios o de quienes eran declarados peligrosos para el régimen.
Presuntamente en otoño de 1918 habrían sido eliminadas de entre 10 000 y
15 000 personas, o tal vez más. Se habría fusilado a decenas de miles de
rehenes o a personas confinadas en prisión entre 1918-1922.263
(Véase Terror rojo.)
Historiadores
reaccionarios cuentacadáveres , mercenarios
pagado por la burguesía, tienen como objetivo, la manipulación política de la historia o revisionismo histórico (negacionismo)
Motivaciones del negacionismo, el objetivo fundamental es construir la ideología de la clase dominante , como dijo Carlos Marx y Federico Engels “Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época; o, dicho en otros términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante….
Motivaciones del negacionismo, el objetivo fundamental es construir la ideología de la clase dominante , como dijo Carlos Marx y Federico Engels “Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época; o, dicho en otros términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante….
Fuente: C. Marx & F. Engels.
Feuerbach
Primero vinieron...
“Primero se llevaron a los judíos,
Pero a mí no me importó porque yo no lo era;
Pero a mí no me importó porque yo no lo era;
Luego,
arrestaron a los comunistas,
Pero como yo no era comunista tampoco me importó;
Pero como yo no era comunista tampoco me importó;
Más
adelante, detuvieron a los obreros,
Pero como no era obrero, tampoco me importó;
Pero como no era obrero, tampoco me importó;
Luego
detuvieron a los estudiantes,
Pero como yo no era estudiante, tampoco me importó;
Pero como yo no era estudiante, tampoco me importó;
Finalmente,
detuvieron a los curas,
Pero como yo no era religioso, tampoco me importó;
Pero como yo no era religioso, tampoco me importó;
Ahora me
llevan a mí, pero ya es tarde.”
Buceando en la resolución, se demuestra que desde el 1995
comienza su génisis de esta resolución.
Todas las resoluciones se basan en el libro negro del comunismo de Stéphane Courtois, editado en 1997, para
que coincidiera con el 80º aniversario de la Revolución rusa de 25 Octubre de 1917
La manipulación política de la histórica a través
de Wikipedia.
(En el mismo
enlace que hace Wikipedia en el libro negro del
comunismo, se lee en
el apartado de referencia 6 Véase también a estos documentos.
- Día Europeo de
Conmemoración de las Víctimas del Estalinismo y el Nazismo, de la iniciativa dada por
la Declaración de Praga
sobre Conciencia Europea y Comunismo.
- Resolución 1481 del Consejo de Europa
Como botón
de muestra.
Necesidad de la condena internacional de crímenes de regímenes comunistas
totalitarios
Doc. 10765
16/12/2005
Autor Göran
Lindblad es un político sueco miembro
del Partido Moderado y pertenece al Partido
Popular Europeo
Los regímenes comunistas totalitarios que gobernaron en
Europa Central y Oriental en el siglo pasado, y que todavía están en el poder
en varios países del mundo, se han caracterizado, sin excepción, por la
violación masiva de los derechos humanos.
11. El Consejo
de Europa está bien situado para tal debate a nivel internacional. Todos los
antiguos países comunistas europeos, a excepción de Bielorrusia, son ahora sus
miembros y la protección de los derechos humanos y el estado de derecho
son valores básicos por los que se defiende.
28. La característica importante de los crímenes comunistas ha sido la
represión dirigida contra categorías enteras de personas inocentes cuyo único
"crimen" era ser miembros de estas categorías. De esta manera,
en nombre de la ideología, los regímenes han asesinado a decenas de millones de
campesinos ricos (kulaks), nobles, burgueses, cosacos, ucranianos y otros
grupos.
29. Estos crímenes son resultados directos de la teoría de la lucha de
clases que impuso la necesidad de "eliminar" a las personas que
no se consideraban útiles para la construcción de una nueva sociedad. Un
gran número de las víctimas eran nacionales.
APÉNDICE I
Audiencia parlamentaria sobre la necesidad de condena internacional de
los crímenes del comunismo
París - 14 de diciembre de 2004
Sesión de
trabajo I Delitos del comunismo
- Sr. Stéphane
Courtois, Director de investigación, CNRS,
redactor jefe de «Comunismo», autor de «Libro
negro del comunismo: crímenes, terror y represión».
CNRS Centro Nacional para la Investigación
Científica
El CNRS tiene 32.000 empleados permanentes entre investigadores,
ingenieros, y personal administrativo y al menos 6000 empleados temporales. Su
presupuesto anual esta alrededor de 3400 millones de euros.
Doc. 10765
16 de
diciembre de 2005
Necesidad
de la condena internacional de crímenes de regímenes
comunistas totalitarios
Ponente: Sr.
Göran Lindblad, del Partido Moderado (Suecia), pertenece al grupo del Partido Popular Europeo.
Primavera
nazi en Ucrania
Esta resolución
reaccionaria tiene
como objetivo distorsionar la Historia, al considerar al Pacto Molotov-Ribbentrop firmado en Moscú el 23 de agosto de 1939,como la presunta causa del estallido de la II Guerra
Mundial, mientras se sabe que el Pacto de Múnich del 29 de
septiembre de 1938 con el objeto de solucionar la Crisis de los Sudetes ,entre Gran Bretaña,
Francia, Italia y la Alemania de Hitler, existía anteriormente y entregó
Checoslovaquia a Hitler, conduciendo al preludio de la II GM.
Esto ocurrió
en la Guerra civil española., con La política de «no
intervención» de Gran Bretaña y Francia y el Comité de No Intervención
Las
resoluciones europeas, confunde el invasor por el invadido
El Pacto Antikomintern o Tratado Antikomintern fue
firmado el 25 de noviembre de 1936 entre
el Imperio del Japón y la Alemania
nazi, siendo el documento relanzado y de nuevo firmado el 25 de
noviembre de 1941, tras la invasión de la URSS por Alemania. En el
documento, las naciones firmantes se comprometían a tomar medidas para
salvaguardarse de la amenaza de la Internacional Comunista o
Komintern, liderada por la Unión Soviética.
Fin de la
Segunda Guerra Mundial en Europa.
El Fin de la Segunda Guerra Mundial reúne
tanto el cierre del Teatro Europeo en la Segunda Guerra Mundial como la rendición alemana. Tuvo
lugar entre finales de abril y principios de mayo de 1945 y finalizaría, el 8 de mayo de 1945, tras la firma de la capitulación alemana, en Berlín, entre los mariscales Keitel y Zhúkov.
Mientras el PSOE hizo la Ley
de Memoria Histórica de España, ellos
participaban activamente en la génisis de la supuesta “Ley de Memoria Histórica
Europea”. Aprobando el 23 de septiembre de 2008, el Día Europeo
Conmemorativo de las Víctimas del Estalinismo y del Nazismo.
En esta resolución se demuestra
Textos aprobados
Martes, 23 de septiembre de 2008
P6_TA (2008) 0439
Declaración del Parlamento Europeo sobre la proclamación del 23 de agosto
como Día Europeo Conmemorativo de las Víctimas del Estalinismo y del Nazismo
(2010 / C 8 E / 10)
Lista de firmantes
Entre otros están los del PSOE, y aquí están algunos ellos Alexander
Alvaro, Enrique
Barón Crespo, Josep
Borrell Fontelles, Inés Ayala Sender,
La manipulación política de la histórica a través
de Wikipedia.
La manipulación política de la histórica a través
de Wikipedia.
Terror
Rojo en Terror Rojo (España): expresión
utilizada por el bando sublevado para referirse a la represión en la zona
republicana durante la Guerra Civil Española;
Ley de Memoria Histórica de España
Ley 46/1977,
de 15 de octubre, de Amnistía
Genocidio (Derecho español)
El Partido
popular, se opuso a esta ley desde el principio e incluso, bajo el gobierno
de Mariano Rajoy (X Legislatura), la Ley
de Memoria Histórica quedó derogada de
facto, ya que en los Presupuestos Generales
del Estado para 2013 y 2014 quedó sin dotación presupuestaria para su
aplicación.56
Proyecto
de ley de Memoria Histórica de España
Proyecto de ley de 8 de septiembre de 2006. Por la
que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes
padecieron persecución o violencia durante la Guerra Civil y la Dictadura
1. El Valle de los Caídos se regirá
estrictamente por las normas aplicables con carácter general a los lugares de
culto y a los cementerios públicos.
2. En ningún lugar del recinto podrán
llevarse a cabo actos de naturaleza política ni exaltadores de la Guerra Civil,
de sus protagonistas, o del franquismo.
3. La Fundación gestora del Valle
de los Caídos
incluirá entre sus objetivos honrar la memoria de todas las personas fallecidas
a consecuencia de la Guerra Civil de 1936-1939 y de la represión política que
la siguió, con el objeto de profundizar en el conocimiento de ese período
histórico y en la exaltación de la paz y de los valores democráticos.
El Gobierno pretende eliminar la fundación del Valle de los Caídos
8 AGO 2019
La ley de Memoria Histórica de España del
PSOE, no incluye la represión que hubo durante la España Republica (1936-1939)
o guerra civil española, con su mismo partido, anarquistas y del POUM, que ejecutaron Stalin y su representación en España el PCE.
LEY 52/2007,
de 26 de diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen
medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la Guerra
Civil y la Dictadura
Artículo 15. Símbolos y monumentos públicos.
1. Las Administraciones públicas, en el ejercicio de sus competencias,
tomarán las medidas oportunas para la retirada de escudos, insignias, placas y
otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva,
de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la
Dictadura. Entre estas medidas podrá incluirse la retirada de subvenciones o
ayudas públicas.
2. Lo previsto en el apartado anterior no será de aplicación cuando las
menciones sean de estricto recuerdo privado, sin exaltación de los enfrentados,
o cuando concurran razones artísticas, arquitectónicas o artístico-religiosas
protegidas por la ley.
1. El Valle
de los Caídos se regirá estrictamente por las normas aplicables con carácter
general a los lugares de culto y a los cementerios públicos.
2. En ningún
lugar del recinto podrán llevarse a cabo actos de naturaleza política ni
exaltadores de la Guerra Civil, de sus protagonistas, o del franquismo.
Como se
puede comprobar difiere mucho entre el Proyecto de ley de 8 de
septiembre de 2006 en el (Artículo 18. Valle de los Caídos. ) y el de La ley de 26 de diciembre de 2007 en el artículo (Artículo
16. Valle de los Caídos.) e incluso omite el punto 3
(sobre la Fundación gestora del Valle de los Caídos)
El oportunismo del PSOE y su política de efecto
12 años después. El ritmo de la aplicación de la Ley de Memoria Histórica
de España.
Los
restos de Franco saldrán del Valle de los Caídos antes del 25 de octubre
12 de octubre de 2019
Algunas
pinceladas sobre la historia del movimiento obrero en España, desde principio del siglo XX, y las políticas de los
partidos que han gobernado en España, después de la dictadura de Francisco
Franco , o llamada transición española
Este
año hace 100 años de estas conquistas, fueron conquistadas al calor de la
Revolución rusa de 1917
Resolución copiada íntegramente
PROPUESTA DE RESOLUCIÓN COMÚN
18.9.2019
Para sustituir a las propuestas de Resolución siguientes:
B9‑0099/2019 (S&D)
B9‑0100/2019 (Renew)
Resolución del Parlamento Europeo sobre la importancia de la memoria histórica europea para el futuro de Europa 2019/2819(RSP)
Michael Gahler, Andrius Kubilius, Rasa Juknevičienė, Željana Zovko, David McAllister, Antonio Tajani, Sandra Kalniete, Traian Băsescu, Radosław Sikorski, Andrzej Halicki, Andrey Kovatchev, Ewa Kopacz, Lukas Mandl, Alexander Alexandrov Yordanov, Andrea Bocskor, Inese Vaidere, Elżbieta Katarzyna Łukacijewska, Vladimír Bilčík, Ivan Štefanec, Liudas Mažylis, Loránt Vincze, Arba Kokalari en nombre del Grupo PPE
Kati Piri, Isabel
Santos, Sven
Mikser, Marina
Kaljurand en nombre del Grupo
S&D vinculado
al Partido de los
Socialistas Europeos en el Parlamento Europeo.
Michal Šimečka, Frédérique Ries,
Ramona Strugariu, Katalin Cseh, Ondřej Kovařík, Vlad-Marius Botoş, Izaskun Bilbao
Barandica, Jan-Christoph Oetjen, Sheila Ritchie, Olivier Chastel, Petras
Auštrevičius en nombre del Grupo Renew
Ryszard
Antoni Legutko, Anna Fotyga, Tomasz Piotr Poręba, Dace. Melbārde,
Witold Jan Waszczykowski, Ryszard Czarnecki, Jadwiga Wiśniewska, Bogdan Rzońca,
Anna Zalewska, Jacek Saryusz-Wolski, Grzegorz Tobiszowski, Joanna Kopcińska,
Elżbieta Rafalska, Joachim Stanisław Brudziński, Beata Szydło, Beata Mazurek,
Andżelika Anna Możdżanowska, Beata Kempa, Patryk Jaki, Charlie Weimers en
nombre del Grupo
ECR
– Vistos los principios universales de los derechos humanos y los principios fundamentales de la Unión
Europea como una comunidad basada en valores comunes.
– Vista la declaración realizada por el vicepresidente primero Frans
Timmermans y la comisaria Vĕra Jourová el 22 de agosto de 2019, víspera del Día
Europeo en Conmemoración de las Víctimas del Estalinismo y del Nazismo
– Vista la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, adoptada el 10 de
diciembre de 1948
– Vista su Resolución, de 12 de mayo de 2005, sobre el 60.º
aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial en Europa el 8 de mayo de
1945[1],
– Vista la Resolución 1481 de la Asamblea Parlamentaria del Consejo
de Europa, de 26 de enero de 2006, sobre la necesidad de una condena
internacional de los crímenes de los regímenes comunistas totalitarios,
– Vista la Decisión Marco 2008/913/JAI del Consejo, de 28 de
noviembre de 2008, relativa a la lucha contra determinadas formas y
manifestaciones de racismo y xenofobia mediante el Derecho penal[2],
– Vista la Declaración de Praga sobre la Conciencia Europea y el
Comunismo, adoptada el 3 de junio de 2008,
– Vista su Declaración sobre la proclamación del 23 de agosto como
Día Europeo Conmemorativo de las Víctimas del Estalinismo y del Nazismo,
adoptada el 23 de septiembre de 2008[3],
– Visto el informe de la Comisión, de 22 de diciembre de 2010, sobre
la memoria de los crímenes cometidos por los regímenes totalitarios en Europa (COM(2010)0783),
– Vistas las Conclusiones del Consejo, de 9 y 10 de junio de 2011,
sobre la memoria de los crímenes cometidos por los regímenes totalitarios en
Europa,
– Vista la Declaración de Varsovia pronunciada el 23 de agosto de
2011, con ocasión del Día Europeo Conmemorativo de las Víctimas del Estalinismo
y el Nazismo,
– Vista la declaración conjunta realizada el 23 de agosto de 2018
por representantes del Gobierno de los Estados miembros en conmemoración de las
víctimas del comunismo,
– Vista su histórica Resolución sobre la situación en Estonia,
Letonia y Lituania, aprobada el 13 de enero de 1983 como respuesta al
«Llamamiento Báltico» de 45 ciudadanos de esos países,
– Vistas las resoluciones y declaraciones sobre los crímenes de los
regímenes comunistas totalitarios adoptadas por varios Parlamentos nacionales,
– Visto el artículo 132, apartados 2 y 4, de su Reglamento interno,
A. Considerando que este año se conmemora el 80.º aniversario del
estallido de la Segunda Guerra Mundial, que provocó un sufrimiento humano sin
precedentes y dio lugar a la ocupación de varios países europeos durante
décadas;
B. Considerando que hace 80 años, el 23 de agosto de 1939, la Unión
Soviética comunista y la Alemania nazi firmaron un Tratado de no Agresión,
conocido como el Pacto Molotov-Ribbentrop, y sus protocolos secretos, por el
que Europa y los territorios de Estados independientes se repartían entre estos
dos regímenes totalitarios y se agrupaban en torno a esferas de interés,
allanando así el camino al estallido de la Segunda Guerra Mundial;
C. Considerando que, como consecuencia directa del Pacto Molotov-Ribbentrop,
al que le siguió el Tratado de Amistad y Demarcación nazi-soviético de 28 de
septiembre de 1939, la República de Polonia fue invadida en primer lugar por
Hitler y, dos semanas después, por Stalin, lo que privó al país de su
independencia y conllevó una tragedia sin precedentes para el pueblo polaco;
que la Unión Soviética comunista comenzó, el 30 de noviembre de 1939, una
agresiva guerra contra Finlandia y, en junio de 1940, ocupó y se anexionó
partes de Rumanía (territorios que nunca fueron devueltos) y se anexionó las
repúblicas independientes de Lituania, Letonia y Estonia;
D. Considerando que, tras la derrota del régimen nazi y el fin de la
Segunda Guerra Mundial, algunos países europeos pudieron reconstruirse y
acometer un proceso de reconciliación, pero otros siguieron sometidos a
dictaduras, a veces bajo la ocupación o la influencia directa de la Unión
Soviética, durante medio siglo, y continuaron privados de libertad, soberanía,
dignidad, derechos humanos y
desarrollo socioeconómico;
E. Considerando que, mientras que los crímenes del régimen nazi
fueron evaluados y castigados gracias a los juicios de Núremberg, sigue
existiendo la necesidad urgente de sensibilizar sobre los crímenes perpetrados
por el estalinismo y otras dictaduras, evaluarlos moral y jurídicamente, y
llevar a cabo investigaciones judiciales sobre ellos;
F. Considerando que, en algunos Estados miembros, las ideologías
comunista y nazi están prohibidas por ley;
G. Considerando que, desde su inicio, la integración europea ha sido
una respuesta a los sufrimientos provocados por dos guerras mundiales y por la
tiranía nazi, que condujo al Holocausto, y a la expansión de los regímenes
comunistas totalitarios y antidemocráticos en la Europa Central y Oriental, así
como una manera de superar las profundas divisiones y hostilidades en Europa mediante
la cooperación y la integración y de acabar con las guerras y consolidar la
democracia en Europa; que para los países europeos que sufrieron la ocupación
soviética y las dictaduras comunistas, la ampliación de la Unión, que comenzó
en 2004, supuso su regreso a la familia europea, a la que pertenecen;
H. Considerando que deben mantenerse vivos los recuerdos del trágico
pasado de Europa, con el fin de honrar la memoria de las víctimas, condenar a
los autores y establecer las bases para una reconciliación basada en la verdad
y la memoria;
I. Considerando que recordar a las víctimas de los regímenes
totalitarios y reconocer y divulgar el legado común europeo de los crímenes
cometidos por las dictaduras comunista, nazi y de otro tipo es de vital
importancia para la unidad de Europa y de los europeos, así como para
consolidar la resiliencia europea frente a las amenazas externas actuales;
J. Considerando que hace treinta años, el 23 de agosto de 1989, se
celebró el 50.º aniversario del Pacto Molotov-Ribbentrop y se recordó a
las víctimas de los regímenes totalitarios mediante la Cadena Báltica, una
manifestación sin precedentes en la que participaron dos millones de lituanos,
letones y estonios que, tomándose de la mano, formaron una cadena humana desde
Vilna hasta Tallin, pasando por Riga;
K. Considerando que, a pesar de que el 24 de diciembre de 1989
el Congreso de los Diputados del Pueblo de la URSS condenó la firma
del Pacto
Molotov-Ribbentrop, junto con otros acuerdos celebrados con la
Alemania nazi, las autoridades rusas negaron, en agosto de 2019, ser
responsables de este acuerdo y de sus consecuencias, y en la actualidad están
fomentando la idea de que Polonia, los Estados bálticos y Occidente fueron los
verdaderos instigadores de la Segunda Guerra Mundial;
“El 24 de
diciembre de 1989, el Congreso de los Diputados del Pueblo
de la Unión Soviética condenó
la firma del Protocolo adicional secreto del Tratado, así como la de otros
documentos secretos firmados entre la URSS y Alemania nazi.8
En junio de
2019, en vísperas de cumplirse el 80º aniversario de la firma del Pacto, el
Departamento histórico-documental del ministerio de Exteriores de Rusia por
primera vez ha publicado las imágenes originales del documento.910”
L. Considerando que recordar a las víctimas de los regímenes
totalitarios y autoritarios, y reconocer y divulgar el legado común europeo de
los crímenes cometidos por las dictaduras estalinista, nazi y de otro tipo
es de vital importancia para la unidad de Europa y de los europeos, así como
para consolidar la resiliencia europea frente a las amenazas externas actuales;
M. Considerando que grupos y partidos políticos abiertamente
radicales, racistas y xenófobos incitan al odio y a la violencia en la
sociedad, por ejemplo mediante la difusión de discursos de incitación al odio
en línea, lo que a menudo genera un aumento de la violencia, la xenofobia y la
intolerancia;
1. Recuerda que, tal como se consagra en el artículo 2 del TUE, la
Unión se fundamenta en los valores de respeto de la dignidad humana, libertad, democracia, igualdad, Estado de Derecho
y respeto de los derechos humanos,
incluidos los derechos de las personas pertenecientes a minorías; recuerda,
asimismo, que estos valores son comunes a todos los Estados miembros;
2. Pone de relieve que la Segunda Guerra Mundial, la guerra más devastadora
de la historia de Europa, fue el resultado directo del infame Tratado de no
Agresión nazi-soviético de 23 de agosto de 1939, también conocido como Pacto
Molotov-Ribbentrop, y sus protocolos secretos, que permitieron a dos regímenes
totalitarios, que compartían el objetivo de conquistar el mundo, repartirse
Europa en dos zonas de influencia;
3. Recuerda que los regímenes nazi y comunista cometieron asesinatos
en masa, genocidios y deportaciones y fueron los causantes de una pérdida de
vidas humanas y de libertad en el siglo XX a una escala hasta entonces nunca
vista en la historia de la humanidad; recuerda, asimismo, los atroces crímenes
del Holocausto perpetrado por el régimen nazi; condena en los términos más
enérgicos los actos de agresión, los crímenes contra la humanidad y las
violaciones masivas de los derechos humanos perpetrados por los regímenes
comunista, nazi y otros regímenes totalitarios;
4. Expresa su profundo respeto por cada una de las víctimas de estos
regímenes totalitarios y pide a todas las instituciones y agentes de la Unión
que hagan todo lo posible para asegurarse de que los atroces crímenes
totalitarios contra la humanidad y las graves violaciones sistemáticas de los derechos humanos sean recordados y
llevados ante los tribunales, y que garanticen que estos crímenes no vuelvan a
repetirse jamás; hace hincapié en la importancia de mantener viva la memoria
del pasado, puesto que no puede haber reconciliación sin memoria, y reafirma su
posición unida contra todo régimen totalitario sea cual sea su ideología de
base;
5. Pide a todos los Estados miembros de la Unión que hagan una
evaluación clara y basada en principios de los crímenes y los actos de agresión
perpetrados por los regímenes comunistas totalitarios y el régimen nazi;
6. Condena toda manifestación y propagación de ideologías
totalitarias, como el nazismo y el estalinismo, en la Unión;
7. Condena el revisionismo histórico y la glorificación de los
colaboradores nazis en algunos Estados miembros de la Unión; expresa su gran
preocupación ante la creciente aceptación de ideologías radicales y la
regresión al fascismo, el racismo, la xenofobia y otras formas de intolerancia
en la Unión Europea; manifiesta su inquietud ante los casos que se han
denunciado, en algunos Estados miembros, de colusión entre, por un lado,
líderes políticos, partidos políticos y fuerzas de seguridad y, por otro,
movimientos radicales, racistas y xenófobos de distintas denominaciones
políticas; pide a los Estados miembros que condenen estos actos de la forma más
enérgica posible, ya que menoscaban los valores de paz, libertad y democracia
de la Unión;
8. Pide a todos los Estados miembros que conmemoren el 23 de agosto
como Día Europeo Conmemorativo de las Víctimas del Estalinismo y del Nazismo a
escala tanto nacional como de la Unión, y que sensibilicen a la nueva
generación con respecto a estas cuestiones incluyendo la historia y el análisis
de las consecuencias de los regímenes totalitarios en los planes de estudios y
los libros de texto de todas las escuelas de la Unión; pide a los Estados
miembros que apoyen la documentación del turbulento pasado de Europa, por
ejemplo mediante la traducción de los procedimientos de los juicios de
Núremberg a todas las lenguas de la Unión;
9. Pide a los Estados miembros que condenen y contrarresten todas
las formas de negación del Holocausto, incluidas la trivialización y la
minimización de los crímenes cometidos por los nazis y sus colaboradores, y que
eviten su banalización en el discurso político y en los medios de comunicación;
10. Pide una cultura común de memoria histórica que rechace los
crímenes de los regímenes fascistas y estalinistas, y de otros regímenes
totalitarios y autoritarios del pasado, como medio para fomentar, en particular
entre las generaciones más jóvenes, la resiliencia ante las amenazas modernas
que se ciernen sobre la democracia; anima a los Estados miembros a promover, a
través de la cultura en general, la educación relativa a la diversidad de
nuestra sociedad y nuestra historia común, incluida la enseñanza de las
atrocidades de la Segunda Guerra Mundial, como el Holocausto, y la
deshumanización sistemática de sus víctimas durante años;
11. Pide, además, que el 25 de mayo (aniversario de la ejecución del
capitán Witold Pilecki, héroe de Auschwitz) sea declarado Día internacional de
los héroes de la lucha contra el totalitarismo, que será una muestra de respeto
y un homenaje hacia todos aquellos que, al luchar contra la tiranía,
demostraron su heroísmo y su sincero amor por la humanidad, y también ofrecerá
a las generaciones futuras un claro ejemplo de la actitud que se debe asumir
ante la amenaza de esclavización totalitaria;
12. Pide
a la Comisión que preste apoyo efectivo a los proyectos que promueven la
memoria histórica y el recuerdo en los Estados miembros y a las actividades de
la Plataforma de la Memoria y la Conciencia Europeas, y que asigne recursos
financieros suficientes en el marco del programa Europa para los Ciudadanos,
con el fin de apoyar la conmemoración y el recuerdo de las víctimas del
totalitarismo, tal y como se establece en la posición del Parlamento sobre el
programa Derechos y Valores 2021-2027;
13. Declara que la integración europea como modelo de paz y
reconciliación ha sido una opción libre de los pueblos de Europa para
comprometerse en favor de un futuro compartido y que la Unión Europea tiene la
responsabilidad especial de promover y
proteger la democracia, el respeto de los derechos humanos y el Estado de
Derecho, no solo dentro sino también fuera de la Unión Europea;
14. Señala que, a la luz de su adhesión a la Unión y a la OTAN, los
países de Europa Central y Oriental no solo han regresado a la familia europea
de países democráticos libres, sino que también han demostrado el éxito, con la
ayuda de la Unión, de las reformas y el desarrollo socioeconómico; subraya, no
obstante, que la posibilidad de adhesión debe seguir abierta a otros países
europeos, como estipula el artículo 49 del TUE;
15. Sostiene que Rusia sigue siendo la mayor víctima
del totalitarismo comunista y que su evolución hacia un Estado democrático
seguirá obstaculizada mientras el Gobierno, la élite política y la propaganda
política continúen encubriendo los crímenes comunistas y ensalzando el régimen
totalitario soviético; pide, por tanto, a la sociedad rusa que acepte su
trágico pasado;
16. Muestra su profunda preocupación por los esfuerzos de los
actuales dirigentes rusos por distorsionar los hechos históricos y ocultar los
crímenes perpetrados por el régimen totalitario soviético, esfuerzos que
constituyen un peligroso elemento de la guerra de la información librada contra
la Europa democrática con el objetivo de dividirla, y pide a la Comisión, por
tanto, que luche firmemente contra ellos;
17. Expresa su preocupación por el hecho de que
se sigan usando símbolos de los regímenes totalitarios en la esfera pública y
con fines comerciales, y recuerda que varios países europeos han prohibido el
uso de símbolos nazis y comunistas;
18. Señala
que en algunos Estados miembros siguen existiendo en espacios públicos
(parques, plazas, calles, etc.) monumentos y lugares conmemorativos que
ensalzan los regímenes totalitarios, lo que facilita la distorsión de los
hechos históricos sobre las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial y la
propagación del sistema político totalitario;
19. Condena el hecho de que las fuerzas políticas extremistas y
xenófobas en Europa recurran cada vez más a la distorsión de los hechos
históricos y utilicen símbolos y retóricas que evocan aspectos de la propaganda
totalitaria, como el racismo, el antisemitismo y el odio hacia las minorías
sexuales y de otro tipo;
20. Insta a los Estados miembros a que garanticen el cumplimiento de
las disposiciones de la Decisión Marco del Consejo y hagan frente a las
organizaciones que difunden discursos de incitación al odio y a la violencia en
los espacios públicos y en línea;
21. Destaca que el trágico pasado de Europa debe seguir sirviendo de
inspiración moral y política para afrontar los retos del mundo actual y, en
particular, luchar por un mundo más justo, crear sociedades abiertas y
tolerantes y comunidades que acepten a las minorías étnicas, religiosas y
sexuales, y fomentar unas condiciones en las que todos puedan beneficiarse de
los valores europeos;
22. Encarga a su presidente que transmita la presente Resolución al
Consejo, a la Comisión, a los Gobiernos y los Parlamentos de los Estados
miembros, a la Duma rusa y a los Parlamentos de los países de la Asociación
Oriental.
[1] DO C
92 E de 20.4.2006, p. 392.
[2] DO L
328 de 6.12.2008, p. 55.
[3] DO C
8 E de 14.1.2010, p. 57.
[4] DO C
137 E de 27.5.2010, p. 25.
En pdf
A iniciativa de 19 diputados, 18 de ellos polacos y uno letón, una feliz
coalición de conservadores, liberales, nacionalistas, socialdemócratas y
algunos verdes, aprobó, por 535 votos a favor, 66 en contra y 52 abstenciones,
“un retroceso ideológico hacia los peores tiempos de la guerra fría”, en
palabras de la Federación
Internacional de combatientes de la Resistencia (FIR).
Este es el informe que hace referencia la Resolución Europea.
– Visto el informe de la Comisión, de 22 de diciembre de 2010, sobre
la memoria de los crímenes cometidos por los regímenes totalitarios en Europa (COM(2010)0783),
INFORME DE LA COMISIÓN AL PARLAMENTO EUROPEO Y AL CONSEJO
Memoria de los crímenes cometidos por los regímenes totalitarios en
Europa
Bruselas, 22.12.2010
Citas del documento anterior
“En 2009 la
Comisión financió un estudio de un instituto independiente con el fin de
ofrecer un análisis fáctico de los métodos utilizados en los Estados miembros
para abordar los problemas relativos a la memoria de los crímenes cometidos por
los regímenes totalitarios [4].”
“[4] Study
on how the memory of crimes committed by totalitarian regimes in Europe is
dealt with in the Member States . Presentado por el profesor Dr. D. Carlos Closa Montero. Instituto
de Políticas y Bienes Públicos. Centro de Ciencias Humanas y Sociales. CSIC.
Madrid, España.
Si pincha
el enlace:
http://ec.europa.eu/justice/doc_centre/rights/studies/docs/memory_of_crimes_en.pdf y te sale este https://ec.europa.eu/info/policies/justice-and-fundamental-rights_en”
Estudiar
cómo se trata la memoria de los crímenes cometidos por los regímenes
totalitarios en Europa en los Estados miembros
Estudiar
cómo se trata la memoria de los crímenes cometidos por los regímenes
totalitarios en Europa en los Estados miembros
Resolución 1481 del Consejo de Europa
Resolución 1481 (2006)
Necesidad
de la condena internacional de crímenes de regímenes comunistas totalitarios
Resolución 1481 (2006)
Necesidad
de la condena internacional de crímenes de regímenes comunistas totalitarios
1. La Asamblea Parlamentaria se refiere a su Resolución
1096 (1996) sobre medidas para desmantelar el patrimonio
de los antiguos sistemas totalitarios comunistas.
Resolución
Medidas
para desmantelar la herencia de los antiguos sistemas totalitarios comunistas.
RES 1096 28/06/1996
Necesidad
de la condena internacional de crímenes de regímenes comunistas totalitarios
Autor (es): Asamblea Parlamentaria
Origen: debate de la Asamblea el 25 de enero de 2006 (5ª sesión) (véase
el Doc.
10765 , informe de la Comisión de Asuntos Políticos, ponente: Sr. Lindblad). Texto
aprobado por la Asamblea el 25 de enero de 2006 (5ª sesión).
Necesidad
de la condena internacional de crímenes de regímenes comunistas totalitarios
Doc. 10765
16/12/2005
Autor Göran
Lindblad es un político sueco miembro
del Partido Moderado y pertenece
al Partido
Popular Europeo
Medidas para
desmantelar la herencia de los antiguos sistemas totalitarios comunistas.
Doc. 7568
3 de junio de 1996
DECISIÓN No 1904/2006/CE DEL PARLAMENTO EUROPEO Y DEL CONSEJO de 12 de
diciembre de 2006 por la que se establece el programa «Europa con los
ciudadanos» para el período 2007-2013 a fin de promover la ciudadanía europea
activa
Diario Oficial de la Unión Europea
Textos aprobados
Martes, 23 de septiembre de 2008
P6_TA (2008) 0439
Declaración
del Parlamento Europeo sobre la proclamación del 23 de agosto como Día Europeo
Conmemorativo de las Víctimas del Estalinismo y del Nazismo
(2010 / C 8 E / 10)
Lista de firmantes
Declaración
del Parlamento Europeo sobre la proclamación del 23 de agosto como Día Europeo
Conmemorativo de las Víctimas del Estalinismo y del Nazismo
23 de septiembre de 2008 – Bruselas
http://www.europarl.europa.eu/sides/getDoc.do?pubRef=-//EP//TEXT+TA+P6-TA-2008-0439+0+DOC+XML+V0//ES
Borrador original propuesto al Parlamento Europeo. Declaración
final aprobada por el Parlamento Europeo
Derechos fundamentales - 03-10-2008
El 23 de agosto de 1939, Hitler y Stalin firmaron el "pacto de no
agresión" por el que se repartían Europa en dos zonas de influencia. Casi
setenta años después, cinco eurodiputados propusieron que la fecha sea desde
2009 el Día Europeo de las Víctimas del Estalinismo y el Nazismo para
"preservar la memoria de las víctimas de las deportaciones y las
exterminaciones" y reforzar "la paz y la estabilidad". Apoyada
por más de la mitad de la Cámara, la propuesta fue aprobada el 22 de
septiembre.
El pacto
Molotov-Ribbentrop, bautizado así por los ministros de Asuntos
Exteriores de Alemania y la URRSS firmantes del acuerdo, tuvo lugar apenas una
semana antes de que estallara la II Guerra Mundial.
Apoyo de
todos los partidos
El eurodiputado británico del Partido
Popular Europeo Christopher
Beazley, Uno de los impulsores de la iniciativa, destaca que la declaración ha
sido apoyada por parlamentarios "de todos los grupos políticos y de cada
uno de los Estados miembros".
Esto representa, para la letona del grupo Unión por la Europa de las
Naciones "un paso hacia en entendimiento mutuo del pasado y la
construcción de un futuro común". Recuerda que "la historia de los
veintisiete países que forman la Unión Europea ha sido muy distinta", y
que "como consecuencia del telón de acero, en el
Este no tuvimos mucha información sobre la represión, las deportaciones y los
asesinatos". "Yo misma no descubrí lo que había ocurrido realmente
hasta principios de los años 90", confiesa.
Una fecha
con significado
El liberal alemán Alexander
Alvaro explica que la fecha del 23 de agosto "tiene un significado
especial en Europa oriental y occidental", y opina que "elegir esta
jornada como día conmemorativo de las víctimas nos recordará los crímenes del
pasado y que es una tarea común asegurarse de que los horrores no vuelvan a
repetirse nunca".
A su vez, la
socialista húngara Zita
Gurmai apunta que "en un momento en el que la
extrema derecha está fortaleciéndose en Europa, es aún más importante recordar
a las víctimas, para que este sea un continente de paz y estabilidad también en
el futuro".
Trascendencia
política
Por su parte, la
socialista estonia Marianne
Mikko asegura que "como miembros electos del Parlamento Europeo, teníamos
que responder a este acontecimiento histórico de gran trascendencia política,
con el que dos hombres marcaron el futuro de Europa por medio siglo".
El primer Día Europeo conmemorativo de las Víctimas del Estalinismo y el
Nazismo se celebrará en toda la Unión Europea el 23 de agosto de 2009, setenta
años después de la forma del pacto de no-agresión.
Resolución del Parlamento Europeo, 23 de octubre de 2008, sobre la
conmemoración del Holodomor, la hambruna artificial en Ucrania (1932-1933)
Declaración de Praga sobre Conciencia Europea y Comunismo
Declaración de Praga sobre la conciencia europea y el comunismo
3 de junio de 2008, Praga, Senado del Parlamento de la República Checa
Alexandr
Vondra, Ján Figeľ, Jana
Hybášková, Jan
Marinus Wiersma, István
Szent-Iványi, Hanna
Foltyn-Kubicka, László
Tőkés, Vladimír
Remek (en inglés aquí), su
opinión “en nombre del Grupo
GUE/NGL. – (CS) Señora Presidenta,
Señorías, los esfuerzos por afirmar que el comunismo es igual que el nazismo o
el fascismo y crear los denominados nuevos institutos o plataformas de
investigación huelen a oportunismo político. La derecha radical lo necesita
también debido a las próximas elecciones. No tiene nada que ver con
valoraciones objetivas, realmente independientes. Ya hay suficientes institutos
y centros históricos que se ocupan de eso. Por supuesto, no estoy ciego y es cierto
que bajo el llamado comunismo hubo represión, injusticia y coacción. Sí, hace
falta investigar y condenar justamente los crímenes. Incluso Jan Zahradil del
ODS comentó en las audiencias: «La identificación del comunismo con el nazismo
alemán es y no es correcta. Ha de hacerse de manera que se tengan en cuenta las
relaciones y se analicen». Si alguien no quiere ver la diferencia entre
comunismo y nazismo, entre comunistas del pasado y comunistas del presente,
quienes, como yo, representan, cifras importantes de votantes comunistas tras
unas elecciones democráticas, es que quizá sencillamente esté intentando
meterme en el mismo saco que a los nazis.”
Philip
Claeys (NI), Tunne
Kelam (PPE-DE), Józef Pinior (PSE), Ģirts
Valdis Kristovskis (UEN), Gisela Kallenbach
(Verts/ALE), su opinión “ (DE) Señora Presidenta, Señorías, casi 20 años
después de la caída del Telón de Acero, este es el primer debate que tiene
lugar en esta Cámara sobre un tema que podría abrir una brecha entre los
pueblos del Este y el Oeste, incluso en el seno de nuestra Comunidad Europea.
¿Por qué? La visión de un régimen totalitario desde fuera es muy diferente de
la visión que del mismo se tiene desde dentro. La forma de abordar y contar la
historia europea del siglo XX difiere mucho, en particular en los distintos
Estados miembros. Además, en algunos Estados miembros de Europa Central y del
Este, siguen estando en el poder y gozan de gran estima personas que no
respetaron los derechos humanos o enviaron a personas a los campos o a la
muerte sin seguir los procedimientos que contempla la ley. Esto envenenará
nuestro futuro común si no sabemos reconocerlo debidamente. Por tanto, Europa
no debería quedarse quieta.
Acojo con
agrado el hecho de que ahora hayamos otorgado a este problema una plataforma
europea. Confío en que ello no frene el debate de hoy y que nosotros y la
Comisión iniciemos juntos un proceso para aplicar los proyectos que se han
mencionado. Espero que consigamos completar este proceso para pedir cuentas a
los responsables que aún están vivos y conmemorar a las víctimas, con el fin de
fomentar un mayor entendimiento entre todos con vistas a un futuro común.
Athanasios
Pafilis del Grupo
GUE/NGL, su
opinión “(EL) Señora Presidenta, la intensificación de la lamentable
estrategia anticomunista de la Unión Europea es un insulto descarado al pueblo:
con la falsificación de la historia, la difamación y las mentiras, el fascismo
se está equiparando al comunismo. El régimen más reaccionario y bárbaro al que
ha dado origen el capitalismo, es decir, el fascismo, está siendo equiparado
con la idea más progresista concebida por el hombre, es decir, el comunismo y
la abolición de la explotación del hombre por el hombre.
Es un
insulto a la memoria de veinte millones de soviéticos que sacrificaron sus
vidas para vencer al fascismo. Este anticomunismo vulgar más que al pasado está
orientado en particular al presente y al futuro. Su objetivo en la actualidad
es reducir la resistencia popular y hacer recaer la carga de la crisis
capitalista sobre los trabajadores, y su objetivo para el día de mañana es
anticipar el inevitable reto general y derrocamiento del sistema capitalista.
Por eso está atacando a los comunistas y echando por tierra las posibilidades
socialistas o comunistas, o ambas. Además pretende coaccionar a los partidos
comunistas, que permanecen firmes a sus principios, a abandonarlos e
integrarse.
Se engañan
a ustedes mismos. Los comunistas no tienen intención de agachar la cabeza. Han
defendido su ideología incluso con sus vidas. No vamos a firmar ninguna
declaración de arrepentimiento a los imperialistas. Su derrocamiento es una
necesidad social y nosotros haremos que se cumpla de forma consistente. No les
tenemos miedo. La evolución social continuará; eso es lo que les horroriza y por
lo que están llevando a cabo esta campaña.”
Roberto
Fiore (NI), József
Szájer (PPE-DE), Katrin
Saks (PSE), Wojciech
Roszkowski (UEN), Christopher
Beazley (PPE-DE), Luis
Yañez-Barnuevo García (PSE) su opinión “(ES) Señora
Presidenta, no nos olvidemos –estoy de acuerdo– y no maticemos demasiado, desde
el punto de vista político, que los totalitarismos son todos condenables y que
el comunismo y el fascismo hicieron daño irreparable a este continente.
Hoy somos
un continente unido, de 27 naciones, de 500 millones de personas que
compartimos valores de libertad, de democracia, de derechos humanos, y debemos
condenar por igual el comunismo totalitario que asoló la Europa Central y del
Este y el nazifascismo que años antes había asolado muchos países de Europa,
entre ellos el mío.
Yo viví 32
años bajo la dictadura de Franco y no debo olvidar eso, como tampoco lo habrán
olvidado algunos de los oradores, como en Grecia o en Portugal.
Yo no
olvidé nunca, ni cuando era joven, el sufrimiento que estaban pasando los
pueblos bajo la dictadura comunista. Nunca fui comunista y siempre condené
aquello. Y eso no es óbice para que fuera un luchador antifranquista y
condenara el franquismo.
La lucha es
la misma. Tenemos que luchar por los mismos principios, por los mismos valores
y recordar permanentemente a las víctimas de todas esas formas de
totalitarismo.
Inese
Vaidere (UEN), Rihards
Pīks (PPE-DE), Csaba Sándor Tabajdi (PSE), Roberts Zīle (UEN), Marian-Jean
Marinescu (PPE-DE), Ljudmila
Novak (PPE-DE), Ewa Tomaszewska (UEN), Bogusław
Sonik (PPE-DE), György
Schöpflin (PPE-DE),
Vytautas Landsbergis (PPE-DE), Alexandr
Vondra, Ján Figeľ, Filip Kaczmarek (PPE-DE)
Resolución
del Parlamento Europeo, de 2 de abril de 2009, sobre la conciencia europea y el
totalitarismo
2 de abril de 2009 – Bruselas
“(Vistas
las declaraciones efectuadas el 4 de julio de 2006 por su Presidente y por los
grupos políticos "70 años después del Golpe de Estado del General Franco
en España)”
11. Pide,
a este respecto, al Consejo y a la Comisión que apoyen y defiendan las acciones
de las ONG, como Memorial en la Federación de Rusia, comprometidas activamente con la
investigación y la recopilación de documentos relativos a los crímenes
perpetrados durante el periodo estalinista;
13. Solicita
que se cree una Plataforma de la Memoria y de la Conciencia Europeas que preste
apoyo a la creación de redes y a la cooperación entre los institutos nacionales
de investigación especializados en la historia de los regímenes totalitarios
así como un centro paneuropeo de documentación o un monumento conmemorativo
dedicado a las víctimas de todos los regímenes totalitarios;
14. Pide
que se refuercen los instrumentos financieros existentes en este ámbito con
vistas a prestar apoyo a la investigación histórica profesional sobre las
cuestiones recogidas anteriormente;
16. Expresa
su convencimiento de que el objetivo final de la divulgación y de la evaluación
de los crímenes perpetrados por los regímenes totalitarios comunistas es la
reconciliación, que puede lograrse mediante la admisión de responsabilidades,
la petición de perdón y el fomento de la renovación moral;
http://www.europarl.europa.eu/sides/getDoc.do?pubRef=-//EP//TEXT+TA+P6-TA-2009-0213+0+DOC+XML+V0//ES
Dossier
de prensa
Parlamento Europeo: una resolución infame
sobre memoria histórica
Noticias
falsas creada por los fascistas.
El
Parlamento Europeo no va a obligar a España a quitar calles dedicadas a
Carrillo o la Pasionaria
Noticias
falsas
Una
resolución del Parlamento Europeo obliga a la retirada de los símbolos y
personajes comunistas de las calles. Por Francisco Lanzas
Noticias
falsas
Creando noticias falsas
La
«Verdad Histórica» europea… no como en España
Los fascistas se frotan las manos
El 19 de septiembre el Parlamento Europeo condenó los crímenes y
genocidios cometidos por los regímenes totalitarios instaurados por el
comunismo y el nacional-socialismo durante el siglo XX.
La fuente de este fascista , es del el libro negro del Comunismo
La manipulación política de la histórica a través
de Wikipedia.
Terror Rojo (España): expresión
utilizada por el bando sublevado para referirse a la represión en la zona
republicana durante la Guerra Civil Española;
El libro
negro de Federico
Federico Jiménez Losantos. Memoria
del comunismo de Lenin a Podemos
Crítica a Memoria del comunismo de Federico Jiménez
Losantos
Federico
Jiménez Losantos entrevista a Stephane Courtois, autor de 'El libro
negro del Comunismo'.
El libro negro, puesto a medir la "dimensión criminal" de la
historia contemporánea, no menciona el signo emblemático de las dos matanzas
masivas y planetarias de los últimos 100 años, es decir, las dos Guerras
Mundiales
Primera Guerra Mundial (1914-1918)
.
Segunda Guerra Mundial (1939-1945
[Libro]
negro del comunismo: crímenes, terror, represión
Stéphane Courtois, Nicolas Werth, Jean-Louis Panné, Andrzej Paczkoski,
Karel Bartosek, Jean-Louis Margolin. Espasa-Planeta, 1998.
[Libro] negro del comunismo: crímenes, terror,
represión
Índice y el libro en otro formato
Índice
¿Cuántos antiguos celosos estalinistas, por no haber sabido distinguir
estalinismo y comunismo, han dejado de ser comunistas dejando de ser
estalinistas, para unirse a la causa liberal con el fervor de los conversos?
En este caso concreto representado por ejemplo
Stéphane Courtois, que hizo
campaña 1968/71 a la organización marxista-leninista maoísta Vive el comunismo,
que cambió su nombre en 1969 para vivir la revolución alrededor de Roland Castro. Dirigió durante un tiempo la organización de la biblioteca,
rue Geoffroy-Saint-Hilaire en París. Se define como que fue
"anarco-maoísta", al igual que muchos "se arrepintió" de
pertenecer a la extrema izquierda y más tarde se convirtió en partidario de la
democracia representativa de partidos múltiples y en un furibundo anticomunista.
25 millones de muertos contra 100
millones, 20 años de terror contra 60
Cita:
“Estimación personal.
Los regímenes comunistas cometieron crímenes que afectaron a 100.000 millones, contra unos 25.000.000 millones aproximadamente el nazismo”
Primera parte
UN ESTADO
CONTRA SU PUEBLO. Violencias, terrores y represiones en la Unión Soviética - Nicolas Werth y en inglés
Nicolas Werth pág. 52
1º Paradojas
y malentendidos de Octubre pág. 54
Citas del
texto:
«Con la
caída del comunismo, la necesidad de mostrar el carácter históricamente
ineluctable» de la «gran revolución socialista de octubre» ha
desapercibido. 1917 podía finalmente convertirse en un objeto histórico
«normal». Desgraciadamente, ni los historiadores ni nuestra sociedad están
dispuestos a romper con el mito fundado del año cero, de este año en el que
todo habría comenzado: la fortuna a la desgracia del pueblo »
Estas frases de un historiador ruso
contemporáneo, la «batalla por el relato» de
1917 continua.
Para una primera escuela histórica se
califica de «liberal», la revolución de octubre no fue sino un golpe
impuesto por la violencia sobre la sociedad pasiva, resultado de una hábil
conspiración tramada por un puñado de fanáticos disciplinado y cínicos,
desprovisto de todo base real en el país. Hoy en día, la práctica totalidad de
los historiadores rusos, tanto las élites cultivadas como los dirigentes de la
Rusia poscomunista, ha hecho suya la vulgata natural…………Si el Golpe de Estado bolchevique de 1917 no fue más que un accidente,
entonces el pueblo ruso no fue más que una víctima inocente.
Con estas citas del texto se pueden
comprobar la posición ideológica que tiene este historiador. ”. Omite
la primera revolución en Rusia de 1905, que se consideró como “ensayo
general” de la revolución de 1917
“La primera
revolución rusa costó al pueblo ruso cerca de 15.000 muertos, más de 18.000
heridos y 79.000 encarcelados”
“EN
MOSCÚ: CRISIS ECONÓMICA Y SUBLEVACIÓN
pág. 61
El 25 de octubre, cuando ya en Petrogrado se ha entablado la batalla,
constituye el Soviet de Moscú -demasiado tarde- su comité militar
revolucionario. Los socialistas revolucionarios y los mencheviques exhortan al
proletariado a reaccionar, a no seguir el ejemplo nefasto de los usurpadores de
Petrogrado. La Asamblea Constituyente será la única que tenga poder para
decidir sobre los destinos de Rusia. Vencidos en las votaciones, entran, sin
embargo, los mencheviques en el C.M.R. para “provocar un desenlace, lo menos
doloroso posible, a la tentativa del golpe de Estado de los bolcheviques”.
Dicho en otros términos, entran en él ¡para sabotear la insurrección! Son
admitidos...”
Esta es la
visión de los marxistas revolucionarios, protagonistas en las revoluciones en
Rusia.
2º El « brazo armado de la dictadura de proletariado » pág. 69
3º El
terror rojo pág. 88
4º La «
guerra sucia » pág. 100
5º El Tambov a la hambruna 129
Cita de la página 146
“A pesar de este movimiento internacional al
menos 5 millones de personas murieron de hambre en 1921-1922 de las 29
millones de personas afectada por el hambre” nota 31
Nota 31.
Serguei Adamets. Catrastrophe démographiques en Russie soviétique en
1918-1923 (Tésis doctoral EHESS, diciembre de 1995)
pág. 191
Observaciones a la cita:
La manipulación política de la histórica a través
de Wikipedia
En el enlace de Wikipedia sobre la Hambruna rusa de 1921, hace referencia al libro negro del comunismo. Historia de la hambruna
Hambruna rusa de 1921 5 millones de personas murieron de
hambre en 1921-1922. Esta es la misma cifra que da Wikipedia.
Dice una cosa y después la fuente dice otra
4 1921. Una hambruna soviética en 1921 comenzó con
una sequía que causó grandes pérdidas de cosechas. La cifra inicial de
muertos aumentó enormemente cuando Lenin se negó a reconocer la hambruna y no
envió ayuda. Más tarde, los soviéticos estimaron que 5,1 millones murieron
François Furet
y aquí) pertenece
al Centro Nacional para la Investigación Científica el mismo Centro que pertenece el equipo del libro negro del
comunismo, estimó que hubo cinco millones de muertes por hambre;
como comparación, el peor fracaso de cosecha de la Rusia Zarista tardía, en
1892, causó de 375 000 a 400 000 muertes. A aquel fracaso siguieron
años de cosechas normales y abundantes, permitiendo acumular reservas; la
cosecha de 1888 fue "excelente más allá de las esperanzas más
optimistas". Además ello ocurrió en tiempos de paz, buen comercio
internacional, y orden; es de notar que no hubo guerra extendida en Rusia antes
de 1917.
Victor
Serge. Ayuda para Rusia. Las causas de la hambruna rusa (23 de octubre
de 1921)
Victor Serge. Ayuda para Rusia. La realidad
de la hambruna (8 de noviembre de
1921)
Utiliza cifras oficiales
Victor Serge. Alivio para Rusia. Cara a
cara con la hambruna (21 de febrero de 1922)
6º De la tregua al «gran giro»
155
7º Colectivización forzosa y deskucalikización 171
8º La gran hambre 185
Por su
parte, El libro negro del comunismo, publicado en 1997 en coincidencia con el 80º aniversario de la revolución bolchevique, estima unos seis
millones de muertes para el bienio 1932-33.7
9º Elementos socialmente extraño y ciclos
represivos pág. 197
10º El gran terror (1936- 1938) pág.
214
11º El imperio de los campos de concentración pág.
235
12º El
reverso de una victoria pág. 249
13º Apogeo
y crisis del gulag pág. 267
14º La última conspiración pág. 278
15º La
salida del estalinismo pág. 287
A modo de
conclusión pág. 299
Segunda parte
Revolución mundial, guerra civil y terror
Estos
historiadores anticomunistas, todos ellos subvencionados por burguesía, utilizan
la represión que hubo
contra los marxistas revolucionarios del POUM, para justificar su visión ideológica reaccionaria de la historia.
Índice del
contenido
La línea
general de los comunistas «Consejeros
» y agentes
Después de
las calumnias… las balas en la nuca, Victor Serge
Mayo de 1937
y la eliminación del POUM
El NKVD en
acción
Un «proceso de Moscú» en
Barcelona
En las Brigadas
internacionales
El exilio y
la muerte en la « Patria de los
trabajadores »
Tercera parte
La otra Europa víctima del
comunismo
Cuarta
parte
Comunismos
de Asia: entre la «reeducación» y la matanza
3 Camboya: en el país del crimen desconcertante - Jean-Louis Margolin 648
Quinta parte
El tercer mundo
3 El
comunismo en Afganistán -
La manipulación política de la histórica a través
de Wikipedia.
Terror
Blanco. La expresión Terror Blanco puede designar periodos
de represión, persecución o acciones violentas cometidas por fuerzas monárquicas o conservadoras como
parte de una contrarrevolución.
- Terror Blanco en
Francia: nombre que designa varios episodios de
represión y terror llevados a cabo por los monárquicos contra sus
oponentes.
- Terror Blanco en Rusia:
periodo de violencia de masas y atrocidades contrarrevolucionarias
perpretadas por el Ejército Blanco y
los oponentes al gobierno soviético, durante la Guerra Civil Rusa.
- Terror Blanco en
Hungría: un periodo de dos años (1919-1921) de
violenta represión contrarrevolucionaria por parte de bandas reaccionarias
que intentaban borrar todo vestigio de la breve república comunista.
- Terror Blanco en
España, nombre que designa en la historiografía no
española a la represión franquista.
- Terror
Rojo (Francia): parte de la época conocida como El Terror, período inmediatamente posterior a
la Revolución francesa,
caracterizada por su extrema violencia y numerosas ejecuciones a cargo de
los jacobinos;
- Terror Rojo (Rusia): en
la Rusia Soviética previa
a la formación de la Unión Soviética existió una campaña de arrestos y
ejecuciones masivas conducida por las fuerzas bolcheviques inmediatamente después de la
Revolución de Octubre, entre 1918 y 1922;
- Terror Rojo (Hungría): atrocidades cometidas en
1919 en la República Soviética Húngara;
- Terror Rojo (España):
expresión utilizada por el bando sublevado para referirse a la represión
en la zona republicana durante la Guerra Civil Española;
- Terror Rojo
(China): campaña llevada a cabo
por la Guardia Roja china entre 1966 y 1967;
- Terror Rojo (Etiopía):
campaña de represión llevada a cabo por el Derg, presidido por Mengistu Haile Mariam en
1977 y 1978;
Del libro
negro del comunismo
Referencias:
2º El « brazo armado de la dictadura
del proletariado enemigo» 69
3º El
terror rojo
4º La «
guerra sucia » pág. 100
Referencias
Checa. Comisión Extraordinaria Panrusa
para la lucha con la Contrarrevolución y el Sabotaje' fue la primera de las
organizaciones de inteligencia política y militar soviética,
creada el 20 de diciembre de 1917 por Feliks Dzerzhinski y disuelta el 6 de febrero de 1922 La checa soviética sucedió a la antigua Ojrana zarista, cuya organización interna
emuló. Su cometido era «suprimir y liquidar», con amplísimos poderes y casi sin
límite legal alguno, todo acto «contrarrevolucionario» o «desviacionista».
Por
extensión, se denominaron «checa» a diversas policías políticas secretas
que surgieron en otros países con posterioridad. En la España republicana,
también recibieron el nombre de «checas» los locales que durante la Guerra Civil utilizaban organismos análogos, a menudo parapoliciales, para
detener, interrogar, torturar y juzgar de forma sumarísima.1
Historiador
socialista-revolucionario en su [Libro] Serguei P. Melgunov. El terror rojo en Rusia 1918-1924
5º El Tambov a la hambruna 129
Hambruna rusa de 1921
llamada la hambruna de la región del Volga, tuvo lugar en Rusia a principios de la primavera de 1921 y que duró hasta
1922. La hambruna fue tan severa que era dudoso que el grano fuera
sembrado más bien que comido. En cierta ocasión, las agencias de alivio
tuvieron que dar el grano al personal de ferrocarril para mover sus
provisiones.
La hambruna
resultó del efecto combinado de la interrupción de la producción agrícola, que
comenzó durante la Primera Guerra Mundial y siguió por las perturbaciones producto de la Revolución rusa de 1917 y la Guerra Civil Rusa. A lo anterior hubo que añadir el
efecto de una de las sequías intermitentes de Rusia que tuvo lugar en 1921 y
que agravó la situación hasta el nivel de catástrofe nacional. En muchos casos,
las imprudencias de las administraciones locales, que reconocieron los
problemas demasiado tarde, contribuyeron a la tragedia.
La Intervención aliada en la Guerra civil rusa que sufrió la Rusia soviética (por parte de Estados Unidos, Japón y las principales potencias
europeas) llevaron a que los alimentos se destinasen al frente de batalla (comunismo de guerra), lo que sumado a los anteriores años de guerra, las sequías
y el crudo invierno ruso, provocó la muerte por inanición de más de un millón
de personas.
4
Historia de la hambruna Los bolcheviques sospechaban que los kúlaks trataban de minar
el esfuerzo de guerra. El Libro
Negro del Comunismo declara que Lenin pidió que se incautaran los alimentos que los
campesinos habían cultivado para su subsistencia y las semillas para plantar la
nueva cosecha en represalia por este "sabotaje"[cita requerida]. En 1920, Lenin había ordenado aumentar la
confiscación de comida de la clase campesina. León Trotsky sostuvo con Lenin que esto fallaba
tan pronto como en la primavera de 1920; Lenin finalmente admitió los errores.
El período post-alivio Los bolcheviques permitieron a las agencias de alivio seguir distribuyendo comida libre en 1923, mientras los bolcheviques vendieron el grano en el extranjero. El efecto neto, ya que el grano es fungible, era que ellos recibieron el dinero para nada de los filántropos occidentales. Cuando se descubrió este esquema, las organizaciones de alivio extranjeras suspendieron la ayuda. El primer ataque cardíaco de Lenin fue en la primavera 1922, y su afasia fue en 1923; por lo tanto, el grado de su responsabilidad en las ventas de grano es confuso. Sin embargo, el aprovechamiento de capitalistas crédulos habría concordado con las políticas que había expresado Lenin.
François Furet y aquí) estimó que hubo cinco millones de muertes por hambre;
como comparación, el peor fracaso de cosecha de la Rusia Zarista tardía, en
1892, causó de 375 000 a 400 000 muertes. A aquel fracaso siguieron
años de cosechas normales y abundantes, permitiendo acumular reservas; la
cosecha de 1888 fue "excelente más allá de las esperanzas más
optimistas". Además ello ocurrió en tiempos de paz, buen comercio
internacional, y orden; es de notar que no hubo guerra extendida en Rusia antes
de 1917.
- 1Historia de la
hambruna
- 2Medidas bolcheviques
- 3El esfuerzo de alivio
internacional
- 4El período
post-alivio
- 5Usos políticos
- 6Véase también
- 7Referencias
Crítica
del libro negro del comunismo
Entrevista a
Viktor Zemskov. El Terror Rojo: la verdadera cifra de víctimas de
Stalin. Todos los muertos de Stalin
Todos los
muertos de Stalin
El Terror
Rojo: la verdadera cifra de víctimas de Stalin
RAFAEL POCH, PARÍS
03/06/2001
Actualizado
a 19/12/2008
El fin de la
guerra fría ha permitido el primer estudio documentalmente respaldado de las
represiones del régimen soviético entre 1921 y 1953
La guerra
fría concluyó hace una década y ya es hora de que la propaganda dé paso a la
historia, y la suposición al documento. Hace diez años que en Rusia se sabe que
Stalin y su régimen mataron mucho menos de lo que se ha dicho. Que haya que
quitarle un cero a la cifra de represaliados, en millones, no cambia absolutamente
ninguna conclusión, ni altera los adjetivos. Simplemente, la capacidad de
horrorizarse no debería estar reñida con la seriedad.
Encuentro al historiador Viktor Zemskov en el Instituto de Historia de la Academia de Ciencias rusa. En 1989, cumpliendo una directiva del Politburó de Mijail Gorbachov, la Academia de Ciencias, encargó a Zemskov aclarar un gran enredo; las dimensiones reales de la represión estalinista. Hasta entonces, el tema había estado en manos de quienes el profesor Moshe Lewin (en inglés aquí), uno de los mayores especialistas occidentales en historia de la URSS define como, "personas con una fértil imaginación". En esa categoría se incluyen muchos "Cold warriors", cruzados de la "guerra fría". Algunos de ellos siguen hoy con el reloj parado.
Zemskov, un hombre humilde y discreto, tuvo, por primera vez, acceso a uno de los sectores más secretos de los archivos del Ministerio del Interior (Mvd-Mgb) y de la policía de estado (Ogpu-Nkvd) de Stalin. Allí se encontró con una documentación pormenorizada y exhaustiva de la máquina represora de Stalin; el Gulag, las cárceles, la estadística de fusilados, deportados, etc. Resultó que el estado y sus matarifes llevaban las cuentas de sus crímenes y fechorías con el rigor de un esmerado y pedante oficinista.
Hace casi diez años que los documentos de estos archivos han hablado, pero Zemskov y sus conclusiones siguen siendo desconocidos. "A mí no me invitan a hablar por televisión", dice sin el menor atisbo de falsa modestia. Esta es la primera entrevista de Zemskov a un medio de prensa extranjero, porque nadie se había interesado por el testimonio del hombre que alteró las cifras, no la esencia, de uno de los grandes dramas del siglo XX.
En el momento culminante de la represión estalinista, el "gran terror" de 1937-1938 en la URSS se practicaron 2,5 millones de detenciones, y entre 1921 y 1953 se fusiló por motivos políticos a 800.000 personas. La cifra es tan impresionante que, a su lado, poco importa que hasta ahora se hablara de 20 millones de detenciones o de 7 millones de fusilados.
Artículo 58
(Código Penal de la RSFS de Rusia)
Artículo 58
(Código Penal de la RSFS de Rusia) en inglés
- ¿Existen cifras exactas sobre la represión estalinista?
- El criterio "represión" puede interpretarse de diferentes formas. Yo me limito a la "represión política", es decir a los incriminados según el artículo 58 del código penal ("actividad contrarrevolucionaria y otros crímenes graves contra el estado"), que fueron condenados a muerte o a otras penas. Entre 1921 y 1953, pertenecen a este grupo unos 4 millones de personas. De ellos, cerca de 800.000 fueron condenados a fusilamiento. Además, suponemos que alrededor de 600.000 murieron en presidio, por lo que las muertes políticas fueron 1,4 millones.
- ¿Incluye ésta cifra de 4 millones, de ellos 1,4 muertos, a los "kulaks" (campesinos acomodados), los pueblos deportados, etc?
- Los "kulaks" se dividían en tres categorías. Una es la de los detenidos y juzgados como delincuentes políticos. Estos sí que entran en nuestra estadística. Otra es la de los apresados y enviados a regiones del norte, y otra la de aquellos que simplemente eran expulsados de los pueblos y se buscaban la vida en las fábricas. Los dos últimos grupos, los más numerosos, no entran en nuestra estadística, de manera que entre los 4 millones el grupo de los "kulaks" es pequeño.
- ¿Por qué no los incluyen? ¿Acaso el destierro al Norte y la deportación no son represión?
- Si, pero no eran juzgados. Sólo se les deportaba y se les confiscaba sus propiedades. Hay motivo para un debate...
- ¿O sea que si no es
El Terror
Rojo: la verdadera cifra de víctimas de Stalin
Rafael Poch de Feliu|27/06(2018
La guerra
fría concluyó hace ya varias décadas y ya es hora de que la propaganda dé paso
a la historia, y la suposición al documento. Hace diez años que en Rusia se
sabe que Stalin y su régimen mataron mucho menos de lo que se ha dicho. Que
haya que quitarle un cero a la cifra de represaliados por Stalin, no cambia
ninguna conclusión, ni altera los adjetivos. Simplemente, la capacidad de
horrorizarse no debería estar reñida con la seriedad.
Entrevisto
al historiador Viktor Zemskov en el Instituto de Historia de la Academia de
Ciencias rusa. En 1989, cumpliendo una directiva del Politburó de Gorbachov, la
Academia de Ciencias, encargó a Zemskov aclarar las dimensiones reales de la
represión estalinista.
Zemskov
tuvo, por primera vez, acceso a los archivos más secretos del Ministerio del
Interior (Mvd-Mgb) y de la policía de estado (Ogpu-Nkvd) de Stalin. Allí se
encontró con una documentación pormenorizada y exhaustiva de la máquina
represora de Stalin; el Gulag (Administración Principal de Campos de Trabajo),
las cárceles, la estadística de fusilados, deportados, etc. Resultó que el
estado y sus matarifes llevaban las cuentas exactas de sus crímenes y fechorías
con rigor burocrático.
¿Existen
cifras exactas sobre la represión estalinista?
El
criterio “represión” puede interpretarse de diferentes formas.
Yo me limito a la “represión política”, es decir a los incriminados
según el artículo 58 del código penal (“actividad contrarrevolucionaria y otros
crímenes graves contra el estado”), que fueron condenados. Entre 1921 y 1953,
pertenecen a este grupo unos 4 millones de personas.
De ellos,
cerca de 800.000 fueron condenados a fusilamiento. Además, suponemos que
alrededor de 600.000 murieron en presidio, por lo que las muertes por causas
políticas fueron 1,4 millones.
¿Incluye
ésta cifra de 4 millones, a los “kulaks” (campesinos
acomodados), los pueblos deportados, etc?
Los “kulaks” se
dividían en tres categorías. La de los detenidos y juzgados como
delincuentes políticos que sí que entra en nuestra estadística, pero no la de
los apresados y enviados a regiones del norte, ni la de aquellos que
simplemente eran expulsados de los pueblos y se buscaban la vida, que eran las
más numerosas.
¿Por qué
no los incluyen? ¿Acaso el destierro y la deportación no son formas de
represión?
Si, pero no
eran juzgados. Sólo se les deportaba y se les confiscaba sus propiedades. Hay
motivo para un debate…
¿O sea
que si no está formalizado jurídicamente, todo eso no es represión?
Es la única
manera de distinguir a los represaliados políticos del sufrimiento general.
Consideramos
que a partir de 1918, cuando empieza la expropiación de los terratenientes, de
los capitalistas, del clero, fueron represaliados quienes eran detenidos por la
VCHK (la policía de estado), aunque, incluso si no ser detenidos, todos estos
grupos perdieron todas sus propiedades.
Con los
“kulaks” aplicamos el mismo criterio; los represaliados eran los detenidos,
mientras que los deportados eran simplemente víctimas de las transformaciones
socioeconómicas, crueles e igualitaristas. Esa circunstancia puede aplicarse a
la mayoría de la población de la URSS, pues, de una u otra forma, la gente
sufría, pasaba hambre, vivía mal, etc.
Los
estudios más convincentes señalan que entre 1,1 y 1,2 millones de
familias “kulaks” fueron destruidas en la colectivización,
¿cuántos miembros de ese colectivo de 5,5 a 6 millones de personas murieron?
La cifra aún
no se ha establecido. Gracias a la estadística demográfica sabemos que en 1932
en Ucrania nacieron 782.000 y murieron 668.000, mientras que en 1933 nacieron
359.000 y murieron 1,3 millones. Está claro que la primera causa de muerte
durante esos años fue el hambre.
Los
nacionalistas ucranianos lo consideran un genocidio nacional, ¿está de acuerdo?
No, porque
esa misma situación se dio con la población del Cáucaso del Norte, la región
del Volga y Kazajstán, donde también se produjeron hambrunas. El estado
soviético cometió un crimen contra todos los campesinos, independientemente de
su nacionalidad.
Catorce
nacionalidades de la URSS fueron deportadas por completo y 48 parcialmente.
Sólo entre las etnias del Cáucaso se deportó a 650.000 personas en tres
operaciones militares, vigiladas por un ejército de 100.000 hombres, sin contar
19.000 soldados del NKVD. ¿Qué se sabe de esa mortandad?
En la propia
operación de deportación la mortandad no fue muy elevada. En el caso de los
tártaros de Crimea, por ejemplo, murieron dos o tres personas en cada convoy
ferroviario, en general ancianos. En total 191 personas.
Pero al
llegar a su destino, en Uzbequistán, murieron por decenas de miles. En los
primeros años de destierro la mortalidad superó con creces a la natalidad.
Sobre los chechenos, no se sabe con exactitud, pero sucedió algo similar.
¿Por qué
la estudiar sólo franja temporal 1921-1953? ¿Acaso concluyó la represión
después de 1953?
Entre 1937 y
1953 la represión fue enormemente mortífera. En su periodo más cruel,
1937-1938, fueron condenados más de un 1.300.000 personas de las que casi
700.000 fueron fusiladas. En 1951 fueron condenados casi 55.000, y en 1952,
29.000…
En 1958, con
Stalin ya muerto los condenados fueron menos de 2,000, y los ejecutados por
fusilamiento 69. Es decir, el volumen de la represión se redujo veinte veces en
comparación con los primeros años cincuenta, y en centenares de veces comparado
con los años 30.
¿Qué le
parecen las cifras sobre represión y mortandad en la URSS barajadas durante la
Guerra Fría?
De lo que se
trataba era de desacreditar al adversario. Occidente afirmaba que 50 o 60
millones habían sido víctimas de la represión, la colectivización, el hambre,
etc. Es difícil rebatir ésas tonterías.
La realidad es que la población del país fue aumentando por encima del 1%,
superando el crecimiento demográfico de Inglaterra o Francia. En 1926 la URSS
tenía 147 millones de habitante, en 1937 162 millones, y en 1939 170,5
millones. Los censos son fiables, y sus cifras son incompatibles con matanzas
de decenas de millones.
Hoy día son
mis cifras las que se barajan en las universidades.
¿Hasta
qué punto son exactos los archivos del Gulag, del NKVD, etc., a los que usted
accedió por primera vez gracias a Gorbachov?
La
estadística del Gulag es considerada por nuestros historiadores como una de las
mejores.
¿O sea,
que los dirigentes conocían exactamente las dimensiones de su represión y de
sus fusilamientos?
Sí.
Informaban regularmente a Stalin. Un solo caso de un preso desaparecido en un
naufragio o fugado, genera todo un dossier de documentos y correspondencia.
¿Se
conoce cómo justificaban y argumentaban Stalin y su entorno estas matanzas y
violencias?
Creo que de
lo que se trataba era de deshacerse de la gente que no cuadraba con el proyecto
comunista, así como de aquellos que tenían un gran instinto de preservación,
aunque formalmente no fueran culpables de nada. Era una medida preventiva.
Mólotov le
dijo una frase reveladora al periodista Felix Chuyev; “no esperábamos a que
nos traicionaran, nosotros tomábamos la iniciativa y nos anticipábamos a
ellos”.
¿Qué
piensa como historiador? ¿Hasta qué punto es única la historia rusa desde el
punto de vista de la gran mortandad política?
Con respecto
a la historia de Inglaterra del XVII, la Francia del XVIII y la Alemania del
XIX, lo de Rusia es único en el sentido de que eso ocurrió en el siglo XX,
cuando ya existía una economía compleja e integrada que se hundió con la
revolución. Se desmontaban las vías férreas, no había electricidad y todo se
hundía, la gente moría de frío y hambre. Y antes de eso Rusia había sido un
país civilizado. Es decir, que cuanto más civilizado es un país, tanto menos
deseable es la revolución, por las terribles consecuencias que ésta tiene.
¿Quiere
decir, que la modernidad, en lo que tiene de capacidad de matar, es lo que hace
más temible a Stalin que a Gengis Kan?
Sí.
¿Se puede
acusar a Marx por Stalin?
Marx hizo su
teoría para Europa, no para Rusia y menos aún para China.
La represión
no es posible en cualquier régimen comunista, sino sólo allí donde hay un
fuerte y cruel despotismo, como en la Rusia de Stalin o en la China de Mao. Una
represión como aquella ya no fue posible con Jrushov, Brezhnev o Deng Xiao
Ping.
¿Qué
pensó al entrar por primera vez en los archivos secretos del Gulag y constatar
que las cifras de la represión eran mucho más bajas de lo que todos creían y
decían?
Al principio
me asombré. Luego comprendí rápidamente que en Occidente se había mentido mucho
al respecto, pese a lo cual, todas las conclusiones acerca del carácter
terrorista del régimen, por la represión a la que sometió a la gente, mantenían
toda su vigencia. Sobre todo para que nada de eso vuelva a repetirse.
(Extracto.
Adaptación libre)
Imágenes:
Jano blogger|La Republica EC|Cordon Press|Publimetro
Fuente:
Todos los
muertos de Stalin
Entrevista
con Viktor Zemskov, historiador ruso
(Moscú, 5
de junio de 2001)
El Juicio
de los Veintiuno, también conocido como el Tercer Juicio de Moscú,
aunque oficialmente denominado “Proceso del Bloque
Trotskista-Derechista” (делo право-троцкистского блока), fue el último juicio-espectáculo de
prominentes bolcheviques. Se llevó a cabo en Moscú en el Colegio Militar de la Corte Suprema de la URSS entre el 2 y 13 de marzo de 1938 y es el punto culminante de la Gran Purga.
Índice
- 1Acusados
- 2Cargos
- 3Proceso
- 4Sentencias
- 5Rehabilitación
- 6Referencias
- 7Bibliografía
- 8Véase también
- 9Enlaces externos
Bibliografía
Cohen, Stephen F. (1973). Bukharin and the
Bolshevik Revolution: A political biography, 1888-1938 (en inglés).
Knopf. p. 495. ISBN 0394460146.
En inglés
Bujarin y
la revolución bolchevique. Una biografía política 1888-1938
Knopf: Nueva
York, 1973 Knopf. 495 páginas
ARCHIVO NICOLAS IVANOVICH BUJARIN 1888 – 1938
En inglés
Grabado: 5 de marzo - 12 de marzo de
1938
Fuente: "El caso del bloque
antisoviético de derechos y trotskistas", Red Star Press, 1973, páginas
369-439, 767-779;
Publicado por primera vez en inglés: "El caso del bloque antisoviético de derechos y trotskistas", Comisario Popular de Justicia de la URSS, 1938;
Versión en línea: Marxists Internet Archive (marxists.org) 2001;
Transcripción / Marcado: Mathias Bismo .
El caso de
Nikolai Bujarin se estableció durante el último de los juicios de
Moscú. El 13 de marzo de 1938 fue, junto con Alexei Rykov, Genrikh Yagoda,
Nikolai Krestinsky, Arkady Rosengoltz, Vladimir Ivanov, Mikhail Chernov,
Grigori Grinko, Isaac Zelensky, Akmal Ikramov, Faizulla Khodjayev, Vasili
Sharangovich, Prokopy Zubarev, Prokopy Zubarev, Prokopy Zubarev, Prokopy
Zubarev, Prokopy Zubarev , Ignaty Kazakov, Veyamin Maximov-Dikovsky y Pyotr
Kryuchkov, declarados culpables "de haber cometido delitos estatales
extremadamente graves cubiertos por los artículos
58-1a, 58-2, 58-7, 58-8, 58-9 y 58-11 del Código Penal de la RSFSR (...) y
guiado por los artículos 319 y 320 del Código de Procedimiento Penal de la
RSFSR (...) para ser fusilado, con la confiscación de todos los bienes
personales ".
Artículo 58
(Código Penal de la RSFS de Rusia)
Artículo 58
(Código Penal de la RSFS de Rusia) en inglés
Fue
declarado culpable de: "ser enemigos irreconciliables del poder soviético,
siguiendo instrucciones de los servicios de inteligencia de estados extranjeros
hostiles a la URSS, en 1932-33 organizaron un grupo conspiratorio conocido como
el" bloque de derechos y trotskistas ". , que unió grupos
antisoviéticos clandestinos de trotskistas, derechos, zinovievitas,
mencheviques, socialistas revolucionarios y nacionalistas burgueses de Ucrania,
Bielorrusia, Georgia, Armenia, Azerbaiyán y las Repúblicas de Asia Central
".
El Tribunal
Soviético también encontró que: "Siguiendo las instrucciones del enemigo
del pueblo L. Trotsky, y de los principales participantes en el" bloque de
derechos y trotskistas "- Bujarin, Ryjkov y Yagoda - (...) con propósitos
obviamente traicioneros, entabló relaciones directas con representantes de
estados extranjeros hostiles a la URSS y negoció con ellos sobre las formas de
asistencia a los agresores en caso de ataque contra la Unión Soviética
(organización de actos terroristas, actos de demolición y destrucción y
espionaje). Los líderes del 'bloque de derechos y trotskistas', Rykov,
Bujarin y Yagoda entre su número, no solo fueron informados completamente de
las actividades de espionaje de sus cómplices, sino que alentaron en todos los
sentidos la extensión de las conexiones de espionaje,
El Tribunal
afirmó además que "en 1918 Bujarin y el grupo de" comunistas de
izquierda "encabezados por él, junto con Trotsky y los socialistas
revolucionarios de" izquierda”. El objetivo de Bujarin y sus
compañeros conspiradores era frustrar el tratado de Brest-Litovsk, derrocar al
gobierno soviético, arrestar y asesinar a VI Lenin, JV Stalin y JM Sverdlov y
formar un nuevo gobierno compuesto por Bujarinitas, trotskistas y ' Izquierda
'socialista-revolucionarios. Al ejecutar el plan de la conspiración, los
socialistas revolucionarios de "izquierda" en julio de 1918, con el
conocimiento y el consentimiento de Bujarin, levantaron una revuelta en Moscú
con el objeto de derrocar al gobierno soviético; Se ha establecido además
que el atentado contra la vida de VI Lenin cometido por el socialista revolucionario Kaplan el 20 de
agosto de 1918,
En 1961, la
esposa de Bujarin, Anna Larina, finalmente pudo entregar el "último
testamento" de Bujarin, repudiando por completo estas
"confesiones", a una comisión de control del Partido que investigaba
el caso para su rehabilitación. Mirando hacia atrás en su testimonio y
juicio, Anna Larina dijo:
“Pero lo más
sorprendente es que, a pesar de todo, el tiempo de brillantes esperanzas no
había pasado por él. Pagaría por estas esperanzas con la
cabeza. Además, una razón para sus absurdas confesiones en el muelle,
confesiones incompletas, pero lo suficientemente atroces, fue precisamente
esta: todavía esperaba que triunfara la idea a la que había dedicado su vida”.
[Anna Larina, Esto no puedo olvidar, Pandora, 1994]
Lenin
Intentando
hacer un balance de las víctimas durante este periodo, Nicolas Werth, en El libro negro del comunismo, obra publicada en 1997, afirma que
durante el tiempo en que Lenin controlaba el poder hubo numerosas ejecuciones
de adversarios o de quienes eran declarados peligrosos para el régimen.
Presuntamente en otoño de 1918 habrían sido eliminadas de entre 10 000 y
15 000 personas, o tal vez más. Se habría fusilado a decenas de miles de
rehenes o a personas confinadas en prisión entre 1918-1922.263 (Véase Terror rojo.)
Los
procesos de Moscú. Pierre Braué
ÍNDICE
El golpe de
teatro pág.
4
1. El último
acto pág. 8
2. Hombres
que confiesan pág. 18
3. La
acusación pág. 32
4. Las
declaraciones: Trotsky o la conspiración permanente
pág. 37
5. Las
declaraciones: los actos de terrorismo pág. 64
6. Las
declaraciones: el sabotaje pág. 80
7. Las
declaraciones: espionaje y traición pág. 94
8.
Denegaciones y resistencias pág. 108
9. Un
edificio coherente pág. 141
10. Las
brechas pág.156
11. La
demolición pág.166
Conclusión:
las interpretaciones posibles pág. 193
Todo sobre los Gulag
Hambruna
rusa de 1921
Rebelión de
Kronstadt (1-18 de marzo de 1921)
La Comuna de Kronstadt (Crespúsculo sangriento de los Soviets)
Claudio Albertani. La tragedia de León Trotsky
Escrito: 1918
Cretinismo
parlamentario: Un término aplicado por primera vez por Marx a aquellos parlamentarios
que piensan que toda la historia se decide por mociones, votos y puntos de
debate parlamentario.
“La libertad sólo para los partidarios del gobierno, sólo para los
miembros de una de las partes - por muy numerosos que sean - no es libertad en
absoluto. La libertad es siempre y exclusivamente libertad para el que
piensa de manera diferente. No por cualquier concepto fanático de la
"justicia", sino porque todo lo que es instructivo, saludable y
purificante en la libertad política depende de esta característica esencial, y
su efectividad se desvanece cuando la "libertad" se convierte en un
privilegio especial.”
“Cuando
todo esto se elimina, lo que realmente queda? En lugar de los órganos
representativos, creados por las elecciones populares generales, Lenin y
Trotsky han establecido los soviets como única representación verdadera de la
vida política en el país como un todo, la vida en los soviets también debe ser
cada vez más paralizado. Sin elecciones generales, sin una irrestricta
libertad de prensa y de reunión, sin una libre lucha de opiniones, la vida
muere en toda institución pública, se convierte en una mera apariencia de vida,
en la que sólo queda la burocracia como elemento activo.”
En una nota
anterior polemicé
con la idea de que la política de Stalin, de fines de los años 1920 y de los
1930, significó una profundización de la revolución de Octubre de 1917. Contra
los defensores de las políticas de Stalin, sostengo que en la década de 1930 el
stalinismo acabó con cualquier posibilidad de gobierno de los obreros y
campesinos en Rusia. La razón fundamental: es imposible avanzar al socialismo
–esto es, al control y administración de los medios de producción por los
productores- en una sociedad en la que imperan la sospecha generalizada, la
delación, la regimentación policial del trabajo, las muertes de hambre por
millones, las limpiezas étnicas de millones, los fusilamientos de cientos de
miles y los campos de trabajo forzado para millones. No hay crecimiento de la
industria, o de granjas colectivas, que pueda “compensar” en términos de
“avance socialista” esas atrocidades. Por eso, es imposible desconocer las
consecuencias duraderas del miedo, a escala social, sobre lo político e
ideológico; o de la exacerbación de la xenofobia y el racismo.
En lo que
sigue me focalizo en aspectos de la represión interna; o sea, no
trato episodios como la actuación de la GPU durante la guerra civil en España,
o en otros países. Con esta nota no tengo, por otra parte, ninguna pretensión
de originalidad; simplemente sintetizo y transcribo pasajes de algunos estudios
que se han beneficiado de la apertura de los archivos del ex ministerio del
Interior soviético; y complemento con algunos datos. En todo sentido, debe
entenderse como complemento de la nota anterior, y de la que estoy publicando,
por partes, sobre el giro de 1928-9 y la naturaleza social de la URSS, en la
que se pone el acento en las raíces sociales y políticas de la consolidación
del régimen stalinista.
Los
treinta
En términos
generales puede decirse que en la década de 1930 se profundiza y consolida el
extrañamiento del aparato estatal con respecto al ciudadano común. Debajo de la
pantalla del “socialismo alcanzado en lo fundamental”, los obreros y campesinos
son despojados, por medio de una brutal y extendida violencia, de toda
posibilidad de influir en sus destinos, que quedan a merced del régimen
burocrático. “Esos fueron tiempos de dislocación social masiva, cuando millones
de personas cambiaron sus ocupaciones y lugares de residencia. (…) Se declaró
que era una era de lucha para destrozar el viejo mundo y crear un nuevo mundo y
un nuevo hombre. El régimen se abocó a la transformación económica, cultural y
social, llevada a cabo a través de cambios radicales sin importar el costo
humano… Castigos salvajes, peores que cualquier cosa que se hubiera conocido
bajo el antiguo régimen, fueron infligidos a los “enemigos”, y a veces
aleatoriamente en la población. (…) Los ciudadanos se sintieron a merced
de funcionarios y del régimen; especulaban sin cesar acerca de la gente ‘de ahí
arriba’ y qué sorpresas nuevas podían guardar para la población, pero se
sentían impotentes para influenciarlos” (Fitzpatrick, 1999).
Vigilancia
y terror
En ese
proceso de extrañamiento el terror, establecido a nivel de la población,
constituye una mediación esencial. Es que el miedo paraliza y ayuda a la
opresión. “La vigilancia significa que la población es vigilada; el terror
significa que sus miembros están sujetos de forma impredecible, pero en gran escala,
al arresto, ejecución y otras formas de violencia estatal”. En la URSS la
vigilancia era un recordatorio diario de la posibilidad del terror.
“Para una
sociedad, la experiencia del terror es más complicada que solo el sufrimiento
de las víctimas y sus familias, y el miedo de otros en la población de que
puedan convertirse en víctimas. La experiencia de la sociedad acerca del terror
incluye al victimario así como a la víctima, el infligir violencia y el
sufrirla. Esto también es cierto para la experiencia individual del terror; aun
personas que nunca denunciaron voluntariamente a sus compañeros ciudadanos en
la Gran Purga, no defendieron a amigos que eran acusados públicamente, cortaron
contacto con las familias de los ‘enemigos del pueblo’ y en una variedad de
formas se encontraron convirtiéndose en participantes del proceso del terror”
(Fitzpatrick, 1999).
Oleadas
de terror
Fitzpatrick
destaca que hubo varias olas de terror. Al finalizar los 1920 y el comienzo de
los 1930 las principales víctimas fueron los kulaks, los hombres de
la NEP, los sacerdotes y, en una menor
medida, los “especialistas burgueses”. En 1935, luego del asesinato de Serguéi Kírov (Su asesinato 1 de diciembre de 1934
fue el detonante de la gran represión de los años
30 o La Gran Purga.)
(Purga política. “Esta
purga (La purga de funcionarios y
educadores en el marco de la represión franquista después de la Guerra Civil Española, entre 1939 y 1945.6) no tiene que ver con el sentido de la
definición de purga. ( Antecedentes “Antes
de la Gran Purga, el término «purga» era utilizado para expresar la
expulsión masiva de miembros del Partido
Comunista de la Unión Soviética (PCUS), la purga más grande de este tipo había ocurrido en 1933 con 400 000 personas expulsadas.
Entre 1936 y 1956 al término se le
añadió no solo la expulsión sino el arresto, el cautiverio, la deportación y en
algunos casos la ejecución.” sufrieron ciudadanos de Leningrado, especialmente miembros de
las viejas clases privilegiadas y antiguos oposicionistas en el Partido
Comunista y el Konsomol. Luego vino la Gran Purga de 1937-8, focalizada
en la elite comunista, así como en la inteligentsia, además de
“sospechosos usuales”, los kulaks y gente que pertenecía a la
vieja clase dominante. Una característica fundamental fue que ahora los “enemigos del pueblo” ya no tenían un atributo específico
de clase. Supuestamente la Constitución
de 1936 proclamaba el fin de las clases antagónicas, de manera que los
enemigos ahora lo eran “del pueblo”; y cualquiera podía ser un enemigo.
Agreguemos las masivas deportaciones de nacionalidades, a partir de 1933 y
especialmente desde 1935.
Constitución
de la Unión Soviética de 1936
Constitución soviética de 1936
1936 CONSTITUCIÓN DE LA URSS (en inglés)
Artículo 58
(Código Penal de la RSFS de Rusia)
El artículo
58 del Código Penal de la República Socialista
Federativa Soviética de Rusia se puso en vigor el 25 de febrero de 1927 para detener a las personas sospechosas de actividades
contrarrevolucionarias. El artículo fue objeto de revisión varias veces, en
particular, su artículo 58-1 fue actualizado por los subapartados enumerados y
puesto en vigor el 8 de junio de 1934.
Este
artículo introdujo la noción formal del enemigo de los trabajadores: los sujetos a los artículos 58-2 al 58-13 (los del 58-1
eran "traidores", y los del 58-14 eran "saboteadores").
enemigo de los trabajadores - Enemigo del pueblo
Artículo 58
(Código Penal de la RSFS de Rusia) en inglés
Represión
sobre los obreros
“Un giro
político de finales de los 1930 que merece atención debido a su impacto en la
vida cotidiana fue el endurecimiento de la disciplina laboral con las leyes de
1938 y 1940, que introdujeron castigos más estrictos por ausentismo y
llegadas tarde al trabajo” (Fitzpatrick). La ley de 1940 imponía penas
criminales para todo trabajador que llegara 20 minutos tarde. Dado que el
transporte público no era confiable, para no mencionar el estado de los relojes
soviéticos, esto puso a cada persona empleada bajo riesgo y generó un gran
resentimiento entre la población urbana. Agrega Fitzpatrick que “el impacto
negativo de las leyes laborales fue posiblemente mayor que el de las Grandes
Purgas, o de cualquier otra cosa desde las agudas carencias de comida y la
fuerte caída de los niveles de vida al inicio de la década”.
Medidas
sociales generales
En 1934 se
dispuso el castigo de la homosexualidad con penas que iban de tres a cinco años
de trabajos forzados. Recordemos que después del triunfo de la Revolución se
habían legalizado las relaciones homosexuales voluntarias para toda persona
mayor de 14 años. Avance que se había consolidado con el Código Criminal
Soviético de 1922, donde los crímenes sexuales fueron referidos solo a las
violaciones. Junto con la prohibición de la homosexualidad, se definió a esta
como una “perversión sexual” (Gran Enciclopedia Soviética de 1936). En 1935 se
aprobó una ley que bajó la edad de responsabilidad penal a los 12 años; de esta
manera los niños recibían trato y penas de adultos. En 1936 el Gobierno emitió
un decreto por el que se hizo más difícil el divorcio: por el mismo se disponía
que las partes tuvieran que ir a la Corte y negociar. Ese año también se
prohibió el aborto, a menos que la vida de la mujer estuviera en peligro; el
aborto había sido legalizado en noviembre de 1920, y volvió a legalizarse
recién en 1955. Se lanzaron campañas oficiales de exaltación del rol de la
mujer en el hogar. Se creó un movimiento de mujeres, principalmente compuesto
por esposas de directores de empresas, funcionarios y oficiales del Ejército,
que promovió ese rol (sobre este movimiento, véase Balmas, 1999).
Además, la
represión en términos estrictamente política se combinó con la represión a
personas consideradas antisociales, tales como vagabundos, ladrones y
criminales, niños de la calle, mendigos, y otros. El régimen fue muy duro para
el conjunto de la población. Podía haber fuertes condenas por violaciones a la
exigencia de pasaporte interno, robo en una granja colectiva, además de las
violaciones a las leyes laborales, ya mencionadas. En la mayor parte de los años
los prisioneros políticos –acusados de actividades contrarrevolucionarias bajo
el ¿artículo 59? del Código
Criminal- oscilaron entre el 20 y 30% (Bell, 2011). Esto demuestra que no se
trató solo ni tal vez principalmente de los prisioneros políticos.
Por otra
parte, en 1932 se suprimió el movimiento izquierdista de “Revolución Cultural”
(que fue utilizado por Stalin entre 1928 y ese año para eliminar al ala
bujarinista; sobre esto, Fitzpatrick 1974). También se liquidó el movimiento de
comunas y colectivos obreros, que había surgido espontáneamente y aplicaba
criterios comunistas o socialistas de reparto de ingresos entre los obreros.
Había llegado a abarcar casi el 8% de los obreros industriales, y no era
controlado por los funcionarios (sobre este movimiento, véase Siegelbaum,
1986).
Los
campos y colonias de trabajo forzado
El Gulag (acrónimo de Administración Principal de
Campos de Trabajo Correctivo), es el término que se utiliza para designar
el vasto complejo de campos, colonias, prisiones y otras instituciones penales
(por ejemplo, asentamientos forzados) durante el stalinismo. Surgió en 1930 y
se prolongó hasta 1960.
El sistema
represivo era complejo, y de vastas proporciones. Por un lado estaban los
asentamientos especiales, que no eran colonias penales propiamente dichas. Se
poblaron primero con campesinos deportados; fueron 400.000 familias, o sea,
unos dos millones de personas. Más tarde llegaron varios grupos étnicos no
rusos, considerados sospechosos o traidores. Las condiciones eran muy duras, en
especial a comienzos de los 1930 (Bell, 2011).
Por otra
parte estaban los campos y colonias de trabajo forzado, cuyo crecimiento
explosivo arranca en 1930. Las Colonias de Trabajo Correctivo eran campos
penales. Se suponía que tenían prisioneros sentenciados a menos de tres años,
pero podía haber internos con sentencias más largas. Las diferencias con los
Campos de Trabajo Correctivo no eran muy claras. Estos últimos tenían
prisioneros sentenciados a tres o más años. Hacia mediados de los 1930 los
campos se habían expandido en número y tamaño y constituían la forma
predominante de confinamiento de los convictos (Ertz, 2008).
Los
internados en campos y colonias debían realizar trabajos forzados, en tanto los
deportados debían trabajar en condiciones que estaban más cercanas a las del
trabajador común. Los encarcelados no debían trabajar. Y por otra parte
hubo millones de soviéticos que estaban obligados a realizar trabajo forzado en
sus lugares de empleo, pero no estaban privados de su libertad física.
La
magnitud de la represión
Según
Ellman, entre 1928 y 1953 el número
de personas que fueron sentenciadas a prisión, campos y colonias estuvo entre 17 y 18 millones. La cifra no incluye a
los deportados, prisioneros de guerra e internados en los campos de filtración,
después de la Segunda Guerra. Tampoco a los que fueron condenados a trabajos
forzados, pero en sus lugares de trabajo habituales; aunque la cifra puede
estar un poco sesgada hacia arriba porque hay casos de doble sentencia. El número
de 17 o 18 millones no debe tomarse como medida de la represión política, ya
que incluye convictos por delitos comunes. Pero es demostrativo del carácter de
la sociedad soviética bajo el dominio de Stalin. Por otra parte, también hay
que decir que las diferencias entre detenidos por razones políticas u ofensas
criminales no siempre eran claras (Ellman, 2002).
La represión
en términos estrictamente políticos se intensificó a partir de 1934, y alcanzó
sus máximos niveles a fines de la década. En aquellos años se eliminaron
dirigentes y militantes del Partido, de los sindicatos (en 1940 fueron
expulsados 128.000 funcionarios sindicales), el Estado, el Ejército, y líderes
en todo tipo de actividades del arte y la ciencia. Según el informe Kruschov al XX
Congreso del PCUS,
de los 139 titulares y suplentes del Comité Central elegidos en 1934 (esto es,
ya bajo completo dominio del aparato stalinista), 98 fueron ejecutados,
principalmente entre 1937-8; en tanto, 1108 delegados de los 1966 delegados al
XVII Congreso fueron detenidos bajo la acusación de crímenes
contrarrevolucionarios” (citado por Rosefielde, 1996). Ellman (2002) calcula
que solo en el período 1937-1938 hubo entre 950.000 y 1,2 millones de muertos
por la represión; la mayoría por fusilamiento.
La magnitud
que alcanzó la represión a lo largo de la historia del régimen soviético puede
verse también en el siguiente dato: desde 1921 y hasta su desaparición, los sentenciados
por motivos políticos habrían sido 6 millones de personas, de las cuales entre
3 y 3,5 millones habrían muerto fusiladas o en los campos de detención (Ellman,
2002, en base a archivos oficiales).
“Autocríticas”,
delaciones, aislamiento social, terror
Dice
Fitzpatrick sobre las acusaciones y detenciones en los 1930: “El señalamiento
en las reuniones de ‘autocrítica’ en oficinas y empresas, la acusación pública
en periódicos, y la denuncia privada de ciudadanos estaban dentro de los
mecanismos de selección. Las cadenas de asociaciones también fueron muy
importantes. La NKVD [Ministerio del Interior] arresta a una persona y la
interroga preguntando el nombre de sus socios criminales; cuando
finalmente se quiebra y da algunos nombres, estos serían a su vez detenidos y
el proceso continuaba. Cuando alguien era arrestado por ‘enemigo del pueblo’,
familia, amigos y compañeros de trabajo, todos se convertían en candidatos de
alto riesgo”.
“Cualquiera
cuyo nombre estaba en alguna de las listas sobre características dudosas
–antiguos oposicionistas, ex miembros de partidos políticos, ex curas y
sacerdotes, ex oficiales del Ejército Blanco, y similares- que mantenían las
organizaciones locales, era pasible de ser señalado en aquel tiempo. En las
aldeas, las familias que habían perdido un miembro durante la deportación de
comienzos de los 1930, tenían elevada probabilidad de sufrir otra en 1937-8. En
las fábricas, trabajadores que habían huido de las aldeas para escapar de la
dekulakización unos pocos años antes, eran pasibles de ser ‘desenmascarados’
durante la Gran Purga. En las universidades, estudiantes eran denunciados como
elementos ‘socialmente peligrosos’ por haber tenido padres kulaks o
haber sido criados por un comerciante”. (…)
“Para los
comunistas y miembros del Konsomol (organización juvenil), cualquier mancha de
una anterior asociación con las oposiciones de los 1920, contactos con
oposicionistas, pasadas reprimendas partidarias, suspensiones o expulsiones del
Partido, podían ser reflotadas de nuevo en 1937-8, ya fuera por señalamiento en
las reuniones o denuncias secretas (…) Un hombre que, en el espíritu del deber
partidario, había denunciado a su suegro como un kulak años
antes era expulsado del Partido por sus conexiones con elementos ‘ajenos’ en
1937”.
El terror se
expandía tanto por los que denunciaban a otros, como por los que eran
portadores de la plaga y contaminaban a los que entraban en contacto ellos. El
clima que se respiraba era de recelo y miedo. Un testigo de la época, citado por
Fritzpatrick: “El menor incidente era fatal. Tu esposa tiene una discusión con
su vecino y ese vecino escribirá una carta anónima a la NKVD y estarás en
problemas”.
Una
dimensión humana muchas veces pasada por alto: “Las esposas de los ‘enemigos’
más importantes también eran arrestadas, y sus hijos enviados (con otros
nombres) a orfanatos si los parientes no se presentaban inmediatamente y
(arriesgándose) no asumían la guarda legal. Las esposas de detenidos menos
importantes conservaban la libertad, pero tenían grandes dificultades para
mantener sus trabajos a causa del destino de sus maridos. (…) Los hijos de los
padres arrestados eran pasibles de ser expulsados de la universidad o incluso
del colegio de secundaria luego de una ritual humillación pública de sus pares,
ante la cual algunos trataban de defender a sus padres. (…) A pesar de lo que
sintieran en privado los amigos, parientes por fuera del círculo familiar
inmediato y colegas acerca de la culpabilidad de los arrestados, el
comportamiento prudente era cortar todo contacto. Era lo que hacía casi toda la
gente, dejando a la familia aislada”.
Xenofobia,
nacionalismo y limpiezas étnicas
Aunque se
suponía que la colectivización no tendría una dimensión étnica, en la práctica
rápidamente evolucionó hacia ella (Martin, 1998). Es que en muchos lugares los
que perdían con el quiebre de la NEP tomaban revancha contra grupos
étnicos. Por ejemplo en Kajastán los rusos se vengaron en los vulnerables
kazajos nómades. En Ucrania la opinión popular consideraba a los alemanes
como kulaks. También los polacos eran identificados con kulaks.
Este sentimiento llevó a que durante la colectivización alemanes o polacos
fueran tratados de manera especialmente ruda. Tratamientos similares inspiraron
el desarrollo de movimientos de emigración menores entre 1929 y 1930 de
minorías “occidentales”: polacos, finlandeses, griegos, estonios, lituanos,
checos, suecos, búlgaros. En el Extremo Oriente de la URSS la colectivización
también incrementó las tensiones étnicas; la violencia anti-coreana y
anti-china se incrementó dramáticamente entre 1928 y 1932 (Martin). De manera
que la colectivización exacerbó la xenofobia y las rivalidades nacionales.
A partir de
1933 y hasta 1953 predominaron las deportaciones en masa basadas en
clasificaciones étnicas. Utilizando una terminología actual, se trata de
limpieza étnica. Por limpieza étnica entiende la remoción forzada de una
población étnicamente definida de un territorio dado (Martin). A finales de
1933 el Politburó decretó la deportación de toda la ciudad cosaca Kuban de
Poltava acusada de “sabotaje en la entrega de grano”. En los dos meses
siguientes otras dos ciudades cosacas Kuban fueron deportadas. En total unos
60.000 cosacos Kuban fueron deportados acusados de sabotajes en la entrega del
grano y sabotaje kulak. Pero las deportaciones kulaks nunca
habían comprendido ciudades enteras (idem). Esta deportación marcó la
transición desde deportaciones basadas en divisorias de clase a deportaciones
étnicas.
Solo entre
1935 y 1938 al menos nueve nacionalidades soviéticas fueron sometidas a
limpieza étnica: polacos, alemanes, finlandeses, estonios, latvianos, coreanos,
kurdos, chinos e iraníes (Martin). Las limpiezas étnicas se extendieron a todas
las fronteras de la URSS. Los campesinos deportados de las zonas fronterizas
eran reemplazados por soldados del Ejército Rojo desmovilizados. “El proyecto
nacionalista de hacer coincidir las fronteras estatales con las fronteras
étnicas parecían implicar la asimilación, la segregación o la limpieza étnica”
(Martin).
Aunque no
entre en el período en que nos hemos focalizado, destaquemos que luego de la
retirada del Ejército alemán en 1943-4 el Estado soviético deportó a tártaros
de Crimea, calmucos, cechenos, inguses, balkarios, karachais y turcos mesketios
al Asia Central bajo el cargo de “traición colectiva”, esto es, haber ayudado a
los nazis. Además, entre 1944 y 1953 fueron deportados kurdos, armenios
musulmanes, griegos, búlgaros, armenios de la region del Mar Negro, e iraníes
desde las regiones fronterizas en Crimea y Transcáucaso.
Precisiones
sobre la represión nacional
“Oficialmente
se proclamaba la amistad entre los pueblos dentro de la Federación soviética, y
se repudiaba el racismo. Sin embargo el Estado, especialmente entre 1937 y
1953, no solo reprimió fuertemente expresiones de nacionalismo que consideraba
peligrosas, sino también deportó grupos nacionales enteros. A poblaciones
particulares se les endilgó poseer rasgos inmutables que poseían todos los
miembros del grupo y que pasaban de generación en generación. Estos rasgos
particulares podían ser fuente de elogio y poder, como sucedía con los rusos, o
llevar a deportaciones y relocalizaciones forzadas en condiciones horrendas.
Bajo el régimen de Stalin se practicaron, aunque de manera intermitente e
inconsistente, políticas raciales sin el concepto y la ideología abierta de
raza. Esto no quiere decir que la URSS haya sido un régimen racista, como la Alemania
nazi o Sudáfrica bajo el apartheid. No fue una política sistemática, y hubo
períodos en que se dio completa libertad a los mayores de 16 años para elegir
la nacionalidad que deseaban. Pero en los 1930 hubo grupos nacionales que
fueron considerados enemigos del socialismo y “racializados”, en el sentido de
que sus características sospechosas eran atribuidas a todos sus miembros. La
raza está presente cuando a un grupo de la población es visto poseyendo
características que son indelebles, inmutables y trasgeneracionales (Weitz,
2002).
Ejecuciones
de las “operaciones nacionales”
Según las
estadísticas de los archivos de la antigua KGB de Moscú, desde julio de 1937 a
noviembre de 1938 un total de 335.513 individuos fueron convictos en las
operaciones nacionales; es el 21,4% del total de convictos. De las 681.692
ejecuciones durante el período 1937-8, las correspondientes a operaciones
nacionales fueron 247.157; el 36,3%. De todos los arrestados en las
“operaciones nacionales”, el 73,7% fueron ejecutados, un porcentaje mucho más
elevado que los correspondientes a las otras categorías de detenidos (Martin).
La
violencia de las limpiezas étnicas
“Las
operaciones [de traslados masivos] eran altamente organizadas, y Stalin era
informado a diario sobre su progreso. Tropas del NKVD (Ministerio del Interior)
arribaban con amplia exhibición de los símbolos de poder que disponían…
Sellaban la ciudad o el barrio, luego iban puerta por puerta informando a la
gente que tenían 45 minutos (a veces menos) para reunir sus pertenencias. A
veces simplemente sacaban a las personas de los campos o fábricas. Las personas
eran acarreadas en camiones y luego en vagones de carga sellados, donde a veces
languidecían durante un mes antes de ser depositados a cielo abierto en el lugar
de deportación. Luego del traslado de la gente, se cambiaban los nombres del
lugar, se destruían edificios, y se pasaban topadoras en los cementerios en un
esfuerzo por borrar los signos visibles del pueblo y la cultura que una vez
habían existido. En muchos transportes cerca del 50% eran niños o ancianos.
Existe evidencia de que personas que estaban muy débiles para moverse eran
simplemente ejecutados y los cuerpos de aquellos que morían en los
superpoblados vagones eran arrojados fuera del tren. En 1948 la tasa de
mortalidad de las 600.000 personas deportadas del Cáucaso entre 1943 y 1944
había alcanzado el 25%” (Weitz, 2002).
En
conclusión, hacia
finales de los 1930 las masas trabajadoras estaban muy lejos de una
movilización revolucionaria –creación de soviets, levantamientos campesinos,
control obrero, formación de milicias, confraternidad entre obreros y soldados,
toma del poder, confianza en los revolucionarios- como la que había sacudido al
mundo en 1917. La situación era la opuesta. No cabe por eso hablar de
“profundización” alguna de las tradiciones de Octubre. Termino con este pasaje
de El cero y el infinito, en el que Rubashov, viejo bolchevique, que había
pertenecido al aparato y es procesado, interpela a los burócratas:
“¿Es que
realmente creen que el pueblo está detrás de ustedes? Los soporta, callado y
resignado, igual que soporta a otros en otros países, pero no hay ninguna
respuesta en sus entrañas. Las masas se han vuelto otra vez sordas y mudas, se
han convertido en la gran incógnita silenciosa de la historia, tan indiferente a
los sucesos como lo es el mar a los barcos que surcan su superficie. Cada luz
que pasa se refleja en sus ondas, pero debajo hay oscuridad y silencio. Hace
mucho tiempo, ‘nosotros’ removimos esas profundidades, pero eso se acabó”.
Bibliografía:
Balmas Neary, R, (1999): “Mothering Socialist Society: The Wife-Activists Movement and the Soviet Culture of Daily Life, 1934-41”, Russian Review, vol. 58, pp. 396-412.
Bell, W. T. (2011): “The Gulag and Soviet Society in Western Siberia, 1929-1953”, Tesis, Universidad de Toronto.
Ellman, M. (2002): “Soviet Repression Statistics: Some Comments”, Europa-Asia Studies, vol. 54, 1151-1172.
Ertz, S. (2008): “Making Sense of the Gulag: Analyzing and Interpreting the Function of the Stalinist Camp System”, Political Economy Research in Soviet Archives, University of Warwick, Working Paper 50.
Fitzpatrick, S. (1974): “Cultural Revolution in Russia 1928-32”, Journal of Contemporary History, vol. 9. pp. 33-52.
Fitzpatrick, S. (1999): Everyday Stalinism Ordinary Life in Extraordinary Times. Soviet Rusia in the 1930s, Oxford University Press.
Koestler, A.: El cero y el infinito, Buenos Aires, Emcé.
Martin, T. (1998): “The Origins of Soviet Ethnic
Cleansing”, Journal of Modern History,
Vol. 70, pp. 813-861.
Rosefielde, S. (1996): “Stalinism in Post-Communist Perspective: New Evidence on Killings, Forced Labour and Economic Growth in the 1930s”, Europe-Asia Studies, vol. 48, pp. 959-87.
Rosefielde, S. (1996): “Stalinism in Post-Communist Perspective: New Evidence on Killings, Forced Labour and Economic Growth in the 1930s”, Europe-Asia Studies, vol. 48, pp. 959-87.
Siegelbaum, L. (1986): “Production Collectives and Communes and the ‘Imperatives’ of Soviet Industrialization, 1929-1931”, Slavic Review, vol. 45, pp. 65-84.
Weitz, E. D. (2002): “Racial Politics without the Concept of Race: Reevaluating Soviet Ethnic and National Purges”, Slavic Review, vol. 61, pp. 1-29.
Descargar el
documento: [varios formatos siguiendo el link, opción Archivo/Descargar
Como]:
Represión stalinista en la URSS en los 1930
Represión stalinista en la URSS en los 1930
Anterior
“Una falta de verdadera
humanidad comunista”
A partir de
una crítica que realicé a la censura “socialista” (aquí, aquí y aquí), se me ha calificado de “tonto
pacifista” por haber cuestionado la brutalidad de la colectivización forzosa en
la URSS. Recuerdo que la colectivización
habría costado entre seis y siete millones de muertes. El tema no es menor.
En una nota que consta de varias partes, que estoy publicando de a poco en el
blog, intento explicar por qué la colectivización y la industrialización
acelerada significaron el quiebre definitivo de cualquier posibilidad de poder
real de los obreros y campesinos en la Rusia soviética.
Pero no es
esto lo que quiero tratar en esta nota, sino una cuestión mucho más elemental.
Sostengo que es una aberración, una contradicción en los términos, pretender
construir una sociedad libre de toda explotación y opresión sobre la base de
millones de cadáveres. Por supuesto, una revolución tiene todo el derecho y el
deber de defenderse de sus enemigos. Pero esto es una cosa, y otra muy distinta
es imponer el socialismo a sangre y fuego a millones de campesinos, artesanos,
pequeños propietarios u obreros “atrasados y ganados por la ideología
pequeño-burguesa”. Y la colectivización en la URSS fue precisamente
eso, un gigantesco intento de imponer el socialismo a fuerza de represión,
generando un drama humano de proporciones inimaginables. Millones de vidas
humanas se perdieron por la hambruna; otros muchos millones sufrieron la
represión, de una u otra forma, y cientos de miles murieron. Durante la
colectivización, el escenario de las deportaciones fue sencillamente horroroso.
Tomo algunos pasajes de lo que publicaré en próximas entradas:
“El
número de los deportados en 1930 es considerable. Trenes enteros, llamados por
los campesinos ‘trenes de la muerte’, llevan a los deportados hacia el norte,
las estepas y los bosques. Muchos mueren en el trayecto de frío, hambre o
epidemias” (Bettelheim, 1978, citando un testigo). “Los preparativos para la
deportación –transporte, alojamiento, comida, ropa, medicinas- parecen haberse
hecho en simultáneo con las deportaciones. Los resultados fueron catastróficos.
Se desataron epidemias en los “asentamientos especiales”, golpeando a los muy
jóvenes y a los ancianos. De acuerdo a un informe de julio de 1931, para mayo
de ese año más de 20.000 personas habían muerto solo en la región norte”
(Viola, 1996).
Un
registro del drama se encuentra en el diario de Alejandra Kollontai, embajadora de la URSS en Noruega
cuando la colectivización. Antigua oposicionista de izquierda, en 1927
Kollontai se había alineado con Stalin contra Trotsky y Zinoviev. Un huésped, a
quien no identifica en su diario, camarada del Partido que acababa de
participar en el XVI Congreso, le describe las consecuencias de la orden de
Stalin, de enero, de colectivizar rápidamente. El huésped había acompañado
trenes cargados de kulaks deportados en el invierno de 1930.
Kollontai desespera por las historias de desdichados campesinos, “niños,
padres, los ancianos y los enfermos, todos arreados en carros como ovejas…
Tomaron gente de aldeas prósperas, kulaks, por supuesto, pero de todas
maneras personas, no ganado”. La helada era tal que “los niños morían en los
brazos de sus madres y eran arrojados de los carros en montones de nieve,
mientras sus madres lloraban… No pude dormir después que se fue: madres y niños
hambrientos aparecían ante mí… nadie tiene el derecho de matar de hambre a la
gente o aumentar innecesariamente sus sufrimientos. ¿Cuántos niños murieron y
por qué? Torpe, estúpido, una falta de verdadera humanidad comunista”
(citado por Farnsworth, 2010; énfasis agregado).
Es
significativo que a partir de esta sangrienta divisoria de aguas, ya no hubo
posibilidad de involucrar a los campesinos “colectivizados” en cualquier
proyecto que oliera siquiera a socialismo. Como tampoco lo hubo en la
industria, luego de la industrialización impuesta con represión a escala
masiva. Es que el policía stalinista puede obligar a actuar de determinada
manera, pero no puede dominar las mentes. El campesino fue obligado a entrar en
una granja colectiva, pero no por eso los medios de producción pasaron a ser
controlados por los productores, ni estos adhirieron al socialismo. Por
el contrario, mantuvieron una permanente actitud de resistencia, más o menos
pasiva, u hostilidad hacia el Estado. Es el desemboque inevitable del método
bestial. Son las heridas que dejan las “construcciones socialistas” sobre
montañas de cadáveres, y que jamás cicatrizan. Para ponerlo con un ejemplo
menos dramático: el burócrata censura y prohíbe a los Rolling Stones, pero no
puede anular el gusto por los Rolling Stones en millones de seres humanos que
piensan y gustan con sus cerebros, y no con los del burócrata. Son casos
históricos, pero actuales porque interpelan programas y proyectos que
deberían ser actuales.
Parafraseando
a Marx, digamos que el socialismo debe convocar al hombre a pensar, a obrar y a
organizar su sociedad como hombre que sepa girar en torno a sí mismo y su yo
real. Pero esto es imposible si en la sociedad se ha entronizado el miedo, la
delación, la hipocresía, el doble discurso, o el cinismo del burócrata que
habla de socialismo y se enriquece a manos llenas. Con lo que ha sucedido en
los “socialismos reales”, ¿no pueden entender algo tan elemental los defensores
de las burocracias?
Rosa Luxemburgo. La Revolución Rusa
Escrito: 1918
La realidad
es que por el camino de la brutalización de las relaciones humanas, solo se
construirá un futuro de gulags. Eliminar las clases sociales es acabar con las
relaciones sociales que dan lugar a la explotación del hombre por el
hombre. No es acabar físicamente con todo aquel que no sea proletario y
no tenga carné de comunista. Y no habrá recomposición política e ideológica
del socialismo mientras no se arreglen las cuentas con ese criterio del “todo
vale porque estamos construyendo el futuro”. En una nota anterior sobre Cuba,
escribí:
… la
transición al socialismo no se hace con “hombres nuevos”, sino con seres
humanos comunes, de carne y hueso. En particular, porque los procesos sociales
–que involucran cambios en puntos de vista, ideologías, prácticas sociales y
costumbres arraigadas durante siglos- son necesariamente lentos, y porque las
conciencias y voluntades no pueden ser dirigidas “desde las cumbres de la
dirección iluminada con la ciencia del marxismo leninismo”. (…) “Las premisas
de que partimos no tienen nada de arbitrario, no son ninguna clase de dogmas,
sino premisas reales, de las que solo es posible abstraerse en la imaginación.
Son los individuos reales, su acción y sus condiciones materiales de vida,
tanto aquellas con que se han encontrado como las engendradas por su propia
acción” (Marx y Engels, La ideología alemana, Ediciones Pueblos Unidos, p.
19). Hoy el punto de partida son esos individuos reales que viven y han vivido
el “socialismo real”, con sus historias y sus experiencias, con su lucha
cotidiana por la supervivencia y sus sueños y aspiraciones, y no el idealizado
“hombre comunista”, forjado en la imaginación del intelectual de izquierda que
todo lo justifica en su nombre.
Por
eso, debemos recuperar al comunismo como un humanismo. Y no me
vengan con la pavada de que me falta “endurecerme en la lucha de clases”. Por
supuesto, soy un “intelectual pequeño burgués”, como reza el discurso
partidario usual, pero he vivido (en 1976) el descenso a los infiernos de las
desapariciones forzadas, la tortura y la muerte, y no hay nada de esa
experiencia que me haya “endurecido” como para renegar del humanismo socialista.
Si queremos cambiar el mundo, no es para convertirlo en un infierno para la
“otra mitad” que no está de acuerdo con el socialismo.
Todo esto
implica superar esa indiferencia del que se ve a sí mismo por encima
del sufrimiento humano porque se cree cumpliendo una “misión histórica”.
Hay que dejar atrás ese argumento deshumanizante. Al respecto, un periodista
norteamericano, citado por Viola, comenta una carta que le había enviado una
activista de la colectivización en Rusia, y le llama la atención que no tuviera
alusión alguna a la convulsión que padecía el campo. “Revolucionaria sin pasión
como era, no podía estar preocupada con el daño al individuo. No era que le
pasara inobservado, pero no le generaba ninguna simpatía. (…) Su mente y
corazón estaban fijos en las glorias del mañana, como ella las visualizaba, y
no en los padecimientos de hoy”. Y agrega Viola, sobre el sentimiento en la
militancia comunista: “Las deportaciones forzadas y las expropiaciones de
cientos de miles de familias campesinas indefensas eran explicadas por
necesidad revolucionaria. Los terribles sufrimientos experimentados por gente
apretujada como ganado en carros en su camino al exilio o enfermos o muriendo
de enfermedades que llovían a cántaros en los asentamientos especiales, eran
consideradas necesidades revolucionarias”.
Hay que decirlo
con todas las letras: así no se construye ninguna “gloria del mañana”; como lo
ha demostrado la suerte ulterior de la URSS y de los otros socialismos
“reales”. Todo esto pone en evidencia que lo que está en la médula de los
debates sobre la censura o el “precio” de la colectivización soviética son
diferencias en torno al porqué luchamos. En definitiva, en muchos el problema
pasa por “una falta de verdadera humanidad comunista”.
Textos
citados:
Betttelheim, C. (1978): La lucha de clases en la URSS. Segundo período (1923-1930), México, Siglo XXI.
Betttelheim, C. (1978): La lucha de clases en la URSS. Segundo período (1923-1930), México, Siglo XXI.
Farnsworth, B. (2010): “Conversing with Stalin, Surviving the Terror: The Diares of Aleksandra Kollontai and the Internal Life of Politics”, Slavic Review, vol. 69, pp. 944-970.
Viola, S. (1996): Peasant Rebels under Stalin. Collectivization and the Culture of Peasant Resistance, Oxford University Press.
Descargar el
documento: [varios formatos siguiendo el link, opción Archivo/Descargar
Como]:
“Una falta de verdadera humanidad comunista”
“Una falta de verdadera humanidad comunista”
Contra la
censura “socialista” en el arte
Marx
sobre la censura y algunas reflexiones
Respuesta
de Razón y Revolución a la nota contra la censura
https://rolandoastarita.blog/2016/03/28/respuesta-de-razon-y-revolucion-a-la-nota-contra-la-censura/
Victor Serge. Memorias de un revolucionario
Una
explicación histórica del estalinismo
Los
muertos de Stalin
Datos de
Viktor Zemskov
Crítica
del "libro negro del comunismo"... realmente negro
Foto del
libro es español
·
Estafa histórica, estafa
·
A matar las ideas o el demócrata fascista
·
Un pedacito de historia verdadera
·
La revolución y el diablo
·
Nazismo y comunismo
·
Reacción política y capitalismo
·
No hay peor ciego...
·
Una empresa frustrada
·
Democracia y revolución
· Bolchevismo, es decir, comunismo y
stalinismo
Notas
Genocidio
y trabajo esclavo en la URSS stalinista
Por Pablo
Rieznik
“Notas:
R. W. Davies:
"Torced Labour Under Stalin: The Archive Revelations
R. W. Davies: Trabajo forzado bajo Stalin: Las
revelaciones del archive”
Daniel
Bensaïd
1997
Comunismo
y estalinismo
Una respuesta
al Libro negro del comunismo
Daniel
Bensaïd Comunismo y estalinismo Una respuesta al libro negro del comunismo
19 de abril
de 2012
Acaba de
publicarse en español, el libro que, sobre el final del 97, provocó
un enorme revuelo en el continente europeo y, en particular en Francia, el país
en el cual fue originalmente editado por sus autores. Su impacto tuvo un
alcance mediático muy extenso, con notas, artículos y entrevistas del más
diverso carácter en la prensa escrita, en las radios y en la televisión. Hasta
el presidente de la República el socialista Lionel Jospin se vio obligado a
intervenir en la polémica.
La obra
tiene un volumen monumental son casi 900 páginas y una pretensión acorde: se
propone demostrar científicamente que el comunismo es el responsable de los
mayores crímenes de la historia de la humanidad, levantando un tabú que habría
escamoteado hasta el momento una evidencia tan cierta y verdadera como la
transparencia del agua pura. En su apego a la investigación y a la mera
difusión de los hechos, el titulado El libro negro del comunismo (1) no vacila en cuantificar: 100.000.000 de cadáveres serían el
testimonio, en el siglo XX, de un caso excepcional, por su "dimensión
criminal, de un régimen político sin precedentes en el largo recorrido de la
civilización", dada su naturaleza específica que "erigió
(precisamente) el crimen en masa como forma de gobierno".
Estafa
histórica, estafa
El fraude,
sin embargo, es tan monumental como la extensión de la obra y la verdadera
operación de prensa con la cual fue lanzada como negocio editorial y como
campaña política. No hay una sola idea original en todo el trabajo, que es una
colección de artículos de varios autores, coordinados por un renegado ex
maoísta, de nombre Stèphane Courtois. La pretensión de agregar algo nuevo
en función de la consulta de archivos ahora disponibles en Rusia es
absolutamente falsa y siquiera se ocupan de indicarlo, al margen del autobombo
que, al respecto, se hace en la introducción. El libro negro repite lo que
innumerables textos, autores, folletos y libelos dijeron en los últimos 80 años
y, en particular, la saga de obras anticomunistas elaboradas y/o financiadas
por la CIA y los servicios yanquis aunque, como señaló algún comentarista, con
el nivel propio del Readers Digest de la década del 50 (2).
A pesar de su extensión, no estamos
frente a una obra de largo aliento. Fue elaborada a las apuradas, en tres años
con el propósito de que su lanzamiento coincidiera con el 80º aniversario de la
Revolución de Octubre y con el aditamento propagandístico de reclamar un Juicio
de Nüremberg para el comunismo. Llegados a este punto, los propios autores
debieron retroceder. Cuando semejante propuesta fue alentada por el dirigente
fascista francés Jean Marie Le Pen, temieron que su propio negocio se
derrumbara, hundiendo todo el marketing del operativo montado: la defensa de la
democracia ante el totalitarismo. De todos modos, el asunto no quita un gramo a
las conclusiones fascistoides de El libro negro (sic), como tendremos
oportunidad de verificarlo.
La
pretensión de constituirse en una expresión de "historia científica"
es una farsa, inclusive en términos formales. El texto, en este sentido, escapa
a las normas académicas más vulgares. La extensión de los capítulos (están
divididos por continentes y países) en los cuales se desenvolvieron los
crímenes es completamente arbitraria, carece totalmente de unidad y, de un modo
general, no se señalan las fuentes utilizadas ni se revela o polemiza con los
estudios y la extensa bibliografía sobre el tema. El tono monocorde y la
pontificación sin fundamento que recorren toda la obra recuerdan el tono
staliniano de la producción literaria de la vieja URSS aunque, obviamente, con
un ángulo distinto (ya veremos, asimismo, otras coincidencias más
significativas). No hay en, realidad, ninguna historia sino un inventario de
asesinatos sin ton ni son, en una contabilidad completamente ridícula donde un
muerto en la guerra civil, un muerto por hambre, un muerto bajo el terror
stalinista, la ejecución de un torturador, en cualquier latitud y en cualquier
época, se suman de un modo absurdo (3).
Esta misma
contabilidad es un puro golpe publicitario. Cuando el organizador de El libro
negro fue interrogado sobre cómo llegaba a la "shockeante" cifra de
100 millones de muertos por los comunistas, que no surge de los propios textos
reunidos en la obra, respondió sin sonrojarse que se trataba de una "estimación personal". Para
calificar semejante estimación, téngase en cuenta que en ella se incluyen, por
ejemplo, a las víctimas de las guerras imperialistas, como es el caso de Corea;
de modo tal que los coreanos muertos por los marines norteamericanos son parte
del genocidio de los comunistas que serían los causantes de la guerra. En
China, el absurdo llega al paroxismo porque la mayor parte de los muertos son el
resultado de hambrunas provocada por... los comunistas. Esto cuando lo poco que
cualquier individuo sabe sobre China es que la Revolución del 49 logró una
solución sin precedentes a la escasez alimentaria que diezmó históricamente al
pueblo de este país continental. Con relación a Cuba, se habla de 15.000 a
17.000 muertos ante los pelotones de fusilamiento de Castro y Guevara; una
cifra que, al margen de cualquier otra consideración, multiplica en casi diez
veces las víctimas de los tribunales revolucionarios, encargados del juicio a
los esbirros de Batista y el imperialismo yanqui, que organizó la invasión a la
isla en 1961. En el mismo texto, luego de citar como fuente a Amnesty International, se habla de la
existencia de 12.000 a 15.000 presos políticos en la misma Cuba a mediados de
los años 80. Para esa época, los informes oficiales de Amnesty denuncian una
cifra total de 450 detenidos por "razones de conciencia" (4).
A matar
las ideas o el demócrata fascista
Toda esta
grosera falsificación de los hechos, cuya sola denuncia podría superar las
páginas del propio El libro negro, tiene un propósito de naturaleza
inconfundiblemente nazófila. Porque sucede que, después de la cuenta macabra y
puestos a tratar de explicar lo que sería un desvarío loco de la humanidad, la
explicación oficial del libro para semejante carnicería es una sola: se trata
de las consecuencias de una teoría y aun de un hombre, de la "voluntad de Lenin
de poner en práctica su idea sobre la construcción del socialismo". Este
es el "auténtico motor del terror": la "ideología
leninista" (5) e inclusive "la idea misma de la revolución" (6).
Naturalmente El libro negro, en función de esto, protesta contra "los
activos grupos revolucionarios... que se expresan con toda legalidad"
(sic), buscando dejar claro que si las "ideas" matan, lo primero que
debiéramos hacer es matar a las ideas, proscribiendo en masa a sus portadores.
Un argumento de este tipo tiñó el accionar de los Pinochet y Videla que, como
se sabe, al igual que los autores de El libro negro justificaron su acción en
nombre de la democracia y de la tradición occidental y cristiana. Uno de los
prohombres de la derecha argentina Alvaro Alsogaray acaba de justificar el
secuestro y robo de niños en la Argentina del 70 porque los militares debían
evitar que las criaturas volvieran a sus familias para "ser educados como
guerrilleros".
Pero, claro,
El libro negro es un libro a la mode, lo que significa que sus planteos más
reaccionarios deben disfrazarse de democráticos y centroizquierdistas. Para
justificar sus anatemas, el mentor de la obra no vacila en apelar al anarquismo
y a teóricos o representantes de la socialdemocracia, mientras declara su repudio
a la extrema derecha. En su visión groseramente maniquea, Courtois divide el
mundo entre Lenin, el criminal, y el resto de la humanidad, partidaria de la
paz y la democracia; entre los cuales deberíamos sumar a Bakunin y a Kautsky,
convenientemente citados por el ex
maoísta. Rescata por eso al "marxismo de la IIª Internacional" y,
jugando a presentarse como historiador, nos informa de sus bondades puesto que
ya "en vísperas de la Guerra del 14, (el socialismo segunda
internacionalista)
se orientaba hacia soluciones pacíficas sustentadas en la movilización de masas
y en el sufragio universal" (7). Semejante afirmación es propia, no de un
historiador sino de un delincuente: la Primera Guerra Mundial se transformó en
una enorme carnicería imperialista sólo por medio de la colaboración de... la
socialdemocracia, en particular del partido alemán que Kautsky, entre otros,
encabezaba y que votó los créditos de guerra el 4 de agosto del 14 en beneficio
del Kaiser y la burguesía alemana. Los criminales reagrupados en torno de Lenin
son los que denunciaban la guerra intercapitalista, pregonaban la paz y
llamaban a los trabajadores a liquidar no a sus hermanos de clase sino a acabar
con el dominio de los explotadores.
Un
pedacito de historia verdadera
Fue la
incondicional oposición contra la guerra imperialista, a favor de la paz entre
los pueblos, lo que constituyó el factor decisivo en la conquista del poder por
parte de los bolcheviques. Cuando el zar es derrocado, en febrero de 1917, los
demócratas y buena parte del propio partido bolchevique son partidarios de
mantener a Rusia en el bloque anglofrancés para seguir la guerra, por supuesto,
ahora en nombre de la... democracia. Era, apenas, una excusa de los hipócritas
demócratas rusos (la hipocresía democratizante tiene un carácter general en
nuestra época): la democracia suponía la revolución agraria y la entrega del
poder a las instituciones que expresaban la movilización de masas que liquidó al
zar, es decir, los soviets. Pero era esto precisamente a lo que se oponía el
gobierno democrático que, entre febrero y octubre, tomara la forma de
kerenskismo (por Kerensky, socialdemócrata que llegará a la jefatura del
entonces gobierno provisional). Cuando Lenin y los bolcheviques toman el poder,
lo primero que concretan es el ofrecimiento de paz, una paz sin anexiones, a
los carniceros del imperialismo germano. Ahí tenemos, pues, al Lenin...
criminal.
¿Qué le
importa, sin embargo, la historia al historiador Courtois? Un año después de la
publicación de su libro, nos acaba de resumir su versión sobre el punto:
"mientras que la revolución de febrero de 1917 vio emerger estructuras
democráticas y una reorganización espontánea de las relaciones sociales en el
campo, es el putsch de Lenin y los bolecheviques el que quebró las esperanzas
nacidas de esta revolución. En el sentido literal del término, Lenin fue un
putschista contrarrevolucionario que debe ser considerado como uno de los
principales responsables de la tragedia rusa en el siglo XX, el reintroductor
de una nueva forma de servilismo, tanto de los obreros como de los
campesinos" (8). Sin saberlo u, ocultándolo, el demócrata-fascistizante retoma aquí una de las tesis de la
historiografía-ficción del stalinismo: la de la llamada teoría de la revolución
por etapas, según la cual, precisamente, la revolución de febrero de 1917 fue
una revolución democrática; cuando lo cierto es que llevó al poder a la
burguesía, incapaz de asegurar las condiciones elementales del régimen
democrático. Como en el caso de Courtois, la versión stalinista no está fundada
por el apego a la historia o idea alguna de cualquier carácter; surgió apenas
como un expediente para combatir al bolchevismo, es decir, a Trotsky y la oposición
de izquierda y, por sobre todas las cosas, para justificar la colaboración del
stalinismo con la burguesía en el caso de la revolución china (1927).
Recordemos que, en función de esto, Stalin llegó a designar al
demócrata-fascistizante Chiang Kai-shek como presidente de la Internacional
Comunista stalinista.
La
revolución y el diablo
Un punto
alto y relevante de la estafa de El libro negro se plantea casi de pasada
cuando, en menos de un renglón, Courtois tiene que admitir que "hasta el
momento, los crímenes del comunismo sólo habían sido denunciados (entre otros),
por los disidentes trotskistas". Algo que no le impide incluir poco
después a Trotsky entre los mismos criminales; una evidencia de la seriedad y
rigor con la cual los autores pretenden hacer pasar al mamotreto como obra de
ciencia.
Este
procedimiento por medio del cual se suman así como así víctimas y victimarios,
es típico de la impostura del demócrata fingido, que juzga los hechos desde el
sillón en el que escribe o desde el cual le
pagan para que escriba y desde el cual observa como un espectador lo que
sucede arriba y abajo, a izquierda y derecha como si el escriba y su sillón
fueran el centro mismo de la historia. Así han juzgado nuestros demócratas, por
ejemplo, los crímenes sin igual de los 60 y los 70 en América Latina. Un
extremista por aquí, otro por allá; un terrorista o guerrillero a la izquierda,
un represor o un torturador a la derecha; un violento arriba, un revolucionario
desbocado abajo. En el medio, siempre el sillón y su escriba, o el político
correspondiente, el que pontifica contra todos los totalitarismos, el que
rechaza los extremos definidos a su arbitrio, el que esboza teorías sobre los
"dos demonios", el que juega a colocar los soldaditos del fascismo de
un lado y los del comunismo del otro y repudia a ambos porque le afecta una
digestión tranquila y sus propios negocios o placeres con la democracia. Una
democracia que no tiene nombre, que no reviste contenido social, que carece de
historia porque es como una divinidad abstracta que la humanidad hubiera
perseguido siempre, forzada por una compulsión indefinible. Pero no es todo,
puesto que los demócratas juegan al "justo medio" en tanto su neutralidad
es apenas de papel: sin su colaboración directa o indirecta los fascistoides y
dictadores criminales no hubieran progresado como lo sabe cualquier historiador
serio, entre los cuales, debemos excluir, naturalmente, a nuestros criticados
en esta oportunidad.
El libro
negro no puede ni aproximarse a la historia real porque su función ideológica
es distorsionarla en función del macartismo barato que informa toda su
configuración. Por este motivo el historiador Courtois tiene que ocultar, por
sobre todas las cosas, a un personaje clave en la historia de este siglo y de
los acontecimientos que ocupan al propio El libro negro. Nos referimos, claro
está, a León Trotsky. En contrapartida, la culpa de todo es de un solo
individuo, loco y endiablado, sediento de poder y de sangre: Vladimir Ulianov
Lenin. Nadie más. El planteo es absurdo, pero funcional a la demonización que
se empeña en promover el mamotreto con una energía digna de mejores causas. No
hay nada que en esto se conecte con la historia tal como fue: El libro negro
nos pinta el desatino del Hombre que, no se sabe ni por qué ni cómo, es
sometido por el Mal. Para que el Bien triunfe hay que exorcizar a la humanidad,
habitada por el demonio Lenin. El Papa canoniza; Courtois organiza la
inquisición purificadora contra el Diablo Lenin, el asesino más brutal de todos
los tiempos (para completar el burdel, Courtois ni siquiera se priva de
disculpar a la propia Inquisición medieval ante, una vez más... "los
crímenes del comunismo"). El Cielo y sus dioses agradecen al Torquemada de
las letras en este final de siglo.
En el ámbito
más sólido de la terrenalidad, importa, sin embargo, entender el porqué del
ocultamiento deliberado del papel del principal líder de la Revolución de
Octubre, junto a Lenin. Es que esto supera a los autores de El libro negro que
tampoco en esto pueden invocar originalidad. Siguen aquí una suerte de mandato
que informa a todos los analistas, historiadores, cientistas políticos y demás
integrantes de la diversa fauna intelectual moderna. Courtois y sus compinches
tienen que impedir que Trotsky aparezca por el simple motivo de que no hay nada
en los descubrimientos de El libro negro que ya no haya sido dicho por Trotsky;
claro que no en los términos de una afirmación fraudulenta, no en términos de
historia-ficción, caprichosa y amañada, sino en términos de historia, es decir,
de examen de las fuerzas sociales en pugna, del análisis de las contradicciones
vivas, de la lucha real de intereses y hombres de carne y hueso.
Nazismo y
comunismo
Tomemos, en
particular, el caso del nazismo y el comunismo que los autores del libelo
grueso que comentamos colocan como hermanos gemelos de la criminalidad del
siglo XX. Aclaremos, de entrada, que hacemos una concesión porque, en numerosos
párrafos del texto, el nazismo es considerado como una "singularidad", mientras que el
comunismo es un "sistema
mundial", y porque, en las
cuentas de cadáveres a la que se dedica El libro negro, los comunistas se
cargan cuatro muertos por cada asesinado por los nazis. Fascistas
menores y no tan menores como Batista o como Franco son, a su turno,
presentados como partícipes del mundo occidental y cristiano. ¡Y El libro negro
se considera a sí mismo como fiel representante del principio y juramento que
proclama encarnar "la verdad y sólo
la verdad..."!
En cualquier
caso, fue Trotsky el que más de medio siglo atrás puso en evidencia el carácter
criminal del comunismo stalinista, es
decir, de la política anticomunista y antiobrera de la burocracia que expropió
en su beneficio las conquistas de la revolución. Poner en evidencia significa
que explicó y analizó las implicancias del desarrollo particular que tomó la
Revolución de Octubre, como resultado del desangre resultante de la monstruosa
guerra civil, del apoyo a la reacción contrarrevolucionaria de un batallón de
países capitalistas, del aislamiento de la revolución como consecuencia de las
derrotas del movimiento obrero en el resto del mundo, de las dificultades
planteadas por el enorme atraso del país, de la brutal fractura en el seno de
la propia clase obrera como producto de este conjunto de circunstancias, de la
naturaleza excepcional de un fenómeno inédito por el cual el capital carecía de
fuerzas para imponer directamente la restauración de un modo directo y el
proletariado de las fuerzas para imponer una gestión colectiva, de la
realimentación de este conjunto de factores y la política conservadora y
crecientemente hostil a la revolución de la misma casta gobernante, etc... Todo
esto Trotsky lo desenvolvió no como un espectador sino como un protagonista
activo de un proceso que, cualquiera sea la trinchera política o ideológica, es
considerado como uno de los signos marcantes del siglo XX. Nada de esto importa
al colectivo de estafadores que organizaron El libro negro. Cuando más lejos de
la vida y de los acontecimientos, de su concatenación, de las contradicciones
que expresan, de las fuerzas sociales que encarnan, más se facilita su tarea
de... historiadores.
Pues bien,
en 1936, sesenta años antes del gris El libro negro, Trotsky dijo que la
represión stalinista contenía, por sus métodos bárbaros, analogías semejantes a
la represión hitleriana (9). Más aún: señaló que el salvajismo de
la burocracia del Kremlin podía ser aún mayor, en la misma medida en que se
trataba de una burocracia más libre, menos restringida en relación con los
hombres del nazismo, que nunca dejaron de ser los mandantes de la gran burguesía
alemana. Cuando ahora el presidente socialista de Francia se horroriza de que
en El libro negro se compare al nazismo con el stalinismo, que al igual que los
autores de la obra en cuestión llama... comunismo, demuestra hasta qué punto la
pacífica IIª Internacional es cómplice del horror staliniano y de la
deshonestidad intelectual de los autores del mamotreto. De todos modos, Jospin
salió al cruce del libro que comentamos por motivos bastante más pedestres que
los que tienen que ver con la verdad histórica porque simplemente trataba de
salvar a sus propios ministros comunistas, empeñados en enfrentar las huelgas y
el ascenso obrero del proletariado francés. Si es por la verdad histórica,
recordemos que los partidos obreros franceses, los demócratas y fascistas galos
han hecho un oficio propio del ocultamiento de las masacres del imperialismo
francés, que probablemente no tiene parangón. Es, por lo menos, lo que se
desprende de lo que dice Perrault en un reciente artículo (10) al plantear que,
si se trata de contabilizar cadáveres, las masacres de los colonialistas
franceses en Indochina, Argelia, Madagascar y otros territorios de ultramar,
con relación a la población nativa no hay estado más criminal y genocida que la
Francia democrática que los autores de El libro negro toman como modelo de
civilización.
Reacción
política y capitalismo
La verdad
elemental que ni El libro negro ni muchos de sus detractores quieren plantear
es que el nazismo y el stalinismo pueden ser comparados en términos de
fenómenos derivados de una misma causa: la sobrevida, hasta la descomposición,
del sistema capitalista. Los monopolios, el capital financiero, su asociación
directa con el aparato bélico más sofisticado de la historia, la tendencia a
suprimir la competencia en el campo nacional para llevarla al paroxismo en el
campo internacional, la lucha despiadada por los mercados, el aplastamiento a
sangre y fuego de las rebeliones en los países periféricos, las intervenciones
e invasiones militares en los más variados puntos del planeta, las catástrofes
económicas, los millones de niños y seres humanos condenados a una existencia
ya no infrahumana sino infra-animal, las guerras mundiales; todo esto es el
testimonio de un modo de producción que ha llevado hasta el extremo posible el
carácter social de la producción y, al mismo tiempo, el carácter privado de la
propiedad de los medios de esa misma producción y de sus resultados, que ha
desenvuelto hasta límites inimaginables la producción planificada al interior
de la gran empresa moderna mientras la anarquía se glorifica como el método
propio de regulación de la enorme ingeniería social del mundo productivo en su
conjunto. La manifestación de toda esta putrefacción de la sociedad
contemporánea ha sido, en un polo, el genocidio nazi y, en el extremo opuesto,
la brutalidad stalinista. En un caso para afirmar y no para negar el monopolio
capitalista aunque el nazismo mismo se encubriese con veleidades sociales, en
el otro para negar el gobierno de los trabajadores y la expropiación del capital
y establecer el dominio de una casta completamente criminal.
No es la
revolución socialista sino el atraso de la revolución, la fuente de la barbarie
propia del siglo XX. No por casualidad, El libro negro, puesto a medir la
"dimensión criminal" de la historia contemporánea, no menciona el
signo emblemático de las dos matanzas masivas y planetarias de los últimos 100
años, es decir, las dos Guerras Mundiales. ¿A quién adjudicarles sus
millonarias víctimas? Hasta el manual más imbécil le explica a nuestros
escolares el drama moderno de la lucha de nuestras democracias por los mercados
y por la conquista del planeta. Un registro, sin embargo, que no han anotado
nuestros historiadores, que reivindican la tradición "occidental y
cristiana". Los muertos de la democracia permanecen vivos en el cielo de
los negros autores del oscuro libro sobre el comunismo. De otra manera, serían
aplazados en el examen de su misión específica de contadores de cadáveres.
No hay
peor ciego...
En ese
ejercicio rutinizado para no decir nada que sea novedoso, El libro negro repite
la vieja vulgaridad de que los crímenes del comunismo no han sido dimensionados
ni apreciados debido a la "ceguera de Occidente". Se trata de una
mentira por partida doble.
En primer
lugar, porque Occidente no sólo no fue ciego a la Revolución sino que organizó
una fenomenal expedición contrarrevolucionaria, financiada por más de una
decena de países capitalistas, que llevó a la devastación al territorio de la
recién constituida Unión Soviética. Sin este apoyo de la burguesía mundial, la
guerra civil que siguió a la toma del poder por parte de los bolcheviques es
simplemente incomprensible, salvo, claro está, para nuestros grises
historiadores de El libro negro. Por supuesto, no se trató de un paseo ni de un
torneo de esgrima entre caballeros sino de una monstruosa matanza (¿qué otra
cosa es una guerra civil?): la revolución no sucumbió, pero fue terriblemente
golpeada. Por eso, tres años después de la toma del poder, la situación era
desesperante: la población de Moscú y Petrogrado era apenas de un tercio de la
existente en octubre del 17, restaban 80 mil proletarios de un total de 460
mil, la producción en ramas claves de la economía era una décima parte de la
que correspondía a la de los últimos años del zarismo.
¿Saben,
acaso, nuestros historiadores de qué están hablando? Citémoslos: "Las
insurrecciones campesinas (se refiere a 1919) desempeñaron un papel
determinante en la victoria sin futuro de las tropas blancas... Sus consignas
no admitían equívocos: ...fuera los bolcheviques y judíos... libertad de
empresa y de comercio... (y) derivaron en decenas de progroms contra las
comunidades judías... asesinando a todos los representantes del poder
soviético..." (11).¿Qué debían hacer los revolucionarios ante esta
situación? ¿Entregar el poder pacíficamente, para ahorrarse el trago amargo de
la guerra civil impuesta por la feroz resistencia de los propietarios
expropiados en un territorio continental, apoyados en todos los recursos del
bandidismo capitalista occidental y democrático? ¿O pretenden una guerra civil
basada en las reglas de la moral y las buenas costumbres? Ninguna pregunta que
importe será respondida por los cuentacadáveres.
El libro es
tan deshonesto que es hasta deshonesto consigo mismo: "la violencia no
había esperado para desencadenarse a la llegada de los bolcheviques al poder...
En el verano de 1917, la violencia era omnipresente... una violencia urbana
reactivada por la brutalidad de las relaciones capitalistas en el seno del mundo
industrial; una violencia campesina tradicional y la violencia moderna de la
Primera Guerra Mundial, portadora de una extraordinaria regresión y una enorme
brutalización de las relaciones humanas... una combinación explosiva... (12)
¿Entonces? El autor de esta cita (Nicolás Werth) es quien redacta el artículo más voluminoso y
documentado de El libro negro que acabó casi a las trompadas con su editor, en
medio de los debates suscitados por la obra. Pero su propio trabajo reitera
todas las afirmaciones sobre los crímenes del comunismo, no explica nada sobre
las características posteriores de la guerra civil, atribuye los
"asesinatos en masa" a la naturaleza sanguinaria de... Lenin e identifica
a Stalin con la continuidad del bolchevismo del 17. Nada nuevo bajo el sol. Estructura del libro
Por otra
parte, en segundo lugar, hablar de la ceguera de Occidente es un enorme
encubrimiento de lo que fue la colaboración de la burguesía mundial y el
comunismo; así entre comillas, es decir, el anticomunismo de la burocracia
stalinista. Lo cierto es que Occidente vio muy bien la naturaleza
contrarrevolucionaria del stalinismo y se apoyó sistemáticamente en la
colaboración con la burocracia del Kremlin para aplastar las tendencias
revolucionarias urbi et orbe. Se trata de algo tan banal que apenas nos
referiremos solamente al caso paradigmático de la historia contemporánea.
Cualquier manual de historia tiene, por ejemplo, la foto de Churchill,
Roosevelt y Stalin, cuando en
1945 acordaron la división del mundo, la masacre del pueblo alemán para que no
diera cuenta del nazismo, el lanzamiento de la bomba atómica sobre el Japón
derrotado, el desarme de las guerrillas europeas, la reconstrucción de los
Estados capitalistas en Europa, la conformación de un aparato clerical mafioso
en Italia, el aplastamiento de cualquier rebeldía en sus respectivos cotos de
caza, la colaboración contrarrevolucionaria con las oligarquías de los países
periféricos contra los movimientos nacionalistas (recordemos la entente del PC
argentino y la embajada norteamericana contra el peronismo en 1945), etc...
Sobre todo esto y los respectivos cadáveres de esta colaboración entre el
stalinismo y la democracia occidental, ni una palabra en El libro negro
consagrado al "drama criminal" del siglo XX. Como se ve, cuando se
trata de omitir y engañar, nuestros historiadores no se andan con pequeñeces.
Una
empresa frustrada
Los
negociantes de El libro negro no tuvieron demasiada suerte en un aspecto nada
despreciable. La obra fue concebida en el apogeo de la propaganda derivada de
la desaparición de la ex URSS y en plena euforia capitalista. A mediados de los
90 proliferaban las teorías sobre el destino irreversible y final de la
humanidad, eternizado en los moldes propios de la sociedad burguesa. La
historia había llegado, entonces, a su estación terminal. Los economistas y
sociólogos del capital celebraban la expansión de la economía mundial y
pronosticaban, inclusive, el desarrollo cíclico y las crisis como una rémora
del viejo capitalismo. Los tigres asiáticos se presentaban como la evidencia
misma de la posibilidad de los países atrasados de alcanzar un desenvolvimiento
moderno. Brasil, el país continente latinoamericano en nuestras latitudes, se
plegaba a la globalización bajo la dirección de un intelectual progresista y
estudioso ni más ni menos que de El Capital de Marx. Como en aquellas calles
estrechas que abandonan la doble mano para transformarse en rutas de una sola
dirección, la humanidad avanzaría por un sendero definitivo y ya trazado. Se
había acabado, en consecuencia, con la era de los grandes cambios, la utopía de
las transformaciones violentas y súbitas y hasta con las grandes catástrofes
del siglo. La vida se tornaría más cómoda y aburrida. No más alternativas.
La ocasión
parecía bienvenida para una suerte de ajuste final. Celebrar, con el 80º
aniversario de la Revolución de Octubre, el entierro definitivo del horror que
no habíamos querido mirar. Más que la fanfarria de combate, los autores de El
libro negro nos acercaban la música de un funeral y celebraban la vida, para
siempre, del Occidente victorioso.
Sin embargo,
el mamotreto tuvo la desdicha de aparecer cuando el castillo de naipes
comenzaba a derrumbarse. La crisis, dada por muerta, surgió con una virulencia
inusitada allí donde se dijo que el capitalismo presentaba sus mejores frutos.
En Indonesia un viejo dictador caía bajo el telón de fondo de una insurrección
popular. En Rusia colapsaba de un modo virulento el cuento del mercado para
revelarse como una empresa depredadora al mejor estilo de cualquier debut del
capitalismo, es decir, "chorreando sangre y lodo" por los cuatro
costados; de un capitalismo que ahora se presenta no como un bebé robusto, con
perspectiva vital, sino más bien como un individuo senil con su existencia agotada.
En el sufrido pueblo ruso se difundía la
historia conocida ahora como una suerte de chiste trágico: los
comunistas mintieron siempre respecto de la naturaleza del propio comunismo...
pero sobre el capitalismo nos habían
dicho la verdad. En la propia tierra de El libro negro el movimiento
obrero comenzó a levantar cabeza en la misma medida en que los historiadores
pretendían acabar con su propia historia: la huelga de los camioneros abrió,
sobre el final del 95, una nueva etapa de la situación política francesa.
En estas
condiciones, la fiesta de El libro negro quedó relativamente aguada, como
aquellas bebidas convenientemente adulteradas. Su finalidad más sutil, atacar
al movimiento obrero, su tendencia instintiva a la revolución, su lugar
irreemplazable en la labor de poner en pie un nuevo orden social, quedó opacada
por los nuevos acontecimientos. Esta finalidad de El libro negro se expresó por
sobre todas las cosas en el esfuerzo por poner un signo igual entre el marxismo
revolucionario y sus enterradores contrarrevolucionarios, entre Lenin, Trotsky
y Stalin, entre la lucha contra el capital y la colaboración con los
explotadores. La cosmética científica de la parte más elaborada del mamotreto,
vinculada a la revelación de los datos ocultos que aparecieron con la apertura
de los archivos de la ex URSS estaba al servicio de tal empresa fundamental:
probar que el comunismo siempre mató; que Lenin, al frente de la guerra civil
contra la contrarrevolución mató, que Stalin como agente de esa misma
contrarrevolución mató, que Trotsky mató y luego lo mataron como consecuencia
de que él mismo mató. Los cadáveres inundan la historia del comunismo y nada
más hay que decir: queda la versión más penosa de la moderna historia
cuantitativa, numerar a los muertos. No por casualidad el libro comienza con
una frase que define a la historia como "la ciencia de la desgracia de los
hombres" (13). Expurgar la desgracia en el altar de la democracia, con la
colaboración de estos investigadores era la función que se autoimpusieron nuestros
autores, en el 80º aniversario del 17.
Democracia
y revolución
Mucho antes
que los escribas de El libro negro, fue un auténtico comunista el que habló no
de la desgracia sino de la "prehistoria" del hombre, para resumir la
explotación secular de la humanidad, en las sociedades divididas entre
explotadores y explotados. Fueron los comunistas los que pusieron de relieve la
lógica implacable de la civilización que conducía a una sociedad humana a
través de la inhumanidad. Hace un siglo y medio, Marx y Engels nos mostraron,
entonces, cómo, bajo el extremo de vidas masacradas, territorios arrasados y
guerras monstruosas, el capitalismo ponía en pie la base material la única
posible para terminar con la lucha por la vida, para sustituir el penoso
trabajo directo por la herramienta y la máquina que sustituye la labor del
propio hombre; mostraron cómo el capitalismo creaba el mercado mundial y las
escalas de producción susceptibles de hacer del hombre y su entorno una
potencia, humana y natural, universal, planetaria. Fueron los comunistas los
que comprendieron que el pasaje de la prehistoria a la historia no tendría otra
forma que la revolución, puesto que se trataba de liquidar el viejo orden, es
decir, los intereses y las clases dominantes que los encarnaban. Una enseñanza,
por otra parte, heredada del pasado, bárbara y también bestial, pero
inevitable. Nadie ha descubierto hasta ahora otro remedio mejor para acabar con
la miserable subsistencia de un sistema que sólo puede sobrevivir a costa de la
victimización creciente del hombre.
Nadie va a
una revolución porque quiere o porque lo desea. Ya se sabe, y esto no lo
inventaron los comunistas, se trata del momento culminante de una sociedad,
cuando una parte de la misma trata de imponer a la otra la razón de su historia
o la razón de su barbarie. Es una lucha. Daniel Bensaid, dirigente del Secretariado Unificado de la IVª
Internacional, reacciona defensivamente ante los demócratas fascistoides:
quiere salvar la revolución y la democracia burguesa; todo al mismo tiempo y se
pone a dar recetas: "la defensa del pluralismo político no es una cuestión
de circunstancias sino una condición esencial de la democracia socialista"
(14). Pero la revolución misma es la
abolición del pluralismo en el sentido corriente y normal (es decir, burgués,
del término) y también es una condición de la democracia socialista. La
dictadura del proletariado es sinónimo de revolución, en el sentido de que, en
la instancia decisiva de la lucha por el poder, no son las leyes y los códigos sino
la fuerza de los contendientes lo que, precisamente, decide. Esto no puede ser
resuelto por fórmulas convencionales donde se combinan en forma armónica dosis
convenientes de pluralismo, autoritarismo y algo de dulzona moral genérica.
Peor es cuando Bensaid trata de aplicar su fórmula y cita el caso de Nicaragua,
omitiendo que el pluralismo de la dirección sandinista acabó por hundir la
revolución y devolvió el poder a la reacción y a los empresarios y amigo de
la... contrarrevolución. Flaco favor le prestamos al desenmascaramiento de los
demócratas fascistoides con semejantes respuestas.
Bolchevismo,
es decir, comunismo y stalinismo
La
identificación entre stalinismo y comunismo o bolchevismo es naturalmente una vulgar
reiteración de la política criminal del... stalinismo. Aún más, es un hecho que
el stalinismo surgió en el seno mismo del viejo partido bolchevique. Sobre esto
no hacía falta esperar a El libro negro hace décadas que se procura buscar en
el bolchevismo el secreto último de su posterior degeneración. La conclusión
normal es una vulgaridad: "un Partido revolucionario es malo cuando no
lleva en sí mismo garantías contra su degeneración". "Enfocado con un
criterio semejante, comunismo y bolchevismo están condenados: no poseen ningún
talismán. Pero ese mismo criterio es falso. El pensamiento científico exige un
análisis concreto: ¿cómo y por qué el partido se ha descompuesto? Hasta el
momento nadie ha hecho este análisis fuera de los bolcheviques. No por eso han
tenido necesidad de romper con el bolchevismo. Por el contrario es en el
arsenal del propio bolchevismo donde han encontrado todo lo necesario para
explicar su destino. La conclusión a la cual llegamos es la siguiente: evidentemente
el stalinismo ha surgido del bolchevismo, pero no surgió de una manera lógica
sino dialéctica; no como su afirmación revolucionaria sino como su negación
thermidoriana. Que no es una misma cosa. Buscar el origen del stalinismo en el
bolchevismo o en el marxismo es exactamente la misma cosa, en un sentido más
general, que querer buscar el origen de la contrarrevolución en la
revolución". Fue escrito hace 60 años. Por León Trotsky.
Notas:
1. Stèphane
Courtois y otros, El libro negro del comunismo crímenes, terror y represión,
Editorial Planeta-Espasa, España, 1998.
2. Mario
Maestri, Livro Negro: Um titanic contra o comunismo, Paper, Porto Alegre,
Brasil, febrero de 1998.
3. Idem.
4. Ver
comentarios de diversos autores en Le Monde Diplomatique, diciembre de 1997.
5. Stèphane Courtois, op. cit., pág. 825.
6. Idem,
pág. 37.
7. Idem,
pág. 827.
8. Stèphane
Courtois, "Comprendre la tragédie communiste", en Le Monde
Diplomatique, noviembre de 1998.
9. Pablo
Rieznik, "Genocidio y Trabajo esclavo en la URSS", en En Defensa del
Marxismo, Nº 13, julio de 1996.
Genocidio
y trabajo esclavo en la URSS stalinista
Por Pablo
Rieznik
10. Giles
Perrault, en Le Monde Diplomatique, noviembre de 1997.
11. Stèphane Courtois, op. cit., págs. 116, 117 y 130.
12. Idem,
págs. 75 y 76.
13. Idem, pág. 13.
14. Daniel Bensaid, Communisme et stalinisme, une
réponse au Livre Noir...
Comunismo
y estalinismo. Una respuesta al Libro negro del
comunismo. Daniel Bensaïd 1997
Daniel Bensaïd. Comunismo y estalinismo.
Una respuesta al libro negro del comunismo
Escrito: En
1997 en respuesta al Libro Negro del Comunismo de Stéphane
Courtois.
Ya en 1995, François Furet en 1956, entra en el CNRS y (aquí en inglés) había propuesto como
lápida funeraria de un comunismo difunto su grueso volumen El Pasado de una Ilusión, ensayo sobre la idea comunista en
el siglo XX. En 1997, un equipo de historiadores coordinado por Stéphane Courtois (es un
historiador francés y director de la investigación académica en el CNRS (Universidad de París X) publica una obra aún más
monumental, El Libro negro del comunismo. Crímenes, terror,
represión. Ochocientas páginas para inventariar los crímenes del comunismo por
todo el mundo y contar los cadáveres que jalonan su historia.
Se trata
esta vez de sacar al comunismo de su tumba para juzgarle.
Por temor,
quizá, de que siga recorriendo el mundo… El nazismo tuvo su Nuremberg. ¿Qué se
espera para erigir un Nuremberg del comunismo?, pregunta nuestro historiador,
que se nombra juez y entrega su veredicto: el
comunismo, indisociable del estalinismo, se ha mostrado al menos tan criminal
como el nazismo. Formidable empresa de oscurecimiento de puntos de
referencia, de desorientación de las conciencias, al término de la cual el
siglo no es ya más que un amontonamiento de cadáveres, la revolución de Octubre
un horrible desliz y el ideal comunista una funesta monstruosidad. Para que la
historia no se reduzca solo a la represión, para que la razón no ceda al furor,
y no se confundan víctimas y verdugos, conviene en primer lugar volver sobre
Octubre, para estudiarlo, sacar de él lecciones para el futuro. Un Octubre
demasiado grande para un historiador entronizado como inquisidor.
“Pues un
fenómeno semejante en la historia humana no se olvida jamás, al haber revelado
en la naturaleza humana una disposición y una capacidad hacia lo mejor que
político alguno hubiera podido argüir a partir del curso de las cosas
acontecidas hasta entonces, lo cual únicamente puede augurar una conciliación
de naturaleza y libertad en el género humano conforme a principios intrínsecos
al derecho, si bien solo como un acontecimiento impreciso y azaroso por lo que
atañe al tiempo.
Pero, aun
cuando tampoco ahora se alcanzase con este acontecimiento la meta proyectada,
aunque la revolución o la reforma de la constitución de un pueblo acabara
fracasando, o si todo volviera después a su antiguo cauce después de haber
durado algún tiempo (tal como profetizan actualmente los políticos), a pesar de
todo ello, ese pronóstico filosófico no perdería nada de su fuerza. Pues ese
acontecimiento es demasiado grandioso, se halla tan estrechamente implicado con
el interés de la humanidad y su influencia sobre el mundo se ha diseminado
tanto por todas partes, como para no ser rememorado por los pueblos en
cualquier ocasión donde se den circunstancias propicias y no ser evocado para
repetir nuevas tentativas de esa índole”.
Emmanuel
Kant, El conflicto de las facultades, 1798.
“Tal es
el problema a dilucidar, esta marcha de los acontecimientos es efectivamente
continua o bien se trata de dos series de acontecimientos intrínsecamente
ligados, pero que remiten a pesar de todo a vidas diferentes, a dos mundos
políticos y morales distintos ?. Si no logramos dilucidar este problema,
hoy aún podemos por descuido volvernos peligrosos. Pues el pasado no meditado
reanima los peores prejuicios y prohíbe a la conciencia histórica penetrar en el
campo político”.
Mikhaël Guefter, “Staline est mort hier”, L’Homme
et la société, 1987.
En 1798, en
pleno período de reacción, Emmanuel Kant escribía a propósito de la Revolución
francesa que un acontecimiento así, más allá de los fracasos y retrocesos, no
se olvida. Pues, en ese desgarro del tiempo, se dejó entrever, aunque fuera de
forma fugitiva, una promesa de humanidad liberada. Kant tenía razón. Nuestro
problema es saber hoy si la gran promesa ligada al nombre propio de Octubre,
ese estremecimiento del mundo, ese resplandor surgido de las tinieblas de la
primera carnicería mundial, podrá ser él también “rememorado por los pueblos”.
Es lo que está en juego no por un “deber de memoria” (noción hoy degradada),
sino para un trabajo y una batalla por la memoria. El 80 aniversario de la
revolución de octubre de 1917 corría el riesgo de pasar desapercibido. La
publicación del Libro negro del Comunismo habrá tenido al
menos el mérito de poner encima de la mesa “el asunto Octubre”, una de esas
grandes querellas sobre las que no habrá jamás reconciliación. Claramente
enunciado por Stéphane Courtois, director del conjunto, el objetivo de la
operación es establecer una estricta continuidad, una perfecta coherencia entre
comunismo y estalinismo, entre Lenín y Stalin, entre la radiación del inicio
revolucionario y el crepúsculo helado del Gulag: “Estalinista y comunista, es
lo mismo”, escribe en el Journal du dimanche (9 de noviembre).
Es crucial responder sin rodeos a la pregunta planteada por el gran historiador
soviético Mikhaël Guefter: “Tal es el problema a dilucidar: esta marcha de los
acontecimientos es efectivamente continua o bien se trata de dos series de
acontecimientos intrínsecamente ligados, pero que remiten a pesar de todo a
vidas diferentes, a dos mundos políticos y morales distintos?” (“Stalin murió
ayer”, en L’Homme et la société, 2-3, 1988). Pregunta decisiva, en
efecto, que domina tanto la inteligibilidad del siglo que acaba como nuestros
compromisos en el siglo atormentado que se anuncia: si el estalinismo no fuera,
como algunos lo sostienen o lo conceden, más que una simple “desviación” o “una
prolongación trágica” del proyecto comunista, habría que sacar de ello las
conclusiones más radicales en cuanto al propio proyecto.
Un
proceso de fin de siglo
Es por otro
lado lo que intentan los promotores del Libro negro. Sería en
efecto extraño el tono de guerra fría, bastante anacrónico, de Stéphane
Courtois y de ciertos artículos de prensa.
Cuando el
capitalismo, púdicamente rebautizado “democracia de mercado”, se proclama de
buena gana como sin alternativa tras la desintegración de la Unión Soviética,
vencedor absoluto del fin de siglo, esta obstinación revela en realidad un gran
miedo reprimido: el temor de ver las llagas y los vicios del sistema tanto más
patentes, en la medida en que ha perdido, con su doble burocrático, su mejor
coartada. Es importante pues proceder a la diabolización preventiva de todo lo
que podría dejar entrever un posible futuro diferente. Es en efecto en el
momento en que su imitación estalinista desaparece en la debacle, cuando se
acaba su confiscación burocrática, cuando el espectro del comunismo puede de
nuevo volver a recorrer el mundo.
¿Cuántos
antiguos celosos estalinistas, por no haber sabido distinguir estalinismo y comunismo,
han dejado de ser comunistas dejando de ser estalinistas, para unirse a la
causa liberal con el fervor de los conversos?
Estalinismo
y comunismo no son solo distintos, sino irreductiblemente antagónicos. Y el
recordatorio de esta diferencia no es el menor deber que tengamos hacia las
numerosas víctimas comunistas del estalinismo.
El estalinismo no es una variante del
comunismo, sino el nombre propio de la contrarrevolución burocrática. Que militantes sinceros, en la
urgencia de la lucha contra el nazismo, o debatiéndose en las consecuencias de
la crisis mundial de entre guerras, no hayan tomado inmediatamente conciencia,
que hayan continuado ofreciendo generosamente sus existencias desgarradas, no
cambia nada del asunto. Se trata claramente, por responder a la pregunta de
Mikhaël Guefter, de “dos mundos políticos y morales” distintos e
irreconciliables. Esta respuesta está en las antípodas de las conclusiones de
Stéphane Courtois en el Libro negro. Se defiende a veces de haber reclamado un Nuremberg del comunismo,
probablemente molesto por unirse en este tema a una fórmula querida de
M. Le Pen. Sin embargo, la
puesta en escena del Libro negro tiende no solo a borrar las diferencias entre nazismo y comunismo, sino
a banalizar sugiriendo que la comparación estrictamente “objetiva” y contable
va en ventaja del primero: 25 millones de muertos contra 100 millones, 20 años
de terror contra 60. La primera banda de presentación del libro anunciaba
escandalosamente 100 millones de muertos. El descuento de los autores llega a
85 millones. A M. Courtois no le va de 15 millones. Maneja los cadáveres
de forma turbia.
Esta
contabilidad macabra de comerciante al por mayor, mezclando países, épocas
causas y campos tiene algo de cínico y de profundamente irrespetuoso de las
propias víctimas. En el caso de la Unión Soviética, llega a un total de 20
millones de víctimas sin que se sepa lo que la cifra incluye exactamente. En su
contribución al Libro negro, Nicolas Werth rectifica más bien a la baja las
estimaciones aproximativas corrientes.
Afirma que los historiadores, sobre la base de archivos precisos, evalúan hoy
en 690 000 las víctimas de las grandes purgas de 1936-1938. Es ya enorme,
más allá del horror. Llega además a un número de detenidos del Gulag de
alrededor de dos millones como media anual, una proporción de los cuales más
importante de lo que se creía pudo ser liberada, reemplazada por nuevos recién
llegados. Para alcanzar el total de 20 millones de muertos, habría por tanto
que añadir a las cifras de las purgas y del Gulag, los de las dos grandes
hambrunas (cinco millones en 1921-1922 y seis millones en 1932-1933), y los de
la guerra civil, que los autores del Libro negro no pueden
demostrar, y por motivos sobrados, que se trate de “crímenes del comunismo”, dicho de otra forma de un exterminio
fríamente decidido. Con tales procedimientos ideológicos, no sería muy difícil
escribir un Libro rojo de los crímenes del capital, sumando las víctimas de los
pillajes y de los populicidios coloniales, de las guerras mundiales, del
martirologio del trabajo, de las epidemias, de las hambrunas endémicas, no solo
de ayer, sino de hoy. Solo en el siglo veinte, se podrían contar sin esfuerzo
varios centenares de millones de víctimas.
En la
segunda parte demasiado a menudo olvidada de su trilogía, Hannah Arendt veía en el imperialismo moderno la matriz del
totalitarismo y en los campos de concentración coloniales en África el preludio
a muchos otros campos (Hannah Arendt, Los Orígenes del totalitarismo, tomo II, “El imperialismo”). Si se
trata no ya de examinar regímenes, períodos, conflictos precisos, sino de
incriminar una idea, ¿cuántos muertos se imputará, a través de los siglos, al
cristianismo y a los evangelios, al liberalismo y al “laisser-faire”?. Incluso
aceptando las cuentas fantásticas de M. Courtois, el capitalismo habría
costado bastante más de veinte millones de muertos a Rusia en el curso de este
siglo en dos guerras mundiales que el estalinismo. Los crímenes del estalinismo
son suficientemente espantosos, masivos, horribles, para que haya necesidad de
añadir más. A menos que se quieran deliberadamente borrar las pistas de la
historia, como hemos visto que se hacía con ocasión del bicentenario de la
Revolución francesa, cuando ciertos historiadores hacían a la Revolución
responsable no solo del Terror o de la Vendée, sino también de los muertos del
terror blanco, de los muertos en la guerra contra la intervención coaligada, ¡o
incluso de las víctimas de las guerras napoleónicas!
Que sea
legítimo y útil comparar nazismo y estalinismo no es nuevo – ¿no hablaba
Trotsky de Hitler y Stalin como de “estrellas gemelas”? Pero comparación no es
justificación, las diferencias son tan importantes como las similitudes. El régimen nazi cumplió su programa y
mantuvo sus siniestras promesas. El régimen estalinista se edificó en contra
del proyecto de emancipación comunista. Tuvo para instaurarse que machacar
a sus militantes. ¿Cuántas disidencias, oposiciones, ilustran, entre dos
guerras, este viraje trágico? ¿Suicidados Maïakovski, Joffé, Tucholsky,
Benjamin [1] y tantos otros? ¿Se puede encontrar, entre los
nazis, esas crisis de conciencia ante las ruinas de un ideal traicionado y
desfigurado? La Alemania de Hitler no tenía necesidad como la Rusia de Stalin
de transformarse en “país de la gran mentira”: los nazis estaban orgullosos de
su obra, los burócratas no podían mirarse de frente en el espejo del comunismo
original.
A base de
diluir la historia concreta en el tiempo y en el espacio, de despolitizarla
deliberadamente, por una opción de método (Nicolas Werth reivindica francamente “la puesta en segundo plano de la
historia política” para mejor seguir el hilo lineal de una historia
descontextualizada de la represión), no queda más que un teatro de sombras. No
se trata ya entonces de instruir el proceso de un régimen, de una época, de
verdugos identificados, sino de una idea:
la idea que mata. En el género, algunos periodistas se han entregado con
delectación. Jacques Amalric registra con satisfacción “la realidad engendrada
por una utopía mortífera” (Libération, 6 de noviembre). Philippe Cusin
inventa una herencia conceptual: “Está inscrito en los genes del comunismo: es
natural matar” (Le Figaro, 5 de noviembre). ¿Para cuándo la eutanasia
conceptual contra el gen del crimen? Instruir el proceso no con hechos,
crímenes precisos, sino con una idea, es ineluctablemente instituir una
culpabilidad colectiva y un delito de intención. El tribunal de la historia
según Courtois no es solo retroactivo. Se convierte en peligrosamente
preventivo, cuando lamenta que el “trabajo de duelo de la idea de revolución
esté aún lejos de haber sido acabado” y se indigna de que ¡“grupos abiertamente
revolucionarios estén activos y se expresen con absoluta legalidad”!
El arrepentimiento
está ciertamente de moda. Que Furet o Le Roy Ladurie, Mme Kriegel
o el propio M. Courtois no hayan llegado nunca al fin de su trabajo de
duelo, que arrastren como un grillete su mala conciencia de estalinistas
arrepentidos, que su expiación se cueza en el resentimiento, es su problema.
Pero, quienes han seguido siendo comunistas sin jamás haber celebrado al
padrecito de los pueblos ni salmodiado el libro rojo del gran timonel, ¿de qué
quiere Vd., M. Courtois, que se arrepientan ?. Sin duda se han equivocado a veces. Pero,
visto cómo va el mundo, ciertamente no se han equivocado ni de causa ni de
adversario. Para comprender las tragedias del siglo que acaba y sacar de ello
lecciones útiles para el futuro, hay que ir más allá de la escena ideológica, abandonar
las sombras que se agitan en ella, para hundirse en las profundidades de la
historia y seguir la lógica de los conflictos políticos en los que se toma una
opción entre varias posibles.
¿Revolución
o golpe de estado?
Una vuelta
crítica sobre la Revolución rusa, con ocasión del 80 aniversario de Octubre, plantea cantidad de cuestiones, de
orden tanto histórico como programático. Lo que está en juego es enorme. Se
trata ni más ni menos de nuestra capacidad en un futuro abierto al actuar
revolucionario, pues todos los pasados no tienen el mismo futuro. Sin embargo,
antes incluso de entrar en la masa de los nuevos documentos accesibles debido a
la apertura de los archivos soviéticos (que permitirán sin ninguna duda nuevas
aclaraciones y una renovación de las controversias), la discusión viene a
tropezarse con el pret-a-porter ideológico dominante, cuyo dominio está bien
ilustrado por el reciente homenaje necrológico consensual a François Furet. (En inglés, es más completo aquí)
En estos
tiempos de contrarreforma y de reacción, nada de extraño en que los nombres de
Lenín y de Trotsky se conviertan en tan impronunciables como lo fueron los de
Robespierre o de Saint-Just bajo la Restauración. Para comenzar a despejar el
terreno, conviene pues retomar tres ideas bastante ampliamente extendidas hoy:
1. Aunque presentado como
revolución, Octubre sería más bien el nombre emblemático de un complot o de un
golpe de estado minoritario que impuso enseguida, por arriba, su concepción
autoritaria de la organización social en beneficio de una nueva élite.
2. Todo el desarrollo de la
revolución rusa y sus desventuras totalitarias estarían inscritas en germen,
por una especie de pecado original, en la idea (o la “pasión” según Furet)
revolucionaria: la historia se reduciría entonces a la genealogía y al
cumplimiento de esta idea perversa, despreciando grandes convulsiones reales,
acontecimientos colosales, y el resultado incierto de toda lucha.
3. En fin, la Revolución rusa
habría sido condenada a la monstruosidad por haber nacido de un parto
“prematuro” de la historia, de una tentativa de forzar su curso y su ritmo,
cuando las “condiciones objetivas” de una superación del capitalismo no estaban
reunidas: en lugar de tener la sabiduría de “autolimitar” su proyecto, los
dirigentes bolcheviques habrían sido los agentes activos de este contratiempo.
Un
verdadero impulso revolucionario
La Revolución
rusa no es el resultado de una conspiración sino la explosión, en el contexto
de la guerra, de las contradicciones acumuladas por el conservadurismo
autocrático del régimen zarista. Rusia, a comienzos del siglo, es una sociedad
bloqueada, un caso ejemplar de “desarrollo desigual y combinado”, un país a la
vez dominante y dependiente, aliando rasgos feudales de un campo en el que la
servidumbre está oficialmente abolida hace menos de medio siglo, y los rasgos
de un capitalismo industrial urbano de los más concentrados. Gran potencia,
está subordinada tecnológicamente y financieramente (¡el préstamo ruso de
divertida memoria!). El cuaderno de quejas presentado por el pope Gapone en la
revolución de 1905 es un verdadero registro de la miseria que reina en el país
de los zares. Las tentativas de reformas son rápidamente bloqueadas por el
conservadurismo de la oligarquía, la terquedad del déspota, y la inconsistencia
de una burguesía atropellada por el naciente movimiento obrero. Las tareas de
la revolución democrática corresponden así a una especie de tercer estado en el
que, a diferencia de la Revolución francesa, el proletariado moderno, aunque
minoritario, constituye ya el ala más dinámica.
Es en todo
esto en lo que la “santa Rusia” puede representar “el eslabón débil” de la
cadena imperialista. La prueba de la guerra da fuego a este polvorín. El
desarrollo del proceso revolucionario, entre febrero y octubre de 1917, ilustra
bien de que no se trata de una conspiración minoritaria de agitadores profesionales,
sino de la asimilación acelerada de una experiencia política a escala de masas,
de una metamorfosis de las conciencias, de un desplazamiento constante de las
correlaciones de fuerzas. En su magistral Historia de la Revolución rusa, Trotsky tomo 1 y 2 analiza
minuciosamente esta radicalización, de elección sindical en elección sindical,
de elección municipal en elección municipal, entre los obreros, los soldados y
los campesinos. Mientras que los bolcheviques no representaban más que el 13%
de los delegados al congreso de los soviets en junio, las cosas cambian
rápidamente tras las jornadas de Julio y la tentativa de golpe de Kornilov:
representan entre el 45% y el 60% en octubre, en el segundo congreso. Lejos de
un golpe de mano logrado por sorpresa, la insurrección representa pues la
culminación y el desenlace provisional de una prueba de fuerzas que ha madurado
a lo largo de todo el año, durante la cual el estado de espíritu de las masas
plebeyas se ha encontrado siempre a la izquierda de los partidos y de sus
estados mayores, no solo de los de los socialistas revolucionarios, sino
incluso los del partido bolchevique o de una parte de la dirección (incluso
sobre la decisión de la insurrección).
Los
historiadores convienen generalmente que la insurrección de Octubre fue el
desenlace, apenas más violento que la toma de la Bastilla, de un año de
descomposición del antiguo régimen. Es por lo que, comparativamente a las
violencias que hemos conocido luego, fue poco costosa en vidas humanas. Esta
“facilidad” relativa de la toma insurreccional del poder por los bolcheviques
ilustra la impotencia de la burguesía rusa entre febrero y octubre, su
incapacidad para poner en pie un estado y edificar sobre las ruinas del zarismo
un proyecto de nación moderna. La alternativa no estaba ya entre la revolución
y la democracia sin frases, sino entre dos soluciones autoritarias, la
revolución y la dictadura militar de Kornilov o de alguno similar. Si se
entiende por revolución un impulso de transformación venido de abajo, de las
aspiraciones profundas del pueblo, y no el cumplimiento de algún plan grandioso
imaginado por una élite esclarecida, ninguna duda de que la Revolución rusa fue
una de ellas, en el pleno sentido del término, a partir de las necesidades
fundamentales de la paz y de la tierra.
Basta con
recordar las medidas legislativas tomadas en los primeros meses y el primer año
por el nuevo régimen para comprender que significan un cambio absolutamente
radical de las relaciones de propiedad y de poder, a veces más rápido de lo
previsto y querido, a veces más allá incluso de lo deseable, bajo la presión de
las circunstancias. Numerosos libros testimonian de esta ruptura en el orden
del mundo (ver Los diez días que
conmovieron el mundo, de John Reed) y de su repercusión internacional inmediata (cf. La Révolution
d’Octubre et le mouvement ouvrier européen, collectif, EDI, 1967). Marc
Ferro subraya (principalmente en La Révolution de 1917, Albin
Michel 1997 ; y Naissance et effondrement du régime communiste en
Russie, Livre de poche 1997), que no hubo en aquel momento mucha gente que
lamentase la caída del régimen del zar y que llorase por el último déspota.
Insiste al contrario sobre el derrocamiento del mundo tan característica de una
auténtica revolución, hasta en los detalles de la vida cotidiana : en
Odessa, los estudiantes dictan a los profesores un nuevo programa de
Historia ; en Petrogrado, trabajadores obligan a sus patronos a aprender
“el nuevo derecho obrero” ; en el ejército, soldados invitan al capellán castrense
a su reunión “para dar un nuevo sentido a su vida” ; en algunas escuelas,
los niños reivindican el derecho al aprendizaje del boxeo para hacerse oír y
respetar por los mayores.
La prueba
de la guerra civil
Este impulso
revolucionario inicial opera aún, a pesar de las desastrosas condiciones,
durante la guerra civil a partir del verano de 1918. En su contribución, Nicolas Werth enumera de forma documentada todas las fuerzas con
las que tuvo que enfrentarse el nuevo régimen: no solo los ejércitos blancos de
Koltchak y Denikin, no solo la intervención extranjera franco-británica, sino
también los levantamientos campesinos masivos contra las requisiciones y los
disturbios obreros contra el racionamiento. Leyéndole casi no se ve de dónde
pudo el poder revolucionario sacar la fuerza para vencer a tan potentes
adversarios. Parece que fuera por el único efecto del terror minoritario y el
enrolameinto en las tchekas de un lumpen proletariado dispuesto a todo. La
explicación es demasiado limitada para dar cuenta de la organización, en
algunos meses, del Ejército rojo y de sus victorias. Es más realista dar a la
guerra civil su pleno alcance y admitir que se oponen en ella sin tregua
fuerzas sociales antagónicas. Según los autores del Libro negro, la guerra civil habría
sido querida por los bolcheviques y el terror puesto en pie a partir del verano
de 1918 sería la matriz original de todos los crímenes cometidos después en
nombre del comunismo.
La historia
real, hecha de conflictos, de luchas, incertidumbres, victorias y derrotas, es
irreducible a esta sombría leyenda del autodesarrollo del concepto, en la que
la idea engendraría al mundo. La guerra civil no fue querida sino prevista. Es
más que un matiz. Todas las revoluciones desde la Revolución francesa habían
inculcado esta dolorosa lección: los movimientos de emancipación se enfrentan a
la reacción conservadora; la contrarrevolución sigue a la revolución como su
sombra, en 1792, cuando las tropas de Brunswick marchan sobre París, en 1848 en
las masacres de junio (sobre la ferocidad burguesa de entonces, releer a
Michelet, Flaubert o Renan), en la Semana sangrienta de 1871.
La regla
luego no ha sido nunca desmentida, desde el pronunciamiento franquista de 1936
al golpe de estado de Sukarno [2] (que hizo 500 000 muertos en 1965 en Indonesia)
o el de Pinochet en Chile en 1973. No más que los revolucionarios franceses de
1792, los revolucionarios rusos no declararon la guerra civil. ¡No llamaron a
las tropas francesas y británicas para que les derrocaran !. Desde el
verano de 1918, recuerda Nicolas Werth, los ejércitos blancos estaban
sólidamente establecidos en tres frentes y los bolcheviques “no controlaban ya
más que un territorio reducido a la Moscovia histórica”. Las disposiciones del
terror fueron tomadas en agosto-septiembre de 1918, cuando la agresión
extranjera y la guerra civil comenzaron. Igualmente, en la Revolución francesa,
Danton proclama el terror para canalizar el terror popular espontáneo que
estalla con las masacres de septiembre ante la amenaza que hacía pesar sobre
Paris el avance de las tropas coaligadas de Brunswick. Admite pues que la
responsabilidad en el desencadenamiento de la guerra civil no estuvo del lado
de la revolución.
Si los
horrores de la guerra civil son desde entonces compartidos entre “rojos” y
“blancos”, la matriz de todas los terrores del futuro residiría sin embargo en
una guerra oculta, una guerra en la guerra, contra el campesinado. A fin de
inscribir las víctimas de la hambruna de 1921-1922 en el cuadro de los crímenes
del comunismo, Nicolas Werth tiende a veces a presentarla como el
resultado de una decisión de exterminio deliberada del campesinado. Los
documentos sobre la represión de los pueblos, de las pequeñas ciudades son
abrumadores. Pero, ¿es posible sin embargo, disociar los dos problemas, el de
la guerra civil y el de la cuestión agraria ?. Para enfrentarse a la
agresión, el Ejército rojo tuvo que movilizar en algunos meses cuatro millones
de combatientes que hubo que equipar y alimentar. En dos años, Petrogrado y Moscú perdieron más de la mitad de su
población. La industria devastada no producía ya nada. En estas
condiciones, para alimentar las ciudades y el ejército, ¿qué otra solución que
las requisiciones ?. Sin duda se puede imaginar otras formas, tener en
cuenta, mirando desde la distancia del tiempo transcurrido, la lógica propia de
una policía política, los peligros de arbitrariedad burocrática ejercida por
tiranuelos improvisados. Pero es una discusión concreta, en términos de
decisiones políticas, de alternativas imaginables ante pruebas reales y no de
juicios abstractos.
A la salida
de la guerra civil, no es ya la base la que empuja a la cúspide, sino la
voluntad de la cúspide la que se esfuerza por arrastrar a la base. De ahí la
mecánica de la sustitución: el partido
sustituye al pueblo, la burocracia al partido, el hombre providencial al
conjunto. En el curso de ese proceso, emerge una nueva burocracia, fruto de
la herencia del antiguo régimen y de la promoción social acelerada de nuevos
dirigentes. Tras el reclutamiento masivo de la “promoción Lenín” en 1924, los
pocos miles de militantes de Octubre no influyen ya demasiado en los efectivos
del partido en relación a los centenares de miles de nuevos bolcheviques, entre
los cuales están los carreristas volando en socorro de la victoria y los
elementos reciclados de la vieja administración.
La pesada
herencia de la guerra civil
La guerra
civil constituye una terrible experiencia fundadora. Crea una costumbre
hastiada a las formas más extremas e inhumanas de una violencia que se añade a
los ensañamientos de la guerra mundial. Forja una herencia de brutalidad
burocrática, de la que Lenín tomará conciencia con ocasión de la crisis con los
comunistas georgianos, y de la que Trotsky da cuentas en su Stalin. El
“Testamento de Lenín” y el “Diario de sus secretarias”
(ver Moshe Lewin, El
último combate de Lenín, Minuit, 1979)
dan fe, en su agonía, de esta conciencia patética del problema. Mientras que la
revolución es un asunto de pueblos y multitudes, Lenín agonizante se ve
reducido a sopesar los vicios y las virtudes de un puñado de dirigentes de los
que casi todo parece depender en adelante. En definitiva, la guerra civil ha
significado un “gran salto hacia atrás”, una “arcaización” del país en relación
al nivel de desarrollo alcanzado antes de 1914. Ha dejado al país exhausto. De
los cuatro millones de habitantes que tenían Petrogrado y Moscú a comienzos de
la revolución, no quedaban más que 1,7 millones a fines de la guerra civil. En
Petrogrado, 380 000 obreros abandonaron la producción quedando 80 000. Las
ciudades devastadas se convirtieron en parásitas de la agricultura, obligando a
retenciones autoritarias de aprovisionamientos. Y el Ejército rojo alcanzó un
efectivo de 4 millones. “Cuando el nuevo régimen pudo al fin conducir el país
hacia su objetivo declarado, escribe Moshe Lewin, el punto de partida se reveló bastante más atrasado de lo
que habría sido en 1917, por no decir en 1914”.
A través de
la guerra civil se forja “un socialismo atrasado” y estatalista, un nuevo
estado edificado sobre ruinas: “En verdad, el estado se formaba sobre la base
de un desarrollo social regresivo”. (Moshe Lewin, Russia, URSS, Russia,
Londres 1995). Ahí reside la raíz esencial de la burocratización de la que
ciertos dirigentes soviéticos, entre ellos Lenín, toman bastante pronto
conciencia a la vez que se desesperan de no lograr contenerla. Aquí, el peso
terrible de las circunstancias y la ausencia de cultura democrática acumulan
sus efectos. No queda así ninguna duda de que la confusión mantenida, desde la
toma del poder, entre el estado, el partido, y la clase obrera, en nombre de la
extinción rápida del estado con que se contaba y de la desaparición de las
contradicciones en el seno del pueblo favorece considerablemente la
estatización de la sociedad y no la socialización de las funciones estatales.
El aprendizaje de la democracia es un asunto largo, difícil. No va al mismo
ritmo que los decretos de reforma económica, tanto menos en la medida que el
país no tiene prácticamente tradiciones parlamentarias y pluralistas. Reclama
tiempo, energía, también medios. La efervescencia en los comités y los soviets
del año 1917 ilustra los primeros pasos de un aprendizaje así, en el curso del
cual se dibuja una sociedad civil.
Ante la
prueba de la guerra civil, la solución más sencilla consiste en subordinar los
órganos de poder popular, consejos y soviets, a un tutor ilustrado: el partido.
Prácticamente, consiste también en reemplazar el principio de la elección y del
control de los responsables por su nominación a iniciativa del partido, desde
1918 en ciertos casos. Esta lógica lleva finalmente a la supresión del
pluralismo político y de las libertades de opinión necesarias a la vida
democrática, así como a la subordinación sistemática del derecho a la fuerza.
El engranaje es tanto más temible en la medida en que la burocratización no
procede solo de una manipulación desde arriba. Responde también a veces a una
demanda de abajo, a una necesidad de orden y de tranquilidad nacida de los
cansancios de la guerra y de la guerra civil, de las privaciones y del
desgaste, que las controversias democráticas, la agitación política, la demanda
constante de responsabilidad molestan. Marc Ferro ha subrayado muy pertinentemente en sus libros esta terrible
dialéctica. Recuerda así que existían claramente “dos focos
democrático-autoritarios en la base, centralista-autoritario en la cumbre”, al
comienzo de la revolución, mientras “que ya no queda más que uno en 1939”.
Pero, para
él, la cuestión está prácticamente zanjada al cabo de algunos meses, desde 1918
o 1919, con el decaimiento y el control de los comités de barrio y de fábrica
(ver Marc Ferro, Les Soviets en Russie, collection Archives es aún
más explícito declarando al bolchevismo “contrarrevolucionario a partir de
1920-1921” (es decir antes de Kronstadt). (Cf. Revue Lignes n° 31,
mayo 1997). El asunto es de la mayor importancia. No se trata de oponer punto
por punto, de forma maniquea, una leyenda dorada del “leninismo bajo Lenin” al
leninismo bajo Stalin, los luminosos años veinte a los sombríos años treinta,
como si nada hubiera aún comenzado a pudrirse en el país de los soviets. Por
supuesto la burocratización está inmediatamente en marcha, por supuesto la
actividad policial de la tcheka tiene su lógica propia, por supuesto el penal
político de las islas Solovski es abierto tras el fin de la guerra civil y
antes de la muerte de Lenin, por supuesto la pluralidad de partidos es
suprimida, la libertad de expresión limitada, los derechos democráticos incluso
en el partido son restringidos desde el X Congreso de 1921.
Pero el
proceso de lo que llamamos la contrarrevolución burocrática no es un
acontecimiento simple, fechable, simétrico de la insurrección de Octubre. No se
hace en un día. Pasa por decisiones, enfrentamientos, acontecimientos. Los
propios actores no han dejado de debatir sobre su periodización, no por gusto
de precisión histórica, sino para intentar deducir de ello tareas políticas.
Testigos como Rosmer, Eastman, Souvarine, Istrati, Benjamin, Zamiatine y
Boulgakov (en su carta a Stalin), la poesía de Maiakowski, los tormentos de
Mandelstam o de Tsétaïeva, los carnets de Babel [3], etc, pueden contribuir a esclarecer las múltiples
facetas del fenómeno, su desarrollo, su progresión. Así, cuando la desastrosa
represión de Kronstadt hace tomar conciencia en la primavera de 1921 de una
reorientación necesaria de la política económica, cuando la guerra civil es
victoriosamente terminada, las libertades democráticas son de nuevo restringidas
en lugar de ser ampliadas: el X congreso del Partido prohíbe entonces las tendencias y
las fracciones. Con la visión histórica, es necesario volver sobre estas
cuestiones de la democracia representativa, del pluralismo político, de la
censura, de la disolución de la Asamblea constituyente, para formular
teóricamente los problemas a los que se han enfrentado los pioneros del
socialismo y para meditar sus lecciones.
No hay
ninguna duda de que la herencia del zarismo, los cuatro años de carnicería
mundial durante los cuales fueron movilizados más de quince millones de
soldados rusos, las violencias y las atrocidades de la guerra civil, influyeron
infinitamente más sobre el futuro del régimen revolucionario que las faltas
doctrinales de sus dirigentes, por graves que fueran. Es sin embargo necesario
volver, con la distancia histórica, sobre las cuestiones democráticas en la
revolución, no para rehacer la historia, sino para formular teóricamente los
problemas a los que se han enfrentado los pioneros del socialismo y para
asimilar sus lecciones. En un artículo sobre “la Revolución y la ley” publicado
por Pravda el 1 de diciembre de 1917 (¡), Anatole Lunatcharski, futuro ministro
de educación, comenzaba con esta constatación : “Una sociedad no está
unificada como un todo”. Se necesitó mucho tiempo y muchas tragedias para sacar
todas las consecuencias de esta pequeña frase.
Porque una
sociedad no está unificada como un todo, incluso tras el derrocamiento del
antiguo orden, no se puede pretender socializar el estado por decretos sin
correr el riesgo de estatizar la sociedad. Porque la sociedad no está unificada
como un todo, los sindicatos deben permanecer independientes en relación al
estado y a los partidos, los partidos independientes en relación al estado. Las
contradicciones entre los intereses existentes en la sociedad deben poder ser
expresados por una prensa independiente y por una pluralidad de formas de
representación. Es también por ello que la autonomía de la forma y de la norma
jurídica debe garantizar que el derecho no se reduce a arbitrariedad
perennizada de la fuerza. La defensa del pluralismo político no es por tanto
una cuestión de circunstancias, sino una condición esencial de la democracia
socialista. Es la conclusión que Trotsky saca de la experiencia en La Revolución Traicionada : “En realidad las clases son heterogéneas, desgarradas por
antagonismos internos, y no llegan a fines comunes más que por la lucha de las
tendencias, de los agrupamientos y de los partidos”. Esto quiere decir que la
voluntad colectiva no puede expresarse más que a través de un proceso electoral
libre, cualesquiera que sean sus formas institucionales, combinando democracia
participativa directa y democracia representativa. Sin constituir una garantía
absoluta contra la burocratización y los peligros profesionales del poder,
pueden sin embargo desprenderse algunas respuestas y orientaciones de la
experiencia.
– La
distinción de las clases, de los partidos y del estado, debe traducirse en el
reconocimiento del pluralismo político y sindical, como única forma de permitir
la confrontación de programas y de opciones alternativas sobre todas las
grandes cuestiones de sociedad, y no el simple intercambio de puntos de vista
provenientes de las instancias locales del poder.
– Una forma
de democracia que combine consejos de producción y consejos territoriales, con
una expresión directa y un derecho de control, no solo de los partidos, sino de
los sindicatos, asociaciones, movimientos de mujeres.
– La
responsabilidad y la revocabilidad de los electos por quienes les han elegido,
y no un mandato imperativo que bloquearía toda función deliberativa de las
asambleas elegidas.
– La
limitación de la acumulación y de la renovación de los mandatos electivos y la
limitación del salario del electo a nivel del obrero/a cualificado/a o del
empleado/a de los servicios públicos, a fin de restringir la personalización y
la profesionalización del poder.
– La
descentralización del poder y la redistribución e las competencias a nivel
local, regional, o nacional más cercano a los ciudadanos, con el derecho de
veto suspensivo de las instancias inferiores sobre las decisiones que les
afecten directamente y posible recurso a referendums de iniciativa popular.
Una
democracia de los productores libremente asociados es perfectamente compatible
con el ejercicio del sufragio universal. Consejos comunales o asambleas
populares territoriales pueden estar formados de representantes de las unidades
de trabajo y de habitación y someter toda decisión importante al voto de las
poblaciones concernidas. Experiencias recientes, la de Polonia en 1980-1981, la
de Nicaragua en 1984, han puesto al orden del día la posibilidad de un sistema
de dos cámaras, una elegida directamente mediante el sufragio universal, la
otra representando directamente a los obreros, los campesinos, más ampliamente
las diferentes formas asociativas del poder popular. Esta respuesta (que puede
incluir en los estados plurinacionales una cámara de las nacionalidades)
satisface teóricamente a la vez la exigencia de elecciones generales y la
preocupación por la democracia popular más directa posible. permite no
confundir por decreto la realidad de la sociedad y la esfera del estado,
llamada a ir debilitándose a medida que se desarrolla, se extiende y se
generaliza la autogestión. Estas grandes orientaciones resumen las lecciones de
una historia dolorosa. No constituyen ni un arma absoluta contra los peligros
profesionales del poder, ni una receta para cada situación concreta.
Se puede
discutir retrospectivamente sobre las consecuencias de la disolución de la
Asamblea Constituyente por los bolcheviques, la representatividad respectiva de
esta Asamblea y el Congreso de los Soviets a fines de 1917, sobre saber si no
hubiera sido preferible mantener duraderamente una doble forma de
representación (especie de dualidad prolongada de poder). Puede preguntarse si
no habría habido que organizar desde el final de la guerra civil elecciones
libres, a riesgo de ver, en un contexto de destrucción y de presión
internacional ver a los Blancos militarmente vencidos ganar. Esta situación
particular depende de relaciones de fuerzas
específicas, nacionales e internacionales. Toda la experiencia histórica
en cambio confirma la advertencia lanzada por Rosa Luxemburg en 1918: “Sin elecciones generales,
sin una libertad de la prensa y de reunión ilimitada, sin una lucha de opinión
libre, la vida se apaga en todas las instituciones públicas, vegeta, y la
burocracia sigue siendo el único elemento activo” (La Revolución Rusa). La democracia más amplia es
inseparablemente una cuestión de libertad y una condición de eficacia
económica: solo ella puede permitir una superioridad de la planificación autogestionaria
sobre los automatismos del mercado.
¿Voluntad
de potencia o contrarrevolución burocrática?
La suerte de
la primera revolución socialista, el triunfo del estalinismo, los crímenes de
la burocracia totalitaria constituyen uno de los hechos más importantes del
siglo. Para algunos, el principio del mal residiría en un mal fondo de la
naturaleza humana, en una irreprimible voluntad de poder que puede manifestarse
bajo diferentes máscaras, incluso la de la pretensión de hacer la felicidad de
los pueblos a su pesar, de imponerles los esquemas preconcebidos de una ciudad
perfecta. El objetivo polémico del Libro negro consiste en
establecer una estricta continuidad entre Lenin y Stalin, arruinando “la vieja
leyenda de la revolución de Octubre traicionada por Stalin” : “Los
horrores del estalinismo son consustanciales al leninismo” (Jacques Amalric) ; “El impulso criminal precoz
corresponde a Lenín” (Eric Conan, L’Express, 6 de noviembre).
A falta de
haber llevado la crítica de su propio pasado hasta un examen riguroso de la
periodización de la revolución rusa, de las orientaciones que se enfrentaron a
lo largo de los años veinte y treinta, algunos responsables del PCF se
contentan por su parte con una autocrítica vaga y se dejan llevar a hablar de
los crímenes del estalinismo como de la “prolongación trágica” del
acontecimiento revolucionario (Claude Cabanes, L’Humanité, 7 de
noviembre). Si un destino implacable, portador de tales desastres, estuviera en
marcha desde el primer día, ¿por qué pretenderse aún comunista?
Los años
veinte: ¿“pausa” o bifurcación?
A pesar de
la reacción burocrática, que comienza muy pronto a “helar la revolución”, a
pesar de las penurias y del atraso cultural, el impulso revolucionario inicial
se hace aún sentir a lo largo de los años veinte, en las tentativas pioneras en
el frente de la transformación del modo de vida: reformas escolares y
pedagógicas, legislación familiar, utopías urbanas, invención gráfica y cinematográfica.
Es aún ese impulso el que permite explicar las contradicciones y las
ambigüedades de la “gran transformación” operada en el dolor entre las dos
guerras, donde se mezclan aún el terror burocrático y la energía de la
esperanza revolucionaria. No fue la menor de las dificultades para tomar
conciencia del sentido y del alcance histórico del fenómeno.
Es
importante por tanto captar en la organización social, en las fuerzas que se
constituyen y se oponen en ella, las raíces y los resortes profundos de lo que
a veces se ha llamado “el fenómeno estalinista”. El estalinismo, en
circunstancias históricas concretas, remite a una tendencia más general a la
burocratización, que actúa en todas las sociedades modernas. Es alimentada
fundamentalmente por el auge de la división social del trabajo (entre trabajo
manual e intelectual principalmente), y por “los peligros profesionales del
poder” que le son inherentes. En la Unión Soviética, esta dinámica fue tanto
más fuerte y rápida en la medida en que la burocratización se produjo sobre un
fondo de destrucción, de penuria, de arcaísmo cultural, en ausencia de
tradiciones democráticas.
Desde el
origen, la base social de la revolución era a la vez amplia y estrecha. Amplia
en la medida en que reposaba en la alianza entre los obreros y los campesinos
que constituían la aplastante mayoría social. Estrecha en la medida en que su
componente obrera, minoritaria, fue rápidamente laminada por los desastres de
la guerra y las pérdidas de la guerra civil. La brutalidad burocrática es
proporcional a la fragilidad de su base social. Es constitutiva de su función
parasitaria. No deja de haber una ruptura, una discontinuidad irreductible,
tanto en la política interna como en la política internacional, entre el
comienzo de los años veinte y los terribles años treinta. Las tendencias
autoritarias comenzaron ciertamente a hacerse visibles bastante antes.
Obsesionados por el “enemigo principal” (en este caso bien real) de la agresión
imperialista y de la restauración capitalista, los dirigentes bolcheviques
comenzaron por ignorar o subestimar “el enemigo secundario”, la burocracia que
les minaba desde el interior y acabó por devorarles.
Este inédito
escenario era difícil de imaginar. Se necesitó tiempo para comprenderlo,
interpretarlo, para sacar las consecuencias. Si Lenin percibió sin duda la
señal de alarma que significó la crisis de Kronstadt, hasta el punto de
impulsar una profunda reorientación económica, no será sino bastante más tarde,
en La Revolución traicionada, cuando Trotsky llegará a fundar como
principio el pluralismo político sobre la heterogeneidad del proletariado
mismo, incluso tras la toma del poder. La mayor parte de los testimonios y de
los documentos sobre la Unión soviética o sobre el Partido bolchevique mismo (ver
el Moscú bajo Lenin de Rosmer, el Leninismo bajo Lenín de
Marcel Liebman, la Historia del Partido bolchevique de Pierre
Broué, el Stalin de Souvarine y el de Trotsky, los trabajos de
E.H. Carr, de Tony cliff, de Moshe Lewin, de David Rousset) no permiten ignorar,
en la estrecha combinación de ruptura y de continuidad, el gran giro de los
años treinta.
La ruptura
gana de lejos, atestiguada por millones y millones de muertos de hambre, de
deportados, de víctimas de los procesos y de las purgas. Fue preciso el
desencadenamiento de tal violencia para llegar al “congreso de los vencedores”
de 1934 y a la consolidación del poder burocrático.
El gran
giro
Entre el
terror de la guerra civil y el gran terror de los años treinta, Nicolas Werth
privilegia la continuidad. Debe para ello relativizar la significación de los
años veinte, de las opciones que se presentan en ellos, los conflictos de
orientación en el seno del partido, reducirlos a una simple “pausa” o “tregua”
entre dos auges terroristas. Aporta sin embargo él mismo los elementos que
testimonian un cambio (cuantitativo) de la escala represiva y un cambio
(cualitativo) de su contenido. En 1929, el plan de “colectivización de masas”
fija el objetivo de trece millones de explotaciones a colectivizar por la fuerza.
La operación provoca las grandes hambrunas y las deportaciones de masas de
1932-1933 : “La primavera de 1933 marcó sin duda el apogeo de un primer
gran ciclo de terror que había comenzado a finales de 1929 con el lanzamiento
de la deskoulakizción” (N. Werth, Libro negro, p. 199). Tras el
asesinato de Kirov, comienza en 1934 el segundo gran ciclo, marcado por los
grandes procesos y sobre todo por la “gran purga” (iejovschina) de 1936-1938,
cuyo número de víctimas está evaluado en 690 000. La colectivización forzosa y
la industrialización acelerada conllevan un desplazamiento masivo de
poblaciones, una “ruralización” de las ciudades, y una masificación vertiginosa
del Gulag.
A lo largo
del proceso, la legislación represiva se desarrolla y se refuerza. En junio de
1929, al mismo tiempo que la colectivización de masas, es puesta en pie una
reforma capital del sistema de detención: los detenidos condenados a penas de
más de tres años serán en adelante transferidos a los campos de trabajo. Ante
la importancia incontrolable de las migraciones interiores, una decisión de
diciembre de 1932 introduce los pasaportes interiores. Algunas horas después
del asesinato de Kirov (dirigente del partido en Petrogrado), Stalin redacta un
decreto conocido como “ley del 1 de diciembre de 1934” legalizando los
procedimientos expeditivos y proporcionando el instrumento privilegiado del
gran terror. Más allá del aplastamiento de los movimientos populares urbanos y
rurales, este terror burocrático liquida lo que subsiste de la herencia de
Octubre. Se sabe que los procesos y las purgas produjeron enormes claros en las
filas del partido y del ejército. La mayor parte de los cuadros dirigentes del
período revolucionario son deportados o ejecutados.
De los 200
miembros del Comité Central del Partido Comunista ukraniano, no hubo más que
tres supervivientes. En el ejército, el número de los arrestos alcanzó más de
30 000 cuadros de 178 000. Paralelamente, el aparato administrativo requerido
para esta empresa represiva y para la gestión de una economía estatalizada se
dispara. Según Moshe Lewin, el personal administrativo pasó entonces de 1 450
000 miembros en 1928 a 7 500 000 en 1939, el conjunto de los trabajadores de
cuello blanco de 3 900 000 a 13 800 000. La burocracia no es una palabra vana.
Se convierte en una fuerza social: el aparato burocrático de estado devora lo
que quedaba de militante en el partido. Esta contrarrevolución hace también
sentir sus efectos en todos los terrenos, tanto en el de la política económica
(colectivización forzosa y desarrollo a gran escala del Gulag), de la política
internacional (en China, en Alemania, en España), de la política cultural (ver
el libro de Varlam Chalamov, Les années vingt que subraya el
contraste entre esos años aún efervescentes y los terribles años treinta), de
la vida cotidiana, con lo que Trotsky llamó el “thermidor en el hogar”, de la
ideología (con la cristalización de una ortodoxia de Estado, codificación del
“diamat” y redacción de una Historia oficial del partido).
Hay que
llamar a las cosas por su nombre, y a una contrarrevolución una
contrarrevolución, de otra forma masiva, de otra forma visible, de otra forma
desgarradora que las medidas autoritarias, por inquietantes que fueran, tomadas
en el fuego de la guerra civil. Nicolas Werth, por su parte, está desgarrado
entre el reconocimiento de lo que hay de radicalmente nuevo en esos años
treinta y su voluntad de establecer una continuidad entre la promesa
revolucionaria de octubre y la reacción estalinista triunfante. Habla así de
“episodio decisivo” en la puesta en pie del sistema represivo o de “último
episodio del enfrentamiento comenzado en 1918-1922”. Episodio o giro decisivo,
hay que elegir. Optar por la continuidad lleva a saltar por encima de los años
veinte, sus controversias y sus envites, como si se tratara de un simple
paréntesis. El relato lineal de la represión sala entonces de su contexto.
Relega a un segundo plano difuso los conflictos alrededor de opciones
cruciales, tanto en materia de política internacional (orientación durante la
revolución china, actitud ante el ascenso del nazismo, oposiciones sobre la
guerra de España), como en materia de política interna (oposición tanto
trotskysta como bujariniana a la colectivización forzosa, ¡alternativas
económicas y sociales propuestas en nombre de una otra idea del comunismo!).
Contrarrevolución
y restauración
La idea de
contrarrevolución turba a algunos con el pretexto de que no lleva al
restablecimiento de la situación anterior. El tiempo histórico no es reversible
como el de la física mecánica. La película no va hacia atrás. Tras Thermidor, Jospeh de Maistre [4], el ideólogo conservador durante la
revolución y buen conocedor en materia de reacción, señalaba ya finamente que
una contrarrevolución no es una revolución en sentido contrario, sino lo
contrario de una revolución. Los dos procesos no son simétricos. Una
contrarrevolución puede así producir algo nuevo e inédito. Fue el caso en la
Alemania bismarckiana tras el fracaso de las revoluciones de 1848.Igualmente,
Thermidor no es todavía la Restauración. El imperio constituye una larga zona
gris en la que se mezclan las aspiraciones revolucionarias y la consolidación
de un orden nuevo.
Es en una
zona gris análoga donde se han perdido numerosos militantes comunistas sinceros,
impresionados por los éxitos de la “patria del socialismo” sin conocer o medir
su coste. A condición de querer saber, se sabía mucho, aunque no se supiera
todo, en los años treinta sobre el terror estalinista. Estaban los testimonios
de Victor Serge, de Ante Ciliga [5], el contraproceso presidido por John Dewey [6], los testimonios contra la represión de los
anarquistas y del POUM en España. Pero en aquellos tiempos de lucha
antifascista y de “heroísmo burocratizado” (según la fórmula de Isaac
Deutscher), fue a menudo difícil combatir a la vez al enemigo principal y el
enemigo no tan secundario, que derrota desde el interior. Numerosos actores (Jan
Valtin, Elizabeth Poretsky, Jules Fourier, Charles Tillon, los supervivientes
de la Orquesta roja, y tantos otros) son testimonio de esas “existencias
desgarradas”.
En efecto,
la Unión Soviética bajo Stalin no era la del estancamiento brejneviano. Se
transformaba a toda marcha, bajo el látigo de una burocracia emprendedora. El
secreto de esta energía no deja de tener relación con el de la energía
napoleónica que fascinó a Chateaubriand :
“Si los
boletines, discursos, alocuciones y proclamas de Bonaparte se distinguen por la
energía, esta energía no le pertenecía como algo suyo propio; era de su tiempo,
venía de la inspiración revolucionaria que se debilitaba en Bonaparte, porque
él marchaba en sentido inverso a ella”. (Memorias de ultratumba, II, p. 643).
No es por otra parte la única analogía llamativa entre los dos personajes: “La
Revolución que había sido la nodriza de Napoleón no tardó en presentársele como
una enemiga, por lo que nunca no dejó de combatirla” (ibid, p. 647).
Nunca ningún
país del mundo habrá conocido una metamorfosis tan brutal como la Unión
Soviética de los años treinta, bajo el puño de una burocracia faraónica :
entre 1926 y 1939, las ciudades van a aumentar en 30 millones de habitantes y
su parte en la población global pasar del 18% al 33% de la población ;
solo durante el primer plan quinquenal, su tasa de crecimiento es del 44%, es
decir prácticamente tanto como entre 1897 y 1926 ; la fuerza de trabajo
asalariado aumenta más del doble (pasa de 10 a 22 millones) ; lo que
significa la “ruralización” masiva de las ciudades, un esfuerzo enorme de
alfabetización y de educación, la imposición a marchas forzadas de una
disciplina del trabajo. Esta gran transformación se acompaña de un renacimiento
del nacionalismo, de un auge del carrerismo, de la aparición de un nuevo
conformismo burocrático. En este gran barullo, ironiza Moshe Lewin, la sociedad
estaba en un cierto sentido “sin clases” pues todas las clases se encontraban
informes, en fusión (Moshe Lewin, La formación de la Unión Soviética,
Gallimard 1985).
A la
pregunta esencial de Mikhaël Guefter, una “marcha continua” entre Octubre y el
Gulag, o “dos mundos políticos y morales distintos”, el análisis de la
contrarrevolución estalinista aporta una respuesta clara. La periodización de
la revolución y de la contrarrevolución rusa no es una pura curiosidad
histórica. Ordena posiciones, orientaciones y tareas políticas: antes, se puede
hablar de error que corregir, orientaciones alternativas en un mismo proyecto;
después, son fuerzas y proyectos que se oponen, opciones organizativas. No se
trata de una querella de familia que permita exhibir a posteriori a las
víctimas de ayer como prueba de un “pluralismo comunista” que reúne víctimas y
verdugos. La periodización rigurosa permite así, por retomar la fórmula de
Guefter, a la “conciencia histórica penetrar en el campo político”.
¿Una
revolución “prematura”?
Desde la
caída de la Unión Soviética, ha recobrado vigor una tesis: aquella según la
cual la revolución habría sido de entrada una aventura condenada debido a su
carácter prematuro. Es la que defiende Henri Weber en una tribuna de Le Monde (14 noviembre de
1997). Esta tesis encuentra su origen muy temprano, en el discurso de los
mencheviques rusos mismos y en los análisis de Kautsky, desde 1921: mucha
sangre, lágrimas y ruinas, escribe entonces habrían sido ahorrados “si los
bolcheviques hubieran poseído el sentido menchevique de la autolimitación a lo
que es accesible, sentido en el que se revela la maestría de alguien” (Von
der Demokratie zur Staatsktaverei, 1921, citado por Radek en Les
Voies de la Révolution russe, EDI, p. 41). La fórmula es reveladora.
Kautsky polemiza contra la idea de un partido de vanguardia, pero imagina de
buena gana un partido-maestro, educador y pedagogo, capaz de regular a su guisa
la marcha y el ritmo de la historia.
Como si las
luchas y las revoluciones no tuvieran también su propia lógica. Por querer
autolimitarlas cuando se presentan, se pasa al lado del orden establecido. No
se trata ya entonces de “autolimitar” los objetivos del partido, sino de
limitar sin más las aspiraciones de las masas. En este sentido, los
socialdemócratas, los Ebert y los Noske, asesinando a Rosa Luxemburg y
aplastando los soviets de Baviera se ilustraron como los virtuosos de la
“autolimitación”. La toma del poder en octubre de 1917 resulta de la
incapacidad, desde febrero, de los burgueses liberales y de los reformistas de
aportar una respuesta a la crisis de la sociedad y del estado. A la cuestión
“¿Había opción en 1917”?, la respuesta de Mikhaël Guefer parece mucho más
fecunda y convincente que la tesis de “prematura”:
“La cuestión
es cardinal. Habiendo reflexionado mucho sobre este problema, me puedo permitir
una respuesta categórica: no había opción. Lo que se hizo entonces era la única
solución que se oponía a una transformación infinitamente más sangrienta, a una
debacle privada de sentido.
La opción se
ha planteado después. Una opción que no trataba sobre el régimen social, sobre
la vía histórica que tomar, sino que debía ser efectuada en el interior de esa
vía. Ni variantes (el problema era más amplio), ni escaleras que subir para
alcanzar la cumbre, sino una ramificación, ramificaciones”. (Mikhaël Guefter,
artículo citado).
Estas
ramificaciones, estas bifurcaciones, no han dejado en efecto de presentarse y
de suscitar respuestas diferentes y opuestas: en 1923, ante el octubre alemán,
sobre la NEP y la política económica, sobre la colectivización forzada, sobre
la industrialización acelerada y las formas de planificación, sobre la
democracia en el país y en el partido, sobre el ascenso del fascismo, sobre la
guerra de España, sobre el pacto germano-soviético. Sobre cada una de estas
pruebas, propuestas, programas, se enfrentaron diferentes orientaciones,
mostrando otras opciones y otros posibles desarrollos. En verdad, la tesis del
carácter prematuro conduce ineluctablemente a la idea de una historia bien
ordenada, reglada, como un reloj, en donde todo llega a su hora, justo a
tiempo. Recae en las platitudes de un estricto determinismo histórico, tan a
menudo reprochado a los marxistas, donde el estado de la infraestructura
determina estrechamente la superestructura correspondiente. Elimina simplemente
el hecho de que la historia no tiene la fuerza de un destino, está horadada de
acontecimientos que abren un abanico de posibilidades, no todas ciertamente,
sino un horizonte determinado de posibilidad.
Si leemos
hoy a los autores del Libro negro, se tiene la impresión de que los
bolcheviques, una vez triunfado el golpe de mano de Octubre, se habrían
aferrado a cualquier precio al poder por el poder. Es olvidar que nunca
pensaron en la Revolución rusa como una aventura solitaria, sino como el primer
elemento de una revolución europea y mundial. Si Lenin, se dice, bailó encima
de la nieve el 73° día de la toma del poder, es porque no esperaba,
inicialmente, aguantar más tiempo que la Comuna. El futuro de la revolución
dependía a sus ojos de la extensión de la revolución a escala europea y en
Alemania principalmente.
Las
convulsiones que sacudieron, entre 1918 y 1923, Alemania, Italia, Austria,
Hungría, indican una verdadera crisis europea. Los fracasos de la revolución
alemana o de la guerra civil española, los desarrollos de la revolución china,
la victoria del fascismo en Italia y en Alemania no estaban escritos por
adelantado. Los revolucionarios rusos no son a pesar de todo responsables de
las dimisiones y de las cobardías de los socialdemócratas franceses y alemanes.
A partir de 1923, se hizo claro que no podían ya contar a corto plazo con una
extensión de la revolución en Europa.
Una reorientación radical se imponía.
Fue lo que estuvo en juego en el enfrentamiento entre las tesis del “socialismo
en un solo país” y las de la “revolución permanente”, que desgarró el partido a
mediados de los años veinte. Sin contestar la legitimidad inicial de la revolución rusa, algunos
estiman pues que se basaba en un pronóstico erróneo y en una apuesta imposible.
No se trataba sin embargo de una predicción, sino de una orientación que
intentaba eliminar las causas de la guerra derrocando el sistema que la había
engendrado. La onda de choque a la salida de la guerra quedó bien confirmada,
de 1918 a 1923. Tras el fracaso del Octubre alemán, en cambio, la situación se
había duraderamente estabilizado. ¿Qué hacer entonces? Intentar ganar tiempo
sin la ilusión de poder “construir el socialismo en un solo país”, que además
está arruinado ?. Es todo lo que está en juego de las discusiones de las
luchas de los años veinte. Es toda la dimensión política de la cuestión, lo
importante del asunto.
En el plano
económico y social, la NEP aportó un elemento de respuesta, pero habría sido
necesario para aplicarla un personal cultivado de otra forma que el formado en
los métodos expeditivos del comunismo de guerra. En el plano político, hubiera
sido necesario una orientación democrática, que buscara una legitimación
mayoritaria por la expresión electoral de un pluralismo soviético. En el plano
internacional, hubiera sido necesario una política internacionalista que no
subordinara, a través de la Komintern, los diferentes partidos comunistas y su
política a los intereses del estado soviético. Estas opciones fueron, al menos
parcialmente planteadas. No tomaron la forma de discusiones apacibles, sino de
enfrentamientos sin piedad. Los vencidos de estas luchas no estaban
equivocados. Pues, si bien se realiza con entusiasmo la contabilidad macabra de
las revoluciones, se evalúa más difícilmente el coste de las revoluciones
abortadas o aplastadas: la no-revolución alemana de 1918-1923 y la revolución
española vencida de 1937 no pueden dejar de tener relación con la victoria del
nazismo y los desastres de la segunda guerra mundial.
Para
establecer las responsabilidades reales, periodizar la historia alrededor de
las grandes alternativas políticas, es este hilo el que hay que retomar y
reexaminar. Hablar simplemente de revolución prematura remite al contrario a
enunciar un juicio de tribunal histórico, en lugar de comprender la lógica
interna del conflicto y de las políticas que en él se enfrentan. Pues las
derrotas no son más pruebas de error que las victorias pruebas de verdad: “Si
el éxito fuera reputado inocencia ; si, corrompiendo hasta la posteridad,
la cargara con sus cadenas ; si, esclava futura, engendrada de un pasado
esclavo, esta posteridad sobornada se convirtiera en la cómplice de cualquiera
que hubiera triunfado, ¿dónde estaría el derecho, dónde estaría el precio de
los sacrificios ? El bien y el mal no siendo ya más que relativos, toda
moralidad se borraría de las acciones humanas” (Chateaubriand, Memorias
de Ultratumba).
Si no hay
juicio último en historia, importa que sea trazado paso a paso, ante cada gran
opción, cada gran bifurcación, la pista de otra historia posible. Es lo que
preserva la inteligibilidad del pasado y permite sacar de él lecciones para el
futuro. Lo que, en diez días, conmovió el mundo, no podría ser borrado. La
promesa de humanidad, de universalidad, de emancipación que se apareció en el
fuego efímero del acontecimiento está “demasiado mezclada a los intereses de la
humanidad” para que pueda olvidarse. Depositarios y responsables de una
herencia amenazada por el conformismo, tenemos la tarea de suscitar las
circunstancias en las que podrá ser “rememorado”.
Traducción:
Alberto Nadal
Notes
[1] Maïakovski, poeta,
cantor de la revolución. Emprende una crítica de la burocracia. Adolf
Joffé, jugó durante la revolución un papel de primer plano al lado de
Lenín. Representó al poder bolchevique en Berlín, y luego en Tokyo. Amigo de
Trotsky, fue detenido y deportado, se suicidó en 1927, dejando una carta de
adiós a Trotsky. Kurt Tucholsky, escritor alemán, que critica
violentamente el nacionalismo y el militarismo. Sus libros son quemados por los
nazis, que le privan de su nacionalidad. Refugiado en Suecia, se suicida en
1935. Walter Benjamin, escritor y filósofo de primera línea.
Huyendo de la barbarie nazi, quiere abandonar Francia para refugiarse en los
Estados Unidos, bloqueado en la frontera española, se suicida el 26 de
septiembre de 1940.
[2] Sukarno, general que toma el
poder en Indonesia mediante un golpe de estado, en 1965, y emprende una eliminación
sangrienta de los comunistas (varios centenares de miles de muertos). Será él
mismo apartado del poder por el general Suharto, su ministro de la guerra en
1967.
[3] Rosmer, colaborador de
la Vie ouvrière y responsable del PC. Ligado a Trotsky a
partir de 1915, fue excluído del PC en 1924. Colaborará en Révolution
proletarienne, luego en La Verité. Eastman, eminente intelectual
americano. Se liga a Trotsky, en 1922 en Moscú. Souvarine, uno de
los animadores del Comité de la III Internacinal, delegado del PC en la IC. En
1924 toma posición en favor de Trotsky y es excluído del PC. Autor de una gran
obra crítica sobre Stalin. Panait Istrati, escritor rumano. Tras un
viaje a la URSS en 1929, escribe una viva crítica del régimen (Vers l’autre
flamme). Zamiatine, novelista ruso, emigrado en 1931 con la
autorización de Stalin. Boulgakov, escritor ruso, cuya obra no será
publicada en su mayor parte más que tras la muerte de Stalin. Mandelstam,
poeta ruso, detenido en 1933, deportado, exiliado, luego de nuevo deportado,
muere en 1937 en un campo de tránsito. Anna Tsétaïeva, escritora y
poeta, se suicida en 1941 tras su vuelta a la URSS. Babel, ovelista,
autor de Caballería roja ; fue ejecutado en 1941. Será
rehabilitado en 1954.
[4] Joseph de Maistre, político y
escritor. Emigra en 1793. Monárquico, escribe Consideraciones sobre
Francia (1796) y Sobre el Papa (1819).
[5] Victor Serge : Militante
revolucionario, miembro dela Oposición de Izquierdas. Escritor, autor de
numerosos cuentos y novelas Ante Ciliga : Miembro del CC del PC yugoeslavo
y del Komintern. Va a la URSS en 1928 y se convierte en opositor de izquierdas.
Detenido, deportado a Siberia, fue expulsado en 1936. Autor del libro En el
país de la mentira desconcertante.
[6] John Dewey : Eminente
pedagogo y filósofo americano. Participó en 1936 en el Comité americano para la
defensa de Trotsky.
El libro
negro del comunismo
Este es uno
de libros que señala en la bibliografía de Wikipedia, para contabilizar la
cifra de “38.000 a 85.000 en España”, señala (7. El terror rojo. Pág. 64) del
libro Antony Beevor
[Libro] La Guerra Civil Española. Antony Beevor
28 de septiembre de 2017
Víctimas de
la guerra civil española
La manipulación política de la histórica a
través de Wikipedia.
Terror Rojo
(España)
España
Traicionada (Stalin y la guerra civil) Ronald Radosh, Mary R. Haberck (eds).
Primera parte.
4 de agosto de 2017
Extracto (capítulos 48 y 49) del
libro La Guerra Civil Española – Revolución y Contrarrevolución por Burnett
Bolloten
28 de septiembre de 2017
Burnett Bolloten
El Gran
Engaño. Las izquierdas y su lucha por el poder en la zona republicana"
(The Grand Camouflage)
30 de septiembre de 2017
Stalin en la
guerra civil española
España
Traicionada (Stalin y la guerra civil) Ronald Radosh, Mary R. Haberck
24 de octubre de 2017
Editado en
1974
España
Traicionada (Stalin y la guerra civil) Ronald Radosh, Mary R. Haberck
5 de noviembre de 2017
La apertura de los archivos soviéticos y la guerra civil española
5 de noviembre de 2017
Walter Germanovich Krivitsky. La mano de Stalin sobre España.
6 de noviembre de 2017
Esta
introducción lo he complementado con una variada bibliografía.
Introducción del [libro] España Traicionada (Stalin y la guerra civil) Ronald Radosh, Mary R. Haberck (eds)
9 de noviembre de 2017
"El Gran Engaño. Las izquierdas y
su lucha por el poder en la zona republicana" (The Grand Camouflage)
Burnett Bolloten
El Gran
Engaño. Las izquierdas y su lucha por el poder en la zona republicana"
(The Grand Camouflage)
EL PROCESO CONTRA EL POUM. (Un episodio de la revolución española)
La represión y el proceso contra el POUM (Ignacio Iglesias, 1938)
Monográfico sobre el P.O.U.M., un partido marxista revolucionario,
reprimido por Stalin y los estalinistas y criticado por Trotsky y los trotskistas
Segunda campaña de difamaciones y calumnias contra el POUM, indirectamente
a través George Orwell por escribir contra el estalinismo
Nosotros los rojos (la distopía de Yevgueni Zamiatin, inspiradora de
otras obras como “Un mundo feliz” (1932) de A. Huxley o “1984” (1948) de George
Orwel. Lenin y el taylorismo
Juan Manuel Vera. Experiencia y pensamiento
anti-totalitario en Julián Gorkin
26 de octubre de 2017
Experiencia y pensamiento anti-totalitario en Julián Gorkin (Juan Manuel
Vera)
Algunos capítulos del [Libro]
Julián Gorkin. Contra el estalinismo. Editorial Laertes. Primera edición 2001
26 de octubre de 2017
Julián Gorkin, la vida de un luchador (Marc Ferri Ramírez)
Los asesinos de Trotski (Julián Gorkin)
Julián Gorkin, un libertario en las filas del Partido Socialista
Desenmascarando a Santiago Carrillo, Julio Anguita, Francisco Fruto,
Gaspar Llamazares, Alberto Garzón y muchos más: caballos de Troya en el
movimiento obrero.
Partido Comunista
de España
Capítulo I pág. 7
“(Nubes de sangre sobré España.
Triunfo del Frente Popular. La táctica de la Internacional Comunista. Los
comunistas, al servicio de Moscú. Diálogo de pistolas. Sublevación militar. La
guerra ha comenzado)”
“EL 16 de febrero de 1936 amaneció
fajado de pasquines. En las paredes de Madrid la batalla electoral gritaba sus
consignas roncas y distintas. El conglomerado de derechas —monárquicos,
agrarios, cedistas— aullaba en azul, en verde y en blanco: «¡Votad contra el
marxismo!» Los carteles del Frente Popular agitaban las cifras tremendas de
octubre: «Por la libertad de los 30.000 presos, la readmisión de los 70.000
represaliados, la exigencia de responsabilidades por la represión asturiana;
por el pan, por la tierra...»” Las víctimas, La Alianza Obrera en
Asturias
Capítulo II
pág. 23
“COMIENZA la traición del Kremlin. ¡Armas!
¡Armas! ¡Armas! El primer atraco a nuestra fe. Reunión del Buró Político. Moscú
manda «consejeros», pero no envía armas. Stalin asesina a sus consejeros en
España. Se lleva el oro español.”
Capítulo III
pág. 40
“Madrid, una bandera y una bayoneta.
La «no intervención» y las armas soviéticas. Una delegación española en la U.
R. S. S. La sombra siniestra de la G. P. U. en España. Preparando la trampa al
P. O. U. M. El complot contra Largo Caballero. Escándalo en el Buró Político.
Amagos de rebelión contra los «tovarich»”
Capítulo IV
pág. 58
“Stalin, contra Largo Caballero. Consumatum
est. Las razones políticas del odio de Moscú. Sabotaje
militar de los «tovarich». Negrín, candidato del Kremlin. El «Gobierno de la
Victoria». Guerra al P. O. U. M. La G. P. U. secuestra a Andreu Nin.”
“Pocos días después, la
sublevación anarco-poumista del 5 de mayo en Barcelona nos daba el pretexto
a los ministros comunistas para provocar la crisis del Gobierno de Largo
Caballero.”
Capítulo V pág. 90
Asesinato de
Andrés Nin. Protestas en el Gobierno. El bombardeo de Almería. Prieto quiere
declarar la guerra a Alemania. Ordenes de Moscú. El S. I. M., en manos de los
rusos. La banda de Orlov consuma el crimen. Se intenta matar a Prieto.
El crimen fue
así en la pág. 103
Capítulo VI
pág. 111
El ocaso de
los «dioses». Crecimiento y decadencia del Partido Comunista. Las Brigadas
Internacionales. La «no intervención-Comité de No Intervención». Influencia de los suministros
soviéticos. El proselitismo. La U. R. S. S. se defiende en España. Batalla de
Teruel. «¡Fuera Prieto!». Crisis de marzo de 1938.
Capítulo VII
pág. 138
Ludibrio y
traición soviéticos. Una victoria contra Moscú. ¡Viva Negrín! La epopeya del
Ebro. El «suicidio» del Ebro, Moscú aconseja retirar los voluntarios. La
batalla de Cataluña. Con la sangre del Ebro se comenzó a redactar el pacto
germano-soviético. La U. R. S. S. coincide con Casado. El Gobierno en la zona
Centro Sur.
Capítulo VIII
pág. 158
Antes que
Franco, nos vence Moscú. La mentira de la resistencia. Sin Gobierno y sin Buró
Político. La provocación soviética. Sublevación de Cartagena. La Junta de
Casado. La fuga de los cobardes. Togliatti apuñala la lucha.
Capítulo IX
pág. 180
EL Buró
Político, reo de deserción. La obra de la «troika»
Stepanov-Togliatti-Pasionaria. La lucha contra la Junta de Casado. El fin de la
guerra. Camino del exilio.
Tratado
franco-soviético de asistencia mutua
2 de mayo de
1935
Legislación
electoral de la Segunda República Española
'El caso
Orlov'
Boris Volodarsky
El caso
Orlovlos, servicios secretos soviéticos en la Guerra Civil española
La purga de Stalin en la España republicana
Brigadas
Internacionales
La URSS
en la guerra del pueblo español
Pronunciado: Ante
alumnos de la Escuela Superior de Cuadros del Partido Comunista Yugoslavo,
Belgrado, octubre de 1951.
A los
comunistas de España
Pronunciado: Via emisión radial por medio de
Radio Yugloslavia durante su estancia en Yugoslavia.
Primera
vez publicado: Acción
Socialista, número 22-23, París, 15/12/1951, p.5 y 6.
Archivo JESUS HERNANDEZ TOMAS (1907 - 1971)
Juan
Andrade. Crítica de la Crisis del movimiento comunista Tomo I: De la Komintern
al Kominform de Fernando Claudín
Fernando Claudín y "la Revolución
inoportuna" disidencia y revisión en un intelectual del exilio
Fernando
Claudín
Fernando
Claudín
Colectivización
en la Unión Soviética
Otra visión
de Stalin (de un stalinista)
Ludo Martens
Octubre 20
de 1992
Anexo:
Consejeros soviéticos en la Guerra Civil Española
A la memoria
de todos los consejeros soviético caídos en España luchando contra el fascismo
TÍTULO: PROPAGANDA Y POLÍTICA DE LA UNIÓN SOVIIÉTICA
EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)
Doctorado:
Miguel Vázquez Liñón
7.1.2.4.
Comparación España-URSS: El POUM pág.
289- 295
Referencias:
José Díaz Ramos. TRES AÑOS DE LUCHA
Primera campaña de difamaciones y calumnias, en la que se identificaba al
POUM con el fascismo internacional, se intensificó desde finales de 1936 y en
los primeros meses de 1937
El Juicio
de los Veintiuno, también conocido como el Tercer Juicio de Moscú,
aunque oficialmente denominado “Proceso del Bloque
Trotskista-Derechista” (делo право-троцкистского блока), fue el último juicio-espectáculo de
prominentes bolcheviques. Se llevó a cabo en Moscú en el Colegio Militar de la Corte Suprema de la URSS entre el 2 y 13 de marzo de 1938 y es el punto culminante de la Gran Purga.
Índice
- 1Acusados
- 2Cargos
- 3Proceso
- 4Sentencias
- 5Rehabilitación
- 6Referencias
- 7Bibliografía
- 8Véase también
- 9Enlaces externos
Bibliografía
Cohen, Stephen F. (1973). Bukharin
and the Bolshevik Revolution: A political biography, 1888-1938 (en
inglés). Knopf. p. 495. ISBN 0394460146.
En inglés
Bujarin y
la revolución bolchevique. Una biografía política 1888-1938
Knopf: Nueva
York, 1973 Knopf. 495 páginas
ARCHIVO NICOLAS IVANOVICH BUJARIN 1888 – 1938
En inglés
Grabado: 5 de marzo - 12 de marzo de
1938
Fuente: "El caso del bloque
antisoviético de derechos y trotskistas", Red Star Press, 1973, páginas
369-439, 767-779;
Publicado por primera vez en inglés: "El caso del bloque antisoviético de derechos y trotskistas", Comisario Popular de Justicia de la URSS, 1938;
Versión en línea: Marxists Internet Archive (marxists.org) 2001;
Transcripción / Marcado: Mathias Bismo .
El caso de
Nikolai Bujarin se estableció durante el último de los juicios de
Moscú. El 13 de marzo de 1938 fue, junto con Alexei Rykov, Genrikh Yagoda,
Nikolai Krestinsky, Arkady Rosengoltz, Vladimir Ivanov, Mikhail Chernov,
Grigori Grinko, Isaac Zelensky, Akmal Ikramov, Faizulla Khodjayev, Vasili
Sharangovich, Prokopy Zubarev, Prokopy Zubarev, Prokopy Zubarev, Prokopy
Zubarev, Prokopy Zubarev , Ignaty Kazakov, Veyamin Maximov-Dikovsky y Pyotr
Kryuchkov, declarados culpables "de haber cometido delitos estatales
extremadamente graves cubiertos por los artículos 58-1a, 58-2, 58-7, 58-8, 58-9
y 58-11 del Código Penal de la RSFSR (...) y guiado por los artículos 319 y 320
del Código de Procedimiento Penal de la RSFSR (...) para ser fusilado, con la
confiscación de todos los bienes personales ".
Fue
declarado culpable de: "ser enemigos irreconciliables del poder soviético,
siguiendo instrucciones de los servicios de inteligencia de estados extranjeros
hostiles a la URSS, en 1932-33 organizaron un grupo conspiratorio conocido como
el" bloque de derechos y trotskistas ". , que unió grupos
antisoviéticos clandestinos de trotskistas, derechos, zinovievitas,
mencheviques, socialistas revolucionarios y nacionalistas burgueses de Ucrania,
Bielorrusia, Georgia, Armenia, Azerbaiyán y las Repúblicas de Asia Central
".
El Tribunal
Soviético también encontró que: "Siguiendo las instrucciones del enemigo
del pueblo L. Trotsky, y de los principales participantes en el" bloque de
derechos y trotskistas "- Bujarin, Ryjkov y Yagoda - (...) con propósitos
obviamente traicioneros, entabló relaciones directas con representantes de
estados extranjeros hostiles a la URSS y negoció con ellos sobre las formas de
asistencia a los agresores en caso de ataque contra la Unión Soviética
(organización de actos terroristas, actos de demolición y destrucción y
espionaje). Los líderes del 'bloque de derechos y trotskistas', Rykov,
Bujarin y Yagoda entre su número, no solo fueron informados completamente de
las actividades de espionaje de sus cómplices, sino que alentaron en todos los
sentidos la extensión de las conexiones de espionaje,
El Tribunal
afirmó además que "en 1918 Bujarin y el grupo de" comunistas de
izquierda "encabezados por él, junto con Trotsky y los socialistas
revolucionarios de" izquierda ". El objetivo de Bujarin y sus
compañeros conspiradores era frustrar el tratado de Brest-Litovsk, derrocar al
gobierno soviético, arrestar y asesinar a VI Lenin, JV Stalin y JM Sverdlov y
formar un nuevo gobierno compuesto por Bujarinitas, trotskistas y ' Izquierda
'socialista-revolucionarios. Al ejecutar el plan de la conspiración, los
socialistas revolucionarios de "izquierda" en julio de 1918, con el
conocimiento y el consentimiento de Bujarin, levantaron una revuelta en Moscú
con el objeto de derrocar al gobierno soviético; Se ha establecido además
que el atentado contra la vida de VI Lenin cometido por el socialista
revolucionario Kaplan el 20 de agosto de 1918,
En 1961, la
esposa de Bujarin, Anna Larina, finalmente pudo entregar el "último
testamento" de Bujarin, repudiando por completo estas "confesiones",
a una comisión de control del Partido que investigaba el caso para su
rehabilitación. Mirando hacia atrás en su testimonio y juicio, Anna Larina
dijo:
“Pero lo más
sorprendente es que, a pesar de todo, el tiempo de brillantes esperanzas no
había pasado por él. Pagaría por estas esperanzas con la
cabeza. Además, una razón para sus absurdas confesiones en el muelle,
confesiones incompletas, pero lo suficientemente atroces, fue precisamente
esta: todavía esperaba que triunfara la idea a la que había dedicado su vida
". [Anna Larina, Esto no puedo olvidar , Pandora , 1994]
Los
procesos de Moscú
Pierre
Braué
Historia
del POUM
80
aniversario de su fundación: el POUM en la historia
03/10/2015
Dolores
ibarruri; Mundo Obrero, Edición de la Mañana Para los Frentes, 12 de agosto de
1937
El periódico
“Mundo Obrero”, órgano propagandístico del Partido Comunista de España, en su
Edición de la Mañana Para los Frentes, del día 12 de agosto de 1937, publica un
“magnífico discurso” de Pasionaria celebrado en Valencia. De él se destacan dos
fragmentos que recogemos íntegramente:
“Es necesario dedicarnos todos a la obra de ayudar al Gobierno en su acción de limpieza, y también cada uno vigilar a los que tenemos al lado. Denunciar sin ninguna vacilación, sin ningún sentimentalismo, a todos aquellos que nosotros creamos que son sospechosos de desafección a nuestro régimen; y si en época normal hay un adagio que dice que es preferible absolver a cien culpables a castigar a un inocente, cuando está en peligro la vida de un pueblo es preferible condenar a cien inocentes antes que el culpable pueda ser absuelto.
El periódico
“Mundo Obrero”, órgano propagandístico del Partido Comunista de España, en su
Edición de la Mañana Para los Frentes, del día 12 de agosto de 1937, publica un
“magnífico discurso” de Pasionaria celebrado en Valencia. De él se destacan dos
fragmentos que recogemos íntegramente:
“Es necesario dedicarnos todos a la obra de ayudar al Gobierno en su acción de limpieza, y también cada uno vigilar a los que tenemos al lado. Denunciar sin ninguna vacilación, sin ningún sentimentalismo, a todos aquellos que nosotros creamos que son sospechosos de desafección a nuestro régimen; y si en época normal hay un adagio que dice que es preferible absolver a cien culpables a castigar a un inocente, cuando está en peligro la vida de un pueblo es preferible condenar a cien inocentes antes que el culpable pueda ser absuelto.
“Es necesario dedicarnos todos a la obra de ayudar al Gobierno en su acción de limpieza, y también cada uno vigilar a los que tenemos al lado. Denunciar sin ninguna vacilación, sin ningún sentimentalismo, a todos aquellos que nosotros creamos que son sospechosos de desafección a nuestro régimen; y si en época normal hay un adagio que dice que es preferible absolver a cien culpables a castigar a un inocente, cuando está en peligro la vida de un pueblo es preferible condenar a cien inocentes antes que el culpable pueda ser absuelto.
Es
necesario extirpar, como se extirpan del campo las plantas dañosas, al
trotskismo de las filas proletarias de nuestro país. Es necesario extirparlo y
aplastarlo como a fieras rabiosas, porque, si no, nos encontraremos en cada
momento decisivo, cuando nuestros soldados estén dispuestos a la ofensiva, con
que no se puede comenzar la ofensiva porque hay que atender a los disturbios
que ellos promueven en la retaguardia. Y es necesario terminar de una vez para
siempre con esto, para que nuestros hombres en el frente puedan luchar con
seguridad y con tranquilidad, pensando en que no van a ser asesinados por la
espalda…” (Pasionaria).
Estas
arengas reflejan el enconado odio del Partido Comunista hacia el POUM, partido
fundado por Joaquín Maurín y Andreu Nin. El Partido Obrero de Unificación
Marxista, que formó parte del Gobierno del Frente Popular, surgió como
alternativa al comunismo stalinista del Partido Comunista y estuvo inspirado en
las tesis de Trotski, jefe y fundador del Ejército Rojo y contrario a Stalin,
asesinado por éste en 1941 en su exilio de Méjico.
Con la
comnivencia del Gobierno de la República, Andreu Nin fue torturado y ejecutado
por personal del Partido Comunista de España y dirigentes soviéticos dos meses
antes, el 20 de junio de 1937. Iniciándose entonces una campaña de aniquilación
de este partido y de sus afiliados por parte de la República que acabó
ilegalizándolo. Por su parte Joaquín Maurín tuvo mejor suerte. Detenido por
Franco en Aragón al inicio del golpe franquista, fue condenado a 30 años de
prisión, donde permaneció hasta 1944, fecha en la que fue indultado. Dos años
después emigró a Nueva York donde creó su propia agencia de prensa y donde
falleció el 5 de Noviembre de 1973.
Los motivos
de estas divergencias mortales se centraban, entre otras cosas, en las críticas
de Andreu Nin a Stalin, desde antes del inicio de la contienda, por el golpe de
estado gubernamental dado por éste en la URSS. Por la campaña de terror que
había instaurado, desde su llegada al poder, con millones de asesinatos de
bolcheviques que habían participado en la revolución gracias a la cual él
accedió al poder; así como por la instauración de las Jerarquías comunistas, en
contra de Trotski.
Ya durante
la contienda el POUM criticó la escasa y tardía ayuda de la URSS a la República
Española, lo que provocó las iras del Partido Comunista oficialista
ruso-español que conminó al Gobierno a permitir la persecución de sus miembros
y la prohibición del partido.
En las
milicias de este partido, combatió el periodista, escritor y político inglés
George Orwell durante 4 meses. Las mismas se destacaron por su gran
organización y disciplina. Por suerte y por cuestión de minutos pudo abandonar
España antes de ser detenido y apresado por los comunistas, durante la campaña
de aniquilación del POUM y los trotskistas españoles a las órdenes del dictador
Stalin; que mientras tanto era venerado por la República como símbolo de la
libertad y de la “verdadera” democracia.
Pasionaria: "Extirpemos el trotskismo, es preferible condenar a cien
inocentes antes que el culpable pueda ser absuelto"
Dolores
Ibárruri
“Mundo
Obrero”, en su Edición de la Mañana Para los Frentes, del día 12 de agosto de
1937.
"Si en época normal hay un
adagio que dice que es preferible absolver a cien culpables a castigar a un
inocente, cuando está en peligro la vida de un pueblo, es preferible condenar a
cien inocentes antes que el culpable pueda ser absuelto."
Dolores
Ibárruri
“Si en época normal hay un adagio que dice que
es preferible absolver a cien culpables a castigar a un inocente, cuando está
en peligro la vida de un pueblo, es preferible condenar a cien inocentes antes
que el culpable pueda ser absuelto”.
Dolores
Ibárruri, La Pasionaria: Sus frases y discursos
Es necesario
extirpar, como se extirpan del campo las plantas dañosas, al trotskismo de las
filas proletarias de nuestro país. Es necesario extirparlo y aplastarlo como a
fieras rabiosas, porque, si no, nos encontraremos en cada momento decisivo con
que no se puede comenzar la ofensiva porque hay que atender a los disturbios
que ellos promueven en la retaguardia.» (En
Mundo Obrero, Edición de la Mañana Para los Frentes, del día 12 de agosto de
1937.)
Si en época
normal hay un adagio que dice que es preferible absolver a cien culpables a
castigar a un inocente, cuando está en peligro la vida de un pueblo, es
preferible condenar a cien inocentes antes que el culpable pueda ser absuelto.
(Mundo Obrero”, Edición de la Mañana Para los Frentes, del día 12 de agosto de
1937.)
Más vale condenar a cien inocentes a que se absuelva un solo culpable.
La cita aparece en el libro de Julián Gorkín "Les Communistes contre la
révolution espagnole".
Un mito llamado "Pasionaria"
Primera campaña de difamaciones y calumnias, en la que se identificaba al
POUM con el fascismo internacional, se intensificó desde finales de 1936 y en
los primeros meses de 1937
Segunda campaña de difamaciones y calumnias contra el POUM,
indirectamente a través George Orwell por escribir contra el estalinismo
¿Por qué
perdimos la guerra? Diego Abad de Santillán
Editado en
Buenos Aires en 1940
El
proceso de Moscú en Barcelona (El sacrificio de Andreu Nin),
Las
Jornadas de Mayo en Barcelona (Julián Gorkin, 1974)
Este texto reproduce el final del capítulo 2 y el capítulo 3 completo del libro El proceso de Moscú en Barcelona (El sacrificio de Andreu Nin), publicado en 1974
Víctor
Serge, que se había ofrecido a ser nuestro corresponsal en Bruselas -algunos
valiosos textos publicados sin firma en La Batalla se debían a
su pluma-, nos hizo saber poco después: «Ha estado aquí un militante
responsable del PSUC y les ha anunciado fríamente a los militantes comunistas
belgas que la NKVD se dispone a suprimir, en la primera ocasión propicia, a
cinco militantes del POUM. Es sin duda una bravata; no la echéis, sin embargo,
en saco roto. Conozco bien a Stalin y a su NKVD, y sé que son capaces de los
peores crímenes si así conviene a su política. Ved lo que hace en Rusia, y no
olvidéis lo que hizo en China. Cuidado, mucho cuidado, que con vosotros se
propone suprimir a la vanguardia española e internacional».
El mismo
Víctor Serge, que leía cotidianamente los principales periódicos soviéticos,
nos había comunicado un recorte de Pravda, correspondiente al 17 de
diciembre- luego cinco días después de la eliminación de Nin del Consejo de la
Generalidad-, conteniendo una clara amenaza: “En Cataluña ha empezado
la eliminación de los trotskistas y de los
anarco-sindicalistas; esta eliminación será llevada a cabo con la misma energía
que en la Unión Soviética”. Es decir: ¿mediante las mismas acusaciones de
agentes del nazi-fascismo y las consiguientes purgas terroristas? ¿quizá mediante la tentativa de montarnos un proceso? Esto último,
lo confieso, estábamos lejos de creer que fuera posible en España. ¿Y cómo era
posible que involucrara ya con nosotros a los anarco-sindicalistas, que
constituían una gran fuerza y formaban parte del Gobierno de la República y del
Consejo de la Generalidad de Cataluña?
Por el
momento estábamos en el período de las calumnias, las amenazas y las pequeñas
provocaciones. ¿Cuándo y cómo se produciría la gran provocación?
El artículo
de Pravda, comprendiendo en la misma amenaza terrorista a los
anarco-sindicalistas y a los llamados trotskistas, denunciaba sin tapujos los
móviles de Stalin y, por consiguiente, los de su cada día más numerosos
servidores en la España republicana. Guardando las debidas proporciones, desde
el punto de vista del número, si no de la resolución y de la conciencia
política, la CNT-FAI y el POUM constituíamos [en Cataluña], desde el comienzo
de la guerra civil, las dos fuerzas mayoritarias, lo mismo en los frentes que
en la retaguardia. Las dos fuerzas, por consiguiente, capaces de oponer una
mayor resistencia a sus objetivos de infiltración y de conquista. A este
respecto, conviene hacer una primera observación: desde la constitución de las
Milicias de Cataluña, una buena parte de nuestros cuadros políticos y
sindicales, generalmente jóvenes y obedeciendo a una generosa espontaneidad, habíanse
apresurado a alistarse en ellas y a salir hacia el frente, no obstante el
escaso y deficiente armamento de disponían, con la mirada puesta en dos
posiciones clave: Huesca y Zaragoza. Mientras tanto, el PSUC estalinista y sus
muy hábiles consejeros, conscientes de que una disciplinada masa de maniobra en
la retaguardia les era indispensable para ir conquistando posiciones, habían
sabido imponerles a sus militantes un freno en consecuencia.
De todos los
sectores españoles, aquel que se encontró en una situación más contradictoria
fue el anarco-sindicalismo. En nombre del comunismo libertario, habíase
distinguido como el detractor más firme y virulento lo mismo del comunismo
autoritario o estatal que del tradicional socialismo democrático. Y en nombre del
apoliticismo y de la acción directa -y salvo en las elecciones del Frente
Popular, de cuyo triunfo dependía la suerte de los 30.000 presos de octubre de
1934-, habían favorecido, con sus campañas abstencionistas, a las derechas.
Creía servir así el ideal libertario y constituir la auténtica vanguardia
revolucionaria; no es ello menos cierto que durante los seis años de República
había logrado canalizar preponderantemente el descontento popular, suscitado
por las tímidas reformas del primer bienio y por la política reaccionaria del
segundo, impidiendo con ello el desarrollo de un verdadero partido
revolucionario dotado de un programa transformador de las estructuras tanto
económicas como políticas y sociales. El anarco-sindicalismo habíase pasado la
vida, en suma, negando y combatiendo la acción política, el Estado, el
Gobierno, el Ejército, la Policía, la Magistratura, y, de repente, el poder de
la calle le venía mayoritariamente a las manos, principalmente en las zonas
industriales y mineras de Cataluña. ¿Qué hacía con este poder? No se pasa de la
noche a la mañana, claro está, de unos enunciados negativos a un programa y
unas realizaciones de gobierno, así como a la creación de los órganos
correspondientes.
Luis
Companys, Presidente de la Generalidad, convocó a sus militantes más
representativos para ofrecerles en principio su dimisión y, si la aceptaban, el
poder efectivo. No se trataba, evidentemente, de un gesto insincero, sino de la
comprensión de la realidad y de la relación de fuerzas en presencia. Deseando
armonizar en lo posible la revolución social, impuesta por las masas
trabajadoras, con la legalidad republicana, la CNT y la FAI decidieron que
Companys siguiera en su puesto, e incluso la subsistencia del Gobierno de la
Generalidad; sin embargo, el verdadero poder pasó a ejercerlo el recién
constituido Comité Central de Milicias, completado tres semanas más tarde por
la constitución del Consejo Económico. Tratábase, en realidad, de un Frente
Popular ampliado y dominado por las organizaciones obreras. En efecto, de los
quince miembros que componían el nuevo poder, diez pertenecían a las
organizaciones sindicales y a los partidos obreros.
En estas
condiciones, ¿podía hablarse de dualidad de poderes? Lenin y Trotski habían
sabido explotar a fondo esta dualidad entre un Kerenski que, por fidelidad a la
alianza contraída por la Rusia zarista con Francia e Inglaterra, se obstinaba
en continuar una guerra impopular contra la Alemania kaiserista -y preparaba
incluso una ofensiva condenada al fracaso-, y el Partido Bolchevique que, en
nombre de los soviets, de la paz y la tierra para los soldados campesinos,
preparaba el asalto al poder. Nadie creía entonces en Cataluña, empezando por
el POUM, en la existencia de una dualidad de poderes. Nos equivocábamos. Cierto
es que el auténtico poder lo ejercían las masas obreras y campesinas a través
de los órganos creados por la revolución, y cuyas realizaciones se apresuraba a
sancionar el Gobierno de la Generalidad. Correspondió esta situación de hecho a
la primera etapa; sin embargo y potencialmente, esta dualidad se dibujaba ya,
si se me permite la expresión, por partida doble, e incluso triple: entre las
fuerzas reales y los órganos creados en Cataluña, considerada al comienzo como
una fortaleza y una vanguardia; respecto del Gobierno central, que tenía que ir
colocando a Cataluña poco menos que en cuarentena, tanto desde el punto de
vista del suministro en armas como de la ayuda financiera a sus industrias de
guerra; y, finalmente, entre el conjunto de los poderes y de las fuerzas de la
zona republicana y la Rusia estalinista, bajo cuyo control íbamos cayendo
debido a la No Intervención de las democracias occidentales. Tenía que ser ésta
una experiencia original y única hasta entonces, de imprevisibles consecuencias
nacionales e internacionales.
Los primeros
en captar las posibilidades de esta dualidad de poderes y en planear, con una
habilidad consumada, las etapas en consecuencia, fueron los agentes de Stalin
en España. Empezaron presentándose como los campeones de la unidad
antifascista. En este punto pudieron engañar a los socialistas y, en primer
lugar -y como veremos más adelante-, a su jefe más prestigioso: a Largo
Caballero. Y aunque en menor grado y por otras razones, incluso a los
anarco-sindicalistas. A los hombres del POUM, que, por suerte o por desgracia,
los conocíamos bien, no nos engañaron. Sobre su concepción de la unidad nos
habían dado dos pruebas concluyentes: una, de carácter nacional, absorbiendo a
las Juventudes Socialistas, extraordinariamente superiores en número a las
Comunistas, unos meses antes del comienzo de la guerra civil; la otra, en los
primeros días de la guerra, mediante la fusión de cuatro partidos minoritarios
y la constitución del PSUC, cuyo verdadero lazo unitario fue su sometimiento
completo a los dictados de Antonov-Ovseenko y de quien en la sombra lo decidía y
lo controlaba todo: Erno Gerö (1). Esta unidad resultó así una auténtica absorción,
y lo más grave es que arrastró en ella a la UGT de Cataluña. Grave porque, no
obstante su escasa influencia respecto de la CNT, ésta, obedeciendo al prurito
sindicalista, le concedió inmediatamente una categoría semejante a la suya. En
efecto, tanto en el Comité Central de Milicias como en los órganos dependientes
de él, a la UGT se le concedió la misma representación que a la CNT, y al PSUC
minoritario la misma que al POUM. Lo mismo en Cataluña que en el resto de la
zona republicana, teníamos que pagar muy caras las concesiones hechas por el
anarco-sindicalismo, así como por el socialismo, a la taimada táctica unitaria
del estalinismo.
Emplazadas
así sus baterías en Cataluña, el estalinismo hizo todo lo posible por ir
aislando al POUM, principalmente respecto de la CNT. No tardamos en tener
conocimiento, por ejemplo, de un hecho insólito por su carácter de intervención
en los asuntos interiores de la región autónoma. El Cónsul General, Antonov-Ovseenko,
venía manifestando vivos deseos de sentar a su mesa al conocido militante
cenetista Aurelio Fernández, presidente de la Junta de Seguridad
de Cataluña. Tras insistentes y reiteradas invitaciones, Aurelio había acabado
por aceptar. Creía que iba a encontrarse en medio de otros invitados, más
grande fue su sorpresa al verse, en un discreto saloncito del Consulado,
completamente solo con Antonov. Había empezado éste diciéndole: “Sabemos que es usted un excelente
jefe de policía, y nadie piensa en disputarle el
cargo. Por el contrario, querríamos poder ayudarle a usted eficazmente. ¿Por
qué no acepta los consejos y la desinteresada ayuda de los técnicos que tenemos
en Barcelona? Teniendo en cuenta su gran experiencia, le serán de mucho
provecho”. Aurelio, sorprendido, se limitó a decirle que estaba dispuesto
siempre a aceptar un consejo útil. Hábilmente, Antonov pasó entonces revista a
la posición adoptada por cada una de las fuerzas políticas catalanas respecto
de la Unión Soviética. y de repente: “Aquí tenemos nosotros un enemigo decidido
y peligroso: el POUM ¿Qué opinión le merecen a usted los hombres del POUM?”. Aurelio Fernández le respondió que los tenía por sinceros revolucionarios.
Antonov hizo un gesto de disgusto y exclamó: “Se han declarado enemigos nuestros y
tendremos que tratarlos como tales”. Durante esta comida, Aurelio tuvo una impresión extraña: alguien había escuchado la conversación detrás de una puerta, hacia la que Antonov
volvía instintivamente la mirada. No tardó en presentársele este alguien en su oficina y en
ofrecerle sus servicios: era Pedro, el todopoderoso agente del Komintern y de la NKVD en
Cataluña.
Confiados,
y, en el fondo, orgullosos de su fuerza, y cediendo insensiblemente a un cierto
oportunismo, la verdad es que los anarco-sindicalistas, de concesión en
concesión, facilitaron los planes de los agentes del Kremlin. Empezaron aceptando,
no obstante la resistencia de su propia base y nuestras propias advertencias
públicas y privadas, la disolución del Comité Central de Milicias en favor de
la reorganización del Gobierno de la Generalidad. Formalmente, la
representación de las fuerzas parecía la misma; realmente, la presión del
estalinismo pudo hacerse así cada día más fuerte a medida que el nuevo Gobierno
fue escapando al control directo de las organizaciones revolucionarias. La
operación se llevó a cabo en los últimos días de septiembre. Tres meses y medio
más tarde, el 12 de diciembre exactamente, Antonov-Ovseenko y Pedro, a través
del PSUC y de la UGT, y gracias a la nueva relación de fuerzas que se había ido
creando, provocaron la crisis del Gobierno de Cataluña con el único fin de eliminar
de la Consejería de Justicia a Andrés Nin. La CNT se prestó a esta maniobra sin
comprender que la eliminación del POUM la hacía más vulnerable respecto del
estalinismo, cuya etapa inmediata iba a consistir en la formación de un nuevo
bloque de fuerzas en torno al PSUC y a la UGT, llamada a preparar su propia
eliminación. Todo ello a cubierto del socorrido chantaje de las armas (2)
Los
acontecimientos, como era fácil prever, se precipitaron desde este momento.
Lenin admitía la mentira como arma política contra sus adversarios; la escuela
estaliniana convirtió la mentira y la doblez, disimuladas a los ojos de las
masas por los flotes de una propaganda obsesional, en sus principales armas
tácticas al servicio de su política interior y exterior. Mediante una
centralización y una disciplina sin falla, impuesta por sus aparatos secretos
en Cataluña, en toda la zona republicana e internacionalmente -formando
realmente un todo de la cúspide a la base-, el empleo de estas armas tácticas
tenía que constituir una experiencia de valor universal y que sólo más tarde
teníamos que comprender cabalmente sus víctimas, e incluso una parte de sus
instrumentos. El estalinismo, principal responsable del control y del bien
dosificado suministro de armamento, lanzó una consigna a primera vista lógica y
justa: “Todas las armas al frente”. Creo así la idea de que los frentes carecían del armamento necesario porque éste lo acumulaban sus adversarios en
la retaguardia. Pero al mismo tiempo era el primero en armar a sus huestes, en
detrimento de los frentes, y en infiltrarse fuertemente entre los guardias de
asalto, la guardia civil, los carabineros y los mozos de escuadra de la
Generalidad, situándolos en los lugares estratégicos y creando un cinturón en
torno a Barcelona y a las otras importantes poblaciones de Cataluña. Llegó,
incluso, a falsificar la firma del responsable de un depósito de la capital
catalana para apoderarse de doce tanques y ocultarlos en uno de sus cuarteles;
descubierta la operación, produjo el consiguiente escándalo (3). Su política se
nos aparecía por demás clara: el máximo de armas para los suyos -o para quienes
se prestaban a servirles de dóciles instrumentos- y el desarme progresivo de
todos los otros.
Doblez
asimismo en la administración de la violencia y el terror. Todos los períodos
revolucionarios, precedidos o seguidos de una guerra civil, ponen las pasiones
al rojo vivo y desencadenan el terror y el contraterror. Sería absurdo negar
que hubo excesos, sobre todo los primeros meses. Y no menos absurdo creer que
fueron un producto exclusivo de los extremistas y los incontrolados. Tuve
ocasión de recorrer durante aquellos meses, interviniendo en numerosos actos
públicos, las regiones valenciana y catalana, y confieso que, aun explicándome
el fundamento psicológico de tales excesos, me produjeron verdadero horror.
Producto de esta reacción, sensitiva y a la vez política, fue un editorial en
La Batalla, con un título a toda página, definiendo este terror como de efectos
contrarrevolucionarios. ¿Pues no estaba llamado a provocar una viva reacción en
la masa popular sana? ¿Y a servir de arma contra nuestra causa en el
extranjero? En Cataluña, este artículo tenía que constituir el origen de la
creación de los Tribunales Populares por Andrés Nin. Añadiré en honor suyo que,
sin dejar de ser un revolucionario íntegro -o porque lo era-, trató de evitar
siempre las injusticias de que tuvo conocimiento. Durante dicho período, los
estalinistas practicaron este terror lo mismo que las otras organizaciones.
Pero poco a poco, y so pretexto de atajar a los extremistas y a los
incontrolados, diéronse a la metódica tarea de organizar, bajo la dirección de
sus especialistas extranjeros, la peor forma de terror contra sus adversarios
políticos, declarados o potenciales, y lo mismo en los frentes que en la
retaguardia. De los casos aislados no tardaron en pasar, como tendremos ocasión
de ver a lo largo de este relato, a la creación de sus propias checas, a la
aplicación de la tortura y al asesinato, a la creación de su propia policía
dentro y al margen de la policía oficial. En una palabra, a la trasplantación a
España de los métodos puestos en práctica en la Rusia estaliniana.
Dos de los
casos aislados me parecieron particularmente significativos a la vez que
odiosos. A finales de 1936, durante uno de mis viajes a París, el secretario
general del Partido Socialista Maximalista Italiano en el exilio me presentó a
un ex capitán y diputado que me produjo una viva impresión: Guido Picelli. Cerca de la cincuentena, noble presencia, rostro abierto e
inteligente. Había luchado valientemente contra el fascismo, creo recordar que
en Parma, antes de la marcha sobre Roma. Acababa de llegar de Moscú, donde
había sido, durante sus años de exilio, capitán instructor en el Ejército Rojo.
“Yo no he sido nunca comunista -me
dijo-. He logrado salir de Rusia y quiero poner mis conocimientos militares al
servicio de la causa antifascista española e internacional. Pero con los
comunistas no quiero ya nada. ¿Puedo serles útil a ustedes? Me ofrezco a
organizar un batallón de choque”. Me apresuré a facilitarle los medios para que se
trasladara a Barcelona y le fijé cita allí para unos días más tarde. Lo
encontré en nuestro Comité Ejecutivo el día señalado. Y decidimos mandarle al
frente con el grado de capitán. Podía salir, dos horas después, con el ayudante
de nuestro comandante José Rovira, que se encontraba casualmente allí. Se
mostró en todo de acuerdo. Al poner el pie en el estribo del automóvil, no
lejos del Hotel Colón, donde estaba instalado el Comité Central del PSUC, se
acercó un extranjero a él y le invitó a seguirle por breves momentos. Guido
Picelli lo siguió. No volvimos a verle. Como un mes y medio más tarde leí en
los periódicos, con la consiguiente sorpresa, que el capitán italiano Guido
Picelli había muerto luchando heroicamente en el frente de Madrid”. ¿Qué había sucedido? Hice una serie de averiguaciones. Mi entrevista
con Picelli en París se había celebrado en el local que ocupaba la Delegación
del Gobierno de la Generalidad, a cuyo frente estaba un ex colaborador de Nin
en la Consejería de Justicia: León Dalty. El estalinismo había logrado
introducir allí a la recepcionista y a una secretaria: sus servicios de
espionaje, lo mismo en España que en el extranjero, lo invadían todo. No cabía
duda: la NKVD había tenido conocimiento de mi entrevista con el capitán
italiano y le había seguido los pasos. No dudaba tampoco de que lo habían
obligado, bajo las peores amenazas, a trasladarse a Albacete, donde permaneció
como mes y medio sometido a la disciplina de las Brigadas
Internacionales. Lo mandaron a combatir al frente de Madrid, donde cayó
muerto el primer día de entrar en fuego. ¿Por qué no enterraron su cadáver en
Madrid mismo, como habían hecho con el cadáver del ex diputado comunista alemán
Hans Beimler, asesinado por la espalda? Lo trasladaron a Barcelona, donde le
dispensaron un imponente funeral: desfiló la muchedumbre, encuadrada por
fuerzas militares y de orden público con un extraordinario lujo de armas, por
delante de nuestro local y seguidamente por el del Comité Central del PSUC.
Era, sin lugar a dudas, una clara advertencia al POUM.
Un crimen
más monstruoso aún, por su carácter a la vez gratuito y vengativo, fue el cometido
con el joven periodista Marc Rein (y aquí), hijo del jefe menchevique Rafael Abramovitch, exiliado en París. Con Teodoro Dan
y Julio Martov, había sido una de las grandes figuras del Soviet de Petrogrado
y, durante el período de Kerenski, había luchado por la democracia soviética y
por la Asamblea Constituyente en contra del golpe del Estado de Lenin y
Trotski. Gozaba de gran prestigio desde que se exilió, como representante de la
social-democracia rusa en la Internacional Socialista, y era uno de los amigos
de confianza de León Blum y de los ministros socialistas
franceses. Constituía todo esto un crimen imperdonable para el estalinismo.
Marc Rein cumplía su papel de corresponsal extranjero en Barcelona sin la menor
intervención en el militantismo político. Desapareció de repente, en los
primeros días de abril de 1937, del Hotel Continental donde ocupaba una
habitación. Dos de mis buenos amigos y colaboradores, los militantes
socialistas franceses Nicolás Sundelevitch y Marcel Ollivier, íntimos de Marc
Rein, vinieron a comunicarme sus inquietudes sobre tan extraña desaparición.
Abramovitch se trasladó a Barcelona y removió el cielo y la tierra en busca de
su hijo. La Oficina de la Internacional Socialista había decidido tomar cartas
en el asunto, y lo mismo Largo Caballero que Luis Companys se mostraban
altamente inquietos. Marc Rein no apareció nunca; lo único que se encontró fue
una tarjeta de su puño y letra, dirigida al gerente del Continental, diciendo
simplemente que se veía obligado a ausentarse por unos días y rogándole que le
reservara la habitación. Esta tarjeta estaba fechada el 13 de abril de 1937;
pero, tanto los números como la letra de la fecha, y como pudo comprobar el
propio Abramovitch, habían sido trazados por una mano extraña. Marc Rein había
caído en una trampa. Por mi parte, no lo he dudado nunca: los agentes de Stalin
lo habían hecho desaparecer, con el único fin de vengarse de su padre, de la
misma manera que habían asesinado a los hijos de Trotski (4).
El
conocimiento de estos y otros muchos hechos de sangre, no sólo en Cataluña sino
en Valencia, sede del Gobierno de la República, y mucho más aún en un Madrid
poco menos que sitiado y donde el estalinismo ejercía una verdadera dictadura
terrorista; la evidencia de que se escamoteaba la revolución so pretexto de
ganar la guerra, cuando es lo cierto que íbamos perdiendo la guerra y la
revolución debido a la escasez de armamento moderno, provocaba una irritación
cada vez mayor en la masa revolucionaria. Esta irritación se dejaba sentir, muy
particularmente, en la base de la CNT: ¿y todo esto ocurría a cubierto de la
colaboración de sus ministros en el Gobierno central y en el Consejo de la
Generalidad? Estos y otros dirigentes responsables se justificaban: “Necesitamos mantener la unidad antifascista
y transigir con los comunistas. Después les daremos el zarpazo y recobraremos el terreno perdido” (5). No parecían comprender que
después sería demasiado tarde. Hubo un momento en que nuestros militantes
estuvieron mucho más cerca de la base de la CNT que sus propios dirigentes.
Asistía a nuestros mítines y parecía asimilar perfectamente nuestro lenguaje.
El estalinismo se daba perfecta cuenta de ello: el divorcio que se iba creando
entre la una y los otros, así como su progresivo acercamiento a nuestras
posiciones, podía ser altamente peligroso para él. Se decidió, en consecuencia,
a emplear los grandes medios: fue intensificando las provocaciones mientras
preparaba la gran provocación. ¿Cuándo y cómo se pronunciaría ésta? El Comité
Ejecutivo del POUM se dio cuenta del peligro y, en su manifiesto del Primero de
Mayo, lanzó una clara advertencia: “¡No os lancéis a ningún movimiento esporádico e impremeditado!
¿No respondáis a ninguna provocación! ¡Cuidado!”. No nos hacíamos, sin
embargo, ninguna ilusión: sentíamos que el enfrentamiento era
inevitable. Y por fin estalló.
El día 3 de
mayo, como a las tres y media de la tarde, me dirigía a la redacción de La
Batalla cuando fue interceptado mi automóvil a la entrada de la Plaza de
Cataluña. Me pareció que todas las entradas estaban asimismo interceptadas por
la fuerza pública. Llegué al periódico dando un rodeo y me enteré allí de que,
una hora antes, tres camiones de guardias de asalto habían intentado apoderarse
por sorpresa del edificio de la Telefónica. Desde el comienzo de la guerra
civil, este edificio estaba bajo el control de los respectivos sindicatos de la
CNT y de la UGT, con una representación oficial del Consejo de la Generalidad.
¿Cómo había podido producirse el ataque en estas condiciones? El pretexto que
parecía invocarse era que los elementos de la CNT intervenían las
comunicaciones oficiales; pero, si esto era así, ¿por qué no se había resuelto
el asunto en el propio Consejo de la Generalidad, en el que todas las fuerzas
catalanas, salvo el POUM, estaban representadas? Era evidente, por lo tanto,
que este acto de fuerza estaba dirigido principalmente contra la organización
anarco-sindicalista. Exhibiendo una orden firmada por Artemi Ayguadé, consejero de Gobernación, había
dirigido el ataque Eusebio Rodríguez Salas, comisario de Orden Público. Conocía
bien a este último: admirador de Joaquín Maurín, había pertenecido antaño al
Bloque Obrero y Campesino y se había autonombrado guardián del orden en
nuestros mítines. Manco del brazo izquierdo, ponía un rostro feroz y adoptaba
actitudes de matamoros. Era por sobre todo un primario. Pasado al estalinismo,
se había convertido en uno de los instrumentos del famoso Pedro. Sabíamos por
experiencia -una experiencia que se estaba comprobando en España- que los
agentes de Moscú, aplicando una selección a la inversa, echaban mano para estos
menesteres de este tipo primario de hombre de acción, engreído, fanatizado y
fácilmente manejable. Luego estaba por demás claro que la provocación venía del
estalinismo.
En unas
horas, y sin que mediara una consigna por arriba, cerraron sus puertas cafés y
comercios, cesó la circulación de los transportes urbanos, se vaciaron las
Ramblas y las calles del animado gentío que tanto carácter le han dado siempre
a la gran urbe catalana, se paralizaron las empresas, salieron de sus
escondites las armas de que era posible disponer y se concentraron en los
lugares estratégicos, a una con los militantes obreros, los milicianos y los
miembros de las patrullas de control. Y desde el comienzo de la noche
aparecieron las primeras barricadas. Había bastado un simple tiroteo entre la
fuerza pública y el personal de la Telefónica para desencadenar esta espontánea
y sorprendente avalancha. Ni aun en las jornadas de julio de 1936 se había
asistido en Barcelona -y como reacción en cadena en casi toda Cataluña- a una
explosión de tal envergadura. No cabía la menor duda: las masas populares
sentían, no sólo por instinto, sino con una clara conciencia, que estaban en
juego sus conquistas y sus esperanzas, su ser y su destino, tanto respecto del
enemigo de enfrente, inequívocamente definido, como del que, a las órdenes de
un dictador extranjero, se había ido desarrollando en su propio seno. Sin cesar
el combate contra el primero, había que pararle los pies al otro en defensa de
nuestra independencia.
Aquella
misma noche, y por iniciativa del Comité Ejecutivo del POUM, Andrés Nin, Pedro
Bonet y yo celebramos una reunión con los Comités Regionales de la CNT, de la
FAI y de las Juventudes Libertarias en pleno. Planteamos el problema con toda
claridad: “Ni vosotros ni nosotros hemos lanzado
a las masas trabajadoras a ese movimiento. Ha sido una reacción espontánea ante la provocación del
estalinismo: una provocación, sin duda alguna bien meditada y secretamente
preparada. Suponemos que sentís como nosotros mismos la gravedad del momento,
tanto para el destino de la revolución como de la propia guerra. O nos
colocamos a la cabeza del movimiento, con el fin de trazarle unos objetivos
claros y responsables, así como de neutralizar al enemigo interior, o
condenamos el movimiento al fracaso y este enemigo, envalentonado, dará buena
cuenta de todos nosotros. Se impone una decisión sin perder momento”. Se mostraron reticentes, indecisos;
su reivindicación máxima era… la destitución del Consejero de Gobernación y del Comisario de Orden Público, responsables visibles de la
provocación. ¡Como si detrás de ellos no
existieran unas fuerzas, cada día más poderosas y audaces, contrarias a las
aspiraciones y a los intereses de las masas populares! Era evidente su caída en
el ministerialismo, que tanto habían combatido antaño, olvidando que sin la
adhesión y el apoyo de estas masas se condenaban a sí mismos a la impotencia.
En vista de esta actitud, hice yo una sugerencia: podíamos mandar
inmediatamente una delegación a Valencia con el fin de explicarles a Largo
Caballero y a sus ministros que el movimiento no iba dirigido contra el
Gobierno central, sino contra los provocadores estalinistas. No logramos ningún
resultado.
Diríase que
nadie durmió aquella noche en Barcelona, o que la noche había servido para
levantar las conciencias y aunar las voluntades. En efecto, en la madrugada del
día 4 se reanudó la lucha con mayor intensidad que la tarde anterior. Las
calles y las plazas de la ciudad aparecieron cubiertas de barricadas. Fuerzas
combatientes sobre los tejados, protegiendo unas los edificios oficiales,
prácticamente sitiados, y otras los ocupados por las organizaciones políticas y
sindicales, así como los puntos estratégicos. Constantes descargas de
fusilería. No ignorábamos que, para el mantenimiento del orden público contaban
los organismos oficiales con unos once mil hombres: guardias de asalto,
guardias civiles, mozos de escuadra… Algunas de estas fuerzas, bajo el control
del estalinismo, cuyos agentes poseían la técnica de la infiltración y
poderosos medios de corrupción. Disponían, por otra parte, de las mejores
armas. Un signo inequívoco, sin embargo: algunas de estas fuerzas se habían
dejado desarmar, sin oponer resistencia, por la masa revolucionaria, dueña por
lo demás de las cuatro quintas partes de la capital y de sus industriales
suburbios. Lo único que funcionaba, como por milagro, era el teléfono: la
Central Telefónica, siempre en manos de la CNT, no había cortado las
comunicaciones. A pesar de que se disparaba contra sus defensores desde los
tejados del Hotel Victoria, en el ángulo de la Ronda de San Pedro, y del Hotel
Colón, convertido en fortaleza del PSUC.
En las
primeras horas de la tarde de esta segunda jornada, los redactores de La
Batalla me telefonearon al Comité Ejecutivo diciendo que se encontraban
secuestrados y bajo el fuego graneado de un cuartel de guardias de asalto
cercano al edificio del periódico. Estaba situado este edificio en la calle de
Baños Nuevos. Con mi compañero Saló, jefe de los talleres, traté de llegar a la
puerta de entrada. Pero, ya cerca de ella, empezaron a disparar contra nosotros
desde el tejado del cuartel. ¿Habíamos caído en una ratonera? Si seguíamos
avanzando, nos mataban sin remedio, y era evidente que correríamos la misma
suerte si permanecíamos inmóviles. Pegados a la pared, y ganando un portal tras
otro bajo los disparos, logramos llegar indemnes a una de las barricadas
defendidas por los milicianos del POUM. No cabía duda alguna de que se
proponían impedir la publicación del periódico. No lejos del Comité Ejecutivo había
una imprenta cuyo dueño, miembro del partido de Luis Companys y excelente amigo
mío, la puso a nuestra disposición, si bien hubo que simular que le forzábamos
la mano encerrándolo en una de las dependencias. En cambio, el persona1 de los
talleres nos ofreció voluntariamente su concurso. El hecho es que La Batalla,
aunque en formato reducido, apareció cada mañana.
El Gobierno
de la Generalidad se había declarado en crisis. Companys, contando con el apoyo
del Comité Regional de la CNT, condenó por radio la iniciativa de Rodríguez Salas y lanzó un patético llamamiento al
desarme. A la caída de la tarde llegaron en avión, de Valencia, Carlos
Hernández Zancajo, en representación de la UGT -ex líder de las Juventudes
Socialistas, habíase opuesto a su absorción por los comunistas y seguía fiel a
Largo Caballero-, y los ministros de la CNT Juan García Oliver y Federica
Montseny, pidiendo no menos patéticamente «el fin inmediato de la lucha
fratricida» y anunciando que “el Gobierno se
disponía a tomar las medidas necesarias”. La respuesta vino de los comités de barriada, movidos principalmente
por las Juventudes Libertarias, los Amigos de Durruti, organizados en fracción
intransigente en el seno de la CNT, el POUM y su propia Juventud, pidiendo la
constitución de un Gobierno CNT-FAI-POUM. Dichos Comités constituían el poder
de la calle, y es lo cierto que en la consigna por ellos lanzada no tuvo nada
que ver nuestro Comité Ejecutivo.
El miércoles
5 de mayo nos enteramos de que una parte de la 26 División, perteneciente a la
CNT, y otra de la 29 División, bajo el control del POUM, se habían concentrado
en Barbastro y puesto en movimiento hacia Barcelona, decididas a sostener el
movimiento revolucionario. Sin necesidad de ponernos de acuerdo, tanto el
Comité de la CNT como el del POUM, despachamos emisarios a su encuentro con la
orden de hacer marcha atrás y de asegurar los frentes. Esta orden fue obedecida
con toda disciplina. Partido revolucionario
responsable, el POUM quería evitar una guerra civil dentro de la guerra civil.
Esta jornada
del 5 de mayo tenía que ser decisiva para el movimiento insurreccional -pues
eso fue: la última resistencia insurreccional de las masas populares- y, por
ende, para la salvaguardia de la autonomía de Cataluña. El comunismo, que había
pretendido ser siempre el campeón del derecho de los pueblos a disponer de sí
mismos, había preparado la provocación con ese fin: someter a Cataluña a su
voluntad de dominio desde arriba. Y en esta operación de sometimiento
centralista encontró el concurso decidido de todas las fuerzas que habían
votado en las Cortes Constituyentes el principio autonómico, e incluso el
anarco-sindicalista de signo federalista. En efecto, por orden de Indalecio
Prieto, ministro de Marina, llegaron en el curso de la tarde tres buques de
guerra. Por su parte, Largo Caballero, de acuerdo con Luis Companys, dejó a
cargo del Gobierno central el orden público de Cataluña, despachó una columna
motorizada de 5.000 hombres, procedente del frente del Jarama, y puso a la
cabeza de la Comandancia militar al general Sebastián Pozas, ex director de la
Guardia Civil y, como el general Miaja y no pocos oficiales de carrera, bajo la
influencia del estalinismo. (A este respecto veníamos observando un fenómeno
curioso: numerosos oficiales, de tradición y mentalidad reaccionarias, iban
cayendo más fácilmente que los otros bajo la absorbente disciplina comunista).
Aun
reivindicando plenamente -y con todas sus consecuencias- el movimiento popular,
el POUM aconsejó el día 6 la retirada, si bien preconizó la activa vigilancia
de la clase obrera, así como el mantenimiento de los comités de barriada y la
salvaguardia de las armas. Teníamos el convencimiento de que, sin la reacción
popular, los provocadores hubieran realizado su designio: la brutal eliminación
de todos los militantes revolucionarios de Cataluña. (Exactamente como lo había
anunciado Pravda). El día 7, saliendo de sus escondrijos al sentirse protegidos
por la nueva situación creada por el cambio de la relación de las fuerzas en
presencia, los estalinistas desencadenaron la represión que no habían podido
aplicar antes: al millar de heridos y a
los quinientos muertos registrados durante los cuatro días de combates,
vinieron a sumarse numerosos asesinatos, entre ellos el de Alfredo Martínez,
secretario de las Juventudes Libertarias -había asistido a la reunión conjunta, celebrada el 3 de
mayo por la noche, y me pareció que compartía los puntos de vista de los
delegados del POUM-, así como el del teórico del anarquismo Camillo Berneri, defensor consecuente de las tradiciones anarco-sindicalistas, y el de
su colaborador Barbieri. (Estos últimos habían condenado públicamente los
procesos de Moscú y habían mantenido una viva oposición al estalinismo en
España e internacionalmente). Los tres aparecieron, como otros muchos,
horriblemente mutilados y, sin lugar a dudas, torturados.
Los días del
Gobierno de Largo Caballero estaban contados y los de la salida de los cuatro
ministros de la CNT. Todos tenían que ser víctimas de su incomprensión durante
las Jornadas de Mayo en Cataluña y de la tela de araña hábilmente tejida por
los agentes de Stalin en España. Pero la víctima principal -el chivo expiatorio-
iba a ser el POUM y, en primer lugar, Andrés Nin.
Un hombre,
con su imaginación de pensador y de poeta, tenía que comprender quizá como
nadie -y en todo caso el primero- este drama: George Orwell, llamado a
convertirse en un novelista universalmente famoso. Habíase alistado como
voluntario en la brigada británica del POUM, organizada por el Partido
Laborista Independiente y dirigida políticamente por Bob Edwards, el futuro
líder de la Federación de Industrias Químicas de las Trade Unions y futuro.
diputado laborista. Combatieron durante ciento quince días en el frente de
Huesca al lado de nuestras Milicias. Gozaba Orwell de un permiso en Barcelona
cuando le sorprendió el levantamiento del 3 de mayo. Pasó la noche con la masa
sublevada, levantando barricadas, y desde el día siguiente, y sin abandonar su
puesto en un tejado, protegió el edificio de nuestro Comité Ejecutivo. Como a
todos nuestros militantes, se le había comunicado una orden estricta: no debían
disparar los primeros y sólo debían responder en caso de ataque a nuestros
locales. Pudo comprobar, por otra parte, que, contrariamente a las calumnias
lanzadas por los estalinistas sobre nuestra acumulación de armas en Barcelona,
sólo disponíamos de veintiséis fusiles para nuestra defensa. Producto de esta
experiencia, de la persecución contra el POUM y de la desaparición y el
asesinato de Andrés Nin, tenía que ser su libro-documento Homenaje a Cataluña o
La Cataluña Libre. (Con uno u otro título tenía que editarse este libro, tras
un largo período de incomprensión y de sabotaje, en numerosos idiomas). De
todos los escritores e intelectuales de izquierda, George Orwell tenía que ser,
con Víctor Serge y el gran novelista italiano Ignacio Silone, el primero en
comprender que el fascismo y el estalinismo eran el anverso y el reverso de la
misma medalla totalitaria. y esta comprobación tenía que inspirarle sus
extraordinarias novelas satíricas Rebelión en la granja (Animal Farm) y 1984.
¡Y cuántos y cuántos escritores de fama universal, defensores un día del estalinismo,
tendrían que seguir la genial intuición del novelista inglés! (6).
Notas
(1) Después
del aplastamiento de Budapest por el Ejército Rojo. en octubre de 1956, la
prensa internacional no alcanzó a establecer el pasado de Erno Gerö conocido
durante nuestra guerra civil por Pedro y Gueré. En El asesinato de
Trotski trazo un retrato bastante completo de este viejo agente
terrorista.
(2) En
su libro Por qué
perdimos la guerra, editado
en Buenos Aires en 1940, Diego Abad de Santillán, uno de los militantes más
cultos y responsables de la CNT -y una de sus mejores plumas-, explica así el
comportamiento de su organización respecto del Comité Central de Milicias de
Cataluña: “Se nos decía constantemente, en respuesta a
nuestras gestiones cerca del Gobierno central (el de Giral lo mismo que el de
Largo Caballero), que no se nos prestaría ayuda en tanto que el poder del Comité Central de Milicias fuera tan visible. Una presión semejante
se ejercía sobre nosotros por parte de Ovseenko, cónsul ruso en Barcelona. Por
consiguiente, tuvimos que optar por la disolución, es decir, por el abandono de
una posición revolucionaria. Y todo esto con el fin de obtener armas o la ayuda
financiera necesaria para la prosecución con éxito de la guerra”.
(3) Cierto
día se presentó un grupo de milicianos, pertenecientes al Cuartel Vorochilov,
en el Depósito del Consejo de la Defensa, exhibiendo una orden firmada por
Vallejo, comisario de la Industria de Guerra, reclamando la entrega de once
tanques recién salidos de la fábrica y destinados al frente. Les fueron
entregados. Pero inmediatamente después se descubrió que se trataba de una
orden falsa. Las patrullas de control se apresuraron a cercar el Cuartel
Vorochilov y obligaron a los responsables a devolver los tanques. La operación
se nos aparecía por demás clara: el estalinismo concentraba el mayor armamento
posible en Barcelona con el fin de darle el asalto a la ciudad en la primera
ocasión.
(4) Víctor
Serge supuso siempre, y así lo expresó públicamente, que Marc Rein había sido
trasladado a Rusia como un arma de chantaje contra su padre. Terminada la
guerra civil, tenía que unirme una excelente amistad con Rafael Abramovitch,
hombre entero y bondadoso, primero en París y más tarde en Nueva York, donde
hasta su muerte no cesó en su combate y en la obsesionante investigación sobre
la desaparición de su hijo. En ambas ciudades, y más tarde en México, donde se
habían refugiado algunos de los agentes secretos que habían actuado en España,
le ayudé cuanto pude en esta investigación.
(5) Uno de
los mejores testimonios sobre los errores y las concesiones del
anarco-sindicalismo sigue siendo, a mi juicio, el de Diego Abad de Santillán anteriormente
citado: Por qué perdimos la guerra.
(6) Un joven
y honesto intelectual inglés, J. M. Russell, tras una larga y minuciosa
investigación -y tras de recorrer en motocicleta, armado de un aparato
fotográfico, las calles de Barcelona y el antiguo frente de Huesca-, tenía que
presentar en la Sorbona, a mediados de 1972, una voluminosa y meritoria tesis
de doctorado dedicada a las fuentes de inspiración y a la obra de George
Orwell. Quizá lo mejor que se ha escrito hasta ahora sobre el gran novelista.
LAS
JUVENTUDES COMUNISTAS IBÉRICAS DEL POUM
Ramón
Casterás
Los sucesos
de Mayo de 1937 en Barcelona, por EPB
LOS
ANARQUISTAS EN LA CRISIS POLÍTICA ESPAÑOLA
José
Peirats.
(1976).
Anarquismo
en España
Bibliografía
de Lenin y de Rosa Luxemburgo
Nota.13 La
Liga de la Paz y la Libertad, organización pacifista burguesa, fue fundada en
1867 en Suiza por un grupo de pequeñoburgueses republicanos y liberales (V.
Hugo y G. Garibaldi así como otros tomaron parte activa en sus actividades). De
1867 a 1868, Bakunin participó en su trabajo. Al comienzo, la Liga trató de
utilizar el movimiento obrero para sus propios fines. Difundía entre las masas
la ilusión de que la creación de unos "Estados Unidos de Europa"
permitiría poner fin a las guerras, y desviaba así al proletariado de la lucha
de clases. Carlos Marx Crítica del
programa de Gotha 1875
Debate de
Rosa Luxemburgo con Lenin, sobre la cuestión nacional y el derecho de
autodeterminación.
Cretinismo
parlamentario: Un término aplicado por primera vez por Marx a aquellos parlamentarios
que piensan que toda la historia se decide por mociones, votos y puntos de
debate parlamentario
El Espacio de Encuentro Comunista ante la oleada electoral
35 Webs y blogs en español imprescindibles para la clase trabajadora
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarDaniel Bensaïd Comunismo y estalinismo Una respuesta al libro negro del comunismo
ResponderEliminarhttps://eljanoandaluz.blogspot.com/2012/04/daniel-bensaid-comunismo-y-estalinismo.html