Jutta Ditfurth
(Reseña del último libro de Jutta Ditfurth)
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Jutta Ditfurth, socióloga y escritora de ensayos
políticos, guiones y novelas. Activista de la izquierda extraparlamentaria y,
sobre todo, del movimiento antinucleares y feminista. Tras el otoño alemán de
1977, cofundadora de Los Verdes en 1980, cuya presidencia federal ocupó entre
1984 a 1988. De 1989 a1995, presidenta de sindicato Y periodistas. En 1991
abandonó el partido de Los Verdes a causa de su derechización y pasó a formar
parte de la izquierda ecológica. De 2001 a 2008 representó a la asociación
electoral ÖkolinX-Lista antirracista en el parlamento regional de Francfort.
Entre sus numerosos libros se destaca la Biografía
(2007, lleva 4 ediciones)) de Ulrike Meinhof, Zeit des Zorns (Tiempo de la ira,
2009)), Die Himmelstürmerin (novela sobre la Comuna de París), Das waren die
Grünen. Abschied von einer Hoffnung (Esto fueron los verdes. Adiós a una
esperanza, 2000).
Los Verdes, cuyo título original es Krieg, Atiom,
Armut. Was sie reen, was sie tun: Die Grünen (Guerra, energía atómica,
pobreza. Lo que dicen, lo que hacen: Los Verdes, Berlín 2011, 288 pp.) es el
segundo libro que Jutta Ditfurth le dedica a este partido. Su presentación tuvo
lugar el 20 de febrero de este año en Berlín. Si en el primero analizaba el
proceso de derechización de Los Verdes, el abandono de sus ideales iniciales,
su aspiración a ser la alternativa, etc., en éste documenta exhaustivamente la
actuación política de Los Verdes ante la guerra, la energía nuclear, la
pobreza, la economía de mercado y el capitalismo. Pone de manifiesto la
disparidad existente entre lo que dicen y lo que hacen.
Este excelente análisis, realizado por una persona que
conoce el tema de primera mano, resulta esclarecedor no sólo para conocer la
pretendida alternativa de Los Verdes alemanes. También
se puede aprender de ellos ahora que se anuncia un partido semejante en España,
publicitado de momento con el nombre de Equo.
En Alemania, Los Verdes han gozado y gozan de
relativos éxitos electorales que los han llevado a gobernar en coalición con el
SPD (socialdemocracia), la CDU (derecha) o el FDP (liberales) tanto a nivel
federal como regional. En la actualidad las encuestas les dan 16% de intención
de voto a nivel federal, porcentaje que superan con creces en algunos de los Länder.
Muchos electores y electoras abrigan todavía la esperanza de que Los Verdes son
un partido de izquierda, la alternativa progresista a la dominante ola
neoconservadora.
Claro que lo que las encuestas no recogen es el
porcentaje de electores reales, sino tan sólo el de los dispuestos a votar. Sin
embargo el de los que no votan es el sector mayor, un 36%. De ahí que las
encuestas no reflejen el criterio de la sociedad en su conjunto sino la
supuesta decisión de los que quieren votar.
Cierto, en sus inicios, antes de convertirse en
partido político al uso y ejercer el gobierno, Los Verdes se oponían al
monopolio de la violencia estatal, a la guerra, participaban en las
manifestaciones contra las centrales nucleares, defendían la objeción militar,
etc. Pero sus electores no podían imaginarse que Los Verdes abandonasen tan
pronto sus principios, y se convirtieran en un partido como los demás,
adaptándose perfectamente al sistema vigente. La supuesta fortaleza de Los
Verdes, dice Jutta Ditfurth, parece transformarse en su opuesto en cuanto
llegan al gobierno.
Más, aunque se hayan convertido en un partido como los
demás, sí se dan más habilidad para presentarse como algo que no son. En
realidad están tan encadenados a los intereses del capital y a la conservación
del poder como el resto de partidos burgueses. No es de extrañar, por tanto,
que sus medios de comunicación flirteen con Los Verdes, que hasta cierto punto
se sientan fascinados por ellos. La aburrida burguesía se siente seducida por
el hecho casi romántico de que un “Joschka” Fischer, antiguo taxista y radical
verde llegue a Ministro de Asuntos Exteriores. De que Otto Schily, otrora
abogado de terroristas y diputado verde se convierta en Ministro de Seguridad
con el SPD y de que Jürgen Trittin, en su día miembro de la Liga Comunista,
ejerza de Ministro de Medioambiente.
Pero, con su apoyo a las medidas restrictivas del
Estado social, encarnadas sobre todo en la Agenda 2010 y la Hartz IV,
Los Verdes perdieron la conexión con sus bases. En lugar de una revolución
democrática, Alemania participó activamente en una primera guerra tras su
experiencia nazi. Con la ministra verde de Sanidad, Andrea Fischer, empeoró
sensiblemente la asistencia sanitaria en Alemania. Al perder las elecciones
federales en 2005 pasó a trabajar con un buen sueldo para la industria
farmacéutica (Bayer). Con Los Verdes en el Gobierno desapareció en la práctica
el derecho de asilo, se preparó el camino para el Estado policiaco, se
redujeron las pensiones, se limitó el acceso de los obreros e inmigrantes a la
Universidad, etc. La “revolución”, afirma Jutta Ditfurth, se tradujo en el
desmantelamiento del Estado social, y en el empobrecimiento de miles y miles de
personas. El prometido “Neubeginn” (Nuevo comienzo) devino en la reducción de
impuestos para el capital y los ricos. Las enardecedoras ideas de la coalición
rojiverde terminaron en los bombardeos y destrucción de Yugoslavia, en la libre
circulación de capitales y en la exportación de armas.
No hay que romperse la cabeza para adivinar lo que
harán los verdes cuando lleguen al Gobierno. Tan sólo hay que observar lo que
han hecho cuando han participado en él. Nada de extrañar, pues, que los medios
de la burguesía los traten tan bien, les den tanto espacio y les estén tan
agradecidos. Los Verdes dominan como nadie el arte de la traición. Ningún otro
partido alemán sabe debilitar y dividir como ellos la resistencia.
Veamos algunos ejemplos.
Transporte de residuos y centrales nucleares.
Los capítulos 3 y 4 están dedicados a la relación de
Los Verdes con el transporte de los residuos tóxicos y las centrales nucleares.
En ellos la autora documenta la evolución desde la oposición radical en la
década de los 70 hasta la aprobación en la Agenda 2010. Así, cuando y
donde han estado o están en el gobierno federal o regional se han manifestado
en contra o a favor del transporte y han defendido o rechazado las
manifestaciones antinucleares. En esto muestran una actitud semejante a la del
Partido Comunista Alemán, que considera buenas las centrales nucleares si están
en manos del pueblo y son nefastas en las del capitalismo. Como si la
radioactividad pudiera discernir por sí sola entre ambos sistemas.
Frente a la justificación de que la energía nuclear
resulta más barata Jutta Ditfurth recuerda que entre 2000 y 2008 los cuatro
principales consorcios de la energía eléctrica, E.0n, RWE, EnBW y Vattenfall
Europa, ganaron 82.400 millones de euros netos sin que por ello disminuyeran
los precios para el consumidor. Más aún, a esa cantidad ingente de beneficios
privados hay que añadir los 203.400 millones de euros recibidos por el Estado,
esto es, de los bolsillos de los consumidores vía impuestos. Porque, como decía
F. Engels en el Antidühring , el Estado actúa como “capitalista global
ideal”.
Verdes y socialdemócratas apuntan hoy, hipócritamente,
a la derecha de la CDU y FDP en vez de a sí mismos. Pero ante la catástrofe de
Japón, hasta la misma Angela Merkel ha dado un paso atrás y ha parado, durante
tres meses, la producción de las 7 centrales nucleares más viejas. La presión
del fuerte movimiento ecológico y antinuclear alemán y la inminencia de las
elecciones así lo aconsejan.
Los Verdes y la guerra
En su día, Los Verdes también eran contrarios a la
participación del ejército alemán en los conflictos internacionales. Pero, una
vez en el poder, el Gobierno rojiverde (1998-205) aprobó la intervención de
Alemania en la guerra contra Yugoslavia. A partir de entonces, Los Verdes se
convirtieron en un partido guerrero procapitalista. Los “Realos”, como así se
denominaban, sabían muy bien que jamás podrían llegar al gobierno si no
aceptaban el capitalismo y la OTAN.
¿Hay alguien, se pregunta Jutta Ditfurth, que haya
oído decir que Los Verdes, a quienes tanto les gusta hablar de “moral” en
política, fueron corresponsables de la destrucción de Yugoslavia y del
establecimiento del estado mafioso de Kosovo? La coaalición rojiverde
contribuyó a poner a H. Thaci, por nombre de guerra “Serpiente”, como jefe de
gobierno en Kosovo. Un amigo de J. Fischer, Tom Koening, es el responsable de
organizar la administración civil. Tras su descrédito en Kosovo, Fischer lo
nombró responsable de derechos humanos en el Ministerio de Asuntos Exteriores,
para pasar luego a encargado especial de la ONU en Afganistán. Este individuo
preside desde 2009 el Comité Parlamentario de Derechos Humanos y Ayuda
Humanitaria. En enero de 2011 este “verde” ha votado a favor de prolongar el
envío de tropas a Afganistán. T. Koening prometió colocar los derechos humanos
en el centro de la política alemana. En suma, que cuando Los Verdes colocan en
el centro la cuestión de los derechos humanos hay que entenderlo como una
amenaza a los mismos, concluye Jutta Ditfurth.
A Los Verdes les gusta defender militarmente los
derechos humanos. El Gobierno rojiverde envió tropas a Afganistán, al Golfo
Pérsico, al Cuerno de África, al Mediterráneo. Con un presupuesto de 1.700
millones de euros y 10.000 soldados, Alemania es hoy el segundo proveedor de
tropas después de los EE. UU., con destacamentos estacionados desde Afganistán
a los Balcanes.
La militarización de los derechos humanos y de la
ayuda humanitaria forma parte de la política rojiverde. Ha servido de propaganda
para salvar a los cormoranes empapados de petróleo en la Guerra del Golfo
(1990-1991. Y en la guerra de Yugoslavia ha sido útil para compensar los
crímenes de Auschwitz y la de Afganistán para liberar a las mujeres afganas.
¡Qué sarcasmo!
En la fracción verde nadie pide ya la salida de la
OTAN, En la agenda de Los Verdes no figura la disolución de este pacto
agresivo, sino su extensión hacia el Este, esto es, la inclusión de Rusia y los
estados de la antigua Unión Soviética. El Atlántico Norte abarca ahora desde
Vancouver a Vladivostok.
Los voceros de este orden social justifican sus
acciones bélicas en aras de la democracia, de la igualdad, del humanitarismo,
etc. Pero los derechos humanos incluyen también la igualdad social. Y ésta,
afirma Jutta Ditfurth, sólo puede lograrse con la supresión de la explotación y
del beneficio privado, esto es, la eliminación del orden económico capitalista
global. Y ningún verde está dispuesto a pagar ese precio, puesto que, como
buenos burgueses, hace tiempo que también ellos se benefician de este sistema.
Los Verdes y el capital
Pero la piedra de toque de la alternativa progresista
de Los Verdes está en su relación con el capital. La autora documenta esta
relación en el capítulo 8 (pp. 210-255).
En la década de 1980, muchos verdes eran partidarios
de la igualdad. Reconocían que ésta es la base de la seguridad, la libertad y
la felicidad de los seres humanos. Se oponían al capitalismo. Todavía no lo
edulcoraban como “economía social de mercado” y exigían la autodeterminación de
todos. No obstante, los siete años de gobierno rojiverde agudizaron las
desigualdades de clases en la sociedad alemana. Dondequiera que han gobernado,
Los Verdes han acelerado el proceso de segmentación social y mental. Cierto,
hay verdes con pocos ingresos. Pero sus representantes políticos pertenecen al
sector acomodado que puede permitirse una alimentación sana, clasifica su
basura, envía a sus hijos a colegios privados y vive en zonas residenciales
tranquilas y placenteras. Hoy son los portavoces del sector de altos
rendimientos, de las autodenominadas elites, académicos, etc. Y eso, aunque
muchos de ellos se hallen inmersos en un proceso de proletarización.
La coalición rojiverde ha incrementado sensiblemente
el número de pobres. Socialdemócratas y Verdes han organizado la pobreza de la
vejez para millones de personas. Su política socioeconómica ha supuesto un
atentado al ya debilitado Estado social. El conglomerado de leyes establecido
por la Agenda 2010, Hartz I, II, III y IV encarna el conjunto de
reformas del sistema social y del mercado de trabajo alemanes. Desde 1945
Alemania no había vivido semejante agresión contra los parados y los
perceptores de ayudas. Este cúmulo de reformas se ve incrementado aún más con
el actual Gobierno presidido por Angela Merkel. La pretendida modernización
introducida por la Agenda 2010 y disposiciones complementarias ha
supuesto el desmantelamiento del Estado social. Y ése es el modelo que se
quiere imponer al resto de países europeos.
No cuesta mucho averiguar quién es el beneficiario de
estas reformas. No puede ser otro que el capital. ¿Quién, si no, se lucra con
la reducción de los costes adicionales, el abaratamiento del despido, la
prolongación de la edad laboral, los recortes en las prestaciones y ayudas
sociales, la precariedad del empleo, el crecimiento enorme del ejercito de
reserva (Marx), etc.? El resultado de esta “modernización” es el
empobrecimiento de la inmensa mayoría de la población. Así, el 70% de los
alemanes posee tan sólo el 9% de la riqueza total del país, mientras que el 10%
de los más ricos disfruta del 60% de 6,6 billones de euros. Los ricos son cada
vez más ricos, mientras que 11,5 millones de personas viven amenazadas por la
pobreza. Esta afecta ya al 20% de los niños y sus familias.
En Alemania prolifera el último invento del
capitalismo, lo que se denomina con el término de Leiharbeit, esto es
trabajo a préstamo, en régimen de cesión. Consiste en la creación de una serie
de empresas que no producen nada. Se dedican a recoger los trabajadores y
trabajadoras en paro, desatendidos incluso por los sindicatos por estar fuera
de los convenios, carentes de toda protección social. Luego se los prestan o
ceden a las empresas que necesitan mano de obra en régimen de cesión. Estos
trabajadores y trabajadoras cobran la mitad que los demás y trabajan 48-50
horas semanales en vez de las 38-40 que marcan los convenios. Las diferencias
salariales enriquecen a los prestamistas y a las empresas que los emplean. En
Alemania hay ya varios millones de trabajadores “prestados”, los nuevos
esclavos. Así es como la economía alemana es más productiva y competitiva. Este
negocio de la “competitividad” lo llevan a cabo en España las ETT (Empresas de
Trabajo Temporal), las contratas y subcontratas de todo tipo.
Así, mientras unos se empobrecen, otros sectores de la
clase media temen caer en la pobreza. Y este miedo los hace agresivos frente a
los parados e inmigrantes, los nuevos estigmatizados sociales. Pues, haciendo
honor a la popular imagen alemana del ciclista, esto es, de la persona que se
doblega ante los de arriba y patea a los de abajo, el súbdito verde también
prefiere pisar al de abajo antes que erguirse y caminar en solidaridad con él.
¿Para qué han destruido Los Verdes sectores
considerables del Estado social, se pregunta Jutta Ditfurth? Para reforzar las
ventajas del capital alemán en su competitividad con los demás capitales,
responde para favorecer su capacidad exportadora e incrementar sus beneficios.
Sí, en Alemania Los Verdes han contribuido a ensanchar
la brecha entre una minoría de ricos y la inmensa mayoría de pobres. Un partido
dispuesto a gobernar a toda costa, ya sea con el SPD, con la CDU y a veces con
el FDP, tiene que estar también dispuesto a mantener la ley y el orden, esto
es, a proteger la riqueza.
La crisis económica mundial sólo ha desaparecido para
el capital, que se ha beneficiado de todas las reformas del Estado social.
Nadie frena el capital que somete al país y al mundo. Porque
el capitalismo no atraviesa ninguna crisis, el capitalismo es la crisis.
Adaptación
Los Verdes no han cambiado en nada las estructuras
dominantes, sino que se han imbricado en ellas y las han modernizado, las han
endurecido y militarizado. He aquí algunos ejemplos de esta adaptación.
Renate Künast y los Verdes de Berlín, una de las secciones
más a la izquierda en los años80, está hoy dispuesta a entrar en coalición con
el SPD y la CDU. Andrea Fischer, antigua trotskista y ministra de Sanidad ha
declarado públicamente que sus enemigos son los médicos, no la industria
farmacéutica. De ahí que de 2006 a 2009 trabajase como directora de sección en
la Agencia Pleon y de lobby para la Bayer y otras empresas.
Pero Joschka Fischer, el antiguo Ministro de Asuntos
Exteriores, los supera a todos. Entre sus puestos bien remunerados figuran el
de consejero político del consorcio de energía nuclear RWE, que lleva la OMV
Gas y Electricidad (Viena) y la RWE Suply & Trading (gaseoducto). J.
Fischer se embolsa por este trabajo un sueldo de seis dígitos. RWE se lo paga
de unos ingresos netos de 48.000 euros. No es extraño que Fischer aprobase en
2003, en nombre de Los Verdes, el fomento de la energía nuclear. Ni tampoco que
haya recibido tantos parabienes de los medios de comunicación como el New
York Times, la Bildzeitung o la Frankfurter Allgemeine Zeitung
por sus actuaciones a favor de la OTAN. También es miembro fundador del
European Council of Foreing Relations, entre cuyos principios destaca el de
reforzar Europa como potencia mundial, o el de utilizar la fuerza militar para
detener los genocidios y evitar las catástrofes humanitarias en Europa y en el
mundo. J. Fischer es asimismo consejero de BMW y de Siemens. En julio de 2010,
el grupo de comercio y turismo del consorcio REWE hizo pública la colaboración
de Fischer en la sección de alimentos ecológicos.
Pero, claro, Los Verdes y los ecologistas no tienen
por qué ser la misma cosa, aunque haya gente que así lo crea. Si la ecología
forme parte del patrimonio de la izquierda (M. Sacristán), en Alemania también
existe una raíz popular y de derecha. Originariamente, ecología de izquierdas
significaba también ir a la raíz de las condiciones de vida y trabajo de los
seres humanos. Pero en ninguna industria química han metido su nariz Los
Verdes. La pobreza y el desempleo masivos atemorizan a los que disfrutan de un
buen puesto de trabajo fijo, Resulta fácil imaginar qué miedo, qué terror
sentirán cuando los millones de marginados y excluidos articulen su
indignación. Entonces veremos cómo se defienden con uñas y dientes las
privilegios y la propiedad.
La ola neoconservadora
Desde la disolución de la Unión Soviética y la
reunificación alemana ha entrado en acción una ola neoconservadora que penetra
todos los ámbitos sociales y mentales. Es lo que se denomina con los conceptos
de globalización económica y pensamiento único. Los éxitos más destacados de
este rodillo han sido la guerra de Yugoslavia y la destrucción de del Estado
social, con el concomitante de mayor enriquecimiento de los potentados. Los
Verdes, igual que los socialdemócratas, constituyen una parte personal,
ideológica y política de este rollback neoconservador.
Para Jutta Ditfurth, lo terrible es que en esta
burguesía acomodada crece el pensamiento elitista, derechista, islamófobo. Se
esparce en ella un sentido autoritario de la justicia. En suma, la burguesía se
corrompe a ojos vistas. Hace tiempo que le es indiferente lo que pase con las
víctimas de la política económica. Mientras mantenga sus privilegios y su
propiedad no le preocupan las condiciones creadas por el consumo de bienes
chinos, la muerte de los niños africanos, los inmigrantes que se ahogan en el
Mediterráneo o que malviven tras las alambradas de los campos de internamiento.
Sus actitudes envenenan la sociedad. A través de campañas, apoyadas por sus
medios de comunicación, esta burguesía agresiva difunde su mensaje brutal:
abandonad toda esperanza (Dante), sois inútiles, la culpa de vuestra situación
es vuestra. ¿Para qué sirven la solidaridad, la democracia participativa, la
responsabilidad social? Si la moral burguesa fue siempre etérea, inestable, hoy
ha desaparecido por completo.
La desigualdad social pervierte a quienes la practican
y se identifican con ella. Se desinhiben, se quitan la careta. Y caen
precisamente en el ambiente donde se ubican hoy los Verdes, en el “centro”, “a
la izquierda del centro”. No importa hasta dónde se extienda su derechización.
Los Verdes son hoy un motor muy especial de la ola neoconservadora, concluye
Jutta Ditfurth.
Sobre EQUO:
Equo: ¿Un partido "ecopacifista" defensor de los
bombardeos de la OTAN?
Debate en la izquierda.
¿Ni izquierda ni derecha, gente honesta?
EQUO y el Ecologismo de derecha.
2. EQUO antepone la defensa de los derechos humanos a
cualquier prejuicio ideológico sea a la derecha y a la izquierda
Algunas perlas del
artículo:
LA NUEVA DIRECCIÓN
Continuidad respecto a la gestora
José Larios (170, de Andalucía) este pertenecía al partido
de Los Verdes en Andalucía, entró el Consejería de Medio Ambiente como director, cuando pactó los verdes con el
PSOE.
LAS CLAVES DEL NUEVO PARTIDO
Sin reconocimiento de la "España plurinacional"
No al derecho de
autodeterminación
Sin etiquetas // Equo no tiene un solo apellido.
Durante el I Congreso se comprobaron los recelos a empaquetar el partido con lo
que entienden que son etiquetas clásicas: ecosocialista, rojiverde... Se
define como fuerza política progresista, republicana, laica, que defiende la
ecología política y la equidad social.
Financiación bancaria muy
restringida // Equo rechaza desde su origen recibir
financiación bancaria. Ahora ha flexibilizado su posición: si es necesario,
puede recibir préstamos, pero siempre procedentes de "banca
ética".
TRIODOS BANK. ¿REALMENTE UNA BANCA ÉTICA?
Uralde exdirector de
Greenpeace
Greenpeace: Otra estafa
Fabricando Disidencia: Globalistas y Elites
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