Carlos
Artola
La
bibliografía sobre la guerra civil española es gigantesca. Se ha dicho que
supera ampliamente a la existente respecto a cualquier otro gran conflicto del
siglo veinte, incluida la segunda guerra mundial, y es cierto. También hay que
reconocer que ese gran caudal de memorias, investigaciones, valoraciones y
análisis, no ha asegurado hasta el momento presente la existencia de un marco
interpretativo de consenso sobre los acontecimientos políticos y militares del
período, especialmente respecto a la zona republicana.
Ha sido
persistente en el tiempo la idealización de la política del PCE y de la
intervención soviética en muchos trabajos sobre la guerra civil, hasta el punto
que puede decirse que la verdad fue sacrificada al altar de las proximidades
ideológicas por parte de algunos historiadores. Un ejemplo de ello es la
influencia de la versión pro-estalinista ofrecida por Manuel Tuñón de Lara, la
cual creo escuela entre un cierto número de historiadores “progresistas”. En
cambio, los trabajos de autores extranjeros fueron, en general, más fiables,
pues a pesar de la ausencia de determinados documentos o de las distintas
valoraciones políticas, siempre resistieron mejor el peso de la influencia
comunista en la historización de la guerra española. Lenta, pero inexorablemente,
afloraron obras cada vez más importantes, que cuestionaron la valoración
comunista del conflicto. Entre ellas destaca la magna obra de Burnett Bolloten (La guerra civil española, publicada entre
nosotros por Alianza Editorial). Pero tanto esa obras como
las interpretaciones y crónicas de numerosos protagonistas socialistas,
poumistas o anarquistas, fueron, durante la llamada guerra fría, sometidas a un
cierto aislamiento por "profesionales de la historia" que concedían,
en cambio, respetabilidad a las obras pro-comunistas.
Este es el
contexto en el que se comprende que a pesar de la profusa bibliografía
existente puedan aparecer obras impactantes como España traicionada, cuando
han transcurrido tantos años desde el final de la guerra civil. Este libro
reúne una colección de 81 documentos, obtenidos en archivos soviéticos por
Grigory Sevostianov, que son acompañados de comentarios contextualizadores
sobre la situación de España durante la guerra. El interés de esta obra se
fortalece por la reproducción de una cierta cantidad de informes dirigidos a
Klemit Voroshilov, ministro soviético de Defensa, y a otros responsables
estalinistas, por parte de los consejeros y agentes soviéticos en España. Esos
informes corroboran en aspectos trascendentales la interpretación
antiestalinista sobre el papel jugado por Stalin y sus agentes en España. Desde
un punto de vista analítico suponen, por tanto, la confirmación definitiva, en
aspectos muy importantes, de lo que habían sostenido en sus escritos historiadores
como Bolloten o numerosos militantes del POUM.
No estamos
ante una obra de fácil lectura a pesar de las reflexiones generales de los
editores que anteceden a los documentos. Los informes son densos y
literariamente bastante obtusos, requieren en todo caso la labor del
historiador para un comentario quizás más detallado del que ofrecen los autores
de la obra. Por tanto, esos informes deben servir para una futura labor de
análisis pormenorizado.
Me parece
que los principales elementos a tener en cuenta para la valoración de estos
documentos se sitúa en torno a los siguientes aspectos centrales de la
interpretación de lo sucedido en la España republicana durante la guerra civil:
l-El PCE careció de autonomía, no fue un partido nacional, sino que fue dirigido
en todos los aspectos estratégicos y en las decisiones centrales por los
soviéticos, a través de sus consejeros y de los delegados de la Komintern,
durante toda la guerra civil, como ya lo había sido en los años anteriores de
la Segunda República.
2-Los soviéticos condicionaron e influyeron decisivamente en las decisiones
militares más importantes de la guerra civil española, atendiendo a los
intereses diplomáticos y a las valoraciones de los intereses propios de la
Unión Soviética.
3-El PCE y los consejeros soviéticos
mantuvieron un acoso implacable contra todos los que no se plegaban a sus
deseos. Eso explica los ataques a Largo Caballero, al POUM o la obsesión contra
los anarquistas. La ofensiva contra Largo Caballero es objeto de informes como
uno de 15 de abril de 1937 donde se plantea con claridad la posibilidad en
dicha crisis latente de “intervenir
enérgicamente para apresurar la resolución” (recordemos que semanas después
se produjo la provocación que condujo a los Hechos de Mayo en Barcelona y a la
caída de Largo Caballero). Sobre el POUM se señala su preocupación en febrero
de 1937 por su implantación y por su acercamiento a los anarquistas (documento
34, p. 185-186) y plantea la necesidad de derrotar al POUM para hacerse más
fácilmente con la posibilidad de neutralizar a la CNT. Algunos como Marty,
conscientes de la dificultad de eliminar completamente a los anarquistas no
dudan en señalar que “después de la victoria nos tomaremos la revancha”, p.93.
4-La entrega de armamento (pagada onerosamente y por anticipado por el gobierno
español) fue el instrumento fundamental del chantaje al que fue sometida
reiteradamente la República española. Este hecho fue celosamente ocultado en la
propaganda comunista basada en la “ayuda
desinteresada” de la URSS.
5-A partir de la caída del gobierno Largo Caballero el proyecto soviético fue
el control de todos los resortes del poder estatal, sobre todo los militares
como policiales, manteniendo una fachada institucional republicana. La
interpretación de que ello constituyó un ensayo de democracia popular es plenamente acertada.
6-La represión contra el POUM respondía al delirio totalitario soviético pero
también era un instrumento de debilitamiento de aquellos a quienes los rusos
veían como sus adversarios principales para el control absoluto de la República
española: los socialistas (los largocaballeristas primero y después los
prietistas) y los anarquistas.
7-El desarrollo de una revolución social en grandes zonas de la España
republicana (radicalmente en Cataluña y Valencia), ajena al dominio y a los
intereses estratégicos de la URSS, provocó en la política comunista un doble
proceso: debilitar como fuera esa revolución social para poder consolidar el
poder institucional del PCE apoyado por los rusos. Los comunistas eran
perfectamente conscientes de la existencia de esa revolución, como se dice en
un informe de Marty en octubre de 1936: “Los
trabajadores gestionan las empresas, pero no saben cómo dirigirlas. Los
anarquistas tienen el control de todo” (p.81). El éxito de los comunistas
en desactivar esa revolución social, y establecer su hegemonía, está
estrechamente vinculado a la creciente desmoralización de la zona republicana,
en la cual el PCE y sus aliados fueron aislando a todos aquellos que tenían una
actividad autónoma.
En todos
estos aspectos centrales y determinantes España traicionada incluye
importantes elementos documentales.
¿España
traicionada? Si. El pueblo español fue traicionado o, mejor dicho, doblemente
traicionado. Por una parte los países democráticos, incluyendo las izquierdas
gobernantes en Francia, traicionaron a los demócratas y a las izquierdas
españolas abandonándoles a su suerte. Primera traición. La segunda traición, de
la cual trata la obra reseñada, es la que la URSS de Stalin, sirviéndose de sus
instrumentos políticos en España, cometió contra una España revolucionaria, que
fue instrumentalizada en todo momento a los intereses estratégicos y a los
apetitos de poder del totalitarismo soviético.
Edición
digital de la Fundación Andreu Nin, enero 2003
La apertura
de los archivos soviéticos y la guerra civil española
España
Traicionada (Stalin y la guerra civil) Ronald Radosh, Mary R. Haberck (eds).
Primera parte.
Stalin en la
guerra civil española
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