lunes, 31 de diciembre de 2012

Denuncia contra el ciudadanismo y la bancarrota teórica e ideológica de las izquierdas. ( blog Antagonismo social.net)





DENUNCIA CONTRA EL CIUDADANISMO Y LA BANCARROTA TEÓRICA E IDEOLÓGICA DE LAS IZQUIERDAS
“¡¡A LA PEQUEÑO BURGUESÍA NO DEBEMOS CREERLE NI UN TANTITO ASÍ!!”
Viernes 20 de julio de 2012
Por Marcelo D. Cornejo Vilches
El año recién pasado quedo registrado en el imaginario colectivo como “el tiempo de las movilizaciones ciudadanas”(G. Salazar), “el momento en que el modelo hizo crisis” (A. Mayol), “la indignación cultural y democrática de la juventud” (M. Claude). La caracterización de la coyuntura no podía ser mejor descrita por los propios ideólogos pequeños burgueses, esa plaga de intelectuales a sueldo de ONGs, FONDECITs, Universidades y cuanta cantidad de espadachines de la charlatanería que, auto-convencidos de que sus flatulencias y excrecencias forman parte del más bello arte jamás creado, pregonan sin pudor con generosa grandilocuencia oscuros embustes y representaciones pasadas a contrabando como profecías autocumplidas. Reclaman que “el Cobre es Chileno, no del extranjero”, exigen una “Asamblea Constituyente” y un “País más Igualitario” construido en base a “Cooperativas Productivas” (como los epígonos del Partido Igualdad y compañía), reprochan al “Modelo Neoliberal y autoritario” así como su “Injusta Distribución del Ingreso”, claman por participar en “la política de verdad”, esa que se confecciona con paciencia benedictina en elecciones periódicas de autoridades, mismas que, cuán producto de marketing promocionado por una gran compañía multinacional, permite “llegar a las conciencias de millones de personas” a la vez que gimen y exclaman por un “sueldo mínimo de 350.000 pesos” porque “se debe tener derecho al trabajo digno”, comparando los salarios locales con los de Europa o, incluso, EE.UU; denuncian la “dominación capitalista neoliberal”, esa que margina “al pueblo” a las “mayorías rebeldes” y “a las organizaciones populares”, considerando una cuestión debatible y, por tanto, abierta a revisión y cuestionamiento, el hecho relativo a si los explotados construyen o no una identidad de clases. Denuncian la ausencia de “una verdadera reforma tributaria” incluso, frente a la última reforma tributaria de Piñera, la niegan vehementemente, a la vez que se comparan las “razonables y buenas” cargas tributarias de los países miembros de la OCDE. Lo curioso es que son estas mismas voces las que le asignan a los grandes países capitalistas -en particular a EE.UU. y también a Europa- la actual hora del juicio final en base a su pesada y abultada deuda pública la que, siendo muy mala compañía para ellos, pasa a ser fuente de toda virtud para nuestros países subdesarrollados en la medida que alimenta las política keynesianas de demanda agregada y producción.
Pero, si esta es la escuálida lectura de la realidad local, el raquitismo teórico llevado a un plano de abstracción más global termina por distinguir un eje de poder internacional “bueno” -el de Rusia y China con sus foros BRICS y Cooperación Económica de Shangai- opuesto a la injusticias y brutalidades del imperialismo “malo” e “irresponsable” compuesto por EE.UU, la Unión Europea y todo un séquito de “Estados Vasallos” agrupados en la OTAN. Finalmente es el poderío y potencial de Rusia y China quienes tendrán que detener y desmontar al imperialismo en sus ansias conspirativas por conquistar y destruir al mundo. La salvación de un Estado progresista está en aumentar el nacionalismo y parapetarse tras el potencial económico-militar de China y Rusia quiénes, actualmente, defienden “dignamente” a países soberanos y progresistas como Siria e Irán atacados por el malvado imperialismo. Por cierto, que en este esquema están fuera de foco las causas que llevaron a este supuesto eje anti-imperialista no sólo ha aprobar sino también a promocionar diplomática y políticamente la destrucción y desmantelamiento de Libia. Tampoco entran en esta concepción problemáticas “menores” tales como las relaciones económicas que llevan a China a salvar a un “decadente y terminal” Estado norteamericano –y una perpleja y quebrada Unión Europea- o, a una República Capitalista de Rusia esperanzada en forjar una alianza económica y militar con sus “socios” europeos (jerga que usan Putin y Lavrov para referirse a la OTAN). Para nuestros izquierdistas eso de entrar a explicar las relaciones y contradicciones entre unos y otros o, fundamentar por qué EE.UU estaría en una fase terminal de su poderío imperial, son meras “nimiedades” sin mayor relevancia. Es más fácil postear en Facebook la jerga liberal y oportunista usada por Russia Today para referirse a esa asquerosa plaga de criminales de Alqaeda-CIA en sus variantes CNT libio o Ejercito Libre de Siria, todos disfrazados como “rebeldes” (y por tanto la versión ciudadanista del medio oriente a la que los medios de guerra psicológica –BBC, CNN, FOX, AlJazeera, AlArabiya, etc- llaman “Primavera Árabe”) que lucharían para liberar a sus pueblos de las garras de la tiranía para llevarlos a la “democracia liberal y occidental”.
Pero los hechos son porfiados y no hay forma de hacerlos encajar en las fantásticas y caprichosas mentes de nuestras izquierdas. Un breve y conciso vistazo al panorama internacional echan por tierra las supuestas contradicciones apocalípticas entre los distintos ejes de poder imperial mundial. Así, por ejemplo, la agencia de noticias SANA informa el 19 de julio de 2012 que “Los combates en Siria se graban en Qatar. En cercanías de Doha se preparan decorados que simulan ser edificios gubernamentales sirios para rodar filmar falsos enfrentamientos”. Casi al mismo tiempo el 18 de julio de 2012, la agencia de noticias iraní IRNA, señala que Irán, principal aliado estratégico de Siria, celebra que comenzara la perforación del mayor yacimiento conjunto con Qatar. Así se saludan “las excavaciones del mayor yacimiento petrolífero conjunto con Qatar en el Golfo Pérsico, según manifestó el Director General de la Compañía Pars de Petróleo y Gas, Musa Suri, mientras Irán solo extrae 35.000 barriles de petróleo al día del yacimiento de Pars del Sur, Qatar está extrayendo 450.000 barriles, según informes oficiales”. Estamos hablando de nada menos que de Qatar, el Estado vasallo de la OTAN que financia a las bandas de criminales y terroristas de Alqaeda, brazo armado de la CIA en medio oriente. Pero, si esto resulta ya un enredo, entiéndase la información que trae la agencia Russia Today el 12 de julio de 2012 al señalar que Turquía –belicoso y proactivo aliado norteamericano en contra de Siria y miembro de la OTAN- estaría pagando el petróleo iraní con barras de oro, burlando así el embargo occidental contra la economía iraní. De este modo, afirma la agencia haciéndose eco de Zaman Online, una agencia de noticias turca, en los últimos meses Turquía ha cambiado alrededor de 60 toneladas de oro por varios millones de toneladas de crudo iraní, a pesar de las promesas de respetar las sanciones occidentales impuestas a la industria petrolera persa. Los pagos con oro realizados por Turquía a la República Islámica, se han disparado en los últimos meses frente a la creciente presión en forma de sanciones por parte de Occidente a la economía persa, ejercida para obligar a Teherán a abandonar su programa nuclear. Durante los primeros cinco meses del año Turquía, que es el quinto mayor importador de petróleo iraní, exportó a la República Islámica el equivalente a 3.000 millones de dólares en oro, según los datos del Instituto de Estadística de Turquía.
Y cómo comprender esta otra joyita de la política exterior rusa hacia Siria. El 9 de julio de 2012, la agencia de noticias RIA NOVOSTI señala que “Rusia se abstendrá de enviar aviones de instrucción y combate Yak-130 a Siria hasta que la situación en el país árabe “se haya estabilizado”, en palabras de Viacheslav Dzirkaln, subjefe del Servicio federal de cooperación técnica militar (FS VTS, por sus siglas en ruso). Dzirkaln hizo esta declaración en el marco del salón aeroespacial de Farnborough, en Gran Bretaña. Decisión que fue inmediatamente aplaudida por EE.UU. así lo confirma el cable fechado el día 10 de julio de 2012 en Washington, por la agencia RIA Novosti, según la cual “Washington está contento con la decisión de Moscú de no realizar nuevos suministros de armamento a Siria”. Casi simultáneamente en la misma capital norteamericana aquel 10 de julio, RIA Novosti anunció que “Rusia y EEUU realizarán varias maniobras conjuntas para comprobar la interoperabilidad de sus unidades militares que participan en operaciones de mantenimiento de paz de la ONU”, declaró el jefe del Estado Mayor ruso, general Nikolai Makárov, agregando que "El objetivo de los ejercicios ’Atlas Visión’, que se realizarán en 2013, será mejorar la interoperabilidad entre las unidades militares de Rusia y EEUU que participan en operaciones de mantenimiento de paz bajo la égida de la ONU", indicó Makárov que inició este martes su visita a Estados Unidos”. Al parecer la asociatividad estratégica rusa con EE.UU incorpora varios componentes para el mediano plazo, de este modo en la ciudad de Moscú, 17 de julio, RIA Novosti nos informa que “Rusia enviará en 2013 sus bombarderos estratégicos Tu-95MS a EEUU y recibirá la visita de respuesta de los B-52 estadounidenses”, informó el teniente general Anatoli Zhijarev, responsable de aviación estratégica en la Fuerza Aérea de Rusia. Por último, el 19 de julio de 2012 Yuri Ushakov, asesor del mandatario ruso Valdimir Putin informa a través de NOVOSTI en Moscú, que “Los presidentes de EEUU y Rusia ya entienden mejor sus respectivas posturas en relación con el conflicto en Siria”, esto al comentar una conversación telefónica que los lideres de EEUU y Rusia sostuvieron la víspera. La conversación, que se prolongó por 50 minutos”.
Ante estos hechos, no me canso de señalar la principal debilidad de los análisis de nuestras izquierdas. Su perspectiva primaria y final es geopolítica, en circunstancias que las contradicciones son de clases. Dado este supuesto, ¿cuáles son las contradicciones de clases en los imperios y entre los imperios que explican la geopolítica? La geopolítica viene a ser simplemente síntoma de algo profundo, que podemos llamar "la causa de la enfermedad", en ese sentido los síntomas o efectos pueden ser descritos, el problema es que no damos pie en bola a explicar los orígenes o causalidades explicativas. Y a partir de ahí menos aún somos capaces de hacer síntesis dialéctica. Esta es otra de las consecuencias del predominio ideológico y teórico pequeño burgués en los esfuerzos de comprensión social: se instala el análisis geopolítico estatal (el Estado, …el Estado, esa criatura tan adorada por la pequeburguesía  y que impregna su quehacer y lógica) en lugar del análisis de clases a nivel global y local fundamental para una síntesis dialéctica que es esencialmente política e histórica.
A nivel domestico, nuestra izquierda “desconfiada”, una abrumadora parte de la llamada “izquierda revolucionaria” y la totalidad de la “izquierda tradicional” no escatiman recursos por repartirse las reliquias y vestiduras de los apóstoles del chovinismo nacionalista, el reformismo electoralista más recalcitrante y el populismo romanticista más absurdo. No podemos envidiar nada, en lo más mínimo, a las grandes figuras del catolicismo vaticano tales como San Francisco y Santa Clara de Asís. En efecto, todo el discurso descansa sobre las firmes raíces del distribucionismo keynesiano y cepaliano de los 50 y 60, pasa por el constitucionalismo ramplón de la pequeño-burguesía francesa a veces disfrazado de “reformismo armado” y termina ensalzando como gran emblema el nacionalismo productivista y corporativista de principios del siglo XX.
Y sin embargo, ahí vemos a nuestros histriónicos comediantes, recriminándose mutuamente entre sí una mayor o menor intensidad y legitimidad histórico-discursiva: ¡¡reformistas!! –gritan los pseudo-revolucionarios que enarbolan sin asco el electoralismo más desembozado y el nacionalismo productivista y corporativista más primitivo-, ¡¡Infantilistas!! –replican con indignación y desdén aquellos que, desde la tradición de la política parlamentaria, ven cómo se alzan las nuevas generaciones de atrevidos impostores-. ¡¡Traidores y cobardes!! -exclamarán los agentes del reformismo armado-, esos que desprecian el trabajo social y político por considerarlo un campo irrelevante y sólo fértil para débiles y pusilánimes que rehúyen la verdadera lucha –“la lucha armada” por cierto-, enarbolando estrategias insurreccionales con “carácter defensivo”, sin masas conscientes y protagonistas del cambio histórico pues hace mucho tiempo que su lugar fue ocupado por “los mejores hijos del pueblo” aglutinados en la “orgánica político militar” desprovista de cualquier plataforma social y política real . Entre medio, no faltan aquellos ingenuos que saltan eufóricos por la apocalíptica llegada de una supuesta “situación pre-revolucionaria” tan anunciada y a la vez tan esquiva, pero que llega en la hora justa para convocar a la clase de “los productores” quiénes, apelando a la vulgarización de los grandes revolucionarios de la historia universal, impondrán sin vacilar el “control productivo” y la “nacionalización” sobre cuanta baratija sea comercializada desde los boliches y el comercio minorista de las poblaciones hasta los Malls y transnacionales de las carreteras y autopistas.
La bancarrota teórica e ideológica de nuestras izquierdas no puede ser más evidente y lamentable. Debemos convenir que, con una buena dosis de indulgencia y un detenido análisis a sus consignas, discursos y líneas programáticas; la teoría y práctica de nuestras izquierdas no rebasan los bordes del ciudadanismo y un declarado estructuralismo marginalista. Peor aún, en lo económico, nuestras izquierdas ni siquiera son dignas depositarias de Adam Smith o David Ricardo. Nuestras izquierdas son abiertamente anti-bolcheviques, antileninistas, antimarxistas y totalmente ignorantes y ajenas al método del materialismo histórico y dialéctico. Nuestras izquierdas son declaradamente reformistas y no revolucionarias o, derechamente, antirrevolucionarias.
Lo dijimos hace un año, cuando el oportunismo camaleónico de la pequeño burguesía despuntaba sus ilusiones y falseamientos de la realidad y lo reafirmamos hoy: “Todos los gritos de indignación en EE.UU, España, Europa, las revueltas populares en Inglaterra, Italia, Grecia, Islandia y Francia, la revolución estudiantil en Chile, la proliferación de movimientos ciudadanistas, son todos procesos que expresan un nivel superior de desenvolvimiento de la ley del valor. A escala planetaria tenemos un capitalismo que ha homogeneizado a la burguesía, que ha deslocalizado sus procesos productivos, que ha integrado los flujos de mercancías globales, que ha desarrollado a niveles impensado la tecnología en todas sus aplicaciones. Tenemos un capitalismo mundial heterogéneamente desarrollado pero plenamente ensamblado, que requiere igualar las tasas y condiciones de explotación de los trabajadores del mundo. En este proceso, las burguesías de cada rincón del planeta comienzan a barrer con todas aquellas pesadas cadenas de obligaciones sociales a las que se habían amarrado cuando los trabajadores del mundo amenazaban con una revolución social. Se desenvuelve ante nuestros ojos la estandarización mundial de la explotación al trabajo en base a una ley del valor que ya no encuentra rincones que le sean prohibidos y ajenos. Ante este estado de cosas, las aristocracias obreras de Europa, las pequeño burguesía del mundo, chillan y gritan, se indignan y masivamente se vuelcan al espacio público mundial con gritos de dolor, espanto y terror ante un destino inexorable: su conversión en una masa cada vez mayor de proletarios súper explotados, con condiciones de vida muy inferiores a las que tenían previamente, con niveles de endeudamiento, educación e integración muy superiores a los que se tenía precedentemente. Claman y suplican no ser despojados de las ilusorias cuotas de participación en el sistema político. Exigen ser considerados. Pero ya es demasiado tarde, llego el momento de pagar muy caro la renuncia a la revolución mundial socialista. La hora de la degradación ha llegado. No se trata de una situación pre-revolucionaria, pues esta exige a una clase explotada a la ofensiva y no a la defensiva como se encuentra en la actualidad. La burguesía no pierde el tiempo, aprovecha la debilidad del enemigo de clases, tras la oscura confusión en que éste ha caído al intercambiar Revolución por Estado de Bienestar. Esta ocupa todas las armas y leyes de la lucha de clases, mientras a nosotros la única salvación que nos va quedando es precisamente recuperar la teoría, practica e historia para hacer la revolución y librarnos de esta maldición” (“Cuadernos de Economía Política”, Nº1: Acumulación de Capital en Chile. Crisis y Desarrollo; Marcelo D. Cornejo Vilches, CIPOD, Santiago de Chile, 2011)”
En este punto no podemos dejar de mencionar la fundamental y reciente lección del movimiento minero español que ha desahuciado toda la parafernalia ciudadanista del 15-M para poner de relieve el verdadero carácter de la lucha de clases, el verdadero sitial de vanguardia de los trabajadores en la lucha contra el capitalismo. La pequeño burguesía que enarbola banderas en torno al ciudadanismo más reaccionario del 15-M comienza a mostrar su verdadero rostro: siempre beneficiando y fortaleciendo las salidas reaccionarias de la burguesía en detrimento de disponerse a la salida revolucionaria de la clase asalariada y explotada. He aquí otra de las razones del porqué combatir con tanto ardor y persistencia toda construcción ideológica pequeño burguesa. Su opción siempre está del lado de la burguesía, nunca de nuestro lado.
Parafraseando al Ché que afirmaba “¡¡Al Imperialismo no hay que creerle ni un tantito así!!”, hoy debemos agregar a esta preclara sentencia “¡¡A la pequeño burguesía no debemos creerle ni un tantito así!! Por esta razón es que no tienen lógica alguna los llamados a participar de los distintos juegos electorales amparados en la falsa creencia de pretender llegar con un mensaje que concite la simpatía y apoyo de la pequeño burguesía hacia las posturas de clase proletaria. No tienen ningún sentido. La pequeño burguesía no tiene proyecto de clases propio y su opción finalmente siempre se inscribe en el campo de la burguesía. Esto lo sabe la propia burguesía, por eso no se inquietan en lo más mínimo con los mediáticos y alardeados movimientos ciudadanista. La burguesía sabe que finalmente toda la cantinfleada ciudadanista es más agua para su propio molino y jamás estos movimientos decantaran en posiciones de clase antagónicas con la burguesía y si así lo hiciesen serían exterminados sin el menor pudor y contratiempo.
En consecuencia, lo que aquí pretendemos es desmenuzar la ofensiva teórica e ideológica pequeño burguesa que nos hace retroceder y nos entrampa en abstracciones jurídicas e idealistas, ambos aspectos pertenecientes al campo de la conciencia burguesa y de la subjetividad pequeño burguesa.
En esta trampa, a la que hemos sido conducidos por una pequeño burguesía espantada por la aceleración de los procesos de proletarización, es necesario hacer una implacable disección a un corpus teórico e ideológico consumido hasta en su medula por la ideología ciudadanista que ha intoxicado a una enorme cantidad de individualidades y colectivos valiosos de nuestra clase social asalariada, explotada y proletaria. En este sentido no podemos dejar de preguntarnos ¿por qué consentir a la pequeño burguesía?, ¿por qué rendir pleitesía a su ideología?, ¿por qué deberíamos dar fe ante la historia para su auto proclamado proceso de canonización y baños de pureza de esta ideología pequeño burguesa, ciudadanista y reformista?
Esta intoxicación es inadmisible e inaceptable. Hay cuestiones que definitivamente no pueden ser tranzadas a saber, en primerísimo orden, arriesgarnos en la profundización, radicalización y politización en perspectiva revolucionaria de las luchas reivindicativas desplegadas a nivel local y nacional en clave social y política que lleven a materializar experiencias y ejercicios concretos de poder político real e independiente por parte de los distintos sectores de nuestra clase social, restándole de este modo, toda legitimidad y significación real y simbólica a la presencia política territorial del entramado institucional y legal de los que se vale la burguesía para materializar y ejercer el poder a nivel sindical, comunitario y de los grandes movimientos de masas para, en este proceso, develar el carácter de clase del Estado y de cada uno de sus componentes y redes, único camino cierto de construcción de historia política de efectivo sustento para un de proyecto político de clases hegemónico que se evalúa en función de mayores niveles de profundidad en la conciencia política colectiva y que al mismo tiempo asume luchas socio políticas de mayor envergadura por la conquista y ejercicio del poder político real y concreto. El desafío es desentrañar y desplegar estrategias y tácticas que fortalezcan el proceso global de acumulación de fuerza social revolucionaria. En segundo término, no podemos olvidar ni por un instante que la construcción de fuerza social y revolucionaria es apenas uno de los componentes vectoriales de la gran tarea histórica por derrotar la hegemonía burguesa, el otro vector insustituible y determinante es la construcción de partido revolucionario cuya estrategia y táctica político y militar nace de la síntesis hecha en todos los planos de la lucha de clases, desde sus aspectos más reivindicativos, coyunturales y concretos hasta los más revolucionarios, estructurales y políticos de largo plazo.
Ejemplo de la dominación ideológica y cándida reproducción que hacemos de ella es la consigna de “Tu trabajo vale”. Ha sido la Fundación SOL (1) la que se ha encargado de popularizar este componente propagandístico aún en los círculos más radicales y concientes del proletariado. Sin perjuicio de esto, la consigna es fruto de un largo deambular de otras panaceas tales como la lucha por “El Trabajo Decente” en desmedro del “Trabajo Precario” Sin embargo, bajo el aparente sentido común del mensaje encerrado bajo tales rúbricas se instalan en realidad dos vectores ideológicos esenciales del ciudadanismo, a saber: a) El llamado al Estado para que atienda los llamados de auxilio y concurra a la protección de la ciudadanía trabajadora que ve vulnerados sus derechos; b) El llamado a la ciudadanía trabajadora para que exija una más equitativa distribución del ingreso por medio de mejoras salariales y legales (2). No obstante, queda flotando en el aire una problemática muy desagradable y persistente para el ciudadanismo: ¿bajo qué condiciones vale el trabajo?, ¿lo mismo vale el trabajo de un latinoamericano que de un británico, un chino o un alemán?, y junto con lo anterior, ¿la consigna en cuestión apela a las condiciones de la justicia, la equidad y la ética pequeño burguesa del Estado como sumo garante del “valor del trabajo”? ¿A qué tipo de valor y de trabajo se refiere, al valor y al trabajo realizado en la sociedad capitalista o, al valor y al trabajo generado en la sociedad colonial y aún esclavista?
Como primera aproximación es necesario plantear que no es posible hablar del valor ni del trabajo en general si no se lo relaciona con las condiciones materiales e históricas en que se realiza ese trabajo y ese valor. Por consiguiente, lo que hace la consigna es rehuir el problema central sobre la generación de las condiciones materiales que permiten y obligan al obrero a permanecer –y también romper- con sus condiciones materiales de producción.
Pero, inquiriendo un poco en la mentada consigna, aparece otra dificultad, un problema insalvable para los estrechos marcos teóricos ciudadanistas a saber, ¿es posible determinar el valor del trabajo? Ciertamente que “determinar el valor del trabajo” es una afirmación del todo falsa e inconsistente con la realidad y las leyes de la economía. El problema así planteado ignora incluso a los clásicos fundadores de los estudios de la economía política toda vez que, lo que se puede determinar en la sociedad capitalista, no es el valor del trabajo propiamente tal (en evidente retroceso a los postulados previos a Adam Smith y Ricardo) sino más bien el valor de la fuerza de trabajo y el valor del producto social por esta creada. ¿Por qué es importante esta observación? Simplemente porque son las condiciones históricas y materiales concretas y reales del capitalismo las que determinan la cuota de ganancia, eje en torno al cual gira todo el comportamiento de la burguesía y, por tanto, los destinos de quienes le venden su fuerza de trabajo, la clase asalariada y explotada. No es simplemente un capricho académico filológico, sino una necesidad determinante e imperiosa para visualizar los derroteros que tendrá que recorrer un eventual proyecto político de liberación social de nuestra clase proletaria. A este respecto es oportuno señalar que el programa ciudadanista es una fuerza potencial que nos acerca a un tipo de régimen político caudillista e incluso fascista. Su contenido ajeno a la lucha de clases y abiertamente reaccionario frente a la temática de la revolución proletaria hace que, ante una eventual crisis política de hegemonía burguesa o ante una eventual pérdida de cohesión de la clase dominante en el poder, el apoliticismo, el componente anti lucha de clases proletaria, y la ideología pequeño burguesa con su ciega fe en las bondades del Estado, crean las condiciones propicias para la emergencia del fascismo, el populismo y el caudillismo. De aquí la necesidad prácticas de enfrentar política e ideológicamente las expresiones de la pequeño burguesía expresada en la construcción, a ratos improvisada, conocida como ciudadanismo.
En definitiva, la consigna analizada es una invocación y creencia en una sociedad dirigida por un gobierno fundado en el “bien común” y un “Estado” neutro ajeno a toda clase social, sobrepuesto a las leyes de clase, que provee y protege a los trabajadores. Sin embargo, a riesgo de ser aguafiestas, bien sabemos que esto no es posible toda vez que, o se está invocando la imagen de un gobierno de clases en la sombra en cuyo caso jamás será un gobierno “justo” o, se trata de un régimen político como el fascismo y el corporativismo o, simplemente, es la creencia y mitología ciudadanista fundada en la benevolencia institucional armada de leyes y autoridades bajo control público. A este respecto no se debe perder de vista las imperecederas esperanzas que la pequeño burguesía deposita en el rol y acción del Estado. Esta concepción antropológica e histórica respecto al Estado se origina en la necesidad de las clases pequeño burguesa de contar con un aparataje político junto con la enorme protección material y jurídica que sólo una fuerza como el Estado puede proveer para proteger sus pequeñas granjerías y privilegios frente a un proceso histórico implacable que lleva a la proletarización de esta clase social y a la eliminación de toda barrera impuesta a la acumulación del capital dirigida por una burguesía cada vez más determinada a cumplir con su rol histórico. Frente a este proceso histórico, frente a los grados cada vez más profundos de concentración y centralización de capitales, frente a una burguesía cada vez más homogénea y determinada, la pequeño burguesía invoca en su auxilio al hada que supuestamente la salvara de las fauces de la proletarización, el Estado. No puede haber otro resultado cuando la ideología pequeño burguesa obliga a abandonar el punto de vista de la lucha de clases. Esto se logra cuando se recurre a “la ayuda” del Estado, ayuda que el Estado presta cuando financia y legisla “para los obreros”. Estamos infectados por la fe en el Estado, típico de la pequeño burguesía cuando lleva el rol estatal casi al nivel de superstición. Entonces a la superstición debemos oponerles la claridad de la convicción.
En el mismo sentido, la lucha por una distribución equitativa de los ingresos se vuelve una quimera cuando nos difractamos frente a la centralidad de los procesos capitalistas de producción. Bajo las condiciones materiales de producción capitalista, ¿qué significa eso del “reparto equitativo”?, ¿acaso las relaciones económicas son reguladas por conceptos jurídicos? ¿Será necesario recordar que el derecho no puede ser nunca superior a la estructura económica ni al desarrollo cultural de la sociedad? Entonces, ¿qué sentido tiene pedir y extenuarse tras una telaraña de consignas emparentadas unas con otras como las ya popularizadas: “por el derecho al trabajo”, “por un trabajo digno”, “porque tu trabajo vale”, “hacia una sociedad más equitativa”, “por un salario mínimo ético y justo”, “mejorar la distribución de los ingresos”, etc.?
Todo esto son patrañas ideológicas ciudadanistas. La distribución de los medios de consumo sirve como simple subterfugio de la pequeño burguesía para enquistarse en la conciencia de nuestra clase social. Se olvidan que la distribución es simplemente una consecuencia de las condiciones materiales de producción y nunca al revés.
Rescatando a Marx, el salario no es lo que parece ser, es decir, el valor – o el precio- del trabajo, sino sólo una forma disfrazada del valor –o del precio- de la fuerza de trabajo. Por eso, tras estas consignas se evidencia una ligereza y falta de escrúpulos titánicos. Evitan señalar la circunstancia determinante a que conduciría si los obreros estableciesen las condiciones de producción colectiva en toda la sociedad, lo que sólo significaría la lucha declarada para subvertir y sabotear las actuales condiciones de producción.
Bajo el análisis materialista y dialéctico, todo el programa ciudadanista es una pura ficción pequeño burguesa. Lo único real y posible históricamente es la dictadura revolucionaria del proletariado. La única manera de restituir al obrero el valor de su producto – si es el sentido que quieren dar con eso de “tu trabajo vale” y “el trabajo decente”- es tomando el control político absoluto sobre las condiciones de trabajo, los procesos de trabajo y de producción, así como por la apropiación por parte de la clase explotada de los medios sociales de producción (3).
Cabe destacar que estas embestidas ideológicas se sucederán sin cesar una tras otra pues a mayor aceleración de las movilizaciones sociales mayor es la cantidad de energía liberada por parte de quienes son protagonistas de la explosión de descontento. Sin embargo, esta dinámica registra casi automáticamente una mayor frecuencia con la que es introducida y reproducida la ideología pequeño burguesa en su faz ciudadanista y socialista utópica. Asimismo el vacío ideológico así como la vergonzosa zozobra político y teórica de los llamados sectores revolucionarios generan una especie de fuerza centrípeta que jalona hacia el centro de nuestra conciencia todas aquellas supersticiones, ideologías, consignas pequeño burguesas y ciudadanistas enquistándolas en nuestras mentes. Sólo el peso de nuestra crítica teórica y política hará posible generar una fuerza centrífuga capaz de evacuar y expulsar la escoria ideológica pequeño burguesa, ciudadanista, reformista y utópica desde el seno de nuestra matriz de clase.
A través del materialismo histórico y dialéctico podemos transformar el proceso de degradación teórica e ideológica que, sin embargo, fecunda inexorablemente el proceso de construcción de un nuevo y superior orden político e ideológico. Sobre las ruinas de la anterior cosmogonía pequeñoburguesa, la crítica aquí formulada debe anunciar la configuración de un nuevo sustrato teórico, epistemológico e ideológico, sustancia elemental para explicar el devenir del movimiento obrero, actualmente condicionado e hipnotizado por un caudal de creencias y construcciones conceptuales ciudadanistas que han sedimentado profusamente el imaginario colectivo.
En consecuencia, antes de entrar a discutir el monto del salario mínimo debemos responder al problema fundamental, ¿con base a qué criterios?, y ¿qué clase social determina el proyecto social hegemónico en torno al cuál se fija el salario mínimo?. Asimismo, frente a la exigencia por nacionalizar los recursos naturales estratégicos, el nudo gordiano vuelve a reaparecer, ¿qué impacto tiene en la renta y generación de riqueza de un país la estatización de los recursos naturales?, ¿no es acaso el proyecto político hegemónico el que determina la funcionalidad y utilidad de la nacionalización de recursos naturales?. A su vez, si queremos afianzar la hegemonía de nuestra clase explotada y asalariada ¿no debemos plantearnos el control del sistema financiero, monetario y dinerario del país antes que entrar a nacionalizar sus recursos naturales?, ¿no se supone que debemos arrebatar el control del proceso productivo a la burguesía mediante la expropiación de sus bancos centrales, tentáculos financieros y banca privada en general? En definitiva, antes de levantar consignas como “el cobre es chileno, no del extranjero” y “por un salario digno y derecho al trabajo”, debemos demarcar muy nítida y meridianamente cuál es nuestra posición como clase y sector político frente al problema de la toma y conquista del poder y la realización de la hegemonía ideológica por medio de la dictadura revolucionaria del proletariado. Por esta misma razón, darle largas a consignas y programas como la nacionalización de recursos, el establecimiento de determinados pisos salariales o la invocación de más o menos criterios abstractos y éticos de justicia social distributiva sin aclarar previamente nuestra definición de clases frente a la dictadura del proletariado es, simplemente, pura charlatanería, malabarismo léxico-contextual formal y, en el mejor de los escenarios, ingenuidad propia de románticos poetas. Es evidente que, no podemos definirnos con una clara postura antiburguesa si simultáneamente rehuimos el fondo y la forma del problema histórico central, a saber, nuestra definición política frente a la dictadura del proletariado. Es de suyo incuestionable que tampoco podemos definirnos en forma diáfana frente a la dictadura del proletariado si como correlato estamos llamando a participar para “salvar” el sistema de dominación burgués a través de la creación de “Asambleas Constituyentes” bajo los mismos cánones y leyes burguesas y, por tanto, apartada de cualquier estrategia político hegemónica por parte de la clase asalariada y explotada y su proyecto político dominante. Tampoco parece comprensible exigir una determinada distribución del ingreso si rehuimos el problema fundamental: el problema del poder, la hegemonía, el proyecto de clases y la dictadura del proletariado. Por consiguiente, tal parece que tras las románticas y estrafalarias consignas como “por un Chile más justo”, “El Cobre Es Chileno, No Del Extranjero” - con esta consigna se pasan por alto el pequeñísimo detalle existente bajo las condiciones de desarrollo capitalista actual donde toda producción nacional es al mismo tiempo producción internacional. Y lo es simplemente porque el capital, y todas las relaciones sociales que presupone, no tienen un contenido ni definición nacional ni menos territorial. Además esta consigna hunde sus raíces en la falsa concepción según la cual la acción del movimiento obrero no nace de la lucha de clases, sino que nace a partir de los valores nacionales y territoriales más estrechos, "tu trabajo vale”, “por un salario digno y el derecho al trabajo”, “por una asamblea popular constituyente, ¡¡Ahora!!”, no sólo se esconde como un gatopardo al acecho, la ideología pequeño burguesa, sino que además se hace manifiesto y explícito la renuncia consciente y la deserción vergonzosa ante cualquier atisbo que nos obligue a definirnos frente a un problema universal: nuestra clase social explotada y asalariada, ¿tomará el poder político?, si es así, ¿de qué forma lo hará?, ¿con qué sustento histórico y estrategia política se lanzara a la conquista del poder?, nuestra clase social asalariada y explotada ¿rehúye o no la fundación de la dictadura del proletariado como sistema de dominación anti-burgués?, en definitiva ¿nuestra clase social está dispuesta o no a hacer la revolución política y social?, y si así fuese, ¿qué rol juega el partido revolucionario y cuáles son sus estrategias y tácticas para debilitar y derrotar la dominación de clases burguesa?.

Referencias:
1- http://www.tutrabajovale.cl/propues...  Esta observación lo hago yo. Este enlace está desactivado.
Pongo todo de la fundación sol
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2- También véanse los siguientes escritos: “Trabajo Decente V/S Trabajo Precario”, Selección de Artículos de varios autores, Le Monde Diplomatique, Editorial Aún Creemos en los Sueños, editado con el apoyo de la Fundación Frederick Ebert, Santiago de Chile, 2011. Además ver: “El Trabajo. Valor y Sentido del Trabajo. Chile, ¿cerca o lejos del Trabajo Decente?”, Selección de Artículos de varios autores, Le Monde Diplomatique, Editorial Aún Creemos en los Sueños, 2007.
3- “Critica del Programa de Gotha”, C. Marx, 1875.
Esta una aportación lo hago yo, sobre la crítica del Programa de Gotha

C. MARX. CRÍTICA DEL PROGRAMA DE GOTHA

C. Marx.  Crítica del Programa de Gotha  .PROLOGO DE F. ENGELS



C. Marx. Crítica del Programa de Gotha . CARTA DE C. MARX A W. BRACKE



K. Marx .GLOSAS MARGINALES AL PROGRAMA DEL PARTIDO OBRERO ALEMAN



Documentos adjuntos

DENUNCIA_CONTRA_EL_C­IUDADANISMO_Y_LA_BAN­CARROTA_DE_LAS_IZQUI­ERDAS


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[Libro] "El capitalismo en un callejón sin salida" de Fred Goldstein



"El capitalismo en un callejón sin salida" de Fred Goldstein

Por Olmedo Beluche  Viernes, 28 de Diciembre de 2012 

Goldstein utiliza estadísticas oficiales y citas de reputados analistas burgueses, combinándolas con las categorías económicas de Carlos Marx, para producir un análisis brillante, ameno, que cualquier trabajador puede comprender, para producir una perspectiva novedosa de la actual crisis mundial

Fred Goldstein, dirigente de la organización estadounidense Mundo Obrero - Workers World, de quien ya conocíamos sus lúcidos análisis sobre la crisis económica capitalista en el periódico homónimo de dicha organización, acaba de publicar su último libro: "El capitalismo en un callejón sin salida. Destrucción de empleo, sobreproducción y crisis en la era de la alta tecnología. Un punto de vista marxista". Traducido por Manuel Talens y Atenea Acevedo, en 148 páginas, 9 capítulos y una adenda, Goldstein realiza una radiografía de la crisis económica que azota a Estados Unidos y el resto del mundo.
Goldstein utiliza estadísticas oficiales y citas de reputados analistas burgueses, combinándolas con las categorías económicas de Carlos Marx, para producir un análisis brillante, ameno, que cualquier trabajador puede comprender, para producir una perspectiva novedosa de la actual crisis mundial del capitalismo. De salida afirma: "Estamos ante una crisis histórica". Con elementos similares a otras, pero en un nivel completamente nuevo que lo lleva a la conclusión de que el sistema está ante "un callejón sin salida". No se trata de una crisis cíclica como las que han caracterizado al capitalismo desde el siglo XIX.
En su Introducción, Goldstein, compara la crisis abierta en 2007 con dos grandes crisis anteriores, las de 1873 y 1929. Éstas constituyen las únicas crisis ("callejones sin salida") con las que encuentra similitudes el actual momento, porque fueron crisis de "larga duración" (aunque no usa este concepto) y de las que sólo se salió mediante la guerra y la expansión imperialista del mercado.
La primera se extendió hasta 1896 y se inició con la crisis de los ferrocarriles y la especulación de tierras, llegando la tasa de desempleo a dos dígitos, pese a un ligero repunte en 1879. Bajo su influjo se produjeron grandes movimientos huelguísticos, como el de Haymarket por las ocho horas de trabajo (1886), la huelga del acero en Homestead (1892) y la de los ferrocarriles Pullman (1894). EE UU sólo la superó cuando inició su expansión imperialista de fines de siglo (Guerra de 1898 con España).
La segunda tuvo el año 1929 como referencia, con el Crack Bursátil, pero había iniciado antes con quiebras bancarias y el colapso de la especulación de tierras,  se extiende hasta 1939, con un ligero repunte en 1934. Durante esta fase también sobrevino una oleada de huelgas en San Francisco, Minneapolis y Toledo, y ocupación de fábricas, como la de Flint, que dio origen al sindicato de General Motors. Sólo fue superada con la inmensa destrucción de Guerra Mundial.
"En ambas, el funcionamiento automático del mercado capitalista, el ciclo normal de auge y caída del desarrollo capitalista, se quedó exhausto. El capitalismo llegó a un punto en el que ninguna medida de carácter económico podía por sí sola mantener el sistema en movimiento ni hacerlo avanzar por más tiempo. Estaba sumido en la parálisis económica; el desempleo masivo sobrepasaba la capacidad del sistema."
Ambas estuvieron precedidas por períodos de prosperidad e innovaciones tecnológicas, como la actual. En las tres (1873, 1929 y 2007) las fases de auge han estado caracterizadas por su debilidad y su carácter central es la "recuperación sin empleo". En las anteriores la superación de la crisis llegó de la mano de la expansión imperialista. La diferencia con la actual reside justamente en eso, un mundo "globalizado", donde no hay nuevos mercados de los que apoderarse y un desempleo crónico internacional que limita objetivamente la capacidad de recuperación.
"A medida que la clase dominante se queda sin opciones y avanza hacia la aventura militar y la reacción política, las medidas tradicionales de recuperación ya no podrán rein­vertir la crisis. Eso hace que la situación sea históricamente favorable a la intervención de la clase obrera y de los opri­midos para resolver la crisis de manera revolucionaria... El sistema basado en las ganancias está entrando en una fase que únicamente puede arrastrar hacia atrás a la humanidad. Las masas están llegando a un punto en que les resulta imposible continuar por el viejo camino, porque el capitalismo bloquea su supervivencia. La humanidad solo puede avanzar si limpia el camino para sobrevivir, lo cual significa nada menos que la destrucción del capitalismo".
En el Capítulo 1, titulado "Una crisis sistémica", Goldstein aborda el tema de la falsa recuperación de 2009-2010, citando a un analista del Banco Lehman, Allen Sinaí, para establecer que el endeble crecimiento económico se está haciendo sin la creación de puestos de trabajo, lo cual no permitirá sostenerlo por la lógica contracción de la demanda, dado el alto desempleo y los bajos salarios. En dos años se han destruido 7 millones de empleos en EE UU, a los cuales hay que agregar 4 millones de jóvenes que han accedido al mercado de trabajo. Justamente, "el callejón sin salida", se produce cuando la tasa de contrataciones es menor a la tasa de despidos. Pese a los billones de dólares inyectados para el salvamento de los bancos, esta medida no conlleva creación de puestos de trabajo.
Goldstein aporta cifras sobre la alta tasa de desempleo en todo el mundo, sobre todo entre la juventud trabajadora, que en EE UU llega al 20%, en España al 40%, en Egipto o Túnez y otros países de África supera el 50%. "El desempleo juvenil es el signo más dramático de la capacidad cada vez menor del capitalismo para absorber la mano de obra en todo el mundo. La nueva generación de trabajadores que ingresan en la fuerza de trabajo está ma­yoritariamente excluida y si trabajan es a cambio de bajos salarios. El desempleo juvenil es una medida clave del estan­camiento de un sistema en franca decadencia", dice.
El Capítulo 2, se titula "Capitalismo de bajos salarios y recuperación con desempleo", en el cual demuestra cómo la relativa recuperación de 2009, y el aumento de la productividad, se están dando no sólo sin empleos, sino destruyendo el nivel de vida de las familias trabajadoras en EE UU: con 40-50 millones de pobres (extremos) y una caída del ingreso familiar del 6,7%; que entre los afrodescendientes llega al 10% y en los latinos al 7,2%. Cita a la "Ley general de acumulación capitalista" de Marx para explicar el fenómeno por cual el capitalismo crece gracias al desarrollo tecnológico pero a costa de crear un ejército industrial de reserva que, a la larga, produce las crisis de "sobreproducción", dada la incapacidad de los asalariados de absorber las mercancías por sus bajos ingresos.
Al respecto cita al director de la Reserva Federal, Bernanke: “Esto se debe a un incremento récord en la productividad. Con los años, las nuevas tecnologías, los procesos y los productos han permitido que las empresas manufactureras produzcan cada vez más con menos trabajadores.”
El Capítulo 3, titulado "Tecnología avanzada y desempleo masivo", aborda la crisis de 2001 para señalar que su superación se basó en una expansión artificial del crédito y la promoción de hipotecas a intereses variables para los consumidores, gracias a una serie de juegos financieros promovidos por Alan Greenspan, ex director de la Reserva Federal en beneficio de los bancos. Junto a ello, y manteniendo una baja recuperación del empleo, hubo un aumento exponencial de la productividad en la industria, basada en el desarrollo tecnológico, que alcanzó, en 2003, un incremento en horas/trabajador de 5,7%, y a fines de ese año llegaba a 9,7%, para ubicarse en 24% entre 2001 y 2006. Hay una sección interesante que explica cómo la informática permite aumentar demencialmente la explotación (productividad) por trabajador incluso en las tiendas minoristas.
Al final de la recuperación posterior a 2001, el aumento de la productividad llevó a que la crisis se expresara como una típica crisis de sobreproducción en el esquema previsto por Marx: respecto a la capacidad de absorción del mercado se habían producido 1,3 millones de viviendas de más; el parque automotriz, con capacidad de producir 18 millones de autos anuales, vio reducida la producción a 11 millones, en 2009; igual para el acero y otros productos. Conclusión: "El sistema se ha vuelto tan productivo que ya no puede producir. Esta es la última contradicción del capitalismo, cuya trayectoria hasta su final científico y lógico Marx des­cribió en la ley general de la acumulación capitalista".
El Capítulo 4, "La productividad está estrangulando la producción", empieza citando a Morton Zuckerman, editor de U.S. News & World Report, que estable que durante la primera década de este siglo, luego de la crisis 2000-2001, la creación de empleo fue CERO!. Lo alarmante de la situación se evidencia cuando se compara con las décadas precedentes: en los años 40 se crearon 38% más empleos respecto a la anterior; en los 50 fue 24%; en los 60 se crearon 31% puestos de trabajo; en los 70 fueron 27%; en los 80 se llegó al 20%; y en los 90 se crearon 20% más de empleos.
Goldstein achaca la pérdida de 11 millones de puestos de trabajo en la presente década a la alta productividad impulsada por la revolución tecnológica. Pone algunos ejemplos: en Ohio, la DuPont crea una planta de fabricar materiales para producir energía solar a un costo de 175 millones de dólares, pero sólo crea 70 empleos (2,5 millones por puesto de trabajo); En Midland, Michigan, la Hemlock Simiconductor, crea otra planta de células fotovoltáicas a un costo de 1,000 millones de dólares, pero sólo crea 300 puestos de trabajo (3,3 millones por cada empleo).
Una sección interesante de este capítulo se titula "La educación no es la respuesta", y en ella desmiente las versiones usuales de que es con la educación se supera la crisis y la gente accede a los puestos de trabajo. La realidad norteamericana demuestra que hay millones de jóvenes con títulos universitarios que no encuentran lugar en el mercado de trabajo. "El capitalismo está llegando a un punto en el que basta un aumento de la producción para que ésta se vea superada por la sobreproducción. Eso hace que la patronal utilice su dinero para la especulación, los préstamos, la recompra de acciones, el aumento de los dividendos, etc., mientras que más de treinta millones de trabajadores sufren de desem­pleo y subempleo en EE.UU."
 El Capítulo 5, aborda un tema en boga en Europa y en EE UU con el llamado "abismo fiscal": "Los banqueros saquean el erario, se hace un llamado a la austeridad". Citando a Andrew Haldane, del Bank of England, este capítulo aborda la tortuosa relación histórica entre los bancos y el Estado y cómo, en tiempos de crisis, los tenedores de bonos y dueños de la deuda, impulsan la "austeridad" como doctrina porque lo que más temen es que el gasto social, en tiempo de contracción, lleva a mayor emisión de moneda, depreciación e inflación. Por lo cual, para ellos, es preferible recortes masivos del gasto social y despidos de empleados públicos para asegurar el cobro de la deuda y sus intereses. En EEUU, se han perdido 600 mil empleos públicos en el último lustro. No les importa si la austeridad sume al sistema aún más en la espiral de la crisis, para los bancos lo principal es cobrar y no en moneda devaluada.
El Capítulo 6, se titula "El capitalismo ha superado la capacidad de regeneración del planeta". Aquí empieza, sin proponérselo, desmitificando aquello de que las economías de los BRIC representen un "capitalismo alternativo". Por el contrario, la expansión de las BRIC se basa en la extensión de las transnacionales imperialistas en el proceso de globalización. Aquí la referencia metodológica es la "Ley de la tendencia decreciente de la cuota de ganancia", de Marx, para establecer tres cosas relacionadas: la competencia capitalista, la cual motiva la carrera tecnológica y la expansión global en busca de mercados y fuentes de materias primas. Se han vencido las fronteras nacionales y el capitalismo alcanzó sus límites planetarios. ¿A dónde más expandirse? Goldstein concluye: "El capitalismo ha hecho de cada rincón del globo un espacio propio de explotación y sin duda ha superado su capacidad de regeneración. No solo amenaza la supervivencia económica de la población mundial, sino la fuente misma de la vida, la naturaleza y el medio ambiente. Solo el socialismo puede salvar al planeta".
 En el Capítulo 7, "El capitalismo amenaza la vida en el planeta", se establece el principio de que el sistema ya no es sólo producción, sino también "polución". Un ejemplo dramático de la amenaza ambiental del sistema lo es el masivo derrame de petróleo en el Golfo de México producido por la British Petroleun, en 2010. ¿Cómo se explica que una empresa con un capital de 290 mil millones de dólares, presente en 80 países, con ganancias 8 mil millones en 2011, decidió no gastar 500 mil dólares en un disparador acústico de seguridad que habría evitado el desastre ambiental?
Lo de la B.P. no es nada, comparado con los daños ambientales producidos por Chevron-Texaco en la Amazonía del Ecuador, donde vertieron toneladas de desechos de hidrocarburos de manera irresponsable directamente en suelos y ríos. Ni hablar de la industria minera y maderera que arrasa los bosques desde Amazonas a Indonesia, sabiendo que son los principales productores del oxígeno que respiramos los seres vivos. O las emisiones de CO2 que están derritiendo los glaciares. "Este desdén por el planeta y todo lo que en él se encuen­tra ilustra, una vez más, la irracionalidad y las contradiccio­nes inherentes al capitalismo en tanto sistema económico", nos dice Goldstein. Y concluye: "Desde un punto de vista puramente ambientalista, el capitalismo ha dejado de ser históricamente viable. En tanto no derroquemos al capitalismo la vida en el planeta estará amenazada".
El Capítulo 8, lleva el interesante título de "Materialismo histórico: robots y revolución". Aquí se aborda el problema de la creciente tecnificación, en especial de la informática y la digitalización, cuya aplicación no se restringe a una sola rama de la economía, y está produciendo el masivo "desempleo tecnológico", el cual, llegado a cierto punto, plantea el dilema "¿De dónde saldrá el mercado?". Goldstein cita los libros "Race against the machine" de Brynjolfsson y McAfee, "The age of turbulence", de Martin Ford y al propio Greenspan, quienes están preocupados por este asunto. Pero agrega que ninguno de ellos entiende lo que Marx ya dijo desde El Manifiesto Comunista, el problema no es la máquina, sino la burguesía. "Parafraseando a Marx, la burguesía ha conjurado a un brujo –la robotización, la producción automática, el soft­ware y las tecnologías de la comunicación– cuyo único pro­pósito es desembarazarse de la mano de obra", nos dice. Pero, contrario al pesimismo de esos autores, Goldstein confía en la capacidad de clase obrera para actuar y cambiar el sistema.
El Capítulo 9, y último, se titula "La nueva etapa del Imperialismo y la perspectiva de la lucha" y empieza recordando que Lenin fue uno de los primeros en analizar el fenómeno del imperialismo como fase superior del capitalismo, y que uno de sus principales aportes teóricos lo fue el señalar que las enormes riquezas extraídas por las potencias del mundo colonial, habían servido para comprar a la élite superior de la clase obrera de los países imperiales, creando una "aristocracia obrera", privilegiada y políticamente conservadora, que aportaba estabilidad al sistema. La diferencia con el momento actual es que la globalización neoliberal el imperialismo actúa en sentido contrario, está destruyendo los privilegios de la aristocracia obrera de los países del Norte al ponerla a competir con los trabajadores peor pagados del Sur.
Al respecto cita un libro anterior suyo, "Low-wage capitalism": “Mientras que antes la exportación de capital solía utilizarse para fomentar un estrato superior de la clase obrera en los países imperialistas, suavizar la lucha de clases y promover estabilidad social, con la nueva división mundial del trabajo la exportación de capital se utiliza para bajar los niveles de vida de los trabajadores de los países imperialistas, diezmar las capas superiores de los trabajadores y algunos sectores de la clase media y destruir la seguridad laboral y las prestaciones sociales.
 ”Esto socavará inevitablemente los cimientos de la estabilidad social y sentará las bases para el renacimiento de la lucha de clases en el interior de los gigantes corpora­tivos explotadores. Por otra parte, la expansión a escala planetaria de la socialización del proceso del trabajo y el rápido crecimiento de una clase obrera internacional están haciendo que la solidaridad de clase transfronteriza se con­vierta en algo obligatorio contra el imperialismo".
La Adenda está dedicada a reflexionar para el movimiento Ocuppy Wall Street (OWS), muy semejante a los Indignados de España, que se movilizó en 2010-11, bajo la consigna "Somos el 99% frente al 1%", para denunciar la creciente desigualdad social de un sistema capitalista en el que una minoría de la sociedad acapara de manera obscena la riqueza contra la mayoría. Goldstein le pregunta al OWS cuál es el objetivo de la lucha, ¿sólo reducir un poco la desigualdad social? ¿Poner algunas restricciones a los banqueros? 
"¿Debemos parar en la lucha para reducir la desigualdad en el capi­talismo, vamos a luchar para ayudar a forjar las “cadenas de oro” con las que el capital arrastra a los trabajadores o vamos a llevar la lucha contra la desigualdad hasta sus últi­mas consecuencias y luchar para romper las cadenas de la dominación de clase? La desigualdad entre las clases sólo podrá abolirse con la eliminación de la clase capitalista junto al sistema de explotación sobre el que construye toda su obscena riqueza".
 El reformismo dentro de los marcos del capitalismo no puede solucionar ningún problema de fondo, porque el sistema está montado con el único fin de sostener la lógica infernal de la ganancia capitalista, que ya amenaza la vida en el planeta. La única alternativa es una revolución social que establezca una forma humana, racional y ecológica de economía: el socialismo.
"El ser determina la conciencia, pero no de forma automática ni necesariamente a corto plazo. De hecho, la conciencia va a la zaga de los acontecimientos, pero termina por ponerse al día cuando la vida ya no puede seguir siendo como antes", nos dice Goldstein, para concluir un panorama tan negativo con una actitud optimista, respecto a que la clase trabajadora terminará asumiendo la tarea histórica de superar al capitalismo.
Leyendo a Fred Goldstein no podemos dejar de recordar a León Trotsky, cuando en el marco de otra "crisis sin salida", en los años treinta, afirmaba: "En general, los requisitos económicos previos para la revolución proletaria han llegado ya al punto más alto de madurez... Las fuerzas productivas de la humanidad están estancadas. Ya las nuevas invenciones y los nuevos progresos técnicos no pueden elevar el nivel de la riqueza material. Las bajas repentinas y cíclicas de los valores..., imponen a las masas privaciones  y sufrimientos siempre mayores. El crecimiento de la desocupación ahonda a su vez la crisis financiera... Las condiciones objetivas de la revolución proletaria no sólo están maduras, sino que han empezado a descomponerse. Sin una revolución socialista en el próximo período histórico, la civilización humana está bajo la amenaza de ser arrasada por una catástrofe. Todo depende del proletariado, es decir, principalmente de su vanguardia revolucionaria. La crisis histórica de la humanidad se reduce a la crisis histórica de la dirección revolucionaria" (El Programa de Transición).
Panamá, 27 de diciembre de 2012.
El libro se puede conseguir  en el enlace http://www.rosa-blindada.info/?p=1876
Y para quienes quieran leer el texto en inglés:
lowwagecapitalism.com

El libro se puede descargar archivos:


Artículos escrito en kaos en la red por Olmedo Beluche



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